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FACULTAD DE MEDICINA DE LA

UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

DEPARTAMENTO DE PSIQUIATRÍA Y SALUD


MENTAL

CÁTEDRA DE SALUD MENTAL

CENTRO DE SALUD N° 3, HOSPITAL DR.


ARTURO AMEGHINO

TEMA: LEY NACIONAL DE SALUD MENTAL N° 26.657

JULIÁN SOLANA

17/10/2016
La Ley Nacional de Salud Mental N° 26.657, sancionada y promulgada
a fines del año 2010, es el conjunto de normas que asegura el Derecho a la
protección de la Salud Mental. Consta de 46 artículos agrupados en 12
capítulos (estos últimos se cuentan según la numeración romana). Su
nacimiento provocó la derogación de la Ley N° 22.914, que se había originado
en el año 1983 y trataba acerca de la internación de personas con deficiencias
mentales, toxicómanos y alcohólicos crónicos en establecimientos
asistenciales. A continuación, haré un resumen de los aspectos más
importantes de la Ley 26.657.

En el Capítulo I se menciona el objetivo de esta Ley: “(…) asegurar el


derecho a la protección de la salud mental de todas las personas, y el pleno
goce de los derechos humanos de aquellas con padecimiento mental que se
encuentran en el territorio nacional (...).”

En el Capítulo II se trata la definición de Salud Mental: se la reconoce


como “(…) un proceso determinado por componentes históricos, socio-
económicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y
mejoramiento implica una dinámica de construcción social vinculada a la
concreción de los derechos humanos y sociales de toda persona.” También
determina qué características del individuo no pueden ser, sólo por sí mismas,
causantes de un diagnóstico en el campo de la salud mental, como por ejemplo
las creencias religiosas, la identidad sexual o los antecedentes de tratamiento u
hospitalización.

Por otro lado, el mencionado Capítulo dictamina que las adicciones


deben ser tratadas dentro del campo de la Salud Mental, lo que garantiza el
cumplimiento de los derechos de las personas con uso problemático de drogas.

El Capítulo III trata acerca del ámbito de aplicación de esta Ley. Éste
corresponde a los servicios de salud tanto públicos como privados, así como a
los efectores de dichos servicios.

El Capítulo IV nombra los derechos de las personas con padecimiento


mental. Entre estos se destacan el derecho a la atención sanitaria gratuita, a la
preservación de la identidad del paciente, a ser acompañado por sus familiares
o allegados, a recibir o rechazar asistencia espiritual o religiosa, a no ser
discriminado, a ser informado acerca de los tratamientos posibles y sus
alternativas, a no ser sometido a trabajos forzados y, finalmente, a recibir una
justa compensación por los trabajos que realice. Respecto este último punto,
me gustaría recordar que en la clase previa a la entrega de este trabajo un
estudiante se sorprendió al enterarse de que los pacientes del Moyano que
participaban en los talleres de trabajo recibían una remuneración. Conociendo
la Ley de Salud Mental, ahora podemos comprender el porqué de dicha renta.

El Capítulo V refiere la modalidad de abordaje de esta Ley. Es mi


opinión que este fue el aspecto que más progresó respecto a la antigua Ley
22.914. El nuevo modo de abordaje implica un énfasis interdisciplinario que
antes era inexistente. Hoy en día, el equipo de Salud Mental se encuentra
integrado por trabajadores de diversas áreas, entre las que se incluyen
psicología, psiquiatría, trabajo social, enfermería y terapia ocupacional.

Otro aspecto del abordaje incluye el sitio de atención. Este debe estar,
preferentemente, fuera del ámbito hospitalario y enmarcado en el trabajo
interdisciplinario mencionado en el párrafo anterior, con una promoción activa
de los lazos sociales, que esta Ley considera parte importante de la Salud
Mental (esta es otra de las distinciones que puedo observar con respecto a la
derogada Ley 22.914). De esta manera se pueden realizar consultas
ambulatorias y atención domiciliaria supervisada, como también oferta de
casas de convivencia, hospitales de día y familias sustitutas.

Por último, respecto a la prescripción médica, se dice que sólo puede


administrarse con fines terapéuticos. De esta manera excluyen la posibilidad de
administrar medicación punitivamente o por conveniencia de terceros.

El Capítulo trata el tema de las internaciones. Este es otro de los


grandes cambios que hubo entre la Ley 22.914 y la 26.657. Previamente, una
orden judicial podía determinar la internación de cualquier persona, lo cual
podía resultar en usos inadecuados de esta herramienta. Hoy en día, sólo
puede realizarse según el cumplimiento de un número de requisitos, los
cuales cito a continuación:

a) “Evaluación, diagnóstico interdisciplinario e integral y motivos que


justifican la internación, con la firma de al menos dos profesionales del servicio
asistencial donde se realice la internación, uno de los cuales debe ser
necesariamente psicólogo o médico psiquiatra;

b) Búsqueda de datos disponibles acerca de la identidad y el entorno


familiar;

c) Consentimiento informado de la persona o del representante legal


cuando corresponda. Sólo se considera válido el consentimiento cuando se
presta en estado de lucidez y con comprensión de la situación (…).”

Aparte de estos requisitos, se reconoce que la internación sólo debe


producirse en caso de que los beneficios terapéuticos que aporte superen los
beneficios de la estadía en un ámbito familiar o comunitario. También se
menciona que debe ser lo más breve posible, según lo que considere el equipo
interdisciplinario efector de la internación.

Si la internación es de carácter voluntaria, el paciente podrá decidir en


cualquier momento (dentro de los primeros 60 días de internación) el cese de la
misma. Pasados los 60 días, un órgano de revisión y un juez evalúan si la
internación continúa voluntariamente o si se transforma en involuntaria.

La internación de carácter involuntaria es un recurso excepcional. Sólo


debe efectuarse frente a la falla de los abordajes ambulatorios y cuando el
equipo interdisciplinario determine que existe un riesgo inminente para la vida
del paciente o de terceros. Además de tener que cumplir con los requisitos
nombrados previamente, se agregan 3 más, que también cito a continuación:

a) “Dictamen profesional del servicio asistencial que realice la


internación. Se debe determinar la situación de riesgo cierto e inminente (…)
con la firma de dos profesionales de diferentes disciplinas, que no tengan
relación de parentesco, amistad o vínculos económicos con la persona, uno de
los cuales deberá ser psicólogo o médico psiquiatra;

b) Ausencia de otra alternativa eficaz para su tratamiento;

c) Informe acerca de las instancias previas implementadas si las


hubiera.”
Posteriormente a esto, un juez es notificado de la internación
involuntaria e informado de las condiciones en las cuales se produjo la misma.
Éste va a determinar si autoriza la internación (en caso de que se cumplan los
requisitos nombrados) o si la deniega. El juez sólo puede pedir una internación
involuntaria si se verifica el cumplimiento de todos los requisitos mencionados.
En caso contrario, no puede realizarse dicha internación. Este aspecto
diferencia la nueva Ley Nacional de Salud Mental de la Ley 22.914. Finalmente,
vale recalcar que el alta médica no requiere la aprobación de un juez, sino que
son determinados por el equipo interdisciplinario de salud.

En cuanto a los sitios de internación, se reconoce que deben ser


hospitales generales. Por este motivo todos los hospitales de la red pública de
salud deben adecuarse a esta Ley para poder contar con los recursos
necesarios para una internación efectiva. De rechazar la atención a pacientes
con problemas de salud mental, el hospital puede ser denunciado por
discriminación.

Esta Ley también prohíbe la creación de nuevos manicomios,


neuropsiquiátricos o instituciones de internación monovalentes, ya sean
públicos o privados. Los existentes deben adaptarse a los cambios
implementados por la nueva Ley.

Para finalizar este trabajo, me gustaría dar mi opinión. Personalmente


creo que la Ley Nacional de Salud Mental N° 26.657 representa un gran
avance en términos de respeto hacia los derechos de las personas con
problemáticas de salud mental o de adicciones, si la comparamos con la
retrógrada Ley N° 22.914, sancionada hace ya más de 30 años. Estos avances
pueden visualizarse en las terminologías utilizadas en ambas leyes (“personas
con deficiencias mentales, toxicómanos y alcohólicos crónicos” vs “personas
con problemáticas de salud mental”), en los requisitos de internación (los
jueces podían ordenar una internación según su criterio, mientras que ahora
deben seguir normas establecidas), los requisitos de alta (antes los jueces
podían dar de alta a los pacientes; hoy, sólo el equipo de salud puede hacerlo)
y, por último en el nuevo énfasis interdisciplinario con la promoción activa de
los lazos sociales que tiene esta Ley, que hace uso de distintas disciplinas para
conseguir una mejora en los resultados del tratamiento de las problemáticas de
salud mental.

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