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Cirugía
64 Urgencias quirúrgicas
en el recién nacido
Steven A. Ringer y Anne R. Hansen
PUNTOS CLAVE
■■ La emesis biliar deriva de la malrotación, hasta que no se demuestre lo contrario.
■■ Las lesiones abiertas (p. ej., mielomeningocele y defectos de la pared abdo-
minal) requieren atención inmediata para el control de las infecciones y las
pérdidas hídricas, así como la programación para el cierre quirúrgico cuando
sea oportuno.
■■ Los pacientes con diagnóstico de hernia diafragmática deben intubarse de
inmediato tras el nacimiento, con inserción de sonda para la descompresión
gástrica.
■■ El diagnóstico prenatal permite a las familias obtener información, prepararse
para el nacimiento y asegurarse de que tiene lugar en un centro apropiado.
recién nacido, puesto que para que los pulmones se desarrollen normalmente
suele ser necesario un volumen suficiente de líquido amniótico, sobre todo
durante el segundo trimestre del embarazo. La intensidad de la hipoplasia
pulmonar guarda relación con el grado y la duración del oligoamnios.
C La peritonitis meconial puede diagnosticarse prenatalmente por ecografía,
que muestra típicamente zonas de calcificación diseminadas por todo el
abdomen. Después del nacimiento se confirma la presencia de calcificaciones
en radiografías simples de abdomen. Habitualmente se deben a perforación
prenatal del tracto intestinal, y este diagnóstico obliga a la búsqueda de una
lesión congénita como causa de la obstrucción intestinal, ya sea anatómica
o funcional (v. sección V.A).
D La ascitis fetal (v. sección VII) suele asociarse con anomalías del tracto
urinario (p. ej., obstrucción de vías bajas por válvulas de la uretra posterior).
Otras posibles causas son: enfermedad hemolítica del recién nacido, anemia
grave (p. ej., α ‑talasemia), peritonitis, obstrucción del conducto torácico,
cardiopatías, obstrucción de la vena hepática o de la vena porta, hepatitis,
infecciones congénitas (p. ej., TORCH; v. caps. 48‑53) y otras causas de
hidropesía fetal (v. cap. 26). Después del nacimiento puede aparecer ascitis
en el síndrome nefrótico congénito. Es importante obtener una ecografía
prenatal precisa, teniendo en cuenta las posibilidades de cirugía fetal para
minimizar la lesión del parénquima renal mediante la descompresión de la
vejiga o de un riñón hidronefrótico (v. caps. 1 y 28).
E La distocia puede ocurrir por hidrocefalia, obstrucción intestinal, defectos
de la pared abdominal, anomalías genitourinarias o ascitis fetales (v. sec-
ción I.D).
F Cirugía fetal. Van en aumento las posibilidades de realizar intervenciones
quirúrgicas durante la vida fetal. Ello depende en gran medida de la dispo-
nibilidad de técnicas precisas de diagnóstico prenatal, como la ecografía y
la resonancia magnética (RM) rápida, así como de la necesaria experiencia
para interpretar las imágenes y diagnosticar estos procesos.
Los avances obstétricos y anestésicos han contribuido también a posibilitar
los procedimientos intraútero. Hay que controlar y mantener adecuadamente
a la madre durante lo que suele ser una anestesia prolongada e impredecible.
Se han desarrollado medicamentos que reducen la irritabilidad uterina y
ofrecen las máximas garantías para mantener el útero sin contracciones
durante y después del procedimiento. Entre los criterios que deben tenerse
en cuenta para realizar uno de estos procedimientos están siguientes:
1 Las consideraciones éticas son importantes, como sopesar el riesgo y los
beneficios para el feto frente a los posibles dolores o lesiones infligidos a la
madre y el impacto sobre el conjunto de la familia.
2 Viabilidad técnica.
3 Gravedad del proceso fetal. Al principio, las intervenciones se practicaban
en los procesos que amenazaban la vida del feto, bien porque causaban la
muerte intrauterina o por la imposibilidad de sobrevivir tras el parto. En la
actualidad, la intervención se considera en algunos procesos que no ponen
en peligro la vida del feto, pero que son de carácter grave y progresivo (como
el crecimiento de un tumor voluminoso que obstruye parcialmente las vías
respiratorias fetales) o cuyas consecuencias se agravan con el tiempo (como
la hidropesía debido a un gran teratoma).
4 Disponibilidad de los recursos necesarios. En estrecha proximidad con el
centro en el que se realiza la intervención hay que disponer de los recursos
necesarios para el cuidado de la madre, el feto y el potencial recién nacido,
2
Procesos quirúrgicos que dan lugar a hematemesis y sangre en las heces:
a Enterocolitis necrosante (la causa más frecuente de hematemesis y sangre
en las heces en los niños prematuros; v. cap. 27).
b Ú lceras gástricas o duodenales (por estrés o tratamiento con corticoste-
roides).
c Obstrucción gastrointestinal: signo tardío, debido al sufrimiento o a
necrosis intestinales.
d Vólvulo.
e Invaginación.
f Pólipos, hemangiomas.
g Divertículo de Meckel.
h Duplicaciones del intestino delgado.
i A neurisma cirsoide.
I Masas abdominales (v. sección VIII).
1 Anomalías genitourinarias, incluida la distensión vesical (v. sección VII y
cap. 28).
2 Hepatosplenomegalia: se puede confundir con otras masas; requiere valo-
ración médica.
3 Tumores (v. sección VII).
J Parto traumático (v. cap. 6).
1 Fractura de clavícula / húmero (v. cap. 58).
2 Hemorragia intracraneal (v. cap. 54).
3 Desgarro de órganos sólidos (hígado, bazo).
4 Sección medular con tetraplejía.
6
Reparación quirúrgica. Se realiza a través del abdomen o del tórax, con
reducción del intestino a la cavidad abdominal.
7 Mortalidad y pronóstico.
a L a mortalidad por hernia diafragmática está relacionada en gran parte
con defectos asociados, en especial hipoplasia pulmonar y cardiopatías
congénitas. La supervivencia local de los autores es ahora superior al 90%
en los lactantes sin cardiopatías congénitas acompañantes. La repara-
ción del defecto es relativamente sencilla; la hipoplasia y la hipertensión
pulmonares subyacentes son los principales factores responsables de la
mortalidad global (v. cap. 36).
b Pronóstico. Los factores asociados con mejor pronóstico son la hernia-
ción intestinal en el tórax después del segundo trimestre de embarazo,
la ausencia de herniación hepática, y la ausencia de malformaciones con-
currentes, en particular cardíacas. Los valores iniciales de la presión de
oxígeno y de dióxido de carbono sirven son predictivas. Además, cuanto
más tardíamente comiencen los síntomas posnatales, mayor será la tasa
de supervivencia.
C Otras causas mecánicas de insuficiencia respiratoria.
1 Atresia de coanas. La atresia bilateral se presenta en la sala de partos con
insuficiencia respiratoria que se alivia con el llanto, durante el cual la respi-
ración es oral, en lugar de la respiración nasal obligatoria para los lactantes
hasta cerca de los 4 meses de edad. La colocación de una vía aérea oral es un
tratamiento inicial eficaz. El tratamiento definitivo consiste en la apertura
de un orificio a través del paladar óseo, lo que se puede lograr con láser en
algunos ámbitos.
2 La anomalía de Robin (síndrome de Pierre Robin) consiste en hipoplasia de
la mandíbula y fisura palatina media secundaria en forma de «U». Colocar
al recién nacido en posición prona o el empuje forzado de la lengua hacia
delante alivia la obstrucción. Estos neonatos requieren ventilación mecánica
con presión positiva continua en la vía aérea (CPAP) si la obstrucción es leve,
o intubación, si es más intensa. Si es posible mantener así al niño durante
unos días, a veces se adapta y se evitan los procedimientos agresivos. En
algunos casos una intervención para unir la lengua al labio evita la necesi-
dad de una traqueotomía o permite la descanulación más pronta. Con un
dispositivo especial se facilita la alimentación oral, pero en ocasiones hay que
recurrir a la gastrostomía. Los niños muy afectados requieren traqueostomía
y gastrostomía.
3 Hendiduras laringotraqueales. La longitud de la hendidura determina los
síntomas. Para establecer el diagnóstico se emplea la broncoscopia directa
bajo anestesia. En los casos muy graves hay que practicar una broncoscopia
de inmediato, sin medios de contraste.
4 Membrana laríngea oclusiva. La perforación de la membrana con un tubo
endotraqueal rígido o un broncoscopio puede salvar la vida del paciente.
5 A genesia traqueal. Esta infrecuente lesión se sospecha cuando no se puede
pasar un tubo por la tráquea. El niño ventila a través de bronquios que salen
del esófago. El diagnóstico se establece por broncoscopia directa si se dispone
del tiempo suficiente. El pronóstico es malo por la dificultad de reconstruir
la tráquea.
6 Enfisema lobular congénito. Puede deberse a una malformación, un quiste
en el bronquio o un tapón bronquial de moco o meconio. Estas lesiones
causan atrapamiento de aire, compresión de las estructuras circundantes y
dificultad respiratoria. Es posible que exista una malformación primaria del
2
Atresias yeyunal e ileal. No se suele tener en cuenta que el 15‑30% se
asocian con fibrosis quística; hay que efectuar pruebas de detección a estos
pacientes (v. sección IV.D.3.b).
3
Íleo meconial. Es una causa frecuente de peritonitis meconial. A diferen-
cia de la mayoría de las restantes etiologías de obstrucción, en las que las
radiografías en decúbito y en posición vertical ponen de manifiesto niveles
hidroaéreos, en el íleo meconial no perforado el intestino distendido puede
adoptar un aspecto granuloso o con diminutas burbujas mezcladas con
meconio.
a No hay paso de meconio a través del recto, incluso tras la estimulación
digital.
b El 90% de los recién nacidos con íleo meconial tiene fibrosis quística. La
extracción de una muestra de sangre o el cepillado de la mucosa bucal
para el análisis del ADN puede ayudar a la detección de la fibrosis quística
si no se han realizado pruebas de detección sistemática prenatal. Si los
resultados son negativos o dudosos, o si el niño pesa más de 2 kg y tiene,
idealmente, más de 2 semanas de vida (obligatoriamente más de 3 días)
debe practicarse una prueba del sudor. La realización de esta prueba en
niños de menos edad o peso presenta el riesgo de ofrecer resultados falsos
positivos por el alto contenido en cloruro sódico del sudor en los neonatos,
y de falsos negativos o resultados no interpretables si el volumen de sudor
obtenido es insuficiente.
c La descompresión mediante aspiración nasogástrica continua minimiza la
progresión de la distensión. Los enemas de contraste con medios hidroso-
lubles pueden ser diagnósticos y terapéuticos. El diatrizoato de meglumina
(en dilución 1:3 o 1:4) aún se usa en radiología, pero el diatrizoato sódico
se emplea más a menudo. Puesto que ambos medios de contraste son
hipertónicos, el niño debe estar inicialmente bien hidratado y hay que
prestar una atención cuidadosa al equilibrio hídrico después del proce-
dimiento. Si el diagnóstico es seguro y el recién nacido se halla estable,
cabe repetir los enemas terapéuticos para tratar de aliviar la impactación.
d Si el enema de contraste no alivia la obstrucción, hay que recurrir a la
cirugía.
e El microcolon distal a la atresia se dilata por lo general de manera espon-
tánea con el uso.
4
A no imperforado. El 50% de los casos presentan anomalías, incluidas las de
la asociación VACTERL. Los niños con ano imperforado pueden expulsar
meconio si hay una fístula rectovaginal o rectourinaria, que se observa en
el 80‑90% de los varones y en el 95% de las niñas. Es posible que la fístula
no sea evidente hasta las 24 horas de vida. La presencia o la ausencia de una
fístula visible en el periné es el dato clave para el diagnóstico y el tratamiento
del ano imperforado. Debe señalarse que, con el objetivo de prevenir las
infecciones urinarias, hay que considerar el uso de antibióticos profilácticos
hasta que la fístula pueda someterse a reparación definitiva.
a Presencia de fístula perineal. Puede haber meconio en el periné, en los
pliegues escrotales o en la vagina. En ocasiones se procede a la dilatación
de la fístula para aliviar temporalmente la obstrucción y permitir el paso
de meconio. Después del período neonatal, generalmente puede proce-
derse a la reparación primaria del ano imperforado.
b Ausencia de fístula perineal. A veces existe una fístula que penetra en el
tracto urinario o en la vagina. La presencia de partículas de meconio en
la orina es diagnóstica de fístula rectovesical. La exploración vaginal con
VII TUMORES.
A Teratomas. Son los tumores más frecuentes en el período neonatal. Aunque
suelen localizarse en el área sacrococcígea, se pueden desarrollar en cualquier
otro lugar, incluida el área ovárica retroperitoneal. Aproximadamente el
10% contienen células malignas. A menudo se establece el diagnóstico
prenatal mediante ecografía. Antes del parto hay que considerar la posi-
bilidad de distocia y de deterioro de las vías respiratorias. Las masas que
afectan a las vías respiratorias se han tratado con eficacia mediante EXIT
(v. sección III.B.5.a), con el establecimiento de una vía aérea antes de la
expulsión completa del feto.
Después del parto, el estudio puede consistir en examen rectal, ecografía,
TC, RM y medición de la α ‑fetoproteína y la β ‑gonadotropina coriónica
humana. A menudo se observan calcificaciones en las radiografías. La pérdida
excesiva de calor y el atrapamiento plaquetario son complicaciones posibles.
B Neuroblastoma. Es el tumor maligno neonatal más frecuente, responsable
aproximadamente del 50% de los casos, aunque la incidencia general es poco
habitual. Es irregular, de dureza pétrea, y su tamaño varía desde diminuto
hasta enorme. Tiene muchos lugares de origen, aunque el más frecuente es
la zona suprarrenal‑retroperitoneal. En raras ocasiones produce hiperten-
sión o diarrea debido a la liberación de productos derivados, en especial
catecolaminas o péptidos vasointestinales. Hay que determinar los valores
séricos de las catecolaminas y de sus metabolitos. En la radiografía simple es
frecuente observar calcificaciones. La ecografía es la prueba diagnóstica más
útil. El diagnóstico ecográfico prenatal mejora el pronóstico. Hay que señalar
el hecho de que muchos neuroblastomas diagnosticados prenatalmente se
resuelven de modo espontáneo antes del nacimiento.
C Tumor de Wilms. Es el segundo tumor maligno más frecuente en el recién
nacido. Se presenta como una masa plana y lisa y puede ser bilateral. La
palpación debe realizarse con precaución para evitar su rotura. La ecografía
es el método diagnóstico más útil.
D Los hemangiomas son el tumor más frecuente durante la infancia, si bien
rara vez se manifiestan en el neonato. En el recién nacido es posible identificar
precursores, como abultamientos o telangiectasias. Pueden desarrollarse en
X TUMEFACCIÓN ESCROTAL.
A El diagnóstico diferencial se realiza en las siguientes situaciones.
1 Torsión testicular. Aproximadamente el 70% de los casos que se diagnos-
tican en el período neonatal ocurren prenatalmente. En el recién nacido
suele ser extravaginal (fuera de la túnica vaginal) y se produce por una
fijación incompleta del gubernáculo al testículo, lo que permite su torsión
e infarto.
b Pruebas en sangre:
i Recuento y fórmula leucocitaria, hemocultivo.
ii Electrólitos.
iii Gasometría y pH.
iv Pruebas de coagulación (tiempo de protrombina, tiempo de trombo-
plastina parcial).
c Pruebas con contraste (comenzar con una serie radiológica del tracto
gastrointestinal alto) para descartar la malrotación.
D Masas abdominales. Hay que emprender los siguientes pasos para deter-
minar la etiología de las masas abdominales.
1 Recuento y fórmula leucocitaria.
2 Determinación de los valores de catecolaminas y de sus metabolitos.
3 Análisis de orina.
4 Radiografías de tórax y abdomen con el niño en decúbito supino y en posición
vertical.
5 Ecografía abdominal.
6 TC con contraste.
7 RM.
8 Angiografías venosa y arterial.
9 Consulta con un cirujano.
Lecturas recomendadas
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Dermatología
65 Cuidados de la piel
Caryn E. Douma, Denise Casey y Arin K. Greene
PUNTOS CLAVE
■■ El tratamiento principal de las lesiones por extravasación corresponde a la
elevación del área afectada.
■■ No deben aplicarse paquetes calientes o fríos sobre el sitio en que se produce
la extravasación.
■■ No existe evidencia que pruebe la eficacia de los antídotos en caso de lesión
por extravasación.
■■ La extravasación rara vez genera morbilidad importante si se presenta pérdida
cutánea; cierra por segunda intención, con cuidados de la herida.
neos, los nervios, las glándulas sudoríparas y los folículos pilosos son también
partes integrantes de la dermis. La capa subcutánea, compuesta por tejido con-
juntivo adiposo, proporciona aislamiento, protección y almacenamiento de calor.
El recién nacido prematuro tiene un número significativamente menor de
capas del estrato córneo que el nacido a término o el adulto, lo que se pone de
manifiesto por el aspecto traslúcido y rojizo de la piel. Los lactantes nacidos con
menos de 30 semanas de gestación pueden tener menos de 2‑3 capas de estrato
córneo, en comparación con las 10‑20 capas del adulto y el recién nacido a
término. La maduración del estrato córneo se acelera después del parto prema-
turo, y a los 10‑14 días por lo general ya han mejorado la función de barrera y
la integridad de la piel. Otras diferencias que muestra la integridad de la piel del
prematuro son: menor cohesión entre la epidermis y la dermis, menor cantidad de
colágeno y un notable aumento de las pérdidas hídricas a través de la epidermis.
Tabla 65‑1 Escala para la valoración del estado de la piel del neonato (AWHONN)
Sequedad
■■ 1 = Normal, sin signos de sequedad cutánea
■■ 2 = Piel seca, descamación visible
■■ 3 = Piel muy seca, fisuras y agrietamiento
Eritema
■■ 1 = Sin signos de eritema
■■ 2 = Eritema visible en < 50% de la superficie corporal
■■ 3 = Eritema visible en ≥ 50% de la superficie corporal
Lesiones
■■ 1 = Sin signos
■■ 2 = Pequeñas, en áreas localizadas
■■ 3 = Extensas
calientes. Con frecuencia se pospone el baño hasta las 24 horas en los recién
nacidos de menos de 36 semanas.
2 Utilizar un jabón suave no alcalino. Evitar el uso de colorantes o aromas
aplicados sobre la piel.
3 No está indicado el baño diario. En general, es adecuado bañar al neonato
dos o tres veces por semana. El empleo de agua estéril tibia es suficiente para
los prematuros durante las primeras semanas de vida.
C E sparadrapos.
1 Minimizar el uso de esparadrapos o materiales adhesivos.
2 Para fijar los catéteres intravenosos se coloca sobre la piel un producto no
adhesivo, encima un apósito transparente y sobre este un esparadrapo adhe-
sivo por ambos lados.
3 Evitar el uso de adhesivos que puedan ser absorbidos fácilmente a través de
la piel.
4 Hay que aplicar barreras de pectina en la piel antes de los esparadrapos para
fijar vías umbilicales, tubos endotraqueales, sondas de alimentación, cánulas
nasales y bolsas para recogida de orina. Deben desprenderse con cuidado
mediante una gasa suave o torundas de algodón humedecidas en agua tibia.
5 Utilizar agua estéril tibia para desprender los esparadrapos, con el fin de
evitar la denudación de la piel.
6 Los productos para desprender esparadrapos contienen derivados de los
hidrocarburos o destilados del petróleo, que pueden ser tóxicos para el recién
nacido prematuro.
D Cuidado del cordón.
1 Durante el primer baño, limpiar el área del cordón umbilical con agua y
un jabón suave. Mantenerlo limpio y seco. Limpiar suavemente con agua la
zona si se ensucia con heces u orina.
2 Ya no se recomienda la aplicación sistemática de alcohol, que puede retrasar
la caída del cordón.
3 No se recomienda la aplicación sistemática de pomadas o cremas antibióticas.
4 Valorar los signos de tumefacción o enrojecimiento en la base del cordón.
E Humedad.
1 Considerar el uso de una incubadora con humidificación en los recién nacidos
menores de 32 semanas de gestación y / o de menos de 1.200 g para dismi-
nuir las pérdidas hídricas a través de la epidermis, mantener la integridad
de la piel, reducir los requerimientos hídricos y minimizar el desequilibrio
electrolítico. La humidificación suele usarse durante los primeros 10‑14 días
de vida hasta que la piel madura.
2 La humedad relativa recomendada es del 60‑80% según la situación clínica,
3 Se requiere retirar de forma gradual la humidificación, en el transcurso de
días. La humedad relativa debe disminuirse un 5‑10% cada 12 horas, hasta
que alcanza el 30% y suspender la humidificación. Vigilar la temperatura de
forma estrecha durante este período y ajustar la temperatura de la incubadora
según se requiera para mantener la eutermia.
4 Deben aplicarse protocolos estrictos de limpieza durante la humidificación
(p. ej., cambio de incubadora, cámara humidificadora, cambios de las tallas,
etc.).
F Cuidado de la circuncisión.
1 Mantener el apósito con una gasa con vaselina durante las primeras 24 horas.
2 Tras retirar el apósito, mantener limpia la zona con agua y secar suavemente
durante los primeros días.
G A ntisépticos. Por lo general, se usa alcohol o clorhexidina como desinfectantes
básicos antes de los procedimientos. En neonatos prematuros se usa agua esté-
ril para retirar el desinfectante residual tras el procedimiento, con el objetivo
de evitar el riesgo de quemaduras químicas. La recomendación actual para el
uso de clorhexidina indica cautela en los menores de 2 meses de edad. No exis-
ten datos que apoyen su uso en el neonato prematuro, pero se utiliza amplia-
mente en las UCIN de Estados Unidos. La povidona yodada ya no se utiliza
por su efecto colateral de modificación de la función tiroidea en los prematu-
ros, por la permeabilidad de su piel y el mayor riesgo de absorción sistémica.
H Emolientes.
1 Se utilizan para prevenir y tratar las excoriaciones y la sequedad de la piel.
2 No deben emplearse de modo habitual en recién nacidos extremadamente
prematuros, ya que aumenta el riesgo de infección sistémica.
3 Para minimizar el riesgo de contaminación se recurrirá a presentaciones de
un solo uso o un envase para cada paciente.
4 Los productos no deben contener perfumes, colorantes ni conservantes.
los 3,5 años de edad y algunas pueden dejar alguna deformidad que haga
necesaria una intervención durante la niñez.
B Manchas capilares evanescentes. Es la lesión vascular más frecuente del
recién nacido: se observa en el 30‑40% de los neonatos. También se denomina
«marca de la cigüeña» o «beso del ángel». Se trata de una lesión macular plana
y rosada en la frente, el párpado superior, la zona nasolabial, el entrecejo o
la nuca. La mayoría se resuelve antes de los 2 años de edad.
C M alformación capilar (mancha de vino de Oporto). Se observa una lesión
rosada que puede afectar a cualquier área tegumentaria. Es una malforma-
ción capilar de vasos dilatados que no involucionan. La asociación de una
malformación capilar en el área de la primera rama del nervio trigémino con
lesiones corticales cerebrales y anomalías oculares se conoce como síndrome
de Sturge‑Weber.
D Trastornos de los vasos linfáticos.
1 Malformación linfática microquística («linfangioma»).
2 Malformación linfática macroquística («higroma quístico»).
3 Linfedema.