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Terapia cognitiva

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Este aviso fue puesto el 3 de agosto de 2021.

La terapia cognitiva es un conjunto de modalidades de psicoterapia que se dirigen a


producir cambios en la percepción o los pensamientos que los pacientes tienen acerca
de las situaciones de sus vidas.
El postulado central de la terapia cognitiva es que las personas sufren por la
interpretación que realizan de los sucesos y no por estos en sí mismos. Durante el
proceso terapéutico se busca que la persona paciente flexibilice la adscripción de
significados y encuentre en ella misma interpretaciones más funcionales y adaptativas. 1
Existen dos variedades de terapias cognitivas: las terapias cognitivas racionalistas y las
terapias cognitivas constructivistas (o post-racionalistas).
Las terapias cognitivas racionalistas surgieron en los 1950 a partir de diversos cambios
sociales y científicos, en particular la revolución cognitiva y la aparición de la metáfora
de la mente como un computador o procesador de información. De hecho, una parte
importante de la psicología cognitiva estudia los procesos mentales mediante
simulaciones informáticas e investigación centrada en la inteligencia artificial.2
Las terapias cognitivas constructivistas aparecieron en los 1980s como crítica a la
primacía de los procesos racionales e intelectuales postulados por las terapias
cognitivas racionalistas. Las terapias cognitivas constructivistas consideran que la
razón no tiene prioridad causal sobre las emociones, y se basan en la neurociencia
afectiva, las filosofías hermenéutica y fenomenológica y la ciencia cognitiva
corporizada.

Índice

 1Introducción
 2Tipos de terapias cognitivas
 3Terapias cognitivas racionalistas
o 3.1Evaluación inicial
o 3.2Psicoeducación
o 3.3Biblioterapia
o 3.4Autoayuda
o 3.5Pensamientos disfuncionales
o 3.6Aplicación
o 3.7Trastornos del eje I del DSM
 3.7.1Depresión
 3.7.2Ansiedad
o 3.8Trastornos del eje II del DSM
 4Terapias cognitivas constructivistas y post-racionalistas
o 4.1Crítica a las terapias cognitivas racionalistas
o 4.2Sujeto activo y constructivo
o 4.3Aplicación
o 4.4Modalidades
 5Véase también
 6Referencias
 7Bibliografía

Introducción[editar]
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A menudo se habla de una diferencia entre la terapia cognitiva y la cognitivo-


conductual según el nivel de inferencia y enfoque teórico de partida, ya sea de la
conducta o la cognición. El enfoque cognitivo clásico considera que dentro del proceso
de pensamiento se pueden localizar explicaciones sobre la conducta. Desde el enfoque
conductual la explicación de la conducta sólo puede sustentarse en el medio y no en
conceptos intrapsíquicos (dentro de la mente). Se mantienen por tantos
distintos axiomas de partida. Sin embargo la visión del enfoque cognitivo-conductual
identifica una estrecha relación entre comportamiento y cognición (por lo que importa
técnicas conductuales para modificar patrones emocionales y de pensamiento).
Pretende así, superar la visión asociacionista del estímulo-respuesta, por un proceso
mental de significación y creación de reglas. Parte del supuesto que tanto los aspectos
cognitivos, afectivos y conductuales están interrelacionados de modo que un cambio en
uno de ellos afecta a los otros dos componentes.
Por otra parte, también suele referirse a la terapia cognitiva como la aplicación de
la psicología cognitiva, al mantener una concepción psicológica centrada en los
procesos mentales (como el razonamiento, memoria y atención) y desde un punto de
vista intrapsíquico. La principal diferencia de ambas escuelas radica en la concepción
teórica de la mente, aunque puedan realizar técnicas similares; por ejemplo Albert
Bandura con su Teoría del aprendizaje social o Aaron T. Beck con su Terapia
cognitiva.
La terapia cognitiva es un avance científico que tiene en cuenta y trabaja con las
representaciones internas que los clientes tienen acerca de sus ambientes, y así dejó
atrás las falencias de teorías anteriores como el conductismo y el psicoanálisis.

Tipos de terapias cognitivas[editar]


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El proceso psicoterapéutico que experimentará el sujeto puede tomar distintas formas
según las necesidades reconocidas por el psicoterapeuta y el proceso metodológico.
Estas psicoterapias no son “técnicas”, sino ciencia aplicada, por lo que suelen constar
de un método más o menos definido para lograr unos objetivos según su enfoque
teórico de partida.
Existen distintas psicoterapias cognitivas:
La terapias cognitivas racionalistas implican la intervención de terapeutas que
trabajan en colaboración con los pacientes para desarrollar habilidades que permitan
identificar y reemplazar los pensamientos y creencias distorsionadas, en última
instancia, cambiar el comportamiento habitual asociado a ellos. Por lo general, se
centra en el presente y es un tratamiento orientado a la resolución de problemas.
Las terapias cognitivas racionalistas más conocidas son (con sus respectivas variantes
para cada psicopatología) la terapia cognitiva de Aaron T. Beck, centrada en
los pensamientos automáticos y en las distorsiones cognitivas, y la terapia racional
emotiva conductual de Albert Ellis3, centrada principalmente en las creencias
irracionales.
El direccionamiento y la revaluación de los patrones de pensamiento negativo allanan
el camino para formas más flexibles de pensamiento, el aumento de la positividad y la
voluntad de asumir actividades que pondrán a prueba las creencias negativas.
También existe un conjunto de técnicas, estrategias terapéuticas y metodología propias
de estas psicoterapias, que procuran ajustarse al método científico de sujeto único
(N=1). El principal método terapéutico empleado por Beck es el empirismo colaborativo;
en cambio, Ellis utiliza como principal herramienta terapéutica el diálogo o debate
socrático, el cual centra sus orígenes en el estoicismo.
Por otra parte, las terapias cognitivas constructivistas se basan en la noción de que
todo conocimiento (cognición) es inherentemente constructivo y no es una
representación fiel de la realidad objetiva. Por tanto, la realidad vivida y experienciada
es siempre subjetiva y determinada por la auto-organización biológica del sistema
conocedor.
En esta perspectiva, el terapeuta es un "perturbador estratégicamente orientado", que
no puede instruir al cliente sino solo gatillar cambios y re-organizaciones del significado
subjetivo del mundo del cliente que obedecerán a la lógica del sistema (cliente) mismo. 4
En las terapias cognitivas constructivistas no se asume que el terapeuta tenga un
acceso privilegiado a la racionalidad. La terapia busca promover nuevas experiencias
emocionales que reorganicen los esquemas afectivos tácitos del cliente, y la
construcción y reconstrucción de la narrativa del cliente sobre su propia vida en
su memoria episódica y su autobiografía.
De acuerdo al marco teórico cognitivo constructivista, la auto-organización biológica del
sistema cognitivo del paciente implica que los esquemas emocionales tácitos son
resistentes a los cambios guiados únicamente por el nivel del pensamiento verbal
explícito. Entonces, los cambios en los esquemas emocionales requieren de nuevas
experiencias emocionales y no es suficiente con intervenciones centradas en el nivel
racional lingüístico proposicional.
Como señala el guidanista Juan Balbi: 5
“Los modelos terapéuticos cognitivos de matiz racionalista —del tipo de los desarrollados por autores como
Aaron Beck y Albert Ellis— que parte del supuesto de la posibilidad de una correspondencia entre
conocimiento y realidad, otorgan al terapeuta el lugar de poseedor de una representación de la realidad con
una mejor correspondencia que la del paciente […]
Esta actitud terapéutica implica pensar que una modificación del pensamiento producirá una modificación a
nivel de la organización emocional, y supone también un predominio de la razón sobre el orden emotivo […]
De acuerdo con los parámetros de nuestro marco teórico, podemos decir que el cognitivismo racionalista toma
únicamente en cuenta el aspecto semántico del nivel explicativo del paciente, mientras que no presta ninguna
atención a la experiencia inmediata por considerarla un epifenómeno derivado del nivel explicativo…”
Balbi, J. (1994). Terapia cognitiva posracionalista.

Las terapias cognitivas constructivistas más conocidas son la terapia cognitiva post-


racionalista de Vittorio Guidano centrada en la construcción tácita y emocional por parte
del paciente de su organización de significado personal a lo largo de su vida, la terapia
cognitiva constructivista narrativa de Robert A. Neimeyer, la terapia cognitiva narrativa
de Óscar F. Gonçalves y la terapia cognitiva post-racionalista fenomenológica
hermenéutica de Giampiero Arciero.
Un gran conjunto de síntomas clínicos pueden explicarse a través de la cognición; por
ejemplo, el estrés psicosocial, la depresión, la ansiedad social, las fobias específicas,
los trastornos de adaptación y los trastornos de personalidad, entre otros.

Terapias cognitivas racionalistas[editar]


Evaluación inicial[editar]
Se pide al cliente completar una serie de reportes. Mediante el análisis de los
resultados se evalúan los problemas actuales y pasados. Estos cuestionarios
estandarizados evalúan depresión, ansiedad, emociones, toma de decisiones,
personalidad, relaciones interpersonales, abuso de substancias y otros problemas.
Dichos problemas pueden incluir postergación de las responsabilidades, autoestima,
tristeza, inactividad, ansiedad, conflictos en las relaciones interpersonales, entre otros.
Conjuntamente el paciente y el terapeuta establecen una lista de metas a alcanzar y
técnicas a aplicar.6
Psicoeducación[editar]
La terapia cognitiva utiliza frecuentemente la Psicoeducación que consiste en la
explicación en forma breve del modelo teórico de trabajo, dándole al paciente
información sobre sus problemas y padecimientos. Así, éste comprende lo que le
ocurre y nota que el terapeuta también logra entenderlo en su padecer, lo que
frecuentemente produce un aumento en la motivación que logra incrementar lo que
llamamos adherencia. La psicoeducación es una obligación ética con el paciente, el
terapeuta debe explicar en forma clara y sencilla el tratamiento a seguir.
Biblioterapia[editar]
Esta modalidad consiste en sugerir al paciente la lectura de libros que traten sobre sus
problemas, así reforzará ciertos aspectos trabajados en el tratamiento, aumentar el
compromiso y disminuir las ansiedades. No sólo deben sugerirse libros, sino películas o
actividades que puedan resultar de utilidad clínica.
Autoayuda[editar]
Algunas investigaciones muestran que los pacientes que se comprometen en realizar
actividades de autoayuda tienen más posibilidades de mejorar. En conjunto con el
terapeuta, el paciente puede desarrollar técnicas e intervenciones que le ayuden a
manejar sus emociones y pensamientos negativos de formas más efectivas cuando no
se encuentre en terapia. La Autoayuda refuerza el sentido de auto-efectividad. 7
Pensamientos disfuncionales[editar]
La funcionalidad es un concepto más bien cognitivo-conductual, ya que refiere al
análisis funcional de la conducta. El análisis funcional cuenta con antecedentes en
otras ciencias; por ejemplo, en la física y matemáticas para evadir discursos filosóficos
de causalidad o desde la biología y economía para entender la utilidad o función dentro
de un sistema. Ambos de estos antecedentes acontecen cuando se habla de
funcionalidad en psicología.
Por ejemplo, enmarcado en cada marco teórico, estas distorsiones cognitivas pueden
entenderse como pensamientos disfuncionales, pensamientos negativos automáticos o
como creencias irracionales.
Así, desde este enfoque los pensamientos se consideran la causa de las emociones, y
no a la inversa. “Pensamiento-emoción-consecuencia”, que emula el enfoque
conductual “Antecedente-respuesta-consecuente”.
Si bien algunos autores han calificado a los pensamientos automáticos como
“irracionales” o “ilógicos” las concepciones más actuales proponen sustituir estos
términos por “disfuncionales” o “desadaptativos”. Siguiendo el postulado central de esta
terapia, en tanto el hombre es un constructor activo de su realidad habría tantas
realidades posibles como seres humanos, por lo cual los pensamientos no serían en sí
mismos irracionales o racionales sino simplemente diferentes según que información se
priorice o tenga por irrelevante.1
Aplicación[editar]
Trastornos del eje I del DSM[editar]
Depresión[editar]

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Existen sesgos cognitivos demostrados empíricamente; entre ellos, suelen encontrarse


algunos prototípicos en la depresión, conocidos como tríada cognitiva. Paralelamente,
experimentos con perros evidenciaron la indefensión aprendida. Este modelo cognitivo
consiste en tres patrones cognitivos principales que inducen al sujeto a considerarse a
sí mismo, su futuro y sus experiencias, de un modo idiosincrásico.
 El primer componente de la tríada se centra en la visión negativa del
paciente acerca de sí mismo. Tiende a atribuir sus experiencias
desagradables a un defecto suyo de tipo psíquico, moral o físico. Debido a
este modo de ver las cosas, el paciente cree que, a causa de estos defectos
es un inútil carente de valor. Por último, piensa que carece de los atributos
esenciales para lograr la alegría y la felicidad.

 El segundo componente de la tríada cognitiva se centra, en el caso del


depresivo, en interpretar sus experiencias de una manera negativa. A él le
parece que el mundo le hace demandas exageradas y/o le presenta
obstáculos insuperables para alcanzar sus objetivos. Interpreta sus
interacciones con el entorno en términos de relaciones de derrota
o frustración. Estas interpretaciones negativas se hacen evidentes cuando se
observa cómo construye el paciente las situaciones en una dirección
negativa, aun cuando pudieran hacerse interpretaciones alternativas más
plausibles.

 El tercer componente de la tríada cognitiva se centra en la visión negativa


acerca del futuro. La persona espera penas, frustraciones y privaciones
interminables. Cuando piensa en hacerse cargo de una determinada tarea en
un futuro inmediato, inevitablemente sus expectativas son de fracaso.
El modelo cognitivo considera el resto de los signos y síntomas, por ejemplo de
un síndrome depresivo, como consecuencia de los patrones cognitivos negativos. Por
ejemplo, si el paciente piensa erróneamente que va a ser rechazado, reaccionará con
el mismo efecto negativo (tristeza, enfado) que cuando el rechazo es real. Si piensa
erróneamente que vive marginado de la sociedad, se sentirá solo.
El Inventario de Depresión de Beck (BDI, BDI-II), creado por Aaron T. Beck, es un
cuestionario autoadministrado que consta de 21 preguntas de respuesta múltiple. Es
uno de los instrumentos más comúnmente utilizados para medir la severidad de una
depresión. Las versiones más actuales de este cuestionario pueden ser utilizadas en
personas de a partir de 13 años de edad. Está compuesto por reactivos relacionados
con síntomas depresivos, como la desesperanza e irritabilidad, cogniciones como culpa
o sentimientos como estar siendo castigado, así como síntomas físicos relacionados
con la depresión (por ejemplo, fatiga, pérdida de peso y pérdida del apetito sexual).
Existen tres versiones del BDI: la versión original, publicada en 1961; la revisión de
1971, con el título BDI-1A, y el BDI-II, publicado en 1996. El BDI es bastante utilizado
como herramienta de evaluación de la depresión por profesionales de la salud y por
investigadores en diversas áreas. El resultado del BDI no es suficiente para realizar un
diagnóstico de depresión; se necesitan evaluaciones complementarias (entrevista
psicológica/psiquiátrica, valoración del contexto psicosocial, etcétera), pero es una
herramienta útil para verificación.
El desarrollo del BDI ha sido muy importante para la psicología y la psiquiatría, ya que
permite un análisis menos categórico. También ha establecido un principio seguido en
su desarrollo por otros cuestionarios autoadministrados, que los reactivos pueden
recabarse directamente de los pacientes y a partir de ellos sugerir teorías, y no como
ocurría antes: desarrollar un instrumento a partir de una teoría que podría no ser válida.
Este instrumento se utiliza mucho en investigación. Buscando en PubMed se
encuentran 3209 artículos revisados que han utilizado este inventario para medir la
depresión, y ha sido traducido en múltiples idiomas europeos, así como
en árabe, japonés, persa y xhosa.
Ansiedad[editar]
Siguiendo los mismos postulados que los desarrollados por Beck para pacientes con
depresión, se han desarrollado modelos de tratamientos para los trastornos de
ansiedad basados en la reestructuración de los esquemas cognitivos.
Se ha encontrado que ciertos pensamientos y creencias son propios de determinados
trastornos de ansiedad. Por ejemplo, los pacientes con trastorno de angustia presentan
ideas referidas a temores respecto de sus sensaciones corporales que interpretan
como dañinas y temen que les causen la muerte o locura. Los pacientes con trastorno
de ansiedad generalizada suelen tener ideas tanto positivas como negativas respecto
de su preocupación (p. ej. «preocuparme me ayuda a estar preparado; preocuparme
tanto podría enloquecerme»),8 por su parte, los pacientes con trastorno obsesivo
compulsivo presentan, en mayor medida que quienes no tienen dicho cuadro, creencias
negativas sobre la presencia de ciertos pensamientos (p. ej. «Si pienso algo malo
sobre alguien puedo provocarlo»),9 Los pacientes con fobia social suelen presentar
ideas disfuncionales sobre su desempeño en público (p. ej. Voy a hacer el ridículo) y
finalmente quienes padecen trastorno por estrés postraumático suelen presentar
pensamientos disfuncionales respecto de los recuerdos del suceso traumático
(p. ej. «Si continúo recordando lo sucedido voy a enloquecer»).
La esencia del tratamiento es la flexibilización y modificación de los pensamientos
disfuncionales, para lo cual el terapeuta se vale de diversas estrategias tales como el
diálogo socrático, el testeo de hipótesis, la exposición, etc.
Trastornos del eje II del DSM[editar]
En 2003 Beck publicó un libro donde explica cómo aplicar terapia cognitiva a los
diferentes trastornos de personalidad.10

Terapias cognitivas constructivistas y post-


racionalistas[editar]
La terapia cognitiva constructivista es un conjunto de enfoques de psicoterapia
cognitiva que sostienen que las personas construyen de manera subjetiva sus propios
mundos y sus propias realidades, y que la terapia cognitiva permite realizar
modificaciones en tales construcciones.
Algunos autores adscritos a la psicología clínica cognitiva-constructivista son Vittorio
Guidano, Giovanni Liotti, George Kelly, Robert A. Neimeyer, Óscar
Gonçalves, Giampiero Arciero, Lisa McCann, Laurie Anne Pearlman, Jerome
Frank, Donald Meichenbaum, Diane B. Arnkoff, Guillem Feixas, Adele De Pascale y
Bernardo Nardi.
Crítica a las terapias cognitivas racionalistas[editar]
La terapia cognitiva constructivista surgió en los años 1980s y 1990s como alternativa y
crítica a los enfoques de terapia cognitiva racionalista de Albert Ellis y Aaron T. Beck
que atribuyen un rol causal predominante a los procesos intelectuales explícitos.
Las terapias cognitivas constructivistas y narrativas se basan en el hallazgo empírico
de la ciencia cognitiva más moderna de que la mente humana, durante la inmensa
mayoría del tiempo y ciertamente en la vida cotidiana, no funciona como un procesador
de símbolos lógico-proposicionales sino como un narrador de historias. En palabras de
Robert A. Neimeyer:11
“Tan generalizada es esta predilección humana hacia la experiencia de “contar historias” que nuestra especie
podría ser etiquetada apropiadamente no simplemente homo sapiens, enfatizando nuestro esfuerzo por buscar
conocimiento, sino más específicamente homo narrans, enfatizando nuestra tendencia a organizar tal
conocimiento en forma de historia (Hermans, 2002). De hecho, una gran cantidad de investigación en ciencia
cognitiva sugiere que la arquitectura fundamental de las narrativas, puntuando el flujo interminable de eventos
y organizándolos en historias que tienen claros comienzos, medios y finales, puede proporcionar la estructura
esquemática básica para gran parte del pensamiento humano (Barsalou, 1988; Mandler, 1984). Del mismo
modo, los psicólogos del desarrollo han registrado la aparición gradual de capacidades narrativas en los niños,
desde los intentos rudimentarios de los niños de dos años de construir un “paisaje de acción” significativo en
sus historias hasta las percepciones de los niños mayores a medida que captan el “paisaje de la conciencia”
reflejada en los pensamientos, sentimientos y motivaciones de diferentes personajes (Bruner, 1990; Nelson,
2003). Por su parte, los psicólogos sociales han estudiado la construcción de relatos autobiográficos y han
enfatizado los medios por los cuales nos posicionamos sutilmente como personajes de valor moral en las
historias que contamos a otros (Wortham, 2001). Y finalmente, los neuropsicólogos y los científicos del cerebro
están comenzando a mapear las estructuras neuronales ampliamente distribuidas que sirven a la memoria
autobiográfica y al razonamiento narrativo, procesos que son sorprendentemente difíciles de interrumpir
incluso en presencia de lesiones y trastornos cerebrales significativos (Damasio, 1994; Rubin & Greenberg,
2003). El resultado es un creciente interés interdisciplinario en la narrativa, ya que los académicos buscan las
relaciones entre los análisis fenomenológicos, psicológicos, neurobiológicos e incluso literarios de la narrativa
y la conciencia sin privilegiar o disminuir el valor de ninguno de estos enfoques (Flanagan, 1992).”
Robert Neimeyer (2006). Re-storying loss: Fostering growth in the posttraumatic narrative.

Además, estas terapias sostienen que la cognición, la acción y la percepción van


unidas y se impregnan recíprocamente en lugar de constituir compartimentos
separados. Esta posición actualmente es una de las afirmaciones centrales de
la lingüística cognitiva y la ciencia cognitiva corporizada.
Sujeto activo y constructivo[editar]
Las terapias cognitivo-constructivistas adoptan una visión holista y activa del sujeto
cognitivo, y sostienen que la mente humana estructura a la realidad, dándole orden y
significado.12
Han sido influenciadas por la teoría de los constructos personales de George
Kelly (considerada un enfoque precursor del constructivismo cognitivo clínico, o una
modalidad temprana del mismo) que plantea que todas nuestras interpretaciones del
universo están sujetas a la posibilidad de ser revisadas o reemplazadas, y que las
personas viven en mundos experienciales únicos. Es decir, 2 personas interpretan la
misma situación de maneras distintas porque, en rigor, no están en la misma situación.
Cada persona desarrolla a lo largo de su vida un sistema de construcción para
interpretar la experiencia y anticipar eventos. Los sistemas de construcción están
compuestos de constructos, que permiten interpretar el mundo y pueden tener una
naturaleza dicotómica.13
Una propuesta de Kelly retomada por los constructivistas posteriores es la idea de que
ciertos constructos (o esquemas de conocimiento) tienen un carácter supra-ordenado o
jerárquicamente superior, en relación a otros que son subordinados a los primeros. Una
persona, por ejemplo, puede tener el constructo seguro de sí mismo versus inseguro y
subsumir dentro de él otros constructos como confía en sí mismo vs. depende de otros,
y se expresa vs. se restringe. A la vez, el constructo seguro de sí mismo vs. inseguro y
el constructo responsable vs. irresponsable podrían estar incluidos dentro de un
constructo más general es probable que sea aceptado por otras personas vs. es
probable que sea rechazado.14
Otros constructivistas posteriores a Kelly como Vittorio Guidano han puesto mayor
énfasis en la naturaleza emocional del conocimiento y han postulado la existencia de
ciertos esquemas de conocimiento emocionales tácitos que tendrían un carácter supra-
ordenado respecto de los conocimientos proposicionales (p. e. creencias) que están en
formato verbal-lingüístico explícito.
De acuerdo a J. Balbi15 el constructivismo sostiene que:
-Los seres humanos no son receptores pasivos o reactivos de información proveniente
de un mundo objetivo, sino que son constructores activos de sus propias experiencias.
-La mente humana tiene una naturaleza proactiva y anticipatoria.
-La mayoría de los procesos mentales ocurren en un nivel tácito, es decir, sensorial,
motor y emocional, en vez de lingüístico-explícito.
-El desarrollo psicológico es un proceso continuo de auto-organización individual, que
tiende a preservar, en lugar de a modificar, sus propios patrones para ordenar la
realidad vivenciada.
El constructivismo adopta la perspectiva de las “teorías motoras de la mente”, que
aseveran que la realidad es construida por el agente cognitivo a través de su acción. 1617
18
Por tanto, se opone a la noción del sujeto como receptor o procesador pasivo de
información proveniente del medio. En palabras del epistemólogo de la psicología
cognitiva Walter Weimer:
“Lo que afirma la metateoría motora es que no existe una separación tajante entre los componentes
sensoriales y motores del sistema nervioso que pueda establecerse sobre bases funcionales, y que el ámbito
mental o cognitivo es intrínsecamente motor, como todo el sistema nervioso. La mente es intrínsecamente un
sistema motor y el orden sensorial mediante el cual nos familiarizamos con los objetos externos y con nosotros
mismos. . . es un producto de lo que son, si se las interpreta correctamente, habilidades motoras
constructivas.”
Walter Weimer, 1977, citado en M. Mahoney, H. Martin Miller y G. Arciero, 1995.

En la terapia cognitiva, el constructivismo surgió como consecuencia de la


insatisfacción con la metáfora de la mente como “computadora” o “procesador de
información”, puesto que se consideró que tal metáfora da una imagen de la mente
como pasiva y receptora, mientras que en realidad las personas son activas y
constructivas en su interpretación de los eventos. 19
Aplicación[editar]
La aplicación en todas sus variedades se centra en la construcción y reconstrucción
narrativa por parte de los clientes de sus experiencias de vida. Por tanto, el terapeuta
no asigna significados ni cuestiona el carácter supuestamente "irracional" o poco
realista de los significados del cliente, ya que tales significados son idiosincráticos,
emocionales y subjetivos de manera irreductible. 20 En este punto, el constructivismo
clínico ha sido influenciado por la teoría de las emociones de Humberto Maturana.
En cambio, se asume que las personas sí pueden dar interpretaciones distintas a los
acontecimientos, aunque no necesariamente éstas deben ser interpretaciones
objetivas. Se pone énfasis en una visión pragmatista de la cognición, donde lo
relevante de los procesos de conocimiento no es que sean copias fieles de una
supuesta realidad exterior, sino que sean útiles y prácticos para interpretar la
experiencia vital y guiar la acción.
Modalidades[editar]
Algunas modalidades específicas son la terapia cognitiva narrativa de Óscar
Gonçalves, la terapia cognitiva posracionalista de Vittorio Guidano, la terapia cognitiva
constructivista narrativa de Robert A. Neimeyer, la terapia constructivista narrativa
hermenéutica de Gabriele Chiari y Maria Laura Nuzzo, la terapia cognitiva
posracionalista fenomenológica hermenéutica de Giampiero Arciero, y la terapia
cognitiva constructivista con niños y adolescentes de Tammie Ronen.

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