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Es mejor estar preparado para una oportunidad y no tenerla nunca, que tener

una oportunidad y no estar preparado" (Eduardo Martí)


lunes, 11 de julio de 2011
Adolphe Appia
Post dedicado a Edy Gorrión y Jota

Hola Edy, Hola Jota; teniaís interés en Appia, aqui os dejo una pequeña
aportación

Adolphe Appia

(Ginebra, 1862-Nyon, 1928) Escenógrafo suizo, pionero de las modernas


técnicas de escenificación e iluminación. .
Sus ideas aparecieron formuladas en dos libros: La mise en scène du drame
Wagnérien (La escenificación del drama wagneriano, 1895) y Die Musik und die
Inscenierung (La música y la puesta en escena, 1897).

Appia defendía que el escenario debía ser tridimensional y de múltiples niveles,


con lo cual se enfrentaba a la convención de los decorados pintados.
Appia creía que la iluminación podía unificar la imagen del escenario, crear
atmósferas, realzar la música y conseguir que la acción tuviese un efecto
mayor. Para llevar a cabo estas ideas era necesario que la iluminación fuera
móvil, y se prestara a la posibilidad de ser cambiada o desplazada de acuerdo
con la ambientación y la acción.
Sus diseños intentaban vincular estrechamente el actor a la escena, y en ellos
los efectos se conseguían mediante la colocación en el escenario de largas
plataformas, colocadas de forma muy bajitas, esencialmente nada realistas,
ideadas para ofrecer plenas oportunidades al juego de la luz.

Su último trabajo, L'oeuvre d'art vivant (La obra de arte viviente, 1921), resume


todas sus teorías y experiencias; en ella insistía en que las principales
preocupaciones del director-escenógrafo deberían ser los actores, sus
movimientos y las palabras, para conseguir un teatro de identificación emotiva.
Ilustró sus trabajos con evocadores dibujos, y contribuyó a elevar al director de
escena sobre los demás integrantes del hecho teatral.
De Adolphe Appia procede toda la evolución escenográfica moderna. Sus ideas
sobre el espacio escénico refuerzan la investigación sobre la puesta en escena
de finales del siglo pasado. opinaba que era necesario visualizar el ritmo
mediante el empleo acertado de la luz, que ha de ir cambiando en el transcurso
de la acción dramática. Parece que en estas conclusiones fue muy importante
el nuevo recurso de la luz eléctrica que hacía más falso aún el uso del
decorado pintado.

Appia estudió y analizó detalladamente los dramas musicales de Wagner,


llegando a crear hasta siete diseños distintos del empleo de la luz y de la
posición de los actores para un solo acto de La Valquirias.

También aplicó sus ideas al campo del drama literario, realizando proyectos de
escenografía para obras de Goethe, Shakespeare e Ibsen. Según él, el actor
ha de ocupar el puesto más importante en la concepción escénica, pero en
relación directa con el espacio escénico y la escenografía, y en función de las
dimensiones móviles de su cuerpo, sobre el que ejerce influencia la luz, gracias
a la cual cobra sentido la decoración, siempre coordinada con los elementos
anteriores.

Su concepción del escenario es la de un espacio global en el que ha de


levantarse un espectáculo, regido por unas leyes intrínsecas a ese espacio, de
carácter técnico y estético, que no son caprichosas, sino dictadas por la
naturaleza de cada espectáculo en sí.
El actor ha de modelar el espacio en tres dimensiones, y la luz tiene la función
de mostrar al espectador la realidad no como es, sino como la vive el
personaje.

Conforme Appia avanzó en sus escritos, fue sintetizando sus ideas hasta borrar
de ellas todo matiz descriptivo, llegando a una especie de geometría abstracta
del espacio.
Música, cuerpo y espacio se unen en la rítmica de Dalcroze, cuya plasticidad
investigó Appia en la creación de sus Espaces rythmiques, compuestos de
volúmenes horizontales y verticales, escaleras, planos inclinados y elevados,
con zonas de sombra y de luz.
El arte viviente que Appia defiende parte de esta rítmica, que ha de liberar al
espectador de la contemplación pasiva. A este nuevo arte social, debía
corresponderle un nuevo lugar, la salle ('sala'), "un espacio libre, vasto,
transformable", capaz de asumir cualquier manifestación artística.

En La obra de arte viviente dice: "El espacio es nuestra vida; nuestra vida crea
el espacio, nuestro cuerpo lo expresa". De esta manera, Appia se anticipa a
Meyerhold relacionando ritmo y espacio. Un texto teatral, como una partitura,
tiene un tejido arquitectónico que es preciso trasladar a la escena, de acuerdo
con el ritmo interno de la obra. Para ello, Appia devolvió al escenario la solidez
arquitectónica necesaria, prescindiendo de decorados pintados e incluyendo
objetos tridimensionales y practicables, para crear un espacio escénico físico, a
partir de volúmenes que sirvieran (en su relación con la espacialidad del actor)
para construir un ritmo espacial y temporal a la vez.

Appia intentó sustituir el espacio vacío e ilimitado en el que se movían los


actores por un espacio concreto y específico para cada obra, pero cuyos
cambios no fuesen meramente decorativos sino palpables. La luz tenía que ser
la encargada de dotar de sentido a esos espacios, de pintarlos.
le devolvió al espectáculo teatral la riqueza de la danza, la plástica, la luz,
sometidas al director de escena.

Quería que cada arte mantuviese sus características peculiares. "La línea es el


encuentro del espacio y del tiempo".
"Imposible concebir la línea sin el movimiento; es el movimiento quien realiza
por tanto la conjunción del espacio y del tiempo. Desde el punto de vista
estético sólo existe el movimiento corporal, en el cual nos realizamos y
simbolizamos el movimiento cósmico. Cualquier otro tipo de movimiento es
mecánico y no pertenece a la vida estética. Poseemos, pues, dos formas de
concebir el espacio".

Appia habla del concepto de ritmo dinámico, que es la correspondencia entre la


expresión física del sentimiento dramático y la interioridad anímica del actor, y
que se corresponde con el concepto musical de tempo.

La influencia de Appia se generalizó en toda Europa, y llegó a directores de


todas las tendencias y escuelas.

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