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EL PROCESO DE MORIR Y EL DUELO ANTICIPADO

Karen Lorena Gutiérrez Reita


El diagnóstico de una enfermedad terminal, es una noticia de notable impacto que produce
cambios totalmente extremos, relacionados con la condición física y mental del paciente por
lo que se hace necesario la intervención en cuanto a cuidados paliativos, para disminuir el
impacto y procurar la integridad del paciente. Durante este proceso paliativo tanto la persona
con una enfermedad terminal como la familia vive continuos cambios, tanto físicos como
psicoemocionales y sociales (Sanchez Guio, Becerril Ramirez y Delgado Sevilla, 2016).

Una persona con una enfermedad terminal padece un profundo sufrimiento tanto físico como
psicológico, lo que da prueba del proceso de morir como una experiencia totalmente
dolorosa, es decir, existe un mayor miedo al dolor. Ahora bien , es importante hacer una
distinción entre el proceso de morir y la muerte; el morir es un proceso y una experiencia
por la cual atraviesa un sujeto cuando está sometido a una enfermedad terminal, por otra parte
la muerte es un acontecimiento definitivo, radical que jamás podrá repetirse, es la pérdida de
conciencia total y por ende se relaciona con la desaparición del dolor y el malestar (Diaz
Facio & Ruiz Osorio, 2011).

La etapa terminal conlleva numerosas pérdidas: de salud, de movilidad, de autonomía, de


actividad, de independencia, de proyectos, de sentido, de integridad, hasta la pérdida de la
propia vida (Guinot, Cuesta, Farriol y Postigo-Zegarra, 2019). Si bien, la muerte es lo único
certero que puede contemplar un individuo y es una situación ampliamente estudiada desde
los orígenes de la humanidad, actualmente sigue siendo un fenómeno de gran controversia,
puesto que no logra ser comprendido ni aceptado por una gran parte de la sociedad, debido a
que la proximidad a ella constituye la experiencia más aterradora para las personas (Sanchez
Guio, Becerril Ramirez y Delgado Sevilla, 2016), porque es símbolo de debilidad y el
término de un ciclo vital del cual se nos hace difícil separarnos, además de que la dudas,
inquietudes e inseguridades sobre lo que hay más allá de la vida, genera un gran miedo y
controversia frente a la exposición de la finalización de la vida.

La muerte conlleva en sí misma un duelo comprendido como un proceso natural y necesario,


por el que pasan las personas para poder restaurar su salud mental y adaptarse a la nueva
situación (Guinot, Cuesta, Farriol y Postigo-Zegarra, 2019). Aquí el sujeto debe adaptarse
frente a la pérdida de aquello que era preciado, amado y con lo que tenía una conexión
afectiva trascendental, puesto que su ausencia le ocasiona un gran malestar o un vacío
existencial de lo cual no encuentra salida ni sentido alguno frente a la continuación de una
vida (Diaz Facio & Ruiz Osorio, 2011).

Lo anterior hace referencia a un proceso de duelo cuando se presenta la muerte, como acto
definitivo, sin embargo el proceso de enfermedad terminal conlleva de la misma forma, un
proceso de duelo anticipado puesto que implica la pérdida de un gran número de facultades y
prácticas de vida, por lo que se vive un duelo por los proyectos que no se podrán realizar a
futuro, por la propia imagen que se fractura con el tiempo, por los ideales familiares y de
reconocimiento y por todo aquello que amamos y de lo cual debemos separarnos a pesar de la
resistencia que imponemos ante lo mismo (Diaz Facio & Ruiz Osorio, 2011). Se podría decir
entonces que el proceso de duelo es el precio que debe pagar el individuo por el valor y los
vínculos que establece con la vida que le brindan la ilusión de satisfacción, bienestar y
capacidad para hacer frente a las adversidades que se le presentan en el diario vivir.
El duelo anticipado puede ser una oportunidad para que quien lo vive resignifique su historia,
el sentido de su vida y del tiempo que le queda por vivir. Aunque no siempre es afrontado de
la misma manera, debido a que, este proceso anticipado de reflexión y preparación frente a la
pérdida definitiva es un camino que puede conducir a la persona a aceptar, asumir o
resignarse frente al desenlace final de su vida, lo que puede llevar a que se dé por muerta
incluso antes de que realmente se muera (Diaz Facio & Ruiz Osorio, 2011), es triste e
impresionante como la vida y las esperanzas de vivir se reducen a un proceso de espera de la
muerte debido a condiciones extremas de dolor y de degradación de la propia integridad
como consecuencia de la exposición reiterada a procesos invasivos y degenerativos que
incluso en ocasiones no genera un cambio profundo, simplemente extiende el sufrimiento.

Pero el enfermo terminal no es el único que se ve afectado y cruza por un proceso de duelo,
sino que la familia junto a él atraviesa ese camino, puesto que poco a poco, hace varios
duelos, esto es, ir aceptando esas pequeñas muertes o pérdidas que culminan en la muerte
biológica y total (Diaz Facio & Ruiz Osorio, 2011), debido al impacto psicológico que el
proceso de morir implica, todos los implicados deberían recibir una educación sanitaria
idónea para afrontar de una manera más eficaz la problemática y del mismo modo puedan
elaborar un duelo eficaz.

Las reacciones frente al duelo pueden ser muy diversas y van a depender de la forma en que
se elabore y del individuo que lo viva. Algunas de las reacciones pueden ser físicas, emotivas,
negativas, mentales o depresivas (Sanchez Guio, Becerril Ramirez y Delgado Sevilla, 2016),
el tipo de reacción que se de, va a marcar el curso preciso de la adaptación y el nivel de
sufrimiento frente al duelo anticipado, es en este momento donde es de vital importancia el
acompañamiento para que tanto la familia como el paciente logre reconocer la realidad de la
pérdida de forma gradual, la importancia de resolver temas pendientes, el valor del presente,
se prepare para la pérdida y logre expresar sus emociones (Guinot, Cuesta, Farriol y
Postigo-Zegarra, 2019).

En conclusión, la muerte es tema de gran controversia y de la cual muchos intentamos


alejarnos, sin embargo, sin pensar nos acercamos cada vez más a ella. Las personas con
alguna enfermedad terminal que día a día viven un sufrimiento y una pérdida distinta, que
va lastimando de manera cada vez más profunda su integridad tanto física como mental, en
consecuencia, se vivencia un proceso de duelo anticipado que puede o no ayudarle a
afrontar ese viacrucis de sufrimiento de una mejor manera. Como profesionales de la salud,
debemos estar capacitados para asistir y acompañar tanto a la familia como al paciente en
el proceso de morir, para ayudar a disminuir la incertidumbre, el miedo y malestar frente a la
muerte, con el fin de que se mejore el cuidado, haya una mejor adaptación al tratamiento e
incluso se logre resignificar el sentido mismo de la vida y de la muerte.
Referencias
Diaz Facio, V. & Ruiz Osorio, M (2011). La experiencia de morir. Reflexiones sobre el duelo
anticipado. (11). 163-178.
Guinot, J., Cuesta, M., Farriol, V. y Postigo-Zegarra, F. (2019). Duelo anticipado y sentido.
CM de psicobioquimica. 6. 35-45
Sanchez Guio, T. Becerril Ramirez, N. y Delgado Sevilla, D. (2016). Atención y preparación
del duelo en familiares de pacientes terminales: prueba piloto en Zaragoza. Revista científica
de enfermería. (11). 1-26

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