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COLEGIO SAN FRANCISCO DE ASIS “ POLÍTICA Y CIUDADANÍA.” 5TO A Y B PROF.

MARCELO BUSCAGLIA

La persona: dimensiones
Todos tenemos experiencia de lo que es un ser humano. Somos conscientes de
sus increíbles capacidades. Un ser capaz de comprender los misterios de la física
atómica, de conquistar el espacio, de organizarse en estructuras políticas de una complejidad
impresionante. Un ser capaz de soñar grandes proyectos, de edificar intrincados
sistemas económicos. Capaz de grandes actos de amor y de grandeza, y al mismo
tiempo acechado por el egoísmo y el vicio.
Entre los atributos humanos encontramos dos que lo distinguen claramente del resto
de los seres vivos:
• la penetración de su inteligencia y
• cierta independencia de su voluntad.

El hombre puede comprender los objetos, la realidad, en su misma profundidad,


puede ir más allá de lo que perciben sus sentidos y elaborar conceptos, juicios, razonamientos,
muchos de una abstracción que sólo los grandes matemáticos pueden
entender.
Entonces, podemos encontrar en la forma de conocer y de obrar del hombre características
que le permiten trascender la materia:

• la inteligencia humana no se limita a los objetos materiales, es decir, no se


refiere únicamente a los datos empíricos o sensoriales, ni a las necesidades
concretas de su situación vital;
• la voluntad humana no está sujeta a las leyes necesarias del mundo material:
es capaz de elegir sin encontrarse determinada interior ni exteriormente. Es
decir, es libre.

Ahora bien, si el conocimiento humano no está limitado por lo que puede percibir
del mundo material, ni su voluntad determinada por las leyes del mundo material, ello
implica que debe haber algo más que su cuerpo material.
Podemos encontrar así en el ser humano
un espíritu, un principio inmaterial capaz de subsistir con independencia de la
materia. Sin él, sería imposible explicar la inteligencia y la voluntad humana.

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Esta condición del hombre, en parte espiritual, lo habilita para conocer y obrar de
formas incomparablemente más excelentes que lo que cabe decir de otras criaturas
del planeta. Por eso también, como diremos más adelante, su valor o dignidad no
puede ser comparada con la de éstos.

Pero nuestro análisis no termina aquí. El hombre está enriquecido con facultades
muy nobles, pero no viene al mundo ya pleno. Se plenifica a lo largo de su vida, enriqueciendo
su persona con la consecución de bienes como el conocimiento, los hábitos
rectos, la experiencia estética, la vida y todo lo que contribuye a su conservación,
la aspiración a la trascendencia e incluso el juego:
• Haciéndolo, eleva esa dignidad esencial que tiene como ser humano,
haciéndose merecedor de ella.
• Contradiciéndolo, desperdicia sus capacidades, decae por debajo de su
dignidad, y se degrada.

Cualidades de la persona humana

El tema de la persona humana es central en toda ciencia, conocimiento y actividad


humana. Porque de nada sirve saber y hacer algo si no va en beneficio de la persona,
si no se respeta la dignidad de la persona humana.
Pero para saber cómo habrá de respetarse y promoverse la dignidad de la persona
humana, es necesario antes entender cuál es su esencia, su fin en este mundo, y sólo
así podrá saberse qué es lo conveniente y también lo inconveniente para su
desarrollo.
El doctor Velasco Suárez en su libro “Psiquiatría y Persona”2 desarrolla, a partir de
un análisis clínico-psiquiátrico, cuáles son las cualidades principales de la persona
humana sana. A continuación enumeramos estas cualidades, y además cuáles serían
las deformaciones por exceso y por defecto que desvirtúan la personalidad,
menoscabando también la dignidad de la persona humana.
1) Autarquía, o “capacidad de autogobierno”. Es propio de los seres racionales,
antes que nada gobernarse a sí mismo. No ser gobernado por las pasiones (que

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sería el “defecto”, no ser esclavo de uno mismo, de sus pasiones), ni tampoco tener
una autoestima tan alta del “ego”, que uno crea que ya “ha vencido” en la batalla
contra los propios defectos, y también crea que no necesita de los demás (este
sería la falla por “exceso”). Como enseña el Papa Francisco constantemente: “No te
la creas”.
2) Relación con la verdad, o sea, juicio práctico verdadero sobre la realidad. “Vivir en
la verdad con respecto a nosotros mismos y al mundo que nos rodea es sinónimo
de salud mental”. Si hay falla por defecto, tenemos a la persona que vive en la
mentira, engañando a los demás y engañándose a sí mismo. Algunos llegan a ser
“mitómanos”, es decir, se creen sus propias mentiras. Esto es una enfermedad. La
falla por exceso, si es que se puede hablar de este modo, son las personas que se
toman “a la tremenda” determinadas verdades. Como decía alguno, “la verdad es
una cuestión de proporciones”, es decir, cada verdad tiene su lugar y su
importancia. Y la única Verdad necesaria y absoluta es Dios y su Ley, de donde
viene la verdad a todos los seres. Por eso quien vive apartado de Dios, muchas
veces pierde este sentido de la proporción y se desespera “aplastado” por algunas
verdades, descuidando la Verdad más grande y hermosa: Dios nos ama, nos cuida
y nos salva.
3) Responsabilidad, es decir, hacerse cargo de las consecuencias de las propias
acciones. Hay perturbaciones de la responsabilidad por exceso o por defecto. Por
defecto, se trata de aquellas personas que “manifiestan una llamativa carencia del
sentido de responsabilidad en sus acciones frente a las personas”; por exceso, “en
las neurosis obsesivas y en las depresiones severas, sobre todo en la melancolía,
nos encontramos con sentimientos de culpabilidad mórbidos, en muchos casos
terriblemente dolorosos y torturantes, acompañados de autoacusaciones y
comportamientos autopunitorios”.
4) Identidad. “La persona se posee a sí misma con singularidad numérica y
cualitativa. Es uno y no muchos. Es tal y no otro, un único e insustituible personaje
a lo largo de toda su vida”. La “falta de identidad” es muy propia de los
adolescentes, que muchas veces se comportan de modo distinto en su hogar, con
sus amigos, etc. Un “exceso de identidad” estaría dado por no ser capaz de
cambiar cuando esto es necesario. Soy yo mismo, pero debo adaptarme a las
circunstancias, pero sobre todo cambiar cuando la Verdad así me lo exige.
5) Intimidad. “Desde su intimidad la persona puede ser libre, poseerse a sí misma,
sustraerse al dominio de los automatismos externos e internos”. Las patologías que
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afectan a la intimidad también son por defecto y por exceso: por exceso, la
tendencia compulsiva a la extraversión y a la hiperactividad, o por defecto, la
absorción introversiva en una vida imaginativa y emocional caótica. Por otra parte,
“la huida de la intimidad constituye uno de los síntomas cardinales de la más
conspicua patología social de nuestro tiempo: la despersonalización”. Y esto es
debido en gran parte a que “la cultura moderna… cultiva una imagen negativa,
paupérrima, miserable, del hombre”.
6) Comunicatividad. “En inteligencia y amor. Desde su centro interior a la interioridad
de las demás personas y cosas”. Las patologías de la comunicación se ven
agravadas en el mundo de hoy, tanto en la comunicación de la inteligencia como en
la comunicación del amor. Por un lado, “las ideologías en boga niegan a la
inteligencia su capacidad de alcanzar verdades definitivas acerca de las cosas, de
comprenderlas por sus causas primeras y fundamentales”. Por otro lado, en
muchos casos nos encontramos hoy con “hombres y mujeres que no se poseen
plenamente, que no se han establecido en su centro interior de vida personal”, y por
lo tanto “no pueden entregarse satisfactoriamente,…no pueden ejercer el don de
sí… Los hombres, al excluirse del reino del amor, quedan sometidos a la dialéctica
incontrolable de la voluntad de dominio, que es, a un mismo tiempo, tiranía y
esclavitud, fiebre de posesión y de sometimiento”.
7) Corporeidad. “La persona es corporal. El cuerpo es personal… El cuerpo viviente
es expresión de la persona en su obrar y en su patología”. Es tan malo el exceso de
atención al cuerpo (como si fuera un dios, pero no lo es), como el defecto de
atención, que muchas veces se da bajo la forma de desprecio (no quiero a mi
cuerpo, no me siento contento con mi cuerpo). El cuerpo es parte de nuestro ser, la
parte que nos permite comunicarnos con el entorno y con Dios, y que sustenta
nuestro ser en este mundo. Por lo tanto debemos cuidarlo, siempre ordenado a
fines superiores (no se cuida al cuerpo dándole todo lo que pide, porque a veces las
pasiones están desordenadas y piden cosas que hacen daño). Y también debemos
“castigarlo” cuando es necesario, es decir, cuando quiere rebelarse contra los
grandes amores que transforman nuestra vida, el primero Dios. Este “castigo” al
cuerpo no es algo oscurantista: todos los que quieren aspirar a algo mejor, en cierto
modo “castigan” su cuerpo. Los atletas cuando entrenan, el científico cuando pasa
horas sentado, etc. Toda superación exige sacrificio.

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La natural sociabilidad del hombre: significación y consecuencias


En el punto anterior vimos cómo el hombre está dotado de aptitudes excelentes, y
cómo lo capacitan para un enriquecimiento extraordinario. Pero no cuesta mucho advertir
que él solo, asilado, sería incapaz de tal enriquecimiento.
¿Cómo sería posible que penetre los misterios del hombre y del universo, que adquiera
hábitos rectos, que despliegue las manifestaciones artísticas, si viviese aislado,
si no formase con sus semejantes grupos en los cuales buscase su bien en común?
Desde su mismo nacimiento, el hombre nace en un grupo, la familia. Cada miembro
de la familia pertenece, además, a un sinnúmero de otros grupos sociales, a los
cuales se une de manera “natural”, descubriendo en ellos el camino necesario hacia
su plenitud.
Por eso, podemos decir entonces que el hombre está inclinado a la vida social, a
formar grupos sociales, para alcanzar los bienes que lo enriquecen.
La vida social es algo requerido por su misma plenitud. Aristóteles había dicho
que “el hombre es un animal político, y que un ser que no vive en sociedad será una

bestia o un dios, pero no un hombre” (Política: cap I).


El hombre es entonces un ser naturalmente social.
Esto significa que:

El hombre descubre de manera espontánea que para él la vida social es un bien


fundamental, y se siente inclinado espontáneamente a ella;

• El hombre es capaz de comprender que sólo unido en sociedad puede alcanzar


de manera digna los bienes capaces de plenificar sus nobles capacidades;

• Y dado que el hombre descubre de manera inmediata que debe hacer el bien
y evitar el mal, descubre también que debe buscar la vida social. Y como
parte de su enriquecimiento integral, está moralmente obligado a vivir en
sociedad y a contribuir al bien de la sociedad

¿Qué gana el hombre con la vida social?


El ser humano necesita de la sociedad por razón de indigencia y de plenitud:
• de indigencia, por lo que al hombre le falta y solo no puede obtener;

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• de plenitud, por lo que el hombre tiene y necesita compartir con otros.

Por ejemplo, el alumno, sin la vida social no podría ser alumno pues carecería de
maestro -indigencia-; pero también el que ha aprendido y es maestro requiere de la
vida social, pues de otro modo no podría realizarse como tal, pues, ¿a quién enseñaría?
-plenitud-.
Otro ejemplo: muestran la naturaleza social del ser humano la ausencia de instintos
innatos para la supervivencia aislada -indigencia-, o la presencia de facultades que lo
orientan a sus semejantes como el lenguaje o la intuición del valor de la amistad –
plenitud-.
Esta inclinación natural a la vida social hace que valoremos espontáneamente
como bueno al solidario, al que busca el bien común, y como malo al egoísta, que
pretende alcanzar su “aparente” bien perjudicando el común.
Lógicamente, la natural socialidad del hombre no implica que todos los hombres de
hecho vivan en sociedad ni contribuyan a su bien. La voluntad de las personas es libre
y no está forzada por ningún bien concreto. Pero resulta indudable que la persona que

rechaza la vida social y la búsqueda de su bien común, será víctima del empobrecimiento
humano que sigue a quien reniega de su plenificación integral.

Las teorías del “contrato social”


Alguien podría preguntarse, ¿no es algo obvio que el hombre sea naturalmente
social?
Como veremos en la Unidad 2, a veces los hombres se empeñan en desconocer lo
obvio. Han existido y existen posiciones doctrinales que se oponen a la idea de la
socialidad natural del hombre, negando que esté constitutivamente inclinado y moralmente
obligado a vivir en sociedad y a buscar el bien común agrupado con sus semejantes.
En cambio, conciben que la vida social, las características de la sociedad y los fines
que debe perseguir son puro fruto de la voluntad humana: el hombre se asocia sólo
porque quiere y cómo quiere; la sociedad, su constitución y sus fines son el puro produc to
de su voluntad. ¿Y para qué quiere unirse en sociedad? No para alcanzar su
plenitud en común, sino para conseguir la protección de su propiedad, su libertad y su
vida. Usa o se sirve de la sociedad para su conveniencia particular.
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¿Y cómo se expresa esta voluntad de unirse en sociedad? Autores clásicos como


Locke, Hobbes y Rousseau, hablan de un “pacto” o “contrato social” que celebrarían
los hombres y que sería el único factor que daría legitimidad a la sociedad y la autoridad,
y sería la única fuente de las obligaciones y los derechos que surgen de ellos.
La idea del contrato social merece y ha merecido numerosas críticas. El error no
está en concebir que la sociedad se forma por la voluntad humana, lo cual en parte es
cierto: muchos grupos son producto de la voluntad humana, a veces expresada en
acuerdos más o menos explicitados; sino en concebir a estos acuerdos o esta voluntad,
como el único o principal elemento que da legitimidad al grupo social y sus características.
Al unirse en grupos y buscar fines comunes, sea por acuerdo, por tradición o por
imposición (como en el caso de los niños), las personas siguen determinadas exigencias
de su propia plenificación, exigencias que hacen necesaria la vida social, y no
cualquier vida social, sino una vida social capaz de buscar en común esos fines a los
que el hombre está llamado y que no puede alcanzar solo. Puede haber acuerdo, pero
ese acuerdo solo no puede explicar la vida social ni las obligaciones relacionadas con
ésta.
La teoría del contrato social supondría:
• que los hombres, legítimamente, podrían resolver unirse en sociedad o rechazar
la vida social sin ningún reproche ni desmedro de su plenitud;
• que al acordar unirse en sociedad, podrían hacerlo legítimamente de cualquier
manera;
• que no existen principios morales que permitan valorar la decisión de unirse
o no en sociedad, o de organizar o constituir la sociedad de una u otra
manera; y
• que quien resuelve desobedecer el pacto o acuerdo social no puede ser
cuestionado ya que no hay ninguna norma o principio anterior al pacto que
lo obligue, ni siquiera a cumplir el pacto.

Por eso, la teoría del contrato social, que concibe que son los acuerdos o el consentimiento
de los hombres y no su exigencia para la plenificación humana que legitiman
la sociedad:
• es peligrosa, porque se podría legitimar la búsqueda de fines sociales contrarios
al bien humano;

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• es ficticia, porque estos pactos o contratos en la realidad casi nunca existen;


y
• es insuficiente, porque no se explica qué me obliga a cumplir el pacto.

El grupo social
Al seguir la tendencia que lo inclina a vincularse con sus semejantes, los hombres
forman grupos sociales.
Tomás de Aquino definía la sociedad como la unión de varios para realizar algo
uno en común.
La sociedad es ese vínculo que se establece entre diversos sujetos que pese a
ser diversos se unen en una empresa común buscando un fin común.
Ello nos permite pensar que el ser humano no se une a “la” sociedad, sino a múltiples
sociedades o grupos sociales.
Imaginemos uno de estos grupos. Por ejemplo, una escuela. Es un claro grupo social:
¿Y ello qué significa? Alguien podría decir que son un conjunto de personas. Y
es cierto, pero incompleto. Podemos ir a un parque o a una plaza, y también encontraremos
un conjunto de personas, pero nada parecido a lo que vemos en una escuela.
¿Qué diferencias existen? Alguien podría decir que en la plaza las personas que
están allí no se conocen... Pero ocurre que tampoco todos los que integran una escuela
grande, con varios turnos, se conocen siempre... Otro podría pensar que la diferencia
está en que en la plaza cada uno hace algo distinto (algunos leen, otros toman
sol, otros juegan, otros duermen, otros venden cosas...). Pero tampoco nos satisface
el planteo. Puede ocurrir que en una plaza, a determinada hora, encontremos a gran
parte de las personas haciendo lo mismo -bronceándose, por ejemplo-. Por otro lado,
tampoco en la escuela todos están haciendo lo mismo: algunos leen, otros juegan,
otros venden cosas, y a veces no faltan quienes duermen o toman sol.
¿Qué es lo que hace tan diferente entonces a la escuela de estos otros “conjuntos”
de hombres? En la escuela, muchas personas, pese a no conocerse y a realizar tareas
distintas, buscan organizada y coordinadamente un fin común, que es el desarrollo
del proceso de enseñanza-aprendizaje, proceso que enriquece, plenifica, de diversa
manera tanto a los alumnos, como a los docentes, los directivos, y el personal no docente.
¿Qué elementos podemos identificar en estos grupos sociales?

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Por un lado, una unidad práctica real que proviene del hecho de que hacen algo
en común:
• Unidad práctica porque lo que los une es un obrar en pos del fin común.

• Real porque no es producto de nuestra imaginación sino que existe en el


mundo exterior.

Por otro lado, esa unidad práctica real reclama cierta organización, aunque sea
elemental, reflejada en algunas normas, aunque sean verbales o costumbres. La organización
y las normas serán más manifiestas si el grupo tiene cierta estabilidad,
perdura en el tiempo. Están presentes también determinados objetivos sociales, que
encarnan determinados valores o bienes sociales, considerados valiosos por el grupo.
Por último, encontramos también relaciones y procesos sociales entre el grupo y
entre sus miembros.
Estos razonamientos nos permiten encontrar la diferencia que existe entre un grupo
social, un mero agregado social y una “masa”.

Grupo social Agregado Social Masa


Claro que el enriquecimiento humano integral requiere que el hombre se una y
forme con sus semejantes grupos sociales, y no meros agregados sociales ni meras
“masas” de seres humanos.
Es muy importante tener presente que el grupo social está integrado por diversos
elementos, y no debe ser confundido con alguno de ellos. Una ciudad es un grupo
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de personas que vive en un territorio entablando relaciones de vecindad bajo un gobierno


local para alcanzar un bien común local. Confundir la ciudad con la municipalidad
o la intendencia, o con el territorio urbano, es un reduccionismo. Una escuela es
un conjunto de personas (directivos, docentes, no docentes, alumnos) que buscan
juntos el bien de la educación con una infraestructura y autoridades propias. La escuela
no es el “edificio”, ni la directora, ni ninguno de sus elementos aislados.

Tipos de grupos sociales


Como se podrá advertir, muchos son los grupos sociales. Podemos utilizar diversos
criterios para clasificarlos:

Según su relación con el bien del hombre


Debemos distinguir grupos necesarios, contingentes, y perjudiciales:
􀂃 Algunos son necesarios, sin los cuáles el hombre difícilmente pueda alcanzar
su plenitud. Contamos entre ellos a la familia, a la comunidad política, y en

el orden sobrenatural a la Iglesia. Como resultan necesarios teniendo en


cuenta los bienes que el hombre busca en virtud de su naturaleza, podemos
llamar a los primeros grupos naturales.
• Otros grupos son contingentes, es decir, contribuyen a la obtención de bienes,
pero que podrían haberse conseguido de otra manera. Pensemos por
ejemplo en la Universidad. Es una agrupación muy útil para el cultivo de la
ciencia, pero no es la única manera de desarrollar el saber.
• Pero no faltan grupos perjudiciales, que buscan bienes parciales que, sin
embargo, se vuelven contra el bien integral del ser humano. Pensemos, por
ejemplo, en una banda delictiva, en la Federación Internacional Paternidad
Planificada (I.P.P.F., dedicada a promover el aborto), en el Fondo Monetario
Internacional –tal como de hecho opera-, en la organización racista llamada
Ku Klux Klan, o la terrorista conocida como Al Qaeda. Son grupos sociales,
pero los fines que persiguen degradan al ser humano. Por eso podemos designarlos
también como grupos sociales antinaturales.
Si bien los grupos necesarios y los contingentes son naturales en el sentido de corresponderse
con las exigencias del bien del hombre, los primeros son naturales en
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sentido más profundo, pues son indispensables para ese bien.


De lo dicho puede desprenderse con facilidad que la desaparición o el debilitamiento
de los grupos sociales necesarios (la familia, la comunidad política, la Iglesia)
producen necesariamente un empobrecimiento humano; mientras que la de algunos
grupos contingentes puede no resultar dañina si sus fines son obtenidos a través de
otros grupos. En cambio, la inexistencia de grupos antinaturales no sólo no perjudicaría
sino que beneficiaría al hombre y a la sociedad.
No faltan ideologías, como las que estudiaremos en la Unidad 3, que desconocen
el carácter natural y necesario de algunos grupos humanos. Veamos, por ejemplo,
este texto de Ernesto Che Guevara (1965):
“Quizás sea uno de los grandes dramas del dirigente; éste debe unir a un espíritu
apasionado una mente fría y tomar decisiones dolorosas son que se contraiga un músculo.
Nuestros revolucionarios de vanguardia tienen que idealizar ese amor a los pueblos,
a las causas más sagradas y hacerlo único, indivisible. No pueden descender con
su pequeña dosis de cariño cotidiano hacia los lugares donde el hombre común lo ejercita.
Los dirigentes de la Revolución tienen hijos que en sus primeros balbuceos, no
aprenden a nombrar al padre; mujeres que deben ser parte del sacrificio general de su
vida para llevar la Revolución a su destino; el marco de los amigos responde estrictamente
al marco de los compañeros de Revolución. No hay vida fuera de ella. ”

Los lazos naturales pretenden ser reemplazados por los “lazos revolucionarios”.

Según la disposición de los medios necesarios para alcanzar sus fines


• Los grupos pueden ser perfectos o autárquicos, o imperfectos.
• Los únicos grupos sociales perfectos, autárquicos o autosuficientes, son la
comunidad política y la Iglesia. Ambos están dotados de todos los medios
que necesitan para alcanzar sus fines en plenitud.
• Los otros grupos sociales, como la familia, la escuela, el sindicato, la empresa,
son imperfectos, pues carecen de todos los medios que necesitan para
alcanzarlos y deben recurrir al aporte de otros grupos.

Según los elementos que toman en cuenta para la unión de personas


Los grupos pueden ser territoriales o no territoriales:
• Los territoriales aglutinan a personas y grupos que tienen asiento en determinado

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marco territorial, y habitualmente buscan una pluralidad heterogénea


de bienes. Pensemos, por ejemplo, en un municipio, que reúne a los
vecinos que viven dentro de su territorio, y buscan mejorar la convivencia en
cuanto a servicios públicos, seguridad, moralidad, ayuda social, etc.
• Por su parte, los grupos no territoriales agrupan a sujetos sin importar el lugar
donde se encuentran, y generalmente persiguen alguno o algunos fines
específicos. Por ejemplo, una escuela reúne a docentes y alumnos con diversos
domicilios –algunos incluso viajan para ir a dar o recibir clases-.

Elementos
¿Cómo están constituidos los grupos sociales? A partir de Aristóteles se ha hecho
común intentar comprender los objetos penetrando en sus razones de ser, sus “causas”

• Causa final, aquello para lo cual algo existe, nos remite en el caso del grupo
social al fin común, un bien, algo capaz de perfeccionar a los sujetos, pero
no exclusivo de alguno de ellos sino capaz de enriquecerlos a todos.
• Aquello de lo cual o con lo cual el grupo social es o se hace, la causa material,
son los hombres, o más precisamente, las conductas humanas. El
grupo es, en última instancia, un conjunto de conductas humanas, ordenadas
y dirigidas hacia un fin común.
• Pero no todas las conductas humanas dan lugar a grupos sociales. Para
hacerlo, requieren de una forma, un orden, organización y coordinación
de las conductas, que constituye la causa formal del grupo.
• Pero todavía no está explicado el grupo. ¿Cómo ha aparecido? ¿Cómo se
han organizado tantas personas y conductas en pos de objetivos comunes?
Aparece aquí la causa eficiente. De manera mediata, el grupo es producto
de la misma naturaleza humana que inclina al hombre a la vida social. Pero
de modo inmediato, el grupo se forma y subsiste por la actividad de sus
miembros y particularmente de algunos de ellos, un conjunto de sujetos,
muchos o pocos según el caso, que en mayor o menor medida son capaces
de influir sobre los otros para ordenar y coordinar los comportamientos y que
el grupo pueda alcanzar su bien común. Este grupo de sujetos es conocido como el líder o el gobierno.

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Como dijimos, las personas y sus conductas son la causa material del grupo social,
aquello de lo cual la sociedad está compuesta. Ello implica, obviamente, que las
personas son parte de la sociedad. Pero no son parte de la sociedad como el oxígeno
es parte del agua, el cuerpo parte del ser humano o los riñones parte del cuerpo
humano. El oxígeno, al integrarse con el hidrógeno para formar el agua, desaparece
como tal, y pasa a formar una sustancia de la que es únicamente una porción. El cuerpo
desaparece (se descompone) cuando se lo separa del espíritu, y los riñones dejan
de funcionar si se los separa del cuerpo. El hombre y el agua son todos sustanciales,
entes que existen en sí; en cambio, el hidrógeno, los órganos, el cuerpo que los componen,
no existen en sí mismos sino en el agua o en el hombre: su existencia y valor
está dado por su pertenencia al todo sustancial que integran.

Para comprender la naturaleza del grupo social es útil recurrir a los conceptos aristotélicos
de sustancia y accidente.
• Sustancia es el ente, aquello que es en sí.
• Accidente es algo del ente, aquello que es en otro, en la sustancia.
Podemos comprender fácilmente que el grupo existe en el hombre, no el hombre en
el grupo. Los grupos sociales no son todos sustanciales, que existen en sí mismos,
sino todos accidentales que existen en las personas. Cada ser humano es parte de
los grupos sociales que integra, pero sólo se ordena a ellos con sus conductas y en
cuanto lo exige el fin común.
Existiendo el grupo en sus miembros, si éstos se olvidan o desentienden de su pertenencia
al grupo, y de su finalidad, ¿qué pasa con él? Literalmente desaparece, se
acaba. La familia existe en la medida que sus miembros se conciben parte de la misma
y buscan en común el bien común familiar. Y un país desaparece si sus habitantes
no se sienten compatriotas y abandonan la búsqueda de un proyecto común.
Entender esta diferencia es esencial para evitar el riesgo del totalitarismo. Para
el totalitarismo, no es la sociedad algo de cada persona, sino la persona algo de la
sociedad. La persona no es la sustancia en la que vive la sociedad como un accidente,
sino un accidente de la sociedad. La persona es el conjunto de sus relaciones
sociales, enseñaba Carlos Marx. Consecuentemente, así como el hombre se vale de
cada unos de sus órganos de acuerdo con su utilidad, extirpándolo incluso si perjudica
al cuerpo humano; también el estado, la comunidad política, podría valerse de las personas
como instrumentos y descartarlos cuando no contribuye a su conveniencia.
También es posible el error contrario: olvidar que el grupo es algo real integrado
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por las diversas personas. El individualismo liberal suele referir a la sociedad como
algo que no existe, una ficción: lo único que existirían son los individuos y sus intereses.
Pero podemos ver con claridad que once deportistas que coinciden accidentalmente
en un lugar no equivalen a un equipo de fútbol: en ambos casos tenemos once
jugadores, pero en un caso hay realmente un equipo y en el otro no.
Estas precisiones permiten entender correctamente la afirmación común de que el
estado es para la persona y no la persona para el estado. Ello no significa que sea
lícito que cada individuo utilice al grupo como un medio o instrumento para su conveniencia,
legitimando el egoísmo y el individualismo. En rigor, todos los miembros del
grupo deben buscar el bien del conjunto y no su exclusiva conveniencia individual. Lo

que la expresión significa es que el fin del estado debe ser el bien común de las personas
que lo integran, y no algo ajeno a su enriquecimiento y plenificación integral.
Vamos a detenernos aquí un momento para reflexionar sobre nuestro método.
Hemos partido de la contemplación y la descripción de la realidad, y sobre estos datos
de la realidad hemos reflexionado. No hemos expuesto meras opiniones, posiciones, o
posturas que se nos han ocurrido o se les han ocurrido a los Papas o los pensadores
cristianos. Es gratificante ver cómo muchas de las ideas expuestas fueron enseñadas
por sabios de la humanidad, como Platón, Aristóteles o Cicerón, que no conocieron el
cristianismo y que vivieron varios siglos antes de la aparición de éste.

Bien común y bien particular


Hemos estado mencionando el fin común, el bien común. Ahora nos toca profundizar
un poco en estas nociones.
Dijimos que el hombre forma e integra numerosos grupos sociales con fines diversos.
No busca lo mismo la familia, la escuela, el municipio, la empresa, el gremio, el
estado nacional, la Iglesia, el grupo musical. Pero todos estos fines participan de algunas
características: son bienes humanos, y son comunes.
Son bienes, en el sentido de que constituyen entes capaces de plenificar o enriquecer,
en algún sentido, al ser humano; capaces de satisfacer alguna de sus
necesidades.
Además, son bienes comunes, es decir, capaces de enriquecer y plenificar a muchos.
Son diversos los sujetos que pueden “beneficiarse” participando de estos bienes.

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Ello los hace comunes, y permite que puedan ser buscados en común unidos en grupos
sociales.
Bien común es aquél participable por muchos en calidad de fin de la conducta
de todos ellos.
Por eso, no puede hablarse de una oposición entre el bien común y el bien de la
persona (exclusivo, particular): el bien común es un bien de la persona, pero no de
una sola persona sino de todas ellas.
Por ejemplo, tener que guardar silencio durante una clase sin poder jugar en ese
momento como uno desea no implica sacrificar el bien particular para alcanzar el bien
común, porque ninguna persona se plenifica si, además de comportarse de manera
egoísta, conspira contra el bien de este grupo, la clase, al que se ha unido para poder
aprender.
Por eso existe una manera legítima de buscar el bien común, como lo hace quien
participa de él como algo que es su bien pero no su bien exclusivo. Pero existe también
una manera ilegítima, como lo hace el egoísta, que sólo busca su conveniencia y
utiliza el bien común como un medio del que se vale sólo en la medida en que sirve a
su interés.

De todos modos, podemos ver que el bien común debe prevalecer sobre el mismo
bien particular.
Por esta razón, en las decisiones de la comunidad,
el bien común tiene primacía en relación con el bien particular respectivo.
Cada grupo social tiene un bien común que busca, bien que puede ser más o
menos complejo según el caso.
Por ejemplo: ¿cuál es el bien común que busca la universidad? Es más o menos
simple: el cultivo de la ciencia y el conocimiento en el más alto de sus niveles.
Otro ejemplo: ¿Cuál es el bien común que busca la familia? Aquí la cosa es más
compleja, porque su fin incluye alcanzar una suficiencia de bienes materiales e inmateriales;
de recursos primarios como el alimento, la vivienda o el vestido disponible para
todos, de un clima de tranquilidad y amor que brinde contención afectiva, procreación,
educación fundamental, despliegue del impulso sexual, la ayuda mutua y el despliegue
de la solidaridad, entre otros elementos.
Todos los miembros del grupo se realizan buscando ese fin, por eso, es común,
aunque no todos participan de él, del mismo modo o en la misma medida. Es diferente
cómo se realiza y plenifica un padre, en una familia, que como lo hace uno de los

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hijos.
Ahora bien, ¿cualquier fin que busque el grupo será un bien común? Por supuesto
que no. No faltan veces en las que el grupo es manipulado en pos de algo que no
constituye a su bien común, sino el interés exclusivo de algunos de sus miembros o
incluso de alguien ajeno al mismo.
Por ejemplo, se ha demostrado judicialmente que al menos parte de la deuda externa
argentina se gestó no como una necesidad del bien común nacional, sino en
beneficio de los mismos prestamistas en complicidad con nuestros gobernantes. Lo
mismo podemos decir de los programas de control demográfico que están detrás de
las políticas de “salud reproductiva”. (3Cfr. Kissinger (1974). En su informe, muestra cómo el crecimiento de la población en los
países subdesarrollados contradice el interés geopolítico y económico de las grandes potencias, y por ello éstas deben
comprometerse en la difusión del aborto, la anticoncepción, y otras estrategias para reducir su población.)

También es posible que el grupo se forme para buscar alguna forma de bien, como
el dinero, pero contraviniendo el auténtico bien integral del ser humano. Por algo
existe el delito de “asociación ilícita”, cuando varios se unen buscando la ventaja que
puedan obtener cometiendo delitos.

El auténtico bien común se ve perjudicado cuando:

• algunos impiden la participación razonable de los otros en los beneficios


sociales;
• algunos buscan su interés individual descuidando o aún contraviniendo el
común (violación de la primacía del bien común respecto del interés individual);
Vemos así cómo los grupos superiores se originan en la dificultad que tienen los
grupos más pequeños para, con sus propios medios, alcanzar los bienes a los que el
hombre aspira.
Por lo tanto, un grupo social es una comunidad de comunidades.
Contiene en su interior diversos grupos sociales, menores a él, que dieron lugar a
un fenómeno asociativo mayor porque ellos no podían garantizar al hombre muchos
de sus bienes comunes.
Por un lado, resulta razonable que estos grupos mayores no intenten destruir, reemplazar
o absorber a los grupos menores que contiene y a sus funciones específicas,
sino protegerlos en la obtención de sus fines propios, liderarlos, ordenarlos y coordinarlos
con los demás grupos, cooperar cuando requieran ayuda, y sólo ocuparse
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directamente de las actividades que éstos no puedan o no deban asumir.


Este principio se encuentra implícito en Aristóteles, fue formulado explícitamente
por la Doctrina Social de la Iglesia, e incluso fue recogido (parcialmente) por el Tratado
de Maastricht (7/2/1992) que fundó la Unión Europea. Es conocido como principio de
subsidiariedad, que en su formulación más clásica expresa:
Una estructura social de orden superior no debe interf erir en la vida interna de un
grupo social de orden inf erior, privándola de sus competencias, sino que más bien debe
sostenerla en caso de necesidad y ayudarla a coordinar su acción con la de los demás
componentes sociales, con miras al bien común (CATIC 1883.)
Todos los grupos sociales se integran en un grupo mayor, y sus fines comunes
parciales en fines comunes más integrales. De allí que cada persona o cada grupo
inferior debe buscar su fin en coordinación con los otros de modo que contribuya y no
obstaculice la obtención de los fines comunes mayores que busca junto con los otros
grupos. Así la comunidad política exige a la familia, por ejemplo, que brinde educación
general básica o que envíe a los niños a la escuela para recibirla, pues se la considera
necesaria para la convivencia social.
Este principio por el cual los individuos y los grupos se conducen buscando
también el bien común que integran junto con otros grupos es conocido como
principio de solidaridad.

Por otra parte, el principio de solidaridad garantiza que los grupos inferiores
contribuyan al fin común de la comunidad mayor que integran.
¿Qué beneficios produce el principio de subsidiariedad?
• Se evita la masificación social y la manipulación;
• las personas se sienten agentes activos, comprometidos y responsables en
la tarea común;
• las decisiones las toman quienes están más próximos a las necesidades y
pueden satisfacerlas de la mejor manera.

¿Qué beneficios produce el principio de solidaridad?


• Se coordinan las tareas de los integrantes del grupo de acuerdo con las directivas
de las autoridades comunes para buscar de modo eficiente el fin
que los agrupa;
• se favorece la ayuda y la colaboración dentro del grupo;
• se evita que la búsqueda del fin específico de cada uno conspire contra el fin

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común de todos ellos.

Subsidiariedad y solidaridad en la realidad actual


La correspondencia de los principios de subsidiariedad y solidaridad con los fundamentos
mismos del orden social y los beneficios que brindan han hecho que reciban,
muchas veces, algún grado de reconocimiento en los ordenamientos jurídicos de los
estados.
A nivel internacional, por ejemplo, el Tratado de Maastricht, que constituyó la Unión
Europea, quiere asegurar las competencias de los diversos estados miembros disponiendo
que “en las áreas que no corresponden a su competencia exclusiva, la Comunidad
debe tomar intervención, de acuerdo con el principio de subsidiariedad, únicamente
y en la medida que los objetivos buscados no puedan ser suficientemente alcanzados
por los estados miembros” .4
Lo mismo hace nuestra Constitución Nacional, por ejemplo, cuando en el artículo
121 establece que “cada provincia conserva para sí el poder no delegado por esta
Constitución al gobierno federal”, y cuando a través del artículo 14 bis obliga al estado
a la protección de la familia. En el mismo sentido de respeto hacia los grupos infrapolíticos
se impide recurrir a los tribunales para cuestionar decisiones de asociaciones,
obras sociales u organizaciones sindicales, sin haber agotado la vía interna, es decir,
sin haber hecho previamente el reclamo ante sus órganos de gobierno específicos.
Mencionemos también que la ley federal de educación identifica a la familia como
agente primario de la educación, y el Código Civil reconoce la patria potestad de los
padres dando lugar a la intervención del estado sólo cuando se producen graves incumplimientos
a los deberes paternos.
También el principio de solidaridad está recogido en el ordenamiento. Las asociaciones
civiles obtienen reconocimiento del estado, personería jurídica, sólo cuando
se constata en ellas un fin de bien común5. Las familias están obligadas a enviar a
sus hijos a la escuela y deben cumplir con obligaciones respecto de los mismos. Las
empresas deben sujetarse a las regulaciones económicas y fiscales del estado. Las
provincias deben organizarse respetando los principios fundamentales de la Constitución
Nacional. Cada provincia contribuye al presupuesto nacional de acuerdo con su
riqueza, pero no recibe en la misma proporción, dado que la coparticipación asegura
una colaboración especial, solidaria, con las provincias más pobres.
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Sin embargo, es cierto también que en nuestros días muchas veces estos principios
no son reconocidos ni aplicados. A veces, los grupos infrapolíticos no tienen participación
alguna en las decisiones. Pensemos que en Argentina ni siquiera disponen de
un canal de participación como ocurre en otros países, que cuentan con Consejos
Económico-Sociales de carácter consultivo. No está difundida la participación de las
familias en las escuelas públicas como en otros estados, en los que los consejos escolares
pueden incluso resolver el reemplazo del director de una escuela. Esta falta de
un canal de participación los lleva a tener que realizar presiones de manera irregular y
desinstitucionalizada.
Otras veces, los grupos mayores pretenden reemplazar o asfixiar a los grupos inferiores.
Se reclama a la escuela que enseñe cosas que los niños deberían haber
aprendido en la familia. Los municipios son reducidos a oficinas administrativas porque
sus fines comunes se asignan como funciones a los estados provinciales y nacionales.
Los organismos internacionales invaden los asuntos internos de los estados negándoles
toda capacidad de ser gestoras de sus fines comunes.

¿Cuál es la consecuencia de este fenómeno?


􀂃 La sociedad pierde vitalidad, debilita sus vínculos y su potencialidad para alcanzar
fines comunes se masifica, se arriesga a la manipulación.
􀂃 Las decisiones se alejan de los principales interesados, y se presta a la ineficacia
y la corrupción.
􀂃 La gente se mantiene ajena a las cosas comunes, no se compromete, siente
que se aprovechan de ella y se favorece la cultura de la desconfianza y el
egoísmo social.
En gran medida, la realidad que vivimos de personas poco comprometidas en los
asuntos sociales, que aceptan pasivamente la decisión que les imponen desde arriba,
es consecuencia de una sociedad en la que cada vez se ha ido expropiando a los grupos
sociales la competencia para buscar sus propios bienes. Volveremos sobre la
cuestión cuando hablemos del tema de la participación.
Por otro lado, paradójicamente, al mismo tiempo que se desconoce la subsidiariedad
asistimos a fenómenos de desintegración, a una grave falta de conciencia en
todo bien y proyecto común. Las personas y los grupos inferiores se comportan muchas
veces como si no integraran grupos mayores, actúan de manera aislada, cerrada
en sí misma. Tienen poca conciencia de solidaridad.
Unidad y pluralidad
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Lo que hemos visto en el punto anterior sobre la subsidiariedad y la solidaridad nos


permite reconocer que en la sociedad existe una doble y simultánea exigencia de
unidad y de pluralidad.
Debe haber unidad porque los miembros del grupo buscan un fin común, y su
consecución exige un trabajo coordinado, cierta coincidencia en cuanto al fin y en
cuanto a los medios que van a utilizarse para gestarlo. En un equipo de fútbol debe
haber unidad en cuanto al objetivo -meter el gol en el arco contrario-, y en cuanto a laestrategia de juego y la
posición y función que cada uno va a cumplir. En orden a asegurar
esta unidad es especialmente relevante el papel del gobierno, lugar que en el
equipo de fútbol desempeña el director técnico fuera de la chancha, y el capitán del
equipo o el líder natural dentro de ella.
Pero no todas las personas ni todos los grupos son totalmente iguales. Justamente,
se complementan a partir del aporte específico que hace cada uno. El grupo se empobrecería
muchísimo si se impide a cada uno de sus integrantes entregar sus cualidades
personales al servicio del conjunto. Por eso la unidad no debe ser uniformidad o
igualación absoluta. Más allá de una unidad fundamental en cuanto al fin y a ciertos
criterios comunes para alcanzarlo, la pluralidad en cuanto a las diversas maneras de
contribuir a ese fin es indispensable. Si el director técnico pretendiera que un defensor
juegue exactamente igual que un delantero, lo que conseguirá es desaprovechar las
condiciones de cada jugador y perjudicar al equipo.
Unidad y pluralidad deben guardar un equilibrio no siempre fácil de alcanzar. Tan
negativo sería que el director técnico quisiera que todos los jugadores jueguen exactamente
igual, sin ningún lugar a sus capacidades propias y sus decisiones, como que
los jugadores resolvieran hacer cada uno “la suya”. En ambos cosas se perjudicaría el
objetivo común de ganar el partido. Sin embargo, las circunstancias históricas hacen
que a veces resulte necesario acentuar la unidad o la pluralidad en el grupo.
Las sociedades contemporáneas suelen sufrir déficit en ambos sentidos. Carecen
de unidad y muchas veces sus integrantes no se sienten parte de un proyecto
común. Se comportan de manera individualista, buscando desplegar un proyecto
propio desconectado del comunitario. En lugar de colaborar, luchan o compiten entre
sí, o en el mejor de los casos se muestran indiferentes ante la suerte común.
Así, por ejemplo, resulta difícil que empresarios y empleados comprendan que no
son clases antagónicas que deben aprovecharse unos de otros, que el éxito de uno no
excluye sino que presupone el mejoramiento del otro.
Simultáneamente, tampoco se asegura el respeto por la pluralidad. Los medios de
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comunicación son masivos, la producción es en masa, la economía y la población están


concentradas y las decisiones centralizadas. Las costumbres y las culturas tienden
a hacerse uniformes, a adoptar pautas de comportamiento impuestas desde los centros
de poder internacional, quedando poco espacio para la pluralidad. El pensamiento
único da poco lugar al sentido crítico personal.

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La familia: su dimensión natural y sus enemigos


El hombre nace en una sociedad: la familia. La necesidad que la persona tiene de
la familia es diferente de la necesidad que puede tener de otros grupos sociales. La
familia es indispensable para un desarrollo mínimamente humano.
Por eso, teniendo en cuenta la clasificación de los grupos que hicimos más arriba,
podemos decir que la familia es una sociedad natural y necesaria. No podría dejar
de existir sin que su desaparición signifique un necesario empobrecimiento humano.
¿Cuáles son los fines que busca la familia y los bienes que satisface?
Son muchos. Tomando expresiones muy utilizadas podemos decir que
la familia es comunidad de vida, primera escuela, y célula básica de la sociedad.
􀂃 Cuando decimos que la familia es comunidad de vida es mucho lo que
queremos decir. Aristóteles la llamaba “comunidad de todos los días” (Política, I,
2). La familia es fuente de contención afectiva, colaboración para la satisfacción
de las necesidades básicas (alimento, vestido, vivienda), ámbito para el desarrollo
y despliegue de relaciones de solidaridad, cooperación, amistad, incluso
del juego y el entretenimiento. Pero además, la familia es fuente de vida como
agente principal para la procreación de las personas. A través de las familias
vienen al mundo los nuevos seres humanos.
􀂃 La familia es también primera escuela. Los hábitos fundamentales, la conformación
de la personalidad, la conciencia moral, el sentido de la vida, la identidad
personal, la importancia de respetar y compartir con el otro se despiertan
y desarrollan en la familia desde la más temprana infancia. Si no se
aprenden ni despliegan adecuadamente en el momento adecuado, difícilmente
se corregirá en el futuro. La educación en la familia no sólo se reconoce
por la que brindan los padres a los hijos. Los hijos aprenden cosas en
sus relaciones recíprocas, como la necesidad de compartir o el respeto
hacia el otro. E incluso los padres aprenden cosas muy valiosas en su relación
con sus hijos, como el valor del sacrificio y del trabajo desinteresado
por el bien del otro.
􀂃 Pero la familia es también la célula básica de la sociedad. Cicerón se refería
a ella como “el principio de la ciudad y como un semillero de la República”.
La sociedad está formada, en última instancia, de familias, y sólo familias
sólidas son capaces de generar una sociedad fuerte, capaz de alcanzar el
bien común. Pero la familia es además eslabón de la sociedad, pues conserva

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y transmite la tradición que aglutina a una nación. Atesora el pasado,


lo resignifica, lo renueva y lo mantiene vivo para proyectar el futuro. De ese
modo, se transforma en vínculo de unión entre las generaciones.
Ahora bien, ¿cualquier forma de familia es igualmente capaz de contribuir al desarrollo
humano? Contestaremos claramente que no.
Es comprensible que, de acuerdo con las características históricas y culturales, los
pueblos desarrollen diversas formas de familia. Antes de la industrialización, predominaba
la familia agraria, familia “grande”. Era habitual que abuelos, padres, hijos,
nietos, con sus esposas, convivieran en la misma casa, finca o terreno, y desarrollaran
una actividad agrícola común. Los vínculos de parentesco eran muy fuertes. Luego de
la industrialización ha predominado socialmente la familia “nuclear”; integrada por
los padres y los hijos que viven bajo un mismo techo, debilitándose el vínculo con los
otros parientes. Tales formas de familia responden a las características de la época y
son capaces, en mayor o menor medida, de cumplir con sus finalidades.
Pero también podemos advertir que hay otras formas de organizar la familia que
no son aptas para la consecución de sus fines. La contención afectiva mutua y la
educación de los hijos requieren de la estabilidad de la familia. La formación sana de
la identidad personal y sexual exige la presencia de ambos progenitores, padre y
madre. El respeto por la persona exige el resguardo de la igualdad esencial y la
complementación entre el varón y la mujer. Por eso, si bien pueden existir diversas formas de familia que sin
embargo, respetan
su necesidad natural, también pueden organizarse “familias” incapaces de realizar
plenamente sus fines, y que por ello pueden considerarse incompletas o incluso antinaturales.
La familia exige, para el cumplimiento de sus fines:
􀂃 el matrimonio entendido como la unión estable de un varón y una mujer que
se prometen recíprocamente amor incondicional, y se atreven a hacer público
y oficial ese compromiso;
􀂃 la procreación generosa y responsable dentro de la familia;
􀂃 el respeto, la fidelidad, y la ayuda mutua entre los esposos;
􀂃 la educación de los hijos en un clima de afecto y razonable autoridad.
¿Quién puede dudar que ésta sea la manera de constitución familiar más apta para
el crecimiento y el perfeccionamiento humano integral?
Sin embargo, aparecen en la sociedad relaciones familiares que distan de este
modelo. A veces por hechos fortuitos y desgraciados, como ocurre con el fallecimiento
prematuro de uno de los progenitores. Otros, por la negligencia de los mismos
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COLEGIO SAN FRANCISCO DE ASIS “ POLÍTICA Y CIUDADANÍA.” 5TO A Y B PROF. MARCELO BUSCAGLIA

hombres en honrar, proteger y conservar el amor familiar; como ocurre cuando uno de
ellos, o los dos, se desentienden de su compromiso matrimonial y rompen la unidad de
la familia. Dan lugar así a hogares monoparentales, concubinarias, ensambladas (por
la unión entre esposos divorciados con sus respectivos hijos), infecundas,
homosexuales, etc.
Entonces, podemos identificar ciertos enemigos de la familia. Ello no significa, por
supuesto, que todos los que los difunden o asumen sean conscientes del daño social
que producen, ni que obren por malicia. No faltan quienes instauran o promueven
hogares incompletos o antinaturales por ignorancia, por debilidad, por interés, o a veces
por circunstancias fortuitas y desgraciadas. Pero claro, esto no elimina el hecho de
que se trata, justamente, de formas de familia incapaces de la realización humana
integral y que por ello no deben ser buscadas intencionalmente, ni promovidas ni protegidas
por la sociedad.
¿Cuáles son los enemigos de la familia?
􀂃 El divorcio vincular, en virtud del cual los esposos pueden desentenderse
totalmente de su compromiso matrimonial, base de la unidad familiar. La
existencia legal del divorcio vincular, además de producir severos daños y
frustraciones en los hijos y en los esposos, desvaloriza el matrimonio y favorece
el fracaso matrimonial, pues las personas o ya no se sienten atraídas
por el matrimonio, o contraen matrimonio con mayor irresponsabilidad y luego
de casados se esfuerzan menos por conservarlo.
􀂃 El concubinato o “unión de hecho”, por el cual la pareja rechaza comprometerse
públicamente al amor estable e incondicional para formar una familia.
􀂃 La convivencia prematrimonial, que desalienta y desvaloriza el compromiso
matrimonial. De hecho, la estadística muestra que los matrimonios de quie-nes han convivido tienen tres
veces más probabilidades de fracasar que los
que no han tenido convivencia pre-matrimonial6. ¿Por qué? Porque para estos
últimos el matrimonio es algo importante, especial, para el que cada uno
debe prepararse bien y por el que vale la pena hacer sacrificios para conservarlo
firme.
􀂃 La sexualidad extra-matrimonial. La sexualidad está íntimamente ligada a la
procreación y al encuentro profundo entre los sexos. Y el lugar más apto para
desplegar la sexualidad realizando esta compenetración profunda y la
procreación, de manera sana, sin temor a embarazos irresponsables, a enfermedades
de transmisión sexual, a frustraciones e instrumentalizaciones
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COLEGIO SAN FRANCISCO DE ASIS “ POLÍTICA Y CIUDADANÍA.” 5TO A Y B PROF. MARCELO BUSCAGLIA

del ser humano es el compromiso de amor recíproco que se llama matrimonio.


El despliegue extra matrimonial de la sexualidad favorece la desvalorización
del matrimonio, los embarazos irresponsables, los hogares monoparentales,
el contagio de enfermedades, la utilización del otro como un objeto
de placer. La sexualidad se vulgariza o banaliza, dejando de ser esa facultad
grandiosa que vale la pena descubrir con el hombre o la mujer que se ha
elegido para compartir la vida entera.
􀂃 La procreación irresponsable, por la que las familias tienen hijos de manera
imprudente, o dejan de tenerlos por falta de generosidad. De hecho, las estadísticas
muestran que los matrimonios que no han tenido hijos durante los
primeros dos años de casados tienen el doble de probabilidades de terminar
en divorcio que los que sí los han tenido.
􀂃 Los desórdenes sexuales. La sexualidad es una potencia humana grandiosa
y poderosa; pero, por eso mismo, necesitada de un control por parte del ser
humano. Cuando se desborda, es capaz de debilitarlo y erosionar la familia.
Es la falta de dominio sobre la facultad sexual lo que ha llevado a muchos
adulterios, divorcios, desviaciones sexuales, hogares monoparentales, filiación
extramatrimonial, con sus consecuencias en la pareja y en los hijos.
􀂃 El adulterio, o peor aún, la dispensa de la fidelidad matrimonial, por la que
los esposos aceptan recíprocamente la infidelidad o incluso intercambiarse
parejas con otros matrimonios (“swingers”).
􀂃 El aborto, que lesiona profundamente el amor maternal y paternal. Los padres,
de guardianes de la vida se transforman en homicidas. Ello deja huellas
profundas en ellos y en el resto de los miembros de la familia.
􀂃 Las uniones homosexuales, incapaces de realizar la complementación entre
los sexos, la procreación, y la conformación de una identidad sexual sana en
los niños. 􀂃 La falta de autoridad, fenómeno moderno en el que la familia no reconoce
una clara conducción, o para peor, quienes la conducen parecen ser los niños
y no los padres.
En los países en los que estos fenómenos han crecido, el matrimonio se ha desvalorizado.
Por eso, la gente se casa menos, los que se casan se divorcian más, se tienen
menos hijos o se los tiene fuera del matrimonio, y en última instancia la familia y la
felicidad humana se resienten. En última instancia, su proliferación demuestra una
falta muy grande de amor en las sociedades occidentales contemporáneas. La Argentina
no ha sido ajena a este proceso, sobre todo desde la promulgación de la ley
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COLEGIO SAN FRANCISCO DE ASIS “ POLÍTICA Y CIUDADANÍA.” 5TO A Y B PROF. MARCELO BUSCAGLIA

de divorcio en 1987.
Es verdad que a veces ciertas formas imperfectas o antinaturales de familia producen
algunos beneficios o consiguen determinados bienes humanos. Pero son incapaces
de obtenerlos de manera plena e integral. Ello lleva a la lógica conclusión de que
si no siempre es posible evitar o eliminar estos fenómenos, siempre es necesario que
la comunidad los desaliente, en particular los más graves, y que nunca los promueva,
los favorezca o los proteja.

Los grupos sociales infrapolíticos


La familia no es el único grupo social. Como ya hemos indicado, la natural socialidad
del hombre lo lleva a unirse en muchos grupos sociales en busca de diversos bienes
comunes. Vamos a repetir aquí algo de lo dicho con ocasión de su clasificación.
Algunos grupos son capaces de alcanzar los diversos bienes comunes que busca el
ser humano de manera razonablemente suficiente, completa e integral. Por eso se
dice que tales grupos sociales son “perfectos” o “autárquicos”, y el bien común que
buscan se designa como bien común político. La familia, el gremio, la escuela, el barrio,
por ejemplo, buscan fines comunes importantes pero incompletos. Ninguno es
suficiente para satisfacer las complejas y variadas necesidades humanas.
Existen sólo dos sociedades perfectas o autárquicas, que poseen los medios
necesarios para alcanzar la plenificación humana integral:
􀂃 En el orden temporal: el estado o la sociedad política.
􀂃 En el orden sobrenatural: la Iglesia.
El resto de los grupos sociales son conocidos como “infra-políticos”, porque buscan
algunos aspectos parciales del bien humano integral, y muchas veces carecen
incluso de algunos de los medios necesarios para alcanzarlos.
Algunos grupos sociales tienen base territorial. Sus miembros buscan fines comunes
viviendo en determinado marco territorial. Los más básicos o inferiores son la familia,
el barrio, el municipio, la provincia, la región.
Otros grupos sociales no son territoriales, agrupan a personas que viven en lugares
diversos. Algunas tienen finalidades -bienes comunes- principalmente económicos,
como la empresa o el sindicato, otros educativos -la escuela, la universidad, la
biblioteca pública-, otros sociales -el club-, culturales -la asociación folklórica, la colectividad
extranjera, la fundación artística-, etc.

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COLEGIO SAN FRANCISCO DE ASIS “ POLÍTICA Y CIUDADANÍA.” 5TO A Y B PROF. MARCELO BUSCAGLIA

La presencia activa de estos grupos infrapolíticos es lo que da vida a la sociedad,


facilita el control del poder y la búsqueda de soluciones reales a los problemas de la
gente, evita la masificación y asegura la iniciativa, la responsabilidad, el sentido de
pertenencia y el compromiso de todos en el fin común.
Consiguientemente, los grupos mayores y la comunidad política deberían alentar,
proteger y reconocer a estos grupos y darles intervención en los asuntos públicos.
Deberían estar representados en órganos con funciones de información, consulta y
participación en el gobierno de los estados. En los hechos, sin embargo, la obsesión
por el poder suele llevar a que la clase política más bien los vea como competidores y
tienda a no reconocerles el lugar que les corresponde.
La destrucción de los grupos intermedios ha sido llevada adelante por los regímenes
liberales y por los totalitarios:
􀂃 Los regímenes liberales entendieron que los grupos eran enemigos de la libertad
porque implicaban limitaciones al ser humano. La revolución francesa
fue la responsable de la destrucción de los numerosos grupos intermedios -
corporaciones, gremios, asociaciones- que se habían gestado desde la edad
media. Las leyes francesas de Le Chapelier del 14/17 de agosto de 1791 establecieron
que “los ciudadanos de un mismo estado social o profesión, los
obreros y compañeros de un arte cualquiera, no podrán cuando se reúnan,
designar presidente, secretario o síndico, llevar registros, tomar resoluciones
y sancionar reglamentaciones acerca de sus pretendidos intereses comunes”.
􀂃 Los regímenes totalitarios pretendieron controlarlos totalmente desde el
estado, como en el corporativismo fascista italiano.

Poniendo de manifiesto algunos errores comunes...


A la luz de lo estudiado aquí, podemos advertir fácilmente el error de las posiciones
que:
􀂃 Alientan la intromisión del estado, o de las comunidades mayores en áreas
que competen o que pueden desempeñar adecuadamente los grupos inferiores.
􀂃 Pretenden que no sólo se permitan sino que se brinde protección legal a
uniones sexuales incapaces de formar familias tal como el hombre y la
sociedad las necesitan.
􀂃 Sostienen que cada persona es libre y puede elegir lo que quiera mientras

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no lesione a otros. ¿Cómo vamos a alcanzar el bien común si cada uno elige
como quiere?
􀂃 Ponen en primer lugar el interés particular propio frente al bien común de
todos.
􀂃 Reducen a la persona a parte de la estructura social, sin ningún valor o dignidad
por sí mismo y sacrificable si es el interés de la mayoría.
􀂃 Desean explicar la sociedad y sus fundamentos, sólo por el consentimiento
y la voluntad de sus miembros; como si tal consentimiento o voluntad legitimarían
cualquier organización.

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COLEGIO SAN FRANCISCO DE ASIS “ POLÍTICA Y CIUDADANÍA.” 5TO A Y B PROF. MARCELO BUSCAGLIA

Síntesis
􀂃 El hombre está enriquecido con facultades muy nobles que debe plenificar
con la consecución de bienes como el conocimiento, los hábitos rectos, la
experiencia estética, la conservación de la vida, la religión y el juego.
􀂃 El hombre sólo puede alcanzar plenamente los bienes capaces de enriquecerlo
si los busca en común con sus semejantes.
􀂃 Para la obtención de sus bienes más plenos, se une en grupos sociales.
􀂃 No debe confundirse el grupo social con un mero agregado social o una masa.
􀂃 El hombre es naturalmente social, en el sentido de que está naturalmente inclinado
y moralmente obligado, para obtener su plenitud, a unirse en grupos
sociales con sus semejantes buscando los bienes en común con los otros.
􀂃 Las teorías del “contrato social” intentan explicar el origen, la estructura, y la
legitimidad de los grupos sociales por la sola voluntad de sus miembros.
Resultan ficticias, peligrosas e insuficientes.
􀂃 El grupo social está formado por un conjunto de personas conduciéndose
(causa material) de manera organizada (causa formal) hacia un fin común
(causa final) impulsadas por la inclinación social y conducidas por un gobierno
(causa eficiente).
􀂃 La persona es parte de la sociedad, pero no se subordina a ella totalmente sino
en cuanto lo exige legítimamente el fin común. La sociedad es un accidente
de la persona, y no a la inversa.
􀂃 El bien común es aquel capaz de plenificar a muchos como su fin. En tal carácter,
es superior al bien particular, pero no se opone al verdadero bien particular.
􀂃 El orden social exige el respeto del principio de subsidiariedad y de solidaridad.
El principio de subsidiariedad requiere que los grupos mayores no suplanten
ni absorban la actividad de los grupos inferiores en la búsqueda de
sus fines, sino que colaboren con ellos. El principio de solidaridad demanda
que los grupos inferiores persigan sus fines propios integrados y respetando
también el fin del grupo mayor que integran.
􀂃 En la realidad actual, se presentan numerosos atentados contra el principio
de subsidiariedad por la invasión de los grupos mayores que tienden a absorber
a los inferiores; y contra el principio de solidaridad en virtud de la tendencia
al individualismo social.
􀂃 Un orden social sano requiere al mismo tiempo de la presencia de cierta unidad
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COLEGIO SAN FRANCISCO DE ASIS “ POLÍTICA Y CIUDADANÍA.” 5TO A Y B PROF. MARCELO BUSCAGLIA

de todos hacia el mismo fin, y cierta pluralidad en las maneras legítimas


y ordenadas de buscarlo.
􀂃 La familia tiene una dimensión natural y una dimensión cultural. Cada cultura
desarrolla una forma de familia, pero no todas ellas son aptas para alcanzar

07 – Doctrina Social de la Iglesia – El hombre y la sociedad


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sus fines específicos. Debido a su incapacidad para llevar a sus miembros a
la plenitud, las uniones incompletas o antinaturales no debieran ser alentadas
ni buscadas voluntariamente.
􀂃 Además de la familia, las sociedades complejas están integradas por numerosos
grupos sociales, de carácter territorial, socioeconómico, o cultural, que
deben ser respetados y promovidos.
􀂃 Existe un pluralismo legítimo, cuando manifiesta las diversas maneras en
que puede buscarse y manifestarse el mismo bien común. Y también un
pluralismo negativo, cuando refleja diferencias profundas en relación con
el mismo fin común que debe buscarse.

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