La Iglesia no divorcia pero sí separa y anula el matrimonio
Carlos Berbell - Yolanda Rodríguez
Cuando nos ponemos a hablar de separaciones, divorcios y nulidades siempre mezclamos unas cosas con otras, como si fueran churras y merinas. Y no son lo mismo, sobre todo cuando a lo que nos estamos refiriendo es a las nulidades eclesiásticas. A lo que mucha gente llama “el divorcio por la Iglesia”. Pero está mal dicho porque la Iglesia Católica no divorcia, aunque sí separa. La separación conyugal supone la separación física de los esposos y el fin de la cohabitación, que la Iglesia admite en situaciones en las que la convivencia se hace imposible. Porque puede suponer un daño irreparable o un riesgo grave para los cónyuges y los hijos. En esta situación de separación permanece el vínculo matrimonial indisoluble. Los derechos y deberes relacionados con la vida conyugal quedan suspendidos. La separación puede ser perpetua, cuando conlleva el derecho a separarse de por vida, como ocurre en el caso de adulterio consciente y consumado, salvo que haya sido provocado, consentido o perdonado por el cónyuge, o que éste, a su vez, lo haya cometido. En estas circunstancias, mediante el perdón, puede restaurarse la convivencia. De acuerdo con la Iglesia, el cónyuge que se separa por este motivo debe proponer la causa de la separación ante la autoridad eclesiástica en el plazo de seis meses. La separación también puede ser temporal, que es cuando ha cesado la causa de la separación, que es cuando uno de los cónyuges ha puesto en grave peligro corporal o espiritual al otro, a los hijos o de un modo que ha hecho la vida demasiado dura. En estos casos es preceptiva la autorización ordinarios del lugar, es decir, del vicario general o del vicario episcopal, o al obispo diocesano. La separación de los cónyuges bautizados puede decidirse por decreto del obispo diocesano, o por sentencia del juez. Donde la decisión eclesiástica no produzca efectos civiles, o si se prevé que la sentencia civil no será contraria al derecho divino, el obispo podría conceder licencia para acudir al fuero civil. En la práctica no se suele acudir a la separación canónica, solo a la nulidad. Nulidad que sólo pueden solicitar aquellos que se hayan casado por la Iglesia. La nulidad significa que el matrimonio nunca existió por razones tasadas y medidas. EL DEFENSOR DEL VÍNCULOLa nulidad se puede otorgar, previo proceso judicial, y tras pasar por un complejo procedimiento de derecho canónico en el que juega un papel fundamental una figura poco conocida: el defensor del vínculo. El defensor del vínculo del matrimonio, se entiende. De acuerdo con el derecho canónico, el defensor del vínculo puede ser clérigo o laico, doctor o licenciado en derecho canónico, y debe tener probada prudencia y celo por la Justicia. El sacerdote José Francisco Guijarro, fue defensor del vínculo del Obispado de Madrid durante quince años. Actualmente es el presidente del Tribunal Eclesiástico Interdiocesano de Honduras y secretario adjunto de la Conferencia Episcopal de Honduras. El padre Guijarro reunía y superaba todas las condiciones requeridas. Su trabajo fue discreto y callado, y muy eficaz. Y en ocasiones no muy agradable, porque la función principal del defensor del vínculo consiste en emitir un informe a favor de la validez del matrimonio. Es lógico. Para la Iglesia el matrimonio es un sacramento esencial, una unión necesariamente abierta a la posibilidad de procreación. Por eso, la ausencia del defensor del vínculo en el proceso de nulidad convierte en nulos los actos judiciales, aunque estén el resto de las partes, incluyendo el tribunal eclesiástico. ARGUMENTOS PARA LA NULIDAD ¿Y cuáles son las razones que suelen esgrimir las parejas que solicitan la nulidad eclesiástica? La más frecuente es la incapacidad psíquica. Si una persona no es capaz de comprender lo que es el matrimonio y las obligaciones que conlleva, o no puede realizar los aspectos esenciales de la unión conyugal, entonces esta unión deja de ser sagrada, a los ojos de la Iglesia. Por lo tanto, es declarada nula. No ha existido. Para ello, las partes se arman de abogados, peritos o expertos, como los psicólogos y los psiquiatras, para convencer al tribunal. Con el fin de convencer al tribunal que la persona estaba, como se está argumentando, en el momento de contraer matrimonio. Ahora, además, se ha introducido la declaración de las partes. De cualquier forma, para obtener una declaración de nulidad matrimonial es necesaria una sentencias afirmativa, desde la reforma del Papa Francisco. Por el tribunal eclesiástico competente. Jamás el divorcio.
Divorcio y separación de cuerpos
Temas relacionados: Consejos, Familia, Fe, Hogar, Iglesia Católica, Retos Por Hermana Patricia Brown ¿Por qué el matrimonio es indisoluble? Para la Iglesia es claro que Dios, al hacer a la pareja con la posibilidad de entregarse y llegar a ser una sola carne, quiso desde siempre que la unión matrimonial fuera permanente. Este es igualmente el deseo de quienes se aman y unen en matrimonio pues nadie quiere que su unión fracase o se rompa. Por eso Cristo, salvador del mal, les dio a los esposos la oportunidad de amarse con un amor cristiano, es decir, de hacer de su vínculo una alianza irrompible pues se basa en el compromiso de amarse como Cristo ama, y en el apoyo de la gracia divina que sostiene siempre a quienes desean vivir de su amor. Por eso, convertido por Cristo en Sacramento, el matrimonio establece una unión garantizada por Dios mismo y cuya santidad y fuerza no la debe romper ningún hombre (Mateo 19:3-6). San Pablo refuerza esta enseñanza recordando que es voluntad de mismo Jesús que los esposos permanezcan unidos (1Cor 7, 10-11 y Ef. 5, 23-33). En consecuencia con la Palabra de Dios, la Iglesia no reconoce el divorcio civil pues el Estado no puede disolver lo que es indisoluble, e invita a analizar todo el dolor y daño que las rupturas matrimoniales causan a los individuos y a los hijos (Véase por ejemplo El Catecismo de la Iglesia Católica #s 2382-2386). La única forma de que un vínculo matrimonial se disuelva por la Iglesia es que se pruebe, mediante un proceso de anulación ante un Tribunal Eclesiástico, que dicho vínculo fue nulo, es decir, que por diferentes razones, no fue nunca un verdadero matrimonio. ¿Qué diferencia existe entre divorcio civil y separación de cuerpos en la Iglesia? En la Iglesia existe, para situaciones extremas, la separación, cuando se demuestra que la convivencia es imposible y lleva consigo un daño serio para alguno de los cónyuges o los hijos. Pero esta “separación de cuerpos” no es divorcio pues el vínculo establecido por el sacramento sigue existiendo y los cónyuges no pueden volverse a casar (Código de Derecho Canónico. No. 1155). ¿Qué causas acepta la Iglesia para que un matrimonio se separe? El Derecho Canónico vigente en el No. 1153 dice: “Si uno de los cónyuges pone en grave peligro espiritual o corporal al otro o a la prole – los hijos – o de otro modo que hace demasiado dura la vida en común, proporciona al otro un motivo legítimo para separarse”. El peligro espiritual se refiere a cuando uno de los cónyuges abandona la fe católica para unirse a una secta y obliga al otro y/o a los hijos a hacer lo mismo, o no permite que su cónyuge practique su fe, o lo obliga a cometer algún acto inmoral. El peligro físico es cuando existe violencia – física o mental – en el trato con el otro cónyuge o los hijos, sea por enfermedad mental, o por vicios. El adulterio sistemático por parte de alguno de los cónyuges atenta contra el deber a la fidelidad y podría ser, en caso muy extremo, motivo legítimo de una separación (Véase, Derecho Canónico No. 1152). ¿Qué efectos civiles tiene la separación del matrimonio católico? Los separados tienen vigente el vínculo matrimonial. Por eso no pueden volverse a casar por la Iglesia. Y en los países donde el matrimonio católico tiene validez civil, los separados tampoco pueden contraer matrimonio civil, a no ser que se disuelvan las obligaciones legales del vínculo sacramental anteriormente adquirido (divorcio). Entre los separados no es exigible el débito conyugal. Entre ellos cesan igualmente los demás derechos y obligaciones propios de la convivencia, excepto las obligaciones con los hijos y la debida asistencia económica a la esposa. La sociedad conyugal puede disolverse, si se pide adicionalmente al juez. Por último, los separados pueden unirse nuevamente, suspendiendo la separación. ¿Un católico puede pedir el divorcio civil? En países donde legalmente no se reconoce la figura de la separación de cuerpos, sino el divorcio únicamente, el católico puede recurrir a esa figura para lograr los efectos que le proporciona la separación de cuerpos; pero debe evitar el escándalo, o que alguien se confunda en su fe. ¿Puede un divorciado recibir la Eucaristía? Si. Los separados y divorciados que practiquen su fe y no se hayan vuelto a casar o que hayan disuelto su vínculo matrimonial anterior a través de una anulación pueden comulgar. Y a aquellos que permanecen en una unión irregular ( divorciados vueltos a casar o en unión libre) que por diversas razones no pueden convertir dicha relación en un legítimo matrimonio sacramental, la Iglesia les acoge maternal en sus celebraciones, los motiva a que alimenten su relación con el Señor mediante la oración, “la comunión espiritual” y la “meditación de la Palabra”, y por último, los reta a participar plenamente de la Eucaristía si se comprometen a vivir en abstinencia de las relaciones matrimoniales. Para mayor profundización en este tema, véase: Sacra Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta a los Obispos de la Iglesia Católica sobre la recepción de la comunión eucarística por parte de los fieles divorciados vueltos a casar del 14 de septiembre de 1994, #s 10-14 (CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE). ¿Puede una persona divorciada volverse a casar? Mientras su ex -conyugue vive, un divorciado puede volverse a casar sólo si ha disuelto su vínculo previo a través de una anulación eclesiástica. De modo similar si su cónyuge tuvo un matrimonio previo y no ha recibido un Decreto de Invalidez de un Tribunal Eclesiástico (anulación), usted no puede participar de los sacramentos. ¿Puede un divorciado, no católico, casarse por la Iglesia Católica con una persona católica? La Iglesia Católica respeta todos los vínculos matrimoniales de otras religiones e incluso entre personas no creyentes, y presume que ellos son válidos. Por eso, antes de un matrimonio católico se debe disolver este vínculo previo, ante frente a un Tribunal Eclesiástico. Este concepto puede ser difícil de entender para alguien que proviene de una fe que acepta el divorcio y la posibilidad de volverse a casar. Algunas personas en esta situación se han asesorado con un sacerdote o un diácono para entender mejor las razones y para que le oriente acerca del proceso a seguir. Solicitar una anulación del vínculo anterior puede ser un lindo gesto de amor para su prometido conyuge. ¿Qué apoyo espiritual ofrece la Iglesia a los separados y divorciados? La Iglesia entiende el sufrimiento de quienes viven esta situación. Y cuando la separación o el divorcio fue la única posible salida, la Iglesia les ofrece su apoyo y los invita a permanecer cercanos al Señor y a nutrirse mediante la frecuencia de los sacramentos. En algunas Diócesis existen también grupos de apoyo para divorciados, separados y viudos. Para acceder a dicha ayuda te recomendamos: Archdiocese of Chicago en https://www.familyministries.org/resources. En español:https://www.familyministries.org/?lang=es. Aquí se puede igualmente obtener el libro: “El Divorcio y Más Allá” (Título original, Greteman and Haverkamp’s Divorce and Beyond) “Sanando las heridas del divorcio y la separación”: https://www.caminocatolico.org (Grupo de unas diócesis de Madrid, España) y https://es.catholic.net/familiayvida. The North American Conference of Separated and Divorced Catholics The Beginning Experience (no existe en español)