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MESOAMÉRICA
1 Según Lavallée (1995: 48), los investigadores de la escuela
conservadora que se niegan a atribuir (...)
3El área maya ocupa gran parte del este de Mesoamérica y se define
tanto por la distribución de las lenguas de esa familia en el
momento de la conquista española, en 1525, como por las
construcciones que dejó esa civilización. Este territorio de 342 000
km abarca el conjunto de la península de Yucatán, Guatemala,
2
Figura 2. Mapa arqueológico del área maya con los principales sitios
mencionados en el texto.
17El final del decimoctavo katún (9.18.0.0.0, es decir, 790 dC) fue
celebrado con la mayor cantidad de estelas, en un gran número de
ciudades. En esas fechas se alcanza la máxima densidad
demográfica en las tierras bajas centrales. Las tierras del norte
pronto darán de qué hablar; salvo contadas excepciones, como
Dzibilchaltún –cuya prosperidad obedece muy probablemente a la
proximidad con la costa y al control que ejerce sobre el comercio de
la sal–, el norte de Yucatán sigue estando poco poblado, sin
ciudades importantes. La situación cambia durante el siglo IX,
gracias al nacimiento y al desarrollo de las ciudades Puuc, tales
como Uxmal, Labná, Kabah, etcétera, como efecto de la acción
conjunta de grupos mexicanizados6 de la costa de Tabasco y de los
centros Chenes y Río Bec, sus vecinos meridionales. En Copán,
durante el medio siglo inmediato anterior al abandono de la ciudad
(750-800), se manifiestan formas arquitectónicas y motivos
característicos de Yucatán. Al considerar que dichos rasgos –entre
los cuales algunos provienen del centro de México, como la
serpiente emplumada– no se conocen en la zona central de las
tierras bajas, se impone la conclusión de que llegaron a Copán por
mar, a través del valle del Ulúa. Sabemos que en el siglo XVI, el
comercio entre Yucatán y «la tierra del Ulúa» era sumamente
activo,7 y cabe suponer que así lo era desde el siglo VIII. En Yucatán,
la infiltración de rasgos mexicanos durante los periodos Clásico
tardío y terminal, que culmina en el Chichén Itzá «tolteca» puede ser
muy probablemente atribuida a mercaderes mexicanos o
mexicanizados, instalados en Tabasco.8
18Simultáneamente al apogeo de Yucatán, se inicia una época de
decadencia en las tierras bajas centrales, caracterizada por el cese
de la erección de estelas y de la actividad arquitectónica, que
expresa la desorganización del poder político y religioso tradicional.
Si bien es cierto que la población no desaparece al mismo tiempo
que las estelas, ni tan rápido como ellas, se reduce
considerablemente en el periodo siguiente. Centros urbanos como
Copán y Palenque ya no funcionan como tales después del año 800.
En Tikal, después del año 830, sólo se encuentra ocupado 10 % de
la ciudad. La estela labrada más reciente en las tierras bajas
centrales, en la que figura la fecha de 10.4.0.0.0 (909), fue hallada
en Toniná. Ante semejante calamidad, Seibal constituye una
excepción espectacular, pues vive su momento de gloria entre los
años 830 y 930. El estilo de sus estelas, de origen extranjero, puede
ser atribuido muy probablemente a un grupo mexicanizado que
habría penetrado hasta el río de la Pasión remontando el río
Usumacinta, procedente de la costa de Tabasco o del norte de
Yucatán. El norte de Belice, representado por sitios como los de San
José, Lamanai o Nohmul, escapa de la decadencia general y
emprende grandes proyectos arquitectónicos.
19El desmoronamiento de la cultura clásica ha estimulado la
imaginación de la gente desde el siglo XIX. La desaparición
catastrófica y repentina de toda una civilización evoca el mito de la
Atlántida, que ha seguido inspirando un sinfín de elucubraciones
con el paso de los siglos. Ahora se sabe que se trató menos de un
derrumbe o una desaparición brutal que de una decadencia cultural
que duró todo un siglo; se sabe también que no se puede atribuir
esa decadencia a una sola causa (sismo, epidemia o huracán) y que
el fenómeno sólo puede ser entendido tomando en cuenta una
diversidad de factores. La fragilidad de los suelos tropicales, cuya
recuperación exige a menudo largos periodos de barbecho; a la que
se aúna la explosión demográfica en las postrimerías de la era
clásica, tuvo quizá como consecuencia desastres ecológicos. Ante el
agotamiento de los suelos, la destrucción de los bosques, la
erosión, la espectacular disminución del rendimiento y tras una
serie de «malos años» caracterizados por la sequía, la región maya
se hallaba a merced de una grave hambruna. La fragmentación
política en ciudades-Estado de todos tamaños no sólo constituía
una fuente permanente de conflictos sino también, en tiempos de
paz, una incitación a competir en suntuosidad con los vecinos. Para
demostrar su poderío, el rey tenía que impulsar proyectos cada vez
más grandes, más altos y más ricos; los gastos suntuarios
contribuían a la ruina de la ciudad, ampliando la distancia entre la
élite y la masa campesina. El fracaso final de la civilización maya
muestra cuán frágiles eran sus bases y cuán limitadas eran sus
facultades de adaptación. Los primeros desastres provocaron
reacciones en cadena –interrupción de las redes comerciales,
levantamientos, guerras e invasiones de pueblos vecinos– que
contribuyeron a acelerar el proceso de descomposición.
20Sobre el litoral del Pacífico existen, una vez más, rastros de la
influencia de grupos mayas mexicanizados (es decir, que adoptaron
rasgos culturales originarios del centro de México) en el nuevo
estilo de escultura monumental, llamado Cotzumalhuapa, que
asocia elementos mayas y del centro de México, principalmente
glifos. En las tierras altas, cabe señalar profundas alteraciones en la
ocupación de los sitios a principios del siglo IX, que obedecen a
infiltraciones mexicanas llegadas desde el valle del río Usumacinta.
10 Proskouriakoff 1951.
La Conquista
26Sabido es que la Conquista empezó con la colonización de las
islas de Cuba y La Española (dividida hoy entre Haití y Santo
Domingo), que prosiguió con expediciones exploratorias
organizadas a partir de dichas islas.
27En 1517, Hernández de Córdoba sale en busca de esclavos, oro y
nuevas tierras. Descubre, cerca de Cozumel, la Isla de las Mujeres
(así llamada porque los españoles encontraron en ella figurillas
femeninas); más tarde, bordea la península de Yucatán hasta
Champotón, donde los mayas infligen serias pérdidas a los
navegantes. La siguiente expedición está al mando de Juan de
Grijalva quien, durante cinco meses da vuelta a la península y sigue
su camino para llegar hasta el río Pánuco, para efectuar
posteriormente el mismo trayecto en sentido contrario hasta
regresar a Cuba. Hernán Cortés, finalmente, apareja el 18 de febrero
de 1519 con once naves, 508 hombres y 16 caballos. Tras un
primer alto en Cozumel, Cortés bordea la península, franquea el
Golfo de México y desembarca en Veracruz, donde quema las naves
y se interna tierra adentro, a la conquista del imperio azteca, al que
habrá de conquistar en un año. Las distancias, la fragmentación
política de la región maya y el reducido número de conquistadores
explican por qué los españoles necesitaron 20 años para apoderarse
de Yucatán.
28Al aprovechar las rivalidades locales, los conquistadores
obtuvieron poco a poco, grupo por grupo, la sumisión a la corona
de España. En la conquista de la región maya, el sometimiento y
posterior conversión de Tutul Xiu –poderoso jefe de la provincia de
Maní, la más vigorosa unidad política al norte de Yucatán– marca un
hito decisivo. Los primeros religiosos, monjes franciscanos,
desembarcan en 1535. La conquista espiritual –que implica la
desaparición de la religión, las celebraciones, las actividades
intelectuales y artísticas indígenas, supuestamente inspiradas por el
demonio– remata y justifica la obra de los conquistadores.
29Con el fin de sofocar los ánimos independentistas de uno de sus
lugartenientes, Cortés atraviesa la zona maya por primera vez en
1525. Hace alto, entre otros, en Tayasal, la capital itzá, situada en la
isla mayor del lago Petén Itzá. Un grupo de misioneros visita la isla
por segunda vez casi un siglo más tarde, sin obtener nada del jefe
itzá; una expedición más fracasa de manera lamentable en 1622.
Será preciso esperar hasta 1696 para que la ciudad caiga en manos
de las tropas al mando de Martín de Ursúa, el gobernador de
Yucatán. Así, la conquista de la región maya concluyó más de dos
siglos después del descubrimiento de América por Cristóbal Colón.
LÍMITES GEOGRÁFICOS DE
ESTE TRABAJO
30En la zona que abarca las tierras altas y el litoral del Pacífico en
Guatemala y El Salvador se han hablado lenguas de familia mayence
a lo largo de la historia, por lo que se le incluye en el área maya. Sin
embargo, desde los albores del periodo Clásico, su civilización se
alejó paulatinamente de la de las tierras bajas, hasta conformar una
zona de gran autonomía cultural. En efecto, las tierras altas, bajo el
dominio de Teotihuacan, combinaron elementos mayas locales y
rasgos del centro de México, abandonan la escritura, la arquitectura
en piedra y la escultura monumental del periodo inmediatamente
anterior. Tras la caída de la metrópoli, las tierras altas atravesaron
un periodo de decadencia que contrasta con el apogeo de las tierras
bajas. Durante el Clásico terminal, el estilo Cotzumalhuapa del
litoral del Pacífico constituye un ejemplo más del sincretismo entre
lo maya y lo mexicano, mientras que en las tierras altas es posible
observar profundos cambios que obedecen a olas sucesivas de
influencias mexicanas, principalmente en el hábitat, que habrán de
proseguir durante el periodo siguiente. Durante el Posclásico tardío,
las tierras altas escapan por completo a la hegemonía de Mayapán y
se desarrollan al margen de las poderosas capitales regionales,
rivales entre sí.
31La originalidad de esta zona respecto a las tierras bajas, que
obedece esencialmente a una mayor permeabilidad ante las
influencias mexicanas, nos impide incluirla en nuestra área de
investigación. En cambio, pese a las sensibles diferencias que
presentan sendos desarrollos, las tierras bajas centrales y Yucatán
pueden ser objeto de un mismo análisis: ambas zonas hablaron
lenguas vecinas, compartieron una misma escritura y un mismo
calendario, además de practicar fundamentalmente, como veremos
más tarde, una misma religión.
FUENTES Y MÉTODOS DE
ANÁLISIS
Periodos Clásico y Posclásico
temprano
32La arqueología y sus disciplinas anexas como son la iconografía y
la epigrafía, constituyen nuestra principal fuente de información.
33Acerca de la religión oficial, el arte monumental brinda una
información inagotable. Al igual que las características
arquitectónicas –o incluso en mayor grado–, las esculturas y
pinturas correspondientes permiten proponer hipótesis en torno a la
naturaleza y el propósito de los edificios. Empero, resulta
provechoso ir más allá e intentar determinar el significado en sí de
dichas imágenes. El análisis de los marcadores del juego de pelota
A-IIb de Copán no sólo confirma (gracias a la indumentaria y las
actitudes de los personajes y la presencia de la pelota) que el
conjunto arquitectónico es un campo de juego de pelota, sino que
también nos brinda información sobre el significado mismo del
juego. Los templos dinásticos son identificados como tales porque
la imagen del rey predomina en ellos, pero sólo el estudio del
personaje representado y de los contextos en los que aparece
permite afirmar que se trata de un soberano y obtener datos acerca
de la realeza como institución y el culto dinástico. No basta con
declarar que los templos con puertas en forma de hocico, cubiertos
de mascarones, representan monstruos terrestres: es preciso
indagar el porqué.
Arte monumental
34En comparación con el arte mobiliario, muy a menudo procedente
de saqueos y cuyo contexto por ende se desconoce, el arte
monumental está generalmente mejor documentado: así, se suele
saber de qué sitio proviene una estela, e incluso llega a ser posible
la descripción de su entorno cultural. A menudo se conoce su
antigüedad, ya sea gracias al texto que acompaña a la imagen, ya
sea gracias al estilo o al contexto. Además de un mejor control de
las variables de tiempo y espacio, el arte monumental presenta una
coherencia interna que obedece a su carácter oficial y
propagandístico, ya que desarrolla un número limitado de temas.
13 La escultura en altorrelieve conocida como Estela 1 no es una
estela propiamente dicha. Junto con (...)
22 Bardawil 1976.
33 M. D. Coe 1978: número 4; Robicsek y Hales 1981: vasijas 19, 21,
22 y 27.
Figura 10. Vasija del Metropolitan Museum de New York (Coe 1973: 49,
45).
73En ciertas ocasiones, un pasaje del libro arroja nuevas luces sobre
algún detalle obscuro de las imágenes. Por ejemplo, sabiendo que
los gemelos, antes de bajar a Xibalbá, amarran la pelota bajo el
techo de la casa, se entiende mejor la imagen de una pelota que
cuelga, sujeta por una cuerda, imagen reproducida en los
marcadores norte y sur del juego de pelota A-IIb de Copán (figura
51, p. 130). El escultor quiso sencillamente indicar así que la pelota,
sujeta al techo con una cuerda, estaba «guardada» antes y después
del juego, mostrado en acción en el marcador central.48
80A partir de los años treinta, John Eric Thompson se impone como
figura central del mayismo, y su preeminencia habrá de durar al
menos 40 años. La facilidad con la que se desenvolvía en muy
diversos ámbitos (arqueología, etnología, etnohistoria, epigrafía,
iconografía), destacando en todos ellos, hizo de él la persona mejor
preparada en aquella época para estudiar la religión maya.
Desafortunadamente, desde sus primeros escritos, peca de
indiferencia por la cronología y la geografía. Así, en un artículo
acerca de la diosa lunar,54 pasa revista a las características que
constituyen, en su opinión, sus principales atributos: esposa del Sol;
diosa tutelar del tejido; diosa de la procreación, el embarazo y el
nacimiento; etcétera. Los datos, reunidos bajo el título de «Tradición
maya», provienen esencialmente de la etnografía y de las fuentes
coloniales. El engañoso concepto de «tradición» implica en este caso
que los datos tardíos o posteriores a la Conquista derivan de una
tradición maya prehispánica, o al menos se inscriben en ella. Con el
título de «Tradición mexicana», Thompson narra los avatares de las
diosas lunares aztecas que parecen consolidar los datos de la
«Tradición maya». Ahora bien, resulta concebible, desde una
perspectiva teórica, que la diosa haya adquirido las características
atribuidas por Thompson después de la Conquista, ante la
influencia conjunta de la mitología azteca y del folklore español.
55 Su estudio acerca del comercio maya prehispánico, presentado en
el mismo volumen, adolece de la mi (...)
58 Ibidem: 187.
59 Ibidem.
67 Panovsky 1960.
[...] las cabezas de nariz alargada de las imágenes mayas clásicas no son
idénticas a las imágenes yucatecas mucho más tardías de los Chaces, que
eran dioses de la lluvia [...]. La cabeza maya clásica, de nariz alargada y
mandíbula delgada, no forzosamente está relacionada con la lluvia, ni
corresponde tampoco obligatoriamente a un dios. [...] Las
representaciones mayas clásicas [...] no muestran [...] nunca una deidad o
un dios cual si se tratara de un numen sobrenatural al que se rinde un
culto instituido. El culto maya clásico era utilitario y plural, y tenía por
objetivo mantener el orden natural y social antes que satisfacer pulsiones
trascendentales, como en el caso de la religión mexicana.71
2 Fox 1978.
9 El año 950, señalado aquí como inicio del Posclásico temprano, puede
ser visto como un compromiso entre aquellos que indican el año 900 y
aquellos que prefieren el año 1000. Sólo cuando se disponga de mayor
información sobre Chichén Itzá será posible zanjar este desacuerdo.
10 Proskouriakoff 1951.
16 Looper 1991.
19 Reents-Budet 1994.
22 Bardawil 1976.
27 Ibidem: 46.
33 M. D. Coe 1978: número 4; Robicsek y Hales 1981: vasijas 19, 21, 22
y 27.
39 Tedlock 1985.
40 Por Scherzer en Viena y por Brasseur de Bourbourg en París,
respectivamente.
42 En la quinta edición de The Ancient Maya, el mejor libro general sobre
dicha civilización, se lee: «The mythology of the Popol Vuh has been used
as a key to the interpretation of Classic Maya cosmology», Sharer 1994:
596.
51 Seler 1902-1923.
54 Thompson 1939.
57 Ibidem: 161.
58 Ibidem: 187.
59 Ibidem.
64 «The gods of Maya myth fall into one of four categories: wordly
phenomena, anthropomorphs, zoomorphs and animals. A particular god
can be manifested in more than one of these forms», Schele y Miller
1986: 42.
65 «The gods [...] in the Postclassic Maya codices [...] can be traced to the
beginnings of the Classic Maya era», Taube 1992: 2. Véase la reseña de
este libro en Baudez: 1994b.
67 Panovsky 1960.