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BOBY PIERDE UN AMIGO

Por Autor Desconocido.

Había transcurrido un mes desde que Boby había conocido al hombre de nieve. Desde entonces,
Boby formaba parte de la casa así como el gato amarillo. Este había resultado excelente camarada,
salvo un día en que Boby se había instalado en su cojín. El gato lo echó de un arañazo. Le quedó a
Boby un rasguño insignificante en la nariz, pero desde entonces evitó el cojín azul y se conformó
con la vieja alfombra que había delante de la chimenea. Acostado en círculo, dormía allí su siesta.

Boby y el gato amarillo no dormían todo el día; se entregaban a jugar, corriendo a través de la casa
o simulando batallas alrededor de un hueso, que, finalmente, el gato abandonaba desdeñosamente
a Boby después de habérselo disputado con todas sus fuerzas.

Una de las ocupaciones favoritas del perrito era visitar al hombre de nieve que fielmente hacía
guardia en el jardín. Sostenía entre ambos largas conversaciones. Boby le contaba a su amigo las
aventuras que tenía con el gato amarillo, y cómo la dueña de casa le había castigado por haber
hecho caer un florero de la sala; además se le había acusado, falsamente, de haber robado una parte
de la comida y se le había castigado por este robo, siendo el gato el culpable. Hablaba sobre todo
de su amito, al que dedicaba un afecto sin límite. ¡Cuánto placer era para él salir para acompañarle!
Y ¡Cuán largas les parecían las horas de clase!

El hombre de nieve le consolaba, le alentaba, le daba buenos consejos o le hablaba de las visitas
nocturnas que solía hacerle una lechuza y unos ratones.

Luis y su padre se divertían al ver los saltos de Boby en derredor del hombre de nieve y no tenían
idea de las largas conversaciones que presentaban los ladridos del perro.

Un día, sin embargo, Boby se quedó muy sorprendido al comprobar que cuando saltaba en derredor
de su amigo, le llegaba hasta la cara. ¿Se habría vuelto tan ágil? A la mañana siguiente el perrito
alcanzó sin trabajo hasta el sombrero del hombre de nieve; y hasta pareció desconocer a su amigo.

—¿Estás enfermo? –le preguntó.

—No ando muy bien –contestó


el hombre de nieve, con voz
débil–. Esta brisa de primavera
me mata…

Toda la noche cayó una lluvia


suave y tibia. Para gran alegría

EL AMIGO DE LOS NIÑOS (The Children’s Friend). Publicaciones Interamericanas de la Pacific Press Publishing Assn.
1350 Villa Street, Mountain View, California 94041, U.S.A. 1er. Trimestre de 1963
del jardinero, quien iba a poder sembrar sus guisantes.

En cuanto la puerta del cobertizo donde dormía Boby se abrió, éste se precipitó al patio para ir a
saludar a su amigo, mas ¡he aquí había desaparecido! En el lugar que había ocupado sólo quedaba
un charquito de agua, un sombrero viejo y una escoba descalabrada.

Boby se quedó aterrado. ¿Dónde se habría ido el hombre de nieve? Se puso a llorar.

—¿Qué le pasará a Boby? –se preguntó la dueña de la casa al oír los ladridos quejumbrosos del
perrito. Se acercó a la ventana y vio que Boby arrastraba el sombrero del hombre de nieve hacia el
cobertizo y que, llegando allí, reanudaba sus quejas dolorosas.

—¿Qué te pasa? —preguntó el gato amarillo–. ¿Te han castigado? ¿Tienes hambre?

—No –contestó Boby– es que mi amigo ha desaparecido. ¿A dónde se fue? ¿Crees que volverá?

—Mi pobre Boby –dijo el gato, con aire superior–, ¿no sabes que los hombres de nieve no soportan
el calor? Pero ya verás cómo volverá el invierno que viene.

Boby dejó de llorar. Se despidió afectuosamente del viejo sombrero, luego oyendo silbar a su joven
amo, se fue a su encuentro brincando.—

EL AMIGO DE LOS NIÑOS (The Children’s Friend). Publicaciones Interamericanas de la Pacific Press Publishing Assn.
1350 Villa Street, Mountain View, California 94041, U.S.A. 1er. Trimestre de 1963

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