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Principios de Kandel

Primer Principio.
Todos los procesos mentales, incluso los procesos psicológicos más complejos, son
consecuencia de operaciones del cerebro. El principio fundamental de este concepto es
que aquello a lo que nos solemos referir como mente es un conjunto de funciones
llevadas a cabo por el cerebro. Las acciones del cerebro están detrás no sólo de las
conductas motrices relativamente simples como caminar o comer, sino de todas las
acciones cognitivas complejas como pensar, hablar, escribir literatura y música o crear
arte. En consecuencia, los trastornos del comportamiento 2 característicos de las
enfermedades mentales son alteraciones de la función cerebral, incluso en aquellos casos
en los que sea evidente que estas alteraciones tienen origen ambiental.
Segundo Principio.
Los genes y las proteínas que codifican determinan en gran medida el patrón de
interconexiones entre las neuronas cerebrales y los detalles de su funcionamiento. Por
ello, los genes y, especialmente, sus combinaciones, ejercen un gran control sobre la
conducta. La conclusión de todo ello es que la genética es uno de los principales factores
que influyen en la aparición de las enfermedades mentales.
Tercer Principio.
Las alteraciones genéticas no justifican por sí solas toda la variancia de las principales
enfermedades mentales. Los factores sociales o del desarrollo también tienen una
importancia fundamental. Del mismo modo que las combinaciones de genes afectan al
comportamiento y la conducta social, el comportamiento y los factores sociales influyen
sobre el cerebro al interaccionar con él para modificar la expresión genética y, en
consecuencia, la función de las células nerviosas. El aprendizaje, incluso el que genera
una conducta disfuncional, produce modificaciones en la expresión genética. Por este
motivo todo lo “aprendido” termina expresándose como “naturaleza”.
Cuarto Principio.
Las alteraciones de la expresión genética inducidas por el aprendizaje provocan cambios
en los patrones de conexión neuronal. Estos cambios no sólo contribuyen al fundamento
biológico de la individualidad sino que, al parecer, son inducidos por los imprevistos
sociales.
Quinto Principio.
Cuando la psicoterapia o la asistencia psicológica son eficaces y producen cambios a largo
plazo en el comportamiento, cabe suponer que los consiguen a través del aprendizaje,
provocando cambios en la expresión genética que modifican la fuerza de las conexiones
sinápticas y modificaciones estructurales que alteran el patrón anatómico de
interconexiones entre las neuronas cerebrales. A medida que aumente la resolución de
las técnicas de neuroimágen, debería ser posible llevar a cabo evaluaciones cuantitativas
de los resultados de la psicoterapia.

Ref.: Kandel, Eric. 2006. Un nuevo marco intelectual para la Psiquiatría. En Psiquiatría,
Psiconanálisis y la Nueva Biología de la Mente. (pp. 40-42) Ed. Ars Médica.

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