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Cuando escuchamos hablar de “seguridad alimentaria” podemos pensar que el concepto se refiere
solo a la importancia de consumir alimentos que no sean dañinos para nuestra salud. Y no es que
esto sea incorrecto, pero la definición va mucho más allá…
La seguridad alimentaria implica:
1. Tener comida disponible
4. Y, por último, pero no más importante, que esta situación sea estable y continuada en el
tiempo, no una odisea marcada por la incertidumbre.
“… todas las personas tienen acceso físico, social y económico permanente a alimentos seguros,
nutritivos y en cantidad suficiente para satisfacer sus requerimientos nutricionales y preferencias
alimentarias, y así poder llevar una vida activa y saludable”
En Latinoamérica no es tanto la falta de alimentos sino las dificultades para poder acceder a ellos. Esta
inestabilidad de acceso a los alimentos puede deberse a diferentes motivos: Los problemas económicos
derivados de la pandemia; la mala gestión económica causando que los precios estén fuera del alcance de
los consumidores; fenómenos meteorológicos extremos ligados a los efectos de la variabilidad climática;
el conflicto entre Rusia y Ucrania; alteraciones en las cadenas de suministro… todos ellos detonantes
que han dejado a un estimado de 10,6 millones de personas en inseguridad alimentaria en
Latinoamérica, según el Programa Mundial de Alimentos de la ONU (PMA).
Nos encontramos en una situación extrema y cuya cifra ha supuesto un aumento del 20% con
respecto a inicios del año, en gran parte debido a la falta de acceso a las redes de carreteras en cualquier
época del año, donde casi mil millones de habitantes de zonas rurales, aproximadamente
el 68% de la población rural mundial, sufre este problema.
La seguridad alimentaria en cifras
El cambio climático es cada vez una amenaza más grave para las
personas que padecen hambre y para las que están subalimentadas.