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SUPERIOR
La sociedad en red y la cultura digital | Seminario 1
UNIDAD TEMÁTICA 2
Competencias digitales en la sociedad en red
Introducción
Tal como se desarrolló en la unidad anterior, la sociedad actual se encuentra fuertemente mo-
delada y condicionada, en todos sus aspectos y dimensiones, por las tecnologías de informa-
ción y comunicación o Tic. Debido a esto, es evidente que el concepto de alfabetización en la
lectoescritura, pilar principal de la educación, debe ampliarse para abarcar e incluir las nuevas
fuentes de acceso a la información, las competencias tecnológicas y simbólicas en la era de la
información y las formas de producción y comunicación de información a través de las TIC.
Todos los contenidos de esta unidad están atravesados por el concepto de alfabetización digi-
tal ya sea porque están en su núcleo mismo o porque confluyen o derivan de él.
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de las TIC. En esta unidad se hará foco en el segundo aspecto de este fenómeno.
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Dejando de lado el acceso físico a las TIC y centrando el análisis en el uso eficiente y la apro-
piación de estas, el concepto de brecha digital se asocia al de analfabetismo digital. Este se
entiende como la ineficiente (o nula) competencia de las personas respecto al uso y el manejo
de las TIC tanto en lo que respecta a los dispositivos como a la red de Internet y a la informa-
ción y las herramientas que ella posee. Al respecto, es interesante considerar la siguiente cita:
“(…) el conocimiento de las propias necesidades y problemas con la información y la capacidad de
identificar, localizar, evaluar, organizar y crear, utilizar y comunicar con eficacia la información para
enfrentar los problemas o cuestiones planteadas; es un prerrequisito para la participación eficaz en la
sociedad de la información y forma parte del derecho humano básico al aprendizaje a lo largo de toda
la vida.”1
La pedagoga sueca Annika Andersson (2004), propone un modelo mediante el cual es posible
analizar la brecha digital para estimar el éxito en el uso de las TIC y visualizar las dificultades
que producen o inciden en la brecha digital. Este modelo se basa en cuatro categorías princi-
pales de análisis que deben tenerse en cuenta para conocer si el uso que las personas hacen
de Internet es útil y efectivo o sí, por el contrario, su vínculo con las TIC favorece la ampliación
de la brecha digital.
Acceso Físico. Hace referencia a la posibilidad de la persona de tener acceso a los dispositivos
(computadora, tableta, teléfono celular) y a la red de Internet. A este respecto, es indispensable
tener en cuenta la calidad de la infraestructura: hardware, software y conexión. Que todas las
personas puedan tener un acceso físico y al uso de las TIC es uno de los retos de las socieda-
des actuales.
Autonomía de uso. Se trata de una estimación del nivel en el que el individuo controla su propio
acceso a Internet. Dicha autonomía puede ser afectada de manera negativa en los casos de
accesos a Internet con restricciones, filtros o regulaciones, por ejemplo por parte de ciertas
instituciones, sin que el usuario esté de acuerdo. No obstante, sin lugar a dudas hay casos en
los cuales las restricciones son necesarias y deseables, como en el caso del contenido para
adultos (un gran problema en el uso de Internet con fines educativos) y el de las web que, por
diferentes motivos, incurren en delitos de distinta índole.
Saber cómo. Incluye los conocimientos técnicos (los recursos y las herramientas digitales, el
hardware, las redes, etcétera) como así también las habilidades de encontrar, seleccionar y
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UNESCO. Declaración de Praga (2003).
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El siguiente esquema propuesto por la autora muestra las interrelaciones entre estas cuatro
categorías. Las flechas de la parte izquierda del esquema indican que cualquier factor puede
interrelacionarse y llevar a otro factor y que el análisis puede iniciarse por cualquier de las
cuatro categorías de análisis y no necesariamente en sentido descendente. Este modelo es de
gran utilidad para ser llevado a la práctica en la educación, dado que permite fácilmente cono-
cer el estado inicial de la relación de los alumnos con las TIC, hacer un seguimiento de su
avance, estimar los progresos y realizar modificaciones en los proyectos, los programas de
estudio, las estrategias de enseñanza y las intervenciones pedagógicas.
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COMPETENCIAS DIGITALES:
Se trata de las habilidades computacionales básicas para el uso seguro, crítico, efectivo y efi-
ciente de las TIC para el trabajo, la educación, el ocio y la comunicación (EC, 2008). Se trata de
una visión amplia y abarcativa que puede incluir e integrar, según el grado de análisis, las men-
cionadas anteriormente.
Queda claro que el nuevo concepto de alfabetización digital se centra en el desarrollo, la adqui-
sición y el dominio de diferentes competencias, aptitudes, habilidades o en torno al uso de la
información y la comunicación, y no tanto en las habilidades de utilización de la tecnología,
aunque, obviamente, no las excluye por completo. Debido a esto, los principales desafíos y es-
collos relacionados con la alfabetización digital no se enfocan en las competencias de mani-
pulación de los dispositivos ni de las herramientas digitales sino en las competencias intelec-
tuales, actitudinales y éticas vinculadas a la utilización de las TIC en forma “inteligente” para
los más diversos fines.
El manejo instrumental de las TIC es un componente necesario de la alfabetización digital.
Pero plantear dicha alfabetización tendiente al desarrollo de conocimientos y habilidades ins-
trumentales implica sostener una postura reduccionista, simplista y mecanicista de la com-
plejidad de la formación y la alfabetización en el contexto de la sociedad de la información, la
cultura digital y la sociedad red. Es decir, a riesgo de parecer reiterativos, la alfabetización en
la cultura digital supone aprender a manejar los dispositivos, los recursos y herramientas digi-
tales, el desarrollo y consolidación de competencias o habilidades cognitivas relacionadas con
la obtención, la comprensión, la valoración, la producción y la comunicación de información. A
los dos aspectos mencionados, es necesario agregar la promoción, el fomento y el desarrollo
de actitudes y de valores que impregnen de sentido y significado moral, ideológico y político a
las actividades llevadas con las TIC. Por esto, una finalidad educativa importante debería ser
la formación las nuevas generaciones como usuarios conscientes y críticos de las TIC y de la
cultura y los vínculos sociales que se producen, afianzan y difunden a partir de ellas.
Entre muchos otros aspectos relevantes de esta concepción, es menester mencionar que per-
mite el desarrollo y la implementación de proyectos, estrategias e intervenciones de formación
tendientes a que las personas puedan: aprender a aprender a lo largo de toda la vida, enfrentar-
se a la información, insertarse laboralmente en contextos donde las TIC son indispensables,
comunicarse y participar en la vida ciudadana mediados por las TIC y tomar conciencia de las
implicancias económicas, ideológicas, políticas, éticas, sociales y culturales de las TIC en las
sociedades actuales.
Otra forma en que se suele abordar la cuestión de la alfabetización digital es centrarse en el
desarrollo de cinco ámbitos o dimensiones de competenciales que se desarrollan simultánea-
mente en el sujeto que aprende. De alguna forma se incluye prácticamente lo mismo que en la
concepción anterior, pero con un criterio diferente de organización y análisis que no se centra
en el tipo de competencia, sino en la dimensión en la cual dicha competencia se enmarca.
• Dimensión instrumental: implica el dominio técnico o instrumental de los dispositivos y de
las herramientas y los recursos digitales. Es el conocimiento práctico y las habilidades de uso
del hardware y del software.
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¿Por qué se debería considerar la alfabetización digital como una meta ineludible de la educa-
ción? Reducir el analfabetismo digital, al alfabetizar digitalmente a las personas es una necesi-
dad educativa prioritaria ya que, sin lugar a la menor duda, aquellas personas que no sean ca-
paces de desenvolverse con TIC de un modo inteligente estarán privadas cada vez en mayor
medida de acceder a la cultura e insertarse en mercado laboral en la sociedad de la informa-
ción y tendrán mayores probabilidades de ser marginados culturales y excluidos sociales. La
necesidad de impulsar la alfabetización digital es evidente y ya nadie cuestiona que se forme
a los futuros ciudadanos en ella.
Un término que goza cada vez de mayor difusión e influencia es el de multialfabetización, una
concepción amplia y abarcativa, que incluye las destrezas en el dominio de la lectura y la escri-
tura, de las competencias digitales y de las audiovisuales. Las tres, aunque en mayor medida
las dos últimas, se abordan como partes indispensables de la alfabetización digital.
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Respecto de este concepto, el informático británico Tim BernersLee, creador de la Web, sostie-
ne lo siguiente:
“Deberíamos ser capaces no sólo de encontrar cualquier tipo de documento en la Web, sino también de
crear cualquier clase de documento fácilmente. Deberíamos no sólo poder interactuar con otras perso-
nas, sino crear con otras personas. La intercreatividad es el proceso de hacer cosas o resolver proble-
mas juntos”.2
De esta manera, el concepto intercreatividad se vincula al potencial colaborativo del uso de las
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BernersLee, T. (2000)
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Además, en la misma obra, propone la interesante idea que las decisiones tomadas a través
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del establecimiento de una inteligencia colectiva pueden ser aún más inteligentes que las de
los expertos. La inteligencia colectiva se opone al individualismo y, metafóricamente, puede
imaginarse como la construcción de un gran cerebro digital comunitario cuyo rol puede ser
trascendental y su aprovechamiento deseable como base de la sociedad del conocimiento.
Es importante aclarar que el concepto de inteligencia colectiva no hace referencia necesaria-
mente al establecimiento de una gran inteligencia global, a escala planetaria, sino principal-
mente a numerosas inteligencias colectivas constituidas a diferentes escalas, por ejemplo,
entre determinados sectores de la sociedad en torno a diferentes actividades, intereses, gru-
pos de pertenencia, ideologías políticas, profesiones, etcétera. Por ejemplo, puede establecer-
se una inteligencia colectiva entre los docentes de nivel primario de una ciudad, una provincia,
un país o una región.
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O’Reilly, T. (2005)
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La Web 2.0 ofrece incalculables instrumentos de cooperación que vehiculizan de forma “ins-
tantánea” la circulación de datos proporcionados por los usuarios, con lo cual agilizan las inte-
racciones sociales entre personas y promueven la aparición de espacios propicios para la co-
laboración en los que muchos interactúan con muchos y dan lugar al desarrollo de inteligen-
cias colectivas.
En este contexto, las limitaciones a la participación son bajas o virtualmente inexistentes y se
alcanza una valoración real de las ideas nuevas que se adoptan por un mecanismo de aproba-
ción popular. En la Web 2.0, una idea es buena en tanto y en cuanto logra la aprobación y la
adopción por parte de grandes cantidades de usuarios. Las aplicaciones Web más exitosas
son, al parecer, las que no solo permiten y estimulan, o que directamente se construyen sobre,
la participación masiva.
Dicho todo lo anterior es posible afirmar que la información invade, junto a las TIC, la creativi-
dad que arriba a un nuevo concepto, la intercreatividad. Esta, a su vez, forma un sistema cohe-
rente con la inteligencia colectiva y la arquitectura de la participación. En torno a todo esto
aparecen fenómenos indispensables en su desarrollo y consolidación: el Copyleft y las licen-
cias Creative Commons, las folcsonomías y los colaboratorios. Solo se desarrollarán en este
texto los dos primeros, por lo que se ofrece a continuación una breve caracterización de los co-
laboratorios.
Los colaboratorios, término que proviene de la fusión de los vocablos colaboración y laborato-
rio son de espacios de aprendizaje en red, flexibles y participativos. Se trata de espacios de en-
cuentro abierto para académicos, investigadores, estudiantes y público en general que buscan
la consolidación de espacios de aprendizajes en red, altamente flexibles y participativos. El
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ejemplo más representativo son los repositorios digitales que almacenan y ponen a disposi-
ción información digital, por ejemplo investigaciones o recursos multimedia o informáticos de
distinto tipo.
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ATRIBUCIÓN
El autor del recurso permite copiar, reproducir y distribuir públicamente la obra, realizar obras
derivadas (traducción, adaptación, etc.), aun con fines comerciales siempre y cuando se reco-
nozca y mencione la autoría. Es decir, es obligatorio, siempre, mencionar al autor.
La autorización para explotar la obra no incluye la posibilidad de crear una obra derivada a partir
de ella, por lo que no se la puede modificar.
NO COMERCIAL
COMPARTIGUAL
El autor permite copiar, reproducir, distribuir, comunicar públicamente la obra, y generar obras
derivadas pero siempre que mantengan la misma licencia al ser divulgadas.
Quienes deseen obtener una remuneración por el uso de su obra, simplemente pueden quitar
de la licencia la posibilidad de realizar con ella usos comerciales o generar obras derivadas.
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En el contexto de las folcsonomías, se han detectado diferentes tipos de etiquetados que reali-
zan las personas, cuya diversidad obstaculiza la posibilidad de alcanzar indexaciones con alto
grado de rigurosidad, exactitud y objetividad.
• Etiquetado egoísta: los recursos son etiquetados con términos que resultan útiles solamente
a la persona que realiza el etiquetado. Por ejemplo, "foto para trabajo práctico", "pendiente de
lectura", etcétera.
• Etiquetado "amiguista": los recursos son etiquetados con el fin de compartirlos con personas
cercanas al usuario que aplica las etiquetas. Se incluyen en las etiquetas términos sin signifi-
cado claro fuera de dicho círculo de personas. Por ejemplo, “para el cumple de Pedro”.
• Etiquetado altruista: se etiquetan recursos para compartirlos con la mayor cantidad de per-
sonas posible. Se aplican etiquetas representativas del contenido del recursos, como “músi-
ca”, “mundiales de fútbol”, recetas de cocina”, etcétera.
• Etiquetado populista: el etiquetado se efectúa para hacer más atractivo el recurso y lograr
que este obtenga un número mayor de visitas. Se emplean etiquetas con palabras que llaman
la atención de los usuarios, por ejemplo, “método exitoso”, muy interesante”, “la mejor forma
de…”, etcétera.
Las folcsonomías son un fenómeno relativamente reciente y en pleno desarrollo en la Web 2.0,
es poco probable en la actualidad predecir su evolución hacia un sistema más o menos útil,
pero sin lugar a dudas viene a cubrir una necesidad de organizar, clasificar y recuperar la infor-
mación de la Web, cuyo volumen crece a pasos agigantados.
El siguiente cuadro presenta las ventajas y desventajas de la indexación social y las folcsono-
mías. Es de esperar que las desventajas actuales puedan salvarse y superarse en todo o en
parte durante la evolución de este fenómeno.
Dificultad en la especificidad.
Etiquetado egocentrista.
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SINTESIS
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AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Qué fenómenos y acciones creen que podrían influir para ampliar la brecha digital actual?
¿Cuáles podrían implementarse para reducirla?
2. Analicen el siguiente organizador conceptual, que amplía la idea de brecha digital desarro-
llada en el texto, y explíquenlo. Luego, respondan las preguntas planteadas.
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CITAS TEXTUALES
Bautista Sancho, L. (2012). Los cambios en la web 2.0: una nueva sociabilidad.Estudios Sobre
El Mensaje PeriodíStico, 18, 121-128. Disponible en:
http://dx.doi.org/10.5209/rev_ESMP.2012.v18.40917
“Hemos desinstalado y actualizado viejos conceptos caducos, tales como la confianza, la
privacidad y los derechos de autor. Con respecto a este último, plataformas como Creative
Commons, una organización no gubernamental sin ánimo de lucro que nació en 2001 y que en
2009 contaba ya con más de 350 millones de licencias, se dedica a reescribir legislaciones de
acuerdo a las novedades surgidas en las nuevas tecnologías y elaborar nuevas licencias. En lo
relativo a la privacidad, hay que reconocer que la web 2.0 y la presencia activa y saturante de
las redes sociales en lo cibernético han conseguido fomentar la transmisión en directo de
nuestras propias vidas con actualizaciones prácticamente inmediatas y completas, eliminan-
do o reescribiendo el concepto de intimidad. Hoy en día se sabe dónde estamos (gracias a la
geolocalización que contienen la mayoría de las redes), con quién, qué hacemos y cómo lo
hacemos.
La buena noticia es que somos nosotros quienes podemos y debemos decidir a cada instante
qué preservamos para nuestra intimidad, qué hacer público y trabajar activamente para con-
seguirlo. Sólo nosotros podemos proteger nuestro espacio privado y sólo de esta manera
lograremos hacer de nuestra pequeña parcela en la enorme Internet lo que de verdad quera-
mos que sea. Y en cuanto a la confianza, cada vez más parecen plausibles conceptos como el
de “confianza aumentada”, que la supedita a la conexión. A más conexiones, más confianza.
Así, en la era de la hiperconexión, transparencia, liberación e interacción podemos abandonar
la constante sospecha del miedo y asentarnos en una confianza vigilante.
Sí, somos una sociedad neofílica, obsesionada con lo más nuevo, que seguimos el ritmo de lo
último, pero también somos capaces de adaptarnos a ello, de acomodarlo a nuestras rutinas y
modos de vida y de extraerle el provecho que nos brindan. En definitiva, estamos dentro de un
nuevo mundo que quizá ya hemos conquistado pero del que sin duda, nos queda mucho por
conocer, aprender y explorar.”
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Nunca fue tan necesaria la educación o formación de los individuos para integrarse social-
mente. Sin una formación básica escolar difícilmente un sujeto podrá ser un ciudadano autó-
nomo y consciente de sus responsabilidades y derechos sociales. Su promoción laboral, sus
valores y actitudes ante la vida, sus prácticas culturales y de ocio, sus vínculos y relaciones
afectivas con los demás, su comportamiento democrático con los que le rodean y con la socie-
dad, etc., estarán condicionados por la cantidad y calidad de la formación recibida.
Hace pocas décadas, la formación necesaria para tener éxito social, profesional y personal se
reducía a la que un sujeto recibía en su período vital de la infancia y la juventud, es decir, en la
etapa escolar y universitaria. Un título superior prácticamente garantizaba de por vida estabili-
dad y ascenso social. Esa formación inicial era casi suficiente para el ejercicio profesional sin
sobresaltos ni altibajos. No había necesidad de reciclaje, ya que el conocimiento existente era
estable y apenas cambiaba.
Hoy, por el contrario, la innovación, el cambio, la transformación y la mutabilidad son las carac-
terísticas del conocimiento que generamos las personas, las instituciones, las universidades,
las empresas o cualquier otro grupo social humano. […] Frente a la solidez, la perdurabilidad
del pensamiento y de los sistemas sociales del pasado, actualmente están bullendo perma-
nentemente nuevas ideas, nuevas prácticas y nuevos fenómenos que convierten en inciertos y
efímeros los saberes y certezas que poseemos. La inestabilidad, la provisionalidad y la fugaci-
dad son consustanciales al presente, tal como otros pensadores posmodernos ya habían
acertado a definir.
La cultura del siglo XXI es multimediática, es decir, se construye a través de múltiples y varia-
das formas simbólicas y se difunde mediante tecnologías diversas. Pero, sobre todo, es líqui-
da, es decir, inaprensible, variable, intercambiable, interactiva, de consumo inmediato, en per-
manente transformación. Frente a la solidez de las certezas de la cultura decimonónica, el pre-
sente posmoderno nos ha traído un tiempo de relativismo y mutabilidad del conocimiento, de
modas efímeras de las ideas, valores y costumbres, de permisividad de las diferencias, de
incertidumbre sobre el futuro mediato.
La complejidad y el cambio son los rasgos que mejor definen el tiempo actual. Por ello, la edu-
cación o formación no puede ser reducida o acotada a una etapa concreta de la vida de un
sujeto. Por el contrario, la formación tiene que ser permanente, continua, a lo largo de la vida,
desde el nacimiento hasta la muerte de cada sujeto.
Hace pocos años, el pensador francés E. Morin escribió, por encargo de la UNESCO, un peque-
ño libro con el ilustrativo título de Los siete saberes necesarios para la educación del futuro,
donde reflexionaba sobre qué era lo básico y fundamental que un ciudadano del siglo XXI
debía saber en un período caracterizado por la complejidad e inestabilidad del conocimiento.
Una tesis relevante de este libro es que la educación en general, y la docencia universitaria en
particular, siempre ha tendido a enseñar certezas, saberes supuestamente cerrados, definiti-
vos y poco cuestionables. Sin embargo, el tiempo actual se caracteriza precisamente por la
sensación de que el conocimiento es efímero, cambiante y relativo. Por ello, Morin reivindica,
como uno de los sietes saberes básicos, la necesidad de reorientar el sentido último de la edu-
cación hacia la formación de sujetos que sepan vivir y afrontar la incertidumbre inevitable del
conocimiento. En un mundo complejo y en permanente mutación, tendrán mayores posibilida-
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des de éxito aquellos sujetos que manifiesten una actitud favorable hacia la adaptación a los
cambios y que dispongan de las competencias y conocimientos necesarios para resolver
situaciones problemáticas. Por ello, es fundamental enseñar para la autonomía, formar al
alumnado en el desarrollo de competencias que le permitan aprender por sí mismo a lo largo
de toda su vida.
Otro de los ejes o saberes fundamentales de la educación del futuro que Morin señala es
educar para la comprensión. Como ya indicamos anteriormente, el acceso a muchos datos e
información no garantiza necesariamente el conocimiento y la interpretación crítica de los
mismos. La comprensión es un acto intelectual complejo en el que intervienen numerosas
habilidades cognitivas (discriminar, analizar, clasificar, extraer conclusiones, generalizar),
donde el individuo integra la nueva información en estructuras de pensamiento que ya poseía,
creándose de este modo una nueva idea o conocimiento.
Por ello, uno de los retos de la alfabetización digital es formar, cualificar a los sujetos como
usuarios inteligentes de la información para que sepan distinguir lo relevante de lo superfluo y
extraer sus propias conclusiones mediante el desarrollo de esquemas interpretativos, de
herramientas intelectuales que les permitan contrastar y analizar críticamente la información,
reconocer los códigos y lenguajes de los distintos saberes y aprender a utilizarlos para expre-
sar sus propias ideas y argumentaciones, para realizar juicios éticos y seguir aprendiendo a lo
largo de toda su vida.
[…] la alfabetización digital debe entenderse como un proceso de aprendizaje continuo a lo
largo de toda la vida. La tecnología digital, por su naturaleza, está en constante cambio y
transformación, generando nuevas formas expresivas y de comunicación, lo que exige un per-
manente proceso de autoaprendizaje de cada individuo para no quedarse aislado y ajeno a
estas transformaciones culturales.
[…] De este modo, los objetivos de la alfabetización digital deberían dirigirse a que los niños, los
jóvenes y los adultos:
- Logren las competencias de dominio de los mecanismos y de las formas de comunicación de
las distintas herramientas digitales.
- Adquieran criterios de valor que les permitan discriminar y seleccionar aquellos productos,
informaciones o contenidos de mayor calidad cultural.
- Sepan sacar a la luz los intereses económicos, políticos e ideológicos que están detrás de
toda empresa, proyecto y producto mediático.
- Tengan las habilidades para expresarse y crear productos en distintos lenguajes expresivos.
- Tomen conciencia crítica del papel de las tecnologías en nuestra vida cotidiana, económica y
social.
Sin educación no habrá cultura democrática en las prácticas colectivas de uso de la tecnolo-
gía. Sin identidad líquida, pero basada en conocimientos sólidos, no seremos sujetos que
sepamos desenvolvernos de modo inteligente y democrático en la Red.
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“Leer un producto multimedia en una pantalla supone desarrollar habilidades interactivas rela-
cionadas asimismo con la multilinealidad posible del hipertexto. Es así como se llega a los
verdaderos sistemas de hipermedia. Como integración de varios recursos dentro de un medio,
atendemos no sólo a la dimensión autoral de los multimedia, sino también a la multimodali-
dad, y, por tanto, a las estrategias lectoras. El lector ya no sólo se adentra en el propio mensaje,
sino que mantiene un control sobre la propia estructura, que ha de ser capaz de conocer para
navegar en ella con soltura. El lector es dinámico e inmersivo, desarrolla capacidades cogniti-
vas avanzadas que incluyen planteamientos inductivos y deductivos, un conocimiento de la
organización del texto, y concibe el espacio informativo de la pantalla no sólo en su longitud
sino en su profundidad. Lejos de quedarse en la superficie, interactúa con la interfaz y se inter-
na en la «interficie».”
BIBLIOGRAFÍA OBLIGATORIA
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do en: http://link.springer.com/chapter/10.1007%2F9783540300786_48 Recuperado el 5 de
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