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Nombres y apellidos: Yeferson J. Rojas H. CI: 27.041.

940 Sección: 01

La excelencia, ética homérica.

La “excelencia”.. Esta palabra suele ser denotada como una especie de quimera,
como un nivel inaccesible, imaginario... Es referida como el límite, la cima, o como un
objetivo final al que todos como humanidad debemos aspirar, muchas veces indistinguible
de la perfección o ausencia de errores. Pero aún cuando es vista de ésta manera, no por
ello la humanidad ah desistido de alcanzarla, ya que se convierte de cierto modo para
nosotros en un incentivo de superación personal o profesional, en una razón para luchar,
razón para desarrollar nuestras virtudes o capacidades, un ideal que nos da un motivo
para seguir dando lo mejor que tenemos y nos llena de la esperanza de que nuestro
esfuerzo tiene un motivo aún mayor.

Al leer la frase que expresó la filósofa francesa Simone Weil: “Es pues verdadero
en cierto sentido que hay que concebir a un dios impersonal, en el sentido en que supone
el modelo divino de una persona que se rebasa a sí misma al renunciarse", me hace
darme cuenta en cómo para una persona es tan improbable que logre la autosuperación
si no lleva consigo este ideal de “excelencia”, ese objetivo o “fuerza mayor” que la impulse
a mirarse mas allá de donde está, a no permanecer estático y conforme con lo que es, y
con esto no me refiero a que deba sentir desprecio a su dignidad, aceptación y amor a lo
que es, o vivir en una constante inconformidad, pues considero que son valores
indispensables para luchar por esta “excelencia”, sino que la persona pienso debe vivir
“con los pies en la tierra y la mirada puesta en el horizonte” o mejor dicho “Afirmando,
valorando su persona y mirando a la excelencia”, por ello me parece bastante acertado el
que afirme que debe existir una especie de “renuncia”, sobre todo a aquellos hábitos en
contraposición a tu ideal de excelencia y un “modelo” de tu propia persona al qué aspirar.

Con respecto a la concepción homérica de la excelencia (la areté), noté como la


ésta va mas allá del dominio de sí mismo mediante desarrollo de las propias capacidades
y destrezas, sino que además esta unida intimamente al reconocimiento o mérito público,
siendo éste tal vez un objetivo anhelado por toda persona, o como el culmen o paga de su
esfuerzo, ya que no solo existía la necesidad de ser bueno (agathós), no solo eras
considerada una persona virtuosa por tener intenciones buenas, o hacer lo correcto, eso
es sin duda alguna, un aspecto importante y ético pero no por eso podrías ser
considerado una persona de excelencia, ya que ésta exige una distinción sobresaliente de
entre los demás, es necesario superar ese ser “buenos” y pasar a ser los “mejores”
(aristós), ser de alguna manera distiguidos de los “buenos”, ésto denota que el ser buenos
no es suficiente, debe existir siempre un modelo de aspiración mejor al común
denominador, pues ciertamente... (Muchos pueden ser buenos, pero uno solo es el
mejor). Declarando así implicitamente el anhelo que muchos tenemos de ser reconocidos
y recordados por las gentes, afirmando nuestra persona de entre los demás, de ser
recompensados por nuestras acciones y esfuerzos, a veces, por vanagloria, a veces por
necesidad de dejar nuestra legado o nuestra huella en el mundo de alguna manera, pero
sin duda es un deseo que está plantado en el corazón de cada persona.

Otra de las frases que quisiera citar de la lectura es la de “El dios ayuda a quien ya
ha sido favorecido por alguna excelencia” ... y la considero importante debido a que
muestra la estrecha vinculación existente entre la excelencia y el éxito o acontecimientos
(casuales o no) de la vida, de ahí puede ser relacionado a la suerte, a alguna obra divina,
o a una fuerza de la vida, pero lo que sí es cierto, es que, donde existe la excelencia,
existe también el éxito, donde existe un constante busqueda de la excelencia, existe
también una constrante superación de las situaciones, posibilidades o condiciones de
vida... La busqueda de la excelencia te cambia, la busqueda de la excelencia te completa,
la busqueda de la excelencia te mejora... de alguna manera te dignifica como persona.

Alcanzar éste ideal implica además el cultivo de las virtudes, y éstas al ser tan
numerosas, no todos podemos tener un mismo modelo de excelencia, ya que todos
poseemos diferentes virtudes, unas mas desarrolladas que otras, de modo que es
necesario el autoconocimiento para configurar nuestro propio modelo de “persona ideal”,
desarrollando asi nuestras virtudes y dandonos la tarea de superar nuestras flaquezas, ya
que el ideal de excelencia exige una formación, disciplina, desarrollo del carácter,
costumbres, la armonía del cuerpo, el espíritu, etc... en conclusión, implica de un
desarrollo total e integral de nuestro ser como persona.

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