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Los comités hospitalarios de ética (CHE) son grupos interdisciplinarios que se ocupan de la
docencia, investigación y consulta asociadas con los dilemas éticos que surgen durante la
práctica de la medicina hospitalaria. La aparición de esta figura institucional tuvo su origen en
la problemática de las nuevas tecnologías médicas y en una nueva conciencia social orientada
hacia la evaluación de tratamientos prolongados, decisiones de no-tratamiento en recién
nacidos con malformaciones graves y otras deliberaciones de índole ética.
El comité deontológico-técnico: prescrito 1531 del papa Clemente VII a todos aquellos
que se graduaban de médicos, el Juramento hipocrático ha influido hasta hoy en la
deontología médica.
Pero aun teniendo en cuenta esto, es necesario señalar el carácter multidisciplinario de los
CHE frente a un comité de expertos (en el comité jurídico-científico) o de notables clérigos ?
(comité deontológico-técnico). Asimismo, las funciones serán mucho más variadas ya que la
existencia de cualquier conflicto de valores puede convocar a un CHE, mientras que los otros
dos tipos de comité tienen problemáticas más acotadas.
Conflictos de interés
Que los médicos se ven afectados en sus decisiones por los intereses de las industrias por
regalos, etc., y que las marcas poderosas controlan los valores normales e influyen en la venta
y prescripción de medicamentos y alteran estudios científicos a su favor. La ética debería
regular esto o sino el estado.
Consentimiento informado
Antes, el medico decía y el paciente obedecía, ahora predomina principio de autonomía del
paciente.
Tipos de modelos:
La fórmula paternalista paciente, que debe mantener una actitud pasiva y de sumisión ante la
opinión del profesional.
El modelo informativo proporciona al paciente datos básicos para escoger entre las opciones
disponibles, sin lugar alguno para los valores, principios o preferencias del profesional.
Una posibilidad intermedia es el modelo interpretativo: El médico sería un elemento
consultivo, pero persiste cierto fondo paternalista en la interpretación de los valores propios
del paciente por parte del profesional.
El modelo deliberativo, pretende ayudar al paciente en las decisiones sobre su salud reuniendo
la información que el médico posee como resultado de su formación profesional y los deseos y
valores de que es depositario el paciente, y es el que parece ajustarse más a la filosofía de la
información como elemento básico en la garantía de la libertad de elección preconizada por la
medicina actual. Entendiendo la autonomía como capacidad de autogobierno y toma de
decisiones de forma racional y responsable, pueden distinguirse en su ejercicio varios
elementos :
La información dirigida a obtener conocimiento
La libertad para poder ejercerla y sus interferencias externas
La capacidad para procesar la información recibida y tomar una decisión
La propia decisión
De la información
La información debe ser veraz
La información debe ser suficiente Hay que explicar al paciente la naturaleza de su
enfermedad, los procedimientos que se le van a realizar y en qué consisten –cada uno con sus
beneficios, riesgos y efectos secundarios posibles–, así como las alternativas que existan, a su
vez con sus correspondientes riesgos y beneficios informará previamente de forma específica
acerca de:
– Las consecuencias relevantes o de importancia
que la intervención origina con seguridad.
– Los riesgos relacionados con las circunstancias
personales o profesionales del paciente.
– Los riesgos probables en condiciones normales,
conforme a la experiencia y al estado de la ciencia
o directamente relacionados con el tipo de intervención.
– Las contraindicaciones.
De la libertad
Garantizar la elección libre y voluntaria entre dos o más posibilidades asistenciales, el proceso
de toma de decisiones debe estar libre de interferencias
La persuasión. Se define como la acción de convencer a una persona o grupo para modificar su
conducta o actitudes respecto a determinado concepto, creencia o acontecimiento, a través
del uso de la fuerza de las ideas y la razón, implicando tanto razonamientos como emociones
La manipulación. Es una forma de influencia intencionada y efectiva de una persona sobre otra
alterando las opciones reales o su percepción a la hora de proponer una elección (p. ej.,
presentar la información de forma sesgada, omitiendo datos, etc.)
La coacción. Es una influencia dirigida a obligar al individuo a hacer algo que no desea de
forma voluntaria, habitualmente mediante la amenaza con daños o situaciones de marcado
carácter negativo, ya sean de tipo físico, psíquico, económico, legal o de cualquier otro tipo.
De la capacidad
La capacidad se refiere a la habilidad para entender y apreciar la información relevante
necesaria para tomar una decisión y analizar razonablemente las consecuencias de tomarla o
no tomarla, entendiendo que no se refiere a un estado global del individuo sino a la posibilidad
concreta de tomar una determinada decisión.
De la decisión
Es el punto culminante del ejercicio de la autonomía y debe ser el objetivo perseguido Una
decisión final tomada tras un proceso informativo adecuado siempre debe respetarse,
independientemente de que el profesional esté o no de acuerdo con ella
Todo este proceso de información-decisión queda recogido en una ecuación como la siguiente:
elección = médico + información + paciente, donde el elemento más distorsionador es
lamentablemente el médico.
Ley 26.529 —Derechos del paciente en su relación con los profesionales e instituciones de la
salud. El paciente tiene derecho a aceptar o rechazar determinadas terapias o procedimientos
médicos o biológicos, con o sin expresión de causa, como así también a revocar
posteriormente su manifestación de la voluntad.
Bioética
Informe Belmont, uno de los primeros documentos escritos sobre bioética. En este se
reconocía la necesidad del respeto a la opinión de las personas enfermas (autonomía), de la
práctica profesional beneficente y de la justicia. Un año más tarde, Beauchamp y Childress
introducían en la reflexión bioética el concepto de no maleficencia, que es aceptado
universalmente como cuarto principio.
(1978-1979), que solo considera tres principios (respeto por las personas, beneficencia y
justicia); la formulación clásica es la de Beauchamp y Childress (1979) con los cuatro
principios, autonomía, beneficencia, no maleficencia y justicia.
Principio de beneficencia: es la obligación de hacer el bien Como las miradas del bien son
múltiples, dependen de los individuos y las comunidades; este principio debe ser subordinado
al de la autonomía.
EL INFORME BELMONT
2. Valoración de riesgos y beneficios Los códigos anteriores y las reglas federales han
requerido que los riesgos de los sujetos sean superados por la suma de los beneficios que se
prevén para el sujeto, si se prevé alguno, y los beneficios que se prevén para la sociedad, en
forma de conocimiento que se obtendrá de la investigación. Por otra parte, los intereses que
no corresponden al sujeto, pueden, en algunos casos, ser suficientes por si mismos para
justificar los riesgos que necesariamente se correrán, siempre que los derechos del sujeto
hayan sido protegidos.
Finalmente la valoración de la justificación del experimento debería reflejar las
consideraciones siguientes: (i) El tratamiento brutal o inhumano de los sujetos humanos nunca
puede ser justificado moralmente. (ii) Los riesgos deberían quedar reducidos a los
estrictamente necesarios para obtener el fin de la investigación (iii) Cuando la investigación
lleva consigo un riesgo que indica un perjuicio serio, los comités de revisión deberían ser
especialmente insistentes en la justificación de los riesgos (atendiendo especialmente a la
probabilidad del beneficio para el sujeto, y a la manifiesta voluntariedad en la participación).
(iv) Cuando el sujeto de la investigación lo constituyen grupos vulnerables, la conveniencia
misma de su participación debería ser demostrada.
3. Selección de los sujetos injusticia resulta al realizar investigación con sujetos vulnerables.
Ciertos grupos, tales como minorías raciales, las económicamente más débiles, los muy
enfermos, y los recluidos en instituciones pueden ser continuamente buscados como sujetos
de investigación, debido a su fácil disponibilidad en los lugares donde se realiza ésta. Dado su
estado de dependencia y su capacidad frecuentemente comprometida para dar un
consentimiento libre, deberían ser protegidos frente al peligro de ser incluidos en
investigaciones únicamente por una conveniencia administrativa, o porque son fáciles de
manipular como resultado de su enfermedad o su condición socioeconómica.
Pueden identificarse cinco escenarios como los más relevantes en relación con la toma de
decisiones clínicas al final de la vida. En todos ellos el proceso de toma de decisiones clínicas
debe realizarse en el marco de la teoría general del consentimiento informado, entendida
como toma de decisiones compartidas.
Eutanasia por otros medios: Actuación de un profesional sanitario que produce de forma
deliberada la muerte de su paciente con una enfermedad irreversible, porque éste, siendo
capaz, se lo pide de forma expresa, reiterada y mantenida, por tener una vivencia de
sufrimiento derivada de su enfermedad que experimenta como inaceptable, y que no se ha
conseguido mitigar.
Suicidio (médicamente) Asistido: Actuación de un profesional sanitario mediante la que
proporciona, a petición expresa y reiterada de su paciente asistido capaz y con una
enfermedad irreversible que le produce un sufrimiento que experimenta como inaceptable y
no se ha conseguido mitigar por otros medios, los medios intelectuales y/o materiales
imprescindibles para que pueda terminar con su vida suicidándose de forma efectiva cuando lo
desee.
En lo que sabemos, ninguna de las asociaciones de bioética relevantes en España ni de las de
derecho sanitario se ha pronunciado oficialmente acerca de esta materia, aunque sí lo hayan
hecho muchos de sus miembros a título individual. En resumen, parece que el debate social,
tan inevitable como necesario, debe proseguir con libertad, respeto a todas las posiciones,
precisión en el uso del lenguaje y seriedad en los argumentos.
La limitación del esfuerzo terapéutico (LET) es retirar o no iniciar medidas terapéuticas porque
el profesional sanitario estima que, en la situación concreta del paciente, son inútiles o fútiles,
ya que tan sólo consiguen prolongarle la vida biológica, pero sin posibilidad de proporcionarle
una recuperación funcional con una calidad de vida mínima. Es la enfermedad lo que produce
la muerte del enfermo, y no la actuación del profesional. La LET “permite” la muerte en el
sentido de que no la impide, pero en ningún caso la “produce” o la “causa”. Cuando un
profesional, tras una evaluación ponderada de los datos clínicos de que dispone, concluye que
una medida terapéutica resulta fútil, no tiene ninguna obligación ética de iniciarla y, si ya la ha
iniciado, debería proceder a retirarla.
De lo contrario estaría entrando en lo que se ha denominado obstinación terapéutica, estas
actuaciones no son sino mala práctica clínica.
Los criterios de muerte encefálica están claramente definidos. Cuando un paciente los cumple,
no iniciar o retirar todas las medidas terapéuticas de soporte vital no produce ni permite la
muerte del paciente, porque en realidad ésta ya ha acontecido.
En Argentina: es conforme a las normas obrantes en la ley 26.529 (reformada por la ley
26.742) de “Derechos del Paciente” (LDP), y en el Código Civil y Comercial (CCyC).