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UNIVERSIDAD TEGNOLOGICA DE HONDURAS

LICENCIATURA EN DERECHO

Asignatura:
Español

Catedrático:
Lic. José Ángel Núñez Acosta

Tema:
Funciones y Niveles Del Lenguaje

Tareas #3 Primer Parcial

Alumna:
María Iveth Hernández Rodas

Número de cuenta:
202220040067

El Progreso, Yoro 08 de junio del 2022


Las 6 funciones del lenguaje determinan la intención comunicativa que
tenemos cuando emitimos un mensaje. Estudiamos aquí los seis tipos de
funciones y vemos algunos ejemplos. ¿Queremos informar, ordenar,
expresarnos con belleza, pedir una explicación sobre una palabra que
desconocemos, expresar nuestros sentimientos, comprobar que nos están
oyendo? Cada una de esas intenciones necesita una función del lenguaje.
Se habla de seis funciones del lenguaje, según la participación de cada uno
de los elementos del lenguaje: emisor, receptor, canal, código, referente y
mensaje.
 Amplía este punto en la comunicación. sus elementos
 lenguaje, lengua, habla y norma

1-FUNCIÓN EXPRESIVA O EMOTIVA (emisor)


Manifiesta el estado de ánimo del emisor; este (además de transmitir una
información) expresa su actitud ante lo que dice. Suele recurrir a formas de
expresión enfáticas y a un uso fuerte de la entonación (frases exclamativas e
interjecciones).
Ejemplos

- ¡Madre mía! ¡En que lío me he metido! No voy a poder solucionarlo.


- ¡Ojalá apruebe el examen de matemáticas!
- ¡Que pases un feliz cumpleaños!

2-FUNCIÓN APELATIVA O CONATIVA (receptor)


El emisor pretende, al emitir su mensaje, que el receptor actúe de una
manera determinada. El código lingüístico dispone de formas especiales para
la función conativa: el imperativo, las frases exhortativas y el vocativo.
Es la función que predomina en el lenguaje publicitario, ya que este pretende
siempre “obligar” al receptor a actuar.

Ejemplos

-Por favor, espere un momento.


-Ponte el abrigo.
- ¡Manuel!
3-FUNCIÓN REPRESENTATIVA (referente)
Suele aparecer en todo acto de comunicación (aunque sea otra función la
que prevalezca) porque es consustancial al mensaje: si un mensaje no dice
nada, no tiene sentido. En esta función se comunica información objetiva, lo
que significa el referente (la realidad extralingüística).
Ejemplos

-La información que aparece en un manual de historia o de arte (que no


trasluce la postura del autor ni incita el receptor a reaccionar).
-Unas instrucciones para usar una lavadora.

4-FUNCIÓN POÉTICA O ESTÉTICA (forma del mensaje)


Se centra en el propio lenguaje; nos preocupamos por la forma del lenguaje;
no es importante lo que se dice sino la forma en que se dice.
Es la función que predomina en la literatura; un escritor va más allá de la
mera información, porque pretende presentarla de forma bella, pretende
que el emisor perciba belleza y creatividad en ese mensaje. Utiliza
procedimientos formales para conseguir esto: figuras literarias, rima y
medida de versos (si opta por la poesía), cambio de orden de palabras,
adjetivos…

En menor medida que en la literatura, también interviene esta función


cuando una persona se preocupa (por ejemplo, al hablar en público) de elegir
las palabras adecuadas, de la entonación, de las pausas… Lo que busca el
orador es un mensaje o bien bello, o bien original, o bien provocador.

5-FUNCIÓN FÁTICA O DE CONTACTO (canal)


Algunos mensajes se centran en mantener, largar o interrumpir la
comunicación para verificar que el canal funciona. Usamos esta función
frecuentemente en nuestra vida diaria; realmente no tenemos nada que
decir, pero queremos mostrar que seguimos en contacto.
A veces este mantenimiento de contacto da como resultado diálogos vacíos
de significado, en los que solo usamos fórmulas rituales.
Ejemplos

- ¿Me oyes?
-De acuerdo.
-Sí, si…
-Pues claro.
-A ver si nos vemos pronto.

6-FUNCIÓN METALINGÜÍSTICA (código)


Se produce cuando el mensaje se refiere al código que estamos usando.
Cuando aprendemos un idioma o pedimos que nos expliquen una regla
gramatical estamos en la función metalingüística.
Ejemplos

- “Antónimo” significa que tiene un significado contrario.


- ¿Cómo se dice en inglés “nariz”?
-Una palabra que acaba en –mente es un adverbio.
¿Qué son los niveles de la lengua?

Se entiende por niveles de la lengua o niveles del lenguaje (y también


registro lingüístico) al grado de corrección con que utilizamos el idioma en
una situación determinada. Esto significa que no siempre nos expresamos de
la misma manera, sino que ponemos más empeño y atención en el modo de
hablar o escribir en algunas situaciones, mientras que en otras nos relajamos
y nos permitimos un mayor margen de error, incertidumbre y/o
informalidad.

Así, los niveles de la lengua tienen que ver, en primer lugar, con


el contexto comunicativo: con quién nos comunicamos, en qué situación y
para qué; y en segundo lugar con las capacidades lingüísticas de cada quien,
esto es, con su nivel de instrucción educativo, su talento para el manejo del
lenguaje y su léxico.

Así, cuando empleamos un nivel inadecuado para la situación en la que


estamos, corremos el riesgo de desentonar, ofender o perder la atención y el
respeto de nuestros interlocutores; mientras que empleando el registro
adecuado garantizamos un menor margen de ruido en la comunicación.
Además, cuando nos comunicamos revelamos cosas sobre nosotros, no sólo
en lo que decimos, sino en cómo lo decimos.

Los tres niveles de la lengua son: subestándar (por debajo de la norma),


estándar (a tono con la norma) y superestándar (por encima de la norma). A
continuación, veremos cada uno por separado.
Nivel subestándar de la lengua
El nivel subestándar puede utilizarse
en contextos de mucha familiaridad.

El nivel subestándar de la lengua es el menos sofisticado de todos, es decir, el


que menos conocimientos lingüísticos y menos capacidad de entendimiento
requiere para emplearse y entenderse. Por ende, es el que emplea el idioma
de manera más informal, menos cuidadosa, con mayor cantidad de libertades
y de modismos, que en otro contexto pueden ser percibidos como
incorrecciones.

El nivel subestándar es utilizado en situaciones informales, en las que existe


una cierta familiaridad o en que las normas de protocolo y cortesía se relajan,
de modo que es un nivel al que todos accedemos en determinadas
ocasiones. Sin embargo, su uso continuo y constante es considerado
socialmente impropio, y se suele asociar con los sectores menos educados y
de menos recursos de la sociedad.

El nivel subestándar comprende, a su vez, dos registros de uso: la lengua


popular y la lengua vulgar.

 La lengua vulgar o popular. Es el uso más irregular del idioma que existe,


desobedeciendo o forzando las reglas a conveniencia y privilegiando
siempre la comunicación situacional por encima de la corrección. Es típica
de las jergas, los sociolectos y las maneras locales de comunicarse, por lo
que puede resultar oscuro para quienes no conozcan el código. En ella
abundan los vulgarismos y barbarismos, o sea, se trata de la lengua
barriobajera.

Por ejemplo, en la variante vulgar del español latinoamericano se suelen


elidir o modificar muchas consonantes finales, de modo que “llorado” se
convierte en llora ‘o, o “pelar” en pelear. También es común que el léxico sea
muy hermético: en el lunfardo argentino, por ejemplo, “tumbo” es un
término reservado para la policía (proveniente de la inversión de “botón”).

 Lengua familiar o de confianza. Aunque similar al caso anterior en sus


niveles de relajamiento de las estructuras y normas del idioma, en este
caso se trata del modo de comunicación típico de las situaciones de
mucha confianza, en las que el afecto y la familiaridad privan por encima
de la corrección. Se trata de un modo de habla muy marcado por las
expresiones comunes y por el léxico afectivo (ese modo de decirle a las
cosas o a la gente que es propio de los amantes o de la familia).

Por ejemplo, en el seno de nuestra familia solemos ponerles apodos a las


personas (“el tito”, “la pepa”, etc.), podemos usar vocablos incorrectos
heredados de nuestros padres (o de abuelos con poco nivel educativo, con
frecuencia).

Nivel estándar de la lengua


El nivel estándar de la lengua es aquel que la mayoría de la población
reconoce como correcto o adecuado, y que por lo tanto establece la norma
mínima para situaciones en las que no existe ni familiaridad, ni relajamiento
de las condiciones de respeto y protocolo.

Es, digamos, el nivel que empleamos para comunicarnos con un desconocido


en una situación relativamente formal. Tiende a ser económico, sin florituras,
pero práctico y enfocado hacia el pleno entendimiento. Esto significa que el
nivel estándar se esfuerza por cumplir con las normas mínimas de la
corrección gramatical y fonética, lo cual a su vez requiere de cierto grado de
instrucción educativa y de cierta capacidad lingüística.
En esa medida, existe un único registro asociado a este nivel, que es
la lengua coloquial: aquella que se adapta a las necesidades básicas formales
y de corrección de una comunidad lingüística, que puede ser una ciudad, una
región o un país entero. Esa es la razón por la cual un extranjero, incluso si
habla el mismo idioma, puede desconocer muchas de las normas estándar de
otro país.

Por ejemplo, en la norma estándar rioplatense, el pronombre “tú” es


reemplazado por “vos”, y se suele diferenciar entre “taxi” y “remis”,
dependiendo del tipo de servicio de transporte, una distinción que en otros
países no existe.

Nivel superestándar de la lengua


El nivel superestándar es típico de
las situaciones de mayor
formalidad y protocolo.

El nivel superestándar es el nivel de


uso más culto y sofisticado del idioma, y por lo tanto el que más se adapta a
la corrección del idioma y que mayores conocimientos del mismo
requiere para su uso. Es típico de las situaciones de mayor formalidad y
protocolo, o de personas con un alto nivel educativo, de modo que, a
aquellos sin la preparación o la práctica necesarias, les costará mucho más
entender.

Este nivel contempla tres registros de uso de la lengua, que son:

 Lengua culta. La lengua culta es el registro de mayor corrección posible


del idioma, empleado en situaciones formales, de respeto, en las que el
uso del idioma debe ser pulcro y cauteloso. Se caracteriza por una gran
riqueza lexical, pudiendo emplear muchos sinónimos para una misma
palabra, y por prestar atención a la forma en que se dicen las cosas, no
sólo al mensaje en sí mismo, de modo de buscar la manera más elegante
o más sofisticada de decirlo.
Por ejemplo, en situaciones muy formales como una exposición de trabajo,
es posible que para evitar repetir la palabra “problema”, usemos
“inconveniente” o “accidente” o “imprevisto”, dependiendo de si deseamos
minimizar los problemas o deslastrarnos de su responsabilidad. Este grado de
manejo del idioma, pues, requiere que pensemos en cada palabra, en lugar
de usar la primera que se nos ocurre.

 Lengua académica o técnica. La lengua académica, técnica o profesional


es aquella que es propia de un grupo o una institución que
maneja conocimientos especializados y que por lo tanto requiere de un
lenguaje adaptado al universo de conocimientos que maneja. Es decir, se
trata del modo en que usan el idioma las personas que tienen un público
especializado y estudiado, para el cual ninguna terminología
o neologismo será extraño o incomprensible.

Por ejemplo, en la jerga odontológica especializada, es común hablar


de tartrectomía en lugar de “limpieza dental”, piorrea o periodontitis por
“infección en las encías”, y otros términos similares.

 Lengua poética. Se trata del registro propio de la literatura, la poesía o


el arte, en el que la corrección de la lengua, paradójicamente, es
secundaria a las intenciones creativas y lúdicas del artista. Es decir, se
conocen tan bien las normas del idioma, que se las puede romper con
fines creativos.

El mejor ejemplo de ello son los giros de la poesía tradicional, en la que se


solía violentar la estructura de ciertas oraciones para lograr con ello la
métrica deseada, o en la poesía moderna, cuando se usa una palabra de una
categoría gramatical diferente a la debida para obtener un mayor efecto
expresivo.

Por ejemplo, cuando César Vallejo escribe “Está ahora tan suave, / tan ala,
tan salida, tan amor”, está usando los sustantivos “ala” y “amor” como si
fueran adjetivos.

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