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Antecedentes.
A pesar de que la Ley 26.657 es la primera normativa nacional en el área de Salud Mental, en
Argentina existían con anterioridad siete leyes provinciales y una ley correspondiente a la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que apuntan a la protección de los derechos de las
personas con sufrimiento mental. La ley de la provincia de Río Negro puede considerarse en
realidad, un programa de desinstitucionalización en salud mental.
Con respecto al consentimiento informado (CI), las legislaciones antecedentes, varían entre las
que simplemente reconocen el derecho a recibir información, y aquellas que avanzan en la
delimitación de acciones para la protección de dicho derecho. En la LSM, el consentimiento
informado se establecerá para todo tipo de intervenciones.
A su vez, la LSM, sigue el rumbo inaugurado con la Ley de Derechos del Paciente en su Relación
con los Profesionales e Instituciones (Ley 26.529, 2009), en el sentido de un cambio de
paradigma en relación a la atención en salud mental, donde el usuario de los servicios es
considerado fundamentalmente como sujeto de derechos.
A partir de la sanción de la LSM, se espera que las mencionadas normas provinciales sobre el
particular se ajusten a ella, lo cual permitiría sentar las bases para un sistema de Salud Mental
articulado, que posibilite una atención igualitaria a todo ciudadano argentino.
Para sintetizar lo expuesto, se puede mencionar lo que Carpintero (2011), considera los cuatro
conceptos centrales al romper con una concepción psiquiátrica del padecimiento subjetivo y
que están contenidos en el espíritu de la ley:
Principales Críticas.
El doctor Jorge Pellegrini (2009), planteó en forma de pregunta, algunas indefiniciones: “¿cómo
se plantea aquí esa interdisciplinariedad? Encontramos las siguientes palabras: profesionales,
técnicos y otros profesionales. ¿Quiénes son esos “otros”? No está dicho. (…) ¿Quiénes
componen la interdisciplinariedad? Por otro lado, ¿qué título habilitante de
interdisciplinariedad emiten las universidades argentinas?”.
Por otro parte, desde la Facultad de Medicina de la UBA, se argumentó que la noción de
criterios terapéuticos interdisciplinarios no existe en la nomenclatura médica. Desde la misma
institución, se planteó que la prescripción de fármacos es un acto médico y no un acto
interdisciplinario. En respuesta a este último, el presidente de la Asociación de Psicólogos de
Buenos Aires (APBA), licenciado Carlos Saavedra (2010), expresaba que lo clave en el artículo
12 es que plantea el tratamiento psicofarmacológico en el marco de abordajes
interdisciplinarios, sin negar que la prescripción sea incumbencia específica de los médicos.
Otra postura, fue la que se planteó desde la Asociación de Médicos Municipales de la Ciudad
de Buenos Aires, expresando que lo óptimo para el trabajo sería que cada uno se mantenga en
su lugar dentro de la multidisciplina, para lo cual hay que defender las incumbencias. Esto no
sería avanzar sobre las de los demás, sino respetar para lo cual se ha formado cada uno, en
función del paciente.
Fue ampliamente criticado desde el sector médico el artículo que hace referencia a quiénes
pueden firmar una internación, determinando que se puede prescindir del psiquiatra. La
postura de la Facultad de Medicina de la UBA, es que la internación es un acto exclusivamente
médico, siendo el psiquiatra el único profesional capacitado para realizar un diagnóstico
diferencial.