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Insomnio:

¿El insomnio es peligroso para la salud?

Ésta es una pregunta que la neurociencia se ha hecho desde hace mucho tiempo,
y para la que aún no existe una contestación precisa, más allá de que el sueño
cumple una función de regeneración indispensable para que las neuronas puedan
funcionar correctamente. Sin embargo, tenemos muy claro que, sin sueño, los
mamíferos no pueden seguir vivos.

A lo largo de los últimos años, el foco de atención de la investigación se ha ido


centrando progresivamente en las consecuencias para la salud de dormir poco.
¿Qué es dormir poco? Podríamos definirlo como reducir nuestras necesidades
reales de sueño en al menos un 25%. Sabemos que la privación parcial de sueño,
ejercitada de manera crónica, afecta al estado de ánimo, y aumenta el riesgo de
depresión clínica en al menos un 50%. Por otro lado, tiene efectos importantes
sobre la atención y sobre la memoria que acaban afectando al rendimiento y a la
capacidad de toma de decisiones.

Merecen particular interés los efectos biológicos sobre la salud: Las personas que
duermen poco tienen un mayor riesgo de padecer de Diabetes, y si ya la tienen,
ésta se convierte en menos manejable y puede acabar produciendo un Síndrome
Metabólico. También tienen un riesgo aumentado de sufrir obesidad. La privación
de sueño también produce alteraciones en la secreción de algunas hormonas y
altera funciones del Sistema Nervioso que acaban por causar hipertensión arterial.
También el riesgo de padecer de accidentes cerebrovasculares y de problemas de
corazón parece aumentar a largo plazo. Todo esto se refiere a la privación parcial
(es decir, voluntaria) de sueño, que no es lo mismo que insomnio (éste sería la
incapacidad subjetiva de dormir suficiente).

Dormir pocas horas afecta además al hipocampo, una región del cerebro asociada
con la memoria y el aprendizaje. Esto se debe a que durante el sueño se reponen
los neurotransmisores cerebrales, por lo que el insomnio genera una pérdida de
conectividad entre las neuronas presentes en esta área del cerebro.
La privación de sueño también produce alteraciones en la secreción de algunas
hormonas y altera funciones del Sistema Nervioso que acaban por causar
hipertensión arterial. También el riesgo de padecer de accidentes
cerebrovasculares y de problemas de corazón
La falta de sueño podría provocar la reducción del tamaño del cerebro. Nuestro
cerebro se regenera durante las horas de descanso nocturno, pero si no dormimos
este proceso no se puede llevar a cabo.

Además de la posible contribución del insomnio a la reducción del volumen


cerebral, se ha descubierto que este trastorno puede provocar síntomas similares
a los de la esquizofrenia e, incluso, envenenar el cerebro al favorecer que entren
en este sustancias neurotóxicas que normalmente circulan por la sangre, pero no
llegan al sistema nervioso central ni dañan las neuronas.

Este efecto se produce porque, debido a la falta de sueño, los vasos sanguíneos
de la barrera hematoencefálica (formación densa de células endoteliales entre los
vasos sanguíneos y el sistema nervioso central) comienzan a degradarse.

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