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Articulo para la revista de la SSJ:

El Cristocentrismo de la Escuela de espiritualidad Francesa


Hay un solo Evangelio, pero varias maneras de vivirlo. Las diferentes escuelas de
espiritualidad nacen de hacer énfasis en un aspecto u otro del Evangelio y de
proponer diferentes actos religiosos para hacer que el evangelio se “encarne” en la
vida de las personas. El siguiente articulo trata sobre una de las diferentes escuelas
de espiritualidad de la Iglesia católica: La Escuela de espiritualidad Francesa del
siglo 17.
Esta Escuela fue un poderoso movimiento espiritual, misionero y de reforma que
animó la Iglesia Francesa en la primera parte del siglo 17. Comenzaré con un
desarrollo del contexto histórico, ubicando a la Escuela en su tiempo, luego
expondré sus principales ideas teológicas y concluiré remarcando puntos en común
entre la Escuela de espiritualidad francesa, Eudes y la Sociedad San Juan.
2. Contexto histórico
Es importante recalcar algunas características del Siglo 17 francés para poder
entender las ideas de la Escuela de Espiritualidad Francesa.
Después de las guerras de religión, que azotaron al país por 36 años, Francia se
encontraba en mal estado en más de un sentido. Aunque el Concilio de Trento
había terminado en 1563, sus decretos no fueron oficialmente recibidos hasta 1615.
En muchas zonas limítrofes y rurales del país la gente estaba en situación de
extrema pobreza. Según algunos, la situación de la Iglesia era “lamentable”1: El
clero francés estaba muy mal formado, tenía muy poco apoyo de los obispos. Las
áreas más pobres vivían en una gran ignorancia de las realidades de la Fe y estaban
muy mal atendidas por sus párrocos. Pero en un breve periodo de tiempo se da un
gran reavivamiento de la Fe que se expresó de diferentes formas: Comenzó una
fuerte tarea de evangelización en las áreas rurales a través de misiones
parroquiales. 2Fueron fundadas múltiples congregaciones y conventos3 dedicadas a
la educación, obras de misericordia y la formación de sacerdotes. Surgió un gran
1
Montfort, Louis-Marie Grignion de. Jesus Living in Mary: Handbook of the Spirituality of St. Louis Mary De
Montfort.( Montfort Publications, 1994). En Adelante: Monfort, Handbook.
2
San Juan Eudes predicó 117 misiones en su vida, la congregación de San Vicente de Paul realizó más de 700
misiones en estos tiempos, además tenemos que sumar los esfuerzos para evangelizar Canadá que comienzan en este
periodo.
3
San Francisco de Sales y Santa Juana Chantal fundaron 82 conventos. El Cardenal Bérulle introduce la reforma del
Carmelo desde España llegando a fundar 62 monasterios del Carmelo reformado.
interés por la vida espiritual. El célebre círculo de Madame Acary en París es un
ejemplo de esto: Varias personas se reunían semanalmente a discutir acerca de
temas espirituales. Varios santos y místicos de la época participaron de este grupo.
Por último, floreció una de las flores más bellas de la acción de Dios en la Iglesia:
la santidad. En la primera mitad del siglo 17 se pueden contar 27 santos
canonizados. Entre ellos están San Francisco de Sales, San Vicente de Paul, Santa
Juan Chantal, San Luis de Momfort, el Cardinal Berulle, Juan Olier (fundador de
los sulpicianos) y san Juan Eudes.
San Juan Eudes4 nació en 1601 en el norte de Francia, cerca de Normandía. Hijo de
granjeros, demostró una gran piedad desde temprana edad y ya en su adolescencia
experimentó el llamado a consagrarse a Dios. Después de conocer al Cardenal
Bérulle, ingresa en el oratorio francés y es ordenado sacerdote en 1626. No pudo
empezar a practicar su ministerio sacerdotal ese año ya que una enfermedad lo
obligó a reposar por un año y medio, tiempo que utilizó para estudiar el Nuevo
Testamento, en especial el evangelio de San Juan y las Cartas de San Pablo y la
doctrina de la escuela de espiritualidad Francesa. Es en este tiempo de enfermedad
y estudio que Eudes realizó una profunda experiencia de la Vida en Cristo. De las
profundas convicciones espirituales surgidas en este tiempo, Eudes se dedicaría a
predicar el resto de su vida.
3. La espiritualidad de la Escuela Francesa
La Espiritualidad de la Escuela Francesa se inspiró en las Sagradas
Escrituras y en los Padres de la Iglesia. Su originalidad radica en la traducción que
hicieron del conocimiento de Cristo a la Espiritualidad. A continuación, delinearé
tres notas de la Espiritualidad de la escuela.
1. Fundamentada en una cristología encarnacional:
El Verbo Encarnado está en el centro del mensaje y la experiencia espiritual de
Escuela Francesa.
Bérulle fue el iniciador de este redescubrimiento de una Cristología encarnacional.
Su espiritualidad evolucionó desde un teo-centrismo a un cristocentrismo.
Aprendió de los místicos flamencos el despojarse de toda afición terrena para
llegar a la divinidad, pero posteriormente vio que para lograr esto, era necesario
tratar la humanidad de Cristo, no solamente como mediador sino como termino de
adoración.
4
En adelante “Eudes”
Siguiendo a los Padres de la Iglesia, Bérulle afirmaba que la unión de la naturaleza
divina y la humana que ocurrió en la persona de Cristo, era la máxima unión
posible entre lo divino y lo humano. La unión hipostática es el prototipo de toda
unión entre Dios y el hombre y por eso debe ser el objeto de la religión. Este
énfasis en la Encarnación, no era excluyente. Los miembros de la Escuela de
espiritualidad francesa hablaban de Jesús vivo, resucitado de entre los muertos,
pero contemplado en el misterio de su Encarnación.
Un gran ejemplo de esta adoración de la persona de Cristo se encuentra en sus
meditaciones, llamadas “elevación Berulianas”. El siguiente es un extracto de los
“Discursos sobre el estado y la grandeza de Jesús”:
“Una gran mente de este siglo, Copérnico, sostiene que el sol y no la tierra es el
centro del mundo. Sostiene que el sol es inmóvil y que la tierra se mueve con
respecto al sol... Esta nueva teoría, que pocos astrónomos aceptan, puede ser útil
y debe ser respetada cuando se aplica a la ciencia de la salvación. Jesús es el
gran sol inmóvil alrededor del cual giran todas las cosas. Él es como su Padre y
se sienta a su diestra; como Él, él está inmóvil y pone todo en movimiento. Él es el
verdadero centro del mundo, y el mundo debe moverse continuamente hacia él.
Jesús es el sol de nuestras almas, y de él provienen toda la gracia, la iluminación
y la influencia. La tierra de nuestros corazones debe moverse continuamente hacia
él. . . Entonces, volvamos a Jesús cada movimiento y cada afecto de nuestro
corazón; Levantemos nuestros corazones hacia él y alabemos a Dios por su único
Hijo y el misterio de su Encarnación con los siguientes pensamientos y
palabras...”5
Estas palabras ponen de manifiesto el Cristocentrismo de esta escuela, en el cual
todos los actos religiosos del cristiano deben dirigirse al Verbo encarnado.
2. Una devoción al Verbo encarnado en todos sus misterios:
La segunda nota característica de la Escuela de espiritualidad Francesa es que hay
contemplar y adorar la totalidad de la vida de Cristo. El Padre Amelote6 resalta que
Bérulle y los oratorianos dieron un conocimiento especial de la persona de Jesús a
la Iglesia, usando la devoción a la persona de Jesús, para recordar a la Iglesia que
la vida religiosa debe estar dirigida más allá de los eventos de la Cruz y la
Resurrección.
5
. Bremond, Henry. A Literary History of Religious Thought in France. III, (Macmillan Company, 1936), 22. En
Adelante: Bremond, Henry, A Literary History of Religious Thought in France
6
Doctor de teología de La Sorbonne, segundo superior general del oratorio francés (1629).
“…se dieron cuenta de que teníamos un pastor cuya voz no discerníamos lo
suficiente... Todas nuestras devociones estaban limitadas al monte de olivos ... o a
el Calvario. No viajó más a Belén ni a Nazaret, ni Magdalena ni Susana lo
siguieron en sus misiones ... Si conocíamos su vida por catecismos, no la
formamos dentro de nosotros moldeando nuestras vidas sobre la suya.”7
La escuela de espiritualidad Francesa corrigió una devoción reduccionista de la
vida de Cristo que solo se enfocaba en el Misterio Pascual. Ellos contemplaban
todos los misterios de la vida de Cristo. El cardenal Bérulle tenía una gran
devoción por los misterios de la infancia y de la vida oculta de Cristo, influyendo
en Eudes, Olier y otros miembros de la escuela.
Esta devoción a todos los misterios de la vida de Cristo ha influenciado a autores
como Alberto Hurtado, Fulton Sheen, Don Columba Marmion, Tanquerey y hasta
el Catecismo de la Iglesia Católica. El cardinal Schonborn, principal editor del
Catecismo incluyó una cita de San Juan Eudes en la parte de Cristología, en la
sección donde se describen los aspectos generales de los misterios de la vida de
Cristo. Los títulos y puntos contenidos en esta sección expresan la influencia de la
escuela de espiritualidad francesa:
512.  …(el Credo) No dice nada explícitamente de los misterios de la vida oculta y
pública de Jesús, pero los artículos de la fe referente a la Encarnación y a la Pascua
de Jesús iluminan toda la vida terrena de Cristo.8
El siguiente subtitulo de la sección afirma que “toda la vida de Cristo es misterio”. Por
último, esta sección concluye con una idea de la escuela de espiritualidad francesa: la
comunión con Cristo. Los miembros de la escuela de espiritualidad francesa
entendieron la vida cristiana como una relación específica, personal y eclesial con la
persona de Jesús resucitado. Esta relación implicaba adherencia, comunión e
identificación con la persona de Jesús. Invitaban a entrar en comunión con los
misterios, disposiciones interiores y el corazón de Cristo. Esto se realizaba, mediante
la Eucaristía y la meditación, que es una comunión no-sacramental. 9
La contemplación de la Encarnación y de todos los misterios de la vida de cristo
iba acompañada de las implicaciones soteriológicas de estos misterios: la
Encarnacion ha santificado toda la existencia humana. A continuación, vemos
como Bérulle consideraba este aspecto en una de sus meditaciones:
7
Bremond, Henry, A Literary History of Religious Thought in France, 64.
8
Catecismo de la Iglesia Catolica. Completar.
9
Monfort, Handbook.
“…Tenemos a un Dios infante, a un Dios mortal, sufriendo, temblando, llorando
en un pesebre; un Dios viviendo y caminando sobre la tierra, en Egipto, en
Judea ... un Dios sufriendo y muriendo en la Cruz ... Porque el que, por el misterio
de la Encarnación, ha tomado nuestra naturaleza sobre Él, ha querido tomar
todos los estados y condiciones de nuestra naturaleza y honrarlos con la sustancia
divina. Todos estos estados y misterios están deificados y, en consecuencia, poseen
una dignidad divina, un poder supremo y una operación sagrada ... Y el Consejo
de Dios es que estos estados sean honrados, apropiados y aplicado a las almas.”10

3. Vivir cristianamente es esencialmente Cristo viviendo en nosotros.

Para la Escuela de espiritualidad Francesa Jesús no es solo el Maestro a ser


escuchado y seguido, el Rey que debe ser servido, el Amigo que quiere estar cerca
nuestro sino la Vida de nuestra vida:

San Juan Eudes fue el máximo exponente de esta concepción de la vida cristiana.
Gran predicador, excelente misionero también adquirió fama en su tiempo por su
guía de almas. Sus ideas están moldeadas por su gran experiencia pastoral.
Tomando el cristocentrismo de Bérulle, Eudes le dio una forma “paulina” en su
propuesta espiritual.

Su concepción de la vida cristiana esta mayormente expuesta en su libro “Vida y


Reino de Jesús en las almas Cristianas”. De los muchos libros de espiritualidad11
disponibles en su tiempo al parecer de Eudes, ninguno trataba directamente las
ideas paulinas de incorporación a Cristo por el Bautismo y el deber de vivir con su
vida y de actuar movidos por su Espíritu12. Eudes escribió este libro para ofrecer un
manual de espiritualidad accesible, sencillo y completo, que presenta las
enseñanzas de San Pablo como centro de gravedad de la vida cristiana:

En la introducción del libro, Eudes expresa su concepción de la vida cristiana:

“Jesús, Hijo de Dios e Hijo del hombre, Rey de los hombres y de los Ángeles, no
es sólo nuestro Dios, nuestro Salvador y nuestro Soberano Señor; es también
nuestra cabeza, pues nosotros, miembros de su cuerpo místico, somos hueso de sus
huesos y carne de su carne, según palabras de San Pablo…

10
Bremond, Henry, A Literary History of Religious Thought in France, 46.
11
Introducción a la vida Devota y el Tratado del amor a Dios de Sales eran libros exitosos en ese tiempo y no es que
en ellos San Francisco de Sales no hable acerca de la vida en Cristo, pero lo hace de solo de manera accidental y al
pasar.
12
(Lebrun 13)
De consiguiente, estamos adheridos a Él por la unión más íntima que puede existir
cual es la de los miembros con su cabeza; unidos espiritualmente por la fe y por la
gracia que nos otorgó en el santo Bautismo; unidos corporalmente por la unión de
su santísimo cuerpo con el nuestro por la santa Eucaristía. Síguese de ahí
necesariamente que, como los miembros están animados del espíritu de su cabeza
y viven su misma vida, así debemos estar animados por el espíritu de Jesús, vivir
de su vida, marchar sobre su senda, revestirnos de sus sentimientos e
inclinaciones, ejecutar todos nuestros actos con las mismas disposiciones e
intenciones suyas; en suma, continuar y cumplir la vida de Jesús, su religión y sus
devociones sobre la tierra.”13

Eudes presenta la vida cristiana como una continuación de la vida de Cristo, con la
cual debemos configurar todo aspecto de nuestro ser. Anticipándose al Concilio
Vaticano II, Eudes entendió que el Bautismo implicaba la vocación a la santidad.

Eudes utilizó otra idea Paulina como fin de la vida cristiana: La formación de
Cristo en las almas. 14 Para san Juan Eudes, el deber de todo cristiano, todos los
esfuerzos de su vida deben dirigirse a formar a Jesús en sus almas. De manera
sintética, Eudes presenta esta idea en sus aspectos trinitarios, soteriológicos y
eclesiales en su libro:

Es la acción más grande del Padre Eterno, ocupado como está desde toda la
eternidad en producir a su Hijo en sí mismo, y, fuera de sí, no realizó nada más
grande que la formación de ese su Hijo Divino en el seno purísimo de la Virgen en
el momento de la Encarnación. Es la obra por excelencia ejecutada por el Hijo de
Dios en la tierra la de formarse a sí mismo en su santa Madre y en la Eucaristía; y
es ésta también la más noble que hizo el Espíritu Santo, al formarlo en las
entrañas benditas de María, la cual tampoco hará jamás nada superior y más
notable como el hecho de haber cooperado a esta divina y maravillosa formación
de Jesús en su casto seno. Es esta la obra máxima y más santa de la Iglesia, cuya
misión principal es por boca de sus sacerdotes producir de manera cierta y
admirable a Jesús en la Eucaristía y formarlo en el corazón de sus hijos; para esto
fue instituida por Cristo.

Igualmente, nuestro anhelo, nuestra preocupación principal y empeño de todos los


momentos ha de ser formar a Jesús en nosotros, o sea, hacerlo vivir y reinar en
nosotros, por su espíritu, su devoción, sus virtudes, sus sentimientos inclinaciones

13
San Juan Eudes, Vida y Reino de Jesús en las almas, 48.
14
Cfr. Gálatas 4, 19: hijos míos, por quienes estoy sufriendo de nuevo dolores del parto hasta que Cristo sea
formado en ustedes”
y disposiciones. Este tiene que ser el objetivo de todos nuestros ejercicios de
piedad; tal es la obra que Dios nos ha encomendado y en la que quiere vernos de
continúo empeñados.

Esta concepción de la vida cristiana se fundamenta en la doctrina del cuerpo


Místico. Eudes expone de manera muy clara esta idea: Jesús tiene dos clases de
cuerpo y de vidas. Posee un cuerpo físico propio, que recibió de la Virgen, y
además un segundo cuerpo que es el místico, en el cual Cristo desea continuar su
vida hasta el fin de los tiempos, glorificando al Padre, no solo con los actos y
sufrimientos de los 33 años de su vida mortal pero también con los actos y
sufrimientos de todos los cristianos hasta el fin de los tiempos. Por eso, la vida de
Cristo “aún no ha tenido su cabal desarrollo, se desenvuelve día a día en cada
cristiano y no tendrá su desenlace definitivo sino al final de los tiempos”15

Eudes nos recuerda que, para San Pablo, la Iglesia es el cuerpo de Cristo,
continuando la misión de Cristo en la historia humana. La vida de cada cristiano es
el desarrollo y cumplimiento definitivo de la vida de Jesús.

Para lograr este fin, Eudes construyó una espiritualidad cristocéntrica, donde cada
acto religioso tiene como fin la contemplación y adoración de Cristo.

Bajo el encabezado “Omnia in omnibus Christus” Eudes tiño cada acto espiritual
con un color cristocéntrico. En “Vida y reino” el invita a sus lectores a ver a Jesús
en todas las cosas: los invita a contemplar a Jesús en Maria. La Veneración a la
Virgen es propuesta porque la Virgen era objeto del amor de Cristo y los cristianos
tienen que continuar ese amor de Cristo. También tienen que venerar a la Virgen
porque en ella, pueden ver a su Hijo. Maria desea ser venerada porque Jesús “es
todo en ella”16.
Eudes propone contemplar a Jesús en los santos. La veneración de los santos tiene
que conducir a Cristo. La caridad fraterna también debe estar movida por el amor a
Cristo: Cuando un Cristiano mira a los que tiene alrededor, debe ver a Jesús en
ellos.
La práctica de las virtudes también tiene un tinte cristocéntrico. Las virtudes del
cristiano no tienen que ser sino una prolongación y completamiento de las virtudes
de Cristo. Eudes era critico de una práctica de las virtudes, consideradas en sí
mismas, como lo hacen los filósofos paganos. Para practicar una virtud de manera
cristiana, el cristiano tiene que hacerlo animado por el mismo espíritu que movía a
Cristo. Para adquirir una virtud, Eudes proponía primero contemplar esta virtud en
15
(Lebrun 50)
16
Life 272
Cristo, y después practicarla no solo considerando lo exterior sino con las mismas
disposiciones interiores de Cristo.

Para meditar acerca de los misterios de la vida de Cristo Eudes invitaba a realizar
siete consideraciones. Primer, una composición del lugar, a la manera Ignaciana.
Segundo, considerar el espíritu y la interioridad del misterio: “pensamientos e
intenciones, afectos, sentimientos, disposiciones y ocupaciones interiores con que
se ha verificado este misterio de parte de Jesús y de las personas y seres que en él
tomaron parte.”17 La tercera consideración es los efectos que Jesús ha operado y
sigue operando por dicho misterio de su vida. Los restantes pasos implican honrar
a Maria, los ángeles y los designios eternos al realizar ese misterio.

En su propuesta espiritual, Eudes hacia énfasis en el sacramento del Bautismo y de


la Eucaristía por la unión que se produce en ambos entre el Cristiano y Cristo. La
Eucaristía era muy importante por la unión corporal que se produce al recibir el
sacramento, pero Eudes le dedicó más atención al Bautismo. Él hablaba de la
necesidad de conmemorar el propio bautismo, renovando las promesas bautismales
una vez al año. Creía redescubrir un tesoro perdido al hacer esto, debido a que, en
nuestra Bautismo, somos unidos a Jesucristo e incorporados a su Cuerpo místico y
comienza la vida de Jesús en nosotros. Para tal fin escribió el libro “Contrato del
hombre con Dios”, en el cual trato el Bautismo como un contrato entre Dios y el
hombre, donde ambas partes contraen obligaciones y reciben beneficios de la otra
parte. Entre los deberes del cristiano debido a su bautismo, Eudes habla de ofrecer
el “trabajo y todas las demás acciones de la vida”18 y de comenzar el día
arrodillándose y ofreciendo su día de trabajo al Padre.

Por último, es interesante resaltar que Eudes proponía como principal medio para
vivir la vida en Cristo, el ofrecimiento u oblación de uno mismo a Jesús.
Eudes aconsejaba al comienzo de cada actividad cotidiana hacer dos actos:
primero, hacer un acto de renuncia al hombre viejo (aniquilamiento) y luego hacer
un acto de oblación a Cristo. La razón de esto es que Jesús no puede vivir en el
cristiano a menos que este renuncie a su hombre viejo y pida por su gracia. La
corrupción de la naturaleza que ha obrado el pecado original no deja otra
posibilidad que renunciar a uno mismo y darse a Jesús para obra bajo su influencia.
En este punto sale a la vista la antropología que Eudes y toda la escuela de
Espiritualidad Francesa sostenían. Siguiendo a San Agustin, afirmaban con mucha
fuerza la corrupción de la naturaleza humana, al punto de decir que no podemos

17
Eudes, Vida, 192
18
Eudes, Contrato del hombre con Dios, 82
siquiera crucificar al Hombre viejo sino con el auxilio de la gracia de Dios. A su
vez, también exaltaban enormemente el poder de la Gracia.

Con estos actos espirituales, Eudes proponía una vida cristiana en un profundo
clima religioso, como una relación viva con Dios.19 Esta referencia continua a Dios
fue llamada por Eudes “devoción Cristiana” o “vivir cristianamente”, es una
intención constante de existir para Dios” como lo hizo Cristo.

4. Conclusion

19
Milcent, Paul. Dictionnaire De Spiritualite. VIII, ser. col.488-501, Beauchesne, 1994. En
adelante: Milcent

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