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El Comienzo del Cambio

10 de Mayo de 2003, a las 00:00 - Alejandra Rubio


Relatos Tolkien - Relatos basados en la obra de Tolkien, de fantasía y poesías

Gandalf, Bilbo y Frodo se verán envueltos en problemas premonitorios de lo que


les ocurrirá en un futuro.

"EL SIGUIENTE ES UN RELATO QUE NOS MUESTRA QUE DESDE MUCHO ANTES DE LA
GUERRA DEL ANILLO, EL DESTINO DE ALGUNOS DE NUESTROS PERSONAJES YA
ESTABA TRAZADO. ADVERTENCIAS Y PRESAGIOS SE UNEN EN ESTA AVENTURA."

El otoño ya se había instalado en La Comarca. La cosecha pasada había sido


abundante y los hobbits se preparaban para un tranquilo invierno con reservas
aseguradas. Ya atardecía y un manto dorado cubría los prados. Bilbo contaba con la
visita por unos días de su sobrino favorito: Frodo, el que todavía era considerado casi
un niño, ya que no entraba aún en la irresponsable veintena; como le llaman los
hobbits a los años de la adolescencia. Caminaban por un sendero. Frodo estaba
encantadísimo escuchando nuevamente uno de los relatos de alguna de las aventuras
de Bilbo. Cada vez que podía interrumpía con nuevas preguntas y pidiendo más
detalles. Lo escuchaba hablar y se daba cuenta de cuánta admiración sentía por él.
Comenzó a soplar un viento helado y Bilbo decidió que ya era tiempo de volver, si no
querían llegar a casa de noche. Para Frodo, eso no tenía ninguna importancia. Se
atrevería a cruzar por los bosques más oscuros siempre que fuera en compañía de
Bilbo.
Media hora más tarde ya los últimos rayos de sol pintaban de rojo las amenazantes y
gigantescas nubes de lluvia. Se desplazaban rápido hacia el norte formando y
deformando grandes dragones lanzando llamas, embarcaciones con sus velas
desplegadas al viento, uno que otro conejo y mucho mas lejos, unos rebaños de ovejas
ordenadas. Iban en silencio y como es costumbre en los hobbits sus pasos apenas se
percibían sobre la hierba seca. A momentos se oía algún tardío zorzal que se
apresuraba a correr y alzar el vuelo. También se oían ráfagas de viento que hacían
chocar las hojas secas entre sí, en las ya despobladas ramas, o arrastrándolas en el
camino. De improviso sintieron mucho frío. El viento aumentó y se hizo más helado
mientras una lluvia inesperadamente fuerte cayó sobre ellos. Subiendo sus capuchas
corrieron a buscar refugio bajo una pared rocosa y sobresaliente que logró
mantenerlos relativamente secos.
-Nos quedan aún unos diez minutos caminando antes de encontrar las primeras casas
donde podremos refugiarnos de esta terrible lluvia, Frodo. Pero esperemos que amaine
un poco antes de seguir-. En realidad era terrible. Caía por delante de ellos como una
cortina de gruesos goterones. Lo único que le preocupaba a Frodo era el frío que
calaba hasta los huesos.
-¿Crees que podríamos hacer un fuego mientras esperamos?
-Aquí entre las rocas no hay nada que nos sirva y más adelante la lluvia lo ha mojado
todo. Se rió al verlo temblar de frío.
-Ven aquí Frodo y nos daremos calor entre nosotros. Decía esto mientras extendía sus
brazos a su sobrino. Frodo corrió, se sentó en sus rodillas y lo abrazó. Se quedaron así
un largo rato.
Bilbo estaba callado y con los ojos cerrados, mientras que Frodo había caído en un
sueño intranquilo. Se veía a sí mismo en un lugar terriblemente oscuro. No sabía
dónde estaba ni podía ver ninguna cosa que le sirviera de referencia. Era como si
flotara en un mar de quietas y negras aguas. De pronto, una pequeña chispa que se
convirtió en una llama atrajo su atención. -Al fin algo de luz- pensó, pero era tan débil
que no alcanzaba para ver el lugar donde se encontraba. De todas maneras daba un
poco de calor al que Frodo acercó una mano trémula. De pronto el fuego se avivó y
comenzó a extenderse hacia los lados. Frodo retrocedió, pero se dio cuenta de que
debió de haberlo hecho más rápido, ya que los dos brazos de fuego habían girado en
torno a él y se estaban juntando por detrás. Estaba ahora rodeado por una gran rueda
de fuego que se engrosaba cada vez más y que comenzaba a girar. Ahora el calor era
sofocante y no había salida posible. Constató con pavor que la rueda comenzaba a
estrecharse en torno a él. El giro vertiginoso lo tenia mareado y sintió que caía.
Despertó sobresaltado, lo que también sobresaltó a Bilbo. Ambos se miraron
asustados. Frodo estaba pálido y con una expresión de terror en los ojos.
-Me había dado cuenta de que estabas dormido y soñando, pero si hubiese sabido que
era una pesadilla ¡te habría despertado enseguida! ¿Qué veías?- Preguntó con
preocupación, ya que el horror seguía en la cara de Frodo. Intentó responder, pero la
voz no salió de su garganta y se desmayó en los brazos de Bilbo. Ardía en fiebre y no
volvía en sí. Bilbo lo levantó y corrió camino a la casa más próxima que encontrara. La
lluvia, que era aún peor, ya no le importaba. Corrió como pudo por lo que parecía ser
el camino y no disminuyó la marcha hasta que divisó unas luces cercanas.

Al día siguiente, Frodo amaneció en una cama de la casa donde les habían prestado
ayuda. Bilbo había pasado toda la noche despierto junto a él. La fiebre comenzaba a
ceder y Frodo abrió los ojos. Comenzó a hablar del círculo de fuego y de la oscuridad
que estaba por todos lados. Estaba bastante agitado, pero Bilbo pudo tranquilizarlo. 
-Fue un sueño Frodo. Sólo un sueño. ¿Ves este lugar? Estas a salvo y ya dejó de
llover-corriendo una cortina siguió animándolo- y además, hay un sol maravilloso que
parece que quisiera retrasar el invierno. No te preocupes más. Cuando te sientas
mejor te llevaré a casa y descansarás unos días. Ya sabes. Estas fiebres que sufren los
niños hobbits a ciertas edades son muy preocupantes, pero al día siguiente ya están
correteando por ahí. Terminó de decir esto y la cara de Bilbo se llenó de misterio- y
adivina qué recado me han traído de Bolsón Cerrado.
Frodo se quedó mirándolo con los ojos entornados. Estaba muy cansado como para
adivinanzas.
-¡Gandalf ha venido a vernos!- se respondió el propio Bilbo
Al oír el nombre de Gandalf se iluminó la cara de Frodo, que ya se había sentado en la
cama. Pero inmediatamente se dio cuenta de que no estaba para festejos y se dejó
caer hacia atrás. Lo que no cambió fue la luz en su mirada, lo que reflejó la alegría que
le daba aquella noticia.

Unos días más tarde Frodo ya correteaba por Hobbiton tal como lo había predicho
Bilbo. Junto a Gandalf lo observaban desde la entrada de la casa. Fumaban una
excelente hierba en sus pipas y Bilbo se veía bastante alegre y satisfecho. Gandalf
lo miró con algo de preocupación.
-Lamento traer noticias poco agradables Bilbo.
-¿A qué te refieres? Preguntó Bilbo con aire despreocupado y sin perder de vista a
Frodo. Se sentía de tan buen ánimo que en realidad: ¿qué noticia podría perturbar
aquella tarde soleada de fines de otoño?
-Este último tiempo lo he pasado con los Elfos en Rivendel donde se cuentan
algunas noticias. Las mismas que he oído en Bree.- Bilbo apartó su pipa y lo miró
con curiosidad.- Se cuenta de la presencia de forasteros extraños, con intenciones
no muy claras, que han estado viniendo desde el sur. También no es difícil
encontrar a algún viajero que ha detectado rastros del paso de orcos no muy lejos.
-¡Orcos!, oh Gandalf esos deben ser solo cuentos inventados por algún haragán.
¿Orcos cerca de La Comarca? Eso es ridículo.
-Pues estos cuentos han sido confirmados por algunos montaraces con los que he
hablado y también por Radagast. Tu sabes bien que mi compañero de orden tiene
muchos medios para estar enterado de noticias. Los animales, y sobre todo las
aves, recorren grandes distancias en poco tiempo y él tiene la facultad de
comunicarse con ellos. 
- ¡Pero a qué puede deberse una situación así! exclamó Bilbo, sin poder dar con
una explicación lógica.
- Hay rumores de que una amenaza ha comenzado a crecer desde el sureste Bilbo.
-¿Amenaza?, ¿Qué tipo de amenaza?
- Hay muchos poderes que no son aún conocidos y, especialmente el mal, puede
adoptar muchas formas distintas. Se dice también que han aumentado las
enfermedades en forma inexplicable en algunas regiones, lo que me recuerda esa
extraña fiebre que atacó a Frodo hace unos días, como me has contado.
- Si, es cierto. Tan rápido como vino desapareció. Además está aquel sueño...
-¿Cuál sueño? No me habías dicho nada de algún sueño.

Bilbo llamó a Frodo para que fuera él mismo quien se lo contara a Gandalf. El
pequeño hobbit se mostró algo reacio al principio. Reconoció que recordar aquel
sueño aún le producía una gran sensación de temor. Gandalf escuchó el relato con
mucha atención y no hizo ninguna pregunta. Se quedó pensativo, como
concentrado en su pipa. Bilbo rompió el silencio.
¿Por qué no entramos y preparamos algo para la cena? Después nos sentaremos al
lado del fuego y me seguirás contando acerca de esas noticias, Gandalf. Los tres
entraron y Frodo había vuelto a animarse ante la posibilidad de enterarse de
noticias de fuera de La Comarca.

Ya sentados en la mesa y habiendo disfrutado de una deliciosa cena, las pipas se


volvieron a encender. Frodo que había estado entusiasmado con la conversación
de los mayores se sentó entre ambos y cerca del fuego. Gandalf habló con
seriedad:
- Creo que deberé partir mañana Bilbo. Voy al encuentro de Radagast. Quiero
informarme mejor de lo que pueda estar ocurriendo.
- En ese caso tendrás compañía hasta Los Gamos, viejo amigo- Dijo esto mirando
a Frodo- Ya llevas bastantes días aquí y no quiero que los Brandigamo me
reprochen que has permanecido demasiado tiempo fuera de casa. Además,
estuviste enfermo.
El rostro de Frodo reflejó una tremenda desilusión. Sus días de paso con su
querido tío Bilbo terminaban de improviso. Intentó rezongar, pero se dio cuenta de
que por lo menos el viaje de vuelta a Los Gamos lo harían los tres. Bilbo volvió su
mirada a Gandalf.
-Pero ¿qué es lo que puede estar ocurriendo que te preocupa tanto, Gandalf?
-No sé, pero hay algunas señales de malos presagios.
-¿Qué señales?
-Bueno, lo que ya he contado y también un sueño. Dijo esto último desviando la
mirada hacia Frodo, pero éste no se percató. Tenía la mirada fija en las llamas.
-¿Ese sueño? Pero si no es más que eso.
-Desde que conozco a los Elfos he aprendido mucho acerca de los sueños y éste
que he conocido hoy tiene varias características que hacen pensar que es un sueño
premonitorio Bilbo.
-¿Qué es premonitorio Gandalf?, preguntó Frodo apartando de improviso la mirada
del fuego.
Tras unos segundos de silencio, Bilbo sentenció:
-Significa que ya es hora de ir a la cama jovencito. Mañana debemos partir
temprano. Y anímate, recuerda que pasando este invierno volverás para participar
en las competencias de la fiesta de la primavera.
- ¡Pero falta todo el invierno y además aún no tengo tanto sueño!
Tras algunas cuantas protestas Bilbo logró llevarlo a su habitación y a pesar de
que no tenía mucho sueño se durmió bastante rápido. Gandalf y Bilbo continuaron
su charla.

- Me asustas de verdad Gandalf. ¿Qué podría significar el sueño de Frodo? y ¿qué


relación podría tener con lo que está ocurriendo?
-No tengo la respuesta para ninguna de las dos preguntas.

A la mañana siguiente salieron los tres temprano. Había una niebla espesa .
Siguieron por el camino que era bastante ancho y con grandes árboles a los lados.
La neblina se iba disipando y un tibio sol bañaba las ramas ya casi desnudas. Por
entre medio de ellas se podía ver un cielo turquesa y blanquísimas nubes densas
El camino era muy agradable y Frodo trataba de caminar despacio para que fuese
más largo. Los adultos se daban cuenta, pero como no tenían ningún apuro
seguían a su ritmo. Para ellos también era importante alargar aquel encuentro, y
al parecer Gandalf aún tenía mucho que contar. Se detuvieron al lado de un arroyo
que serpeaba entre las piedras. Bebieron agua y tomaron algún alimento. Bilbo y
Gandalf encendieron sus pipas y se quedaron largo rato callados. Frodo se dirigió
al arroyo y comenzó a tirar pequeños guijarros al agua. De pronto en una pequeña
poza algo llamó su atención. Se acercó lo más que pudo y solo vio su cara
reflejada en el agua quieta. Unos instantes después, la imagen comenzó a
cambiar. En el fondo lodoso parecía haber otra cara mirándolo hacia arriba con una
expresión sombría. Frodo hubiera jurado que vio una mano que subía para
alcanzarlo. Dio un grito y cayó de espaldas hacia atrás. Bilbo y Gandalf llegaron
enseguida a su lado y lo encontraron pálido y temblando. Mientras contaba lo
ocurrido se sintió muy avergonzado, ya que lo que decía parecía bastante tonto,
pero el rostro de Gandalf volvió a demostrar preocupación. Decidieron seguir de
inmediato el viaje si querían llegar de día a su destino. A las pocas horas Frodo
seguía algo asustado. Ni en sus peores pesadillas había visto un rostro tan horrible
como ese. Se estremeció al recordarlo. 

Unas pocas nubes grises comenzaron a agruparse y el cielo rápidamente se fue


cubriendo. La tarde comenzó a oscurecer más rápido de lo normal. Algo aleteó
cerca de ellos. Era un zorzal que traía noticias de Radagast. Le habló a Gandalf,
quien era el único ahí capaz de comprenderlo. La noticia era preocupante. Se había
visto a tres huargos al norte del Brandivino. Cuando Bilbo se enteró casi lanza un
grito, pero recordó que no debía preocupar demasiado a Frodo, quien ya estaba
bastante asustado y se aferraba a su brazo. No te preocupes Frodo, seguro van
detrás de una presa y ya deben de estar muy lejos de la Comarca. Pero la mirada
que intercambió con Gandalf le demostró que estaban realmente en serios
aprietos. Siguieron caminando lo mas silenciosamente que pudieron. Sentían
movimientos de hojas y crujidos de ramas por todas partes, hasta que llegaron a
lo que parecía ser un buen refugio temporal. Era una gruta que se abría bajo una
colina, y sirvió de protección en aquella oscuridad que ya lo había envuelto casi
todo. Gandalf encendió enseguida un gran fuego a la entrada de la gruta. Y
reunieron toda la leña posible. Aparentemente tendrían que pasar ahí toda la
noche y no podían permitir que el fuego se extinguiese. Pasaron dos horas y todo
parecía demasiado tranquilo. De pronto un ruido los alertó. Parecía que algo corría
en dirección a la gruta. Se pusieron todos de pie tras el fuego, pero no distinguían
nada más que oscuridad. De pronto un gran huargo se abalanzó por entre las
llamas y fue a parar encima de Bilbo, quien cayó hacia atrás soltando el leño
encendido que había tomado para protegerse. Había puesto a Frodo detrás de él,
así es que Bilbo y el Huargo estaban ahora encima de Frodo. Gandalf se acercó de
un salto y golpeó con su bastón el lomo de la bestia. El golpe pareció no hacerle
mella, ya que se volvió hacia él dispuesto a atacar. En un instante, Gandalf
pronunció unas palabras con voz fuerte y clara y desde su bastón pareció refulgir
una gran luz blanca que hizo titubear a la bestia. Ante un movimiento del bastón,
apareció una gran llamarada que alcanzó al huargo. Este salió de la gruta
aullando, pero en ese momento otro ya había entrado y estaba mostrándole los
dientes a Frodo. Estaba en el suelo aún y sintió el aliento de la bestia en su cara.
Paralizado de miedo no pudo hacer nada. No podía dejar de mirar aquellos ojos
rojos y esos colmillos que se acercaban. 
-¡Corre Frodo corre!- gritó Bilbo, mientras trataba de distraer al huargo con un
leño encendido. Gandalf estaba ocupado con el tercer animal, que también había
entrado. Frodo reunió todo el valor que aún le quedaba. Se levantó y corrió sin
mirar atrás, pero ¿hacia dónde? No lo sabía. Corrió un largo trecho y de pronto
sintió que debía detenerse. Alguien o algo se acercaba hacia él. Una luz blanca
pareció hipnotizarlo. Extrañamente sus temores desaparecieron y ahora sentía solo
una gran curiosidad. La hermosa figura de un elfo apareció ante él. El rostro joven
miraba a Frodo con igual curiosidad.
-¿eres tu un hobbit?
-Frodo asintió con la cabeza. No pronunció palabra. Adivinó por las descripciones
de Bilbo que aquel ser era un elfo.
-Busco a un hobbit en especial.
-¿Cuál es su nombre?-murmuró Frodo.
-Desconozco su nombre. Sólo sé que desciende de otro del que se dirá: "fue
elegido por el numero de la suerte y es el que ha caminado sin ser visto". Tengo el
don de conocer cosas que pueden ocurrir. Muchos hechos nefastos estarán ligados
a ese hobbit. Debo hallarlo y prevenirlo de muchos peligros. La sombra se extiende
y llegará incluso a tu propia casa en esta bella Comarca.
Frodo volvió a tener miedo, aquellos presagios y acertijos lo confundieron todavía
más. De pronto el elfo clavó su mirada en Frodo como sorprendido de haber
descubierto algo. Sus ojos se llenaron de lágrimas.
-¡Lo he encontrado..........! Y si no puedo advertirle del peligro por lo menos
salvaré su vida con la mía. Dicho ésto, sacó una gran daga de su cinturón y se
acercó con paso firme hacia Frodo. Lo tomó por el hombro y lo lanzó lejos hacia un
lado. Detrás de Frodo estaba preparándose para atacar el primer huargo que había
entrado corriendo de la gruta . Tenía el pelo del lomo chamuscado. Dio un gran
salto y ante los ojos de Frodo el elfo cayó al suelo en una lucha feroz con aquella
bestia. La daga brillaba a la luz de la luna que asomaba por entre nubes negras,
pero no acertaba a hundirse en la carne del animal. De pronto el hocico atrapó la
mano izquierda del elfo y éste aprovechó el momento para clavarle el puñal en un
costado. El animal soltó la mano y clavó sus enormes dientes en el cuello de su
víctima y apretó y apretó las mandíbulas, hasta que se oyó un último respiro del
elfo, quien a pesar de estar muriendo miró a Frodo con una expresión de confianza
y de serenidad. En ese mismo instante el huargo también moría. 
Gandalf y Bilbo aparecieron corriendo, dejando atrás y muertos a los otros dos
huargos. Quedaron mudos ante la horrible escena.
No llegaron a saber el nombre del elfo y le dieron la mejor sepultura que pudieron.
Frodo no pudo contar hasta horas más tarde lo que había escuchado. Había
olvidado la mayor parte y otras cosas no las había comprendido.

Al día siguiente habían llegado al punto en donde tendrían que separarse.


-Es indudable que aquellas tres bestias venían con una misión clara-sentenció
Gandalf- Todos los presagios anuncian malos tiempos por venir. Al parecer, La
Comarca ya no volverá a estar ajena a los peligros de afuera. Si tan solo
hubiésemos podido saber a quién buscaba el elfo y qué es lo que había visto...... -
su expresión seria cambió al mirar a Frodo-....bueno..... hay otras fuerzas
actuando en el mundo además de la maldad. Confiemos en que podamos tomar
las decisiones correctas en la medida que podamos.
El rostro de Bilbo se ensombreció. ¿Sería posible que la tranquila y apacible
comarca se viera afectada por hechos horribles como se presagiaban?
Gandalf no dijo nada. Pero pensó que si el elfo buscaba a un hobbit en particular,
éste tendría que tener alguna peculiaridad que lo distinguiese del resto de sus
congéneres. Hasta el momento, el único hobbit que se acercaba a esa descripción
era uno que portaba un anillo muy especial... 

Desde ese día Gandalf estuvo siempre muy enterado de la suerte de Bilbo y de
Frodo. Nunca dejó pasar mucho tiempo sin volver a la Comarca.
.............................

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