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Nombres y apellidos: Yeferson J. Rojas H. CI: 27.041.

940 Sección: 01

Segundo capítulo: Ordenes, costumbres y caprichos.

Ordenes, costumbres y caprichos... al leer estas palabras quise meditar de qué


trataría este segundo capítulo, unido además, del capítulo anterior, en el cuál se hizo
bastante incapié en la “libertad” que poseemos todos los seres humanos de elegir cómo
vivir nuestra vida, cómo actuamos frente a determinados acontecimientos y de calificar
nuestros propios valores éticos, ya sea que utilicemos de manera efectiva o no nuestra
libertad con responsabilidad... la dejemos o no también, en manos de otros, el echo es
que todos somos seres “dotados de libertad”, pues esa es nuestra naturaleza como seres
humanos. De modo que, al tratar de acertar entre la conexión que une estas tres
palabras, pude tener la noción de que son claramente limitantes que contrastan con
nuestra idea de “libertad”.

Sin embargo, por el echo de poseer el don de la libertad no quiere decir que
siempre hacemos lo que queremos, ya que debemos estar adecuados a las realidades y
circunstancias de la vida, pero lo que sí es cierto es que debemos aprender adecuarnos y
saber recibir lo que la vida nos da para responder de la manera mas acertada posible
(como ocurre en el relato filosófico de Aristóteles), no solo a nuestra propia conveniencia,
al decir lo mas acertado posible, me refiero a lo mas conveniente para ti y para los demás,
ya que nuestras acciones, queramos o no, repercuten de igual o en mayor grado a tu
entorno, ya que no solo será la decición acertada la mas conveniente para mí. Por ello la
importancia de tomar en cuenta no solo tu propio “bienestar” sino también en cómo mi
decisión influye en mi realidad y en la del otro, o simplemente tratar de buscar ese “punto
medio” y definiendo cuál aspecto consideramos prioritario, en tal caso de que no
tengamos mas opción, que actuar y elegir proactivamente ante las realidades adversas de
nuestra vida.

Claro está que no siempre es necesario una reflexión demasiado profunda ante los
acotencimientos cotidianos de nuestra vida, a veces no es necesario tener grandes
motivos que definan el porqué hacemos lo que hacemos, como hay veces si. La vida es
como un rio que fluye y cambia constantemente, a veces nos vemos motivados por
fuerzas aun mayores que nosotros y podemos llegar a tal punto de quizá despreciar
nuestra propia voluntad y autonomía, de modo que nuestro bienestar, nuestra libertad,
nuestros deseos pasen a un estado de menor prioridad, aunque suene ilógico, lo
hacemos más de lo que pensamos... pero personalmente considero que no siempre está
mal verse motivado por fuerzas aún mayores y hacer cosas que quizá nos causen
incomodad o nos sean dificiles, ya que éstas también son las que nos impulsan a elevar
(por asi decirlo) nuestro grado de “excelencia”, de superar nuestras propias barreras, de
autodesarrollarnos, de fortalecernos, de ampliar nuestra zona de confort y así crecer
como seres humanos. Por ello considero que, porque actuemos siguiendo ciertas
ordenes, reglas o patrones no son de ningún modo, un impedimento para vivir nuestra
libertad de manera efectiva, ya que para que un sistema, cualquiera sea (social, cultural,
musical, molecular, biológico, etc.) exista, fucione de manera efectiva, encaje, tenga
frutos, perdure o avance debe existir obligatoriamente cierto grado de estabilidad,
disciplina, orden y comunión, debido a que, falta de orden es signo de caos y hostilidad,
por lo que ningún sistema puede prosperar sin este fundamento primordial.

Las costumbres, aunque a veces suelen ser despreciadas y juzgadas, juegan un


papel escencial de nuestra humanidad, ya que, suelen facilitar nuestro quehacer diario,
puede ser además, un modo de aprendizaje, tomando las experiencias de terceros y así
reproducirlas, puede ser también, una manera de honrar un legado, etc... de cierto modo
las costumbres hacen que “aligeremos” un poco nuestro trabajo mental, ya que nos hace
entrar en una especie de “modo automático” que nos permite enfocarnos quizá en cosas
de mayor importacia. Nuestra común debilidad es que al entrar en ese “modo automático”
a veces se nos hace muy difícil salir de nuestra rutina y extendernos a hacer cosas
nuevas o reinventarnos. Otro de nuestros mayores errores es que podemos tomar
costumbres ilógicas, sin sentido común o sin razones congruentes, por lo que es un
aspecto del cual, debemos actuar en consciencia y pensar... ¿Por qué lo hago? ¿Tiene
algún sentido para mí...?. Y así ser de alguna manera “conscientes de lo que hacemos de
manera inconsciente”.

En cuánto a los caprichos, creo que poseen una influencia en nuestra vida igual de
importantes que las anteriores, ya que, es bastante común que uno de los motivos
(aunque parecieran no tener motivo alguno) que más nos mueven son de este tipo y
aunque nos sea dificil de admitir, a veces nos vemos esclavizados por ellos, puesto que,
aunque no lo parezcan tienen una fuerza extraordinariamente grande (aun mayor que las
anteriores) si no tenemos dominio propio, decisión y una fuerza de voluntad con la
suficiente firmeza. Por ello me parece bastante propicio el apoyar la idea de platón acerca
de vivir nuestra vida con cierta moderación en lo que a complacer nuestros propios
caprichos se refiere. Si bien es cierto, estos nos ayudan a liberar nuestra propia energía,
nuestros sentimientos, nuestra mente, a veces suele actúa como un arma de doble filo,
con la que debemos tener mucho cuidado de no caer esclavizados por ellos y perder
nuestra libertad por complacer nuestros propios deseos.

Para concluir con ésta reflexión, considero de vital importancia hacer hincapié, en
la importancia de poder ser seres humanos con deseo de cultivar esa libertad que
poseemos y hacer buen uso de ella ejercitando nuestra voluntad y dominio propio, ser
personar proactivas, autoreflexivas, que se reinventen y estudien constantemente, para
asi desarrollarnos y transformar nuestro entorno con disciplina, perseverancia, voluntad,
esperanza y comunión.

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