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"EL SIGUIENTE ES UN RELATO QUE NOS MUESTRA QUE DESDE MUCHO ANTES DE LA
GUERRA DEL ANILLO, EL DESTINO DE ALGUNOS DE NUESTROS PERSONAJES YA
ESTABA TRAZADO. ADVERTENCIAS Y PRESAGIOS SE UNEN EN ESTA AVENTURA."
Al día siguiente, Frodo amaneció en una cama de la casa donde les habían prestado
ayuda. Bilbo había pasado toda la noche despierto junto a él. La fiebre comenzaba a
ceder y Frodo abrió los ojos. Comenzó a hablar del círculo de fuego y de la oscuridad
que estaba por todos lados. Estaba bastante agitado, pero Bilbo pudo tranquilizarlo.
-Fue un sueño Frodo. Sólo un sueño. ¿Ves este lugar? Estas a salvo y ya dejó de
llover-corriendo una cortina siguió animándolo- y además, hay un sol maravilloso que
parece que quisiera retrasar el invierno. No te preocupes más. Cuando te sientas
mejor te llevaré a casa y descansarás unos días. Ya sabes. Estas fiebres que sufren los
niños hobbits a ciertas edades son muy preocupantes, pero al día siguiente ya están
correteando por ahí. Terminó de decir esto y la cara de Bilbo se llenó de misterio- y
adivina qué recado me han traído de Bolsón Cerrado.
Frodo se quedó mirándolo con los ojos entornados. Estaba muy cansado como para
adivinanzas.
-¡Gandalf ha venido a vernos!- se respondió el propio Bilbo
Al oír el nombre de Gandalf se iluminó la cara de Frodo, que ya se había sentado en la
cama. Pero inmediatamente se dio cuenta de que no estaba para festejos y se dejó
caer hacia atrás. Lo que no cambió fue la luz en su mirada, lo que reflejó la alegría que
le daba aquella noticia.
Unos días más tarde Frodo ya correteaba por Hobbiton tal como lo había predicho
Bilbo. Junto a Gandalf lo observaban desde la entrada de la casa. Fumaban una
excelente hierba en sus pipas y Bilbo se veía bastante alegre y satisfecho. Gandalf
lo miró con algo de preocupación.
-Lamento traer noticias poco agradables Bilbo.
-¿A qué te refieres? Preguntó Bilbo con aire despreocupado y sin perder de vista a
Frodo. Se sentía de tan buen ánimo que en realidad: ¿qué noticia podría perturbar
aquella tarde soleada de fines de otoño?
-Este último tiempo lo he pasado con los Elfos en Rivendel donde se cuentan
algunas noticias. Las mismas que he oído en Bree.- Bilbo apartó su pipa y lo miró
con curiosidad.- Se cuenta de la presencia de forasteros extraños, con intenciones
no muy claras, que han estado viniendo desde el sur. También no es difícil
encontrar a algún viajero que ha detectado rastros del paso de orcos no muy lejos.
-¡Orcos!, oh Gandalf esos deben ser solo cuentos inventados por algún haragán.
¿Orcos cerca de La Comarca? Eso es ridículo.
-Pues estos cuentos han sido confirmados por algunos montaraces con los que he
hablado y también por Radagast. Tu sabes bien que mi compañero de orden tiene
muchos medios para estar enterado de noticias. Los animales, y sobre todo las
aves, recorren grandes distancias en poco tiempo y él tiene la facultad de
comunicarse con ellos.
- ¡Pero a qué puede deberse una situación así! exclamó Bilbo, sin poder dar con
una explicación lógica.
- Hay rumores de que una amenaza ha comenzado a crecer desde el sureste Bilbo.
-¿Amenaza?, ¿Qué tipo de amenaza?
- Hay muchos poderes que no son aún conocidos y, especialmente el mal, puede
adoptar muchas formas distintas. Se dice también que han aumentado las
enfermedades en forma inexplicable en algunas regiones, lo que me recuerda esa
extraña fiebre que atacó a Frodo hace unos días, como me has contado.
- Si, es cierto. Tan rápido como vino desapareció. Además está aquel sueño...
-¿Cuál sueño? No me habías dicho nada de algún sueño.
Bilbo llamó a Frodo para que fuera él mismo quien se lo contara a Gandalf. El
pequeño hobbit se mostró algo reacio al principio. Reconoció que recordar aquel
sueño aún le producía una gran sensación de temor. Gandalf escuchó el relato con
mucha atención y no hizo ninguna pregunta. Se quedó pensativo, como
concentrado en su pipa. Bilbo rompió el silencio.
¿Por qué no entramos y preparamos algo para la cena? Después nos sentaremos al
lado del fuego y me seguirás contando acerca de esas noticias, Gandalf. Los tres
entraron y Frodo había vuelto a animarse ante la posibilidad de enterarse de
noticias de fuera de La Comarca.
A la mañana siguiente salieron los tres temprano. Había una niebla espesa .
Siguieron por el camino que era bastante ancho y con grandes árboles a los lados.
La neblina se iba disipando y un tibio sol bañaba las ramas ya casi desnudas. Por
entre medio de ellas se podía ver un cielo turquesa y blanquísimas nubes densas
El camino era muy agradable y Frodo trataba de caminar despacio para que fuese
más largo. Los adultos se daban cuenta, pero como no tenían ningún apuro
seguían a su ritmo. Para ellos también era importante alargar aquel encuentro, y
al parecer Gandalf aún tenía mucho que contar. Se detuvieron al lado de un arroyo
que serpeaba entre las piedras. Bebieron agua y tomaron algún alimento. Bilbo y
Gandalf encendieron sus pipas y se quedaron largo rato callados. Frodo se dirigió
al arroyo y comenzó a tirar pequeños guijarros al agua. De pronto en una pequeña
poza algo llamó su atención. Se acercó lo más que pudo y solo vio su cara
reflejada en el agua quieta. Unos instantes después, la imagen comenzó a
cambiar. En el fondo lodoso parecía haber otra cara mirándolo hacia arriba con una
expresión sombría. Frodo hubiera jurado que vio una mano que subía para
alcanzarlo. Dio un grito y cayó de espaldas hacia atrás. Bilbo y Gandalf llegaron
enseguida a su lado y lo encontraron pálido y temblando. Mientras contaba lo
ocurrido se sintió muy avergonzado, ya que lo que decía parecía bastante tonto,
pero el rostro de Gandalf volvió a demostrar preocupación. Decidieron seguir de
inmediato el viaje si querían llegar de día a su destino. A las pocas horas Frodo
seguía algo asustado. Ni en sus peores pesadillas había visto un rostro tan horrible
como ese. Se estremeció al recordarlo.
Desde ese día Gandalf estuvo siempre muy enterado de la suerte de Bilbo y de
Frodo. Nunca dejó pasar mucho tiempo sin volver a la Comarca.
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