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UNIDAD 2: “CONSTRUYAMOS TRAYECTORIAS DE

LECTURA”
NOMBRE CURSO 3° Medio Diferenciado
ESTUDIANTE
ASIGNATURA Taller de Literatura

PROFESORA Karina Rodríguez FECHA:


Castillo

Tema: Género narrativo


OA 5
Construir trayectorias de lectura que surjan de sus propios intereses, gustos literarios e
inquietudes, explicitando criterios de selección de obras y compartiendo dichas trayectorias
con sus pares.
Indicadores
- Fundamentan su postura y la comunican a otros.
- Identifican temas, géneros y textos preferidos a partir de sus gustos e intereses.
- Comunican sus trayectorias, utilizando diversos formatos.

ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE N°2


Género narrativo
CARACTERÍSTICAS DEL TEXTO NARRATIVO
Textos que presentan un narrador que cuenta las acciones y diálogos de unos personajes en un ambiente.
El narrador es la entidad o ser ficticio que cuenta la historia. No se debe confundir con el autor del texto.
TIPOS DE NARRADOR
Homodiegético (dentro de la historia) Heterodiegético (fuera de la historia)
El narrador es parte de la acción o mundo El narrador no es parte del mundo narrado
narrado
Protagonista Testigo Observador Omnisciente
Narra en primera Es un personaje Narra en tercera Narra en tercera persona.
persona. Es el secundario que relata persona. Conoce solo Conoce todos los hechos y
personaje principal del la historia de otro los hechos y no los pensamientos de los
relato personaje. pensamientos de los personajes.
personajes.

FOCALIZACIÓN DEL NARRADOR


Focalización cero: El narrador es objetivo y omnisciente. No solo conoce el interior de los personajes, sino
que puede incluso emitir juicios de valor.
Focalización interna: El narrador describe desde la perspectiva de uno de los personajes, siendo subjetivo.
Restringe el grado de conocimiento, ya que solo sabe lo mismos que el personaje.
Focalización externa: El narrador solo relata lo que ve o y oye desde fuera, no tiene acceso a al conciencia
de los personajes.
ESTILO NARRATIVO
Estilo directo: El narrador reproduce textualmente lo dicho por los personajes. Habla el personaje. “Roberto
estaba
agotado. Suspiró y dijo -Jamás vuelvo a subir corriendo”
Estilo indirecto: El narrador dice con sus palabras lo que dijeron los personajes. Habla el narrador. “Me
miró
fijamente y dijo que nunca había imaginado que fuera tan pérfido”
Estilo indirecto libre: Se fusiona el modo directo e indirecto, por lo que el narrador habla desde el interior
del personaje, transmitiendo la interioridad de estos. “Su madre le clavó la mirada. Si hijo nunca sería feliz
lejos de allí”.
ESTRUCTURA DE LA NARRACIÓN
Situación inicial: Es el estado de cosas previo a la complicación. Muestra un ambiente y unos personajes.
Complicación: Es un suceso imprevisto, un incidente que altera el estado de cosas inicial y da origen a la
serie de peripecias (aventuras o acciones).
Desenlace: Es la resolución de la complicación. El desenlace desenvuelve las cosas a un estado de
equilibrio.
TIEMPO DE LA NARRACIÓN
El tiempo del relato: corresponde a la disposición de los hechos según el narrador (cómo presenta los
hechos), que puede romper con el orden cronológico o coincidir con él.
El tiempo de la historia: Corresponde al orden lineal y causal (cómo ocurrieron los hechos), o sea, los
hechos ordenados cronológicamente.
DISPOSICIÓN DEL RELATO
Ab ovo: (desde el huevo) El relato comienza desde el inicio de la historia
In media res: (hacia la mitad de las cosas) El relato comienza por el medio de la historia.
In extrema res: (en las últimas) El relato comienza por la parte final de la historia.
ANACRONÍAS
Analepsis o retrospección Prolepsis o anticipación
Flashback: es un salto atrás breve hacia el pasado, Flashfoward: es una proyección hacia el futuro en
para luego continuar con la historia en el presente. forma breve.
Racconto: Es una gran vuelta al pasado, puede Premonición: es un amplio salto en el futuro de la
abarcar un periodo extenso relatado en varias historia, para luego regresar a la narración inicial.
páginas o capítulos.
TIPOS DE PERSONAJE
SEGÚN SU ROL
Protagonista Antagonista Secundario Incidental o episódico
Es el personaje Es el personaje que se Son quienes Son personajes que
principal, en quien se opone al protagonista, acompañan y ayudan al aparecen
centra la narración. el que intenta frustrar protagonista o esporádicamente
los planes o incluso antagonista.
eliminar al personaje
principal.
SEGÚN SU CARACTERIZACIÓN
Simple, plano y estático Complejo, redondo y dinámico
Cuando presenta solo una característica Cuando no resulta fácil definirlo ni predecir sus
dominante y su psicología no varía mucho desde acciones. Presenta varias características principales
el inicio hasta el final del relato. Este tipo de y no está dominado por una solamente. Es más, en
personajes actúa predeciblemente y sus ocasiones, actúa en contradicción con sus principios
características están claramente definidas. Un e incluso puede evolucionar hasta tener una
ejemplo es Sherlock Holmes, quien puede ser personalidad muy distinta a la mostrada al comienzo
definido como un experto razonador dedicado a del relato.
resolver crímenes.

EJERCITACIÓN
ACTIVIDAD 1: ACTIVACIÓN
Para comenzar identifica los tres grandes temas de la literatura y explica brevemente por
qué crees que son los más importantes:

TEMA 1: ____________________________
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TEMA 2: ____________________________
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TEMA 2: ____________________________
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ACTIVIDAD 2: COMPRENSIÓN LECTORA
Lee el siguiente capítulo de la novela “Niebla” de Miguel de Unamuno y
responde las preguntas de comprensión lectora

Niebla – Miguel de Unamuno


Capítulo I
Al aparecer Augusto a la puerta de su casa extendió el brazo derecho, con la mano palma abajo
y abierta, y dirigiendo los ojos al cielo quedose un momento parado en esta actitud estatuaria
y augusta. No era que tomaba
posesió n del mundo exterior, sino era que observaba si llovía. Y al recibir en el dorso de la
mano el frescor del lento orvallo frunció el sobrecejo. Y no era tampoco que le molestase la
llovizna, sino el tener que abrir el paraguas.
¡Estaba tan elegante, tan esbelto, plegado y dentro de su funda! Un paraguas cerrado es tan
elegante como es feo un paraguas abierto.
«Es una desgracia esto de tener que servirse uno de las cosas—pensó Augusto—; tener que
usarlas. El uso estropea y hasta destruye toda belleza. La funció n má s noble de los objetos es
la de ser contemplados. ¡Qué bella es una naranja antes de comida! Esto cambiará en el cielo,
cuando todo nuestro oficio se reduzca, o má s bien se ensanche a contemplar a Dios y todas las
cosas en É l. Aquí, en esta pobre vida, no nos cuidamos sino de servirnos de Dios; pretendemos
abrirlo, como a un paraguas, para que nos proteja de toda suerte de males.»
Díjose así y se agachó a recogerse los pantalones. Abrió el paraguas por fin y se quedó un
momento suspenso y pensando: «y ahora, ¿hacia dó nde voy? ¿tiro a la derecha o a la
izquierda?» Porque Augusto no era un caminante,
sino un paseante de la vida. «Esperaré a que pase un perro—se dijo—y tomaré la direcció n
inicial que él tome.»
En esto pasó por la calle no un perro, sino una garrida moza, y tras de sus ojos se fue, como
imantado y sin darse de ello cuenta, Augusto.
Y así una calle y otra y otra. «Pero aquel chiquillo—iba diciéndose Augusto, que má s bien que
pensaba hablaba consigo mismo—, ¿qué hará allí, tirado de bruces en el suelo? ¡Contemplar a
alguna hormiga, de seguro! ¡La hormiga, ¡bah!, uno de los animales má s hipó critas! Apenas
hace sino pasearse y hacernos creer que trabaja. Es como ese gandul que va ahí, a paso de
carga, codeando a todos aquellos con quienes se cruza, y no me cabe duda de que no tiene
nada que hacer. ¡Qué ha de tener que hacer, hombre, qué ha de tener que hacer! Es un vago,
un vago como... ¡No, yo no soy un vago! Mi imaginació n no descansa.
Los vagos son ellos, los que dicen que trabajan y no hacen sino aturdirse y ahogar el
pensamiento. Porque, vamos a ver, ese mamarracho de chocolatero que se pone ahí, detrá s de
esa vidriera, a darle al rollo majadero, para que le veamos, ese exhibicionista del trabajo, ¿qué
es sino un vago? Y a nosotros ¿qué nos importa que trabaje o no? ¡El trabajo! ¡El trabajo!
¡Hipocresía! Para trabajo el de ese pobre paralítico que va ahí medio arrastrá ndose... Pero ¿y
qué sé yo? ¡Perdone, hermano! —esto se lo dijo en voz alta. —¿Hermano? ¿Hermano en qué?
¡En pará lisis! Dicen que todos somos hijos de Adá n. Y éste, Joaquinito, ¿es también hijo de
Adá n? ¡Adió s, Joaquín! ¡Vaya, ya tenemos el inevitable automó vil, ruido y polvo! ¿Y qué se
adelanta con suprimir así distancias? La manía de viajar viene de topofobía y no de filotopía;
el que viaja mucho va huyendo de cada lugar que deja y no buscando cada lugar a que llega.
Viajar... viajar... Qué chisme má s molesto es el paraguas... Calla, ¿qué es esto?»
Y se detuvo a la puerta de una casa donde había entrado la garrida moza que le llevara
imantado tras de sus ojos. Y entonces se dio cuenta Augusto de que la había venido siguiendo.
La portera de la casa le miraba con ojillos maliciosos, y aquella mirada le sugirió a Augusto lo
que entonces debía hacer. «Esta Cerbera aguarda—se dijo que le pregunte por el nombre y
circunstancias de esta señ orita a que he venido siguiendo, y, ciertamente, esto es lo que
procede ahora. Otra cosa sería dejar mi seguimiento sin coronació n, y eso no, las obras deben
acabarse. ¡Odio lo imperfecto!» Metió la mano al bolsillo y no encontró en él sino un duro. No
era cosa de ir entonces a cambiarlo; se perdería tiempo y ocasió n en ello.
—Dígame, buena mujer—interpeló a la portera sin sacar el índice y el pulgar del bolsillo—,
¿podría decirme aquí, en confianza y para inter nos, el nombre de esta señ orita que acaba de
entrar?
—Eso no es ningú n secreto ni nada malo, caballero.
—Por lo mismo.
—Pues se llama doñ a Eugenia Domingo del Arco.
—¿Domingo? Será Dominga...
—No, señ or, Domingo; Domingo es su primer apellido.
—Pues cuando se trata de mujeres, ese apellido debía cambiarse en Dominga. Y si no, ¿dó nde
está la concordancia?
—No la conozco, señ or.
—Y dígame... dígame...—sin sacar los dedos del bolsillo—, ¿có mo es que sale así sola? ¿Es
soltera o casada? ¿Tiene padres?
—Es soltera y huérfana. Vive con unos tíos...
—¿Paternos o maternos?
—Só lo sé que son tíos.
—Basta y aun sobra.
—Se dedica a dar lecciones de piano.
—¿Y le toca bien?
—Ya tanto no sé.
—Bueno, bien, basta; y tome por la molestia.
—Gracias, señ or, gracias. ¿Se le ofrece má s? ¿Puedo servirle en algo? ¿Desea le lleve algú n
mandado?
—Tal vez... tal vez... No por ahora... ¡Adió s!
—Disponga de mí, caballero, y cuente con una absoluta discreció n. «Pues señ or—iba
diciéndose Augusto al separarse de la portera—, ve aquí có mo he quedado comprometido con
esta buena mujer. Porque ahora no puedo dignamente dejarlo así. Qué dirá si no de mí este
dechado de porteras. ¿Conque... Eugenia Dominga, digo Domingo, del Arco? Muy bien, voy a
apuntarlo, no sea que se me olvide. No hay má s arte mnemotécnica que llevar un libro de
memorias en el bolsillo. Ya lo decía mi inolvidable don Leoncio: ¡no metáis en la cabeza lo que
os quepa en el bolsillo! A lo que habría que añ adir por complemento: ¡no metá is en el bolsillo
lo que os quepa en la cabeza! Y la portera, ¿có mo se llama la portera?» Volvió unos pasos
atrá s.
—Dígame una cosa má s, buena mujer...
—Usted mande...
—Y usted, ¿có mo se llama?
—¿Yo? Margarita.
—¡Muy bien, muy bien... gracias!
—No hay de qué. Y volvió a marcharse Augusto, encontrá ndose al poco rato en el paseo de la
Alameda. Había cesado la llovizna. Cerró y plegó su paraguas y lo enfundó . Acercose a un
banco, y al palparlo se encontró con que estaba hú medo. Sacó un perió dico, lo colocó sobre el
banco y sentose. Luego su cartera y blandió su pluma estilográ fica. «He aquí un chisme
utilísimo—se dijo—; de otro modo, tendría que apuntar con lá piz el nombre de esa señ orita y
podría borrarse. ¿Se borrará su imagen de mi memoria? Pero ¿có mo es? ¿Có mo es la dulce
Eugenia? Só lo me acuerdo de unos ojos... Tengo la sensació n del toque de unos ojos... Mientras
yo divagaba líricamente, unos ojos tiraban dulcemente de mi corazó n. ¡Veamos! Eugenia
Domingo, sí, Domingo, del Arco. ¿Domingo? No me acostumbro a eso de que se llame
Domingo... No; he de hacerle cambiar el apellido y que se llame Dominga. Pero, y nuestros
hijos varones, ¿habrá n de llevar por segundo apellido el de Dominga? Y como han de suprimir
el mío, este impertinente Pérez, dejá ndolo en una P., ¿se ha de llamar nuestro primogénito
Augusto P. Dominga? Pero... ¿adó nde me llevas, loca fantasía?» Y apuntó en su cartera:
Eugenia Domingo del Arco, Avenida de la Alameda, 58. Encima de esta apuntació n había estos
dos endecasílabos:
De la cuna nos viene la tristeza y también de la cuna la alegría... «Vaya—se dijo Augusto—,
esta Eugenita, la profesora de piano, me ha cortado un excelente principio de poesía lírica
trascendental. Me queda interrumpida. ¿Interrumpida?... Sí, el hombre no hace sino buscar en
los sucesos, en las vicisitudes de la suerte, alimento para su tristeza o su alegría nativas. Un
mismo caso es triste o alegre segú n nuestra disposició n innata. ¿Y Eugenia? Tengo que
escribirle. Pero no desde aquí, sino desde casa. ¿Iré má s bien al Casino? No, a casa, a casa.
Estas cosas desde casa, desde el hogar. ¿Hogar? Mi casa no es hogar. Hogar... hogar... ¡Cenicero
má s bien! ¡Ay, mi Eugenia!» Y se volvió Augusto a su casa.

PREGUNTAS DE COMPRENSIÓN LECTORA

1. ¿Cuál es la trama del capítulo leído?


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2. ¿Cuál es el propósito del autor?


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3. ¿Cuál es la característica psicosocial más importante de Augusto?


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4. El relato leído, ¿presenta alguna fractura temporal? Justifica tu respuesta.


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5. ¿Cuál crees tú que es la intención de Augusto al describir de manera detallada las cosas?
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6. El relato leído tiene concordancia con algún otro texto que hayas leído anteriormente,
¿Cuál? Explica y compara los dos relatos.
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7. ¿Crees que Augusto es un personaje que lo describe la obsesión? ¿Por qué?


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8. Realiza una predicción en la que prosigas el relato de manera general, caracterizando


principalmente a Augusto
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