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1. Autocontrol
Es uno de los componentes de la Inteligencia Emocional más importantes., pues nos permite
regular nuestras emociones, impulsos, conductas muchas veces agresivas. Esta habilidad blanda
nos permite también autorregularnos, el pensar antes de hablar o de actuar, la capacidad de
reflexión, así como la habilidad de controlar nuestros impulsos son clave para ser más hábiles
emocionalmente.
Esta habilidad ayudar a las personas a saber cómo son interiormente, pero el problema radica
muchas veces ser conscientes de nuestras emociones. A veces, un estado emocional determinado
condiciona nuestra conducta, nuestros pensamientos y el estado de ánimo. Ser conscientes de
ello, saber qué nos duele, dónde nos duele y el porqué de ese sufrimiento, molestia o
contradicción.
3. Automotivación
4. Empatía
La empatía es otro de los componentes de la Inteligencia Emocional. Es ese vínculo con el que
mejorar las relaciones con los demás, ese canal con el que conectar con quien tenemos en frente,
pero sin dejar de ser nosotros en ningún momento. Es ser capaces de ponernos en los zapatos
ajenos, conviene recordar que esta maravillosa habilidad no nos servirá de nada si nos diluimos en
el otro, si nos limitamos a ser solo “esponjas emocionales”. Para esto hay que saber leer las
emociones, hay que descifrar gestos, matices, tonos de voz, pero debemos también mantener esa
compostura sabia y firme con la que responder en consecuencia, siendo la mejor ayuda, el mejor
facilitador.
5. Habilidades sociales
Las habilidades sociales son el engranaje perfecto para nuestro desarrollo personal y profesional.
Así, uno de los objetivos inscritos en esa ciencia excepcional que es la Inteligencia Emocional es
concienciarnos de que debemos ser para nosotros mismos “la mejor ayuda” y no nuestros propios
enemigos. Porque sí, a veces lo somos. Cuando no somos asertivos, cuando no sabemos
comunicar, cuando no nos respetamos a nosotros mismos, cuando nos falta paciencia, apertura,
compasión, positividad. Todo esto y mucho más es lo que se contiene en esa caja de herramientas
llamada “habilidades sociales” y que todos deberíamos dominar.