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Legítima defensa como causa de exclusión de antijuridicidad

La ley estipula que los actos antijurídicos deben ser penados, pero
entonces ¿qué ocurre con la legítima defensa? Es por esto que surge la
necesidad de estudiar y analizar qué es la antijuridicidad, qué es la legítima
defensa y porqué la legítima defensa es una causa de exclusión de
antijuridicidad.

En el campo penal cualquier acción en contra de los derechos


reconocidos y protegidos por el ordenamiento jurídico se considera antijurídica.
Aún así, no toda actividad antijurídica es penada, existen casos de justificación
en los que se reconoce un cierto acto antijurídico.

Estas excepciones pueden ser por necesidad, por cumplimiento de una


orden o por legítima defensa, sobre la cual se enfocará este ensayo.

Antes de explicar el porqué la legítima defensa es una causa de


exclusión de antijuridicidad, es necesario analizar lo que la antijuridicidad
significa. La antijuridicidad en palabras simples significa realizar una conducta
típica (acción) en contra del ordenamiento jurídico. El COIP (Código Orgánico
Integral Penal) (2014) estipula: “Para que la conducta penalmente relevante
sea antijurídica deberá amenazar o lesionar, sin justa causa, un bien jurídico
protegido por este Código”. Significa que es antijurídica toda acción típica que
no está ni protegida ni justificada por el ordenamiento jurídico y que afecta sin
justa razón uno de los principios protegidos por la ley.

Debido al sistema social y político al que se rigen los Estados en la


actualidad, ninguna persona puede tomar la justicia por su mano ni tomar
venganza por cuenta propia, en su lugar es el Estado el que se encarga de
proteger y verificar que no se violen los derechos de ninguna persona y
castigar cuando se realiza algún delito. Sin embargo, existen situaciones en las
que el Estado es incapaz de proteger a una persona y es así como surge la
legítima defensa.

La legítima defensa, como su nombre lo indica, es cuando una persona


tiene la justificación de realizar una conducta típica para defenderse de alguien
que realiza un acto antijurídico en contra de ellos. Es un modo de defensa en el
impulso por sobrevivir, o como Rodríguez (2020) lo define, es una “carta blanca
para la autogestión de justicia”.

La legítima defensa es el único seguro que tiene una persona para


defenderse de los ataques de otra persona que afectan sus derechos o su vida,
y que más adelante no sea condenada por la ley.

Aún así, no todo acto en defensa es considerado como legítima defensa


y es bastante importante aprender a identificarlo. El COIP (2014) señala que se
considera que se da legítima defensa cuando la persona actúa en defensa de
cualquier derecho siempre y cuando se cumplan tres condiciones que son:

1. Agresión actual e ilegítima.

2. Necesidad racional de la defensa.

3. Falta de provocación suficiente por parte de quien actúa en defensa


del derecho

Una condición importante para que exista legítima defensa es que


primero debe existir una agresión actual o inminente para que la persona
necesite defenderse. Si una persona agrede primero, la otra persona se
defiende y empieza una pelea, la primera persona en iniciar la agresión no
puede alegar legítima defensa porque fue la primera persona en realizar un
acto antijurídico por lo cual renuncia a la protección de la ley.

Así mismo, Rodríguez (como se citó en Balda, 2021) explica que una
persona no puede alegar legítima defensa por una agresión pasada. Por ese
motivo reitero en que se necesita de una agresión actual (ejecutándose en el
momento) o inminente (apunto de realizarse) para que la persona se vea en la
necesidad de defenderse. Si se planea defenderse de una agresión pasada, lo
que en realidad se estaría haciendo es tomar venganza por cuenta propia, lo
cual si es penado por la ley.

La legítima defensa, además, debe constar de racionalidad, y se habla


de racionalidad en lugar de proporcionalidad. Lo que esto significa es que se le
otorga el principio de que el medio empleado para repeler la agresión debe ser
racional (racionalidad), en lugar de necesitar de la defensa de un medio
proporcional al utilizado por el agresor (proporcionalidad. Poniendo un ejemplo,
si ladrón en las calles nos amenaza con un cuchillo, no significa que
necesitamos defendernos usando específicamente un cuchillo. En este sentido,
el medio en el que nos encontremos servirá de fuente para repeler la agresión
sin problema de ser desproporcionado o no. (Rodríguez, 2020)

Explicando un poco más el principio de racionalidad es importante que la


persona no confunda esta racionalidad y la transforme en irracionalidad, lo que
significa que está acción de defenderse no puede ser planificada con
antelación. Además, la acción de defensa no debe tener un resultado mayor al
que hubiera ocasionado el agresor, caso contrario no contará como legítima
defensa o en su lugar se estaría cometiendo un exceso de legítima defensa.

El exceso de legítima defensa se da cuando se sobrepasa la acción de


defensa contra la antijuridicidad. Es decir, el acto de defensa va más allá de la
simple defensa y se excede en el comportamiento. Dos ejemplos de
circunstancias en las que se da exceso de legítima defensa es, por un lado,
cuando una persona comete irracionalidad del método empleado, y, por otro
lado, cuando una vez que la agresión ya ha acabado y se ha cumplido con la
defensa, la persona sigue con la utilización del método empleado.

En conclusión, la legítima defensa es una causa de exclusión de


antijuridicidad porque es la única forma que tiene la persona de defenderse de
un acto antijurídico causado por otra persona en contra de uno mismo.
Además, el Estado como responsable de no poder proteger en el momento a la
víctima, se ve en la necesidad de aceptar los casos de legítima defensa. A
pesar de todo esto, se debe ser conscientes que no todo acto de defensa es
considerado como legítima defensa, solo aquellos que se apeguen a la
naturaleza que esta requiere.
Bibliografía

ASAMBLEA, N. (2014). Código Orgánico Integral Penal. Quito: Registro Oficial.

Balda Zambrano, R. (2021). Teoría del delito. Universidad Técnica de Manabí.


Parma, C. (2016). Teoría del Delito. Límites de la autoría y Participación
Criminal, Error, Delitos de peligro, Escuelas, Tentativa. Santiago-Chile:
Ediciones Jurídicas de Santiago.

Rodríguez, F. (2020). Curso de Derecho Penal, Parte General, Tomo II. Quito:
Cevallos.

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