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41 Revista
Literatura y
Lingüística

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LITERATURA Y LINGÜÍSTICA
N° 41 (año 2020)
ISSN 0716-5811

Comité editorial ejecutivo


Directora: Marina Alvarado Cornejo
Editora Área Literatura: Macarena Silva Contreras
Editor Área Lingüística: Gabriel Valdés León
Editora segunda lengua: Carla Gallardo Estrada

Editores consultos
Naín Nómez, Universidad de Santiago de Chile
Alfredo Matus, Director Honorario de la Academia Chilena de la Lengua

Comité editorial
Giovanni Parodi, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
Omar Sabaj, Universidad de La Serena
Sonia Montecino, Universidad de Chile
Ana Pizarro, Universidad de Santiago de Chile
Betina Keizman, Universidad Alberto Hurtado

Consejo internacional
Roger Chartier, École des Hautes Études en Sciences Sociales, Francia
Bukhard Pohl, U. de Göttingen, Alemania
Ignacio Díaz, UNAM, México
Alain Sicard, U. de Poitiers, Francia
Juan Valdano, UASB, Ecuador
Óscar Loureda, U. de Helidelberg, Alemania
Beatriz González Stephan, Rice University, EE.UU.

Universidad Católica Silva Henríquez


Presidente y Gran Canciller: P. Carlo Lira sdb
Rector: Dr. Galvarino Jofré A. sdb
Vicerrector Académico: Dr. Álvaro Acuña V.

Ediciones UCSH
General Jofré 476, of. 35, Santiago, teléfono (56-2) 2460 1218
Corrección de prueba:
Diseño y diagramación: Ángela Aguilera A.

Correspondencia y colaboraciones:
Calle General Jofré N°462, Santiago - Chile, Teléfono: (56 - 2) 2 460 1133
literaturalinguistica@ucsh.cl

Suscripción y Canje:
Secretaria: Pamela Jara Orellana
Calle General Jofré N°462, Santiago - Chile, Teléfono: (56 - 2) 2 460 1136
literaturalinguistica@ucsh.cl

Impreso en Donnebaum

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Identidad y propósitos de la revista
LITERATURA Y LINGÜÍSTICA (LyL, en adelante) es una publicación aca-
démica semestral editada por la Carrera de Pedagogía en Castellano de
la Universidad Católica Silva Henríquez (UCSH) con sede en la ciudad
de Santiago de Chile.
Su propósito principal es dar a conocer los resultados de la labor
de investigación y apoyo a la docencia que realizan los académicos de
este centro de formación profesional. En la realización de esta labor,
LyL busca, además, promover el desarrollo y difusión de ideas cover-
gentes con la opción valórica de la UCSH, identificada con la propues-
ta de diálogo pluralista entre Fe y Cultura.
En esta perspectiva, LyL también abre sus páginas a trabajos elabo-
rados por otros investigadores vinculados a su mismo campo discipli-
nario, buscando establecer con ellos un fecundo espacio de encuen-
tro, diálogo y creación intelectual. Su mayor interés se concentra en
la publicación de textos inéditos que, desde las diversas perspectivas
disciplinarias que configuran su universo temático, representen una
real contribución al desarrollo de las Letras y Humanidades. Dichos
textos pueden tener el carácter de artículos, informes de investigación,
reseñas críticas, conferencias o entrevistas. En el caso de estos dos úl-
timos géneros, ellos deberán contar con la explícita autorización de el/
la conferencista o entrevistado/a.
LyL también contempla la publicación de las disciplinas científicas
antes señaladas, cuya divulgación sea considerada del mayor interés.
Salvo expresa mención de lo contrario, los trabajos que se publiquen
representarán siempre los puntos de vista de sus propios autores/as,
sin involucrar las posiciones de la revista, su Consejo Editorial o la Uni-
versidad Católica Silva Henríquez.

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Índice

Artículos de Literatura
Tatiana Calderón Le Joliff y Julio Zaráte
El laberinto fúnebre de la frontera y la deshumanización
del migrante en Las tierras arrasadas de Emiliano Monge 00

Ana María Cristi C


La insistencia de los cuerpos: el signo mujer proletaria
en la narrativa de Nicomedes Guzmán 00

Mario Federico Cabrera


Constelaciones metafóricas de la memoria:
Sumar de Diamela Eltit 00

Nayra Pérez Hernández y Antonio Becerra Bolaños


Luna Verde, de Joaquín Beleño, y las esclusas del lenguaje 00

María Laura Romano


Leer en el destierro. Escenas de lectura en los periódicos de
Fray Castañeda 00

Denisse Lazo-González
Literatura chilena de la post-transición: una lectura a los
determinantes sociopolíticos de la narrativa
de Eltit y Fuguet 00

Maite Mariana Pizarro Granada


La estratificación socioeconómica en El Coordinador, una
actualización de la danza macabra 00

Claudio Véliz Rojas


“La tiranía de las campanas”. Auto representación del
intelectual y el pueblo en la prensa chilena del siglo XIX 00

Pablo López-Carballo
De lo personal a lo colectivo. “Homenaje al lenguaje” de
Eduardo Milán 00

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Índice

Magda Sepúlveda Eriz


La enunciación plural y las formas disensuales en Tala de
Gabriela Mistral 00

Artículos de Lingüística
Claudio Agüero San Juan, Juan Pablo Zambrano-Tiznado,
Federico Arena Rodrigo Coloma Correa
Análisis lingüístico y estereotipos en una sentencia penal
chilena 00

Mercedes Amparo Muñetón Ayala


Influencia de la duración en el reconocimiento de las
modalidades oracionales en el español colombiano 00

Constanza Gerding Salas, Paola Cañete-González, Carolin Adam


Food court, bullying, cientista político: manifestaciones del
inglés en prensa en español 00

Lizbeth A. Gómez Aliste, Mauricio A. Figueroa Candia, Gastón F.


Salamanca Gutiérrez
Estudio fonético-acústico de los segmentos que realizan las
secuencias grafémicas <hi> y <hu> seguidas de vocal en el
castellano hablado en chile 00

Diana Chamorro, Gillian Moss, Norma Barletta


Patrones de compromiso heteroglósico en el marco
teórico de artículos científicos en el área de lenguaje 00

Nina Crespo, Carola Alvarado, Jeannette Sepúlveda, Alejandra


Figueroa-Leighton
El desarrollo típico y atípico de la subordinación en español.
estudio en dos poblaciones 00

Paulina B. Subiabre Ubilla


La adquisición de segmentos del inglés desde la
sociolingüística: la fricativa postalveolar sorda /ʃ/ 00

Marco Antonio Lovón Cueva


“La literacidad para legislar”: una ideología hegemónica
reproducida por el diario peruano el correo 00

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|  ISSN 0716-5811  |   LITERATURA Y LINGUÍSTICA N° 41, 2020  | 

Reseña y Entrevista
Benjamín Escobar
Rojo, Grínor y Carol Arcos. Historia crítica de la literatura
chilena. Volumen II. La era republicana: Independencia y
formación del estado nacional. Santiago, Lom ediciones,
2018. páginas: 436. isbn 978-956-00-0992-0 00

Concepción López Andrada y Aldo Ocampo González


Entrevista a Evelyn Arizpe sobre culturas letradas
subversivas, lectura de imágenes e inclusión 00

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Summary

Literature Articles
Tatiana Calderón Le Joliff y Julio Zaráte
El laberinto fúnebre de la frontera and the dehumanization of
the migrant in Las tierras arrasadas of Emiliano Monge 00

Ana María Cristi C


The insistence of the bodies: representation and proletarian
woman sign in the narrative of Nicomedes Guzmán 00

Mario Federico Cabrera


Metaphorical constellations of memory: Sumar by Diamela
Eltit 00

Nayra Pérez Hernández y Antonio Becerra Bolaños


Luna verde, by Joaquín Beleño, and the language locks 00

María Laura Romano


To read in the exile. reading scenes in the newspapers of the
Friar Castañeda 00

Denisse Lazo-González
Chilean post-transition literature: a reading of the socio-
political attachments of Eltit and Fuguet’s narrative fiction 00

Maite Mariana Pizarro Granada


Socio-economic stratification in El Coordinador, an
update of macabre dance 00

Claudio Véliz Rojas


“The tyrany of the bells”. Self-representation of the intellectual
and the people in the chilean press of the XIX century 00

Pablo López-Carballo
From the personal to the collective. “Homage to language”,
Eduardo Milán 00

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Índice

Magda Sepúlveda Eriz


The plural enunciation and the disensual forms in Tala of
Gabriela Mistral 00

Linguistics Articles
Claudio Agüero San Juan, Juan Pablo Zambrano-Tiznado, Federico
Arena Rodrigo Coloma Correa
Linguistic analysis and stereotyping in a chilean criminal
sentence 00

Mercedes Amparo Muñetón Ayala


Influence of the duration on the recognition of
sentence modes in colombian spanish 00

Constanza Gerding Salas, Paola Cañete-González, Carolin Adam


Food court, bullying, cientista político: evidence of english in
spanish-written press 00

Lizbeth A. Gómez Aliste, Mauricio A. Figueroa Candia, Gastón F.


Salamanca Gutiérrez
Acoustic-phonetic study of the segments realizing the
orthographic sequences <hi> and <hu> followed by vowel in
chilean spanish 00

Diana Chamorro, Gillian Moss, Norma Barletta


Heteroglossic engagement patterns in the theoretical
framework of research articles in the field of language 00

Nina Crespo, Carola Alvarado, Jeannette Sepúlveda, Alejandra


Figueroa-Leighton
The typical and atypical development of subordination in
spanish. study in two populations 00

Paulina B. Subiabre Ubilla


The acquisition of english segments from a sociolinguistics
perspective: the voiceless postalveolar fricative /ʃ/ 00

Marco Antonio Lovón Cueva


“Literacy to legislate”: a hegemonic ideology
reproduced by the peruvian newspaper Correo 00

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|  ISSN 0716-5811  |   LITERATURA Y LINGUÍSTICA N° 41, 2020  | 

Review and Interview


Benjamín Escobar
Rojo, Grínor y Carol Arcos. Historia crítica de la literatura
chilena. Volumen II. La era republicana: Independencia y
formación del estado nacional. Santiago, Lom ediciones,
2018. páginas: 436. isbn 978-956-00-0992-0 00

Concepción López Andrada y Aldo Ocampo González


Entrevista a Evelyn Arizpe sobre culturas letradas subversivas,
lectura de imágenes e inclusión 00

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Artículos de Literatura

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Artículo
LITERATURA Y LINGUÍSTICA N°41, 2020 | ISSN 0716-5811 | pp. 17-37
DOI: https://doi.org/
Recibido: 06 de diciembre 2019 · Aceptado: 20 de enero 2020

El laberinto fúnebre de la frontera y la


deshumanización del migrante en Las
tierras arrasadas de Emiliano Monge*1

The border death trap and the dehumanization of migrants in


Las tierras arrasadas by Emiliano Monge

Tatiana Calderón Le Joliff** , Julio Zaráte***3


2

RESUMEN
En este trabajo, buscamos analizar la poética de la muerte Palabras clave:
en los procesos migratorios contemporáneos representados frontera, migrante,
por el ciclo infernal de los migrantes que cruzan la frontera cuerpo, testimonio,
en Las Tierras Arrasadas (2015) del escritor mexicano Emi- muerte
liano Monge. La lengua de la novela está compuesta por voces
fragmentarias, testimoniales, murmullos de los vivos y de los
muertos, cuyas historias son interrumpidas, devastadas. El va-
lor testimonial cruza el límite de la ficción y da una dimensión
distinta al relato al evitar la banalización de la violencia. Los
cuerpos de los migrantes, residuales y despojados de sentido,
están a la merced de seres abyectos. En el presente artículo,
estudiaremos cómo el espacio trágico de la frontera recrea, en
un relato frenético que se caracteriza por el delirio, la violencia
y la pérdida de la esperanza, lo que el autor presenta como el
“último holocausto de la especie” (341).

*1
Este trabajo se enmarca en dos proyectos de investigación: Fondecyt Regular n°
1151147 “Historia y memoria en la literatura de fronteras…”, ejecutado por Tatiana Cal-
derón Le Joliff en la Universidad Adolfo Ibáñez; y el proyecto sobre la representación
de la migración centroamericana en la literatura mexicana contemporánea del coautor
Julio Zaráte, autorizado por el laboratorio LLSETI de la Universidad Savoie Mont-Blanc.
**2
Franco-chilena. Doctora en Literatura Comparada por la Universidad Paris 13-
Nord y la Pontificia Universidad Católica de Chile. Académica de la Universidad Adolfo
Ibáñez, Santiago, Chile, tatiana.calderon@uai.cl.
***3
Mexicano. Doctor en Literatura Hispanoamericana Contemporánea por la Uni-
versidad Paul Valéry Montpellier III. Académico de la Universidad Savoie Mont-Blanc,
Chambéry, Francia, julio.zarate@univ-smb.fr.

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El laberinto fúnebre de la frontera y la deshumanización del migrante en  |  Calderón y Zárate

ABSTRACT
In this work, we seek to analyze the poetics of death in the con- Keywords:
temporary migratory processes represented by the infernal border, migrant,
cycle of migrants crossing the border in Las Tierras Arrasadas body, testimony,
(2015) by Mexican writer Emiliano Monge. The language of the death
novel is composed of fragmentary voices, testimonials, mur-
murs of the living and the dead, whose stories are interrupted
and devastated. The testimonial value crosses the limit of fic-
tion and gives a different dimension to the story by avoiding the
trivialization of violence. The bodies of migrants, residual and
devoid of meaning, are at the mercy of abject beings. In the pre-
sent article, we will study how, in a frenetic tale characterized by
delirium, violence and the loss of hope, the tragic space of the
border recreates what the author presents as our “species’ last
holocaust” (341).

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|  ISSN 0716-5811  |   LITERATURA Y LINGUÍSTICA N° 41, 2020  | 

Introducción
Las tierras arrasadas (2015), del escritor mexicano Emiliano Monge,
explora la representación del mal y la poética de la muerte a través del
recorrido migratorio contemporáneo. En este trabajo analizaremos la
representación del calvario del sujeto migrante en el espacio laberínti-
co y deshumanizado de la frontera. Estela y Epitafio, personajes prin-
cipales de la novela, son dos amantes sanguinarios, cuya infancia se
desarrolló en el trauma de la violencia fronteriza. “Atraídos por el vacío
deslucido e interminable” (Monge 138), se dedican a secuestrar y des-
plazar migrantes a través de un espacio que sugiere el límite entre Gua-
temala y México. La novela se estructura en tres libros que aluden a la
Biblia: el libro de Epitafio, el libro de Estela y el libro de los Chicos de
la Selva. Dos intermedios intercalados entre los libros ofrecen al relato
una dimensión teatral. Las líneas principales de la novela confunden
sus límites, haciendo de ellas un mismo relato frenético que se caracte-
riza por el delirio, la violencia y la pérdida de la esperanza.
El recorrido de los personajes de esta novela se realiza a través de
una tierra de nadie donde reina la violencia. Monge plantea el cruce
como una transgresión que conlleva al aniquilamiento, ya que atrave-
sar la frontera geográfica implica, a la vez, el paso simbólico de la vida a
la muerte. El relato se desarrolla alrededor de la frontera sur de México,
pero la omnipresencia de la selva y del desierto hace posible la omisión
del espacio referencial. Esto permite al autor construir una estructura
dantesca en la que el espacio ficcional es descrito como un infierno o
un laberinto fúnebre de tránsito sin salida, que sirve de sepultura para
los migrantes. La idea del laberinto es reforzada por la presencia sim-
bólica del Minotauro a través de Minos, nombre del vehículo en el que
los migrantes son encerrados y devorados metafóricamente durante su
recorrido a través de este espacio de barbarie.
Además del espacio físico, el autor desvela el infierno psicológico
de los personajes, quienes buscan refugio en la memoria o en la pro-
mesa de un futuro lejos del engranaje criminal desplegado a lo largo
del recorrido migratorio. No obstante, parece imposible escapar de la
espiral de violencia en la que se sumergen los personajes de Las tie-
rras arrasadas, donde los nombres de los secuestradores, así como los
espacios por los que transitan componen un campo semántico de lo
funerario: Estela, Epitafio, Cementeria, Mausoleo, Osaria. El lenguaje

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El laberinto fúnebre de la frontera y la deshumanización del migrante en  |  Calderón y Zárate

del relato se compone de una serie de voces fragmentarias, murmu-


llos de los vivos y de los muertos, cuyas historias son interrumpidas,
devastadas. Las lenguas de los perpetradores se enredan y participan
de la cacofonía fronteriza que sumerge al sujeto en el miedo. Se apre-
cia de igual modo la presencia, en la ficción, de testimonios reales de
migrantes, que se entrecruzan con los intertextos y alteran el ritmo del
relato. Dichos testimonios reproducen la voz de las violadas, los muti-
lados, los muertos. Al cruzar el límite de la ficción, el testimonio da una
dimensión distinta a la palabra, al prescindir de la banalización de la
excesiva violencia y evitar que las voces de las víctimas se pierdan en
el anonimato. Monge conjuga así el destino de los sinnombre con el de
los migrantes centroamericanos.
La presencia de una serie de intertextos tomados del “Infierno” de
la Comedia de Dante reafirma la noción del sufrimiento de los perso-
najes que se extravían en la historia (170) y se encomiendan a un Dios
ausente. Al cruzar la frontera, los migrantes inician un proceso de des-
humanización que conlleva la pérdida de su identidad y la muerte. Los
migrantes son definidos por sus carencias: sinvoz, sinnombre, sincuer-
po; el cruce sella su destino al hacer de ellos “los hombres y mujeres
que cruzaron las fronteras” (14). Monge habla de cuerpos cuyo andar
es el rumor de quienes, sin saberlo, dirigen sus pasos al infierno. Los
cuerpos de los migrantes, residuales y despojados de sentido, quedan
a merced de seres abyectos que experimentan la metonimización de
sus cuerpos, exponiendo la pérdida de sus capacidades cognitivas y
habilidades racionales.

1. Cruces geográficos: el laberinto fúnebre de la


frontera
Pese a la ausencia de referentes espaciales, el íncipit de Las tierras
arrasadas sitúa a los personajes en un claro en medio de la selva, en
algún punto de la frontera sur de México. Es ahí donde los esperan sus
captores y da inicio su martirio. Estela, quien dirigirá uno de los con-
voyes de migrantes secuestrados, contempla las montañas, que apa-
recen “como muros que encierran la gran tierra lacrimante en que se
encuentra” (22). La segunda parte de esta cita, en cursivas en el texto,
proviene de la Comedia, a la cual Monge reenvía de forma sistemática
para insistir en el carácter dantesco del recorrido migratorio.

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|  ISSN 0716-5811  |   LITERATURA Y LINGUÍSTICA N° 41, 2020  | 

En su ensayo referente al imaginario del desierto, Rachel Bou-


vet destaca la dimensión física y espacial de la frontera, que describe
como una zona de inestabilidad, un espacio de choque y de intercam-
bio entre el yo y una alteridad que puede ser hostil. Dicha alteridad
se manifiesta en un espacio sin contornos definidos. Bouvet evoca el
vacío del desierto como un espacio “qui déclenche à la fois la perte des
repères, la mise en échec des signes, autrement dit un processus de
désémiotisation, de même qu’un questionnement existentiel faisant
affleurer des interrogations sur le néant, le caractère insaisissable de
l’être, l’altérité, la mort”1 (Bouvet 15-16).
Es posible encontrar un paralelo a esta idea en el extremo opuesto
del desierto. En la novela la frontera se pierde en la selva, cuya exube-
rancia parece atrapar a los migrantes y devorarlos; nadie es testigo de
los crímenes que suceden ahí, las huellas de los migrantes se pierden
en la espesura, haciendo de este recorrido un laberinto. El crítico lite-
rario Jacques Poirier considera el laberinto como un espacio ambiguo,
ni sellado ni abierto, un espacio horizontal donde “toute transcendan-
ce, invite à des parcours incertains, sans commencement ni fin”2 (Poi-
rier, “Perdre le fil: Labyrinthes de…” 222). Esta ambivalencia, similar
a la de la frontera, lo convierte en un paradigma de la exploración del
significado del mundo y en la representación metafórica de las preocu-
paciones recurrentes de la modernidad, cuya racionalidad constitutiva
aloja, a la vez, la confusión en su centro.
En Las tierras arrasadas prima lo irracional, la alteridad encuen-
tra en la novela su expresión más radical en la violencia que busca
la aniquilación del otro. La novela retrata un infierno circular cuya
estructura es desvelada por el recorrido de los migrantes. El relato
inicia con un secuestro en medio de la selva: “También sucede por el
día, pero esta vez es por la noche” (13), y termina con un asesinato en
masa, en el mismo espacio: “[…] les encajan los hocicos aún humean-
tes de sus fierros: también sucede por la noche, pero esta vez es por

1
“que desencadena a la vez la pérdida de referentes, el fracaso de los signos, dicho de
otra manera, un proceso de desemiotización, al igual que un cuestionamiento existen-
cial que hace surgir interrogantes sobre la nada, el carácter inasible del ser, la alteridad,
la muerte” (nuestra traducción).
2
“toda trascendencia, invita a trayectorias inciertas, sin comienzo ni fin” (nuestra
traducción).

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El laberinto fúnebre de la frontera y la deshumanización del migrante en  |  Calderón y Zárate

el día” (341). Esta suerte de quiasmo revela una alteración del orden
que hace de la selva una entropía infernal. El lugar del secuestro, lla-
mado “Ojo de Hierba” (13), también es conocido como “El Tiradero”
(29), pues ahí los migrantes son despojados de sus pertenencias. Los
dos chicos que hacen de “guías” de los migrantes recogerán los des-
pojos, que venderán de nueva cuenta a sus futuras víctimas, aquellos
que se preparan para adentrarse en la selva después de haber cruza-
do la frontera sur de México.
Desde el primer momento del secuestro en Ojo de Hierba, Epita-
fio, el jefe de los secuestradores, adopta una actitud despiadada: “¡Yo
soy la patria! […] —¿Y qué quiere la patria? —La patria quiere que se
hinquen” (26). Al presentarse como una personificación de la patria,
Epitafio hace del país el verdugo de los migrantes. Esto reafirma la pos-
tura de autores como Alejandro Hernández, en Amarás a Dios sobre
todas las cosas (2013) o Antonio Ortuño, en La fila india (2013) quienes
también abordan en su obra el recorrido centroamericano y postulan
que entrar en México es entrar en el infierno3. Los ecos de la novela de
Monge al “Infierno” de Dante, considerado como un laberinto cuyos
círculos concéntricos desvelan el eterno suplicio de los pecadores, su-
brayan el paralelismo con el recorrido migratorio y el sufrimiento de
los migrantes.
Si bien la topografía es detallada, en Las tierras arrasadas la omi-
sión deliberada del espacio referencial permite desplegar una geogra-
fía en la que cada espacio define la suerte de los migrantes: “la gente
de la selva lo llama El Purgatorio4” (300), el sitio en el cual los persona-
jes se detienen a descansar antes de llegar al claro Ojo de Hierba. Los
dos chicos que guían a quienes acaban de cruzar la frontera amenazan
con abandonarlos si alguno se retrasa: “no saldrá nunca de aquí el que
aquí se quede” (259), sentencia el menor de ellos. No son Virgilios, sino
demonios que conducen al martirio. Del mismo modo, dentro de este
espacio hay un “infierno”. Así se le conoce al taller de carretera Tres

3
Cabe señalar también los puntos en común que presenta el relato del secuestro en
la selva de Monge con el secuestro masivo de migrantes descrito en Amarás a Dios sobre
todas las cosas (2013), en Alejandro Hernández. El líder de los secuestradores en Her-
nández exclama al ver llegar a los migrantes: “Bienvenidos al infierno” (233).
4
Monge hace referencia a dicho espacio al final de la novela para insistir en el ciclo
infernal del recorrido migratorio que se repite sin cesar y que inicia con la llegada al claro
Ojo de Hierba.

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|  ISSN 0716-5811  |   LITERATURA Y LINGUÍSTICA N° 41, 2020  | 

Hermanos, “que devino gran deshuesadero” (176), un lugar donde


además de desmontar autos los trillizos que, como Cerbero, cuidan del
lugar, desmiembran los cuerpos que les llevan policías y delincuentes
para luego quemarlos.
El secuestro en el claro Ojo de Hierba cambia la dinámica del des-
plazamiento, ya que los migrantes dejan de avanzar por la selva y son
confinados en un tráiler y en un par de camionetas de carga para ani-
males, para iniciar un recorrido plagado de tormentos, cuyo primer
destino es El Teronaque, un antiguo matadero en medio de un bosque.
Asimismo, el secuestro da inicio a un proceso de transformación que
implica la pérdida de individualidad de los migrantes y una deshuma-
nización que subraya su condición de víctimas. Cuando están en la
selva los migrantes, denominados como “los hombres y mujeres que
escaparon de sus tierras, unas tierras que hace tiempo fueron arrasa-
das” (26), conservan todavía un resto de humanidad: Quiénaúnpresu-
medealma, Elquetieneaúnunnombre, LaquecuentaaúnconDios (339).
No obstante, al ser secuestrados empiezan a desaparecer hasta conver-
tirse en sinalma, sinvoz, sindios…
La sensación del encierro y el desconocimiento del espacio por
el que transitan, aumentan la angustia y el miedo de los migrantes
ante la crueldad de los verdugos. Tanto Epitafio como Estela se lan-
zan en un recorrido frenético cuya dimensión infernal se extiende
por todo el territorio que controla la patria. El recorrido del tráiler
que conduce Epitafio mientras vende a los migrantes desvela “las
vastas tierras que separan El Infierno del lugar donde hace años
alzó Estela la Carpa […] ese lugar donde trabajan, como esclavos,
varios cientos de migrantes” (279). A ese sitio se dirigen El Tampón
y El Topo, dos policías contratados para asesinar a Estela; su muer-
te les permite controlar dicho lugar. El asesinato descubre la delga-
da línea que existe entre la ley y el crimen, pues policías y soldados
están al servicio de la patria.
Aunado al espacio, Monge revela el infierno psicológico en el
que se sumergen los personajes. La transformación evocada antes
también afecta a los victimarios. El lugar que aparece como origen
del crimen es El Paraíso, nombre del hospicio dirigido por el Padre
Nicho. Estela va a este sitio para dejarle a algunos de los niños se-
cuestrados. Explotados y marcados por el punzón del padre, esos ni-

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El laberinto fúnebre de la frontera y la deshumanización del migrante en  |  Calderón y Zárate

ños “susurran y murmuran maldiciendo su existencia” (89). Epitafio


y Estela también llevan las marcas “que acusan, ante el mundo y su
memoria” (38), que también crecieron en El Paraíso. Los que pasan
por este lugar, que aparece como otro laberinto, son marcados por el
rencor, la venganza, el odio y la cólera. Ambos aceptan los designios
del Padre Nicho, renunciando incluso a estar juntos, pues Epitafio se
casa con una mujer que espera un hijo del cura. La imagen idílica
del paraíso se invierte al revelarse como el eje del rencor y la pérdida
de la esperanza. Desde el hospicio, el Padre Nicho controla la patria,
ejerce el poder y el tráfico de personas con impunidad, haciendo de
este sitio el paraíso del crimen, un lugar donde se corrompen las al-
mas de los inocentes. Tanto Epitafio como Estela tratan de huir del
pasado que los ata a este lugar y que vuelve, insistente, para atormen-
tarlos: “El pasado está más cerca en la memoria que en el tiempo”
(91). El laberinto plantea una dimensión espacio-temporal que hace
imposible el escape.
En “La metamorfosis y el laberinto”, Michel Foucault contrapone
dos espacios míticos (Foucault 95): el espacio ordenado del laberinto
de Dédalo y el espacio dúctil que propicia la metamorfosis del Mino-
tauro. La figura del Minotauro sugiere la transformación del sujeto
migrante durante el proceso de cruce fronterizo, que implica una po-
tencial pérdida de identidad y, en el caso del secuestro en el relato, de
su condición de individuo. Para Foucault, el Minotauro constituye un
espejo de la muerte y del nacimiento; no obstante, en la novela, los
migrantes están condenados y nada pueden esperar. Cabe mencio-
nar el juego lingüístico que plantea el nombre de tráiler que conduce
Epitafio. Las letras borradas dejan ver “el orador de minos”, en lugar
de “el devorador de caminos”; Minos, juez de los infiernos, también
está presente en el infierno de Dante. Dentro de la máquina viajan
los migrantes secuestrados y también aquel a quien Epitafio nombra
Mausoleo, un ejemplo de la violencia circular, desmedida y a veces
sin sentido presente en la frontera. Mausoleo es forzado a asumir la
monstruosidad y el caos representado por el Minotauro; debido a su
fuerza y su tamaño, el migrante pasa de ser víctima a ser verdugo de
sus similares, de ser vigilado a vigilar; su empoderamiento lo hace
incluso reconocer la debilidad de Epitafio y la traición que contra este
prepara Sepelio.

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Por su parte, Epitafio y Estela son incapaces de alcanzar la reden-


ción que tanto anhelan: renunciar al crimen y alejarse de ese espacio
infernal. El laberinto fúnebre del relato adquiere una dimensión trá-
gica, reforzada por la estructura de la novela —dividida en tres actos y
dos intermedios— que presenta una historia de amor desalmada entre
dos huérfanos destinados al sacrificio. El amor de Epitafio y Estela es su
única debilidad, lo único que les impide estar atentos a las señales de
la traición que se cierne sobre ellos. Obsesionados por comunicarse,
ambos se desgarran emocionalmente. El secreto de Estela, el embara-
zo que no puede comunicar a Epitafio, hace evidente la imposibilidad
del renacimiento, que se confirma mediante la traición de Sepelio y el
Padre Nicho, quien decide aniquilarlos para mantener el control del
tráfico de migrantes. Monge pone énfasis en lo que Dante considera
como el peor pecado: la traición, que se castiga en el noveno y último
círculo del infierno.
Al describir con detalle la selva, la sierra y el avance de las horas,
acompañadas por los cambios en los ruidos propios de la naturaleza,
Monge provoca en la novela lo que Daniel-Henri Pageaux llama “efec-
to exótico5 (Pageaux 101), un distanciamiento característico de la ex-
presión de la alteridad. El autor construye una atmósfera que acentúa
la impresión de aislamiento solo interrumpido por los ruidos de los
hombres (golpes, gritos, disparos), que de tanto en tanto recuerdan su
presencia. El efecto exótico, dice Pageaux, provoca una doble huida
hacia otro tiempo y otro espacio, producto de la ensoñación del espec-
tador; frente a esta imagen idílica, Monge describe un laberinto cuya
violencia exige esta doble huida —a través de la memoria o la locura—,
con el objetivo de escapar de la maldad que irradia de El Paraíso. La
violencia adquiere una dimensión cíclica, que se repite con la llegada
de un nuevo grupo de migrantes al claro Ojo de Hierba, el lugar donde
dio inicio el secuestro.
El norte ni siquiera se menciona en Las tierras arrasadas, pues los
migrantes tratan de sobrevivir a la crueldad de la patria; la entrada en
este laberinto fúnebre da inicio a un proceso de deshumanización,
asociado a la desintegración del lenguaje y al carácter residual de sus
cuerpos, cuya única salida es la muerte.

5
“efecto exótico” (nuestra traducción).

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El laberinto fúnebre de la frontera y la deshumanización del migrante en  |  Calderón y Zárate

2. Lenguas de ultratumba: el valor testimonial de la


ficción
La novela constituye una obra polifónica compuesta por un cruce en-
tre lenguas testimoniales y ficcionales que terminan enredándose. Este
tejido intertextual que subraya el autor en la nota final de la novela se
refiere a fragmentos tomados de la Comedia, y de una serie de “citas
tomadas de diversos testimonios de migrantes centroamericanos, a su
paso por México” (342). Cada testimonio se adecua al desarrollo del
relato, estableciendo un paralelismo entre la ficción y la realidad del
fenómeno migratorio, lo cual permite también leer entre líneas la me-
moria del sujeto migrante que no sobrevivió. La ficción reproduce este
testimonio de la muerte a través de la lengua de ultratumba, la faz os-
cura, el silencio significante del testimonio ausente.
Las lenguas de ultratumba están constituidas mayormente por
los murmullos de los pecadores migrantes y traficantes. Así, se puede
apreciar en esta obra prismática tanto la perspectiva del victimario —
que a su vez es víctima—, como la de los sujetos migrantes. El rumor
de los murmullos —que acrecienta y disminuye como el zumbido de
los tábanos y de las langostas en el texto—, recuerda otra gran novela
fronteriza, Pedro Páramo de Juan Rulfo, cuyos murmullos matan y a la
vez evocan la memoria de los muertos en un espacio ya aniquilado y
desolado. Estas lenguas fragmentarias se unen para escuchar la can-
ción infantil interpretada por Sepelio, el traidor encargado de sepultar
a los migrantes:
empieza a mascullar la canción que canta en todas las descargas:
“De tin marín de do pingüé”… los que vienen de otras patrias pero
no de otras lenguas reconocen la canción que están cantando enci-
ma suyo y es así como comprenden que habrán de abandonar toda
esperanza. (60)
La canción infantil mexicana, jitanjáfora que promueve el méto-
do de selección aleatoria para elegir al responsable de un evento, se
convierte en una canción de tumba que se enlaza con la frase escrita
en la puerta de entrada al infierno para los viajeros Dante y Virgilio:
lasciate ogni speranza. Desde un principio, los que cruzaron las fronte-
ras no tienen ninguna posibilidad de salir vivos del infierno fronterizo.
En una primera instancia, se podría considerar a los migrantes como a

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nuevos pecadores, por haberse desarraigado. Los otros pecadores, más


manifiestos, son los que infligen y que no quedaron en el oximorónico
El Paraíso, el hospicio dirigido por el Padre Nicho, otro infierno más en
las tierras arrasadas.
A estos murmullos de ultratumba de los pecadores migrantes, res-
ponden las lenguas enredadas de los perpetradores que recuerdan al
gigante Nemrod, castigado por haberse opuesto a Dios. Nemrod, aso-
ciado a la construcción de la torre de Babel en el Antiguo Testamento,
usa un lenguaje discordante, innoble, duro, que solo él entiende. La
confusión lingüística surge entre Estela y el soldado cuyas lenguas se
van superponiendo en la camioneta después de un momento tenso de
“mutismo erizado” (73):
¡No me puedo yo ausentaremos, comeremos y llamaré de allí a Epi-
tade mi retén toda la tarde y además toda lo normiré luego yo allí
aunque sea un ratno deben saber que me he marchremos cuando
sea luego otra vez por la nochllos me descubren me podrían llevar
a juiando ya no sea tan peligroso andar afuera! (73)
Aquí se nota la intensidad de la conversación, el miedo de ambos
personajes, así como la imposibilidad para comunicarse. Se augura en
cierta forma el quiebre entre Estela y su propia organización corrupta.
Algo similar sucede al final, cuando Sepelio, el traidor, se enfurece con
Epitafio:
¿Cómo que si tengo luego… de qué mierda stáse hadlabno… móco
equ si getno olueg de otar?, pregunta Sepelio enfurecido pero su
lengua, tras meterse él también un par de puntas, enreda las pa-
labras como se enredan ahora los potentes halos blancos del gran
Minos y como se enredan las manos de Epitafio en el volante. (270)
El enredo lingüístico brota cuando los personajes se desenfrenan,
se tensionan y muestran su fragilidad, tan inconmensurable como su
crueldad. También indica la violencia de la acción de los perpetradores
y la deslealtad y corrupción que subyacen en su actuar. Esta “pulsión
de muerte” aparece también en la denominación de los personajes y
espacios.
Monge establece un catálogo de nombres ligados a la empresa
funeraria que emprendieron los huérfanos de El Paraíso. En un prin-
cipio, parece carecer de un orden ostensible. Epitafio, Sepelio y Estela

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El laberinto fúnebre de la frontera y la deshumanización del migrante en  |  Calderón y Zárate

mueven a los migrantes como fardos de un lugar a otro sin que se en-
tienda su andar, que hace recordar el camino laberíntico. Sin embargo,
se vislumbra progresivamente un método que permite el desarrollo de
la venta de estos migrantes por toda la región y especialmente en la
Carpa, espacio de esclavitud.
Uno de los fenómenos más interesantes ligados al lenguaje en la
obra es la puesta en escena de la metáfora gramatical. El narrador usa
los sintagmas nominales o verbales y los convierte en una función de-
nominativa, específicamente de nombre propio. Así tenemos a Oigo-
sololoquequiero, Elsordodelamente, Laciegadeldesierto, Losqueaún-
tienenalma, LaqueadoraaEpitafio, etc. Este uso aumenta a medida que
avanza el relato, provocando una extrañeza en la lectura y una aglu-
tinación que se parece a la idea de masa indistinta en la que se van
convirtiendo los cuerpos, que constituyen la moneda de cambio de los
traficantes.
Más allá de las lenguas ficcionalizadas, dispuestas como cantinelas
en la obra, la presencia del testimonio otorga una dimensión distinta
al relato. Jean-Francois Chiantaretto entiende el testimonio como un
“… récit à la première personne authentifié par la parole de celui qui
raconte et qui garantit, par l’acte même le constituant comme témoin,
l’existence de l’événement raconté”6 (Chiantaretto 11). Cada testimo-
nio, añade, involucra al testigo, por lo que ha vivido y por lo que cuenta,
pues el testimonio exige una responsabilidad con aquellos a quienes
implica. En la novela, al igual que con los personajes, Monge no preci-
sa el nombre ni la nacionalidad de quienes ofrecen el testimonio: solo
aparece una serie de voces cuyas cursivas indican que el argumento no
pertenece a la ficción. El autor insiste en el anonimato para subrayar la
violencia que envuelve el recorrido.
Pese a tratarse de breves paréntesis que interrumpen la diégesis, su
importancia reside en el cambio de percepción de la violencia, pues
como Cathy Fourez señala, la barbarie no radica en el texto, sino en la
vida misma. El texto, sin embargo, se vuelve fundamental para revelar
una realidad silenciada. “Les corps sont faits aussi de mots qu’il faut

6
“… relato en primera persona autentificado por la palabra de quien cuenta y que
garantiza, acto que lo constituye como testigo, la existencia del suceso contado” (nuestra
traducción).

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creuser pour qu’ils puissent se libérer”7 (Fourez 102). Cada testimonio


abre un paréntesis que es como una herida que reenvía a una realidad
manifiesta en toda su crudeza. Baste citar uno de los testimonios que
acompañan el relato de las violaciones:
Decían que si cooperábamos nos iba a ir mejor… eran mentiras…
no paraban nunca… hasta que una ya no pudo… esta está más rica,
dijeron […] estaba en su mes y no les importó… todos la violaron…
luego ella no volvió a pararse… está muerta ya esta puta, dijo uno y
se marcharon…. (72)
Sobre la posibilidad de escribir la voz del otro, Chiantaretto seña-
la: “Faire entendre la voix d’autrui, cela suppose de l’entendre dans sa
propre voix, dans sa propre parole ; de même qu’à défaut de pouvoir
s’entendre soi-même on peut se retrouver dans la voix des autres dans
leur parole”8 (99). La ruptura ficcional desvela un mundo cuya brutali-
dad supera la ficción. Pese al silencio, la novela de Monge grita el dolor
de las víctimas cuyas vidas son arrasadas.
La ausencia de voz es una de las características principales de su
vulnerabilidad. En El Teronaque uno de los migrantes, paralizado por
el miedo e incapaz de dar su nombre, es asesinado y “acepta ser ya
solo el silencio de su paso por el mundo” (120). Frente a la imposición
del silencio, cuando se encuentran solos, como durante el descanso en
El Purgatorio, de inmediato se escucha “el nervioso despertarse de las
lenguas de los hombres y mujeres que hace poco atravesaron el gran
muro que divide en dos las tierras arrasadas” (303). Durante los breves
periodos de calma, el recurso de la palabra refleja la imperiosa nece-
sidad de existir: “soy de allá pero allá sí que no queda nada… por eso
voy” (303). La justificación del viaje es una forma de aceptar el duro
tributo que exige el recorrido: “Yo voy allá para olvidarme… […] voy
allá para ya no tener más miedo…” (303). A esta voz vulnerada, respon-
de un cuerpo desechable, un fardo desplazado sin miramientos y más
bien con crueldad, de un lugar a otro del laberinto fronterizo.

7
“Los cuerpos también están hechos de palabras que hay excavar para que puedan
liberarse” (nuestra traducción).
8
“Hacer oír la voz de otro, esto supone escucharla en su propia voz, en la palabra
propia; de igual forma, a defecto de poder escucharse a sí mismo, es posible encontrarse
en la voz de otros, en su palabra” (nuestra traducción).

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El laberinto fúnebre de la frontera y la deshumanización del migrante en  |  Calderón y Zárate

3. Cuerpos asolados: la deshumanización del


migrante
Los cuerpos de los sujetos migrantes resultan aniquilados en su tránsi-
to por la frontera. La primera mención que se hace de “los que vienen
de muy lejos” (13), subraya la extrañeza de quienes al internarse en la
selva son guiados al infierno donde se pone fin a su libertad e inicia un
proceso de deshumanización. Dicho proceso está ligado a la violencia
infligida a sus cuerpos, que hace del cruce fronterizo el paso simbólico
de la vida a la muerte. Con el secuestro comienza el “cantar de sus te-
mores” (13). Al acercarse a ellos, Estela escucha “las más tímidas pala-
bras, los alaridos sofocados, los acentos de temor, los suspiros y los ayes
de los hombres y mujeres que escaparon de sus tierras” (24). La parte
en cursivas de la cita proviene de la Comedia; los diferentes intertextos
presentes en el relato hacen eco del concierto de lamentos que con-
vierten el recorrido migratorio en una elegía colectiva.
El cuerpo, en la frontera, se puede leer desde el concepto de corpo-
graphèses que proponen Marie-Anne Paveau y Pierre Zoberman, “une
véritable mise en forme langagière, textuelle et sémiotique des corps”9
(Paveau & Zoberman 3). El cuerpo como contenedor y contenido,
como metáfora, como espacio de modificación y de lenguajes diversos,
donde el texto se puede literalmente proyectar, a través del tatuaje que
se puede observar en la obra de Monge. En “Vidas residuales: el arte
en tiempos de guerra. Las tierras arrasadas de Emiliano Monge”, Alina
Peña Iguarán evoca una poética del residuo, referida al tratamiento de
los cuerpos como excedentes incorporados y huellas remanentes de la
violencia para instaurar la idea de desubjetivación (Giorgio Agamben)
en la novela, sobre todo cuando el migrante es rebautizado desde la
estética de la empresa funeraria.
En la novela los cuerpos reflejan los poderes del horror y el ejer-
cicio de la abyección como lo plantea Julia Kristeva. Para la crítica, el
cadáver es el colmo de la abyección porque representa la muerte infec-
tando a la vida: “Étrangeté imaginaire et menace réelle, il nous appelle

9
“una presentación cabal lingüística, textual y semiótica de los cuerpos” (nuestra
traducción).

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et finit par nous engloutir”10 (Kristeva 12). Los cadáveres rodean a los
personajes de Las tierras arrasadas, tanto los victimarios como los mi-
grantes, y provocan un miedo intenso ligado al poco valor que toma el
cuerpo elegido para el trueque. Los dos personajes principales, Epi-
tafio y Estela, pueden ser calificados como seres abyectos, arrojados
fuera de un mundo al que no pertenecen y vagan constantemente:
“Constructeur de territoires, de langues, d’oeuvres, le jeté n’arrête pas
de délimiter son univers dont les confins fluides —parce que consti-
tués par un non-objet, l’abject— remettent constamment en cause sa
solidité et le poussent à recommencer. Bâtisseur infatigable, le jeté est
en somme un égaré”11 (16).
En el caso de los verdugos, sin embargo, sus construcciones son
más bien destrucciones de territorios, lenguas y obras. Su único punto
de arraigo es un amor intenso pero desestabilizador. Son seres abyectos
tocados por lo sublime: “L’abject est bordé de sublime”12 (19), siempre
al borde del abismo.
Dos tipos de cuerpos parecen emerger en la novela: los cuerpos
bultos y los cuerpos órganos. Los cuerpos bultos desean ser un solo
cuerpo (13), fundirse en una masa indistinta (16) para escapar de la
muerte, la mutilación y la violación que aparece como castigo al igual
que en el “Infierno” de Dante, cuando se fusionan dos cuerpos en uno.
Los cuerpos bultos (36) son cuerpos asustados, enmudecidos, violen-
tados, vaciados de su sentido: “toca acabar de enmudecerlos … casti-
garles la cabeza … volverlos ahora nadie” (81). Los cuerpos bultos, en
cierta medida, ya están muertos. Emiten sonidos inconexos desde su
prisión de lona, para luego ser silenciados: “El concierto de sonidos
que sus cuerpos arrancaron al acero hace que adentro del conteiner,
los que dejaron hace varios días sus tierras, lloren y hablen cada uno
aisladamente: saben que eso que ahora escuchan es la simiente de otra
infamia” (56). Ya nos les queda esperanza, son residuos de la empresa
funeraria, des/habitantes en esta tierra ajena.

10
“Extrañeza imaginaria o amenaza real, nos convoca y termina por sumergirnos”
(nuestra traducción).
11
“Constructor de territorio, de lenguas, de obras, el arrojado constantemente delimi-
ta su universo cuyos confines fluidos —porque constituidos por un no objeto, lo abyec-
to— cuestionan continuamente su solidez y lo empujan a empezar de nuevo. Arquitecto
incansable, el arrojado es finalmente un extraviado” (nuestra traducción).
12
“lo abyecto está bordeado por lo sublime” (nuestra traducción).

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El laberinto fúnebre de la frontera y la deshumanización del migrante en  |  Calderón y Zárate

En el claro Ojo de Hierba, Epitafio constata que “no habían sido


nunca tantos” (16). Cada nueva oleada de migrantes disminuye su va-
lor y recrudece la violencia. Sobre la condición del migrante, Fourez
señala que “Dans l’exil de la pauvreté, s’est instaurée une chasse aux
sujets qui vont ailleurs et qui, au cours de leur périlleux cheminement,
deviennent du gibier possible et facile, pour avoir atteint le point cul-
minant de la vulnérabilité : sans papiers, sans toit, sans place”13 (206).
En total, Estela cuenta 74 hombres, mujeres y niños, destinados a su
venta y castigo. Al caer en manos de los secuestradores, el miedo hace
de ellos un mismo cuerpo uniforme “se acercan más y más unos a otros,
convirtiendo en uno solo sus temblores y en una sola sus voces hue-
cas” (14). Monge insiste en la pérdida de individualidad ante la suerte
compartida; todo rasgo personal se vuelve superfluo ante la violencia
que los convierte en “masa” (26). Las mujeres llevan la peor parte, pues
constituyen el botín de los secuestradores: “debe haber como cincuen-
ta… menos esas que ya se hayan acabado mis muchachos” (72). Lo an-
terior lo explica Estela al Chorrito, el capitán de un retén que también
exige su pago. Las violaciones se repiten sin descanso y el autor recurre
a la imagen del depredador y del carroñero en la selva para reforzar la
condición de presa y víctima de las mujeres. El cuerpo, como señala
Fourez, se vuelve el lugar privilegiado del verdugo, espacio del des-
ahogo del crimen. Reiteradamente se exponen los testimonios de las
violaciones de las mujeres (116), cuya mutilación no parece tener fin.
La pesadez de estos cuerpos (89) indica su condición pasiva, de
carga muerta, de cadáver. Afirma Fourez, “Profaner le corps étranger
jusqu’au sommet de la frénétique transgression, c’est nier l’individu”14
(264). Monge insiste en esta negación no solo a través de la excesiva
violencia —en la novela apenas aparece el término “migrante”15—;
en cambio, el autor recurre a una serie de eufemismos que lo definen
por sus carencias y su distintivo principal: haber cruzado la frontera.

13
“En el exilio de la pobreza se ha instaurado una caza a los sujetos que van hacia otro
lugar y que, en el transcurso de su peligroso desplazamiento, se vuelven presas posibles
y fáciles, por haber alcanzado el punto álgido de la vulnerabilidad: sin documentos, sin
techo, sin lugar” (nuestra traducción).
14
“Profanar el cuerpo extranjero hasta el súmmum de la frenética transgresión, es
negar al individuo” (nuestra traducción).
15
La palabra migrante figura en cuatro ocasiones: p. 142, 155, 205 y 279 de nuestra
edición.

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Ningún nombre se menciona en el relato, ninguna historia personal es


narrada. Los eufemismos dan cuenta de la degradación de su situación
ante las vejaciones. Los migrantes se convierten en “sinnombre” (74),
término presente también en la Comedia, “sinvoz” (119), “sincuerpo”
(157), empleado principalmente para las mujeres, “sindios” (189), “si-
nalma” (196), que insiste en la pérdida de la fe y la esperanza.
Del grupo de migrantes, uno destaca por su gran tamaño. El único
sobreviviente es el cuerpo desmesurado, el cuerpo del gigante, excam-
peón local de boxeo, quien luego de una catarsis de miedo, con lágri-
mas y vómito, abandona su humanidad empática y se metamorfosea
en Mausoleo, el nuevo victimario, aparentándose a uno de los gigan-
tes del octavo círculo del “Infierno” de Dante. Epitafio lo separa de las
víctimas para convertirlo en el nuevo verdugo, lo llama Mausoleo y lo
obliga a ver los castigos: “¿Qué van a hacer? —¡Dirás: qué vamos a ha-
cerles! —corrige Epitafio […]: toca acabar de enmudecerlos… castigar-
les la cabeza… volverlos ahora nadie” (81). Pese a sus dudas iniciales,
Mausoleo se transforma en victimario y mata para sobrevivir, pues no
quiere volver con los caídos. Más adelante será él quien vigile: “el que
entre ciegos es ahora un nuevo ciego” (80). El primer asesinato de uno
de sus pares termina la transformación “del que fue rebautizado, […]
Mausoleo16, se repite las palabras que Epitafio le dijera: ¡quita esa cara
y saca el pecho… te libero de seguir siendo como ellos!” (103). La im-
presión posterior de que es otro insiste sobre la distancia que lo separa
de las víctimas y que se establece al aceptar el crimen.
La llegada a Ojo de Hierba es el punto de inflexión en el proceso de
deshumanización. Cuando los chicos de la selva guían al nuevo gru-
po que acaba de cruzar la frontera hacia este punto, el autor los de-
termina evocando aquello que poseen: “Elquetieneaúnunnombre”
(258), “laquecuentaaúnconDios” (258), “Quienaúnpresumedealma”
(258), “elquetienetodavíacuerpo” (258), “laquetieneaúnsusombra”
(259). El uso del adverbio temporal en los nombres subraya la inmi-
nencia del cambio. Los verdugos que llevan la muerte en el nombre
(Epitafio, Sepelio, Nicho, Estela…) son el límite, el fin del camino.

Él no es el único que tiene un nombre y una oportunidad de sobrevivir. El Merolico,


16

un antiguo soldado que predice la buena fortuna, sobrevive al tiroteo (231) y es vendido
a los trillizos, pero termina enloqueciendo al recordar su pasado como paramilitar (249-
252).

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El laberinto fúnebre de la frontera y la deshumanización del migrante en  |  Calderón y Zárate

Tras el descanso en el Purgatorio, la llegada a Ojo de Hierba destaca


la inminencia de la pérdida: “Elqueusarayamuypocosulengua” (340)
observa con horror unas fosas repletas de cadáveres y presiente el
inicio de su desgracia.
Los cuerpos órganos corresponden a los perpetradores, designados
por sus características corporales, sobre todo Estela. “LaqueadoraaE-
pitafio” es sorda y nombrada también como “Oigolosololoquequiero”,
alusión irónica a sus prótesis que le permiten oír o no al mundo que le
rodea. Se volverá, al final de la novela, “Laciegadeldesierto”, cuando se
quite la vista al enterarse de la muerte de Epitafio, su amante. Es inte-
resante observar que su calificación es anterior a su gesto. Es decir, en
una especie de presagio, el nombre precede el acto de enceguecerse. Al
hacerlo, queda totalmente amurallada en su propio cuerpo, sin vista,
ni oído ya que ha perdido sus prótesis huyendo de los traidores.
Epitafio no tiene una invalidez orgánica, pero sí una mental. Se
representa como “Elsordodelamente”, haciendo un esfuerzo enorme
para bloquear sus recuerdos que sin embargo lo vuelven loco. Su rostro
consta de rasgos caricaturescos, desmedidos (15). Los dos protagonis-
tas ostentan tatuajes (38) de su pasaje por el hospicio de El Paraíso. Ni-
ños abandonados y marcados, como en los campos de concentración,
por el Padre Nicho, quien luego los usa como soldados de la frontera.
Los tatuajes representan su memoria y al verlos recuerdan su pasado
traumático. Estos cuerpos, también violentados y mutilados, sufren
trastornos de sueño (49) y viven en la vigilia permanente (93). Perso-
najes desbordados emocionalmente se convierten en animales, en una
jauría enloquecida (125) que deambula, con afanes mortíferos, en el
laberinto de la frontera. Peña Iguarán subraya los modos de hacer mo-
rir en contextos de colonialidad (Achille Mbembe) y que radican en
una industria de los cuerpos y sus vidas que involucran las tecnologías
de la necro-máquina. Esta narrativa escatológica se aparenta a una tra-
gedia griega cuyo relato es desarticulado.

Conclusión
Una de las mayores dificultades que exige el tratamiento del tema mi-
gratorio es quizá la forma de representar la violencia, ya que como se-
ñala Fourez, escribir la violencia cualquiera que sea su contexto, hace
que lo banal linde con lo horrible. “Quelle écriture dans une société

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de violence?”17. Esta pregunta sirve de punto de partida a Marie-José


Hanaï en un artículo inédito acerca de esta novela. La ficción, dice, da
cuenta de la violencia “du terrifiant constat préalable à toute analy-
se littéraire d’une œuvre fictionnelle dont la base référentielle est ce
phénomène”18 (3). Algunos autores que han escrito en torno al paso de
los centroamericanos por México recurren de forma directa o indirecta
al testimonio o a la investigación periodística con el objetivo, quizá, de
fundamentar lo narrado. Establecer un vínculo con la realidad aparece
como un recurso que evita caer en la banalidad.
En el caso de Ortuño y Monje los migrantes hablan poco, lo que
pone de manifiesto la dificultad que existe en dar la voz a otro o en
hablar en su lugar. El testigo, dice Chiantaretto, “raconte ce que nul
autre ne peut raconter à sa place” (13)19. El relato de Monge no es,
stricto sensu, sobre el viaje migratorio. El cruce fronterizo no lleva a
los Estados Unidos, sino a la muerte en un espacio donde el crimen y
la maldad no tienen límites. Los sinvoz que se adentran en el espacio
mexicano se vuelven portavoces del drama migratorio. La oscuridad
que envuelve al claro Ojo de Hierba una vez que el secuestro termina
“sumerge al mundo en su ceguera” (29). Monge denuncia la ignomi-
nia del mundo que parece obstinarse en ignorar lo que sucede. Su
escritura busca evitar que esos gritos se pierdan en la selva: contar su
historia, dice el autor, es contar la historia “del último holocausto de
la especie” (341).
Monge también expone en esta novela la aniquilación del lenguaje
y del cuerpo. En el laberinto fúnebre de la frontera, la puesta en escena
es trágica: tres actos y dos intermedios para relatar la historia de amor
fracturada de dos huérfanos destinados a dar y recibir una muerte bru-
tal. El autor privilegia la relación entre Epitafio y Estela y la traición que
se cierne en torno a ellos, relegando el recorrido a un plano secunda-
rio. Los migrantes, que apenas son nombrados, forman parte del deco-
ro; su aniquilamiento es el telón de fondo del infierno del traficante de
personas, habitado por la violencia e incapaz de sentir compasión por
quienes están condenados al anonimato y al silencio. La violencia cir-

17
“¿Qué tipo de escritura para una sociedad de violencia?” (nuestra traducción).
18
“de la terrible constatación previa a cualquier análisis literario de una obra ficcional
cuya base referencial sea este fenómeno” (nuestra traducción).
19
“cuenta lo que nadie más puede contar en su lugar” (nuestra traducción).

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El laberinto fúnebre de la frontera y la deshumanización del migrante en  |  Calderón y Zárate

cular, desmedida y a veces sin sentido presente en la frontera privile-


gia, sobre el orden del Laberinto, el caos representado por el Minotau-
ro, una monstruosidad y una abyección sublime, proyección desatada
de las convulsiones contemporáneas.

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Artículo
LITERATURA Y LINGUÍSTICA N°41, 2020 | ISSN 0716-5811 | pp. 39-60
DOI: https://doi.org/
Recibido: 03 de noviembre 2019 · Aceptado: 20 de enero 2020

La insistencia de los cuerpos:


el signo mujer proletaria en la narrativa de
Nicomedes Guzmán*1

Insistence of the body: Representation and the proletarian


woman sign in the narrative of Nicomedes Guzman

Ana María Cristi C.**2

RESUMEN:
El presente artículo tiene como objetivo analizar las variantes Palabras clave:
estéticas y políticas que confluyen en el signo mujer proletaria Nicomedes
en la narrativa del escritor chileno Nicomedes Guzmán (1914- Guzmán, mujer
1964). La propuesta de lectura aquí desarrollada posiciona a proletaria, cuerpo,
maternidad, signo.
los personajes femeninos proletarios de Guzmán como nuevos
agentes revolucionarios que, mediante el cuerpo y la mater-
nidad, logran tensionar o hacer huir las jerarquías políticas,
sociales y culturales tradicionalmente concebidas en torno a
la mujer.

ABSTRACT:
This article aims to analyze the aesthetic and political variants Keywords:
that converge within the proletarian woman sign in the narra- Nicomedes
tive of Chilean writer Nicomedes Guzman (1914-1964). It pro- Guzmán,
poses a reading that positions Guzman’s proletarian female proletarian
woman, body,
characters as new revolutionary agents who, through the body
motherhood,

*1
El presente artículo surge de la tesis de la autora para obtener el grado de Magís-
ter en Literatura en la Universidad de Playa Ancha, Valparaíso, Chile y se enmarca en el
proyecto Fondecyt Iniciación nº 11160327: “Literatura y multitud: cartografía conceptual
de la narrativa de Nicomedes Guzmán desde la perspectiva crítico-clínica de la filosofía
de Gilles Deleuze y Félix Guattari” (2016-2019), en el cual participó como ayudante de
investigación. Investigador responsable Dr. Patricio Landaeta Mardones. La autora agra-
dece al Dr. Landaeta por el apoyo en el desarrollo de esta investigación; así como a su di-
rector de tesis, Dr. Alexis Candia Cáceres, por la orientación y la asistencia en el proceso
investigativo.
**2
Chilena. Estudiante del Doctorado en Literatura de la Pontificia Universidad Cató-
lica de Chile. Magíster en Literatura por la Universidad de Playa Ancha y Licenciada en
Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. arcristi@uc.cl

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La insistencia de los cuerpos: el signo mujer proletaria en la narrativa de Nicomedes Guzmán   |  Cristi

and motherhood, manage to challenge or ward off the political,


social and cultural hierarchies traditionally conceived around
women.

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Introducción
Durante el siglo XIX la imagen de la mujer en la literatura chilena se
caracterizó por responder a los convencionalismos patriarcales que
predominaron en la época. De entrada en el siglo XX, la representa-
ción de las mujeres continuaba respondiendo a un código sociocul-
tural masculinista, esbozándose frecuentemente desde la carencia de
toda agencia política, económica y social. Esta mirada, por ejemplo,
se evidencia en importantes novelas fundacionales como Martín Ri-
vas (1862) de Alberto Blest Gana o Casa Grande (1908)de Luis Orrego
Luco, donde las mujeres “de bien” son representadas sobre la base de
la conformación familiar tradicional, siendo madres por antonomasia,
fiel reflejo del “ángel del hogar” y símbolo del Estado nación. Lejos de
esto, las mujeres del “bajo pueblo” son escasamente mencionadas en
la literatura, siendo la mayoría de las veces personajes que representan
los vicios y defectos de una multitud silenciada que, aparentemente,
carece del goce de clase, formación y educación.
Sin embargo, entre 1930 y 1960 dicha representación del pueblo y la
mujer logra ponerse en cuestionamiento, sobre todo con la propuesta
estética-política de la generación del 38, cuyos miembros —interesa-
dos por el diálogo que surge del realismo social, las vanguardias la-
tinoamericanas y la cultura popular—, cuestionan el trabajo literario
realizado en torno a lo nacional y los convencionalismos con los que
usualmente se representaba al pueblo chileno. Entre los escritores y
escritoras que conforman la generación del 38, Nicomedes Guzmán
(1914-1964) destaca como una de las figuras más prolíficas. Autodi-
dacta de formación, su escritura no solo sobresale por interesarse en
la vida de los más desposeídos de la ciudad, la pampa salitrera o los
cerros de Valparaíso, sino que también por contribuir a un interesante
proyecto literario que buscaba reformular estéticamente la concep-
ción de pueblo, multitud e identidad nacional. Así pues, siguiendo la
visión crítica de escritores como Baldomero Lillo, Carlos Sepúlveda
Leyton, Jacobo Danke o Alberto Romero, Nicomedes Guzmán incluye
en su trabajo narrativo al pueblo obrero desde la legitimación de “lo
proletario”. Su obra narrativa se despoja de la retórica sensacionalis-
ta del naturalismo (Guerra, “El conventillo” 126) con la intención de
deslegitimar la perspectiva distante y negativa con la que de antaño
se configuraron los espacios suburbanos y “sus” gentes en la produc-

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La insistencia de los cuerpos: el signo mujer proletaria en la narrativa de Nicomedes Guzmán   |  Cristi

ción literaria nacional. En esta línea, la mujer popular que antaño solo
figuraba en los márgenes de la prostitución, el alcoholismo y la delin-
cuencia, ahora es visualizada desde un nuevo enfoque social, donde se
enaltece su participación en el trabajo, su rol de madre proletaria y su
compañerismo con el obrero.
A pesar de la riqueza que se advierte en la propuesta literaria de
Guzmán, los estudios en torno a su narrativa son escasos. La mayoría
de los que se han realizado hasta la fecha se concentran en la repre-
sentación del conventillo en sus dos principales novelas: Los hombres
oscuros (publicada en 1939) y La sangre y la esperanza (publicada en
1943), dejando un gran espacio en blanco respecto del resto de su
obra. Ciertamente, son pocas las menciones que se han hecho acer-
ca de otras temáticas presentes en la narrativa de Guzmán, siendo la
representación de la mujer una de las tantas aristas que quedaron al
margen del estudio que se ha registrado en torno al escritor. El in-
vestigador norteamericano Lon Pearson (1976) dedica un pequeño
apartado a la representación de la mujer obrera en la obra de Guz-
mán, advirtiendo cierta dificultad por parte del escritor para lograr
un “verdadero” acercamiento a la mujer proletaria. Algo que, en cier-
ta manera, discute Karim Rosemblatt (2000) al considerar a las mu-
jeres de La sangre y la esperanza como excelentes representantes del
proyecto sociopolítico izquierdista de la época (185). Según Rosem-
blatt, “Guzmán sketched his view of proletarian female virtue, placing
allegiance to class at the epicenter of feminine decency” (186). Lejos
de esto, María Fernández Smits (2011) vuelve a la mentada novela
de Guzmán para ejemplificar su posición crítica respecto de la natu-
ralización de la violencia doméstica en la literatura chilena de prin-
cipios del siglo XX, dando cuenta del retrato del hombre que “abusa
de la superioridad que socialmente tenía como hombre” (64). Esta
perspectiva es compartida por Camila Álamos Mubarak (2015) quien
elabora una tesis acerca de la posición subordinada y denigrante de
la mujer en la novela. Álamos atiende al desarrollo de los estereoti-
pos femeninos de madre/dueña de casa y prostituta y sostiene que
“ambos tipos de mujer sufren degradación corporal producto de su
cosificación” (37) en la obra de Guzmán. Será Lucía Vásquez (2017),
nieta del escritor, quien desarrollará un análisis menos interpelativo
en torno a las mujeres en la narrativa de Guzmán. Según Vásquez el
escritor —aún circunscrito en una cultura machista—logra integrar a

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las mujeres obreras en su proyecto estético-político en el cual busca


destacar la belleza del pueblo chileno.
El presente artículo analiza la construcción literaria de la mujer
proletaria presente en la narrativa de Nicomedes Guzmán. Interesa
dar un giro crítico a la representación para comprender a la mujer
proletaria como un signo. De este modo, atendiendo a las variables
estéticas, culturales e ideológicas que convergen en la narrativa de
Guzmán, se propone escenificar al cuerpo y la maternidad de la mu-
jer como una línea de fuga que, alejada de su imagen tradicional,
permita pensar a las proletarias como partes fundamentales de una
nueva subjetividad emancipada-revolucionaria que intenta esbozar
el escritor.

Construcción literaria de las proletarias: madres,


obreras y prostitutas
En la literatura la mujer es representada mediante signos que confi-
guran su identidad. En su conjunto, estos signos esbozan un perfil ca-
racterístico de la mujer y la femineidad basados en la premisa de la
ausencia, la carencia y la otredad. En un constante juego de polarida-
des lo femenino es devaluado y subyugado ante la sobrevaloración de
lo masculino. Es en este panorama que se comprenden las dinámicas
culturales en torno a la concepción de género y, más aún, alrededor de
la idea de patriarcado. No por otra cosa las construcciones identitarias
elaboradas en torno a la mujer se comprenden en estrecha relación
con el imaginario masculino, el cual configura parte importante de los
discursos que circunscriben las artes, las letras y la cultura.
Tanto en la literatura como en la metanarrativa el signo mujer ha
sido tradicionalmente entendido como representación, o más bien,
bajo el dominio de la representación, toda vez que este adquiere su
función y significado mediante el uso que se le otorgue en la socie-
dad. En el ensayo de Lucía Guerra La mujer fragmentada: historias de
un signo (2006) es posible observar, mediante un minucioso trabajo
de recopilación y análisis, cómo la mujer ha sido imaginada desde la
polarización simbólica que divide y contrasta lo femenino con lo mas-
culino. Según Guerra, la mujer es concebida como el estandarte de los
modelos sociales y culturales propuestos por el sujeto masculino y el
imaginario falogocentrista. De ahí que, según la escritora, “la creación

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La insistencia de los cuerpos: el signo mujer proletaria en la narrativa de Nicomedes Guzmán   |  Cristi

de los personajes literarios se nutra, en gran medida, del signo mujer


prevalente en una etapa particular de la historia oficial y sus discursos
dominantes” (31). Para hablar del signo mujer, desde la perspectiva
de Guerra, hay que considerar su dualidad de significado-significante,
para luego comprender que el signo “existe como sustitutivo verbal del
objeto mismo, él es la unidad que divide el mundo entre lo presen-
te tangible y lo representado” (130). En este sentido, el signo mujer se
presenta como una compleja construcción cultural que hace de ella (la
mujer) una fuente de inagotables modelizaciones imaginarias negati-
vas cuya presencia se observa transversalmente en el arte, la literatura,
la filosofía y la cultura en general.
Nicomedes Guzmán esboza singulares características respecto del
género femenino, las cuales se relacionan con el imaginario genérico-
patriarcal que predominaba en la época. Por una parte, al igual que en
gran parte de la literatura latinoamericana, la narrativa de Guzmán bos-
queja personajes femeninos que reproducen los históricos arquetipos de
la mujer, mientras que por otra, su narrativa tensiona dichos arquetipos
sacando a las mujeres de los lugares comunes para presentarlas desde
otra perspectiva menos tradicional. Si algunas veces, ante el heroísmo
del obrero, se destaca el sentimentalismo, la honestidad y la ternura de
la mujer proletaria, otras veces, ante la ausencia del varón, se emergerá
el brío, la valentía y el esfuerzo de las mujeres que, ante de adversidad,
toman el rol de sostenedora y pilar fundamental de la familia.
La mujer proletaria en su rol social y biológico de madre es funda-
mental en la narrativa de Guzmán. La maternidad es una de las carac-
terísticas más desarrolladas por el escritor respecto de sus personajes
femeninos. Las madres usualmente son aquellas mujeres abnegadas,
luchadoras y valientes que, a pesar de las adversas circunstancias de la
pobreza, demuestran incansable vitalidad para cuidar de sus hijos, la
familia y el hogar. Desde la perspectiva de la “mujer-matriz” ( Guerra-
Cunningham, “El personaje” 6), la proletaria cumple con la función
generadora de vida, cuidado y perpetuación. A pesar de no consti-
tuir “—en el contexto de su representación discursiva — una imagen
de autoridad ni de derecho, sino una figura afectiva, dedicada solo al
cumplimiento de su deber para con los otros” (Montero 72), la madre
es idealizada como la figura que representa, al igual que el obrero, la
potencia de la revolución moral, ideológica y social. Una imagen que

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Enrique, el narrador de La sangre y esperanza (2014), describe con ter-


nura y emoción:
Ella era una mujer. Una extraordinaria mujer con los zapatos em-
papados, con el delantal también empapado sobre el vientre y los
pechos tibios, con las manos encarrujadas, reblandecidas por el
desmanche, con los brazos enrojecidos por el frío, con el moño un
poco caído, con los ojos tristes… era mi madre. (152)
Laura, la madre, como cualquier obrera doméstica representa el
brío de la mujer proletaria. Lavando ropa por encargo, cuidando de
los hijos, solidarizando con las vecinas maltratadas, apoyando al mari-
do, será ella quien encarnará el rol de la madre obrera. A pesar de que
“las tareas de cuidado son consideradas las tareas más típicamente
femeninas, por ello mismo se biologizan como una continuación del
rol de madre y se ignoran como trabajo” (Juliano 94), en la narrativa
de Guzmán las madres son valoradas por aportar, desde el trabajo do-
méstico, al sustento del hogar cuando las circunstancias así lo requi-
eran. No por otra razón la maternidad obrera es visualizada como un
“heroísmo femenino”. Esta apreciación también se observa en La luz
viene del mar (1963), la última novela de Guzmán, donde da cuenta en-
tre otras cosas de la difícil vida de una madre viuda en el norte chileno:
“Sofía, la viuda madre, inició sus luchas por el pan, contra el medio
espantoso que se sintetizaba en la lasciva agresividad de los hombres,
lavando, cocinando, sirviendo como perra guardiana silenciosa y he-
roica” (61). Las madres obreras tienen, en este sentido, la capacidad
“viril” de habérselas con el complicado panorama social y económico
que constantemente las maltrata, trabajando por sus hijos y su familia
hasta que su cuerpo así lo permita.
Dicha cualidad viril de las madres proletarias también se obser-
va ligada a la sublimidad. Un sentimiento que se comprende como
una compleja relación entre el placer y displacer que agita y excita la
belleza hacia un límite en el cual solo acontece la imposibilidad de
aprehenderla en su totalidad (Žižek 258). Tensionando las lecturas
más idílicas en torno a las madres obreras, como las anteriormente
mencionadas, Guzmán también retrata a la maternidad desde esa
otra belleza marcada por la pobreza, el vicio y la marginalidad. Así,
por ejemplo, en cuentos como “Destello en la bruma” (publicado
1944) y “Leche de burra” (publicado en 1954) se observan complejas

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La insistencia de los cuerpos: el signo mujer proletaria en la narrativa de Nicomedes Guzmán   |  Cristi

relaciones filiales entre madres e hijas que comparten la fatalidá1


de una vida envuelta en el abandono, el dolor y la resignación. En
ambas narraciones, se presentan mujeres solitarias que resisten en la
esperanza de un “futuro mejor” junto a un hombre que las contenga.
Ante la imposibilidad de dicho futuro, será la comprensión entre madre
e hija aquello que, “como un gesto natural de vida” (Destello 96) se
imponga al desconsuelo de la soledad y la miseria. En efecto, Guzmán
muestra mediante la figura de la madre, los distintos momentos de
ternura que aún entre la sordidez del conventillo y la pobreza de los
cités, surgen como “la piedad encinta de esperanza” (Destello 96) que
contrarresta la destrucción de los vínculos afectivos derruidos por la
marginalidad.
La obrera es otra figura importante en la elaboración del signo
mujer proletaria en la narrativa de Guzmán. Su rol en los cuentos y
novelas del escritor es distinto del de los varones. A pesar de transitar
por los espacios de la fábrica, el comercio o el trabajo doméstico por
encargo, es interesante considerar que ella, aparentemente, no figura
como un agente activo de la emancipación revolucionaria, pues
carece de voz y discurso respecto de la problemática de clase, lucha
y reivindicación proletaria. Esto se comprende, según Barbara Foley
(1993), porque “the representations of gender in proletarian fiction
both reflect and reproduce the left’s contradictory theory and practice
with regard to the women question” (231). Las obreras se caracterizan
por ser mujeres nobles llenas de humildad y sacrificio, no obstante en
comparación con el “ideal de obrero”, nunca se le observa como un
verdadero agente político de cambio.
En Los hombres oscuros se observan interesantes escenas que dan
cuenta de la nobleza de la mujer obrera. Mediante las apreciaciones
de Pablo, un joven lustrabotas, se logra advertir las cualidades de Inés,
la obrera de quien se enamora y por quien cambia para convertirse
en un aliado de la Revolución. La sencilla belleza de Inés despierta

1
La fatalidad es uno de los tópicos más recurrentes en la literatura criollista y regio-
nalista. Se caracteriza por la subordinación de los personajes tanto al paisaje como al
destino. La fatalidad es una cierta incapacidad de ejercer dominio sobre la vida, y desde
allí, aceptar los sucesos del pasado como parte inexorable del destino. Según Lorena
Amaro (2014) “La fatalidad se presenta como un rasgo de los personajes imposibilitados
para hacerse cargo de sus vidas y sus decisiones” (76).

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en Pablo un sentimiento de admiración, que en el transcurso de la


narración se convierte en deseo, pasión y amor: “acaricio sus manos.
Mis manos obreras de macho acarician y gozan del contacto de esas
manos obreras de mujer. […] la beso […] beso también sus manos,
sus manos bajo cuya obrera suavidad la ternura hace sentir” (62). La
condición de obrera de Inés es signada en la novela como una de las
características más nobles de su femineidad. Ella, a pesar de estar en
el mundo varonil de la fábrica, transita por dicho espacio sin romper
con su singularidad de género. Inés sigue presentándose con las cu-
alidades femeninas que el escritor esboza en el resto de las mujeres
dignamente proletarias.
Algo similar ocurre con Elena, la hermana de Enrique en La san-
gre y la esperanza. Si bien Elena es una obrera más de las tantas que
habitan en el cité capitalino donde vive la familia Quilodrán, su par-
ticipación en la actividad política no es manifestada en todo el trans-
currir de la novela. Elena se caracteriza por ser una joven responsable
con su familia y virtuosa en sus labores de cuidado. Su conformación
como personaje literario es complejo de identificar, pues tal como
señala Lon Pearson (1976) sus acciones y discursos son conocidos
a través del recuerdo del narrador y serán sus apreciaciones person-
ales las que primen en el relato: “the narrator is inclined to help the
reader whenever he wants to emphasize proletarian integrity”(215).
Sin embargo, en el apartado “Elena” hay una serie de cartas escri-
tas por ella cuyo destinatario es el poeta Abel Justiniano. Allí, Elena
manifiesta su interés por aprender sobre la Revolución y lo impor-
tante que es para ella leer las reflexiones políticas de su amado: “Yo
fui a la conferencia, ¿vas a creerlo? […] todo lo que expusiste me revo-
loteaba la cabeza. Pero venía feliz. La gente parecía entenderte muy
bien. Me enorgullecía la atención que todos tus camaradas ponían a
tus palabras” (cursivas en el original 260). Y agrega: “Me alegro de
que, después de tu tarjeta, me hayas mandado una copia de tu traba-
jo. Leído con calma, me ha encantado. Tengo mucho que aprender de
lo que allí dices” (cursivas en el original 260). Es interesante observar
que Elena comienza su proceso de concientización social mediante
las palabras de Justiniano y no a través de su trabajo en la fábrica. Su
condición de obrera asalariada no significa, necesariamente, partici-
par de los intereses políticos de su clase, aun cuando su padre es un
importante líder sindical.

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La insistencia de los cuerpos: el signo mujer proletaria en la narrativa de Nicomedes Guzmán   |  Cristi

Así pues, tal como sucede en variadas novelas sociales, se advierte


cómo el escritor esboza en sus personajes femeninos la incapacidad de
discurso propio o capacidad reflexiva respecto de la lucha política, so-
cial y económica del proletariado. Se comprende así que “female cha-
racters seem to stand merely as mute symbols of capitalism´s double
exploitation of the labor power and domestic work women. Even when
women do speak in public, […] their speech is modulated through the
voices and words of men” (Rabinowitz 108). No por otra cosa la impor-
tancia de Elena en la novela estará signada en su rol de futura madre (y
de allí la esperanza) y no en el de obrera.
De modo diferente las prostitutas contribuyen a la compleja con-
figuración del signo mujer proletaria. Estos personajes, usualmente
anónimos, representan los vicios y morbosidades del pueblo traba-
jador. Mediante su escenificación es posible advertir cómo el escritor
las relaciona con una de las tantas problemáticas sociales que tienden
a subyugar la potencia vital y emancipadora de la multitud. Las pros-
titutas se presentan como la contrafigura de la madre abnegada y la
noble obrera asalariada siendo, en este sentido, aquello que contradice
o fisura la tan apreciada dignidad moral de la familia proletaria. En
las tres novelas de Nicomedes Guzmán se observa la presencia de las
prostitutas. En Los hombres oscuros las prostitutas figuran como uno de
los tantos componentes humanos que habitan el conventillo. Su pres-
encia en la narración se advierte en los distintos momentos en los que
Pablo pone de manifiesto su deseo sexual no satisfecho. Al no poder
consumar su deseo con Inés, Pablo piensa en las prostitutas como una
dolorosa alternativa: “me quedo como un muerto bajo la noche inqui-
eta y pestañeante. Y no sé por qué, pienso con dolor en las rameras del
suburbio” (83). Pablo incurre en el comercio sexual tras las constantes
negativas de Inés. Será la pequeña Rebeca, una muchachita huérfana
(92) y sin esperanzas, la que servirá de cuerpo y placer para acallar el
instinto de Pablo. En La sangre y la esperanza, en tanto, las prostitutas
serán esbozadas desde la inocencia de Enrique quien, dando vida a sus
recuerdos de infancia, indica: “Yo no comprendía aún exactamente la
función de las prostitutas […] la curiosidad me llevó hasta la puerta
de la casa de Sergio. Era una casa sórdida. De altos, hedionda a jabón
barato o a ratones” (75-76). Al igual que en su primera novela, Guzmán
utiliza a las prostitutas para dar cuenta de las precarias vidas que
subsistían en aquellos espacios reducidos del cité o el conventillo,

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aquellas “mujeres haraposas y pintarrajeadas” (141) que “reían con


risa estruendosa” (142) se presentan como el gran misterio sexual ante
los ojos de Enrique. En ambas novelas, ya sea desde el deseo o desde la
curiosidad, serán las prostitutas aquellos cuerpos femeninos abyectos
que exteriorizan toda la miseria del proletariado.
En La luz viene del mar, a diferencia de las dos novelas anteriores,
se exterioriza la ideal del burdel. Las prostitutas en el norte de Chile se
presentan como resultado de las múltiples miserias que deben sufrir
algunas mujeres en el desierto. Ellas serán el objeto de placer y deseo
para los trabajadores pampinos: “¡A sobajear mujeres bajamos de la
pampa, que harta falta nos hacen sus cositas!” (116). Ellas, las tristes
mujeres de la noche, a quienes les “ardían las células bajo la invasión
de las caricias” (175), se advierten en la novela de Guzmán como las
compañeras del vicio y la degeneración de los obreros. Estos, explota-
dos por largas jornadas de trabajo, buscan en las mujeres una noche
de diversión, compañía y cariño. En este contexto, el prostíbulo de la
“Siete dedos” se convierte en un turbio paraíso para los varones nor-
tinos: “sudaban las hembras y al término de cada baile se echaban en
los divanes floreados, suspirando, acezando. Reían y palmoteaban los
hombres semiborrachos […] en integridad total, con cuerpos, movi-
mientos, rostros, agitación, alegría: humanidad distendida” (245-246).
Las mujeres conforman un espacio de entretenimiento nocturno que
termina por degradarlas hasta el límite de la mera cosificación corpo-
ral. El cuerpo femenino es el refugio para los navegantes, comercian-
tes y obreros del norte. A diferencia de la de conventillo, la prostituta
de burdel se inserta dentro de un sistema de jerarquías donde destaca
la figura de la “cabrona”. Las mujeres aquí habituadas se desmarcan
de los roles sociales femeninos tradicionales donde, aparentemente,
la conformación de la familia resulta ser un acto de responsabilidad
moral fundamental. Un rasgo que no solo se visualiza en las novelas
burguesas, sino que también se observa en las propias ficciones pro-
letarias2.

2
En este sentido, cabe destacar la figura del “héroe proletario” que, cumpliendo con
los propuestos clásicos de la narrativa social, también se advierte en algunos cuentos
de Nicomedes Guzmán. Este héroe se caracteriza por salvar a las prostitutas de su de-
gradación social. En “Solo unas cuantas lágrimas” se observa cómo un obrero defiende
a su enamorada tras ser amedrentada por su antiguo trabajo de prostituta, dándole de
este modo sentido y esperanza a su nueva vida. Igualmente, en “Soledad” una prostituta,

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La insistencia de los cuerpos: el signo mujer proletaria en la narrativa de Nicomedes Guzmán   |  Cristi

Las que no tienen voz: el cuerpo como manifiesto


Los personajes femeninos que constituyen la narrativa de Guzmán son
configurados, según parece, desde una compleja relación que versa
entre literatura y marxismo asumiendo, de este modo, estereotipos fe-
meninos tales como la madre, la obrera y la prostituta. A pesar de que
el escritor rompe con ciertos convencionalismos negativos esbozados
en la literatura nacional en torno a la mujer popular, esta pareciera se-
guir representada desde la diferencia asimétrica con el varón, sobre
todo respecto de la delimitación de espacios (público y privado) y la
capacidad de agencia política. En gran parte de la obra de Guzmán,
la mujer proletaria sigue vinculándose con el hogar y la maternidad,
mientras que por el contrario, el varón lo hace con el espacio público,
el trabajo y la actividad política. La segmentación entre ambos lugares
y sus respectivas correspondencias genéricas permite advertir cómo
los espacios y sus respectivas relaciones basadas en la diferencia de
género configuran pensamiento, discurso y acción política.
La conexión entre espacio y pensamiento se advierte en la narrati-
va de Guzmán tras la insistencia del escritor por relacionar a la mujer
con el cuerpo, el instinto y la intuición. Nombrando a la mujer como
“perra” o “hembra” el escritor da cuenta de la delimitación de esta a
un estado natural, muy propio de la época en la que escribe, en la que
la mujer es considerada usualmente desde la exclusividad de su dife-
rencia biológica. El hembrismo3 presente en la narrativa de Nicomedes
Guzmán responde a las relaciones híbridas que sustentan su posicio-
namiento estético. La convergencia entre las vanguardias latinoame-
ricanas, el realismo social y la cultura popular se hace presente en la
mayoría de los libros del escritor. Esta situación se comprende al anali-
zar el vínculo que surgió entre el virilismo y la vanguardia en la región,
cuyo apogeo se advierte en el advenimiento del futurismo italiano

luego de sufrir diferentes humillaciones junto a su hija, recibe una segunda oportunidad
en la vida al ser amada y respetada por un noble italiano.
3
En tanto concepto, el hembrismo según la Encyclopedia of race, ethnicity and so-
ciety (2008), se define como: “In most societies, female and male roles are considered
complementary; in Hispanic cultures, machismo refers to essentially male or masculine
attributes and behaviors, while hembrismo pertains to matters feminine. Some note that
just an as machismo may be seen as an exaggerated sense of masculinity, hembrismo is
the feminine quality of being excessively submissive and subservient to men. The two
concepts must be considered in concert (863).

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tanto en México como en Perú a principios del siglo XX. Allí, se pro-
mulgó con insistencia la búsqueda del superhombre y se ahondó en el
culto a la guerra y el patriotismo, algo que tuvo como contrapartida la
configuración complementaria de una estética femenina en la cual la
mujer vuelve a su estado natural, realzando la figura de la paridora o la
nutridora con la intención de sobrevalorar la virilidad del varón. Esta
perspectiva, muy relacionada con la propia cultura popular, contribu-
ye a un imaginario cultural que se refleja en los folletines, canciones y
distintas manifestaciones locales en las que el machismo es posiciona-
do y valorado como estandarte de reconocimiento y poder.
En La carne iluminada (1945) se muestra con claridad esta relación
entre animalidad y mujer. El escritor destaca la condición biológica
de la mujer y su correspondencia con la naturaleza y lo primitivo. En
“Rapsodia en luz mayor” se relata la historia de Gabriela quien, desde
el norte de Chile, viaja a Valparaíso junto con su esposo en busca de
una vida mejor. Allí, entre los cerros del puerto, la mujer es abando-
nada, quedando sola con sus dos hijos. La ausencia de su esposo pa-
reciera volverla débil, pequeña y sufriente. Los recuerdos de tiempos
pasados la envuelven en un estado de nostalgia permanente: “Gabriela
pensaba en una voz, ni ruda ni amable, pero viril, masculina, enérgi-
ca, capaz de mandar, de dominar, de seducir, de doblegar a costa de
varonil y levemente áspera ternura […] lo que ella amaba y adoraba
todavía” (20-21). Dicha nostalgia, teñida por un sentimiento de invali-
dez, muestra al personaje femenino desde una clara diferencia gené-
rica cuyo apogeo se observa en la propia configuración sociocultural
de la época.
Aludiendo a la animalidad de la proletaria, Guzmán no duda en
usar dicha expresión para referirse a Gabriela en contextos de excita-
ción anímica, tal como sucede tras su reencuentro con el marido: “le
hubiera mordido la nariz al esposo, la nariz o la oreja, como ella estaba
indistintamente habituada a hacerlo, sin dañarlo, hasta que él chillara
con ronca ternura, como en tales circunstancias siempre lo hizo: “¡Dé-
jate, déjate perra, perra brava!” (27). La animalidad que se le atribuye a
la mujer sirve para contrastar la diferencia genérica mediante la cual,
a modo de contraposición, se logra realzar la virilidad del sujeto mas-
culino: “tenía él un modo sutil y único de decirle ‘perra’ a la mujer. Ella
adoraba más que nunca esa voz cuando la llamaba así: ‘¡Perra!’, con

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La insistencia de los cuerpos: el signo mujer proletaria en la narrativa de Nicomedes Guzmán   |  Cristi

todas sus letras, pero con qué musicalidad y armonía de voz” (27). La
complementariedad de ambas caracterizaciones indica que la mujer
posee un profundo arraigo con el cuerpo, mientras que en contraposi-
ción, el varón evidencia apego con la palabra. Estas diferencias impli-
can la constante aparición de opuestos complementarios en la narra-
tiva de Nicomedes Guzmán, donde la mujer tiende a asumir roles que
a menudo indican complacencia, respeto y admiración hacia el sujeto
masculino.
En “La jauría” (1954) también se advierte la relación que el escritor
realiza entre la mujer y la “perra”. La narración muestra la atormenta-
da vida de Doralisa Canales quien sufre a diario por los comentarios
malintencionados que realiza un grupo de mujeres en el conventillo.
De este cuento, resulta interesante observar cómo el escritor consi-
gue retratar la dinámica insidiosa y malintencionada de las mujeres
para sí mismas: “Allí estaban las comadres dándole suelta a la lengua
[…] Se helaban los rostros y se mojaban las ropas de las hembras. Sus
palabras se desparramaban con una constancia insidiosa, espesas
insinuaciones [de odio] (114)”. Las mujeres aquí reunidas son mos-
tradas desde una evidente animalidad. No por otra cosa la condición
de grupo de las proletarias, a diferencia de los varones, resulta una
compleja red de complicidades y desavenencias que contribuye a la
conformación de la imagen femenina signada en “una figura bestial”,
cuyas características son la crueldad, “la muerte y la regeneración”
(Guerra, “El personaje” 8). Regeneración que según el imaginario de
Guzmán y tal como se analizará más adelante, solo puede realizarse
mediante la maternidad.
En efecto, las mujeres problematizan la supuesta condición gre-
garia del proletariado pues, atendiendo a su estrecha relación con el
cuerpo, pareciera que estas privilegian el instinto antes que los prin-
cipios de grupo. Desde esta perspectiva, el hembrismo aquí retratado
permite dilucidar un imaginario masculinista que muestra, al igual que
las tragedias griegas, la aparente condición pre-política de la mujer, es
decir, la exacerbación del instinto femenino por sobre la razón, condi-
ción que en apariencia no le permitiría la organización entre pares y
de ahí la imposibilidad de organización política. Sin embargo, será en
estos mismos relatos, como en otros cuentos y novelas del escritor, que
el instinto femenino pareciera huir de la mera animalidad para devenir

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en la conformación de una subjetividad que surge con la maternidad y


la relación con los otros.
El escritor pone en tensión la lectura hembrista hasta aquí desa-
rrollada para mostrar cómo la maternidad, en tanto instinto, también
posibilita la comunidad y la acción política. Así pues, en “Rapsodia en
luz menor”, Gabriela es capaz de transformar su dolor, su rabia y su
pasividad femenina solo tras encontrarse y reconocerse en otras ma-
ternidades. Ante la muerte de la amante de su marido al “dar a luz”,
Gabriela toma su lugar de madre sin pensarlo, superando la distancia
entre los cuerpos femeninos para comprometerse, tras la presencia vi-
tal de una nueva vida, en el encuentro con esa otra madre y las otras
madres presentes en el velorio. El narrador indica: “un olor dulce a le-
che, es decir, un olor a vida venció de pronto el olor a sebo de las velas”
(136). Gabriela olvida su despecho ofreciendo su pecho a la criatura
recién nacida: “mientras la pequeña succionaba y la leche afluía de su
cuerpo de hembra para llenarle la rosada boquita infante […] nada más
no había palabras” (136).
La maternidad de la mujer se visualiza aquí como el más puro y
transgresor de los sentimientos. Una muestra sublime de ternura que
supera cualquier atisbo de individualismo. El cuerpo materno de la
mujer exhorta la sociabilidad de la proletaria con los otros o, mejor di-
cho, con las otras mujeres, visibilizando así nuevas estructuras colecti-
vas desde la maternidad. Esta situación también se observa en el cuen-
to “La jauría” cuando, finalmente, Doralisa castiga a la amante de su
marido, Paulina. Más allá de relatar una escena de violencia tras el con-
flicto pasional surgido entre las mujeres, Nicomedes Guzmán propone
a la maternidad como un punto de fuga que rompe con la hostilidad
entre ambas. Tras los golpes recibidos por Doralisa, Paulina yace en el
suelo a punto de parir: “de repente, las sombras parecieron aclararse.
Entre los pies que todavía no dejaban de patear aquel cuerpo retorcido
y quejoso, unos ojos se fijaron en los muslos desnudos, vibrantes y es-
pasmódicos, cubiertos de sangre, y en el vientre congestionado” (117).
Las mujeres sorprendidas por dicho acontecimiento olvidan el odio y
la venganza para acudir al encuentro de ese nuevo ser a punto de na-
cer: “enseguida, el silencio pareció llamar a las almas a una comunión
de ternura. Y la lluvia volvió a caer en lentos y tersos orvallos casi tibios,
como humanizados por el brotecer de la nueva vida” (117). Será pues,

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La insistencia de los cuerpos: el signo mujer proletaria en la narrativa de Nicomedes Guzmán   |  Cristi

en este contexto, que surge el espacio maternal de la colectividad, el


cual logra reunir a las mujeres desde su propia diferencia para recon-
figurar el instinto desde un nuevo enfoque que, según se ha revisado,
aboga por la vitalidad, la esperanza y la comunión.
La maternidad como línea de fuga4 permite advertir la relación
entre maternidades y su devenir comunitario como una nueva Bil-
dungsroman social, esto es, el proceso que transforma al yo-indivi-
dual en yo-comunitario. Este término, según Barbara Foley, solo ha
sido utilizado por teóricos como Lukács o Goldmann para analizar
el proceso de consciencia social que atraviesan, en la literatura, los
diferentes “héroes proletarios” (322). La maternidad, en este sentido,
posibilita a la mujer producir colectividad y, al mismo tiempo, frater-
nidad o mejor dicho sororidad entre las madres proletarias. De igual
forma, la maternidad también permite la acción política, en tanto
posiciona al cuerpo y sus necesidades como estandarte de lucha, ex-
hortando a las mujeres a trasgredir el espacio y salir de sus hogares
en búsqueda de soluciones que apacigüen el hambre y la miseria de
su familia.
En La sangre y la esperanza la maternidad es precisamente la con-
dición natural que exhorta a las mujeres a realizar acciones políticas. Al
final de la novela, en el apartado “La sangre”, se describe una multitu-
dinaria huelga de los desplazados del norte a la que se suman los tran-
viarios capitalinos, incluido Guillermo Quilodrán, el padre de Enrique.
El narrador da cuenta de la situación: “solo hombres llenaban las ca-
lles. […] El depósito, como en la huelga pasada, estaba resguardado por
la policía […] las mujeres se inquietaron. Ellas no estaban con estas
cosas. El aire revolucionario las atemorizaba. Las llenaba de miedo”
(285). Las mujeres parecieran no responder al llamado revolucionario,
pues al no estar involucradas en el discurso y, desde luego, no conocer

4
Estas líneas de fuga, en términos de Gilles Deleuze y Claire Parnet (2004), permiten
hacer huir a la escritura, es decir, redistribuir “los posibles” y reajustar el espaciotempo-
ral de la existencia (Zourabichvilli 53). Para el filósofo Deleuze, “la línea de fuga es pre-
cisamente una desterritorialización” (45), vale decir, “el movimiento por el cual se aban-
dona el territorio” (Deleuze y Guattari 634), el movimiento por el cual se logra perforar a
las dicotomías, abrir las polaridades y los dualismos hacia la multiplicidad. En este caso,
el cuerpo femenino actúa como línea fuga, toda vez que este, mediante la maternidad,
permite superar el supuesto individualismo y la pasividad de la mujer proletaria para
devenir en multitud y en acción política.

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el argumento ideológico, se muestran reticentes a las manifestaciones,


comprendiendo el peligro que deviene de ellas. Sin embargo, resulta
interesante observar que posteriormente serán estas las que dejan el
miedo y salen a las calles cuando la necesidad vital del alimento azota
ferozmente los hogares:
Mujeres de rostros doloridos, de algodonosos pechos pesadamen-
te saltones, de doblegados moños, con los pequeños a la rastra, en
brazos u ovillados germinando en el agrio cántaro del vientre. Chi-
quillos de terrosas cabelleras, de rostros ennegrecidos por añejas
mugres. Todos, en fila de parias, marchaban al encuentro de una
palabra para encender su esperanza. Allí, marchando, hablando,
gesticulando, eran como extraños animales desnutridos, buscando
una razón de vida. (294)
La marcha pública de los cesantes, en esta oportunidad, no distin-
gue género. La necesidad impulsa a las mujeres a dejar los albergues,
las piezas del conventillo o del cité y los precarios “ranchos” para in-
sertarse en las calles exigiendo pan y trabajo: “Adelante, las mujeres
se dieron pronto al canto: los burgueses habitan un mundo, por eternos
fulgores vestidos, y los pobres se mueren de frío, en sus chozas sin lumbre
y sin pan” (cursivas en el original 294). La necesidad es, en este contex-
to, aquello que empuja a las mujeres a transgredir el espacio público
que usualmente ha sido delimitado para los varones. Las mujeres se
agrupan en las calles, aún sin hacer propio el discurso político, con la
intención de demandar respuestas ante la carencia de techo, abrigo y
alimento para sus familias. Desde la perspectiva de Hannah Arendt, el
discurso es esencial para la acción política pues la necesidad, por el
contrario, “coloca a los hombres bajo el imperio absoluto de los cuer-
pos” (93), siendo de este modo profundamente constrictiva para alcan-
zar la finalidad de la política que, según la autora, será “la liberación de
los hombres y de sus semejantes […] [y no] la liberación del proceso
vital de la sociedad de las cadenas de la escasez” (100). Es interesante
entonces considerar que los cuerpos femeninos en reunión también
actúan políticamente al hacer propio el espacio público demandando
intereses que, históricamente, se han catalogado como privados o do-
mésticos. La acción conjunta de las mujeres (de los cuerpos de muje-
res) implica la presencia de un nosotros que propone reivindicación
todavía sin desplegar un discurso “político”.

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La insistencia de los cuerpos: el signo mujer proletaria en la narrativa de Nicomedes Guzmán   |  Cristi

Judith Butler propone pensar los cuerpos en conjunto dentro de


un espacio público como la expresión reivindicativa de un nosotros.
Mediante la persistencia de su exposición, los cuerpos pueden ha-
blar políticamente toda vez que, mediante su gestualidad, “adoptan
la forma de actuaciones y exigencias” (87) que expresan un mensaje
claro y evidente: el descontento, la crisis y la carencia. Butler, a di-
ferencia de Arendt, propone leer los cuerpos en acción desde una
manera discursiva, pues el cuerpo al insistir en su visualización en la
vía pública “expresa su modo de vida, mostrando tanto su precarie-
dad como su derecho a la persistencia” (87). Así pues, la exposición
de los cuerpos en la calle será la búsqueda y la exigencia de las pro-
pias condiciones que proporcionan su preservación, convirtiendo
entonces las necesidades básicas en cuestiones fundamentales para
la política.
La exposición multitudinaria de los cuerpos en la vía publica ten-
drá por finalidad, cuestionar la legitimidad del Estado y su forma de
operar. De ahí que, usualmente, las autoridades se esfuercen en com-
batir y reprimir las expresiones de dichos cuerpos. Esta situación se
muestra en la novela mediante la masacre de los niños y mujeres que
constituían el conjunto de cuerpos en manifestación. El narrador da
cuenta de la compleja situación: “Las mujeres aullaban, rodando con
los hijos, estallando en llanto […] no cesaban de chillar las mujeres, al-
zando a sus hijos, clamando piedad” (297). El ejercicio de la autoridad
se refleja en la novela como una forma salvaje de arremeter contra la
multitud. En este contexto, serán las mujeres y los niños quienes reci-
birán, mayoritariamente, el peso de la autoridad. No por otra razón son
ellas quienes luego salen nuevamente a las calles exigiendo justicia,
más aún, organizando crueles actos de “venganza”:
Al día siguiente, el barrio se atronó de alaridos […] las mujeres se
desparramaban por las calles, con sus tiras y sus lágrimas, gritan-
do a todos los vientos, para el oído de los asesinos y del mundo:
—¡Abajo los comeguaguas!, —¡Abajo los comeguaguas!,... Y los
vientos respondían a la aspiración de las hembras miserables,
alistando sus más sonoros clarines […] por muchos días, los guar-
dianes no se atrevieron a andar solos por el barrio. Las mujeres al-
bergadas habíanse convertido en fieras. Dispuestas al crimen para
vengar el tremendo crimen. Y más de una madrugada se supo de

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algún policía encontrado con las tripas al aire, tirado a la orilla de


una cuneta. (300)
La maternidad herida de las mujeres proletarias es el impulso
que las incita a transgredir la ley para reclamar por sus hijos y
esposos asesinados. Las mujeres, tal como en Antígona, parecieran
actuar en el intersticio que surge entre lo público y lo privado, o más
aún, entre lo político y lo pre-político. Los cuerpos femeninos, en su
conjunto, transgreden y subvierten la pasividad, el temor y la abulia
con que de antaño se esbozaba a los personajes femeninos. Esto
considerando que las mujeres, aun desde la necesidad y la venganza,
logran reunirse, organizarse y sublevarse ante el orden establecido. En
efecto, la maternidad se presenta como una línea de fuga ante la visión
masculinista del hembrismo, esto es, una fisura al “rol de dominada”
(Sendón de León 44) que reproduce la mujer proletaria en gran parte
de las novelas de Guzmán. Atendiendo al giro político del cuerpo,
la maternidad exhorta a las mujeres, a la comunidad femenina, a la
multiplicidad, a la sororidad. Es decir, una Bildungsroman social feme-
nina que hace transitar a la mujer de su individualidad a la comunidad.
La maternidad incita a las mujeres a transgredir el espacio público, a
manifestarse políticamente e incluso a infringir la ley. En ambos casos,
la convergencia radica en el cuerpo. Las mujeres proletarias que es-
boza Nicomedes Guzmán parecieran no tener voz, argumento ni dis-
curso que las posicione como sujetos revolucionarios que trabajen a
la par con los varones en la reivindicación de clase, sin embargo, será
el cuerpo el que “narrated through a maternal language that holds the
possibility of historicity even as more [of the political action]” (Rabino-
witz 97). En definitiva, el cuerpo femenino deviene comunión, deviene
lucha y, desde luego, deviene multitud.

A modo de conclusión
La narrativa de Guzmán se sustenta en diversas bases ideológicas, es-
téticas y culturales que le permiten adentrarse, aún más, en el carác-
ter “representativo” de la realidad, dando a conocer la intimidad del
pueblo obrero desde dentro. Su escritura, basada muchas veces en su
propia experiencia, no se limita a la mera mímesis o al simple hecho de
revelar los sucesos ocurridos en los contornos del margen social, sino
que por el contrario, se caracteriza por proponer nuevas posibilidades

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de realidad, es decir, por intervenir activamente en la reconfiguración


de las sensibilidades y, desde allí, intervenir en la realidad. Así pues,
lejos de una intencionalidad documentalista o meramente partidis-
ta, el propósito del escritor se orienta a la configuración de un nuevo
planteamiento estético-político que reconfigure la noción de pueblo
y literatura. Desde esta perspectiva, se comprende la importante pre-
sencia de las mujeres proletarias en su narrativa. Estas son vistas por el
escritor como interesantes figuras que, constantemente, fueron oscu-
recidas por la escritura ligada al canon. No por otra cosa Guzmán las
incluye en sus cuentos y novelas con la intención de mostrar aquello
que, ensombrecido por los vicios del pueblo, no captó la atención de
las grandes literaturas nacionales. En este sentido, se comprende que
las mujeres se conviertan en una parte fundamental de su narrativa,
pues será mediante su presencia que el escritor logrará visualizar los
rasgos más nobles y virtuosos del pueblo anónimo.
Considerando, entonces, desde dónde escribe Nicomedes Guzmán
es que se ha querido analizar cómo el escritor configura literariamente
a la mujer proletaria. Así, se logra advertir cómo el signo mujer
proletaria se articula desde las valoraciones genérico-culturales de
la época, relacionándose al mismo tiempo con distintas variantes
ideológicas, políticas y estéticas que hábilmente el escritor concita
en su literatura. De ahí que se han logrado escenificar tres figuras
fundamentales que se advierten en su narrativa, a saber, la madre
sublime, la compañera-obrera y la prostituta. De este diagnóstico, y
como punto en común entre los estereotipos femeninos planteados,
se atendió al hembrismo como la concepción genérica-cultural que
exhorta a considerar la conexión que tiene la mujer con su cuerpo y
con la maternidad. Desde una perspectiva propositiva, el cuerpo y la
maternidad se consideró como una línea de fuga, pues en todas las
obras de Guzmán es precisamente la maternidad aquello que permite
a la mujer salir de su individualismo y devenir en comunidad, algo que
aquí se denominó como una Bildungsroman social femenina. En esta
línea de análisis, la maternidad como línea de fuga también será relaci-
onada con la agencia política y la transgresión de los espacios. La dico-
tomía entre lo público y lo privado desaparece una vez que las mujeres
salen a la calle en busca de soluciones que mitiguen la carencia de pan
y trabajo. Tanto en la labor obrera como en las huelgas multitudinarias,

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la mujer, en tanto madre, lograr romper con la pasividad, el temor y la


indiferencia con que de antaño había sido representada en las letras
nacionales. En efecto, ante una tradición literaria que enmudeció e in-
visibilizó a las mujeres del “bajo pueblo”, la mujer proletaria se presen-
ta, entonces, como la gran figura radical y disruptiva en la propuesta
narrativa de Nicomedes Guzmán.

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Artículo
LITERATURA Y LINGUÍSTICA N°41, 2020 | ISSN 0716-5811 | pp. 61-77
DOI: https://doi.org/
Recibido: 14 de noviembre 2019 · Aceptado: 20 de enero 2020

Constelaciones metafóricas de la memoria:


Sumar de Diamela Eltit*1

Metaphorical constellations of memory:


Sumar by Diamela Eltit

Mario Federico David Cabrera**2

RESUMEN
En este artículo me propongo analizar la novela Sumar (2018) de Palabras clave:
Diamela Eltit a partir de la configuración discursiva de tres tópi- Diamela Eltit,
cos que funcionan como metáforas asociadas a la problemática memoria,
de la memoria: el cuerpo de la narradora, el desplazamiento de posdictadura.
los ambulantes hacia La Moneda y la idea de nube/archivo. Sos-
tengo, a modo de hipótesis, que la noción de memoria se presen-
ta en esta novela como un punto de exploración estética y como
una preocupación política central para pensar el presente.

ABSTRACT
In this article, I analyze the novel Sumar (2018) by Diamela Eltit Keywords:
from the discursive configuration of three topics that function as Diamela Eltit,
metaphors associated with the problem of memory: the body memory, post-
of the narrator, the worker’s march to La Moneda, and the idea dictatorship
of cloud/archive. I consider, as an hypothesis, that the notion of
memory is presented in this novel as a point of aesthetic explo-
ration and a key political concern for analyzing the present day.

*1
El presente artículo se desprende de una línea investigativa del autor y del trabajo
realizado en el marco de la tesis de doctorado “La narrativa de Diamela Eltit (1983-2018):
metaficción, metáforas del cuerpo y cartografías marginales”, en curso.
**2 A
rgentino. Magíster en Estudios Latinoamericanos. Profesor Asociado en la Univer-
sidad Nacional de San Juan y becario doctoral de CONICET, San Juan, Argentina. federi-
codavidcabrera@gmail.com

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Constelaciones metafóricas de la memoria: Sumar de Diamela Eltit  |  David

Repasando imágenes
Aunque sorteamos el permanente bombardeo a
La Moneda, no logramos evadirla

Diamela Eltit, Sumar

A principios de la década del 2000, en el ensayo “Sociedad anónima”


Diamela Eltit1 se pregunta qué imágenes nos ha dejado el siglo XX chi-
leno. Si bien la respuesta incluye un amplio derrotero de detalles crue-
les (el desgarro de los derechos ciudadanos, la exclusión de grandes
franjas de la sociedad, la tortura y desaparición de los cuerpos, entre
otros), la autora considera que la representación del siglo se organiza
(o, mejor dicho, ha quedado presa) en torno al golpe de Estado del 11
de septiembre de 1973 como “una ordenación circular que permitirá
atisbar, con una cierta nitidez, la escalada programática de los distin-
tos hechos de violencia que han recorrido los últimos cien años” (Eltit,
Sociedad anónima 29).
En efecto, la llegada al poder de Augusto Pinochet no solo implicó
una reestructuración del Estado de acuerdo con los diseños geopolíticos
del neoliberalismo, sino sobre todo, el despliegue de una tecnología de
control, subordinación y aniquilación de las resistencias. Por un lado,
en el orden de lo económico, Chile se constituyó como el laboratorio
de las recetas económicas de la escuela de Chicago o la llamada
economía del “shock”. El país lleva a cabo profundas transformaciones
en la estructura social y en la forma de ejercer el poder: la actividad
industrial queda subsumida a otras prácticas entre las que adquiere
mayor preponderancia la especulación financiera; la banca nacional

1
Diamela Eltit (Santiago, 1949) es Licenciada en Letras por la Universidad de Chile.
Ha ejercido como docente de la Universidad Tecnológica Metropolitana y como profe-
sora invitada en las universidades de Cambridge, Columbia, Berkeley, Stanford, Wash-
ington y Johns Hopkins, entre otras. En el campo artístico, fue una de las fundadoras del
Colectivo de Acciones de Arte (CADA) a fines de los 70, movimiento que tendió a refor-
mular y rearticular las relaciones público/obra y arte/política en el marco de la censura
y el terror de la dictadura. Ha publicado tres libros que recopilan ensayos y artículos de
su autoría: Emergencias (2000), Signos vitales (2008) y Réplicas (2016). Su obra narrativa
comprende las novelas Lumpérica (1983), Por la patria (1986), El cuarto mundo (1988),
Vaca sagrada (1991), Los vigilantes (1994), Los trabajadores de la muerte (1998), Mano
de obra (2002), Jamás el fuego nunca (2007), Impuesto a la carne (2010), Fuerzas es-
peciales (2013) y Sumar (2018), además de las narraciones testimoniales El padre mío
(1989) y Puño y letra (2005).

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sufre una fuerte extranjerización; se disminuye notablemente la clase


obrera a la vez que la negociación colectiva se reduce al sindicato
de empresa; la economía agraria capitalista y empresarial se amplía
en detrimento del número de asalariados agrícolas. El Estado queda
así reducido a su mínima expresión como garante del respeto de la
propiedad privada y de los intereses empresariales (Faletto 75). Esto se
ve acompañado del aumento del desempleo, la disminución del poder
adquisitivo de los trabajadores, la privatización de empresas estatales
y de una reducción brutal del presupuesto para hospitales públicos, y,
por supuesto, para la educación.
Por otra parte, en lo que se refiere a la represión y al terrorismo de
Estado, la dictadura inicia un proceso de persecución, encarcelamiento
y ejecución de los enemigos políticos del régimen. Se instaura como
política el estado de sitio, el toque de queda y la persecución de
representantes de la Unidad Popular2. Además, se prohíbe la actividad
sindical y se intervienen los órganos de prensa y las universidades. El
terrorismo de Estado se presenta como una estrategia de socialización
del miedo a través de la tensión indefinida y voluntariamente
sostenida entre el orden del secreto y el de lo velado. Es decir que, a
pesar de la clandestinidad de las operaciones, la narrativa del miedo
se construye como un secreto a voces que impone en la ciudadanía
la necesidad del cuidado frente a la mirada del poder (Rotger 42).
Esta operatoria genera un doble desgarramiento en el plano de lo
simbólico: manifiesta un marcado interés por divorciar los lenguajes
de las historias oficiales respecto de la experiencia y las voces de la
doxa, por un lado, y obstaculiza cualquier intento de reconstruir una
memoria de lo acontecido, por otro. Nelly Richard, en diálogo con
Benjamin, esboza un diagnóstico de esta situación:
La falta de sepultura es la imagen —sin cubrir— del duelo histórico
que no termina de asimilar el sentido de la pérdida y que mantiene
ese sentido en una versión inacabada, transicional. Pero es también

2
La Dirección Nacional de Inteligencia (DINA) y, luego, el Centro Nacional de Infor-
maciones (CIN) se encargaron de llevar a cabo la persecución y tortura de los distintos
frentes opositores. Además, entre 1974 y 1978 operan junto con las organizaciones de
inteligencia de Estados Unidos, Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay en la Operación
Cóndor, plan supraestatal de represión que llevó a cabo el secuestro, entrega y asesinato
extrajudicial de exiliados entre los Estados que participaban.

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Constelaciones metafóricas de la memoria: Sumar de Diamela Eltit  |  David

la condición metafórica de una temporalidad no sellada: inconclu-


sa, abierta entonces a ser reexplorada en muchas nuevas direccio-
nes por una memoria nuestra cada vez más activa y disconforme.
(Richard, La insubordinación… 13)
En la década del 90, pese al cambio en el ejercicio institucional del
poder del Estado, los gobiernos de la transición establecen un pacto
entre redemocratización y neoliberalismo que deja fuera de escena la
problemática de la memoria, el duelo y las demandas de sectores ex-
cluidos (Ansaldi y Giordano 552; Brunner 53; Dorfman 190). Esto ha
dado lugar a un autoritarismo de mercado que determina gran parte
de la estructuración social de Chile aún en el presente. Pensemos, por
ejemplo, en la histórica demanda de los jóvenes chilenos por la gratui-
dad de la educación superior, en la llegada a la presidencia de una figu-
ra empresarial como la de Sebastián Piñera y en las reivindicaciones de
Pinochet que han realizado muchos de sus seguidores.
En este contexto, la figura de Diamela Eltit desarrolla una trayec-
toria estética y política que interviene de manera crítica respecto de
la conformación de un discurso social atravesado por el autoritaris-
mo, la impunidad, el olvido y la naturalización de la desigualdad so-
cial. A través de la performance, las instalaciones callejeras y el vi-
deoarte a fines de la década del 70 y comienzos de los 80, las prácticas
artísticas de la autora insisten en repensar las relaciones entre esté-
tica y política, desafiar las “morales del sentido único regidas por un
binarismo simple de negación/afirmación” (Richard, Feminismo…
90) y orientar la mirada hacia sujetos e identificaciones marginales3.
En 1983, la aparición de Lumpérica, su primera novela, marca un
hito en la construcción de una narrativa posterior al golpe de Estado
(Richard Tres funciones… 38; Cánovas 25) y demarca una forma de
trabajo que se complejiza a lo largo de toda su producción literaria:
una experimentación múltiple que impugna la noción naturalista de

3
Al respecto, Rubí Carreño Bolívar sostiene que el proyecto narrativo de Eltit “[…]
vulnera varias de las tradiciones hegemónicas chilenas, como por ejemplo, el imperio de
la literatura realista en colusión con el fundo mental como orden social; la construcción
de un sujeto popular que se escapa de las retóricas de la caridad o de la seguridad ciu-
dadana y que en vez de hablar de redimido tras las rejas, cuenta la historia, aunque sea a
través de las huellas que dejan en su cuerpo el vino, la tortura o la automutilación. A esto,
se suma en su narrativa reciente, la crítica a la omnipresencia del mercado que destruye
colectivos que van desde la familia y el gremio hasta la nación” (145).

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representación, hace uso de metáforas que socavan los dispositivos


de control y demanda una participación activa de los lectores en la
decodificación de los sentidos4. Asimismo, el cuerpo se manifiesta
como un mapa (o documento) que permite explorar las huellas de la
historia y el autoritarismo (Corbin 2-3)5.
Atendiendo a lo señalado, en este artículo me propongo realizar
una lectura de la novela Sumar (2018) a partir del análisis de tres tó-
picos que, desde mi punto de vista, funcionan como metáforas aso-
ciadas a la problemática de la memoria: el cuerpo de la narradora, el
desplazamiento de los ambulantes hacia La Moneda y la idea de nube/
archivo. En lo que se refiere al encuadre teórico, me sitúo desde una
perspectiva intersticial que busca articular saberes de los estudios de
la memoria social6 y atender a la especificidad de los discursos litera-
rios. Esto implica, entre muchas otras tareas, intentar responder a la
pregunta acerca de la dimensión ética y política del recuerdo en tanto
práctica que asigna roles y configura sentidos de amplia resonancia en

4
“La ruptura del código lingüístico tiene también una equivalencia con la rotura de
la piel. Mediante esta rotura última, el cuerpo del texto expresa su deseo de liberación de
modelos opresores; el deseo de autogestarse desde una programación distinta, única y
nueva, frente a las diferentes prisiones ofrecidas por el sistema oficial” (Brito 112).
5
“Eltit’s texts throughout her career have required this recognition of the corporal. In
her first novel, Lumpérica, Eltit forces the reader to face the bloody cuts on her page in or-
der to enter the chaotic existence of Chilean citizen living under dictatorship. This move
toward the abject corporality of the sliced and wounded body has remained consistent
throughout the trajectory of Eltit’s work, with her 1991 novel, Vaca sagrada, exploring the
tortured body though the incorporation of expressions of body dysmorphia and marked
examination of sadomasochistic relationships. Later, El infarto del alma’s denunciation
of the Chilean mental health care system occurred via the photographic (re)presenta-
tion of the bodies of one facility´s patients, drawing the reader to a consideration of the
corporal evidence that betrays a differently normal interior psychic state. In her latest
novel, Impuesto a la carne, Eltit transports the reader into the bloodied and sickened
existence of a mother and daughter suffering through multiplying maladies within the
confines of an authoritarian hospital that repeatedly violates the sanctity of the body and
the autonomy of the individual. All of these texts reveal a constant within the trajectory
of Diamela Eltit’s contributions to New Chilean Fiction: the turn to the body´s revelatory
capacity as a corporal archive of human existence” (Corbin 2-3).
6
Utilizo la denominación “memoria social” en clara referencia a Halwachs (45)
quien entiende la memoria como una práctica social de carácter dinámico y colectivo
que produce experiencias del pasado. En lo que se refiere a la memoria social como un
campo de estudios, es importante destacar que en el contexto latinoamericano posterior
a la década del 80, adquieren especial protagonismo en relación con los procesos de
reconstitución democrática y la búsqueda de respuestas ante el horror del terrorismo
de estado. Son muchos los trabajos producidos en este campo; en la elaboración de este
artículo me han resultado especialmente significativos los aportes de Idelber Avelar (10),
Nelly Richard (Latencias… 9-12) y Steve Stern (30).

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Constelaciones metafóricas de la memoria: Sumar de Diamela Eltit  |  David

el presente. Desde este punto de vista, conceptualizo los discursos li-


terarios y artísticos como piezas fundamentales para la construcción
de narrativas memorialistas que exploran las fisuras y tensiones de los
discursos oficiales y las experiencias silenciadas (Cabrera 66). Así, sos-
tengo, a modo de hipótesis, que la noción de memoria se presenta en
esta novela como un punto de exploración estética y como una preocu-
pación política central para pensar el presente. Parafraseando a Ben-
jamin (67), la memoria relampaguea en las metáforas de Eltit como
recuerdo de la precariedad del ahora.

Una frenética máquina de sueños


Como en un juego de pliegues barrocos, Sumar se construye por la du-
plicación de las historias que busca representar y en la ambigüedad de
sus referentes. La novela cuenta algunos episodios de la gran marcha
de los trabajadores y desposeídos que buscan recorrer más doce mil
quinientos kilómetros en un lapso de trescientos setenta días7 para al-
canzar “la moneda”. Esto activa un doble régimen de significación: la
moneda alude al emplazamiento del poder político, el Palacio de La
Moneda, y, a su vez, remite al capital, unidad que regula el consumo (y
la vida) en la sociedad neoliberal:
La novela parte de una ambigüedad. La Moneda, como cuerpo ar-
quitectónico ubicable en la historia política de Chile, pero también
la moneda como figura económica que concreta la impronta de los
tiempos del capital. En este sentido, Eltit responde a la ambigüedad
que ha caracterizado la política chilena. El hecho de que el palacio
presidencial haya sido ubicado en la Casa de la Moneda abre una
imagen que precede y, por qué no, anuncia la instauración de la
equivalencia entre economía y política. (Guerrero s/p)
La narración elide cualquier referencia respecto del origen de la
marcha y se limita a presentar algunas elucubraciones acerca de lo que
sucederá cuando llegué a su fin, cuando los caminantes alcancen la

7
De acuerdo con Laura Scarabelli, la figura de la marcha parece aludir a una de las
más grandes hazañas del partido comunista chino: la Larga Marcha que emprendieron
las tropas del Ejército rojo huyendo del Ejército de la República de China entre 1934 y
1935. En coincidencia con la novela, esta gesta implicó el desplazamiento de miles de
soldados a los largo de doce mil quinientos kilómetros en trescientos setenta días (Sca-
rabelli 199).

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moneda. Es decir que la escena de enunciación se sitúa in media res,


en un momento indefinido de la marcha en la columna de los trabaja-
dores ambulantes y desde ahí recupera algunos momentos de esa ex-
periencia y realiza algunas proyecciones.
La enunciación está a cargo de Aurora Rojas, una trabajadora am-
bulante que carga sobre sí (lleva incrustados en su cerebro) a sus cua-
tro hijos nonatos. Este personaje se halla duplicado: cuenta con una
tocaya con la que comparte la marcha, se acompañan, discuten y di-
sienten a lo largo del texto. El cuerpo de la narradora, asimismo, se
presenta como materialidad física capaz de resistir al dolor y el agota-
miento de la lucha y como territorio de operaciones para sus nonatos
que debaten ideas políticas, interpelan a su madre, son cautivados por
las pantallas de sus celulares y exhuman los archivos que resguarda
ese cerebro8.
A lo largo de la lectura llama especialmente la atención que tanto
el discurso de la narradora como el de su tocaya operan a través de
una digresión permanente que tiende a expandir histórica y geográfi-
camente las referencias socioculturales: la erupción del volcán Bromo
en Indonesia, una reunión de líderes del Asia Menor que discuten un
acuerdo para la explotación de los recursos naturales del planeta, el
comercio del tabaco por parte de la Dinastía Qing, el incendio de la
Biblioteca de Alejandría y las celdas de la cárcel de Guantánamo, entre
otros. A la manera de una red de hipervínculos, el relato enhebra una
serie de imágenes de tragedias humanas. La narradora y su tocaya se
presentan como las guardianas de la memoria social del desastre.
Por otra parte, es importante destacar que la narradora se sitúa a
lo largo de la novela en una frontera difusa entre sueño y realidad. In-
cluso ella misma llega a afirmar que se convierte en “una frenética má-
quina de sueños que parecían contener un futuro que yo nunca podría
contener” (Eltit, Sumar 14). Desde mi punto de vista, la práctica de la
narración asume un registro convulsionado por la continuidad de las

8
Mónica Barrientos destaca que, a diferencia de lo que sucede en novelas como El
cuarto mundo o Impuesto a la carne, la relación madre-hijo en Sumar manifiesta una
agencia divergente: “La madre es parte de este acontecimiento de suma a otros como
ella, pero los nonatos tienen su propia agenda, porque son hijos neuronales, producto
de la tecnología humana” (160).

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Constelaciones metafóricas de la memoria: Sumar de Diamela Eltit  |  David

imágenes del pasado y del registro onírico como una pesadilla perma-
nente que, en palabras de la tocaya, agitan la memoria.
El espacio del sueño se presenta como una instancia de interpene-
tración de imágenes no resueltas, no decodificadas del todo, como una
fantasmagoría o un ejercicio de exhumación de archivos y de cuerpos
que vagan por las grietas de una memoria inconclusa. En este sentido,
resulta especialmente relevante la comparación que realiza la narra-
dora respecto de su actividad dicente:
[…] estoy convencida de que estoy habitada por voces ajenas. Pien-
so que soy la víctima de una tiránica forma de regresión síquica rea-
lizada por Eusapia Palladino, nacida en Bari, Italia, la médium más
iluminada del siglo XIX, que quiso traducir al barese los lamentos
de un conjunto de muertos. Fantasmas irritados ante la limitación
que contenían sus mensajes, porque ellos solo hablaban la lengua
de Oc. (Eltit, Sumar 60)
Al igual que sucede con otras narraciones de Eltit, es posible iden-
tificar una relación metafórica que conecta el cuerpo de la narradora
con el cuerpo de la escritura/narración (Morales, El discurso crítico…
10) entendidos como territorios polifónicos atravesados por la urgen-
cia de revisitar las huellas de la memoria, de conectar las experiencias
individuales con las tragedias del pasado y cepillar a contrapelo el dis-
curso del presente. Como afirma la tocaya: “El tiempo está disuelto y
circula en mi interior” (Eltit, Sumar 14). En este sentido, este cuerpo
multiforme modula una voz, una máquina de soñar, que es también
una máquina de recordar, de narrar y de sobrevivir.

Los hijos del genocidio industrial


Como señalé anteriormente, en Sumar se relata la gran marcha de los
excluidos del sistema, de los ambulantes que han experimentado el
hambre y la marginación hasta el extremo: “Hastiados de los golpes
que nos propinan las oleadas de desconsideración y desprecio” (Eltit,
Sumar 18).
Precisamente, la figura de la marcha se inscribe dentro de una me-
moria social de luchas y reivindicaciones ciudadanas; una herramienta
de intervención social para señalar el desacuerdo con políticas guberna-
mentales, una modalidad de adquirir visibilidad y defender derechos.

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Dentro de este amplio repertorio de significaciones es posible incluir,


por ejemplo, las últimas palabras de Salvador Allende en las que afir-
maba que más temprano que tarde se abrirán las grandes alamedas de
la historia para que pase el hombre libre. Tomar las calles y llegar a La
Moneda se significan en la novela como un anacronismo, un último res-
to de esperanza ciudadana frente a un escenario social gobernado por el
desamparo y la indiferencia: “Somos sombríos. Semihumanos o subhu-
manos. Un tipo progresivo de zombis pobres que conservan ciertas es-
peranzas en la poca carne que nos resta” (Eltit, Sumar 84). La marcha,
como escenario móvil, configura una forma de subjetividad alternativa
que disputa un espacio de representación y de derecho en los diseños de
la ciudad neoliberal. En palabras de Mónica Barrientos:
La ocupación de los espacios forma un tipo de marginalidad que no
es estática, sino movible, ya que el espacio que utilizan se transfor-
ma junto con ellos para configurar una subjetividad que contiene
una pulsión comunitaria en que los personajes se asocian y diso-
cian para fisurar los espacios que intentan normalizarlos. (6)
Los ambulantes son los herederos de la Dictadura, “[…] los hijos
del genocidio industrial” (Eltit, Sumar 29) que portan en sus cuerpos la
evidencia de una política del despojo y la vigilancia. El golpe de Estado,
en efecto, constituye una brutal interrupción no solo de un proyecto de
desarrollo industrial del país, sino también de los derechos laborales
y ciudadanos. En este sentido, es importante destacar que la novela
recupera, a través de distintas marcas discursivas, una memoria del
movimiento obrero chileno.
En primer lugar, el libro presenta a modo de epígrafe una carta de
petición9 escrita por el padre de Ofelia Rebeca Villarroel, una de las
obreras de Sumar Nylon10, que fue arrestada y asesinada por las fuerzas

9
Este texto ha sido extraído del libro Cartas de petición 1973-1989 de Leónidas Mo-
rales. De acuerdo con el autor, en estas cartas “el emisor en cada una de ellas le formula
siempre al destinatario una petición cuyo origen remite invariablemente al estado de
represión permanente que el golpe militar introduce: saber el paradero de un familiar
detenido, que se investiguen los términos inaceptables de una muerte, que se deje en
libertad a un detenido sin juicio durante largos meses, que se ponga término a una inco-
municación prolongada, que se suspenda la prohibición de abandonar un determinado
lugar de residencia, etc. Por eso en adelante me referiré a ellas llamándolas cartas de
petición […]” (2).
10
Sumar Nylon fue una industria textil intervenida por el gobierno de la Unidad Po-
pular en el período 1971-1973. Se considera una de las “industrias combativas” debido a

69

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militares en septiembre de 1973. En este gesto no solo se reactualiza


el grito de Antígona que implora por la recuperación del cuerpo de un
ser amado para su duelo, sino que también invoca el recuerdo de uno
de los emblemas del cooperativismo y la organización del movimiento
de los trabajadores.
Por otra parte, la marcha es liderada por dos figuras históricas, dos
referentes de las luchas obreras de comienzos del siglo XX: Casimiro
Barrios11 y Ángela Muñoz Arancibia12. El liderazgo de estos personajes
se caracteriza por el despliegue de una serie de mecanismos de capta-
ción y control de los participantes de la marcha. La narradora y su toca-
ya, por su parte, instauran la duda y advierten constantemente acerca
de la impostura y el anacronismo que se desprende de la palabra de
estos dirigentes:
Mientras el Casimiro Barrios exponía las últimas razones que nos
involucraban de manera imperativa en la marcha, mi tocaya me
susurró que él nos usaba como meros recursos humanos para ex-
tender su voluntariosa persistencia en un mismo fracaso. Dijo que
él era la representación más poderosa de la falla producida por una
repetición. (Eltit, Sumar 19)
El discurso de Casimiro, además, invoca a la figura de Zenón To-
rrealba Ilabaca13 como símbolo de las derrotas producidas por la des-

la efervescencia política que se desarrollaba en su interior: comités de producción, vigi-


lancia y bienestar, además de una fuerte presencia de delegados del Partido Comunista,
del Partido Socialista, del Movimiento de Izquierda Revolucionaria y del Movimiento de
Acción Popular Unitaria. Luego del golpe militar, el ejército intervino la fábrica, detuvo
y, más tarde, desapareció a varios de sus trabajadores. En la actualidad, en el predio fun-
ciona “[…] un outlet llamado precisamente “La Fábrica” que mantiene ciertos recuerdos
de la antigua cooperativa como vestigios de un pasado glorioso entre medio de la oferta
de la última moda de segunda selección para el consumo de la gente de los sectores
poblacionales” (Barrientos 41).
11
Casimiro Barrios Fernández es un anarquista español que se estableció en Chile a
los catorce años y en 1920, a los treinta años, fue deportado bajo acusaciones de subver-
sión.
12
Militante anarquista de principios del siglo XX. Lideró en Santiago las primeras
organizaciones femeninas de tendencia libertaria como la Federación Cosmopolita de
Obreras en Resistencia (1903), la Sociedad de Resistencia de Sombrereras (1906) y la
Sociedad de Resistencia de Operarias de la Casa Matus (1907) (Guzzo 135).
13
Zenón Torrealba Ilabaca (Curicó 1875- Santiago 1923) fue senador, dirigente sindi-
cal y periodista chileno comprometido con la defensa del movimiento obrero y la demo-
cracia. Fue asesinado en el Senado a manos de un compañero del Partido Demócrata,
Luis Correa Ramírez.

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confianza y las divisiones al interior del movimiento, como mártir de


la traición y el descontento. El asesinato del senador se presenta, en
este discurso, como uno de los acontecimientos fundacionales de una
forma de ejercicio de la política atravesada por la violencia y la aniqui-
lación de cualquier tentativa que invoque “derechos para cuerpos sin
moneda” (Eltit, Sumar 150).
Por último, la mercancía misma de los vendedores ambulantes se
presenta como resto de otro tiempo, como huella de la tragedia social
de la dictadura:
El paño del Diki era blanco, limpio y austero, pero la mercadería
que vendía no tenía la menor salida porque se limitaba a exhibir los
saldos de una liquidación antigua de la fábrica Corradi (el sueño
más probo del tiempo fabril), que había quebrado de manera ilegal
en la periferia, después de una huelga prolongada que les resultó
convenientes a los promotores de la cesantía y a los explotadores de
las horas extraordinarias. (Eltit, Sumar 157)
Los cuerpos de los ambulantes, como el conjunto de piezas de-
formes que vende el Diki, son el resultado de un diseño político que
opera por las leyes de un capitalismo descarnado en el que la vida
queda reducida a mero resto orgánico. La memoria de las luchas
obreras se manifiesta como una irónica constatación de los fracasos
del pasado. Pero, a la vez, el recuento de las tragedias y las desigual-
dades demanda una acción e interpela desde el presente: “Estába-
mos exhaustos por las consecuencias del presente, agotados por lo
irrisorio de nuestras existencias y muy tristes por la infamia que venía
y estaba contenida a plenitud en lo único que conocíamos: nuestro
pasado” (Eltit, Sumar 168-169). Atendiendo a lo señalado, es posible
afirmar que la noción de memoria en la novela se manifiesta como
un sentido activo, plural y político que alude a “[…] un proceso de
remembranzas selectivas y en pugna, como maneras de darle signi-
ficado a la experiencia humana y construir la legitimidad desde ella”
(Stern 30).

Habitar las grietas


Como señalé anteriormente, el cuerpo de la narradora evidencia una
metamorfosis que deja de lado cualquier argumento referido a la uni-
cidad del sujeto: se halla duplicado en la figura de su tocaya y alberga

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Constelaciones metafóricas de la memoria: Sumar de Diamela Eltit  |  David

en su cerebro a cuatro hijos que deciden no nacer. Esta incursión mul-


tiplicadora del cuerpo se enmarca en un espacio narrativo dominado
(o capturado) por la lógica de lo virtual y las nuevas tecnologías.
Existe una nube que se expande agobiada por la omnipotencia de
su captura. Parece invisible aunque porta una materialidad abru-
madora. Una nube inubicable para nosotros. Está radicada arriba
o abajo o entre los intersticios de un subterráneo o en la síntesis
proteica de una comida espacial.
La nube es una cifra inmensa (aun en el paroxismo de su parque-
dad) que se apodera de la suma de nuestros movimientos. Es ávida,
provista de una elasticidad envidiable. Un espacio inclusivo que
contiene una flota de robots de última generación y el ocaso fílmico
de un astronauta. (Eltit, Sumar 11)
Precisamente, la mirada de la narradora en las primeras páginas de
la novela que se inicia en la cúspide —que representan la nube y los
satélites como formas de vigilancia y almacenamiento de cada uno de
los movimientos de las personas—, luego atiende a los edificios de la
ciudad y, finalmente, se focaliza en las veredas donde habitan los am-
bulantes (Barrientos 39). Este gesto discursivo contribuye a la configu-
ración de una subjetividad ciudadana atravesada (y sujetada) por las
tecnologías de la vigilancia.
Asimismo, es posible señalar que la materialidad histórica de los per-
sonajes de la novela se disuelve en el escenario de la nebulosa digital:
La Ángela dice que no tenemos que preocuparnos porque somos
cuerpos de colección, un abigarrado paquete de antigüedades,
dice, y asegura que la nube nos retiene y nos archiva como un de-
rruido recuerdo. Sí, dice, archivados para certificar el fracaso más
recurrente de las marchas. Afirma que nos seleccionaron debido a
nuestro espíritu añejo. Lo hicieron como testimonio innegable de
que estamos completamente discontinuados y por eso ahora for-
mamos parte del catálogo que consigna las secciones clasificadas
como archivos del fracaso. Se trata de atesorar experiencias dema-
siado gastadas por la repetición de decisiones primitivas, y que van
a formar parte de los máximos derrotados en este exacto período,
el siglo XXI, una época inicial que, según la Ángela, va a ser tan pro-
longada como la Alta Edad Media. (Eltit, Sumar 115-116)

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En este contexto, la novela elabora una singular constelación me-


tafórica de la memoria en la que se intersectan prácticas y discursos
vinculados con el recuerdo de las tragedias del pasado y las prácticas
de almacenamiento y conservación de datos en las nuevas ordenacio-
nes electrónicas. Dentro de esta configuración cronotópica14, se anula
la linealidad del tiempo y todas las referencias históricas conviven en
un presente que actualiza a cada momento su repertorio trágico: “[…]
aunque sorteamos el permanente bombardeo a la moneda, no logra-
mos evadirla” (Eltit, Sumar 170).
La imagen-recuerdo del Palacio de La Moneda en llamas, desha-
ciéndose, se reitera a lo largo de la novela como una metáfora múltiple
que alude a la interrupción del orden de un proyecto democrático al-
ternativo y también a la desmaterialización (Guerrero s/p) y sumisión
de las narrativas nacionalistas a las lógicas del capital. Esta imagen in-
augura un tiempo nuevo
[…] realista, pragmático, tanto que ya había emprendido el proce-
so de destrucción de todas las vidas que no resultaran proclives a
resignarse o a inclinarse ante la moneda o a llorar, a implorar y re-
volcarse frente a la imposibilidad de contar con una montaña de
monedas. (Eltit, Sumar 102-103)
Por otra parte, es importante destacar que las referencias a la carta
de petición que antecede al texto gravitan a lo largo de la novela como
parte de un archivo mental del terror. Los nonatos, que marchan col-
gados de una “memoria umbilical” (57), custodian un archivo de imá-
genes, documentos, cartas y diversos escombros que se reciclan infi-
nitamente en la mente de su madre. En este sentido, se revelan como
archiveros y hermeneutas de una historia que resiste (Ramos s/p): “A la
esperanza en esa ceremonia se plegaron mis hijos, porque estimaron
que la carta debía ser leída justo afuera de la moneda, en el centro de
su reconstrucción, después de los hoyos considerables causados por
las bombas” (Eltit, Sumar 107).
La desclasificación y lectura coral de la carta funda un acto de re-
beldía que pretende escalar el revés de la historia e insistir en la ac-

14
Recupero la noción bajtiniana de cronotopo novelesco para referir “[…] la co-
nexión esencial de las relaciones temporales y espaciales asimiladas artísticamente en la
literatura” (Bajtín 237).

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Constelaciones metafóricas de la memoria: Sumar de Diamela Eltit  |  David

tualidad de la tragedia. Así, en un mundo condenado a la repetición


y capturado por las nubes electrónicas, la figura de estos nonatos no
solo condensa una serie de metáforas que aluden a la responsabili-
dad política de transmisión y conservación de las memorias colecti-
vas, sino que también inaugura una grieta para repensar el proyecto
humano.

Consideraciones finales
La noción de memoria gravita a lo largo de toda la producción literaria
de Diamela Eltit como una preocupación estética y política que podría
resumirse a través de la siguiente interrogante: ¿cómo habitar política-
mente los signos literarios y, a la vez, eludir las mallas del realismo y
las estéticas del significado único? (Richard, Feminismo 90). En el caso
específico de Sumar esta pregunta se traduce en un particular enlace
de metáforas que fundamentan una lectura dialéctica de la relación
pasado-presente.
La representación de los marchantes como hijos del genocidio
industrial y el amplio repertorio de referencias a las luchas del movi-
miento obrero, activa una estrategia de lectura que atiende a las rela-
ciones entre este discurso novelístico con la experiencia histórica de la
violencia política y económica instaurada por la dictadura militar en
1973. La retórica de la novela, como he señalado anteriormente, lejos
de asimilar un modelo lineal del tiempo histórico, se organiza en tor-
no a la permanencia de las tragedias. Parafraseando al ensayo de la
autora, la representación del escenario social chileno contemporáneo
permanece atrapado entre las llamas del Palacio de La Moneda (Eltit,
“Sociedad anónima” 29).
Asimismo, el cuerpo de la narradora se representa como un territo-
rio en el que se inscriben las huellas del tiempo. Aurora Rojas transita
diversos estadios como ambulante que marcha para alcanzar la mo-
neda, como espacio de la gestación de sus nonatos, como máquina de
contar/soñar historias y como archivo que resguarda las claves para
entender el presente.
Por último, la omnipresencia de la nube que contiene, vigila y ar-
chiva la vida en la comunidad de los ambulantes esboza una crítica a la
incesante penetración de las redes virtuales y del modo en que inter-

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vienen en la organización y percepción de las experiencias humanas


(Scarabelli 201). En este sentido, frente a un horizonte social y político
gobernado por la repetición y la estandarización de los signos, la no-
vela instaura una ruptura que reivindica la potencia comunicativa de
la ambigüedad, la polifonía y el desplazamiento del significante como
estrategias de reactivación y recuperación de la memoria.

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Artículo
LITERATURA Y LINGUÍSTICA N°41, 2020 | ISSN 0716-5811 | pp. 79-99
DOI: https://doi.org/
Recibido: 22 de marzo 2019 · Aceptado: 25 de noviembre 2019

Luna verde, de Joaquín Beleño, y las


esclusas del lenguaje*1

Luna Verde, by Joaquín Beleño and locks of language

Nayra Pérez Hernández**2, Antonio Becerra Bolaños***3

RESUMEN
La novelística canalera no ha tenido una presencia significati- Palabras clave:
va en los estudios literarios latinoamericanos fuera de Panamá, literatura
a pesar de trabajar temas comunes con otras literaturas nacio- panameña, novela
nales de la región. A Joaquín Beleño (1922-1988) se le reconoce canalera, oralidad,
como iniciador de este género con la publicación de Luna verde otredad, identidad
fronteriza.
en 1941. Nos centraremos en el tratamiento del lenguaje en esta
novela, pudiéndose hablar de auténtica novela oralizada, con lo
cual llega a convertir el uso de la lengua en el parámetro para la
construcción de la otredad. La lengua en Luna verde de Joaquín
Beleño, como el Canal, que se abre y se cierra, junta al tiempo
que separa y contribuye a la construcción de una identidad pro-
blematizada, fronteriza, heterogénea.

ABSTRACT
The canal novel has not had a significant presence in Latin Keywords:
American literary studies outside of Panama, despite addres- Panamanian
sing common themes found in other national literatures in literature, Canal
the region. Joaquín Beleño (1922-1988) has been recognized novel, orality,
as the founder of this genre with the publication of Luna Ver- otherness, border
identity.
de in 1951. We will focus on the interesting treatment given to
language in this novel, which can be described as an authentic
oralized novel that turns the use of language into a parameter
for the construction of otherness. In short, the language in Joa-

*1
Este artículo se inscribe en el Proyecto de Investigación “Hacia la configuración de
un mapa del afrohispanismo literario”. Proyecto FGE.NPH.17.04, Dirección General de
Investigación de la Universidad de Las Américas, Quito, Ecuador.
**2
Española. Doctora en Literatura y Teoría Literaria. Académica de la Universidad de
Las Américas, Quito, Ecuador. nayra.perez@udla.edu.ec
***3
Español. Doctor en Literatura y Teoría Literaria. Académico de la Universidad de
Las Palmas de Gran Canaria, Canaria, España. antonio.becerra@ulpgc.es

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Luna verde, de Joaquín Beleño, y las esclusas del lenguaje  |  Pérez y Becerra

quín Beleño’s Luna Verde, much like the Panama Canal, which
opens and closes, both brings together and separates, and con-
tributes to the construction of a problematized and heteroge-
neous border identity.

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Came from the sea, to Panamá,


To work in the jungle and build the canal
He got paid in silver, the white man in gold,
and the yellow fever took everyone’s soul.

Grandaddy was a West Indian Man,


Y vivió y murió en Panamá.

(fragmento de “West Indian Man”, Rubén Blades)

Introducción
No es posible entender la historia contemporánea de Panamá sin el
Canal. Es el símbolo de este pequeño país, “rasgadura” que parte el
continente americano en dos. Muchos autores van más allá al señalar
que sin esta colosal obra de ingeniería no puede entenderse la idiosin-
crasia del panameño (Castillo 28). Durante casi un siglo (1904-1999),
esta parte del territorio nacional perteneció a Estados Unidos, que no
solo la mantuvo militarizada, sino que ejerció la justicia militar sobre
los panameños en la Zona del Canal y mantuvo “un sistema de clases
(gold roll y silver roll) que favorecía a los estadounidenses contra los
trabajadores de otras nacionalidades” (Valderas Alonso 38).
La construcción del Canal no solo supuso el asentamiento de la
colonia estadounidense, sino la llegada de personas de múltiples et-
nias y culturas, lo que dará lugar a encuentros y desencuentros con los
proyectos de blanquear e hispanizar a la heterogénea población local,
llegándose a lo que Pulido Ritter denomina “la extranjerización del es-
pacio, en la cual quienes se comprenden como panameños creen ser
extranjeros en su propio espacio nacional” (“Joaquín Beleño…” 64).
Por eso, para el poeta Luis Caicedo, el Canal es “una ‘profunda herida’
en el cuerpo metafórico, incisión imperialista que emerge como origen
y falla (ursprung) imaginarios inalcanzables, de una realidad social im-
placable” (Noemi Voionmaa, “Cuerpos…” 143).
Así, es fácil entender que el Canal y su Zona, haya sido —y siga
siendo— objeto de la constante atención de los escritores paname-
ños, como explica Arias: “La temática del Canal ha sido tema per-
manente en la literatura panameña, como no podía menos dada su
trascendencia en la realidad nacional” (citado en Vázquez Quirós, El
Canal… 2).

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Ya en 1960, en el prólogo que escribiera a Gamboa Road Gang, Jorge


Turnera dio las primeras señales de la existencia de una narrativa de la
Zona del Canal. Así, se entiende como “novela canalera” el subgénero
narrativo “que gira en torno a la construcción del Canal de Panamá, la
Zona del Canal o en referencia muy estrecha a esta” (Pulido Ritter, “La
‘novela…” 31). Estas novelas, por las peculiares circunstancias de la na-
rrativa en el país y lo tardío de la independencia panameña, han de ser
consideradas fundacionales, pues reflexionan por primera vez acerca
de qué es lo panameño más allá de colocar a la Zona del Canal en el
imaginario literario nacional. Como ha señalado Jaeger, “esta trinidad
de novela, nación y canal es fundamental en cualquier consideración
de la literatura panameña, porque la novela termina siendo el género
predilecto para explorar los problemas de la nación y el canal” (89). Así
cumplen la misma función fundacional que las novelas románticas del
siglo XIX en el resto de países hispanoamericanos (Jaeger 92). O, como
explica Valderas Alonso:
Nuestros escritores, desde todos los géneros literarios, utilizaron su
mejor arma: la palabra escrita, para hacer que la identidad nacional
permaneciera viva ante los procesos de transculturación que nos
asediaban desde la colonia fundada por los norteamericanos a po-
cas calles de nuestras casas. Así, la literatura se convirtió en el faro
que guio las gestas nacionales y reflejó todo el dolor que produjo
la lucha y toda la esperanza que se mantuvo en alto hasta lograr
que finalmente todo Panamá estuviera unido en un solo territorio y
bajo una sola bandera. (52-53)
Una de las primeras respuestas ante este tipo de ataques a la sobe-
ranía se articulará en la novela panameña en lo que Joaquín Beleño de-
nomina “exhibicionismo patriótico” (“La novela…” 34). Así, las novelas
de corte histórico de Octavio Méndez Pereira (Vasco Núñez de Balboa,
1934, y Tierra firme, 1940) y muchas de las manifestaciones vinculadas
con la reivindicación hispánica de Panamá entrarían dentro de este
patriotismo extremo. Los homenajes institucionales a figuras como
Núñez de Balboa —en 1924, considerado por el presidente Porras “a
Panamanian ‘precursor’ and praised him […] particularly for his role in
spreading Hispanic culture” (Szok 42)— o Miguel de Cervantes (1923),
pretenden presentarlos como campeones del hispanoamericanismo
frente al panamericanismo, que se vincula con el proyecto estadouni-

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dense. En este sentido, los textos escritos al calor de este tipo de ho-
menajes de claro cariz neocolonial apuntan hacia la dirección que in-
telectuales latinoamericanos como Henríquez Ureña o Ugarte habían
planteado, esto es, que “la lucha cultural y política que tiene lugar en
el continente enfrenta la riqueza material de Estados Unidos con la ri-
queza espiritual de Latinoamérica” (Becerra Bolaños 190). Margarita
Vásquez considera que estos textos plantean excluir a una parte de la
población panameña, como la procedente del Caribe inglés o francés,
o la misma población indígena, y se inscriben en la dialéctica civiliza-
ción/barbarie que se producía en otros países de la región (“Una lec-
tura…” s.n.). Curiosamente esa será una de las principales acusaciones
que le hace Quince Duncan a Beleño, para quien este representa al
“hispanomestizo típico, cargado de eurofilia, vale decir, alienado por
la cultura europea a la cual sobrevalora, mientras minimiza, denigra o
‘folcloriza’ a la cultura local” (Manzari, “Rompiendo…” 88).
Con Luna verde, Joaquín Beleño inicia su trilogía del Canal, que
completará con Curundú Lane y Gamboa Road Gang (1956 y 1960,
respectivamente), y que viene a distanciarse de la novelística anterior
“aun cuando”, como afirma el propio autor, “no pierde su acento de ex-
hibicionismo patriótico que se caracteriza por la diversificación de su
temática” (“La novela...” 34).
En uno de los primeros estudios referentes a las novelas canaleras
de Beleño, Ruiloba había propuesto una serie de intertextos (Al filo del
agua, de Agustín Yáñez; Raza de Bronce, de Alcides Arguedas; Canal
Zone, de Carlos Aguilera Malta; Compadres, de Carlos Droguett; Ple-
nilunio, de Rogelio Sinán; Vida y Dolores, de Juan Varela, y Gentes y
Gentecillas, de Carlos Luis Fallas) con los que la trilogía comparte espa-
cios comunes. De esta manera, continúa Ruiloba, estas novelas se ins-
criben dentro de la corriente neorrealista hispanoamericana, ya que
desarrolla sus tópicos (hombre y cultura, racismo, conciencia de clase,
luchas sociales y poder), aunque obvia “la sicología adjetiva” (“Joaquín
Beleño…” 89) de las novelas neorrealistas, porque no persigue inser-
tarse en posiciones ideológicas como aquellas y trata de trascender el
problema de la condición humana. De ahí que deberíamos considerar
que lo fundamental de las novelas de Beleño es el proceso de búsque-
da de la conciencia de ser frente al poder y los efectos de las relacio-
nes que establecen los personajes con aquel en el contexto del Canal

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Luna verde, de Joaquín Beleño, y las esclusas del lenguaje  |  Pérez y Becerra

y su desarrollo económico. Como señala Ibáñez Castejón, “Luna verde


pone en escena la transición del personaje, y del país, hacia una toma
de conciencia existencial e histórica” (La novela… 211).
El relato de Luna verde se ubica en el Canal y la Zona de los años
alrededor de la Segunda Guerra Mundial. La autobiografía de Ramón
de Roquebert, hijo de un extranjero y una panameña es, como señala
Noemi Voionmaa, una Bildungsroman en clave política, mientras que
para Jaeger lo es pero a la inversa, ya que salvo el arrepentimiento y el
activismo del final de Roquebert, la novela es el relato de una degrada-
ción, hasta el punto “de obligar a su hermana a prostituirse para recibir
él un ascenso en su trabajo en la zona canalera” (90). Pero su muerte
es heroica y “su diario es el testimonio que queda del aprendizaje de
este héroe de la independencia” (Noemi Voionmaa, “Cuerpos…” 155).
Hay que tener en cuenta que las novelas de formación no tienen por
qué asociarse con un aprendizaje en clave positiva, ya que en muchos
casos se produce la degradación moral de sus protagonistas; piénsese,
en este sentido, en ejemplos tan conocidos como Lazarillo de Tormes,
Julien Sorel u Oscar Matzerath.
Watson, por su parte, señala cómo las novelas de Beleño (que de-
ben ser consideradas novelas testimonio, pues aún no siendo testi-
monio auténtico tienen muchos aspectos de la narración en primera
persona y verdad histórica) se centran en los efectos psicológicos que
produce la presencia estadounidense en los trabajadores del Canal.
Por tanto, están orientadas a la denuncia del racismo, el imperialismo
y la explotación de los Estados Unidos, en el contexto de una defini-
ción de la propia identidad panameña, que se plantea desde la pers-
pectiva del mestizaje, aunque de manera problemática, debido a las
tensiones entre las culturas que convergen en la Zona del Canal. Así, al
analizar Luna verde, advierte cómo “Beleño appropriates this romantic
discourse and applies it to the male West Indian, Sandino, who is half
East Indian and half West Indian” (Black Atlantic… 116). Lo antillano,
en este sentido, forma parte de su cultura, pero esa afirmación le hace
temer una pérdida de panameñidad y, por tanto, de hispanidad. De ahí
que la novela muestre los conflictos y contradicciones de la literatura
de protesta social, puesto que hay una realidad que no deja de ser mar-
ginada y que Beleño no es capaz de solucionar o presenta distorsiona-
damente (Pulido Ritter, “Joaquín Beleño…” 73.

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Si bien es cierto que Beleño es incapaz de resolver ese conflicto,


la novela se ha convertido en una obra que define lo panameño y su
(truncado) proyecto nacional, dentro de una realidad neocolonial (por
la presencia de Estados Unidos en la Zona) en la que la figura del ciu-
dadano, como pilar fundamental para la soberanía de cualquier país
democrático, se convierte en una caricatura, en figura marginal (Puli-
do Ritter, “Joaquín Beleño…” 68, dentro de los procesos históricos que
debiera protagonizar. En ello tiene que ver, qué duda cabe, la manera
en que Beleño presenta el conflicto y cómo al entregar el peso del rela-
to a sus protagonistas, ofrece una imagen del mundo creíble y se con-
vierte en una alegoría del estado nacional que funciona en tanto los
problemas que muestra forman parte de su idiosincrasia, tal y como
explica Ibáñez:
Así, el relato, dando cabida a otros temas relevantes, se constituye
como un enérgico y conmovedor rechazo de la discriminación ra-
cial, el materialismo, la explotación y los abusos que se cometen
en el enclave del canal y de la corrupción que el modo de vida nor-
teamericano provoca en la población. Además, en buena medida es
consecuencia del fracaso de una nación que ve su independencia
intervenida. (“El héroe…” 143)
En concreto, nuestro propósito será analizar la oralización literaria
y la lengua usada en Luna verde, al tiempo que abordar cómo el len-
guaje se convierte en parámetro para la construcción de la otredad en la
Zona del Canal, por cuanto el aspecto lingüístico en esta obra no ha sido
tratado en profundidad y consideramos que el uso del lenguaje espejea
singularmente la fragmentariedad cultural de la nación en esa época.

Primera esclusa: Luna verde, una novela oralizada


Cervera sostiene que en los textos escritos permanece el habla como
forma de comunicación en el tiempo y en el espacio; por tanto, en la
escritura hay rasgos coloquializadores, aunque hay grados de colo-
quialidad textual, con independencia de la modalidad o el género uti-
lizado, por lo que puede hablarse del texto escrito oralizado (citado en
Mostacero, “Oralidad…” 113). Autores como Ostria González muestran
sus dudas en cuanto a si es posible lograr la mímesis de la oralidad con
autenticidad plena en los textos literarios, proponiendo el término de
“oralidad ficticia”, por cuanto “el texto como totalidad simula una len-

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Luna verde, de Joaquín Beleño, y las esclusas del lenguaje  |  Pérez y Becerra

gua que, naturalmente, no es real sino ficticia, aunque el texto trabaja


para persuadir al lector de que está ‘oyendo’ hablar a personajes y na-
rradores” (Cierlica 58). Mas, a pesar de esa imitación señalada por al-
gunos lingüistas, la existencia de estas marcas o huellas de la oralidad
que se pueden rastrear en el texto escrito son marcas de hibridación
que no pueden negarse.
Como ha señalado Adelis Alonso, el uso de los dialectalismos en la
literatura —en este caso panameñismos—, responde a necesidades ex-
presivas, ya que “dan vivacidad y pintoresquismo a la expresión y con-
tribuyen a comprender la idiosincrasia de los pueblos” (“El lenguaje…”
22). Luna verde, y la producción de Joaquín Beleño en general, opta
por un “lenguaje narrativo [que] prefiere la inquieta oralidad, las inte-
rrogaciones y asombros, los anglicismos y vulgarismos, para advertir
que en el discurso de las diferencias y desigualdades está encendido
el fuego de la controversia y de la disensión” (Vázquez Quirós, El Ca-
nal… 5). Por ello su obra ha sido tachada de poco elaborada (Vázquez
Quirós, El Canal… 4); pero Beleño se mantiene fiel a este estilo, que
él mismo defiende en la Advertencia preliminar que introduce a Luna
verde. Por un lado, podemos considerar que, en su condición de escri-
tor realista al alcance del pueblo se mantiene en el convencimiento de
que, al publicar tal cual el diario de Roquebert, está mostrando “una
cruda infusión lingüística” (151) producto de la fusión del español con
el inglés y otras lenguas, que influye en muchos de los panameños:
Los acontecimientos que vamos a conocer a menudo se definen
con expresiones de orígenes rigurosamente sajones. Adrede he-
mos decidido publicar el diario de Ramón de Roquebert con estas
infracciones que le restan integridad al idioma castellano; pero de
ninguna manera se debe juzgar este hecho como una descorte-
sía literaria. Considerando que las palabras contienen una pure-
za mágica cuando, a su popular evocación, se logra la desnudez
simbólica que conjugan el espíritu y el ambiente. En Panamá, los
idiomas inglés y castellano con préstamos universales de otras
lenguas y dialectos, precipitan una cruda infusión lingüística —si
esto podemos decirlo así— a cuya heroica influencia muy pocos
espíritus se pueden sustraer. (Beleño, Luna verde 151)
En este sentido, Ibáñez Castejón apunta cómo Beleño “establece
el conflicto político entre la tradición hispánica y la anglosajona” y al

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no resolverlo a favor de lo hispánico, para abrazar así el canon, “abre


la discusión de la soberanía” (La novela… 215) sobre la base del te-
rritorio y la lengua. Así, “estaría aplicando a la novela panameña la
modernidad literaria que ya se había impuesto entre los escritores
de buena parte de continente y que consistía en reivindicar el valor
artístico del idioma hablado en las calles por la gente común” (La no-
vela… 215-216).
Por otro lado, no debe de pasarse por alto el hecho de que Beleño
hace uso de un elemento bastante recurrente en la literatura universal,
como es el hallazgo de un manuscrito (en este caso un diario), que re-
mite no solo a la tradición de la novela de caballerías, sino de la novela
ilustrada, romántica o posromántica. Se trata, además, de una traduc-
ción ficticia, lo que sitúa a Beleño, como sucede con Cervantes en el
Quijote, como segundo autor, tal como explica en la Advertencia:
La obra de Ramón de Roquebert, copia fiel de la realidad en sus di-
ferentes dimensiones, no podía sufrir impugnaciones idiomáticas,
por parte de nosotros, en favor de la lengua castellana. Sobre todo
cuando nuestro aporte personal ha sido distribuir cronológicamen-
te los sucesos; traducir del inglés al español —blue moon— su nom-
bre original; y rescatar del olvido y de la destrucción un documento
que aun con todas sus contradicciones, nos pertenece a todos por
igual y no exclusivamente al estudiante que expiró envuelto en su
propia sangre, el 12 de diciembre de 1947, cuando la gendarmería
ametralló la Universidad Nacional de Panamá. (Luna verde 151)
Esa labor de preservar el testimonio del estudiante —que en un
principio abandona las posibilidades de cambiar la realidad de su país
por obtener el estatus de gold roll en la Zona del Canal hasta que vuel-
ve a adquirir la autoconciencia— es planteada de manera colectiva. El
resultado de este propósito —colosal, ya que la construcción del Canal
reunió a mano de obra procedente de muy dispares puntos del planeta
que se vio obligada a convivir y la lengua del Canal y de la Zona era de
una enorme complejidad— es el de una pintura hiperrealista, como
veremos en algunos casos que presentaremos a continuación.
En primer lugar, se nos ofrecen muchísimos ejemplos del inglés de
los gringos, que es el grupo dominante en la Zona; por tanto, este idio-
ma se convierte en la lengua del poder:

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Luna verde, de Joaquín Beleño, y las esclusas del lenguaje  |  Pérez y Becerra

Era una gringa y nada más. Venía de la Zona y a ella retornaría en el


oscuro anonimato en que se había presentado.
—Drink…?
—Oh, no!
—Oh, baby… drink…?
—No!
—Like this…? (Beleño, Luna verde 267)
Pero no es el único inglés. Uno de los grupos de trabajadores más
numerosos que llegó para la construcción del Canal fueron los antilla-
nos (a quienes llaman “yumecas” o “chombos”), negros pero que ha-
blan inglés, y un inglés roto, creolizado, propio de las Antillas:
—¡Chomba del Diablo: chomba!
—Shut up your mouth! —ordena alguien en el cuarto. […]
—¡Cállense la jeta, yumecas condenados! (Beleño, Luna verde 167)
Los panameños no solo aprenden inglés para relacionarse con
los patrones o con las gringas que van a la Zona en busca de sexo,
sino que este idioma salta al discurso castellano: “El labor-train ace-
lera por la curva de la lavandería de Ancón. Va atestado de obreros”
(Beleño Luna verde 178) o “—Es por gusto que vayas a reclamar. Tú
no tienes pull” (183). Ello señala el proceso imparable de hibrida-
ción lingüística que se producirá en el país y sobre el que ya había
advertido José de la Cruz Herrera en cuanto a la “incontable legión
[…] de [palabras de] origen inglés plebeyísimo de que está atestada
el habla istmeña; que aquí oímos hablar de palpas, guachas, guachi-
manes y lonches, y de reportar a un empleado por mala conducta”
(83). Así, Beleño recoge la españolización de muchos anglicismos:
“—¿Tú eres buchí, verdad? —¿Cómo? —Buch man... Montuno... Ma-
nuto” (183).
En cuanto al idioma español, es muy alto el número de panamañis-
mos introducidos, hasta el punto de que el autor elabora un glosario de
ayuda para los lectores que coloca al final de la novela, lo que podría
apuntar a una lengua en formación, aún no totalmente normalizada
(chombo, manuto, yumeca, encurratao, pana…).

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Además, se presenta la lengua de los indígenas de la región, el ma-


chigua, otro panameñismo para denominar al indígena kuna:
El otro indígena, más joven y esbelto, pareció sorprenderse de mi
presencia. Miró mi facha y me di cuenta que él advirtió que yo ha-
bía perdido mi personalidad, suplantado por un espíritu más po-
deroso que todas mis fuerzas internas. Alzando la mano amenazó:
—¡Chumaqui-la-guarra! (Beleño, Luna verde 154)
Este grupo cultural tiene un deficiente conocimiento y manejo del
español, como se ve, por ejemplo, en el uso de una sintaxis simple, con
verbos sin flexión temporal:
—Si usted trabajar en la Zona del Canal, quién sabe puede haberlo
conocido. Él trabajar en un lugar que se llama... Milla Uno o Milla
Cuatro. Yo ser jefe de una tribu muy grande en Jaqué, allá don-
de hay un campamento de soldados blancos que los panameños
no lo pueden gobernar. Ellos poner arena negra sobre la tierra y,
usted sabe, los aviones llegar subiendo y bajando. (Beleño, Luna
verde 155)
Por otro lado, la novela se presenta como un “diario dialogado” —
de hecho, se subtitula así—, por tanto, está contagiada de múltiples
rasgos y recursos de la oralidad, que rompen las fronteras tradicionales
del discurso escrito. En primer lugar, Beleño hace un gran esfuerzo por
recoger la lengua tal y como se produce y no como idealmente debería
pronunciarse, tanto en el inglés como en el español:
—Uasia boai! Ta mañana llega un buchí al “machinchap” a buscá
su cualquier yap y habla conmigo. Ai don min dat! Yo digo: el boai
también necesita pa su vidrio y pa su chance, tu sae... Y lo llevo don-
de el forman. Tonce el gringo le dice al buch... “—yu espikinglich”. El
boai responde: “Yes”. El gringo jodido, uasia! —“Has yu eni tulls?”
le pregunta el man, y el buchí dice “yes”. Entonces, —“okei” —dice el
gringo —“guismi yur clerans”. ¿Y sabe qué hace el buchí? Pues con-
testa: “yes”.
Todos ríen a carcajadas. Borico continúa:
—Entonces el gringo sae, se pone bravo, sae y le dice de nuevo: “—
Guismiyur clerans”. Y de nuevo el buchí bruto contesta: “yes”. (Bele-
ño, Luna verde 203)

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Además se observa que el discurso está más orientado hacia la ac-


ción o hacia los acontecimientos del relato que a la profundidad con-
ceptual o reflexiva (“—Que se bajen los esclavos. ¡Que se bajen! / El
camión acelera su velocidad y se detiene en una caseta, al lado del ca-
mino”, 186).
De igual modo, y como ya hemos visto, el vocabulario es simple, lle-
no de regionalismos, hasta salpicado por la presencia de vulgarismos:
Yo soy el bandido que acusan; entonces tú te vas a parar como en
las películas y vas a decir: “Señores del Jurado: yo conocí a este boai
en Milla Cuatro. Era espar mío. Un buen espar. Les puedo poner de
testigo a Tío-tío-tú, a María de los Ángeles, al Cabezón y a Francis
Redwood. Buen boai. Ustedes dicen que él es un delincuente por-
que fuma canyac. (Beleño, Luna verde 195)
La cohesión textual se obtiene, entre otros recursos, por las entra-
das paralingüísticas:
—Anjá, cómo ha sido esto. Explíqueme, don Cheno.
—Pues usted verá. Hoy me mandó a decir el alcalde que tenía que
vender mis tierras porque los gringos las quieren para hacer un
club de oficiales. (Beleño, Luna verde 159)
Asimismo, otro rasgo de esa oralización literaria sería la fragmenta-
riedad del discurso, que se presenta lleno de elipsis:
—¿Tonight? ¿Are you sure?
—¡Yes Sir! —le aseguré al capataz Kupka.
—O.K. Joe —me despidió él entonces.
Así me despedí del General Foreman esa tarde. Ya no teníamos más
que hablar y nos separamos satisfechos. (Beleño, Luna verde 213)

Segunda esclusa: la lengua como parámetro para la


construcción de la otredad
La noción de otredad, aun en su gran complejidad, forma parte inte-
gral de la comprensión de una persona, ya que es el individuo mismo
el que asume un rol en relación con “otros” como parte de un proce-
so de reacción. Según Fandiño Barros, “aquellos que consideramos

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como los “otros” han sido nombrados y definidos con categorías que
tratan de mostrar que sus cualidades están por debajo de aquellas
que han sido catalogadas como “normales” (“La otredad y…” 50).
Goffman (1970) identificó tres tipos de estigmas —que son huellas o
marcas que hacen del otro alguien a quien se puede señalar— con los
que identificamos al otro: “El primero está relacionado con lo que se
considera “abominaciones del cuerpo”; el segundo con los llamados
“defectos del carácter del individuo” y, por último, están los estigmas
“tribales de la raza, la nación y la religión” (citado en Fandiño Barros,
“La otredad y…” 51).
La lengua, dentro de su función comunicativa, puede ir más allá
de nombrar lo existente, al convertirse en su capacidad de manifestar
ideas, creencias y valores en tanto creadora de realidad; es decir, “la
comunidad de hablantes construye los significados que a su vez crean
o inventan la realidad” (Criado, “Lenguaje y…” 195).
Como ya hemos señalado, la construcción del Canal atrae mano de
obra de muy distintos y distantes puntos del planeta:
Zumba el aire de voces. Sirios, jamaicanos, martiniqueños, judíos,
chinos, polacos, centroamericanos, hindostanos y aquellos cuyo
origen se pierde entre la mezcla de todas estas razas, elevan un
rumor efervescente de soda simple, impregnando el ambiente de
sus notas, de sus canciones y sus conversaciones. (Beleño, Luna
verde 174)
Esto supone la convivencia de distintos grupos humanos lo que da
lugar, como ya vimos en el plano lingüístico, a una auténtica “rapso-
dia babilónica” (Beleño, Luna verde 174) y, en el cultural, a la mezcla
extrema de elementos (comida, ropas, cantos, etc.), a un “Carnaval”
(175), tomando palabras del autor en Luna verde. Pero en este contex-
to de lucha por la supervivencia, de violencia que empuja a competir,
la convivencia intergrupal se hace mucho más difícil, ya que el otro se
convierte en enemigo:
Negros contra negros. Negros contra latinos. Gringos contra grin-
gos. Latinos devorándose entre sí; gold roll contra silver roll. ¿Qué
insulta el gringo? Antillanos que callan y aprueban. Gringos que
prefieren el jamaicano porque su lengua inglesa no sirve para con-
testar, que no para la protesta. (Beleño, Luna verde 180)

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Como apunta Watson, ya existían conflictos raciales en Panamá


antes de la ocupación estadounidense y de la construcción del Canal,
“However, the United States presence exacerbated these racial pro-
blems by imposing a polarized racial construction on Panama that re-
sembled the racial paradigm of the Southern United States” (‘Black At-
lantic…’ 136). Dentro de este sistema, para los estadounidenses todos
son negros. Esta exclusión sistematizada empieza por la división social
impuesta por la metrópoli:
Esta división racial se mantiene en las fuentes de beber agua,
en los restaurantes, comisariatos, cines y en todos los lugares en
donde el hombre tenga que convivir. Hay comunidades como La
Boca, Red Tank y Silver City para los negros y latinos. Barrios para
los blancos como Chagres, Gavilán, Miraflores, Ancón y Balboa.
Es rigurosa la segregación. El negro y el latino no pueden convivir
con ellos. Es un pecado mortal. En la Zona del Canal el gringo es
tabú, el latino es su vasallo y el negro su esclavo. (Beleño, Luna
verde 171)
Así, para Noemi Voionmaa, el problema racial se convierte en el
tema principal de la novela: “los protagonistas de estas historias que-
dan relegados a posiciones secundarias por no ser blancos, pero aún
más: los personajes principales encarnan en sí mismos el cruce-tra-
yectoria de cuerpos y mercancías que se mueven constantemente en
el canal” (“Cuerpos…” 145). Los silver roll son condenados a ser unas
infrapersonas: los hombres, no más que mano de obra barata; las mu-
jeres, carne para el goce gringo:
Hago estas reflexiones recordando a Sisson y su violenta oposición
a que Lola ingresara como WAAC. Sisson conocía muy bien lo que
estas mujeres representaban: el consuelo sexual y sentimental para
hombres desesperados de la guerra. Consoladoras a sueldo del Es-
tado norteamericano. (Beleño, Luna verde 265)
El protagonista, Ramón de Roquebert, incluso sin serlo, es situado
como negro dentro del sistema gringo de división racial:
Mi chapa: 48.976. Nombre: ... Ramón de Roquebert. Descenden-
cia... francesa. Campesino, bachiller en letras con aspiraciones de
ayudante a carpintero. Blanco, pelo liso rubio, dieciocho años, cin-
co pies, nueve pulgadas. Religión católica. Sin embargo, la tarjeta

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sepia de elegibilidad decía: Color: Brown. Nationality: Pana. (Bele-


ño, Luna verde 182)
Los gringos lo convierten en brown, lo que le impedirá alcanzar un
sueldo de gold roll por ser panameño, hablante de español (aunque se
empeñe en chapurrear el inglés para alcanzar su anhelado ascenso so-
cial). Pero el protagonista, a su vez, rechaza a la “gente de color”, grupo
al que no quiere pertenecer porque habla inglés” (Vásquez Quirós, El
Canal… 4). Así, observamos que la lengua se convierte en un paráme-
tro importantísimo para la construcción de la otredad en la Zona:
En general, en las obras que he llamado de las diferencias queda al
descubierto el enquistamiento de una presión discriminadora den-
tro de los grupos de trabajadores en la Zona del Canal: los jamai-
quinos o antillanos, por un lado, que hablaban inglés o francés, y
que tenían otras religiones, y los nacionales (blancos y negros), pro-
cedentes del interior o de la ciudad, que hablaban español y eran,
tradicionalmente, católicos. […]
En la Zona del Canal, en cambio, la lengua de la vida pública, de
la educación, de la cultura y de la literatura era el inglés. Toda esta
gente se define a sí misma por contraste: la idea básica era que la
identidad norteamericana blanca era superior a la de todos los
otros pueblos y culturas (eran los años de las luchas contra la segre-
gación racial en los Estados Unidos) y, con esta idea en la cabeza, se
encierran en la Zona del Canal. (Vásquez Quirós, Una lectura… 3)
Incluso, dentro del grupo de trabajadores étnicamente negros, la
lengua es una frontera que los separa. En Panamá, la comunidad afri-
cana actual se asentó fundamentalmente en dos grandes oleadas a lo
largo de su historia: la primera, durante la época colonial española,
con personas traídas como esclavos en especial para las explotaciones
mineras; y la segunda, durante la construcción del Canal, cuando lle-
gan miles de negros antillanos como mano de obra, los cuales ni eran
católicos ni hablaban castellano, sino francés o inglés, y, además, “a su
manera”. Esta realidad ha dado lugar a que, como señala Watson (“La
identidad…” 29, la conformación de la identidad negra sea compleja
en Panamá, establecida a partir de dos grupos: los afrocoloniales, re-
sultado del mestizaje étnico e identificados como panameños, y los
afroantillanos, inmigrantes que siguen el modelo de sus países de ori-

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Luna verde, de Joaquín Beleño, y las esclusas del lenguaje  |  Pérez y Becerra

gen y se identifican como negros. Ello produjo un verdadero conflicto


social, como ha estudiado Valderas Alonso, quien señala cómo en sus
orígenes la palabra “chombo” poseía un matiz peyorativo y se emplea-
ba para definir a los afroantillanos.
Desde el principio se los consideró un grupo inferior y ajeno a los
panameños, y hasta se llegó a legislar en su contra. Un periodista,
Olmedo Alfaro, publica en 1925 el ensayo El peligro antillano en la
América Central, donde sostiene que hay que defender la raza ex-
pulsando a los antillanos de toda la región. […] Para referirse a ellos
se utilizaba el término peyorativo “chombo”, que hoy se utiliza de
manera general para cualquier persona con un color de piel desde
un poco a muy oscuro, y la gran mayoría de las veces no tiene nin-
gún matiz despreciativo. (Valderas Alonso 44)
En la novela está presente este término, que viene a sumarse a otros
calificativos como negro, brown o niger, junto con esa percepción ne-
gativa (“—Debía tener sangre de chombo...” (Beleño, Luna verde 204),
tal como apunta Pinedo-González:
La percepción excluyente del negro caracterizado como esclavo
sospechoso y desleal, de sexualidad instintiva, reforzado en la
literatura por las marcas de ‘antipatriotismo (por trabajar en la
Zona del Canal), por su calidad de extranjero a la cultura nacional
(por ser protestante y hablar inglés) y por ser perezoso y sumiso’
[…] valida una dinámica simultánea y permanente de margina-
ción, asimilación y autoexclusión interna y desde afuera, con una
clara tendencia hacia el blanqueamiento racial y social. (“¿Afroca-
ribeña?...” 26)
Quizá la estigmatización hacia el negro más explotada en Luna ver-
de sea la sexualización casi animal de estos individuos: “Los obreros
revivían historias de negros y mujeres blancas, eran frecuentes estos
encuentros. Las gringas llegaban, se satisfacían con el hombre que en-
tusiasmaban, y luego, bajo el cerrado velo del anonimato, volvían a su-
mergirse en la Zona del Canal” (Beleño, Luna verde 297-298).
Estas divisiones impuestas quedan aún más grabadas a fuego, al
decretarse el absoluto inmovilismo social, junto con la prohibición de
traspasar las fronteras grupales y mezclarse: “Todos lamentamos mu-
cho que míster Willy Bee hubiera perdido la cabeza por una muchacha

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que no era de su color. Ahora todos queremos que seas feliz. Hay mu-
chas mujeres” (Beleño, Luna verde 293).

Conclusiones
Casi al final de la novela, durante la convalecencia del protagonista en
el hospital —punto de inflexión en la historia de Ramón— este, deli-
rante y sumido en sus reflexiones, llega a maldecir el mar, insalvable a
la vista del panameño, e ideal y propicio para la construcción del Ca-
nal, regalo de la naturaleza que se convierte en fuente de dolor para su
pueblo. No obstante, aunque resulte paradójico, al igual que el Canal
que se abre y se cierra, ese accidente natural e histórico es el que pro-
picia, al mismo tiempo, una importante problemática política y social
y la necesidad de autodefinición del panameño.
Luna verde, y en general la novelística de Joaquín Beleño, va más
allá de ser crónica histórica con una dura crítica a la política estadouni-
dense en la Zona. Aparte de colocar, por primera vez, a la Zona en el
universo literario de los panameños1, asume el rol de novela fundacio-
nal.
Podría parecer que Joaquín Beleño a través de sus novelas esbo-
za el nacionalismo panameño como una manifestación de odio ha-
cia los norteamericanos (Castillo 24). Sin embargo, observando con
más profundidad, descubrimos que plantea la descolonización como
condición para que sea posible el encuentro con la propia identidad.
Así para Jeager (91), René Conquista —el indígena que en Luna verde
abandona su tierra y su cultura para irse a trabajar al Canal—, se con-
vierte en metáfora nacional:
René, igual que Panamá, es tentado por las ganancias económicas
que promete el Canal. No obstante, para conseguir este dinero,
René tiene que someterse a la condición de ciudadano dc segundo
rango o silver roll y desempeñar un trabajo peligroso, igual que los
panameños que durante muchos años no podían entrar libremente
en la Zona. (Beleño, Luna verde 91)

1
“Hasta bien entrada la década de los sesenta, los intelectuales panameños asocia-
ban el Canal de Panamá a la pérdida de la nacionalidad, la degradación moral, la prosti-
tución, la ocupación, el colonialismo y el racismo” (Pulido Riter, “La ‘novela…” 33).

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Luna verde, de Joaquín Beleño, y las esclusas del lenguaje  |  Pérez y Becerra

El orgullo de ser panameño no excluye el encuentro y la solidaridad


con otros. Precisamente en ese dolor que vive compartido con otros
grupos humanos y del que es testigo el protagonista en su etapa como
trabajador del Canal, Ramón descubre que es, nada más y nada menos,
un hombre con dignidad, con sus especificidades como panameño,
pero profundamente unido a todos los demás. Esta frase, “Yo soy un
hombre” (Beleño, Luna verde 155 y 351), la escucha el protagonista por
boca de dos personajes que le influirán profundamente: el indio René
Conquista, ya enajenado, al principio de la novela, y su abuelo, al final,
que será quien le empuja a unirse a la lucha antiimperialista:
—¡Mira, Ramón! ¡Yo soy un hombre! ¡Yo fui un hombre derecho!
Mis padres murieron como buenos franceses en esta tierra que te
vio nacer. Yo soy dinamitero. Yo soy barrenero. Mi nombre ya se lo
sabía esta tierra antes de que tú nacieras y antes de que los gringos
asomaran sus narices por aquí. (Beleño, Luna verde 351)
De la conciencia de saberse un ser humano con dignidad nace en
el protagonista la pregunta por saber quién es y qué es ser panameño.
Y descubre que es también Canal, su historia, los encuentros huma-
nos que produjo su construcción, llegando por ejemplo a reconocer
la huella que los antillanos han dejado en el país, los West Indian Man
de la canción de Rubén Blades, que “vivió y murió en Panamá”, pero
arrastrando consigo todo el imaginario de sus islas:
Por otra parte me veo en la obligación de aceptar la antillanidad de
esta ciudad. El fondo de Guadalupe, Santa Lucía, Cuba, Jamaica y
Puerto Rico, han demarcado un sello en su vida cosmopolita. […]
Quizá estemos más cerca de las Antillas que de Colombia y de allí
la confusión de nuestras almas y nuestras decisiones. (Beleño, Luna
verde 333)
Esta rabiosa afirmación de la vida se manifiesta con paradojas y
contradicciones en el lenguaje —complejo, heterogéneo, impuro…
en definitiva, vivo— y en la subversión del género narrativo, en una
novela que se oraliza para dar cuenta de la multiplicidad de voces de
habitan la Zona, que se dejaron la vida en el Canal, demostrando que
“constituye un espacio y un tiempo único y múltiple; geografía de cru-
ce de dinero y de cuerpos, de sueños y fracasos” (Noemi Voionmaa,
“Cuerpos…” 143). En conclusión, si varias pueden ser las intenciones

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de los novelistas para acoger estrategias de la oralidad literaria en su


narrativa, está claro que en el caso de Beleño está el propósito de re-
coger las voces de la periferia, de representar la cultura popular y de
hacer hueco al discurso del otro, no solo dándoles voz, hablando por
o en nombre de, sino propiciando —tal vez con fallas y limitaciones—,
que se escuche su verdadera voz en “la situación neocolonial de una
sociedad profundamente fragmentada” (Pulido Ritter, “Joaquín Bele-
ño…” 64). Igual que el Canal que se abre y se cierra, el lenguaje puede
ser una herramienta para crear y diferenciarnos del otro o para la co-
municación y el encuentro.

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Artículo
LITERATURA Y LINGUÍSTICA N°41, 2020 | ISSN 0716-5811 | pp. 101-122
DOI: https://doi.org/
Recibido: 30 de septiembre 2019 · Aceptado: 20 de enero 2020

Leer en el destierro. Escenas de lectura en


los periódicos de fray Castañeda*1

Reading in Exile: Reading Scenes in the Newspapers


of Friar Castañeda

María Laura Romano**2

RESUMEN
En 1821, el cura porteño Francisco de Paula Castañeda fue des- Palabras clave:
terrado de Buenos Aires a causa de la irreverencia de sus publi- siglo XIX,
caciones periódicas. En el número 73 del Despertador Teofilan- historia de la
trópico Místico-Político, que salió a la luz una vez que el fraile ya lectura, literatura
estaba de regreso en la ciudad, se publicó un extenso texto en el argentina, prensa
que Castañeda relata cómo fue su exilio. El artículo analiza las argentina,
distintas escenas de lectura que componen esa narración y sus Francisco de Paula
vínculos con otras representaciones de la práctica lectora apa- Castañeda.
recidas en publicaciones del autor. Se trata, en todos los casos,
de figuraciones en las que la lectura se desenvuelve en contextos
de carencias materiales y simbólicas y que deslindan un perfil
de Castañeda no solo como redactor de periódicos, sino también
como lector de libros.

ABSTRACT
In 1821, priest Francisco de Paula Castañeda was exiled from Keywords: 19th
Buenos Aires due to the irreverence of his newspapers. In the century, history
73rd edition of Despertador Teofilantrópico Místico-Político, of reading,
which came to light once the friar was already back in Buenos Argentinian
Aires, Castañeda published an extensive text about his exile. This literature,

*1
Este artículo se desprende de mi proyecto doctoral finalizado en 2018 con la de-
fensa de la tesis “Monstruos de la razón. Periódicos no ilustrados en la región platina
(1820-1830)”. A su vez, dialoga con las investigaciones llevadas a cabo en el marco del
proyecto UBACyT (20020190200286BA) “Dimensiones gráficas, materiales y espaciales
en la cultura literaria y visual del Cono Sur, 1810-1960”, dirigido por las doctoras Adriana
Amante e Inés de Mendonça.
**2
Argentina. Doctora de la Universidad de Buenos Aires, área Literatura. Becaria pos-
doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Buenos Aires,
Argentina. malauromano@gmail.com

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Leer en el destierro. Escenas de lectura en los periódicos de fray Castañeda  |  Romano

article analyzes the different reading scenes that compose this Argentinian press,
narrative and their link to other representations of reading prac- Francisco de Paula
tices that appear in the author’s publications. In all cases, they Castañeda
are figures in which reading takes place in contexts of material
and symbolic deficiency, drawing a picture of Castañeda not only
as a newspaper writer but also as a book reader.

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1. Un desierto sin libros


Como continuidad casi natural de la preponderancia que tuvieron
los religiosos en la vida intelectual de los centros urbanos coloniales
durante la crisis de las monarquías ibéricas, muchos sacerdotes des-
empeñaron funciones importantes en las incipientes esferas públicas
de las capitales sudamericanas, entre las que destacó su participación
en la prensa. Al respecto, menciono solo tres figuras relevantes de las
múltiples que se podrían citar, figuras de trayectoria disímiles pero que
coinciden en haber hecho un uso más o menos intensivo del nuevo
dispositivo de comunicación. En Pernambuco, el cura Joaquim da Sil-
va Rabelo (1779-1825), más conocido como frei Caneca, aprovechó el
periódico para la difusión de los principios liberales y se convirtió en
uno de los referentes indiscutidos de la prensa de oposición al poder
colonial. Otro tanto hizo el sacerdote mexicano José María Luis Mora
(1794-1850), masón como Caneca, que escribió para varios periódicos
de su país y fundó dos órganos de prensa liberales; por su parte, la Ga-
zeta de Buenos Ayres, importante órgano oficial del primer gobierno
patrio de aquella ciudad estuvo a cargo de un prominente eclesiástico
porteño, el deán Gregorio Funes (1749-1829), en el álgido año de 1811.
Durante la segunda década del siglo XIX, Francisco de Paula Casta-
ñeda fue uno de los religiosos que se dedicó con más ahínco a la es-
critura periodística en Buenos Aires. Entre 1820 y 1822, sus incendi-
arios papeles causaron revuelo y malestar entre los sectores ilustrados
cercanos al por entonces ministro Bernardino Rivadavia. Su conser-
vadurismo y su agria crítica a las sucesivas administraciones porteñas
expusieron al cura a una serie de castigos entre los que se cuentan dos
condenas al destierro, la segunda de las cuales significó su partida de-
finitiva de la ciudad. El primer destierro tuvo lugar en 1821. En esa oca-
sión, se le prohibió escribir para el público (a la sazón era redactor de
siete periódicos simultáneos)1 y se lo expulsó a un lugar desolado de la
pampa bonaerense, Kaquel Huincul, en donde debía permanecer por

1
Listo los periódicos por orden de aparición: Despertador Teofilantrópico Místico-
Político; Suplemento al Despertador Teofilantrópico Místico-Político; Paralipómenon al
Suplemento del Teofilantrópico; Desengañador Gauchi-Político […]; Doña María Reta-
zos; y Dom Eu Nam Me Meto com Ninguem. Para una caracterización global del ingente
proyecto de prensa de Castañeda, véanse los trabajos de Claudia Roman (2010, 2014a,
2014b) y Virginia Forace (2016, 2017).

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cuatro años2. Gracias a una conmutación de la pena otorgada por el


gobernador Martín Rodríguez, pasó solo un año antes de que el fraile
pudiese reanudar sus publicaciones. Ni bien regresó a Buenos Aires,
Castañeda retomó el Despertador Teofilantrópico Místico-Político3, su
primer periódico, siguiendo la numeración allí donde se había inter-
rumpido. El número 73, del 13 de septiembre de 1822, está ocupado
casi completamente por un texto en el que el personaje enunciador del
periódico relata la triste partida de la ciudad junto con su compañero
el Suplementista, otro de los papeles del fraile que funcionaba, como
su título sugiere, a manera de suplemento del Despertador4. Se trata de
una narración interesante porque refleja los sinuosos posicionamien-
tos de Castañeda en torno a los libros, la lectura, el saber, la tradición,
la historia y su relación con la experiencia. El propósito de mi artículo
es indagar en esos aspectos de la prosa del cura usando el relato men-
cionado como hilo vertebrador; asimismo, en él podrían enhebrarse
otros fragmentos de sus periódicos que, relativos al universo libresco,
permiten componer una imagen de Castañeda no ya como redactor de
periódicos, sino como lector de libros.
En efecto, entre los papeles que Castañeda hizo circular en Bue-
nos Aires, hay diversas referencias y reflexiones acerca del libro y sus
lugares de conservación y ordenamiento: las bibliotecas. En una oper-
ación que puede comprenderse con el concepto de re-mediation (“la
representación de un medio en otro medio”, según palabras de David
Bolter y Richard Grusin 45), el fraile usó de manera recurrente el nove-

2
Adolfo Saldías, en su biografía de Castañeda, relata este primer destierro e infor-
ma cuáles fueron sus causas (193-200). El segundo destierro se produjo a principios de
1823 por orden de la Junta de Representantes que consideró subversivos sus periódicos
La Guardia Vendida por el Centinela y La Verdad Desnuda. En esta ocasión, Castañeda
huyó a Montevideo y después se trasladó a Santa Fe, donde permanecería hasta el día de
su muerte en 1832.
3
Circuló en Buenos Aires entre abril de 1820 y octubre de 1822. La colección consta
de 75 números (Zinny 283). El número 1, que funcionó a la manera de prospecto, inclu-
yó una extensa dedicatoria “a las matronas argentinas y por medio de ellas á todas las
personas de su sexo que pueblan hoy la faz de la tierra y la poblarán en la sucesión de los
siglos”. A lo largo del texto, me refiero a este periódico como Despertador.
4
Los 21 números del Suplemento al Despertador Teofilantrópico Místico-Político se
publicaron entre 1820 y 1822 (Zinny 251). La prensa de Castañeda se caracterizó por la
construcción de personajes en los que encarnaba la voz enunciadora de los periódicos
(el Despertador, el Suplementista, el Gauchipolítico, Doña María Retazos, D. Eu, etc.).
Uso letra cursiva cuando me refiero a los periódicos y letra redonda para referirme a los
personajes, aunque hay que aclarar que esa distinción a veces puede resultar difusa.

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doso dispositivo de comunicación para referirse a una tecnología de la


palabra impresa más antigua, cuyas prerrogativas el periódico supues-
tamente había venido a desbancar. Enfatiza, por ejemplo, las virtudes
de las bibliotecas de las órdenes religiosas, que conservaron la litera-
tura clásica “mientras todo el mundo era bárbaro”5; recomienda libros
pertenecientes a las bibliotecas del Convento de la Recolección al que
pertenecía (Castañeda, Despertador… 39, Castañeda, Doña María Re-
tazos… 149); se queja porque la biblioteca pública permanece cerrada
la mayor parte del día (Castañeda, Despertador… 1052) o porque sus
estantes están llenos de libros robados a los conventos (Castañeda,
Doña María Retazos… 149).
De ese tipo de representaciones, que pueden asociarse con aquel-
las trabajadas por diversos estudios acerca de la lectura en el ámbito
rioplatense decimonónico (Parada, 1998, 2012; Batticuore, 2005, 2008;
Brunetti, Maggio Ramírez y Grillo, 2008; Martínez Gramuglia, 2012; Pas,
2017, 2018)6, mi análisis propone un sesgo particular puesto que desta-
ca —y con eso se vincula el relato central que analizo— la relación que
construye el fraile con los libros cuando ellos están en falta, son escasos
o son inútiles porque ya no colman las expectativas del lector. Es que en
el revés del lamento por la carencia o escasez de materiales impresos
surgen algunas imágenes interesantes que funcionan como huella de
las prácticas de lectura y escritura en las que Castañeda estaba com-
prometido: “Me abanzo a escribir en un desierto sin libros, y sin todos
esos auxilios que son comunes en los pueblos grandes”, afirma el cura
en el prospecto de Vete portuguez, que aquí no es (1828). Para entonces,
Castañeda estaba instalado en Santa Fe, ciudad que lo había acogido
luego de su segunda expulsión de Buenos Aires. En ese enunciado,
donde otra vez aparece cifrada la pérdida material y simbólica que

5
En todas las citas de los periódicos conservé la ortografía, la puntuación y las mar-
cas de énfasis originales. Dado que las publicaciones citadas tienen paginación corrida,
indico entre paréntesis el número de página original, a excepción de Doña María Reta-
zos, caso en el que coloqué la numeración de la edición facsimilar, y Vete portuguez, que
aquí no es, que no está paginado.
6
Se trata de estudios de distinto nivel de exhaustividad que permiten reconstruir los
sentidos asociados al acto de leer en la primera mitad del siglo XIX a partir del énfasis
en objetos diversos: el lector de periódicos (Martínez Gramuglia; Pas; Brunetti, Maggio
Ramírez y Grillo), la lectora mujer (Batticuore), la lectura relacionada con los espacios
bibliotecarios (Parada) y la influencia de los textos instruccionales en las representacio-
nes de la lectura (Maggio Ramírez).

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Leer en el destierro. Escenas de lectura en los periódicos de fray Castañeda  |  Romano

el exilio suponía para él, reverberan por lo menos dos sentidos que
articulan su perfil como periodista y predicador. En primer lugar,
emerge un significado ligado a lo dificultoso que resultaba escribir
sin poder consultar libros, lo que viene a revelar, como corolario, su
método de trabajo: el cura escribía leyendo. En segundo lugar, ese
“desierto sin libros” mentaba el espacio social y material desde el
cual escribía, la ciudad de Santa Fe, probablemente escasa en libros,
bibliotecas, periódicos y lectores (todo ello por lo menos en relación
con Buenos Aires, el “pueblo grande” en el que, entre otros quizá más
grandes, Castañeda seguramente pensó). El lamento del fraile acerca
de los despojos sufridos constituye un lugar común del discurso de
los desterrados americanos por lo menos desde fines del siglo XVIII
(piénsese fundamentalmente en la literatura de la diáspora jesuítica).
“A mí me es imposible dejar borrador de mis escritos” confiesa
también en el prospecto de Vete Portuguez al quejarse por el extravío
de tres números de su publicación Los Derechos del Hombre (¿no es
una queja también por no poder construir su archivo de escritor?). La
vida itinerante y de escasez obligaba a leer y a escribir casi en el borde
de la imposibilidad.
No obstante, además en estas imágenes relacionadas con la falta
resuena un lugar común de origen bíblico: “predicar en el desierto”.
Castañeda había usado ese tópico para dar cuenta de su situación
en Buenos Aires como voz disonante que nadie quería escuchar
(Despertador, 366). En la estela de sentido que irradiaba esa imagen,
la ciudad porteña devenía un desierto, sino de libros, por lo menos de
periódicos, más específicamente, un desierto de periódicos con voces
concordantes con la ideología del cura. No está de más recordar que
su primera publicación salió a la luz en 1820, en el contexto en el que
comenzaba a discutirse la reforma eclesiástica. Acicateado por la aciaga
coyuntura, el fraile se esforzó por “devenir varios” periódicos a la vez,
como si hubiese asumido la tarea de escribir todas las virtualidades
de la prensa o, mejor, de escribir por aquellos (religiosos sobre todo)
que habían decidido callar7. Algún éxito tuvo en esta empresa: en
1820 salieron en Buenos Aires 12 periódicos, de los cuales cuatro

7
Son repetidas las quejas de Castañeda porque los curas no asumen la tarea a la que
los obliga su ministerio: corregir a sus hijos. Cuando arreciaban las críticas contra él de-
bido a su estilo insidioso, el fraile escribe: “yo confieso mi culpa de que no he dicho ni la

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fueron creación del cura; de las diez publicaciones aparecidas el año


siguiente, siete eran redactadas por él. Pocos contemporáneos fueron
indiferentes a esta gran masa de escritos públicos. La sátira virulenta
se entrelazaba en ellos con diferentes modalidades de la polémica, de
lo que resultaba un discurso explosivo8. Así la prensa de Castañeda,
ubicada a contramano de los ejes directrices de la intelectualidad
rivadaviana, creció nutriendo y nutriéndose de un contexto hostil,
desierto a la medida de un cura dispuesto a desafiar toda autoridad que
no fuese la de Dios. Lo notable es que ese desierto se haya convertido
en un lugar real de enunciación cuando el fraile fue obligado a
trasladarse a un paraje desolado de la pampa bonaerense. “NADA DE
SIGLO” (14), le había advertido Pedro Feliciano Sáenz de Cavia, uno
de sus principales contrincantes, algunos meses antes de su primer
destierro. Publicado en el papel que este redactaba contra Castañeda,
Cuatro Cosas o el Antifanático, el enunciado estaba impreso en irónicos
caracteres góticos. De esa manera, el mensaje amenazante redundaba
en la anacrónica letra descubriendo la intencionalidad última de la
pena: Cavia era consciente de que, para un grafómano como el fraile,
la expulsión de la ciudad significaba sobre todo quedar privado de las
tecnologías que, a lo largo de los últimos siglos, habían permitido una
mejor conservación, acceso y difusión de la palabra escrita9.

2. El libro de los libros


El número 73 del Despertador es clave para comprender el exilio de
Castañeda como un alejamiento forzado de los libros, las bibliotecas,
las imprentas y de todo lo que se asociaba con su quehacer letrado.

mitad, ni la cuarta parte de todo lo que pudiera haber dicho” (Castañeda, Despertador…
888-889).
8
Castañeda entabló fuertes polémicas con El Año Veinte, La Gaceta de Buenos Aires,
El Argos de Buenos Aires y El Lobera del Año Veinte. Los periódicos de Cavia merecen una
mención aparte, puesto que junto con su redactor, fueron uno de los blancos preferidos
del cura. Me refiero a El Imparcial (1820-1821) y a Cuatro Cosas o el Antifanático: el Ami-
go de la Ilustración, cuya Hija Primogénita es la Tolerancia: el Glosador de los Papeles
Públicos Internos y Externos; y el Defensor del Crédito de Buenos Aires y Demás Provincias
Hermanas.
9
Ya nos referimos a Cuatro Cosas o el Antifanático en la nota anterior. El texto com-
pleto de amenaza es el siguiente: “[…] y sepa finalmente que Cuatro cosas le pronostica
que ha de tener al fin y al postre un martirio… pero ¡qué martirio! ¿Quiere saberlo? Pues
allá va. NADA DE CALLE: NADA DE IMPRENTA: NADA DE SIGLO: NADA DE PÚLPITO;
CUATRO COSAS” (14).

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Leer en el destierro. Escenas de lectura en los periódicos de fray Castañeda  |  Romano

Colocando como protagonistas a dos de sus personajes-periódico, el


Despertador y el Suplementista, el fraile narra en voz del primero las
tristes circunstancias de la partida de Buenos Aires. Ante la inminen-
cia del destierro, las criaturas de papel que animan el relato apuestan
por la lectura como una práctica de potencial carácter terapéutico. Sin
embargo, en principio, ese remedio contra la amargura que suscitaba
la expulsión muestra sus limitaciones:
La historia de lo pasado es en cualquier tribulación un documento
que llena de esperanza y de consuelo á los atribulados: el Suple-
mentista y yo recorrimos una por una las historias para encontrar
alivio en nuestro quebranto pero todas las historias nos parecían
mancas y caducas, ó fuese porque nosotros eramos los que caducá-
bamos, ó porque no hay historia que sea puntual, ó porque nunca
lo pasado es tan vivo como lo presente. (1063-1064)
El recorrido infructuoso por las historias del pasado replicaba la
condición del exilio: los personajes de Castañeda eran desterrados
también del recinto de sabiduría que construían los libros. Esta situa-
ción escenifica la fractura de un modo tradicional de pensar la historia
como magistrae vitae. En la concepción del tiempo histórico propia de
la cultura eclesiástica de la época, el devenir humano no se concebía
como una línea recta constituida por hechos únicos e irrepetibles, sino
como un “juego de reflejos especulares” que entrelazaban el presen-
te con el más antiguo pasado y aportaban un sentido para el porvenir
en el marco de una concepción en la que la Causa Primera de todas
las cosas era Dios (Di Stefano, “Lecturas…” 206). Buscar, rebuscar y no
hallar ningún exemplum que conviniera a su situación hacía añicos la
estructura de saberes que Castañeda había desplegado en sus periódi-
cos y que justificaba su empresa como escritor público. En el número
36, el Despertador había prometido “recurrir ya à la historia natural, ya
à la favula, ya à los fastos, y anàles de todos los siglos para sacar pasages
que abochornen à los que ni aun perdonados escarmientan” (468). La
literatura didáctica (apólogos, parábolas y fábulas) de la que frecuen-
temente se valía el cura para cumplir el objetivo de instrucción que
había dado a sus papeles portaba un sentido ideológico muy preciso.
Los “pasages al caso” que el fraile escribía en las páginas de sus hojas y
de los que extraía siempre una “moralidad” subsumían un hecho par-
ticular de su presente en el acervo de experiencias ejemplares de las

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que emanaban valores ligados a la sociedad tradicional. Más allá de


las adaptaciones al contexto local de las que eran objeto sus relatos, la
forma en sí de la fábula o el apólogo movilizaba una sabiduría que ve-
nía del fondo del tiempo y cuyo valor era, por definición, eternamente
actualizable10.
Pero la actitud expectante del Despertador y de su compañero res-
pecto de las historias pasadas tenía que ver puntualmente con poner
al servicio de las penurias de los hombres y las mujeres del siglo XIX la
sabiduría atesorada en los libros. Desgracias, tristezas, penas extraor-
dinarias que había que aprender a aliviar para hacer más llevadero el
mundo. Cincuenta años después, el gaucho Martín Fierro se consola-
ría con el canto acompañado de una vihuela. Los personajes de Casta-
ñeda, criaturas de estirpe letrada, que no tenían vida más allá del papel
y la letra en la que inscribían su biografía, no podían aliviar sus tribu-
laciones más que leyendo. Fuera de esta diferencia, lo que interesa es
que el aparato de saberes, en uno y otro texto, (dis)funcionaba bajo el
mismo principio. Julio Schvarztman recuerda la idea de Ezequiel Mar-
tínez Estrada de que el decir sentencioso del poema de Hernández ten-
día un puente entre el suceso particular y la historia de los sufrimientos
humanos. Este puente sería parte de la “operación reguladora y orde-
nadora” de la experiencia que realiza el saber proverbial. “Inscribir el
sufrimiento individual en un largo proceso histórico provee sentido
pero también resignación”, puntualiza Schvarztman (104). Era preci-
samente esa inscripción la que fallaba en el trance que atravesaban los
personajes de Castañeda, mismo que por otra parte configuraba una
escena de partida forzosa en la que, retrospectivamente, resuena el
exilio de Fierro y Cruz y la camaradería de los compañeros que caen
juntos en desgracia.
Debido a la naturaleza irrepetible de un acontecimiento que no
encajaba en ninguna de las historias conocidas, la soledad y el des-
amparo de los personajes se amplificaban. El sentimiento de radical

10
El uso de la literatura didáctica vincula a Castañeda, por un lado, con el moralismo
cristiano de la literatura del Barroco (la tradición de los desengaños y despertadores, en
la que se incluye Castañeda y muchos otros periodistas del siglo XIX, tenía sus raíces
en textos clásicos del 1600 como los Sueños de Quevedo y El diablo Cojuelo de Vélez de
Guevara). Por otro lado, el empleo de esas formas pedagógicas enlazaban el proyecto del
fraile con el discurso reformista ilustrado.

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historicidad del que daba cuenta el Despertador (“pero todas las his-
torias nos parecían mancas y caducas, ó fuese porque nosotros era-
mos los que caducábamos, ó porque no hay historia que sea puntual,
ó porque nunca lo pasado es tan vivo como lo presente”), reenviaba a
una nueva condición de los saberes y de la tecnología empleada para
su transmisión, la escritura impresa, que despuntaba en un escena-
rio social en el que avanzaba la modernidad con sus influjos secu-
larizantes. ¿Dónde buscarían el Despertador y el Suplementista las
historias en las que descansar sus penas? Se puede imaginar que en
libros, en “el libro de los libros”, la Biblia, en el Nuevo Testamento,
que funcionó para los cristianos al modo de un vade-mécum (palabra
latina que significaba literalmente “ven conmigo”), de un compañero
de vida. La búsqueda infructuosa de los personajes coincidía con la
aparición y multiplicación del libro más perecedero de todos, el pe-
riódico, que Castañeda había elegido como plataforma para disparar
sus dardos censorios contra los corifeos del siglo XIX. La emergencia
del nuevo medio modificó los lugares en los que se depositaban y po-
dían encontrarse los saberes e insufló a estos un valor temporal, una
duración: en sus páginas, ningún escrito, cualquiera fuera la índole
del conocimiento que transmitiese, permanecía indemne al paso del
tiempo.
Ahora bien, en el recorrido una por una de las historias del pasa-
do que hicieron el Despertador y el Suplementista, algo del funciona-
miento del saber tradicional terminaba restableciéndose. Finalmente,
aparecía la “historia puntualísima”, la “historia verdadera”: El ingenioso
hidalgo don Quijote de la Mancha. Así, luego de la búsqueda infructuo-
sa en “las historias”, se configuraba la segunda escena de lectura que
contenía el relato: el Suplementista “tomó en sus manos el precioso
libro, y puestas las antiparras, y dando de narices en el capitulo 47 de la
segunda parte leyó en voz alta el párrafo siguiente” (1064). Se trata del
capítulo en el que don Quijote y Sancho Panza deciden volverse pasto-
res para cumplir con la prohibición de usar las armas que pesaba sobre
el manchego. La espada del personaje de Cervantes quedaba asimila-
da así a la pluma del fraile escritor. Un texto literario profano pasaba a
ocupar el lugar de objeto de una lectura instructiva destinada a mode-
lar las conductas. El Quijote devenía “una ley inviolable”, según pala-
bras del Suplementista, ya que les señalaba a los personajes un camino
a seguir. Castañeda, que tanto lamentaba el alejamiento de Dios de la

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vida de los hombres y las mujeres decimonónicos, parecía alejarse él


mismo de las lecturas piadosas. Pero, en realidad, lo hacía solo parcial-
mente, porque el modo de apropiación de la novela de Cervantes no
renunciaba a otorgarle al texto cierta investidura religiosa basada en la
relación pedagógica y de acatamiento de autoridad que los personajes
establecían con el clásico español.

3. El atadito y la leyenda
En varias escenas del relato del Despertador gravita una tendencia sa-
cralizante respecto de los libros y la lectura. En la elección que realiza
el personaje de los volúmenes que lo acompañarán en su destierro, re-
suena por ejemplo una exhortación bíblica de la literatura proverbial:
lleva la ley “siempre atada a tu corazón, y colgada como una joya a tu
cuello” sentencia el libro de los Proverbios (La Biblia Latinoamérica,
Prov. 6, 21). Así, el personaje cuenta que
en un atadito cargué la biblia: un librito de meditaciones de Fr. Luis
de Granada: el sacerdote perfecto del P. Molina, y á Jamin pensa-
mientos teológicos: por lo que hace á libros de política no cargué
mas que á la insigne política, y admirable doctora Sor Teresa de Je-
sús (1066).
Como se ve, todos eran textos religiosos. ¿Qué sentidos de uso de
los libros refulgen en esta imagen? En principio, el hecho de que el
contenedor que sirve para transportar los volúmenes sea un “atadi-
to” habla del tamaño pequeño de los objetos que acarrea; en efecto,
el texto de Granada es identificado con el diminutivo “librito”. Los ta-
maños y la forma física de los libros determinan los empleos a los que
se los destina (Lyons 138-139; Martínez de Sousa 399-406). La cultura
eclesiástica se caracterizó por estar muy atenta a esas cuestiones y por
aprovechar de manera productiva los avances relativos a las tecnolo-
gías de la escritura. Por ejemplo, se cree que las primitivas comunida-
des cristianas fueron las primeras en preferir el códice al libro en rollo.
Para Michel Melot, esta elección se explicaría porque el Evangelio era
considerado un manual de vida que había que llevar siempre consigo;
de ahí que hubiese sido necesario darlo a leer bajo una forma más ma-
nejable y transportable (30). Luego de la aparición de la imprenta, esa
necesidad se reflejó en los formatos de reducidas dimensiones como
si, de la era cristiana en adelante, el libro no hubiese hecho más que

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perfeccionar aquellas cualidades que lo tornaban un objeto escrito


sumamente transportable. A diferencia de los libros de gran formato
destinados para usos ceremoniales y monumentales, los pequeños vo-
lúmenes se fabricaron históricamente para llevarse pegados al cuerpo,
en un atadito cruzado en la espalda o sobre el hombro, como hacía el
personaje de Castañeda, dentro de un bolsillo, colgados del cinto o del
cuello como si se tratara de un amuleto.
Por otra parte, el “atadito de libros” en tanto objeto resulta suge-
rente. La palabra “atado” refiere a un conjunto de cosas liadas entre sí
que en este caso, más que con un lío (un “lío de ropa”, por ejemplo),
se emparentaba con el ramo o el ramillete debido a su composición
selecta. Esta última voz reenvía directamente al mundo de los géneros
librescos. El florilegium, que literalmente significa “ramillete de flores”,
era una compilación de frases memorables de un mismo autor o de va-
rios autores en torno a una temática. “Adagios, sentencias, anécdotas
históricas o fábulas y toda frase aguda y breve o ingeniosa” eran reco-
pilados en esa clase de volúmenes (López Poza 61). Las palabras lati-
nas que identificaban las recopilaciones eran varias: además de florile-
gium, se usaban las voces thesauros, corpus, catalogus e, incluso, flores.
En lengua vernácula también aparece en el mismo espectro semántico
“biblioteca” (Chartier 72). Se trataba de géneros literarios que tenían
la finalidad de hacer manejable la inmensa cantidad de textos que ha-
bían puesto en circulación el libro manuscrito y luego la imprenta. El
atadito de libros que lleva el Despertador, si bien transporta textos en-
teros, es heredero de esas preocupaciones: su portabilidad aseguraba
que el tesoro del saber —o por lo menos un fragmento selecto de él—
estuviese disponible en cualquier lance en el que estuviera.
Así como los florilegios se pueden asociar con los cuadernos de no-
tas donde se coleccionaban pequeños retazos de textos (los codex ex-
cerptorius muy usados por los clérigos para elaborar sus sermones), el
atadito de libros del Despertador construye la imagen de una biblioteca
portátil y personal. Los libros juegan un rol protagónico en el relato de
la partida de Buenos Aires y de la estancia de los periódicos-personajes
en el pueblo bonaerense de las Conchas, lugar donde encontraron tér-
mino a su errancia. Al ver los libros, la dueña de la casa que acogió a
los desterrados pregunta: “¿son en castellano?”. Signo de que la mujer
no sabía leer, el interés por el idioma en el que estaban escritos subra-

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ya, además, el lazo cultural con la lengua y la literatura de la antigua


metrópoli que Castañeda se empeñaba en reivindicar ante el avance
de lo que llamaba despectivamente el espíritu “gaucho-britano-gálico”
(Castañeda, Desengañador… 28). Como agradecimiento a la hospitali-
dad que mostraba el pueblo, el Despertador decide compartir el saber
atesorado en los libros que llevó consigo:
Diariamente de las once hasta las doce del dia, y desde las siete
hasta las ocho de la noche se juntaban las vecinas en lo de nuestra
patrona, y empezaba la leyenda teniendo yo cuidado de explicar, y
comentar los lugares que me parecian de difícil inteligencia: solian
también de cuando en cuando concurrir matronas del pueblo veci-
no, y ya la sociedad iba siendo numerosa (1069).
“Leyenda”: palabra de gusto arcaico frente a la cual puede imagi-
narse el solaz del fraile como si se tratase de un bello objeto anticuado.
La tercera escena de lectura que presenta el relato también es en voz
alta, pero esta vez el destinatario es múltiple, una audiencia confor-
mada exclusivamente por matronas que deviene “sociedad”: sociedad
teofilantrópica femenina, podría decirse, cuyas integrantes se recogen
alrededor del Despertador y de los libros piadosos vocalizados por él.
En ese espacio cuyos horarios marcaban la inminencia del punto más
alto del sol y de su caída, los pequeños volúmenes transportados desde
Buenos Aires en el frágil atadito proyectaban sus letras silenciosas más
allá del recinto de la intimidad, gracias a la puesta en voz en una lectu-
ra comunitaria en torno de la cual se cimentaba una sociabilidad, en
principio, más de índole instructiva que ociosa. El componente de ins-
trucción se revelaba en las explicaciones y comentarios del cura acerca
de los pasajes dificultosos de los libros, lo que vincula esta escena con
los dispositivos de la oratoria sagrada, específicamente con la homilía,
género que consiste en el comentario del texto bíblico para facilitar la
comprensión11. Nótese, además, que el relato no registra la voz de nin-
guna de las mujeres que conformaban la apretada concurrencia. Sin

11
La catequesis, la homilía y el sermón son tres formas centrales de la predicación
cristiana. En los dos primeros, prevalece el interés por lograr en los oyentes la compren-
sión de la fe cristiana y de los textos sagrados, respectivamente. Este objetivo determina
que en ambos casos se prefiera el tono familiar. El sermón, que también puede consistir
en la explicación de algún pasaje bíblico es, por el contrario, una forma de predicación
de cierta solemnidad y formalidad (Herrejón Peredo 11).

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embargo, ese silencio, que puede ser interpretado como signo de una
actitud sumisa hacia una figura de autoridad, también puede ser resul-
tado de un estado de embelesamiento. Después de todo, las imágenes
que propone la anfitriona para animar a su huésped son del registro
de la atracción y de la glotonería: “yo le prometo á V. que las señoras
concheras lo han de perseguir como moscas á la miel, y como las ave-
jas á las flores; son muy amigas estas matronas de que les lean buenos
libros” (1068). Hay algo de la voracidad del deseo, entonces, por parte
de las mujeres que escuchaban leer al Despertador; ahora bien, para
poner a raya cualquier peligro de bibliomanía, Castañeda imaginó una
práctica de lectura controlada y acotada (dos horas por día) que, ade-
más, estaba regulada por un varón anciano y piadoso.
No hay ninguna indicación de qué textos puntuales de su atadito
les leía el Despertador a las concurrentes de esas reuniones. No obs-
tante, el personaje enfatiza un rasgo de los libros que portaba: dice a la
dueña de casa que la mayoría de ellos son de la mística española Santa
Teresa de Jesús a quien, cuando enumera los impresos que cargaba,
llama “insigne política”. Castañeda en varias oportunidades se decla-
ró admirador del misticismo. De hecho, apelando a un procedimiento
característico de su profusa inventiva léxica, dejó huellas de su gusto
por ese tipo de religiosidad en el nombre de su primer periódico. Al fi-
lantropismo propio de la prensa ilustrada y a las materias políticas que
sin excepción abordaban las hojas que circulaban en la ciudad de Bue-
nos Aires de la década de 1820, el cura les imprimió su singular sello
calificando a su primogénito con el nombre de Despertador “teofilan-
trópico” “místico-político”. Así, reescribió y torsionó el sentido de dos
conceptos que se anudaban en la prensa decimonónica (filantropía y
política) a través de un título que ponía la cuestión religiosa en primer
lugar. Si la política era el campo del hacer del hombre que, en el mal-
hadado siglo XIX, más se alejaba del Cielo para volverse terrenal y de-
masiado humana, el componente místico reenviaba a un horizonte de
cercanía absoluta con Dios, a lo que Castañeda llamó en uno de los nú-
meros iniciales del Despertador el “ilapso de la divinidad en la sustan-
cia del alma” (145). Visto así podría pensarse que el cura construyó un
perfil lector a imagen y semejanza de su biblioteca mística (las mujeres
silenciosas y arrobadas que escuchaban al Despertador se parecían a
sus santas) y que la escena de la leyenda en el pueblo de las Conchas
era el grado cero de la comunidad deseada sobre el revés de una reali-

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dad desalentadora en la que los continuos enfrentamientos civiles de


la década de 182012 patentizaban las divisiones de la sociedad13.

4. “¿Hasta cuándo ha de estar amancebado con los


libros?”
Es la pregunta que le hace al cura Doña María Retazos, su segunda cria-
tura femenina. En el número 15 del periódico homónimo14, la joven
matrona publica una carta enviada desde Kaquel Huincul en la que
Castañeda —firmante del texto— se despachaba con todos los objetos
que precisaba que le llevasen para cumplir con sus ministerios en tan
desolado lugar. Entre botiquines y vacunas, el cura pide catecismos,
catones, libros de meditaciones devotas y estampas de los misterios,
“y todo en mucho número para dar, y repartir por toda esta inmensa
campaña” (282). En la visión de la redactora, la necesidad de materia-
les impresos revela su verdadera naturaleza cuando el fraile le solicita
la enciclopedia más completa de Buenos Aires:
¿No me dirá donde quiere colocar los cientos tantos tomos en fo-
lio de la Enciclopedia? ¿Ignora V.P. que en Kaquelhuincul mas se
llueve dentro de las habitaciones que en el aire? Por eso es que su
solicitud la atribuyo mas bien al vicio, ó á la costumbre inveterada
de V.P. por los libros, que á un sano y maduro acuerdo. (292)15

12
En 1820, las Provincias Unidas del Río de La Plata quedaron desmembradas tras la
caída del gobierno central y la disolución del Congreso Nacional. Durante todo ese año
y principios de 1821, el nuevo Estado provincial pugnó por nacer bajo los embates de la
guerra facciosa. Se sucedieron gobiernos efímeros; las montoneras del interior ocuparon
la provincia de Buenos Aires y hubo un profuso derramamiento de sangre (Ternavasio,
119-130).
13
Así analizada, esta escena de lectura establece contrapuntos con las figuraciones
de lo femenino en la prensa de Castañeda. En ella, las mujeres tienen un rol protagónico
como corresponsales privilegiadas y editoras/redactoras. Su gran capacidad deliberan-
te coagula en la Asamblea de las Matronas, espacio imaginario de quinientas mujeres
reunidas para debatir sobre política con prescindencia de los hombres. La reunión de
las mujeres de las Conchas recuerda la Asamblea (aunque, en el primer caso, se reunían
alrededor de un varón).
14
Doña María Retazos salió entre el 27 de marzo de 1821 y el 1 de agosto de 1823. La
colección consta de 16 números, el último de los cuales se imprimió en Montevideo, ciu-
dad a la que Castañeda había escapado en ocasión de su segunda condena a destierro.
Existe una edición facsimilar de este periódico, que es la que usé a lo largo del artículo.
15
A partir del análisis de los anuncios publicados en La Gaceta Mercantil, Alejandro
Parada realizó un estudio de los libros que circulaban en Buenos Aires durante de época
de Rivadavia. Respecto de las enciclopedias, indica que las que tenían una presencia
reiterada en el periódico eran la Encyclopaedia Britannica, de 26 volúmenes; la Enci-

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Leer en el destierro. Escenas de lectura en los periódicos de fray Castañeda  |  Romano

El cura escribió las cartas a Doña María cuando ya había vuelto de


Kaquel Huincul y estaba otra vez en la ciudad. Evidentemente, le re-
sultaba atractiva la ficción de la correspondencia con la matrona, que
enfatizaba su perfil de padre predicador, abocado a cumplir con su
ministerio donde quiera que se encontrase, a la vez que satirizaba su
figura. Su gusto por los libros es el motivo central de esa satirización,
que se fundamenta en un tópico asociado con el apogeo de la novela y
la aparición del tipo de lector enfebrecido por las historias ficcionales
que llegaba hasta el extremo identificatorio de vivir como los héroes o
las heroínas de los textos que leía (Littau 73-77). Ese modelo de apro-
piación del libro que apareció siguiendo el suceso de obras románticas
tales como Pamela de Richardson y Julia o la nueva Eloísa de Rousseau
no deja de enlazarse con la historia del manchego devenido caballe-
ro andante que Castañeda reivindicaba como libro de cabecera de sus
atribulados periódicos-personajes. Detrás de los lectores arrebatados
por la pasión novelesca y del héroe cervantino atiborrado de historias
de caballería subyace una misma manera de afrontar los avatares vi-
tales, esa actitud que Edward Said calificó de “textual” y que definió
como el error de suponer que “los libros y los textos pueden ayudar
a comprender el desorden impredecible y problemático en el que los
seres humanos viven” (122). En la voluntad del Despertador y el Suple-
mentista de revisar una a una las historias antes de partir al exilio ¿no
anidaba esa creencia en el valor práctico de la palabra recogida en los
libros? Lo notable es que los personajes de Castañeda hayan colmado
su expectativa lectora echando mano de una historia en la que esa cla-
se de relación con los libros era crudamente ridiculizada.
En el vínculo pecaminoso que Doña María le atribuye al cura con
los materiales impresos, se diluía el componente instructivo que esta-
ba presente en la práctica de la lectura en voz alta dirigida a las mujeres
de las Conchas, a la vez que se magnificaban los trazos de la voracidad
lectora que complementariamente se esbozaba en dicha audiencia fe-
menina. En la representación que hace la redactora en su correspon-
dencia, el libro es tierra fértil para el exceso y las relaciones ilegítimas;
de ahí que surja la imagen del amancebamiento. Además, de los pe-

clopedia metódica universal y la Enciclopedia de artes y ciencias (57). ¿Sería algunas de


esas enciclopedias las que reclamaba el fraile?

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queños volúmenes del atadito que alimentaban la “leyenda” con las


concheras se pasa a los “cientos tantos” tomos en folio de la Enciclo-
pedia. Castañeda, ciertamente, no se refería a la monumental obra de
Diderot y D’Alembert, libro emblemático de la Ilustración, cuyo elen-
co de autores el padre tildada despectivamente de “pseudósofos”. En
su segundo papel, el Desengañador gauchipolítico, se quejaba de los
“mozuelos antiteocrátas que en el año 20 se han lanzado con la enci-
clopedia universal” (397), lo que dejaba en claro su valoración negati-
va del género, especie de arma sacrílega con pretensiones de suplir el
orden de Dios.
No obstante, aunque la aspiración de completitud de las enciclo-
pedias configuraba de por sí un reto a Dios, a su saber y a su orden
eternos y universales (por algo Diderot se refirió a su empresa como
“grand et maudit ouvrage”), en algún punto el deseo de Castañeda se
justificaba. Pedía la enciclopedia más completa porque —aclaraba—
estaba en una “travesía” (283), esto es, en un desierto, espacio que en
el imaginario decimonónico refería a los territorios solo habitados por
indios. La lista de cosas que precisaba debía medirse sobre la base de
ese gran espacio en blanco para la “civilización”. Necesitaba cuadros,
estampitas, libros para poblar de imágenes y palabras impresas esos
lugares alejados y llevar adelante allí la tarea de la catequesis cristia-
na y de la instrucción. Los volúmenes grandes de la enciclopedia eran
a medida de ese vasto espacio en el que el cura estaba confinado. En
términos simbólicos, la extensión de esos volúmenes se medía en su
capacidad de contener un mundo ordenado de manera alfabética,
un tejido de palabras y definiciones que podía solaparse sobre el lu-
gar inexplorado, donde faltaba justamente la huella de la civilización
(blanca y europea) y el nombre de las cosas.

5. Caleidoscopio de lecturas y lectores (a modo de


conclusión)
En las escenas de lectura imaginadas por Castañeda, se representan
distintas formas de apropiación lectora en cuyo desarrollo se mezclan
de manera poco discernible trazos novedosos con otros que no lo son
tanto. En la primera de ellas, los libros antiguos se acoplan con una
manera de leer tradicional y de ese encuentro no sale nada provecho-
so. La desilusión de los personajes del fraile, que “recorren una a una

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las historias” sin hallar nada valioso, construye la imagen paradojal de


una lectura que es, pero a la vez no es. Esa imagen, que es puramente
negativa, tiene un poder desacralizante enorme: si podemos suponer
que el libro sagrado del catolicismo estaba entre las historias indaga-
das por el Despertador y el Suplementista, hay que reparar en el hecho
de que los personajes no encontraron nada en la Biblia. Agrego que
no encontraron nada “de utilidad”, puesto que ahí residía el meollo del
tipo de lectura que, en los nuevos y turbulentos tiempos que corrían,
no llegaba a cuajar: leer siempre los mismos libros con la certeza de
que en ellos se encontrarán soluciones para los problemas vitales del
presente.
Esta representación de la lectura frustrada permite indagar no ya en
la figura de los nuevos lectores —objeto muy recurrido en los trabajos
que abordan la lectura de las primeras décadas del siglo XIX16— sino
en los lectores tradicionales (varones cultos) y en sus estrategias de
adaptación a las nuevas condiciones de legibilidad de los textos. En
este caso, el contraste entre lectores cultos y populares o entre lectores
y lectoras no tiene un lugar preponderante. Lo que se pone en cuestión
es la práctica de la lectura intensiva. En otras palabras, la lectura repe-
tida de libros siempre idénticos a sí mismos entraba en crisis, lo que
insinuaba una ruptura entre el corpus de saberes tradicionales y las
nuevas experiencias que deparaba el advenimiento de la modernidad.
Pero en el relato del Despertador hay un momento epifánico donde
el acto de leer sí satisface a los lectores. Encabalgada entre la voluntad
instructiva de inspiración religiosa y el ejercicio deseante, la tercera es-
cena de lectura supone una relación de correspondencia entre el texto
vocalizado, el lector-mediador y la audiencia femenina. Es la lectura
en voz alta y comunitaria, cotidiana y no urbana que tiene lugar en el
pueblo de las Conchas; lectura oída en la que no hay opinión ni pare-
ceres de las oyentes, sino escucha embelesada. En el decir auspicio-
so de la anfitriona de los desterrados, las alegres imágenes que sirven
para graficar esa escucha (“moscas a la miel y abejas a las flores” 1068),
imágenes vegetales, voladoras y zumbonas, representan el acto de leer
como el exacto reverso del itinerario inútil por las historias del pasado

Me refiero específicamente a los trabajos de Batticuore, Martínez Gramuglia y Pas


16

que consigno en la bibliografía.

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en las que, desesperanzados, el Despertador y el Suplementista no en-


contraron nada. Son imágenes que enlazan con el principio de la his-
toria y que, como si se tratara de una figura emblemática, insisten en
la idea de una complementariedad perfecta y utópica entre el sujeto, la
experiencia pasada, la representación de esa experiencia en libros, la
lectura y los trances vitales del presente.
Esta tercera escena de lectura es, a su vez, parte de la vida de fic-
ción que se inventan los personajes-periódicos de Castañeda al deci-
dir imitar al Quijote y a Sancho Panza. En este punto, aparece el fraile
como lector del gran clásico español (segunda escena de lectura). Lo
curioso es que el Despertador y el Suplementista vivan la novela de
Cervantes —o por lo menos un tramo de ella— y no les vaya tan mal.
Así, la ecuación defendida por los moralistas desde el siglo XVIII en
adelante, que ataba la sobreidentificación con un personaje novelesco
a la caída en la locura, se quiebra. El fraile se comportaba como un
lector desenfadado al ofrecer en su relato una pequeña reescritura del
texto cervantino: en el caso del Depertador/Quijotiz (nombre que se
pone el personaje para sellar su imitación del hidalgo de la Mancha)
el apego excesivo a los libros, vicio que exponía con severidad risueña
Doña María Retazos en las cartas con Castañeda, no deparaba calami-
dades; por el contrario, esa atracción funcionaba como fundamento
aglutinante de la incipiente comunidad en la que los perseguidos en-
contraban un descanso para su errancia.

Referencias bibliográficas
Batticuore, Graciela. Lectoras del siglo XIX. Imaginarios y prácticas en
la Argentina. Buenos Aires, Ampersand, 2017.
. La mujer romántica. Lectoras, autoras y escritores en la
Argentina: 1830-1870. Buenos Aires, Edhasa, 2005.
Bolter, David y Grusin, Richard. Remediation. Understanding New Me-
dia. Cambridge, Massachusetts Institute of Technology Press
Edition, 1999.
Brunetti, Paulina, Matías Maggio Ramírez y María del Carmen Grillo.
“Un puro vegetar. Representaciones de la lectura en el Se-
manario de Agricultura, Industria y Comercio (1802-1807)”.
Ensayos sobre la prensa. Primer concurso de investigación en
periódicos argentinos en homenaje al Prof. Jorge B. Rivera.
Dir. Paulina Brunetti y Matías Maggio Ramírez. Buenos Ai-

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Leer en el destierro. Escenas de lectura en los periódicos de fray Castañeda  |  Romano

res, Biblioteca Nacional, 2008. Recuperado de https://www.


aacademica.org/maggioramirez/21.pdf
Castañeda, Francisco Paula de. Despertador Teofilantrópico Místico-
Político. Buenos Aires, Imprenta de la Independencia/Im-
prenta Álvarez, 1820-1822.
. Desengañador Gauchi-Político, Federi-montonero, Chacua-
co-orienta, Choti-protector y Puti-republicador de Todos los
Hombres de Bien, que Viven y Mueren Descuidados en el Si-
glo Diez y Nueve de Nuestra Era Cristiana. Buenos Aires, Im-
prenta Álvarez, 1820-1822.
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Artículo
LITERATURA Y LINGUÍSTICA N°41, 2020 | ISSN 0716-5811 | pp. 123-150
DOI: https://doi.org/
Recibido: 08 de abril 2019 · Aceptado: 07 de octubre 2019

Literatura chilena de la postransición: Una


lectura a los determinantes sociopolíticos
de la narrativa de Eltit y Fuguet*1

Post-Transition Chilean Literature: A Reading of the Socio-


Political Attachments of Eltit and Fuguet’s Narrative Fiction

Denisse Lazo-González**2

RESUMEN
Este trabajo examina la relación entre literatura y política, propo- Palabras clave:
niendo una mirada de la literatura chilena publicada a partir del literatura y
año 2000 como literatura de la postransición. Toma como ejem- política, literatura
plos semicanónicos a Diamela Eltit y Alberto Fuguet, enfocándose chilena de la
postransición, Eltit,
en sus novelas Fuerzas especiales y Aeropuertos, respectivamente;
Fuguet, literatura e
en particular, en los medios modernos de control social y poten-
imaginario social.
ciales vías para resistirlo que sugieren estas obras. El artículo tiene
como objetivos desvelar las maneras en que las representaciones
literarias de dos autores —aparentemente disímiles como Eltit y
Fuguet— interactúan con determinantes sociopolíticos propios
de la postransición chilena, y demostrar el rol político-cultural
que dicha literatura juega en la creación de un cierto imaginario
social de la postransición, más allá de las diferentes perspectivas
con las que los autores puedan contribuir.

ABSTRACT
This work examines the politics of literature by proposing a view Keywords:
of literature published in Chile after the year 2000 as represen- politics of
tative of Chile’s post-transition literature. It takes Diamela Eltit literature, post-
and Alberto Fuguet as semi-canonical examples and focuses its transition Chilean
analysis on the novels Fuerzas Especiales and Aeropuertos, and literature, Eltit,

*1
Este trabajo es parte de la investigación doctoral titulada “The Politics of Literature
in Chilean Post-Transition to Democracy Novels: Portraits of Society and the Political
Status of Women in the Narrative of Diamela Eltit and Alberto Fuguet”, llevada a cabo en
la Univesidad de Oxford y financiada por Conicyt.
**2 C
hilena, Doctora por la Universidad de Oxford, Teaching Fellow, Universidad de
Reading, Reading, Reino Unido d.lazo-gonzalez@reading.ac.uk

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Literaturachilenadelapostransición:Unalecturaalosdeterminantessociopolíticos  |  Lazo-González

specifically on the modern means of social control and the po- Fuguet, literature
tential paths towards resistance as suggested by these novels. The and social
article aims to unveil the ways in which these authors’ seemingly imaginary
different literary representations interact with the socio-political
attachments of the Chilean post-transition, as well as to demons-
trate the political and cultural role that this kind of literature
plays in the creation of a certain post-transition social imaginary,
regardless of the author’s different standpoints.

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Literatura, política y transición en Chile


Para llevar a cabo una lectura sociopolítica de la literatura más recien-
te de dos autores aparentemente disímiles como Diamela Eltit (1949-
) y Alberto Fuguet (1964-) es necesario indagar en la relación entre
literatura y política, para lo cual es relevante comenzar por trazar la
interconexión entre la ficción literaria y el imaginario social. John
Thompson define el imaginario social como “La dimensión creativa y
simbólica del mundo social, la dimensión a través de la cual los seres
humanos crean sus formas de vivir en conjunto y sus maneras de re-
presentar la vida colectiva”1 (Thompson 6). El imaginario social se ex-
presa mediante significaciones que, con su naturaleza creativa, dotan
a una sociedad de identidad para distinguirla de otras (24). En cuanto
a esto, Cornelius Castoriadis considera a la sociedad en sí una institu-
ción que constituye un magma de significaciones del imaginario so-
cial, lo que él llama “mundo de significaciones” (Castoriadis 359). Los
simbolismos que son parte de tales significaciones se ligan al mundo
real y unen a una determinada sociedad en cuanto a lo que esta con-
sidera como “realidad” en un periodo dado (359-371). De particular
relevancia para el estudio de la relación entre política y literatura, el
simbolismo de tales significaciones encuentra especial resonancia en
el lenguaje, el que contribuye a determinar la manera en que se orga-
nizan este mundo de significaciones y la realidad, esto es, la forma en
que una determinada sociedad percibe su existencia en un periodo
histórico determinado (371).
De este modo, el imaginario social es una de las fuerzas reguladoras
de la vida colectiva. Siguiendo a Bronislaw Baczko, solo existe comuni-
cación entre las personas por medio de símbolos exteriores a los esta-
dos mentales individuales, símbolos tomados como realidades, elegi-
dos más o menos de manera arbitraria (Baczko 21). Estas nociones
conectan al imaginario social con el ejercicio del poder al rodearse este
último —especialmente el político— de representaciones colectivas en
lo imaginario y lo simbólico (12-30). Este enfoque es especialmente rel-
evante para el estudio de la literatura y su relación con lo sociopolítico,
al enmarcar la forma en que los mensajes y significados vehiculizados
por el lenguaje literario pueden nutrir o informar un cierto imaginario

1
Traducción propia.

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social, no solo como representación de formas de vida colectiva, sino


como impulso que influye en la manera en que la imaginamos. Así, en
una dinámica interconectada, en su naturaleza ficcional la literatura
contribuye a la creación de un cierto imaginario social y a la disemi-
nación de creencias y valores culturales, y de las relaciones de poder
que forman parte de él.
Idelber Avelar entiende que la transición chilena comenzó el 11
de septiembre de 1973 con el golpe militar que derrocó a Salvador Al-
lende, presidente socialista democráticamente electo. La refundación
capitalista de Chile no podría haberse llevado a cabo en democracia y,
por lo tanto, la dictadura fue el comienzo de la transición, es decir, del
inicio de la transformación hacia el actual sistema neoliberal que rige
a Chile (Avelar 29, 78, 81).
El neoliberalismo se refiere a las políticas económicas que favore-
cen una reducción del rol del Estado y del gasto público, así como la
privatización de sus activos. Otras características son la tecnificación
de la gobernabilidad, la despolitización de la sociedad y un afán de
reinstaurar el poder de clase en las manos de las elites empresariales
(Undurraga 13-14). En Chile, la doctrina del libre mercado se imple-
mentó en dictadura bajo el liderazgo de los llamados Chicago Boys,
un grupo de tecnócratas educados en las aulas del Departamento de
Economía de la Universidad de Chicago, al alero de las enseñanzas de
Milton Friedman y sus principios de libertad económica. Bajo condi-
ciones de impunidad política y disciplina social impuesta por las ar-
mas, los Chicago Boys tuvieron libertad absoluta para implementar
sus nuevas políticas económicas (Undurraga, “Neoliberalism…” 16-
20) . Sin embargo, con el retorno a la democracia los gobiernos op-
taron por mantener el modelo con muy pocos cambios (Silva, “Tech-
nocrats…” 405; Undurraga, “Neoliberalism…” 21-27; Winn 49-50).
Así, la democracia chilena actual es una neoliberal basada en una
economía de libre mercado que ha provocado profundos niveles de
desigualdad. De acuerdo con el Banco Mundial, Chile es el séptimo
país más desigual del mundo y quinto en América Latina (World Bank
Group 84). En efecto, en Chile, imperan condiciones de vulnerabilidad
laboral, la influencia de los sindicatos es impresionantemente débil y
la participación de los trabajadores en huelgas en las últimas décadas
ha sido mínima (Moulian 100-103; Undurraga, “Neoliberalism…” 27).

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El modelo económico heredado de la dictadura ha fomentado también


el consumismo y el endeudamiento de la gente, los que contribuyen a
su vez a la subyugación laboral cuando los trabadores se ven enfren-
tados a la necesidad de aceptar condiciones laborales deficientes, con
el fin de conservar un salario que les permita no solo ganarse la vida,
sino también cumplir con sus compromisos financieros. Al respecto,
según datos de la Fundación Sol publicados en 2019, en Chile el 82%
de los mayores de edad está endeudado y el 26% tiene deudas morosas,
contrayendo nuevos compromisos financieros para pagar los anteri-
ores; mientras que en los segmentos de menores ingresos, las personas
se endeudan con el comercio retail para comprar comida, educación,
salud y ropa (Fundación Sol s/p).
En la democracia neoliberal chilena, el poder permanece del lado
de las empresas nacionales y transnacionales. Prolifera la privatización
de la salud, la educación, los servicios básicos y del transporte. Los re-
cursos naturales se sobrexplotan para el beneficio de transnacionales,
los pueblos originarios se reprimen y predomina la centralización, lo
que ha llevado a que en un país de alrededor de 17 millones de perso-
nas y más de 4 mil kilómetros de largo, cerca de 6 millones de habitan-
tes vivan en la capital. El costo de vida se encarece de manera regular,
mientras que los salarios de la mayoría de los trabajadores y particu-
larmente de las pensiones (excepto las de las fuerzas armadas) no se
condicen con los costos de vida.
Esta transición chilena hacia una democracia neoliberal produjo
un trauma social que también impactó en la literatura, la que se vio
forzada a abandonar la posición de privilegio de la que alguna vez
gozó y entró en lo que Avelar denomina una situación de “guetoiza-
ción irreversible” (Avelar 315). La reforma universitaria de 1967 había
promovido los movimientos culturales en general y la crítica literaria
en particular, puesto que “la literatura y la crítica literaria parecían in-
separables de la construcción de una nueva sociedad” (64). Pero ello
cambió drásticamente con el golpe militar y la dictadura, ya que Chi-
le pasó de tener un Estado que regularmente patrocinaba las artes a
evidenciar un “apagón cultural”, término con el que se conoce el des-
mantelamiento de la escena cultural promovido por la dictadura hacia
mediados de la década de 1970, cuando la mayoría de los artistas, es-
critores y críticos literarios vivían en el exilio, estaban presos, desapa-

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recidos, silenciados, muertos o forzados a trabajar bajo las condiciones


del mercado.
En dictadura, los espacios dedicados al estudio de las humanidades
y al desarrollo de expresiones culturales e intelectuales fueron interve-
nidos por los militares y las universidades pasaron de formar huma-
nistas y administradores públicos con un fuerte sentido ideológico a
formar tecnócratas (Alvear 48-66). Jon Beasley-Murray destaca que, a
primera vista, el neoliberalismo da la falsa impresión de basarse solo
en discursos técnicos y no ideológicos. Sin embargo, tal supuesto silen-
cioso es su principal fuerza política. Por ende, su estudio desde cual-
quier disciplina necesita de “una perspectiva histórica que comprenda
la transición democrática no como el nuevo comienzo o la pizarra en
blanco que sus arquitectos proponen, sino dentro del contexto de, al
menos, los últimos 30 años de la historia chilena” (Beasley-Murray 32-
33). Asimismo, para el estudio de la literatura chilena más reciente y
emergente, los determinantes sociopolíticos sobre los que se funda,
los que hereda y a los cuales interpela son ineludibles, independien-
temente de las perspectivas y posiciones variadas con las que puedan
contribuir los distintos autores.

Eltit y Fuguet como representativos de la literatura


chilena de la postransición
En el contexto previamente descrito de democracia neoliberal chilena
es posible postular a la literatura publicada en Chile a partir del año
2000 como representativa de la literatura chilena de la postransición.
Esto es, una literatura que comparte el legado social, político e históri-
co expuesto y que proyecta y (re-)crea un imaginario social permeado
por el modelo político-cultural neoliberal del Chile contemporáneo, el
que fuera impuesto por la dictadura y validado por la transición a la
democracia.
Desde la ciencia política no existe acuerdo en cuanto a si la tran-
sición a la democracia chilena terminó o no (Huneeus 33-34). Sin em-
bargo, desde una mirada literaria y cultural, siguiendo el enfoque de
Avelar, es posible proponer que la transición chilena acabaría simbóli-
camente en 2000. Ese año no solo fue testigo del comienzo de un nuevo
siglo y milenio, dejando atrás la tumultuosa historia chilena del siglo
veinte, sino que además está marcado por el comienzo del primer go-

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bierno de izquierda después de la dictadura: el de Ricardo Lagos (2000-


2006). No obstante, las políticas de la izquierda reformada que lideró
Lagos favorecieron ampliamente al sector privado y consolidaron el
legado político, económico y cultural de la dictadura. En este periodo,
entre otras cosas, se firmaron variados acuerdos de libre comercio; no
cesó la privatización de los recursos naturales y los servicios públicos;
hubo una aplastante represión y acallamiento de los movimientos ma-
puches y estudiantiles; se invocó la ley antiterrorista de Pinochet en
casos relacionados con el conflicto mapuche; se hicieron modificacio-
nes a la Constitución de Pinochet de 1980, lo que validó en democracia
una constitución creada por la dictadura; y si bien en 2004 se finalizó el
Informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, cono-
cido como Informe Valech, Lagos comprometió por cincuenta años la
naturaleza secreta de los testimonios y de las identidades de los viola-
dores a los derechos humanos, estrategia que ha impedido el uso de
estos registros en los juicios.
Para continuar con este enfoque desde lo literario, discutiremos al-
gunas nociones alrededor del estudio de la narrativa ficcional más re-
ciente de Eltit y Fuguet. Si bien al comienzo de sus carreras estos escri-
tores fueron considerados figuras literarias innovadoras, hoy en día, a la
luz del nuevo milenio, podrían bien ser denominados autores chilenos
“semicanónicos”. En 2018, Eltit recibió el Premio Nacional de Literatura
y ambos escritores gozan actualmente de un lugar privilegiado dentro
de la esfera literaria chilena. Cuentan con un amplio reconocimiento
internacional, sus obras son publicadas por editoriales establecidas a
nivel mundial, han sido traducidos a distintos idiomas, ambos autores
son estudiados en programas académicos en Chile y en el extranjero
(quizás un poco más Eltit que Fuguet, aunque un movimiento como
McOndo, liderado por Fuguet en la década de 1990 tiene espacio en
casi cualquier programa o libro sobre literatura hispanoamericana),
tanto el trabajo de Eltit como el de Fuguet es ampliamente reseñado
en la prensa y ambos han sido invitados a exponer en universidades de
prestigio nacional e internacional.
Los críticos han tendido a leer las obras de Eltit y Fuguet a través de
perspectivas poscolonialistas y posmodernistas respectivamente. En
el caso de Eltit, desde una perspectiva poscolonialista se ha destacado
su uso de un lenguaje denso y fragmentado, el que aparentemente se

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resiste a la traducción; la fusión del español con lenguas indígenas en


algunas de sus primeras novelas; el uso del sociolecto chileno de las
clases bajas; y el posicionamiento de las mujeres y del “lumpen” en
el centro de la narrativa ficcional como forma de desafiar los univer-
sales que silencian al subalterno, de resistir los patrones económicos
neoliberales de occidente y los cánones literarios chilenos (Brito 111-
142; Green 17; y Llanos 165-166). Por su lado, Fuguet ha sido tradi-
cionalmente leído como un autor posmoderno principalmente por la
influencia del neoliberalismo en su literatura, la que muestra un foco
en la globalización, la tecnología, los medios masivos y la cultura pop
estadounidense, además de narraciones muchas veces cargadas a la
autoficción. Su obra retrata a las clases sociales altas de Chile y a la
sociedad consumista e individualista que deriva de la economía de
libre mercado, y mostraría un desinterés en las perspectivas ligadas
a un territorio nacional e histórico en particular, así como una apar-
ente distancia de ideologías políticas (Cárcamo-Huechante 165; Pa-
laversich 40-43; Paz Soldán, “Escritura y cultura…” 44-48; Robbins y
González 17.
Sin embargo, si bien tales lecturas han contribuido a determinar
algunas de las características generales de los proyectos escriturales
de dichos autores, desde una mirada político-cultural son limitadas
en considerar los legados del contexto sociopolítico particular chileno
que ha influenciado profundamente a ambos autores. Además, ellas
se basan principalmente en el estudio de las obras más tempranas de
Eltit y Fuguet, publicadas en la década de 1980 y 1990, sin abundante
cuestionamiento a cómo se han desarrollado los proyectos de dichos
autores a la luz del escenario político-cultural del nuevo milenio. De
manera que, tradicionalmente, se ha leído a estos autores como rep-
resentantes de esferas políticas y literarias completamente opuestas
que no se relacionan entre sí: Eltit como una autora cuya escritura
representa un proyecto de izquierda que intenta resistir el neolib-
eralismo chileno y a Fuguet como representante y promotor de ese
mismo neoliberalismo, o como un autor aparentemente apolítico. No
obstante, Rubí Carreño nos alerta acerca de cuán inútiles pueden ser
las dicotomías tradicionales en un contexto donde la globalización ha
intervenido profundamente la literatura chilena actual. Para ella, la
narrativa ficcional chilena del 2000 insiste en la memoria como mac-
rogénero mediante subjetividades colectivas disgregadas como efecto

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de lo que implicó la instauración de la sociedad de mercado (Carreño,


“De niños…” 104-106).
Tomando en cuenta el contexto político-cultural chileno expuesto,
un acercamiento a la literatura más reciente de Eltit desde un enfoque
poscolonialista —el que en América Latina implica un foco central en
la relación entre fuerzas coloniales o neocoloniales, raza y etnicidad
(Rabasa 219-223)—, resultaría problemático. Esto es especialmente
evidente en su literatura de la postransición, donde la opresión de gé-
nero y de clase no se retrata como ligada a factores raciales y económi-
cos conectados con la etnicidad. Como resultado del neoliberalismo
contemporáneo chileno, las actuales formas de opresión retratadas en
novelas como Mano de obra (2002), Impuesto a la carne (2010) y Fuer-
zas especiales (2013) no se encuentran conectadas con un grupo étnico
en particular ni con una “tierra” específica, sino con contextos urbanos
y dinámicas que implican interconexiones entre clase y género en ciu-
dades globalizadas contemporáneas. Así, los procesos político-cultura-
les más locales y contemporáneos no pueden quedar fuera del análisis.
Montecino ha argumentado que en el contexto cultural e histórico
chileno, el origen desconocido es característica del mestizo (128). Esto
significa que para una parte importante de las personas rastrear sus an-
tepasados indígenas es imposible. Esto tiene relación con la cuestión
de los “enmascaramientos identitarios” (Ancán y Calfío 6), que ha
tenido gran influencia en el contexto cultural chileno contemporáneo.
En los extendidos procesos de migración campo-ciudad acaecidos en
Chile, como una forma de evitar la discriminación muchos descendi-
entes de mapuches (y probablemente también de otros pueblos origi-
narios) han sucumbido a procesos de asimilación definitivos, los que
han resultado en el enmascaramiento de la identidad indígena no solo
a través de la pérdida de la lengua y cultura nativa, sino también en
la abrumadora pérdida de los apellidos (6). Esto no quiere decir que
la cultura chilena y los chilenos sean menos indígenas que en otros
países latinoamericanos. Simplemente, da cuenta de por qué es insu-
ficiente un acercamiento tradicional a la obra más reciente de Eltit en-
foncándose en los factores étnicos involucrados en las nuevas formas
de opresión existentes en una sociedad neoliberal urbana.
En cuanto a Fuguet, los acercamientos posmodernistas también
presentan problemas para leer su narrativa ficcional más reciente.

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Centrados en perspectivas posnacionales y la presunción de que su


proyecto literario no muestra interés en debates ideológicos ni na-
cionales, las lecturas posmodernistas de su narrativa ficcional no
pueden dar cuenta de la posición política del escritor y no entregan
herramientas para analizar la ideología detrás del proyecto escritu-
ral aparentemente apolítico de novelas como Aeropuertos (2010),
por ejemplo. Tampoco explican la dinámica relación entre ideología,
ficción y memoria presente en obras como Las películas de mi vida
(2003) y Missing (una investigación) (2009). Por lo tanto, los acerca-
mientos posmodernistas no nos entregan la posibilidad de desvelar
las diversas formas en que el lenguaje literario de la postransición
neoliberal chilena puede ser “político”, ni el valor político que pu-
eden tener las lecturas más recientes del pasado. Todo lo cual consti-
tuye factores centrales para el estudio de la literatura chilena actual
y emergente. Así, una lectura política de dicha literatura, cuyos de-
terminantes están fuertemente influenciados por el neoliberalismo
chileno, requiere de un acercamiento contextualizado que reconoz-
ca tanto al texto como al contexto sociopolítico sobre el cual se con-
struye esta ficción.
Es pertinente, entonces, leer las novelas de Eltit y Fuguet publi-
cadas a partir del 2000 como representativas de la literatura chilena
de la postransición, es decir, una literatura que comparte el legado
sociopolítico de la dictadura chilena y (re-)crea un imaginario social
permeado por el proyecto político-cultural impuesto por los milita-
res y consolidado por la transición a la actual democracia neoliberal
chilena. Ello, porque una aproximación interdisciplinaria y contex-
tualizada a autores como Eltit y Fuguet que incorpore perspectivas
históricas, políticas, culturales y literarias ilumina el estudio de las her-
encias y los efectos de la literatura chilena de la postransición. Tam-
bién da cuenta de las variadas formas que tiene esta literatura de ser
política, es decir, del rol que le cabe en la construcción de un cierto
imaginario social de la postransición chilena. Esta aproximación com-
bina productivamente una lectura enfocada tanto en la forma narra-
tiva como en sus determinantes sociopolíticos para mostrar cómo es-
tas son utilizadas en contextos históricos específicos, con una mirada
que preste atención a las implicancias ideológicas detrás de ese uso
(Keen 50-52). Es una metodología que reconoce la significancia de las
conexiones sociopolíticas de la literatura chilena de la postransición y

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de las decisiones literarias que toman los autores para retratar un de-
terminado universo ficcional, perspectiva que puede establecer cómo
dos autores aparentemente disímiles como Eltit y Fuguet construyen
representaciones que se entrelazan en el imaginario social chileno de
la postransición e interactúan con este, como lo graficará el siguiente
análisis.

Medios modernos2 de control social en Fuerzas


especiales y Aeropuertos
Dentro de las novelas más recientes de Eltit y Fuguet se encuentran
Fuerzas especiales y Aeropuertos3 respectivamente, las que de mo-
mento no han sido objeto de un análisis comparado desde la visión
de la literatura chilena de la postransición que aquí se propone. Para
demostrar cómo ambos autores entregan en conjunto perspectivas
significativas acerca del imaginario social de la postransición y el rol
político-cultural que juegan dichas perspectivas en su construcción,
el análisis se centrará en el foco que ponen ambas novelas en la mul-
timedia, las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), y
las drogas.
Fuerzas especiales se ambienta en una población4 ubicada en los
márgenes de la sociedad chilena contemporánea e intervenida por las
policías civil y uniformada. La novela retrata la manera cruda en que
los pobladores deben lidiar a diario con la violenta intromisión de la
presencia armada. La población no se identifica, pero de acuerdo con
lo que la misma autora ha declarado, se inspiraría en la población La
Legua de Santiago que se encuentra intervenida desde 2001 (Eltit párr.
13). En cuanto a Aeropuertos, la novela nos relata la historia de dos

2
En este artículo, el término “moderno/a”, se refiere a “Perteneciente o relativo al
tiempo de quien habla o a una época reciente” (Real Academia Española, Diccionario de
la lengua española).
3
El análisis hace referencia en el caso de Fuerzas especiales, a la edición publicada
por la editorial Planeta en su colección Seix Barral Biblioteca Breve (2013); y en el caso de
Aeropuertos, a la edición publicada por Alfaguara también en Santiago de Chile en 2010.
Las citas subsiguientes a ambas novelas contendrán solo el número de página entre pa-
réntesis.
4
El término “población” se refiere a barrios de clase baja y socialmente estigmatiza-
dos. En Chile, estos pueden tener orígenes formales o informales, a veces son el resul-
tado de proyectos de vivienda social impulsados por los gobiernos, o bien, se trata de
tomas de terrenos hechas por los mismos pobladores.

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jóvenes adolescentes de las clases altas del Santiago de los años 1990
y 2000 que se convierten en padres a temprana edad, y la manera en
que tanto los padres como el hijo lidian con las consecuencias de una
paternidad no deseada. En ambas novelas, la multimedia y las TIC for-
man parte esencial de la vida diaria de los personajes, más allá de las
clases sociales disímiles que retratan ambas historias.
En Fuerzas especiales, la presencia de la tecnología cumple dos
propósitos. Por una parte, su uso se lee como el escape de una reali-
dad cruda y violenta, y por otra, como una fuente de conocimiento e
información abierta a personas con escasa educación formal. Esto es
evidente en el siguiente ejemplo:
Cómo complacerla o cómo ayudarla, pienso, pero me distraigo en
uno de mis sitios preferidos que da inicio a la nueva temporada de
zapatos manufacturados con la piel de una serpiente que habita el
norte argentino, la lampalagua. Estos diseños, los más elegantes
que he visto, ya se han apoderado de las superlativas vitrinas fran-
cesas. (29)
Estas palabras reflejan el registro lingüístico de la narradora-pro-
tagonista de Fuerzas especiales, el que es formal, culto y permeado de
información que obtiene desde los distintos sitios web que acostum-
bra visitar en el cibercafé donde se prostituye. Nos muestra que en la
vida moderna, la multimedia y las TIC se encuentran ampliamente
disponibles en contextos vulnerables y que también pueden tener
propósitos contradictorios. En el ejemplo, por un lado, la tecnología
se puede leer negativamente como un entretenimiento banal que in-
terviene con el proceso de reflexión que la protagonista lleva a cabo en
torno a la desmejorada situación que enfrentan ella y su familia. Vin-
culado con la economía de libre mercado a la que alude la novela, el
ejemplo nos recuerda la sobreexplotación de los recursos naturales (en
este caso de especies nativas sudamericanas) con fines comerciales. La
falta de una mirada crítica a este fenómeno por parte de la narradora
acentúa la idea de la tecnología como elemento distractor, en donde el
contenido que se ofrece (la moda) no pareciera motivar en ella ningún
afán crítico, idea sustentada por la forma narrativa. El proceso de re-
flexión inicial de la protagonista cede paso al frenesí de la prosa que
desvía su atención hacia la descripción apresurada de banalidades
relacionadas con la moda, también pasajera por cierto. No obstante,

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esta especie de boicot al pensamiento crítico de la protagonista parece


quedarse en el ámbito del contenido que le ofrece el dispositivo tec-
nológico en ese momento: la moda que pasa tan rápido como la aten-
ción que ella le presta (no sin deslizar así una cierta crítica a las malas
prácticas de esta industria). La forma narrativa del ejemplo realza más
bien la naturaleza reflexiva de la narradora-protagonista. El énfasis en
el término “pienso”, con su ritmo calmo y su posición en primer plano
separado por comas, plasma la naturaleza pensante de esta pobladora
y la aísla de la distracción rauda o pasajera que le provoca el contenido
de la tecnología.
El acceso a la tecnología y a los dispositivos tecnológicos no es solo
común en una sociedad chilena moderna, consumista, globalizada y
neoliberal, sino que en la novela además se presenta como una im-
portante forma de escape y resistencia a la represión que viven a diario
los pobladores. Otro ejemplo lo encontramos en la voz de la narradora
cuando reflexiona acerca de la brutal golpiza que recibió su padre por
parte de la policía: “Tengo que buscar en alguno de los sitios de hue-
sos para comprender cómo reaccionaron sus costillas al lumazo o en
qué lugar se incrustó la quebradura” (50). Estas palabras muestran a
una narradora-protagonista intelectualmente curiosa y con ansias
de conocimiento. Fuerzas especiales cuestiona la imagen prejuiciosa
tradicionalmente instaurada en el imaginario social contemporáneo
que ve a los pobladores como gente ignorante, delincuentes y desinte-
resados del pensamiento crítico. La lectura en línea a la que la protago-
nista dedica su tiempo libre, en el mismo locus donde debe soportar
el abuso sexual para poder llevar el pan a su casa, es un símbolo de
resistencia contra un sistema que, en tiempos contemporáneos, busca
controlar de forma opresora a las clases vulnerables, incluso por la
fuerza. De tal modo, la novela sugiere que no es la ignorancia de los
pobladores la que los mantiene sumisos al sistema opresor, sino que
es la fuerza brutal de la represión que ejerce dicho sistema la que los
mantiene marginados en el sofoco de la pobreza, los abusos laborales
y la violencia de las instituciones del Estado. En este contexto, sin em-
bargo, la tecnología puede eventualmente llevar a las clases oprimidas
a reflexionar críticamente en torno a su situación mediante procesos
de autoeducación. Así, una lectura enfocada tanto en la forma como en
los determinantes sociopolíticos a los que la novela hace eco permite
entender el uso de la multimedia y la tecnología por parte de Fuerzas

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especiales como una herramienta con un cierto potencial social: una


fuente de información disponible a lo largo de los distintos sectores de
la sociedad, incluso los marginados, y por ende, eventualmente útil en
el desarrollo del pensamiento crítico inherente a los seres humanos.
Otro ejemplo del uso de la multimedia y las TIC que hace la novela
se encuentra hacia el final de la historia, cuando la protagonista y sus
amigos se digitalizan y pasan a ser personajes de un videojuego que
ellos mismos han creado. El juego se trata de pelear contra policías; la
narradora nos dice “Y entonces aparecemos en la pantalla con el título
que diseñamos: <<Pacos Kuliaos>>” (165). Si bien virtual, este es un
notable intento de resistencia evidente no solo en la temática del vi-
deojuego sino que es, de nuevo, subrayado por la forma, la que incluye
una ortografía alternativa al término “culeado”. Esta forma alternativa
de escritura más el marcado insulto que representa esta frase, produ-
cen un contraste entre el registro lingüístico mayoritariamente formal
y culto que utiliza la narradora-protagonista a lo largo de la novela y
el que lanza en este ejemplo. Dicho contraste en la forma narrativa es
significativo, pues se produce en el espacio virtual del computador. En
este espacio imaginario, el uso de la tecnología permite que la narra-
dora haga uso de un lenguaje “de la calle”, hablado, coloquial, fuerte,
agresivo y desafiante. Le permite además conducir a los lectores a ese
espacio insurgente para acompañarla en su rebeldía, reproduciendo
en la mente el clásico insulto hacia la policía chilena: “Pacos Kuliaos”.
Esto demuestra nuevamente que la forma literaria de la novela viene
a subrayar las preocupaciones político-culturales de su contenido, re-
calcando el potencial de resistencia de los pobladores. A través de su
forma narrativa, Fuerzas especiales resalta la capacidad de rebelión de
su narradora-protagonista al poner en primer plano su naturaleza pen-
sante y su capacidad creadora y creativa, lo que sugiere el potencial de
un liderazgo femenino lleno de fuerza insurgente.
El videojuego que crean estos pobladores acarrea connotaciones
sociales no solo al permitir la resistencia de estos personajes que viven
bajo represión, sino también al representar una forma de innovación
creada por personajes que viven en los márgenes de la sociedad. Tal y
como lo explica la narradora, es “el primer video juego chileno. Un ve-
loz juego de defensa diseñado por el Lucho, musicalizado por el Omar
y perfeccionado por mí” (165). Esta innovación digital parece hacer un

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guiño a otro especial invento chileno en el área de las TIC: el proyecto


Cybersyn.
Desarrollado durante el gobierno de Allende en 1971, este proyec-
to cibernético buscó construir un sistema de apoyo para la toma de
decisiones gubernamentales que gestionara de manera cooperativa y
coordinada la nueva economía socialista. A pesar de que en aquel en-
tonces Chile era uno de los países latinoamericanos con menos herra-
mientas tecnológicas, el proyecto Cybersyn contemplaba cuatro mó-
dulos de alta complejidad tecnológica para la transferencia de datos y
generación de informes casi en tiempo real: un simulador económico
que predecía los posibles impactos de decisiones en materia econó-
mica; un software diseñado por programadores chilenos y británicos
que analizaba el desempeño industrial; una sala de operaciones con
aspecto futurista en las oficinas centrales del gobierno en Santiago;
y una red nacional de télex distribuidos en empresas estatales que
transmitían información a un computador central y también recibían
datos desde este (Ortíz et al., “The Cybersyn…” 12-14). La participa-
ción del pueblo y de los trabajadores se contemplaba en cada etapa
del proyecto, pues Allende apuntaba a llevar a cabo cambios estructu-
rales sin poner en riesgo la estabilidad de las instituciones democráti-
cas existentes en el país, en una especie de equilibrio entre el control
centralizado y la libertad individual (Medina 30). Como parte de este
proyecto, el experimento Cyberfolk ofreció a las personas conexión a
distancia en tiempo real con políticos y administradores del Estado
que discutían asuntos concernientes a sus comunidades. A través de
un dispositivo especial, las personas tenían incluso la posibilidad de
votar en relación con dichos asuntos (91-98). También gracias a esta
tecnología y la cooperación de trabajadores leales al gobierno socia-
lista, este pudo manejar con éxito la continuidad de la producción y
el abastecimiento durante el “paro de los patrones” o “paro de los ca-
mioneros” de 1972 (150.
El guiño que Fuerzas especiales hace al proyecto Cybersyn respecto
de la utilización de las TIC y la multimedia por parte de un país so-
cialista emergente con recursos tecnológicos limitados y con fines po-
líticos democráticos, se condice con el potencial social que la novela
sugiere en el uso de estos mismos elementos por parte del pueblo. Tan-
to el proyecto Cybersyn como el videojuego creado por la narradora-

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Literaturachilenadelapostransición:Unalecturaalosdeterminantessociopolíticos  |  Lazo-González

protagonista y sus amigos son potencialmente poderosos en las manos


de estos pobladores que viven bajo el sofoco de la represión policial
del Chile contemporáneo. En ambos casos se demuestra que cuando
la tecnología se pone a disposición de las bases, puede convertirse en
una fuente de participación y organización social democrática, así
como en un espacio para el desarrollo de nuevas formas creativas de
agencia y resistencia contra las fuerzas del poder.
Por su parte, en Aeropuertos la multimedia y las tecnologías de la
información tienen igualmente una presencia primordial. Esto se evi-
dencia no solo en la trama, sino también en su forma narrativa, la que
podría denominarse “híbrida”, pues incorpora técnicas tradicionales
como un narrador en tercera persona, discurso libre indirecto y co-
mentarios del narrador omnisciente, además de una prosa ultramo-
derna con técnicas influenciadas por la multimedia y las TIC, como
es la transcripción de monólogos de videos guardados en un pendrive
que relatan escenas con toques cinematográficos. En un evento am-
bientado en 2008, Pablo, el hijo adolescente de la pareja protagonista
que pasa sus días encerrado en sí mismo e inserto en las entretencio-
nes que proveen los dispositivos tecnológicos, le deja a su madre dos
videos tipo carta suicida moderna, titulados “despedida1_ciber.mov”
y “2_pablo good-bye pieza.mov”. Estos videos son presentados por la
novela (136-153) en un formato híbrido inventado: como archivo elec-
trónico en papel impreso, que es una mezcla de archivo de texto con
audiovisual.
Al dejarle a su madre un video suicida en vez de una tradicional
carta, Pablo encuentra una forma creativa de controlar cuidadosa-
mente la imagen que desea transmitirle a ella y así lograr conmover-
la. Esta imagen es la de un adolescente de catorce años desesperado,
medio drogado y medio borracho, que por momentos incluso detiene
su discurso para consumir “frente” a su madre, cuando en realidad
está solo en una habitación y separado de ella por la pantalla. Aquí, la
tecnología alude a la sociedad individualista en la que los personajes
están inmersos y, paradójicamente, evidencia la desconexión existen-
te entre madre e hijo, a pesar de que pertenecen a generaciones no
tan distintas (ella fue madre a los dieciséis años) y siempre han vivido
juntos. El uso de recursos digitales en la técnica narrativa refuerza el
retrato de un adolescente solitario, insocial, recluido en su mundo vir-

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tual y atribulado, y nos deja con la impresión de un contexto familiar


indolente, puesto que el joven necesita recurrir a formas alternativas
y creativas, permitidas por la multimedia y la tecnología, para poder
alcanzar emocionalmente a su madre y transmitirle sus sentimientos
más honestos, crudos y profundos.
En estos videos, si bien Pablo se refiere explícitamente a sus inten-
ciones suicidas, también le dice a su madre frases como “¿Me apoyas?
/ Apóyame” (150) y “Sígueme. Tómate tu tiempo, ahora o después,
analízalo” (152). Con estas frases, el retraído e insociable joven parece
estar pidiéndole algo a ella; sus palabras apuntan al deseo de que su
madre le preste atención, lo acompañe, lo apoye, esté a su lado y le
ayude así a sobrellevar la compleja situación de inestabilidad emocio-
nal que enfrenta a tan temprana edad, que lo hace incluso no desear
vivir. En un contexto sociocultural de individualismo, el joven Pablo
busca una manera creativa de alcanzar a otra persona emocional-
mente significativa para él, con el fin de conseguir su apoyo. De hecho,
el pendrive que le deja a su madre es blanco, está envuelto en una cinta
de satín negro e incluye una nota que dice “ÁBRELO! Urgente! P.” (135).
Aquí, la forma también recalca las intenciones del joven. A partir del
énfasis de las letras mayúsculas, del signo de exclamación y de la ur-
gencia se puede inferir que el adolescente está gritando por el acom-
pañamiento de la madre. Y si bien la cinta que lo envuelve es negra —y
por lo tanto posiblemente un símbolo de luto—, el contraste entre el
blanco del pendrive y el negro de la cinta se puede interpretar como
un signo de esperanza: el contenido del pendrive, al ser acogido por la
madre, conlleva luz y esperanza versus la oscuridad del color —de la
apariencia— que lo cubre.
Por ende, el pendrive se puede leer como un regalo de Pablo a su
madre que le advierte de los peligros de la inestabilidad emocional del
joven, algo que ella no está siendo capaz de ver debido al contexto in-
dividualista y de separación, más que de unión en el que están insertos
ambos. Aún más, en el pendrive hay también grabado un documento
Word explicativo en el que Pablo escribe “El video habla —creo— por
sí solo” (135). A partir del realce de la palabra “creo” también podemos
inferir la esperanza del muchacho, quien parece esperar algo a partir
del descubrimiento del pendrive y su contenido por parte de su madre.
Presumiblemente, que el video sea suficiente para que ella le preste

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atención y lo detenga, para que lo ayude a querer seguir viviendo. Este


intento de generar conexión entre él y su madre también es acentuado
cuando el otrora indiferente y ensimismado adolescente expresa abi-
ertamente su comprensión ante el hecho de que la madre lo tuvo y crio
sola siendo muy joven (151).
Otro ejemplo del uso de la multimedia y la tecnología se da al final
de la novela cuando un huraño Pablo se reencuentra con su padre, con
quien nunca tuvo una relación cercana (173-183). En medio de una
conversación ambigua e incómoda entre padre e hijo, repentinamente
cuenta el narrador que Pablo “lo abraza y con su iPhone se toma una
foto” (181). Si bien este es un acercamiento meramente virtual (ambos
siguen sin tener una relación cercana) que hace recordar que la novela
se ambienta en una sociedad consumista e individualista en donde las
personas se unen a través de dispositivos tecnológicos más que por
medio de relaciones humanas profundas, el reencuentro final entre
padre e hijo revela también las cosas en común que tienen ambos, esto
es, el entusiasmo por la cultural digital y la multimedia, especialmente
la música pop, el cine y los dispositivos tecnológicos que permiten
compartirlos y difundirlos (170). Esto habla otra vez de los propósitos
ambiguos y contradictorios de la multimedia y la tecnología. Por una
parte, pueden ser un medio para evadir a las personas de su realidad
y que vivan enfocados en un mundo virtual que aparenta relaciones
humanas que en el mundo real no existen; Aeropuertos representa una
sociedad individualista que carece de interacciones humanas signifi-
cativas, incluso cuando existen lazos familiares más cercanos. Pero,
por otra parte, pueden ser también una herramienta que permite en-
contrar formas creativas e innovadoras de unir a las personas y reco-
nectarlas.
La técnica narrativa híbrida de la novela, que deambula entre el-
ementos tradicionales y ultramodernos, viene a reforzar las ambigüe-
dades y contradicciones que plantea la historia en sus referencias a la
multimedia y la tecnología en cuanto a las relaciones humanas de las
que carecen los protagonistas. Estas contradicciones plantean las mis-
mas ambigüedades de la sociedad que retrata Aeropuertos. Una socie-
dad moderna, consumista e individualista en donde los dispositivos
tecnológicos parecen haberse instalado con importancia irrevocable
en la vida de las personas, quienes sin embargo se ven en la necesi-

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dad de buscar relaciones humanas más esenciales y, por consiguiente,


encontrar formas creativas para alcanzar y reconectar con otros, tarea
donde la tecnología eventualmente puede jugar un rol central.
Si bien desde perspectivas socioeconómicas diferentes, tanto en
Fuerzas especiales como en Aeropuertos el uso de la multimedia y las
TIC sugiere que dichos elementos pueden acarrear un doble propósi-
to. Desde el lado negativo, ser un medio de control social para evadir a
las personas de las miserias de su mundo real, alejarlas entre sí y evitar
de tal modo la eventual insurgencia social. Y, desde el positivo, con-
tener potenciales sociales, entre ellos: la autoeducación, el liderazgo
desde lo creativo y el desarrollo de pensamiento crítico como lo sug-
iere la novela de Eltit, y como se desprende de ambas obras, esto es,
un medio para generar formas innovadoras y creativas para alcanzar
la necesaria transmisión y difusión de mensajes de resistencia a un
sistema neoliberal que no escatima en esfuerzos para mantener a las
personas desconectadas entre sí con fines de control social. Si bien los
usos que se pueden hacer de ella son ambiguos, una mirada conjunta
a estas novelas de la postransición nos revela que la tecnología podría
servir para reconectar a los seres humanos y transmitir emociones, sig-
nificados y mensajes esenciales para la subsistencia de las personas y,
en particular, de las nuevas generaciones. Esto es, ser potencialmente
una vía para una resistencia que utiliza los mismos medios modernos
de control social con los que el neoliberalismo ha bombardeado a la
sociedad chilena de la postransición.
Sin embargo, es importante matizar que en ambas novelas, tales
potenciales se ven mermados por la fuerte presencia de las drogas que
alejan a los personajes de la realidad y los mantiene adormecidos y se-
dados. Las drogas, tanto legales como ilegales, tienen una presencia
abrumadora en los ambientes que retratan ambas novelas. En Aero-
puertos abundan las instancias en las que padre, madre e hijo necesi-
tan consumir drogas, alcohol y pastillas para dormir para enfrentar la
depresión que les produce la vida desolada e infeliz que llevan. Uno
de esos ejemplos es el antes analizado caso de los videos que el hijo
adolescente graba para su madre, donde se muestra ante ella drogado
y alcoholizado y, hacia el final de la novela, los tres protagonistas per-
manecen unidos por la característica común del consumo de drogas
legales e ilegales (162, 163, 176). De este modo, la novela muestra la

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contradicción detrás del hecho de que ciertas libertades modernas


—como el acceso a los bienes de consumo que puede comprar una
posición acomodada—, los privilegios económicos y el amplio acceso
a la tecnología y a las drogas pueden no ser más que formas sutiles y
modernas de control social.
De igual modo, aunque desde otra perspectiva socioeconómica,
Fuerzas especiales retrata un contexto similar. La narradora nos cuenta
que en una noche de sábado, “Los bloques, volcados a aspirar, deberían
amplificar la música neoprenera del amanecer mezclada con una serie
ordenada de brillantes jeringas de alcohol y de lágrimas hasta alcanzar
el éxtasis mítico” (42), palabras que resaltan los vicios tóxicos de la vida
moderna que llevan estos pobladores. Y agrega, “me muevo delicada-
mente mientras la jeringa que sostiene mi pelo relumbra a la manera de
un láser que prueba en mi cabeza su última tecnología de facturación
china” (42). En esta imagen de la protagonista se aprecia su dependen-
cia tanto de la droga que contiene la jeringa como del sistema que la fa-
cilita, que ha creado esta jeringa, o drogodependencia, con “tecnología
de facturación china”. Aquí se hace referencia al capitalismo comunista
de la potencia mundial china, la que se vincula también con el hecho
de que la protagonista y otros pobladores son tanto proveedores de
servicios, como consumidores de tecnología, drogas y alcohol. Es decir,
están inmersos en un sistema laboral complejo que incluye abuso, ex-
plotación y consumismo y que los mantienen en una dependencia de
la que no pueden escapar. La novela sugiere —tal como Carreño lo ha
indicado ya—, que en los complejos sistemas contemporáneos de re-
laciones económicas y políticas, las formas modernas de control social
y represión difuminan la más tradicional dicotomía política izquierda-
derecha, sugerencia evidente en la alusión a la manufactura china que
si bien comunista, es de un Estado productor impulsado por las leyes
del mercado, un exportador que se beneficia de la globalización neo-
liberal y se sustenta en el consumismo occidental.
Tanto en Fuerzas especiales como en Aeropuertos la representación
del uso de drogas legales e ilegales, en cuanto fenómeno que trasciende
las clases sociales, deja una mirada pesimista de la sociedad chilena
de la postransición, lo que representa otra herencia de la dictadura.
En su estudio Pinochet: The Politics of Torture, Hugh O’Shaughnessy
(xx) revela en detalle las múltiples conexiones que tenía la dictadura

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de Pinochet con el negocio de la droga a nivel nacional e internacio-


nal, lo que permitió que esta proliferara tanto en los barrios marginales
como en los sectores altos de la sociedad. Así, en el imaginario social
de la postransición (re-)creado por estas obras, las drogas y el propósi-
to negativo que deslizan acerca del uso de la tecnología muestran los
medios modernos de control social por parte de las esferas de poder
contemporáneas.
Una lectura de la narrativa ficcional más reciente de Eltit y Fuguet
desde la perspectiva propuesta desvela, entonces, algunos asuntos
político-culturales comunes en los retratos de las distintas clases so-
ciales. El análisis sugiere que la separación de clases tradicionalmente
pensada como infranqueable puede no serlo tanto en ciertos aspectos
culturales característicos de la postransición chilena. La desigualdad
en Chile y la separación de clases que esta produce ha sido amplia-
mente abordada por las ciencias sociales (Mac-Clure et al., “Desigual-
dad…” 169-170; Salazar 113-114), así como también ha sido un fenó-
meno muy representado en la literatura chilena. Algunos ejemplos
incluyen La casa de los espíritus (1982) de Isabel Allende (1942-) y
Coronación (1957) y Este domingo (1966) de José Donoso (1924-1996),
obras que retratan la gran brecha de clases sociales no solo en térmi-
nos económicos, sino también culturales. Sin embargo, el análisis ll-
evado a cabo muestra que distintas clases sociales están entrampadas
en un contexto cultural similar. Este fenómeno acarrea consecuencias
político-culturales por cuanto las clases obreras y la alta sociedad se
encuentran bajo el control social de una combinación de fuerzas na-
cionales y multinacionales, del Estado y del mercado, mediante her-
ramientas de control como la multimedia, las TIC, y las drogas legales
e ilegales. Si bien esto es un legado de la dictadura que implementó
el modelo neoliberal reinante en Chile por medio de las armas, actu-
almente las fuerzas que ejercen el control social están formadas por
poderes económicos y por instituciones del Estado democrático.
En ambas novelas se lee claramente la forma en que personas de
distintas clases sociales permanecen simbólicamente silenciadas,
sedadas y alejadas de la realidad; entrampadas en un mundo virtual
creado por fuerzas poderosas con fines de lucro y de disciplina social.
De tal manera, la ciudadanía es relegada a una posición alejada de su
condición humana, esto es, de las condiciones en las que se desarrolla

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su vida diaria, su trabajo y sus relaciones con los demás. Está entonces
menos consciente de la manera en que se vulneran sus derechos y es
abusada por un sistema de libre mercado que protege los intereses de
los poderosos en desmedro del bienestar de la mayoría, y que intenta
por sobre todo mantener el statu quo. Al estar las personas menos con-
scientes del desmejorado estatus político en el que viven, no estarían
entonces preparadas para luchar, para resistir a este complejo sistema
que despliega todas sus armas con tal de evitar la insurgencia social
que podría devenir en su derrumbamiento.
Con todo, el uso que hacen las novelas estudiadas de la multimedia
y las TIC, y su apabullante presencia a lo largo del imaginario social
que (re-)crean arroja luces sobre potenciales vías para resistir dichos
objetivos del sistema y reconstruir lazos comunitarios. También ilumi-
na el rol político-cultural que juega el lenguaje literario en esta tarea,
en el contexto de una sociedad chilena neoliberal que ha heredado de
la dictadura y de la transición una marcada despolitización y descole-
ctivización con consecuencias no solo a nivel comunitario, sino tam-
bién en lo literario.
Baczko dice que “los imaginarios sociales operan todavía más vig-
orosamente en la producción de visiones del futuro, en especial en la
proyección de obsesiones y fantasmas, de esperanzas y de sueños col-
ectivos” (Baczko 30). Se puede decir, entonces, que el uso de la multi-
media y las TIC en Fuerzas especiales y Aeropuertos pone un foco en el
rol que estas pueden cumplir en una sociedad moderna y globalizada,
como nuevas formas de autoeducación y de generación de maneras
creativas e innovadoras de resistencia, reconexión y eventual orga-
nización desde las bases, ya sea socialmente o desde cada individuo.
El rol que podrían cumplir como una herramienta de conexión entre
las personas y entre estas y su realidad, uniéndolas y eventualmente
transmitiendo entre ellas significaciones ligadas con sentimientos pro-
fundos e información es esencial para la vida de las personas, lo que
puede acarrear importantes potenciales político-culturales.
Por ejemplo, en octubre de 2019, en el más reciente levantamiento
de la ciudadanía chilena contra las injusticias sociales que el Estado ha
promovido por más de cuatro décadas, el acceso amplio a la multime-
dia y las TIC jugaron un rol fundamental. Las redes sociales fueron la
plataforma que permitió conectar a millones de personas que enfrent-

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aban a diario las opresiones de la democracia neoliberal chilena. Moti-


vada por un alza en la tarifa del metro, la gente se organizó vía redes so-
ciales para llevar a cabo evasiones masivas en lo que fue el inicio de lo
que el historiador Gabriel Salazar catalogó como “una revolución por
donde se la mire” (Carvajal párr. 8). Y recordando el potencial de resis-
tencia que sugiere el videojuego creado por los pobladores de Fuerzas
especiales, es curioso notar que un senador de la República asegurara
en televisión que los manifestantes se organizaban para quemar el
metro “vía videojuegos” (Suazo para. 3 de 8). Así, gracias al amplio y
transversal acceso a los recursos tecnológicos, a la multimedia y a las
TIC que hoy en día existe, estas herramientas han cumplido la impor-
tante labor de difundir los horrores de la represión y las violaciones a
los derechos humanos que el Estado chileno democrático y neoliberal
lleva a cabo a casi 20 años del fin de la dictadura. Las plataformas virtu-
ales han servido no solo para que la prensa alternativa difunda la infor-
mación acallada por la prensa tradicional, sino también como punto
de conexión entre las personas y entre estas, la prensa alternativa y las
organizaciones cuyo rol es proteger los derechos humanos.
Como queda demostrado por el análisis de las novelas, los legados
y las consecuencias de los fenómenos político-culturales propios de
la postransición chilena no les son ajenos a la literatura chilena del
nuevo milenio de Eltit y Fuguet, la que desde distintos espacios pone
en primer plano la herencia político-cultural de la dictadura que fuera
ampliamente validada por la transición hacia la democracia chilena
actual. Esto da cuenta de las posibles lecturas políticas y conjuga el
lenguaje literario con sus determinantes sociopolíticos en dos autores
chilenos aparentemente disímiles. Aquí, la dinámica relación de mu-
tua retroalimentación entre literatura e imaginario social se prueba de
una significancia política crucial.
Recordando las palabras de Baczko, solo existe comunicación entre
las personas por medio de símbolos exteriores a los estados mentales
individuales, de representaciones colectivas en lo imaginario y en lo
simbólico (Baczko 21-30), símbolos y significaciones que la narrativa
ficcional de Eltit y Fuguet transmite tanto en su forma como en sus vín-
culos con ciertos determinantes sociopolíticos. Y significativamente,
en el imaginario social al que contribuyen las obras de la postransición
analizadas, las posibles vías de resistencia se tornan imaginarias, en-

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marcadas en lo virtual, relegadas al espacio de lo creativo. Es así como


las distintas formas de lenguaje literario que emplean estas novelas,
junto con los contenidos y mensajes que vehiculiza su forma narrativa,
hablan no solo de preocupaciones propias de sus determinantes so-
ciopolíticos, sino que además reposicionan la significancia política de
la literatura chilena. Es en este espacio creativo literario desde donde
la resistencia y conexión entre seres humanos se pueden imaginar, di-
señar, crear, perfeccionar y ejecutar. Contribuye así el lenguaje literario
de la postransición a imaginar la forma en que la reconstrucción de
lazos sociales en la sociedad chilena actual es posible. Esta literatura
puede crear y diseminar un imaginario social en donde la reconexión
entre personas y la insurgencia ante el sistema opresor podrían ser es-
cenarios alcanzables, lo que demuestra el rol político-cultural que le
cabe a la literatura chilena actual en cuanto a su diálogo y contribución
con un cierto imaginario social contemporáneo, es decir, con las fuer-
zas reguladoras de la vida colectiva de la postransición chilena.

Conclusiones
Se ha propuesto aquí un acercamiento a la literatura chilena del nuevo
milenio desde una mirada de la postransición, ficción para la cual sus
determinantes sociopolíticos son ineludibles. Este acercamiento per-
mite expandir las lecturas de las consecuencias político-culturales de
la dictadura por un lado, pero también posibilita una mirada crítica de
la transición hacia la actual democracia neoliberal imperante en Chile.
El contexto desde el que emerge la literatura chilena de la postransi-
ción y al cual interpela, contempla la compleja conjugación de trayec-
torias políticas, históricas y culturales locales. Estas trayectorias se han
traducido en formas de opresión que se basan en la interrelación de
diversos factores que encuentran su origen en la influencia cultural,
económica y política del neoliberalismo chileno, que es un legado de la
dictadura. Este trabajo muestra que la literatura chilena de la postran-
sición pone en primer plano sus apabullantes y sofocantes legados.
Se ha propuesto a Diamela Eltit y a Alberto Fuguet como autores
semicanónicos de este tipo de literatura. Una exploración compara-
da a algunas de sus novelas más recientes revela que desde distintas
perspectivas las obras analizadas se muestran en diálogo en cuanto
a las preocupaciones que alimentan el imaginario social chileno de

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la postransición. Los mundos ficcionales retratados observan a una


sociedad chilena que aún se encuentra fuertemente influenciada por
los legados de la dictadura y del neoliberalismo de la transición. El
análisis a las novelas revela, por un lado, los medios modernos de
control social por parte de poderes ligados al Estado y al mercado,
lo cual es transversal a las clases sociales y, por otro, sugiere algunos
potenciales políticos detrás del amplio acceso que existe a la multi-
media y a las TIC en una sociedad chilena moderna, globalizada y
consumista. Así, el análisis aquí expuesto que se ha centrado tanto
en una lectura del texto como del contexto, alumbra en la manera en
que los determinantes sociopolíticos son relevantes para la literatura
chilena de la postransición y revela el rol político-cultural que juega
esta literatura al contribuir dinámicamente a la creación de un cierto
imaginario social de la postransición.

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Artículo
LITERATURA Y LINGUÍSTICA N°41, 2020 | ISSN 0716-5811 | pp. 151-169
DOI: https://doi.org/
Recibido: 12 de noviembre 2019 · Aceptado: 20 de marzo 2020

La estratificación socioeconómica en El
Coordinador, una actualización de la
danza macabra∗1

Socioeconomic Stratification in El Coordinador:


A New Take on Danse Macabre

Maite Mariana Pizarro Granada**2

RESUMEN
El presente artículo muestra cómo El Coordinador, de Benjamín Palabras clave:
Galemiri, constituye una actualización chilena del género me- interdiscursividad,
dieval de la danza macabra. La base para validar esta afirmación alegoría,
es el reconocimiento de una conciencia neomedieval, la aplica- parodia, estudios
transatlánticos.
ción de una visión alegórico-comparativista y la identificación
de ciertos rasgos intertextuales. La idea es evidenciar cómo, a
través de un cúmulo de referencias, se subvierte el optimismo
del relato chileno histórico oficial para construir una denuncia
lúcida de una sociedad que es constantemente maltratada, pero
que decide ignorar este hecho por la tranquilidad que proyecta
el concepto de libertad.

ABSTRACT
This essay explains why El Coordinador by Benjamín Galemiri Keywords:
can be interpreted as a new Chilean take on the Dance of Death, interdiscursivity,
a typical literary genre of the Middle Ages. This claim is based allegory, parody,
on the recognition of a neo-Medieval conscience, the applica- transatlantic
tion of allegorical-comparativist vision and the identification of studies
certain expressions of intertextuality. Essentially, this compa-
rison is made possible because both literary expressions relate
to each other from a transatlantic point of view, and represent
the triangle formed by Europe, Chile, and the USA. The aim is

*1
Este artículo fue presentado en el XVI Congreso Internacional ALEPH “Pecuniae
omnia parent: El papel de la economía en la literatura”, realizado en la ciudad de Valla-
dolid, España, entre el 8 y el 11 de abril de 2019.
**2
Chilena. Doctoranda de Estudios Lingüísticos, Literarios y Culturales de la Univer-
sitat de Barcelona. Barcelona, España, mmpizarr@gmail.com

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to show how the cultural references subvert the optimism of the


official historical Chilean narrative to construct a clear critique of
a society that is continuously mistreated yet decides to ignore its
situation in favor of the peace of mind projected by the concept
of freedom.

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Introducción
El presente artículo busca establecer una relación de equivalencia
entre el texto dramático El Coordinador y el género medieval de la
danza macabra. La idea es ahondar en el funcionamiento de ciertas
formas actuales de intertextualidad y proporcionar una aplicación
concreta de la teoría orientada a la actualización y a la reescritura
literarias.
El Coordinador es una obra dramática escrita por el dramaturgo
Benjamín Galemiri en 1992 y estrenada en 1993, época marcada por la
transición a la democracia y por el fortalecimiento del espíritu neoliberal
en Chile. Su argumento se desarrolla a partir de cuatro individuos cesantes
en busca de trabajo y atrapados en un ascensor que es controlado por
Marlon —supuestamente el encargado del edificio—, un personaje
autoritario, déspota y cruel, que conoce la vida de todos y aprovecha esa
ventaja para poner al resto de los personajes constantemente a prueba.
A través de una serie de situaciones incómodas enmarcadas en la lógica
del coaching y la superación personal, la obra construye una atmósfera
coercitiva que se proyecta como el reflejo de la identidad del país a finales
del siglo XX y que, a su vez, encarna el patetismo de quienes persiguen
desesperadamente el éxito del “milagro chileno”.
Ante todo, El Coordinador representa la transición democrática
de un país que ha sobrevivido a una dictadura militar y que pretende
construir —con éxito cuestionable— para sí mismo y los demás una
imagen luminosa y alejada de su pasado traumático, valiéndose de la
estética y de los símbolos neoliberales. De hecho, “lo sintomático de
la obra de Galemiri, lo realmente importante es que, como ninguno,
construyó las alegorías más potentes del poder autoritario, del fascismo
que aún permanecía en las estructuras sociales medias” (Jara Barría,
“Escenas sintomáticas…” 281). Cabe señalar que esta tendencia a la
representación figurada y altamente simbólica del presente es algo
muy característico de la generación de autores de transición y que, por
ello, quizá el mayor mérito de Galemiri sea sofisticar aquella retórica
antes que generarla. En cuanto a este punto Paulo Olivares agrega
que las obras teatrales de aquel grupo de jóvenes dramaturgos se
destacaron por conectar con una identidad chilena resquebrajada no
solo en las capas más superficiales, sino también en las bases. Así, el
desplome “se refleja en la tensión que hay en el tratamiento del género

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al explotarlo en sus capacidades expresivas más permisibles, dentro de


un período donde también se necesitaba formar y educar al público”
(Olivares 78).
Del panorama expuesto por Olivares podemos rescatar también
que El Coordinador es una obra sumamente importante para su autor,
dado que supone su despegue y consagración como dramaturgo tanto
en Chile como en el extranjero y, además, se inserta en un contexto de
revitalización cultural en donde se trataba de dinamizar la producción
artística que había estado prácticamente estancada durante la
dictadura (79).
La danza macabra, por su parte, constituye un género literario y
artístico que se desarrolló principalmente en Europa durante la Baja
Edad Media y se caracterizó por mostrar a la muerte personificada,
manteniendo contacto con los vivos a través de un baile. Este
escenario aludía a tópicos literarios como ubi sunt1 , memento mori2
y Omnia mors aequat 3. En palabras de Huizinga, “no era solo una
piadosa exhortación, sino también una sátira social, habiendo en
los versos que la acompañaba una leve ironía” (Huizinga 166). La
burla, precisamente, era uno de los aspectos más característicos de
estas danzas, ya que entre otras cosas constituía una fórmula para
sobrellevar el sino fatal de una época marcada por la peste negra, los
cambios demográficos y la renovación de paradigmas.
Tomando en cuenta que ambas expresiones literarias, tanto el texto
dramático analizado como el baile de la muerte, apuntan a la sátira
social, recurren a la alegoría y poseen potencial de representación
teatral, este ensayo postula una relación de equivalencia según la
cual la estratificación social y la atmósfera económica imperialista en
El Coordinador constituyen una actualización o una reescritura del
género de la danza macabra. La base para validar esta afirmación es el
reconocimiento de una conciencia neomedieval, la aplicación de una
visión alegórico-comparativista y la identificación de ciertos rasgos
intertextuales.

1
Ubi sunt qui ante nos in hoc mundo fuere?: ¿Dónde están o qué fue de quienes vivie-
ron antes que nosotros?
2
Memento mori: Recuerda que morirás.
3
Omnia mors aequat: Alude al carácter igualitario de la muerte que, en su poder, no
discrimina a sus víctimas ni respeta jerarquía.

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Más específicamente, las obras escogidas se relacionan desde


una visión transatlántica y encarnan el triángulo Europa-Chile-
Estados Unidos, como un eje de debate teórico a travesado por la
intertextualidad y la resignificación cultural. Después de todo, Europa
mantiene una relación inquebrantable con Chile y el resto de América
Latina a través del fantasma de la conquista española; y al mismo
tiempo, este fantasma dialoga constantemente con la admiración
hacia Estados Unidos, el gran protagonista del siglo XX. Lo anterior
supone la aceptación de una perspectiva literaria caracterizada por
“modelos de información reprocesada y reapropiada, que parecen
actualizar la historia cultural como otra orilla (onda o textura) de un
presente más durable y fluido” (Fernández de Alba y Pérez del Solar,
“Transatlántica…” 95). En pocas palabras, la originalidad solo puede
ser entendida desde la reformulación de la tradición que, lejos de ser
un objeto de museo estático y cristalizado, muta y avanza incorporando
en ella distintas influencias.
Chile

EE. UU. Europa

Figura 1. Confluencia chilena del dominio cultural


Fuente: Elaboración propia.

Paralelamente, la relación entre las danzas de la muerte y El Coordi-


nador evoca también el concepto de una nueva Edad Media, planteada
ya por Eco en 1973. La idea está ligada al ejercicio de la reescritura y se
sostiene en que “la fragmentación de la sociedad en castas y gremios
genera apropiaciones específicas y especializadas del conocimiento,
y así la literatura […] lleva al extremo sus procedimientos intertextua-
les, volviéndose hiperletrada” (Flores, “Reescrituras…” 408). Esta con-
dición precisamente remite a la polifonía en su sentido más amplio y
abarca la interdiscursividad —concepto desarrollado actualmente por

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teóricos como Tomás Albaladejo o Edmund Cros—, que va más allá de


la mera referencialidad al situarse en los “estudios comparados. Esto
proporciona mucho rendimiento de análisis y un marco metateórico y
metaanalítico nuevo” (Gómez, “Transatlantic…” 111, ideal para la rela-
ción de equivalencia aquí propuesta.
El objetivo es, en última instancia, evidenciar a través de distintas
fórmulas comparativas la fusión de los conceptos de tradición
(europea medieval), dominio (económico estadounidense) y
originalidad (latinoamericana contemporánea) en un relato que
cuestiona la veracidad de la noción capitalista de desarrollo y subvierte
el optimismo del relato histórico oficial, al exponer el andamiaje de
dicha representación
La metodología del eje investigativo se orienta a validar la
funcionalidad del género tardomedieval de la danza macabra
como una estrategia discursiva satírica y consta de tres etapas: la
identificación de la influencia estadounidense, la constatación de la
tradición europea medieval y la confluencia de ambos elementos en la
actualización que lleva a cabo el relato chileno.

2. Análisis de la obra

2.1 Influencia 2.2 Tradición europea 2.3 Confluencia y


estadounidense medieval actualización

2.3.1 Simbolismo de los


personajes

2.3.2 La muerte y la
sociedad empresarial
como certezas igualadoras

2.3.3 Adecuación al
contexto demográfico
chileno

Figura 2. Evolución de la influencia cultural


Fuente: Elaboración propia

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2. Análisis de la obra
2.1. Influencia estadounidense
Siguiendo esta línea teórica, el primer aspecto del triángulo Europa-
Chile-Estados Unidos que llama la atención es la cantidad de referen-
cias al imperialismo y la economía estadounidense presentes en El
Coordinador. El mismo espacio en el que se desarrolla la acción (el ele-
vador de una empresa) es símbolo del modelo norteamericano neoli-
beral y del ascenso social vinculado con la meritocracia, aunque solo
de manera aparente, como se comprobará más tarde. Tanto el espacio
del viejo ascensor como las dinámicas humanas que se generan en este
lugar forman parte de una atmósfera extranjera y eso queda reflejado
en gestos como el origen anglosajón del nombre Marlon, la importan-
cia asociada al dominio del inglés en un país en el que se habla caste-
llano y la búsqueda constante de éxito a través del fortalecimiento de
las habilidades que exige el mundo ejecutivo. Mientras Marlon humilla
a Brigitte y a Milan por la insignificancia de sus currículos, mezcla
anglicismos y en vez de decir “por supuesto”, utiliza la expresión
inglesa “of course”: “MARLON: Qué candor... francamente me hace
sonrojar, Milan. ¿Sabe cuánto cuesta en el mercado del edificio cada
información relevante para las otras empresas de la competencia?
No, por supuesto su vitae, Milan, ni el de Brigitte, of course” (Galemiri
11). Este tipo de variaciones lingüísticas reaparece constantemente y
construye la identidad de la obra.

Fundamentalmente, a ojos de Marlon, un cesante es un individuo


despreciable: “MARLON: (dirigiéndose a Milan) Está usted en la situa-
ción de mendicidad y rechazo máximo a que esta sociedad lo puede
llevar... Un cesante es el leproso de nuestros tiempos... Nadie lo quiere,
nadie lo desea... Lo encuentro razonable […] algunos se merecen esa
situación” (Galemiri 4). Esto aparentemente le daría derecho a perpe-
trar una serie de provocaciones y humillaciones atroces que lo validan
como el único representante competente en la compañía. Durante el
juego de poder, por ejemplo, dispone de la voluntad y de los cuerpos
de las otras tres personas y con esto explota el patetismo de la clase
media trabajadora que sueña con crecer, desarrollarse y pertenecer al
mundo de la empresa. A Milan, que es un hombre de cuarentaisiete
años, tímido, complaciente y virgen, lo humilla enrostrándole su falta

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de experiencia sexual y demostrando su pobre dominio del lenguaje


corporativo al preguntarle qué es una venta relanzada al mercado sin
derivaciones y comprobar que no lo sabe: “MARLON: Atroz, vulgar-
mente atroz... No se puede trabajar con una persona que no conforma
sus argumentos a la velocidad del rayo... Tenemos que generar nuevas
capacidades de acción ¡muchachos!” (12). La situación es tensa y pe-
nosa, porque luego de otra pregunta errada, Milán empieza a titubear,
a lo que Marlon responde en tono socarrón: “Pero si no estamos en el
colegio, mi amigo, usted desea escalar firme y alto en esta sociedad y
debe estar preparado para combatir con hombres grandes y fuertes...
No debe titubear como un lactante... Déjense de bobadas, amigos, y re-
nuncien” (13). Además del dominio de los códigos del marketing, Mar-
lon no pierde oportunidad de reírse de Brigitte, la precaria traductora
simultánea que es incapaz de contestar las tres palabras simples que le
lanza con rapidez: “No. Es inútil. No está capacitada en lo más mínimo.
¡Su formación apesta, niñita!” (12).
El viejo Amiel, por su parte, también es víctima del maltrato de Mar-
lon, lo que se evidencia en múltiples agresiones verbales: “¿Por qué
me mira a mí? Usted puede hacer lo que quiera, ¡imbécil! No pienso
pedirle nada... ¿Qué se ha creído? Vaya a cargar a otros con sus comple-
jos” (16). Sin embargo, a diferencia de sus compañeros, no lucha para
sobrevivir a los retos y exigencias laborales. Él es un jubilado y ya no se
encuentra en edad productiva, por lo que el control que se ejerce sobre
él no alude al imperialismo económico directamente, sino al político-
militar, lo que se confirma en el uso de un sombrero de guerra europeo
o en el acatamiento marcial de órdenes sin chistar: “AMIEL: La culpa
no ha sido mía... Soy un pobre refugiado de guerra. Tenemos nuestros
problemas, usted sabe” (16).
En definitiva, el estigma de la mediocridad, el descrédito y la burla
se interpretan como elementos de control y estos rasgos, a su vez,
aparecen mezclados con guiños al dominio de la estética corporativa
estadounidense. Sin embargo, muy pronto se vuelve evidente que el
ascensor no replica exactamente la lógica empresarial norteameri-
cana en la década de 1990, sino una fantasía de exportación mucho
más antigua y enraizada. Para empezar, el aparato ya está viejo y des-
truido, lo que demuestra que es parte de un modelo o sistema que
ya lleva varios años funcionando en Chile y América Latina, y que se

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ha mantenido como la columna vertebral de la influencia norteame-


ricana sin someterse a grandes cambios o mejoras. Luego hay que
considerar el hecho de que los países del cono sur suelen vivir de
manera desfasada ciertos procesos mentales, políticos y económicos,
y que, tal como señala el filósofo Andrés Claro “seguimos creyendo
que nuestro desarrollo pasa por recorrer tarde las etapas que otros
recorrieron antes” (s/p).

2.2. Tradición europea medieval


La influencia europea en El Coordinador está dada principalmente por
los guiños al género de la danza macabra y por la aplicación a nivel
teatral del concepto de extrañamiento desarrollado por Bertolt Brecht
y los formalistas rusos.
Sobre el primer punto, es necesario señalar que hubo muchas ex-
presiones diferentes del género macabro, pero todas tenían en común:
la imagen de un cadáver o esqueleto que sacaba a bailar a los vivos; la
intención moralizadora en el marco de la soteriología (doctrina cris-
tiana de la salvación); la representación burlesca de la realidad; y la
condena a ciertos estamentos de la jerarquía social, pues uno de sus
objetivos era “a través de la ironía y la crítica, instar a llevar una vida
conforme a las enseñanzas de los Evangelios” (Duarte, “Representa-
ciones…” 16).
En el caso de la obra analizada el cadáver es reemplazado por Mar-
lon (el yuppie); el movimiento del elevador sustituye al baile y la muer-
te equivale al fracaso que acarrea el mundo empresarial para ciertos
estratos, una certeza absoluta en la obra. Los sentimientos de confor-
mismo y miedo ante el esqueleto danzante son intercambiables por el
patetismo y la ansiedad de los miembros del nuevo Chile, que consti-
tuyen un retrato sarcástico de la clase media. Esto queda muy bien re-
flejado, por ejemplo, en los insultos finales que Marlon dirige al grupo:
¡Silencio, mequetrefes! ¿Cómo se les ocurre venir a mi curso por
esas estúpidas razones? ¡No se dan cuenta que son un par de pe-
queños proletas con ínfulas de pequeños burgueses y nada más!
Visten mal, huelen a perfume barato, ella usa esos zapatos de tacos
filudos propio de las mujeres no cultivadas y es envidiosa y, usted
es un pobre funcionario de novena clase engominado, que jamás
va a ser aceptado por la clase dominante: ¿Por qué no se van a la

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mierda? PAUSA. ¡No puedo continuar este entrenamiento de em-


peradores para pajes como ustedes! (Galemiri 23).
Cabe señalar que la intención moralizadora y la representación
burlesca de la realidad son elementos cómicos que aparecen en el tex-
to y que, a su vez, derivan del extrañamiento dramático antes señalado,
puntualmente del desarrollo de formas exageradas, absurdas, grotes-
cas o paródicas (Cabezas Andrade 24). Esto se verifica en la situación
extraordinaria de cuatro personas encerradas en el ascensor de una
empresa y en el aspecto esperpéntico de los personajes. Cuando Mar-
lon, por ejemplo, le pregunta a Milan si va a la oficina de Mckinney-
Grammann, “saca de su chaqueta una barra de chocolate kilométrica
y comienza a mascarla con gula” (3-4). El gesto es extraño por el ta-
maño grotesco del caramelo, pero representa a la perfección la idea
de una situación común llevada al extremo ridículo, sensación que es
constante en la obra. Sobre todo, la representación satírica apunta a un
proceso de sensación prologada que expone Shklovski:
El propósito del arte es el de impartir la sensación de las cosas como
son percibidas y no como son sabidas (o concebidas). La técnica
del arte de “extrañar” a los objetos, de hacer difíciles las formas, de
incrementar la dificultad y magnitud de la percepción encuentra
su razón en que el proceso de percepción no es estético como un
fin en sí mismo y debe ser prolongado. El arte es una manera de
experimentar la cualidad o esencia artística de un objeto; el objeto
no es lo importante (55).
En resumen, el influjo europeo se expresaría esencialmente en la
teoría teatral heredera del siglo XX y en las similitudes de la represen-
tación empresarial con la tardomedieval de la danza macabra.

2.3 Confluencia y actualización

2.3.1. Simbolismo de los personajes


Igualmente, es posible constatar que no solo el nombre de Marlon
está en clave, sino el de todos los personajes que, con excepción de
Amiel, reflejan a íconos de Europa y Norteamérica, ídolos artísticos o
movimientos políticos que influyeron profundamente en la cultura de
masas del siglo XX y que también fueron focos de admiración para otras
regiones del mundo. Brigitte, por ejemplo, recuerda a la actriz francesa,

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ícono del cine europeo y símbolo sexual de los sesenta; Marlon, a la


estrella hollywoodense que protagonizó The Godfather; mientras que
Milan, a la ciudad italiana que vio nacer y caer al fascismo. Todos, no
obstante, siguen las órdenes de Marlon y del influjo estadounidense,
todos se rinden a esta dominación y obedecen al Coordinador como
si su maltrato fuera parte de una coreografía impuesta o un destino
irrevocable.
En este punto del análisis es importante señalar que, al igual que
en el género de la danza macabra, la dinámica al interior del ascensor
está principalmente basada en el uso de la alegoría. A ello se suma el
conjunto de asociaciones intertextuales que permite la comparación
trasatlántica Europa-Chile-Estados Unidos. Es decir, la utilización de
una “ficción en virtud de la cual el relato representa o significa otra
cosa diferente” (Def. 1e. Diccionario de la Lengua Española. 2019.
Web). Así, es posible establecer conexiones con la Edad Media y con
la idea de que las formas mundanas son reflejo de un orden superior y
responden a la “gracia” cristiana. Por su parte, “[la alegoría] comporta
un nivel literal que tiene suficiente sentido solo por sí mismo, pero,
en cierta manera, esa superficie literal sugiere una doble intención
peculiar y aunque pueda pasar sin interpretación, adquiere mayor
riqueza e interés cuando es interpretada (Fletcher 17). Básicamente, la
representación de los íconos de la historia y la cultura pop del siglo XX
que se va perfilando en el ascensor da cuenta, aunque en clave secular,
de un sistema mucho más general y abarcador, que permea todas las
áreas de la vida y que adquiere ribetes divinos.
Dentro de la lógica de la danza macabra lo anterior cobra
aún más sentido, pues tanto el esqueleto como el ejecutivo de
negocios constituyen alegorías de la muerte y el sistema capitalista,
respectivamente. Si “la meditación del hombre tardomedieval giraba
en torno a nociones como el juicio, el infierno y la gloria” (Albújar
Escuredo 37), lo mismo ocurre en El Coordinador a través de la
evaluación, la humillación y el premio que de vez en cuando supone
la aprobación de Marlon. Así también se comienza a expresar con
fuerza el tópico Omnia mors aequat, pues da igual ser hombre,
mujer, viejo o joven, nadie está realmente capacitado para salir del
ascensor y enfrentar en una entrevista a Mckinney-Grammann, jefe
de la empresa, lo que se va volviendo tan claro y perturbador como

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la certeza de la muerte: “El ascensor vuelve a detenerse. Las puertas


se abren. Milan y Brigitte estáticos, impresionados. Amiel mueve
la cabeza de un lado a otro, nervioso. Milan y Brigitte se toman la
mano, van a salir, pero las puertas vuelven a cerrarse” (Galemiri
22-23). En otras palabras, aunque Marlon no sea un esqueleto, sí es
parte de una dinámica alegórica que hace referencia a la aceleración
de la urbe y a la estética yuppie, acrónimo para young urban profes-
sional (en español “joven profesional urbano”) (Algeo y Algeo 220),
un término propio del inglés estadounidense usado principalmente
en la década de 1980, que sirvió para definir peyorativamente al
profesional joven, exitoso, gozador y arrogante, cuya búsqueda se
centraba exclusivamente en el estatus y la conveniencia: “Young
professionals, earning good pay, enjoying the cultural attractions
of sophisticated urban life and thought, and generally out of touch
with, indeed antithetical to” (Davis Hanson párr. 3). De cualquier
forma, una figura seductora que, a través del discurso del coaching
y el concepto de libertad y mérito estadounidense, invita engañosa-
mente a la superación personal.
Como ya se ha señalado, el único nombre que no encaja en la misma
lógica simbólica-alegórica del resto es Amiel, cuyo origen hebreo no
remite explícitamente a los ídolos de la cultura de masas del siglo
XX, aunque sí a las cicatrices de la historia universal, a través de las
conexiones con el holocausto judío de la Segunda Guerra Mundial. Es
decir, en el simbolismo de su nombre no se percibe una cuota tan severa
de admiración, ensoñación o alienación como la que se expresa en el
resto. Nótese, además, que dicho personaje es el más viejo de todos y
que no pertenece a la generación de los baby boomers. Esto es impor-
tante, porque da cuenta del pensamiento de una época anterior, en
la que el país del norte se fortalecía, pero todavía no era un referente
cultural, económico y social tan poderoso como lo sería más tarde.
Tanto Marlon, como Brigitte y Milan tienen entre treinta y cuarenta y
siete años en 1993, lo que hace suponer que nacieron entre 1945 y 1964
y que fueron bautizados por personas que atestiguaron el triunfo y la
prosperidad de Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial. Esto
significa que los personajes representan el producto de la admiración
de sus padres hacia el protagonismo y el control de Estados Unidos en la
cultura popular de occidente, algo que en Chile se viene desarrollando
hace tiempo con el cine, la música, la moda y el impacto de las políticas

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económicas impulsadas por los Chicago Boys, agentes importadores del


neoliberalismo durante la dictadura militar.

2.3.2. La muerte y la sociedad empresarial como certezas


igualadoras
Claramente EE.UU, a través de Hollywood y de su industria cultural,
mueve, encanta y hace soñar a Brigitte, Milan y Amiel con un lugar en
la empresa y el mundo. Este objetivo se entiende como un consuelo
o recompensa bastante equivalente a lo que fue la muerte para la so-
ciedad medieval, pues representa la esperanza del cielo o del fin de
las penas de la vida que hermana a todos los seres humanos y que en-
carna tan bien el tópico Omnia mors aequat en el género de la danza
macabra. En este caso, no obstante, la relación se expresa de manera
inversa, pues si en el siglo XIV la muerte aparentemente oscura y ne-
gativa se revelaba como un posible alivio a los azotes de la vida, en el
texto dramático de Galemiri la pertenencia al mundo de los negocios
—aparentemente luminosa y positiva— se muestra como condena y
reproducción de las miserias de quienes no se encuentran en la punta
de la pirámide social.
Asimismo, es claro que al interior de la empresa el ascensor, que
solo se transita mediante la demostración de aptitudes laborales, lle-
ga bastante alto, por lo menos al piso veinticuatro, de acuerdo con lo
dicho por Milan durante la primera charla con Marlon. Esto hace po-
sible que el movimiento al interior del edificio se pueda comparar con
una escalera al paraíso, proyección del éxito innegable que conlleva
la conquista del sueño americano y de la iconografía y arquitectura
gótica europea, según la cual lo terrenal deviene en una luz que
trasciende y se conecta con lo divino. “Este concepto de ascensión del
mundo material a lo inmaterial es lo que Pseudo Areopagita y Juan
Escoto describen como “enfoque anagógico” (Del Río y Cassinello
101) y que en el texto se expresa irónicamente, dado que la motivación
principal es la acumulación de riqueza (no hay nada que conecte más
con lo mundano) y el logro de un cielo que se revela falso y tachonado
de estrellas de cine como Marlon Brandon y Brigitte Bardot, lo que
refuerza el aura de ilusión. Tal como en la danza macabra, la dinámica
entre Marlon y los demás personajes al interior del elevador se
entiende “desde una visión holística altamente jerarquizada e inmóvil
en su orden interno que remite de nuevo a la esencia de la mentalidad

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medieval” (Albújar Escuredo 18) y que además la extrema en un


sentido trágico al negar la posibilidad real de un paraíso. Finalmente,
tal como la muerte dirigía a los vivos con su baile hacia la tumba
“independientemente de las edades, oficios o condiciones sociales de
estos (Barberá, “Y en polvo…” 104), el yuppie dirige a los perdedores, a
los desempleados, a los leprosos de la sociedad de mercado, a lo que él
y ellos entienden por éxito.
Por otro lado, esta suerte de escalera al cielo falso que constituye el
ascensor es algo que únicamente comprende Marlon. Él sabe cuánto
tiempo sus muchachos tardan en llegar con ayuda cuando la máquina
se estropea, cómo y cuándo detenerla, qué hacer para apagar las
alarmas, etc. Y esto termina de cobrar sentido cuando una llamada de
la secretaria revela que Marlon es el jefe: “¿Señor Mckinney? (…) Lo
he estado buscando toda la mañana señor... Tiene una reunión con
un señor Milan Estévez y luego con una señorita Brigitte Méndez por
asunto de trabajo” (Galemiri 28).
Por supuesto que antes de que esta llamada desenmascare a Marlon,
hay pistas que demuestran su superioridad al interior del grupo, pero
su actitud dominante no sería nada sin la participación de los demás,
es decir, sin la danza que se genera casi forzosamente. No se debe
perder de vista que los personajes parecen estar atrapados por culpa
de él, pero cuando Amiel, por ejemplo, solicita autorización para bajar
Marlon responde: “Usted no se atreve a ir a enfrentar a su hijo, ese es el
punto. Y pretende que yo lo autorice” (16). Esto quizá porque el gesto de
abandonar el ascensor y de fracasar por su cuenta es aún más aterrador
que ser víctima de alguien más. Al parecer todos están aterrados y
sienten a Marlon como una proyección de la vergüenza que supone su
incompetencia en la compañía, así que se dejan humillar y permanecen
unidos en ese sentimiento transversal de la misma forma en que la
muerte aúna los cuerpos y las almas en la Edad Media, pues las danzas
macabras “responden a la intención de representar a una multitud
social, un núcleo antropológico que reúne todos los epifenómenos
propios de una sociedad humana” (Albújar Escuredo 15).

2.3.3. Adecuación al contexto demográfico chileno


Existe, no obstante, un sesgo importante en la actualización chilena del
género tardomedieval que tiene que ver con el contexto de producción

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de la obra: la concentración de la mirada en un sector social en desme-


dro de otros. Si se presta atención, la estratificación en El Coordinador
solo incluye algunas facetas de la clase media en relación con el gru-
po económico dominante, como la mujer que se integra al trabajo, el
adulto mayor y el hombre soltero de mediana edad. Sin embargo, no se
extiende a los sectores dirigentes (políticos), ni a la Iglesia, ni a los po-
bres. Al respecto, un dato interesante es que recién a partir de los años
70 y producto de la ola de transformaciones en Chile, se empieza a usar
el plural y se habla de “clases o capas medias” en vez de “clase media”.
Esto presuntamente debido a “la profunda desestructuración, bajo el
doble impulso de la militarización de la vida civil y de la privatización
de los servicios públicos (Barozet y Espinoza, “¿Quiénes pertenecen…”
4). El caso es que la fragmentación de las capas medias permite esta-
blecer una equivalencia entre la dinámica social al interior del ascen-
sor y la danza macabra, aunque esta última abarque todas las clases
sociales, pues el sesgo se interpreta como la forma para representar el
nuevo espíritu o la nueva identidad del pueblo chileno, una marca de
exportación, la clase media emergente como el símbolo de equilibrio y
desarrollo internacional.
De acuerdo con este dato, y atendiendo al tono alegórico del tex-
to, se puede afirmar que la dinámica generada al interior del ascensor
constituye una metáfora de la represión heredada del imperialismo
norteamericano para las capas medias de la sociedad chilena de fines
de siglo XX y que, a su vez, dicha situación es retratada en forma de de-
nuncia a través de la figura retórica de la alegoría, algo que se conecta
fuertemente con la muerte animada de las danzas macabras. Nótese,
además, que en la Edad Media la sátira solía ir acompañada de una fun-
ción educativa y orientada a calar en las consciencias de las personas
que aún tenían la posibilidad de enmendar el camino y arrepentirse de
sus pecados, tal como parece que medio milenio más tarde intentara
hacer Galemiri. Por encima del humor, la sátira y la repulsión de las
escenas retratadas, la estratificación social y la variedad de personas
invitadas al baile de la muerte responde a un discurso didáctico sa-
piencial (Albújar Escuredo 20) y forma parte de la literatura ejemplar.
En esta línea educativa o doctrinal, el ascensor se interpreta como
alegoría del ahogo y de la insatisfacción de la vida urbana que solo tie-
ne ojos para el mundo empresarial, la economía y los negocios, pero al

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mismo tiempo deja espacio al libre albedrío y a la esperanza de quienes


pueden salvar su alma. Aunque es cierto que se ejerce un control brutal
dentro de este espacio, hay razones para suponer que pierde efectivi-
dad fuera de los dominios de la empresa, lo que quedaría reflejado en
la agorafobia (o miedo a los lugares abiertos) que experimenta Marlon
cada vez que se abren las puertas. Lo normal sería que los persona-
jes sufrieran en algún momento de claustrofobia al estar atrapados en
un ascensor, sin embargo, esto no ocurre. El elevador, entonces, como
símbolo de una sociedad represiva protege o da tranquilidad a los po-
derosos, pero solo funciona cuando hay alguien dispuesto a encerrarse
por voluntad propia.

3. Conclusión
Finalmente, la serie de referencias expuestas validan el triángulo de de-
bate Europa-Chile-Estados Unidos y detonan una atmósfera medieval
que hace posible la concienciación social a través de la contemplación
estética. El Coordinador se yergue así como una obra burlesca, moral-
mente satírica y fuertemente conectada con su contexto histórico y so-
cial, tal como lo fue el género de la danza macabra en el pasado, motivo
por el cual es posible entenderla como una reescritura contemporánea
con un mensaje ético. Al respecto, resulta particularmente lúcida una
conocida cita de Walter Benjamin:
La humanidad, que antaño, en Homero, era un objeto de espectá-
culo para los dioses olímpicos, se ha convertido ahora en espectá-
culo de sí misma. Su autoalienación ha alcanzado un grado que le
permite vivir su propia destrucción como un goce estético de pri-
mer orden (“La obra de arte…” 17).
Ya sea debido a la función de la representación dramática o a la
fuerte conexión que mantiene el teatro con su realidad social, El Coor-
dinador nos invita a ser espectadores de la decadencia de la mejor
imagen que ha llegado a exportar la sociedad chilena en los últimos
treinta años. Al mismo tiempo deja en evidencia la vulnerabilidad y el
absurdo tras la venta del esteticismo de la política económica domi-
nante e invita a reflexionar en torno a conceptos tan trascendentales
como el sentido de la vida, el exitismo, la dominación política y las je-
rarquías sociales que aparecen hermanadas en el sentimiento de infe-
licidad e insatisfacción de los personajes. Tal como señala Byung-Chul

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Han, la aparente libertad del sujeto (muy presente en el discurso de la


superación personal) esconde una trampa, pues supone siempre una
autocoacción: “Hoy creemos que no somos un sujeto sometido, sino
un proyecto libre que constantemente se replantea y se reinventa Este
tránsito del sujeto al proyecto va acompañado de la sensación de liber-
tad” (7). En este caso los personajes buscan y reproducen situaciones
que los denigran porque creen que ahí (en la empresa) está su felici-
dad, cuando en realidad la atmósfera exitista los consume.
La actualización del género de las danzas de la muerte, no obstante,
supone una inversión substancial, pues si en la Edad Media la muer-
te igualadora operaba como consuelo de las penurias de la vida, esta
versión contemporánea y secular que entrega Galemiri no tiene nada
que ver con la salvación de las almas o el fin del dolor. Por el contra-
rio, implica una confirmación del abuso y la explotación de las clases
medias, que son incapaces de reaccionar y resistirse a la idea ajena de
triunfo que han absorbido, lo que nos sitúa en un escenario bastante
más desolador.
Por otro lado, es importante destacar que, a pesar de ser un texto
repleto de metáforas, ironías, símbolos y referencias políticas e histó-
ricas, el valor de la atmósfera construida por Galemiri radica en esa
doble lectura, la que es posible gracias a la presencia constante de la
alegoría medieval que tan bien encarna el género de la danza macabra
y los dramaturgos chilenos de la transición. Tal como comenta Olivares
la obra El Coordinador es parte de una producción teatral orientada
a “formar y educar al público” (78) y esto se logra a pesar de que la
gran mayoría de sus temporadas han sido con compromiso de venta
de entradas al público. Claramente el enfoque de esta obra no es el de
un teatro de agitación o radicalmente popular, pero esto no significa
que renuncie a un rol educativo. La conclusión de este análisis es que
lo ejerce y dirige sobre todo a aquella nueva clase media con poder
adquisitivo a la que se ha hecho referencia.
A simple vista se podría pensar que la función social de la repre-
sentación teatral se ve entorpecida por la complejidad de un texto tan
intelectualmente ambicioso, sin embargo, no es difícil también ver la
historia desde una perspectiva liviana y simple, lo que significa que no
existe una discriminación o selección de audiencias a partir de su ba-
gaje académico o teórico, sino una multiplicidad de opciones interpre-

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tativas. En otras palabras, al igual que la literatura ejemplar medieval,


El Coordinador representa una herramienta valiosa para educar e in-
crepar a las masas y a las élites por igual —lo que vuelve al texto una ac-
tualización a nivel narrativo y formal—, pero sobre todo recuerda que
hay ciertos tópicos y recursos retóricos que siempre se mantendrán
vigentes, así pasen quinientos años, pues la tradición y la originalidad
coexisten en el ejercicio literario.

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Artículo
LITERATURA Y LINGUÍSTICA N°41, 2020 | ISSN 0716-5811 | pp. 171-195
DOI: https://doi.org/
Recibido: 11 de enero 2019 · Aceptado: 17 de diciembre 2019

“La tiranía de las campanas”.


Autorrepresentación del intelectual y el
pueblo en la prensa chilena del siglo XIX*1

“The tyranny of the bells”: self-representation of the intellectual


and the people in the chilean press of the 19th century

Claudio Véliz Rojas**2

RESUMEN
El texto analiza la autorrepresentación del narrador Benjamín Palabras clave:
Vicuña Mackenna y su construcción del pueblo, como resisten- Representación,
cia al poder hegemónico conservador en el año 1858. A través del intelectualidad,
artefacto “campanas”, objetos que permiten/prohíben el discur- pueblo, prensa
chilena, siglo XIX.
so, el narrador denuncia este poder al tiempo que se construye
como una voz del pueblo en oposición a esta hegemonía. El texto
aquí analizado es inédito, por lo que su recuperación es tanto
patrimonial como crítica. Si bien acostumbramos a reconocer
los textos de Vicuña Mackenna como obras de análisis político y
social de la sociedad chilena decimonónica, son pocos los textos
públicos en los que el autor se autorrepresenta como intelectual,
deambulando por la ciudad. Este análisis se realiza a partir de la
categoría de representación, la que nos permite ahondar en las
formas en que el autor se apropia del discurso para mostrarse
como un intelectual resistente al poder conversador detentado
por Manuel Montt (1851-1861).

ABSTRACT
This paper analyzes the self-representation of narrator Benja- Keywords:
mín Vicuña Mackenna and his construction of the people, as a representation,
form of resistance to the hegemonic conservative power in the intellectuality,
year 1858. Through the figure of the “bells,” objects that allow or

*1
Este trabajo corresponde a mi informe final para la cátedra “Teorías Culturales” del
programa de Doctorado en Literatura de la Pontificia Universidad Católica de Chile, im-
partido por la profesora Dra. Magda Sepúlveda Eriz. Agradezco a la profesora su tiempo
y dedicación para la revisión de este trabajo.
**2
Chileno. Doctor en Literatura de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Uni-
versidad de los Andes, Santiago, Chile, cvelizro@gmail.com

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prohibit speech, the narrator denounces this power while cons- people, Chilean
tructing himself as the voice of the people in opposition to this press, 19th century
hegemony. The text analyzed here is unpublished, therefore its
recovery can be considered both heritage and critical. Although
we used to recognize the texts by Vicuña Mackenna as works of
political and social analysis of the 19th-century Chilean society,
there are few public texts in which the author represents himself
as an intellectual wandering around the city. This analysis was
performed from the category of representation, which allowed
us to delve into the ways in which the author appropriates the
discourse to show himself as an intellectual critic of the conser-
vative power held by Manuel Montt (1851-1861).

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En torno al estudio de la literatura chilena


del siglo XIX
“Para mí, el hecho decisivo es que el intelectual
es un individuo dotado de la facultad de representar,
encarnar y articular un mensaje, una visión, una actitud,
una filosofía u opinión para y a favor de un público”.

Edward Said (31-32).

El universo de representaciones acopiadas en el siglo XIX chileno


constituye un antecedente para las performances intelectuales de los
siglos XX y XXI. Con una labor redentora del pueblo, que se debe a su
público y que lucha contra los males de gobierno, nuestro pasado tie-
ne una imagen que podemos sentir en el discurso de los congresales
actuales, pero también en nuestros letrados que se esfuerzan por darle
voz a los que no la tienen, y aprecian que la verdadera condición de
todo lo que podríamos llamar Chile, no radica en su gobierno, en su
presidente o en sus monumentos, sino en su “gente”, argumento muy
románticamente decimonónico, por cierto.
Es a partir de ello que este artículo pretende problematizar esta
cuna de discursos desde la cual emergen los constructores de nacio-
nes imaginarias. A través de la figura autorrepresentada del paseante
Benjamín Vicuña Mackenna, se postula corroborar que dicha perfor-
mance expuesta a través del polémico diario La Asamblea Constituyen-
te (1858), pretendió deslegitimar el gobierno de Manuel Montt (1851-
1861) por medio de un discurso metafórico de denuncia político social.
La hipótesis del trabajo, por su parte, plantea que el texto “Las
Campanas o sea UNA VISITA AL NUEVO EDIFICIO DEL CONGRESO
(Artículo que debía ser político y no lo ha sido)” publicado en el nº 6,
del periódico La Asamblea Constituyente del 17 de noviembre de 1858,
se construye como un ejercicio de resistencia al poder conservador.
El narrador Benjamín Vicuña Mackenna, quien desde su experiencia
sensitiva constituida a través de la figura del paseante, reflexiona en
torno a la circulación del poder y la política en el siglo XIX chileno, us-
ando el artefacto “campanas” como metáfora de dominación. Utiliza-
das como medios que permiten/prohíben el discurso, las campanas
son exhibidas como fuerzas que ordenan la sociedad. En oposición a
dicho poder, se presenta el discurso de Vicuña Mackenna quien con-

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struye una idea de pueblo marginado de la política tradicional, pero


corporalizado. De esta forma, el narrador explicará cómo el poder he-
gemónico de “las campanas” controla la posibilidad de hacer uso de la
palabra, lo que a su vez impacta en la apariencia pública del escritor
como “resistencia” a dicho poder.
Este trabajo prosigue la línea de los estudios literarios que revisitan
textos del siglo XIX en tanto mecanismos que por su forma y su con-
tenido, relevan nuevos ingresos a la dinámica de los discursos durante
este periodo. En dicho sentido, trabajos pioneros como los de Juan
Poblete (2003) en torno a la aparición los distintos públicos lectores
desde 1850, así como la investigación de Tomás Cornejo (2019) que
aborda la producción impresa santiaguina durante la década de 1880,
forman parte de este nuevo repertorio de lecturas del siglo XIX chileno
que propone asumir el presente artículo. Estos trabajos comprenden
no solo la construcción de trayectorias intelectuales canónicas, sino
que amplían sus análisis para la revisión de otros circuitos de lecto-
res y productores, a la vez que reflexionan con profundidad respecto
de los soportes que permitieron la circulación de textos en el mercado
cultural chileno del XIX. En este mismo sentido, los trabajos publica-
dos en el segundo volumen de Historia crítica de la literatura chilena
(2018) coordinado por Bernardo Subercaseaux, también presentan
esta necesaria revisión de los textos canónicos, así como de produc-
ciones excluidas de la literatura chilena. Ampliando una limitada no-
ción de literatura, dichos estudios permiten integrar el contenido de
las letras chilenas como parte de un campo diverso en el que publi-
cistas, bibliotecas populares y producciones “otras”, permearon diver-
sas esferas de la cultura nacional. Por otra parte, y como un punto de
vinculación directo con este artículo, la obra de Claudia Darrigrandi
(2014) también participa de esta necesaria revisión y, específicamente,
como una forma de aproximarse al pensar el vínculo entre ciudad y
literatura. Al analizar los casos de los flaneurs, flapers, rotos y prosti-
tutas, la autora pretende pensar la ciudad como un eco amplificado
en la voz de estos paseantes. Estas investigaciones ilustran formas de
análisis desde las que periódicos como La Asamblea Constituyente y,
particularmente en el caso del artículo de Vicuña Mackenna, pueden
ser revisados en tanto textos que componen un sistema mayor: uno
que integra una lógica editorial política, un contexto social álgido y un

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público lector dinámico entre los que deambula el narrador, esto es,
como texto que se construye en interpelación constante entre el texto,
el productor y su público.
Todo lo anterior será revisado a partir del marco teórico aportado
por la categoría de la representación. La representación como identi-
dad, como construcción desde un afuera constitutivo, en el que “yo”
reclama ser reconocido desde un ángulo social y que, a su vez, se
mueve performando en diversas locaciones, nos arroja una categoría
representacional que se encuentra en permanente tensión: una alo-
cución dirigida al ámbito de lo público. Revisaremos dicha represen-
tación del intelectual a partir del análisis de autores tales como Slavoj
Žižek, Gayatri Spivak, Stuart Hall y Zigmunt Bauman.

Viaje de ida (sin boleto). De la prensa de barricada al


Congreso Nacional
La construcción del espacio público en el Chile del siglo XIX tuvo como
gran factor constitutivo la prensa originada como ideal de moderni-
dad1. Siendo un órgano que divulga, conduce, contrarresta, forma, en-
tretiene y, por qué no, fuertemente pervierte, la prensa del XIX poseyó
una multiplicidad que abarcó todos estos verbos desde una actividad
casi imparable. Para ordenar este ‘todo’ que constituyó la prensa deci-
monónica chilena, los análisis de Eduardo Santa Cruz (2010) y Carlos
Ossandón (1998) han contribuido a comprender estas nuevas maneras
de producir y leer textos, así como otras interesantes aproximaciones
a la valoración de esta prensa, en tanto soportes que detentaban un
mercado, una circulación y un campo de poder.
En este sentido, Carlos Ossandón dividió estos periódicos en cate-
gorías específicas para su estudio, a saber:

1
La noción de modernidad es entendida, específicamente, a partir de la clásica obra
de Marshall Berman, Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la mo-
dernidad (1989). La modernidad, acompañada por la “viga maestra” del capitalismo y
amparándose, predominantemente, en el modelo impulsado por la razón, se muestra
constantemente mutable, contradictoria y fortalecida por cada nuevo periodo de cri-
sis. Al interior de la modernidad existirían modernismos, como parte de las ideas que
acompañarían a la modernidad, romanticismo, naturalismo, positivismo, entre otros, así
como modernizaciones: procesos efectivos que servirían para concretar dichas ideas,
tales como el ferrocarril, la telegrafía, el desarrollo urbano, la prensa, entre otras concre-
ciones de los modernismos (1-27).

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• una prensa doctrinaria que, dominada por una razón política, de-
fiende sus puntos de vista acerca de los presupuestos de esta no-
ción;
• una prensa fundacional y legalista, que como El Araucano2, da a
conocer las leyes y los decretos emanados del gobierno, establecida
como defensa de este poder;
• una “prensa raciocinante” e informativa, que otorgándole más
protagonismo a la voz del naciente periodismo —la figura de los
“publicistas” difundida tanto por Ossandón como por Santa Cruz
resulta clave, al respecto— separa su escritura, encontrando un es-
pacio propicio para la profesionalización del periodista. Para esta
categoría, los ejemplos que utiliza Ossandón son dos: el periódico
ilustrado El Correo Literario (1858) redactado por José María Torres
y la simbiosis de periodismo informativo constituido por La Sema-
na (1859-1860) de los hermanos Arteaga Alemparte; finalmente,
• una prensa de ariete, que siendo espontánea con “lances y ocasión”
(Ricardo Donoso 219), se manifiesta ideológica y con un conteni-
do que depende directamente del contexto de emergencia; surge
como resultado de un fenómeno puntual y no pretende subsistir
más allá de la concreción de sus demandas. Para el caso del análisis
presentado aquí, tanto el soporte como su autor, corresponden a
esta categoría.
Al respecto, cuando nos vemos vivenciando las polémicas plantea-
das por la televisión abierta referidas a programas de farándula criolla,
a los diversos realities y las múltiples teleseries que instan a una coloni-
zación del deseo en nuestras sociedades, cuesta imaginarnos que ape-
nas hace ciento cincuenta años también existió la fuerte presencia de
un aparato de prensa que tuvo por función la circulación de polémicas
que cumplieron con el establecimiento de nuestro deseo en fomento
de la presunta identidad nacional. Y es que denostar al “otro” haciendo
pública una imagen de él y exhibiendo el espacio privado como domi-

2
El Araucano fue un periódico bisemanal que circuló en Santiago entre los años de
1830 y 1877. Su fundador, Andrés Bello, fijó los parámetros del periódico, orientándolo a
la necesidad de informar al público lector respecto de las reglamentaciones vigentes en
los distintos gobiernos. Su comité revisor estuvo integrado por el mismo Bello, Ventura
Martin y Juan Egaña.

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nio público son límites que hemos cruzado fuertemente en este siglo
XXI, pero que ciertamente ya venían fisurados desde hace tiempo.
Estas fisuras tienen directa relación con los golpes de ariete pro-
piciados por estos periódicos que, arremetiendo contra los gobiernos
imperantes, no escatimaron para lograr sus objetivos. Enalteciendo
candidatos, provocando la lucha, humillando a sus enemigos, estos
periódicos sirven como un interesante escenario para estudiar los más
encarnizados ánimos ad-portas de un torbellino social que se avecina-
ba y que tendría severas consecuencias para ambos bandos: estados
de sitios, un ejército de mineros en marcha contra la metrópolis, una
capital en estado de alerta, una intelectualidad exiliada y el fin de la era
conservadora para el Chile republicano.
Como hito paradigmático de esta prensa de ariete del siglo XIX (Os-
sandón 10), La Asamblea Constituyente comenzó a circular el viernes
29 de octubre de 1858, bajo la imprenta del Correo (pasaje Bulnes N°
14). Compuesta por 13 números en total que abarcaron desde el 29 de
octubre al 11 de diciembre del mismo año y con una extensión que
fluctuaba entre las cuatro y las ocho páginas (en dos columnas, como
era común en la época)3, La Asamblea Constituyente ha sido señalada
por distintos historiadores (Collier 285-287; Cortés Lutz 19-27) como el
foco de ebullición en el conflicto que conminó a Santiago al último es-
tado de sitio convocado por el gobierno de Manuel Montt (1851-1861),
así como el punto de no retorno en la tolerancia de ese gobierno contra
los opositores letrados. A su vez —y presentada con un programa po-
lítico bien definido por su redactor en jefe Benjamín Vicuña Macken-
na—, el prospecto político del periódico no tiene dudas respecto de su
finalidad: es la constituyente o la revolución armada4.
La Asamblea Constituyente llamó la atención de la sociedad de su
época en cuanto a la necesidad de virar el timón político para darle
paso al gobierno liberal. Sin embargo y como un caso desviado en

3
“Se publicará 2 o 3 veces por semana. En pliegos de cuatro u ocho páginas” (La
Asamblea Constituyente, Miércoles 3 de noviembre 1858, n° 2, p. 18).
4
Las demandas principales de este periódico se basaron en: reforma de la Consti-
tución de 1833, desconcentración del poder en Santiago en favor de las provincias, am-
pliación del sufragio, término a los constantes estados de sitio, reforma al poder judicial,
disminución de los poderes de los intendentes a favor de las municipalidades, así como
una política de unión y entendimiento con las otras repúblicas de América Latina (Snow
19-20).

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la ilación de un periódico autodeclarado serio5, el n° 6 del mismo —


miércoles 17 de noviembre de 1858— publicó un artículo titulado “Las
Campanas o sea UNA VISITA AL NUEVO EDIFICIO DEL CONGRESO
(Artículo que debía ser político y no lo ha sido)6”. El texto firmado por a
“B. VICUÑA MACKENNA” y utilizando la forma de los reconocidos ar-
tículos de costumbres del XIX7, construye la figura de un paseante que
deambula entre la institucionalidad nacional (La Moneda, el Congre-
so, el Palacio de Justicia, la Iglesia), mirando y reflexionando acerca de
las formas de dominación de este poder hegemónico que se encarna
en el artefacto de las “campanas”.
La proyección de una narración que deambula, que observa por
distintos lugares, es una posición que se extiende durante todo el re-
lato. Este paseo que comenzó en la casa del narrador quien se dirige
al Congreso, atraviesa los tribunales de justicia, descansa la mirada en
una escena obrera, que reflexiona en torno al sonido de las campanas
de la iglesia en la noche, terminará como un llamado a la comunidad
lectora. B. VICUÑA es un narrador que describe y reflexiona acerca de
las escenas en las que las campanas, las campanillas, los campanarios,
los jornaleros, los diputados, las mujeres y los sacristanes son conoci-
dos de forma episódica. Como un extraño en la multitud, pero no para
la multitud, esta voz narrativa se inmiscuye en los espacios del poder
simulando un conocimiento profundo de las intenciones de estos per-

5
El nº 10 del periódico lo dicta explícitamente: “La suscripción se hará por trimestres
adelantados al precio de tres pesos. No se venden números sueltos ni se publican avisos.
Los días fijos señalados para la publicación son los miércoles y sábados, y se repartirá a
los suscriptores por la tarde, en razón de no ser un diario de noticias” (4). Siendo un pe-
riódico que se preciaba de estrictamente político, su seriedad no le permitiría dedicarse
a otros distractores como podría ser, las noticias del día a día o los avisos comerciales.
6
En el original, la tipografía del periódico lo escribió con mayúsculas; comprendien-
do que lo que intentamos es analizar no solo el contenido sino también el soporte, he-
mos respetado la mayúscula del título.
7
La investigadora Ana Peñas ofrece la siguiente definición respecto de este tipo de
narrativas: “Desde el punto de vista temático, tanto las fisiologías como los artículos de
costumbre textualizan las prácticas culturales y artísticas de una sociedad, la del XIX,
dividida entre la voluntad de representación y exhibición y la privacidad de la moral bur-
guesa; entre el ofrecer la imagen de ‘cette chose qu’on appelle la vie privée d’un peuple’,
como reflexiona Jules Janin (1840 vii); y el respeto de un código implícito a la propia poé-
tica costumbrista, inherente también a la poética de la moral y de la sátira, según la cual
el escritor de costumbres debía poseer ‘suma delicadeza para no manchar sus cuadros
con aquella parte de las escenas domésticas cuyo velo no debe descorrer jamás la mano
indiscreta del moralista, para saber lo que ha de dejar en la parte oscura del lienzo (Larra
2000: 550)’” (Peñas 443).

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sonajes, sin consultarlos. Es así como el director de orquesta conduce


los hilos de esta representación sin afectar el orden de la puesta en es-
cena (Bauman 54).
En esta posición de paseante autoconsciente y escritor contra go-
bierno, nos encontramos con la reflexión de este personaje que, ingre-
sando al espacio público del Santiago de 1850, analiza el proyecto ur-
bano de la ciudad en la orogénesis de la modernidad chilena del siglo
XIX. Esta ciudad que ha dado paso a una nueva forma de vivir el tiempo
en contraposición con su antecedente colonial —un tiempo distinto en
los sujetos y los imaginarios de la época—, colaboró en la creación de
un narrador que sujeto a su identidad, esboza su propia respuesta a la
revolución que está en marcha en su presente y en su futuro8:
Yo prefiero quedarme. No soy diputado, tampoco soy cantero ni
albañil, soy escritor; no hablo por la gracia del cencerro, no traba-
jo por el jornal de cada día. Sufro, juzgo, medito, escribo, en todas
partes estoy dentro de mí mismo, mi cerebro es una sesión de per-
manencia, mi corazón es una barra tempestuosa. Mi pensamiento
es mi patria, mi alma es mi albergue, la inspiración es mi pan; pan
de lágrimas, pan de delicia, a quien le importa, si nadie me lo da, si
a nadie sino a lo Eterno se lo pido? Escritor, quédate pues cuando
todos se alejan. Medita, padece, interroga, mira al derrededor tuyo,
y dinos lo que has visto. (Vicuña Mackenna 5)
Escribiendo desde este yo narrativizado, Vicuña Mackenna se afir-
ma con un rol específico al cual atribuye una serie de características
que moldean su identidad9. En este sentido, un sujeto que sufre —en

8
Debemos recordar que este diario, así como toda la prensa de este año (1858), fue
suprimido por el gobierno al mismo tiempo que el país era declarado en estado sitio por
la amenaza revolucionaria. Dicha situación fue el prolegómeno del alzamiento minero
que avanzó contra la capital (1859), incitando a la rebelión de las provincias.
9
Según Stuart Hall: “Aunque parecen invocar un origen en un pasado histórico con
el cual continúan en correspondencia, en realidad las identidades tienen que ver con
las cuestiones referidas al uso de los recursos de la historia, la lengua y la cultura en el
proceso de devenir y no de ser; no ‘quienes somos’ o ‘de dónde venimos’, sino en qué
podríamos convertirnos, cómo nos han representado y como atañe ello al modo como
podríamos representarnos (…) Surgen [las identidades] de la narrativización del yo, pero
la naturaleza necesariamente ficcional de este proceso no socava en modo alguno su
efectividad discursiva, material o política, aun cuando la pertinencia, la ‘sutura en el re-
lato’ a través de la cual surgen las identidades resida, en parte, en lo imaginario (así como
en lo simbólico) y, por lo tanto, siempre se construya en parte en la fantasía, o al menos,
dentro de un campo fantasmático” (17-18).

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primer lugar y bajo una reflexión consciente—, juzga, medita y escri-


be; este “escritor” se exhibe constituyéndose como “la resistencia” ante
la tiranía de estas campanas, al mismo tiempo que posa como testigo
narrador de lo que “otros” han rehusado ver, escuchar y experimentar.
Asimismo, podemos detectar la aparición de ciertas líneas de imagina-
ción romántica para el desarrollo de este “yo”, que definiéndose como
un “yo” frente a las inclemencias sociales, se hace cargo tanto en su
experiencia textual como material, de la figura del proscrito (esto lo
encontramos fuertemente en las páginas 10 y 11 de este texto). Como
figura clave para indagar en el imaginario de la época, el personaje del
proscrito se presenta como un contenedor de la voz del pueblo, que
aun cuando pueda ser erradicado de la materialidad territorial, no
puede ser expulsado de la comunidad lectora10.
En cuanto a la conformación de dicha comunidad referida tanto a
la voz narrativa como al soporte que sustenta la publicación, este pú-
blico se establece como espectador de la circulación del poder en la
ciudad de Santiago. Al respecto, la propuesta de Stanley Fish es que
concebimos el significado de la obra ya no como un patrimonio exclu-
sivo del autor, sino como una interpretación creada en forma colectiva.
La compañía de este público lector no es ignorada —caso curioso en
un periódico político que en reiteradas oportunidades se denomina
político serio, por lo tanto, ausente de “juegos”—, sino que se le reco-
noce como un público-escritor de esta narración, a quien el texto apela
expresamente y a quien se le incita a unirse como resistencia ante la
tiranía de las campanas/poder conservador. La construcción compar-
tida de este significado sería la única condición disponible para una
narración de este tipo (Fish 235-236).
Ahora bien, acerca de los peligros que advierte la voz narrativa a
este público, la protesta inmediata del texto es contra el objeto “campa-

10
La figura del proscrito es una imagen que fue presentada y representada por au-
tores icónicos de la época como José de Espronceda y Víctor Hugo. Tanto Espronceda
como Hugo desarrollaron el arquetipo del proscrito como parte del imaginario román-
tico. Nuestra Señora de París (1831), Los Miserables (1862), así como para Espronceda, El
estudiante de Salamanca (1840) o Diablo Mundo (1841), exhiben este contexto en el que
los personajes románticos asumen cualidades enaltecidas desafiando a la sociedad. Por
otra parte, la perfomance de ambos escritores, uno siendo exiliado de la España monár-
quica, así como Hugo, luchando en las barricadas de París para 1830, fueron narraciones
ampliamente conocidas por los jóvenes intelectuales de la época, como bien lo han re-
cogido Cristian Gazmuri y Bernardo Subercaseaux.

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|  ISSN 0716-5811  |   LITERATURA Y LINGUÍSTICA N° 41, 2020  | 

nas”. Presente tanto en el título del artículo “Las campanas o sea UNA
VISITA AL NUEVO EDIFICIO DEL CONGRESO (Artículo que debía ser
político y no lo ha sido)” como en reiteradas oportunidades a lo largo
del texto (6 veces a lo largo del texto; 7 más aludiendo a otras palabras
que comparten un campo semántico semejante, como campanillazo o
campanillas, entre otras), la tiranía de las campanas es un significan-
te que se expresa continuamente en el discurso del paseante. Artificio
utilizado por el narrador para poner en evidencia la extensión de un
poder que territorializa todos los espacios sociales: las campanas se
hacen oír en el Senado, en el pueblo, en las calles y aún en el descanso
mismo de todos los ciudadanos. Y es que nos encontramos con este
significante que prohíbe/permite el discurso funcionando como un
poder que irradia hacia todos los espacios públicos y privados posi-
bles, que ordena los límites del tiempo cívico como un anuncio para
todos aquellos que habitan la ciudad, pues aun cuando las sesiones del
Congreso pueden cerrar, la Iglesia es una institución de 24 horas que
dicta cuándo debemos dormir y cuándo debemos despertar:
Los presidentes de asamblea agitan el mango de sus campanillas,
y las asambleas enmudecen. Los sacristanes repican, y las asam-
bleas del pueblo se congregan, se arrodillan y oran en silencio. ¡Oh!
Tú, mortal oscuro, que inventaste las campanas, tú no sabías que
serías un día el supremo legislador del universo, tú no sabías que
el gran secreto de los profundos políticos modernos iba a consistir
en las vibraciones del argentino metal que tú forjaste! ¡Y dichosos
vosotros que jamás conocisteis esa horrible tiranía de los tímpanos,
la tiranía de las campanas y de los sacristanes! Dichosos los sor-
dos que nunca despertarán al oír tu monótono canto, esquilón de
la Catedral, ni se durmieron oyendo la campana de la agonía o la
plegaria de la media noche que tocan las Capuchinas! ¡Seis horas
de sueño y lo demás un eterno repique, un vibrante campaneo, he
aquí la vida auditiva de Santiago! (Vicuña Mackenna 7)
Esta molestia que cae desde el mismo gobierno hasta su vínculo
directo con el poder político de la Iglesia, la vida auditiva de Santiago
está dominada por la tiranía de estas campanas que se presentan como
los instrumentos que custodian el acceso al poder. Por otro lado, inser-
to este artículo en una sociedad que aún guardaba un sagrado respeto
por la Iglesia y su creencia, la lectura de la voz narrativa a partir de una

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ciudad que se expresa en agonías y plegarias no deja de ser un fenó-


meno interesante que, en cierta medida, rompe con el patrón cultu-
ral del conservadurismo. Entendiendo su lugar de enunciación desde
un “liberalismo rojo” como lo señalaría la nomenclatura de la época
(Gazmuri 125), el ataque de Vicuña Mackenna en pos de la separación
Iglesia-Estado es un mensaje que podemos leer claramente. La “tira-
nía de los tímpanos” asociada con la “tiranía de los sacristanes” delata
esta posición que, aun cuando se expresa como subordinada al poder
de Dios, no se amilana en protestar contra sus vicarios, exponiéndolos
como tiranos regidores de los tiempos humanos en toda la extensión
de un día (“seis horas de sueño”). En este sentido y vinculando el refe-
rente real con la problemática textual presentada, el mismo contexto
de emergencia sobre el que se mueve el texto y su soporte nos refie-
ren al gobierno de Manuel Montt y la llamada “cuestión del sacristán”
(como lo ha conocido la historiografía tradicional); esta situación en la
que el presidente debió fungir desfavorablemente entre los problemas
del Estado y las atribuciones de la Iglesia, solo consiguió enardecer aún
más los ánimos de una oposición que crecía para evidenciar ante la
escena pública, la severa crisis del conservadurismo chileno11 (Donoso
246-247).
Uno de los aspectos interesantes en torno a los que reflexiona el na-
rrador reside en el doble impacto que crea este significante. Si por un
lado está tiranizando a la población con las campanas que determinan
el descanso de los cuerpos sobre los que ejerce su control, por otro lado,
es una tiranía que también consiste en la monotonía de su sonido y la
odiosidad de esta hacia los habitantes del Santiago de 1850. A su vez,
la palabra tiranía repetida dos veces en el fragmento, está calificando
al sustantivo “campanas” bajo una denotación negativa, al tiempo que
apela a una memoria reciente para el siglo XIX, como es la dominación

Esta crisis detonó cuando el sacristán mayor de la catedral, presbítero Francisco


11

Martínez Garfias, ordenó la expulsión del empleado de la sacristía Pedro Santelices.


Ello ocasionó la respuesta del Cabildo de Santiago que, de acuerdo con las reglas del
Patronato, decidió ignorar la orden del presbítero debido a que el arzobispo Rafael Val-
divieso no estaba en Santiago, tomando la decisión de mantener al canónigo Santelices
en su puesto. A su regreso, Valdivieso apeló al presidente Manuel Montt para que se
respetase la decisión clerical. Ante ello, el presidente explicó que la autoridad ejecutiva
no podía desconocer un fallo judicial. Dicha situación motivó el autoexilio de Valdivie-
so. Sin embargo, el gobierno volvió a interceder para que finalmente el sacristán fuese
reposicionado.

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del imperio español sobre América, donde la función de las campanas


ha prolongando su odiosidad hasta el presente del artículo.
En relación con el significante “pueblo” son múltiples las formas
en que la narración aludirá a dicho término, el cual será utilizado con
gran profusión por la narración. En primer lugar, ¿”Pueblos” subyu-
gados o “pueblo” subyugado? Esta pregunta que se inicia mucho an-
tes de las múltiples discusiones concitadas por la independencia de
América Latina, aún para mediados del siglo XIX continúa cargando
una pertinencia significativa para la definición de los parámetros na-
cionales que se desea transmitir desde la intelectualidad a la burgue-
sía nacional. Por ello es que cuando el texto ocupa la palabra “pueblo”
—utilizada 22 veces a lo largo del escrito—, la inquietud frente a cuál
es la definición que maneja el autor se vuelve perturbadora: ¿pueblo
obrero? ¿pueblo con cuerpos de mujeres en su representación? ¿pue-
blo artesano? ¿pueblo sin voto? Como ya otros analistas han podido
reparar en este vacío12, muchos de estos escritores sobreentendieron
el concepto de “pueblo” sin preguntarse por los límites semánticos de
este significante. Sin embargo, si bien el texto no supera con claridad
estas barreras, sí logra representarnos una imagen física del “pueblo”
que él imagina, así como las conductas de este frente al poder:
Los arquitectos de la Cámara han dividido por un tabique la repre-
sentación del voto: de un lado están los representantes sentados en
dos hileras de bancos; del otro los representados en una galería que
se encumbra hasta las vigas. Esta división no fue prevista por los
sabios legisladores de la Constitución vigente, pero la hicieron los
carpinteros. El pueblo les debe por ello su gratitud, su comodidad,
casi su soberanía, porque el pueblo está ahí a sus anchas; el pue-
blo masca las galletas, pela naranjas, se cala el sombrero y se echa
de espaldas sobre un banco. El pueblo es lógico. Mientras sus re-
presentantes discuten, la barra traga; como es forzoso para que las
ramas del árbol den brote y flores que la sabia suba primero por el
tronco. Para que el corazón de los representantes pueda latir, para
que su lengua se desprenda del paladar, es preciso que el estómago
de la representación esté nutrido. Ley inviolable de la naturaleza

El texto de Elías Palti (2007) acerca de los lenguajes políticos en el siglo XIX latinoa-
12

mericano es muy recomendable a este respecto.

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“La tiranía de las campanas”. Autorrepresentación del intelectual y el pueblo en la prensa   |  Véliz

que nuestro código fundamental olvidó el consignar! (Vicuña Mac-


kenna 4)
A partir de esta cita es que apreciamos una “sobreexposición” este-
reotipada de la concepción de “pueblo” imaginada por la voz narrati-
va (Didi-Huberman 14). Esta sobreexposición está dada a partir de la
categorización que logra el discurso de Vicuña Mackenna en el cual
no individualiza al pueblo, sino más bien elige generalizarlo, presen-
tándolo como un asedio a los representantes, opuestos a la política tra-
dicional. Como segundo punto, el texto subordinará esta sobreexposi-
ción a la definición de “pueblo lógico”, la que por cierto esconde una
concepción clasista acerca de la multitud barbarizada que sustenta al
gobierno. Expuestos como bárbaros que “tragan” frente a una clase po-
lítica que “discute”, el “pueblo” se exhibe como una masa homogénea
que no obstante muestra un cuerpo que mastica, que se cala el som-
brero, que duerme pero que no opina. De este modo, contemplamos
una doble función para el órgano de la boca que, diferenciando sus
funciones de acuerdo con las clases que lo utilizan, remarca el hecho
de que el poder de la palabra está radicado en la oligarquía, mientras
que la boca como órgano para masticar, engullir y alimentar radica en
el “pueblo” barbarizado. Este pueblo sin boleto, sin derecho a opinión
y que se mueve entre la tiranía de las campanas, se exhibe en el discur-
so de Vicuña Mackenna como una presencia auténtica y lógica ante la
política que discute, pero no actúa.
Además de barbarizado, como tercera operación discursiva el pue-
blo también recibe el adjetivo de “lógico”. Este enunciado lo podríamos
asociar con el entendimiento práctico de la realidad desarrollado por
“la barra”, en oposición a un entendimiento más reflexivo de la política
como elemento propio de la intelectualidad oligarca chilena. Bajo esta
dirección es que el teórico Pierre Bourdieu y su explicación del sentido
práctico de la vida a partir de la categoría del habitus (85-105) nos po-
dría arrojar ciertas luces sobre el término de “pueblo lógico”.
En efecto, como un conjunto de operaciones que se muestran
dadas, pero que aparecen y que se definen de acuerdo con patrones
estructurados desde nuestro origen social —el habitus primario en
palabras de Bourdieu—, estas conductas “lógicas” podrían estar supe-
ditadas a esta construcción práctica del cuerpo de este “pueblo”. Son
ellos quienes en contra del alto vuelo que cobra “el buen decir” de la

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palabra13, se manifiestan regulares y reguladas sin obedecer a reglas


escritas. De esta forma, el ejercicio de “tomar la palabra y obedecer las
reglas del juego” para poder acceder a la “representación nacional”, co-
rresponde a un límite que es apto para un estamento de la sociedad,
pero no para todos. Los representantes de la nación juegan mediante
reglas que sus propios jugadores han definido como lícitas, dejando
fuera de la “representación” y en el lugar del público a este “pueblo
lógico”. Limitados por los arquitectos no así por los constructores de
nación —separación interesante entre el creador del proyecto y su con-
creción—, el “pueblo” es inocente ante la construcción de este espa-
cio que es apropiado por su sentido práctico sin cuestionar la razón
de su segregación. El pueblo ausente de la palabra se muestra como
auténtica encarnación de la sabia que empuja la legislación: son ellos
a quienes elogia Vicuña Mackenna, al tiempo que los compadece por
sufrir, quizás inconscientemente, de la tiranía de las campanas. Es el
actor consciente (Vicuña Mackenna) y sus representados inconscien-
tes (el pueblo), quienes asumen en esta narración el rol de resisten-
cia al poder hegemónico conservador de las campanas. Finalmente,
esta ley natural olvidada por los codificadores a la que alude el texto se
presenta, una vez más, como una reafirmación de lo ya expuesto por
Bourdieu toda vez que el “orden lógico” es decodificado por el escritor,
pero no por “la barra” (el pueblo): la barra que traga y duerme —según
el texto de Vicuña Mackenna—, no es apta para discutir y pensar los
asuntos relativos a la política real, pues dicha práctica no está incorpo-
rada en su habitus (86).
Por otro lado, resulta interesante consignar que siendo “sobreex-
puestos” a una comunidad de lectores con la que se busca empatizar
en la persuasión del mensaje, el conjunto “pueblo”, como cuarto punto,
también se muestra a la vez, “subexpuesto” (Didi-Huberman 14) ante
dicha comunidad, siendo silenciado a una posición de cuerpo sin uso
de la palabra:
Atravesé la plazuela, y me encontré en el recinto del nuevo pala-
cio de la Nación. Venía del Congreso de los vivos que había visto

13
Esta categoría la encontramos presente en el análisis de Julio Ramos, quien reserva
este dominio a Andrés Bello, como representante del discurso de los intelectuales ame-
ricanos (55-75).

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“La tiranía de las campanas”. Autorrepresentación del intelectual y el pueblo en la prensa   |  Véliz

desplomarse de su solio14, cayendo sobre el pavimento sus más


altivas columnas. Ahora veía alzarse al derredor mío otras colum-
nas mudas pero eternas; el bullicio del trabajo, el noble ruido de la
creación, había sucedido a la banal algazara y al pasar (sin boleto)
por delante de aquella asamblea del pueblo, veía que los obreros
alzaban de sus tareas la frente empapada de sudor y animaban a
sus camaradas a perseguir la jornada con varonil esfuerzo. ¡Ningún
reto de miserables se escuchaba ahí, ningún grito de al orden! se
hace oír. (Vicuña Mackenna 5)
Este cuadro imaginado por el paseante nos expone una visión es-
tereotipada reiterativa para la época en que emerge el texto. El con-
cepto “pueblo” se presenta, en este cuarto giro discursivo, bajo la ima-
gen del “noble salvaje”. Esta imagen fue adoptada con tenacidad por la
escuela del romanticismo social francés la cual tuvo un alto impacto
en el imaginario de la intelectualidad chilena del XIX15. Jules Michelet,
quien fuese una de las voces dominantes para la historia romántica de
la época y de gran reconocimiento entre el círculo lector del 4216, utili-
zó esta categoría en libros completos —específicamente en su obra El
pueblo— para fundamentar su hipótesis de lecturas acerca del estado
de Francia para mediados del siglo XIX. Bajo la perspectiva de este au-
tor, el espíritu de la nación francesa estaba inscrito de forma inmanen-
te en el “pueblo”, no obstante, el pueblo de Francia estaba en las cárce-
les de Francia17. Con esta afirmación en boga y con obras que viajaron

14
“1. m. trono (|| asiento con gradas y dosel). 2. m. desuso. Sesión solemne que las
antiguas Cortes celebraban con asistencia del rey, para que este confirmase lo acordado
en ellas” (Real Academia Española s/p).
15
“Tal vez la actitud romántica de los jóvenes de 1842 (vinculada con el romanticismo
social francés) se manifieste de preferencia en el modo mesiánico y voluntarista con que
asumen la tarea de educar al espíritu para modificar la sociedad. Vicuña Mackenna en
sus crónicas históricas recuerda a Bilbao presidiendo un grupo de jóvenes en procesión
y llevando, como iluminado, un árbol de la libertad hecho de mostacillas” (Subercaseaux
63).
16
“Para Chacón, como para Lastarria, la historia es un organismo teleológico y Chile,
un espacio donde es posible llevar a cabo la perfección del género humano. Imbuidos
en la doctrina del progreso, los jóvenes de 1842 estudian a De Segur y Fleury, conocen
a Cousin, a Vico —por intermedio de Michelet— y a Herder, pero los leen haciendo un
esfuerzo para establecer una forma de vida nacional; los estudian con una óptica especí-
fica: chilecéntricamente, como si la historia fuese un lago y el pasado ondas concéntricas
que se concitan en un punto central: Chile” (Subercaseaux 63-64).
17
“Algunos nobles escritores, poseedores de un genio aristocrático, que antes descri-
bían las costumbres de las clases altas, se han acordado del pueblo. Con una intención
benevolente, se dieron a la tarea de poner al pueblo de moda. Salieron de sus salones,

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rápidamente de sus traducciones a su venta en librerías específicas del


Santiago de XIX —las librerías de Audois y El Mercurio fueron célebres
en la época—, la figura del “pueblo” redentor o el “pueblo” como la
esencia bondadosa de la nación, conforman un conjunto de verdades
de este imaginario social que, no obstante, figura como cuerpos que
no hablan, sino que son creados para posar en la ejemplificación de
una idea. Inconscientes del dominio de las campanas, el pueblo aquí
representado no es afectado por ellas; frente a la inacción del Congreso
y de los Tribunales, el noble ruido del trabajo y el esfuerzo se muestra
enaltecido en la mirada del escritor; frente a los gritos que llaman al
orden, la fiesta y la algarabía de los obreros se presenta liberadora. Al
interior de esta escena, la voz narrativa se muestra complacida: en este
cuadro de contención, el escritor y el pueblo escapan de la tiranía de
las campanas consolidando un refugio ante la hegemonía conserva-
dora. Sin hacer uso de la voz, el pueblo, estas columnas mudas pero
eternas en contraposición con las ruinas del Congreso, posa “varonil-
mente” con su esfuerzo y con su ánimo, como un “sistema otro” frente
a la institucionalidad decadente del gobierno. Finalmente, y desde esta
mudez, el “pueblo” se muestra “subexpuesto” (Didi-Huberman 14) tan
solo como un ejemplo para el ideario liberal del narrador.
Luego de lo ya planteado, es posible detectar otro problema: ¿de
qué modo la representación construida por el narrador es una repre-
sentación que “da voz” a este pueblo? En definitiva, ¿está la voz narrati-
va en el campo de la subalternidad? A partir de las categorías aportadas
por Gayatri Spivak respecto de la diferenciación entre el apoderamien-
to de la narración (vertreten) y la pintura de la imagen (darstellen), el
rango en que podríamos posicionar este relato de XIX sería bajo el
vertreten (28) del “pueblo” aludido. Apoderándose de estos cuerpos, el
texto les otorga una acción argumentativa que colabora en la domes-
ticación de un grupo al servicio de la ideología liberal del discurso. El
narrador, más que intentar darles una voz para su propia expresión, se
autoasume como un portador de lo justo, de lo heroico, necesario para
contrarrestar el poder de las campanas. El pueblo es funcionalizado
por la narración para servirse de este grupo, como justificación de una

descendieron a la calle y preguntaron a los transeúntes dónde moraba el pueblo. Les


dijeron que en los presidios, las cárceles y los peores lugares” (Michelet 300-301).

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“La tiranía de las campanas”. Autorrepresentación del intelectual y el pueblo en la prensa   |  Véliz

resistencia que está respaldada en un grupo de mayor número, aunque


difuso en su identificación. Este apoderamiento de la imagen popular
se muestra como una constante tanto en las escrituras provenientes de
la burguesía intelectual de XIX en Chile, siendo el texto aquí analizado
una clara afirmación de este hecho:
El sitio me place. La hora es propicia. Las sombras que caen con la
tarde dan a los objetos que me rodean el aspecto de las ruinas. Así
estamos en cierta manera en presencia del pasado, y tenemos por
tanto el derecho de creernos jueces, de ser severos, esperando que
un día también pasaremos y habrá justicia y severidad para noso-
tros. (Vicuña Mackenna 5-6).
Apoderado del pueblo y su imagen, el artículo nos exhibe hasta qué
punto el dominio de este narrador se juzga omnipotente sobre su
representación. Exponiendo este pasado en ruinas que se busca
con un sentido de origen negado y aceptado —no olvidemos que
esta generación intentará romper de forma directa con el vínculo
colonial español18—, el narrador encarna la figura de este juez que
aparece como un total apoderado de este discurso al que se sien-
te en la necesidad de juzgar19. Al mismo tiempo y no contento con
manejar los hilos de lo visto en el “pueblo” —una política de la mi-
rada tras la textualización de la vida—, el autorrepresentado coloca
su voz en el rango más alto desde el cual puede dictar sentencia en
torno a la verdad de los hechos, papel tan caro a los historiadores
del XIX. Vicuña Mackenna, vertreten de esta imagen, director de or-
questa (Bauman 54), no cede la voz por sobre una escritura que le
pertenece totalmente.

18
“Los latinoamericanos pretenderán borrar, negar sin asumir, el pasado colonial
impuesto por la primera oleada colonizadora, la ibera; para asumir como propia la ex-
periencia de los hombres y pueblos que han dado origen a la segunda etapa de coloniza-
ción, la occidental” (Zea 166).
19
A este respecto, el historiador Manuel Vicuña indica lo siguiente: “El historiador
francés Marc Bloch escribió: ‘durante mucho tiempo el historiador pasó por ser una
suerte de Juez de los Infiernos, encargado de distribuir a los dioses muertos el elogio o
la condena’. Vicuña Mackenna mereció esa reputación, ya que descendió a los infiernos
del pasado para ejercer como juez póstumo en el tribunal de la historia; sopesó cargos,
aportó pruebas, reunió testimonios; condenó y exculpó, discriminando a los héroes de
los villanos y aún de los monstruos; a la larga, erigió un panteón republicano a la medida
de sus visiones de grandeza nacional” (231).

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Es así como juzgando con cada vista y comparándolo con lo ya re-


corrido, el paseante aprovecha la familiaridad de sus lectores con la
ciudad de Santiago para otorgar a su discurso el ansiado “efecto de
realidad” propio de las estrategias narrativas del periodo (Barthes
175-177. La Moneda, el Congreso, el Palacio de los Tribunales apare-
cen como conceptos que delimitan el viaje material del testigo, quien
se inscribe en la narración durante todo nuestro recorrido. Como un
procedimiento propio de la novela realista española, dicho elemento
narrativo es la persuasión que pretendían los textos novelescos del XIX
por sobre sus lectores, presentando una sociedad “verdadera” que per-
mitiese la identificación entre los espacios que figuran fuera del texto
(referente real) y los espacios construidos en el texto mismo. Al mismo
tiempo —y como ya lo adelantamos líneas más arriba—, el artículo de
costumbres establece un procedimiento parecido en el que la mirada
del narrador intruso refiere elementos fuera del texto, otorgándole ma-
yores puntos de apoyo a su lector con el fin de convencer respecto de
la veracidad a su relato (Peñas 436). De esta forma, los procedimientos
escriturales, tanto en la novela como en el artículo de costumbres, fun-
cionan tácticamente en el caso del presente escrito como una forma
para acercar el mensaje crítico a la tiranía de las campanas, del poder
conservador hacia una comunidad lectora que acompaña al narrador
Vicuña Mackenna.
A modo de cierre, precisemos otro de los aspectos relevantes para
este análisis que, del significante al significado, comprende la autoría
misma del artículo. En el texto firmado por las letras “B. VICUÑA MAC-
KENNA”, el narrador muestra su origen abreviando su primer nombre.
¿Qué implica esta selección consciente de una firma? ¿Qué es lo que
quiere este narrador? Al presentar su origen familiar antes que su nom-
bre propio, el ocultamiento de este a la mirada pública y la extensión
de sus apellidos a los lectores nos podría indicar el punto desde el cual
el autor requiere que se le mire. En la necesidad de afincarse en la le-
gitimidad del discurso letrado que organizó la intelectualidad del XIX,
este pie de firma apela a la identificación simbólica requerida por el
autor ante la sociedad, toda vez que:
la identificación imaginaria es la identificación con la imagen en
la que nos resultamos amables, con la imagen que representa ‘lo
que nos gustaría ser’ y la identificación simbólica es la identifica-

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“La tiranía de las campanas”. Autorrepresentación del intelectual y el pueblo en la prensa   |  Véliz

ción con el lugar desde el que nos observa, desde el que nos miramos
de modo que nos resultamos amables, dignos de amor. (Žižek 147)
Según Slavoj Žižek y su interpretación del grafo del deseo de Jaques
Lacan, este yo narrativizado y firmado con estas letras (“B. VICUÑA
MACKENNA”), demanda que se le reconozca por su lugar social como
hijo de la alianza entre Europa y oligarquía americana (Vicuña, oligar-
ca y Mackenna, europeo-irlandés), situándose a los ojos de su público
como un intelectual de alta clase presto a juzgar a las clases populares.
Unido a este significante (Žižek 142), el éxito de la representación en la
figura de este intelectual ha sido categórica, impactando a su medio y
a la posteridad, con una imagen que exhibe la importancia de un ape-
llido que, desde su significante, constituye a la intelectualidad del siglo
XIX chileno.

Viaje de retorno (con boleto). Del Congreso Nacional


a la representación del intelectual
El ejercicio del intelectual en el siglo XIX se presentó con una motiva-
ción que iba más allá de sentarse a escribir para que la sociedad cam-
biara, para hacerse un sueldo que lo sustentase o para ser reconocido
entre sus pares; sujetos en contradicción y hablando desde sus proble-
mas, estas voces se plantearon la difícil tarea de buscar una forma de
llegar a una sociedad con algo más que una letra polémica y un par de
calumnias varias contra gobierno. Vicuña Mackenna fue exiliado junto
con sus compañeros (dos veces) y volvería a la política oficial, en bus-
ca de una segunda oportunidad para crear la representación nacional
que ansiaba su imaginación (aspirante a la presidencia y casi electo,
una vez). Apoderado de su representación social y hablando desde la
honestidad de un imaginario que nos permite entrever una clase, un
género y un proyecto nacional detrás, la lejanía de su época y sus idea-
les, aún los podemos sentir retumbando en nuestra mente al mirar los
titulares de diversos medios circulantes hoy en día. Libertad, juventud,
asamblea constituyente, entre otros conceptos, forman parte de una
serie de significantes desde los que podemos vincular nuestro presente
al locus del texto revisado.
Volviendo sobre la hipótesis propuesta al comienzo de este ar-
tículo, apreciamos la construcción del discurso del narrador Vicuña
Mackenna, como una resistencia al poder hegemónico conservador

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representado en la tiranía de las campanas. Utilizando la perfomance


del apoderado de la narración en resistencia a dicho poder, el narrador
describe escenas en las que las campanas todo lo dominan, todo lo si-
lencian, con excepción de los cuadros populares en los que obreros,
ignorantes de la dominación, se transforman en elementos aliados de
la crítica del intelectual.
Ahora bien, esta resistencia se desarrolla a lo largo del texto de
diversas formas, las que en su conjunto, contribuyen a denunciar el
conservadurismo del poder gobernante. En primer lugar, los elemen-
tos que exhibe el artículo nos presentan evidencias culturales propias
de la sociabilidad política y religiosa del siglo XIX chileno. La comida,
por ejemplo, es uno de los aspectos interesantes expuestos por el re-
lato. Existe un marcado énfasis que categoriza a los sujetos de la clase
popular ante una clase política que no exhibe sus normas de alimen-
tación. A través del “pelar naranjas y mascar galletas”, la clase popu-
lar es representada por el autor como un público barbarizado que
se distancia de la oligarquía no solo haciendo explícita la ingesta de
alimentos —por tanto, mostrando un cuerpo—, sino indicando cua-
lidades animales para la comunidad lectora: “mientras los políticos
discuten, la barra traga”. Desde la construcción de una identidad que
incluye su “afuera constitutivo”, el pueblo se muestra corporalizado
en la arquitectura institucional del poder. Sin embargo, y aun cuando
el pueblo exhiba una presencia material en el texto, su ser colectivo
no tiene “boleto”, por tanto, se excluye del derecho a disponer de la
palabra: sometidos al poder de las campanas, el pueblo no constituye
un órgano de decisión al interior del proyecto nacional. El “pueblo
obrero” no puede hablar, sirviendo como “superficie” para el guion
del narrador.
Otro de los aspectos que colabora para la construcción de una crí-
tica al poder conservador es la presentación del “paseo” como un acto
que permite mirar, comparar y escuchar el contexto santiaguino de
mediados de siglo XIX. El narrador deambula por las calles centrales
de la ciudad y con él, su narración va haciendo una presentación de
una mirada para su público en “familiaridad” con los lugares visita-
dos. De esta forma, el Congreso, La Moneda, el Tribunal de Justicia,
son puntos referenciales que muestran la actividad de una narración
reflexiva acerca de la urbanización y la explicación arquitectónica, a

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“La tiranía de las campanas”. Autorrepresentación del intelectual y el pueblo en la prensa   |  Véliz

la vez que la ciudad muestra a los obreros y a las iglesias en la imbri-


cación de estos personajes con las arquitecturas. Estos elementos son
presentados como aliados y enemigos del conservadurismo que el na-
rrador precisa denunciar.
Como tercer punto por destacar, este escrito se publica en un pe-
riódico político que, sirviéndonos de la categoría explicada por Ossan-
dón, correspondió a la prensa de ariete o de trinchera del momento.
Siendo ocasional e ideológica (25), la existencia de esta prensa nos
ilustra un tenso clima político que culminará en una guerra civil ex-
puesta con claros vaticinios en los 13 números del periódico. La red
textual establece bajo esta lógica una relación constante hacia su con-
texto de emergencia: “dictadura”, “fusión”, “asamblea constituyente”,
conceptos clave para comprender el objetivo político que este medio
atacó con sus reflexiones.
Por otro lado, la temática religiosa presentada como atmósfera om-
nipresente en el texto se muestra como parte integral para el enganche
propuesto por el título: “las campanas”. Siendo estas el instrumento
hegemónico para silenciar el discurso del “pueblo”, su uso se hace pa-
tente más allá de las sesiones del Congreso —el locus específico desde
donde se sitúa la narración, aun cuando el mismo narrador expone su
mente como una “sesión permanente”— para irradiar a toda la socie-
dad santiaguina a través de las campanas de la Iglesia. Las campanas
son la expresión del tiempo de Dios sobre los hombres. En esta línea,
una de las preguntas que podemos realizar es la posibilidad de leer
este sonido como un llamado de atención para explicar la extensión de
un veto a toda una sociedad que no tiene “boleto” para intervenir en
la política nacional. En nuestra lectura, el artefacto campana se con-
figura como un recordatorio respecto de quiénes son los que autori-
zan/prohíben la circulación del discurso oficial en un medio que está
clasificado por sus hábitos alimenticios, que ha reificado a sus sujetos,
que controla por la violencia armada y domina hegemónicamente el
imaginario de sus nacionales por medio de las campanas. Al interior
de este discurso, la autorrepresentación de Vicuña Mackenna en tanto
escritor intelectual resistente al poder se exhibe como pieza clave para
dar expresión a esta resistencia.
Finalmente, es importante retomar el lugar del yo de Vicuña Mac-
kenna al interior de esta reflexión deambulante por la ciudad de San-

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tiago de 1858. El autor, exponiéndose a su público, utilizando su voz


protagonista y explicando sus devaneos mentales, expresa el deseo
del intelectual decimonónico chileno por ser reconocido como un
actor que critica, denuncia y protesta contra un poder que, a su jui-
cio, coarta la libertad del pueblo. Apoderándose de la narración y de
la representación del pueblo, es en este texto que apreciamos a un
Vicuña Mackenna expresándose como un campeón contra la tiranía,
a la vez que reclama reconocimiento por el público siendo “prime-
ra línea” en su enfrentamiento a la hegemonía de las campanas. Sin
perder su posición oligarca, B. VICUÑA MACKENNA escribe para
conquistar las conciencias que le acrediten como un agente activo
del cambio.
Es así como este artículo que “debía ser de política y no lo ha sido”
(Vicuña Mackenna 11), se presenta como un documento inédito desde
el que se expresará con fuerza la misión contestaria y central al intelec-
tual, “la facultad de representar, encarnar y articular un mensaje, una
visión, una actitud, una filosofía u opinión para y a favor de un público”
(Said 31-32).

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Artículo
LITERATURA Y LINGUÍSTICA N°41, 2020 | ISSN 0716-5811 | pp. 197-214
DOI: https://doi.org/
Recibido: 05 de septiembre 2019 · Aceptado: 23 de diciembre 2019

De lo personal a lo colectivo. “Homenaje al


lenguaje” de Eduardo Milán*1

From the Personal to the Collective: “Homenaje al Lenguaje”


by Eduardo Milán

Pablo López-Carballo**2

RESUMEN
Para tratar de comprender el alcance y la relevancia del trabajo Palabras clave:
poético de Eduardo Milán, en las páginas siguientes se propone Eduardo
una aproximación a su obra desde uno de sus textos más emble- Milán, poesía,
máticos, el último poema de Razón de amor y acto de fe (2001), representación,
titulado “Homenaje al lenguaje”. Este texto nos servirá para expli- poesía
car los procedimientos y problemáticas abordadas por el poeta latinoamericana.
uruguayo en sus más de cuarenta y cinco años de escritura. Las
dificultades asociadas a la representación serán el principal mo-
tivo desde el cual problematizar la compleja relación que man-
tiene el poema con el mundo, el papel social del escritor o los
vínculos u oposiciones en torno a los estamentos de poder y sus
consecuencias.

ABSTRACT
In order to understand the importance and relevance of Eduar- Keywords:
do Milán’s poetic work, this article proposes an approach to his Eduardo
entire oeuvre based on one of his most emblematic texts: “Ho- Milán, poetry,
menaje al lenguaje” (Homage to language), the last poem in his representation,
book Razón de Amor y Acto de Fe (2001). This poem will help us Latin American
poetry
explain both the procedures used and the issues addressed by
the Uruguayan poet throughout his forty-five year writing career.
The difficulties concerning representation will be the main motif
used in order to analyze the complex relationship between the

*1
Este artículo se enmarca dentro de las investigaciones posdoctorales de su autor.
Sigue una línea de investigación caracterizada por analizar las prácticas discursivas de
poetas hispanoamericanos de la segunda mitad del siglo XX.
**2
Español. Doctor en Literatura Española e Hispanoamericana. Profesor del área de
Literatura Hispanoamericana de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), Ma-
drid, España. pablol12@ucm.es

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De lo personal a lo colectivo. “Homenaje al lenguaje” de Eduardo Milán  |  Pablo López-Carballo**

poem, the world, the social role of the writer, and the relations-
hips surrounding levels of power and their consequences.

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La obra de Eduardo Milán se ha convertido, en los últimos años, en


uno de los referentes indiscutibles a la hora de hablar de poesía en es-
pañol. Su grado de difusión e influencia a ambos lados del Atlántico
explica que el estudio de la propuesta estética de este autor ocupe un
lugar destacado en las investigaciones acerca del hecho poético. En
este contexto, el presente artículo tiene como principal objetivo propo-
ner un acercamiento crítico a su obra, partiendo de uno de sus poemas
más celebrados: el largo texto titulado “Homenaje al lenguaje” que cie-
rra el volumen Razón de amor y acto fe (2001).
El trabajo creativo de escritura de Eduardo Milán está marcado por
la constante necesidad de mantenerse en la zona más conflictiva del
poema. El poeta se ha posicionado siempre en contra de discursos re-
duccionistas que no tienen en cuenta la naturaleza heterogénea del
texto. Para él, es un lugar caracterizado por la colisión de fuerzas con-
trapuestas, así como por la indeterminación de sentidos. Por ello, no es
de extrañar que sus poemas den cuenta de las diferentes tensiones que
generan la fricción del lenguaje con el mundo. No es, por tanto, una
poesía acomodada o asequible, ni pretende transmitir unas ideas defi-
nidas y claras. Al contrario, muestra la complejidad que implica traba-
jar desde “la conciencia del abismo entre lenguaje y realidad” (Milán,
Crítica de… 67).
Ya desde las primeras aproximaciones críticas a su obra (Vélez
2003; Casado 2009; Villanueva 2009; Méndez Rubio 2010, Ochoa 2010;
López-Carballo 2015), ha quedado patente el hecho de que la escritura
de Eduardo Milán trabaja desde esa constatación que separa el len-
guaje y la realidad. Por ello, la interrogante a la que debe hacerse frente
es cómo aborda el poeta tal abismo, para así lograr dar cuenta de las
problemáticas que ello genera en su poesía. Así, esta situación nos ha
obligado a adoptar una estrategia de análisis que fijase su atención en
las principales cuestiones surgidas al poner en relación estas esferas.
Tal posicionamiento de Milán condiciona el hecho de que este
acercamiento parta de una consideración acerca del lenguaje como
problema y no como mero comunicador o transmisor de ideas, pues
para él “no basta eludir el crimen trasladando el mundo a la escritura y
recordar, una vez más, que todo esto es un juego de palabras, una sim-
ple figuración sin figuras, un ejercicio de traducción” (Resistir… 19).
De esta manera el presente artículo debe igualmente tener presente

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en todo momento la problemática que supone la mediación entre el


lenguaje y la realidad o, en palabras del propio Milán, “mantenerse er-
guido en ese puente, en ese lugar de tránsito desde donde se señala la
distancia entre mundo y escritura” (Resistir… 19).
En este sentido, se vuelve indispensable atender a esa relación, no
tanto como ejercicio nominativo, sino como una tensión constante,
entre el lenguaje y la realidad. Así, tal como ocurre en el poema que
abordamos, debemos ser cautos con la inclusión de nombres familia-
res, motivos biográficos o elementos cercanos al poeta, porque una rá-
pida resolución nos llevaría a considerar su poesía despojada de toda
su dimensión. Es precisamente ahí, en esa intersección entre lo per-
sonal y el afuera, donde surge uno de los núcleos que analizaremos.
Así lo percibe Antonio Ochoa, quien observa cómo los poemas de Mi-
lán “buscan aproximar una realidad interior, humana e individual, a
la brutal efervescencia de los hechos sociales, políticos, económicos”
(“Milán por…” 235). El propio autor en un poema de Vacío. Nombre de
una carne, se aproxima a esta visión en la que no asumiría una autono-
mía artística, ni una nominación directa:
el poema sin antes permite la escritura de ese antes
el poema sin antes ni después permite imaginar su pre-existencia y
su vida posterior. Una escritura alrededor de esto arrojaría un saldo
cuyo único peligro sería la ficción, la ficción en el sentido de irreali-
dad. Pero el poema no es la realidad con rima. El poema es más que
eso: lo que un poema es, por tradición, es lo que sucede dentro del
poema. Ahora, por una nueva mirada, el poema es también lo que
sucede fuera del poema. (Milán, Vacío… 37)
Mediante este procedimiento, tenemos una forma particular de
relacionar poesía y mundo que intenta ejercer una cierta responsabi-
lidad en la que se transmiten las injusticias, el horror o, en definitiva,
lo inefable. Quizás, en una sociedad en la que tanto la imagen como la
palabra han contribuido a que todo esté presente de manera cada vez
más inmediata y, por extenso, la tarea del poeta sea en ocasiones la de
rescatar de ese caudal lo que hay de importante. Ahí es donde Milán
contrapone su experiencia personal para poder hacer visible lo invisi-
ble, dar forma a lo que no la tiene, o reclamar para la palabra su cons-
titución como elemento compuesto de una parte indescifrable y otra

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transmisible —o un lado accesible y otro inaccesible (Borra, Giordani y


Gómez, “Entre escuchas…” 2-3)—. De esta manera el poeta, al posicio-
narse así en el texto, intenta que su postura abarque lo que considera
como primordial de la época. Antonio Méndez Rubio veía “la deuda
que esta poesía mantiene con la experiencia del trauma (personal y co-
mún), con el rumor de la catástrofe social, económica y política” (246),
como una de las características centrales en la poesía del autor. En esa
maniobra, Milán sabe de los peligros que entraña y, por eso, encontra-
mos continuas reflexiones en torno a sus derivaciones. Un libro central
al respecto es Ostras de coraje (2003). En el siguiente texto puede apre-
ciarse cómo constata la dificultad del acto de encarnar en su propio
cuerpo, o el cuerpo del poema, el dolor de los demás:
Corazón que no se crispe
como cresta de gallo,
corazón que no se estremezca
en sus redecillas de pez
es órgano simple, no corazón.
Late, pero no es.
El espanto que nos pretende
y no logramos internalizar,
hacerlo íntimo. Como si fuera porque sí
como el sol o el color blanco: dados
por azar. No por historia, no por consecuencia
sino porque así son las cosas, como si las cosas
fueran, por simple traslado de uno a otro lado.
Ayer estábamos allí, hoy estamos aquí.
Regalos naturales, ofrecidos porque sí.
Los dolores son de otros, siempre. (Milán, Ostras… 28)

De esta manera se plantea uno de los principales obstáculos a la


hora de referir ese mundo que no encontraría fácilmente su estructu-
ración en los territorios del lenguaje. Así, la primera aproximación al
asunto evidencia la dificultad misma de encarnar ese mundo. La poe-
sía de Milán se aproxima con cautela frente a poéticas que no advier-
ten ningún impedimento ni dificultad en esta tarea y creen completar
la acción de manera satisfactoria sin las implicaciones que entraña.
Puesto que el dolor es tratado como tema y experiencia y no como
presentación sentimental, requiere de un pensamiento continuo en

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torno a las posibilidades de completarse en la acción. En este senti-


do, encontramos un texto en el que nos pone tras la pista de la posi-
bilidad/imposibilidad y del impulso humano por encarnar lo ajeno
como propio:
No entres en el grito del otro.
Dale una mano en su dolor,
alívialo, pasa
tu mano por su frente, ahí
tu mano es como un ala.
Estate con él con tu pañuelo,
consíguete un pañuelo para él,
saca tus lágrimas que esas son tus galas,
tus mejores.
Nadie entiende el dolor.
Pero no entres en el grito
del otro —o trata de no entrar. (Milán, Ostras… 67)
Como se puede inferir, Eduardo Milán nos transmite la individua-
lidad de la experiencia y su compleja translación en la creación por
sustituir al sujeto encarnándolo, o bien, por representarlo en el poema
como si el entendimiento de lo ajeno fuera lo suficientemente cerca-
no al hablante. La situación es compleja porque, por un lado, el poe-
ta quiere hacerlo visible pero, por otra parte, es innegable su carácter
inaprensible. En su empeño por lograr dar cuenta de lo que ocurre en
el tiempo histórico en el que vive, Milán encara estos problemas de
la creación continuamente: “Se puede decir desde el dolor: /sangre
en lugar de caballos, /en lugar de patas, tajo, /en lugar del encabalga-
miento, corte. / Lo que parece que no puede darse /es la totalidad de
la herida, como intacta” (Milán, Querencia… 286). El poeta uruguayo
procura no sortear los problemas que suscita el binomio presentación/
representación para hacer de sus textos objetos de conciencia certeros
y consecuentes con su material de trabajo. De entre las reflexiones en
torno a la actualidad, destaca la aproximación a la precariedad. Pode-
mos verlo claramente en la trilogía que componen los libros Índice al
sistema del arrase (2007), Obvio al desnudo (2009a) y Silencio que pue-
de despertar (2009b), donde encontramos otra forma diferente de las
anteriores de dar cuenta de la tensión entre el lenguaje y el mundo. El
punto de partida, o el mecanismo de conciencia, sería el mismo que en

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otras publicaciones, ya que intenta mantener una actitud de respeto.


Así lo podemos ver en el siguiente fragmento de poema que nos sirve
como ejemplo:
No es difícil hacer tuyo el deseo del otro:
este es el momento de la complacencia,
gustarse, ser gustado, quererse, ser querido,
sin el rojo arrebato de pudor,
crepúsculo, grupúsculo romántico,
vistazo al horizonte en bruto,
ahora con el arrebato de imponer, violáceo.
Difícil es hacer tu deseo suyo
sin jugar sucio. (Milán, Índice… 52)
Estos argumentos que se pueden inferir del poema marcarían los
límites del decir en función de la conciencia de consideración que se
mantiene siempre hacia el otro. Al mismo tiempo, también podríamos
interpretar ciertas resonancias metapoéticas que nos llevan a pensar
en una lectura en la que el poema destaca por ser el escenario donde
ocurren las cosas. Así, pese a que el afuera se estructura de acuerdo
con diversas manifestaciones que entrañan un lenguaje —como ya
veíamos previamente— en el poema se genera un nuevo entramado.
En este procedimiento el poeta se muestra satisfecho ante la libertad
formal conseguida y esto le lleva a afirmar, por ejemplo, en uno de sus
poemas: “ganado el derecho a escribir como quiero” (Milán, Índice…
15), o en otro posterior:
liberación del no tener que decir con precisión
lo que el tanteo arrastra entre los álamos
acacias también, entre los sauces. (Milán, Vacío… 14)
Se manifiesta así liberado del hecho de depender del lenguaje del
afuera para dar cuenta en el interior del poema de lo que ocurre. No
hay duda de que esta libertad formal produce cierto alivio en el creador
pero, una vez ganada esa partida, el siguiente paso vuelve a ubicarlo
frente al mismo problema de reproducir en el texto el horror, la deses-
peración, el dolor, etc. Una de las salidas que encuentra es la de pensar
el poema como resistencia frente a lo que ocurre fuera del mismo. En
el fondo, lo que implica esta libertad formal es una revalorización de la
experiencia individual.

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En esta dirección es en la que interpretamos el poema que lleva por


título “Homenaje al lenguaje” (Milán, Razón de… 73-80), en el que de-
sarrolla estas cuestiones y sirve para poner de relieve varios aspectos
de su poética. En este texto podemos observar procedimientos desa-
rrollados en publicaciones anteriores y, además, aspectos que anti-
cipan otros rastreables más tarde, en libros del periodo como Vacío.
Nombre de una carne (2010), Chajá para todos (2014), Tres días para
completar un gesto (2013), Donde no hay (2012) o en los más recientes
como Consuma resta II (2019b).
En “Homenaje al lenguaje” se produce una equiparación entre los
conceptos de amor y poesía de manera efectiva y se utiliza la conexión
para declarar abiertamente su posicionamiento en torno al lenguaje.
Se divide en tres partes que podríamos señalar se corresponden con
tres momentos poéticos en donde varían las concepciones acerca de la
poesía y el mundo. No se trata, en este caso, de la exclusión de las otras
dos concepciones en cada una de ellas. Aunque la división parezca su-
gerirlo, sería más preciso decir que en cada una prevalece una forma
frente a las otras, sin descartarse respectivamente.
En la primera parte, el poeta nos remite continuamente al pasado,
desde el inicio ubica la acción en un tiempo remoto: “Ya pasó el tiem-
po en que…” (73). Las elecciones verbales manifiestan claramente una
desconexión con el presente enunciativo, bajo la forma del imperfecto,
“entraba en tu ámbito” (73), “me quedaba mirándote” (73), “desapare-
cían las tensiones” (73), “no había árboles” (73), “sabía” (73), “yo era”
(73), “logré ser” (73), etc., en las tres primeras estrofas y en las dos úl-
timas de las seis que componen la primera parte. El tiempo parece de-
tenerse, la imagen del sujeto acercándose a su amada ocupa el mayor
espacio y el resto de cosas quedan al margen o pasan a formar parte
del poema solo por la comparación con la acción principal del sujeto
a través de: “como quien” (73), “como si” (73) o “era como una especie
de” (73). Lo que se trasparenta en este poema, mediante los recursos
empleados, es la inocencia del poeta frente al lenguaje, un estado que
podríamos nominar como preescritural, “me quedaba mirándote sin /
escribir” (73). En este estado, donde la ingenuidad, sin dejar de tener
profundidad, se desenvuelve en términos amorosos como un querer
incondicional, nociones como el momento histórico o la temporalidad
no tienen incidencia o, mejor dicho, el sujeto no percibe la influencia

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de estas circunstancias: “era como la misma hora siempre” (73), “más


allá del contexto” (73). No hay intereses ajenos a ello, “desaparecían las
tensiones” (73), “yo no entraba en ti buscando poesía / ni extraños fru-
tos,/ ni paraíso” (74), todo parece ser arbitrario, un impulso más que
una decisión frente a las palabras, un dejarse llevar con una confianza
sin fisuras. En uno de sus ensayos, Milán ofrece una definición tran-
sitoria de la escritura, en la que aparece un elemento decisivo en los
versos que comentaremos a continuación:
Escribir sobre el amor, escribir sobre el mundo, sobre la ausencia
de imágenes o sobre un posible manantial de palabras que se su-
ceden llamándose unas a otras son algunas variantes de lo mismo:
nada, obligada manera de referirse a ese animal vivo que late amis-
tosamente debajo de las palabras. (Milán, Resistir… 23)
Precisamente, esta manera de utilizar a “ese animal vivo” (23) que
estaría en las palabras, podemos relacionarla con el poema que es-
tamos analizando. Así, cuando encontramos en la tercera estrofa “yo
era los animales” (73), parece remitirnos al mismo juego de desplaza-
miento. En este caso, el sujeto poemático se identificaría con esa parte
de la palabra creyéndose dominador de la situación y viendo en ella un
reflejo de sí mismo. Sería destacable la evolución del sujeto que escribe
desde una posición de filiación a otra en la que percibe que no exis-
te tal control, ni sobre el material que pasa a formar parte del poema,
ni sobre su relación con el afuera del mismo. Todas estas cuestiones,
recordemos, sucedían en el poema mediante la utilización de tiem-
pos pasados. En la cuarta estrofa encontramos una ruptura cuando
aparece la forma verbal del presente, como si fuera un aparte. De esta
manera introduce una reflexión en lo que está contando y mediante
el recurso lingüístico pone sobre aviso al lector. El tono, entre la pe-
sadumbre y la culpa, marca claramente la disconformidad del poeta
con el resto de las estrofas y establece un contrapunto con ellas. Co-
mienza con “Estoy quitando dar, /estoy quitando dar al entrar en ti /
no estoy dando”, constatando que en su actitud del pasado no estaba
manifiesta la generosidad —el dar sin recibir—, que posteriormente
se convertiría en un valor importante del poema. En la quinta estrofa
justifica, en cierta forma, esta manera de ver el mundo y la creación:
“Dividí el mundo en dos, lo partí. /Están los que dan /y están los que no
dan. Es muy simple” (74). El sujeto del poema siente arrepentimiento

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y finaliza la cuarta estrofa con “necesito pedir perdón. /por eso entro”
(74). Esta primera parte finaliza con una nueva remisión a este hecho,
“Pero entonces /—yo no pedía nada, yo no sabía nada— ¿por qué /
me culpo” (74), increpándose a sí mismo, como queriendo justificar
el arrepentimiento previo, ya que carecía de intencionalidad y la inge-
nuidad y el desconocimiento serían, digamos, exculpatorios. Esta for-
ma de revisión, de mirar al pasado para ver las cosas de otra forma es
una constante en la obra de Milán. Un claro ejemplo puede ser el libro
Acción que en un momento creí gracia (2005), donde se revisan modos
poéticos, acontecimientos históricos y personales, tratando de obtener
nuevas perspectivas y posibilidades en torno a ellos. En este sentido,
tendríamos versos como “en el tiempo en que leía por epifanía / —epi-
fanía es una palabra posterior” (23) o “mención de una flor que en un
instante creía bella” (24). Asimismo, en esta primera parte del poema
“Homenaje al lenguaje” hay clara vocación de revisar las prácticas del
pasado en torno a la creación. Más que hablar de una condena de los
procedimientos empleados anteriormente, se trata de una puesta al
día, un cuestionamiento personal que no persigue cancelar el pasado,
sino —quizás, en el mejor de los casos— reformularlo o entenderlo de
manera diferente a como ya había sido fijado. Este impulso por regre-
sar a esos lugares, hechos, acontecimientos, procedimientos, etc., sin
la intención de suplantarlo por algo nuevo también la percibe Antonio
Ochoa en un acercamiento a la poesía del autor uruguayo:
Milán no trata de borrar, de corregir, sino de tachar, pasar la línea
que cruza pero deja visible lo tachado. No borrar sino pasar el lápiz
sobre el papel una vez más, hacer otra huella sobre el papel y sobre
el lenguaje. Volver a decir, de algún modo distinto, lo mismo que
no era lo mismo pues no se dijo en primera instancia, ya que no se
tocó. (Ochoa s/p)
Con la misma intención, otorgándole esa naturaleza a la acción, en
la que la actividad del tachado, la corrección, o la acotación no supon-
dría una anulación de lo existente, la encontramos en otras publica-
ciones. Por ejemplo, en el apartado “Aquí como en este lado (sobre la
tachadura)” (279-308) de su libro Querencia. Gracias y otros poemas,
aborda de manera directa este procedimiento desde diversos ángulos.
Lo que parece más claro es el interés del poeta por no sustituir nada:
“vamos dejándolo todo /atrás por si le interesa a otro” (Querencia…

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296) o en Ganas de decir: “Un poema se corrige con otro” (88). De esta
manera, la configuración de un poema no cancela —si acaso comple-
menta, se contrapone, o se incorpora— la existencia de otros, del mis-
mo modo que la tachadura permite que tanto lo previo como lo pos-
terior formen parte del significado, en donde también estaría la propia
acción.
La segunda parte del poema “Homenaje al lenguaje” responde a
un segundo momento de estadio poético distinto del primero. En este
caso, la reflexión en torno a la ausencia y la palabra ocupan el mayor
espacio del poema en cuanto a extensión. Respecto de la primera par-
te, donde el sujeto poemático hablaba acerca de una acción de entrada
al lenguaje —al mundo, al amor—, en esta segunda puede apreciarse
cómo la relación es desde el interior del propio sujeto enunciativo. La
cuarta de las cinco estrofas nos muestra esta necesidad de que la pala-
bra sea, por emplear un término del que nos hemos valido previamen-
te, verdadera:
Olvidé durante mucho tiempo
que la palabra es de adentro,
enamorado tal vez de tanto verla fuera,
de tanto mundo que insiste en que la palabra es de afuera,
como si la palabra solo comunicara
cuando la palabra no solo es lazo.
Una palabra condenada a celebrar
o a condenar el mundo,
una palabra del mundo
no puede durar mucho tiempo. (Milán, Razón… 76)
Estos versos nos recuerdan un problema recurrente en la obra de
Milán: la comunicación estética (Hilachas… 49-54) frente a los modos
de comunicación social que en ocasiones han prevalecido en el ámbito
de la lengua española (López-Carballo, “Confluencias…” 1117-1128).
Para Milán las palabras no pueden entenderse como meros elementos
transmisores, porque el contenido no está prefijado. Esto conllevaría
cercenar las posibilidades que albergan las relaciones y no serviría
para dar cuenta de la tensión que generan. En el espacio en el que se
desarrolla el poema, donde se da una experiencia de lenguaje, se pro-
duce una unión en la palabra que es indispensable para que surja el
acontecimiento del poema. Al respecto, Milán entiende que “la con-

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ciencia de vacío manifiesta en la escritura no es el autorreconocimien-


to de la imposibilidad de escribir (escribir es siempre imposible y ese
es el punto de partida), sino la búsqueda de un lugar en el territorio
minado” (Resistir… 24). La voz llega al poema para convertirse en me-
moria de la experiencia en el lenguaje. Siendo así, definiéndose la poe-
sía desde la negatividad, el texto poético no sería un lugar de simples
representaciones. En la tercera estrofa del poema tematiza este espacio
de creación: “Escribir /es reconocer el adentro, es /verlo. /Pero es un
adentro que sale, se asoma /a la ventana, revela la ausencia” (76). Milán
establece así una aproximación a un concepto recurrente en su poesía
—nada fácil de delimitar con precisión—, erigiéndolo como uno de los
motores de la escritura: la ausencia. Dicho de otro modo, considera la
ausencia como parte inseparable de la presencia en el poema:
En el lenguaje conviven presencia y ausencia. El poeta responde a
la totalidad del lenguaje, no a una parte. Otra cosa es la elección:
calificar a la parte sin prescindir de la idea significativa de un todo
operante. Dar solo una parte —la parte como “única”— es conce-
der, no necesariamente al lector, conceder a lo que no es poesía,
“mentir” poesía. (Milán, Ensayos… 141)
Así, esa ausencia podría interpretarse cercana a la presencia —de
hecho tiene conferida la suya propia— y contrapuesta a lo anecdótico
o lo biográfico. Este concepto no podríamos definirlo de manera de-
terminante y precisa, pero su orientación nos muestra varias posibi-
lidades de descripción, más allá del empleo por parte del poeta para
referirse, en sentido recto, a lo que no está, como pueden ser por ejem-
plo algunos seres queridos. Por una parte, podemos precisar que es
un componente de los dos binomios descritos. Por otro lado, podemos
acotar que la ausencia es una experiencia personal o colectiva, que se
aproxima a formar parte de la experiencia en el lenguaje, que nada tie-
ne que ver con un posible hecho o pensamiento anterior, pero con el
que guarda una estrecha motivación. Como menciona el poeta en Os-
tras de coraje: “cosa que no está —pero sangra /existe, / llama, brilla en
su ausencia” (78). Caracterizada más por su carencia dentro del poema
que por su presencia —indiscutible, por otra parte—, podría ser el sen-
tido, el objeto que está y a la vez no está o la parte no comunicable del
poema, si entendemos que en el poema no todo es comunicable y hay
cuestiones que traslucen, permean o se manifiestan sin resolución ló-

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gica posible. También cabe entender que el mundo en el poema está y


no está, es ausencia y presencia, como hemos analizado previamente.
En general, podemos decir que esta ausencia es, además, un estado de
pérdida permanente. En el poema que tratamos, la ausencia se presen-
ta como el terreno en el que el sujeto poético se posiciona en el poema.
Introduce una equiparación de ausencia y sujeto en la que se pregunta
dónde estarían sus seres queridos, al estar “identificado con lo que no
está” (75) e, incluso, se cuestiona su lugar ante el hecho de su propia
desaparición: “de alguna manera no estoy” (75). Al cerrar la segunda
estrofa se pregunta “¿es la escritura la asunción de la ausencia?”. Parece
ser una interpelación retórica en la que el poeta ya sabe que la res-
puesta es sí. Traza así, correlativamente, el camino que posiblemente
ha llevado al sujeto a la resolución. En Visiones de cuatro poemas y el
poema que no está encontramos una reflexión al respecto:
Esto no hay. Pero están todas las condiciones dadas para que haya.
Sería inscribir el poema en el territorio de una ausencia. ¿O sería
inscribir, hacerle un lugar, un hueco, a la ausencia en el territorio
del poema? Se cree que el poema es lo que está escrito. El poema
es lo que hay. La letra. Pero la letra no está compuesta solo de lo
que hay, ni el poema. Lo que no hay es fundamento del hay, “las
condiciones dadas para que haya”, al menos, dadas en un sentido
latente […] Lo que se intenta es imaginar lo que no hay proyectado
desde lo que hay, recomponer el orden: restituir la ausencia. No a
través del delirio o lo irreal: a partir de la huella que la ausencia deja
inscrita (11).
Así, volviendo al poema que nos ocupa, en la quinta y última estro-
fa, encontramos: “la palabra no es toda palabra ella, /es parte silencio
y parte habla”. De este modo, parece claro que en el lenguaje hay una
ausencia de la que no se puede prescindir. Esto, por una parte, implica
que la noción de poeta se ve alterada y, por otra, que el poema se ve
condicionado. El poeta ya no puede ser, en este entorno, un iluminado
que acerca la palabra al mundo, ni está rodeado del aura que le confe-
ría un estado, entendido como metafísico, por encima del resto. Tam-
poco la palabra puede ser un simple elemento comunicativo, porque
arrastra la ausencia como algo inefable. Por ello, en el caso de mostrar-
se totalmente comunicativo en su encuentro con el lector estaría fal-
seando su propia naturaleza. Al cerrar esta segunda parte, los versos fi-

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nales nos vuelven a remitir a la unión de amor y escritura, mediante las


palabras de la persona amada que le dice al sujeto del poema “olvida
todo y ponte a escribir”. Parece así cerrar una problemática que había
sido expuesta en esta parte: su propia relación con los textos, su vin-
culación emocional y la capacidad del lenguaje. El recorrido que hace
el poeta no arroja una conclusión definitiva, no obtiene una moraleja
ni un modelo de conducta que le haga definir lo poético. De ahí que
la única manera posible de continuar sea seguir escribiendo, acumu-
lando problemáticas que condicionan el texto. Estas cuestiones hacen
tambalear al poema, pero no necesariamente obstruyen la escritura.
En ocasiones, este trayecto puede conducir al enmudecimiento pero el
poeta, en este caso, asume las condiciones que gobiernan la creación
entendida de esta manera.
En la tercera parte se reproduce, con variaciones de forma, el
enunciado “sin olvidar que parte de la palabra es silencio” (78) en seis
de las ocho estrofas que componen el texto. Indudablemente el poeta
quiere dejar claro que es algo innegociable y que el lector debe tener-
lo presente en todo momento. Esto no quiere decir que ni uno ni otro
deban detenerse ahí, solo que no deben perderse de vista. A partir de
ese enunciado se van desarrollando otras posibilidades para el poe-
ma, “se puede bucear más, /siempre se puede bucear más” (78). En
esta contraposición del elemento repetido y el resto de enunciados
hay una reivindicación del poema en todas sus esferas. La repetición
no marca una negativa, sino que establece que partiendo desde ahí,
por restrictivo que parezca, cabe todo lo demás. Así, no se desdeña en
el texto la parodia: “se puede parodiar al sol /cómo no se va a poder
decir que bien vale una parodia /el sol, una parodia que quema” (78);
la relectura del pasado sin la mitificación del tiempo: “para que la
memoria nazca /y muera el recuerdo” (78); el intento de compren-
sión de lo terrible: “ir a buscar el origen del dolor” (78); o la asunción
de la imposibilidad de comprensión absoluta: “es posible no enten-
der una garza” (79). En la sexta estrofa establece que “todo se puede
en este mundo /a juzgar por los hechos / que no dejan mentir” (79).
Nos remite el poeta, a una manera de proceder en la que todo podría
entrar en el poema pero no de cualquier manera. Parece aludir, con
su contraposición de “hechos” y “exceso”, a una situación en la que lo
personal importa a la hora de entrar en el poema. En uno de sus ensa-
yos en los que habla de poéticas lingüísticas se refiere a un hecho que

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ponemos ahora en relación con su poesía: “toda poesía, aún la más


teórica, abstracta o vaga en su consideración lingüístico-referencial
acusa recibo de la vivencia del poeta que la escribe” (Milán, “En tor-
no a…” 9), dando así a entender que el mundo —el propio y, desde
luego, el de los demás— estaría siempre en el poema. Entendiéndolo
así, nos aproximamos a comprender en el poema el procedimiento
por el cual habría una necesidad de no falsear la propia experien-
cia para que se produzca una experiencia en el lenguaje. No habría
una necesidad de dar cuenta de una comprobación o testimonio en
el texto, pero sí una cierta ética del decir, en la que no cabría la impos-
tura. Pese a ello, no debemos pasar por alto que, como bien matizaba
Milán “el mundo está siempre en el poema, manifiesto de mil mane-
ras. El poeta controla su actualización en el texto hasta donde puede,
no hasta donde quiere” (Milán, “En torno a…” 10) y son esas maneras,
prácticas conscientes de la imposibilidad y el juego de proximidad,
las que lo llevan a buscar nuevas formas de aproximación.
Por eso, en la séptima estrofa del poema leemos: “es posible ser
sincero /pese al corazón expuesto /a la mordida del perro que pasa.
/Siempre hay un perro que pasa /alrededor del sincero, /muy cerca,
peligrosamente, del corazón expuesto” (79). Se muestran revelado-
res los versos al respecto, con una imagen en la que se cifra un posi-
cionamiento sobre lo personal, alejado del tratamiento anecdótico o
verificador, pero con peligros derivados. En el mismo sentido, el fun-
cionamiento de todo ello en la escritura respondería a un modelo
experiencial-escritural que ya hemos comentado más arriba. De esta
manera, el poeta consigue poner en relación la escritura con el mundo
desde una postura personal sin renunciar a la complejidad de ambos.
En el cierre del poema, en la última estrofa, haciendo una sucinta reco-
pilación de motivos, concluye:
Escrito esto,
pidiendo que no haya represalia
del destino cierto.
Con el dolor dicho,
con el pasado ausente,
con cierta paz, con esta noche
y para ella.
Ella es Gabriela (79-80).

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Así, se vuelve sobre la idea con la que comenzábamos el análisis de


este poema, donde amor y poesía aparecerían equiparados. Este “Ho-
menaje al lenguaje” es pues una declaración de intenciones en torno a
las posibilidades del mismo. Por una parte, destacan las evidencias de
conexión entre poesía y mundo y, por otra, el lugar del poeta, el diá-
logo con la historia —“no debería el poema meterse con la historia /
pero la historia de metió con el poema” (Milán, Ostras… 68)—, las mo-
tivaciones del texto, los diversos modos de aproximación al quehacer
poético y las implicaciones de las palabras que, indirectamente, dan
cuenta de nuestros propósitos. De esta manera, hemos establecido un
recorrido en el que se han puesto de relieve y valorado los problemas y
situaciones que gobiernan la difícil relación de la poesía con el mundo,
el papel social que puede tener un escritor y las vinculaciones u opo-
siciones que pueden darse ante el poder. Así, en el caso de Eduardo
Milán, encontramos una posición ética que pasa por hacer del terreno
lingüístico su campo de actuación crítica y del poema, el lugar donde
ocurren las cosas. Los vínculos que se establecen, de este modo, entre
la poesía y el mundo, o el lenguaje y la realidad, encuentran multitud
de formas en las que cimentar dicha relación, para no enmudecer o ser
capaz de transmitir lo inefable.

Referencias bibliográficas
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dida. Conversación con Eduardo Milán”. Manuales de in-
strucciones, vol. 2, no. 11. Recuperado de https://instruccio-
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Artículo
LITERATURA Y LINGUÍSTICA N°41, 2020 | ISSN 0716-5811 | pp. 215-236
DOI: https://doi.org/
Recibido: 12 de noviembre 2019 · Aceptado: 20 de marzo 2020

La enunciación plural y las formas


disensuales en Tala de Gabriela Mistral*1

The plural enunciation and the disensual forms


in Tala by Gabriela Mistral

Magda Sepúlveda Eriz**2

RESUMEN
Gabriela Mistral elaboró en Tala un americanismo que no con- Palabras clave:
siste en hablar por otros, sino en elaborar una enunciación plu- Gabriela Mistral,
ral, un “nosotros” andino. En la identificación de la voz poética andino, poesía
con el mundo andino, más que una representación de las cul- chilena, Rancière.
turas de los Andes, la escritora opta por trazar otro modelo de
percepción para la zona. Mistral consigue desplazar las líneas
de representación habitual acerca de la comunidad andina. En-
tre las formas disensuales concebidas por Mistral están la crea-
ción de otros referentes territoriales para América y la constitu-
ción de un colectivo político de enunciación y valoración de los
conocimientos incaicos. Todos estos aspectos se hacen visibles
en el poema “Cordillera”, el que se vuelve el modelo ejemplar
de Tala.

ABSTRACT
Gabriela Mistral developed an Americanism in Tala that con- Keywords:
sists not of speaking for others, but instead constructing a plural Gabriela Mistral,
enunciation, an Andean we. By identifying the poetic voice in Andean culture,
the Andean world, rather than a representation of the cultures of Chilean poetry,
the Andes, the writer chooses to trace another model of percep- Rancière.
tion for the area. Mistral manages to displace the usual lines of
representation of the Andean community. The dissensual forms
conceived by Mistral are the creation of other territorial referen-
ces for Latin America, the constitution of a political collective of

*1
Este artículo se inscribe dentro del proyecto Fondecyt Nº 116019, “Llaneros solita-
rios, fisiatras y sampleadores. Artes poéticas, manifiestos y proclamas de la poesía chile-
na”.
**2
Chilena. Doctora en Literatura por la Universidad de Chile. Académica titular del
Departamento de Literatura de la Universidad Católica de Chile.

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La enunciación plural y las formas disensuales en Tala de Gabriela Mistral  |  Sepúlveda

enunciation and the appreciation of Incan knowledge. All of the-


se aspects can be seen in the poem “Cordillera,” which can be
considered the exemplary model of Tala.

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Introducción
La gran mayoría del territorio chileno está flanqueado por la cordille-
ra de los Andes, volviéndose una referencia constante para los conna-
cionales. Pese a ello, el país no se reconoce a sí mismo como andino,
en parte porque el imaginario nacional que se originó en el siglo XIX
potenció las culturas que están entre el mar y la cordillera1. Esa visión
ligó la creación de la identidad nacional oficial al valle central, con su
correspondiente figura, el huaso2, relegándose así la conciencia de las
altas montañas de los Andes y de los personajes cordilleranos que ha-
bitan en ella. Sin embargo, la poesía de Gabriela Mistral ejerció una
fuerza contraria3.

1. Contexto del libro Tala y presentación del concepto


“formas disensuales”
El libro Tala (1938)4 se “inscribe dentro de los textos poéticos mistra-
lianos que elaboran con mayor propiedad la cultura andina” (Sepúlve-
da 100). Para los efectos de acercarse a este mundo, consideraremos
el marco de los estudios transandinos, los que permiten emanciparse
de “lo andino” como espacio asociado coloquial y exclusivamente a la
puna, es decir, a las mesetas ubicadas sobre los 3.700 metros de altura y
concebidas, en general, viviendo en un tiempo pasado estático y mar-
ginal a la modernidad. Por el contrario, la noción de culturas transan-

1
Esta construcción deja relegada no solo a la cordillera, sino también al mar como
lo hace ver el historiador Cristián Gazmuri: “El hecho es que Chile —que es pura costa—
culturalmente ha mirado hacia la tierra y no hacia el mar; su arquetipo humano es el
huaso” (29).
2
“El huaso fue el símbolo del mundo rural, defendido por los criollistas como el
personaje que mejor representaba la idiosincrasia y el particularismo nacional. […]. La
vinculación del huaso con los caballos, el rodeo y con las destrezas del campo, su vesti-
menta de origen andaluz, cordobesa e incaica, e incluso, en ocasiones su lenguaje, son
atributos tanto del patrón como del peón. El huaso, tanto en la realidad como en la fic-
ción es —a diferencia del roto— un personaje transclase, un canal no de confrontación,
sino de hibridaje social, de intercambio de visiones de mundo y valores” (Subercaseaux
336- 338).
3
Otros poetas chilenos que han tomado lo andino en distintos momentos de su pro-
ducción son Cecilia Vicuña, Soledad Fariña y Raúl Zurita
4
En 1938, Mistral viaja a Argentina, aceptando la invitación de Victoria Ocampo, a
quien había conocido en Madrid. Mistral tenía un manuscrito de Tala, que Ocampo pu-
blicó bajo su sello, Sur, el más prestigioso en Latinoamérica en esa época. Tala es en parte
una respuesta a la Guerra Civil Española (1936-1938), lo cual se aprecia en su mención a
los niños del Orfanato Basque, donde se atendía a los huérfanos, y también en su invita-
ción a los europeos a venirse a América Latina.

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La enunciación plural y las formas disensuales en Tala de Gabriela Mistral  |  Sepúlveda

dinas permite referir a zonas de altura, pero también a regiones que es-
tán a los pies y a media altura de la cordillera, lo que implica prácticas
más variadas de las que se ejercitan solo en la puna. Además, hablar de
culturas transandinas5 permite salir de la idea de pueblo originario, es
decir, pegado al origen, y plantearlos como pueblos con pasado, con
diversos periodos históricos, pero a la vez actuales.
El momento transandino de la fragmentación de la zona andina
en territorios nacionales corresponde al periodo en que Gabriela
Mistral desarrolla su escritura. En Tala, la poeta emprende una mira-
da más allá de lo nacional: ella imagina una región andina a partir de
su andar por el continente, por eso su subjetividad se inscribe como
transandina. La vecindad cultural en que se escribe Tala correspon-
de a un momento de reflexión en torno a América Latina. El crítico
Mauricio Ostria explica que el poemario “coincide con una serie de
trabajos ensayísticos que procuran descifrar los signos de nuestra
cultura, como es el caso de las obras de José Vasconcelos, Samuel Ra-
mos, Antonio Caso, Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña, Mariano
Picón Salas, José Carlos Mariátegui, Antenor Orrego, Ricardo Rojas,
Manuel Ugarte, Aníbal Ponce y Ezequiel Martínez Estrada” (82). En
ese contexto, Mistral elabora su idea de una comunidad latinoameri-
cana formada por los campesinos, razón por la que el estudioso Jai-
me Concha caracteriza la propuesta como “humanismo rural” (33-
34). Considerando estos aspectos, nosotros deseamos precisar que
el humanismo americano de Mistral no consiste en hablar por otros,
sino que en reconocerse en un “nosotros” andino desde el cual sitúa
su lugar de enunciación.
La vanguardia de Mistral no fue el experimentalismo de los años 30,
sino traer al presente y hacer visibles las formas retóricas del mundo
incaico. En otras palabras, la avant-garde de Mistral fue usar y construir

5
La idea de “culturas transandinas” fue propuesta por varios investigadores para re-
ferirse a comunidades que se destacaban por su movilidad espacial en las zonas de los
Andes. Ellos distinguen un primer periodo histórico donde las diversas comunidades
indígenas del altiplano andino y regiones colindantes forman un complejo cultural co-
mún. El segundo periodo corresponde a la instalación del Virreinato del Perú. El tercer
momento se caracteriza por la fragmentación de la zona andina en estados nacionales,
en las que destacan discursos nacionalistas, indigenistas y americanistas; y el cuarto,
más contemporáneo, está definido por las migraciones diaspóricas intra, inter y transna-
cionales (Bernaschina y Bosshard, “Introducción…” 927).

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con los signos andinos su lugar de enunciación. Ella evitó describir a


otros como indígenas, como diferentes a la voz enunciadora —gesto
propio del indigenismo6—, cuya forma de lenguaje contribuye a crear
un grupo diferente al de la autoría del texto. Por el contrario, Mistral
experimentó con el lenguaje antiguo, donde los himnos al sol, las roga-
tivas y las rondas, entre otros géneros discursivos, vuelven al presente
de la enunciación. A través de todas estas “formas disensuales” frente
al repertorio de la vanguardia chilena, Mistral solicitó los derechos de
tierras para los indígenas.
La noción de formas disensuales fue propuesta por el filósofo de la
estética Jacques Rancière en su libro El espectador emancipado (2008).
Su idea es comprender el arte como una “experiencia de disenso” (62),
vale decir, el arte como una ruptura con el régimen de percepción:
las estrategias de los artistas que se proponen cambiar las referen-
cias de aquello que es visible y enunciable, de hacer ver aquello que
no era visto, de hacer ver de otra manera aquello que era visto de-
masiado fácilmente, de poner en relación aquello que no lo estaba,
[es el trabajo] que cambia los modos de presentación sensible y las
formas de enunciación [estableciendo] la constitución de colecti-
vos políticos de enunciación. (Rancière 66-67)
Las formas disensuales cambian las coordenadas de lo representa-
ble, constituyen otros colectivos de enunciación, modifican la forma
en que los sujetos nos relacionamos, definen otras capacidades y to-
lerancias, y pueblan el mundo de otros sucesos, personajes y figuras.

2. Las formas disensuales en el poema “Cordillera”


La hipótesis de este artículo es que Mistral produce formas disensuales
respecto de la manera en que la cultura nacional ha mirado lo andino.
Entre estas formas destaca la creación de otros referentes territoria-

6
La crítica literaria hace diferencias entre la literatura indigenista y la literatura in-
dígena. Uno de los mayores estudiosos de este asunto es Antonio Cornejo Polar. Para
él, “la literatura indigenista no abre un nuevo sistema comunicativo en cada uno de los
países andinos y se limita a discurrir por el cauce que es propio de la literatura culta, si se
quiere oficial” (“El indigenismo…” 19). Este “proceso de producción obedece a normas
occidentalizadas o europoides, [tanto] por la posición social y cultural de sus producto-
res [cuanto] por el contexto en que actúan y las convenciones culturales y literarias que
emplean” (18).

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La enunciación plural y las formas disensuales en Tala de Gabriela Mistral  |  Sepúlveda

les para América; el diseño de un nosotros de conciencia andina, con


saberes y modelos discursivos pertenecientes a esa región cultural; la
invitación al levantamiento a través del modelo del himno y de la roga-
tiva; y la valoración de los conocimientos incaicos, estableciendo allí
un centro de legitimidad simbólico distinto del imperio de los signos
del español. Todos estos aspectos se hacen visibles en el poema “Cor-
dillera”, el que se vuelve por esto el modelo ejemplar de Tala.
Frente a la separación en naciones, Mistral opta en Tala por cons-
truir otro espacio territorial, una región latinoamericana andina uni-
ficada. Para crear la integración, considera que el espacio cultural
privilegiado es la cordillera de los Andes. En el poema “Cordillera”, la
poeta extiende la zona andina desde el estrecho de Magallanes hasta
Venezuela. Y no solo eso, Mistral hace partir la cordillera en el estrecho,
dando vuelta el mapa. Examinemos la dirección del recorrido:
desde mi estrecho a Santa Marta,
subiendo de las aguas últimas
al unicornio del Aconcagua.
Pasas el valle de mis leches,
amoratado en la higuerada;
cruzas el cíngulo de fuego
y los ríos Dioscuros lanzas
pruebas Sargassos (sic) de salmuera
y desciendes alucinada … (99)
La cordillera poetizada sube desde el estrecho de Magallanes, pasa
por el monte Aconcagua7, y sigue por el valle de sus leches, es decir
el del Elqui. Marcando su lugar de nacimiento por las higueras que la
tierra produce allí, Mistral hace continuar la cordillera por el cinturón8
de fuego del Pacífico que involucra a Perú. Luego la prolonga por la
parte alta de Colombia, donde nacen los ríos Dioscuros, que corres-

7
El monte Aconcagua se encuentra ubicado a 32º latitud sur y 69º longitud oeste.
Tiene un grado de diferencia en ambas coordenadas de distancia respecto de Santiago
de Chile, ubicado a 33.45º de latitud y 70º de longitud.
8
Cíngulo es “el cordón o cinta de seda o lino, con una borla a cada extremo, que
sirve para ceñirse el sacerdote” (RAE, 1992). Mistral llama así al cinturón de fuego del
Pacífico, que parte en Chile, sigue hasta la costa de California y finaliza en Japón. El
nombre se debe a los volcanes submarinos y a las placas tectónicas inestables de ese
lecho marino.

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ponden al Cauca y al Magdalena9. Mistral dice que la cordillera “lanza


estos ríos”, lo que es efectivo geográficamente, en tanto nacen desde
ella. Además, la denominación “ríos Dioscuros” connota una agencia
política para los Andes, pues la vuelve apta para la lucha, ya que los
gemelos Castor y Pólux10, los Dioscuros, son guerreros. A partir de la
frontera entre Colombia y Venezuela, Mistral hace descender a la ca-
dena montañosa, sumergiéndola, y prolongándola imaginariamente
hasta el mar de los sargazos11, ubicado en la costa atlántica de México,
Cuba y Florida. La forma de describir los hitos de la cordillera es disen-
sual del régimen de los hitos de fronteras nacionales, pues la poeta se
centra en la flora terrestre y acuática de la zona. Si en el valle de Elqui
era la uva, la costa atlántica del lugar va a ser mencionada a través del
alga sargazo que se produce en ese mar. Finalmente la hace descen-
der en Venezuela, sin mencionar el país, solo escribiendo unos puntos
suspensivos que connotan el hundimiento paulatino. Este recorrido,
que parte en el estrecho de Magallanes, toma la dirección desde el sur
hacia el norte. La alteración de la mirada hegemónica proporciona otra
manera de entender el territorio latinoamericano.
Mistral se sitúa en una posición enunciadora geopolítica que está
lejos de la casa del imperio español en cuanto a cómo este concibió el
territorio. La región latinoamericana andina es comparada en el poe-
ma con las siete colinas de Roma:

9
Llamados ríos Dioscuros, porque son dos puntas que se transforman en una hebra.
El río Magdalena se inicia en los Andes colombianos y drena hacia el mar Caribe. Tiene
1.290 km navegables. El Cauca, que también nace en los Andes, recorre buena parte de la
geografía colombiana, antes de unirse al Magdalena (Vergara y Velasco 35). Ellos corren
paralelos gran parte de su descenso antes de unirse, por ello se les denomina como los
gemelos griegos, los Dioscuros.
10
Cástor y Pólux nacieron de los huevos de Leda como consecuencia de la unión con
Zeus transformado en cisne. Eran llamados Dioscuros, es decir, hijos de Júpiter. Entre sus
hazañas destaca la liberación de su hermana Helena del secuestro acometido por el ate-
niense Perseo. “Cástor y Pólux son dos héroes jóvenes, dos combatientes. El primero es
especialmente guerrero; el segundo practica el boxeo” (Commelin 142). Además, libra-
ron al archipiélago griego de los saqueadores. Otra gran hazaña fue ayudar a la conquista
del vellocino de oro. Por su fuerza guerrera eran representados en medallas antiguas con
figuras de robustos adolescentes, [unas veces] de pie, pica en mano, y otras en soberbios
caballos blancos (288-289).
11
El mar de los sargazos se ubica en la costa atlántica abarcando las zonas de Vene-
zuela (Isla Margarita), México, Florida y Cuba. Su nombre se debe a un alga café muy
tupida. Fue considerado un mar peligroso para los buques de vela en el siglo XII y XIII
(Oxford University Press 152).

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La enunciación plural y las formas disensuales en Tala de Gabriela Mistral  |  Sepúlveda

Caminas, madre, sin rodillas,


dura de ímpetu y confianza
con tus siete pueblos caminas
en tus faldas acigueñadas,
caminas de noche y de día (99)
Mistral dice “con tus siete pueblos caminas”, aludiendo a los siete pue-
blos andinos: Chile, Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Vene-
zuela, de modo que el verso sitúa el mundo andino en equivalencia con
el mundo romano. Es una actitud decolonizadora12, puesto que dignifica
la cultura latinoamericana de los Andes para mirar a las otras a la par.
En “Cordillera” la extensión de las culturas andinas integra al grupo
de mapuches pehuenches que vive en la cordillera de los Andes, espe-
cialmente en la zona comprendida desde lo que hoy conocemos como
los Nevados de Chillán hasta el volcán Llaima. Los mapuches pehuen-
ches son nombrados metonímicamente a través del árbol, la araucaria,
del que extraen el piñón con el que se alimentan:
Extendida como una amante
y en los soles reverberada,
punzas al indio y al venado
con el jengibre y con la salvia;
en las carnes vivas te oyes
lento hormiguero, sorda vizcacha;
oyes al puma ayuntamiento
y a la nevera despeñada,
y te escuchas el propio amor
en tumbo y tumbo de tu lava.
Bajan de ti, bajan cantando
como de nupcias consumadas
tumbadores de caobas
y rompedores de araucarias (100)
Esta estrofa está construida sobre los sonidos de la montaña. En los
Andes, se escucha la vizcacha, se oye al puma, a las rocas despeñarse

Usamos la palabra “decolonial” en el sentido propuesto por Mignolo, que considera


12

que hay que poner atención “desde dónde y a partir de dónde se piensa” (258) para salir
de “habitar la casa del imperio” (260) y dar un “giro geo y corpo político frente a la teo-
política desincorporada y deslocalizada” (262).

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y a los mapuches sacudir las araucarias. Dos árboles de las cumbres


andinas dominan en esta estrofa: la araucaria y la caoba. La madera
roja de la caoba es usada para hacer muebles y por ello la tumban en
los Andes colombianos y venezolanos. Mistral describe así la cordillera
por los animales y pueblos que se relacionan con ella, incluyendo a los
mapuches pehuenches que el imaginario nacional ha puesto fuera de
las culturas andinas.
Mistral crea una forma disensual al procurar otros referentes terri-
toriales que consideran una nueva forma de visibilizar el mapa latino-
americano y una forma de describir la cordillera por su flora, fauna y
pueblos que la habitan, sin seguir el registro de los accidentes geográ-
ficos que se usan como hitos fronterizos. La segunda forma disensual
consiste en la elaboración de un colectivo político de enunciación, que
corresponde a un “nosotros” andino:
piedra Mazzepa (sic) que no se cansa,
Atalanta que en la carrera
es el camino y es la marcha
y nos lleva pecho con pecho,
a lo madre y lo marejada,
a maná blanco y peán rojo
de nuestra bienaventuranza (98)
La voz enunciadora reconoce su pertenencia al mundo cordillerano
al posicionarse en la primera persona plural: “nos lleva” y luego llamarla
“nuestra bienaventuranza”. Este “nosotros” adquiere un carácter político
al introducir como sustitución de la montaña la expresión “piedra Maz-
zepa”. Mistral compara la cordillera con el héroe Mazeppa. El ucraniano
Iván Mazeppa combatió a los rusos y a los polacos con el propósito de
conservar la unidad territorial de Ucrania. Sus hazañas fueron exaltadas
por el poema homónimo de Lord Bryon (1819). Mistral da por hecho
que eso es un conocimiento común para los lectores y lo integra para
connotar al mundo andino como factor de unidad política.
La cordillera recibe también el nombre de Atalanta13, que corres-
ponde a una heroína griega cuya capacidad de correr era magnífica.

13
Atalanta, la extraordinaria corredora, no deseaba casarse, por ello, confiando en sus
capacidades, dijo que solo lo haría con quien la venciera. Se casó efectivamente con el
joven que la venció en la carrera. Gozaron de su amor en el santuario de Cibeles. La diosa

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La enunciación plural y las formas disensuales en Tala de Gabriela Mistral  |  Sepúlveda

Las montañas de los Andes se vuelven inatrapables por su extensión


a lo ancho y no tan solo a lo largo. La inmensidad territorial la faculta
como un espacio de refugio y resistencia cultural. Este segundo aspec-
to más desafiante tiene que ver con la introducción del vocablo “mar-
cha” en el verso “es el camino y es la marcha”. El significante “marchar”
es propio de los himnos14 y justamente este poema está en la sección
“Dos himnos” del capítulo “América” de Tala. Solo que, en vez de fabri-
car un himno nacional, Mistral crea un himno andino.
El “nosotros” como colectivo político de enunciación es coheren-
te con la opción del modelo poético del himno. Esta fue una elección
realizada con plena conciencia por parte Mistral. En las notas que ella
escribe para el final de Tala declara: “Suele echarse de menos, cuan-
do se mira a los monumentos indígenas o la cordillera, una voz entera
que tenga el valor de allegarse a esos materiales formidables” (276).
La poeta encuentra necesario el tono mayor, pues el tono menor ya le
suena empalagoso: “El que discuta la necesidad de hacer de tarde en
tarde el himno en tono mayor, sepa a lo menos que vamos sintiendo un
empalago de lo mínimo y de lo blando” (276). El tono monumental y
solemne adquiere un punto culmine en las dos últimas estrofas “en las
que se escuchan ecos de Bello y Martí y donde se anticipa por lo menos
una de las imágenes principales de ‘Alturas de Macchu Picchu’” (Rojo
266). La opción de alejarse del tono íntimo15 en la sección “Dos him-

de la Tierra, llamada después Rea, montó en cólera y los transformó en dos leones que
tiran su carro (Grimal 57-58). Observando este mito, se aprecia que Mistral feminizó la
cordillera de forma particular, asunto que amerita un estudio específico y profundo.
14
De acuerdo a The Princeton Encyclopedia of Poetry, los himnos nacionales tienen
su origen en el siglo XIX, siendo el primero de ellos el himno holandes, “Het Wilhelmus”.
Los himnos nacionales se han construido con motivo de una crisis social, como “God
save the king” en Inglaterra; de una revolución, “Marseillaise” en Francia o de una inde-
pendencia como el himno turco. Todos ellos aspiran a ensalzar la cohesión social de un
grupo mediante elogios al pueblo, al paisaje, a los símbolos patrios y a otros valores que
se busca resaltar. A nivel melódico, la comunidad llega a estar presente bajo la forma de
coro. Su valor performativo se reivindica en cada acción, en las marchas militares, en el
primer día de clases y en los rituales deportivos, generando así el sentimiento de ser una
colectividad.
15
Mistral también es consciente de usar un estilo de escritura para el himno que no
sea cercano a la tradición greco-latina: “Si nuestro Rubén, después de la Marcha Triunfal
(que es griega o romana) y del Canto a Roosevelt que es ya americano, hubiese querido
dejar los Parises y los Madriles y venir a perderse en la naturaleza americana por unos
largos años —era el caso de perderse a las buenas— ya no tendríamos estos temas en la
cantera; estarían devastados y andarían entonando el alma del mocerío” (276).

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|  ISSN 0716-5811  |   LITERATURA Y LINGUÍSTICA N° 41, 2020  | 

nos” es plenamente consciente y marcará al siguiente premio Nobel


chileno.
La conciencia de estar escribiendo un himno convoca al lector a
seguir el protocolo de lectura de ese género que se distingue por su ca-
rácter performativo. Un himno une y levanta los ánimos. En el poema
mistraliano, el himno alude a una escena comunitaria de recuperación
activa de la dignidad andina. La palabra “peán” entrega un índice del
carácter cercano a la protesta de este himno. “Peán”16 es una alusión
compleja y letrada que refiere por un lado a los himnos griegos que
alentaban a los guerreros y, por otro, a los volcanes de la cordillera.
Ambos sentidos de “peán” no se anulan, al contrario, se potencian en-
tre sí. La recuperación de la dignidad es también un volcán. Al vocablo
“peán” se suman otras decisiones lingüísticas, como la presencia de la
palabra “marcha”. La cordillera es presentada como el espacio para la
marcha, incluso la montaña “punza” invitando a caminar juntos para
manifestarse. La cordillera es “la marcha” y no tan solo paisaje. El him-
no se canta y se marcha con él. En la misma línea funciona el signi-
ficante “marejada” con que describe a los Andes, que se refiere a los
picos de la cordillera, vistos como olas, y connota también una “mare-
jada” de gente. No se trata solo del paisaje vacío de personas, sino de
un espacio habitado. De ahí la mención a la condición alimentadora
de la cordillera, a través de la frase “maná blanco”. Entonces, Mistral
está construyendo un pliegue entre la cordillera, como ente físico, y los
cordilleranos como pueblos de reclamación política.
El poema “Cordillera” es un himno por la unidad andina cuya
función apelativa está dirigida a la montaña. Esta apelación se ase-
meja a los ritos de adoración andina dirigidos a los Apu o señores de
los cerros, cuya función más importante era proporcionar agua para
la agricultura. En la medida en que el agua escurra, la Pachamama
o manto de tierra cubrirá de vegetación el suelo y la fertilidad se
extenderá a toda la localidad. Al ser lo invocado una montaña y definirse
quien habla por un nosotros participante de la adoración, el poema

“Peán: Término griego (paian) con el que se designa un himno coral cantado en la
16

antigua Grecia, y que estaba formado por un proemio del solista y un clamor ritual del
coro a base del grito “ie paian”. [….]. La función del solista podía desempeñarla el jefe
militar, mientras que a los soldados o ciudadanos les correspondía el papel del coro”
(Estébañez 818).

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La enunciación plural y las formas disensuales en Tala de Gabriela Mistral  |  Sepúlveda

se asemeja a una rogativa andina. A pesar de ello, Goic interpretó


“Cordillera” como una letanía (32), pero nosotros postulamos al poema
como una rogativa17. Este modelo discursivo implica entender el lugar
asignado a la cordillera en los ritos ceremoniales andinos: “Montañas
y lagunas ocupan un lugar de privilegio en las creencias y prácticas
rituales que pueblan el mundo andino” (Ceruti 233). Se les rinde culto
porque “las altas cumbres son concebidas como moradas de deidades
atmosféricas y espíritus de los ancestros, a los que se cree íntimamente
relacionados con la fertilidad y las lluvias. Es por ello que el culto a las
montañas tiene antigüedad milenaria en la cordillera de los Andes. La
lista de rasgos notables del paisaje que eran concebidos como huacas
y adorados por los andinos en tiempo de los inca incluía cordilleras
nevadas, cerros con riquezas mineras, lagunas de altura y el mar”
(233). La novedad del modelo discursivo mistraliano es componer una
rogativa que es a la vez un himno. La rogativa pide el levantamiento de
los pueblos andinos hacia su dignidad.
La demanda política de unidad andina en Mistral está legitimada,
por ella, en un pasado que corresponde al imperio inca. Dado que exis-
tió esa unidad, ella lo recuerda como argumento de la formulación de
su “nosotros” andino:
¡Cordillera de los Andes,
Madre yacente y Madre que anda,
[…] que en metales y en amiantos
nos aupaste las entrañas,
hallazgo de los primogénitos
Mama Ocllo y Manco Cápac
tremendo amor y alzado cuerno
de hidromiel de la esperanza! (98)

17
A los lugares de adoración en las montañas llegaban “ofrendas humanas” (Ceruti
233) y de objetos, “en el marco del ritual de las capacochas, complejos mecanismos re-
ligiosos y políticos que constaban en primera instancia de convergencia en el Cuzco de
víctimas sacrificiales y ofrendas procedentes de todo el Tawantinsuyo, y de una segunda
instancia de redistribución de las mismas mediante desfiles y procesiones, hasta su des-
tino final en los confines sagrados del imperio (233). Durante el ritual y en varias pro-
cesiones se entonan “canciones al Apu y a la Pachamama” (Wissler 104). “A través de la
música, ellos recrean una fuerte conexión con el cosmos, ya sea dentro de la comunidad
nativa, con el apu o con miles de otros peregrinos” (112).

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La poeta posiciona el origen del colectivo de la enunciación en


Mama Ocllo y Manco Cápac18, los primeros incas. Con ello constru-
ye la legitimidad política de este colectivo sobre un extenso territorio,
donde la cordillera es el “hallazgo” o tesoro que permite entendernos
de otra forma. La poeta vuelve a posicionar ese origen territorial y po-
lítico para reclamar una concepción de la historia que vuelve dignos a
los latinoamericanos. Con la confianza en el mundo incaico, la madre
yacente y de rodillas (“caminas, Madre, sin rodillas”), se transformará
en la madre que marcha. Mistral reitera esa construcción retórica don-
de pliega lo geográfico con lo político.
La política de la estética del poema es el deseo de que los pueblos
recuerden el poder que tuvieron en su pasado y se levanten, tornándo-
se un grupo digno de respeto:
¡Por las noches nos acordamos
de bestia negra y plateada,
leona que era nuestra madre
y de pie nos amamantaba! (101)
En el presente, la voz observa una madre arrodillada, por eso llama
a recordar un pasado, donde ella era una leona. La voz usa el cliché
“era una leona defendiendo a sus hijos”, para construir una figura a fa-
vor de los pueblos andinos. La forma de describir al indígena, “indio
atónico” (100), “peñas arrobadas” (102), y a ella misma como “sonám-
bula” (101), refieren a un sujeto al que le arrebataron algo y lo dejaron
perplejo, como muerto en vida. Esa calidad de fantasmas y humillados
es la que la poeta llama a finalizar, mediante una unidad andina que
les devuelva lo robado.
El propósito del poema de Mistral es la irrupción de las culturas an-
dinas en el presente. No es la inclusión de ellas en la modernidad, no
pide la asimilación o la hibridación. La poeta llama al “enderezarse de
las piedras” y a la juntura de ellas, para que dejen de ser piedras roda-
das:

18
En “Comentarios reales” (1609), el Inca Garcilaso de la Vega transcribe la histo-
ria del nacimiento de su cultura: “puso nuestro padre el sol estos dos hijos suyos en
la laguna Titicaca” (47). “Nuestro inca se llamó Manco Cápac y nuestra coya Mama
Ocllo Huaco. Fueron, como te he dicho, hermanos, hijos del sol y de la luna, nuestros
padres” (50).

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La enunciación plural y las formas disensuales en Tala de Gabriela Mistral  |  Sepúlveda

¡Carne de piedra de la América,


halalí de piedras rodadas,
sueño de piedra que soñamos,
piedras del mundo pastoreadas;
enderezarse de las piedras
para juntarse con sus almas!
¡En el cerco del valle del Elqui
en luna llena de fantasma,
no sabemos si somos
o somos peñas arrobadas! (101-102)
Tras el enderezarse de las piedras, los que parecen fantasmas vol-
verán a encontrarse con sus cuerpos. La idea de que las rocas pueden
ser “carne” humana coincide con la ideación del mundo andino. En una
investigación, los antropólogos François Cuynet y Luis Flores compro-
baron que “En muchas regiones, los locales rememoran que su antepa-
sado mítico era una piedra con forma humana” (“Cuando el…” 38). De
acuerdo con los estudiosos, los andinos reconocían en una piedra de
gran tamaño, huaca, al fundador de su territorio. Por ello en los relatos la
huaca es el centro espacial que explica la historia del lugar. Mirar la hua-
ca significaba y aún significa estar en una dimensión que abarca toda la
historia de la comunidad. La piedra juega el rol de hito geopolítico para
marcar un espacio como propio. De manera que Mistral pone en circu-
lación una forma disensual de conocimiento sobre las piedras, donde
estas son los antepasados de una comunidad.
La tercera gran forma disensual de Mistral consiste en la valora-
ción de los conocimientos incaicos. La escritora poetiza especial-
mente la ingeniería empleada en la construcción de caminos y des-
taca los nombres incaicos de las vías de comunicación que ponen en
contacto distintas zonas andinas mediante el tránsito de personas y
productos. Lo que era visto comúnmente como un “espacio chileno”,
ahora es presentado como el “camino del Inca Huayna”. Con ello trae
a la memoria una nueva forma de estructurar el territorio, donde
todos los caminos parten del Cuzco y desde ahí se extienden por el
Tawantinsuyo19. El historiador del mundo andino, John Murra, pre-

Usaremos el nombre Tawantinsuyo empleado en los textos más contemporáneos,


19

como en el de John Murra y en el de Constanza María Ceruti y solo emplearemos Ta-

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cisa el aspecto geocultural tras la palabra: “Tawantinsuyo, es decir el


Estado inka [involucra] un vasto territorio y las muchas etnias incor-
poradas por conquista, diseminadas en múltiples pisos ecológicos,
entre serranías, desiertos y quebradas profundas [las que] requirie-
ron de algún sistema que relacionara la periferia con el centro y la
costa con el altiplano” (Murra 43).
Mistral comprende que el Tawantinsuyo era una forma de gobier-
no que implicaba disponer de vías de comunicación entre las diver-
sas partes de ese gran espacio. Recordemos que ya desde el nombre
de Tawantinsuyo se aludía al territorio: “Tahuantinsuyo se compone
de “tahua” que significa cuatro, y “suyo” que suele interpretarse como
región o rumbo, aludiendo a los cuatro puntos cardinales. Los cuatro
suyos o regiones que se encontraban hacia el este, oeste, norte y sur,
partiendo del Cuzco, eran: Antisuyo (este), Contisuyo (oeste), Chincha-
suyo (norte) y Collasuyo (sur)” (Arellano 49). La poeta entiende la im-
portancia de la comunicación en ese espacio y destina una estrofa al
camino ubicado en territorio “chileno” o más bien correspondiente a
una parte del camino del Collasuyo:
Viboreas de las señales
del camino del Inca Huayna,
veteada de ingenierías
y tropeles de alpaca y llama
de la hebra del indio atónito
y del ¡ay! de la quena mágica. (99-100)
El poema permite el ingreso del significante indígena “Inca Huay-
na”, nombre del undécimo gobernador del imperio incaico20. El gober-
nante recorrió los territorios de Aconcagua y Mapocho, afirmando con
su presencia física la pertenencia jurisdiccional, integración que es
retomada desde un ángulo más centrado en los aspectos simbólicos

huantinsuyo si la cita original así lo contempla. “El Tahuantinsuyo, a la llegada de los


españoles, comprendía el territorio entre Ancasmayo, en la frontera ecuatoriano-colom-
biana y el río Maule en Chile” (Arellano 49). Dentro del Tahuantinsuyo se encontraba el
centro ceremonial Tihuanaku (48).
20
Huaman Poma de Ayala que confecciona la serie histórica de los incas goberna-
dores refiere: “El onceavo inca Huaina Cápac reinó Cachapoya Quito […] En ese tiempo
saltaron los españoles cristianos a este reino, conquistaron la tierra, mataron a los incas
y capitanes y llevaron mucho oro” (50). Los hijos de Huaina Cápac fueron Huascár y
Atahualpa (50).

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La enunciación plural y las formas disensuales en Tala de Gabriela Mistral  |  Sepúlveda

por Mistral. La poeta pone en ejercicio los nombres de los personajes


históricos incas, participándonos de otra historia, diferente de la que
impuso la Conquista española.
La detención de Mistral en los caminos incaicos indica su reco-
nocimiento político y epistemológico de los incas. Para esta cultura,
los lugares estaban comunicados por “Los caminos [que] recibían el
nombre del Inca que los construía. [Este] camino de 4.000 kilómetros
que recorría hasta Chile era conocido por el nombre de Huayna Ca-
pac Ñan” (Stehberg 44). Mistral destaca de este trayecto cordillerano
la ingeniería de su construcción. La poeta exalta lo serpenteado o “vi-
boreado” del trayecto, forma que facilita subir y bajar por los caminos
montañosos; a diferencia de las rutas de pendiente recta que plantean
dificultades para el viajero. El análisis de “viboreo” aquí planteado
agrega un punto a la visión del crítico Cedomil Goic quien indica que
“la cuarta estrofa muestra la belleza, ornato de su hechura que imita las
formas de la mujer” (Los mitos… 32). Comparto con Goic que una de
las imágenes usada por Mistral para la cordillera es el cuerpo tendido
de una mujer, pero añado que además hay una representación andina
del camino, debido al uso del significante específico “viborear”, que re-
mite a la serpiente en la cultura incaica.
La invención de la palabra “viboreas” por parte de Mistral alude a
la forma de los caminos y de los canales que transportaban el agua. En
este neologismo, Mistral recurre a la imagen de la serpiente porque: “El
Amaru o serpiente se vincula con los canales de regadío, con el fluir de
las aguas fertilizadoras. Su culto se efectúa en el rito que acompaña la
limpieza de los canales” (Hidalgo 57). Los andinos que bajan tocando
quenas en el poema, danzan en un rito de adoración a Amaru, la ser-
piente, y a la vez festejan el agua que navega por los canales.
Mistral le otorga un valor a la caminata por estos senderos, lo cual
no era propio de la época en que ella escribe. Esta forma de apartarse de
lo hegemónico no es solo de Tala; la crítica Soledad Falabella lo obser-
va también en Poema de Chile: “Mistral llevó a cabo una rearticulación
valorativa de elementos relegados y desvalorizados del proyecto moder-
nizador” (“Modernidad literaria…” 139). “Autorizó esta otra forma de
educar [a] través de la mamá como educadora ancestral” (140). En Tala,
la poeta valora el vínculo de la cultura andina con los caminos y agrega
la música con la quena, y los animales del altiplano, la llama y la alpaca,

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con alusión a los beneficios de sus diversos productos. También el tex-


to integra a otros caminantes, más suramericanos, como los mapuches
cordilleranos o pehuenches, que sacuden las araucarias para alimen-
tarse con su fruto, el pehuén o piñón. De esta manera, Mistral describe
la cordillera como un espacio cultural vivo, donde se cultivan no solo
productos alimenticios, sino también la música, los telares y tanto más.
La valoración de los conocimientos, la redescripción de los referen-
tes territoriales y el colectivo de la enunciación que tiene un pasado
esplendoroso van produciendo otra percepción acerca del mundo an-
dino. Por ello, es comprensible que el proceso del levantamiento de los
pueblos andinos hacia su dignidad ocurre en el presente del nosotros
de la enunciación. Respecto del tiempo, basándose en el poema “Noc-
turno de los tejedores viejos”, la crítica Susana Münnich plantea que
es irrecuperable, pues interpreta el texto como “una alegoría del dolor
de las gentes que viven en la modernidad y no tienen pertenencia ni al
trabajo ni a la comunidad en que viven” (245). El poema “Cordillera”,
por su parte, ofrece la visión contraria: en él Mistral recrea una colecti-
vidad que es pasado y presente al mismo tiempo. Esa comunidad oye
cómo el Cuzco va volviendo a ser el centro, en palabras de Mistral va
retornando a ser “la peana21 de la gracia”, es decir, el lugar desde el cual
están los seres humanos en común-unión:
Vuelven los tiempos en sordo río
y se les oye la arribada,
a la meseta de los Cuzcos
que es la peana de la gracia.
Silbaste el silbo subterráneo
a la gente color del ámbar,
y desatamos tu mensaje
enrollado de salamandra;
y el destino que es de nosotros
nos exhalas en bocanada. (102)
La comunión de los morenos con el Cuzco funciona como un antí-
doto para dejar de ser un halalí, o grito de piedras rodadas. Mirar hacia
el Cuzco es recuperar la memoria andina localizada. Así, la gente de

La peana es la “base, apoyo o pie para colocar encima una figura u otra cosa” (RAE,
21

1992).

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La enunciación plural y las formas disensuales en Tala de Gabriela Mistral  |  Sepúlveda

color ámbar, dentro de la cual se incluye la hablante, entenderá que “el


destino es de nosotros”, de los que hemos mantenido el pasado como
un río subterráneo.
Para Mistral, la disposición corporal de los andinos es actuar como
un “sordo río”, esto es, como una corriente que se mantiene porque es
capaz de no escuchar la historia blanca colonizadora. Gracias a esa
sordera, los tiempos del pasado siguen sucediendo en el presente. El
colectivo es sordo para la historia blanca, pero tiene oídos para la his-
toria andina. Ese nosotros tiene la capacidad de oír el llamado de la
cordillera y escuchar el “silbo subterráneo”. La aliteración del fonema
/s/ produce en sí mismo el sonido de silbo del cual se está hablando:
se trata de un llamado conspirativo que invita al levantamiento de los
pueblos andinos. El nosotros de la enunciación escucha la subversión
silenciosa de la arribada de la gente color ámbar.
La retórica de la conspiración está presente en el poema, pues el
nosotros que habla informa acerca de la existencia de un mensaje
cifrado, en “hemos desatado tu mensaje enrollado en la salamandra”.
Las cualidades de este animal permiten referir a los conocimientos
incaicos: es una especie anfibia, nocturna, si pierde un miembro es
capaz de regenerarlo y su hábitat corresponde a las laderas orientales
de los Andes del Ecuador y bosques amazónicos hasta el departamen-
to de Cochabamba en Bolivia. Del mismo modo, los conocimientos
incaicos han sobrevivido en dos mundos; no han sido oficiales, sino
relegados a la parte no visible; pero han sido capaces de mantenerse
vivos a pesar de la fractura colonial. Al ser descifrados estos conoci-
mientos, se está exaltando la recuperación del poder interpretativo
de los pueblos andinos actuales. La conspiración busca retomar el
poder de hacer visible la existencia de las culturas andinas. Manifes-
tación de esa constancia del mundo andino son las caminatas y los
cantos a los Apu que han permanecido y que constituyen parte del
poema. Estas caminatas no son vestigios, sino la corriente de un río
subterráneo:
Otra vez somos los que fuimos,
cinta de hombres, anillo que anda
viejo tropel, larga costumbre
en derechura a la peana,
donde quedó la madre augur

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que desde cuatro siglos llama,


en toda noche de los Andes
y con grito que es lanzada (102-103)
La voz enunciadora menciona la larga costumbre de caminar por la
cordillera en forma de zigzag. Antes de cuatro siglos, es decir antes del
siglo XVI, puesto que el poema se escribió en el siglo XX, la costumbre
era peregrinar hacia la madre augur, el Cuzco. “Otra vez” dice el texto,
indicando que ese pasado no ha estado nunca cancelado, en otras pa-
labras, nunca ha sido un pretérito, siempre ha sido un presente.
A pesar de los intentos de fragmentación colonizadora que rompie-
ron el anillo de la alianza, los andinos vuelven una y “otra vez” a expe-
rimentarse como colectividad, por ejemplo, cuando cantan:
Otra vez suben nuestros coros
y el roto anillo de la danza,
por caminos que eran de chasquis,
y en pespunte de llamaradas.
Son otra vez adoratorios
jaloneando la montaña,
y la espiral en que columpian
mirra-copal, mirra-copaiba
¡para tu gozo y nuestro gozo
balsámica y embalsamada! (103)
En el rito de subir la montaña cantando, la cordillera vuelve a ser
espacio adoratorio. La plenitud corporal se alcanza por el proceso de
subir la montaña entonando la canción. La totalidad de la experiencia
se completa con el olor, ya que los participantes respiran incienso de
copal, y con ello huelen los mismos olores antiguos de las mirras lati-
noamericanas22. El sensorium del olfato vuelve “otra vez”, trayendo al
presente los reconocibles olores del pasado.

Conclusiones: el mundo transandino de Mistral


El verso “somos los que fuimos”, expresado en el poema “Cordillera” sin-
tetiza su comprensión acerca del mundo indígena transandino, conci-

22
“Copaiba, Canime, Maracaibo Balsam”, “native to Brazil and Venezuela”, “the Copal
is used in lacquers, massage preparations, medicines and paint” (Duke 192-196).

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La enunciación plural y las formas disensuales en Tala de Gabriela Mistral  |  Sepúlveda

biéndolo como un pasado que es presente, en tanto su cultura está viva


hasta el día de hoy. Mistral expresa, a través de la valoración de lo indíge-
na y de lo andino, su polémica contra los efectos de la colonización. La
cordillera concebida por la poeta es el espacio donde conviven pasado y
futuro, sin jerarquías y sin linealidades temporales arbitrarias.
Mistral no se erige como apoderado plenipotenciario de subjetivi-
dades andinas. La escritora crea una discursividad donde ella se incluye
en el nosotros de las subjetividades apocadas por la hegemonía. Ella es
“trans” porque escribe cuando está lejos de Chile y de América Latina; y
es “trans” cuando afirma el pasado en el presente de su enunciación. Ese
“trans” es también su distancia estética con los repertorios artísticos de la
época. En Tala, sus formas disensuales fueron la creación de otros refe-
rentes territoriales, la invención de un nosotros andino y la valorización
de los conocimientos incaicos. En la escritura de la poeta, las prácticas y
pensamientos del antiguo Tawantinsuyo incaico conviven con las ideas
del siglo XX y anuncian las revueltas del XXI contra la nación, las que es-
tán deconstruyendo la idea de nación, llevan a repensar antiguas y más
extensas zonas culturales, tal como lo imaginó la poeta Premio Nobel.

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Artículos de Lingüística

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Artículo
LITERATURA Y LINGUÍSTICA N°41, 2020 | ISSN 0716-5811 | pp. 239-28
DOI: https://doi.org/10.29344/07194145.41.2088
Recibido: 12 de noviembre 2019 · Aceptado: 20 de marzo 2020

Análisis lingüístico y estereotipos en una


sentencia penal chilena*1

Linguistic Analysis and Stereotyping in a Chilean Criminal


Sentence

Claudio Agüero San Juan** , Juan Pablo Zambrano-Tiznado*** ,


2 3

Federico Arena**** , Rodrigo Coloma Correa*****5


4

RESUMEN
El artículo usa elementos de la lingüística sistémico funcional Palabras clave:
desarrollados por la escuela de Sidney junto con la teoría de Análisis del
estereotipos para analizar dos fragmentos de una sentencia pe- discurso, sentencia
nal chilena. La sentencia fue elegida de forma intencionada. La penal, teoría de
investigación aplicó una segmentación al texto y seleccionó dos estereotipos,
de ellos para hacer un análisis lingüístico y de estereotipos. El discurso jurídico,
análisis muestra que los jueces evaluaron la credibilidad del úni- discurso
co testigo de la defensa de forma parcial. A su vez, el análisis de ideológico.
estereotipos dio cuenta de la presencia de un estereotipo norma-
tivo implícito en el texto de la sentencia, el cual se refiere al rol
de madre que le cabría a la testigo en relación con el acusado. La
conclusión es que el uso del estereotipo no está justificado, por-
que los jueces no presentaron evidencias de que el estereotipo
usado fuese aplicable al caso.

*1
Este artículo es resultado del proyecto Fondecyt Regular nº 1190702 titulado “Len-
guaje claro, palabras técnicas y conceptos jurídicos indeterminados: el razonamiento
judicial sobre la ley AUGE”. Este artículo también contó con el apoyo del del proyecto de
investigación “Discriminación e igualdad. Un análisis filosófico de la relevancia jurídica
de los estereotipos”
**2
Chileno. Doctor en Ciencias Humanas mención Discurso y Cultura. Profesor de las
Facultades de Derecho de las universidades Diego Portales y Alberto Hurtado, Santiago,
Chile. aguero.claudio@gmail.com
***3
Chileno. Doctorando en Ciencias Humanas mención Discurso y Cultura. Profesor
del Departamento de Ciencias Jurídicas de la Universidad de La Frontera, Temuco, Chi-
le. juanpablo.zambrano@ufrontera.cl
****4
Argentino. Doctor Europeo en Filosofía del Derecho y Bioética Jurídica. Inves-
tigador asistente, CONICET-Universidad Nacional de Córdova, Córdoba, Argentina.
fjarena@gmail.com.
*****5
Chileno. Doctor en Derecho. Profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad
Alberto Hurtado, Santiago, Chile. rcoloma@uahurtado.cl

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Análisis lingüístico y estereotipos en una sentencia penal chilena  |  Agüero et al

ABSTRACT
This article uses elements of systemic functional linguistics de- Keywords:
veloped by the Sydney School, along with stereotypes theory to discourse
analyze two fragments of a Chilean criminal sentence, which analysis, criminal
was chosen intentionally. The research applied a segmentation sentence, theory
of stereotypes,
to the text and selected two segments to perform a linguistic and
legal discourse,
stereotypes analysis. The analysis shows that the judges partially
ideological
evaluated the credibility of the only defense witness. In turn, the
discourse.
analysis of stereotypes shows the presence of a normative stereo-
type implicit in the text of the sentence. This stereotype refers to
the witness’ maternal role in her relationship with the defendant.
It is concluded that the use of the stereotype is not justified be-
cause the judges did not present any evidence that the stereotype
used was applicable to the case.

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1. Introducción
Las sentencias judiciales son textos que comunican no solo las normas
aplicadas y las acciones juzgadas, sino también una serie de creencias,
opiniones, elecciones y decisiones que son asumidas (explícita o im-
plícitamente) por los jueces (Zambrano, 2015).
Las sentencias expresan la cultura jurídica chilena más allá de
reflejar con fidelidad los hechos del caso, los medios de prueba y las
normas aplicadas. Con estas ideas en mente, pensamos que el análisis
del discurso y la teoría de estereotipos son dos buenas herramientas
para lograr desentrañar qué tipo de significados están implicados en el
texto de la sentencia, ya que nos permiten comprender qué tipo de jui-
cios evaluativos comunica el texto. En este sentido, esta investigación
se formula como un ejercicio que fija altos estándares de rendición de
cuentas a los textos que producen los tribunales orales chilenos en lo
penal. Creemos que esta aproximación es adecuada por tres razones.
En primer lugar, la sentencia penal es un texto oficial del sistema de
justicia criminal que tiene la potencialidad de restringir la libertad de
una persona. En segundo término, la sentencia es un género discursi-
vo especializado (Agüero, 2014; García & Agüero, 2014) que es elabo-
rado por un tribunal compuesto por tres jueces profesionales. Ya que
la colegialidad es un mecanismo de control del proceso de decisión,
parece razonable que se exija a los magistrados el máximo cuidado en
la escrituración del texto que justifica la decisión judicial. Por último,
las sentencias penales tienen un valor memorativo, porque están car-
gadas de las tensiones sociales imperantes en el grupo humano que
las produce y, por ello, es sensato exigir de los jueces que usen cuida-
dosamente las palabras para evitar comunicar creencias, valores, pos-
turas ideológicas o actitudes personalísimas, opuestas a las creencias
sociales compartidas o directamente lesivas del estado constitucional
democrático de derecho.
Para lograr nuestro objetivo usamos una sentencia dictada en 2007
por el Tercer Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Santiago, con el
objetivo de mostrar las estrategias lingüísticas que usan los jueces para
justificar las decisiones que toman y cómo estas conllevan a malos en-
tendidos, porque las interpretaciones posibles del texto de la sentencia
comportan estereotipos normativos ajenos al ideal de razonamiento
judicial.

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Análisis lingüístico y estereotipos en una sentencia penal chilena  |  Agüero et al

El marco teórico-metodológico usó elementos de dos teorías de


la lingüística sistémico funcional de la escuela de Sidney: la teoría
del registro y el género y la teoría de la valoración. Usando este marco
conceptual, constatamos la presencia de evidencias lingüísticas que
permiten comprender cómo el tribunal se ha hecho cargo de la decla-
ración de uno de los testigos del caso. Los pasos del análisis lingüístico
fueron tres. En primera instancia segmentamos el texto de la sentencia
siguiendo la estructura discursiva adelantada por Agüero y Zambrano
(2009, 2010) y por Agüero (2014) para entender, desde la teoría del re-
gistro y el género (de ahora en adelante R&GT, por su sigla en inglés),
cuáles son las piezas lingüísticas de la sentencia y cómo funcionan. A
cada uno de estos fragmentos los denominamos microgéneros, de los
cuales nos interesan solo tres de un total de 12: aquel donde se expo-
nen las versiones de los hechos ofrecidas por las partes; aquel en el que
se hace una crónica de los medios de prueba; y aquel donde se evalúan
los medios de prueba.
El segundo paso del análisis recurre a la teoría de la valoración (AT,
por su sigla en inglés). Usando el sistema de actitud y, específicamente,
el subsistema de juicio observamos cómo el texto explicita un estereo-
tipo —que el tribunal considera como patrón de comportamiento—
para juzgar la actuación de un testigo y sus afirmaciones durante el
juicio. El tercer paso del análisis consiste en usar la teoría de los es-
tereotipos e introducir una distinción entre tipos de estereotipos que,
desde nuestro punto de vista, permite identificar con mayor precisión
de qué manera el patrón de conducta opera dentro del razonamiento
de los jueces.
Concluimos que el análisis propuesto puede ser usado para otras
sentencias judiciales, aunque las conclusiones que se presentan aquí
no son generalizables.

2. Marco de referencia
La presente investigación se realizó bajo el alero de la lingüística sis-
témico funcional (de ahora en adelante SFL, por su sigla en inglés) de
la escuela de Sidney, de su gramática y sus desarrollos posteriores: la
R&GT y la AT. Esta teoría lingüística desplaza el propósito social del
texto desde el registro hasta el género, para configurar una organiza-
ción estratificada del contexto en donde el registro es una interfaz en-

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tre el análisis del contexto social y la organización metafuncional de


los recursos lingüísticos (Ciapuscio, 2005). El modelo del lenguaje de
la SFL considera una triple estratificación del mismo y la recursividad
de los tres estratos, esto es, afirma que el género —entendido como la
función social del texto— se realiza en el registro lingüístico del texto y
que este, a su vez, se instala en el lenguaje. Esta afirmación es propia de
los sistémicos de Sydney y representa una de las bases de la teoría del
registro y del género R&GT (Ciapuscio, 2005).
De igual modo, la SFL define el concepto de género en términos
extralingüísticos mediante la noción de función social. Esta definición
disocia los aspectos semánticos de los contextuales y permite entender
que los géneros son guiones culturales o formas prototípicas de cons-
truir significados que orientan las etapas de desarrollo de los textos
(Ghio y Fernández, 2008). Así, el género es entendido como un proce-
so social o una tarea culturalmente definida (Martin, 1997), a partir de
lo cual lo que distingue a un género de otro es la necesidad social que
satisface cada género.
La SFL sostiene que los tres tipos de significados que construyen
el lenguaje (las metafunciones ideacional, interpersonal y textual)
pueden identificarse a partir de la observación de las selecciones del
hablante sobre los patrones semántico-discursivos y las estructuras
gramaticales en un texto. La identificación es posible porque quien
observa conoce cuáles son las estructuras léxico-gramaticales que son
recurrentes (obligatorias, optativas y prohibidas) dentro del registro
que expresa típicamente el género. Por ello, si nos pidieran determinar
qué género se expresa en preguntas como: “¿El policía que lo detuvo
le leyó sus derechos?”, “¿Usted usará su derecho a guardar silencio o
declarará en este juicio?”, o “¿Usted disparó al guardia de seguridad?”,
la respuesta seguramente sería una declaración judicial. Esta respuesta
es muy probable, ya que cada cultura integra de un modo específico
y predecible los tres elementos del registro lingüístico: campo, tenor
y modo, y esta singularidad permite a los hablantes reconocer los
géneros.
El modelo de lenguaje de la SFL hasta aquí descrito permite
observar el proceso de lectura como una operación de inferencia del
contexto a partir del texto y el proceso de escritura como una labor de
realización del contexto en un texto (Moyano, 2007). Ambos procesos

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Análisis lingüístico y estereotipos en una sentencia penal chilena  |  Agüero et al

no son ajenos a la presencia de relaciones valorativas o ideológicas y


para analizar dichas relaciones la escuela de Sidney amplió el sistema
de instanciación de significados interpersonales postulado por la
SFL. Este desarrollo se denominó teoría de la valoración (Appraisal
Theory, AT por sus siglas en inglés) y su objetivo es comprender la
experiencia social mediante la constitución de roles, relaciones
sociales y relaciones valorativas y/o ideológicas en los textos y en
la manera en que los lectores u oyentes negocian esos significados
(Bolívar, 2007). Para permitir el análisis de estas categorías, trabajos
como los de Oteíza (2006; 2009), Hood y Martin (2005), White
(2000) y Martin (1997; 2000) han reconfigurado y profundizado en
las dimensiones del tenor, construyendo un aparataje conceptual
que permite determinar de qué modo y con qué fines retóricos los
escritores o hablantes adoptan:
• una posición ideológica (actitudinal) hacia el significado experien-
cial de sus enunciados (personas, hechos, objetos, etc.);
• una postura dialógica frente a sus interlocutores reales o potencia-
les; y
• una perspectiva intertextual hacia la heterogeneidad de posiciones
sociales, puntos de vista y/o concepciones de mundo (heteroglo-
sia).
Cada una de estas posiciones es organizada en un sistema: actitud,
gradación y compromiso.
El sistema de actitud es el que coordina las evaluaciones que realiza
el hablante. Este sistema se divide en tres subsistemas: afecto, apre-
ciación y juicio. Todos ellos pueden adquirir valores negativos, posi-
tivos o ambos a la vez (White, 2000). El subsistema de afecto se ocupa
de los sentimientos ante un objeto, circunstancia o persona y en él se
gestionan significados tales como los de inclinación, (in)felicidad, (in)
seguridad e (in)satisfacción. El subsistema de apreciación, en tanto,
atiende a la evaluación que se hace respecto de las cosas, fenómenos
naturales, productos y procesos desde una perspectiva estética y no
estética, como la utilidad (Oteíza, 2009). Por último, el subsistema de
juicio guarda relación con la evaluación de una conducta respecto de
parámetros sociales convencionales o institucionalizados. Este subsis-
tema se divide, a su vez, en dos dimensiones: la de estima social y la de
sanción social. La primera está integrada por los significados que se

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asocian con la ponderación de una conducta en referencia a un patrón


sociocultural; en este caso el incumplimiento del patrón no implica
una represión social coordinada, en tanto que sus valores asociados
son normalidad, capacidad y tenacidad. La dimensión de la sanción
social, por otro lado, está integrada por la evaluación de la veracidad
que es un juicio acerca de la honestidad, en tanto que la evaluación de
la adecuación constituye una valoración de la irreprochabilidad ética o
moral. En ambas dimensiones, la reacción ante el incumplimiento del
patrón o directiva implica una sanción más o menos institucionalizada
socialmente (White, 2000).
Por último, el sistema de actitud analiza cómo se juzga el compor-
tamiento de las personas. Aquí hemos ampliado un poco el uso de las
categorías para juzgar al acto de habla del testimonio en la audiencia
de juicio oral. Esta ampliación se justifica porque el juicio a la persona
que declara (la testigo) está relacionado con la evaluación del conteni-
do de su declaración.

3. La sentencia penal como macrogénero


El estado del arte respecto de este tema es relativamente precario en
español, aunque el análisis de documentos jurídicos no es nuevo en las
investigaciones lingüísticas (Campos, 2007). Las sentencias judiciales
han sido estudiadas en trabajos como los de Azuelos-Atías (2006; 2007;
2010), Montolío y López (2008) y López (2006, 2010a, 2010b). No obs-
tante, y dentro de lo que hemos investigado, no hay estudios que hayan
abordado este tipo de textos con el enfoque de la LSF de la escuela de
Sidney. En esta teoría lingüística la necesidad de especificar el punto
de contacto entre el lenguaje y el contexto generó el desarrollo de la
R&GT (Eggins, 2004).
Un análisis preliminar de las sentencias penales como género dis-
cursivo fue el realizado por Agüero (2014) sobre la base de una serie
de trabajos anteriores (Agüero y Zambrano, 2009; 2010; Zambrano y
Agüero, 2009a; 2009b). La conclusión de este análisis es que la “senten-
cia penal chilena” es un macrogénero de acuerdo con el concepto usa-
do por Eggins y Martin (2003), es decir, es un texto que funciona como
una unidad que “contiene” una variedad de géneros. Aunque el análi-
sis de un corpus de sentencias realizado por Agüero (2014) no es esta-
dísticamente representativo del quehacer judicial chileno, el resultado

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Análisis lingüístico y estereotipos en una sentencia penal chilena  |  Agüero et al

de esa investigación es una descripción preliminar del género senten-


cia penal chilena. Otros dos estudios referidos a las sentencias penales
chilenas (Agüero, 2014; Agüero y Zambrano, 2009) mostraron cuáles
son los pasos en que se verifica el macrogénero. La segmentación del
texto es funcional en la medida en que cada parte o microgénero es
definida por una o varias funciones retóricas (Ghio y Fernández, 2008).
La definición operacional de cada segmento se encuentra en Agüero y
Zambrano (2009) y no profundizaremos en ella por razones de espacio,
pero sí conceptualizamos con profundidad los segmentos que cuentan
las acciones juzgadas, los dichos de los testigos y los medios de prueba.
La elección de los segmentos está determinada por su obligatoriedad
a la tarea que cumplen como microgéneros y a la fuerza que tienen
dentro del conjunto. Así, los segmentos donde se narran los hechos y
se valoran las pruebas como si fuesen razones para decidir el caso son,
probablemente, dos de los microgéneros que más contribuyen al logro
de la función social que cumple el macrogénero: justificar una deci-
sión institucional.

3.1. Tres segmentos de la sentencia


Los segmentos “exposición de los hechos”, “medios de prueba” y “va-
loración de los medios de prueba” son tres partes de un total de 12. El
primero narra y describe lo que los abogados dijeron que ocurrió. Así
se cuentan los hechos que son juzgados. El segundo narra y describe
lo que dijeron los testigos, los peritos y la interpretación que dieron los
abogados a las pruebas materiales como fotografías, armas o videos,
entre otros medios de prueba. El tercero, argumenta, narra y describe
las razones que tomaron en cuenta los jueces para dar valor a los me-
dios de prueba presentados por los abogados.
Los segmentos exposición de los hechos y medios de prueba
cumplen importantes funciones narrativas y descriptivas, ya que
son verdaderas crónicas insertas dentro de una argumentación. El
primero se concentra en la crónica del conflicto ocurrido, mientras
que el segundo, lo hace en las pruebas que presentaron las partes.
En cambio, el segmento valoración de los medios de prueba es típi-
camente argumentativo, porque su función principal es justificar el
valor que da el juez a cada evidencia y solo narra y describe de forma
vicaria.

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En una sentencia penal las ideologías se manifiestan en el conjunto


de elecciones lingüísticas que configuran el registro (Halliday & Ha-
san, 1985; Halliday, 1978; Martin & Rose, 2003). Sin embargo, en los
tres segmentos individualizados se encuentran las mejores evidencias
lingüísticas, narrativas y semióticas acerca de cómo los jueces comu-
nican sus reflexiones de los hechos del caso. Esto es así porque estos
segmentos contribuyen de modo importante al logro de la función
social que cumple el género mediante la certificación de los hechos.
Estos segmentos responden tres preguntas: ¿Qué pasó? ¿Qué hicieron
los que participaron de esas acciones? y ¿Qué justifica esas acciones?

4. El caso y su análisis
El caso RIT 28-2007 fue resuelto por una sala del Tercer Tribunal Oral
en lo Penal de Santiago. El acusado, a quien llamaremos Andrés1, fue
condenado por unanimidad a la pena de cinco años y un día como
autor del delito de robo con violencia2.
La sentencia fue seleccionada de modo intencionado, porque el
razonamiento probatorio se focalizó en la verosimilitud de las decla-
raciones de la víctima, del acusado y de la madre de este. Buscamos
un caso sin peritos, porque nos pareció que esa prueba aumentaba la
posibilidad de que el juez aceptara sin más sus afirmaciones al estar
revestidas de un halo de cientificidad. Entonces, si los peritos poseen
una cuota de credibilidad que no muestran las declaraciones de los
testigos, seleccionar un caso que no presenta pruebas periciales ase-
gura la no interferencia de este tipo de discursos en el razonamiento
judicial.

4.1. La jerarquía de las voces de la sentencia


La distinción entre el sujeto empírico y locutor es útil para diferenciar
al juez que escribe la sentencia de los responsables de los enunciados.

1
Hemos cambiado los nombres de las víctimas, del acusado y de los testigos con el
fin de resguardar su identidad.
2
Un dato importante a tener en cuenta es que los únicos medios de prueba relevan-
tes que se presentaron para sustentar la acusación fueron declaraciones: la de la traba-
jadora de casa particular que se encontraba en el lugar, la de la dueña de la residencia,
la de la hija de esta última y la de un funcionario policial. La Defensoría Penal Pública
presentó las declaraciones del acusado y las de tres testigos, uno de los cuales era la ma-
dre del acusado.

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Análisis lingüístico y estereotipos en una sentencia penal chilena  |  [x] (juzga (p))

El juez escribe y recoge voces del Ministerio Público, de la defensa, del


acusado, de la víctima y de los testigos. En relación con estos locuto-
res, el tribunal se constituye en otra voz que oficia como el único in-
termediario entre todas las otras voces, porque presenta cada uno de
sus puntos de vista y el suyo propio. En este sentido, la actitud del juez
como locutor es una parte central de la instanciación lingüística del
razonamiento judicial.
Esta actitud, en el sentido de Ducrot (1988), está mediada por la
que tiene el locutor en relación con los enunciadores (Ducrot, 1983).
Entonces, el modo en que el juez-locutor se relaciona con los otros in-
tervinientes-locutores se expresa a través de la evaluación de sus enun-
ciaciones. Las ideas de Ducrot han sido desarrolladas por la escuela
escandinava de la polifonía (ScaPoLine), la que señala que los enun-
ciados de actitud expresan un punto de vista que corresponde a una
entidad semántica compuesta por un origen, un juicio y un contenido.
El punto de vista toma, entonces, esta forma:

[x] (juzga (p))

En esta formalización, “x” simboliza el origen, es decir, el enun-


ciador; “juzga” corresponde a la emisión de un juicio y “p” es un con-
tenido proposicional (Nølke, Fløttum & Norén, 2004). En la sentencia
que analizamos, por ejemplo, el juez locutor reconstruye un discurso
del Ministerio Público (discurso referido) diciendo: “la única persona
que lo sitúa en un lugar distinto es la madre [del acusado] pero su
relato es poco creíble, motivo por el que el Ministerio Público pide
la condena a las penas contenidas en la acusación”. El enunciado del
juez es, entonces, un enunciado de tercera jerarquía que toma la si-
guiente forma:

[x3] (cierto ([x2] (juzga ([x1] (juzga (p) ))))

El diagrama representa la situación de las muñecas rusas llamadas


matrioshka, donde la muñeca de mayor tamaño alberga en su interior
a una más pequeña. Donde x3 es el punto de vista del juez-locutor; x2
el punto de vista del Ministerio Público-locutor como interviniente; y
x1 el punto de vista de la testigo-locutor (que es la madre del acusado).

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De este modo, queda bastante claro que el juez-locutor se relaciona


con los intervinientes a través de sus enunciaciones.

4.2. Análisis lingüístico


Analizamos la instanciación lingüística de la evaluación que hacen
los jueces de la declaración de la madre del acusado. Tal declaración,
en el evento de que hubiera sido creída por los jueces, imponía ma-
yores cargas de argumentación al Ministerio Público para derrotar la
presunción de inocencia que favorece al acusado3. La composición del
texto de la sentencia se muestra en la Tabla 1.

Tabla 1.
Composición del texto de la sentencia.
Considerandos Modo de
y párrafos del organización
Segmento Fragmentos analizados
texto de la del discurso
sentencia preferente
Considerandos Exposición Narrativo y “En cuanto a la prueba de la defensa,
2º, 7º, 8º de los descriptivo referente a la credibilidad de la
hechos misma, primero la declaración de
la madre del acusado, obviamente
tiene interés y cariño por su hijo, sin
embargo, si ella tuvo conocimiento
que el día de los hechos su hijo
estuvo con ella en otra ciudad,
debió decirlo antes al [sic] Fiscalía o
al defensor, debió “poner el grito en
el cielo”, esperó que su hijo estuviera
tres meses en prisión preventiva
sin realizar ninguna diligencia,
esta conducta no resulta lógica. Lo
mismo respecto de la declaración
del abogado Mario Vargas, quien
incluso señaló que tenía una
relación especial con el imputado,
era uno de los “regalones”, si lo vio en
la audiencia con el pelo rojo debió
informar de esta característica para
solicitar el sobreseimiento de la
causa, ahorrando el despliegue de
recursos del Estado (fragmento del
párrafo 12 del considerando 7º)”.


3
En efecto, como se trataba de una testigo directa, no admite que el tribunal perma-
nezca indiferente ante ella, a menos que muestre que es de dudosa calidad epistémica.

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Análisis lingüístico y estereotipos en una sentencia penal chilena  |  Considerando 12º

Considerando Valoración Argumentativo, “Según se desprende de la


12º de los narrativo y declaración de la testigo Basic
Considerando medios de descriptivo Jaque, esta sitúa al acusado, en
13º prueba el lapso de tiempo en que se
cometió el ilícito motivo de este
juicio, en el domicilio común de
ambos ubicado en San Francisco
de Mostazal, resulta así, ser la
única testigo de tal circunstancia,
testimonio este que se desestimará
en esta parte, teniendo para ello
presente la calidad de madre del
acusado, lo que hace aparecer
dicha declaración carente de la
imparcialidad necesaria como
para lograr que el tribunal
adquiera más allá de toda duda
razonable la convicción necesaria
para una decisión absolutoria
en cuanto a la participación que
le cupo en el referido ilícito, ya
que no es posible asegurar que
no hayan existido motivaciones
subjetivas que pudieran haber
enturbiado su testimonio en el
sentido de beneficiar a su hijo, lo
que no es objetivamente posible
ni razonable reprochar a una
madre en las circunstancias en
que aquellas pudieron producirse,
considerando además la falta de
precisión en cuanto a la hora de
llegada del hijo al San Francisco
de Mostazal, ya que mencionó,
como se dijo, que fue alrededor
de las 18:30 a 19:00 horas, cálculo
que hizo, según lo afirmó en la
audiencia, en base a que ella
trabaja hasta las 18:00 horas —no
refiere haber mirado el reloj— y
que cuando llegó a su domicilio
este ya estaba en la casa, de suyo,
según los principios de la lógica y
las máximas de la experiencia, no
es de normal ocurrencia irse del
lugar de trabajo, todos los días,
exactamente a la misma hora
permitida y establecida como de
salida”.

Fuente: Elaboración propia.

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Al revisar el texto del segmento 6 (considerando 7º) y a partir del


subsistema de juicio hemos inferido la voz usada por los jueces. Luego,
dividimos el texto en cláusulas y elaboramos una tabla para apreciar el
análisis de transitividad y de AT de forma paralela4.

Tabla 2.
Análisis de transitividad y de AT paralelamente.
Complejo clausal Nº de Cláusulas Transitividad AT
cláusula
“obviamente tiene 1 obviamente Proceso Juicio +
interés y cariño tiene interés y relacional estima social
por su hijo, sin cariño por su +tenacidad
embargo, si ella tuvo hijo,
conocimiento, que el 2 sin embargo, Proceso Juicio +
día de los hechos su si ella tuvo relacional estima social
hijo estuvo con ella conocimiento, +capacidad
en otra ciudad,
3 que el día de No analizado No analizado
los hechos su
hijo estuvo con
ella en otra
ciudad
debió decirlo antes 4 debió decirlo Proceso verbal
al [sic] Fiscalía o antes al [sic]
al defensor, debió Fiscalía o al
“poner el grito en el defensor,
cielo”, 5 debió Proceso verbal
6 “poner el grito Nominalización
en el cielo” o metáfora
Juicio -
gramatical
estima social
esperó que su hijo 7 esperó que su Proceso de -normalidad
estuviera tres meses hijo estuviera comportamiento
en prisión preventiva tres meses
sin realizar ninguna en prisión
diligencia, esta preventiva
conducta no resulta
8 sin realizar Proceso de
lógica”.
ninguna comportamiento
diligencia
9 esta conducta Metáfora Juicio - sanción
no resulta gramatical social -
lógica”. adecuación
social

4
Como se sabe, la transitividad es la red de significados que usan los hablantes para
organizar su experiencia del mundo (Gil y García, 2010). Así, aunque la transitividad no
es el foco del estudio, pensamos que tenerla a la vista permitirá al lector reconstruir de
forma más clara el proceso de análisis, ya que muchas de las apreciaciones que hacen los
jueces tiene por objeto el comportamiento de un testigo en la audiencia de juicio.

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Análisis lingüístico y estereotipos en una sentencia penal chilena  |  Tercer párrafo

Tercer párrafo 10 pero su relato Nominalización Juicio -


Por otra parte, es poco creíble del proceso de sanción social
ambos testigos que relatar adecuación
sitúan al imputado social (falta de
en Santiago, lo veracidad)
dejaron de ver a
las 14:00 horas y el
delito fue a las 20:30,
la única persona
que lo sitúa en un
lugar distinto es la
madre pero su relato
es poco creíble,
motivo por el que el
Ministerio Público
pide la condena a las
penas contenidas en
la acusación.
Solo se presentan las cláusulas analizadas. Las cláusulas 4, 5 y 6 instancian la omisión
de la madre en dos procesos verbales (debió decirlo/ ‘debió’ “poner el grito en el
cielo”) y dos procesos de comportamiento.
Fuente: Elaboración propia.

El primer párrafo reconstruye la impresión del Ministerio Público


acerca de las declaraciones de tres testigos: la madre del acusado, el
abogado Mariano y la testigo Rosa. Un primer comentario que merece
el texto es el uso del adverbio “obviamente”. La expresión originada a
partir del adjetivo “obvio” permite modalizar tal calificativo, indican-
do que se valora una cualidad epistémica vinculada con una creencia
que es aceptada por el enunciador. Así, el adverbio no solo modifica
al verbo que le sucede, sino que también modaliza el enunciado y la
enunciación. El uso de este adverbio es propio de un registro formal
y significa que lo que se dice es evidente y que, entonces, no debe ser
probado. Desde el punto de vista argumental, el adverbio refuerza
la argumentación y mejora el énfasis de la aserción (Portolés, 2007).
Esto puede tener una doble interpretación: una realización lingüística
impropia del significado de los adverbios “verdaderamente”, “natural-
mente” o “realmente” y/o como una estrategia para anticipar la crítica
del argumento e impedir que se desencadenen conclusiones no desea-
das, pero previstas por quien argumenta5.


5
En este sentido, “obviamente” equivale a la expresión “de hecho” y presenta al argu-
mento como cierto o probable.

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Revist_LyL 41_.indb 252 12-05-2020 13:07:41


|  ISSN 0716-5811  |   LITERATURA Y LINGUÍSTICA N° 41, 2020  | 

El texto reitera en tres ocasiones (dos dirigidas a la conducta de la


madre) el verbo modal “deber”. El uso de “debió” en el sistema de modo
de la SFL puede entenderse como una modulación de obligación y de
probabilidad que separa la conducta efectiva y la deseable (desde la
perspectiva de los jueces). Esta lectura es plausible, ya que el verbo
“deber” es usado en un modo irrealis para expresar la probabilidad de
hechos pasados que no acontecieron mediante la perífrasis verbal “de-
ber (pretérito) + infinitivo”. El irrealis conduce al lector a preguntarse:
¿Qué debía haber hecho la madre? El texto responde a esta pregunta
con dos conductas: “debió decirlo antes al [sic] Fiscalía o al defensor,
debió ‘poner el grito en el cielo’”. Más allá del desliz en la redacción,
el texto expresa cómo los jueces valoran la conducta de la madre
mediante un razonamiento hipotético y contrafáctico que da cuenta
de que el juez escritor lo estima como posible y como obligatorio, pero
que en los hechos no aconteció. Esto es así porque solo tiene sentido
decir que la madre “debió” (hacer algo) en la medida en que quien
enuncia la existencia del deber cree que ella estaba obligada a hacer
ese algo. Ante la interrogante ¿Qué hizo la madre? el texto responde:
“esperó que su hijo estuviera tres meses en prisión preventiva sin
realizar ninguna diligencia”. Sobre estas conductas, ¿cuál es la opinión
del tribunal? “esta conducta no resulta lógica”. Entonces, ¿cuál es la
consecuencia de esta carencia en el desempeño materno? La respuesta
se encuentra en el segundo párrafo: “su relato es poco creíble”.
Un aspecto de interés es la cláusula “poner el grito en el cielo”, ex-
presión popular, coloquial e informal que significa la acción de pro-
testar, llamar la atención o quejarse con vehemencia por la injusticia
de una situación. El uso de la expresión es peculiar en la medida en
que se trata de un registro poco ajustado a las exigencias de formalidad
del lenguaje en que se escriben las sentencias. Con dicha expresión los
jueces estarían dirigiéndose a un auditorio más universal, pues cual-
quier persona aceptaría que las madres tienen el deber de protestar
de forma oportuna si a su hijo se le está acusando injustamente. Por
cierto, Andrés tendría una coartada si al momento en que se cometió
el delito, a su madre le hubiera constado que él estaba en otra parte.
Sin embargo, la madre no sabía dónde estaba su hijo y, además, “no
puso el grito en el cielo”, pues solo reaccionó en la audiencia de juicio

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Revist_LyL 41_.indb 253 12-05-2020 13:07:41


Análisis lingüístico y estereotipos en una sentencia penal chilena  |  Complejo clausal

oral, la que fue realizada bastante tiempo después de que este había
sido formalizado.
A juicio del Ministerio Público y del tribunal cualquiera que se vea
afectado por la acción injusta de un tercero “debería poner el grito en
el cielo”. Con esta expresión los jueces quieren comunicar dos posibles
conclusiones; (i) la madre inventó el relato según el cual ella estaba
con su hijo en San Francisco de Mostazal y, (ii) la madre efectivamente
estuvo con su hijo y no entregó oportunamente dicha información, lo
que sería propio de una de una mala madre.
La Tabla 3 permite apreciar cómo los juicios acerca de la madre del
acusado (ser la única testigo y tener motivaciones subjetivas) se rela-
cionan con la evaluación de lo dicho por ella. En este sentido, es claro
que la veracidad del testimonio y la credibilidad de quien declara son
evaluaciones interdependientes.

Tabla 3.
Juicios acerca de la madre del acusado y su evaluación.
Nº de
Complejo clausal Cláusula Transitividad AT
cláusula
Según se desprende de la No No analizado No analizado No
declaración de la testigo analizado analizado
Pérez Soto, esta sitúa al
1 resulta así, Proceso Juicio
acusado, en el lapso de
ser la única existencial - estima
tiempo en que se come-
testigo de tal social
tió el ilícito motivo de
circunstancia, -
este juicio, en el domici-
normalidad
lio común de ambos ubi- 2 testimonio Proceso
cado en San Francisco de este que se mental
Mostazal, resulta así, ser desestimará
la única testigo de tal cir- en esta parte
cunstancia, testimonio 3 teniendo para Proceso Juicio
este que se desestimará ello presente mental - estima
en esta parte, teniendo la calidad de social
para ello presente la cali- madre del -
dad de madre del acusa- acusado normalidad
do, lo que hace aparecer
dicha declaración caren-
te de la imparcialidad ne-
cesaria como para lograr
que el tribunal adquiera
más allá de toda duda
razonable la convicción
necesaria para una de-
cisión absolutoria en
cuanto a la participación
que le cupo en el referido

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Revist_LyL 41_.indb 254 12-05-2020 13:07:41


|  ISSN 0716-5811  |   LITERATURA Y LINGUÍSTICA N° 41, 2020  | 

“ilícito, ya que no es po- 4 lo que hace Proceso Juicio


sible asegurar que no aparecer relacional - estima
hayan existido motiva- dicha social
ciones subjetivas que declaración - tenacidad
pudieran haber entur- carente de la
biado su testimonio en el imparcialidad
sentido de beneficiar a su necesaria
hijo, lo que no es objeti-
5 como para Proceso
vamente posible ni razo-
lograr que mental
nable reprochar a una
el tribunal
madre en las circunstan-
adquiera
cias en que aquellas pu-
más allá de
dieron producirse, consi-
toda duda
derando además la falta
razonable la
de precisión en cuanto
convicción
a la hora de llegada del
necesaria para
hijo a San Francisco de
una decisión
Mostazal, ya que men-
absolutoria
cionó, como se dijo, que
en cuanto a la
fue alrededor de las 18:30
participación
a 19:00 horas, cálculo que
que le cupo
hizo, según lo afirmó en
en el referido
la audiencia, en base a
ilícito
que ella trabaja hasta las
18:00 horas —no refiere 6 ya que no Proceso Juicio
haber mirado el reloj— es posible relacionar - sanción
y que cuando llegó a su asegurar que social
domicilio este ya estaba no hayan - Integridad
en la casa, de suyo, según existido
los principios de la lógica motivaciones
y las máximas de la expe- subjetivas
riencia, no es de normal 7 que pudieran Proceso
ocurrencia irse del lugar haber relacional
de trabajo, todos los días, enturbiado su [metáfora]
exactamente a la misma testimonio en
hora permitida y estable- el sentido de
cida como de salida”. beneficiar a su
hijo
8 lo que no es Proceso Juicio
objetivamente mental - sanción
posible ni social
razonable - integridad
reprochar a (neutral)
una madre
en las
circunstancias
en que
aquellas
pudieron
producirse
Fuente: Elaboración propia.

255

Revist_LyL 41_.indb 255 12-05-2020 13:07:41


Análisis lingüístico y estereotipos en una sentencia penal chilena  |  - integridad (neutral)

4.3. Análisis de estereotipos


Los jueces se interesan por el incumplimiento del “deber de la madre”,
porque sería un medio para descubrir la verdad6 y, a la vez, refuerza un
precepto moral según el cual las (buenas) madres no pueden omitir
realizar oportunamente toda gestión útil para evitar un daño a sus hi-
jos. Ante la encrucijada, se opta por explicitar la función epistémica del
deber (ella no es creíble), aun cuando dicha función es débil, ya que de
hecho muchas madres no auxilian a sus hijos oportunamente. La fun-
ción epistémica parece, entonces, apoyarse en un estereotipo acerca
del comportamiento de las buenas madres.
En este punto es necesario introducir una precisión respecto de la
noción de estereotipo (Arena, 2015). En efecto, no todos los estereoti-
pos parecen funcionar del mismo modo. Por un lado, existen estereoti-
pos (que llamaremos descriptivos), que persiguen ofrecer información
acerca del mundo y su dirección de ajuste es estereotipo-mundo. Ello
quiere decir que si el estereotipo no coincide con el mundo, es una ra-
zón para abandonar o modificar el estereotipo7. Así, los estereotipos
descriptivos pueden ser evaluados sobre la base de su corresponden-
cia con las propiedades efectivas del grupo al que se refieren. Por ejem-
plo, el estereotipo según el cual los italianos son católicos. Por otro
lado, existen estereotipos (que llamaremos normativos) que poseen
una dirección de ajuste mundo-estereotipo, lo cual quiere decir que
la falta de coincidencia entre mundo y estereotipo es una razón para
modificar el mundo y no (necesariamente) una razón para modificar
el estereotipo8. En el caso de los estereotipos normativos existe una re-
lación de deber ser entre la propiedad adscripta a los miembros del
grupo y el hecho de ser miembro del grupo. Así, en principio, no tiene
sentido preguntarse si los estereotipos normativos describen (o no)
correctamente un determinado grupo o categoría de personas. Por el
contrario, son normas que consideran que una determinada categoría

6
Es una función epistémica del testimonio: si ella permaneció callada, lo que más
adelante pudiera decir a favor de su hijo no sería cierto.
7
Esta distinción está presente en la definición mixta de estereotipo de género de
la Corte Interamericana: “El (…) estereotipo de género se refiere a una preconcepción
de atributos o características poseídas o papeles que son o deberían ser ejecutados por
hombres y mujeres respectivamente” Caso González y otras (“Campo algodonero”) vs.
México. Sentencia del 16/11/2009. Serie C N° 205, párrafo 401, CIDH.
8

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de personas debería desempeñar ciertas tareas o determinados roles


sociales. Como, por ejemplo, el estereotipo según el cual las madres
deben ser amas de casa.
¿De qué tipo es el estereotipo usado por los jueces? La respuesta a
esta pregunta es importante, porque los criterios para evaluar el uso
de cada tipo de estereotipo son diferentes. Los jueces, por lo general,
usan estereotipos descriptivos durante la actividad probatoria. Sin
embargo, en el caso que analizamos, la referencia a aquello que
una madre debería hacer para evaluar la credibilidad de la testigo
parece indicar que los jueces usan un estereotipo normativo acerca
del rol de las madres. No podemos aquí avanzar demasiado en el
análisis de estos estereotipos y de su aceptabilidad en el proceso
probatorio, pero vale la pena indicar que para que tengan fuerza
como elementos de valoración de la prueba es necesario que, en
ausencia de otra información, la probabilidad de que se produzca la
acción en correspondencia con la norma dependerá de que se trate
de un estereotipo aceptado por la comunidad a la que pertenece
el sujeto al cual se atribuye. De otro modo, si no se tratara de una
norma social —para cuya existencia es necesaria la regularidad de
comportamiento por parte del grupo relevante—, no habría mayores
elementos para sostener la expectativa acerca del comportamiento
del sujeto en cuestión. Es decir, los jueces deberían probar (en este
caso dieron por probado, sin ofrecer elementos adicionales) que el
estereotipo normativo usado para comprender el comportamiento de
las madres es una norma social en la comunidad a la que pertenece la
madre del acusado. De otro modo, el juicio probatorio se apoyaría en
la expectativa de que la madre del acusado se conforme a una norma
inexistente o externa a su grupo social. Así, si es cierto que en una
determinada comunidad existe una norma social según la cual los
miembros de la comunidad deben hacer “p”, el juez puede recurrir a
la existencia de esa norma para tener como probable el hecho de que
un miembro determinado de esa comunidad ha hecho “p”.
Si el estereotipo al que apelan los jueces no es una norma social
dentro de la comunidad a la que pertenece la testigo (o si los jueces no
hacen ningún esfuerzo por demostrarlo), entonces el enunciado deja
de ser probatorio y se transforma en lisa y llana crítica ideológica a su
comportamiento.

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Análisis lingüístico y estereotipos en una sentencia penal chilena  |  - integridad (neutral)

En este sentido, otro aspecto importante, y ligado al anterior, es


la nominalización presente en la cláusula “esta conducta no resulta
lógica” que a partir de la AT puede entenderse como la evocación de
un juicio negativo de sanción social dirigido contra la madre, por la
carencia de adecuación social. En general, las cláusulas del primer
párrafo hacen explícito (inscriben) dos juicios positivos de estima
social (tenacidad y capacidad) de la madre y dos juicios negativos:
uno de estima social por ausencia de normalidad y otro de sanción
social por carencia de adecuación social. Aquí se destaca que el
objetivo de la evaluación de las primeras ocho cláusulas es la madre,
quien es referida de forma explícita mediante el pronombre “ella” o
de forma anafórica, mientras que el objeto evaluado en la cláusula
9 —que es el juicio más duro— es “la conducta”. Este “movimiento”
de sustitución del objeto enjuiciado permite afirmar que el primer
párrafo contiene un juicio de valor negativo referido a la persona de
la madre, que no está inscrito o explícito, sino que es evocado por
medio de un conjunto de indicios lingüísticos como el conector “sin
embargo” y los verbos “debió” y “esperó”. Todos los cuales, activan
un juicio negativo en torno a la posibilidad fáctica de acción que la
madre, en opinión del tribunal sí tuvo, pero no aprovechó estando
obligada a hacerlo.
En el segundo párrafo, el único complejo clausal que nos interesa
es “la única persona que lo sitúa (al acusado) en un lugar distinto es la
madre pero su relato es poco creíble”. Específicamente, la cláusula “su
relato es poco creíble” suscita la pregunta: ¿Qué o quién carece de la
cualidad de ser creíble? A primera vista, en virtud de los significados
ideacionales involucrados, parece ser que el objeto enjuiciado es el re-
lato de la madre. Sin embargo, esta cláusula evoca un juicio negativo
de sanción social que recae sobre aquella.
Los significados implícitos permiten inferir que uno de los motivos
que los jueces tuvieron en consideración para preferir la versión de los
hechos afirmada por el Ministerio Público fue una distancia ideológica
entre el comportamiento de la madre y el estándar que el tribunal, a
priori, tuvo para ponderar su conducta. Si bien la crítica personal di-
recta está velada, implícita o evocada —y es claro que el escritor del
texto se cuida de no hacerla explícita—, la lectura permite apreciar que
el escritor transita desde juicios positivos de la tenacidad y capacidad

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de la madre hasta juicios negativos referidos a la veracidad de ese re-


lato, a través de una ampliación de la crítica en los niveles de la estima
social y de la adecuación social.
Antes de terminar, revisaremos dos dimensiones del análisis de
la AT, las que si bien no conforman el núcleo del análisis, permiten
visualizar cómo la composición del texto es funcional a la justifica-
ción de la decisión de no creer en el testimonio de la madre. Primero,
desde el sistema de graduación, el texto expresa una progresión y am-
plificación de los significados interpersonales de las valoraciones de
estima social y valoración social. El texto amplifica paulatinamente
la crítica y ese proceso es una evidencia de cómo, a fin de cuentas, la
ausencia de credibilidad del testimonio de la madre se funda, en gran
parte, en una crítica personal e ideológica a su desempeño. He ahí
la más posible razón de la sustitución (en el texto) del objeto critica-
do. En segundo lugar, es necesario advertir que, usando el sistema de
compromiso de la AT y el desarrollo de ese sistema que ha propuesto
Oteíza (2009), en el primer párrafo analizado la voz del escritor del
texto se enmarca en un perfil de “evaluador” o “intérprete”, es decir,
los recursos de persuasión del texto se enfocan explícitamente en
juicios de comportamiento de un modo explicativo y donde la inter-
pretación no es explícita. Al final de este párrafo, en cambio, la voz
transita hacia el perfil de un evaluador adjudicador, lo que implica
que hay una toma de posición más o menos explícita acerca de lo que
es “correcto”.

5. Conclusiones
Las sentencias judiciales constituyen un macrogénero que se compone,
entre otros microgéneros, de una etapa de consolidación de los hechos
y de otros para la valoración de la prueba. A través del análisis de estos
segmentos hemos podido advertir que el texto instancia un estereotipo
normativo en cuanto a la conducta de una de las partes. Los estereotipos
—a pesar de su fragilidad epistémica y de su carga ideológica— favore-
cen la construcción de sentencias que propician el ocultamiento de la
incertidumbre en la decisión de dar por probados ciertos hechos. Esto
es interesante porque el sistema procesal penal tiene mecanismos para
enfrentar dicha clase de problemas, sin necesidad de ocultar espacios
de incertidumbre a través del estándar de prueba “más allá de toda duda

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Análisis lingüístico y estereotipos en una sentencia penal chilena  |  - integridad (neutral)

razonable”9. Esto último, por cuanto la ley dice que debe sancionarse a
quienes se han apoderado con violencia de bienes ajenos y no a quienes
los jueces crean que lo han hecho.
El texto de la sentencia analizada no presenta la evaluación de
la prueba como una construcción compuesta de generalizaciones
probabilísticas, sino como una conclusión de un razonamiento si-
logístico que tiene valor universal. La falta de reconocimiento de la
incertidumbre que atraviesa la escrituración de la tarea judicial de
construcción de lo probado nos otorga también pistas interesantes
acerca de la función de las sentencias, en cuanto a fijar episodios pro-
blemáticos de la vida de las personas en términos de que no queden
abiertos (como ocurriría en la investigación histórica o periodística).
Aquello sería epistémicamente más correcto, pero implicaría reco-
nocer la falibilidad de los jueces en la labor de construir representa-
ciones de lo que habría ocurrido en el mundo, lo que entra en tensión
con una visión mecanicista de su labor. Por cierto, un análisis depu-
rado desde el punto de vista lingüístico puede permitir develar estos
presupuestos que dan cuenta del ocultamiento de la subjetividad y
de las ideologías a las que adhieren los jueces. Aquello sería impor-
tante, porque favorecería el esclarecimiento de la función social des-
empeñada por los jueces, incluso si lo que se descubriera no fuera
como para “poner el grito en el cielo”.

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=S1405-14352010000300004

9
Este estándar de prueba está regulado en el artículo 340 del Código Procesal Penal
chileno y constituye una forma de distribución de los errores en que podrían incurrir
los jueces por lagunas de información o de deficiente calidad epistémica de la prueba
disponible (Coloma, 2010).

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Análisis lingüístico y estereotipos en una sentencia penal chilena  |  - integridad (neutral)

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Artículo
LITERATURA Y LINGUÍSTICA N°41, 2020 | ISSN 0716-5811 | pp. 265-289
DOI: https://doi.org/
Recibido: 26 de mayo 2019 · Aceptado: 03 de marzo 2020

Influencia de la duración en el
reconocimiento de las modalidades
oracionales en el español colombiano*1*

Influence of Duration on the Recognition of


Sentence Modes in Colombian Spanish

Mercedes Amparo Muñetón Ayala**2

RESUMEN
Este trabajo analizó la influencia de las configuraciones dura- Palabras clave:
tivas en la diferenciación de las modalidades oracionales en la configuraciones
producción y percepción del habla. En el estudio de producción durativas,
participaron 36 hablantes de seis de las principales ciudades de prosodia,
Colombia. Las diferencias se ubicaron en el sintagma preposicio- diferencias
mínimas
nal, donde la configuración L* caracteriza las oraciones declara-
perceptibles.
tivas y la B* las interrogativas. Para verificar este resultado a nivel
perceptivo, 42 estudiantes universitarios de diferentes partes del
país escucharon oraciones sintetizadas en las que el sintagma
preposicional de las declarativas contenía la L* y el de las interro-
gativas la B*. Los participantes diferenciaron acertadamente las
modalidades oracionales. Los resultados sugieren que la estruc-
tura temporal del habla diferencia las modalidades oracionales
en la producción y en la percepción.

ABSTRACT
This research paper analyzed the influence of the configuration Keywords:
of vowel duration to differentiate sentence modality at the level configuration of
of production and perception. Thirty-six speakers from six Co- vowel duration,
lombian cities participated in the production study. Differences prosody, just
were found in the prepositional syntagma (PS), where the L* con- noticeable
difference.

*1
El trabajo se realizó en el marco del proyecto AMPER_Col, integrado al grupo de
investigación “Psicolingüística y prosodia”, coordinado por la profesora Mercedes Muñe-
tón y perteneciente a la Universidad de Antioquia.
**2
Colombiana. Doctora en psicolingüística experimental de la Universidad de La La-
guna. Profesora Titular de la Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia. mercedes.
muneton@udea.edu.co

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Influencia de la duración en el reconocimiento de las modalidades oracionales en el  |  Muñetón

figuration characterizes the declarative while the B* is associated


with interrogative sentences. To verify the results at a perceptive
level, 42 university students listened to synthesized sentences
where the PS of the declaratives contained the L* and the interro-
gatives the B* configuration. Participants correctly differentiated
these sentence modalities. The overall results suggest that the
temporal structure of speech allows us to differentiate sentence
modalities both at the level of production and perception.

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Introducción
La prosodia es un rasgo complejo de la producción oral que propor-
ciona melodía al habla. Su complejidad radica en la confluencia de
tres parámetros acústicos: la frecuencia fundamental (F0), la dura-
ción y la amplitud. De ellos, el más estudiado ha sido la frecuencia
fundamental, porque se ha señalado como el parámetro que mar-
ca la prominencia en el habla (Kochanski, Grabe, Coleman & Ros-
ner, 2005). De esta manera, los otros dos parámetros se han dejado
un poco de lado, aunque diferentes estudios han mostrado su im-
portancia no solo en español (Canellada y Madsen, 1987; Cuervo,
1954; Navarro Tomas, 1944), sino también en inglés (Fry, 1995; Turk
& Sawusch, 1996). Así, Canellada y Madsen (1987) sugieren que el
correlato del acento es la duración, mientras que Cuervo (1954) y
Navarro Tomas (1963) señalan que es la intensidad. Además, estu-
dios llevados a cabo en lengua inglesa indican que la duración y la
intensidad son claves para juzgar el acento, sin embargo, la dura-
ción es un parámetro más efectivo que la amplitud (Fry, 1995; Turk
& Sawusch, 1996).
Fox (2000) menciona que, de todos los rasgos prosódicos, la longi-
tud parece ser la más simple y la menos controversial. La producción
verbal se lleva a cabo en tiempo real y, a diferencia de los segmentos
del habla —que suelen superponerse en algunas ocasiones—, siempre
hay un orden temporal tanto para la producción como para la percep-
ción del habla. Así, cualquier parte de esta señal ocupará una porción
definida de tiempo —la cual puede ser medida—, y la duración de es-
tas partes son solo el tiempo tomado para ser producidas oralmente.
Por tanto, el habla es una actividad dependiente del tiempo que po-
dría influir, incluso, a nivel modal. Definitivamente, la mayor o menor
duración vocálica se evidencia solamente a través del contraste entre
los sonidos (Fox, 2000). Por tal motivo, con el fin de aprehender sus
diferencias tanto a nivel intra como intersujeto se hace necesario con-
trastar los segmentos para generar unidades relativas que sean com-
parables. Actualmente, gracias a la profundización en el análisis de la
duración, se ha observado que este parámetro puede ser un rasgo que
permita diferenciar las modalidades oracionales (Muñetón y Dorta,
2019; Muñiz Cachón, 2017), aunque como es bien sabido, esta es una
característica atribuida solamente a la F0.

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Influencia de la duración en el reconocimiento de las modalidades oracionales en el  |  Muñetón

En esta línea, Muñiz Cachón (2017), en el marco del proyecto AM-


PER-Astur1, mostró la influencia que ejerce la duración en la discri-
minación de las modalidades oracionales a nivel de producción oral.
El estudio fue realizado con las voces de un hombre y una mujer ha-
blantes de castellano y otros tantos hablantes de asturiano, todos sin
estudios superiores, nacidos y residentes en Mieres, localidad del cen-
tro sur de Asturias. Concretamente, los autores atribuyen la diferen-
cia modal al incremento de duración de las oraciones interrogativas
en comparación con las declarativas, en el límite de frontera final de
oraciones con expansión en el sujeto y en el objeto.
Además, en estudios previos en el marco del proyecto AMPER-Col2
(Muñetón y Dorta, 2019; Muñetón, Díaz y Dorta, 2018) se ha genera-
do la propuesta de las configuraciones durativas, las cuales permiten
extraer la estructura temporal que subyace al español hablado en di-
ferentes localidades, mediante la comparación tripartita de las tónicas
con sus adyacentes. Las etiquetas básicas son larga (L) y breve (B), las
cuales se marcan con un asterisco cuando son tónicas y así es posible
establecer las configuraciones de estas con las pretónicas y postónicas.
Para ello, hemos usado la propuesta del umbral mínimo perceptivo
definido por Pamies Bertrán y Fernàndez Planas (2006) en un 33,33%.
Por tanto, se considera que hay diferencias significativas entre dos vo-
cales cuando la duración de una supera a la otra en el umbral mínimo
sugerido.
Los estudios de las configuraciones durativas han mostrado que
existen básicamente ocho estructuras:

1) L* La tónica es significativamente más larga que la pretónica y


postónica.
2) B* No hay diferencias significativas entre la pretónica-tónica, ni
entre tónica-postónica.

1
AMPER es la sigla del proyecto internacional Atlas Multimedia de Prosodia del Es-
pacio Románico. Uno de los objetivos principales es el estudio de los tres parámetros
prosódicos (F0, duración e intensidad) en las distintas lenguas y variedades diatópicas
del ámbito románico. La identificación del país en estudio se hace mediante la extensión
después de la sigla AMPER, así AMPER-Astur, significa proyecto AMPER en Asturias.
2
AMPER-Col, AMPER en Colombia, está coordinado por Mercedes Amparo Muñe-
tón Ayala, profesora de la Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia y subcoordi-
nado por Josefa Dorta Luis, profesora de la Universidad de La Laguna, Tenerife, Islas
Canarias, España.

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3) BL* Solo hay diferencias entre pretónica-tónica, siendo la tónica la


más larga.
4) L*B Solo hay diferencias entre tónica-postónica, siendo la tónica la
más larga.
5) LB* Solo hay diferencias entre la pretónica-tónica, siendo la pretónica
la más larga.
6) B*L Solo hay diferencias entre la tónica-postónica, siendo la
postónica la más larga.
7) BL*L La tónica es más larga que la pretónica y, a su vez, la postónica es
más larga que la tónica
8) LB*L Hay diferencias significativas entre la tónica y las dos adyacentes,
siendo aquella breve y estas largas.

Las comparaciones de estas estructuras han evidenciado diferen-


cias y similitudes, por ejemplo, entre Venezuela y Colombia. En estos
países vecinos la comparación entre las oraciones declarativas y las in-
terrogativas mostró que la configuración L* presenta un alto porcentaje
en el sintagma preposional (SP) de ambas modalidades en el habla co-
lombiana, mientras que en Venezuela constituye el segundo porcen-
taje más alto en el SP, siendo el primero el BL*. Es importante destacar
que este estudio se realizó solamente en voz femenina de dos locali-
dades en Venezuela (Caracas y Mérida) y dos en Colombia (Bogotá y
Medellín). También se encontró que las tónicas del SP en relación con
las tónicas del sintagma nominal (SN) y del sintagma verbal (SV) son
más largas, independientemente del país o la modalidad, mostrando
que la duración es un parámetro determinante para marcar el tonema,
como lo sugieren Fernàndez Planas y Martínez Celdrán (2003).
Otro estudio llevado a cabo en Colombia por Muñetón y Dorta
(2019) con el fin de determinar y describir las configuraciones dura-
tivas de oraciones declarativas e interrogativas en un corpus de habla
experimental emitido por mujeres y hombres de cinco de las principa-
les ciudades del país (Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla e Ibagué),
mostró que la configuración B* se presenta en las interrogativas con
mayor frecuencia que en las declarativas, mientras que en la configu-
ración L* sucede lo contrario, pues las declarativas aventajan a las in-
terrogativas.
Los trabajos anteriores, debido al número de participantes (cuatro en
los dos primeros y 10 en el último), usaron la descripción de frecuencias
o el análisis del chi cuadrado (χ2), que permiten observar si los resulta-

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Influencia de la duración en el reconocimiento de las modalidades oracionales en el  |  Muñetón

dos se deben o no al azar. Sin embargo, estos resultados no dan cabida


a examinar si la duración interactúa con la modalidad oracional, con
los sintagmas, o con ambos factores al tiempo. Además, no se llevaron a
cabo estudios perceptivos para validar los resultados obtenidos.
Para responder a estas preguntas, en el presente estudio hemos lle-
vado a cabo un diseño en el que interviene la modalidad, los sintagmas
y las configuraciones como variables independientes intrasujeto y la
variable dependiente es la producción media de cada configuración.
Además, con el fin de comprobar la veracidad perceptiva de los resul-
tados obtenidos en el primer estudio, posteriormente contrastaremos
si las diferencias encontradas en la producción son reconocidas a nivel
perceptivo. Para ello, aislaremos las configuraciones que diferencian
las modalidades oracionales a nivel estadístico y contrastaremos si los
oyentes identifican las oraciones como declarativas o interrogativas,
teniendo como referencia solo la duración. En resumen, el objetivo de
la investigación fue analizar la influencia de las configuraciones dura-
tivas en la diferenciación de las modalidades oracionales tanto a nivel
de producción como de percepción.

2. Estudio de producción
El propósito de la primera parte del estudio fue examinar si las configu-
raciones durativas intervienen en la diferenciación de las modalidades
oracionales a nivel de producción.

2.1. Método

2.1.1. Participantes
En esta etapa se analizaron las emisiones de 36 colombianos de seis
puntos de encuesta: Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, Ibagué y
Pasto. Cada punto estuvo constituido por seis informantes con edades
comprendidas entre los 25 y 45 años: un hombre y una mujer sin estu-
dios de la zona rural; un hombre y una mujer sin estudios de la zona
urbana; y un hombre y una mujer con estudios de la zona urbana.

2.1.2. Diseño y material


El proyecto AMPER consta de cuatro corpus: el fijo o formal, el situa-
cional, el Map Task y la conversación informal (Contini, 2005). En este

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estudio analizamos el corpus fijo, el cual consta de variables controladas


en su estructura oracional (oraciones sin expansión, con expansión en el
sujeto y con expansión en el objeto) y tipología acentual (palabras oxí-
tonas, paroxítonas y proparoxítonas); todas las combinaciones posibles
dan como resultado 63 oraciones en cada modalidad (declarativa e inte-
rrogativa). El corpus se presenta a los informantes de forma aleatoria y se
graba un mínimo de tres repeticiones que se analizaran posteriormente.
Además, seleccionamos nueve oraciones (tres en cada estructura
oracional) para cada modalidad oracional, por tanto, el total por sujeto
ascendió a 18. Teniendo en cuenta que de cada oración se presentan tres
repeticiones (54 oraciones por sujeto) pronunciadas por los 36 infor-
mantes, el total asciende a 1.944. El criterio de selección se basó en que
el sintagma nominal (con y sin expansión) y el preposicional (con y sin
expansión) debían coincidir en su estructura acentual, ya que el sintag-
ma verbal permanece invariable en todas las oraciones. La selección se
verificó de esta manera para que no hubiera vocales tónicas juntas. Las
oraciones fueron del tipo: la máquina se toca con pánico; el bandolín
español se toca con emoción; la guitarra se toca con paciencia finita.

2.1.3 Procedimiento
Las grabaciones de los hablantes de Medellín se hicieron en la cabina
insonorizada del laboratorio de fonética de la Universidad de Antio-
quia y las del resto de participantes en su lugar de residencia, utilizan-
do grabadoras TASCAM-100, con micrófono unidireccional externo,
modelo Sennheiser E845. Los datos fueron analizados posteriormente
con el programa AMPER-2006 (López et al., 2007) en el entorno Matlab
Matriz Laboratory3. Las rutinas creadas en Matlab permiten obtener, a
partir de la segmentación en el oscilograma, tres valores de F0 de cada
vocal silábica (en el inicio, en el medio y en el final), así como el valor
de la duración y de la intensidad. En este estudio nos enfocamos solo
en la duración.

2.1.4. Codificación de los datos


La codificación de los datos se llevó a cabo en siete pasos. En primer
lugar, se extrajo el valor de la duración de cada uno de los segmen-

3
Licencia Nº 878.004 del laboratorio de fonética de la Universidad de Antioquia.

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Influencia de la duración en el reconocimiento de las modalidades oracionales en el  |  Muñetón

tos vocálicos de las 1.944 oraciones; a continuación, por cada oración


usamos el valor medio de las tres repeticiones pronunciadas por cada
informante, por tanto, finalmente contamos con un total de 648 ora-
ciones. De estas hubo 72 oraciones por cada estructura oracional (SE,
ES y EO)4 y cada tipología acentual (O, P, Pp)5; 36 de modalidad decla-
rativa y otro tanto de modalidad interrogativa (ver Tabla 1). En segun-
do término, se segmentaron las oraciones en tres grupos sintagmáticos
SN (sintagma nominal), SV (sintagma verbal) y sintagma preposicional
(SP). Las oraciones con expansión en el sujeto y en el objeto constaban
de dos constituyentes: el correspondiente al sustantivo y a la expan-
sión. Todo se distribuyó en función de la modalidad.
En la tercera etapa, cada una de las vocales se rotularon como pre-
tónica, tónica y postónica, ya sea por fonética normal o fonética sintác-
tica. Por ejemplo, si hay que rotular la secuencia “el bandolín se toca”
la “e” de la sílaba “se” es la postónica de la sílaba “lín”. De esta manera,
el total de vocales rotuladas asciende a 6.912. Su conteo es como sigue:
en las oraciones SE se contabilizaron tres vocales tónicas y sus adya-
centes, lo cual asciende a nueve vocales, excepto en las oxítonas que
son solo ocho por obvias razones, dando un total de 1.872 vocales; en
las oraciones con ES y con EO se contabilizaron 12 para las paroxítonas
y proparoxítonas y 11 para las oxítonas, dando un total de 2.520 vocales
para cada una de las estructuras oracionales (Ver Tabla 1).

Tabla 1.
Número de vocales rotuladas en función de la estructura oracional y tipología
acentual.
Oraciones Oxítonas Paroxítonas Proparoxítonas Total vocales
SE 72 x 8 72 x 9 72 x 9 1.872
ES 72 x11 72 x 12 72 x 12 2.520
EO 72 x11 72 x 12 72 x 12 2.520
Total vocales 6.912
Nota. Las abreviaturas de la tabla son: SE = Sin expansión; ES = Expansión en el sujeto;
EO = Expansión en el objeto.
Fuente: Elaboración propia.

4
Abreviaturas de la estructura oracional: SE = Sin Expansión; ES = Expansión en el
sujeto; y EO = Expansión en el objeto.
5
Abreviaturas de la tipología acentual: O = Oxítona; P = Paroxítona; y Pp = Proparoxíto-
na.

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En el cuarto paso se generaron las DMP entre cada contraste de la


tónica con su adyacente: pretónica-tónica y tónica-postónica. En la
elaboración de los contrastes se tuvo en cuenta su tipología oracional
debido a que el contraste tónica-postónica es inexistente al final del SP
de las oxítonas. Así, por ejemplo, en las oraciones SE oxítonas se gene-
ran 216 contrastes en Pr-T, debido a que hay tres tónicas en cada una
de las 72 oraciones; pero en el contraste T-Ps encontramos 144, porque
solo hay dos tónicas en las cuales podemos llevar a cabo la compara-
ción. En total, se generaron 4.536 contrastes: 2.376 en Pr-T y 2.160 en
T-Ps (ver Tabla 2).

Tabla 2.
Total de contrastes en función de la estructura oracional y tipología oracional.
Oxítonas Paroxítonas Proparoxítonas
Pr-T T-Ps Pr-T T-Ps Pr-T T-Ps Total
T C T C T C T C T C T C Pr-T T-Ps
SE 3 216 2 144 3 216 3 216 3 216 3 216 648 576
ES 4 288 3 216 4 288 4 288 4 288 4 288 864 792
EO 4 288 3 216 4 288 4 288 4 288 4 288 864 792
Total 2.376 2.160
4.536

Nota. Las abreviaturas de la tabla son: T = Tónica; C = Contraste; Pr = Pretónica; Ps =


Postónica.
Fuente: Elaboración propia.

En el quinto paso, se crearon las configuraciones durativas, las cuales


ascienden a 2.376 debido a que por una tónica y sus adyacentes hay una
configuración. Por tanto, el número de vocales tónicas corresponde al
número de configuraciones. En el sexto paso se estableció una base de
datos en la cual hubo tres factores: la modalidad, los sintagmas y las con-
figuraciones durativas, siendo la variable dependiente la media de pro-
ducción de cada configuración, razón por la cual el valor de la produc-
ción de una configuración solo podía ser uno o cero. En el séptimo paso
se usó análisis multivariado de medidas repetidas de los tres factores.

2.2. Resultados
Presentaremos los resultados en tres grandes apartados: en el primero
observaremos el comportamiento de la duración basado en las medias

273

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Influencia de la duración en el reconocimiento de las modalidades oracionales en el  |  Muñetón

generales en función de los sintagmas oracionales y su modalidad; en


el segundo veremos la distribución de las configuraciones durativas; y
en el tercero observaremos el análisis multivariado de las configura-
ciones en relación con las modalidades oracionales y sus sintagmas en
cada una de las estructuras oracionales.

2.2.1 Análisis de las medias generales


En este apartado se llevó a cabo una serie de pruebas t para los con-
trastes de muestras independientes entre los sintagmas, teniendo en
cuenta la modalidad y la estructura oracional.

Figura 1. Media en ms de los sintagmas en función de la estructura oracional


y de la modalidad.
Nota. Abreviaturas usadas: SE = Sin expansión; ES = Expansión en el sujeto; EO = Expan-
sión en el objeto; SN = Sintagma nominal; SV = Sintagma verbal; SP = Sintagma preposi-
cional; y EXP = Expansión.
Fuente: Elaboración propia.

Observando los datos en conjunto, encontramos que, indepen-


dientemente de la modalidad o la estructura oracional, la duración
tiende a ser mayor en el SP que en el SN, tanto en las oraciones de-
clarativas (SE: t(35) = -9,06, p < ,000; ES: t(35) = -10,71, p < ,000; EO:
t(35) = -2,09, p < ,043); como en las interrogativas (SE t(35) = -12,88,
p < ,000; ES t(35) = -9,04, p < ,000; EO t(35) = -4,56, p < ,000), como lo
muestran los análisis por pares. Por otra parte, la Tabla 3 indica que
las oraciones declarativas tienen una duración significativamente
mayor que las interrogativas en cada sintagma, excepto en el SN de
las oraciones con ES, y en las EXP de las oraciones con EO en donde
no se encuentran diferencias.

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Tabla 3.
Media, desviación estándar y efectos significativos (P) al contrastar cada sintag-
ma en función de la modalidad oracional.
Declarativas Interrogativas
N
Media DE Media DE P
SN 36 64,55 11,38 59,94 10,76 0,000
SE SV 36 53,63 7,36 51,40 7,14 0,000
SP 36 83,25 13,69 79,55 12,88 0,003
SN 36 61,73 10,98 60,67 12,51 0,223
EXP 36 63,08 12,24 59,74 11,09 0,001
ES
SV 36 52,31 7,39 50,98 6,70 0,038

SP 36 81,89 10,46 79,39 12,74 0,033


SN 36 62,94 12,06 59,92 11,31 0,001
SV 36 55,18 8,17 52,75 7,88 0,001
EO
SP 36 65,31 8,81 62,53 9,27 0,001
EXP 36 66,34 9,54 66,73 11,53 0,702
Fuente: Elaboración propia.

2.2.2 Análisis de las configuraciones


En este apartado se presenta la distribución de las configuraciones ob-
servadas en el corpus colombiano tanto en las oraciones declarativas
como interrogativas teniendo en cuenta su estructura oracional y sin-
tagmática.

Tabla 4.
Distribución de las configuraciones en función de la modalidad, estructura ora-
cional y sintagmas.
Declarativas
SE ES EO
CONF. SN SV SP SN EX SV SP SN SV SP EX Total %
B*
37 85 16 47 49 83 21 47 79 52 42 558 23,48
B*L 0 5 0 2 1 4 1 0 5 0 0 18 0,76
BL* 11 17 50 12 1 19 48 10 20 9 25 222 9,34
BL L
*
0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 1 0,04
L* 20 1 37 14 10 0 31 16 2 21 31 183 7,70
L*B 40 0 5 32 46 0 7 35 1 26 10 202 8,50

275

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Influencia de la duración en el reconocimiento de las modalidades oracionales en el  |  LB*

LB* 0 0 0 0 1 1 0 0 1 0 0 3 0,13
LB L *
0 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0 1 0,04
Interrogativas
B* 40 78 32 56 54 85 34 47 81 61 42 610 25,67
BL
*
0 4 0 1 1 3 1 0 6 0 1 17 0,72
BL* 8 23 54 9 2 17 52 11 19 7 38 240 10,10
L* 19 2 18 7 7 1 15 11 1 11 19 111 4,67
LB
*
41 0 4 35 43 0 6 38 0 29 8 204 8,59
LB* 0 0 0 0 1 1 0 1 0 0 0 3 0,13
LB*L 0 1 0 0 0 1 0 0 1 0 0 3 0,13
Fuente: Elaboración propia.

La Tabla 4 muestra que el corpus en estudio generó las ocho con-


figuraciones que han sido reseñadas en Muñetón y Dorta (2019) y en
Muñetón et al. (2018) De estas, en el 50,84% intervienen DMP, con un
porcentaje ligeramente superior para las declarativas que para las in-
terrogativas (26,51% y 24,33%, respectivamente). Además, estos resul-
tados coinciden en señalar que la producción de B*L, LB*, LB*L y BL*L
(1,93% en total) es incipiente en comparación con el corpus en gene-
ral, por tanto, de cara a los análisis estadísticos vamos a considerar las
cuatro configuraciones con mayor representatividad, esto es, B*, L*B,
BL* y L* (98,07% en total).

2.2.3 Análisis multivariado


La Tabla 5 muestra las medias y desviaciones estándar de la produc-
ción de las configuraciones durativas en función de la modalidad y el
sintagma en cada una de las estructuras oracionales. De esta forma, se
llevó a cabo un análisis multivariado de medidas repetidas de tres fac-
tores para examinar el efecto de la modalidad (D/I)6 x sintagma (SN/
SV/SP/EXP) x configuraciones (B*/BL*/L*/L*B) en cada una de las tipo-
logías oracionales. En este diseño se comprueba si existen diferencias
entre las modalidades en función de los sintagmas y las configuracio-
nes en cada una de las estructuras oracionales.

6
Abreviaturas: D = Declarativa; I =Interrogativa.

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Tabla 5.
Medias y desviaciones típicas de la producción de las configuraciones durativas en
función de la modalidad y el sintagma en cada una de las estructuras oracionales.
Sin Expansión Expansión
expansión sujeto objeto
Modalidad Sintagma Configuración Media DT Media DT Media DT
Declarativa SN B* 0,34 0,05 0,44 0,04 0,44 0,04
BL* 0,10 0,03 0,11 0,03 0,09 0,03
L *
0,19 0,04 0,13 0,03 0,15 0,03
L*B 0,37 0,05 0,30 0,04 0,32 0,04
SV B *
0,79 0,05 0,77 0,05 0,73 0,05
BL* 0,16 0,05 0,18 0,05 0,19 0,05
L *
0,01 0,01 0,00 0,00 0,02 0,01
L*B 0,00 0,00 0,00 0,00 0,01 0,01
SP B *
0,15 0,04 0,19 0,04 0,48 0,05
BL* 0,46 0,05 0,44 0,04 0,08 0,02
L *
0,34 0,04 0,29 0,04 0,19 0,04
L*B 0,05 0,02 0,06 0,02 0,24 0,04
EXP B *
0,45 0,05 0,39 0,05
BL* 0,01 0,01 0,23 0,04
L *
0,09 0,03 0,29 0,04
L*B 0,43 0,04 0,09 0,03
Interrogativa SN B *
0,37 0,05 0,52 0,04 0,44 0,05
BL* 0,07 0,02 0,08 0,02 0,10 0,03
L *
0,18 0,03 0,06 0,02 0,10 0,03
L*B 0,38 0,04 0,32 0,04 0,35 0,04
SV B* 0,72 0,05 0,79 0,05 0,75 0,06
BL *
0,21 0,05 0,16 0,05 0,18 0,05
L* 0,02 0,02 0,01 0,01 0,01 0,01
LB
*
0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00
SP B* 0,30 0,05 0,31 0,05 0,56 0,05
BL *
0,50 0,05 0,48 0,04 0,06 0,03
L* 0,17 0,03 0,14 0,03 0,10 0,03
LB
*
0,04 0,02 0,06 0,02 0,27 0,04
EXP B* 0,50 0,05 0,39 0,05
BL *
0,02 0,01 0,35 0,04
L* 0,06 0,03 0,18 0,03
LB
*
0,40 0,04 0,07 0,02

Fuente: Elaboración propia.

277

Revist_LyL 41_.indb 277 12-05-2020 13:07:42


Influencia de la duración en el reconocimiento de las modalidades oracionales en el  |  0,02

a) Oraciones sin expansión


Los análisis mostraron un efecto principal de configuraciones F(3, 33)
= 46,75, p < ,000, la interacción modalidad x configuraciones F(3, 33)
= 3,20, p < ,036 y sintagma x configuraciones F(3, 33) = 36,77, p < ,000
fueron significativas, como también lo fue la interacción triple, F(6, 30)
= 36,77, p <,000. Con el fin de explicar la interacción de más alto nivel,
los datos se organizaron en dos figuras basadas en la modalidad. La
Figura 1 muestra los resultados en los diferentes sintagmas por cada
una de las configuraciones en la modalidad declarativa, en tanto que la
Figura 2 muestra los mismos datos, pero en la modalidad interrogativa.

Figura 1. Media de producción de las configuraciones en los diferentes sintag-


mas de las oraciones sin expansión en la modalidad declarativa.
Fuente: Elaboración propia.

Figura 2. Media de producción de las configuraciones en los diferentes sintag-


mas de las oraciones sin expansión en la modalidad interrogativa.
Fuente: Elaboración propia.

Las Figuras 1 y 2 muestran que la producción media de cada con-


figuración es similar en ambas modalidades, sin embargo, podemos

278

Revist_LyL 41_.indb 278 12-05-2020 13:07:42


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observar las diferencias en el SP, donde B* presenta una mayor pro-


ducción en las interrogativas que en las declarativas [t(35) = -3,29, p <
,002)], mientras que L* presenta una mayor producción en las declara-
tivas que en las interrogativas [t(35) = 4,84, p < ,000)]. Este contraste es
interesante debido a que B* significa ausencia de diferencias, mientras
que L* significa que la tónica es significativamente más larga que sus
adyacentes.

b) Oraciones con expansión en el sujeto


Los análisis mostraron un efecto principal de configuraciones F(3,
33) = 44,34, p <,000, las interacciones dobles, modalidad x confi-
guraciones F(3, 33) = 10,31, p < ,000 y sintagma x configuraciones
F(9, 27) = 36,77, p < ,000, fueron significativas, como también lo fue
la interacción triple, F(9, 27) = 36,77, p < ,004. Como en la anterior
estructura, los datos se organizaron en dos figuras basadas en la
modalidad. La Figura 3 y la Figura 4 muestran los resultados en la
modalidad declarativa e interrogativa, respectivamente, en los di-
ferentes sintagmas por cada una de las configuraciones. Los resul-
tados puntualizan el mismo patrón descrito anteriormente, esto es,
B* presenta una mayor producción en las interrogativas que en las
declarativas [t(35) = -2,84, p < ,007)], mientras que L* presenta una
mayor producción en las declarativas que en las interrogativas [t(35)
= 4,09, p < ,000)]. Como podemos observar ambas estructuras ora-
cionales presentan un modelo muy claro: la ausencia de diferencias
marca el sintagma interrogativo, mientras que la presencia marca el
sintagma declarativo.

Figura 3. Media de producción de las configuraciones en los diferentes sintag-


mas de las oraciones con expansión en el sujeto en la modalidad declarativa.
Fuente: Elaboración propia.

279

Revist_LyL 41_.indb 279 12-05-2020 13:07:42


Influencia de la duración en el reconocimiento de las modalidades oracionales en el  |  0,02

Figura 4. Media de producción de las configuraciones en los diferentes sintag-


mas de las oraciones con expansión en el sujeto en la modalidad interrogativa.
Fuente: Elaboración propia.

c) Oraciones con expansión en el objeto


En esta estructura oracional encontramos un efecto principal de con-
figuraciones F(3, 33) = 33,80, p <,000, mediatizada por una interacción
doble entre modalidad y configuraciones F(3, 33) = 5,27, p < ,004.
La Figura 5 muestra que la producción media de las configuracio-
nes es similar en ambas modalidades, sin embargo, podemos obser-
var las diferencias en la configuración L*, y aquí se vuelve a repetir el
patrón encontrado en las dos estructuras oracionales anteriores: la
producción de esta configuración es significativamente mayor en las
declarativas que en las interrogativas [t(35)=4,15, p <,000)].

Figura 5. Media de producción de las configuraciones en función de las moda-


lidades oracionales.
Fuente: Elaboración propia.

280

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Si bien tenemos claro que no hubo una interacción triple, con el


fin de profundizar un poco más en los datos llevamos a cabo análi-
sis t-test para medidas repetidas, contrastando cada configuración de
cada sintagma entre las modalidades. Los datos nos muestran que hay
diferencias significativas entre las declarativas y las interrogativas sola-
mente en el SP [t(35) = -2,84, p <,031)] y la EXP [t(35) = 2,64, p <,012)]
en la configuración L*, siendo mayor la producción en las declarativas
que en las interrogativas. Este dato está en línea con lo hallado en las
otras dos estructuras.

3. Test de percepción
Con el fin de comprobar la veracidad perceptiva de los resultados ob-
tenidos llevamos a cabo una segunda parte del estudio a través de un
test de percepción, aislando las configuraciones que diferencian am-
bas modalidades.

3.1 Método

3.1.1 Participantes
En este experimento participaron 45 estudiantes universitarios (23
mujeres y 22 hombres, con una media de edad de 21 años, en un rango
que abarcó entre los 18 y los 25 años) de diferentes localidades de Co-
lombia. Todos los participantes eran neurológicamente sanos, colom-
bianos hablantes nativos del español, escribían con la mano derecha
y no tenían problemas de audición. Tres participantes se descartaron
debido a que no comprendieron la tarea, dejando una muestra final de
42 personas, de las cuales 22 eran mujeres.

3.1.2 Diseño y material


De las oraciones recopiladas en el primer estudio se seleccionaron dos
oraciones sin expansión que cumplieran el criterio de las declarativas
y dos que cumplieran el criterio de las interrogativas. Esto es, en el SP
de las primeras, la vocal tónica debía ser significativamente más lar-
ga que las adyacentes como se muestra en la Figura 6 y en las otras,
la vocal tónica no debía presentar diferencias con sus adyacentes (ver
Figura 7). Por tal motivo, se tomaron oraciones con tipología acentual
paroxítona. A continuación, se extrajo su síntesis y se quitó su conte-
nido léxico. El test se diseñó usando el software E-prime 3(Psychology

281

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Influencia de la duración en el reconocimiento de las modalidades oracionales en el  |  0,02

software tools). Se registraron los aciertos y la latencia de la respuesta.


Este último dato se refiere al intervalo transcurrido entre la presenta-
ción del estímulo y el inicio de la respuesta. Su relevancia radica en
que permite observar la complejidad del procesamiento cognitivo en
el reconocimiento de la modalidad. Según De Vega (1992) entre más
complejo es el proceso mental, mayor será la latencia invertida en este.
La frecuencia fundamental de las oraciones se manipuló para que
fuera similar en toda la oración, con el objetivo de que no influenciara
la selección de los participantes. De igual manera, se eliminaron los
picos en la amplitud, para lo cual se usó el software PRAAT (Boersma
& Weenink, 2018).

3.1.3 Procedimiento
Durante el experimento los participantes se sentaron en una silla có-
moda y usaron auriculares. Se les indicó que iban a escuchar oraciones
sintetizadas, es decir, la melodía de la oración sin el contenido léxico.
Se les pidió que indicaran si la oración que escuchaban era declarativa
o interrogativa. Cada participante fue instruido para que respondiera
lo más rápido posible una vez que la había escuchado: si era decla-
rativa debía de pulsar la tecla “S” y si era interrogativa, la tecla “L”. Al
participante se le alertaba de la emisión del próximo ítem mediante
la presentación de un asterisco en el centro de la pantalla que duraba
1.000 ms.
Después de recibir las instrucciones los participantes escucharon
ocho oraciones de práctica, seguidas por un bloque experimental
constituido por 20 ensayos presentados al azar, 10 pertenecientes a las
oraciones declarativas y otros tantos a las interrogativas. Cada ensayo
consistía en presentar auditivamente una oración.

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Figura 6. Espectro de oración declarativa. Las barras negras muestran la dura-


ción de las vocales tónicas.
Fuente: Elaboración propia.

Figura 7. Espectro de oración interrogativa. Las barras negras muestran la du-


ración de las vocales tónicas. La línea azul señala la manipulación de la F0 y la
amarilla la amplitud.
Fuente: Elaboración propia.

3.2 Resultados
El objetivo de la segunda parte del estudio fue analizar si la duración
de las vocales del SP de las oraciones mediatiza el reconocimiento
de las modalidades oracionales como se mostró en los resultados

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Influencia de la duración en el reconocimiento de las modalidades oracionales en el  |  Declarativas

del estudio de producción. Para ello, comparamos las frecuencias


de aciertos y errores mediante el estadístico descriptivo del chi cua-
drado (χ2), porque nos permite observar si la distribución entre las
variables podría o no ser atribuida al azar. Los datos generales, es
decir, sin diferenciar entre declarativas e interrogativas, mostraron
que la frecuencia de los aciertos en comparación con la de los erro-
res está por encima del azar (χ2 = 73,70, p <0,000). Al realizar el mis-
mo análisis en cada modalidad encontramos un patrón similar en
las declarativas (χ2 = 102,06, p < 0,000) y en las interrogativas (χ2 =
4,16, p < 0,041). Por tanto, podemos inferir que la duración de las vo-
cales en posición final de la oración ayuda a la discriminación entre
las modalidades.
A continuación, comparamos las modalidades oracionales me-
diante un t-test de medidas repetidas, tomando como variables de-
pendientes los aciertos y la latencia. Los resultados mostraron que
los participantes aciertan más en las oraciones declarativas que en
las interrogativas (t (41) = 3,90; p < 0,000); sin embargo, la latencia es
inferior en las interrogativas que en las declarativas (t (41) = 4,39; p
< 0,000). Ello parece sugerir que el participante detecta más rápido
una oración interrogativa, mientras que en las declarativas les resulta
más complejo.

Tabla 6.
Media y DT en la modalidad declarativa e interrogativa en función de los acier-
tos y la latencia de la respuesta.
Declarativas Interrogativas
Aciertos M 0,67 0,53
DT 0,21 0,10
Latencia M 3029,62 2906,79
DT 505,51 460,42
Fuente: Elaboración propia.

4. Discusión
El objetivo de la investigación aquí descrita fue analizar la influencia
de las configuraciones durativas en la diferenciación de las modali-
dades oracionales tanto a nivel de producción como de percepción,
para lo cual se llevaron a cabo dos estudios, uno por cada nivel. Los

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participantes fueron diferentes en cada caso. En el primero, se llevó


a cabo un análisis general de medias, la descripción de las configura-
ciones durativas y el análisis estadístico de la producción de las con-
figuraciones, mientras que en el segundo, se realizó un test percep-
tivo que permitió validar los resultados encontrados en el nivel de la
producción oral.
En relación con el primer estudio, el contraste de medias mostró
que entre el SN y el SP aparecen diferencias durativas, siendo el úl-
timo el que presenta una mayor duración independientemente de la
modalidad. Resultados similares se mencionan en la voz de hablantes
femeninas venezolanas y colombianas (Muñetón et al., 2018) o en el
español estándar peninsular (Fernàndez Planas y Martínez Celdrán,
2003). Sin embargo, Muñiz Cachón (2017) reporta una mayor dura-
ción para las vocales del SN que para el SP en las oraciones decla-
rativas, mientras que las interrogativas siguen el patrón menciona-
do anteriormente, en hablantes de castellano y asturiano de Mieres
(Asturias). No obstante, mirando los resultados en conjunto, estos
apoyan la importancia de la duración como un rasgo determinante
para marcar el tonema, como ha sido sugerido por Fernàndez Planas y
Martínez Celdrán (2003) y, también podría ser un rasgo diferenciador
de los diversos modos de habla.
Las configuraciones durativas encontradas en esta investigación
son las mismas que han sido reportadas hasta el momento (Muñetón
et al., 2018; Muñetón y Dorta, 2019). Los porcentajes de producción
de las DMP que intervienen en las configuraciones se producen alre-
dedor del 45% al 50%. Por ejemplo, en el estudio de Muñetón y Dorta
(2019) se produce en un 45,29%; en el de Fernàndez Planas y Martínez
Celdrán (2003) lo hace en el 46%7; y en el presente estudio se verifica
en el 50,84%. Por tanto, en términos generales la configuración que
tiene una mayor frecuencia es aquella que no presenta diferencias
entre la tónica y sus adyacentes, esto es, la B*. De igual forma, la
distribución de las configuraciones que contienen DMP es similar a
la referida en Muñetón y Dorta (2019); así, las configuraciones que
acumulan la mayor frecuencia son BL* (19,44%), L*B (17,09%) y L*

7
Dato extraído de la Tabla 9 del estudio de Fernàndez Planas y Martínez Celdrán
(2003).

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Influencia de la duración en el reconocimiento de las modalidades oracionales en el  |  460,42

(12,37%). Las otras cuatro configuraciones B*L, LB*, LB*L y BL*L ofrecen
un porcentaje acumulado incipiente (1,93% en total). De esta manera,
los estudios coinciden en mostrar que las cuatro configuraciones que
concentran la mayor frecuencia son B*, BL*, L*B y L*. En relación con la
diferenciación de las modalidades en general, Muñetón y Dorta (2019)
reportan que la producción de B* es mayor en las interrogativas que en
las declarativas, mientras que estas últimas son caracterizadas por la
configuración L*.
Esta tendencia se ratifica en el análisis multivariado de medidas
repetidas (modalidad*sintagma*configuraciones) que realizamos
en el presente estudio, debido a que la media de producción de
estas dos configuraciones es, precisamente, la que mediatiza las
diferencias entre las modalidades en función de los diferentes
sintagmas. En primer lugar, en las oraciones sin expansión y con
expansión en el sujeto se presenta la interacción de los tres factores
indicando dependencia entre ellos. Así, ambas tipologías oracionales
coinciden en ubicar las diferencias en el SP, donde la producción
de la configuración L* es significativamente mayor en las oraciones
declarativas que en las interrogativas, mientras que la producción de
la B*, es mayor en las interrogativas que en las declarativas. En las
oraciones con expansión en el sujeto encontramos una interacción
doble entre modalidad y configuraciones, ratificando el patrón
encontrado en las otras dos estructuras oracionales, esto es, la
configuración L* presenta una mayor producción en las declarativas
que en las interrogativas. Sin embargo, debido al objetivo de la
investigación decidimos llevar a cabo un contraste de medias
entre cada una de las configuraciones en cada sintagma y en cada
modalidad por separado. Los resultados coincidieron en ubicar las
diferencias entre las configuraciones solamente en el SP, ya que en
el resto de sintagmas no hubo diferencias significativas de forma
similar que en las oraciones SE y con ES.
Según lo anterior, el diseño usado nos permite observar que las
modalidades oracionales sí se diferencian por la producción de las
configuraciones durativas que se presentan específicamente en el SP.
Con el fin de contrastar este resultado a nivel perceptivo, llevamos a
cabo un test de percepción en donde aislamos las configuraciones
reportadas en el SP. Los resultados mostraron que los participantes

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diferenciaban acertadamente las modalidades por encima del azar.


Además, también se observó que el nivel de aciertos era superior en
las declarativas que en las interrogativas, pero la latencia sigue un
patrón contrario, es decir, los oyentes invierten más tiempo en el
reconocimiento de las declarativas que en el de las interrogativas.
Teniendo en cuenta que la latencia de la respuesta es inversamente
proporcional a la activación de la información, esto es, cuanto mayor sea
la activación menor será el tiempo de respuesta, los datos en conjunto
sugieren que la síntesis de las oraciones activa más rápidamente la
información relacionada con la prosodia de las interrogativas que la
de las declarativas.
Por último, la investigación aquí descrita proporciona evidencia de
la importancia de la duración en la discriminación de las modalidades
oracionales tanto a nivel de producción como a nivel perceptivo.
Podemos ubicar la diferencia entre las modalidades en el SP, donde
las oraciones declarativas son caracterizadas por la configuración L* y
las interrogativas por la B*. Estas dos configuraciones difieren porque
la tónica en la L* presenta DMP con sus adyacentes a la vez, mientras
que en la otra no evidencia ninguna diferencia con sus adyacentes.
Sin embargo, consideramos conveniente analizar más adelante hasta
qué punto estos resultados se pueden generalizar a otras lenguas
románicas.

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Influencia de la duración en el reconocimiento de las modalidades oracionales en el  |  460,42

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Artículo
LITERATURA Y LINGUÍSTICA N°41, 2020 | ISSN 0716-5811 | pp. 291-309
DOI: https://doi.org/
Recibido: 04 de diciembre 2017 · Aceptado: 12 de noviembre 2019

Food court, bullying, cientista político:


manifestaciones del inglés en prensa en
español*1

Food Court, Bullying, Political Scientist: Evidence of English in


the Spanish Language Press

Constanza Gerding-Salas** , Paola Cañete-González*** ,


2 3

Carolin Adam****4

RESUMEN
Las nuevas formas de intercambio social y comercial han eviden- Palabras clave:
ciado el uso de préstamos del inglés en prensa en español; de neología léxica,
allí el interés por estudiar la neología léxica que deriva de esta préstamo del
lengua. En este trabajo se abordan tres subtipos de formaciones inglés, sintagma
anglicado, calco,
anglicadas: préstamos, sintagmas híbridos y calcos. El corpus se
prensa.
formó con unidades léxicas extraídas de prensa chilena observa-
da durante 12 años. La recopilación se realizó de forma manual
y semiautomática, y el criterio empleado fue la neologicidad
lexicográfica. Los neologismos fueron caracterizados según dis-
tintos aspectos, entre ellos, su formación y los ámbitos de mayor
ocurrencia. Los resultados mostraron una presencia importante
de los tres subtipos de formaciones anglicadas, especialmente
en ámbitos de innovación e intercambio. Además, se constató

*1
Este artículo expone resultados de una investigación adscrita al Observatori de
Neologia (OBNEO), proyecto internacional e interuniversitario de investigación en neo-
logía léxica del español y el catalán, liderado por la Universidad Pompeu Fabra de Bar-
celona. Además, a nivel nacional, el proyecto cuenta con el respaldo institucional de la
Dirección de Investigación de la Universidad de Concepción, Chile (TermUdeC, código:
03.F5.01).
**2
Chilena. Doctora en Educación de la Universidad de Concepción y Stockholms
Universitet. Académica de la Universidad de Concepción, Concepción, Chile. constanza.
gerding@gmail.com
***3
Chilena. Doctora en Comunicación Lingüística y Mediación Multilingüe de la Uni-
versidad Pompeu Fabra. Académica de la Universidad de Concepción, Concepción, Chi-
le. pcanete@udec.cl
****4
Alemana. Doctora en Lingüística de la Universidad de Concepción. Académica de
la Universidad de Concepción, Concepción, Chile. cadam@udec.cl

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Food court, bullying, cientista político: manifestaciones del inglés en prensa   |  Gerding-Salas et al

la tendencia a no modificar ortotipográficamente estas piezas


léxicas.

ABSTRACT
The prevailing forms of social and commercial exchange have Keywords:
made English loanwords evident in non-specialized Spanish lexical neology,
language press, generating interest in studying the different English loanword,
forms of Anglicized lexical neology. This paper deals with three Anglicized phrase,
subtypes of Anglicized formations in Spanish: loanwords, hy- calque, press.
brid phrases and calques. The corpus consisted of lexical units
extracted from Chilean newspapers observed over a period of
twelve years. The compilation was done both manually and se-
mi-automatically. The criterion used was that of lexicographi-
cal neologicity. The neologisms were characterized according
to their formation, grammatical category, among others. The
presence of the three subtypes of Anglicized formations was
very high, especially in areas of innovation and exchange. In
addition, the study confirmed the tendency to not modify these
lexical pieces typographically.

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|  ISSN 0716-5811  |   LITERATURA Y LINGUÍSTICA N° 41, 2020  | 

1. Introducción
El presente trabajo forma parte de las investigaciones realizadas en el
marco del proyecto internacional para el estudio de la neología léxi-
ca del español, Antenas Neológicas-Red de neología del español, fun-
dada en 2002 y liderada por el Observatori de Neologia de Barcelona,
OBNEO. El objetivo de esta red, formada por centros de investigación
de Argentina, Chile, Colombia, España, México y Perú, es describir las
manifestaciones de los neologismos en diferentes variedades del espa-
ñol, observados principalmente en prensa escrita no especializada. El
propósito es constatar la vitalidad de la lengua mediante un corpus de
neologismos de distintas variedades del español, analizar los recursos
que se utilizan para la innovación del léxico, difundir las nuevas crea-
ciones léxicas, contribuir a la actualización de diccionarios (Antenas
Neológicas-Red de neología del español, 2017) y aportar a la praxis de
profesionales cuya herramienta de trabajo es la lengua española, a sa-
ber, periodistas, traductores, docentes e investigadores, entre otros.
En esta red se analiza la presencia de nuevas voces en el español
sobre la base del protocolo denominado Metodología del trabajo en
neología: criterios, materiales y procesos instrumento creado por el
OBNEO (2004), que establece los criterios para la detección y clasifi-
cación de neologismos según diversos procesos. En primer lugar, este
documento presenta las unidades léxicas formadas con recursos pro-
pios del español, como los neologismos creados mediante afijación,
composición nominal, composición culta, lexicalización, conversión
sintáctica, sintagmación, procesos de truncación y resemantización,
por nombrar los más frecuentes. En segundo lugar, hace referencia a
unidades léxicas incorporadas desde otras lenguas y, por tratarse de
observación en textos periodísticos escritos, el OBNEO las circuns-
cribe esencialmente a los préstamos adaptados y a los préstamos no
adaptados ortográficamente. Por último, contempla una clasificación
de unidades léxicas difíciles de etiquetar, como creaciones ex nihilo,
cultismos o palabras dialectales y argóticas.
Dada la incidencia en español de piezas léxicas provenientes de
otras lenguas, este trabajo se centró en el segundo proceso: el présta-
mo en general y el préstamo del inglés en particular. En efecto, como
plantea Alba (2007), uno de los mecanismos frecuentes con el que las
lenguas amplían y enriquecen su caudal léxico es mediante la incor-

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Food court, bullying, cientista político: manifestaciones del inglés en prensa   |  Gerding-Salas et al

poración de préstamos, que son unidades léxicas que llegan a una


lengua como resultado del contacto o de las relaciones de los hablan-
tes con otras lenguas a lo largo de la historia, fenómeno natural del
que el español no está exento. Guerrero Ramos (2013) complementa
esta idea señalando que “los préstamos, aunque con las reticencias
lógicas por el empobrecimiento o arrinconamiento que el léxico pa-
trimonial pueda sufrir, siempre han estado presentes en las lenguas”
(p. 115). Es más, los préstamos integrales pueden sufrir un proceso
de adaptación que va desde la incorporación del extranjerismo crudo
hasta el momento en que su uso hace que origen pase inadvertido
para los hablantes. En algunas ocasiones se presentan propuestas
desde la Academia con las que los hablantes no siempre concuerdan
y, como el uso suele explicarlo, son ellos los que “en determinadas
ocasiones tienen, de modo inconsciente, la última palabra” (Prat Sa-
bater, 2016, p. 261).
Si bien los préstamos lingüísticos que ha incorporado el español
a su acervo lingüístico provienen de diversos orígenes, la adopción
y adaptación de préstamos del inglés se han visto favorecidas en dé-
cadas recientes por el impacto global de esta lengua y de la cultura
estadounidense en otras lenguas y culturas, como lo han refrendado
trabajos de diversos autores (Alfaro, 1984; Castañón Rodríguez, 2009;
Delgado Álvarez, 2005; Diéguez, 2004; Gómez Capuz, 2009; Haensch,
2005; Márquez Rojas, 2006; Morin, 2006; Sáez Godoy, 2005). De he-
cho, dada la prevalencia y la recurrencia en español de préstamos
anglicados con y sin adaptación —como se ejemplifica en Gerding-
Salas, Fuentes, Gómez y Kotz (2012b) (biodiésel, blog, online, ránking,
mall, pendrive, podcast, all inclusive, six pack, spam, retail, airbag)—,
la Antena Chilena de Neología de la Universidad de Concepción
(AChN-UdeC) ha centrado una parte de sus estudios recientes en
estas formas de innovación léxica (Fuentes, Gerding & Kotz, 2011;
Gerding Salas, Fuentes Morrison & Kotz, 2012a; Gerding et al., 2012b;
Gerding, Fuentes, Gómez & Kotz, 2014). Estos estudios se han reali-
zado a partir de corpus de prensa escrita no especializada, editada
en formato convencional y digital. Estos medios periodísticos, como
plantea Ortega (2001), constituyen una fuente fecunda para la obser-
vación de la creación léxica y, como sostiene Méndez (2011), también
constituyen un medio eficaz de propagación de neologismos entre

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los hablantes. De allí que la presente investigación se haya planteado


conocer el estado del arte de la neología léxica con influencia de la
lengua inglesa en el español, que se evidencia esencialmente en tres
tipos de unidades léxicas: los préstamos del inglés, según la concep-
ción del OBNEO (2004); los sintagmas híbridos, formados con pala-
bras patrimoniales y préstamos; y los calcos del inglés, desde la visión
de Gómez Capuz (2009):
• El préstamo es una “unidad importada de otra lengua” (OBNEO,
2004, p. 18), es decir, una voz de origen extranjero incorporada al
español con o sin modificación ortográfica; se distingue así entre
préstamo con adaptación y préstamo sin adaptación.
• Los sintagmas, por otra parte, son “unidades formadas por una
estructura sintáctica lexicalizada” (OBNEO, 2004, p. 16), y pueden
estar constituidos en su totalidad por préstamos, o bien, mediante
una forma híbrida, o sea, la combinación de un elemento patrimo-
nial y otro u otros de origen extranjero (pack de cerveza, doble pack
de filtro charger).
• El calco corresponde a la traducción literal de una palabra o frase.
A juicio de Gómez Capuz (2009), el calco puede ser léxico o semán-
tico. El calco léxico o estructural es
la sustitución de una palabra polimorfemática (…), por medio
de morfemas (…) ya existentes por sí solos en la lengua recep-
tora, de manera que la unión de estos elementos dé lugar a una
expresión polimorfemática (…) desconocida antes en esta len-
gua (Gómez Capuz, 2009, s/p).
Ejemplos de calcos estructurales son unidades como las siguien-
tes: estación de servicio, hacerle algo sentido a alguien, píldora del día
después. El calco semántico, por otra parte, “se limita a modificar el
significado de una palabra ya existente en la lengua receptora” (Gó-
mez Capuz, 2009, s/p). Ejemplos de calcos semánticos se presentan a
menudo en el lenguaje de la computación: mouse / ratón, window /
ventana, hard drive / disco duro. Según el mismo autor, los calcos léxi-
cos pueden subdividirse en calcos léxicos literales (money laundering
/ lavado de dinero) y calcos léxicos aproximados (money laundering /
blanqueo de dinero). Por otra parte, los calcos semánticos pueden ser
paronímicos —también conocidos como falsos amigos—, por ejemplo
assume / “asumir”, en lugar de “suponer”, “deducir”; y no paronímicos,

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Food court, bullying, cientista político: manifestaciones del inglés en prensa   |  Gerding-Salas et al

es decir, donde la similitud con una palabra de otra lengua es concep-


tual, no formal: file / archivo.
La aceptación de piezas léxicas anglicadas se ha visto favorecida
por la adopción, en diversos países, del paradigma de economía neoli-
beral con base en modelos estadounidenses que abogan por una am-
plia liberalización de la economía y por el libre comercio, lo que ha
traído aparejada la apertura de la actividad económica y comercial al
mundo globalizado (Gerding et al., 2014). Además, a esta aceptación
general de léxico anglicado ha contribuido también el desarrollo ver-
tiginoso de la ciencia, la tecnología y las comunicaciones y el estatus
del inglés como lengua de prestigio (Delgado Álvarez, 2005; Guerre-
ro Ramos, 1997; Gerding et al., 2012a; Gerding et al., 2014). De hecho,
entre las razones por las cuales se produce la incorporación de léxico
anglicado se suelen aducir con frecuencia el propósito de llenar vacíos
denominativos, la necesidad de conseguir una comunicación diligente
y eficaz, la economía lingüística y el uso jergal (Diéguez, 2004; Gerding
et al., 2014; Millán Loreto, 2004).
En este contexto, el objetivo de este trabajo fue analizar las carac-
terísticas más relevantes de la innovación léxica en la variante chilena
del español desde la perspectiva del léxico anglicado en algunas de sus
tres manifestaciones más frecuentes. Lo que se buscó con este análi-
sis fue describir la configuración de las unidades objeto de estudio, así
como identificar los ámbitos específicos en que se usan y las razones
por las que se emplearían en la prensa, con el fin de sensibilizar a los
profesionales de la lengua respecto de la presencia de estas formas de
innovación frecuentes en el español actual.

2. Metodología
Como fuentes de recopilación de neologismos en la prensa chilena se
eligieron los periódicos El Mercurio, El Sur, Las Últimas Noticias y The
Clinic. Los criterios para la selección de estas fuentes de recopilación
fueron los siguientes:
• que fueran periódicos de circulación nacional (El Mercurio, Las Úl-
timas Noticias y The Clinic) y local (El Sur);
• que el formato de los periódicos seleccionados incluyera ediciones
digitales como también en soporte de papel; y

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• que abarcaran una diversidad de registros lingüísticos (Las Últimas


Noticias y The Clinic presentan artículos con un registro lingüístico
más informal que los otros periódicos) y de orientaciones ideológi-
cas (El Mercurio y The Clinic representan posturas ideológicas reco-
nocibles y opuestas).
La recopilación de neologismos se realizó de forma manual y se-
miautomática, y las unidades léxicas se almacenaron en un banco de
datos (Banco de datos del OBNEO, BOBNEO, 2017). Los datos de cada
neologismo se ingresaron a fichas neológicas que se administran en
una plataforma en línea (OBNEO, 2004) y el procedimiento para el
vaciado es similar al del vaciado de fichas lexicográficas: se presentan
diversos campos por llenar, que cubren los aspectos formales, lingüís-
ticos y culturales-contextuales. La recopilación semiautomática, reali-
zada mediante la herramienta Buscaneo (OBNEO, 2004), consiste en
la extracción de neologismos de las ediciones en línea de las fuentes
ya mencionadas. Esta fase se realizó de forma automática mediante
el contraste de las unidades con el corpus lexicográfico de exclusión
incorporado. Sin embargo, este mecanismo suele recoger candida-
tos que no corresponden a unidades neológicas propiamente dichas,
como algunos nombres propios y errores ortotipográficos, entre otros,
los que el neólogo debe depurar.
El proceso manual de recopilación, por su parte, consiste en la re-
visión de periódicos en soporte de papel, realizado por las investiga-
doras, proceso durante el cual se extraen de estas fuentes las unidades
que se consideran neológicas, sobre la base de criterios de neologici-
dad previamente establecidos. Cabré (1993) plantea que existen diver-
sos criterios, entre los cuales los tradicionales son el diacrónico, el de
inestabilidad formal o semántica, el psicolingüístico y el lexicográfico.
Según la autora, ninguno de los cuatro criterios es, por sí solo, definiti-
vo para el reconocimiento de unidades nuevas y, a falta de un criterio
único, objetivo y sistemático, los neólogos suelen optar por el paráme-
tro lexicográfico.
Para la observación neológica que realizan las Antenas Neológi-
cas son preponderantes los criterios psicolingüístico y lexicográfico
(OBNEO, 2004). El primero se funda en el “sentimiento de neologi-
cidad” (Sablayrolles, 2000), que se refiere a la intuición que tienen
los hablantes acerca de la condición de nuevas palabras que apa-

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Food court, bullying, cientista político: manifestaciones del inglés en prensa   |  Gerding-Salas et al

recen en su propia lengua, sentimiento que suele ir disipándose a


medida que las voces se arraigan en el repertorio de los hablantes.
El segundo criterio alude a la condición de neológica de una unidad
léxica potencialmente nueva, cuando se constata que no figura
registrada en una batería lexicográfica previamente definida como
corpus de exclusión. Dicha condición desaparece cuando la unidad
es incorporada a una de estas obras lexicográficas de referencia
(Cabré, 1993). Este último parámetro complementa el criterio
psicolingüístico, por cuanto permite a todos los integrantes de la red
homogeneizar la detección de las unidades léxicas y establecer su
carácter neológico de manera objetivable.
El corpus de exclusión estuvo constituido por el Diccionario de uso
del español de América y España (Battaner, 2002) y el Diccionario de la
lengua española (Real Academia Española, RAE, 2016). Ambas obras
forman parte del repertorio lexicográfico de exclusión del OBNEO, por
ser representativas de los diccionarios actuales de amplia divulgación
en círculos de habla hispana, porque ponderan el uso por sobre la
norma y porque ambos poseen formato de papel y digital o en línea, lo
que facilita las constataciones.
Para el caso específico de los sintagmas anglicados, los criterios
utilizados para determinar el estatus de unidad léxica híbrida,
préstamo o calco fueron la competencia lingüística del español y del
inglés de las investigadoras, su intuición lingüística (impresión de
estar ante una traducción literal o una anomalía) y la comprobación
de la pertinencia del criterio intuitivo mediante documentación
escrita en sitios web confiables. En estos casos, se usó también un
corpus lexicográfico de referencia en inglés de consulta en línea,
compuesto por las obras Merriam-Webster Dictionary and Thesaurus
(s/f, con la impronta de la variedad “estadounidense estándar” del
inglés), Free online English dictionary from Oxford dictionaries (s/f,
con el sello de la variedad “británica” del inglés, aunque esta obra
consigna también usos del inglés estadounidense) y WordReference
(2016). Esta última fuente lexicográfica se usó por sus características
de diccionario bilingüe, actualizable y con foro de discusión, lo que
resultó particularmente útil para desentrañar el sentido de unidades
neológicas anglicadas escasamente documentadas, por ser de uso
muy reciente.

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3. Resultados y discusión
Los análisis realizados permitieron observar distintas características
de las piezas léxicas anglicadas en su manifestación en la prensa.
En primer lugar, se observó que de un corpus constituido por 15.996
unidades léxicas neológicas de variados tipos de formación (BOBNEO,
2017) los préstamos, en general, representaron prácticamente el 30%
(N = 4.747) y que de ese porcentaje el 80% (N = 3.838) correspondió
específicamente a formaciones anglicadas (Banco de datos del Obser-
vatori de Neologia, 2017). El segundo lugar en cuanto a presencia en
la prensa lo ocuparon los préstamos provenientes del francés (crutón,
déjà vu) y el tercero, los préstamos del italiano (a capella, risotto), am-
bos con muy escasa presencia (7% y 3%, respectivamente).
La alta frecuencia de unidades anglicadas en la prensa obedece-
ría, por un lado, al influjo político, económico y cultural de Estados
Unidos en la sociedad chilena actual, lo que se traduciría en una rela-
tiva soltura por parte de los hablantes para incorporar préstamos del
inglés cuando las creaciones nuevas aún carecen de denominación
en español (youtuber, cameo, Bluetooth) o en una marca de prestigio
que los hablantes atribuirían al uso de voces anglicadas (app, after
office, hacer sentido). Por otro lado, la adopción de voces de origen
anglicado en la prensa estaría influida también por la urgencia de
trasvasar al español mensajes originalmente redactados en inglés
(lavado de dinero, tarifa plana, pantalla touch) y por el empleo de
vocablos cortos, propios de la funcionalidad del estilo periodístico
(wifi, mall, food court).
Respecto de la adaptación de anglicismos, se determinó que apenas
el 8% evidenció algún tipo de modificación ortográfica al ser emplea-
dos por los redactores de prensa. De este resultado se puede colegir
que en Chile no habría una intención de naturalización o adaptación
ortográfica de los préstamos, cuestión que se ha observado también en
estudios anteriores (Diéguez, 2004; Gerding et al., 2012a; Gerding et al.,
2014). Los préstamos del inglés que sufren adaptación ortográfica, por
lo general, exhiben una alteración menor en su escritura (por ejemplo:
ciberbullying, pendrive, ránking, reggaetón). Los préstamos sin
adaptación corresponden a variados ámbitos y son de uso recurrente
en la prensa estudiada (por ejemplo: coach, retail, selfie, smartphone,

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Food court, bullying, cientista político: manifestaciones del inglés en prensa   |  Gerding-Salas et al

six-pack, bluetooth, blue-ray, coffee break, cupcake, bullying, trailer,


casting, delivery, kickboxing, crossfit, crowdfunding, merchandising).
A modo de confirmación, fue interesante constatar que el uso de
préstamos inalterados del inglés es omnipresente en la prensa de todos
los países que conforman la red Antenas Neológicas (Gerding et al.,
2012b). Sin embargo, es importante mencionar que cada variante de la
lengua exhibe una proporción variable de préstamos y su incorporación
no siempre es coincidente de un país a otro, como ocurre, por ejemplo,
con la denominación del dispositivo portátil que se emplea para
almacenar datos y trasladarlos de un computador a otro. Algunas
denominaciones de este dispositivo corresponden a un préstamo
directo del inglés (pendrive, pen drive, memory stick), otras a préstamos
híbridos (memoria flash, memoria usb, llave usb, lápiz usb), otras a una
traducción literal o calco (lápiz de memoria) y otras a formaciones más
creativas en la lengua receptora (memoria portátil, llave maya).
En cuanto a la presencia de unidades sintagmáticas neológicas
anglicadas en el español de Chile, se determinó que del total de
sintagmas registrados, el 23% correspondía a unidades anglicadas.
La mayor parte estaba formada por calco anglicado (86%), como
por ejemplo, “cientista político”, cuya denominación (“politólogo”)
se encuentra documentada en el Diccionario de la lengua española
(2016). Los sintagmas híbridos, por su parte, como “horario prime” en
lugar de “horario de máxima audiencia” (WordReference, 2016), solo
tuvieron una representación del 14%.
Respecto de los sintagmas formados por calco anglicado, se obser-
vó una fuerte predominancia de los calcos léxicos frente a los calcos
semánticos (82% y 18%, respectivamente). En la primera categoría des-
tacaron los calcos léxicos literales, con una recurrencia del 80% (por
ejemplo, “dispositivo vestible”, traducido literalmente de wearable de-
vice; “patio de comida(s)”, de food court, y “efecto invernadero”, de gre-
enhouse effect). En cambio, los calcos léxicos aproximados representa-
ron solo el 2% y, en estos casos, la adaptación podría deberse a matices
culturales, como en “píldora del día después”, proveniente de morning
after pill y “patio gastronómico” o “plaza de comida” y food court, o
bien, a algún grado de economía lingüística, como en “anticonceptivo
de emergencia” para emergency contraceptive pill, donde se omite la
palabra “píldora”.

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Por otra parte, el 8% correspondió a calcos semánticos del tipo pa-


ronímico, mientras que el 10% a los de tipo no paronímico. En el pri-
mer grupo se encontraron unidades como “orgánico, ca”, tomado del
inglés en el sentido de “sin agroquímicos” (como en “café orgánico”) y
“dramático, ca”, cuyo significado en español es “teatral, afectado, relati-
vo al drama o capaz de interesar y conmover vivamente” (Diccionario
de la lengua española, 2016), pero ha ingresado a esta lengua con el
sentido anglicado de “drástico, ca” (como en la “dramática alza” del dó-
lar). La aceptación de elementos como “orgánico, ca” y “dramático, ca”,
de los que el hablante común no parece advertir su carácter neológico
en español, respondería naturalmente al parecido formal de estas vo-
ces en ambos idiomas. En cuanto al grupo de calcos semánticos no pa-
ronímicos, se observó la traducción literal del significante, como en el
caso de “blando, da” para el adjetivo soft en sintagmas como “habilida-
des blandas” o “competencias blandas” (términos provenientes de la
psicología organizacional y que se refieren a “habilidades sociales”) o
“plano, na”, para el adjetivo flat, con el nuevo sentido de “fijo, ja”, como
en “tarifa plana” (cuyo significado anglicado implica “sin variación”).
En lo que respecta a las formaciones sintagmáticas híbridas, se ob-
servó que su estructura respondía a distintos mecanismos combinato-
rios, siendo el más frecuente el de una voz patrimonial seguida de un
préstamo intacto (como en “pantalla touch” o “pagar online”). También
se comprobó que las unidades anglicadas coexisten con sintagmas pa-
trimoniales (por ejemplo, “hora peak” con “hora pico” u “hora punta”),
incluso en una misma fuente de recopilación, y su uso podría estar de-
terminado por razones de estilo, de variante diatópica o de preferencia
del redactor.
Adicionalmente, se comprobó que el elemento anglicado de algu-
nas unidades híbridas tenía un equivalente documentado en español,
como en el caso de “televisor inteligente” o “red inalámbrica”, en lugar
de “televisor smart” o “red wifi”, respectivamente, pero la frecuencia de
uso de la formación híbrida era mayor que la de la formación con ele-
mentos solo patrimoniales. Como ya se ha comentado, es probable que
la presencia de este tipo de sintagmas en la prensa esté condicionada
por el prestigio del que goza la lengua inglesa, como también por eco-
nomía lingüística o por factores asociados con la contingencia, como
ocurre con muchas unidades léxicas anglicadas no sintagmáticas.

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Food court, bullying, cientista político: manifestaciones del inglés en prensa   |  Gerding-Salas et al

Otros aspectos observados en relación con las unidades neológi-


cas anglicadas fueron la categoría gramatical a la que pertenecían las
unidades neológicas y el uso de marcas tipográficas con que estaban
etiquetadas. Por una parte, se observó que la categoría gramatical pre-
dominante fue el nombre, con una presencia superior al 80%, lo que
se explicaría por la necesidad de denominar las realidades nuevas a
medida que estas se van creando. La alta frecuencia de la categoría
nombre dice relación con la fuerte carga semántica de estas palabras
lexicales. En el caso de los sintagmas anglicados híbridos y los cal-
cos, se observó que, si bien cumplían diversas funciones gramatica-
les, como sintagmas adverbiales (a full), sintagmas verbales (hacer
bullying) y sintagmas nominales (crossfit al aire libre, hora peak), los
ítems léxicos que cumplían la función de nombre tuvieron una fuerte
presencia: 80% para los neologismos híbridos (por ejemplo, “bullying
virtual”, “chico reality”, “secuestro express”) y 84% para los calcos neoló-
gicos (por ejemplo, “contaminación cruzada”, “responsabilidad social
empresarial”, “tienda de conveniencia”). La presencia de formaciones
híbridas y por calcos sintagmáticos verbales, adverbiales y preposicio-
nales fue muy poco significativa (< 2%).
Por otra parte, menos del 30% de las unidades anglicadas evidenció
algún tipo de marca tipográfica que señalara su condición de extran-
jerismo, siendo la letra cursiva y las comillas las etiquetas más usadas.
Por ejemplo, el anglicismo retail se detectó en 153 ocasiones en el pe-
ríodo estudiado, pero solo 25 veces estaba escrito en letra cursiva y no
se evidenció ningún otro tipo de marca. La inestabilidad en el uso de
marcas tipográficas para un mismo anglicismo podría ser un indicio
de la gradualidad del proceso de asimilación del extranjerismo en el
español.
Al analizar las áreas temáticas en las que hubo presencia de unida-
des léxicas anglicadas, se observó una mayor concentración en tecno-
logía e informática, economía y comercio, medicina y salud, medioam-
biente y derecho, lo que confirma los hallazgos de estudios anteriores
(Fuentes, Gerding-Salas, Pecchi, Kotz y Cañete-González, 2009; Ger-
ding et al., 2012a; Gerding et al., 2014). De acuerdo con una clasifica-
ción realizada a partir de las áreas temáticas establecidas en el Repo-
sitorio Institucional (Comisión Nacional de Investigación Científica y
Tecnológica, CONICYT, 2016), en este estudio se observó que más del

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60% de los anglicismos no adaptados se concentraba en actividades


relacionadas con cuatro ámbitos principales:
• tecnologías de la información y la comunicación: e-book, hashtag,
roaming;
• cultura y entretención: after hour, talk show, videogame;
• deportes: canopy, match point, running; y
• economía, comercio y finanzas: crowdfunding, factoring, retailer.
Esta marcada presencia de piezas léxicas anglicadas en dominios
específicos podría deberse, en primer lugar, a la escasez de manuales,
aplicaciones y etiquetado de productos en ciertos ámbitos traducidos
al español, como el computacional, por ejemplo, donde mucha infor-
mación está disponible principalmente en inglés, razón por la que el
léxico ingresaría de forma directa, contribuyendo así a la incorpora-
ción de términos anglicados. Adicionalmente, la información escrita
en inglés en internet supera ampliamente a la que circula en español,
por lo que muchas veces se recurre a anglicismos para llenar vacíos
denominativos.
En segundo lugar, muchas manifestaciones culturales (música,
deportes, gastronomía, entre otros) provenientes de Estados Unidos
tienen amplia acogida en Chile, especialmente entre los jóvenes, lo
que provocaría el transvase de préstamos que aluden a expresiones
artísticas populares y hábitos, ya sea con el propósito de llenar va-
cíos léxicos o por esnobismo de los consumidores de la cultura esta-
dounidense: podcast, shoegazing, runner, crossfit al aire libre, donut,
delivery).
Finalmente, es posible pensar que la influencia del inglés en el
plano de la economía, el comercio y las finanzas tenga relación direc-
ta con el modelo económico de libre mercado vigente en Chile desde
hace unas cuatro décadas. Como consecuencia, muchos economis-
tas chilenos se han posgraduado en universidades estadounidenses,
por lo que es frecuente que utilicen parte de la jerga de la economía
directamente en inglés, o bien, que la incorporen por la vía del calco
o la hibridación. Además, al ser este idioma la lengua franca de los
acuerdos comerciales entre Chile y otros países, como China, India y
Japón, por ejemplo, la adopción y la adaptación de préstamos puede
verse favorecida.

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Food court, bullying, cientista político: manifestaciones del inglés en prensa   |  Gerding-Salas et al

Contrariamente a las tendencias anteriores, se observó que la fre-


cuencia de uso de los distintos tipos de unidades anglicadas es muy
baja en la prensa en áreas como el vestuario, la moda, el turismo y la
hotelería, probablemente porque los anglicismos de uso frecuente en
estos rubros a menudo aparecen en publicaciones especializadas, en
menús de restaurantes, en catálogos de tiendas o en folletos turísticos,
más que en artículos noticiosos.
Ahora bien, entre las principales razones por las que se usarían
préstamos del inglés en la prensa se podrían mencionar las siguien-
tes: a) economía lingüística: notebook en lugar de “computador
portátil”, upgrade en lugar de “actualización de tecnologías de la in-
formación”, sitcom en lugar de “comedia de equivocaciones”; b) pres-
tigio social: know how en lugar de “conocimiento práctico”, lodge en
lugar de “hotel para excursionistas de nivel socioeconómico alto”,
outdoor en lugar de “al aire libre”; c) vacíos denominativos: jingle
para referirse a una “canción breve y contagiosa con fines publicita-
rios”, subprime para “crédito de alto riesgo”, commodity para “materia
prima semielaborada”.

4. Conclusiones
La participación de una diversidad de países en intercambios eco-
nómicos, sociales y culturales ha redundado en la necesidad de dis-
poner de una suerte de lengua franca para el entendimiento entre
personas de distintas lenguas. El idioma inglés ha servido para tal
propósito y se ha convertido en lengua funcional en muchas socie-
dades actuales, permeándolas tanto en el lenguaje de las especiali-
dades como también en el del léxico común. De este modo, el léxico
del español se ha visto influido de manera importante por el predo-
minio de la lengua inglesa en las comunicaciones internacionales
actuales, hecho que confirman los resultados obtenidos en el pre-
sente estudio.
En general, el predominio de anglicismos obedecería a la universa-
lidad del inglés, por efecto de la adopción de un determinado modelo
de desarrollo económico y social, lo que supone distintos niveles de
influencia científico-técnica y cultural. Obviamente, la incorporación
de nuevas unidades léxicas anglicadas en español podría estar supe-
ditada a una multiplicidad de razones, pero probablemente las más

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importantes sean la necesidad de llenar vacíos para la denominación


de nuevos objetos, procesos o fenómenos y el prestigio que conlleva
el uso de elementos anglicados. Esta influencia es palmaria en deter-
minadas áreas del conocimiento, donde el nuevo léxico anglicado res-
ponde a innovaciones específicas. Tal como lo demostró la presente
investigación, en la prensa chilena la influencia del inglés es particu-
larmente marcada en las áreas de las tecnologías de la información y
la comunicación, de la cultura y entretención, de los deportes y de la
economía, el comercio y las finanzas.
En la prensa chilena, las unidades léxicas anglicadas suelen usar-
se sin mayores modificaciones ortográficas, posiblemente debido a la
premura con que estas se van incorporando y también a la disposición
de los usuarios para aceptarlas sin mayor cuestionamiento. Tampoco
es muy frecuente encontrarlas marcadas tipográficamente para indi-
car su condición de extranjeras o de neológicas, especialmente cuando
el uso se va haciendo recurrente o cuando se presume que las marcas
podrían entorpecer la fluidez de la lectura. En dos estudios recientes
(Gerding Salas, Cañete-González y Adam, 2018; Gerding Salas, Cañete-
González, Adam y Blanco Correa, 2019), se indagó en las motivacio-
nes y razones que tendrían los periodistas chilenos para optar por no
modificar ortográficamente ni marcar tipográficamente las unidades
anglicadas que recogen e incorporan en sus textos. Los resultados de
dicho estudio han aportado información no especulativa y más precisa
acerca de las razones de estas tendencias.
En cuanto a las categorías gramaticales a las que pertenecían las
unidades anglicadas encontradas en la prensa chilena, tanto en este
estudio como en otros anteriores (Gerding et al., 2012a; Gerding et
al., 2014) se pudo constatar una fuerte predominancia de la categoría
nombre, tanto para las unidades neológicas por préstamo, como para
los calcos y los sintagmas híbridos. Este fenómeno debería estar aso-
ciado con la necesidad de dar nombre a realidades nuevas.
Ahora bien, los préstamos del inglés, los calcos anglicados y los sin-
tagmas híbridos pueden variar de una comunidad hispanohablante a
otra e incluso, a veces, alternar con equivalentes en español. Esta ines-
tabilidad —que es propia de los procesos neológicos—, da cuenta de
la flexibilidad que presenta el uso y de la importancia del rol de los
hablantes en el uso de neologismos anglicados.

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Food court, bullying, cientista político: manifestaciones del inglés en prensa   |  Gerding-Salas et al

Cabe pensar que, ante la ausencia de una política lingüística defi-


nida, los periodistas en particular y los comunicadores en general, así
como también otros profesionales (profesores, traductoresy escritores,
entre otros) pueden tener un papel relevante y decisivo en la incorpo-
ración o la prescindencia de léxico anglicado en el repertorio léxico de
una comunidad hablante del español. De hecho, este trabajo puede
aportar concretamente con trabajos interdisciplinares, talleres y colo-
quios a la sensibilización de académicos universitarios y profesiona-
les de la prensa, especialmente porque la Universidad de Concepción
cuenta con medios de difusión intra- y extrainstitucionales donde el
objeto de estudio de este trabajo, es decir, el uso de unidades anglica-
das, puede ser recurrente.

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Artículo
LITERATURA Y LINGUÍSTICA N°41, 2020 | ISSN 0716-5811 | pp. 311-332
DOI: https://doi.org/10.29344/07194145.41.2088
Recibido: 12 de marzo 2019 · Aceptado: 13 de enero 2020

Estudio fonético-acústico de los segmentos


que realizan las secuencias grafémicas <hi>
y <hu> seguidas de vocal en el castellano
hablado en Chile * 1

Acoustic-Phonetic Study of Segments Using Orthographic


Sequences <hi> and <hu> Followed by Vowel in
Chilean Spanish

Lizbeth Gómez Aliste **, Mauricio Figueroa Candia ***,


2 3

Gastón Salamanca Gutiérrez **** 4

RESUMEN
Este estudio entrega la primera evidencia destinada a determinar Palabras clave:
la naturaleza fonética de los sonidos articulados en las secuen- <hi> más vocal,
cias ortográficas <hi> y <hu> más vocal para el castellano habla- <hu> más vocal,
do en Chile. Para ello, se anotaron instancias de estas secuencias vocoide, contoide,
y se midieron algunas de sus propiedades acústicas. Luego, se castellano chileno.
compararon los datos provenientes de las secuencias en estudio
mediante modelos generalizados lineales mixtos con los de dip-
tongos crecientes (por ejemplo [je] y [we]) y también con sílabas
de tipo CV (por ejemplo [d͡ʒe] y [gʲe]), con el fin de determinar si
el primer elemento de las secuencias <hi> y <hu> más vocal tenía
más parecido a unidades de tipo vocálico o de tipo consonántico.
Los resultados sugieren que el primer elemento de las secuen-
cias ortográficas tiene propiedades acústicas más similares a las
de sílabas de tipo CV, lo que presenta importantes desafíos para

*1
Trabajo desarrollado en el marco del proyecto Fondecyt 1161466, titulado “Realiza-
ciones fónicas segmentales en habla subestándar: una contribución a la construcción de
un inventario inclusivo y actualizado de fonemas y alófonos del español de Chile”.
**2
Chilena. Magíster en Lingüística Aplicada de la Universidad de Concepción. Acadé-
mica de la Universidad del Biobío, Concepción, Chile. lizgomez@udec.cl
***3
Chileno. PhD in Speech, Hearing and Phonetic Sciences del University Co-
llege London. Académico de la Universidad de Concepción, Concepción, Chile.
maufigueroa@udec.cl
****4
Chileno. Doctor en Lingüística de la Universidad de Concepción. Académico de la
Universidad de Concepción, Concepción, Chile. gsalaman@udec.cl

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Estudio fonético-acústico de los segmentos que realizan las secuencias grafémicas  |  Gómez et al

la interpretación de esta sección del sistema fonético y fonológi-


co del castellano.

ABSTRACT
This study provides first evidence to describe the phonetic nature Keywords: <hi>
of the sounds articulated in the orthographic sequences <hi> and followed by vocal,
<hu> followed by vowel in Chilean Spanish. In order to do this, <hu> followed
instances of these sequences were observed, and some of their by vocal, vocoid,
acoustic properties were measured. The acoustic data obtained contoid, Chilean
from the orthographic sequences was compared using generali- Spanish.
zed linear mixed models to those of Spanish opening diphthongs
(e.g., [je] and [we]) and of CV syllables (e.g., [d͡ʒe] and [gʲe]), in
order to determine whether the first element of the <hi/hu> se-
quences is more similar to vocalic or consonantal units. The re-
sults suggest that the <hi> and <hu> orthographic sequences are
more closely related, at least acoustically, to CV syllables, which
poses interesting challenges for the interpretation of this section
of the Spanish phonetic and phonemic systems.

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1. Introducción
Los segmentos deslizados [j] y [w] (también llamados glides, o semi-
consonantes) han formado parte de extensos debates que aún hasta
hoy no se encuentran completamente zanjados (Bowen & Stockwell,
1955; Harris & Kaisse, 1999). En efecto, aunque diversos autores con-
cuerdan en cuáles son los procesos fonéticos y fonológicos que ocu-
rren en los diptongos del español, aún no se ha logrado aclarar de ma-
nera convincente cuáles son las realizaciones fonéticas que ocurren
cuando estas glides van precedidas del grafema <h>, ni tampoco ha
sido posible proponer una representación fonológica estable para es-
tas secuencias. Este estudio se propuso contribuir a avanzar en el co-
nocimiento de algunas de las propiedades acústicas de las secuencias
conformadas por <hi> seguida de vocal y <hu> seguida de vocal, a tra-
vés del uso de metodologías de la fonética acústica y de la estadística
inferencial, con la finalidad de proveer insumos para que, en futuras
incursiones investigativas, permitan resolver los problemas de orden
fonológico que suscitan estas secuencias. Con la finalidad de poner en
contexto la temática del presente estudio, entregaremos algunos ante-
cedentes históricos para luego sintetizar los principales precedentes
investigativos.

1.1. Antecedentes históricos respecto del uso del grafema “h”


en español
Como es sabido, el grafema <h> no tiene representación fonética.
En palabras de Navarro Tomás (1918), “la <h> no representa la as-
piración laríngea que aparece en otros idiomas y que en otro tiempo
parece haber existido también en nuestra lengua; la <h> ortográfica
es actualmente en nuestra escritura una letra muda sin ningún valor
fónico” (p. 59).
Ahora bien, aunque existe pleno consenso en que la <h> grafémica
no tiene actualmente un sonido asociado, es razonable cuestionarse el
porqué de su presencia, específicamente ante diptongo. Frente a esta
duda, Hualde (2014) señala que su fundamento es puramente orto-
gráfico e histórico, debido a la necesidad que existió en el español de
distinguir entre palabras que comenzaban con un diptongo de las que
resistieron los procesos evolutivos de diptongación al inicio de palabra, y
debido a la ambigüedad que existía en la interpretación de los grafemas

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Estudio fonético-acústico de los segmentos que realizan las secuencias grafémicas  |  Gómez et al

<u> y <v>, antes de que fuesen letras diferentes; por ejemplo, algo escrito
como “uelo [...] podría ser interpretado como ‘velo’ o como ‘huelo’. La
<h> indica que la letra que sigue no puede ser una consonante” (Hualde,
2014, p. 305). Esta idea es compartida por la Real Academia Española
(RAE), la que asegura la importancia del uso de la <h> en “palabras que
empiecen por ue procedente de o latina: huevo, huérfano. Se justifica
esta h para no equivocar la v con la u en la lectura y, así, en lugar de uevo
no se leyese vevo, y veso en lugar de hueso” (RAE, 1754, p. 46).
Como consecuencia de estos criterios ortográficos, en español no
existen diptongos crecientes en inicio de sílaba que no vayan precedi-
dos por la <h> grafémica —excepto en muy escasas realizaciones de al-
gunos préstamos como ocurre con las palabras “ion”, “iodo”, “iota” y sus
derivados—, de ahí que sea más curioso aún que si dicha consonante
nació por motivos de orden práctico, los diptongos que las contienen
no sean exclusivamente vocálicos (o semivocálicos) como lo sugieren
los precedentes de investigación que se revisarán a continuación.

1.2. Interpretación de los segmentos deslizados del español:


precedentes
Desde estudios como el de Navarro Tomás (1918), hasta el de Hualde
(2014), se ha propuesto que para los segmentos deslizados existen dos
realizaciones distintas: semiconsonánticas [j] y [w] para los diptongos
crecientes y semivocálicas [i̯] y [ṷ] para los diptongos decrecientes.
Aunque existen algunas discrepancias respecto de si es relevante repre-
sentar estas unidades de manera diferente en los diptongos crecientes
y decrecientes (Bowen & Stockwell, 1955), el hecho de que son alófo-
nos no silábicos de /i/ y /u/ es generalmente una asunción que no se
somete a discusión. Sin embargo, una excepción notable se puede en-
contrar en palabras que comienzan con la secuencia ortográfica <hi>
más vocal, como las palabras “hielo” y “hierba”, y en <hu> más vocal,
como en “huevo” y “hueso”. Autores como Alarcos Llorach (1961), Ce-
peda (1991), D’Introno, Saporta (1956), Teso y Weston (1995) y Quilis y
Fernández (1999) concuerdan en que para <hi> más vocal se realizaría
un fono africado en posición inicial, después de consonante nasal y
luego de lateral, y que este podría alternar con una realización “fricati-
va” en los mismos contextos (hoy diríamos “aproximante”), pero en un
habla poco cuidada. En cuanto a la secuencia grafémica <hu> seguida

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de vocal, se realizaría siempre una oclusión en contextos fonéticos de


inicio de palabra y después de nasal, descartando la opción de instan-
cias semiconsonánticas, las que de ocurrir solo se manifestarían en un
habla “vulgar” (Navarro Tomás, 1918).
Martínez-Celdrán, Fernández-Planas y Carrera-Sabaté (2003) fuer-
on los primeros en proponer que podrían ocurrir fonos aproximantes
en dichas secuencias grafémicas. Exponen así que para la secuencia
<hi> seguida de vocal existe una variante africada con aproximan-
tización [͡ɟʝ̞] después de consonante nasal, lateral o pausa, como en el
caso de [elj.’͡ɟʝ̞.ate] “el yate”, y una variante aproximante [ʝ̞] para el resto
de los contextos como en [mi.’ʝ̞a.te] “mi yate” y desestiman la existen-
cia de una variante fricativa. La presencia de alófonos aproximantes
en las secuencias grafémicas en estudio ha sido mencionada más re-
cientemente por autores como Aguilar y Salamanca (2013), Borland
Delorme (2004), Sadowsky y Salamanca (2011), entre otros.
Por su parte, Obediente (2007) —al igual que la mayoría de los au-
tores presentados con anterioridad—, asume que los diptongos crecien-
tes en posición inicial de sílaba sufren un proceso de consonantización
en palabras como “hielo” y “hueso”, pero acepta que es posible que en
ocasiones los hablantes influidos por la ortografía, articulen glides o in-
cluso una vocal en contextos fonéticos de inicio de palabra y después de
[s]. No obstante, para el autor, no es más adecuado considerar los seg-
mentos que nos ocupan como alófonos de /d͡ʒ/ o de /g/, sino que pro-
pone un tercer alófono para ambas vocales altas, quedando en [i], [j] y [j̝]
para /i/ y [u], [w] y [w̝] para /u/, siendo el último fono el que corresponde
para los casos de <hi> y <hu> más vocal, como lo muestran ejemplos
como “hielo” [ˈj̝elo] y “hueso” [ˈw̝eso], dado que dichas realizaciones no
serían ni completamente consonánticas ni completamente vocálicas,
hecho que sería entendido de esa manera por los hablantes.
Un estudio realizado por Calvo (2008) con hablantes de Costa Rica
arrojó como resultado un bajo grado de consonantización para el seg-
mento que realiza la secuencia grafémica <hu> seguida de vocal en
posición inicial de palabra, y nula realización consonántica para <hi>
más vocal en el mismo contexto; es más, para los mismos hablantes,
consonantizar esta secuencia fonológica es considerado incorrecto.
Para la autora queda claro que en los diptongos iniciados por <ue>
existe un refuerzo consonántico de [w], por lo que son posibles las re-

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Estudio fonético-acústico de los segmentos que realizan las secuencias grafémicas  |  Gómez et al

alizaciones [gw] o [ɣ̞w], pero en los casos de <ie> solo sería posible la
realización fonética de una aproximante [ʝ̞] o semiconsonante [j], pero
nunca como una consonante plena.
Aguilar y Salamanca (2013), en un trabajo realizado con hablantes
profesionales chilenos de la ciudad de Concepción y centrado única-
mente en la secuencia grafémica <hu> más vocal, exponen que hab-
ría cuatro fonos discriminables, de los cuales el aproximante fue el
que presentó mayor frecuencia de realización y la semiconsonante la
menor cantidad de registros, contrariamente a lo que se reportó para
el habla de Costa Rica.
Para terminar, Hualde (2014) concuerda con otros autores en que
ambas secuencias grafémicas sufren una consonantización y que en
posición inicial y después de nasal realizarían sonidos más implosivos.
Es interesante resaltar, sin embargo, que en casos específicos como
la palabra “hiena” Hualde señala que los hablantes tenderían a pro-
nunciar la palabra como [ˈi̯e.na] en vez de [ˈʝe.na], dada la similitud
de “hiena” con la palabra “llena”, mismo fenómeno que se daría con
otros conjuntos como “de hueso”, que promovería una pronunciación
más frecuente de [de.ˈu̯e.so] en lugar [de.ˈɣu̯e.so], por su cercanía
con conjuntos como “de guasa”, aunque estos contrastes ocurrirían
solamente después de pausa y en un habla cuidada.
Como puede observarse, no existe consenso respecto de qué tipo de
unidades fonéticas realizan los primeros elementos de las secuencias
ortográficas <hi> y <hu> seguidas de vocal, puesto que los precedentes
de investigación han detectado —mediante métodos diversos y para
un conjunto de variedades dialectales del español, es cierto— un
rango de realizaciones que va desde las más vocálicas hasta las más
consonánticas; tampoco existe consenso en cuanto a cómo deben
interpretarse fonológicamente estas realizaciones.
A continuación se expondrán los métodos que se han seguido en
el presente estudio para obtener evidencia empírica que contribuya a
caracterizar la naturaleza acústica de las realizaciones de <hi> y de <hu>
seguidas de vocal, y los resultados de la aplicación de estos métodos.
Como se verá, además de proveerse un reporte acerca de cuáles
realizaciones son las más típicas, se realizarán comparaciones entre las
instancias de las secuencias en estudio con realizaciones de diptongos

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crecientes y de sílabas CV, con la finalidad de determinar si las instancias


de <hi> y <hu> seguidas de vocal observadas en el castellano chileno son
más parecidas a segmentos vocálicos o consonánticos.

2. Métodos
2.1. Participantes
Para esta investigación se utilizó un corpus de habla en lectura en voz
alta elicitado de cuatro mujeres y cuatro hombres de ocho ciudades
de zonas del país estratégicamente seleccionadas para abarcar par-
te importante del territorio chileno (Iquique, La Serena, Valparaíso,
Santiago, Concepción, Temuco, Coyhaique y Punta Arenas). En total,
se contó con un muestreo de 64 sujetos, todos nacidos y criados en la
zona en cuestión, con edades que fluctuaron entre los 18 y 35 años.
El estudio se centró en hablantes que no hubieran terminado su edu-
cación escolar formal y que no poseyeran ningún otro tipo de estudio
superior o capacitación especial.

2.2. Instrumento, grabaciones y anotación


La lectura en voz alta se realizó sobre la base de 28 oraciones breves, de
las cuales 24 contenían una o más palabras con las secuencias grafé-
micas <hi> seguida vocal y/o <hu> más vocal, en diferentes contextos
fonéticos tales como: posición inicial absoluta, posición intervocálica,
después de /l/, luego de /s/, después de /n/, después de /ɾ/ y en posi-
ción inicial después de pausa (Tabla 1). Las oraciones también conte-
nían numerosas instancias de los fonemas /d͡ʒ/ y /g/ seguidos de vo-
cal, y de /i/ y /u/ en diptongos crecientes, cuyas realizaciones fueron
utilizadas como punto de referencia para determinar si las actuaciones
de las secuencias ortográficas en estudio tenían mayor parecido con
unidades consonánticas o vocálicas. Los hablantes fueron grabados
en salas insonorizadas, usando micrófonos Sennheiser EW-152-G3
montados sobre la cabeza. Estas señales fueron transmitidas por una
grabadora digital Tascam DR-40, configuradas para una frecuencia de
muestreo de 44.100 Hz y con una profundidad de 24 bits, en formato
mono WAV. Es necesario explicitar que solo se utilizaron grabaciones
provenientes de lecturas en voz alta debido al poco control que se tiene
normalmente sobre las muestras de habla espontánea, lo que puede
dificultar la obtención de cantidades suficientes de datos y una mues-

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Estudio fonético-acústico de los segmentos que realizan las secuencias grafémicas  |  Gómez et al

tra balanceada para un objeto de estudio relativamente infrecuente,


como es nuestro caso (Aguilar y Salamanca, 2013; Cifuentes Becerra y
Salamanca Gutiérrez, 2012).

Tabla 1.
Enunciados elicitados a través de lectura en voz alta y contextos en que ocurren
las secuencias <hu> y <hi> seguidas de vocal.

Enunciado Contextos
1. En el encuentro deportivo entre Huachipato y Everton, jugó V___V
el Huaso Isla, quien marcó un tremendo golazo de chilena, l___
mientras escabullía la marca. Pero el árbitro lo anuló, haciendo
sonar huecamente el pito. r___
2. Los invitados a la fiesta se comieron hasta los huesos del s___
chancho. Después tomaron piscola con hielo, mote con n___
huesillos del huerto y helado de postre. Armaron harto
bochinche. l___
3. Llegada la década de los ochenta, en Rengo, mi tío Gustavo
y mi abuelo Pancho comenzaron a administrar una fábrica de (NA)
muebles, con un alto nivel de seguridad.
4. En la FACH, vendieron aviones de guerra en diez millones
de dólares. Con el dinero recaudado, pagaron los sueldos n___
pendientes de los guardias en huelga.
5. Ya fueron recuperados varios de los objetos robados s___
a la Junaeb, debido a la rápida labor de los policías en la
investigación sobre las huellas halladas en Llanquihue. V___V

6. Risas provocó la ignorancia de Israel Marchant cuando


admitió que escribió al revés el nombre de la laguna Conguillío (NA)
en la web de la municipalidad.
7. “Voy a darle ocho años y un día tras el hierro de la prisión”, l___
dijo el juez de Petrohué. Cholo Muñoz no lo podía creer. V___V
8. Gabriel Llanos, triste por tener que beber hiedra venenosa
como sentencia de muerte, admitió con llanto que el delito lo
r___
cometió alrededor de las tres. Le comenzó a correr hielo por la
espalda.
9. Sánchez, Gari y Edson Puch, rápidos en contraatacar al rival,
supieron ganar la copa con gran rendimiento. Sacaron ronchas (NA)
en la barra contraria.
10. Huele bien la ciudad después de un día bien lluvioso, ya que
#___
con el agua se va el smog.
11. Tras la asamblea, ciertas propuestas hicieron saltar chispas
a los estudiantes de la Confech. Recibieron la oferta como ---
soluciones parche.

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|  ISSN 0716-5811  |   LITERATURA Y LINGUÍSTICA N° 41, 2020  | 

12. Huevos revueltos con hierbas aromáticas ofrecían los chinos #___
radicados en Huasco. n___
13. Beber whisky con hielo se puede hacer aprovechando los n___
deshielos del sur chileno. s___
14. Chatear por la web, afirmaba Blanca, es mejor que patinar
l___
en el hielo.
15. Triture el huachalomo con cuidado para no perder el jugo. l___
16. Varios huasos hacen la pega y, al terminar, beben chelas
s___
para calmar la sed.
17. Beto quedó atrapado en la red, pues ignoró la advertencia
V___V
que había entre la hierba.
18. Ganaron los albos un partido absurdo. Huamachuco jugó
$___
mal, aunque estuvo cerca de dar vuelta el resultado.
19. Al llegar, hienas salvajes y otros animales nos atacan y nos $___
hieren. Nosotros huimos en zigzag. s___
20. El huemul y el pudú pigmeo están casi en extinción. Chile l___
puede dejar huella positiva en las futuras generaciones si los
protege. r___

21. “¡Hielera me falta para la fiesta!”, gritó Magdalena tan fuerte


#___
que casi se le salen las amígdalas.
22. “Si no me das de comer huevos, la hiel se me puede romper”, r___
dijo Bob. V___V
23. “Yo quiero más hielo para el trago. Y pásame esas hierbas”,
s___
dijo Lucho.
24. “Morder huesos es lo que más le gusta a mi perro bulldog”,
me dijo mi hermano, mientras el sabueso se zambullía en el r___
lago.
25. Organizar huelgas era la especialidad del dirigente. r___

26. Deja que el agua hierva bien antes de poner hierbabuena V___V
en el mate. r___
27. Hiela mucho en la cordillera al llover fuerte. #___
28. La profesora explicó a sus alumnos en qué consisten el hiato
(NA)
y el diptongo.
Nota. El instrumento consideró 28 enunciados, cuya mayoría contiene las secuencias
grafémicas <hi> y <hu> más vocal y sus respectivos contextos fonéticos, además de nu-
merosas instancias de diptongos crecientes y de los fonemas /d͡ʒ/ y /g/. En la tabla se han
destacado en negrita las instancias de <hi> y de <hu> seguida de vocal, y se incluye un
listado de los contextos fonéticos en los que ocurren estas realizaciones.
Fuente: Elaboración propia.

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Estudio fonético-acústico de los segmentos que realizan las secuencias grafémicas  |  Gómez et al

El corpus, que ya había sido transliterado al nivel del enunciado,


fue preprocesado usando el conjunto de paquetes de programación
EasyAlign, para obtener automáticamente un segmentado y etique-
tado del nivel de palabras, sílabas y límites de segmentos (Goldman,
2011). Todas las realizaciones de las secuencias y fonemas antedi-
chos fueron luego identificadas y codificadas en TextGrids del pro-
grama PRAAT (Boersma y Weenink, 2018). La propuesta de etiqueta-
do y segmentado para las unidades en estudio, realizada de manera
preliminar por EasyAlign, fue revisada para todo el corpus a través
de inspecciones auditivas y espectrográficas de las señales. Todas las
instancias de diptongos crecientes ([ja], [je], [jo], [ju], [wa], [we], [wi],
[wo]) presentes en palabras como “pierna” y “fuerte”, todas las instan-
cias de las secuencias ortográficas <hi> y <hu> más vocal, y todas las
instancias de /d͡ʒ/ y /g/ más vocal fueron identificadas y codificadas
en estratos de etiquetado separados, así como también información
acerca del contexto fonético y sobre si las sílabas eran acentuadas o
inacentuadas. En el caso de los fonemas /d͡ʒ/ y /g/ seguidos de vo-
cal, se etiquetaron y segmentaron solamente las realizaciones de los
grafemas <y>, <ll> y <g>, que se dan en casos como “lluvia”, “yema” y
“guardia”; se excluyeron, en cambio, las secuencias <ge> y <gi> pues
se realizan fonéticamente como [xʲe] y [xʲi]. Nótese que en todos los
casos se identificó el espacio de duración que ocupa el segmento de
interés y la vocal siguiente, y se codificaron tanto los segmentos de
interés como las vocales. En rigor, la unidad que medida fue la sílaba,
aunque el interés estuviera focalizado siempre en el primer elemen-
to.
Como se ha anticipado, la razón por la que se incluyeron instan-
cias de diptongos crecientes y realizaciones de <y>, <ll> y <g> más
vocal se debe a que constituyen extremos vocálicos y consonánticos,
respectivamente, que servirán de punto de comparación para deter-
minar si las realizaciones de <hi> más vocal y <hu> más vocal son
más cercanas a instancias vocálicas o a consonánticas. Esta decisión
asume que las ocurrencias de <hi> más vocal son contrastables con
las de <y> y <ll> más vocal, y con las de diptongos crecientes con [j].
Dicho de otra manera, si se trata de determinar si las realizaciones de
<hi> seguida de vocal son contoides o vocoides, es razonable asumir
que instancias de estas secuencias con mayor grado de constricción
se parecerán a la unidad fonológica que se representa ortográfica-

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mente como <y> y <ll>, y que aquellas con menos constricción se


parecerán a las de [j] de /i/; asumimos también que estos tres tipos
de sonidos conforman un grupo de realizaciones con un primer ele-
mento “anterior”. De la misma manera, se asumió aquí que las ocu-
rrencias de <hu> más vocal son contrastables con instancias de /g/ y
de diptongos crecientes con [w], y que estos tres grupos conforman
un tipo de realizaciones con un primer elemento “posterior”.
Durante el análisis auditivo —tendiente a la anotación de las ins-
tancias de <hi> más vocal y <hu> más vocal—, el modo de articula-
ción de las instancias de <hi> seguida de vocal se clasificó siempre
como: fricativo, africado con distensión fricativa, africado con disten-
sión aproximante, aproximante o como semiconsonante. En el caso
de las secuencias de <hu> más vocal, los modos articulatorios utili-
zados para la clasificación fueron: oclusivo, fricativo, aproximante y
semiconsonante.
La extracción de datos acústicos se realizó mediante el programa
PRAAT, por medio de un script programado para esta investigación.
Se obtuvieron mediciones de intensidad relativa para los tres tipos
de sonidos mencionados (diptongos crecientes, secuencias de <hi> o
<hu> seguidas de vocal, e instancias de /d͡ʒ/ y /g/ seguidas de vocal),
medidos en los espacios de duración de cada realización y la vocal
que la sigue, usando objetos de intensidad creados separadamente
para cada hablante con valores por defecto. Las mediciones de dife-
rencia de intensidad se calcularon restando el valor mínimo de in-
tensidad detectado automáticamente en la sílaba a los máximos de
intensidad detectados en la misma sílaba. Esta decisión asume que
en general, para sílabas de este tipo, el mínimo de intensidad se en-
contrará cerca del comienzo de la sílaba, dada la mayor constricción
articulatoria, y el máximo de intensidad cerca del punto central del
núcleo vocálico, dado su menor grado de constricción articulatoria.
Como quedará demostrado cuando se presenten los datos acústicos,
esta asunción mostró ser verdadera para todas las realizaciones del
corpus, pues no se registraron valores de diferencia de intensidad ne-
gativos. La decisión de utilizar diferencias de intensidad se justifica
porque han sido interpretadas en la literatura como buenos correla-
tos de grado de tensión articulatoria (Carrasco, Hualde & Simonet,
2012; Hualde, Simonet, Shosted & Nadeu, 2010; Parrell, 2010); ade-

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Estudio fonético-acústico de los segmentos que realizan las secuencias grafémicas  |  Gómez et al

más, el procedimiento permite normalizar los valores de intensidad,


a través de lo cual se están controlando posibles efectos, por ejemplo,
de diferencias de intensidad entre participantes. Un ejemplo de las
anotaciones y de los puntos de referencia de intensidad pueden apre-
ciarse en la Figura 1.

Figura 1. Forma de onda, espectrograma, curva de intensidad y anotaciones en


TextGrid de la expresión “varios huasos”.
Nota. Forma de onda, espectrograma, curva de intensidad y anotaciones en TextGrid de
la expresión “varios huasos”, que contiene dos de las instancias de interés (un diptongo cre-
ciente y una secuencia de <hu> seguida de vocal). Los estratos del TextGrid, desde arriba
hacia abajo, se codificaron de la siguiente manera: (1) transliteración de la expresión; (2)
segmentos, transcritos en SAMPA (Wells, 1997); (3) clase, esto es, si la secuencia pertenece
a un diptongo, a la secuencia ortográfica <hi/hu> seguida vocal o a una estructura CV
con /d͡ʒ/ o /g/ iniciales; (4) categoría, es decir, si el primer elemento de la secuencia es
un segmento anterior o posterior; (5) acento; y (6) contexto fonético precedente. En la
curva de intensidad de ambas secuencias, los valores mínimos y máximos de intensidad
han sido identificados con círculos; el mínimo fue restado al máximo para obtener las
diferencias de intensidad que se reportan en los resultados.
Fuente: Elaboración propia.

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A riesgo de ser iterativos, conviene volver a mencionar que estas


mediciones permitirán determinar si el grado de constricción de los
fonos que realizan las secuencias grafémicas <hi> seguida de vocal y
<hu> seguida de vocal son más cercanos a los de los diptongos cre-
cientes o a las ocurrencias consonánticas de sílabas CV. La decisión
respecto de si las realizaciones de las secuencias grafémicas en estu-
dio constituyen un grupo independiente, o si corresponde interpre-
tarlas más bien como instancias más cercanas a las de los diptongos
crecientes o a las de realizaciones consonánticas se llevarán a cabo
mediante herramientas de estadística inferencial, en ambiente R (R
Development Core Team, 2008).

3. Análisis y resultados
Los procesos de segmentado y etiquetado arrojaron un total de 8.962
realizaciones. De estas, 3.790 son instancias de diptongos crecientes
(42%), referidos de aquí en adelante como “diptongos”; 2.426 instan-
cias fueron secuencias de <hi> o <hu> seguidas de vocal (27%), en
adelante, “secuencias”; y 2.746 fueron realizaciones de /g/ o /d͡ʒ/ se-
guidas por vocal (31%), a partir de ahora, “consonantes”. Estos tres
niveles —diptongos, secuencias y consonantes— fueron agrupados
bajo la variable categórica clase. Para el caso específico de las se-
cuencias, la Tabla 2 resume los modos de articulación encontrados.
Como se observa, las realizaciones aproximantes y los segmentos
africados con aproximantización predominan en ambas categorías.
Respecto de la zona de articulación, en total 4.648 instancias fueron
categorizadas como pertenecientes al grupo “anterior” (52%), esto
es, aquellas que comienzan con [j], <hi> o /d͡ʒ/; y 4.314 instancias al
grupo “posterior” (48%), esto es, aquellas iniciadas con [w], <hu> o
/g/. Estos dos niveles —anterior y posterior— fueron agrupados bajo
la variable categórica categoría. Por razones de espacio, las variables
acento y contexto fonético no fueron incluidas en los análisis estadísti-
cos que se reportarán a continuación, pero su importancia será abor-
dada brevemente en la discusión.

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Estudio fonético-acústico de los segmentos que realizan las secuencias grafémicas  |  Gómez et al

Tabla 2.
Porcentajes de ocurrencia de los fonos que instancian el elemento inicial de las
secuencias <hi> y <hu> más vocal.
Secuencias <hi> Secuencias <hu>
Modo de articulación
% AFI % AFI
Oclusivo --- --- 17,0% [g]
Fricativo 0,8% [ʝ] 5,7% [ɣ]
Africado 1 (distensión
9,6% [d͡ʒ] --- ---
fricativa)
Africado 2 (distensión
34,4% [d͡ʝ̞] --- ---
aproximante)
Aproximante 43,8% [ʝ̞] 76,7% [ɣ̞]
Glides 11,4% [j] 0,6% [w]
Total 100% 100%

Nota. Porcentajes de aparición y transcripción en Alfabeto Fonético Internacional (AFI)


de los modos de articulación del primer elemento de las secuencias <hi> más vocal
y <hu> más vocal, ordenados por grados aproximados de constricción, desde los que
presentan mayor constricción (arriba) hasta los que presentan menor constricción ar-
ticulatoria (abajo).
Fuente: Elaboración propia.

Los datos fueron importados a R, donde se construyó un modelo


generalizado lineal mixto para evaluar los efectos de las variables clase
y categoría (y su interacción) en la variable dependiente diferencias de
intensidad. El modelo fue creado usando la función lmer del paquete de
lmerTest (Kuznetsova, Brockhoff & Christensen, 2017). La variable par-
ticipantes también fue incluida como un efecto al azar. Luego, se utilizó
un procedimiento paso a paso para construir los modelos estadísticos:
primero, se construyó un modelo nulo solo con la variable dependiente
y el efecto aleatorio, para luego incluir las variables independientes y su
interacción, una por una, reteniéndose las variables solamente cuando
mejoraron significativamente el modelo, a juzgar por una función de
análisis de varianza (en particular, la función ANOVA). Las tablas que
contienen los efectos principales y las interacciones de cada modelo,
con análisis de varianza de Tipo II, fueron producidas mediante la fun-
ción ANOVA del paquete car (Fox & Weisberg, 2011), y usando la función
ranova de lmerTest.
El modelo generalizado de efectos mixtos con mejor ajuste se presen-
ta en la Tabla 3. De acuerdo con este modelo, hay un efecto principal de

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clase (χ2 (2) = 3918,085, p < 0,001) y categoría (χ2 (1) = 26,198, p < 0,001),
y una interacción significativa entre estas dos variables (χ2 (2) = 17,521, p
< 0,001). Los datos que explican estos efectos y la interacción pueden ser
observados en el panel izquierdo de la Figura 2. Como el modelo sugiere,
las instancias de diptongos (x̅ = 6,36, σ = 4,4) y consonantes (x̅ = 15,83, σ =
10,02) muestran una cantidad significativamente menor de diferencia de
intensidad que las secuencias ortográficas en foco (x̅ = 17,94, σ = 9,88). Sin
embargo, tanto el tamaño de los coeficientes como el de t —ver Tabla 3—
sugieren que las diferencias entre diptongos y secuencias son considera-
blemente mayores que entre las consonantes y las secuencias. En otras
palabras, las secuencias de <hi> más vocal y <hu> más vocal parecen es-
tar más estrechamente relacionadas acústicamente con las consonantes
que con los diptongos típicos. Respecto de la categoría, aunque se detec-
tó un efecto principal —lo que sugiere diferencias entre las realizaciones
anteriores y posteriores (consúltese el panel de la derecha de la Figura
2)—, este efecto se diluye cuando se tienen en cuenta los datos de clase
(consúltese el panel de la izquierda de la Figura 2). Finalmente, respec-
to de la interacción entre clase y categoría, la diferencia entre los niveles
anterior (x̅ = 6,58, σ = 4,87) y posterior (x̅ = 5,95, σ = 3,3) no es significativa
cuando se comparan los diptongos con las secuencias, pero lo es cuando
las instancias de las consonantes anteriores (x̅ = 17, σ = 10,68) y posterio-
res (x̅ = 15,09, σ = 9,51) se comparan con las secuencias ortográficas. Esto
se debe, probablemente, a una mayor diferencia entre las realizaciones
anteriores y posteriores en consonantes que en los diptongos.

Tabla 3.
Modelo generalizado de efectos mixtos para la variable dependiente diferencia
de intensidad, incluyendo clase y categoría como efectos principales, y partici-
pantes como efecto aleatorio.
Efectos
Coeficientes Error estándar Valor t Valor p
mixtos
Intercepto 18,0009 0,3266 55,119 < 0,001
Clase
Secuencia (nivel de ref.)
Diptongos -11,4253 0,2829 -40,380 < 0,001
Consonantes -1,0001 0,3362 -2,975 < 0,01
Categoría
Anterior (nivel de ref.)

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Estudio fonético-acústico de los segmentos que realizan las secuencias grafémicas  |  Gómez et al

Posterior -0,1196 0,3203 -0,373 = 0,70890


Clase *
Categoría
Secuencia/
(nivel de ref.)
Anterior
Diptongos/
-0,5078 0,4176 -1,216 = 0,22402
Posterior
Consonantes/
-1,7820 0,4444 -4,010 < 0,001
Posterior
Efectos Test de
Verosimilitud Grados de
aleatorios razón de Valor p
logarítmica libertad
verosimilitud
Participantes -31.428 1 320,68 < 0,001
Fuente: Elaboración propia.

Figura 2. Gráficos de cajas para los valores de diferencias de intensidad de los


segmentos analizados.
Nota. Panel izquierdo: diagramas de diferencias de intensidad para la variable categoría
(“dip” = diptongos; “sec” = secuencias; “cons” = consonantes) y clase (“a” = anterior; “p”
= posterior). Panel derecho: diagrama de diferencia de intensidad para los datos agre-
gados de la variable categórica categoría, pero separados por clase.
Fuente: Elaboración propia.

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4. Discusión
Como se mencionó anteriormente, la evidencia acústica (Figura 2) y
cualitativa (Tabla 2) muestra que las realizaciones de las secuencias
<hi> y <hu> más vocal están más estrechamente relacionadas con
consonantes como las que se encuentran en sílabas que comienzan
con /d͡ʒ/ y /g/. Respecto de <hu>, es relevante que a pesar de que para
esta secuencia no aplican dos de los modos articulatorios que sí son
instanciados en <hi>, queda claro que la consonantización es la nor-
ma y la articulación de glides la excepción. En efecto, si se suman las
secuencias consonánticas, el conjunto de variantes no vocálicas arro-
ja un 99,4% del total de las instancias de <hu>, y de ese porcentaje el
76,7% corresponde a realizaciones aproximantes. Esta tendencia no
es tan evidente en el caso de <hi>, pues el porcentaje de realizaciones
consonánticas es de un 88,6% (78,2% con algún componente aproxi-
mante); sin embargo, es claro también el predominio de las realizacio-
nes con mayor constricción en lugar de las vocálicas. En este contexto,
se comprueban diferencias importantes respecto de los resultados ob-
servados para el habla de Costa Rica (Calvo, 2008), y avenencias con el
estudio presentado por Aguilar y Salamanca (2013).
En el caso de la evidencia acústica, nos parece que esta también
muestra tendencias claras: al analizar el grado de constricción articu-
latoria de las instancias de <hi> y <hu> seguidas de vocal mediante un
medio indirecto (las diferencias de intensidad) es posible observar y
determinar, estadísticamente, que las realizaciones en foco presentan
características más similares a sílabas de tipo CV que a diptongos cre-
cientes. Es importante también observar que, además de que las se-
cuencias <hi> y <hu> seguidas de vocal presentan importantes dife-
rencias estadísticas respecto de las instancias de diptongos crecientes,
las distribuciones observables en la Figura 2 no se traslapan, es decir,
las sílabas con diptongo creciente son cuantitativa y cualitativamente
diferentes de las instancias de <hi> y <hu> seguidas de vocal. Toma-
das en su conjunto, la evidencia cualitativa y acústica sugieren que las
instancias de las secuencias <hi> y <hu> seguida de vocal se compor-
tan, en su mayoría, como sílabas de tipo CV, lo que tiene importantes
consecuencias para nuestra comprensión del sistema fonológico cas-
tellano. Nótese también que por lo menos para efectos de su compor-
tamiento articulatorio y acústico no se demostraron diferencias entre

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Estudio fonético-acústico de los segmentos que realizan las secuencias grafémicas  |  Gómez et al

las instancias de <hi> seguida de vocal y de <hu> seguida de vocal, lo


que da cuenta de cierta homogeneidad o comportamiento de conjunto
de las realizaciones de ambas secuencias ortográficas, a pesar de las
diferencias que se observan en los modos de articulación que las re-
presentan y de los porcentajes de aparición que recibe cada uno de
estos modos (Tabla 2).
Aunque este estudio no se propone arribar a una nueva propues-
ta de organización fonético-fonológica para las secuencias en estudio,
parece ser el caso que las unidades representadas por <hi> y <hu> se-
guidas de vocal tienen tanto una naturaleza contoide como un com-
portamiento consonántico, dado que solo aparecen en el premargen
silábico y que presentan un grado de constricción articulatoria simi-
lar al de otras consonantes comparables. Si su naturaleza y compor-
tamiento es más bien consonántico, pero distinto al de los diptongos
crecientes, entonces parece necesario revisitar la organización de esta
sección del sistema fonético y fonológico del castellano chileno, y
adoptar alguna de las siguientes tres hipótesis:
• que las instancias de <hi> y <hu> seguidas de vocal son alófonos
contoides de /i/ y de /u/, los que podrían representarse tal vez
como [j̝] y [w̝], para distinguirlos de las glides [j] y [w];
• que las instancias de <hi> y <hu> seguidas de vocal son alófonos
vocálicos de /d͡ʒ/ y de /g/;
• que las instancias son alófonos de dos unidades fonológicas inde-
pendientes, las que podrían representarse como /j/ y /w/.

En relación con algunas proyecciones, además de la reinterpre-


tación del sistema fonético y fonológico que pueden contribuir a in-
formar los datos acá presentados, aún resta por evaluar el efecto que
pueden tener en las realizaciones de <hi> y <hu> seguidas de vocal
otras variables de importancia tales como el acento léxico y el con-
texto fonético, ya que es probable que también posean un papel rele-
vante. Para evidencia preliminar, véase la Figura 3, la que sugiere que
la variable categórica acento no parece tener un efecto claro en las
realizaciones de <hi> y de <hu> seguidas de vocal, y que la variable
contexto fonético sí parece tenerlo, tal que las instancias articuladas
luego de pausa silente presentan una constricción articulatoria supe-
rior al del resto de los contextos, incluso bastante mayor que las reali-

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zaciones que se encuentran luego de consonante nasal. Otro ámbito


que vale la pena explorar es si los resultados que se han observado
aquí son parecidos o no a los que podrían obtenerse mediante otra
tarea de elicitación, en la que los hablantes suelan utilizar un habla
más cercana al habla espontánea.

Figura 3.Gráficos de cajas correspondientes a las diferencias de intensidad de


las secuencias <hi> y <hu> organizadas por las variables categóricas acento y
contexto fonético, respectivamente.
Nota. Panel izquierdo: gráfico de cajas de las diferencias de intensidad de las secuencias
<hi> y <hu> seguidas de vocal organizadas por la variable categórica acento (“0” = no
acentuada; “1” = acentuada). Panel derecho: gráfico de cajas de las diferencias de in-
tensidad de las secuencias <hi> y <hu> más vocal organizadas por la variable categórica
contexto fonético (“p” = después de pausa; “n” = después de nasal; “v” = después de
vocal; “o” = otros contextos).
Fuente: Elaboración propia.

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Estudio fonético-acústico de los segmentos que realizan las secuencias grafémicas  |  Gómez et al

5. Conclusiones
El presente estudio acústico y estadístico acerca de la naturaleza de
las realizaciones de las secuencias <hi> seguida de vocal y <hu> más
vocal reveló en primer término que las mediciones de intensidad re-
lativa presentan diferencias estadísticamente significativas respecto
de las de los diptongos crecientes y de las de las consonantes en sí-
labas CV, pero que estas diferencias son considerablemente más im-
portantes entre las secuencias y los diptongos, que entre las secuen-
cias y las sílabas CV con un primer elemento consonántico. Dicho de
manera más sencilla, es posible concluir que el grado de constricción
de las realizaciones de las secuencias se acerca más al de secuencias
de estructura CV.
Por otra parte, aunque fue posible observar pequeñas diferencias
entre las instancias anteriores y posteriores, la variable clase no parece
tener un rol particularmente importante cuando se trata de los resul-
tados de <hi> y <hu> seguidas de vocal, lo que habla de un probable
comportamiento de conjunto, a pesar de las importantes diferencias
de punto articulatorio.
Toda esta evidencia, tomada en su conjunto, problematiza la in-
terpretación actual que tenemos de cierta porción del sistema fonéti-
co y fonológico del castellano. Desde una perspectiva metodológica,
también es posible concluir que las mediciones acústicas realizadas
parecen codificar información relevante en cuanto a la variabilidad
de los segmentos en estudio, y en las direcciones esperadas teórica-
mente.

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Artículo
LITERATURA Y LINGUÍSTICA N°41, 2020 | ISSN 0716-5811 | pp. 333-354
DOI: https://doi.org/
Recibido: 30 de mayo 2019 · Aceptado: 10 de marzo 2020

Patrones de compromiso heteroglósico en


el marco teórico de artículos científicos en
el área de lenguaje*1

Heteroglossic engagement patterns in the theoretical


framework of research articles in the field of language

Diana Chamorro **, Gillian Moss ***, Norma Barletta ****


2 3 4

RESUMEN
Este estudio examina cómo los autores construyen su voz auto- Palabras clave:
ral. Para ello recurre a las categorías de análisis del sistema de la escritura
valoración y su subsistema de compromiso de la lingüística sisté- académica,
mico funcional. El corpus lo constituye la sección de marco teó- compromiso,
rico de 20 artículos de investigación en el área de lingüística apli- lingüística
cada en Colombia. El análisis se centra en las cláusulas verbales sistémico-
para describir cómo la voz autoral se ubica en una posición de funcional.
apertura hacia otras voces (expansión) o, por el contrario, recha-
za esas posibles alternativas, o señala un fuerte involucramiento
con el punto de vista emitido (contracción). Como resultado, se
identificaron tres patrones de compromiso heteroglósico, a sa-
ber, diamante, embudo y línea recta. Los patrones identificados
son susceptibles de ser enseñados atendiendo a las necesidades
y experiencia del escritor, así como a los requerimientos y expec-
tativas de la revista en la que se aspira ser publicado.

ABSTRACT
This study examines how writers construct their authorial voice
using the categories of analysis of the evaluation system and its

*1
Este artículo se inscribe en el proyecto “El uso de los procesos verbales en español
para expresar valoración en textos científicos en el área de lenguaje” realizado en la Uni-
versidad del Norte, Barranquilla, Colombia.
**2
Colombiana. Doctora en Investigación, Diagnóstico y Evaluación en la intervención
educativa. Universidad del Norte, Barranquilla, Colombia. dchamorro@uninorte.edu.co
***3
Británica. PhD en Latin American Linguistic Studies. Universidad del Norte, Ba-
rranquilla, Colombia. mgilmoss@yahoo.com.ar
****4
Colombiana. PhD en Second Language Acquisition and Teaching. Universidad del
Norte, Barranquilla, Colombia. nbarlett@uninorte.edu.co

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Patrones de compromiso heteroglósico en el marco teórico de artículos científicos  |  Chamorro et al

subsystem of engagement, from a systemic functional linguistic Keywords:


perspective. The corpus is made up of the theoretical framework academic writing,
sections of 20 research articles in the field of applied linguistics engagement
in Colombia. The analysis is centered on verbal clauses and des- system, systemic
functional
cribes how the authorial voice acknowledges other voices (ex-
linguistics
pansion), rejects other possible alternatives, or signals a strong
involvement with the expressed point of view (contraction). As
a result, three patterns of heteroglossic engagement were iden-
tified: diamond, funnel and straight line. The patterns identified
can be shown based on the needs and experience of the writer, as
well as the requirements and expectations of the journal to which
the article will be submitted.

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Introducción
La escritura académica es una actividad social con carácter altamen-
te interactivo. Desde Aristóteles se ha distinguido por tener objetivos
persuasivos (Hyland, 2008), pues intenta legitimar las aseveraciones,
apunta a encontrar un ambiente receptivo entre los lectores e influye
en ellos utilizando las convenciones aceptadas, pero también utiliza
las voces de los miembros con autoridad dentro de su comunidad dis-
ciplinar. Para ello, los escritores dan cuenta de las fuentes, de las posi-
ciones representadas en su texto y negocian con ellas (Hood, 2012); y
a menudo intentan anticiparse a posibles reacciones negativas o posi-
ciones alternas utilizando las estrategias, teorías y conocimiento cons-
truido previamente (Hyland, 2004).
La escritura de artículos de investigación, en particular, requiere
que los investigadores no solo describan los estudios que realizan y sus
resultados, sino que lo hagan de tal forma que se evidencie la relación
con otros textos y la construcción de la voz autoral. La intertextuali-
dad —que se expresa mediante citas o referencias a otros autores—,
constituye muchas veces la base para decidir la publicación de un
manuscrito (Hyland, 2004; Myers, 1990). La referencia explícita de los
trabajos previos en la sección marco conceptual o teórico forma par-
te de la construcción colaborativa del nuevo conocimiento y sitúa las
aseveraciones del escritor en el marco disciplinario construido hasta
el momento. La presencia de otras voces dentro del texto permite esta-
blecer un diálogo con las aseveraciones anteriores, con la teoría exis-
tente y con los lectores. Esto corresponde a la práctica cada vez más
fuerte de contextualizar el trabajo científico en los problemas que se
abordan en las disciplinas, así como de estructurar los artículos y tam-
bién de crear lazos entre la documentación científica (Bazerman, 2000;
Hyland, 2004). Se trata, entonces, de crear “una persona profesional-
mente aceptable y una actitud apropiada, tanto para los lectores como
para la información que se presenta” (Hyland, 2004, p. 13).
La construcción de la voz autoral, identidad de autor o posicio-
namiento, ha sido estudiada desde diferentes ángulos: a partir de la
noción de evidencialidad (Chafe, 1986), el concepto de intensidad
(Labov, 1984) y las expresiones de actitudes personales (Biber & Fine-
gan, 1989). Más recientemente, otros autores se han referido a la voz
autoral desde la noción de posicionamiento (stance), relacionado con

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Patrones de compromiso heteroglósico en el marco teórico de artículos científicos  |  Chamorro et al

el lenguaje evaluativo, posicionamiento autoral, voz, persona, meta-


discurso, atenuaciones (hedging), expresiones enfáticas e identidad de
escritor (Hunston & Thompson, 2000; Pho, 2013).
El posicionamiento y la voz autoral también han sido objeto de es-
tudio dentro de la tradición de la lingüística sistémico funcional (LSF),
desde la teoría de valoración y, más específicamente, a partir de la
distinción entre discurso monoglósico y heteroglósico, es decir, un
discurso compuesto de una o múltiples voces, respectivamente.
Algunos estudios dentro de esta tradición han estado centrados
en la escritura de expertos publicada en revistas académicas y en
la escritura de los estudiantes universitarios y preuniversitarios.
Al respecto, Chang y Schleppegrell (2011) analizaron la escritura
de expertos en revistas en educación y encontraron que con la
introducción de varias voces o perspectivas, los escritores crean
su nicho, pues exponen las limitaciones de estudios anteriores e
introducen explícitamente la brecha entre otras investigaciones y el
foco del estudio que presentan.
En cuanto a los estudios referidos a la escritura de estudiantes
universitarios y preuniversitarios, el interés se ha centrado
especialmente en los ensayos argumentativos. Así, en Italia, Swain
(2009) analizó los patrones evaluativos en estudiantes de inglés como
segunda lengua; en Qatar, Miller, Mitchell y Pessoa (2014) examinaron
ensayos argumentativos universitarios de estudiantes de primer año
en el área de historia. Un estudio similar de comparación de ensayos
argumentativos fue realizado por Lancaster (2016) en el área de
economía y de teoría política en una universidad norteamericana. Así
mismo, Aull y Lancaster (2014) compararon el posicionamiento en
ensayos argumentativos de entrada a la universidad con los producidos
por estudiantes de tercer y cuarto semestre en dos universidades
norteamericanas. Además, confrontaron estos datos con artículos de
revistas indexadas del Corpus de Inglés Americano Contemporáneo.
Por último, en Singapore, Wu (2007) analizó los patrones evaluativos
de ensayos de pregrado en geografía escritos por estudiantes con
calificación alta y baja.
Los estudios demostraron que los ensayos mejor calificados utili-
zaban diferentes recursos para admitir otras voces y construir su posi-

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cionamiento a partir del diálogo con ellas, aun cuando los profesores
no hubieran hecho explícita esta característica como criterio de eva-
luación. Los ensayos de bajas calificaciones utilizan más aseveraciones
monoglósicas, mientras que los buenos ensayos expresan “distancia
crítica” y “alineación discursiva”, esto es, incluyen más voces y antici-
pan las voces o reacciones de los lectores (Lancaster, 2016).
Los resultados de los estudios sugieren que construir una voz au-
toral de forma adecuada es especialmente difícil para hablantes de
segunda lengua; sin embargo, “la tendencia a presentar una persona
subjetiva e inapropiada es característico, tanto entre escritores en su
primera lengua como en la segunda” (Chang & Schleppegrell, 2011,
p. 41).
En español, en tanto, los estudios se han orientado al análisis de pa-
trones de realización de la voz autoral en documentos históricos (Oteí-
za, 2010), el discurso pedagógico en las clases de Historia (Manghi &
Badillo, 2015) y las posiciones de los médicos respecto de la práctica
(Gallardo & Ferrari, 2010).
El propósito de la investigación aquí descrita fue analizar, mediante
la aplicación de las categorías del sistema de la valoración y el subsis-
tema de compromiso de la LSF, las formas en que los escritores des-
pliegan los recursos léxicogramaticales de las cláusulas verbales en el
marco teórico de artículos científicos en español, para posicionarse a
sí mismos respecto de otras voces y de las teorías que representan. El
análisis de estos significados a nivel semántico-discursivo, a su vez,
permite identificar la forma en que su desarrollo construye tres ten-
dencias de patrones reconocibles de compromiso heteroglósico.

2. Marco referencial
2.1. La lingüística sistémico funcional
El modelo de la LSF interpreta el lenguaje desde múltiples perspectivas
que se complementan para proveer una visión global de los fenóme-
nos lingüísticos. Una de las complementariedades básicas es la de las
tres metafunciones, es decir, la idea de que el lenguaje es un recurso
para combinar tres tipos diferentes de significado en cada acto de co-
municación: significados ideacionales (experienciales y lógicos), tex-
tuales y interpersonales.

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Patrones de compromiso heteroglósico en el marco teórico de artículos científicos  |  Chamorro et al

Los significados experienciales construyen la experiencia: qué


ocurre, quién hace qué y a quién, dónde, cuándo, cómo y por qué. El
sistema lingüístico más importante para dar forma a los significados
experienciales es la transitividad, que representa lo que existe y ocurre
en el mundo, incluyendo el mundo interior. Dicha representación se
basa en un principio general para modelar la experiencia: la realidad
está conformada por procesos. Según Halliday (2004) la impresión más
fuerte de la experiencia es que está compuesta por sucesos de varios
tipos: ocurrir, hacer, sentir, significar, ser y devenir. La cláusula, con sus
elementos básicos —procesos, participantes y circunstancias—, per-
mite ordenar la variación infinita del flujo de eventos.
Los recursos de la metafunción textual, por su parte, contribuyen
al flujo de la información, esto es, cómo los significados experienciales
e interpersonales se distribuyen en un texto y cómo se relacionan con
otras modalidades de comunicación como la música y las imágenes.
Por último, los significados interpersonales tienen que ver con las
relaciones sociales, es decir, con la manera en la que interactúan las
personas y qué sentimientos y puntos de vista intentan compartir. Sus
sistemas principales son la modalidad, que define el tipo de intercam-
bio (solicitud de información o pregunta, oferta de información o afir-
mación, solicitud de servicios u oferta de servicios) (Halliday, 2004;
Quiroz, 2015, para el caso del español); y la valoración (Hood, 2010;
Martin & White, 2005), que expresa actitudes y grados de compromi-
so con lo expresado. Los recursos de la valoración se dividen en tres
subsistemas: la actitud, que expresa los sentimientos y los juicios del
autor o hablante; el compromiso, que tiene que ver con su aceptación
o rechazo de las ideas que está comunicando; y la gradación, que in-
dica grados de intensidad de fenómenos, características, actitudes y
compromisos.
El estudio aquí presentado abarca aspectos de las metafunciones
experiencial e interpersonal. Respecto de la primera, centraremos el
análisis en las cláusulas de tipo verbal, es decir, las que tienen que ver
con los actos de habla (Halliday, 2004). En cuanto a la metafunción
interpersonal, nuestro interés se centra en el sistema de la valoración y,
en particular, en el subsistema de compromiso (Martin & White, 2005),
que nos permite describir cómo los escritores construyen su posicio-
namiento y su relación con referentes propios y de otros.

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2.2. Sistema de valoración


El mito de la objetividad del discurso científico fue revaluado hace mu-
cho tiempo (Bazerman, 2000). Sin embargo, a veces persiste la noción de
que en los artículos científicos la función persuasiva se limita a las sec-
ciones de introducción, discusión y conclusiones. No obstante, estudios
minuciosos del discurso científico (Livnat, 2012) han demostrado que la
función persuasiva está presente en todas las secciones de los artículos.
Esta función es estudiada en la LSF mediante la metafunción interper-
sonal, específicamente, con el sistema de la valoración y sus subsistemas
de actitud y el compromiso (Martin & Rose, 2007; Martin & White, 2005).
Los recursos del sistema de valoración se distribuyen a lo largo de
un texto formando patrones prosódicos que dan forma al tono del tex-
to “construyendo el ‘posicionamiento’ o la ‘voz’ de quien valora. Este
posicionamiento y esta voz definen el tipo de comunidad que se dis-
pone alrededor de valores compartidos” (Martin & Rose, 2007, p. 59).
La noción de posicionamiento en la LSF está asociada con una “se-
lección de opciones evaluativas para un texto; patrones de uso de op-
ciones evaluativas dentro de un ‘tono’ (registro) relacionado con un
objetivo retórico particular y la construcción de un tipo de persona au-
toral” (Hood, 2012, p. 55).
La utilización de los recursos del subsistema de compromiso toma
características distintivas dependiendo del género y de la disciplina.
Así, por ejemplo, en el género de noticias se ha identificado la voz del
reportero y la del escritor; asimismo, Coffin (2002), en el discurso de la
historia, identifica patrones de recursos que construyen las voces de
registrador, interpretador y adjudicador, cada uno con una cantidad y
forma particular de expresar opiniones.
El subsistema de compromiso se enmarca en una tradición bajti-
niana que presupone que todos los actos comunicativos implican una
actitud dialógica en el sentido de que siempre hacen referencia, de al-
guna forma, a textos anteriores y siempre prevén la reacción de lecto-
res u oyentes reales o potenciales. Esta naturaleza dialógica del discurso
puede ser implícita o explícita. Cuando es implícita (el texto no reconoce
abiertamente la existencia de otros puntos de vista), decimos que el dis-
curso es monoglósico. Cuando el discurso hace explícita su naturaleza
dialógica, decimos que es heteroglósico. En el discurso científico se usan

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Patrones de compromiso heteroglósico en el marco teórico de artículos científicos  |  Chamorro et al

tanto la heteroglosia comola monoglosia, según la apertura o no a otras


voces y el grado de incertidumbre o certeza que se desee expresar. Por
medio del uso de los recursos del compromiso el escritor no solo indica
su punto de vista acerca de los contenidos tratados, sino que también
busca alinear a sus lectores con su posición.
Por otra parte, los recursos de la valoración se utilizan tanto para
establecer una posición en relación con los contenidos presentados
por el escritor, como para posicionarse respecto de los contenidos de-
sarrollados por otros investigadores (Hood, 2012). Esta función puede
expresarse mediante los procesos verbales cuya elección puede impli-
car diferentes grados de acuerdo, aprobación, desacuerdo, desaproba-
ción, cuestionamiento, admiración o desprecio, entre otras múltiples
opciones (Thompson & Yiyun, 1991). De este aspecto nos ocupamos
en la sección siguiente.

2.3. Cláusulas verbales


Las cláusulas verbales desempeñan un papel importante en la construc-
ción de los textos académicos y científicos en los que es necesario hacer
referencia a trabajos publicados por otros investigadores (Barletta, Mi-
zuno & Moss, 2013; Hood, 2010; Ignatieva, 2011; Martin & White, 2005;
Moyano, 2010). Ahora bien, cada comunidad académica disciplinar
desarrolla sus propias prácticas para la generación de conocimiento y
sistemas de legitimación de dichas prácticas (Maton, 2007). Al respecto,
Bazerman (2000) afirma que “cada comunidad, al establecer su propia
manera de formular el conocimiento, define qué es el conocimiento en
el contexto de la comunidad” (p. 20). De esta manera, los investigadores
que aprenden exitosamente a utilizar el discurso de su comunidad para
la comunicación de sus ideas —incluyendo el uso apropiado de las cláu-
sulas verbales—, serán aceptados como generadores de conocimiento,
mientras que aquellos que no lo logren quedarán marginados.
Desde la perspectiva sistémica, los procesos verbales se sitúan entre
los procesos relacionales y mentales,y mediante ellos, se manifiesta la
relación simbólica que se construye en la conciencia humana (Halliday,
2014).
En este estudio, decidimos incluir como procesos verbales todos
aquellos verbos del decir que proyectan (los tradicionales), por ejem-
plo, decir, expresar y comunicar, incluyendo aquellos que indican (por

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ejemplo, mostrar y demostrar) (Halliday, 2014); así como también todos


aquellos verbos del decir o comunicar que no proyectan (por ejemplo,
orar y alabar) y que:
• se consideraban conductuales relacionados con la creación de una
representación simbólica (caracterizar, esquematizar, bosquejar, ha-
cer una anotación);
• se encuentran entre lo verbal y material, es decir, los que Matthiessen
(1995) llama de “impacto verbal” (acusar, culpar, felicitar, y criticar);
• los procesos que están entre lo verbal y lo que tradicionalmente se ha
considerado conductual (hablar, conversar).
Ahora bien, la función de estos procesos verbales varía según el tipo
de texto. En los narrativos, por ejemplo, contribuyen a la creación de pa-
sajes dialógicos; en los informes de noticias, permiten al reportero atri-
buir información a las fuentes, incluidos funcionarios, expertos y testigos
oculares (Halliday, 2014); en el discurso académico, permiten no solo ci-
tar e informar acerca de estudios realizados, sino que también indican la
postura del escritor con verbos como señalar, sugerir, reclamar y afirmar
(Halliday 2014). Moyano (2010) identifica, además, las funciones de los
procesos verbales en la construcción del campo de la disciplina: referen-
cia a la literatura, confrontación de resultados, realce de los elementos
de la argumentación, interpretación de resultados, reconstrucción de
los procesos de investigación y la relación entre las partes del artículo.
Así mismo, estudios relacionados con la distribución de los proce-
sos verbales en español demuestran que la frecuencia de su uso varía de
acuerdo con el género (Ignatieva & Rodríguez, 2015). Por su parte, textos
de algunos géneros como la revisión pueden incluir un porcentaje sig-
nificativo de procesos verbales, ya que en estos textos se hace referencia
constante a otros autores.
En el caso específico de las revistas especializadas, la investigación de
Herrero (2013) también da cuenta de un número significativo de proce-
sos verbales en un corpus de artículos en el área de lingüística aplicada.

3. Metodología
El estudio del compromiso heteroglósico en las cláusulas verbales pre-
sentado en este artículo se enmarca en la perspectiva sistémico funcional
sobre la valoración (Hood, 2010; Martin & White, 2005). Los resultados

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Patrones de compromiso heteroglósico en el marco teórico de artículos científicos  |  Chamorro et al

aquí presentados hacen parte de la investigación “El uso de los proce-


sos verbales en español para expresar valoración en textos científicos
en el área de lenguaje”1, la cual tiene entre sus objetivos caracterizar los
procesos verbales que comportan valoración en el subsistema de com-
promiso. El análisis en este subsistema permite describir cómo la voz
autoral se ubica en una posición de apertura hacia otras voces (expan-
sión); por el contrario, rechaza esas posibles alternativas, o bien, señala
un fuerte involucramiento con el punto de vista emitido (contracción).
El corpus está constituido por las secciones de marco teórico de 20
artículos académicos en el área de lenguaje, publicados en cuatro revis-
tas colombianas que se caracterizan por su larga trayectoria, reconocida
calidad y su difusión en bases de datos nacionales e internacionales2.
Hemos analizado la sección de marco teórico porque esta fundamenta y
legitima la investigación que se presenta ante la comunidad disciplinar,
mediante el reconocimiento de las contribuciones de otros autores al
conocimiento acerca del tema objeto de investigación (Hood, 2011). La
unidad de análisis es la cláusula verbal, sin embargo, esta no se analiza
de manera aislada, sino junto con su cotexto y contexto.
Entre los 20 artículos, 18 desarrollaron la revisión teórica bajo el títu-
lo explícito de marco teórico, marco referencial, marco conceptual, con-
ceptualización, referente teórico, referencias teóricas, algunas conside-
raciones previas, o bien, bajo títulos alusivos a los conceptos centrales de
la investigación reportada. En un artículo, esta revisión conceptual hizo
parte de la sección de introducción y en otro, la reemplazó.
Para realizar el análisis de los recursos de compromiso utilizados
en los textos del corpus identificamos, en primer lugar, los procesos
verbales; después, los ubicamos en las categorías monoglosia o hete-
roglosia, esta última con sus respectivas subcategorías (ver Tabla 1). En
el proceso de análisis tuvimos en cuenta varias estrategias mediante
las cuales la distribución de los procesos verbales y las influencias co-
textuales establecieron prosodias de significados interpersonales tales
como acoplamiento, propagación, retropropagación (Hood, 2010; Le-
mke, 1988; Martin, 2008) y dominación (Martin & White, 2005), todo lo
cual contribuyó a identificar patrones de compromiso heteroglósico.

1
El estudio hace parte del proyecto internacional SAL (Systemics Across Languages).
2
Íkala, Forma y función, Educación y educadores, Lenguaje.

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Tabla 1. 3
Sistema de compromiso.
Las funciones de
focalización… no
Absoluto
habían sido definidas
por los otros autores3.
Negar Sin embargo, no
podríamos afirmar que
Atenuado este sería el caso si los
interlocutores estuvieran
Contracción
Rechazo frente a frente.
dialógica
El problema no se
encuentra en que el
aprendizaje de un L2
afecte al L1, sino en lo
Contradecir
que nuestros resultados
indican: que el L1 es
fuente de interferencias
en el bilingüismo…
Aunque esta técnica se
Acuerdo Conceder
ha criticado…
Es de recalcar; es de
anotar; es importante
señalar; conviene
Pronunciar
aclarar; se puede
afirmar; es necesario
Refuerzo referirse a…
Contracción
Declaración
dialógica Quizás porque como
dice Cassany;
Justificar
Searle encontró algunas
fallas… alegando que...
Nos guiaremos por la
taxonomía propuesta
Aprobar
por Blum-Kulka, House
y Kasper…
El papel del lenguaje
en los documentos de
Alta política educativa puede
Consideración decirse, entonces, que
no solo es usado por…
Expansión Algunos promueven
dialógica Mediana
estas ideas…
Reconocimiento Este autor afirma; …
Atribución En el aspecto
Distancia sintagmático se ha
pretendido
Fuente: Elaboración propia sobre la base de Martin y White (2005).

3
Los ejemplos son tomados del corpus.

343

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Patrones de compromiso heteroglósico en el marco teórico de artículos científicos  |  Chamorro et al

El acoplamiento se refiere a la forma en que los significados se


combinan a través de diferentes metafunciones, estratos o redes de
sistemas (Hao & Humphrey, 2009; Martin, 2008). Por su parte, la pro-
pagación es un mecanismo de irradiación de los significados inter-
personales mediante conexiones gramaticales o léxicas, incluyendo
el acoplamiento, a lo largo de cláusulas y fases más extensas de texto
(Hood, 2006). En la retropropagación, los significados se irradian re-
trospectivamente desde un hiperNuevo (Martin & Rose, 2007) hacia
lo expresado en fases anteriores del texto. En cuanto a la dominación,
esta alude al mecanismo por el cual los significados interpersonales
de un lugar prominente del discurso, como de un macroTema o un
hiperTema, se propagan a las siguientes fases del discurso (Martin &
White, 2005).
Para asegurar la confiabilidad de los análisis, cada investigador
analizaba cinco textos, luego los compartía con otro investigador y el
análisis acordado entre ambos era socializado con el resto del grupo
(seis analistas). Para facilitar y sistematizar el análisis cuantitativo,
empleamos el programa Corpus Tool (O’Donnell, 2008) que permi-
tió, una vez realizado el análisis manual cláusula por cláusula, apre-
ciar la distribución en los textos de las diversas categorías de hetero-
glosia, lo que dio paso a la identificación de patrones.

4. Resultados
El análisis de los procesos verbales en los veinte artículos nos permi-
tió identificar tres tendencias que sugieren patrones de realización y
despliegue de compromiso heteroglósico que utilizan algunos auto-
res: diamante (cuatro casos), embudo (tres casos) y línea recta (cinco
casos). En los demás artículos se apreció un vaivén aparentemente
aleatorio entre contracción y expansión, lo que dificulta al lector la
identificación del punto de vista del autor4. Veamos cada uno de los
tres patrones identificados.

4.1. Patrón diamante


Consiste en un momento inicial contractivo, seguido de una secuen-
cia expansiva para finalmente cerrar en una nueva contracción.

4
Ver Hood (2010) acerca de la importancia de la armonía actitudinal.

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En el primer momento contractivo el escritor5 elabora una voz


autoral revestida de autoridad; para ello construye un compromiso
heteroglósico en el que hace una intervención autoral explícita que
enfatiza una postura o afirmación mediante [Heteroglosia: contrac-
ción: declaración: refuerzo: pronunciar].
Este compromiso contractivo se expresa frecuentemente median-
te el uso de una metáfora interpersonal que antecede al proceso ver-
bal: es importante hacer notar, es de recalcar que. La contracción ini-
cial también puede realizarse en un diálogo heteroglósico con otros
autores citados en el que el escritor puede aprobar y conceder: de-
mostraron que…, aunque admiten que…, destacan que…
En un segundo momento, en una secuencia expansiva el escritor
abre el espacio para reconocer la posibilidad de otras voces comple-
mentarias, diferentes u opuestas respecto de los conocimientos que
se revisan. Para ello, puede emplear construcciones verbales como
podría afirmarse que…, algunos promueven..., puede decirse…, enton-
ces…, las cuales son típicamente expansivas del tipo [Heteroglosia:
expansión: atribución: reconocimiento].
En un tercer momento, este patrón cierra con una nueva contrac-
ción en la que el escritor define la teoría o los autores con los que fun-
damenta su estudio: pero la propuesta que elabora el profesor Montes
(1983) resulta pertinente, generalmente del tipo [Heteroglosia: con-
tracción: declaración: aprobar].

5
Aclaramos algunas convenciones: escritor/a alude a la autoría del artículo analiza-
do, mientras que autor/a corresponde a las voces citadas.

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Patrones de compromiso heteroglósico en el marco teórico de artículos científicos  |  Chamorro et al

Ejemplo 1. Patrón diamante


Además, si se acepta que el aprendizaje de la lengua escrita [Heteroglosia: contrac-
está basado en la adquisición de la primera lengua, es ción: declaración: re-
importante señalar que la mayoría de los niños que nacen fuerzo: pronunciar]
sordos no adquieren esta última en el período crítico y Metáfora interpersonal:
que su acercamiento al conocimiento del mundo se hace punto de partida
a través de la experiencia sensorial disponible, y no por
una experiencia revestida de lenguaje oral, de un código
lingüístico socialmente compartido (Gutiérrez, 2004).
(p.35.1)
Por otra parte, algunos autores han reconocido que para [Heteroglosia: expan-
escribir exitosamente se requieren habilidades metalin- sión: atribución: reco-
guisticas. (p. 37.3) nocimiento]
Referencia a otros auto-
res
Estos procesos psicológicos que menciona Piaget [Heteroglosia: expan-
(1975) son la toma de conciencia, la abstracción y la sión: atribución: reco-
autorregulación. (p. 38.3) nocimiento]
En el mismo sentido, Vygotski (1979) habla de la regulación
ejercida por los otros y la autorregulación. (p. 38.3)
Karmiloff-Smith (1994), desde una perspectiva del [Heteroglosia: contrac-
desarrollo, propone un modelo de cambio evolutivo, ción: declaración: apro-
basado en la idea de una constante redescripción bar]
representacional de los conocimientos a lo largo del Referencia de anclaje
proceso de aprendizaje (p.39.1)
Fuente: Elaboración propia.

En el Ejemplo 1, las escritoras recurren a la voz de autoridad de Gu-


tiérrez para construir una postura contractiva mediante es importante
señalar, que a su vez se constituye en el punto de partida para el desa-
rrollo de su sustento teórico.
En un segundo momento, las escritoras expanden el horizonte re-
conociendo a los autores Piaget y Vygotsky, como aportantes al campo
que se desarrolla en el artículo, aunque no son clave en la investiga-
ción que se presenta; luego, especifican que fundamentarán su mar-
co teórico en los postulados de Karmiloff-Smith. Para esto último uti-
lizan el proceso verbal propone, que adquiere su carácter contractivo
[Heteroglosia: contracción: declaración: aprobar] debido a un cotexto
constituido por una extensa nota que amplía la propuesta del autor en
mención y al contexto, ya que el autor que se menciona (Karmiloff-
Smith) se retoma varias veces en el siguiente párrafo, en la sección de
metodología y en la pregunta de investigación que se formula un poco
más adelante en el texto.

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4.2. Patrón embudo


Consiste en un momento inicial expansivo, seguido de una secuencia
contractiva. En el Ejemplo 2, la escritora inicia con una secuencia he-
teroglósica, dialógica y expansiva, en la que reconoce algunas teorías
y postulados existentes en el tema a tratar. Para ello, recurre a proce-
sos verbales como: “dentro de las teorías pedagógicas se han postu-
lado[...] Cesar Coll (Coll et al., 2001) trata de contextualizar” [Hetero-
glosia: expansión: atribución]. Luego, la escritora inicia la secuencia
contractiva que aprueba y delimita el anclaje que sirve de sustento
a su investigación: “Este autor [Rico, 2005] afirma que la pedagogía
crítica no propone una investigación acerca de la educación sino en
y para la educación”.
Ejemplo 2. Patrón embudo

Fuente: elaboración propia

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Patrones de compromiso heteroglósico en el marco teórico de artículos científicos  |  Chamorro et al

En este caso, el proceso verbal afirma es contractivo, porque la


escritora se alinea con el enunciado negativo que le sigue y que con-
tradice una postura contraria [Heteroglosia: contracción: rechazo:
negar: contradecir]. Esta secuencia incluye una metáfora interperso-
nal seguida de un proceso verbal: es importante mencionar [Hetero-
glosia: contracción: declaración: refuerzo: pronunciar] y la aproba-
ción de los aportes de otras voces: “Cuervo y Flórez mencionan […].
Lev Vigotsky […] enfatiza […]. Vigotsky dice […]. Ausubel retoma […]
y afirma […]”.
El compromiso contractivo se vuelve evidente en el hiperTema: “Al
revisar los fundamentos de algunas teorías psicológicas en este docu-
mento, no se pretende profundizar en cada una de ellas, sino más bien,
mencionar algunos referentes que fundamentan el proceso pedagógi-
co diseñado”. Así, la escritora deja claro al lector su compromiso con-
tractivo con los autores que se mencionarán a renglón seguido, apro-
bando su validez para el estudio que presenta.

4.3. Patrón línea recta


La escritora inicia y mantiene una postura heteroglósica contractiva
y declarativa. En esta secuencia, la escritora aprueba y establece su
acuerdo con los aportes teóricos de autores cuyas contribuciones lle-
gan a constituirse en referencias de anclaje y clave para su trabajo: “En
el ámbito latinoamericano, se destacan las investigaciones de Valarino
(1994, 1997) y de Carlino (2003d, 2003e). En estos trabajos se señalan
[…]. Para efectos de esta investigación es importante destacar el trabajo
de Elizabeth Valarino […]. De acuerdo con Valarino (1997, pp. 231) […].
El trabajo de Valarino da cuenta […]. Carlino destaca. […]”. El patrón se
aprecia en el Ejemplo 3.

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Ejemplo 3. Patrón línea recta


En el ámbito latinoamericano, se destacan las [Heteroglosia:
investigaciones de Valarino (1994, 1997) y de Carlino contracción:
(2003d, 2003e). declaración: aprobar]
En estos trabajos se señalan los factores que dificultan
u obstaculizan la elaboración de una tesis, factores de
diversa índole, entre los que se encuentran factores
académicos y personales.
Para efectos de esta investigación es importante destacar [Heteroglosia:
el trabajo de Elizabeth Valarino (1994, 1997), quien contracción:
identifica el bloqueo para escribir como una de las declaración: aprobar]
variables asociadas a la no terminación de la tesis.
El trabajo de Valarino da cuenta de importantes [Heteroglosia:
factores asociados con este problema pero los relaciona contracción:
exclusivamente con el tesista y no con los demás declaración: acuerdo:
protagonistas implicados en la elaboración de una tesis. conceder]
Al contrario, Carlino (2008, p. 187) destaca el papel [Heteroglosia:
epistémico que tiene la escritura y que la convierte en contracción:
una herramienta poderosa para aclarar las propias ideas. declaración: aprobar]
Fuente: Elaboración propia.

A través de varias fases del texto, mediante el acoplamiento de sig-


nificados ideacionales (proyecciones indirectas, circunstancias y pro-
cesos verbales) con significados interpersonales (actitud positiva), la
autora crea una armonía consistente que se propaga, asegurando el
compromiso contractivo. A su vez, la escritora construye una prosodia
de dominación al expresar su compromiso contractivo con Valarino y
Carlino, así: “se destacan las investigaciones de Valarino y Carlino […]”,
“para efectos de esta investigación es importante destacar el trabajo de
Elizabeth Valarino’. Este compromiso fluye prospectivamente sobre ac-
titudes que de otro modo no se percibirían contractivas: “el trabajo de
Valarino da cuenta […]; Carlino destaca […]”.

5. Conclusión
El análisis de los procesos verbales en la sección de marco teórico
de los artículos de investigación de revistas en el área de lingüísti-
ca aplicada, nos permitió confirmar que las selecciones léxicogra-
maticales dentro de las cláusulas verbales señalan el compromiso
que el escritor construye a medida que desarrolla estas secciones.
La selección de un compromiso heteroglósico expansivo está
asociada con el reconocimiento del aporte teórico de otros autores,
aunque estos no constituyan el fundamento conceptual del trabajo a

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Patrones de compromiso heteroglósico en el marco teórico de artículos científicos  |  Chamorro et al

presentar. Asimismo, posibilita al escritor ser reconocido dentro de


una comunidad académica como alguien que dialoga con los saberes
previamente construidos para hacer nuevos aportes a partir de ellos.
Por su parte, la selección del compromiso heteroglósico contracti-
vo evidencia un diálogo más cerrado, con posturas teóricas más afines
que implican una mayor identificación e involucramiento que validan
el marco de referencia asumido.
El estudio realizado posibilitó también identificar tres posibles pa-
trones de realización de compromiso heteroglósico en las secciones
de marco teórico de los artículos científicos en el área del lenguaje:
diamante, embudo y línea recta. El primero consiste en un movimien-
to inicial contractivo, seguido de uno expansivo, para finalizar en un
tercero de carácter contractivo. Este patrón diamante parece ser el
más amigable, ya que facilita al escritor el planteamiento de su punto
de vista, reconocer y referirse a otras posturas y, finalmente, centrarse
en las contribuciones teóricas que servirán de fundamento a su traba-
jo. El patrón embudo, por su parte, se caracteriza por un movimiento
inicial expansivo breve, seguido de uno más extenso de tipo contracti-
vo. Este modelo posibilita al escritor iniciar con un reconocimiento de
una gama de perspectivas del tema a tratar y continuar con la aproba-
ción de aquellas teorías o marcos conceptuales que se constituyen en
el eje de su trabajo. Por último, identificamos el patrón de línea recta,
que consiste en la presentación de un solo movimiento contractivo
extendido que posibilita al escritor presentar consistente y continua-
mente las referencias clave o de anclaje que sustentan su trabajo. La
ausencia de una contextualización teórica más amplia y de un estado
del arte en este patrón, de alguna manera, construye una visión ses-
gada del asunto.
Por otro lado, los resultados del estudio indican que la selección
del verbo léxico para realizar el proceso verbal rara vez implica, por sí
sola, el compromiso expansivo o contractivo, sino que son el cotexto y
los patrones de prosodia textual los que contribuyen a determinarlo.
Los resultados de este estudio pueden ser utilizados en la enseñan-
za de la escritura académica en el ámbito universitario en los niveles
de pregrado y posgrado, en la medida en que se pueden modelar en
los estudiantes tres formas diferentes de escribir un marco teórico,

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atendiendo a la experiencia escritora, al dominio del tema y al espacio


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Artículo
LITERATURA Y LINGUÍSTICA N°41, 2020 | ISSN 0716-5811 | pp. 355-383
DOI: https://doi.org/
Recibido: 15 de enero 2019 · Aceptado: 27 de diciembre 2019

El desarrollo típico y atípico de la


subordinación en español. Estudio en dos
poblaciones * 1

The typical and atypical development of subordination in


spanish: study of two populations

Nina Crespo **, Carola Alvarado ***, Jeannette Sepúlveda ****,


2 3 4

Alejandra Figueroa-Leighton **** 5

RESUMEN
Los niños con trastorno específico del lenguaje evidencian una Palabras clave:
alteración en el procesamiento de la subordinación. Interesa trastorno
examinar aquí el aumento de dichas estructuras y el registro de específico
los fallos que producen estos niños a medida que crecen respec- del lenguaje,
to de sus pares con desarrollo típico. Para ello, se planteó un es- desarrollo típico,
subordinación,
tudio longitudinal, descriptivo-comparativo con 50 estudiantes
estudio
(25 TEL, 25 DT) quienes recontaron tres cuentos. El corpus fue
longitudinal,
recolectado en tres momentos diferentes de su escolarización,
comparativo y
distribuidos en dos años (cinco, seis y siete años). En el aná- descriptivo.
lisis se aplicaron dos índices: productividad de subordinación
y desviaciones interclausulares en la subordinación y se
identificaron diferentes desviaciones interclausulares:
sustitución, incorporación, elisión y discordancia. Los
resultados permiten observar que el grupo TEL aumenta el uso
de subordinación y las desviaciones interclausulares respecto
de sus pares con desarrollo típico.

*1
Estudio inserto en el marco del Proyecto Fondecyt 1160653.
**2
Chilena. Doctora en Lingüística. Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Val-
paraíso, Chile. nina.crespo@pucv.cl
***3
Chilena. Doctora© en Lingüística. Pontificia Universidad Católica de Valparaíso,
Valparaíso, Chile. carola.alvarado@pucv.cl
****4
Chilena. Magíster en Lingüística Aplicada. Pontificia Universidad Católica de Val-
paraíso, Valparaíso, Chile. jeannette.sepulveda@pucv.cl
*****5
Chilena. Fonoaudióloga, Doctora© en Lingüística. Universidad de Valparaíso, Val-
paraíso, Chile. alejandra.figueroa@uv.cl

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El desarrollo típico y atípico de la subordinación en español. Estudio en dos poblaciones  |  Crespo et al

ABSTRACT
Children with specific language impairment (SLI) show an al- Keywords:
teration in the processing of subordination. It is interesting to specific language
examine here the increase in these structures and the number impairment,
children
of failures produced by these children as they grow up, with res-
with typical
pect to their peers with TD. To do observe this, a longitudinal,
development,
descriptive-comparative study was applied to 50 students —25
subordination,
SLI, 25 TD— who were asked to tell three stories. The corpus was longitudinal,
collected at three different times during their schooling distribu- descriptive-
ted over two years (five, six and seven years old). In the analy- comparative study.
sis, two indices were applied: that of subordination productivity
and that of interclausal deviations in subordination. Moreover,
different types of interclausal deviations were identified, inclu-
ding substitution, incorporation, elision, and disagreement. The
results have allowed us to observe that, ontogenetically, the SLI
group increases the use of subordination and interclausal devia-
tions with respect to their TD peers.

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Introducción
En los estudios que se han llevado a cabo en niños diagnosticados
con trastorno específico del lenguaje (TEL) —comparándolos con
niños de desarrollo típico (DT)— se ha observado que los niños con
TEL presentan dificultades para construir y comprender una sintaxis
compleja, específicamente referida al uso de mecanismos de vincula-
ción clausular como lo es la subordinación (Van der Lely, 1998, 2005).
Por una parte, se ha sostenido que cuando producen textos —orales o
escritos— los menores con TEL construyen menos oraciones subor-
dinadas que sus pares con DT (Coloma, 2013), así como también que
al construir estructuras subordinadas producen cuantitativa y cuali-
tativamente más errores de tipo formal que los niños con DT (Van der
Lely, 1998, 2005).
Diversos trabajos han permitido lograr un esbozo del desempeño
gramatical en la subordinación de los niños con TEL hablantes de es-
pañol (Acosta, Moreno y Axpe, 2014; Coloma, Araya, Quezada, Pavez
y Maggiolo, 2016; Coloma, Mendoza y Carballo, 2017; Jackson-Mal-
donado y Maldonado, 2015). Sin embargo, aún no se han esclarecido
ciertos aspectos del déficit. Por ejemplo, por un lado los hallazgos
obtenidos por los diferentes estudios no corresponden a datos lon-
gitudinales a partir de un seguimiento de un mismo grupo de suje-
tos, sino solo evidencian los resultados de la comparación de grupos
diferentes de distintas edades; y, por otra parte, si bien hay estudios
en los cuales se describen los problemas gramaticales de los niños
TEL (Acosta et al., 2014; Auza y Morgan, 2013; Jackson-Maldonado &
Maldonado, 2017), no se han focalizado de forma particular los fallos
gramaticales que tienen lugar en la vinculación clausular de oracio-
nes subordinadas. Por consiguiente, en este estudio se describirá el
desarrollo longitudinal de la subordinación en una única población
TEL, comparándola con la que evidencia una única población con DT
que posee características demográficas similares. Para concretar la
investigación nos propusimos tres principales objetivos:
• Determinar si evolutivamente la productividad de la subordinación
se mantiene cuantitativamente deficitaria en los niños con TEL en
comparación con sus pares con DT.
• Establecer si existe diferencia en el porcentaje de vínculos inter-
clausulares con fallos o desviaciones en las narraciones producidas

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El desarrollo típico y atípico de la subordinación en español. Estudio en dos poblaciones  |  Crespo et al

por niños con TEL y DT medidos en tres momentos de su escolari-


zación.
• Determinar el tipo de error que tiene lugar en la subordinación en
las narraciones de los niños con TEL comparado con las narracio-
nes de la población con DT.

2. La subordinación en el español
La subordinación es un fenómeno concreto que nos permite recono-
cer y analizar aspectos fundamentales del lenguaje. Tradicionalmente,
el término se ha aplicado para describir la relación que se establece
entre un elemento subordinado y uno principal o subordinante. Bajo
estas premisas teóricas, la oración subordinada establece una relación
jerárquica entre una cláusula subordinada y otra superordinada —la
principal— la que, a su vez, puede estar subordinada a un nivel más
alto en la jerarquía de inclusión clausular (Mota, 2015).
Según la Nueva gramática de la lengua española (Real Academia
Española/Asociación de Academias de la Lengua Española, RAE/ASA-
LE, 2009), las cláusulas subordinadas en español pueden ser clasifica-
das de acuerdo con la función sintáctica que cumplen en la oración
principal, o bien, con el criterio estructural, es decir, los rasgos de su
verbo. Así, la subordinada puede funcionar como un sintagma nomi-
nal (SN), adjetival (SAdj) o adverbial (SAdv), como se ve en (1).

(1) a. Me alegra [que hayas llegado a casa] [subordinada sustantiva]


b. Necesito una secretaria [que sea [subordinada adjetiva]
bilingüe]
c. Lo llamaré [cuando llegue a casa] [subordinada adverbial]

Respecto del punto de vista estructural, las subordinadas pueden


construirse con un verbo: (a) finito con terminación desinencial que
indica el sujeto, o (b) no finito con un verboide (infinitivo, participio o
gerundio). Esto se grafica en las alternancias de (3), donde el cambio
de las formas (finita/no finita) produce cambio en la asignación del
sujeto respecto del cual está predicando el verbo.

(3) a. Juan compró zapatillas nuevas para caminar [Forma No Finita]


cómodo (Juan)
b. Juan compró zapatillas para que camine [Forma Finita]
cómodo (el hijo de Juan)

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Ahora bien, a partir de estas clasificaciones tanto funcionales como


estructurales, es posible establecer una serie de restricciones morfo-
sintácticas que posibilitan este tipo de relación gramatical. Estas pro-
piedades son: desde el punto de vista estructural, presencia o ausencia
de nexo y características TAM (tiempo, aspecto y modo); y, desde el
punto de vista funcional, presencia o ausencia de preposición junto al
nexo. Así, en (4) se puede observar cómo las formas finitas o no finitas
determinan la presencia o ausencia del nexo, mientras que en (5) se
muestra cómo la presencia o ausencia de preposición indica que la su-
bordinada está cumpliendo una determinada función sintáctica.

(4) a. No le gusta que lo molesten por [con nexo + Forma Finita]


tonteras.
b. No le gusta ser molestado por [sin nexo + Forma No Finita]
tonteras.
c. *Dice que subir la caja. [con nexo + Forma Finita]

(5) a. Me alegro de que hayas venido. [subordinación sustantiva,


término preposicional]
b. Me alegra que hayas venido. [subordinación sustantiva,
sujeto]

Otro aspecto importante desde el punto de vista estructural refiere


al vínculo o determinación entre las formas verbales que están invo-
lucradas en la relación clausular de subordinación —características
TAM—. En este vínculo existe una determinación del verbo principal
respecto del verbo que nuclea a la cláusula subordinada. Así, mientras
la oración (7.a) es gramatical, no ocurre lo mismo con (7.b) y (7.c), ya
que en el primer caso se usa el modo indicativo en vez de la forma sub-
juntiva requerida por el verbo “querer”; y, en el segundo caso, si bien se
usa subjuntivo en la subordinada, existe una discordancia en el tiempo
del verbo respecto del verbo de la principal.

(7) a. Mamá no quiere que salgas.


b. *Mamá no quiere que sales.
c. *Mamá no quiere que salieras.

Según Perea y Martínez-Atienza (2013), este fenómeno denomi-


nado la consecutio temporum es un tipo especial de relación anafó-
rica entre los tiempos verbales y corresponde a una regla por la cual
el verbo de la cláusula subordinada está condicionado por el verbo

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El desarrollo típico y atípico de la subordinación en español. Estudio en dos poblaciones  |  Crespo et al

de la cláusula principal y no por el momento de la enunciación. Este


condicionamiento afecta sobre todo a la subordinación sustantiva
(Carrasco, 1999) y adverbial (Veiga y Mosteiro, 2006) y está delimita-
do por diversos factores entre los que se incluyen el sistema de tiem-
pos verbales (Rojo y Veiga, 1999) y las restricciones léxicas del verbo
principal.

3. Trastorno específico del lenguaje y subordinación


El TEL se define como una alteración significativa en la adquisición
y desarrollo del lenguaje, que no se justifica por causa física, neuro-
lógica, intelectual ni sensorial, en condiciones sociales adecuadas
(Aguado, Coloma, Martínez, Mendoza y Montes, 2015). En Chile, un
4% de los niños entre tres y siete años de edad evidencia el trastorno y
se presenta con mayor frecuencia en varones (Villanueva, De Barbieri,
Palomino y Palomino, 2008).
La población con TEL tiene diferentes perfiles de déficits de len-
guaje y gravedad; esta variabilidad ha sido referida por diversos au-
tores (Aguado, 1999; Leonard, 2014a; Mendoza, 2001; Van der Lely,
1998, 2005). Respecto de sus habilidades lingüísticas, los niños pue-
den presentar un rango amplio de alteraciones en el procesamiento
del lenguaje, dependiendo del nivel lingüístico (fonético, fonológico,
morfológico, sintáctico, semántico o pragmático), o bien, de la habi-
lidad de lenguaje utilizada (comprensión y/o producción) que puede
estar selectivamente afectada (Leonard, 2014a), lo cual evidencia que
no se trata de una condición homogénea. No obstante, existe consenso
en que determinadas dimensiones del lenguaje muestran especial dé-
ficit y podrían considerarse como marcadores del trastorno. Tal sería el
caso de ciertos aspectos gramaticales como la complejidad sintáctica
(Leonard, 2014a; Van der Lely, 2005), tema que ha sido objeto de varias
investigaciones que han estudiado la producción de oraciones com-
plejas en niños con TEL en diferentes lenguas.
En concreto, un estudio acerca de la subordinación en niños
hablantes de alemán concluyó que, en el caso de la producción de
oraciones subordinadas relativas, los menores con TEL de entre cua-
tro y 10 años producían una cantidad mucho menor de este tipo de
oraciones que sus pares en edad con DT y que, aunque se estimuló
la producción de este tipo de oraciones, los niños con TEL las evita-

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ban, prefiriendo estructuras simples. En cuanto a la calidad de dichas


construcciones, se observó que casi la mitad de la cantidad produci-
da era gramatical y contextualmente correcta, y que estas cualidades
se asentaban con la edad (Adani, Stegenwallner-Schütz, Haendler &
Zukowski, 2016). En el caso de la lengua inglesa, un estudio realizado
en niños de entre siete y nueve años y que tenía el propósito de es-
tudiar la relación entre contenido y forma en las narrativas de niños
con TEL, observó que estos producían historias con contenido pobre,
pero gramaticalmente correctas, o bien, producían historias más ela-
boradas, pero con descuidos en la gramática (Colozzo, Gillam, Wood,
Schnell & Johnston, 2011).
En otro estudio, cuyo propósito era analizar la gramaticalidad y
complejidad de oraciones en niños hablantes de español de seis años,
se observó que los niños con TEL presentaban más errores gramatica-
les que los niños con DT de igual edad o menores. En relación con la
complejidad de las oraciones no se encontraron diferencias significa-
tivas entre los grupos (Coloma et al., 2016). No obstante, en el trabajo
realizado por Alfaro-Faccio, Crespo y Alvarado (2016) sí se evidencia-
ron diferencias en la complejización del discurso narrativo oral entre
niños hispanohablantes con TEL y DT. En efecto, esta investigación
demostró que los menores con TEL presentaban una arquitectura in-
terclausular diferente, privilegiando el uso de oraciones coordinadas
por sobre las subordinadas y, con ello, un discurso más simple y me-
nos informativo. Los estudios mencionados evidencian, en su mayo-
ría, que en distintas lenguas y edades la subordinación representa una
dificultad en el procesamiento sintáctico de los niños con TEL si se los
compara con sus pares normotípicos.
Sin embargo, a nuestro entender, estos estudios presentan una li-
mitación. Los investigadores se concentraron en la comparación del
desempeño de niños con TEL y niños con DT, sin observar los posibles
cambios que pueden producirse a medida que estos niños crecen y se
adentran en la experiencia escolar —y, en el caso de los niños con TEL,
experimentan también el apoyo terapéutico—. Dar cuenta de estos
cambios no es un tema menor, ya que en opinión de Nippold (2004) al
estudiar el desarrollo tardío del lenguaje (después de los cinco años)
destaca el incremento de formas y el mayor uso de subordinación
como una pieza clave en la sintaxis de niños con DT. Cabe preguntarse,

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El desarrollo típico y atípico de la subordinación en español. Estudio en dos poblaciones  |  Crespo et al

entonces, cómo se produce este fenómeno en niños con TEL y si exis-


ten diferencias en la forma en que se desenvuelven las poblaciones.
Otro aspecto interesante de considerar está relacionado con la
manera en la que se observará el fenómeno de la subordinación. En
este sentido, los estudios citados comparan el uso de estructuras y
observan no solo las cantidades, sino los diferentes tipos que se uti-
lizan (Acosta et al., 2014; Buiza, Adrián, González y Rodríguez-Parra,
2004; Hincapié et al., 2008). Sin embargo, aquí hemos decidido ade-
más considerar otro aspecto de la subordinación: las desviaciones en
la construcción. Se entiende por desviación aquellos fallos o usos poco
frecuentes, como ciertas formas de hipérbaton, que son sistemáticos
(ocurren en los mismos espacios estructurales) pero no consistentes
(esto es, ocurren algunas veces y otras no en el mismo discurso) que
cometen los niños, con TEL o con DT, cuando construyen una determi-
nada estructura sintáctica y que son significativamente más abundan-
tes en los niños con TEL.
En otros trabajos (Crespo, Alfaro-Faccio, Góngora, Alvarado y Mar-
full, en prensa), se distinguen seis categorías de desviaciones en diver-
sas estructuras sintácticas:
• Discordancia: no congruencia entre los morfemas de género, nú-
mero, tiempo, aspecto y modo.
• Elisión: omisión de un elemento léxico o funcional que es exigido
por la estructura sintáctica.
• Sustitución: reemplazo de un elemento funcional o léxico exigido
por una estructura sintáctica, por otro elemento con el cual compar-
te algunos rasgos, sin ser este último contextualmente adecuado.
• Incorporación: adición de un elemento léxico o funcional que no
es exigido por la estructura sintáctica y no es contextualmente
adecuado.
• Hipérbaton: cambio del orden de las palabras y/o sintagmas que es
predominante en una lengua configuracional.
• Anomalías morfológicas, hiperregularización verbal.
Este trabajo se propuso observar cuáles de estas desviaciones ope-
raban en el ámbito de la subordinación, especialmente en la conexión
entre la oración principal y la subordinada.

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4. Metodología
La presente investigación se enmarca dentro de un estudio longitu-
dinal1 de alcance descriptivo-comparativo que se aplicó en dos po-
blaciones de niños con TEL y con DT para observar el desarrollo de
su productividad sintáctica y la presencia de desviaciones a nivel gra-
matical.

4.1. Participantes
Se reclutaron 50 estudiantes de colegios con sistema regular, con diag-
nóstico de TEL (N = 25; 16 hombres y nueve mujeres) y con desarrollo
típico (N = 25; 13 hombres y 12 mujeres), los que fueron evaluados en
diversas oportunidades.
Para este estudio tomamos solo el tiempo 1 (esto es, entre los cin-
co años y cinco años 11 meses), el tiempo 3 (entre los seis años y seis
años 11 meses) y el tiempo 5 (entre siete años y siete años 11 meses
de edad).
Los niños del grupo DT tenían un desempeño cognitivo y lingüís-
tico adecuado a su edad y su escolarización seguía los estándares
normales, según el criterio de la educadora a cargo del nivel y del
gabinete psicopedagógico de cada establecimiento educacional. La
selección de los niños del grupo TEL se efectuó de acuerdo con las
normas chilenas para su diagnóstico (Decreto nº 170), y fue realizado
mediante el test exploratorio de gramática española de Toronto (Pa-
vez, 2010), tanto la subprueba receptiva (STSG-R) como la expresiva
(STSG-E) y el TEPROSIF-R (Pavez, Maggiolo y Coloma, 2009). En am-
bas pruebas, los sujetos que obtuvieron 1,5 de desviación estándar
bajo la norma fueron considerados con rendimiento deficitario e in-
gresaron al grupo TEL. Además, para corroborar que presentaban un
desempeño cognitivo y auditivo dentro de la norma se aplicó el test
de matrices progresivas-escala coloreada (Raven, 2005), tomando la
norma chilena (Ivanovic et al., 2000), más una audiometría tonal e
impedanciometría. En la Tabla 1 se presenta una síntesis de las medi-
ciones realizadas y sus resultados.

1
El estudio fue validado por el Comité de Bioética de la Pontificia Universidad Cató-
lica de Valparaíso, Chile, con fecha 8 de mayo de 2013.

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El desarrollo típico y atípico de la subordinación en español. Estudio en dos poblaciones  |  Crespo et al

Tabla 1.
Resultados de las evaluaciones diagnósticas y de selección del grupo TEL.
Desviación
Media
Estándar
Pruebas
STSG-E 23,61 6,45
STSG-R 22,78 7,40
TEPROSIF-R 28,94 15,87
Test de matrices coloreadas de Raven 20,89 3,77
Evaluación auditiva Min. Max.
Audiometría tonal. Promedio tonal puro oído 8,3 23,3
derecho
Audiometría tonal. Promedio tonal puro oído 8,3 21,7
izquierdo
Fuente: Elaboración propia.

4.2. Instrumentos y recolección


Para la elicitación de los 150 textos que son parte del corpus NIR (2014),
se usó una tarea de recontado. Para ello, se utilizaron tres textos narra-
tivos audiovisuales que fueron aplicados en diferentes momentos (cin-
co, seis y siete años de edad de los sujetos). El primero fue La mariposa
Flopi; el segundo, Bato, el oso futbolista; y, el tercero, El valiente Lilo;
los que fueron elaborados por Crespo, Góngora y Manghi (2013) y se
construyeron siguiendo la gramática de las historias de Stein y Glenn
(1979), Peterson y McCabe (1983), Owens (1995) y Pavez, Coloma y
Maggiolo (2008). Los tres relatos mantuvieron la estructura de estable-
cimiento de escena, dos episodios y reacción-resolución. Formalmen-
te, estaban compuestos por 650 palabras y 40 cláusulas en promedio.
La dinámica de dos interlocutores en la aplicación del instrumento
y recolección de los datos tuvo como finalidad recrear una situación
de relato infantil pragmáticamente verosímil y cercana a su realidad2.


2
Para una descripción más detallada, revisar Alvarado, Crespo y Manghi (2016);
Bustos y Crespo (2014); Crespo, Góngora y Figueroa (2015).

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4.3. Análisis
Los 150 discursos narrativos orales fueron transcritos fonéticamente.
La información lingüística fue analizada sintácticamente en: separa-
ción de cláusulas; identificación de cláusulas subordinadas; e identi-
ficación de desviaciones en las vinculaciones interclausulares. Estas
unidades fueron contabilizadas y, además, se calcularon índices y pro-
porciones.

4.3.1. Unidades de análisis


Las primeras dos unidades de análisis consideradas fueron la cláu-
sula y la cláusula subordinada. Se entenderá por cláusula a la unidad
sintáctica que está regida por un verbo núcleo (finito o no finito) que
contiene un predicado expresando una única acción o estado (Berman
& Slobin, 1994). Respecto de la cláusula subordinada, se asume como
una unidad regida por relaciones de dependencia e incrustación clau-
sular. Para el español, la Nueva gramática de la lengua española (RAE/
ASALE, 2009) ha establecido ciertos tipos de subordinación identifi-
cadas, principalmente, a partir de la función sintáctica que cumple
la cláusula dependiente e incrustada —subordinada— respecto de la
principal o subordinante.
La tercera unidad de análisis corresponde a la desviación en la
subordinación (DS). Como ya se señaló, se entiende por desviación
a aquellos fallos o usos poco frecuentes, como ciertas formas de hi-
pérbaton, que son sistemáticos (ocurren en los mismos espacios es-
tructurales) pero no consistentes (ocurren algunas veces y otras no
en el mismo discurso). La desviación interclausular corresponderá,
por tanto, a aquel fallo ocasional en el cual no se cumplen las reglas
formales propias de las relaciones interclausulares que rigen la sub-
ordinación en español, por ejemplo, la concordancia verbal entre
cláusulas —ya sea, tiempo o modo—, elisión o sustitución del subor-
dinante. A partir de las seis categorías de desviaciones planteadas en
el marco teórico, se consideraron cuatro tipos de desviaciones que
afectan el vínculo interclausular en la subordinación. Estos son: sus-
titución (verboide, nexo, formas verbales y preposición); incorpora-
ción (de nexo y preposición); elisión (de nexo, preposición, subordi-
nada y verbo) y discordancia (de tiempo, modo y aspecto del verbo, y
la persona del pronombre).

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El desarrollo típico y atípico de la subordinación en español. Estudio en dos poblaciones  |  Crespo et al

En la Tabla 2 se detallan ejemplos concretos, tomados del corpus,


de cada una de estas desviaciones.

Tabla 2.
Codificación de la categoría desviación.
Tipo de desviación Ejemplo
interclausular
Sustitución Verboide se tiró sin gritar/el otro con gritar
(BATO_06TEL)
Nexo pensó si se podría caer (LILO_44TEL)
Formas y después se sintió/ triste llorando
verbales (BATO_15DT)
Preposición pero un día Lilo tenía mucho miedo en
caerse (LILO_15DT)
Incorporación Nexo y/o pero dijo no voy a tener de miedo/
preposición (LILO_06TEL)
Elisión Nexo y primero sus/ sus amigos fueron rescatarla
(FLOPI_07TEL)
Preposición y la serpiente le tuvo miedo escénico que le
pegue/ (LILO_10TEL)
Subordinada y fue a su casa corriendo a buscar un /e/
(FLOPI_DT67)
Verbo una vez un oso futbolista vivía en el bosque
cuando su amigo (BATO_14TEL)
Discordancia TAM conejo le dijo al oso que se vayaba de la
cancha (BATO_14TEL)
Persona pero un día le mostró cómo volaban
(LILO_52DT)
Pronominal y tuvo que hacer las zapatillas/ tanto
trabajo/ hasta que los terminó (BATO
37TEL)
Fuente: Elaboración propia

4.3.2. Índices
El índice de productividad de subordinación (IPS) se ha construido a
partir de la cantidad total de cláusulas subordinadas (TCS) y la canti-
dad de cláusulas totales (TC) producidas por cada menor en su tarea
de recontado. El IPS se calcula dividiendo el TCS por el TC.

IPS = (TCS/TC)

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El índice de desviaciones interclausulares en la subordinación


(IDS) permite cuantificar la proporción de fallos (TDS) respecto de
la cantidad de vínculos interclausulares que implican subordinación
(TCS), producidos por cada menor en su tarea de recontado. Este ín-
dice se calcula dividiendo el total de desviaciones identificadas por el
total de cláusulas subordinadas.

IDS= (TDS/TCS)

5. Resultados
5.2. Análisis estadístico de los resultados

5.2.1. Productividad de subordinación (PS)


El análisis descriptivo en la Tabla 3 ilustra que durante la trayectoria
temporal, el grupo DT evidenció mayor PS en una etapa inicial (M:
0,247) respecto del grupo TEL (M: 0,198). Esta disparidad se mantiene
en un segundo momento, pues en el cuento de Bato se observa que el
promedio de DT (M: 0,332) es mayor que el del grupo TEL (M: 0,270).
No obstante, la discrepancia en el índice de productividad evidenciado
en los dos primeros tiempos se equiparó en el último cuento —Lilo—,
observándose que ambos grupos presentan el mismo IPS (M: 0,378)
sin grandes diferencias en su desviación estándar.

Tabla 3.
Descriptivos del índice de productividad de subordinación de los grupos DT y
TEL en la variable intrasujeto (medidas repetidas).
Desviación
Medidas Grupo Media N
Estándar
(Tiempo 1) IPS_Flopi DT 0,247 0,111 25
TEL 0,198 0,105 25
(Tiempo 3) IPS_Bato DT 0,332 0,087 25
TEL 0,270 0,096 25
(Tiempo 5) IPS_Lilo DT 0,378 0,067 25
TEL 0,378 0,077 25
Fuente: Elaboración propia.

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El desarrollo típico y atípico de la subordinación en español. Estudio en dos poblaciones  |  Crespo et al

Al comparar la trayectoria de ambos grupos (Tabla 4) no se evi-


dencia un efecto de interacción entre los factores inter e intrasuje-
to (F(2,96) = 1,693, p = 0,189). Es decir, no se observa una diferencia
estadísticamente significativa en la progresión temporal entre ambos
grupos.

Tabla 4.
Análisis de interacción entre las variables medidas y grupo en la productividad
de subordinación.
Suma de Media
df F P η² p
cuadrados cuadrática
Medidas
0.607 2 0,303 38,336 < ,001 0,444

Medidas ✻
0.027 2 0,013 1,693 ,189 0,034
grupo
Residual 0.760 96 0,008
Nota: df significa grados de libertad, del inglés degrees of freedom.
Fuente: Elaboración propia.

Los análisis permiten observar que, si bien los sujetos con TEL y
con DT muestran avances significativos en la PS entre los distintos
momentos de la toma, la trayectoria de ambos grupos es similar (Fi-
gura 1).

Figura 1. Progresión temporal del desempeño de los grupos DT versus TEL en


el índice de productividad de subordinación (IPS).
Fuente: Elaboración propia.

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5.2.2. Proporción de desviaciones en la subordinación


En la Tabla 5 se presentan los estadísticos descriptivos que permiten
comparar ambos grupos en el índice de desviaciones.

Tabla 5.
Descriptivos del índice de desviaciones en la subordinación de los grupos DT y
TEL en la variable intrasujeto (medidas repetidas).

Desviación
Medidas Grupo Media N
Estándar
IDS_Flopi DT 0,092 0,115 25
TEL 0,084 0,172 25
IDS_Bato DT 0,180 0,183 25
TEL 0,232 0,241 25
IDS_Lilo DT 0,076 0,060 25
TEL 0,196 0,162 25
Fuente: Elaboración propia.

El análisis descriptivo en la Tabla 5 permite observar que durante la


trayectoria temporal, a los cinco años, el grupo DT presenta un índice
mayor en las desviaciones interclausulares (M: 0,092) que sus pares en
edad con TEL (M: 0,084). Esta disparidad se invierte a los seis años en
Bato y aumenta la diferencia entre ambos grupos, siendo el grupo TEL
el que presenta una mayor ocurrencia de fallos (M: 0,232) en compa-
ración con DT (M: 0,180). En la última medición, correspondiente a
Lilo, a los siete años, la diferencia se acrecienta entre las poblaciones,
observándose que en TEL (M: 0,196) las desviaciones son mucho más
frecuentes que en DT (0,076). Esto nos permite deducir que, si bien
en una etapa inicial de la trayectoria tanto TEL como DT evidencian
una proporción de desviaciones similares, a medida que los sujetos
avanzan en edad, la proporción de desviaciones parece disminuir en
un grupo y aumentar en el otro.

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El desarrollo típico y atípico de la subordinación en español. Estudio en dos poblaciones  |  Crespo et al

Tabla 6.
Análisis de interacción entre las variables medidas y grupo en el índice de des-
viaciones en la subordinación.
Corrección Suma de Media
df F p
de esfericidad cuadrados cuadrática
Greenhouse-
Medidas 0,352 1,635 0,215 6,623 0,004
Geisser
Medidas Greenhouse-
✻ grupo
0,103 1,635 0,063 1,929 0,160
Geisser
Greenhouse-
Residual 2,552 78,481 0,033
Geisser
Nota: df significa grados de libertad, del inglés degrees of freedom.
Fuente: Elaboración propia.

El análisis comparativo entre sujetos permite determinar la interac-


ción de ambos grupos en su productividad de cláusulas subordinadas
durante los tres momentos evaluados. Para tal caso, en la Tabla 6 se
evidencia que existe una diferencia estadísticamente significativa en
cada grupo respecto de su propia trayectoria temporal, es decir, entre
la toma de Flopi, Bato y Lilo. No obstante, no se registró una diferencia
estadísticamente significativa en la interacción entre los grupos duran-
te la trayectoria temporal. Esto permite establecer que si bien existen
diferencias en las proporciones, los recorridos de las dos poblaciones
son similares y, por lo tanto, no pueden considerarse dos caminos to-
talmente distintos, tal como se evidencia en la Figura 2.

Figura 2. Progresión temporal del desempeño de los grupos DT versus TEL en


la proporción de desviaciones en la subordinación (IDS).
Fuente: Elaboración propia.

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5.2.3. Total de desviaciones en la subordinación (TDS)


En cuanto al total de desviaciones en la subordinación (TDS), en la Ta-
bla 7 se presentan los estadísticos descriptivos que permiten comparar
ambos grupos.

Tabla 7.
Descriptivos del total de desviaciones en la subordinación de los grupos DT y
TEL en la variable intrasujeto (medidas repetidas).
Medidas Grupo Media Desviación Estándar N
TDS_Flopi DT 0,520 0,653 25
TEL 0,240 0,436 25
TDS_Bato DT 1,160 1,106 25
TEL 1,360 1,381 25
TDS_Lilo DT 0,960 0,841 25
TEL 2,480 1,960 25
Fuente: Elaboración propia.

El análisis descriptivo permite observar que durante la progre-


sión temporal, a los cinco años, el grupo DT presenta una mayor fre-
cuencia de desviaciones (M: 0,520) que sus pares en edad con TEL
(M: 0,240). Esta disparidad se invierte a los seis años en Bato y au-
menta la diferencia entre ambos grupos, siendo el grupo TEL el que
presenta una mayor ocurrencia de fallos (M: 1,360) en comparación
con DT (M: 1,160). En la última medición, la diferencia se acrecienta
entre las poblaciones, observándose que en TEL (M: 2,480) el total
de desviaciones es mucho más frecuente que en DT (0,960). Esto
nos permite deducir que si bien en una etapa inicial de la trayectoria
tanto TEL como DT evidencian una productividad similar en el total
de desviaciones interclausulares, a medida que avanzan en edad
ambas poblaciones se van diferenciando, siendo los niños TEL
quienes aumentan considerablemente la cantidad de fallos.
El análisis comparativo entre sujetos ha permitido determinar la
interacción de ambos grupos en el TDS durante los tres momentos
evaluados. En la Tabla 8 se observa que la estimación del efecto
de interacción resultó ser estadísticamente significativo (F(2,96) =
17,579, 8,236; p = 0,001), es decir, ambos grupos hacen trayectorias
distintas y, a la vez, las diferencias entre los tramos de edad son
significativas para los dos grupos (Figura 2). Se evidencia que la

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El desarrollo típico y atípico de la subordinación en español. Estudio en dos poblaciones  |  Crespo et al

magnitud de la diferencia de las trayectorias entre grupos es relevante


(𝜂2p = 0,146), de acuerdo con los criterios de Cohen (1988) para la
interpretación de los tamaños del efecto.

Tabla 8.
Análisis de interacción entre las variables medidas y grupo en el total de desvia-
ciones en la subordinación.
Corrección Suma de Media
df F P η² p
esfericidad cuadrados cuadrática
Medidas Greenhouse-
46,36ᵃ 1,778ᵃ 26,072ᵃ 17,579ᵃ < ,001ᵃ 0,268
Geisser
Medidas Greenhouse-
✻ grupo
21,72ᵃ 1,778ᵃ 12,215ᵃ 8,236ᵃ < ,001ᵃ 0,146
Geisser
Residual Greenhouse-
126,59 85,351 1,483
Geisser
ᵃ Mauchly’s test of sphericity indicates that the assumption of sphericity is violated (p < .05).
Nota: df significa grados de libertad, del inglés degrees of freedom.

Figura 3. Progresión temporal del desempeño de los grupos DT versus TEL en


total de desviaciones en la subordinación (TDS).
Fuente: Elaboración propia.

5.2.4. Tipo de desviación en la subordinación


Para ahondar en estos resultados, se describirá cómo se verifican estas
trayectorias considerando los distintos tipos de desviación.

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a) Análisis descriptivo por tipo de desviación: sustitución,


elisión, discordancia e incorporación
Respecto de la desviación sustitución (DS), elisión y discordancia, los
resultados del análisis descriptivo muestran un comportamiento muy
parecido al comparar las dos poblaciones (Tabla 9, 10 y 11).

Tabla 9.
Descriptivos de la desviación en la subordinación de tipo sustitución (DS) de los
grupos DT y TEL en la variable intrasujeto (medidas repetidas).
Desviación
Medidas Grupo Media N
Estándar
(Tiempo 1) DS_Flopi DT 0,080 0,277 25
TEL 0,040 0,200 25
(Tiempo 3) DS_Bato DT 0,480 0,653 25
TEL 0,120 0,332 25
(Tiempo 5) DS_Lilo DT 0,320 0,627 25
TEL 0,480 0,714 25
Fuente: Elaboración propia.

Tabla 10.
Descriptivos de la desviación en la subordinación de tipo elisión (DE) de los gru-
pos DT y TEL en la variable intrasujeto (medidas repetidas).
Desviación
Medidas Grupo Media N
Estándar
(Tiempo 1) DE_Flopi DT 0,200 0,408 25
TEL 0,160 0,374 25
(Tiempo 3) DE_Bato DT 0,080 0,277 25
TEL 0,280 0,458 25
(Tiempo 5) DE_Lilo DT 0,160 0,374 25
TEL 0,800 1,155 25
Fuente: Elaboración propia.

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El desarrollo típico y atípico de la subordinación en español. Estudio en dos poblaciones  |  Crespo et al

Tabla 11.
Descriptivos de la desviación en la subordinación de tipo discordancia (DD) de
los grupos DT y TEL en la variable intrasujeto (medidas repetidas).
Desviación
Medidas Grupo Media N
Estándar
(Tiempo 1) DD_Flopi DT 0,240 0,523 25
TEL 0,000 0,000 25
(Tiempo 3) DD_Bato DT 0,400 0,645 25
TEL 0,880 1,092 25
(Tiempo 5) DD_Lilo DT 0,400 0,500 25
TEL 0,880 1,013 25
Fuente: Elaboración propia.

Como puede verse en las tablas precedentes (Tabla 9, 10 y 11), den-


tro de la progresión temporal, el grupo DT evidencia mayor produc-
ción de DS en el tiempo 1 respecto del grupo TEL, que incluso en la dis-
cordancia no muestra producción de este tipo de fallos. En el tiempo 3
(Bato), esta disparidad se mantiene en sustitución, pero se invierte en
elisión y discordancia, pues en el cuento de Bato se observa que el pro-
medio de los niños DT es menor que el del grupo TEL. Finalmente, en
el tiempo 5 (Lilo), TEL sigue manteniendo una mayor predominancia
de desviaciones si se los compara con DT.
En relación con la desviación incorporación (DI), los resultados del
análisis descriptivo (Tabla 12) muestran que, dentro de la progresión
temporal, el grupo DT no evidencia desviación de incorporación en
la primera muestra, a diferencia del grupo TEL (M: 0,040). En el tercer
momento, esta disparidad se invierte, pues se observa que el prome-
dio de DT (M: 0,240) es mucho mayor que el grupo TEL (M: 0,080).
Sin embargo, en el tiempo 5, vuelve a ser el grupo TEL (M: 0,200) el
que evidencia una mayor ocurrencia de DI que el grupo DT (M: 0,080).
Esto nos permite plantear que mientras en el grupo DT no es posible
observar un patrón de incremento del fallo, el grupo TEL evidencia un
aumento en la ocurrencia de desviación asociado con el aumento de
la edad.

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Tabla 12.
Descriptivos de la desviación en la subordinación de tipo incorporación (DI) de
los grupos DT y TEL en la variable intrasujeto (medidas repetidas).
Medidas Desviación
Grupo Media N
Estándar
(Tiempo 1) DI_Flopi DT 0,000 0,000 25
TEL 0,040 0,200 25
(Tiempo 3) DI_Bato DT 0,240 0,523 25
TEL 0,080 0,277 25
(Tiempo 5) DI_Lilo DT 0,080 0,277 25
TEL 0,200 0,500 25
Fuente: Elaboración propia.

Análisis comparativo de los tipos de desviaciones: sustitución, eli-


sión, discordancia e incorporación
El análisis comparativo entre sujetos ha permitido determinar la
interacción de ambos grupos en los tipos de desviación en la subordi-
nación durante los tres momentos evaluados.

Tabla 13.
Efectos de interacción por grupo en los tipos de desviación en la subordinación.
F p η² p
Sustitución 3,362ᵃ 0,049ᵃ 0,065
Elisión 4,194ᵃ 0,030ᵃ 0,080
Discordancia 4,039ᵃ 0,026ᵃ 0,078
Incorporación 2,157ᵃ 0,129ᵃ 0,041
Fuente: Elaboración propia.

En la Tabla 13 se observa que en el caso de las desviaciones de sus-


titución (F(2,96) = 3,362, p = 0,049), elisión (F(2,96) = 4,194, p = 0,030) y
discordancia (F(2,96) = 4,039, p = 0,026) existe un efecto de interacción
estadísticamente significativo, lo que sugiere que la progresión tempo-
ral difiere dependiendo del grupo de pertenencia. Por ello, en la Figura
4 se observa que el grupo TEL muestra una trayectoria diferente de la
del grupo DT. En cambio, el análisis comparativo entre sujetos en la
interacción de ambos grupos en la incorporación arrojó que la estima-
ción del efecto de interacción resultó no ser estadísticamente significa-

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El desarrollo típico y atípico de la subordinación en español. Estudio en dos poblaciones  |  Crespo et al

tivo (F(2,96) = 2,157, p = 0,129). Esto sugiere que la trayectoria temporal


en incorporación no difiere dependiendo del grupo de pertenencia.

Figura 4. Progresión temporal del desempeño de los grupos DT versus TEL en


la desviación de la subordinación tipo sustitución, elisión, discordancia e in-
corporación.
Nota. SUS = Sustitución; ELI = Elisión; DIS = Discordancia; INC = Incorporación.

6. Conclusiones
A partir de los resultados obtenidos en la presente investigación, es po-
sible hacer referencia al cumplimiento de los tres principales objetivos
que direccionaron el estudio. En relación con el primer objetivo —de-
terminar si evolutivamente la productividad de la subordinación se
mantiene cuantitativamente deficitaria en los niños con TEL en com-
paración con sus pares con DT— se concluye que en términos evolu-
tivos la baja productividad en la subordinación del grupo con TEL no
se mantendría. En la medida en que los niños avanzan en escolaridad,
también avanzan en la producción de estructuras subordinadas, des-
plazando la idea de una producción cuantitativamente menor respec-
to de la de sus pares con DT, que sí se observa en la temprana infancia.
Además, se pudo corroborar que ambos grupos, dentro de la lógica
de su productividad, hacen un recorrido parecido. Esto podría sugerir
que los sujetos con TEL pueden tener resultados más bajos que los de
DT, pero dentro de su propia lógica recorren el mismo camino de la

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adquisición, evidenciando lo planteado por Leonard (2014b) en cuan-


to a que el niño con TEL no rompe con la adquisición normal, sino que
evidencia solo una mayor dificultad dentro de un perfil similar.
En cuanto al segundo objetivo de este estudio —establecer si exis-
te diferencia en el porcentaje de vínculos interclausulares con fallos o
desviaciones en las narraciones producidas por niños con TEL y DT
medidos en tres momentos de su escolarización—, los resultados arro-
jaron que los niños con TEL hacen un recorrido distinto en relación
con los niños con DT, evidenciando cada vez más fallos a medida que
aumentan en edad. En este sentido, ambos grupos hacen una trayec-
toria diferente. Es decir, aunque parecen lidiar con los mismos proble-
mas a los cinco años, se observó que el grupo con DT logra superarlos,
pues disminuyen de forma gradual a medida que avanzan en su esco-
larización; en cambio, en el grupo TEL dichas desviaciones aumentan,
mostrando una mayor dificultad para lidiar con el desafío que implica
la estructura de subordinación. En otras palabras, tanto los niños con
TEL como los niños con DT cometen fallos cuando subordinan, no
obstante, los primeros producen significativamente más desviaciones
que sus pares normotípicos. Estos resultados sugieren que existe una
persistencia de la dificultad en la población TEL, a pesar de la escolari-
zación y de la terapia, lo que ya ha sido ya reportado por otros autores
(Durkin, Conti-Ramsden & Walter, 2011; Simkin & Conti-Ramsden,
2006; Stothard, Snowling, Bishop, Chipchase & Kaplan, 1998) lo
que parece invalidar la propuesta de que el TEL es una condición
transitoria. Se concluye, por tanto, que en términos evolutivos, el
grupo TEL sí presenta diferencias en el manejo de ciertos elementos
clave cuando subordina en comparación con sus pares con DT, ya que
comete significativamente más fallos o desviaciones al vincular dos o
más cláusulas subordinadas.
Por último, respecto del tercer objetivo de esta investigación —
determinar el tipo de desviación que tiene lugar en la subordinación en
las narraciones de los niños con TEL comparado con las de la población
con DT— se evidenció que el tipo de fallo en ambos grupos es similar,
observándose desviaciones en discordancia (principalmente verbal),
elisión (de nexos) y sustitución (de preposiciones). La comparación por
tipo de desviación, en la mayoría de los casos nos permite plantear que
si bien los niños con DT a los cinco años realizan más desviaciones en

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El desarrollo típico y atípico de la subordinación en español. Estudio en dos poblaciones  |  Crespo et al

aspectos interclausulares cuando subordinan que los niños con TEL,


la trayectoria les permite superar este fallo en su desarrollo sintáctico,
lo que no ocurre con el grupo TEL.
Asimismo, los resultados mostraron que la elisión, la sustitución, la
discordancia y la incorporación son elementos cruciales para entender
cuáles son los puntos de mayor dificultad que conlleva la vinculación
interclausular en el español, pues ambos grupos los cometieron. Este
mismo fenómeno también fue observado por Jackson-Maldonado y
Maldonado (2017) en un estudio transversal con niños entre los cinco
y nueve años de edad. Este hallazgo pareciera corroborar la propuesta
de Leonard (2014b) cuando señala que los errores de TEL dejan ver las
dificultades mayores que tiene una lengua —en este caso el español—
y permiten describir un patrón particular de dificultades gramaticales.

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Artículo
LITERATURA Y LINGUÍSTICA N°41, 2020 | ISSN 0716-5811 | pp. 385-414
DOI: https://doi.org/
Recibido: 19 de marzo 2019 · Aceptado: 20 de noviembre 2019

La adquisición de segmentos del inglés


desde la sociolingüística: la fricativa
postalveolar sorda /ʃ/ * 1

The Acquisition of English Segments from a Sociolinguistic


Perspective: The Voiceless Postalveolar Fricative /ʃ/

Paulina B. Subiabre Ubilla ** 2

RESUMEN
En la tradición laboviana el estudio de la variación lingüística Palabras clave:
ha comenzado a aplicarse recientemente en investigaciones de variación
segunda lengua, donde se ha demostrado que en este tipo de lingüística,
contextos (principalmente inmigración) surgen patrones socio- fonética acústica,
transferencia,
lingüísticos similares a los encontrados en estudios de variación
hipercorrección,
en lengua materna. Este artículo recoge la fricativa postalveolar
inglés como lengua
sorda (ʃ)***3 como variable fonética en el habla de 18 estudiantes
extranjera.
chilenos de inglés. Por medio de análisis de factor por factor y
de variable múltiple se buscó determinar, en primer lugar, si los
patrones de variación lingüística del español de Chile también
ocurren en situaciones de inglés como lengua extranjera, dado
que esta variable ha sido históricamente correlacionada con
factores sociales y, en segundo término, si los hablantes no na-
tivos de inglés replican la variación que muestran los hablantes
nativos. Los resultados sugieren que tanto factores lingüísticos
como sociales contribuyen a la variación de (ʃ). De esta forma, el
artículo contribuye a fortalecer la noción de que la variación es
inherente a las lenguas, tanto en lengua materna como en lengua
extranjera.

*1
La variable estudiada en este artículo corresponde a uno de los capítulos de la tesis
doctoral “A phonetic variationist study on Chilean speakers of English as a foreign lan-
guage”, de mi autoría.
**2
Chilena, PhD in English Language, University of Glasgow, académica Universidad
del Bío-Bío, Chillán, Chile. psubiabre@ubiobio.cl
***3
En sociolingüística los paréntesis se utilizan para referirse a una variable lingüísti-
ca; las variantes lingüísticas (las distintas realizaciones de una variable) serán identifica-
das con corchetes.

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La adquisición de segmentos del inglés desde la sociolingüística: la fricativa postalveolar   |  Subiabre

ABSTRACT
Variationist research in the Labovian paradigm has traditiona- Keywords:
lly looked at the structured heterogeneity of first languages. This linguistic variation,
methodology has been recently applied to second languages, acoustic phonetics,
transfer, over-
usually in immigration settings. Research has shown sociolin-
correction, English
guistic patterns in the L2 acquisition processes that are similar
as a foreign
to those found in L1 speech. This article examines the speech
language.
of 18 Chilean university learners of English and explores the
variation of voiceless postalveolar fricative (ʃ). Using a factor
by factor and multivariate analysis, it seeks to first test whether
the patterns of variation characteristic of Chilean Spanish are
transferred to English; and secondly, whether the variation ex-
hibited by native speakers of English is replicated in EFL con-
texts. The results suggest that the transfer of patterns from the
L1 to the L2 occurs for (ʃ). Both social and linguistic factors have
an effect on the use of (ʃ). The study of variation in EFL seeks to
contribute to the notion that variation is inherent to language
in native and non-native contexts, especially in relation to the
effect of internal constraints.

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1. Introducción
El estudio cuantitativo de la variación lingüística se basa en el argu-
mento de que todas las lenguas naturales varían y cambian (Sapir,
1921; Weinreich, Lavov & Herzog, 1968) y, dentro de ella, la perspec-
tiva laboviana sugiere que dicha variación es el resultado de la con-
vergencia de factores lingüísticos y extralingüísticos. Tal variación es
inherente a la lengua y tiende a ser sistemática, por lo que se espera
que todos los hablantes de un idioma varíen sistemáticamente en un
rango de situaciones lingüísticas, dependiendo de factores internos
(lingüísticos) y/o externos (sociales). Dentro de los factores internos
que han presentado históricamente una mayor incidencia en la va-
riación lingüística se cuentan el contexto fonético inmediato y la po-
sición de la variable. Asimismo, los factores externos más recurrentes
son la edad, el sexo, el nivel educacional y el nivel socioeconómico
de los hablantes.
Si bien el estudio de la variación lingüística se ha enfocado tradicio-
nalmente en la variación en lengua materna (L1), las últimas décadas
han visto un aumento en el estudio de la variación de hablantes de se-
gunda lengua (L2), principalmente en contextos de inmigración y aún
más recientemente, en casos de lengua extranjera (por ejemplo, Kpogo
& Gathercole, 2019; Miatto, Hamann & Boersma, 2019), donde el habla
que se adquiere no ocurre como componente de un proceso de inmer-
sión, como en el caso de Chile. El español de Chile presenta ciertas
características dialectales que lo diferencian de otras variedades de es-
pañol, entre las que se cuentan el uso de la fricativa postalveolar sorda
que se analiza acá. El presente estudio buscó determinar si la variación
fonética que exhiben los hablantes de inglés como lengua extranjera
(ILE) es sistemática y, de ser así, si esta variación es atribuible a facto-
res sociales, lingüísticos o a ambos; y, en segundo término, comprobar
si la variación en hablantes de ILE es similar a la de los hablantes nati-
vos, al menos en lo que respecta a esta variable.
El artículo examina el uso de la fricativa postalveolar sorda en el
habla de 18 alumnos de la carrera de Pedagogía en Inglés de la Univer-
sidad del Biobío, Chillán, en relación con los factores que se muestran
en la Tabla 1.

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La adquisición de segmentos del inglés desde la sociolingüística: la fricativa postalveolar   |  Subiabre

Tabla 1.
Factores externos e internos considerados en el análisis de la variación de la fri-
cativa postalveolar sorda.
Tipo de factor Grupo de factores Factores
Externo Sexo Hombre (M)
(social) Mujer (F)
Exposición al inglés en 1
contexto educativo (en años) 3
5
Grupo socioeconómico C2
C3
D
Interno Contexto fonético (anterior y Vocales
(lingüístico) posterior) Consonantes
Pausa
Posición Inicio de turno
Otra posición en el turno:
Inicial (en la palabra)
Interna (en la palabra)
Final (en la palabra)
Clase de palabra Abierta
Cerrada
Fuente: Elaboración propia.

2. Marco teórico
La fricativa postalveolar sorda (ʃ) aparece en una variedad de contex-
tos lingüísticos en inglés, como en los lexemas show /ʃəʊ/1, perception
/pəˈsepʃən/, commercial /kəˈmɜːʃəl/ e impression /ɪmˈpreʃən/. Este ras-
go no ha sido estudiado como variable en hablantes nativos de inglés,
pero sí aparece en descripciones fonéticas generales del inglés (Cat-
ford, 2002; Ladefoged & Disner, 2012) y asociado al efecto que tienen
las vocales en su realización (Shadle, Proctor, & Iskarous, 2008; Wilde,
1995). También ha sido mencionado como variante de (s) en el habla de

1
Esta y las siguientes transcripciones fonéticas estándares corresponden al acento
RP (received pronunciation), uno de los más tradicionales en la enseñanza del inglés
como lengua extranjera.

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Glasgow (Stuart-Smith, 2007; Stuart-Smith, Timmins & Wrench, 2003),


en relación con la percepción de identidad sexual (Levon, 2007) y en
la alternancia de (sh/ch)2 en hablantes latinos en Nueva York (Labov,
2012). En español, el rasgo ha sido estudiado como una de las variantes
para la africada alveolar sorda (ʧ), asociada principalmente a factores
externos como género y clase social (Cedergren, 1973, 1987; Valencia,
1993-1994), con una variación que va desde una variante prestigiosa
en Panamá hasta la estigmatizada en Chile.

2.1. Variación en inglés


La variación de (ʃ) se ha descrito principalmente desde su articula-
ción, con un enfoque bastante limitado en la lingüística variacionista
(Catford, 2002; Jongman, Wayland & Wong, 2000; Ladefoged & Disner,
2012; Ladefoged & Johnson, 2011; Li, Edwards & Beckman, 2009). Den-
tro de esta, la variable ha sido estudiada solo como una variante de (s)
asociada con la clase social de los hablantes de Glasgow (Smith, 2007;
Stuart-Smith et al., 2003) o con la identidad sexual (Levon, 2007). Sin
duda, es un elemento que presenta variación en inglés, pero el valor
sociolingüístico de (sh) en el español de Chile es de naturaleza distinta.

2.2. Variación en español


La fricativa postalveolar sorda —a diferencia del inglés—, no tiene una
correspondencia ortográfica directa en ninguna de las variedades de
español; es más, no es considerada en el inventario estándar del espa-
ñol, apareciendo como un alófono en variación libre y posiblemente
en distribución complementaria con (tʃ) (Dalbor, 1959). En el inventa-
rio no estándar ocurre en posición intervocálica en palabras como mu-
chacho (estándar [muʧaʧo] versus no estándar [mu’ʃaʃo]), después de
consonantes en ancho (estándar [‘anʧo] versus no estándar [‘anʃo]) y
en posición inicial en chala (estándar [‘ʧala] versus no estándar [‘ʃala]);
en español, este elemento no ocurre en posición final, salvo en el caso
de préstamos.

2
Labov (2012) utiliza la notación (sh/ch) para el estudio de las representaciones gra-
fémicas más comunes para la fricativa alveolar sorda /ʃ/ (sh) y la africada alveolar sorda
/tʃ/ (ch).

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La adquisición de segmentos del inglés desde la sociolingüística: la fricativa postalveolar   |  Subiabre

Como variable (ʃ) ha sido documentada en variedades de la Repú-


blica Dominicana, Cuba, en la región española de Andalucía y Nuevo
México (Canfield, 1962; Cedergren, 1973; Lipski, 1994). En Ciudad de
Panamá, Cedergren (1973, 1987) examinó la lenición de <ch>, definida
como la “alternancia de una palatal fricativa [š] con la estándar [č]”3
(Cedergren, 1987, p. 51); los factores considerados en su estudio fue-
ron la posición prosódica en la palabra (inicial y media), el contexto
fonológico, el estilo, el lugar de origen de los hablantes, el sexo, la edad
y el grupo socioeconómico. Cedergren (1973) planteó que existían tres
variantes en el español de Ciudad de Panamá: una africada [ʧ], una
africada palatal sorda con un onset oclusivo reducido [tʃ]4, y una frica-
tiva palatal sorda no labializada [ʃ]5. Los resultados de su investigación
—la diseminación del cambio fonético desde [ʧ] a [ʃ], desde Ciudad
de Panamá a otras ciudades— se comprobaron media generación más
tarde (Cedergren, 1987), siendo el factor de mayor incidencia la edad
de los hablantes (adultos jóvenes), que Cedergren interpretó como un
indicador de la sensibilidad de este grupo etario a la importancia de la
nueva variable, comparable con los patrones de hipercorrección des-
cubiertos por Labov (1966), en Nueva York.
Las conclusiones de la autora también sugieren que la variación
presenta un uso consistente de la variante prestigiosa en términos de
sexo y que la reducción de la oclusión es favorecida cuando la prece-
den vocales y pausas. La presencia de un patrón curvilíneo en la varia-
ción de (ch) a partir de factores socioeconómicos mostró que los gru-
pos opuestos favorecían [tʃ] y [ʃ]. De esta forma, Cedergren demostró
que la variación de (ʃ) ocurre como resultado de la interacción de fac-
tores sociales y lingüísticos, específicamente edad, sexo y lugar de ori-
gen y segmento fonético anterior y posición prosódica. Sin duda, este
trabajo sentó las bases para el estudio de (ʃ) en español, al confirmar
que el uso de esta variable estaba condicionado por factores internos y
externos en hablantes nativos de español.

3
Los fonos americanistas [š] y [č] corresponden a los signos del alfabeto fonético in-
ternacional IPA [ʃ] y [ʧ], respectivamente.
4
Mi propia notación; Cedergren (1973) utiliza s̆.̂
5
Cedergren (1973) concluyó que el uso de la fricativa alveolar sorda es un cambio
lingüístico de aparición reciente que se origina en las áreas urbanas y que fue iniciada
por adultos jóvenes de clase media. Este proceso estuvo marcado por la implementación
gradual fonética [ʧ] > [tʃ] > [ʃ].

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Sin embargo, los valores asignados a esta variable en Ciudad de Pa-


namá se oponen a los estudiados en el español de Chile: en este con-
texto, el uso de la fricativa postalveolar sorda está determinado por fac-
tores sociales como la edad y el lugar de origen, pero el principal factor
es la clase social de los hablantes (Tassara, 1992; Valdivieso, 1983). Al
respecto, Bernales (1978) determinó que el nivel educacional, el sexo
y el estilo (casual versus enfático) y la posición (inicial, intervocálica
y postconsonántica) son todos factores que contribuyen a que (ʧ) sea
producida como [ʃ].
Por último, Widgorsky (1978), Valencia (1993-1994) y Cepeda (2001)
han demostrado que este sonido es característico de individuos de cla-
se social baja, mientras que Valdivieso (1993) sugirió que los hablan-
tes hombres de clase social baja muestran tasas más altas de uso de la
variante no estándar, en este caso (ʃ), que las hablantes de clase alta.

2.3. Variación en contextos de inglés como lengua extranjera o


segunda lengua
El estudio de este fonema en contextos en que el inglés no es la primera
lengua de sus hablantes, revela la aparición de al menos dos variantes
que coinciden con las variantes encontradas en el español de Chile: la
fricativa [ʃ] y la africada [ʧ]. Así, al estudiar a un hablante cubano que
aprendía inglés en Estados Unidos, Dalbor (1959)6 determinó que la
variación de estos sonidos resultaba de la dificultad de los hablantes
para reconocer las distinciones fonéticas entre dichos sonidos y que
este error podría corregirse con un entrenamiento apropiado. Por su
parte, Eklund y Lindström (1998) sugirieron que la inclusión de xe-
nófonos —como el caso de la fricativa alveolar sorda— está también
presente en hablantes de sueco y Flege (1991) detectó, al estudiar a
hablantes nativos de inglés que aprendían español con hablantes na-
tivos de español, que estos producían la fricativa (ʃ) como [č]7, lo que
sugiere que la variación de este sonido se asocia al español en general.
Finalmente, Labov (2012) estudió la alternancia de (ch/sh) en pasajes

6
El estudio de Dalbor no es variacionista, pero se basa en la observación del proce-
so adquisitivo desde una perspectiva educacional en contextos de inglés como segunda
lengua o como lengua extranjera (EFL/ESL), donde la variación se considera como utili-
zación errónea de ciertos elementos.
7
Ver la nota a pie nº 5 del presente artículo.

391

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La adquisición de segmentos del inglés desde la sociolingüística: la fricativa postalveolar   |  Subiabre

de lectura en hablantes de tres orígenes étnicos diferentes de Nueva


York y Filadelfia: afroamericanos, caucásicos y latinos; dentro de este
último grupo, se distinguieron los latinos que habían aprendido a leer
primero en español de los que habían aprendido a hacerlo primero en
inglés. Para Labov, la ocurrencia de “errores” es diferente para afroame-
ricanos y latinos, ya que los errores del primer grupo son gramaticales
y los del segundo, gramaticales y fonológicos. La conclusión de Labov
es que esta alternancia entre la africada /tʃ/ y la fricativa /ʃ/ ocurriría
como consecuencia del aprendizaje de la lectura en español en prime-
ra instancia, pero los errores no tendrían consecuencias directas en la
lectura o comprensión de textos en inglés.

2.4. Hipótesis
Dado el estatus de este sonido en el español de Chile (un estereoti-
po característico principalmente de hablantes de clase social baja, no
educados), este trabajo propone que la variación sistemática de (ʃ) que
se evidencia en hablantes nativos de español, se replica en el habla del
inglés como lengua extranjera, por medio de la trasferencia de la va-
riante prestigiosa, como producto del fenómeno de hipercorrección8.
Específicamente, y basada en estudios similares, la investigación bus-
có probar que:
• existe una diferencia entre el habla de hombres y mujeres no na-
tivos de inglés, donde hay dos escenarios posibles: las mujeres
muestran un mayor uso de la forma no estándar del inglés [ʧ] sobre
la estándar [ʃ], que es estigmatizada en el español de Chile, o bien,
utilizan la forma estándar por sobre la no estándar (refiérase a la
paradoja de género de Labov, 2001).
• el efecto del contexto fonético inmediato es uno de los factores más
importantes que contribuyen a la variación, especialmente en pre-
sencia de vocales y pausa, ya que estas favorecen el proceso de le-
nición.

8
Labov (1972) describe la hipercorrección como la tendencia de ciertos grupos so-
cioeconómicos (particularmente la clase media baja) de sobrepasar a grupos en posi-
ciones más altas en el uso de ciertos elementos que se consideran estereotípicos. En este
caso, se acentúa el componente oclusivo de la africada.

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• el tiempo de instrucción formal en inglés como lengua extranjera es


también un factor importante, en particular en lo que respecta a la
adquisición y producción de las formas meta.
• la lenición es más común en ítems léxicos de clase cerrada, en opo-
sición a la fortición en ítems léxicos de clase abierta.
• hay un mayor uso de las variantes más débiles en posiciones media
y final y de las variantes más fuertes en posición inicial.

3. Metodología
La metodología cuantitativa tradicional sugiere que una de las herra-
mientas más eficientes en el estudio de la variación lingüística es la
entrevista sociolingüística. Esta tiene tanto ventajas como desventa-
jas: si bien permite que el investigador monitoree de forma confiable
al objeto de estudio (en lo que respecta a la calidad de los materiales,
grabación, etc.) y en cuanto a la obtención de datos demográficos9, aun
así es una entrevista y el registro tiende a ser un poco más formal que si
se tratara de una conversación entre conocidos (refiérase a la paradoja
del observador, Labov, 1972).
Se obtuvieron más de 17 horas de datos, producto de entrevistas se-
miestructuradas a 18 estudiantes de la carrera de Pedagogía en Inglés
de la Universidad del Biobío. La selección del número de estudiantes
buscó garantizar la representatividad de la muestra en términos de
sexo, formación y grupos socioeconómico (tres hombres y tres muje-
res de primer, segundo y tercer año; la indexación del grupo socioeco-
nómico fue posterior a la obtención de datos demográficos). Las en-
trevistas semiestructuradas se realizaron sobre la base de módulos de
conversaciones (Labov, 1984).
Las conversaciones fueron grabadas y posteriormente transcritas
grafémicamente en CLAN (MacWhinney, (2000)10. Una vez finalizado
el proceso de transcripción —que se estandarizó por medio de un pro-
tocolo de transcripción—, se identificaron las variables seleccionadas,

9
En oposición, por ejemplo, a la metodología empleada por Labov (1966a) en el es-
tudio de las tiendas de departamentos en New York, donde el investigador se basó en
características demográficas evidentes y no entrevistó directamente a los sujetos para la
obtención de los datos demográficos.
10
CLAN, https://talkbank.org/software/

393

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La adquisición de segmentos del inglés desde la sociolingüística: la fricativa postalveolar   |  Subiabre

al igual que el contexto fonológico inmediato y se codificaron los fac-


tores mencionados anteriormente. El análisis estadístico se realizó en
el software GoldVarb (Tagliamonte, 2006), que permite estudiar de for-
ma simultánea las variables lingüísticas por medio de análisis de factor
por factor y luego de variable múltiple11.

4. Resultados
4.1. Variantes y distribución
Inicialmente se identificaron cuatro variantes:
• Fricativa postalveolar sorda [ʃ], que correspondería al sonido meta
del inglés y es estigmatizada en español de Chile. Se le denominará
“fricativa”12.
• Africada postalveolar sorda [ʧ], forma no meta que corresponde a
la variante de prestigio del español de Chile. Se denominará “afri-
cada”.
• Oclusiva alveolar sorda [t], forma no meta, que no ha sido registra-
da previamente en estudios similares; se le denominará “oclusiva”.
• Una forma de africada alveolar sorda con énfasis en la fricación
[tʃ]; forma no meta, que se denominará “fricativizada”. Esta va-
riante fue registrada por Cedergren (1973)13 y constituye una
forma compuesta14 en que la africada y la fricativa comparten, al
menos, uno de sus constituyentes (Chambers & Trudgill, 1998).
De acuerdo con Chambers (1980), estas formas son comunes en
situaciones de contacto lingüístico entre lenguas o dialectos; en el
caso de esta investigación [tʃ] surge del contacto entre el español
(L1) y el inglés (L2).
A pesar de la cantidad limitada de estudios de la fricativa alveolar
sorda (ʃ) en hablantes nativos de inglés, esta investigación se enfocó en
determinar la fuente y los patrones de variación en hablantes no na-
tivos, ya que el rasgo en estudio ha demostrado variación sistemática

11
Todos los aspectos metodológicos están detallados en Subiabre (2015).
12
La denominación de las variantes obedece a un aspecto práctico.
13
Cedergren (1973) la describe como una forma de africada palatal sorda con un on-
set oclusivo reducido. Esta forma ocurre en el 8% de las instancias totales de su estudio.
14
Chambers y Trudgill (1998) utilizan en término “fudge”.

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por efecto de factores internos y externos. Específicamente, se buscó


determinar si los mismos patrones descubiertos por Valencia (1983),
Valdivieso (1983), Tassara (1992) y Cedergren (1973)15 en hablantes de
L1 surgen en contextos de inglés como lengua extranjera.
Los resultados preliminares sugieren que nueve de los 18 hablantes
estudiados no transfieren los patrones sociolingüísticos que se eviden-
cian en español de Chile; en otras palabras, el 50% de la muestra utiliza
la forma meta /ʃ/ en lugar de evitarla, a pesar de ser una forma estig-
matizada en su L1. Es más, aunque este sonido no forma parte del in-
ventario fonético del español estándar, se evidencia que su uso es apa-
rentemente correlativo con la experiencia de los hablantes en la lengua
extranjera: gran parte de los hablantes de quinto año son categóricos
en su uso, seguidos de los hablantes de tercer año.
Siguiendo el tratamiento de hablantes categóricos de Tagliamonte
(2006), solo se estudiaron aquellos individuos que mostraban varia-
ción por dos motivos: primero, los hablantes categóricos no varían,
por lo que no es posible determinar el origen de la variación y segun-
do, la incorporación de estos individuos alteraría los resultados de los
hablantes que sí varían16. También se eliminó del análisis la variante
[t], ya que solo representa el 1% de las instancias de variación. De esta
forma, la Tabla 2 muestra la distribución de (ʃ) para las tres variantes
restantes, para los hablantes no categóricos.

Tabla 2.
Distribución de (ʃ) en las variantes [ʃ], [ʧ] y [tʃ], para hablantes no categóricos
(N = 243).
[ʃ] [ʧ] [tʃ]
% N % N % N
Total 67 162 24 57 10 24
Fuente: Elaboración propia.

15
El valor sociolingüístico de este segmento es diferente en Chile y en Ciudad de Pa-
namá, ya que mientras en Chile está estigmatizado, en Panamá es prestigioso.
16
Véase también Smith, Durham y Fortune (2007) y Smith, Durham y Richards (2013)
para una justificación similar en relación con la remoción de hablantes categóricos.

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La adquisición de segmentos del inglés desde la sociolingüística: la fricativa postalveolar   |  Subiabre

4.2. Análisis factor por factor

4.2.1. Factores sociales


Como fue mencionado anteriormente, los factores sociales estudiados
fueron: el efecto de los hablantes de forma individual, el sexo, los años
de instrucción en inglés y el grupo socioeconómico de los hablantes.
Sin embargo, el análisis preliminar de los resultados indicó que el
único factor que parecía tener incidencia en la variación era el nivel
socioeconómico17. En relación con la variante estándar, el comporta-
miento de los tres grupos difirió levemente el uno del otro, desde el
grupo medio-bajo al medio-alto. La progresión en el uso de la forma
meta no pareció ser reflejada por las variantes no meta, como se mues-
tra en la siguiente tabla.

Tabla 3.
Distribución de la fricativa alveolar sorda (ʃ) por grupo socioeconómico de los
hablantes no categóricos (N = 243).
Fricativa Africada Fricativizada
[ ʃ] [ʧ] [tʃ]
Grupo socioeconómico % N % N % N
Medio-medio 76 44 19 11 5 3
Medio-alto 68 47 22 15 10 7
Medio-bajo 61 71 27 31 12 14
Total 67 162 24 57 10 24
Fuente: Elaboración propia.

El uso de africadas fue similar en los grupos medio-alto y medio-


bajo y la fricativizada fue usada exclusivamente por los grupos medio-
medio y medio-bajo. La variación fue estadísticamente no significativa
(valor p = 0,3721335; χ² = 4,26), por lo que no habría correlación en el
uso de las variantes y los factores estudiados; sin embargo, el uso de
estas tres variantes es interesante por las siguientes razones:

17
Del análisis individual de los hablantes se desprende que la mayoría utiliza la forma
objeto por sobre las demás, con excepción de un solo hablante. El factor sexo no pudo
ser analizado, porque tanto hombres como mujeres mostraron un comportamiento in-
tragrupal disímil, al igual que el análisis del factor de años de experiencia en la L2.

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• La fricativa es estigmatizada en la L1 de los hablantes. El patrón


sugiere que los hablantes de clase media-baja muestran el uso
más bajo de esta variante (61%, N = 71), mientras que el uso más
alto ocurre en el grupo medio-medio (76%). En este caso, los ha-
blantes de clase media-baja parecen evitar el uso de la variante
estigmatizada.
• Las variantes no meta reflejan el patrón de la variante meta.
• En el lado opuesto de la fricativa, la forma prestigiosa en la L1 de
este grupo de hablantes está africada. Esto se demuestra en el
hecho de que el uso más alto de esta variante ocurre en el grupo
medio-bajo (27%) y el más bajo, en el grupo medio-medio (16%).
Tradicionalmente, el fenómeno de la hipercorrección ha sido vin-
culado con hablantes del grupo socioeconómico medio-bajo, tanto
en situaciones de lengua materna (Labov, 1966, 1990) como en ca-
sos de segunda lengua (Beebe, 1980); en este estudio, dichos patro-
nes parecen replicarse.
• Finalmente, en relación con los grupos socioeconómicos, el uso
de la fricativizada sigue los mismos patrones que la africada
(medio-medio > medio-alto > medio-bajo). Si lo consideráramos
como un segmento en desarrollo, podríamos decir que sigue el
mismo principio de la hipercorrección. En otras palabras, po-
dríamos esperar que los hablantes que son conscientes del va-
lor sociolingüístico de este sonido en la L1 —ya que su proceso
de adquisición está aún incompleto—, podrían elegir la variante
prestigiosa por sobre la estigmatizada, lo que explicaría el patrón
que aquí se muestra.
Aunque los resultados que comparan estos tres grupos parecen
contribuir evidentemente a la variación, las diferencias por grupo so-
cioeconómico no son lo suficientemente robustas en sí mismas.

4.2.2. Factores internos


Dentro de los factores lingüísticos que se analizaron se cuentan: el seg-
mento fonético anterior y posterior, la posición en la estructura pro-
sódica (inicial y final) y el ítem léxico. Se espera que, como en otros
estudios (Cedergren, 1973), el contexto fonético sea uno de los factores
condicionantes más importantes.

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La adquisición de segmentos del inglés desde la sociolingüística: la fricativa postalveolar   |  Subiabre

4.2.2.1. Ítem léxico


Solo se examinaron los ítems léxicos con más de 10 instancias de uso;
la categoría “otros” incluye todos los ítems léxicos con menos de 10
apariciones.

Tabla 4.
Distribución de la fricativa alveolar sorda (ʃ) por ítem léxico, en hablantes no
categóricos (N = 243).
Fricativa Africada Fricativizada
Ítem léxico [ ʃ] [ʧ] [tʃ]
% N % N % N
Show, shown, shows 87 13 13 2 0 0
Short, shorter, shorts 86 12 14 2 0 0
Relationship 80 12 20 3 0 0
Finish, finishing 71 10 14 2 14 2
English 70 30 9 4 21 9
Should 64 7 9 1 27 3
She 61 43 37 26 3 2
Share, sharing 60 6 30 3 10 1
Otros (<10) 60 12 35 7 5 1
Spanish 57 17 23 7 20 6
Total 67 162 24 57 10 24

Fuente: Elaboración propia.

En primera instancia se examinó el condicionamiento de los ítems


léxicos en términos de clase de palabra (función versus contenido),
porque se determinó que los ítems léxicos de frecuencia alta de uso
se comportaban de forma diferente de los de baja frecuencia (véase,
por ejemplo, Bell et al., 2001) y, en segundo término, hay ciertas si-
militudes en la naturaleza de las palabras escogidas, por ejemplo, la
posición de la variable, la clase, el contexto fonético en que ocurre la
variable, etc. Se esperaba un mayor uso de formas débiles (fricativas,
como resultado del proceso de lenición), en palabras de función que
en palabras de contenido, las que se verían fortalecidas por efecto del
componente oclusivo de las africadas.

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La mayoría de los ítems léxicos corresponde a palabras de conte-


nido18, con la excepción de should (5%, N = 11) y she (29%, N = 71). La
variación de estos dos términos es similar en el segmento meta, pero
no en las formas no meta. Should muestra una jerarquía de desarrollo,
con un mayor uso de la fricativizada (similar al ítem English), mien-
tras que en she, el uso de la africada es mayor que en los demás ítems
léxicos. Should y she se comportan de forma similar a las palabras de
contenido.
En resumen, la clase de las palabras parece tener un rol importante
en la variación de forma similar a la posición de la variable en la pa-
labra y otras características estructurales, como en los ítems English y
Spanish, los que no solo presentan la variable en posición final, sino
que también son sustantivos propios, con el mismo segmento anterior.

4.2.2.2. Segmento fonético


Históricamente, los estudios variacionistas de segmentos fonéticos
han considerado la observación del segmento anterior y posterior
como uno de los factores que más contribuyen a la variación (véase,
por ejemplo, la contribución del contexto fonético en variables como
la supresión de (t, d) en Bayley, 1994; Guy, 1994; Tagliamonte, 1998;
Tagliamonte y Temple, 2005; Santa Ana, 1996; o la supresión de (s) en
el español de Puerto Rico, Poplack, 1980).
En el caso de esta variable, Cedergren (1973) confirma la hipótesis
de que la presencia de una vocal anterior favorece la lenición, es decir,
las vocales como segmento anterior favorecerían el uso de las fricativas
por sobre el de las africadas. En este estudio cada segmento fonético
fue identificado, pero por motivos prácticos, fueron luego agrupados
por articulación19.

18
La categoría Otros incorpora de forma exclusiva palabras de clase abierta.
19
Todos los segmentos fonéticos anteriores se agruparon en categorías mayores para
facilitar el análisis. Esta decisión se basa en trabajos como los de Cedergren (1973), Guy
(1991), Poplack, Tagliamonte & Eze (2000), Poplack y Tagliamonte (2001), entre otros.
Guy (2007) sugiere que la naturaleza de los objetivos de la investigación determinará
cómo se considera (y agrupa) el contexto fonético, es decir, dependerá del nivel de aná-
lisis que el investigador desee realizar.

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a) Segmento fonético anterior


Como todas las categorías difieren entre sí, no es posible considerar
categorías mayores (por ejemplo, consonantes versus vocales, como
en Cedergren, 1973). La siguiente tabla muestra los resultados para
segmento fonético anterior.

Tabla 5.
Distribución de la fricativa alveolar sorda (ʃ) para segmento fonético anterior
para los grupos: pausa, vocales y consonantes; para hablantes no categóricos
(N = 243).
Fricativa Africada Fricativizada
[ʃ] [ʧ] [tʃ]
% N % N % N
Fricativas 87 13 7 1 7 1
Laterales 86 6 14 1 0 0
Pausa 83 5 17 1 0 0
Nasales 70 19 30 8 0 0
Vocales 67 99 20 29 14 20
Vibrante 67 6 33 3 0 0
Oclusivas 45 14 45 14 10 3
Total 67 162 24 57 10 24
Fuente: Elaboración propia.

Las diferencias son estadísticamente significativas (p = 0,000006393875;


χ² = 46,21). En este caso, las vocales no parecen favorecer el uso de las fri-
cativas más que las oclusivas (como en Cedergren, 1973); es más, English
y Spanish, ambas con el mismo segmento anterior, presentan un com-
portamiento diferente.
Por otra parte, es interesante observar que las oclusivas muestran
un uso mayor de africadas y fricativizadas (45% y 10%, respectivamen-
te), considerando que ambas tienen un componente oclusivo en su ar-
ticulación si se compara con las fricativas.

b) Segmento fonético posterior


Al igual que con el segmento fonético anterior, los segmentos se agru-
pan en categorías mayores, por lo que se plantean las mismas hipóte-
sis: las vocales favorecerían el uso de las fricativas, así como las oclu-

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sivas, el de las africadas y fricativizadas. La siguiente tabla muestra los


resultados.

Tabla 6.
Distribución de la fricativa alveolar sorda (ʃ) para segmento fonético posterior
(N = 243).
Fricativa Africada Fricativizada
[ʃ] [ʧ] [tʃ]
Segmento % N % N % N
Nasales 100 5 0 0 0 0
Aproximantes 100 3 0 0 0 0
Africadas 100 1 0 0 0 0
Vibrante 100 1 0 0 0 0
Pausa 70 9 8 1 23 3
Vocales 67 122 28 51 6 10
Oclusivas 61 14 17 4 22 5
Fricativas 50 7 7 1 43 6
Total 67 162 24 57 10 24
Fuente: Elaboración propia.

Los resultados son estadísticamente significativos (p = 0,001395195;


χ² = 35,15). La hipótesis que plantea que las vocales favorecerían el uso
de la fricativa se confirma, pero las consonantes no parecen restringir
su uso, como argumenta Cedergren (1973), al menos con el segmento
fonético posterior. Es más, la fricativa muestra el patrón opuesto en el
segmento anterior (como segmento posterior, presenta el mismo por-
centaje de uso para las variantes meta y no meta). Solo las vocales y las
oclusivas tienen un comportamiento consistente, donde las primeras
tienen porcentajes y jerarquías de uso similares20 y las segundas un
porcentaje relativamente bajo de uso de variantes meta, en compara-
ción con las no meta.

20
Una tabulación cruzada del segmento anterior y el posterior confirma que la posi-
ción intervocálica favorece el uso de las fricativas (67%, N = 60), lo que es consistente con
los patrones descubiertos por Cedergren (1973).

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La adquisición de segmentos del inglés desde la sociolingüística: la fricativa postalveolar   |  Subiabre

4.2.2.3. Posición en la palabra


Se ha determinado que la posición prosódica es un factor de impor-
tancia en el estudio del fortalecimiento consonántico, donde la posi-
ción inicial tiende a favorecer el fortalecimiento y la posición media,
la fricativización, especialmente en posición intervocálica (Fougeron,
2001; Fougeron & Keating, 1997; Pérez, 2001, 2007). La Tabla 7 muestra
los resultados para las posiciones inicial, media y final.

Tabla 7.
Distribución de la fricativa alveolar sorda (ʃ) por posición en la palabra
(N = 243).
Fricativa Africada Fricativizada
[ʃ] [ʧ] [tʃ]
Posición % N % N % N
Media 77 20 23 6 0 0
Inicial 67 84 28 35 5 6
Final 63 58 17 16 20 18
Total 67 162 24 57 10 24
Fuente: Elaboración propia.

El efecto de la posición prosódica, es significativa (p = 0,001402926;


χ² = 17,71). De igual forma, los resultados son consistentes con la lite-
ratura, ya que en posición inicial el porcentaje de africadas es mayor
que en posición media (28%, en negrita); el mayor porcentaje de fri-
cativas ocurre en posición media (77%, también en negrita). Resulta
interesante ver que en posición final hay un uso importante de formas
no meta. La articulación de africadas —y de consonantes, en general—
en español, no es tan frecuente como en inglés (Alvar, 1980); incluso
menos común es la articulación de este tipo de segmentos, ya que las
africadas y las fricativizadas tienen un componente oclusivo y fricativo
que rara vez ocurre en español. Esto significa que los sujetos no solo
han adquirido la estructura silábica de la L2 (en que la articulación de
consonantes es más frecuente en la coda), sino que están utilizando la
forma prestigiosa y la fusionada (de desarrollo) más que la forma meta.
Por medio de la tabulación cruzada de los factores ítem léxico y po-
sición prosódica se examinó la interacción de estos dos factores, como
se aprecia en la Tabla 8.

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|  ISSN 0716-5811  |   LITERATURA Y LINGUÍSTICA N° 41, 2020  | 

Tabla 8.
Tabulación cruzada de ítem léxico y posición inicial, media y final (N = 243).
Ítem léxico Variante N %
Fricativa 13 87
Show, shown, Africada 2 13
shows Fricativizada 0 0
Σ 15
Fricativa 12 86
Short, shorter, Africada 2 14
shorts Fricativizada 0 0
Σ 14
Fricativa 3 75
Africada 1 25
Otros
Fricativizada 0 0
Posición Σ 4
inicial Fricativa 7 64
Africada 1 9
Should
Fricativizada 3 27
Σ 11
Fricativa 43 61
Africada 26 37
She
Fricativizada 2 3
Σ 71
Fricativa 6 60
Share, Africada 3 30
sharing Fricativizada 1 10
Σ 10
Fricativa 4 100
Finished, Africada 0 0
finishing Fricativizada 0 0
Σ 4
Fricativa 12 80
Posición Africada 3 20
Relationship
media Fricativizada 0 0
Σ 15
Fricativa 4 57
Africada 3 43
Otros
Fricativizada 0 0
Σ 7

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La adquisición de segmentos del inglés desde la sociolingüística: la fricativa postalveolar   |  Subiabre

Fricativa 30 70
Africada 4 9
English
Fricativizada 9 21
Σ 43
Fricativa 6 60
Africada 2 20
Finish
Fricativizada 2 20
Σ 10
Posición final
Fricativa 17 57
Africada 7 23
Spanish
Fricativizada 6 20
Σ 30
Fricativa 5 56
Africada 3 33
Otros
Fricativizada 1 11
Σ 9
Fuente: Elaboración propia.

El análisis de estos dos factores en interacción revela que:


• Todos los ítems léxicos favorecen el uso de la forma meta (fricativa).
Las tres variantes aparecen en posición inicial y final; sin embargo,
solo las fricativas y africadas lo hacen en posición media.
• La frecuencia de uso de la forma meta disminuye en un patrón fri-
cativa > africada > fricativizada, para la mayoría de los ítems léxicos,
con la excepción de should, que lo hace en el patrón fricativa > fri-
cativizada > africada21.
• En oposición a lo anterior, el uso de las formas no meta aumenta en
posición media y final; el uso de africadas es mayor para la mayoría
de los ítems léxicos, con la excepción de English, que muestra el
mayor uso de la fricativizada, en posición final.
En resumen, los resultados indican que el uso de la forma meta es
mayor en posición inicial y media, en tanto las formas no meta lo ha-
cen en posición final. Esto es consistente parcialmente con la literatura

El patrón de variación de should es similar al de English. La variación relativamente


21

alta de estas dos palabras resulta particularmente interesante dada la saliencia de estas
palabras para los aprendices de inglés (Corpus of Contemporary American English (Da-
vies, 2008) http://www.wordfrequency.info).

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|  ISSN 0716-5811  |   LITERATURA Y LINGUÍSTICA N° 41, 2020  | 

que plantea que las articulaciones más fuertes ocurren en posición ini-
cial (en este caso las africadas, por efecto de su componente oclusivo),
mientras que la posición media tiende a favorecer la fricativización. El
alto porcentaje de formas no meta en posición final sugiere que los su-
jetos han adquirido la estructura silábica del inglés, pero estarían aún
en proceso de separar las características sociolingüísticas de esta va-
riable de la L1 y la L2.

4.2.3. Resumen de resultados

4.2.3.1. Resultados para los factores sociales


Los resultados determinan la existencia de cuatro variantes para (ʃ), lo
que significa que la variación ocurre en la L2 de la misma forma que en
español como L1; la variante más frecuente es la fricativa postalveolar
sorda [ʃ], que corresponde a la forma meta del inglés, como fue hipoteti-
zado. El análisis de factores determinó que todos los hablantes muestran
preferencia por la forma meta, con excepción de un hablante. La signi-
ficancia estadística de este grupo no se analizó debido a que los indivi-
duos no pueden ser analizados en relación con otros individuos, sino
a partir de las características estudiadas como factores externos (sexo,
tiempo de instrucción formal, grupo socioeconómico, etc.), al menos
con el modelo de regresión utilizado en esta investigación (Johnson,
2009). La diferencia entre hombres y mujeres fue estadísticamente no
significante, en tanto que la variación dentro de los dos grupos no fue
homogénea, por lo que los patrones evidenciados en estudios similares
(Major, 2004) no se replicaron para este segmento. Los resultados sugie-
ren que la adquisición de la forma meta ocurre de manera gradual a me-
dida que los sujetos progresan en el proceso adquisitivo, donde la mayo-
ría de ellos la alcanza de modo casi categórico al final del quinto año de
estudios. Aparentemente, se evidencia un patrón de desarrollo en el uso
de las formas no meta. Sin embargo, las diferencias en la variación no
son estadísticamente significantes y el análisis de variación intragrupal
determinó un comportamiento heterogéneo. A pesar de que los resulta-
dos no son estadísticamente significativos, aquellos para el factor grupo
socioeconómico son interesantes, ya que muestran que el patrón de va-
riación de los tres grupos es homogéneo y con una aparente distinción
en el uso de las variantes para cada uno de los grupos, especialmente en
lo que respecta al mayor uso de la variante prestigiosa, en oposición a la

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La adquisición de segmentos del inglés desde la sociolingüística: la fricativa postalveolar   |  Subiabre

variante meta en los hablantes del grupo medio-bajo, lo que resultaría


en un caso de hipercorrección.

4.2.3.2. Resultados para los factores lingüísticos


En relación con el grupo ítem léxico, una vez que se separaron los sujetos
categóricos de los no categóricos, se analizaron los ítems léxicos show
(shown, shows), short (shorter, shorts), relationship, finish (finishing),
English, should, she, share (sharing) y Spanish, más un grupo que incor-
poró todos los ítems con menos de 10 ocurrencias. El único patrón que
surgió de este grupo es que se utilizaron las fricativas más que las otras
dos variantes. El contexto fonético está asociado al ítem léxico, por lo
que se realizó el análisis de estos para confirmar dicho fenómeno. Los
resultados fueron significativos estadísticamente para los segmentos an-
terior y posterior; sin embargo, la contribución de este factor no fue tan
marcada como lo sugiere la literatura. Es más, el efecto del segmento no
parece estar asociado a los ítems léxicos con características estructurales
similares, como sucede con las palabras English y Español. En términos
generales, la posición en la palabra parece ser el principal factor que
contribuye a la variación de (ʃ), dado que el uso de las fricativas y las
africadas muestran una diferencia mucho más marcada que en los otros
factores, en posición media e inicial, respectivamente. Este factor es es-
tadísticamente significativo, en tanto que la interacción de la posición y
el ítem léxico parece confirmar que el efecto de la posición, tal como del
segmento anterior y posterior, dependen del ítem léxico.
Para comprobar la interacción de los factores, se realizó un análisis
de variable múltiple.

4.2.3.3. Análisis de variable múltiple


Para realizar el análisis de variable múltiple, se analizó la aplicación de
la regla solo en la variante meta [ʃ] para evitar la ocurrencia de células
nulas. Se eliminaron también del análisis del segmento fonético pos-
terior todos los resultados categóricos, ya que no mostraban variación,
dejando un total de 231 elementos de análisis. Los resultados se descri-
ben en la Tabla 9, donde se presentan de forma descendente los facto-
res que más contribuyen a la variación. Se analizaron solo seis factores:
grupo socioeconómico, tiempo de instrucción, ítem léxico, segmento
anterior, segmento posterior y posición.

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Tabla 9.
Análisis de variable múltiple para la fricativa postalveolar sorda (ʃ).
Peso factorial
% Total N
(FW)
Input .654 65 231
Contexto fonético anterior
Fricativas ,77 87 15
Laterales ,75 86 7
Pausa ,72 83 6
Nasales ,55 70 27
Vibrante ,50 67 9
Vocales ,49 65 137
Oclusivas ,28 43 30
Rango 49
Años de educación en inglés
Quinto año ,71 83 41
Tercer año ,50 66 84
Primer año ,42 59 106
Rango 29
Grupo socioeconómico
Medio-medio ,61 75 56
Medio alto ,51 67 63
Medio bajo ,44 60 112
Rango 17
Contexto fonético posterior
Pausa [,54] 69 13
Vocales [,51] 67 183
Pausa [,45] 61 23
Fricativas [,35] 50 12
Ítem léxico
Show, shown, shows [,77] 87 15
Short, shorter, shorts [,75] 86 14
Relationship [,67] 80 15
English [,52] 68 41
Should [,47] 64 11
She [,43] 60 70
Finish, finishing [,43] 60 10
Otros [,41] 59 29
Spanish [,37] 54 26
Posición
Inicial [,51] 67 123
Final [,44] 60 82
Media [,25] 77 26
Fuente: Elaboración propia

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La adquisición de segmentos del inglés desde la sociolingüística: la fricativa postalveolar   |  Subiabre

Como se observa, la interacción de solo tres grupos contribuye a


la variación de (ʃ): segmento fonético anterior (rango 49), tiempo de
instrucción (rango 29) y grupo socioeconómico (rango 17). Se deter-
mina así que los otros tres factores, en interacción, no contribuyen a
la variación.

5. Resumen y conclusiones
La hipótesis inicial que proponía que el uso de la fricativa postalveo-
lar sorda (ʃ) sería replicado desde el español de Chile al inglés se re-
futa: los sujetos utilizan la forma meta [ʃ] mucho más que la forma
prestigiosa de la L1 [ʧ], a pesar de que esta aparece fuertemente es-
tigmatizada. Esto sugiere que los sujetos superan el paradigma social
del segmento y reconocen las diferencias fonéticas entre la L1 y la
L2. Sin embargo, el uso de las formas no meta parece estar motiva-
do sociolingüísticamente, ya que se determina que tanto los factores
internos como externos contribuyen en la variación de la fricativa al-
veolar sorda. Específicamente, el análisis de variable múltiple sugiere
lo siguiente:
• El factor más importante es el segmento anterior (rango 49). En
oposición a los resultados mostrados por Cedergren (1973), las vo-
cales no parecen desfavorecer el uso de las fricativas a través del
proceso de lenición. De este grupo de factores, las fricativas son las
que promueven, en mayor medida, el uso de la variante fricativa
(,77) y las oclusivas, las que menos lo hacen (,28). Así, este es el úni-
co factor interno que contribuye a la variación de (ʃ).
• El segundo factor significativo es el tiempo de instrucción (rango
29), que demuestra una progresión clara en la adquisición de la for-
ma meta desde el primer año (,42), seguido por el tercero (,50) y,
finalmente, el quinto año (,71).
• Finalmente, el tercer factor que contribuye a la variación es el grupo
socioeconómico (rango 17). Los resultados confirman lo sugerido
por Labov (1966, 1990) y Beebe (1980), que plantean que la hiper-
corrección ocurre en sujetos del grupo medio-bajo. Aquí, este gru-
po muestra un uso relativamente alto de las formas no meta, que
son más prestigiosas, comparado con la forma meta (,44). El mayor
uso de la forma meta ocurre en los sujetos del grupo medio-medio.

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De las hipótesis probadas, el efecto del tiempo de instrucción es


uno de los más relevantes en el estudio de la variación en la adqui-
sición de una segunda lengua, ya que muestra que la adquisición de
formas meta está conectada con el tiempo de exposición a la L2, aun
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Artículo
LITERATURA Y LINGUÍSTICA N°41, 2020 | ISSN 0716-5811 | pp. 415-456
DOI: https://doi.org/
Recibido: 26 de abril 2019 · Aceptado: 16 de marzo 2020

“La literacidad para legislar”: Una ideología


hegemónica reproducida por el diario
peruano Correo*1

“Literacy to Legislate”: A Hegemonic Ideology Reproduced by


the Peruvian Newspaper Correo

Marco Antonio Lovón Cueva**2

RESUMEN
Este estudio analiza la relación entre la ortografía de la excon- Palabras clave:
gresista Supa y las valoraciones expresadas por el diario Correo literacidad,
en torno a lo que se considera “la escritura” para legislar. Me- parlamento,
todológicamente, se realizó un análisis ideológico del discurso política, ortografía,
mujer.
periodístico. En el trabajo se identificaron dos representaciones
acerca de la ortografía y la escritura en general. Considerando el
modelo autónomo de la literacidad, se explica que Correo asume
que la escritura crea y desarrolla habilidades cognitivas de nivel
superior, y que conduce al progreso económico, por lo que cual-
quier persona no puede ser parlamentaria. Por otro lado, des-
de los nuevos estudios de la literacidad, se concluye que estas
asunciones resultan ser creencias insostenibles, e incluso gene-
radoras de racismo, porque la literacidad trasciende los aspectos
técnicos y raciales.

ABSTRACT
This study analyzes the relationship between the spelling of Keywords:
former congresswoman Supa and the related assessments by literacy, Congress,
the Correo newspaper of what is considered “writing” for legis- politics, spelling,
lation. The methodology applied is an ideological analysis of woman
journalistic discourse. The paper identifies two representations
of spelling and writing in general. Considering the autonomous

*1
Este trabajo fue desarrollado en la Maestría y concluido en el marco de apoyo al
incentivo de los proyectos de investigación de la Universidad Peruana de Ciencias Apli-
cadas (UPC), Área de Humanidades.
**2
Peruano. Magíster de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, Perú. mlo-
von@upc.edu.pe

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“Laliteracidadparalegislar”:UnaideologíahegemónicareproducidaporeldiarioperuanoCorreo  |  Lovón

model of literacy, it is explained that the newspaper assumes that


writing creates and develops higher-level cognitive skills, and
that it leads to economic progress, so that not everyone can be
a member of Congress. On the other hand, from the new studies
of literacy, it is concluded that these assumptions turn out to be
unsustainable beliefs and even generate racism, because literacy
goes beyond technical and racial aspects.

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1. Introducción
El 17 de abril del 2009, el diario Correo hizo noticia con el siguiente ti-
tular “¡Qué nivel! Urge Coquito1 para congresista Supa”, el cual eviden-
ciaba el reproche, la censura y el desdén del diario hacia la escritura
personal o privada de la excongresista cusqueña.
Según Cervera (2016), los titulares de opinión se construyen discur-
sivamente para orientar y persuadir al lector. Hilaria Supa es bilingüe
quechua-castellano, lenguas que aprendió por ella misma, puesto que
no recibió educación formal por la ausencia de escuelas en su zona de
origen, lo cual no reconoció el diario:
“Me indigna y rechazo profundamente que se hayan atrevido a
invadir mi privacidad (...) nunca he entrado a la escuela porque
nunca he tenido oportunidad”, dijo la legisladora aludida, una ex-
dirigente campesina defensora de las mujeres que representa a la
región de Cusco (El Universo, 2009, párr. 7).
El diario Correo (2009a) se lamentaba por las formas de escribir de
Hilaria Supa, quien anotó entre sus apuntes: “comgreso De la rePoBle-
ca si Discotio lasituasion de Brai ovo Muchas ParticiPasion”, sin consi-
derar, desde un punto de vista lingüístico, la influencia que ejercía la
lengua materna en su escritura, representada en los cambios vocáli-
cos; o desde un punto de vista social, no contemplaba la carencia de
escolaridad para explicar la práctica escribal de Supa, quien a pesar de
ello llegó a ser parlamentaria del Congreso durante el periodo 2006-
2011 en el que gobernaba el expresidente Alan García. La congresista,
como otras tantas personas, provenía de la zona rural de la Sierra del
Perú y vivió en una comunidad que no estuvo privilegiada con la en-
señanza y uso de la escritura. Actualmente en el Perú aún hay zonas
en las que no existen escuelas o en las que lenguas como el quechua o
el aimara se encuentran en estado de segundas lenguas, por lo que se
requiere de la enseñanza de las lenguas originarias con metodologías
de segundas lenguas (Lovón, 2016). Entonces, en su titular el diario Co-
rreo solo se limitaba a cuestionar, señalar y horrorizar a los lectores con
los escritos de Supa, y atribuir, en última instancia, un aleccionamiento

1
Coquito es un libro que se empleaba en los primeros años de las escuelas primarias
peruanas para el aprendizaje de la ortografía.

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“Laliteracidadparalegislar”:UnaideologíahegemónicareproducidaporeldiarioperuanoCorreo  |  Lovón

acerca de cómo debería escribir una congresista. Para Correo, era un


escándalo tener a una parlamentaria aparentemente con escasas habi-
lidades cognitivas y sostenía: “es indiscutible que una persona con una
instrucción tan (…) elemental (…) poco puede aportar a la elaboración
de leyes”. El mensaje del diario era claro: debía letrarse a la excongre-
sista. En otras palabras, ella debía ser letrada, como se han letrado las
comunidades rurales (Zavala, 2001).
Las inestabilidades vocálicas que presentaba la escritura de la con-
gresista es un fenómeno muy común en el castellano andino, variedad
lingüística válida del castellano, y que suele percibirse en los discursos
de sus hablantes, el cual no debería dar paso a ningún tipo de discri-
minación ni desprecio, pues de acuerdo con la posición científica de la
lingüística, sustentada por Liliana Sánchez: “No existe ningún rasgo de
pronunciación, de vocabulario o de gramática que se pueda conside-
rar más correcto que otro, porque en principio los sonidos son solo eso:
sonidos” (Pérez, 2004). Lo que el diario Correo mostraba y legitimaba,
por tanto, eran actitudes sociales en cuanto a la escritura, el lenguaje,
las lenguas y los hablantes, que suelen ser la expresión de preferencias
producidas por la sociedad limeña acerca del estatus y prestigio de la
norma estándar y del estatus y prestigio que han adquirido sus hablan-
tes económica, social y políticamente en el país.
Al mismo tiempo, el diario Correo ponía en entredicho la capacidad
de legislar de la congresista, a raíz del manejo de la técnica de escribir
“correctamente”, aun cuando sus escritos representaban muy bien lo
que ella deseaba apuntar y recordar. El periodista Aldo Mariátegui, re-
presentante del diario, la consideró “inepta” e “inútil”: “Una persona
así posiblemente solo se va limitar a (…) oponerse, a estar a la defensiva
ante cualquier idea nueva, a ser prejuiciosa” (Correo, 2009b). Con esta
declaración, la valoración negativa de Correo no se limitaba a las formas
de escribir de Supa, sino que se extendía a su capacidad de legislar como
congresista. La escritura se asociaba con la actividad y la capacitación
política (organización, manejo, democracia, etc.), de manera específica
y con formas de movilizarse y desenvolverse en el ejercicio de su cargo
parlamentario. Esto se convirtió —y creemos que aún permanece— en
un eje de debate en la agenda nacional e incluso global.
En efecto, algunos ciudadanos creen todavía que para ser congre-
sista el representante debe escribir bien. Estas formas de pensar se han

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naturalizado y suelen ser verbalizadas. Por ejemplo, en un foro perua-


no, el participante identificado como Leodent (2009) indicó —paradó-
jicamente, con sus propias faltas de ortografía—, lo siguiente: “Todo
aquel que aspire a ser congresista de la republica, debe de reunir no
solo condiciones basicas sino especiales. No es problema de discri-
minacion, es cuestion de orden y sentido común (sic)” (párr. 1). Los
peligros de pensar al otro como inferior por su escritura sitúan al Perú
en tiempos decimonónicos —racistas, excluyentes, señoriales, pater-
nalistas—, que por sí solos alejan al país de la “modernidad” que Aldo
Mariátegui intenta defender. Excluir a los seres humanos por su orto-
grafía es excluir a masas de personas en el Perú o en el mundo (Sebba,
2009). Un país moderno es un país inclusivo y de oportunidades en
condiciones de igualdad y respeto (Araníbar, 2012).
El presente estudio abordó la relación establecida entre la ortogra-
fía de la congresista Supa y las creencias del diario Correo acerca de
la escritura. En este sentido, analizamos las formas de pensar que se
asumían en la prensa estándar limeña. Específicamente, se analizó la
falacia argumentativa del diario que sostenía que una parlamentaria
era incapaz de cumplir su rol político por sus errores ortográficos en
español como segunda lengua. Para ello, recurrimos principalmente
al análisis crítico del discurso (ACD), enfoque a partir del cual se exa-
minaron las representaciones sociales construidas en función de las
estrategias léxico-discursivas empleadas e insertamos el análisis en las
concepciones referidas a la literacidad.
En las siguientes secciones detallamos los principales enfoques
teóricos, y la metodología y el análisis de la información discursiva. En
la sección final, discutimos los resultados y resaltamos la implicancia
de las valoraciones referidas a la escritura en la sociedad peruana.

2. Los estudios en torno a la literacidad


Para entender las asunciones del diario Correo sobre la escritura es
necesario entender los modelos que estudian la literacidad. De esta
forma, por un lado, se encuentran las teorías de la gran división (en
adelante TGD), que defienden básicamente la existencia de una “men-
te letrada”, diferente de una “mente oral” y, por otro, se encuentran los
nuevos estudios de literacidad (en adelante NEL), que sostienen que
la escritura es un producto cultural que se arraiga en prácticas sociales

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donde no tiene sentido la dicotomía “letrado” frente “iletrado”, subra-


yando la importancia del entorno y la dimensión comunitaria.

2.1. Las teorías de la gran división


Las TGD hacen una distinción tajante entre oralidad y escritura y asu-
men que existe una mente oral y una mente letrada diferentes y des-
iguales (Street, 1993). En otras palabras, hay una división entre culturas
orales y culturas escribales, o entre pensamiento oral y pensamiento
escrito. Para estas teorías, una vez dominada la escritura, esta permiti-
ría adquirir competencias de pensamiento elevadas.
Las TGD se centran en el estudio de la escritura y la alfabetización,
según las cuales un letrado desarrolla su pensamiento en un nivel más
alto (estructurado, coherente, sin redundancias) que un iletrado. Estas
teorías se concentran en analizar la escritura vinculada con los proce-
sos cognitivos, es decir, de forma totalmente aislada de otros factores,
donde el hecho de escribir se entiende como una cuestión cognitiva.
Para estas teorías, por tanto, la escritura está descontextualizada de lo
social, en otras palabras, es una herramienta neutral o independiente
de lo social.
Desde esta óptica, las TGD también se conocen como “visión au-
tónoma de la escritura” o “modelo autónomo”. A esta perspectiva le
interesan los principios lógicos del pensamiento y concibe que la al-
fabetización conduce al progreso, la movilidad social y la civilización
(Braslavsky, 2003). Así, alfabetizar implica decodificar y manejar signos
escritos a través de la lectura y escritura, esto es, una habilidad técnica.
Cognitivamente, lo interesante aquí es que la escritura y la alfabetiza-
ción traen ventajas en el individuo: le permite procesar la información,
registrarla, comunicarla e incluso permanecer en el tiempo. Específi-
camente, el modelo autónomo:
• Enfatiza los aspectos técnicos de la escritura, independientemente
de los objetivos y contextos específicos.
• Atribuye que la escritura implica necesariamente una serie de cam-
bios cognitivos.
• Considera que la escritura conduce al desarrollo de habilidades
cognitivas superiores.

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|  ISSN 0716-5811  |   LITERATURA Y LINGUÍSTICA N° 41, 2020  | 

• Manifiesta que la escritura distancia a la persona o autores de lo


escrito.
• Establece que la escritura marca diferencias entre individuos y cul-
turas que logran el progreso social de los que no lo hacen.
Para el modelo autónomo, la escritura es la clave para la transfor-
mación de la conciencia:
Sin la escritura, el pensamiento escolarizado no pensaría ni podría
pensar como lo hace, no solo cuando está ocupado en escribir, sino
incluso normalmente cuando articula sus pensamientos de mane-
ra oral. Más que cualquier otra invención particular, la escritura ha
transformado la conciencia humana (Ong, 1997, p. 8).
Desde esta lógica, la escritura es la herramienta que moldea o mo-
difica el pensamiento, por lo que la organización del pensamiento
depende, por ende, de la escritura, ya que ella estructura o configura
las formas de decir las cosas. Para Olson (1998), la escritura produce
cambios psicológicos, formas de representación y de conciencia don-
de la escritura se convierte en un fin en sí mismo. Para este paradigma,
escribir es suficiente para abordar y dominar un conjunto de procesos
lingüísticos y psicológicos que la implican. Para Ong (1997), en tanto,
el pensamiento y la expresión de las culturas orales presentaban una
mentalidad distinta de las culturas caligráficas, que sí poseían escri-
tura. Así afirma: “En una cultura oral, la restricción de las palabras al
sonido determina no solo los modos de expresión, sino también los
procesos de pensamiento” (p. 40). Para el autor, las culturas ágrafas,
por ejemplo, redundan, por lo que desde una postura determinista
y reduccionista, conjetura y establece que el pensamiento de las cul-
turas orales se caracteriza por ser formulaico, fijo y mnemotécnico,
distinto del pensamiento letrado que es lógico, racional y abstracto.
De este modo, la escritura reestructura la conciencia y forma seres
humanos distintos de los hablantes de culturas orales: “el examen
abstractamente explicativo, ordenador y consecutivo de fenómenos o
verdades reconocidas resulta imposible sin la escritura y la lectura”
(Ong, 1997, p. 4) señala el autor. Por ello, propone un paralelo y una
disyuntiva con la oralidad, al formular que existen dos tipos de pensa-
miento: el oral y el escrito. En su defensa por la escritura, sugiere una
serie de características que la definen o caracterizan, indicando que
el discurso escrito:

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“Laliteracidadparalegislar”:UnaideologíahegemónicareproducidaporeldiarioperuanoCorreo  |  Lovón

• está libre de contextos,


• es inherentemente irrefutable,
• está masificado debido a la imprenta,
• le da vida a la crítica,
• aunque la escritura es una herramienta artificial, es asumida como
natural por los seres humanos,
• ha moldeado e impulsado la actividad intelectual,
• es un método de registro de datos, fechas, gastos,
• es fácil de aprender si se cuenta con un alfabeto como el griego (con
vocales y reducido a un número de símbolos de asequible lectura),
• tiene mayor fuerza que las palabras habladas, pues su grado de cre-
dibilidad es mayor,
• permite al escritor alejarse de todos —una operación eminente-
mente solipsista—,
• genera distancia, precisión y magnos vocabularios,
• crea códigos distintos de los códigos orales,
• ha creado la retórica académica; y
• ha puesto en marcha la ciencia moderna, entre otras particulari-
dades.
De este modo, para Ong (1997) y desde una postura evolucionista,
la escritura produjo un cambio trascendental en la expresión y en el
pensamiento, relacionándola con formas de pensamiento, habilidades
cognitivas, facilidad en la lógica, abstracción y operaciones mentales
(Ames, 2002).
Estos planteamientos provocaron que se desestimaran las culturas
orales y se generara una segregación sociocultural hacia ellas, ya que
para esta perspectiva todos los grupos humanos pasarían por los mis-
mos procesos cognitivos y llegarían a las mismas metas una vez involu-
crados con la escritura. Por el contrario, los sujetos que no incorporaran
la escritura eran vistos como sujetos deficitarios, ya que para las TGD
la escritura por sí sola hacía lo mismo en todos los individuos, lugares
y tiempos. De acuerdo con Street (1995), los iletrados carecen de todas
estas cualidades, tendiendo a pensar en términos menos abstractos, a
estar embebidos en su contexto, así como también a ser menos críticos y
capaces de reflexionar acerca de la naturaleza del lenguaje que utilizan.

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Finalmente, para este modelo la escritura habría transformado la


mente y la sociedad. Como señala Ames (2002) “En el ámbito social, la
escritura es vista por lo tanto como necesaria para el progreso social,
la modernización, la industrialización y la participación en el orden
económico mundial” (p. 73). Esto implica que la escritura es concebi-
da como un fin mesiánico, moderno, y productivo, y, por ello, habría
que someterse a ella. La escritura y sus fines dependían de la escritura
misma y no de los individuos, quienes en la práctica le otorgan senti-
do y usos en contextos específicos. Se trata de un modelo que postula
un desarrollo lineal de la oralidad a la escritura y que, a pesar de las
ventajas individuales que podría traer, correspondería a un enfoque
determinista.

2.2. Los nuevos estudios de la literacidad


Los NEL, por su parte, reconocen la importancia del contexto social.
La escritura se usa en determinados contextos, con fines específicos,
sobre todo en una sociedad con relaciones de poder establecidas. La
literacidad implica hacer uso de la palabra escrita para expresarse,
comunicarse, obtener y producir información (Ames, 2002). Desde
esta perspectiva, la escritura es un producto cultural no neutral que
se arraiga en prácticas sociales contextualizadas (Barton y Hamilton,
2004), en el cual se desdibuja la dicotomía letrado frente iletrado. Lo
que aparece en este caso son diversas formas de emplear y expresar la
lengua escrita, es decir, existen diversos usos sociales de la escritura,
los cuales la modifican, o bien, sufre cambios cuando las personas se
apropian de ella, sobre todo activamente (Rockwell, 2000). No se tra-
ta, entonces, de un enfoque en el que la escritura es mecánica o de-
terminista, sino más bien existen formas hegemónicas de la escritura,
las cuales invisibilizan otros usos sociales o literacidades vernaculares
que ameritan visibilizarse. Desde esta perspectiva, la escritura no es
una competencia individual ni está centrada exclusivamente en lo que
se hace en la escuela, sino que cobra sentido en un entorno sociocul-
tural o en comunidad dada.
De este modo, sobre la base de trabajos de campo o etnográficos,
los NEL recusan los postulados del modelo autónomo. Así, desde una
perspectiva etnográfica, no existiría evidencia empírica de una defini-
ción universal o estándar de la literacidad referente a una predispo-

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“Laliteracidadparalegislar”:UnaideologíahegemónicareproducidaporeldiarioperuanoCorreo  |  Lovón

sición a producir pensamiento independiente (Ames, 2002). La escri-


tura como práctica social sitúa los textos sociohistóricamente, lo cual
implica que las personas escriben en contextos particulares para de-
sarrollar funciones concretas afectadas por relaciones de poder. Para
este modelo, entonces, la práctica de enseñar a escribir no es neutral,
sino que en todos los casos es producto de las estructuras de poder de
una sociedad y de las instituciones en las que se adquiere, tales como
la escuela, la familia o la iglesia (Braslavsky, 2003). Por eso, este mo-
delo es también conocido como “modelo ideológico”. A partir de estos
postulados se pueden explicar las relaciones de poder económicas y
sociales que se usan para representar los arquetipos de los alfabetos
y analfabetos, así como también reconocer la existencia de ideologías
en torno a la escritura y sus ventajas, las cuales son creadas desde po-
siciones sociales privilegiadas, que penetran en los profesores, en los
alumnos y en el aprendizaje, y llegan hasta la prensa.
Dentro de los NEL las literacidades difieren unas de otras debido
a las formas en que se practican y convencionalizan socialmente. Las
maneras de acercarse al texto, y también a la lectura dependen de las
socializaciones y de las tradiciones que legitiman su uso, así como
también de las necesidades y del distanciamiento de los mismos in-
dividuos, de los patrones discursivos que se organizan en torno a ellas
y, sobre todo, de contextos específicos y marcos culturales, donde los
aspectos lingüísticos como la influencia de la lengua materna tiene im-
portancia y justificación. La escritura no es un fin en sí misma, sino que
está en relación con lo que hacen las personas. Para este modelo, las
literacidades impuestas como las autogeneradas pueden converger:
un individuo puede escribir de una manera menos formal en sus ano-
taciones personales, pero de manera más formal al dirigirse al público,
y de esta manera podemos explicar que no todo el tiempo uno escribe
formalmente.
Scribner y Cole (2001) han intentado demostrar la importancia de
los NEL y contradecir los postulados de las TGD. Según ellos, sobre la
base de las literacidades de los vai, un grupo de indígenas liberianos
quienes manejan tres alfabetos (el arábigo, para la lectura y la memo-
rización del Corán; el romano, para la lectura y escritura de temas gu-
bernamentales; y el silabario vai, para la escritura de registros y cartas),
demuestran que las destrezas cognitivas supuestamente superiores

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que se obtienen con la escritura no aumentan el uso de destrezas cog-


nitivas generales y, en consecuencia, no atestiguan una diferenciación
con “la mentalidad oral” asumida por Ong y los partidarios del mo-
delo autónomo. Más bien, establecen que la literacidad se restringe
a ciertos contextos y determinadas habilidades relacionadas con la
tradición cultural o la promoción que hacen los individuos para cada
práctica social (así, los vai pueden resolver tareas de integración audi-
tiva, porque poseen esta destreza gracias a la forma en que procesan su
habla, influenciados por las prácticas obtenidas con su silabario, una
escritura silábica que no demarca divisiones entre las palabras). Por
consiguiente, la categorización y el razonamiento abstracto deberían
entenderse en relación con contextos específicos y tradiciones y prác-
ticas específicas (una destreza particular se fortalece por el desarrollo
de una determinada literacidad); sobre todo, si de acuerdo con Scrib-
ner y Cole (2004), los iletrados vai poseen determinadas habilidades
cognitivas que los letrados vai tienen. En esta misma línea, los autores
añaden que la literacidad vai se da a expensas del tipo de enseñanza
occidental que suele aparecer hegemónicamente en el contexto esco-
lar. Por ende, para ellos, la literacidad es contextual y no universal y ni
la escritura ni la educación formal afectan el funcionamiento mental
de los individuos. En palabras de Scribner y Cole (2004): “no existe evi-
dencia de que la escritura promueva ‘habilidades mentales generales’”
(p. 75), por lo que los vai constituyen una evidencia que contradice las
posturas estrictamente cognitivas.
Resulta, pues, interesante que Scribner y Cole entiendan la litera-
cidad más allá de cuestiones deterministas, evolucionistas o técnicas,
y la sitúen e incorporen dentro de la práctica social y cultural espe-
cíficas (Ames, 2002). De igual modo, es relevante que dichos autores
reconozcan que las afirmaciones acerca de la escritura e incluso sobre
la oralidad no deban generalizarse, ya que las funciones, fines, medios,
consecuencias y efectos que podría o no producir la escritura o las es-
crituras no son iguales para todos los contextos, épocas, individuos y
deseos.
En suma, los NEL desdeñan la idea de que la escritura se perciba
como completamente neutral, ya que esta se relaciona con el poder,
las prácticas y los objetivos, entre otros factores. Sin embargo, es justo
señalar que esto no implica que las habilidades técnicas y los aspec-

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tos cognitivos tengan su lugar en la literacidad, ya que se entiende que


están incorporados dentro de los sistemas culturales y estructuras de
poder (Ames, 2002). En este sentido, la escritura no tiene las mismas
consecuencias para todos los individuos, en diferentes épocas y espa-
cios (Jiménez y Lovón, 2015).

3. El castellano andino
Ahora bien, para entender la ortografía de la congresista Supa es nece-
sario reconocer la variedad lingüística que usó en su escrito personal:
se trata del castellano andino.
Esta variedad del castellano se habla en la región andina de Perú,
así como en otros países vecinos (en zonas de Ecuador, Bolivia, etc.), y
surgió en la época de la Conquista con la castellanización de quechuas
y aimara hablantes, cuyo aprendizaje del castellano por parte de las po-
blaciones indígenas fue un proceso lento e informal (Zavala, 1999), y aún
lo es. Este castellano presenta rasgos como el uso de “dice” y “dicien-
do” a finales de las oraciones, eliminación de objetos directos o quizás
doble redundancia de estos, neutralización vocálica o “motoseo”, entre
otros rasgos. Este último, la neutralización vocálica, se entiende como la
falsa percepción que tienen los castellano-hablantes no andinos acerca
de la producción vocálica de los castellano-hablantes andinos respecto
del uso o la pronunciación de las vocales /e/, /i/, /o/ y /u/, a los que se
les atribuye que están invirtiendo las vocales o que estuvieran atinando
ciertas veces al uso correcto de las vocales y otras veces no:
Así, pues, el origen del prejuicio radicaría, de un lado, en la per-
cepción ‘defectuosa’ del hablante del castellano no andino, que no
alcanzaría a identificar cabalmente el timbre de la vocal [I] y la cate-
goriza como /i/ o como /e/, con la sensación equivocada de que el
hablante del castellano andino estaría invirtiendo las vocales (Pé-
rez, Acurio y Bendezú, 2008, p. 12).
En el Perú esta inversión —o más bien estereotipo lingüístico—, es
llamada motoseo, y ha sido usada para crear prejuicios referentes a los
hablantes de lenguas originarias quechua y aimara que aprenden cas-
tellano (Lovón, 2019b). Según Pérez y Zavala (2010)
Este estereotipo es consistente con un prejuicio extendido en el
Perú con relación a las personas de origen andino, a saber, que son

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ignorantes, faltos de inteligencia, incultos, etc. La supuesta incapa-


cidad de ‘hablar bien el castellano’ refuerza en las personas discri-
minadoras esta preconcepción (párr. 1).
Esta falsa creencia, asimismo, es utilizada por los castellano-ha-
blantes residentes en Lima quienes asumen que hablan correctamente
el castellano (poseen una visión normativa de la lengua), como si sus
formas de habla fueran las correctas y las otras no (por ello, creen que
las personas de castellano andino estarían deformando el castellano).
Siguiendo a Cerrón-Palomino (2003), los castellano-hablantes de Lima
reciben una aceptación social mejor en el país, que los castellano-
hablantes andinos, cuyas formas de hablar son apreciadas de forma
despectiva. En Lima, son los grupos de poder los que consideran qué
es o no prestigioso, sobre la base de determinados lineamientos del
habla culta, respaldados generalmente por instituciones académicas
de la lengua estándar, como la Real Academia Española. Por ende, se
legitima una variedad lingüística que se concibe como correcta, ele-
gante y autorizada; mientras que la otra se piensa como corrupta, errá-
tica y bárbara, por lo que sus hablantes son desprestigiados: a ellos se
les suele vincular con conceptos como analfabetos, carentes de ciertas
habilidades cognitivas, seres humanos incivilizados o de segunda ca-
tegoría (Lovón, 2019a).
Todos los prejuicios aquí descritos se originan por las apreciacio-
nes acerca de la oralidad, pero también se extrapolan y se presentan
en las valoraciones respecto de la apropiación de la escritura del caste-
llano como segunda lengua (Garatea, 2010). El hablante quechua que
aprende a escribir en castellano puede transferir el sistema vocálico de
su lengua materna como una forma de procesar la escritura, pero este
proceso puede no ser bien visto por los hablantes monolingües de cas-
tellano dentro y fuera de la escuela, y dentro y fuera de espacios públi-
cos, por lo que el hablante cuestionado será valorado de manera nega-
tiva y asociado a rasgos de precario, incorrecto e incapaz (Zavala, 2002,
Zavala y Córdova, 2010). Esto no sucede cuando se trata de un hablan-
te de lengua extranjera que aprende castellano como segunda lengua.
En efecto, en el Perú se valora más a los hablantes de inglés, alemán y
portugués, por ejemplo, que aun cuando su pronunciación presenta
influencias de sus lenguas maternas, son vistos como “graciosos”, “nue-
vos aprendientes”, “dedicados al aprendizaje”, “ricos”, en contraste con

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los hablantes indígenas (RPP, 2013, La República, 2005). Para Muñoz


(2015, párr. 8), se es “más tolerable si de una persona extranjera se tra-
tara”. Algunos peruanos, por ejemplo, sobre el expresidente Alejandro
Toledo, de procedencia indígena, estaban “horrorizados ante el peligro
que representaría para el Perú un gobierno de alguien que habla mal
el castellano” (La República, 2001). Pareciera que aparentemente aún
no se ha perdonado que existan hablantes procedentes de las regiones
andinas (Calderón, 2009).

4. Metodología
Para analizar el discurso del diario Correo acerca de lo que se considera
que debe ser la escritura, hemos seleccionado la portada, la columna
editorial del 23 de abril del 2009, la columna editorial del 24 de abril del
2009 —en la que pide perdón, pero no realiza alguna rectificación—,
así como otros escritos importantes anteriores. Como se trata de más
de un escrito, nos referiremos al Correo, más que a su representante
—Aldo Mariátegui—, pues se trata de toda una línea editorial en la que
incluso nadie se ha opuesto a los planteamientos procedentes desde
la dirección del diario; se trata, entonces, de una visión compartida de
este medio de prensa.
Para el análisis, segmentamos el discurso en enunciados, puesto
que estos constituyen la unidad principal de la presente investigación.
En los enunciados se analizan las palabras y figuras retóricas usadas
por el diario. Postulamos que este discurso responde a un racismo en-
cubierto que se guía bajo las asunciones del modelo autónomo respec-
to de las habilidades cognitivas y el progreso, las que se pueden repre-
sentar con las siguientes aseveraciones:
• Representación 1: Un legislador que escribe con las normas del cas-
tellano estándar posee habilidades cognitivas superiores; uno que
escribe en castellano andino posee habilidades cognitivas inferiores.
• Representación 2: Un legislador que escribe con las normas del cas-
tellano estándar garantiza el progreso económico; uno que escribe
en castellano andino conduce al retroceso.
Ambas posturas, finalmente, justifican formas de pensar como esta
representación: Si hablas o escribes mal, no eres capaz de representar
ni gobernar el país.

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Por ejemplo, en el Perú se han condenado al candidato presiden-


cial César Acuña y al expresidente Alejandro Toledo por las formas en
las que hablan el castellano, las que son percibidas como el habla de
castellano andino. Sin embargo no sucedió lo mismo con los expre-
sidentes Alberto Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski, cuyas formas de
habla han sido percibidas como influidas por lenguas extranjeras pres-
tigiosas o con “acento extranjero” y “respetable”, como el japonés o el
inglés (Hildebrandt, 2013). Estas representaciones se pueden revelar
desde el ACD (Fairclough, 1995) donde el discurso se estudia como
texto (material lingüístico) y como una práctica social (formas recu-
rrentes y comunes de realizar una actividad).
Ahora bien, para rechazar la falta de dominio escribal de la con-
gresista Supa y justificar la carencia de educación y capacidad para le-
gislar, el diario Correo recurre a ciertas estrategias léxico-retóricas que
se analizarán en el siguiente apartado, pero que adelantamos aquí:
adjetivos y verbos, negaciones, implicaciones, analogías y metáforas
que se usan para infravalorar a las personas, generar distanciamientos,
victimizar al otro para victimizarse y negarse como racista (Wodak y
Meyer, 2003). De igual modo, puesto que a Aldo Mariátegui se le ha
acusado de repudiador y racista, creemos que una manera académica
de evidenciar sus posturas es por medio del ACD, ya que este marco
visibiliza las estrategias y representaciones sociales.
Con este propósito, fue útil para esta investigación recurrir a las
premisas de los enfoques de la literacidad (EL), porque el tema inves-
tigado estaba relacionado con la escritura, los procesos cognitivos y los
aspectos sociales. Complementariamente — y cuando fue necesario—
articulamos dichos enfoques para describir algunas particularidades.
Por último, a partir del ACD, debemos hacer notar que Mariáte-
gui reproduce un discurso que es compartido por otros ciudadanos,
por lo que en última instancia no se trata de un análisis de él como
persona, sino de esa pluralidad de voces que sostienen un discurso
discriminador.
El corpus se adjunta al final del artículo, en un anexo, donde colo-
camos numeraciones para identificar informaciones discursivas y ana-
lizarlas según los parámetros del ACD.

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5. Análisis del caso: las representaciones que


alimentan el discurso acerca de la literacidad
autónoma
5.1. Representación 1: Un legislador que escribe con las normas
del castellano estándar posee habilidades cognitivas superio-
res; uno que escribe en castellano andino posee habilidades
cognitivas inferiores
La manera en que es percibida la escritura de la congresista Supa por
parte de Correo se basa en una ideología mayor donde la escritura
crea y desarrolla habilidades de nivel superior; lo cual fue expresado
a través de su titular “¡Qué nivel!” (línea 30). Esta creencia generó y
genera una representación negativa de la imagen de la congresista
como una persona “ignorante”, “torpe”, “sin educación” (líneas 22,
51, 52, 143, 144).
Posteriormente, el periódico indicó que ella no estaba inspirada
“por las luces de la cultura” (línea 105). De esta forma, el titular se con-
vierte en contenido analizable que evidencia valoraciones en torno a lo
que se considera la escritura y cuáles son sus efectos en los individuos.
Así, con el título “¡Qué nivel!” se exageraba la apreciación de la escritu-
ra de la congresista, juzgándola de impropia.
De igual modo, el tamaño de la letra y los signos de exclamación en
el título resaltaban no solo el asombro, sino sobre todo la desaproba-
ción. Con este título, el diario marcó su distancia y diferencia lingüís-
tica y social, porque las anotaciones de la congresista no estaban a la
altura y propiedad de lo que se consideró la escritura, o bien, “la co-
rrecta escritura”. Para Correo, la escritura es aquella que sigue las nor-
mas establecidas y otorga capacidades cognitivas superiores y niveles
de “alta” cultura. De allí que escribir bien significa escribir sin errores
ortográficos —e incluso, sintácticos, como el periódico menciona,
aunque no se centrara en este tipo de faltas—, es decir, seguir las con-
venciones de la escritura actual de la gramática normativa castellana.
Se aprecia con ello que la buena escritura se reduce al plano de la orto-
grafía. Sin embargo, la redacción de la congresista le permitía recopilar
ideas, registrar pensamientos y rememorar hechos escuchados en el
Parlamento, en tanto que sus escritos presentaban cohesión y cohe-
rencia semánticas, además de una organización o estructura textual,

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de modo que el problema para Correo eran solamente las transcrip-


ciones ortográficas, hiperbolizando el hecho desde lo que este medio
consideró que era la escritura.
Para el diario, entonces, —al igual que para muchas personas en la
sociedad—, una persona que escribe en castellano andino carece de
habilidades cognitivas, lo cual se agrava al tratarse de una autoridad
política. De este modo, para exponer a la congresista, Correo mostraba
sus escritos como faltas ortográficas fatales (línea 31), las que fueron
fotografiadas y por medio de las cuales se cuestionaba su inteligencia
(línea 39), pese a que Supa ha sido una activa dirigente y que ha de-
nunciado, por ejemplo, el caso de las esterilizaciones forzadas cometi-
das en el gobierno de Fujimori, aunque este aspecto no parece ser un
indicador de inteligencia para el periódico.
El titular, asimismo, contenía un subtitular en el que se recriminaba
la “ineficiencia” y “analfabetismo” de la congresista, enfatizándose lo
negativo con el verbo “urge” (línea 28) y la alusión del “Coquito” (lí-
nea 29), registrado en cursivas, los cuales conllevan toda una serie de
implicaciones y connotaciones: en el caso de “urge” el verbo no solo
implica rapidez, sino que se considera apremiante en grado sumo, lo
cual deja en entredicho la imparcialidad del periódico Correo, ya que
con este verbo no solo se está informando, sino más bien se sugiere e
implica la necesidad de cambio.
Más adelante en el texto se hace una analogía con la novela de Gabriel
García Márquez El coronel no tiene quien le escriba, cuando el periódico
afirma “La congresista no tiene quien le escriba” (línea 32), dando a en-
tender que ella necesitaba de alguien para desplegarse como persona.
Sus formas de escribir, mejor dicho, su ortografía, fueron explícitamente
desaprobadas (línea 40), incluso sarcásticamente (líneas 35, 36, 41, 92,
125, 126), censura que estaba acentuada al citarse el libro Coquito (línea
28), con lo cual se desvaloraba y desacreditaba a la congresista al repre-
sentarla como un infante que debe de aprender a escribir “bien”. Con
ello se aprecia que para Correo, ser congresista entrañaba el requisito de
escribir de forma correcta para desenvolverse como una persona capa-
citada y ejemplar que merecerá respeto (líneas 49, 85, 146).
En su momento Correo no reconoció que la ortografía de la congre-
sista respondía a la influencia de su lengua materna, a la escolarización

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tardía y a la falta de apropiación de las convenciones ortográficas legi-


timadas por la normativa española, así como tampoco dio cuenta de
los motivos sociales, culturales, ideológicos o de poder que han desfa-
vorecido académicamente a personas como Supa y a muchos ciudada-
nos. Al respecto, Supa ha dicho en quechua: “Runasimi rimaqmi kani,
manan p’enqakunichu” (“soy quechua y no me avergüenzo”) (Prensa
Libre, 2009) y, además, se sabe que ella accedió a la escuela a los 20
años y su proceso de escolarización no fue el más formal, en compara-
ción con los escolares de las escuelas limeñas, por lo que apropiarse de
la escritura debiera reconocerse como un mérito y no como una razón
para ser discriminada.
Pese a ello, Correo concibe la literacidad como un factor indepen-
diente del contexto social de la apropiación escribal y consideró que
las consecuencias individuales, e incluso sociales de los individuos
derivarían del carácter intrínseco de esta tecnología (líneas 121, 181,
182), a sabiendas que el rol político y social de la congresista no devino
por el dominio de la escritura castellana, sino por su lucha por un país
democrático y justo. En este sentido, el diario no vio que Supa escribía
lo deseaba obtener y producir, y conocía dos lenguas —el quechua (L1)
y el castellano (L2)—, esto es, no la representó como un sujeto cuyas
capacidades cognitivas no eran mínimas o insignificantes, o que su ac-
tuar demostraba un alto potencial de desenvolvimiento en el mundo
—sobre todo en un país multilingüe y multicultural—, sino que por el
contrario, hizo hincapié en sus usos del lenguaje para ubicarla en un
orden social jerárquico inferior (líneas 122, 123, 124) e infantil (línea
127). Fishman (2004) señala que “En relación con la literacidad, (…) la
gente lee y escribe de maneras que son útiles y que tienen sentido para
ellos, sin importar cómo su lectura o su escritura puedan parecer a los
extraños” (p. 275).
Esta actitud despectiva hacia Supa no es nueva, ya que también
quedó en evidencia cuando fue elegida presidenta de la Comisión de
Educación, Ciencia, Tecnología, Cultura, Patrimonio Cultural, Juven-
tud y Deporte, del Congreso de la República. En efecto, los excongre-
sistas Carlos Raffo y Mercedes Cabanillas indicaban que ella no tenía
la especialidad o especialización en el tema educativo, incluso Raffo
señaló que tenía carácter beligerante. Sin embargo, en opinión de la
lingüista Vigil (2010) también forma parte del tema educativo el que

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ella conociera “muchísimo sobre las formas de enseñar y aprender


de los pueblos quechua-hablantes”, ya que eso es “de lo que muchos
y muchas especialistas blancas y mestizas no saben nada”. Para esta
especialista, entonces, el tema educativo no solo estaría circunscrito
a la población blanca y mestiza peruana, por lo que las opiniones de
los excongresistas estarían privilegiando un tipo de educación, un tipo
de castellano y un tipo de peruano, tal como parece implicarlo Correo
(línea 128).

5.2. Representación 2: Un legislador que escribe con las nor-


mas del castellano estándar garantiza el progreso económico;
uno que escribe en castellano andino conduce al retroceso
La desaprobación de la escritura de Supa no solo se dirigió a desca-
lificar sus formas de escribir y establecer las supuestas carencias de
destrezas cognitivas que colocan finalmente al iletrado por debajo
del letrado (líneas 21, 22, 26, 27), sino que también estuvo dirigida a
reprochar su actividad legislativa (líneas 104, 137, 229). Ello, porque
se piensa que una persona que escribe en castellano andino atrasa el
progreso, sobre todo si es autoridad política, como se muestra en la
columna del periodista Aldo Mariátegui (líneas 8, 9). Esta percepción
se ve incrementada si esa persona defiende las lenguas originarias —lo
que en el Perú se asocia también con ideas de “retraso” (líneas 82, 83,
84)—, lo cual llevaría a cuestionar el salario de un congresista de estas
características (línea 103), pero sí se justificaría si se tratara de perso-
nas ilustradas del siglo XIX (línea 23).
Esta creencia de asociar la “mala” escritura con un obstáculo para
el progreso económico y social del país se enmarca dentro de las ma-
neras en las que se ha percibido la escritura desde las TGD:
En efecto, muchas de las reflexiones provenientes de la ‘gran di-
visión’ son el sustento de influyentes mitos que se derivan de los
postulados sobre las supuestas diferencias cognitivas y psicológicas
entre poblaciones letradas e iletradas y sobre el impacto que esto
debería tener en el desarrollo económico y social de los pueblos
(Vich y Zavala, 2004, p. 44).
Así, en las formas de concebir la escritura, Correo da por sentado
que la congresista no es apta para legislar y se la representa como un
sujeto opuesto y enfrentado al progreso, pues está a la “defensiva” y es

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“prejuiciosa” (líneas 134, 135, 136, 139), descalificativos con los cuales
se buscaba desprestigiar la imagen política de Supa, debido a su nivel
de instrucción o educación bajo, “elemental” (línea 128). Al respecto,
las TGD consideran que el pensamiento letrado es superior al pensa-
miento oral, que es precisamente lo que hace el diario al situarla como
iletrada (líneas 27, 84), pues como su castellano no es el estándar, la
asumen como incivilizada y, por tanto, como símbolo del atraso eco-
nómico de un país. Para el diario, ella no posee una “buena educación”,
porque tiene una instrucción “elemental” (línea 128).
Así mismo, al analizar las manifestaciones del diario, la relación
causa-efecto entre la escritura y el desarrollo del progreso social o po-
lítico (por ejemplo, la aprobación de leyes) se expresa como una ge-
neralización (línea 5, 80, 91), igual que lo que ocurre con la expresión
“es indiscutible” (línea 128), la cual naturaliza la forma de asumir esta
consecuencia. De este modo, “la instrucción elemental” (línea 128) re-
duce la capacidad que tiene la congresista para elaborar leyes, lo que
queda evidenciado por el adverbio “poco” (línea 130) y se niega su po-
sibilidad para aportar con la reflexión de la política diaria. La metáfora
de formar parte de “la nave del Estado” (línea 131) revela que la con-
gresista no sería una tripulante acorde con las expectativas de la élite
social que dirige el Estado, no puede tomar el timón y ni siquiera iría
en la misma dirección que el resto de los marineros. Este juego retórico
invisibiliza la presencia de los congresistas, incluso limeños, que ca-
rezcan de prácticas de redacción para elaborar un proyecto ley o usar
siempre las reglas de la ortografía estándar, lo cual es contradictorio
pues, como es sabido, hay congresistas que tienen sus propios asesores
dedicados a formular los proyectos legislativos.
Por otra parte, con el adverbio “así” en “una persona así” (línea
132), se engloban y manifiestan valoraciones claramente negativas,
pues esta partícula en el discurso del diario se presenta con una con-
notación peyorativa y de reproche. En relación con ello, si bien en el
diario se usa el adverbio “posiblemente” (línea 132) para atenuar algu-
na conclusión, indica con mayor énfasis la idea de con frecuencia va “a
oponerse”, a estar en contra (línea 133); es decir, se refuerza la imagen
obstructiva que Supa genera al continuar siendo representante legisla-
tiva en el Congreso y resistirse desaparecer o ser purgada. Para Correo,
como se ve, la falta de desarrollo económico y social se transfiere, pues,

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a la supuesta incapacidad de la congresista quien “no sabe” escribir y


que estaría a la “defensiva” ante cualquier idea nueva. La congresista
Supa es percibida una vez más como “ignorante” (línea 140) e, inclu-
so, “ubicada en una posición anacrónica” (línea 143). El término “pre-
juiciosa” la descalifica (línea 135), considerándola como una persona
cuyas opiniones se forman sin conocimiento alguno o responden a de-
cisiones inmotivadas, convirtiéndose en una intrusa dentro del Con-
greso (línea 142), que detiene el trabajo de este organismo (línea 144)
y, en última instancia, al avance sociopolítico del país (líneas 149, 150).
Su ortografía para el diario es evidentemente perniciosa para la socie-
dad, lo cual se ve apoyado por la postura crítica de la excongresista al
Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, por lo cual Correo des-
de entonces la ha visto como opositora al libre comercio y al progreso
económico (líneas 5, 80, 91).
En cuanto a la asociación entre la escritura de la congresista y el no
ser apta para legislar (línea 130) Correo solo se fija en aspectos técnicos
de la escritura y exagera los elementos negativos con bastante detalle
(línea 41), lo que demuestra que no existe una visión amplia referida
a la literacidad, es decir, de las escrituras relacionadas con propósitos
y contextos específicos y formas de acercarse a ella. Lo que produce y
reproduce el diario es la manera de establecer desigualdades entre los
individuos (líneas 86, 86, 89): unos son más aptos para gobernar, mien-
tras que otros lo son para ser gobernados; los que tienen “educación”
y “saben escribir” son miembros legítimos para legislar, los otros para
ser mandados (líneas 151, 158).
Los supuestos que se producen y reproducen acerca de los hablan-
tes y escribientes del castellano andino por periódicos como Correo
continúan en boga dentro de nuestra sociedad y se encuentran arrai-
gados en las maneras en que se considera la escritura en la enseñan-
za escolar y universitaria. Lo que hace el diario es, entonces, apoyar
el proyecto educativo y la visión cultural bajo el modelo autónomo,
donde las culturas andinas y nativas en general no tienen cabida, y no
solo sus formas de hablar, sino su presencia o la aceptación de sus ha-
blantes. Por eso, una estrategia del diario para apoyar su idea de que la
escritura es necesaria para legislar es la intertextualidad: recurre a citas
de autoridades “académicas” vistas como neutrales para ajustarlas a su
propia línea argumentativa (líneas 42, 43, 50, 51, 61, 62).

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Después de la nota del diario del 17 de abril del 2009, el Pleno del
Congreso condenó la actitud de Correo al haber publicado información
privada de la congresista Hilaria Supa usada para infravalorarla. El co-
municado fue aprobado por 72 votos a favor, dos en contra y una abs-
tención. Los excongresistas Aurelio Pastor del Partido Aprista (APRA)
y Martha Hildebrandt de Alianza por el Futuro (AF) votaron en contra
(línea 199). Para Pastor, el diario matutino solo se limitó a expresar su
preocupación por la “calidad de la representación en el Perú” (BBC,
2009), mientras que para la lingüista y exlegisladora Hildebrandt el
diario solo informó, ya que para ella Hilaria Supa podría ser quechua-
hablante y escribir un correcto castellano, por lo que entonces no le
hubiesen tomado las faltas de ortografía que tiene (El Universo, 2009).
Es decir, para ambos exparlamentarios si Supa hubiera escrito en cas-
tellano estándar, no habría sido discriminada ni se habría convertido
en noticia nacional ni mundial. Con ello se aprecia que el modo de
asumir la escritura desde el modelo autónomo está tan internalizado,
incluso entre las autoridades políticas, que estas terminan por apoyar
la idea de que legislar implica tener buena ortografía.
Correo, asimismo, deslegitimó a todo el resto de los congresistas
señalando que no sabían leer o comprender (línea 172) y los asumió
como patéticos (línea 198). Al principio, sostuvo que estos no sabían
escribir, pero como estuvieron en contra de sus formas de pensar, ello
demostraba que al parecer todos tendrían problemas de escritura y so-
bre todo de lectura, pues no lograron entender su postura (línea 167).
Esta es una estrategia de los discursos situados en el modelo autóno-
mo, donde si los otros no piensan como uno, entonces ello es indicati-
vo de que se tienen problemas de comprensión de lectura, con lo cual
se representa al otro como iletrado o analfabeto, al no compartir su
lectura de los hechos, sino evidenciar una postura distinta. Desde esta
perspectiva, los productores del discurso buscan alimentar siempre a
sus lectores y sus consumidores, por tanto, deben asumir la forma de
pensar vertida en el discurso, sin oponerse para no terminar siendo si-
tuados como enemigos, carentes de inteligencia, intelecto o sabiduría,
y como apañadores del supuesto “retraso” económico y social del país
(línea 200, 201, 202, 203, 204).
Las dos representaciones hasta aquí analizadas alimentan el dis-
curso acerca de la literacidad desde el enfoque de las TGD, el cual ha

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sido relacionado por el periódico Correo con ideas de raza y educa-


ción, vínculo que conduce finalmente a reproducir un discurso racista.

5.3. Ortografía y racismo


Previamente hemos podido observar la desaprobación de la ortografía
de la congresista Supa por parte de Correo, sobre la base de asunciones
relacionadas con el modelo de la gran división respecto de qué es la
escritura y de cómo el pensamiento letrado es cognitivamente superior
e inclinado al progreso o a la civilización.
En este contexto cabe preguntarnos si el discurso formulado por
Correo acerca de la ortografía de Supa es racista (van Dijk, 2005) y, en
consecuencia, si es una manifestación de los discursos raciales perua-
nos (Callirgos, 1993). De acuerdo con De la Cadena (1998), en la ac-
tualidad el racismo no se evidencia abiertamente, la gente no explicita
la racialización hacia la piel, sino más bien lo hace por medio de una
nueva forma de discriminación que denomina “racismo silencioso”,
como una forma de exclusión basada en la inteligencia y la educación:
lo que opera entonces en el discurso de Correo es un discurso racista
silencioso.
Así, el diario Correo no deja de hacer alusión a la “mala” escritura
de la congresista Supa asociada con la falta de educación, capacidades
cognitivas y aptitudes políticas, categorías que se usan en las prácticas
de racialización solapadas. Según Zavala y Zariquiey (2007): “hoy, en
Perú, el racismo se ha articulado con las categorías de clase, cultura y
educación” (p. 334). Estos autores sostienen que la educación se vin-
cula directamente con el aprendizaje de la lectoescritura, por ello en el
Perú la falta de educación ha sido asociada con la persona analfabeta
que en este país se posiciona “como el ser más despreciado y más dis-
criminado de todos, incluso más que el indio o que el pobre (aunque
sabemos que los analfabetos son, por lo general, indios y pobres)” (Za-
vala y Zariquiey, 2007, p. 366).
Estos mismos autores argumentan que en el Perú “los analfabetos
son representados como ‘ciegos’, inmorales o indecentes de razonar
con inteligencia (o con ‘abstracción’, ‘racionalidad’ y ‘lógica’)” (Zava-
la y Zariquiey, 2007, p. 366). Desde esta perspectiva no escribir en la
variedad estándar constituye un horror (línea 189), lo que sirve como
justificación para discriminar y excluir a la gente, de modo que la or-

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tografía está siendo usada como un recurso de racialización, y no solo


contra la congresista, sino también contra muchos peruanos que tie-
nen como primera lengua una lengua indígena y como segunda len-
gua el español, particularmente contra los hablantes que han aprendi-
do el español sin instrucción formal. De esta manera, las maneras de
concebir la ortografía se convierten en una herramienta para segregar
culturalmente a las personas “no educadas”: a partir de la escritura se
evalúan y miden las capacidades intelectuales, la escolaridad, el ejerci-
cio político, la ética y la defensa de la democracia. Correo, por ejemplo,
cita a dos entrevistados en uno de sus escritos, quienes sostienen que
un congresista necesita no solo de ética, sino también de preparación,
es decir, se exige un nivel de escritura. Incluso, después de agregar las
opiniones respectivas, expone que la excongresista fue empleada do-
méstica o empleada de hogar (y menciona las provincias en las que
trabajó) (línea 75). Es decir, no trata de registrar información “neutral”
acerca de las carencias de Supa, sino que toma partido al racializarla o
ningunearla.
En el Perú los hablantes se guían por el prejuicio de que solo las cla-
ses altas o bien posicionadas hablan y escriben correctamente, por lo
que el resto de los ciudadanos que no lo hacen son criticados, pues no
internalizan o memorizan las reglas del buen hablar y escribir, presen-
tando déficits cognitivos asociados con su lugar de procedencia. Las
clases favorecidas piensan que las reglas de la ortografía se incorporan
de forma natural, mientras que para los que no lo son se trata de una
experiencia cultural, que involucra el aprendizaje de un sistema de re-
glas que les es ajeno, nuevo, y que requiere entrenamiento.
Paradójicamente, aunque los hablantes bien posicionados come-
tan faltas ortográficas o no sepan escribir una palabra del castellano
estándar, no son censurados ni discriminados, porque se trata del
grupo más prestigioso de la sociedad peruana. Por ejemplo, Faverón
(2009) analiza la sintaxis de Aldo Mariátegui, director del diario, quien
evidentemente comete errores gramaticales, como la discordancia
verbal y temporal y subraya que:
estoy completamente convencido de que no hay conclusiones
que se puedan sacar sobre la inteligencia de una persona a partir
de su sintaxis. Imagino que a Mariátegui le conviene aceptar, de
ahora en adelante, esta misma premisa. No vaya a ser que le pidan

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satisfacer un nivel mínimo de sintaxis culta para dirigir un diario


(párr. 17).
En efecto, los errores sintácticos de Aldo Mariátegui no fueron no-
ticia, ya que por su posición social, sus escritos no escandalizan, aun
cuando dirija uno de los diarios más populares del Perú y, además,
uno de los noticieros más importantes del país, en el canal Frecuen-
cia Latina. Dentro de este grupo, también puede haber limeños que
hablen y escriban “mejor” el inglés como su segunda lengua que el
español como su primera lengua, pero igualmente son perdonados o
socialmente aceptados. Sin embargo, esto no ocurre con los hablan-
tes andinos, a los que se les racializa o separa de la sociedad, porque
se les asocia con una pronunciación indebida o confusiones en el
“buen hablar”. Esto contrasta con el caso de las confusiones ortográ-
ficas de personas que han asistido por varios años a la escuela y han
llegado a estudiar en la universidad. A estos sujetos se los disculpa
por cometer errores de ortografía y no se los penaliza como sucede
con los hablantes que, de antemano, han sido jerarquizados en po-
siciones sociales inferiores, como ocurre con los hablantes andinos.
A Supa, por ejemplo, se la condena por escribir “situasión” y “parti-
cipasión” (línea 31). En términos raciales, si el error ortográfico es
cometido por una persona de procedencia andina, que es mujer, y
que carece de escolaridad, ello resulta muy reprochable (Secretaría
de la Mujer-Confederación Nacional de Comunidades del Perú Afec-
tadas por la Minería, CONACAMI y Programa de Mujer Indígena-
Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana, AIDESEP,
2009), más que si se tratara de una mujer costeña o hasta de un hom-
bre andino. En el Perú, la mujer andina está más infravalorada que el
hombre andino, quien se ha mimetizado con la sociedad occidental
en sus formas de hablar, vestir y convivir y, por ello, es percibido más
cercano a la modernidad, mientras que a las mujeres andinas se les
asocia como banalmente resistentes de sus culturas ancestrales. Así,
la televisión peruana suele satirizar a la mujer andina como “necia”,
“pobre”, “mal vestida” y “con mal hablar”, en personajes como la Pai-
sana Jacinta (De los Heros, 2016, Turpo y Gutiérrez, 2019, Comisión
Nacional contra la Discriminación, 2019). En el caso de Supa debe
quedar claro que está siendo discriminada como congresista y como
hablante, ya que al igual que su otrora excompañera quechua-ha-
blante puneña María Sumire —autora de la Ley de Lenguas aproba-

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da en el año 2011, primera ley que defiende los derechos lingüísticos


de las lenguas originarias en el Perú—, está siendo vista como una
hablante racialmente imperfecta, incompleta e intrusa (líneas 1, 4,
5, 6, 7, 11, 15, 25, 26, 27, 148), a pesar de que las faltas de ortografía
no han bloqueado su comunicación, pues ella recoge la información
que busca registrar o usar.
Pese a lo anterior, para Correo no se puede perdonar que una perso-
na pública como la exparlamentaria Supa escriba de tal manera, pues
la considera como alguien “sin cultura” o “sin educación” (línea 217).
Este tipo de higiene verbal se produce y reproduce generalmente en los
manuales y adeptos de la gramática normativa o gramática prescripti-
va. Un caso de este discurso es el de Gómez (2007) quien señala que
al lado de incorrecciones crasas solo detectables en capas sociales
de poca cultura, aparecen otras relativamente frecuentes, más dis-
cutibles e, incluso, discutibles en las que suelen incurrir personas
más o menos cultas y de gran proyección pública dada su profesión
u oficio (locutores, periodistas, políticos) (p. 8).
O también es el de Sánchez (2016, párr. 2-6), quien sostiene en su
post de Linked, titulado “Escribir correctamente da una muy buena
imagen a los profesionales”, que “Escribir correctamente es nuestra
carta de presentación ante los demás”; “La mala ortografía es una en-
fermedad de transmisión textual”; “todo lo que se llegue a plasmar a
través de las palabras, es un indicativo de la personalidad de cada uno.
Se refleja la educación, los valores y las costumbres, porque la escritu-
ra, simplemente, nos delata”; “No eres tú, es tu ortografía...”.
En este sentido, Correo en sus prácticas de desprestigio ha buscado
desligarse de la responsabilidad de haber racializado a la congresista,
para lo cual buscó construir la imagen de que ella se victimizaba y que
el periódico de circulación nacional no discriminaba. Sin embargo,
sus estrategias léxicas y retóricas son muestra de que este medio de
comunicación intentó victimizarse al victimizar a la exparlamentaria
(líneas 13, 14, 81, 97, 129, 140, 141, 142, 143, 188, 189, 190, 191, 192,
193, 194, 195, 106, 197, 206, 207, 208). En un país que es racista, nadie
aceptará que discrimina, por lo que en su defensa el diario sostuvo que
solo recogía una realidad (línea 227). Como se ha visto, muchas veces
los ciudadanos, la prensa o el Estado no se dan cuenta de este tipo de

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acciones, pues está tan internalizado que se ve como algo común posi-
cionarse racialmente uno sobre otro (línea 224, 225, 226, 227, 230, 231).

6. Conclusiones
Siguiendo a las TGD, la escritura está relacionada con capacidades
cognitivas. En ese sentido, escribir bien implica un grado respetable
y lógico de la organización del pensamiento y conocimientos para ac-
tuar en el mundo. Desde el ACD, las concepciones acerca de la escri-
tura pueden generar prácticas de racialización, ya que las formas de
apreciar determinadas escrituras responden a los posicionamientos
sociales de las personas. De esta forma, los individuos más letrados
pueden discriminar a los menos letrados y atribuirles características
negativas o denigrantes, hasta impedirles su acceso al espacio público,
educativo y político.
A partir del ACD hemos visto que el diario Correo reprocha la escri-
tura de la congresista Supa sobre la base de la observación de errores
ortográficos y la representa como un sujeto carente de capacidades
cognitivas superiores. Para el diario, la escritura no hizo de Supa un
individuo letrado y, más aún, como no escribe bien, ella no puede le-
gislar, por ser percibida como un individuo no preparado, no apto y sin
educación. Así, puesto que gobernar implica tener la capacidad para
escribir bien, el individuo que escribe mal se convierte en un obstáculo
para el desarrollo económico y social de un país.
El análisis del trabajo arrojó dos representaciones que derivan de
las formas en que se considera la escritura. Las manifestaciones dis-
cursivas de Correo, asimismo, son muestras de los discursos produci-
dos y reproducidos desde el enfoque del modelo autónomo sobre la li-
teracidad. Hemos procurado deconstruir estas creencias sobre la base
de los NEL, que perciben la escritura vinculada con objetivos y contex-
tos específicos, o marcos de socialización particulares. De esta forma,
en nuestro país los sistemas gráficos no son iguales para hablantes mo-
nolingües que para bilingües, donde el proceso de aprendizaje de la
escritura se ve influenciado por muchos otros factores sociales, como
por ejemplo el poder. Para estos nuevos estudios, la oralidad o la in-
fluencia de una lengua materna cobra importancia en el aprendizaje
de un sistema hegemónico de escritura, pero no como una manera de
desdeñar a los aprendientes, sino como una forma de observar el acer-

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camiento de ellos a este nuevo sistema que implica una serie de reglas
y prescripciones impuestas (las cuales también pueden ser transgre-
didas por individuos letrados, pero que no son ubicados en la misma
valoración social que los hablantes de lenguas indígenas, provenientes
de zonas emergentes y que, a pesar de lograr un cargo político estatal,
siguen siendo infravalorados).
Como hemos visto, la literacidad no solo involucra aspectos técnicos,
sino otros elementos. Con los NEL se pueden valorar las notas perso-
nales de Supa, quien se apropia de la escritura, la recrea, la ve como un
medio para satisfacer sus necesidades comunicativas, pues para ella lo
que escribió tenía sentido. Los usos de lo letrado se sitúan en contex-
tos sociales particulares donde tiene relevancia a través de los valores
que subyacen en las prácticas letradas de los individuos (Street, 2000).
En otras palabras, la literacidad se sitúa en contextos específicos y mar-
cos culturales, involucra maneras y propósitos de acercarse a lo escrito
y valora por igual los productos escritos entre los individuos (Calderón,
2015).
Las formas en que se perciben la escritura y la ortografía se han
convertido en fuentes de discriminación o racialización en el Perú. La
ortografía de la congresista Supa, por ejemplo, se percibe como degra-
dante y una amenaza a la normatividad de la escritura castellana, ne-
gándosele su derecho a ser legisladora y a tomar decisiones políticas
sobre la base de sus escritos. Alguien como ella no podría ser aceptada
como presidenta del país, ya que el discurso racista argumentaría que
sería un atentado. Las faltas de ortografía se convierten, por tanto, en
herramientas para diferenciar a individuos: unos letrados, otros no;
unos educados, otros no; unos críticos, otros no. De esta manera, se
establecen jerarquías y desigualdades político-sociales.
A Paredes (2001) le parecía extraño que
Al volver a Perú, después de casi 18 años de ausencia, compruebo
con sorpresa que los cholos (95% de la población peruana), antes
menospreciados y relegados, están a un paso del poder político,
aunque este no pueda darse en un año o dos, ni quizá en cinco,
estoy seguro, sin embargo, que no pasarán décadas para que este
hecho de extrema importancia nacional, de absoluta necesidad
histórica, sea real (p. 4).

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Estas expectativas siguen sin realizarse, ya que la sociedad perua-


na aún empodera más al individuo mejor situado socialmente y le
resta legitimidad al que se encuentra en una posición social desfa-
vorecida. No obstante, es pertinente explicar que las formas en que
procedió la línea editorial de Correo deben entenderse y situarse,
asimismo, como parte de las valoraciones sociales que se tienen de
la escritura en sociedades occidentales diametralmente jerarquiza-
das; es decir, se trata de creencias que devienen de las prácticas y
concepciones sociales tradicionales de lo que se considera la escri-
tura. Dicho de otro modo, estas formas de pensar de Correo no son
estrictamente privativas, exclusivas o particulares del periódico, sino
de muchas personas, generalmente bien posicionadas en la sociedad
peruana, e incluso latinoamericana, que valoran la literacidad desde
el marco del modelo autónomo de la literacidad.
Finalmente, desde el ACD podemos señalar que no se trata nece-
sariamente de individuos concretos que discriminan y desaprueban la
falta de practicidad y efectos que “genera” la escritura, sino de formas
de pensar que han calado en la sociedad por años y que permanecen
aún en el imaginario social de la mayoría de los ciudadanos, la prensa,
la escuela, el Ministerio de Educación, etc., que puesto que segregan,
deben ser desterradas, empezando por las escuelas y las universidades
que luchan por la justicia social a través del debate y la mirada crítica
(Murillo, 2018).

Referencias bibliográficas
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a los estudios sobre literacidad. En P. Ames (Ed.), Para ser
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Anexos: El corpus
A continuación, se registran los escritos que hicieron referencia a
Hilaria Supa en Correo.

(a) Fragmento de la columna editorial del 16 de marzo de 2006


1. Ya, ya, están Torres Caro, Nancy Obregón, 2. las disforzadas Sumire
y Supa, 3. que juegan siempre a las víctimas.

(b) Fragmento de la columna editorial del 10 de abril de 2007


4. Pues allí tienen a la congresista Hilaria Supa 5. saboteando el TLC
en su etapa más crucial, 6. con cartas que adivino no ha escrito 7.
(demasiado bien redactadas). 8. Le importan un bledo los empleos
que crearía 9. y la vital inversión que atraería.

(c) Fragmento de la columna editorial del 21 de febrero de 2008


10. Sugiero un minuto de silencio por el tino de nuestros congresistas
11. y dos minutos de silencio por las neuronas de la congresista Su-
mire, 12. quien fue la autora de la genial y pertinente iniciativa 13.
(vaticino su respuesta: “racista” o alguna sandez así. 14. De eso vive
políticamente, 15. junto a su yunta la Supa).

(d) Fragmento de la columna editorial del 4 de marzo de 2009


16. Ya tuvimos este sistema de renovación parcial durante la huacha-
famente llamada “República Aristocrática” (1895-1919) 17. y fue
un fracaso, 18. con problemas eternos 19. (como la fallida pró-
rroga arbitraria en 1910 del tercio que debía cesar en 1911) 20.
en Congresos que encima eran infinitamente superiores a los ac-
tuales 21. al ser integrados por unos señorones muchísimo más
cultos 22. y preparados 23. (el destacado filósofo Javier Prado 24.
o jurisconsultos de nota como Mariano H. Cornejo, Francisco Tu-
dela y Varela, Alberto Ulloa, Arturo Osores, J. Matías Manzanilla,
entre otros) 25. que los actuales tan penosos como Yonhy Lesca-
no, Supa, Sumire, Sasieta, Cajahuanca, Miró Ruiz, Otárola, Mekler,
Abugattás, etc. 26. No existe el menor punto de comparación entre
esos eruditos de antaño 27. y estos iletrados que tenemos ahora.

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(e) Titular y subtitular de la portada del 17 de abril de 2009


28. Urge 29. Coquito para congresista Supa
30. ¡Qué nivel!

(f ) Notas personales de Hilaria Supa fotografiadas por un lente


teleobjetivo y publicadas en la portada o primera plana del 23
de abril de 2009
31. Jueves De abril-16-2009 Pleno Del comgreso De la rePoBleca si Dis-
cotio lasituasion de Brai ovo Muchas ParticiPasion custo (...) No-
Presencia Del preme menistro para (...) subre Bray subreatentado
(...) pindio el pleno vernes De abril 17 2009

(g) Titular y columna editorial del 17 de abril de 2009


32. La congresista no tiene quien le escriba
33. Mientras el país estaba pendiente de las explicaciones que brindaba
al pleno del Congreso 34. el premier Yehude Simon sobre la brutal
emboscada terrorista que acabó con la vida de 14 soldados en la
zona del VRAE (Valle del Río Apurímac-Ene), 35. una diligente con-
gresista 36. -cual eficiente estudiante tomaba apuntes del asunto.
37. Se trataba de Hilaria Supa, 38. parlamentaria del Partido Naciona-
lista Peruano elegida por la región Cusco, 39. y a decir de lo que
descubrió una reveladora foto de Correo, 40. sus limitaciones en
cuanto a ortografía y sintaxis dejan mucho que desear. 41. Las to-
mas obtenidas del cuaderno de notas de la mujer de 49 años hablan
por sí solas.
42. Para el secretario técnico de la Asociación Civil Transparencia,
Percy Medina, 43. el caso de Supa es una muestra del nivel de res-
ponsabilidad que tienen los partidos políticos 44. al proponer a sus
electores los candidatos idóneos para los cargos que aspiran ocu-
par. 45. “Los partidos políticos son los únicos autorizados a presen-
tar listas de candidatos (al Congreso), 46. y son el filtro que tendría
que garantizar su identidad, calidad, trayectoria y formación ética.
47. Es su responsabilidad proponer a los electores personas que
tengan la trayectoria personal y política 48. que les permita inter-
pretar lo que quiere la gente que se fiscalice y legisle”, indicó.
49. Cualquiera, no.

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“Laliteracidadparalegislar”:UnaideologíahegemónicareproducidaporeldiarioperuanoCorreo  |  Lovón

50. Medina enfatizó además 51. que es primordial que los partidos po-
líticos se aseguren de que aquellas personas que proponen para al-
gún cargo público se encuentren debidamente preparadas. 52. “No
solamente se requiere preparación en el sentido de instrucción, 53.
sino también la ética es clave. 54. Un partido político —antes de pre-
sentar su lista— tiene que estar seguro de que las personas que está
presentando tienen una trayectoria de honestidad, de compromi-
so... 55. No se puede presentar a cualquiera”, opinó. 56. En ese sen-
tido, Medina consideró 57. que los partidos políticos —al evaluar a
sus candidatos— no deben caer en criterios de selección 58. como el
nivel de popularidad o de aporte económico a la campaña electoral.
59. “Fíjese que muchos partidos que obtuvieron muchas curules (en
las últimas elecciones congresales), luego las perdieron porque sus
candidatos no compartían su visión programática”, acotó.
60. Bancada debe apoyarla.
61. Por su parte, el director ejecutivo de Reflexión Democrática, José
Élice, 62. dijo que Supa —más allá de su condición de quechua-
hablante— 63. tiene derecho a ocupar un cargo político. 64. No obs-
tante, agregó que era responsabilidad de su partido 65. —y sobre
todo de su bancada— 66. asesorarla y apoyarla en la revisión de la
estructura 67. y el fondo de los proyectos que presente. 68. “Pue-
de haber personas que escriban pésimo, 69. pero que pueden dar
aportes bien interesantes 70. o que conocen otras realidades que
todos no conocemos. 71. Y tienen todo el derecho de participar en
el Congreso. 72. Si no respetamos ese derecho, 73. estaríamos ha-
blando de un Congreso elitista, 74. académico”, acotó.
75. Fue empleada del hogar
76. Muchos años antes de ser elegida congresista, 77. Hilaria Supa se
desempeñó como empleada del hogar en el Cusco, Arequipa y
Lima. 79. Días previos a su juramentación como legisladora, 80. la
nacionalista irrumpió en el hemiciclo del Congreso para protestar
contra el TLC suscrito con EE.UU. 81. Además, protagonizó un es-
cándalo al denunciar haber sido víctima de discriminación por la
aerolínea Iberia. 82. Tiempo atrás, su colega Martha Hildebrandt
83. se quejó de sus destempladas protestas sobre un proyecto para
declarar oficiales las lenguas aborígenes. 84. “Miren los modales de
estas niñas quechua-hablantes”, comentó.

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85. Un trabajo muy flojo


86. Si bien el portal del Congreso revela que Hilaria Supa tiene registra-
dos 43 proyectos de ley en la presente legislatura 2008-2009, 87. casi
todos han sido suscritos colectivamente por la bancada del Partido
Nacionalista.
88. De acuerdo con el registro consultado por este diario, 89. Supa solo
ha presentado dos proyectos con autoría propia, 90. como son la
Ley General de Sanidad y la norma que propone crear la Comisión
de Administración de bienes del Colegio Nacional de Ciencias del
Cusco.
91. En su haber figuran además proyectos derogatorios de importan-
tes normas que el Ejecutivo formuló en mérito a las facultades para
legislar en materia del Tratado de Libre Comercio con Estados Uni-
dos.

(h) Titular y columna editorial del 23 de abril de 2009


92. Supa no supo
93. —Todos estos cambios en el tránsito con respecto a los conductores
borrachos van a fracasar si no se modifica el actual límite de alcohol
de 0,5%, absurdamente bajo y que curiosamente fue cambiado por
Toledo. 94. Se debe volver al cuerdo 0,75% anterior o, mejor aún,
adoptar el 0,8% yanqui. 95. Los ministros Cornejo y Fernández es-
tán cometiendo un yerro monumental al no fijarse en este impor-
tantísimo detalle.
96. —Pongo el parche... 97. No nos anima ningún ánimo peyorativo,
excluyente, racista, clasista, costeñista, anti-indigenista, etc. con-
tra la congresista humalista Hilaria Supa. 98. Esto que quede claro,
99. pues lo “políticamente correcto” se está volviendo asfixiante
en nuestro país. 100. Y que quede claro también que más bien nos
provoca pena 101. que esta humilde mujer 101. tenga esas caren-
cias 102. y no queremos hacer ninguna befa con ello. 103. Pero no se
puede pagar más de S/. 20 mil al mes 104. y darle tanto poder y res-
ponsabilidades 105. a quienes no están mínimamente iluminados
por las luces de la cultura. 106. Pues aquí lo que se pone realmente
en debate es si es sano para el país 107. que pueda acceder al Con-
greso alguien con un nivel cultural tan bajo, 108. cuya ortografía y

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gramática revelan serias carencias 109. y sin aparente ánimo de en-


mienda, 120. porque no me digan que no es evidente 121. que Supa
rara vez agarra un libro, 122. ya que está probado que la gente que
lee poco 123. es la que peor escribe 124. al estar menos familiarizada
con las reglas más elementales de redacción. 125. Nadie pide que
cada congresista sea una Martha Hildebrandt, 126. pero, por Dios,
127. tampoco pueden escribir peor que un niño de ocho años. 128.
Y es indiscutible que una persona con una instrucción tan, digamos,
elemental 129. —siendo generosos— 130. poco puede aportar en la
elaboración de leyes, en la fiscalización de casos complejos, 131. en
la reflexión diaria de hacia dónde debe ir la nave del Estado... 132.
Una persona así posiblemente solo se va a limitar a repetir lugares
comunes, 133. a oponerse a todo solo por oponerse, 134. a estar a
la defensiva ante cualquier idea nueva, 135. a ser prejuiciosa, 136. a
buscar llamar la atención mediante el escándalo 137. antes que por
la excelencia de sus iniciativas, 138. a descalificar al adversario con
el eterno recurso de victimizarse, 139. a ser agresiva... 140. Lamen-
tablemente, todo lo anterior ha caracterizado a la congresista Supa
141. y estoy seguro de que su respuesta consistirá en acusarnos de
ser nazis y hacerse la víctima. 142. No estamos en contra de que las
personas elijan a congresistas con quienes se identifiquen, 143. pero
tampoco se puede ir a extremos 144. y menos dejar de lado el mérito
académico y la preparación. 145. Por eso el voto debe ser volunta-
rio 146. y además debe haber requisitos extras para ser congresis-
ta, 147. como grado universitario 148. (aunque... ¿cómo escribirá la
congresista humalista y abogada María Sumire?). 149. Si no, vamos
a acabar en una oclocracia, como los griegos denominaban a la de-
generación de la democracia. 150. Miren nomás a Bolivia...
151. Observo bloquear carreteras a los guías cusqueños de turismo
152. y no puedo menos que sonreír ante su supuesta sapiencia ex-
clusiva, 153. pues pretenden que nadie más 154. —ni siquiera la
historiadora María Rostworowski ni los arqueólogos Walter Alva o
Ruth Shady— puedan guiar turistas. 155. Ya están como el SUTEP,
156. que no permitiría que ni siquiera Vargas Llosa dicte clases de
Literatura. 157. Además, si algunos hablan gruesas barbaridades
son muchos de estos supuestos “guías”, 158. charlatanes 159. que
cuentan cualquier cosa sobre las ruinas 160. y que hacen gala a me-

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nudo de un odio xenofóbico contra todo lo español 161. y un ensal-


zamiento superlativo de lo quechua 162. que linda con lo ridículo.
163.¡Viva Lugo carajo! 164. ¡Ja, ja, ja! 165. ¡Qué tipo!

(i) Titular y columna editorial del 24 de abril de 2009


166. Comprensión de lectura
167. Hasta ayer creía que era un serio problema para la calidad de
nuestro Legislativo que existan congresistas que apenas saben
escribir. 168. Lamentablemente, 169. el asunto es más serio, 170.
porque ayer el 90% de los que participaron en el debate sobre
Supa demostraron 171. —si es que se tomaron el trabajo de leer
antes el editorial y el artículo referidos al hecho— 172. que mu-
chos de ellos no tienen una adecuada comprensión de lectura.
173. En ambos textos advertíamos que tocábamos el tema porque
nos preocupa que el bajo nivel intelectual del Congreso 174. dañe
tanto a nuestra democracia 175. (somos uno de los países latinoa-
mericanos que menos creemos en ella. 176. Ver si no el Latinoba-
rómetro) 177. y origine que este tenga una eterna desaprobación,
177. y que incluso sea visto con desprecio y burla por los ciudada-
nos. 178. Creemos que gente que tiene tanto poder y responsabi-
lidades, 179. amén de ganar más de S/.20 mil, 180. debe tener una
instrucción mínima.
181. Como remedio, 182. sugeríamos que se exija un grado académi-
co 183. y que se instaure el voto voluntario 184. (nos faltó agregar
que se decida el fin del voto preferencial). 185. Incluso buscamos
dos opiniones contrapuestas: 186. la del experto de Transparencia
Percy Medina (a favor) 187. y la de José Élice (en contra, porque
aduce que la democracia no debe ser elitista). 188. Y advertimos
que lejos estaba de nosotros cualquier tipo de menosprecio, racis-
mo o burla hacia Supa 189. (aunque anticipábamos que su línea de
defensa para justificar sus “horrores ortográficos” sería la victimiza-
ción y acusarnos de racistas, excluyentes, etc.). 190. Aquí para nada
importaba si la escritora era rubia 191. o andina, 192. si era Hilaria
Supa 193. o Luciana León 194. (y sospechamos que seguramente
no habría habido esa reacción de haberse tratado de León. 195. In-
cluso con ella sí que muchos colegas y caricaturistas suelen ser muy
racistas, 196. pintándola siempre como frívola y bruta solo por ser

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“Laliteracidadparalegislar”:UnaideologíahegemónicareproducidaporeldiarioperuanoCorreo  |  Lovón

rubia y bonita. 197. Y nunca he visto que el Congreso proteste por


eso).
198. Pero la cosa fue más patética de lo que pensaba. 199. Salvo Aurelio
Pastor y Martha Hildebrandt, 200. el resto habló pura demagogia
201. por cerca de dos horas de valioso tiempo congresal, 202. en
una demostración de espíritu de cuerpo 203. “otoronguista” 204. y
de búsqueda de cámaras 205. (Sasieta es la non plus ultra en eso,
ya cayendo en la huachafería), 206. lo que evidenció un paternalis-
mo proteccionista hacia ella, 207. como si fuera una menor de edad
que no pudiera defenderse, 208. actitud que más bien me pareció
hasta racistoide.
209. Y particularmente, me decepcionó Guido Lombardi 210. con eso
de que se había violado la intimidad de Supa. 211. No entiendo
cómo alguien que ha sido periodista puede decir un disparate así.
212. Parece que hubiera trabajado en otra cosa. 213. Ellos son per-
sonajes públicos 214. y funcionarios públicos a la vez, 215. además
de estar en el lugar más público del país, 216. esa ágora abierta que
es el Congreso. 217. Por todo ello es que están siempre bajo la lupa
de la ciudadanía y la prensa. 218. ¿No han visto cómo la prensa in-
glesa fotografió unos expedientes que descuidadamente cargaba el
jefe del servicio de inteligencia? 219. ¿Acaso no se fotografió lo que
escribió Fujimori en una sesión del juicio o los papelitos que se pa-
saban Montesinos y Wolfenson o el Blackberry de Raffo? 220. ¿Eres
o no periodista, compadre?
221. Y lo cortés no quita lo valiente: 222. si he herido la sensibilidad de
Supa, 223. pues ofrezco mis disculpas. 224. Pero el artículo está bien
hecho; 225. se han recogido opiniones opuestas, 226. no miente, no
difama, no injuria y menos discrimina. 227. Solo recoge una reali-
dad: 228. la señora escribe muy mal en castellano 229. (y ojo que su
producción legislativa es ínfima). 230. Y tenemos todo el derecho
de cuestionar que gente sin instrucción superior esté en el Congre-
so. 231. Faltaba más.

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Reseñas y Entrevistas

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Artículo
LITERATURA Y LINGUÍSTICA N°41, 2020 | ISSN 0716-5811 | pp. 459-464
DOI: https://doi.org/

Rojo, Grínor y Carol Arcos. Historia crítica


de la literatura chilena. Volumen II. La era
republicana: Independencia y formación del
Estado nacional. Santiago, LOM Ediciones,
2018. Páginas: 436. ISBN 978-956-00-0992-0
Benjamín Escobar*1

Este volumen dedicado a la literatura del siglo XIX se inserta en un


proyecto académico y editorial que pone en diálogo el desarrollo de la
literatura nacional bajo una perspectiva crítica. No se desea reproducir
el panteón existente o repetirlo en los mismos términos en que se lo
ha canonizado. El proyecto a nivel general abarca desde la fundación
colonial hasta el Chile actual. Son cinco los volúmenes en los cuales
se va a desentrañar el periodo antes señalado: letras coloniales (ya pu-
blicado por LOM en 2017); la literatura del siglo XIX (el libro que se
está reseñando); el primer proceso de modernización (1870-1920); el
segundo proceso de modernización, que abarca desde la explosión de
las vanguardias hasta 1973; y por último, el volumen que ahonda en
el último cuarto del siglo XX hasta la actualidad. En cada uno de estos
volúmenes participan diversos especialistas, los cuales problematizan
las distintas épocas bajo la periodización que proponen Carol Arcos y
Grínor Rojo para leer la historia de la literatura chilena.
El volumen que se reseña aquí se encuentra bajo la coordinación
de Bernardo Subercaseaux, quien delimita que el estudio se centrará
en la producción literaria generada en torno a los procesos de Inde-
pendencia y formación del Estado nación. Algunas de las ideas que se
consideran centrales para entender este periodo son: la construcción

Chileno. Magíster en Literatura de la Pontificia Universidad Católica de Chile y Docto-


*1

rando en Literatura de la misma universidad. bescobar648@hotmail.com

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Historia crítica de la literatura chilena  |  Escobar

de una nación y una identidad para la comunidad; educar y civilizar


por medio de herramientas como la literatura; la construcción de la
República como una institución nueva, distinta de los imperios, las
monarquías y los principados; y por último, el desarrollo de un intelec-
tual polifacético que trabaja en el ámbito público con textos literarios,
políticos, históricos, jurídicos y periodísticos. Todos estos temas se di-
viden en seis grandes capítulos, los cuales se componen de un ensayo
introductorio y subcapítulos a cargo de diversos especialistas. En estos
se analizan a autores particulares (Rosario Orrego, Juan Egaña, Andrés
Bello y Mercedes Marín, entre otros) a partir de la relación que generan
sus escritos (o biografías) con los temas antes mencionados.
El primer capítulo “Republicanismo y literatura de ideas” elabora-
do por Bernardo Subercaseaux se centra en los intelectuales decimo-
nónicos, quienes ejercen la dirección cultural del tiempo fundacional
desde una perspectiva letrada, hegemónica y criolla. Estos pregonan a
la razón como la instancia ordenadora del conocimiento, la cual va a
permitir la formación educacional de los ciudadanos, que comanda-
rán los destinos de una República libre de las ataduras coloniales. Den-
tro de este movimiento político, la literatura no solo tiene un sentido
de expresión imaginaria, sino que ayuda a transformar los residuos del
pasado en virtudes cívicas de una nueva conciencia nacional. Es sobre
la base de este tema que aparecen los subcapítulos donde se trabaja
con “Juan Egaña” a cargo de Claudia Zapata o Vasco Castillo y “Camilo
Henríquez” a cargo de José Leandro Urbina. En lo que refiere a Hen-
ríquez este se presenta como perseguido por la Inquisición, debido a
sus ideas revolucionarias respecto de la libertad americana frente al
dominio de la corona española.
El capítulo “Construcción de nación y literatura nacional” se ini-
cia con un ensayo de Jaime Concha quien analiza las respuestas en-
tregadas por la literatura al tema de la identidad nacional. La base
analítica que encierra este ensayo es comprender que tratar de con-
ceptualizar una identidad común desborda cualquier tipo de proyec-
to académico que busque realizar esta tarea. Esto se debe a que, entre
el Chile que está en proceso de formación y el neoliberal existe una
perfecta discontinuidad marcada por ser una sucesión de alterida-
des: “La llamada ‘identidad nacional’ ni siquiera alcanza a ser una
construcción cultural; es apenas un sistema de prejuicios (positivos

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y negativos) articulados ideológicamente de la peor manera posible”


(74). Tomando como eje esta teorización, lo que realiza Jaime Con-
cha es proponer que en la obra de Alberto Blest Gana y de Vicuña
Mackenna se suman costumbres interpretables como la identidad en
un tiempo y un lugar determinado. En relación con esta discusión
es que aparecen subcapítulos en los que se analiza la figura de “José
Victorino Lastarria” por Hugo Bello Maldonado, “Andrés Bello” por
Carlos Ruiz Encina, “José Joaquín Vallejo” por Juan Armando Epple,
“Mercedes Marín” por Darcie Doll y “Alberto Blest Gana” por Nicolás
Salerno o Juan Durán.
El capítulo “Americanismo e identidad nacional” se introduce con
un ensayo de Alejandra Botinelli, quien analiza el concepto de ame-
ricanismo producido por intelectuales chilenos en diversas etapas.
En la discusión pública del siglo XIX, la idea de la patria continental
circula entre los lectores nacionales por medio de una recopilación
editorial que publica este pensamiento americanista: la producción
de “sus letrados elaboraron reflexiones sobre la unidad, la identidad
y la potencialidad diferencial de ‘nuestra América’” (171). Son cuatro
los momentos en los que se podría situar este pensamiento: el inde-
pendentista, que se repliega en la retórica romántica, con una fuerte
presencia de un discurso indigenista criollo; un segundo periodo, don-
de predomina el debate entre letrados respecto de la emancipación
cultural de las nuevas naciones; un tercer momento en el que el ame-
ricanismo nacional afirma su autonomía política y soberana ante los
ataques neocoloniales de las potencias euro-atlánticas; y por último,
un etapa de reformulaciones geopolíticas generadas por la guerra del
Pacífico en América del Sur y un naciente antiimperialismo que critica
la influencia de Estados Unidos en el continente. En torno al desarrollo
de esta temática americanista es que aparecen textos sobre “Francisco
Bilbao” de Alejandra Botinelli, “Benjamín Vicuña Mackenna” de Ma-
nuel Vicuña, “Rosario Orrego” de Carol Arcos y “Vicente Pérez Rosales”
de Javier Pinedo.
El capítulo “Autoría femenina” inicia con un ensayo de Carol Ar-
cos que busca abordar la subjetividad de las mujeres en la moderni-
dad. Desde dos aristas fundamentales: la problematización de la red
enunciativa del yo sujeto desde la crítica feminista y la pregunta acerca
del lugar que ocupa la enunciación de las escritoras en la moderni-

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Historia crítica de la literatura chilena  |  Escobar

dad. En el Chile de esa época se aprecia la aparición de la figura de la


autora en los circuitos de la ciudad letrada: “Esta fase acostumbro a
denominarla como de autorías femeninas fundacionales, pues en ella
las mujeres chilenas inician su recorrido como sujetos modernos de
escritura, generan ciertas estrategias de autorización de sus discursos”
(285). La escritura femenina en la cultura impresa produce una legiti-
mación en su enunciación e irá instaurando nuevos dispositivos del
habla, los cuales se pueden dividir en tres: la publicista, que genera las
condiciones propicias para la intromisión de otras escritoras; la litera-
ta, que demuestra una voluntad de estilo que se evidencia en su prolífi-
ca producción cultural; y la editora, que se vincula al proceso global de
incorporación de la mujer al ámbito laboral. A saber, el mismo acto de
escribir de estas autoras es una transgresión al espacio destinado para
su desenvolvimiento, puesto que no se encuentran del “todo adentro”
(287) y siempre deben estar generando estrategias para su permanen-
cia en la institucionalidad literaria. El único subcapítulo que acompa-
ña esta temática es “Martina Barros Borgoño: Recuerdos de mi vida” de
Marcela Prado Traverso.
El capítulo “El mundo del libro” abre con el análisis de Juan Po-
blete referido a la formación de una sociedad lectora en el siglo XIX.
Este tema principal lo trabaja a partir de dos ejes fundamentales: por
un lado, el proceso secular de formación de lectores realizados por la
Iglesia y el Estado y, por otro, el desarrollo de una formación social
en relación con el consumo cultural, lo cual se encuentra asociado al
mercado del libro y a los consumidores (lectores) que empezaban a
ser parte de este. Son tres grandes actores sociales que se ven invo-
lucrados en este proceso: el Estado, la Iglesia y los diversos públicos
ciudadanos. Cada uno de ellos desarrolló en diferentes momentos sus
propias prácticas y discursos en el empeño por construir, participar y
dirigir la esfera cultural: “proceso de reorganización societal, forma-
ción de públicos nacionales y de formación de lo público nacional”
(325). Uno de los textos que se analiza en relación con esta temática
es De la instrucción primaria en Chile. Lo que es y lo que debería ser, de
los hermanos Miguel Luis Amunátegui y Gregorio Víctor Amunátegui,
quienes diseñan una estrategia para entregar un rol civilizatorio a la
lectura por medio de la expansión de esta actividad. Los subcapítulos
asociados con la formación lectora son “Traducción e idearios de la
nación” de Gertrudis Payás Puigarnau, “De la imprenta a la industria

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|  ISSN 0716-5811  |   LITERATURA Y LINGUÍSTICA N° 41, 2020  | 

editorial” de Bernardo Subercaseaux y “Sociabilidad literaria” de Carol


Arcos y Andrea Kotow.
El último capítulo, “Canon y exclusiones”, se desarrolla en relación
con dos ensayos que trabajan esta temática. El primero de ellos, “His-
toriografía literaria del siglo XIX” de María Teresa Flórez, critica las for-
mas convencionales de las historias literarias que se han escrito hasta
la fecha. Algunas de las líneas principales de esta convencionalidad
son: una supuesta búsqueda de imparcialidad y objetividad propia de
la actividad científica; la idea del tiempo como un juez imparcial que
selecciona de manera natural a aquellas figuras y escritores de trascen-
dencia; y por último, el entendimiento de la historia como escritura
de la verdad y la fe en la posibilidad de reconstruir el pasado. Al res-
pecto, se determina que las historias literarias han tenido una mirada
unilateral, la cual excluye y silencia múltiples voces y deja solamente
aquellas que “reafirman estructuras y los discursos de poder existen-
tes” (418). El segundo de ellos es “Literatura indígena durante el siglo
XIX” de Fernanda Moraga García, que intenta abarcar la producción
de textos indígenas de este periodo. Este escrito presenta un contexto
histórico donde se ejerce una fuerte “conciencia criolla” (425), la cual
comienza a materializar un proyecto de nación que valide lo propio.
Dentro de lo que plantea Fernando Moraga, un elemento interesante
de analizar es el vasto campo de producciones escritas por mapuches:
“más de trescientas cartas y más de cien autores mapuches entre 1803
y 1898” (423). Estas misivas eran escritas por diferentes autoridades
(toqui, lonco, ulmén, etc.); tenían como mensaje principal cuestiones
de índole política, económica y familiar; y eran recibidas por caciques,
eclesiásticos, autoridades militares, exploradores, investigadores, es-
critores profesionales, entre otros. En definitiva, con estos dos ensayos
la Historia crítica de la literatura chilena intenta reflexionar acerca de
las exclusiones que han generado este tipo de recopilaciones, ya que
se realiza una crítica a la crítica en la realización del ejercicio historio-
gráfico.
En conclusión, resulta valorable el intento que realiza el libro por
reescribir el campo literario del siglo XIX desde una perspectiva crítica.
A pesar del enfoque moderno que le imponen los coordinadores a esta
historiografía, no se busca alcanzar una totalidad interpretativa para
esta época, sino que se construye una pieza más que sirve para leer

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Historia crítica de la literatura chilena  |  Escobar

este periodo de la literatura nacional. Es por esto que se produce una


mezcla entre aquellas voces que estaban silenciadas y una relectura de
los nombres que han tenido un espacio de privilegio en el campo lite-
rario de la época: “nuestra tarea ha consistido en poner el canon chile-
no al día, en hacer que esa literatura chilena de otros tiempos dialogue
con los gustos y las preocupaciones de los lectores de hoy” (12). Es de
esta manera que se da espacio a voces tratadas “descuidadamente en
historias anteriores a la nuestra” (12), ya que aparece la escritura de
mujeres en un ensayo brillante de Carol Arcos y testimonios indígenas
que se desmarcan de la apropiación cultural que intentaron realizar
los criollos. En efecto, esta historia crítica de la literatura se preocupa
por intentar desligarse de la homogenización cultural que carga con-
sigo el hablar de lo nacional. Para eso discute con la violencia del ar-
chivo por medio de un corpus heterogéneo (de autores y de críticos)
y el análisis de las relaciones de poder de los lugares enunciativos de
distintas épocas.

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Artículo
LITERATURA Y LINGUÍSTICA N°41, 2020 | ISSN 0716-5811 | pp. 465-477
DOI: https://doi.org/

Entrevista a Evelyn Arizpe sobre culturas


letradas subversivas, lectura de imágenes e
inclusión
Concepción López Andrada *, Aldo Ocampo González **
1 2

Evelyn Arizpe es catedrática de la Universidad de Glasgow en la Es-


cuela de Educación donde inició el Magíster Children’s Literature
and Literacies y ahora coordina un nuevo magíster Erasmus Mun-
dus Children’s Literature, Media and Culture, junto con otras cuatro
universidades europeas. Supervisa a estudiantes de doctorado que
trabajan en literatura infantil y lectura. Su docencia e investigación
establece puentes entre la literatura infantil y la educación, campo en
torno al cual ha trabajado ampliamente en los últimos años. Concre-
tamente, Arizpe ha estudiado e investigado la lectura y las respuestas
lectoras, involucrando tanto a niños como a adolescentes en diversos
contextos internacionales. Entre otros libros, es coautora de Reading
lessons from the eighteenth century (2006); Visual journeys through
wordless narratives (2014) y es coeditora de Young people reading:
Empirical research across international contexts (2018). Sus proyectos
más recientes se centran en la relación entre migración, xenofobia y
creación de espacios seguros a través de la lectura del libro-álbum o
el álbum ilustrado y de prácticas artísticas y creadoras. Estos proyec-
tos se han realizado en colaboración con gobiernos y ONGs de Esco-
cia, México y Egipto, iniciativas financiadas con las ayudas del Arts
and Humanities Research Council Global Challenges Research Fund

*1
Directora del Observatorio sobre Educación Lectora, Nuevas Ciudadanías y Edu-
cación Lectora “Emilia Ferreiro” (Centro de Estudios Latinoamericanos de Educación
Inclusiva, CELEI, Chile). Profesora de la Universidad de Extremadura (UEX, España).
clopezc@unex.es
**2
Director del Centro de Estudios Latinoamericanos de Educación Inclusiva (CELEI,
Chile). Doctor en Ciencias de la Educación, Universidad de Granada (UGR, España).
aldo.ocampo@celei.cl

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Entrevista a Evelyn Arizpe sobre culturas letradas subversivas  |  López y Ocampo

(AHRC-GCRF) y European Social Fund y Scottish Funding Council.


Actualmente es presidenta de la International Research Society for
Children’s Literature (IRSCL).

Doctora Arizpe, quisiéramos agradecer su apoyo y disposición


para participar de esta publicación. Nos gustaría comenzar
con las siguientes preguntas:
Considerando la relevancia de sus trabajos de investigación: ¿Podría-
mos hablar de un nuevo campo en relación con las “políticas de la mi-
rada” y de la “lectura de imágenes” que en el contexto digital se revelan
imprescindibles? ¿Cuál sería el estado actual de estos estudios en su
opinión? ¿Qué encrucijadas emergen en el presente a través de este
campo de estudio en relación con las culturas letradas?
Les agradezco mucho a ustedes, Concepción y Aldo, por su interés
en mi investigación y por su invitación a participar en este ciclo de en-
trevistas.
Para comenzar a responder a estas preguntas, quisiera anotar
que podría discutirse si realmente el campo puede designarse como
“nuevo”, ya que las “políticas de la mirada” y la “lectura de imágenes”
podría decirse que surgen a la par del nacimiento del arte y de la
presencia de códigos simbólicos y estéticos en la comunicación en-
tre seres humanos. Como bien sabemos, los creadores se valen de
una serie de herramientas y recursos culturales, estéticos y poéticos,
entre otros, para posicionar de cierta manera al que mira la imagen.
Esto me recuerda el comentario de una niña de ocho años que ent-
revisté en el primer proyecto de investigación en el que Morag Styles
y yo nos adentramos en el mundo del libro-álbum y sus lectores. El
objetivo del proyecto “Lectura de imágenes” (2000-2003) consistió
indagar acerca de la respuesta de niñas y niños lectores de entre 4
y 11 años ante una selección de libros-álbum cuyos códigos estéti-
cos, simbólicos y lúdicos invitaban a un acto de mirar más allá de la
superficie. Ante la pregunta de ¿cómo sabes leer una imagen? esta
niña se refirió a los vitrales en las iglesias, comentando que los mira e
intenta contar las historias y cómo esto le ayuda a “entender los dibu-
jos” en los libros (Arizpe y Styles, 2004, p. 82). Su respuesta nos remite
a la época medieval cuando las historias bíblicas se transmitían a las
personas analfabetas a través de las imágenes en los vitrales. De tal

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forma que en ese estudio encontramos que los niños y niñas se valen
de sus experiencias y conocimientos para hacer su propia “lectura de
imágenes”.
Nuestra investigación (y otras que le siguieron) reveló que la may-
oría de las niñas y niños puede interpretar imágenes sofisticadas; de
igual modo también fue claro que no todos llegan a apreciar los múlti-
ples niveles de significado que ofrece la interacción entre la palabra y
la imagen en los libros-álbum más complejos (y por cierto, tampoco
todos los adultos, como por ejemplo, los maestros). Muchos lectores
requieren de un soporte para mirar más de cerca. Por ello, con mis co-
legas en la Universidad de Glasgow, hemos desarrollado una serie de
herramientas —teóricas, metodológicas y didácticas— para identificar,
interpretar y comprender cuál es esa perspectiva que se nos invita a
tomar y cómo podemos crear una distancia del objeto estético y mirar
o “leer” desde un espacio más crítico, más enriquecedor. Este acerca-
miento analítico y pedagógico a las “políticas de la mirada” es una ac-
tividad cada vez más imprescindible, como bien dicen ustedes, porque
en el contexto digital contemporáneo las imágenes no solamente se
reproducen y comunican con una rapidez nunca antes vista, sino que
también pueden manipularse con facilidad (pensemos en las posibi-
lidades de Photoshop, las noticias falsas y la inmediatez de la infor-
mación visual en las redes sociales).
Entonces, a pesar de que no podemos decir que es un campo
“nuevo”, lo que sí es novedoso es el área de estudios desde la esté-
tica, la literatura y la educación y de cómo los niños y los jóvenes in-
terpretan y comprenden imágenes, especialmente, los estudios que
toman en cuenta lo que ellos mismos dicen y opinan. Hasta hace
relativamente poco tiempo no se les otorgaba importancia a estas
respuestas, porque se consideraban no solamente inmaduras sino
hasta “peligrosas”, porque podían relegar la cuestión del “buen gus-
to” a quienes no se consideraban lo suficientemente educados para
hacerlo. A pesar de que esto sigue siendo el caso en muchos contex-
tos culturales y educativos, en otros se ha aceptado la idea de que los
niños y jóvenes tienen el derecho de seleccionar lo que miran y leen,
así como a expresar sus opiniones acerca de ello y que estas opinio-
nes tienen validez. A la par, el mercado editorial de libros para niños
y jóvenes, con todas las opciones visuales que ofrece, ha experimen-

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Entrevista a Evelyn Arizpe sobre culturas letradas subversivas  |  López y Ocampo

tado un crecimiento sustancial desde el comienzo del milenio. La


aportación creativa de los ilustradores es cada vez más reconocida
con premios y exposiciones en ferias y festivales (pensemos, por
ejemplo, en las ferias internacionales de Guadalajara o Boloña y, por
supuesto, en las ferias específicas del libro infantil y juvenil). Por lo
mismo, también ha aumentado el interés y el número de investiga-
ciones referidas a la respuesta lectora, tanto ante la palabra como
ante la imagen, dentro y fuera de la escuela. Es un campo dinámico
debido a que los objetos y sujetos de estudio se renuevan constan-
temente (me refiero a las nuevas obras y a las nuevas generaciones
de niños). También es un campo con oportunidades para la investig-
ación interdisciplinaria (desde la neurociencia y la psicología hasta
la historia del arte y los estudios de los medios de comunicación);
el estado actual de los estudios revela un gran potencial en cuanto
a lo que estamos aprendiendo en relación con la diversidad, la in-
clusión, la empatía, la lectura literaria y otros temas cruciales para
la educación, además de las líneas de investigación que incorporan
los textos digitales.
Volviendo a la investigación que se publicó con el Fondo de Cul-
tura Económica en español en 2004 (Serie Espacios para la lectura),
quiero mencionar que Morag Styles y yo partimos de las teorías de la
recepción, representadas por pensadores tanto de la crítica literaria
—como Wolfgang Iser—, como desde la educación, sobre todo Louise
Rosenblatt (publicada en esa misma serie del FCE). A grandes rasgos,
estas teorías sostienen que la obra no existe sin el lector y, de hecho,
es el lector quien crea o recrea la obra durante el acto de leer. Morag y
yo estábamos interesadas en la recepción y recreación no solamente
del texto, sino también de la imagen y, sobre todo, de la coyuntura
entre ambos. Nosotras mismas estábamos fascinadas e intrigadas por
el libro-álbum, entendido como objeto estético y cultural donde los
creadores juegan no solamente con la interacción entre la palabra y la
imagen, sino también con otras modalidades del libro. Nos inquietaba
la cuestión de cómo los niños podrían comprender e interpretar
esos libros-álbum complejos donde pueden encontrarse elementos
“posmodernos” o “subversivos”, como la fragmentación y la ironía,
así como referentes intertextuales o ambiguos. Así nació el proyecto
“Lectura de imágenes” y desde entonces casi toda mi investigación
se ha desarrollado dentro este campo, con trabajos que involucran

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|  ISSN 0716-5811  |   LITERATURA Y LINGUÍSTICA N° 41, 2020  | 

distintas poblaciones lectoras y diversos espacios de lectura, incluidos


los contextos históricos
Por supuesto que son muchas las encrucijadas a propósito de
las culturas letradas, y algunas de ellas se remiten a percepciones
que persisten desde hace años. A la palabra escrita se le continúa
atribuyendo una autoridad o peso mayor que a la imagen, quizá
porque es necesario tener algo de educación para poder decodificar
las letras, mientras que se piensa que cualquiera puede “ver” una
imagen. Se ha establecido también la convicción de que los libros
para niños sin imágenes son más serios, es decir, que los libros con
imágenes son meramente para niños pequeños, para entretener
a los que todavía no saben leer. Ligado a ello está la idea de que
cuando hay imágenes, estas existen como mera decoración o como
soporte para la palabra y tienen poco que aportar por sí solas. Todas
estas convicciones y expectativas continúan saltando a la vista, no
solamente en las investigaciones referidas a la respuesta lectora de
muchos niños y jóvenes, sino también en las perspectivas de maestros
y bibliotecarios, mamás y papás, quienes se muestran incómodos
con la idea de leer la imagen y que esa imagen pueda aportar tanto o
más que las palabras.
Sin embargo, pienso que cada vez más los libros-álbum y otros
textos con dimensiones multimodales —donde la imagen, el diseño y
los paratextos son íntegros al significado— comienzan a rebatir estas
ideas y a exigir un público lector que no solamente sabe decodificar
letras, sino también imágenes, un público—como me gusta
nombrarlo—, con una “mirada perspicaz”. Forman parte de esta
mirada la selección y el rechazo, los tiempos y espacios de la lectura,
la interpretación y el diálogo. Muchas veces las obras mismas son las
que van guiando a ese público, ofreciendo distintas invitaciones a
leer y mirar. Además, frente a la lectura en pantalla ha aumentado
el interés en el libro como objeto material y en el comprender
cómo su materialidad interactúa con la corporalidad y afectividad
del lector abriendo nuevas posibilidades para la interpretación y la
transformación. Las nuevas generaciones están más abiertas a estas
posibilidades y, por lo tanto, resulta obvio que trabajar juntos para
desarrollar esa mirada perspicaz representa una oportunidad tanto
para los adultos como para los jóvenes.

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Entrevista a Evelyn Arizpe sobre culturas letradas subversivas  |  López y Ocampo

¿Qué elementos son centrales en el estudio del derecho a la


lectura y de la mediación lectora, en tanto práctica crítica, ra-
dical y contingente?
Las investigaciones que he llevado a cabo se sustentan en las ideas
arriba mencionadas y que apoyan los derechos del lector, pero me pa-
rece que uno de esos derechos es precisamente el derecho de la niña,
el niño o el joven lector a valerse de una guía o mediador. Michèle Petit
expone que para que las palabras de la literatura, el lenguaje del arte
o el de la ciencia hagan al mundo más habitable son necesarias otras
palabras, las de un facilitador que te acoja, te escuche y que sueñe el
mundo contigo.
Ciertamente, también tienen el derecho a rechazar el acompaña-
miento a su lectura, pero este derecho es fundamental en el caso de los
que se sienten menos seguros como lectores, los que necesitan algo de
ayuda para seleccionar, decodificar o para expresarse acerca de lo que
leen. En otras palabras, la mayoría de quienes están aprendiendo el
oficio de lector requiere un soporte, a veces mayor, a veces menor, por
parte de un lector con más experiencia. La importancia de un guía ha
sido recalcada en muchas de las entrevistas que he llevado a cabo con
lectores de distintas edades; los lectores con frecuencia se refieren a la
intervención crucial de un familiar, una maestra o un amigo, que reco-
mendó un texto, con quien se sostuvo un diálogo y a veces el resultado
fue el enganche con la lectura. Ese acompañamiento es esencial sobre
todo en situaciones donde los lectores no poseen las herramientas bá-
sicas para acercarse a un texto, cuando desconocen el idioma del texto
o no saben leer y, como ya mencioné, también puede ser un soporte
para desarrollar la lectura de imágenes.
El diálogo que conlleva el intercambio de experiencias, saberes y
opiniones puede tener una gran influencia en la formación y la trayec-
toria de un lector. Un buen mediador conocerá la oferta existente y re-
conocerá los libros con el potencial de atraer e involucrar a un lector
debido a sus características o por su situación. Al tener en mente los
criterios de selección y las formas de interacción con los textos (sin ol-
vidar las imágenes), sin perder de vista los derechos y la libertad del
lector, el mediador participa en lo que ustedes describen como una
“práctica crítica, radical y contingente”. La práctica crítica, desde mi
punto de vista, involucra la apertura de distintos mundos: tomar dis-

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tancia para profundizar en la experiencia estética, pero también para


comenzar a comprender las herramientas que utiliza el creador para
crear significados, desde el diseño hasta las figuras retóricas.
A través de una mirada analítica, la práctica crítica incorpora una
reflexión relacionada con la inclusión a través de interrogar al texto
acerca de quiénes están representados allí, las imágenes y cómo (y
quiénes permanecen invisibles). Por esto mismo, la práctica es radical:
tiene que ver con tomar riesgos con la selección, apostar por el poten-
cial de los textos complejos, la capacidad del lector, un diálogo donde
se valen múltiples interpretaciones y por la subversión de los textos y
las tradiciones didácticas que excluyen o ignoran a ciertos grupos. Otra
idea radical es reflexionar en torno al libro objeto y cómo existe en el
mundo, es decir, pensar que la lectura implica no solamente las co-
nexiones que el lector tiene con el mundo, sino también las conexiones
que el libro tiene como objeto material, con las formas de producción y
con los espacios de lectura. Esta atención al libro como producto cultu-
ral, social e ideológico es fundamental para realizar una práctica crítica
y nos conduce a la idea de la práctica contingente.
Esta última toma en cuenta los antecedentes culturales y sociales
del lector y los valora. A partir de estos antecedentes se buscan libros
relevantes que respondan a las circunstancias que rodean al lector.
Esto implica una sensibilidad a los contextos, la búsqueda de lectu-
ras y actividades apropiadas; por ejemplo, para momentos lúdicos o
para momentos de crisis. En la investigación “Travesías visuales” que
realizamos entre colegas en Arizona, Barcelona, Boloña y Sídney, utili-
zando Emigrantes (2006) de Shaun Tan con grupos de niños migrantes,
aprendimos lo valioso que era para estos lectores poder expresarse so-
bre sus experiencias, pero sobre todo reconstruir su identidad y su his-
toria a través de la lectura, el diálogo y otras actividades relacionadas
con el tema (Arizpe,2012, p.44-68; Arizpe, Colomer y Martínez-Roldán
2014, p. 103.). Más recientemente, en una serie de entrevistas que rea-
lizamos a mediadores de lectura durante el sismo de 2017 en México,
nos percatamos de la importancia de la experiencia del mediador en
estas circunstancias para ofrecer lecturas adecuadas a los grupos afec-
tados. En otras palabras y, para resumir, el elemento más importante
en el estudio y la práctica alrededor de la lectura son los lectores y todo
lo demás debe girar en torno a ellos.

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Entrevista a Evelyn Arizpe sobre culturas letradas subversivas  |  López y Ocampo

¿Cuáles son, a su juicio, las principales ideas que podrían sus-


tentar la formación de los trabajadores culturales para fomen-
tar una intervención cultural en el marco de la inclusión y la
justicia social?
Mi respuesta parte de la propuesta de utilizar la literatura y el arte y,
sobre todo la literatura infantil y juvenil (LIJ), para la intervención cul-
tural y, volviendo a la pregunta anterior, incluye también un llamado a
una reflexión crítica por parte del trabajador social o mediador. A par-
tir de mi investigación, pero también desde los estudios de colegas que
para mí han sido fundamentales, sugiero cinco de las principales ideas
que deben sustentar la formación y el proceso de intervención: en pri-
mer lugar, es esencial conocer bien el contexto donde se llevará a cabo
la intervención cultural. Esto implica apoyarse en la cultura tangible e
intangible de los espacios o de los individuos, incluir diversas voces y
reconocer lo que podemos llamar la “mochila cultural” que incluye los
“fondos de conocimiento” (funds of knowledge) (García, Amanti, Neff,
González1992, p. 132-141) que todos llevamos con nosotros. Es decir
que el mediador o trabajador cultural debe estar atento al potencial de
los saberes de los individuos y grupos y no caer en una visión de défi-
cit (y tampoco de lástima);por ejemplo, porque un lector no conoce la
lengua del texto, no sabe leer y escribir o se encuentra en condiciones
vulnerables.
En segundo término, junto con el conocimiento del contexto, es
importante conocer bien los libros que se tienen a la mano, por pocos
o muchos que estos sean, para poder seleccionar los más adecuados.
Idealmente, y cuando hay presupuesto, esta selección se puede enri-
quecer si se incluye una gama de libros diversos, por ejemplo, libros
multilingües, libros-álbum sin palabras y libros de no-ficción junto con
una gama de temas. Al hacer la selección, es esencial tener los objeti-
vos claros y reconocer, como dice Colomer (2005, p. 138)cuáles son los
discursos que se presentan en los textos elegidos.De acuerdo con las
circunstancias, pueden incluirse temas más complejos, como la migra-
ción o el cambio climático. Ya he mencionado que es importante con-
siderar la forma en que se representan la inclusión y la justicia social
en el texto mismo, estar atentos al género de los protagonistas y al rol
de las mujeres y hombres que aparecen, como también a la presencia
de minorías en cuanto a culturas, discapacidades y sexualidad. Es im-

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portante también que la selección no se imponga, sino que dentro de


lo posible, los lectores tengan agencia para decidir lo que quieren leer
o escuchar.
Un tercer principio, quizá bastante obvio, es valerse de distintas
formas de aproximarse al texto y a las imágenes, y de actividades para
extender la lectura. Pueden encontrarse muchas sugerencias en línea
recomendadas por organizaciones dedicadas a la promoción o ani-
mación de la lectura1. Sin embargo, es necesario hacer una reflexión
primero para adaptarlas según las circunstancias y, eso sí que es im-
portante, reconocer que no se trata de aplicar terapias o de alimentar
esperanzas falsas, especialmente en contextos críticos.
Un cuarto principio es reconocer que un libro puede funcionar de
distintas maneras en la conexión con nosotros mismos y con el mun-
do que nos rodea. Una metáfora que nos ha servido tanto en cursos
teóricos como en la práctica y que fue la base del programa “Leer con
migrantes” (creado para la Secretaría de Cultura en México en la ante-
rior administración, véase Para leer en contextos adversos y otros espa-
cios emergentes, 2018) fue propuesta por la profesora americana Rudi-
ne Sims Bishop (1990). Ella sugiere considerar la LIJ puede funcionar
como espejo, ventana y/o puerta. Como espejo, sugiere que a través
del proceso de lectura los lectores pueden reconocerse en los libros,
pero también ver nuevas representaciones de sí mismos, conduciendo
quizá a una mayor comprensión de su propia cultura, dotando a sus
experiencias de mayor significado y creando enlaces entre su presente
y el pasado. Como ventana, en tanto, el libro permite al lector atisbar
mundos alternativos y posibles al fomentar una nueva comprensión de
los demás junto con la idea de vivir en un mundo diverso y complejo.
Los lectores pueden comparar lo que ven por la ventana con lo que ven
en el espejo y percibir contrastes entre sus creencias y valores y los que
aparecen retratados en el texto. La puerta, por último, puede interpre-
tarse como la frontera entre lo imaginario y lo real: al pasar de uno a
otro lado, el lector se abre al mundo, quizá tomando un paso hacia la
transformación y la acción ante las desigualdades y retos que percibe
en ese mundo.

1
Pueden encontrarse algunas dentro de nuestra página www.childslitspaces.com
para contextos de desplazamiento, bajo la sección de “Herramientas”.

473

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Entrevista a Evelyn Arizpe sobre culturas letradas subversivas  |  López y Ocampo

Finalmente, un quinto principio es procurar crear un espacio don-


de se privilegie la experiencia poética, lúdica e inclusiva. Michèle Petit
ha escrito mucho acerca del tema de la lectura y la transmisión cultural
y no voy a repetir sus ideas aquí, pero estas han tenido un gran impacto
en mi trabajo. Ella insiste en la importancia de provocar la imagina-
ción, la memoria, el juego, y el diálogo e intercambio para ayudar a los
que participan en esos espacios a encontrar su voz y poseer la palabra,
con el fin de darle sentido y valor poético a sus experiencias vividas y,
a partir de ahí, hacerles un lugar a las experiencias de los otros (Petit,
2015, p. 32 . Este principio resume mucho de lo que ya he dicho an-
teriormente, ya que nos remite de nuevo al acompañamiento sensi-
ble de los mediadores, a la selección de textos que inviten a conocer
otros mundos, a la creación de un ambiente acogedor y abierto, y a la
importancia de respetar los tiempos, conocimientos y necesidades de
los participantes, sobre todo si se encuentran en contextos críticos o
emergentes.
Quiero aclarar que no estoy segura de si todos estos son “principios”
ni tampoco de existe un número determinado, pero para terminar esta
sección quisiera recalcar la importancia de extender y profundizar las
capacidades y conocimientos de los trabajadores y mediadores a tra-
vés de herramientas teóricas y también de investigación. Esto les per-
mitirá comprender mejor quiénes son los lectores y cuáles son sus his-
torias (por ejemplo, las causas de la migración); qué sucede en el acto
de la lectura y la experiencia estética; cómo funcionan las palabras, las
imágenes y la relación entre ambas (y por lo tanto cuál puede ser el
potencial del libro-álbum, la novela gráfica, el comic e incluso textos
e imágenes en pantalla) y, finalmente, conocerse mejor a sí mismos
como trabajadores culturales, pero también como lectores. Todo ello
ayudará a sustentar su vocación por la inclusión y la justicia social y el
uso de la LIJ y otras manifestaciones culturales y artísticas para contri-
buir a su trabajo en estas áreas.

¿Qué retos nos encontramos como docentes, investigadores y


ciudadanos a la hora de revisar muchas de las visiones anqui-
losadas y conservadoras respecto de la didáctica de la LIJ?
Los mayores retos tienen muchos años anclados en la didáctica y ya
mencioné algunos de ellos en la primera pregunta, cuando me referí

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|  ISSN 0716-5811  |   LITERATURA Y LINGUÍSTICA N° 41, 2020  | 

a las ideas conservadoras que perduran acerca de la lectura de imá-


genes. Aquí incluyo las visiones anquilosadas no solamente de la LIJ,
sino también de la literatura en general. Además de crear un canon
que contiene poca literatura contemporánea o LIJ, el currículo tien-
de a mirar la literatura y los libros como objetos sagrados que no pue-
den cuestionarse o criticarse. El “mensaje” del autor, descifrado por
quienes se consideran con la autoridad para hacerlo (los maestros),
es transmitido a los alumnos y no se acepta que pueda haber más que
una sola verdad. En mi investigación incluso los jóvenes lectores piden
la confirmación de que su interpretación es la “correcta”, porque así se
les ha enseñado a pensar.
La otra cara de la moneda es el poco valor que se atribuye a la LIJ
como literatura “seria”. Ya mencioné que en los reducidos espacios
donde existen los libros en el aula, los tiempos para su lectura son
considerados como ratos de esparcimiento, no de aprendizaje. Por
supuesto que son necesarios los ratos de lectura que no implican el
aprendizaje, pero estos mismos libros, de entrada atractivos para los
lectores, pueden leerse en el aula con la misma atención que una obra
para adultos y a partir de ella pueden enseñarse —quizá de una forma
más amable—, elementos literarios, recursos de la narrativa y también
de la estética, desde la metáfora hasta la ironía y la metaficción. Lo ha
venido argumentando la investigadora Teresa Colomer durante más
de dos décadas: la LIJ contribuye al aprendizaje literario y, por lo tanto,
es indispensable que los que trabajan en el ámbito educativo conozcan
el potencial de esta literatura
Para reforzar este aprendizaje de una manera amena y divertida,
por ejemplo, existen muchas obras en la LIJ que reflexionan en torno a
la lectura y los libros2, que introducen al lector en la metaficción de una
forma divertida y los invitan a conocer esos mundos a través del texto
y la imagen. Son lecturas que más adelante pueden conducir a otras
obras literarias como El Quijote.
¿Por qué no incorporar en la enseñanza una reflexión de los mis-
mos lectores referida la lectura? ¿Por qué no explorar la historia que
el libro y el papel juegan en la sociedad contemporánea, tomando en

2
Este es el caso de Los cuadernos del doctor Calamar, de José Andrés Gómez e ilus-
trado por Juan Carlos Restrepo, publicado en 2017.

475

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Entrevista a Evelyn Arizpe sobre culturas letradas subversivas  |  López y Ocampo

cuenta lo que ofrecen las pantallas digitales? ¿Por qué no permitir a


los jóvenes participar en las investigaciones que buscan comprender
lo que los jóvenes leen o no leen? En el estudio que realizamos en se-
cundarias en México en 2014 Laura Guerrero, de la Universidad Ibe-
roamericana, y yo hicimos partícipes a los jóvenes estudiantes para in-
vestigar cómo había cambiado la lectura en las últimas décadas3. Junto
con ellos, creamos una breve lista de preguntas que les hicieron a un
familiar o amigo y grabaron en audio. Luego entre todos analizamos
las transcripciones y reflexionamos en torno a algunos de los cambios
mencionados. Los jóvenes se entusiasmaron al poder participar como
parte del equipo y se interesaron por el tema, contribuyendo a un rico
debate acerca de los beneficios y perjuicios de la lectura en pantalla.
Más que nada, nos preocupó comprobar en esta investigación que
sigue viva la visión simple de la lectura como una herramienta para
el aprendizaje, para obtener información o “cultura”, como dijeron al-
gunos de los participantes. Esta visión es alimentada por los adultos
que los rodean, que saben poco de lo que los jóvenes realmente leen o
quieren leer.
La LIJ permite tomar riesgos, por ejemplo, acercarse a libros en len-
guas desconocidas, pero que ayudan a conocer otras culturas, pensar
en el lenguaje o en la traducción; acercarse a los libros sin palabras
para invitar la lectura detenida de las imágenes y volverse coautor;
acercarse a la tecnología digital para aprender qué tipo de historias
se pueden crear, qué escriben los jóvenes en los miles de sitios de fan
fiction y aprender del fenómeno de los booktubers. Todo ello permite
también tratar temas difíciles y controversiales (abuso, violencia, xeno-
fobia, muerte, discapacidad y sexualidad, por ejemplo) dentro de un
espacio seguro, porque el lector puede tomar la distancia para leer y
hablar de estos temas o hacer preguntas, así como también permite
hacer conexiones entre distintas materias curriculares, por ejemplo,
hablar de ciencia, biología, política o historia en la ciencia ficción o en
las distopías para jóvenes.
Por supuesto que hay otros retos, como el afán por medir el cono-
cimiento con exámenes y evaluaciones, lo cual limita la libertad de

3
Para mayor información se puede visitar el blog “Transformaciones lectoras”
http://transformacioneslectoras.blogspot.com/2014/09/)

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seleccionar y trabajar con detenimiento con ciertos textos o como el


acceso a textos de alta calidad literaria y estética. Aquí es donde los go-
biernos pueden ayudar al ofrecer acervos seleccionados por expertos
en LIJ a las escuelas. Los estudios muestran que para crear lectores,
son importantes los libros atractivos, como también los espacios don-
de los lectores se encuentran con los autores e ilustradores, donde se
pueda leer y dialogar con libertad y sea posible fomentar la empatía y
la expresión emocional y estética con un acompañamiento adecuado
y sensible a las necesidades de las nuevas generaciones de niños y jó-
venes.

Referencias bibliográficas
Arizpe, Evelyn. “Entre imágenes y palabras: la investigación que
promueve comunidades lectoras inclusivas y creativas”.
La literatura que acoge: inmigración y lectura de álbumes.
Eds. Teresa Colomer y Martina Fittipaldi, Banco del Libro-
GRETEL y Fundación SM, 2012, pp. 44-68.
Arizpe, Evelyn, Colomer, Teresa & Carmen Martínez-Roldán. Visual
journeys through wordless narratives: An international in-
quiry with immigrant children and The Arrival. London, New
York, Bloomsbury Academic, 2014.
Arizpe, Evelyn, Styles, Morag & Shirley Brice Heath. “Reading lessons
from the eighteenth century: Mothers, children and texts”.
Pied Piper Press, 2006. Recuperado de http://www.indiana.
edu/~liblilly/janejohnson/reading-lessons-fulltext.pdf
Arizpe, Evelyn y Morag Styles. Lectura de imágenes. Los niños interpre-
tan textos visuales. México, D.F., Fondo de Cultura Económi-
ca, 2004.
Bishop, Rudine Sims. “Mirrors, windows, and sliding glass doors”. Per-
spectives, vol. 6, no. 3, 1990, pp. ix-xi.
Colomer, Teresa. Andar entre libros. La lectura literaria en la escuela.
México, D.F., Fondo de Cultura Económica, 2005.
García Moll, Luis, Amanti, Cathy, Neff, Deborah & Norma González.
“Funds of knowledge for teaching: Using a qualitative ap-
proach to connect homes and classrooms”. Theory into Prac-
tice, vol. 31, no. 2, 1992, pp. 132-141.
Petit, Michèle. Leer el mundo. México, D.F., Fondo de Cultura Económi-
ca, 2015.

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Revist_LyL 41_.indb 478 12-05-2020 13:07:50
Presentación de artículos y
convocatoria

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Revist_LyL 41_.indb 480 12-05-2020 13:07:50
Formas y preparación de los manuscritos

Normas para la presentación de artículos


La publicación de cualquier material está supeditada a la aprobación del Consejo
[Comité] Editorial de la revista, atendiendo a los requisitos de presentación que a
continuación detallamos:
• Los trabajos deben ser envíados vía correo electrónico a: literaturalinguistica@
ucsh.cl
• Los artículos deben ser escritos en tamaño carta, a espacio interlineado [1.5],
con fuente Times New Roman, tamaño 12, márgenes de 3 cms. en todos sus
costados y con sus páginas numeradas.
• La extensión mínima debe ser de 8 carillas tamaño carta y extensión máxima
de 20, incluyendo: gráficos, cuadros, ilustraciones y demás apartados que de-
cida el autor, respetando la siguiente marcación:
*
Título (tamaño fuente 16) (subtítulos tamaño fuente 14).
*
Alineado a la derecha. Indicando: nombre completo del autor, nacionali-
dad, grado académico, institución a la que está adscrito y datos de contacto
(correo electrónico y teléfono y/o fax).
*
Resumen y palabras clave en castellano.
*
Abstract y keywords en inglés.
*
Desarrollo argumentativo.
*
Conclusión(es).
*
Bibliografía, según manual de estilo APA (Lingüística) o MLA (Literatura).
*
Citas y notas a pie de página (con numeración correlativa). Las citas que
vayan en el texto, se deben indicar entre paréntesis, con el formato APA
(Lingüística) o MLA (Literatura).
• Los artículos y monografías pueden venir escritos en inglés, español o portu-
gués.
• Si los trabajos corresponden a charlas o conferencias, se debe hacer mención
de este origen, su ocasión, evento y fecha, además de los cambios que se hayan
hecho para la versión de esta revista.
Es fundamental respetar estas normas porque facilitan el trabajo de edición y con-
cuerdan con las exigencias de la indexación Scielo.

Normas para la presentación de reseñas


1. La reseña se encabezará con los datos completos de la obra, expresados en
norma APA o MLA, incluyendo números de páginas e ISBN.
2. Todo el texto de la reseña debe ser evaluativo y expresará la toma de posición
del autor frente a la obra reseñada.
3. Se presentará el tema y el problema central en el comienzo de la introducción.

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Presentación de artículos y convocatoria

4. Deberá especificarse a quiénes va dirigida la obra o quiénes son los potenciales


lectores.
5. Se presentará la estructura (capítulos y partes) de la obra con una síntesis com-
pleta del contenido.
6. Se mencionará la existencia de glosarios, apéndices o bibliografías comenta-
das.
7. El libro reseñado se pondrá en relación con otros trabajos sobre el mismo
tema.
8. El libro se situará en el contexto del momento y el lugar en que aparece.
9. Se identificarán contribuciones originales y a quiénes podrían interesar. Se
consignará el nombre completo del autor, correo electrónico, teléfono y/o fax,
dirección postal y la institución en la que desarrolla actividades, sin importar si
es alumno, profesor o investigador.

Condiciones para la recepción de trabajos


• El envío de un trabajo a L y L implica que este no ha sido ni está en trámite de
ser publicado por otra revista. El Comité Editorial acusará recibo de los textos
(sea por vía electrónica o por correo ordinario adjuntando el registro electró-
nico) e informará a los autores de la decisión que sobre ellos se adopte en un
plazo no superior a los 180 días contados desde la fecha de su recepción.
• La validación de las contribuciones enviadas para su publicación se hará bajo
el sistema de “doble ciego” a cargo de dos evaluadores independientes, ade-
más de la revisión por uno de los miembros del Comité. La dirección de la re-
vista se reserva la confidencialidad de los nombres de los evaluadores.
• Los autores cuyas contribuciones sean publicadas recibirán dos ejemplares del
número de la revista en que aparece su trabajo.
• Las colaboraciones deben ser enviadas a la dirección de la revista:
literaturalinguistica@ucsh.cl o la dirección postal: Escuela de Humanidades y
Ciencias, Universidad Católica Silva Henríquez, calle General Jofré #462, San-
tiago de Chile.

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Standards and presentation of articles

Guidelines for the presentation of original articles


• The publication of any written material is subject to the approval o f the edito-
rial board (committee), based on the guidelines for publication listed below:
• Work submission needs to be sent to literaturalinguistica@ucsh.cl
• Articles must be written in letter-sized page, with 1.5 spacing, and Times New
Roman font size 12, margins of 3 cms. all sides and numbered pages
• The article extension must be a minimum of 8 letter- sized pages and no more
than 20 pages, including: graphs, tables, charts, illustrations and additional
sections decided by the author, considering the following standards:
*
Heading (font size 16) (sub-heading font size 14)
*
Author’s name line-up to the right, pointing out: full name, nationality,
academic degree, institution to which the author is ascribed and his/her
contact details (e-mail, telephone, and/or fax)
*
Abstract and keywords in Spanish
*
Abstract and keywords in English
*
Argumentative development
*
Conclusion(s)
*
Bibliography according to APA (Linguistics)/MLA (Literature) referencing
style
*
Quotations and footnotes (progressively-numbered). Quotations in the
text must be signaled in parenthesis, consistent with APA/MLA.
• Articles or monographs may be written either in English, Spanish or Portu-
guese.
• If submitted works correspond to lectures or conferences, their source has to
be mentioned, as well as the event and its date. Modifications made for the
journal must also be mentioned.
• The adherence to these standards is fundamental, since these make it easy the
editing work and meet the Scielo indexation standards

Guidelines for the presentation of reviews


1. The article will be headed with the work complete data, expressed in APA/MLA
format, including page numbers and ISBN.
2. The whole text must be evaluative and it will describe the position taken by the
author concerning the subject reviewed.
3. The subject and the central problem will be shown at the beginning of the in-
troduction.
4. The target reading audience and potential readers must be specified.
5. The structure of the work (chapters and sections) will be introduced with an
overall synthesis of the subject.

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Presentación de artículos y convocatoria

6. The existence of glossaries, appendixes as well as bibliographies reviewed will


be mentioned.
7. The book reviewed will be related to other works on the same subject.
8. The book will be contextualized according to the time and place in which it ap-
pears.
9. Original contributions and potential interested readers will be identified. The
author’s personal data (full name, e-mail, telephone /fax, postal address) and
institution to which s/he is ascribed will be stated; regardless s/he is a student,
professor or researcher.

Requirements for the reception of work


• Submitting a work to ‘LyL’ entails that it has not been, nor is it in the process
of being published by any other academic journal. The editorial board will ac-
knowledge the fact that of receiving the text (either by means of e-mail or con-
ventional post) and will inform the authors about the decision made regarding
them within 180 days as of submission date.
• The validation of the contribution that is sent for publication will be carried out
via the “blind judge” approach. Done by two independent assessors, and it will
be checked by one of the members of the editorial board. The journal adminis-
tration protects the confidentiality of the evaluators’ names.
• Those authors whose contributions are to be published will receive two copys
of the journal issue in which their work is exhibited.
• Contributions must be submitted to either the e-mail of the journal: literatu-
ralinguistica@ ucsh.cl or the postal address: Escuela de Humanidades y Cien-
cias, Universidad Católica Silva Henríquez, calle General Jofré #462, Santiago
de Chile.

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