Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Observación importante:
Toda lectura, traducción e interpretación de un determinado texto, es siempre una
propuesta, con todos los parámetros y relativismo que implica. Verbigracia: todas las
presentaciones que hacemos sobre nuestra espiritualidad eudista. Son propuestas que nos
ayudan a entender desde varios puntos de vista y de experiencia y siempre serán eso:
propuestas.
1—INTRODUCCION
La Vida y el Reino de Jesús es la obra más publicada y estudiada de san Juan Eudes. Nos
sumergimos en este espléndido mundo eudista con algunos estudios.
Son muchas y valiosas las introducciones que tenemos sobre La Vida y el Reino de Jesús en
las ediciones que se han hecho en varias lenguas y remito a ellas para no ser repetitivo.
En primer lugar se pueden consultar todas las Biografías que se detienen en los años de
1636 y 1637 para fijar las circunstancias y el contenido de Vida y Reino.
En segundo lugar entre los muchos comentarios, hay algunos que se han elaborado con
ocasión de los procesos de beatificación y canonización y de fechas especiales.
Igualmente, en todas las ediciones y traducciones que se han hecho, aparecen buenas
introducciones, que recomiendo ver.
La más antigua introducción a Vida y Reino es del P. Charles Lebrun: Royaume de Jésus.
Edit. Haton. Paris. 1884. p. 55. Parte de esta introducción aparece en: P. D. Boulay, Vie du
Vénérable Jean Eudes. T. 1. Edit. Haton. Paris. 1905. Apéndice de notas (IX pp. 42-76).
En la edición francesa de las Obras Completas (1905ss) hay una excelente síntesis (La idea
fundamental: la vida cristiana como continuación y cumplimiento de la vida de Jesús en
nosotros; la conformidad con Jesús, la oblación de sí mismo a Jesús, la unión a Jesús, el
amor a Jesús, Jesús en todas las cosas).
En 1987 con ocasión de los 350 años de la primera edición se ha realizado uno de los
mejores estudios: Gilles Ouellet, Origène Voisine, Édouard Boudreault, Clément Legaré,
1
Virgile Blanchard y Raymond Vaillancourt. Le Royaume de Jésus. Saint Jean Eudes.
Etudes. Paris-Montréal, Editions Paulines et Médias-Paul, 1988. 259 p.
--Gilles Ouellet. Le contexte de la France religieuse à la fin du XVIe siècle et la naissance
de l´école bérullienne. El gran movimiento místico y ascético con personalidades como
Bérulle, san Francisco de Sales, Ricardo Beaucousin. El ambiente cristocentrista del
oratorio donde se forma san Juan Eudes y se dedica a las misiones populares y publica para
la gente El ejercicio de piedad (1636) y luego Vida y Reino de Jesús (1637) que recogen
toda su pedagogía y temática de la vida cristiana.
--Origène Voisine. Le Royaume de Dieu dans l´enseignement de Jésus. Se enfoca la
temática de la crítica bíblica y los estudios de los exégetas sobre la escatología
neotestamentaria, para pasar luego a los textos del Nuevo Testamento sobre el Reino de
Dios.
--Edouard Boudreault. Du Royaume de Dieu au Royaume de Jésus. Presenta el tema del
Reino tomado a su manera por Juan Eudes, buscando sobre todo la presencia y la acción del
Reino en las personas, como una realidad interior y universal.
--Clément Legaré. Les structures profondes et de surface du Royaume de Jésus. Busca
identificar las estructuras discursivas y semio-narrativas. Ayuda a encontrar en la obra
eudesiana la identificación mística y las diferentes relaciones de posesión, de contigüidad,
de inclusión y de reciprocidad.
--Virgile Blanchard. Vie et Royaume de Jésus: éléments pédagogiques d´un traité. Se parte
de lo dinámico de la vida cristiana como continuación de la vida de Jesús, para presentar en
cada una de las partes del libro, la pedagogía o ayuda pastoral que nos lleve a la unión con
Jesús.
--Raymond Vaillancourt. La réceptivité de Vie et Royaume pour l´homme contemporain. La
gran pregunta: ¿es compatible la antropología eudista con nuestro actual humanismo?
La respuesta será más positiva que negativa desde el lenguaje y su contenido.
Estamos ante una obra para ser meditada, gustada y practicada toda una vida las 24 horas
de cada día y es esta la primera y más importante aproximación al libro que, en su tiempo,
fue el equivalente de lo que hoy llamamos un cambio de paradigma. Es un libro que
plantea actitudes radicales, no simples ejercicios o prácticas y es un desafío para todo
eudista que quiere ser coherente con su identidad.
Hay una tríada interesante en torno al año 1637 en Francia, tres hombres que quieren dar un
nuevo giro cada uno en su mundo literario, filosófico y espiritual. Corneille publica en
1636 su tragicomedia El Cid; Descartes en 1637 publica El discurso del método y Juan
Eudes, en el mismo año, La Vida y el Reino de Jesús en las almas cristianas.
El objetivo, entonces, es entrar en contacto con la gran obra programática de la vida
cristiana de Juan Eudes e identificar su originalidad y dinamismo.
2
Esa originalidad y dinamismo tiene su inspiración en toda la Biblia, pero particularmente en
Lucas 17, 21 y 19, 14: El Reino de Dios está dentro de ustedes (O.C. 1, 92, 559); Queremos
que reines sobre nosotros (1, 92, 566).
El concepto de Reino lo lleva a las realidades concretas de la vida y santidad cristianas,
para que el Reino de Jesús se manifieste y establezca en nosotros.
No vamos a pedirle a Juan Eudes toda una hermenéutica y exégesis bíblicas en Vida y
Reino como las elaboraríamos hoy en día.
En las publicaciones eudistas se han dado varios buenos artículos sobre el manejo de los
textos bíblicos que aparecen en La Vida y el Reino.
Su visión del Reino de Dios quiere hacerla asequible a todo el mundo marcando el acento
en la divina Majestad del Padre que tiene un poderoso designo de salvación universal al
que nos sometemos para cumplir su santa Voluntad y en la Soberanía de Jesucristo al que
aceptamos como nuestro Salvador y Rey y queremos que viva y reine dentro de nosotros.
Vida y Reino son distintos pero se implican profundamente. Jesús tiene una vida con sus
estados y misterios e igualmente es Rey y tiene un Reino. El objetivo es que esa Vida y ese
Reino se den en nosotros: es como una nueva Encarnación, una Cristología, que se va
formando, santificando, viviendo y reinando en nosotros, sin excluir nada de la Persona de
Jesús. (1, 316-322).
Más allá del lenguaje, buscamos ir a la intencionalidad y al contenido del escrito eudista
haciendo una relectura para nuestro tiempo. La semiótica nos ha enseñado a acercarnos a
los textos tal como están y ya nos toca desentrañar su intencionalidad y contenido
aplicables a nuestro tiempo y teniendo en cuenta los diferentes parámetros antropológicos,
culturales, religiosos, etc.
El método es el mismo que empleamos con los Padres de la Iglesia y Escritores que
ubicamos dentro de la gran Tradición de la Iglesia: no se trata de cambiar textos y
expresiones, los dejamos intocables y tratamos de identificar el contenido y lo que nos
quieren decir, desde la fenomenología de su tiempo; dejamos, sin salir de nuestra
fenomenología, que el texto nos hable, nos interrogue y nos lleve a comprometernos con
nuestro tiempo, con nuestra realidad.
Tanto la intencionalidad como el contenido nos han de cuestionar desde la persona misma
del autor. Juan Eudes es un evangelizador y formador, misionero de la divina Misericordia
y formador de Jesús en el corazón de todo cristiano.
3
Juan Eudes escribe desde la experiencia vivida de su contemplación de la vida cristiana,
particularmente, de la vida de Jesús en María, en nosotros y de la vida de María, de
nosotros en Jesús.
Y su propuesta práctica no son simples ejercicios piadosos, sino un verdadero acto de
adoración, entrega, consagración, inmolación, imitación y compromiso con Dios, con las
personas y con el mundo, consciente de que todo tiene que nacer del puro amor.
4
Propuesta de lectura.
Tomar cualquier edición completa de La Vida y el Reino de Jesús e ir identificando en cada
una de las siete partes los enfoques o perspectivas que pueden ser: la antropológica, la
teológica, la mística, la espiritual, la litúrgica y la pastoral.
Pero al mismo tiempo estar muy atento a la inspiración y guía fundamental de toda la obra
que es la Palabra de Dios.
La identificación que ofrezco es limitada y es simplemente una propuesta.
La Vida y el Reino de Jesús en las almas cristianas. Contiene varios ejercicios de piedad
para vivir y morir cristiana y santamente y para formar, santificar, hacer vivir y reinar a
Jesús en nuestras almas.
“Queremos, Señor Jesús, que reines sobre nosotros”.
5
Espíritu Santo y el divino Amor de Jesús vivan y reinen, siempre más y más, en su espíritu
y corazón y el de sus hijas”. (1, 88).
Prefacio necesario para comprender el título y objetivo de este libro y hacer un buen
uso de él.
Este prefacio nos ofrece una preciosa síntesis de la cristología eudista que brota de la
misma Palabra de Dios y le da un dinamismo kerigmático muy poderoso: “Cristo, Todo en
nosotros” “Que Cristo se forme en nosotros” “Santificar a Jesús en nosotros” (Cfr. Col 3,
11; Ga 4, 19; 1 Pe 3, 15).
El ser y la acción salvífica del Verbo Encarnado se va a expresar en dos palabras: Vida y
Reino y al mismo tiempo incluyen nuestro ser y actuar como cristianos, llamados a formar
y establecer en nosotros esa Vida y ese Reino.
Es la propuesta eudista de una cristificación: “Cristo es nuestra vida, santificación, poder,
tesoro, gloria; es nuestro Todo; o mejor, vive, se santifica y se glorifica, estableciendo en
nosotros su vida y su reino, su Espíritu, su amor y demás actitudes” (1, 89).
Veamos ahora en detalle cada una de las partes con las seis perspectivas indicadas: La
antropológica, la teológica, la mística, la espiritual, la litúrgica y la pastoral.
Y no olvidemos lo más importante, todo en Juan Eudes brota espontáneamente de la
Palabra de Dios, gustada, orada, contemplada y hecha vida en todo tiempo, lugar y
circunstancia de la vida.
PRIMERA PARTE. Contiene algunos ejercicios principales y muy necesarios para vivir
cristiana y santamente, y para formar, santificar, hacer vivir y reinar a Jesús en nosotros. (1,
97-160). El día a día con Jesús.
6
10) Ejercicio para el examen de conciencia.
11) Actos de contrición para la noche.
12) Ofrecimiento de nuestro descanso a Jesús.
Para la confesión.
13) Qué hacer antes de la confesión.
14) Qué hacer después de la confesión.
15) Qué es la contrición.
16) Para pedir a Dios la contrición.
17) Actos breves de contrición.
Para la santa comunión.
18) Elevación a Dios para disponerse a la Santa Comunión.
19) Qué hacer después de la Santa Comunión.
20) Elevación a Jesús después de la Santa Comunión.
21) Tres actos de adoración, de oblación y de amor a Jesús.
22) Oración a la Santísima Virgen María, Madre de Dios.
Profesiones cristianas que es conveniente renovar todos los días.
23) Profesión de fe cristiana.
24) Profesión de odio y detestación cristiana contra el pecado.
25) Profesión de humildad cristiana.
26) Profesión de abnegación cristiana.
27) Profesión de sumisión y abandono de sí mismo a la divina Voluntad.
28) Profesión de amor a Jesús y María.
29) Profesión de amor a la Cruz.
30) Profesión de caridad cristiana hacia el prójimo.
7
puedo, nada valgo, nada tengo fuera del pecado”. Por la Encarnación el Verbo asume esa
nada (se anonada) para darle un giro radical de altura y de grandeza: Jesús se quiere formar
en el hombre para vivir y reinar en él.
Desde su despertar de cada día, el cristiano se reconoce como una persona amada que
acepta a Jesús como el principio y el fin de todo y de sí mismo y puede pasar el día a día
con Jesús.
Nuestra realidad, nuestra vida pertenece a Jesús y ha de ser consagrada y empleada por su
pura gloria y amor. (1, 101ss).
La condición del cristiano es verdadera condición humana, pero de bautizado, o mejor, de
profesión de bautizado. El cristiano, al que se dirige Juan Eudes, oye hablar de teologías, de
filosofías y de ciencias y él le propone “los principios de la teología del cielo, de la filosofía
cristiana y de la ciencia de los Santos que el mismo Jesús nos ha traído del seno del Padre”
(1, 150ss).
Esos principios son las profesiones cristianas verdaderas maneras de existir, de pensar y
de actuar en cristiano
8
Iniciamos un camino que más adelante nos abrirá los abismos del Amor divino.
Pero desde ya el objetivo místico del libro se desarrolla de manera estructurada y
progresiva como una auténtica mistagogía: formar, santificar, hacer vivir y reinar a Jesús.
La primera parte va a insistir en el cristocentrismo que, aplicado a la vida cristiana, en cada
ejercicio de cada día, lleva a centrar la vida en amar, servir, glorificar a Jesús que vive en la
unidad del Padre y del Espíritu Santo. En el día a día, actuando en consecuencia con el ser
mismo cristiano, se va cumpliendo, el objetivo, va fluyendo.
9
proyecto, la Vida y el Reino de Jesús, la oración de alabanza y de oblación en el amor, la
santificación de todas las acciones y una orientación a la vida sacramental que conlleva la
Penitencia y la Eucaristía.
Quiere que el cristiano, como bautizado, inicie su día como “un profesional” con las
actitudes propias que implican las “profesiones cristianas” (1, 151-160) y va guiando en
cada una de ellas como encuentro en oración y amor con el Señor y como compromiso con
el prójimo, con el mundo. Su objetivo pastoral es que el cristiano viva como un profesional
de la fe, el odio y detestación del pecado, la humildad, la abnegación, la sumisión y
abandono de sí mismo a la divina Voluntad, el amor a Jesús y a María, el amor a la Cruz y
la caridad para con el prójimo.
SEGUNDA PARTE. Contiene lo que hay que hacer durante nuestra vida, para vivir
cristiana y santamente, y para formar, santificar, hacer vivir y reinar a Jesús en nosotros. (1,
161-304). Toda una vida con Jesús.
10
23) Cómo practicar las virtudes cristianas y reparar las faltas cometidas.
24) Un ejemplo de práctica con la dulzura y la humildad de corazón.
25) La dignidad, necesidad e importancia de la humildad cristiana.
26) La humildad de espíritu.
27) La humildad de corazón.
28) La práctica de la humildad cristiana.
29) La confianza y abandono de sí mismo en las manos de Dios.
30) Continuación. (Motivos para confiar en nuestro amabilísimo Salvador).
31) La sumisión y obediencia cristiana.
32) La práctica de la sumisión y de la obediencia cristiana.
33) La perfección de la sumisión y obediencia cristiana.
34) La práctica de la perfecta sumisión cristiana.
35) La caridad cristiana.
36) La práctica de la caridad cristiana.
37) La caridad y el celo por la salvación de las almas.
38) La devoción cristiana (que es la santa y divina devoción del mismo Jesús).
39) La práctica de la devoción cristiana.
40) La formación de Jesús en nosotros.
41) Qué hacer para formar a Jesús en nosotros.
42) El buen uso de las consolaciones espirituales.
43) El santo uso de las arideces y aflicciones espirituales.
44) La perfección y la plenitud de la vida y santidad cristiana es el martirio y en qué
consiste el verdadero martirio.
45) Todos los cristianos deben ser mártires y vivir en el espíritu del martirio y en qué
consiste.
46) Elevación a Jesús sobre el martirio.
47) Oración en honor de todos los santos Mártires.
11
Es acertado el P. Clément Legaré cuando anota: “Eudes, es necesario repetirlo, explota
hábilmente los procedimientos corrientes de la manipulación discursiva: la persuasión por
seducción, por tentación, por intimidación, por provocación” (La Mission, p. 304).
Es muy importante tratar de identificar el lenguaje, el sentido de los textos con la misma
mentalidad de Juan Eudes. A propósito de esto, dice refiriéndose a Bérulle, el P. Legaré:
“La fidelidad de la lectura de obras antiguas supone que los lectores modernos captan los
vocablos con las significaciones que les dieron los mismos autores. Por la relatividad
cultural de los efectos de sentido, los actuales usuarios de textos berulianos, corren el riesgo
de disminuir los muchos significados de su carga semántica y de sustituirlos por falsos
sentidos o significados empobrecidos. ¡Pérdida de sentido por anacronismo!” (La Mission,
p. 306s.
Podemos pensar en muchos términos que emplea Juan Eudes con su carga beruliana:
adhesión, afecto, corazón, devoción, disposición, espíritu, estado, honrar, misericordia,
misterio, mirada, celo, etc.
Por otra parte, Juan Eudes maneja las categorías e imaginarios del mundo monárquico de
Luis XIII y Luis XIV para que la gente entienda el Reino de Jesús: rey, majestad,
monarca, señor, soberano, corte, corona, cetro, trono, palacio real, reino, reinado,
nobleza, homenaje, etc.
Hoy tendríamos que, conservando el sentido profundo de los textos, valernos de
comparaciones, símbolos, metáforas, imaginarios populares y culturales de hoy, para
presentar los textos eudistas con su poderosa carga semántica; ésta puede perderse con una
palabra o un giro lingüístico de nuestra lengua.
12
sus virtudes, sus sentimientos, sus inclinaciones y disposiciones. Esta es la finalidad de
todos nuestros ejercicios de piedad. Es la obra que Dios pone en nuestras manos para que
trabajemos en ella continuamente” (1, 272).
La segunda parte culmina con lo máximo de la vida mística que es el martirio y que todo
cristiano puede vivir, con la gracia, y en una continua actitud de ser ofrenda de amor.
Detengámonos un poco más en esta dimensión mística.
La esencia de la mística cristiana está en la continuación en nosotros de la santísima vida de
Jesús en la tierra, es decir, de sus estados y misterios (1, 161ss).
Juan Eudes invita al cristiano a vivir apasionadamente el amor a Jesús y a hacer realidad
cuanto nos propone la Palabra de Dios:
--ser miembros de su Cuerpo, hueso de sus huesos y carne de su carne (Ef 5, 30);
--participar de la misma Vida que es Él y tenerla en abundancia (Jn 14, 6.10);
--querer ir en todo a Jesús para tener esa verdadera vida (Jn 5, 40);
--tener vida en Jesús de manera que experimentemos que Jesús vive en el Padre, nosotros
en Él y Él en nosotros (Jn 14, 19.20);
--vivir la radicalidad de una vida que nos ha dado el Padre y es la misma vida eterna de su
Hijo, de tal manera que si no tenemos al Hijo, no tenemos la Vida (1 Jn 5, 11.12);
--aceptar que el Padre ha enviado a su Hijo al mundo para que vivamos por Él (Jn 4, 9).
--vivir en este mundo tal como Jesús vivió en él (1 Jn 4, 17);
--ir a Jesús, nuestro Esposo amado, que nos invita a tomar su agua, a calmar nuestra sed
gratis y por nada (Jn 7, 37; Ap 22, 17);
--vivir como muertos con nuestra vida escondida con Cristo en Dios (Col 3, 3);
--sentir que el Padre nos ha vivificado con Cristo y en Cristo (Ef 2, 5; Col 2, 13);
--manifestar y concretamente hacer aparecer la vida y los sufrimientos de Jesús en nuestros
cuerpos, en nuestra misma carne mortal (2 Cor 4, 10.11);
--experimentar que nuestra vida es Jesús mismo, de tal modo, que es Jesús quien vive en
nosotros (Col 3, 4; Ga 2, 20);
--dejar que el Padre Dios nos haga dignos de nuestra vocación, cumpla poderosamente en
nosotros los designios de su bondad y las obras de la fe, para que el nombre de nuestro
Señor Jesucristo sea glorificado en nosotros y nosotros en Él (2 Tes 1, 11.12);
--cumplir en nosotros lo que falta a los sufrimientos de Cristo por su Cuerpo, que es la
Iglesia (Col 1, 24);
--vivir en el Cuerpo de Cristo, que es su Iglesia y en la que se llega a la plenitud de todo en
todos (Ef 1, 22.23);
--concurrir a la perfección de Jesucristo, a la edad mística de su plenitud (Ef 4, 11-13);
--y algo que parece increíble, llegar al desapego de Dios mismo, es decir, a la actitud
mística de no apegarse por interés a las dulzuras y consolaciones divinas. “Desapego de
Dios” para disfrutar realmente, a su tiempo, el desposorio espiritual, cuando podremos
decir: “Mi Amado es todo para mí y yo soy todo para Él” y el Amado nos responde: “Todo
lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío” (Cfr. 1, 187-191; Ct 2, 16; Jn 17, 10).
13
acción del Espíritu Santo que configura la espiritualidad hace que ésta se manifieste como
una manera cristiana de ser, de pensar y de actuar como Jesús.
Todo el dinamismo de la espiritualidad se expresa a partir de las actitudes fundamentales de
la vida cristiana; sin ellas no puede hablarse de vida cristiana, ni es posible formar,
santificar, hacer vivir y reinar a Jesús en nosotros (1, 167ss; 205ss):
--la fe “como un divino carácter por el que la luz del rostro de Dios se imprime en nuestras
almas (cfr. Sal 4, 7), como una luz que nos conduce en nuestras acciones;
--el odio y el alejamiento del pecado, como dos actitudes, como dos sentimientos de Jesús
(Cfr. Fil 2, 5);
--el desapego del mundo, de las cosas del mundo y la renuncia para adherirse a Jesús
(Lc 14, 33); el desapego de sí mismo (Mt 16, 24) y hasta el desapego místico de Dios,
como se ha indicado;
--la oración como la respiración de quien vive el encuentro y la comunión con Dios que
siente gusto en estar con nosotros (Prov 8, 31); la oración como encuentro de adoración,
alabanza, amor, humildad, perdón, contrición, oblación y conversión de la vida, como
“afectos” que acompañan las modalidades de la oración: la mental, el hacerlo todo en
espíritu de oración, la lectura de libros espirituales y hablar de Dios; la oración nace de la
vida y la vida se hace oración viviendo en actitud de humildad, amorosa confianza, pureza
de intención, perseverancia y entrega de espíritu y corazón a Jesús y a su divino Espíritu.
Así podríamos decir, que la segunda parte (1, 161-304), tan bíblica, es el núcleo dinámico
de la espiritualidad eudista, que luego será el contenido total de las Reglas, tanto de Jesús
como de María (9, 69-140).
A partir de las actitudes se entra en un verdadero proceso de formar, santificar, hacer vivir
y reinar a Jesús y va más allá de una simple ascética o camino moralizante y culmina en
una mística de adoración, ofrenda e inmolación.
Es en esta parte donde aparece el “corazón físico” o mitad de La Vida y el Reino de Jesús:
la formación de Jesús (1, 270-276).
Estas son las actitudes en el proceso cristiano, como prolongación de la vida de Jesús en
nosotros: la humildad de espíritu y de corazón; la confianza y abandono de sí mismo en las
manos de Dios: precioso centón bíblico con más de 50 textos (1, 233-245); la sumisión y
obediencia cristiana; la caridad cristiana; el celo por la salvación de las almas; la verdadera
devoción cristiana; la formación de Jesús (el misterio de los misterios y la obra de las
obras); el buen empleo de las consolaciones espirituales; el santo empleo de las sequedades
y aflicciones espirituales; el martirio: la perfección y consumación de la vida y santidad
cristiana, llamados a ser mártires y a vivir en el espíritu del martirio.
14
En Juan Eudes las actitudes fluyen de la Liturgia celebrada, participada y por eso en la
primera parte se ingenió con las elevaciones.
Ya en esta parte está en embrión, lo que unos años más tarde, será tan eudista: hacer girar
toda la vida cristiana en torno a la Liturgia.
En su tiempo encontrará muchos vacíos y él mismo será un autor litúrgico muy creativo
con los Oficios y Misas (11, 217-664).
TERCERA PARTE. Contiene lo que hay que hacer al principio, al fin y durante el curso
de cada año, para vivir cristiana y santamente, y para hacer vivir y reinar a Jesús en
nosotros. (305-365). Cada año, un año de vida con Jesús.
Para comenzar el año.
1) Cómo iniciar el año con Jesús.
2) Elevación a Jesús para cumplir con nuestros deberes con Él al principio de cada año.
3) Elevación a la Santa Virgen para iniciar el año.
La devoción a los misterios de nuestro Señor.
4) Estamos obligados a tener una devoción especial a todos los estados y misterios de la
vida de Jesús. Cómo honrar todos los misterios cada año.
5) Algunas razones que nos obligan a tener una devoción especial a todos los estados y
misterios de la vida de Jesús. Cómo honrar todos misterios cada año.
6) El orden que debemos seguir al honrar cada año todos los estados y misterios de Jesús.
Escoger uno para honrarlo toda nuestra vida y uno para cada año.
7) Siete cosas que debemos considerar y honrar en cada misterio de Jesús.
8) Siete maneras con las que debemos honrar los misterios de Jesús.
9) Otras siete maneras con las que podemos honrar los estados y misterios de Jesús.
10) Elevación a Jesús sobre el misterio de su Encarnación, que puede servir aplicada a los
demás misterios.
La devoción a la santísima Virgen.
11) Cómo honrar a Jesús en María y a María en Jesús.
12) Los principales estados y misterios de la vida de la Santa Virgen.
13) Elevación a Jesús para honrarlo en su Santa Madre y en todos los misterios de su vida
en general y en particular.
14) Elevación a la Santísima Virgen que puede aplicarse a cada misterio de su vida.
La devoción a los Santos.
15) Cómo debemos honrar a Jesús en los Santos y a los Santos en Jesús. Cómo orar a los
15
Santos y cómo llevar sus reliquias.
16) Elevación a Jesús para honrarlo en san Juan Evangelista, que puede emplearse para los
otros Santos en particular.
17) Oración a san Juan Evangelista, que puede ser aplicada a todos los Santos en particular.
El retiro anual y otros ejercicios espirituales.
18) Excelencia y práctica del Retiro anual.
19) Elevación a Jesús para renovar los votos religiosos.
20) Ejercicio de piedad para reparar las faltas que hemos cometido en nuestra vida contra
Jesús y para consagrarle todos los años de nuestra vida y honrar cada año de su vida.
21) El Rosario de la gloria de Jesús.
22) Otros ejercicios espirituales que es conveniente hacer todos los años.
23) Qué hacer para disponerse a ganar las Indulgencias.
24) La confesión anual.
Para terminar el año.
25) Cómo terminar el año con Jesús.
26) Elevación a Jesús para tributarle nuestros deberes al fin del año.
27) Elevación a la Santa Virgen por el fin del año.
16
verdadera devoción a ellos desde Jesús (1, 345ss).
Y ha llegado el momento de entender aquello de estados y misterios, pero
metodológicamente prefiero referirlo a la mística entendida como la más profunda vivencia
de los misterios.
17
cosas pasadas y extinguidas, sino como realidades vivas y presentes y aun eternas, de las
que podemos recabar un fruto presente y eterno.
El espíritu y el estado se refieren a Cristo y son fruto de su amor; y la virtud y el mérito son
fruto de su poder y se refieren a nosotros que queremos vivir sus misterios.
La santa humanidad asumida por el Verbo con las disposiciones del amor y del poder, se
convierte en instrumento de la divinidad que produce en nosotros las gracias para que
vivamos los mismos misterios.
Los estados interiores de los misterios de la vida de Cristo producen en nosotros “estados”
semejantes.
Bérulle da el ejemplo concreto del misterio presente y vivido en la Eucaristía, misterio que
nos aplica el espíritu, la gracia y la eficacia de todos los otros misterios.
Los estados implican “disposiciones interiores”, vivientes y permanentes que determinan
ontológicamente la humanidad gloriosa de Cristo y fundan la posibilidad de una causalidad
eficiente y ejemplar de los misterios en nosotros.
Y esa humanidad glorificada está deificada y es por eso instrumento de divinización de los
hombres a través de los “estados”.
No olvidar en esta temática, la unión hipostática del Verbo con la naturaleza humana, que
lleva a San Juan Eudes a dos expresiones al inicio de Vida y Reino de Jesús que son
verdaderos kerigmas que la gente sencilla puede captar sin tantos conceptos ontológicos:
“Jesucristo Dios verdadero y Hombre verdadero”. “En Jesús todo es divinamente humano y
humanamente divino”.
Según los biógrafos de Juan Eudes fue una de las personas que mejor comprendió el voto
de servidumbre y por eso Bérulle quiso que lo hiciera temprano el 25 de marzo de 1624.
Cuando Juan Eudes escribe Vida y Reino está viviendo ese voto que pronunció con estas
palabras que aparecen en el texto que se encuentra en los Archivos del Oratorio (Carton
11(1), no. 21):
“Yo hago voto a Dios de servidumbre perpetua a Jesucristo, a su humanidad deificada y a
su divinidad humanizada”.
Por eso en Juan Eudes la humanidad de Jesucristo es verdadero sacramento y el ejemplar o
el estado en que el hombre debe servir a Dios.
El anonadamiento y la devoción de Jesucristo, desde su humanidad, es la verdadera
adoración, más allá de un simple acto de religiosidad.
Juan Eudes no dejará la expresión “estados y misterios” de Jesús, y supo llevar a la gente
el mensaje beruliano haciendo justamente un reemplazo como anota un especialista en
Bérulle: “San Juan Eudes reemplazando “los estados” por su símbolo concreto, el corazón,
18
ha tenido éxito al adaptar así en su apostolado popular una enseñanza abstracta” (J. Orcibal.
Le cardinal de Bérule. Evolution d´une spiritualité. París. 1965. p. 11).
Estado designa una manera de ser que puede ser eterna, como la vida divina del Verbo
en el seno de la Trinidad o temporal como el estado de vida pasible y mortal o el estado de
vida gloriosa en el cielo de Jesús.
Estado=un modo de presencia estable de Jesús. Estabilidad. Son cuatro: estado eterno de
su vida en el seno del Padre; estado temporal de su vida pasible y mortal en la tierra; estado
de vida gloriosa e inmortal en el cielo; estado de su vida mística en las almas.
Los misterios producen efectos particulares en las personas por su espíritu, mérito y virtud
propios de la Encarnación. Y no terminan en sus efectos en un momento sino que perduran
para que el cristiano pueda continuar la vida de Jesús. El exterior del misterio es pasajero y
pasó, pero su interior es vivo, actual, presente y poderoso a perpetuidad.
En Juan Eudes hay una doble inspiración desde el misterio mismo de la Encarnación, desde
la patrología latina: el gran motivo de la Encarnación es el amor de Dios por el hombre
pecador (2, 397); y desde la patrología griega: el Verbo se encarna para cumplir la voluntad
del Padre de que la humanidad tenga en su Hijo encarnado, un glorificador infinito (1, 108,
455-456, 475, 499-502, 522-523).
19
Con frecuencia los especialistas en espiritualidad eudista encuentran aquí lo esencial de la
misma espiritualidad, pero no olvidemos que su culminación es la mística, tal como la
proyecta el mismo san Juan Eudes.
CUARTA PARTE. Contiene lo que hay que hacer cada mes, para vivir cristiana y
santamente, y para hacer vivir y reinar a Jesús en nosotros. (1, 366-415). Vivir en un
continuo ejercicio de amor a Jesús.
1) Qué hacer el primero y el último día del mes.
20
2) Es conveniente tener un día de retiro al mes. Qué hacer en él.
3) Meditación para ejercitarse en alabar y glorificar a Jesús.
4) Ejercicio de alabanza y de glorificación a Jesús. (En el cielo, la tierra y el infierno).
5) Continuación de este ejercicio de alabanza y glorificación.
6) Rosario al Padre Eterno de Jesús.
7) Ejercicio de amor a Jesús.
8) Ejercicio de amor divino: contiene 34 actos de amor a Jesús en honor de los 34 años de
la vida amorosa que tuvo en este mundo. (Jesús, todo amable (1). Jesús, mi deseo ardiente
de amarte (2). Jesús, quiero amarte con todo y por encima de todo (3). Jesús, el deseado de
mi alma (4). Jesús, una sed ardiente (5). Jesús, mi Dios, mi todo (6). Jesús, mi Rey (7).
Jesús, el amor pleno y total (8). Jesús, amor omnipotente (9). Jesús, Dios amor (10). Jesús,
mi dulce amor (11). Jesús, Rey de los corazones, el Soberano de mis amores (12). Jesús,
corazón de mi corazón (13). Jesús, mi solo y único amigo (14). Jesús, el único amante (15).
Jesús, el único amor de mi corazón (16). Jesús, mi atracción total (17). Jesús, tan amable, y
tan poco amado (18). Jesús, mi eterno amante (19). Jesús, el eternamente amado (20).
Jesús, belleza eterna, eterna bondad (21). Jesús, el predilecto de mi alma (22). Jesús, amor
inmenso en todo lugar y en todas las cosas (23). Jesús, alegría de mi alma, contento de mi
corazón (24). Jesús, infinita capacidad de amar (25). Jesús, amor poderosísimo (26). Jesús,
inmenso Corazón repleto de amor (27). Jesús, purísimo amor (28). Jesús, corazón querido
de mis amores (29). Jesús, mi todo (30). Jesús, el Dios irresistible de mi vida y de mi
corazón (31). Jesús, mi amor paladino (32). Jesús, eres todo mío, mi deseado (33). ¡Ah,
Jesús mío, mi querido Jesús, mi queridísimo Jesús! (34).
9) Actos de amor a Jesús cautivo en las sagradas entrañas de su Santísima Madre.
10) Actos de amor a la santa Infancia de Jesús.
11) Actos de amor a Jesús Crucificado, al besar el Crucifijo.
12) El rosario del santo amor a Jesús.
13) Es bueno elegir cada mes un Santo que nos ayude a amar a Jesús.
14) El mes de Marzo.
21
2--La teología de la cuarta parte.
Vivir en el ejercicio continuo del Amor es posible porque el Verbo se ha hecho carne y lo
podemos adorar en el seno de María (1, 404ss), se ha hecho realidad humana.
Es preciosa la cristología de esta parte.
De tal manera se ha encarnado el Verbo que podemos experimentar su amor humano y
divino y al mismo tiempo expresarle nuestro amor más íntimo, apasionado, desde la
alabanza y la glorificación, para culminar en la entrega, en un amor que es más fuerte que
la muerte.
Años más tarde este ejercicio se convertirá en la auténtica y verdadera devoción al divino
Corazón de Jesús.
La teología se va presentando de tal manera que culminará en la mística, nos sumerge más
y más en los misterios, en el interior de un Jesús que vive una realidad trinitaria, humana y
cósmica a la que respondemos con las actitudes de la alabanza y el amor místicos. El Amor
de Jesús es Irresistible.
22
Así, la espiritualidad eudista es una espiritualidad de calidad, en la que más allá de todo
devocionalismo, se centra en la Amorosa Persona de Cristo, en el mismo Corazón de
Jesucristo, manifestación del Corazón de Padre Dios.
Podemos decir a partir de esta parte que la espiritualidad eudista ha iniciado un camino de
amor que culminará en pocos años en el culto al Corazón de Jesús y al Corazón de María.
Juan Eudes nos dirá expresamente, en la carta que anuncia la solemnidad del Corazón de
Jesús en 1672, que ya ese Divino Corazón era también celebrado desde la fiesta del
Corazón de María, en 1648.
Esto nos permite conectar con la liturgia.
QUINTA PARTE. Contiene lo que hay que hacer cada semana, para vivir cristiana y
santamente, y para hacer vivir y reinar a Jesús en nosotros. (1, 416-440). Convertir la
semana del hombre en la Semana de Jesús.
23
1) Tres días de la semana que debemos vivir con más recogimiento: lunes (honrar el primer
día de la vida de Jesús en este mundo), viernes (honrar último día de la vida de Jesús en
este mundo), y sábado (honrar la vida de Jesús en María y la vida de María en Jesús).
2) Cómo se puede honrar toda la vida de Jesús cada semana.
Meditaciones o Elevaciones a Jesús para todos los días de la semana, sobre los estados de
su vida.
3) Meditación para el domingo: Sobre la vida divina que Jesús tiene en el seno de su Padre
desde toda la eternidad.
4) Meditación para el lunes: Sobre el primer momento de la vida temporal de Jesús.
5) Meditación para el martes: Sobre la Santa Infancia de Jesús.
6) Meditación para el miércoles: Sobre la vida oculta y laboriosa de Jesús.
7) Meditación para el jueves: Sobre la vida pública que Jesús llevó en esta tierra, y que
lleva aún en el Santísimo Sacramento.
8) Meditación para el viernes: Sobre los sufrimientos y la muerte de Jesús.
9) Meditación para el sábado: Sobre la vida de Jesús en María y de María en Jesús.
10) Otra meditación para el domingo: Sobre la vida gloriosa que Jesús tiene en el cielo
después de su Resurrección y Ascensión.
11) Elevación a Jesús sobre todos los estados y misterios de su vida para consagrarle todos
los estados y dependencias de nuestra vida.
24
3--La mística de la quinta parte.
Basta que se hable de misterios y Juan Eudes ya entra en la mística con la gracia del
Espíritu Santo, para toda mente y corazón dispuesto.
Una vez más aparece en esta parte y con mucha intensidad la realidad fenomenológica de la
mística cristiana, desde la vivencia (contemplación y acción) de los estados y misterios de
Jesús.
Cada día de la semana nos ofrece una verdadera sorpresa mística para colmar el existir
cristiano.
Es interesante constatar el lenguaje personalizante de Juan Eudes en los tres pasos que
tiene cada contemplación o meditación en los que místicamente se va pasando por actitudes
de adoración, alabanza, glorificación, conversión, perdón, abandono, ofrenda, inmolación y
compromiso.
En dos Domingos se enmarca el inicio y la culminación del misterio pascual del Señor,
igualmente misterio pascual del cristiano que va pasando su semana con Jesús.
25
Igualmente, nos puede ayudar a superar la dispersión de las “nuevas espiritualidades
seglares” y a centrarse en el Misterio pascual de Cristo y a guiar a todo cristiano a la
convergencia tan positiva de la Liturgia: comunidad, culto y misión.
SEXTA PARTE. Contiene lo que hay que hacer cada día, para vivir cristiana y
santamente, y para hacer vivir y reinar a Jesús en nosotros. (441-495). Actuar con, en, por
y para Jesucristo.
La santificación de las acciones ordinarias
1) Estamos obligados a realizar todas nuestras acciones santamente. Cómo hacerlo.
2) Varias elevaciones a Jesús para hacer santamente nuestras acciones.
3) Para realizar una acción que dura mucho o exige gran aplicación de espíritu.
4) Para hablar o conversar con el prójimo.
5) Para las comidas.
6) Para la recreación.
7) Para andar dentro y fuera de casa.
8) Para el trabajo.
9) Para la predicación o evangelización.
10) Para la lectura espiritual.
11) Para escribir.
12) Para hacer limosna.
13) Para visitar a los pobres, enfermos y afligidos.
14) Para el ayuno, la penitencia y la mortificación.
15) Para un acto de humildad.
16) Para un acto de caridad.
17) Para un acto de obediencia.
18) Para todas las acciones.
19) Esta práctica, dulce y fácil, del ofrecimiento de las acciones, es un medio eficaz para
vivir en la presencia de Dios.
20) Podemos y debemos hacer, por la gloria de Dios, un santo uso de las acciones y
sufrimientos del prójimo.
21) Para las aflicciones.
22) Elevación a Jesús en la aflicción.
23) Contra las tentaciones.
Ejercicio para la santa Misa.
24) Qué hacer para participar dignamente en el Santo Sacrificio de la Misa.
25) Elevación al Padre Dios para el comienzo de la Misa.
26) Elevación a Jesús durante la Santa Misa.
27) Elevación a Jesús, el Soberano Sacerdote que se sacrifica en la Misa.
28) Elevación a Jesús como Hostia que se inmola al Padre en la Santa Misa.
29) Elevación a Jesús para la comunión espiritual.
30) Elevación a Jesús al terminar al Misa.
Ejercicio para el oficio divino (liturgia de las horas).
31) Cómo prepararse para orarlo santamente.
26
32) Un método excelente para orar santamente el Oficio divino y para honrar toda la vida
de Jesús en el Oficio de cada día.
33) Otro método para orar santamente el Oficio divino.
34) Método para orar el Oficio de Nuestra Señora.
35) Otro método para orar santamente el Oficio de la Santísima Virgen.
Ejercicio del rosario de la santa Virgen.
36) El Rosario es una práctica muy santa y agradable a Dios.
37) Método para orar santamente el Rosario de la Santísima Virgen.
38) El Rosario de Jesús, María.
27
Dios…Hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús” (1 Cor 10,31; Col 3, 17).
Como el proceso de cristificación se da desde los misterios de Jesús, nos remite
necesariamente a la mística.
28
5--La liturgia de la sexta parte.
San Juan Eudes, habida cuenta de la Liturgia de su tiempo, busca llenar en esta parte un
vacío de participación consciente en la celebración del misterio, de la Eucaristía.
Quiere que toda acción lleve a la celebración litúrgica y en ella se convierta en ofrenda,
consagración y oblación.
Por eso, con gran solicitud litúrgica y pastoral, hace ver al cristiano común y corriente
cómo participar en la celebración de los misterios.
Para nosotros que podemos vivir la reforma litúrgica del Vaticano II, tal vez, no nos llame
mucho la atención lo que propone Juan Eudes, sin embargo no olvidemos que quiso llenar
un vacío de participación y su propuesta fue válida y positiva desde el siglo XVII hasta la
primera mitad del siglo XX.
Igualmente notable es su extensa propuesta, tanto teológica como litúrgica, del ejercicio del
sacerdocio común, bautismal, en la Eucaristía, en la Liturgia de las horas y en el mismo
culto mariano (1, 459-495).
SÉPTIMA PARTE. Contiene algunos ejercicios para tributar a Dios los deberes que
deberíamos haberle tributado en nuestro nacimiento y bautismo; y para prepararnos a morir
cristiana y santamente. (1, 496-566). Nacer, vivir y terminar con Jesús, como ofrenda de
amor.
Ejercicio de piedad con ocasión de nuestro nacimiento.
1) Los deberes que era necesario tributar a Dios en el momento de nuestro nacimiento, si
hubiésemos sido conscientes.
2) Elevación a Jesús con ocasión de nuestro nacimiento.
3) Oración a la Santísima Virgen.
4) Saludo y honor a los Ángeles y Santos con ocasión de nuestro nacimiento.
Ejercicio con ocasión de nuestro bautismo.
5) Ejercicios de piedad para tributar a Dios los deberes que era necesario tributarle en el
29
momento de nuestro bautismo, si hubiésemos sido conscientes.
6) Jesucristo es el autor e institutor del Bautismo; cómo nos lo ha merecido y los deberes
que hay que tributarle por el Bautismo.
7) Elevación a Jesús por este motivo.
8) El nacimiento eterno y temporal, la muerte, la sepultura y la resurrección de Jesús son el
ejemplar de nuestro Bautismo y nuestros deberes con Jesús.
9) Elevación a Jesús por este motivo.
10) Jesús nos ha bautizado en la persona del sacerdote y los deberes que es necesario
tributarle por este motivo y por las ceremonias del Bautismo.
11) Elevación a Jesús que nos ha bautizado.
12) La profesión solemne que todos los cristianos han hecho en el Bautismo.
13) Elevación a Jesús para renovar la profesión que hicimos en el Bautismo.
14) Hemos sido bautizados en el nombre de la Santísima Trinidad y los deberes que hay
que tributarle por este motivo.
15) Elevación a la Santísima Trinidad por este motivo.
16) El rosario a la Santísima Trinidad.
17) Conclusión del ejercicio para el Bautismo.
Para morir cristianamente.
18) Ejercicio de piedad para tributar a Dios los deberes a que estaremos obligados el día de
nuestra muerte y para prepararnos a morir cristiana y santamente.
19) Meditación o Elevación a Jesús sobre la sumisión y el abandono a su divina Voluntad
en lo que se refiere a nuestra muerte.
20) Acción de gracias que debemos tributar a Nuestro Señor por todos los beneficios que
hemos recibido de Él durante toda nuestra vida.
21) La necesaria confesión y satisfacción de nuestros pecados ante Dios.
22) La Santa Comunión.
23) El sacramento de la Unción de los Enfermos.
24) El testamento de Jesús y el que debemos hacer en su honor.
25) El testamento que debemos hacer en honor e imitación del testamento de Jesús.
26) La agonía y el instante de la muerte.
27) El juicio particular que se hace a la hora de la muerte.
28) El estado de la muerte y de la sepultura.
29) La entrada de nuestras almas al cielo y a la vida inmortal.
30) Conclusión de los ejercicios anteriores.
31) Otros consejos y disposiciones necesarias para morir santamente.
“Jesús es todo en todas las cosas”.
30
Jesucristo, se lanza al pasado de su nacimiento y bautismo para ser sanado radicalmente y
luego con un pasado sanado y restaurado, desde su mismo presente se lanza al futuro
haciendo de su muerte anticipada una ofrenda de amor, para entrar luego definitivamente en
el tiempo de Dios, el tiempo que entra en la eternidad dichosa de la Santísima Trinidad.
El hombre de hoy, desde el giro trascendental que dio la fenomenología de Cristo de M.
Blondel, puede estar más abierto a entender a Juan Eudes, en un mundo donde han tomado
cuerpo miles de religiones, que buscan un Algo, tal vez, sin Nombre. Es el fenómeno de las
redes sociales permeadas por tantas inquietudes que quieren dar una respuesta trascendente
a la muerte, al dolor, al sufrimiento, a las limitaciones humanas, pero también a la acción
humana creativa comprometida en una nueva humanidad y en la evolución del universo
hacia su punto Omega.
Desde el inicio del siglo XXI la antropología continúa dando ese giro teológico para salir
de una fenomenología cerrada en sí misma. Juan Eudes nos enseña, desde su antropología,
expresada fenomenológicamente en el nada “somos, tenemos y valemos”, a abrirnos en un
verdadero giro teológico a lo que realmente trasciende al hombre, la Encarnación. Sin
Jesús, nada; con Jesús, todo.
Con ese TODO que es Jesús, culminará redimida, en la última página toda su antropología.
(1, 566).
Y este es el proceso: desde una preciosa contemplación del nacimiento eterno y temporal
del Hijo de Dios, pasamos a nuestro nacimiento y cumplimos “ahora” lo que deberíamos
haber hecho como criaturas que recibieron “el ser y la vida, la capacidad de conocer y de
amar”. Luego, pasamos a nuestro nacimiento a una vida nueva por el Bautismo,
contemplando de qué manera el nacimiento eterno y temporal, la muerte, la sepultura y la
resurrección de Jesús son el ejemplar y prototipo de nuestro mismo Bautismo que ha de
marcar todo nuestro existir como cristianos, que no terminará con la muerte, sino que se
abrirá a la vida eterna y encontrará en ella la plenitud de ser-humano.
Pocos autores han elaborado una antropología tan positiva de la muerte con las perspectivas
siguientes que se van proyectando en el medio divino del tránsito de nuestra vida en una
LITURGIA DE DIEZ DÍAS serenos, confiados, colmados de fe, de esperanza, de gratitud y
de amor.
31
La muerte anticipada como ofrenda de amor (-no es un eufemismo eutanásico-) se
estructura en un Decamerón=diez días maravillosos, que Juan Eudes propone que
realicemos en vida con nuestros cinco y más sentidos despiertos, bien apercibidos.
Con su visión teológica de los misterios de Jesús, o mejor de su misterio único pascual
(desde su nacimiento temporal hasta su glorificación) vamos, como cristianos, a ser
introducidos en el medio divino de la mística más profunda, asequible a todos por la gracia
y el poder del Espíritu Santo.
32
4--La espiritualidad de la séptima parte.
Esta espiritualidad tan concreta en esta parte tiene como objetivo práctico, lo que ha sido
todo el libro: el cristiano está ante un deber ser, pensar y actuar, ahora se trata de tener
efectivamente para el presente y el futuro una manera cristiana de ser, pensar y actuar.
Con un lenguaje muy amigable Juan Eudes toca el tema más difícil de nuestra existencia
cristiana y como hemos visto lo hace asequible con un gran realismo (invita a visualizar).
Hoy en día, con ocasión de la pandemia, surgen espiritualidades de la muerte, algunas
abiertas a la trascendencia, otras un tanto extrañas y evasivas y unas más, nirvánicas, ajenas
a nuestra cultura. Aquí Juan Eudes tiene algo muy positivo y asequible a nuestra fe y
cultura cristiana.
33
redentor del dolor y del sufrimiento. Inclusive, estamos algo muy original como sería la
desmitificación de la muerte y convertirla con el Decamerón eudista en una Pascua
anticipada.
Los biógrafos presentan a un Juan Eudes como un pastor misericordioso tan solícito que
dormía vestido y con las botas puestas esperando el llamado de la enfermedad y de la
muerte, para estar pronto al lado del enfermo y del moribundo y ayudar a vivir su Pascua.
Los pastores encuentran mucho que aprender en su vida y escritos sobre el cuidado de los
enfermos y moribundos.
Después del breve recorrido que hemos hecho, tal vez una nueva lectura de La Vida y el
Reino de Jesús puede ser mejor aprovechada para nuestra vida personal y nuestro
compromiso con las personas.
Las breves anotaciones hechas en cada parte han sido, como es normal, centradas en el
texto eudista de 1637. Puede ser oportuno hacer algunas anotaciones a modo de
recapitulación.
3. 1. La antropología eudista.
Para entender muchos textos eudistas es bueno que el mismo Juan Eudes nos diga qué tipo
de antropología maneja en determinados casos.
Es fácil identificar en algunos casos, por ejemplo, en Las Meditaciones sobre la Humildad,
en Los Coloquios interiores, en El corazón Admirable (6, 84-90), y como lo hemos visto en
La Vida y el Reino de Jesús.
Algunos textos, como analizamos en la introducción a las Obras Completas revelan la
erudición y conocimiento de su tiempo. Ciertamente hoy en día el lenguaje y la concepción
del hombre y de su espíritu tienen son diferentes y se marcan acentos en otras realidades.
Lo importante para el lector de hoy, que tiene una visión muy diferente, es lo que quiere
decirnos sobre el corazón, el entendimiento, la memoria y la voluntad; los sentidos, los
sentimientos, los afectos y las pasiones.
Juan Eudes es consciente de las limitaciones del lenguaje y dice: “Hablando el lenguaje de
Pablo tengo grandes cosas que decir de este Corazón maravilloso de María; pero todo cuanto
puedan expresar las lenguas humanas y angélicas, estará siempre por debajo de sus
perfecciones: de esto tenemos mucho que decir, y es difícil expresarlo (Heb 5, 11). (6, 90).
Juan Eudes busca llegar a la mente y el corazón del lector empleando todo un contenido
lingüístico, cognoscitivo, afectivo, místico; dando un valor supremo a la Palabra de Dios
leída y vivido dentro de la Iglesia, por aquellos a quienes reconocemos como testigos
cualificados: Padres y santos y valiéndose de cuanta analogía sea posible para presentar el
mensaje, como lo hace aprovechando el poder mediador que tiene la imagen, el cuadro
34
para hacernos llegar al corazón de los misterios y vivir en una continua y divina tensión
apasionada de formar, santificar, hacer vivir y reinar a Jesús.
La antropología eudista maneja las antinomias gracia y pecado, miseria y grandeza, nada y
todo, y se abre al poder y a las fuerzas de la Encarnación que resuelve toda antinomia.
Juan Eudes encuentra un simbolismo en esta antropología para hablarnos del papel central
que ocupa el corazón en la vida de todo ser. Hoy manejamos antropologías diferentes, pero
cada una descubre, a su manera, este simbolismo del corazón.
Desde su misma antropología Juan Eudes está a la búsqueda del “corazón” y hay toda una
ascensión del corazón humano hasta el momento en que el Verbo, Dios mismo se hace
corazón.
No tengamos recelos con la antropología eudista a primera vista negativa por los efectos
del pecado y aún de la misma condición de criatura.
Desde la antropología eudista, cuando hablamos de la formación de Jesús en nosotros, lo
primero que Jesús y el Espíritu Santo hacen en nosotros es formar el Corazón de Jesús para
que tengamos sus sentimientos, voluntades y actitudes, como en una nueva encarnación.
Es lo que podemos llamar la ascensión del corazón humano con el Verbo que se hizo
Carne, Corazón.
35
Para entender la cristología de Juan Eudes tenemos que identificarlo como beruliano que
profundiza el misterio único de la Encarnación, que diviniza totalmente la humanidad de
Jesucristo y la convierte en el verdadero sacramento: para un culto digno del Padre y
salvación de toda la humanidad. Dos textos claves de P. de Bérulle:
“Desde toda la eternidad, existe un Dios infinitamente adorable, pero no existía todavía un
adorador infinito; había un Dios digno de ser infinitamente amado y servido, pero no había
ningún hombre ni servidor infinito capaces de dar un servicio y un amor infinito. Tu eres en
este momento, oh, Jesús, este adorador, este hombre, este servidor, infinito en poder, en
cualidad, en dignidad, para cumplir plenamente con este deber y rendir este divino
homenaje. Tu eres este hombre que ama, adora y sirve a la suprema majestad como es
digna de ser amada, servida y honrada” (Bérulle. Discours de l´état et des grandeurs de
Jésus. O.C. t. 7. P. 123).
“El nombre, la grandeza, el poder, la dignidad, la majestad de Dios – en cuanto es
comunicable a la criatura – reside y reposa en la Humanidad de Jesús. Dios la une a sí, la
vivifica en sí y la hace subsistir con la divinidad. Por medio de lo cual, cuando ella es
adorada, Dios es adorado en ella; cuando ella habla, camina, es Dios que habla y camina…
Y así, cuando esta humanidad actúa o padece, es Dios mismo quien actúa y padece en ella y
sus acciones y pasiones son divinas y desde esta condición, tienen un mérito infinito y son
de un precio y de un valor infinito, por la relación, el trato y la comunicación inefables que
hay entre la deidad y la humanidad en la subsistencia de la persona divina” (ib. P. 179-180).
Llama la atención que Jesús pueda ser adorador del Padre y nuestro redentor desde el seno
de su madre. Es decir, que en Jesús, está siempre presente el estado superior de su alma que
goza de la visión beatífica y puede adorar y hacerse ofrenda de amor al Padre.
Toda la obra de Juan Eudes está centrada en Jesucristo que tiene en todos sus escritos una
presencia total y universal. Es un cristocentrismo desde la idea misma de Bérulle: de “un
centro sin circunferencia que le ponga límite” y que es punto de referencia en el cielo y en
la tierra, en el mundo divino y el humano: todos dirigen su mirada a Él: el Padre para
complacerse y el mundo para adorar. (Bérulle, O.C. t. 6. P. 330).
Cuando hoy en día podemos leer tantas cristologías, me sorprende más y más la eudista.
En esta comprensión ayuda mucho la obra del P. Clemente Legaré, La misión continua de
Jesús y el beruliano Juan Eudes. Semiótica del discurso religioso. (Presses de l´Université
du Québec, 2006, 320p.).
Cualquier lector puede identificar desde el primer momento que Vida y Reino nos ubica
dentro de una cristología viva, dinámica, cordial, donde todo gira en torno a Jesús y se
refiere a Él. Jesús se convierte en el medio espacio temporal trinitario, divino, humano,
eclesial, cósmico.
Inicia y termina el libro con la gran realidad teológica, de que Jesús, Dios y hombre, es todo
en todas las cosas (Cfr. Ef 1, 22s) es decir, la intencionalidad y el contenido, miran a la
misión de Jesús, de su vida y de su reino, muy especialmente en nosotros que somos sus
miembros (1, 89 y 566).
Todos los espacios de referencia de la vida cristiana que hemos llamado perspectivas están
llenos de Jesús, de su vida y misión y sin Él nada tiene el sentido redentor, salvador,
recapitulador y al mismo será Jesús el que le dará sentido a las realidades más simples de
36
nuestra vida, hasta lo que podríamos llamar extraordinario en nuestra vida, en la Iglesia, en
el universo.
Los mismos temas teológicos desde la Trinidad hasta las postrimerías se enfocarán siempre
desde Jesucristo, su vida y su palabra, ofrecidos con una gran sencillez y sin montajes
oratorios y académicos; eso sí, con un gran calor humano y una gran cercanía a los más
humildes. La simplicidad no quita la belleza solemne y grandiosa del misterio cristiano
como una gran catedral gótica con sus bases y proyecciones
Desde Vida y Reino todo el sistema teológico eudista tiene una gran coherencia con sus
siete partes. Diríamos que en este libro que Juan Eudes dejó práctica y conceptualmente
intocable está el ADN que identifica toda su teología, todo su horizonte.
El mismo nombre del autor “El P. Juan Eudes Sacerdote del Oratorio de Jesús” nos
especifica más el ADN de la teología beruliana.
Dios Padre creador en la primera creación del universo y del hombre lo hace todo por amor
de tal manera que todo le pertenece, desde el más simple átomo del universo y por lo tanto
se merece como respuesta toda adoración, toda alabanza y ofrenda de amor. Al no darse esa
respuesta por la caída del hombre, hay una segunda creación que es la Encarnación. Dios
Padre envía a su Hijo, Dios y hombre al mismo tiempo y le entrega todo lo que es suyo. Y
aquí está lo maravilloso que “salva” toda la antropología del pecado: la humanidad creada
de Jesús se somete absolutamente a su divinidad increada, con ese “Aquí estoy para hacer
tu Voluntad” y desde ese momento de la Encarnación el hombre encuentra el camino de la
salvación comportándose exactamente como Jesús, como el verdadero adorador del Padre.
Y aquí está la grandeza del hombre salvado y liberado, que desde la hondura de su ser
unido a Jesús, adora amorosamente, reconoce el poder absoluto de Dios Padre, le da gloria
en todo y acepta con toda humildad, amor y alegría que su salvación depende de su más
íntima relación personal con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo y de su entrega generosa
hasta el mismo martirio.
Así como hay por la Encarnación una alianza de culto y de ofrenda entre la Divinidad y la
Humanidad, así también Jesús nos asocia en alianza, con el Espíritu Santo, para que como
su Cuerpo místico, podamos continuar sus estados y misterios. Jesús asocia nuestra
humanidad a la suya, igual a la nuestra, menos en el pecado y por medio de los
sacramentos, como expresión de alianzas de renuncia al pecado y de adhesión Jesucristo,
encontramos la verdadera salvación.
El proceso divino humano de nuestra salvación culmina en la comunión del amor, donde el
Amor divino y el Amor humano de Jesús, tienen la primera, continua y última palabra, que
el hombre acepta siguiendo el paradigma del Amor del Padre a su Hijo, del amor de Jesús a
nosotros y de nuestro amor al estilo de Jesús y María, capacidades totales para ser ofrendas
de amor.
Todas las perspectivas del pensamiento y de la praxis eudista encuentran su unidad en La
Vida y el Reino. Esto explica lo aparentemente repetitivo de Juan Eudes, se trata de un
llamado en toda dimensión y momento a lo esencial, “al corazón”.
Desde el corazón y sus actitudes tiene unidad la doctrina eudista.
37
Todo en Jesús y en el cristiano que los sigue está movido por el amor y la misericordia que
son al mismo tiempo origen, camino y meta de la misma vida y misión de Jesús y del
mismo cristiano que lo quiere seguir.
Juan Eudes maneja una estructura y un lenguaje muy coherentes que, en algunos casos, se
ha dejado de lado en la publicación de muchas de sus obras que aparecen mutiladas, con
capítulos traspuestos, con el supuesto de hacer más actual su pensamiento.
Todos los textos de Juan Eudes van dando aspectos de algo que para el autor tiene una
profunda unidad. Como dice el P. Legaré: “Todas las monografías sobre el contenido de los
textos de Juan Eudes solo dan una lectura parcial de su universo religioso, como las
vidrieras luminosas de una catedral que solo llenan sectores del conjunto arquitectónico”
(La Misión…p. 5). Los 13 tomos de sus obras completas se proyectan sobre un horizonte de
unidad, de coherencia, de homogeneidad desde el primer escrito que conocemos, una
preciosa y extensa carta a Madame de Budos en 1629 hasta la conclusión de El Corazón
Admirable en julio de 1680.
38
Juan Eudes va a insistir, sin tomar a pie de letra a su maestro, algo indiscutible: la vida
cristiana como continuación de la vida de Jesús dentro un proceso posible para todos, bajo
la guía y gracia del Espíritu Santo: formar, santificar, hacer vivir y reinar a Jesús en la
persona. Bérulle insistirá en el proceso de imitación, conformidad, identificación y
subsistencia mística con el mismo Jesús.
Desde su experiencia, juzgada como válida también para los demás, dentro de la libertad
del Espíritu, Juan Eudes toma el Evangelio vivo que es la persona de Jesús y va adaptando
su Palabra y mensaje de vida desde los parámetros berulianos.
Hay, por lo tanto, influencia de Bérulle (Collationes) en la mística eudista (Vida y Reino de
Jesús), pero también una gran libertad y creatividad de Juan Eudes para llevar a todo
bautizado a lo que parecía reservado a una élite espiritual.
Con Juan Eudes el resultado es una obra perfecta y completa. Perfecta porque está muy
bien acabada y completa porque contiene lo fundamental de su mística y espiritualidad.
Es el mistagogo que lleva a todo cristiano, a todo bautizado, a través de los días, las
semanas, los meses y los años a vivir el misterio del Verbo Encarnado.
Es tan importante que lo dejó intocable en su esencia desde 1637. Si en ediciones
posteriores a 1662 se agregaron otros escritos del mismo Juan Eudes, no tienen que ver
nada con la unidad de la obra y son eso, agregados, que con el libro dan publicidad a tres
obritas: Tratado de la devoción a los lugares santos, Meditaciones sobre la Humildad y
Coloquios interiores.
Todo el libro gira en torno a Jesús y a la persona que se entrega a Él, no de manera egoísta,
sino como quien forma parte de Cuerpo místico, hasta hacerse ofrenda substitutiva por los
demás: orar, interceder, y obrar pensando en los demás.
Todo el contenido de la fe con todas sus implicaciones va pasando por cada página con una
profunda mística de encarnación en cada uno y en su comunidad. Y todo con un orden
dictado por el mismo proceso espiritual y místico de la vida cristiana. Al no entender este
proceso se pueden tomar indistintamente las partes del libro y se pierde la perspectiva
eudista.
Hemos visto como todo el cristocentrismo eudista culmina en el Corazón de Jesús y es a
partir del corazón que se puede comprender y vivir la mística eudista que culmina al mismo
tiempo con la identificación del cristiano con Jesucristo en el mundo maravilloso de la
divina Pasión del Amor.
Es el corazón el que da unidad a todo como el término más análogo que pueda darse para
poder hablar de que todo es corazón: Dios y el hombre, la criatura y el universo.
En todo lo que hace y escribe Juan Eudes está movido por la divina Pasión del Amor
siempre más intensa, que puede expresar de muchas maneras y sintetizarla con una palabra
el “celo ardiente”.
Es muy importante el componente de celo en el Juan Eudes que escribe y misiona. El celo
implica un amor apasionado, único y exclusivo y al mismo tiempo un entusiasmo y un
apego perdurable a cuanto tiene un valor real y le da sentido a la vida y a la misión.
39
San Juan Eudes está convencido, desde su experiencia mística (Las Virtudes. P.
Hérambourg), de que cuanto propone y hace repetir el cristiano, lo llevará con el poder del
Espíritu Santo a tener, el espíritu, la vida, la devoción, los sentimientos, actitudes y
voluntades de Jesús, formándose en su corazón.
La metodología actual de la comunicación por las redes va en ese sentido reiterativo de
palabras, actitudes, gestos, símbolos.
40
una espiritualidad que pueda fluir concretamente en el pueblo de Dios, llevando hasta sus
últimas consecuencias el misterio de la Encarnación, más allá de lo que podría hacerlo el
mismo Bérulle.
Conocemos, en parte, el gran contenido de nuestra espiritualidad, como se ha indicado en la
introducción a las Obras Completas y paso a paso, se convertirá en la espiritualidad
eudista del Corazón de Jesús, que nos lleva a una entrega total al Espíritu Santo que es el
Corazón divino de Jesús, para tener una manera de ser, de pensar y de actuar, marcada por
el Amor Irresistible del Señor, y con sus sentimientos, voluntades y actitudes.
Tratemos de que no sea una espiritualidad más, sino la que realmente nos configura dentro
de una escuela de santidad donde el ser, el pensar y el actuar engloban todo el existir en su
realización.
Estamos ante una espiritualidad que practica la dinámica beruliana de la Encarnación:
el éx-tasis: salir de sí mismo para amar y cumplir la voluntad de Dios;
salir de sí mismo para volverse totalmente a Dios, a Jesús y al misterio de su amor, presente
en cada persona.
Salir de sí mismo para aceptar la nueva familia que es la Congregación con todo lo que ella
implica en el ser, el pensar y el actuar.
O mejor, salir de sí mismos para insertarnos en la Comunidad eclesial desde el corazón
mismo de la Congregación.
41
El alimento fundamental es la Palabra de Dios, que formatea todo el mensaje de vida
cristiana.
Juan Eudes trae a cada momento la Palabra de Dios, no para probar con la Palabra lo que
dice, sino para dejar oír a Dios, a su Hijo, al Espíritu Santo.
Aunque no cite, explícitamente, en cada página la Palabra de Dios, si lo hace
implícitamente en cada página, es decir su lenguaje es bíblico y es la Biblia la que formatea
su mismo lenguaje.
Cuando Juan Eudes recomienda la lectura de La Vida y Reino de Jesús lo entiende como
una ayuda en la pastoral del seguimiento, del acompañamiento de las personas.
La Pastoral de Juan Eudes es la dinámica propia de un misionero inmerso entre la gente
sencilla y humilde de las calles, de los campos, de los incontables espacios de misión,
donde todo le inspiraba, en el día a día, una lectura adaptada de la Palabra de Dios, un
escrito para responder al hambre espiritual de las personas, una obra para colmar unas
necesidades materiales y espirituales,
Como pastor tuvo consigo mismo una dinámica muy efectiva: se preocupó primero por ser,
luego, por hacer y, finalmente, por decir.
La inspiración de esta dinámica la encontró en Lucas: Jesús poderoso en obras y palabras,
lo que Jesús hizo y enseñó (Lc 24, 19; Hechos 1,1).
Es decir que nos colocamos ante sus escritos para descubrir el ser de Juan Eudes, su qué
hacer y luego lo que nos quiso decir.
Hoy en día la pastoral insiste en que el pastor tenga un lenguaje apropiado y emplear, para
no volverse tan pesado, el mapa mental kerigmático, con frases breves cargadas de paz,
salvación, conversión, asertividad.
Para una mejor comprensión del pensamiento eudista se puede hacer uso de los mapas
mentales. El mapa mental de Juan Eudes no tiene un diagrama piramidal, ni vertical ni
horizontal, como podría darse en el mapa conceptual de la filosofía clásica con ideas
jerarquizadas, o en un estricto organigrama, lo que podría implicar distancias y
alejamientos; sino más bien, en un diagrama centralista, con una idea central, con un centro
de atracción, que implica acercamiento a las personas, a quienes se predica el kerigma.
Juan Eudes no piensa en los académicos y filósofos para presentarles un mapa conceptual,
sino en los analfabetos con quienes funciona mejor el mapa mental del kerigma, tan simple,
tan breve, como lo hace, verbigracia, en el Catecismo de la Misión que prefiere llamar La
Vida del cristiano.
Juan Eudes fue ante todo misionero. De ahí el problema que se planteó: un problema de
comunicación popular. ¿Cómo hacerse a un lenguaje adecuado a la predicación, que fuera
fiel reflejo de sus intuiciones más profundas y a la vez que su más eficaz y expresivo
instrumento de difusión?
Ya se ha insistido en su intuición genial cuando descubrió en el término “corazón” la
palabra clave capaz de expresar toda su espiritualidad unitiva, es decir, todas las relaciones
de inclusión que unen a Jesús y María, a Jesús y el cristiano, a Jesús y la Trinidad, al
cristiano con Dios y el universo.
42
Juan Eudes supo llegar a la gente, como vemos en las introducciones a sus obras.
Juan Eudes pastor tuvo la genialidad de identificar el público para sus escritos y responder
a la búsqueda espiritual de los numerosos oyentes de sus 117 misiones y de los mismos
agentes evangelizadores, religiosos y pastores. Por eso una veintena de sus escritos tuvo
varias ediciones y reimpresiones. Hechas las proporciones del caso, hoy sería un autor best
seller con su La Vida y el Reino de Jesús, editado 34 veces durante su vida (sin contar las
ediciones piratas). En ese tiempo las ediciones variaban entre 1000 y 1500 ejemplares.
Gracias por dedicarle tiempo y espacio a esta reflexión y reciban todas las bendiciones que,
durante casi cuatro siglos, han recibido los lectores y practicantes de La Vida y el Reino de
Jesús.
Medellín, Agosto de 2021.
43