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Una de las claves para conseguir éxito en las decisiones de inversión está en diseñar
previamente una correcta planificación financiera. Elaborar una estrategia de ahorro e
inversión aporta una base de tranquilidad que elimina o minimiza el riesgo de tomar decisiones
precipitadas que influyan en los resultados esperados.
El primer paso para llevar a cabo una óptima planificación financiera es contestar a la
pregunta de qué patrimonio dispongo y cómo está distribuido (activo financiero, inmobiliario,
empresarial y pasivo). En otras palabras, realizar inventario de lo que tengo y lo que debo, para
establecer un punto de partida.
Por otro lado, será importante saber los ingresos que voy a generar (rendimientos del trabajo,
alquileres, otros), así como los gastos que debo afrontar para mantener mi nivel de vida. Todo
ello con el objetivo de poder planificar bien el futuro. Las personas necesitamos ser conscientes
y capaces de trazar con la mayor precisión posible cómo evolucionarán nuestros ingresos y
gastos en los próximos años y, así, establecer unos objetivos atendiendo a los eventos que irán
surgiendo en las distintas etapas de la vida (compra de vivienda, educación de los hijos,
jubilación, retiro, etc…).
Una vez tenemos claro los recursos de los que disponemos y los objetivos que deseamos
alcanzar, es el momento de diseñar un plan de acción. Para ello tendremos en cuenta, por
una parte, el tipo de inversor que somos (conservador, moderado o agresivo) y cuál es
nuestro horizonte temporal para la inversión, es decir, para qué invertimos, y lo cerca o lejos
que se sitúan esos objetivos de inversión en el tiempo.
La idea con este plan de acción es buscar la estrategia de inversión a largo plazo que mejor
se adapte a nuestra situación personal, siempre con la tranquilidad de tener protegidos y
cubiertos nuestros objetivos previstos para el corto y medio plazo. La tendencia histórica de
los mercados financieros es alcista aunque haya etapas puntuales de corrección como la
actual, propiciada por el Coronavirus COVID-19, por lo que si dotamos a nuestra inversión del
tiempo adecuado, la rentabilidad anual media tenderá a ser positiva. Las fluctuaciones en el
corto plazo se diluyen en el largo plazo. Además, será muy importante que nuestra cartera de
inversión esté bien diversificada, se vaya ajustando a los cambios del mercado y, por
supuesto, a los cambios que se produzcan en nuestra vida personal, laboral y familiar.