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MATAR

O
MORIR

Profesora: María Elisa Lasbaines


Autor: Aranda Cristian Nahuel
“Todas las razones que hacen que el inicio de fuerza física
sea un mal absoluto, hacen que el uso defensivo de la fuerza
sea un imperativo moral. Si una sociedad "pacifista"
renunciase al uso defensivo de la fuerza, quedaría indefensa
a merced del primer matón que decidiese ser inmoral.”
 "El Manantial" (1943), Ayn Rand
A veces en nuestras vidas solemos estar expuestos a ciertas
situaciones que nos ponen en peligro o amenazan nuestra
integridad física. Ocasiones tales como por ejemplo un asalto
a mano armada, entonces planteo la pregunta, si usted
tuviera la oportunidad de acabar con la vida del delincuente,
en defensa propia, ¿Qué haría usted?, incluso si hubiera
tenido la oportunidad de huir.

Es un dilema social que a veces se divide en dos opiniones


frecuentes. Ante nuestro actual contexto sociopolítico y
económico, es muy común el hecho de escuchar
frecuentemente que una pandilla de malvivientes o un solo
individuo a mano armada perpetra en contra de otro con el
objetivo de hacerse con sus bienes materiales, en otras
palabras, un asalto.
Esto se muestra en estadísticas que marcan que allá, sin ir
muy atrás en el tiempo, en 2019, esos hechos fueron 28.574
(con 78 hechos por jornada, y más de tres por hora). De ese
número, 16.355 fueron robos (en los que utiliza algún tipo
de violencia contemplándose las tentativas y los que
terminaron con muertos y lesionados).
Dentro de todos esos datos, se esconde el sufrimiento diario
de nosotros los habitantes de este país, más que nada de
aquellos que cada día se levantan para ir a trabajar para
poder conseguir sus cosas necesarias, ese laburante puede ser
cualquiera de nosotros, puedo ser yo el día de mañana, puede
ser usted que está leyendo este ensayo. ¿Acaso, ante el
momento aquel donde la angustia de haber sido arrebatado
de eso que tanto le costó, más la ira de saber que lo hizo
alguien que solo vive para hacer daño, no lo harían cometer
el acto de darle fin a esa maleza si es que tuviese la
oportunidad?
Bien, la Wikipedia nos define la legitima defensa de la
siguiente forma: “En derecho penal, la legítima defensa,
defensa propia o autodefensa es una causa que justifica la
realización de una conducta sancionada penalmente,
eximiendo de responsabilidad a su autor, y que, en caso de
cumplirse todos sus requisitos, permite reducir la pena
aplicable a este último. En otras palabras, es una situación
que permite eximir, o eventualmente reducir, la sanción ante
la realización de una conducta generalmente prohibida.
En otros términos, la defensa propia es el contraataque o
repulsa de una agresión actual, inminente e inmediata con
el fin de proteger la integridad o bienes jurídicos propios o
ajenos.”
Decía Jorge Luis Borges que él no hablaba "de venganzas ni
perdones", porque "el olvido es la única venganza y el único
perdón". Puede que no le faltara razón al genio de Borges; de
hecho, algunos estudios indican que olvidar un agravio es el
mejor camino para superarlo. Sin embargo, la realidad es que
muchas veces los seres humanos sucumbimos a los deseos
de venganza y, según una reciente investigación, lo hacemos
para sentirnos mejor.
No es la primera vez que un estudio señala que la venganza
sienta bien. Ya en 2004 la revista Science publicó los
resultados de una investigación según la cual llevar a cabo
una acción de castigo o represalia activaba en el cerebro las
regiones implicadas en los procesos de recompensa. Según
los autores de aquel estudio, sus "hallazgos apoyan la
hipótesis de que la gente obtiene satisfacción al castigar las
violaciones de las normas".
Sin embargo, el investigador de la Universidad Virginia
Comonwealth, David Chester, y su colega de la
Universidad de Kentucky, Nathan DeWall, han querido
ahondar un poco más en las motivaciones de la
venganza y, a través de un estudio publicado en
en Journal of Personality and Social Psychology, han
concluido que "las personas agraviadas actúan
agresivamente, sólo si esperan que la agresión pueda
reparar su estado de ánimo". Los investigadores
concluyeron que "esta estrategia parece eficaz, ya que,
después de tomar represalias, el estado de ánimo de los
individuos agraviados era indistinguible de aquellos
que no lo habían sido".
En conclusión, esto nos da a entender que la venganza es la
respuesta humana natural a tratar de superar el hecho
ocurrido, tratar de “sanar” esa herida.
Pero nada es del todo bueno, ya que este placer primitivo
hacia la venganza es tan solo al corto plazo. Asi también la
venganza es mala para nuestra salud física, ya que El
resentimiento que genera posteriormente los deseos de
venganza suele tener repercusiones a nivel físico y mental,
entre las que se encuentran:
1. Altera negativamente el funcionamiento del sistema
inmunológico, lo que nos hace más vulnerables ante
enfermedades.
2. El odio, la rabia o el resentimiento son considerados como
factores de riesgo para desarrollar posibles problemas
cardiovasculares.
3. Produce angustia, amargura, apatía y baja autoestima.
4. Deteriora las relaciones con los demás.

Es tan dificil ponerse de uno de los lados de la linea, si bien


la venganza que podemos cometer contra nuestro agresor
nos dará un inmenso placer, esto es menos que temporal, y
como es sabido es un acto totalmente primitivo, que nos
pondrá en el mismo nivel de salvajismo que nuestro agresor,
o quizás un escalón por debajo.
En la neta verdad, esto no debería de ocurrir realmente, ya
que otra persona no tiene derecho a arrebatarme la vida o
algún bien material, así como yo no tengo derecho de
hacerlo para con él.
Además, actualmente, en la argentina está penado por la ley,
si bien puede apelarse a una reconsideración por el acto de
legítima defensa, esto no cambiará el hecho de que es muy
posible ir a la cárcel, dejando a nuestra familia desamparada,
corriendo el riesgo de que pasen hambre y de que sean
amenazados por la familia de aquel que a nuestro criterio no
merecia seguir viviendo. Podemos entenderlo mejor en lo
siguiente.

Legítima defensa. Diez aspectos


clave para comprender su alcance y
la posicion de la ley ante ésta.

1. ¿Qué requisitos deben existir para que haya delito?


Actualmente es indiscutido que para entender configurado
un delito deben presentarse una serie de requisitos sobre una
conducta humana voluntaria; ésta debe encuadrar en un tipo
penal (es decir, verse alcanzada por el Código Penal o sus
leyes penales especiales) y ser además antijurídica (contraria
al ordenamiento legal en su totalidad). Una vez presentes
estas cuestiones, el sujeto que llevó a cabo esa conducta
típica y antijurídica debe haber podido comprender la
criminalidad de su accionar y actuar conforme a dicha
comprensión. De no estar presentes todos los elementos
mencionados no se podrá afirmar que hubo un delito y, en
consecuencia, no existirá responsabilidad penal del sujeto
actuante. Eso es precisamente lo que sucede cuando aparece
en escena la legítima defensa como veremos a continuación.

2. ¿Qué es la legítima defensa?


Nuevamente recalcamos, que la legítima defensa es una
causa de justificación que se encuentra regulada en
el artículo 34, inc. 6 y 7, del Código Penal y, de acuerdo a su
naturaleza, no hace desaparecer el delito sino que convierte a
la conducta penalmente típica en permitida ante la presencia
de determinadas circunstancias; en nuestro caso: la
existencia de una agresión ilegítima por parte del atacante, la
necesidad y proporcionalidad del acto defensista y la falta de
provocación por parte de quien se defiende. Sólo en aquellos
casos en los que exista una conducta encuadrable en una
norma del Código Penal pero que se vea alcanzada por estos
tres requisitos -ninguno de ellos podrá faltar- podremos
afirmar que se actuó en legítima defensa.

3. ¿Qué significan cada uno de sus elementos?

Si bien ya los hemos señalado, cabe explicar brevemente


cada uno de los elementos que deben existir para tener por
acreditada una legítima defensa generadora de un "permiso
legal" para dañar a otro/s cuando estamos siendo atacados.

El primer elemento requerido es la existencia de una


agresión ilegítima llevada a cabo contra quien se defiende o
un tercero. Es unánime la doctrina y la jurisprudencia al
afirmar que no se requiere que esa agresión sea delictiva, es
decir, no resulta indispensable que encuadre en un tipo
penal.

Contra esa agresión se debe presentar una acción de defensa


que sea necesaria, es decir, que sin ella no se hubiera podido
salvar el bien jurídico defendido o en todo caso amortiguar el
ataque en su contra. Además de necesaria, esa defensa debe
ser proporcional, es decir, tener una relación comparativa
con respecto al ataque. Por ejemplo, frente a una trompada
no podré defenderme legítimamente con una bazuca y matar
al atacante; si bien esa conducta puede llegar a ser necesaria
ya que quizás no tenía otra forma de defenderme de la
trompada, nunca será proporcional porque con un medio
menos lesivo podría haber obtenido el mismo resultado.

Finalmente, existe un requisito negativo que es la falta de


provocación por parte de quien se defiende contra quien lo
agredió ilegítimamente. Es decir, quien emprende la acción
de defensa no debe haber generado, él mismo, esa agresión
ilegítima de la que luego pretende defenderse.

4. ¿Qué bienes jurídicos se pueden defender?

En principio todos los bienes jurídicos son defendibles


mediante legítima defensa; aunque en la mayoría de los
casos se presenta ante hechos que ponen en riesgo la vida y
la propiedad de quien se defiende.

5. ¿Sólo puedo defender mis bienes jurídicos o también los


de otros?

Nuestro Código Penal expresamente regula la defensa de


terceros de modo que, siempre contando con la existencia de
los tres requisitos legalmente establecidos, el sujeto defensor
podrá accionar de igual manera frente al ataque a sí mismo
como frente a terceros por los que interceda.

6. ¿Dónde puedo defenderme?


A los fines de responder a este interrogante cabe destacar
que, así como se encuentra regulada la defensa propia y la de
terceros como veíamos en el punto anterior, también se
encuentra regulada la legítima defensa propiamente dicha y
la privilegiada. La primera de ellas permite a quien se
defiende llevarla a cabo en cualquier lugar, mientras que la
segunda es un tipo especial para los casos en que quien se
defiende lo realice dentro de su casa. Si bien ambos tipos de
causales de justificación requieren la presencia de los tres
elementos de la legítima defensa, en los casos de privilegio
existe una fuerte presunción de legitimidad en la acción
defensista.

7. Si tuve posibilidad de recurrir a la autoridad policial:


¿Puede existir igualmente legítima defensa?

En rigor de verdad, la legítima defensa es un mecanismo


legal concebido para situaciones en las que el sujeto que es
atacado no tiene posibilidad -por la inmediatez del ataque-
de salvaguardar sus bienes jurídicos de forma eficaz
recurriendo a la autoridad policial. Si bien será una cuestión
a analizar caso por caso si puede establecerse que hubo
posibilidad de recurrir al auxilio público con similar eficacia,
no podrá hablarse de una conducta justificada.

8. ¿Qué efectos tiene la legítima defensa?

Si el juez actuante en la causa concluye que existió una


conducta delictiva justificada mediante legítima defensa
debe desvincular definitivamente al acusado del proceso
penal que se le seguía, quien no sólo queda exento de ser
sometido a juicio oral o a una condena, sino que tampoco
registrará antecedente penal alguno.

9. ¿Qué es el exceso en la legítima defensa?

Se puede afirmar que existió exceso en la legítima defensa,


generalmente, cuando el requisito de
necesariedad/proporcionalidad que antes veíamos no aparece
presente, pese a haber existido una agresión ilegítima y falta
de provocación por parte de quien se defiende. Ello es así
dado que, ante la inexistencia de alguno de estos últimos
elementos directamente se descarta la presencia de la
legítima defensa, mientras que cuando se trata de alguna
falla en el otro elemento puede presentarse la hipótesis de
exceso.

En términos prácticos suele suceder que ante la agresión


ilegitima y la defensa pudo haber existido un tiempo mayor
que el ideal, debilitando la inmediatez que requiere toda
defensa legítima; o también que quien se defiende ya haya
logrado reducir al atacante y sin embargo continúe la
empresa defensiva en exceso.

10. ¿Qué efectos tiene el exceso?

El exceso tiene como efecto práctico convertir en culposa la


responsabilidad inicialmente dolosa. (siempre y cuando el
delito imputado tenga la forma culposa también). Es decir, si
el delito cometido por quien se defendió fue, por ejemplo, un
homicidio y se excedió al defenderse, podrá tener
responsabilidad por homicidio pero en su forma culposa con
la respectiva disminución considerable de la pena.
En conclusion a este pequeño ensayo, hemos determinado
que si bien, socialmente cada vez hay más aceptación ante
este hecho, no deja de ser un delito. Es quitarle la vida a
alguien más bajo nuestros criterios morales y de nuestra
conducta naturalmente violenta. Ante esto, me es imposible
decir si es que está bien o está mal, ya que matar a alguien
no está bien, pero tampoco podemos dejar que otro nos mate,
asi que personalmente soy neutral ante tal, no sé en qué
manera reaccionaría ante la situación. Pero ahora le pregunto
a usted nuevamente luego de tener en cuenta todo lo
marcado aquí. ¿Qué es lo que usted haría?
¿Preferiría, usted, ser muerto o matar antes?
Cierro ante esta duda mi pequeño ensayo. Gracias por leer.
Bibliografía

https://www.bbc.com/mundo/especial-39504728

http://www.primerafuente.com.ar/noticia/113751-matar-a-un-delincuente-defensa-propia-o-
delito

https://www.argentina.gob.ar/seguridad/estadisticascriminales

https://www.clikisalud.net/como-el-sentimiento-de-venganza-afecta-mi-salud/

https://www.elespanol.com/ciencia/investigacion/20170327/203980138_0.html

https://es.wikisource.org/wiki/Moral/Asesinato

https://es.wikipedia.org/wiki/Defensa_personal

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