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Posesión (762 – 792)

Concepto:
La jurisprudencia1 y las leyes distinguen entre tres posiciones que las personas podemos tener
frente a los bienes, la tenencia, la posesión y el dominio.
La tenencia se define en el artículo 775, y es cuando alguien tiene un bien, pero reconoce que
no es de él. Si Lorena me presta su celular para yo llamar a alguien, yo sé que el celular no
es mío, si me preguntan de quién es voy a responder que es de Lorena, yo soy un “mero
tenedor”.
El dominio, es el caso que a conocen, donde soy el verdadero titular del bien (ahí no hay nada
nuevo).
Hay una posición “intermedia”, que nace de alguna forma como manera de redistribuir los
bienes, llamada posesión2, definida en el artículo 762. El poseedor es aquel que tiene un bien,
que si bien no es suyo, tiene ánimo de que sea de él. Por eso decimos que la posesión tiene
dos elementos, el corpus y el animus. No basta con que yo quiera ser dueño del carro de
Felipe, ni que yo tenga un libro de Juliana, debo reunir ambas cosas, la tenencia y la voluntad
de ser dueño, para ser llamado poseedor. La voluntad se puede demostrar por la realización
de los actos que hacen los dueños, como pagar los impuestos, hacer reparaciones, y así.
También, según el artículo 782, puedo ejercer la posesión mediante representante, puede que
yo diga que la finca es mía (aunque no lo sea), tanto que le pago a un mayordomo para que
la cuide por mí durante la semana. La posesión se regula en el Código Civil como un
antecedente a la prescripción adquisitiva, concepto en el que profundizaremos luego.
Clasificación:
La posesión puede ser regular o irregular, según el artículo 764.
La posesión regular es la que tiene, en principio3:
1. Buena fe
2. Justo título
La buena fe se entiende, según el artículo 768, como la creencia de haber adquirido bien, yo
le compré a quien creía que era el dueño, o cuando me vendieron la finca me dijeron que iba
entre esta y aquella cerca, aunque en realidad fuera menos, y así. El artículo 764 dice que la
buena fe debe estar al principio de la posesión, y no es necesario que se mantenga. Si Juanita
me regala una billetera, y a los seis meses me cuenta que la billetera era robada, pues yo igual
estaba de buena fe al principio, entonces seguiré siendo un poseedor de buena fe.

1
Corte Suprema de Justicia - Sala de Casación Civil, Magistrado Ponente César Julio Valencia Copete,
Sentencia No. Exp. 05001-31-03-010-2006-00429-01, Bogotá, 3 de septiembre de 2010.
2
¡No es un derecho real!
3
Velásquez Jaramillo dice que muy excepcionalmente, la Corte Suprema de Justicia ha permitido que alguien
se considere poseedor de regular, aunque no tenga justo título, si hay “un error excusable y honesto” (pg. 160).
El justo título se define en los artículos 765 y 766, y se dice que es cuando puedo demostrar
que llegué a esa posición por alguna relación jurídica, que me la vendieron, la heredé, me la
regalaron y así.
Miren que yo puedo tener justo título y estar de mala fe, María me vende un gato, pero yo sé
que el gato es de Estefanía. O al revés, puede que yo tenga un libro porque lo encontré en mi
casa y creo que es un regalo que me mandaron (buena fe), pero no puedo demostrar el título.
La posesión irregular, por el contrario, es la que no tiene alguna de esas cosas, o ninguna.
Por ejemplo, Pablo ve que nadie va nunca al lote al lado de su casa, entonces compra unos
burros y los mete a ese lote, para poder así explotarlo, queriendo ser el dueño. Vean que
Pablo sabe que eso no es de él, nadie se lo vendió ni regaló, pero ante la negligencia del
titular, él busca tomar su lugar.
Un caso muy popular de posesión de mala fe es las personas que no devuelven los libros que
les prestan. Cuando se celebró el comodato sobre el libro, ellos eran tenedores, pero en algún
momento decidieron que no iban a devolver el libro, lo que la jurisprudencia llama “una
manifestación inequívoca de rebeldía frente a la relación de la tenencia”4, ahí empiezan a ser
poseedores irregulares.
Saber si la posesión es regular o irregular es importante para cuatro cosas:
1. Los frutos
2. Las mejoras
3. Los deterioros
4. El tiempo de prescripción
Cuando estudiemos, al final de la ficha, la reivindicación, veremos bien las diferencias.
Hay posesiones que se llaman “viciosas” (artículo 771), lo que implica que solo permiten
adquirir por prescripción extraordinaria, y son la violenta y la clandestina. La violenta se
explica sola, uso la fuerza, o la amenaza de la misma, para tener la cosa. Si paro en un
semáforo, y Juan me apunta con una pistola para que le entregue el celular, pues su posesión
será violenta. La clandestina es la que se hace al escondido, por ejemplo, vivo en una finca
de lunes a viernes, y los fines de semana que van los dueños, huyo. Eso es clandestino, y
tampoco es ordinaria, porque la idea de la posesión es darle protección a quien quiere ser
dueño de los bienes que pertenecen a otro que es negligente, casi como si no los quisiera.
Protecciones:
Los poseedores son protegidos de dos grandes formas.
La primera es que se presumen dueños (artículo 762), lo que implica que si yo tengo un bien,
no tengo que demostrar siempre cómo lo adquirí. La segunda es las llamadas “acciones
posesorias”, reguladas en los artículos 972 al 1007, y dice que los poseedores de inmuebles,

4
Corte Suprema de Justicia - Sala de Casación Civil, Magistrado Ponente César Julio Valencia Copete, op.
cit. (pg. 68).
que llevan más de un año en posesión de los mismos, tienen distintas formas de protección,
ante nuevas construcciones, perturbaciones de sus derechos, entre otros.
Prescripción adquisitiva (2518 – 2534):
También es llamada usucapión, es un modo de adquirir el dominio, en el que el poseedor,
luego de pasado un tiempo, se hace dueño de los bienes que antes no le pertenecían, cuando
sea permitido. Una excepción es que los bienes del Estado no pueden adquirirse por
prescripción (artículo 2519). Cuando sí se puede adquirir por usucapión, se acude ante un
juez para que adelante el proceso, y él primero debe ver cómo contabilizar el tiempo, y
después cuánto tiempo se necesita.
Para contabilizar, cada poseedor puede escoger si usar solo el tiempo que él ha poseído, o si
sumarle el de una posesión anterior a la que él llegó libremente, según los artículos 778 y
2521. El problema es que si quiero sumar el tiempo, tendré también los vicios de la otra (si
un poseedor de mala fe me vendió, yo puedo utilizar su tiempo, pero siendo poseedor
irregular también).
Dos fenómenos pueden afectar esto, la suspensión (artículo 2530) y la interrupción (2523).
La suspensión pausa el tiempo, mientras que la interrupción lo devuelve a cero. Se suspende
la prescripción cuando:
- El dueño es un incapaz
- El dueño está en “imposibilidad absoluta” de ejercer el derecho (piensen por ejemplo
en alguien secuestrado, no puede ir a la finca).
- El bien es inmueble y está inundado5
- El bien pertenece a una herencia y el poseedor es uno de los herederos. Aquí, herencia
es el conjunto de bienes del muerto antes de que se haga el proceso de sucesión. Si
mi papá se muere, yo no puedo alegar el tiempo que pase entre eso y que se adjudique
su sucesión, para adquirir una moto que era suya, por ejemplo.
- Cuando el poseedor se vuelve administrador del patrimonio ajeno. Hay muchos casos,
como el representante legal de una empresa, que maneja el patrimonio de la persona
jurídica, no puede alegar ese tiempo como uno de prescripción.
Por otro lado, se interrumpe (y vuelve a cero), cuando dejo de ser poseedor, porque me voy
voluntariamente, o algo similar. Así, si fui alguien que tenía ánimo de dueño y la tenencia de
un carro, pero lo dejo tirado, y a los meses vuelvo a ser su poseedor, no podemos contar el
primer tiempo para la pretensión de prescripción. La posesión también se interrumpe cuando
reconozco el dominio ajeno, como si le pago un canon de arrendamiento al dueño de la finca,
o digo que la finca no es mía, sino de Alejandra, para que no me cobren los impuestos.
Ya que sabemos cómo contar el tiempo, tenemos que saber cuánto tiempo debe poder pasar
para que se alegue la prescripción adquisitiva con éxito. La prescripción ordinaria es la que
alegan los poseedores regulares, y la extraordinaria la que alegan los poseedores irregulares.

5
Aunque este caso está regulado en el artículo de la interrupción, es un caso de suspensión.
El artículo 2529 dice que la prescripción ordinaria es de 3 años para bienes muebles y de 5
años para bienes inmuebles, pero que si el dueño vive fuera del país, los tiempos se duplican.
Así, si soy poseedor regular de un gato, solo debo esperar tres años, pero si es una finca, son
cinco.
La prescripción extraordinaria, según el artículo 2532, es de 10 años.
Algunas leyes especiales pueden cambiar estos tiempos, por ejemplo, el artículo 1443 del
Código de Comercio dice que para la usucapión de barcos, el tiempo se reduce a la mitad.
La ley 1183 de 2008 permite que este proceso se adelante ante notarios, cuando es un bien
inmueble, que esta en zona urbana, en estratos uno y dos.
Reivindicación (946 – 971):
El dueño de un bien puede disputar con el poseedor del mismo, para saber si ya se puede
alegar la usucapión o no. Cuando el dueño del bien le pide al poseedor que le devuelva el
bien, se habla de reivindicación. También puede reivindicar el poseedor que ya había
cumplido las condiciones para ser dueño (artículo 951).
Cuando el juez estudia la petición que le hace el dueño, puede declarar:
1. Que el poseedor ya se volvió dueño, por prescripción, o
2. Que no se cumplen los requisitos de la prescripción, y que el bien debe devolverse
Cuando el juez decide que el bien debe devolverse, debe estudiar las “prestaciones mutuas”
(961 – 971), donde se pregunta, ¿qué pasa con los frutos, las mejoras y los deterioros del
bien?
Frutos (964): El poseedor regular se hace dueño de los frutos que se producen mientras está
en posesión, él se va tranquilo, pero el poseedor irregular debe devolverlos. Así, si yo fui
poseedor irregular de una finca, me pueden pedir que pague todo lo que la finca produjo
durante ese tiempo (los que vale el café que saqué en esos tres años, por ejemplo).
Mejoras (965 – 967): Tenemos que mirar qué clases de mejoras se hicieron.
- Necesarias: Son las que se tienen que hacer para que el bien no se pierda o destruya,
como pagar una hipoteca, hacer un muro de contención, darle comida al caballo, entre
otras. Estas se pagan a los poseedores de buena y mala fe (el artículo 965 dice cuánto).
- Útiles: Son las que no se tienen que hacer, pero aumentan el valor de la cosa, como
cultivar una finca, ponerle frenos ABS a la moto, entre otros. Los poseedores de buena
fe tienen derecho a que se les paguen, los de mala fe no, pero si puede llevarse los
materiales sin dañar el bien, el propietario debe escoger si pagárselos o dejar que se
los lleve.
- Suntuarias/Voluptuarias: Son las que no aumentan en casi nada el valor del bien, y
son de puro lujo, como poner una estatua de una quimera en la entrada, o lo que
Guillermo Montoya llama “mañesadas”. Nadie tiene derecho a que le paguen estas
mejoras, pero si puede llevarse los materiales sin dañar el bien, el propietario debe
escoger si pagárselos o dejar que se los lleve.
Deterioros: (963): Cuando el bien se ha deteriorado, el poseedor de mala fe responde por
todos los que se causan por su culpa, pero el poseedor de buena fe solo responde por los
deterioros de los que se aprovecha. Si la casa tiene una humedad que nunca se arregla, el
poseedor de mala fe debe pagar por ella, pero el de buena fe no.

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