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DERECHO POLITICO

Concepto de Derecho.
De modo general, podemos afirmar que el derecho es un conjunto de normas de conducta; sin embargo,
también afirmamos que no toda norma de conducta hace parte del derecho; esto en razón de que el
comportamiento humano está regulado por múltiples normas de diferentes campos de acción. Así existen
normas de trato social, éticas, morales y religiosas, pero también existen normas de derecho cuya
esencia es la norma jurídica, cualitativa y cuantitativamente diferente de cualquier otra reguladora de
conductas, en razón de lo siguiente:
Las normas jurídicas reglamentan actividades humanas exteriores, no circunscritas al campo del
pensamiento o de la intención, como ocurre, por ejemplo, con las normas éticas. Cuando la voluntad se
exterioriza, violando derechos ajenos o determinaciones de la norma, el derecho se manifiesta.
Las normas jurídicas no tienen como finalidad la perfección individual, señalando reglas para consigo
mismo, sino que regulan las relaciones exteriores de los hombres de modo preciso, para lograr una
convivencia armónica y la paz de la comunidad.
Fundamentalmente la norma jurídica está vinculada a la fuerza coactiva, es decir somete la voluntad
humana y, establece penalidades externas para quienes violan su contenido, como la cárcel, las multas,
lo que no ocurre con las normas de conducta no jurídicas, cuya sanción es interior, por ejemplo, el
remordimiento.
Dicho lo anterior, podemos intentar una definición de Derecho, manifestando que es el conjunto de
normas jurídicas, generales, obligatorias y dictadas por una autoridad competente, cuyo cumplimiento es
exigido coactivamente. Este derecho, es el Derecho Objetivo (norma agendi), el cual, como es sabido,
admite una gran división: Derecho Público y Derecho Privado.
El Derecho Público se inserta en la esfera del ordenamiento del Estado y depende de él, mientras que el
Derecho Privado es la esfera del ordenamiento que el Derecho Público reserva a las personas y a los
actos de los particulares.
El Derecho Público, referido a los intereses colectivos y generales, está destinado a los sujetos dotados
de imperio, es decir, a los sujetos que poseen poder de supremacía en realidad sólo el Estado posee tal
característica. El Derecho Público cuenta con un procedimiento coactivo singular, que se traduce en
actos unilaterales.
El Derecho Privado es dado y sostenido por el ente público, donde las partes en pugna carecen de
potestad de imperio.
La distinción entre Derecho Público y Derecho Privado, surgió en el antiguo Derecho Romano, el cual
consideraba que el primero debía abarcar un bagaje normativo relacionado a las cosas sagradas, al
sacerdocio y a las magistraturas éstas últimas destinadas al servicio de la comunidad y al ejercicio del
poder de autoridad. En este período se consagró el principio de que el Derecho Público estaba por
encima de los particulares y, por tanto, no podía estar sujeto a los acuerdos entre ellos.
El jus publicum, según los tratadistas romanos clásicos, tenía las siguientes características:
"No puede ser desconocido por nadie". (Ulpiano)
"No puede ser desconocido por acuerdo entre particulares “(Papiniano)
“No prescribe con el tiempo". (Justiniano)
En la Edad Media, tal distinción desapareció, debido a que no existió una autoridad que centralizara el
poder; éste se hallaba atomizado y polarizado en micro poderes, de ahí que se hablara con propiedad de
“poliarquía", para significar la diversidad de las potestades de mando. Casi todas las funciones que el
Estado moderno reclama para sí hallábase entonces repartidas entre los más diversos depositarios: la
Iglesia, el noble propietario de tierras, las ciudades. Dice el profesor Ambrosioni que "la misma
jurisdicción, que estamos acostumbrados a considerar como la función más privada del poder estatal,
había pasado en gran parte a manos privadas el resultado final de todo ello es un conglomerado de
numerosas unidades de dominación grandes, pequeñas y minúsculas, conexionadas entre sí, las más de
las veces contractualmente, por el viejo vínculo feudal".
En el período de la monarquía absoluta, que devino como consecuencia de la centralización de los
poderes locales, se evidenció un notable fortalecimiento del Derecho Público, toda vez que el monarca
asumió la titularidad del derecho y la soberanía y, en consecuencia, el poder de mando “que se venía
ejerciendo como un sujeto de derecho, se apropia en beneficio del príncipe primero y después del
Estado".
Durante el liberalismo, la distinción se hizo más tajante aún, distinguiendo con precisión el campo de
acción del Derecho Público y del Derecho Privado; en el primer caso, se fijó una órbita específica del
Estado como guardián del orden y seguridad, con atribuciones reducidas que se expresaban en el
famoso Laissz Faire, Laissez Passer; en cambio, se fortaleció la actividad privada y el respeto a la
propiedad, la familia y la herencia, el libre contrato y el libre mercado.
En las postrimerías del siglo XIX, comenzó una nueva etapa del Derecho Público, con el crecimiento de
la actividad estatal y el consiguiente control que ejerció sobre las actividades privadas, limitando el
derecho propietario y condicionando su existencia al uso social que se hacía de la propiedad, la
reglamentación de las relaciones laborales, como la fijación de jornada de trabajo, el sueldo mínimo. En
el campo familiar, el Estado protegió y garantizó el matrimonio y estableció un sistema de derechos de
protección a la minoridad; el resurgimiento del Derecho Público hizo que esta rama del derecho, tenga
gran trascendencia y fuera motivo de estudios especializados.
En la Época actual, que los historiadores denominan post-modernidad, caracterizada fundamentalmente
por la globalización, el Derecho Público también sufre serias y profundas modificaciones, que lejos de
debilitarlo, como rama autónoma del Derecho lo fortifican y lo remozan.
El Derecho Público se halla sostenido por tres pilares fundamentales: el Derecho Político, el Derecho
Constitucional y el Derecho Administrativo; en cambio, los pilares del Derecho Privado son el Derecho
Civil y el Derecho Comercial o Mercantil.
Derecho Político.
Ya tenemos manifestado que el Derecho Político es una rama del Derecho Público, por tanto, una
disciplina estrictamente jurídica, que no siempre recibe la misma denominación como materia de estudio.
En nuestra realidad nacional, el estudio del Derecho Político se mantuvo con tal nombre hasta el año
1979, cuando una sectorial de Facultades de Derecho del sistema universitario de Bolivia varió la
denominación por el de "Teorías del Estado y del Derecho", manteniendo sin mayor variante el contenido
jurídico político de la materia. Los franceses denominan esta disciplina "Droit Constitutional los ingleses
"Political Science"; los alemanes “Staats-Recht"; los soviéticos, “Teoría del Estado y del Derecho", y los
brasileños "Teoría Geral Do Estado"; en cambio, Argentina y España mantienen la clásica denominación
que se le da a la materia. Lo cierto es que su tema central es el Estado, desde una perspectiva jurídica;
sin embargo, vale la pena puntualizar que el estudio del se lo hace desde un punto de vista global y
general, no en particular, de un Estado señalado, puesto que el estudio de un Estado en concreto, su
organización y funcionamiento, es tarea del Derecho Constitucional.
El contenido del Derecho Político supone la conceptualización del Estado, tomando en cuenta sus
diferentes fases. Como materia de estudio comprende:
Una teoría sociológica y, desde esa perspectiva, el análisis de la Sociedad y de los grupos sociales, la
reacción de éstos frente al poder del Estado.
Supone, asimismo, una teoría política, en la medida en que el tema central del Derecho Político es el
Poder del Estado, las características de éste y su comportamiento sobre la población asentada en un
territorio determinado.
El Derecho Político comprende una teoría jurídica, puesto que, desde esa perspectiva, se analiza el
aparato político, su institucionalidad y la legalidad de sus actos estatales, la organización y
funcionamiento de los órganos del Estado.
Finalmente, están dentro del contenido del Derecho Político; el estudio del origen, la naturaleza y los
fines del Estado, en una perspectiva histórico-filosófica.
Dicho lo anterior, es válido insertar el magisterio del profesor Carlos Fayt, que sostiene al respecto: “el
Derecho Político supone el estudio de la estructura dinámica de la organización política y sus relaciones
con la sociedad, el orden y la actividad política, incorporando el método sociológico y político, sin
abandonar el jurídico, inherente a la disciplina, por la relación funcional del derecho con los demás
elementos de la estructura de la organización política” .Coincidentes son las definiciones que dan los
autores que se citan a continuación:
Para Ricardo Anaya Arze, “Es la ciencia que descubre, estudia y explica, el sentido jurídico del Estado, y
comprende las reglas relativas al orden estatal. Desde el punto de vista funcional, es la ciencia del
estadista, es decir, es una teoría para el ejercicio del poder.”
Otro profesor boliviano, el Dr. Valencia Vega, manifiesta que “es una disciplina que se refiere a la
estructura y conformación normativa del Estado como tal, ocupándose de investigar y estudiar el
desarrollo de la construcción jurídica del territorio y sus habitantes, bajo el poder de unas mismas normas
de Derecho Público”.
Derecho Político y su Relación con otras Disciplinas Jurídicas y no Jurídicas.
El Derecho Político, como teoría jurídica del poder del Estado, se vincula directamente con el Derecho
Constitucional y el Derecho Administrativo por ser, éstas, disciplinas fundamentales del Derecho Público,
y que obligan y presuponen el estudio del Estado.
El Derecho Constitucional tiene como fundamento el análisis de los principios que rigen la organización
institucional de un Estado concreto, y su objetivo es determinar la forma de un Estado; establece la
forma, composición y atribuciones de los órganos de gobierno, fijando los, derechos de las personas e
instrumentando las garantías que efectivicen estos derechos. El profesor español Posada puntualiza que
la esfera propia del Derecho Constitucional gira en torno a:
— La organización del Estado (vida del parlamento, relaciones delas cámaras, gabinete, prerrogativas
reales, tribunales, etc.).
— La acción constante de la opinión pública con los medios y procedimientos ideados para ejercer su
influjo (partidos políticos, prensa, propaganda, elecciones, etc.).
— La protección de las condiciones para el pleno ejercicio de los derechos de todos en un régimen de
Derecho.
El Derecho Constitucional es un derecho dogmático por excelencia, que se basa en la interpretación del
hecho expreso de las constituciones y leyes fundamentales, que analizan y establecen la estructura de
un Estado y sus mecanismos de poder, a diferencia del Derecho Político, que estudia dicha categoría
histórica como fenómeno genérico y social.
El Derecho Administrativo, como parte del Derecho Público, estudia la función administrativa del Estado
y sus órganos, la forma de su organización, los agentes públicos, las entidades estatales y sus
empresas, establece y regula el funcionamiento de los servicios públicos, ejerce además control
jurisdiccional sobre las actividades administrativas del aparato político y otorga protección judicial al
administrado, frente a posibles abusos de la función administrativa.
Fisbach vincula las tres ramas citadas, señalando que el Derecho Político estudia al Estado, el Derecho
Constitucional crea los órganos de éste, y el Derecho Administrativo los hace funcionar . D'Avis, en
relación al mismo tema, manifiesta: "El Estado es el sujeto, (lo estudia el Derecho Político). La
constitución, el adjetivo, (estudiada por el Derecho Constitucional) y la administración, el verbo, (la
estudia el Derecho Administrativo)".
Es necesario puntualizar, además, la relación del Derecho Político con otras ramas jurídicas, entre ellas
con el Derecho Internacional Público, toda vez que es el estudio de la sociedad internacional, sus
sistemas de normas y los derechos y deberes del Estado. El Derecho Político investiga y analiza el
Estado como construcción histórico-jurídica, y el Derecho internacional, las proyecciones y tendencias del
Estado contemporáneo, las transformaciones presentadas en la comunidad internacional, que hacen que
los clásicos conceptos de soberanía, relaciones internacionales y otros, tengan connotaciones muy
diferentes a las planteadas por los tratadistas clásicos.
El Derecho Político se vincula con muchas disciplinas no jurídicas, como ser la Ciencia Política, la
Historia, la Sociología, la Filosofía, la Geografía. Así, Derecho Político y Ciencia Política nacen en el
mismo crisol de los pensadores políticos, y es modernamente que buscan separarse una de la otra
(Gumplowicz, Gaetano Mosca); ambas disciplinas tienen un centro de interés: el poder, pero cada una de
ellas con enfoques particulares.
La vinculación directa con la Historia es innegable; citando a López, se puede afirmar que. la vida, las
instituciones y las ideas políticas, cobran realidad y sentido en la historia, en la vida, en las instituciones e
ideas políticas, cuyo conocimiento es patrimonio de la historiografía y, añade el profesor argentino,
"nada o muy poco, podrá andar el Derecho Político, sin cl conocimiento de la historia, que le proporciona
la historiografía; serían tremendas e inmediatas las carencias que afectarían al Derecho Político, si se
ignoran la Revolución Rusa, la Constitución estadounidense, o las ideas de Aristóteles". La historia de los
hechos, la de las instituciones y de las ideas políticas, constituyen los cimientos para la construcción de
la materia; ya que, sin caer en determinismos ni generalizaciones, la "Historia se escribe en tomo al
ejercicio de lo que no implica afirmar que se la por el poder, sino por los cambios operados por su influjo
o por las transformaciones de la realidad, que influyen decididamente en las modificaciones de las
relaciones de mando y obediencia.
El Derecho Político no puede prescindir de la Sociología, puesto que esta disciplina estudia, con marcado
interés, la problemática del poder y la autoridad, en el marco de las relaciones sociales y, con palabras
de Verdú, "El Estado es el tema obligado de la Sociología”.
Tampoco se podrá prescindir de la Economía Política, porque el modo de producción, en un estadio
histórico determinado, caracteriza el aparato político superestructural. Los fenómenos económicos y los
políticos son interactivos, de tal manera que hay factores económicos que influyen activamente en la
política, y factores políticos que intervienen en la economía, creando una interdependencia y una
correlación íntima, al extremo que los politólogos modernos aplican terminología de la economía a la
actividad dinámica de la política como: "Mercados Políticos", "Factores de Producción Políticos",
"Estabilidad Política Marginal", "Inflación y Deflación Política" (Ilchman y Uphoff). Los autores marxistas
crearon verdaderas teorías de dependencia entre Política y Economía, como veremos posteriormente.
En otros ámbitos, la Geografía Política, la Estadística y otras ramas más del saber humano, se
constituyen también en valiosas ciencias auxiliares, para desentrañar el contenido del Derecho Político.
SOCIEDAD Y ESTADO
Sociedad y Política.
No se puede concebir el Estado al margen de la comunidad humana, de la sociedad, puesto que este
aparato político -jurídico es el resultado de la actividad humana, en un momento histórico dado y bajo
ciertas condiciones. Al margen de la sociedad, no existe Estado. La condición de la sociabilidad humana
está íntimamente ligada a la condición de ser político. El Estado, sin ser la única expresión política, es,
sin embargo, una connotada manifestación política.
La sociedad es un conjunto de formas de interacciones y de procesos que se realizan entre los hombres,
ella se manifiesta y desenvuelve en la vida humana. Todos los hechos y todas las actividades sociales
son expresión de la conducta humana y, por este motivo, tienen su origen, su dominio y su protección, en
la vida del hombre. "La sociedad tiene en el hombre el centro de todas las llamadas actividades,
sociales". Reiterando tal hecho, en palabras del sociólogo Arturo Urquidi, podemos afirmar que "Sociedad
y hombre son términos correlativos e inseparables; la historia de ambos elementos es, por consiguiente,
la historia del proceso de interacciones que se han operado entre ellos, a través del espacio y del
tiempo". El hombre en estado de aislamiento no es un hecho natural, sino un producto de la abstracción
intelectual.
Siendo el hombre un animal social por excelencia, su vida necesariamente es de convivencia; sin
embargo, tal convivencia está reglada por una organización que lo obliga a una determinada conducta,
de ahí que, íntimamente ligada a su condición de "ser social", está la de su "ser político"; por ello,
Aristóteles afirma que el hombre es un "Zonn Politikon", un animal político y que "Sólo un Dios o una
bestia pueden tener existencia fuera de esta realidad".
La política es convivencia humana; sin hombres en convivencia no existe la política, mas ello no supone
afirmar que toda convivencia humana sea una actividad política; así tenemos, por ejemplo, la amistad,
que es una especie de la convivencia humana, en la cual no vemos actividad política, ni relación política.
Gramsci manifiesta que la política "es la actividad humana central, el medio a través del cual la
conciencia individual es situada en contacto con el mundo social y material, en todas sus formas". La
política se centra en el fenómeno llamado Poder, es decir, la fuerza coactiva capaz de someter la
voluntad de las personas, de establecer el comportamiento humano. Allí donde el poder actúa, está la
política.
Conscientes de la dificultad que entraña dar una definición precisa sobre la política, por la ambigüedad
del término, su poca precisión, los múltiples usos e interpretaciones que se le den, analizaremos la
palabra, desde sus acepciones etimológica, general, específica y científica.
Etimológicamente proviene de la voz griega "Polis", es decir ciudad-Estado, o "asociación de varias
aldeas o poblados que poseen todos los medios para bastarse a sí mismos, alcanzando el fin para el
cual fue formada. La polis es anterior a la naturaleza, a la familia y a cada uno de nosotros
individualmente. El todo, en efecto, debe ser necesariamente anterior a la parte; porque, cuando se
destruye el cuerpo total, el pie o la mano no existe más que en un sentido equivoco. Un hombre que es
incapaz de entrar a formar parte de una polis, o que se baste a sí mismo, hasta el extremo de no
necesitar esto, no es parte alguna de aquella, de manera que, o bien debe ser un animal inferior o un
Dios", dice Aristóteles.
El concepto etimológico parecería identificar, Política, con la Comunidad política, es decir con el Estado;
sin embargo, la política existe independientemente del Estado, antes de que éste haya existido y, en el
supuesto de su desaparición, la política subsistirá. Francisco Linares, al respecto, manifiesta, "lo político
no se agota en el Estado, sino que le precede y supera histórica y ontológicamente". Hermann Heller, por
su parte, acola: "el concepto de lo político es mucho más amplio que el de lo estatal. Han existido
actividades políticas y formas de actividad política antes de que hubiera Estados, del mismo modo que
existen, aun hoy, grupos políticos dentro de los Estados y entre los Estados". El Estado es una unidad
política moderna, "no han sido Estado, ni la polis griegas, ni la civitas romana, ni la república medieval,
porque el Estado aparece recién en la Edad Moderna y, tal vez, no habrá Estado mañana, cuando el
Estado moderno se quiebre definitivamente, como forma histórica”).
A la palabra política se le da también un sentido generalizado, cuando se hace referencia a la relación de
mando y obediencia existente en todo poder organizado de la sociedad, por ejemplo, en grupos sociales
como la familia, las asociaciones comerciales, el ejército, la Iglesia, etc. En ese sentido global o genérico,
se define la política como: "La actividad orientada a obtener, conservar o modificar los puestos de mando
ya dirección dentro de entidades, asociaciones o formaciones sociales en general. Con lo que se
establece que el fenómeno poder no es privativo del Estado, sino que se halla inmerso en toda
organización humana.
El término política está vinculado de un modo directo al poder estatal; tal poder tiene características que
lo diferencian fundamentalmente de los otros poderes a que hacíamos referencia anteriormente. El poder
del Estado es irresistible y dominante en el ámbito personal y espacial de una comunidad política
determinada, posee el monopolio jurídico de la coacción, para hacer cumplir sus determinaciones. La
fuerza de compulsión estatal no tiene parangón, toda vez que es originaria y no derivada, lo que no
ocurre con las otras organizaciones sociales.
La política, como ciencia, está referida al estudio de los fenómenos y de las estructuras políticas, con
sistematicidad y rigor, apoyado en un amplio y agudo examen de los hechos, expuesto con argumentos
racionales. "Ciencia Política es aquella que se propone estudiar las relaciones de autoridad y obediencia,
y sus efectos sobre el comportamiento de los hombres, para proporcionar una explicación coherente e
inteligible de la estructura y el dinamismo de las sociedades políticas". El punto central para precisar la
Ciencia Política, es la Teoría del Poder, porque el "poder no es algo epocal, como el Estado u otras
estructuras transitorias, sino algo permanente ínsito en la comunidad".
Grupos Estructurales de la Sociedad.
Se denominan grupos estructurales de la sociedad aquellos conjuntos organizados de individuos que
integran el cuerpo social. El primer grupo estructural aparece con el hombre. Los principales grupos
estructurales son: la horda, el clan, la tribu, la confederación de tribus, el Estado.
La Horda:
Es el grupo que se desarrolla entre el paleolítico y el mesolítico; según Durkheim, "la horda es un grupo
agregado que no ha comprendido, en su seno, ningún otro agregado más elemental, sino que se
resuelve inmediatamente en individuos". No priman, en el interior del grupo total, grupos especiales y
diferentes del precedente, están yuxtapuestos atómicamente. Se concibe que no puede haber sociedad
más simple; es el protoplasma del reino social, la base natural de toda clasificación. Tal noción de la
horda deberá aceptarse, ya sea concebida como una realidad histórica o como un postulado de la
ciencia, punto de apoyo necesario
para construir la escala completa de los tipos sociales”.
Los vínculos que unen a los miembros de la horda son, esencialmente, vínculos familiares, de
cooperación mutua, rituales religiosos o ideales míticos; sin embargo, carece de organización política, de
un jefe y de un territorio estable. Se caracteriza por su técnica incipiente, nomadismo, economía
recolectora y la falta de jerarquización social y política.
EI Clan:
Es un grupo de personas ligadas por lazos de parentesco de sangre, pero, fundamentalmente, por lazos
religiosos y míticos, y esa esencia mítica hace que los miembros del clan se miren como parientes.
Durkheim establece nítidamente que el hecho del parentesco no está en relación a la consanguineidad,
sino exclusivamente al hecho particular de que son poseedores del mismo tótem; figura animada o
inanimada, en la mayoría de las veces un animal o vegetal, del cual el grupo pretende descender y que le
sirve, a la vez, de emblema y de nombre colectivo.
Cuando el vínculo que une a los miembros del grupo se transmite por la madre, se llama clan, pero si el
vínculo es transmitido por la vía paterna, el grupo recibe el nombre de gens.
Por su fundamento de filiación y el culto totémico, el clan (gens) es una unidad estable y permanente.
Urquidi, manifiesta que, con el Clan arraigado en la tierra, cobra su verdadera significación sociológica
aquel estado social conocido con el nombre de comunidad primitiva, cuyas características esenciales
son: el trabajo colectivo, la propiedad común de la tierra, el reparto igualitario de los productos del
trabajo. Por su parte, Sorokin dice que el clan es un grupo solidario, unido por lazos de sangre, de
proximidad de territorio, en el que la posesión de la tierra es común, con cierto grado de cooperativismo
en sus empresas, poseyendo, además, una cultura y un lenguaje común y, lo que es más importante,
unidad religiosa, especialmente en cuanto a los ancestros. El sedentarismo de los hombres del clan,
representa un avance notable en relación a la horda, porque demuestra la condición de homo fáber,
fabricante de sus instrumentos para el cultivo de la tierra.
En el clan, existen ciertas normas que regulan la actividad de los miembros del grupo, normas
fundamentalmente religiosas, míticas y consuetudinarias. La sanción a la supuesta infracción de las
normas es establecida por todo el grupo y la responsabilidad es colectiva.
En tal tipo estructural, no hay aún distinción entre gobernantes y gobernados; la autoridad presente en
ellas tiene un carácter comunitario e indiviso. Consiguientemente, el poder, la fuerza de compulsión,
residen en el grupo. Por ello, se define y afirma que la soberanía radica en el grupo en estado difuso; es
el más anciano, o cl sumo sacerdote, quien dirige ciertos actos, constituyéndose en un " Primus inter
pares", es decir, primero entre sus iguales y jamás el primero sobre los demás. La autoridad propiamente
tal no ha brotado aún de un jefe poderoso, y aún no ha sido usurpada por ningún individuo. Lenin
sostiene que, en este tipo de sociedades primitivas, no se percibían los síntomas de la existencia del
Estado. "Lo que vemos en ellas es el dominio de las costumbres, la autoridad, el respeto y el poder que
gozaban los ancianos, y vemos que ese poder era reconocido. Pero no vemos, en ninguna parte, una
categoría especial de hombres destacados para gobernar a los otros y que, en interés y con fines de
gobierno, posean sistemática y permanentemente ciertos aparatos de coacción y violencia. No es que en
las comunidades primitivas no existan autoridades, ancianos, jefes, sacerdotes o asambleas tribales
investidas de autoridad, lo que ocurre es que en esos grupos sociales dominados por el culto, por hábitos
colectivos y costumbres hereditarias, no está individualizado el poder y todos los jefes y sacerdotes y las
mismas asambleas son instrumentos de culto, están al servicio de los ritos, no hay poder político, es
poder religioso. En realidad esta etapa podría definirse como la del poder Anodino”. En el Incario, el clan
de denomino Ayllu y según Bautista Saavedra, constituía una relación de “parentesco y patronímico”.
La Tribu:
Es la reunión organizada y solidaria de dos clanes , con parentesco consanguíneo y se configura como
un Estado rudimentario. Es el acto de la unión de la Nacion y el Estado. Opina Sorokin que, como
resultado de su desarrollo, la tribu es un grupo menos cerrado que el clan, en ella juegan un papel
importante la raza y la sangre; la tribu cumple un papel trascendente en los albores de la historia
humana, antes del surgimiento del Estado y la Nación. La unión de tribus, con fines de defensa contra un
enemigo común, da lugar a la confederación de tribus. El territorio desempeña una importante función de
aglutinamiento social, pues la base física, que antes constituía carácter sagrado o económico, en esta
formación adquiere carácter político. Dos factores, - dice Villarroel Claure - contribuyeron al asentamiento
humano sobre un territorio determinado: la división social del trabajo, generadora de un plus trabajo y, en
potencia, receptora de la división clasista; la unidad hombre-tierra, que sirvió de vínculo místico entre el
grupo y los lugares que se consideraban sagrados.
Confederación de Tribus:
Dentro el proceso de evolución de las tribus entre sí, surge un otro grupo más complejo, cuyas
características es el matrimonio entre individuos de diferentes tribus, conllevando parentescos entre
diferentes grupos, transposiciones culturales, incremento de población y coalición entre jefes. Pero,
también es cierto que las guerras defensivas y de conquista van a motivar la unión de dos o más tribus,
dando lugar a la confederación, que será presidida por un consejo federal, conformado por los jefes de
las diferentes tribus. Ralph Linton manifiesta: "las confederaciones deben su origen a una comunidad de
intereses, aunque sea de una clase limitada y especifica. La función de la autoridad central es la de dirigir
y coordinar las actividades voluntarias de tribus federadas. Sus poderes derivan del consenso de los
gobernados ,y cualquier acto de coacción hacia las tribus se resiente inmediatamente. Sin embargo, la
presencia de intereses comunes hace posible que la autoridad central lleve a cabo sus funciones con un
mínimo de organización y de poderes delegados. Como las tribus componentes son siempre celosas de
sus derechos, el gobierno de una confederación debe ser democrático, si no en teoría, si prácticamente”.
La Ciudad:
Un hecho trascendental para la humanidad emerge de la situación que los hombres se asienten en la
tierra y se coaligen entre tribus: es el surgimiento de las aldeas primero, y de las ciudades después. Ellas
aparecen, como producto de la solidaridad, la cooperación y el vecindaje, constituyéndose en el germen
de la comunidad política y del derecho como orden reglado.
Lewis Mumford anota magistralmente la importancia y la transcendencia histórica de la ciudad, sin dejar
de referirse a los aspectos positivos y negativos de ella. Sintetizando el pensamiento del ilustre arquitecto
norteamericano, las contribuciones civilizadoras de la ciudad son las siguientes:
— La ciudad antigua congregó los órganos dispersos de la vida común y, dentro de sus murallas
promovió su integración y su fusión.
— Las funciones colectivas que desempeñaba la ciudad eran importantes; pero más significativos aún
fueron los objetivos comunes que surgieron a través de métodos más rápidos de comunicación y
cooperación.
— Mediante el orden establecido, se consiguió, por primera vez, la colaboración efectiva de grandes
conjuntos de seres humanos, organizados en grupos de trabajo disciplinados, desplegados por las
órdenes emanadas del centro.
—Se creó una estructura interna de orden y justicia, con fuerte influencia religiosa.
—La concentración del poder físico y cultural elevó el ritmo del comercio humano.
—Se convirtió, la ciudad, en depositaria y transmisora de la cultura de generación a generación.
Sin embargo, el mismo autor, opina: frente a estos perfeccionamientos debemos colocar las
contribuciones más sombrías de la civilización urbana: la guerra, la esclavitud, la superespecialización
profesional, y en muchos lugares una orientación persistente hacia la muerte. Estas instituciones y
actividades, formando una "simbiosis negativa", han acompañado a la ciudad a través de la mayor parte
de su historia y subsisten hoy mismo en forma acentuadamente brutal, sin sus sanciones religiosas
originales, como la mayor amenaza que pesa sobre el desarrollo futuro de la humanidad. En cierto grado,
tanto los aspectos positivos como los negativos de la ciudad antigua han sido transmitidos a todas las
estructuras urbanas posteriores
El Estado
El Estado surge como un grupo estructural de la sociedad, en un momento histórico determinado, y
aparece como el resultado de un alto grado de organización en lo político y en lo jurídico. La
institucionalización del poder es el atributo particular que tiene el Estado, que lo diferencia de los otros
grupos pre-estatales; esto motiva que Lasky considere el Estado como “una asociación de hombres
unidos por el deseo de enriquecer la vida colectiva. Es de naturaleza parecida a las demás asociaciones.
Pero el concepto que nos merece la actividad del Estado tiene que ser más riguroso que el juicio que nos
sugiere la obra de cualquier asociación, por la extensión de su poder, por la coacción de que dispone y
porque el hombre no puede retirarse de él como podrían hacerlo de otras asociaciones”.
En Efecto, el Estado y los grupos estructurales de la sociedad, ya señalados, tienen características
diferenciadoras. En la tribu encontramos ciertas características similares a las del Estado, pero poco
evolucionadas; así la tribu tiene un territorio, defiende con exclusividad su derecho sobre él, y está
organizada bajo una autoridad común.
En la confederación de tribus, se acusan más estas características, que van perfeccionándose y
haciéndose más complejas a medida que aumenta su población; se definen fronteras, como resultado
de los choques violentos y convenios concertados entre grupos que se el dominio sobre los y la
posesión de la tierra.
El Estado es también un grupo estructural de la sociedad, pero organizado jurídicamente, tiene un
carácter integrador, coordinador de otros agrupamientos sociales, es independiente y soberano y posee
el monopolio jurídico de la coacción para hacer cumplir sus determinaciones.
El Término Estado.
Esta comunidad política, en el transcurso de la historia, recibió diferentes denominaciones. Los griegos la
denominaban Polis, cuya traducción clásica es ciudad-Estado; es decir, el conglomerado de aldeas que
reunía al Demos (pueblo), para el ejercicio del gobierno directo. En Roma, utilizaron el término República
(res = cosa, publica = pública), primero y después Imperio (potestad), aunque también, la denominaban
Civitas. En la Edad Media, encontramos diversas palabras que, en los nacientes idiomas vulgares,
señalaban al aparato político: como, Reich, Regnum, Land, etc.
En el siglo XVI, Nicolás Maquiavelo, en su obra "De Principatibus" conocida como "El Príncipe" es el
primero en usar la palabra Estado, para referirse a la estructura política que conocemos con tal nombre:
"Todos los Estados, todos los dominios que han ejercido y ejercen soberanía sobre los hombres, han
sido o son repúblicas o principados”.
De esta manera, el florentino Maquiavelo introduce en la literatura política un neologismo que a partir de
ese momento tiene aceptación universal; en efecto, el término status, de origen latino, se lo usa en la
mayoría de las lenguas con la misma raíz: Stato en italiano, Etat en francés, Staat en alemán, State en
inglés, en nuestro idioma y en portugués, Estado.
Es bueno establecer que la palabra estado existía aún antes de Maquiavelo, pero con otra significación;
en Roma, status se utilizaba, como es bien sabido, para referirse a la situación de un individuo en
relación al goce o no de la libertad, la ciudadanía o la familia; en español, a la situación en que se halla
una persona o cosa y, en especial, a cada uno de los sucesivos modos de ser de una persona o cosa
sujeta a cambios que influyen en su condición, según advierte la Academia Española de la Lengua
Definición de Estado.
Por lo dicho hasta aquí, podemos intentar una definición de Estado, definición que, en todo caso, es un
punto de partida inicial que nos permite una idea global sobre el mismo; siguiendo a Carré de Malbetg, el
Estado es una comunidad de hombres, fijada sobre un territorio propio y que posee una organización
de la que resulta, para el grupo considerado con sus miembros, una superior de acción, mando y
coerción. Esta primera aproximación al Estado nos da la idea de que éste es una Comunidad jurídico-
política, posee elementos esenciales, sin los cuales no podría existir; es decir, posee una población, un
territorio determinado y un poder coactivo soberano.
Los conceptos señalados sobre el Estado están referidos al Estado moderno puesto que, "El Estado
como poder separado de su base social, de la sociedad en su conjunto, es un fenómeno netamente
moderno que no tiene nada que ver con la teoría oriental o la Polis griega o la Civitas romana, en las que
la sociedad y el Estado parecen confundirse en una sola y única entidad o con el feudo medieval que en
lo político se confunde con la propiedad territorial y la comunidad natural que le es propia como forma de
organización económica" (Córdova). Este criterio es reiterado por Crossman, cuando advierte que en el
Estado moderno, por profundas que sean las diferencias en sus gobiernos, los parecidos son más
significativos en relación, precisamente, a las otras organizaciones políticas en la hitoria; D' Avis, al
criterio anterior añade lo siguiente: "Por cierto, no sería posible identificar al Estado-ciudad de la antigua
Grecia, con el Estado moderno, ni tampoco en una misma época pretérita encontramos analogías
convenientes”. David Easton, por su parte, afirma que la noción moderna del Estado está íntimamente
vinculada con el proceso histórico del Estado nacional jurídico y constitucional, que presupone una
completa atomización individualista de la sociedad, por esto, el uso del concepto Estado, "no está en
situación de explicamos la razón por la que los científicos políticos deberían estar interesados en formas
de vida social en las que, como sucede con las sociedades exóticas y atrasadas, el Estado no existe, por
lo menos tal y como viene definido por el pluralismo”.
El Estado en la Historia.
Las comunidades políticas más antiguas, conocidas generalmente como estados antiguos, establecidos
preferentemente en el Oriente, tenían como característica común el de ser teocráticas, esto es, existe
identificación del gobernante con la divinidad; y absolutistas, en la medida en que la suma de los poderes
los posee el gobernante y la población está exenta de derechos. En este Estado antiguo no se vislumbra
aún la existencia del derecho, y las normas jurídicas estaban confundidas y enlazadas con la religión; "el
pensamiento oriental fue tutelar al máximo. Exaltó las instituciones, glorificó el despotismo religioso y
negó valor personal al individuo. Estableció la creencia de que el poder era una institución sagrada e
inmutable". Estas características pueden ser aplicadas, con variantes, tanto al antiguo Egipto como a la
India, China, Persia y también en el llamado Estado Hebrero.
En la comunidad griega y Romana se evidencia una mejor organización administrativa y política. Entre
los griegos, la comunidad política, no valoraba la personalidad individual: el griego existió en la medida
en que el Estado existió, toda su vida y su actividad giraba en tomo a él. Allí florecieron el pensamiento
político, con el aporte de los filósofos y pensadores, y las primeras normas jurídicas de
institucionalización del poder, como la Constitución de Solón o la de Clístenes.
La humanidad debe a los filósofos griegos los primeros tratados sobre política, aún si es verdad que
estos pensadores no establecieron la autonomía de la política como disciplina, ya que la conjuncionaron
con la moral, la religión y la filosofía. Platón, en la 'República", preconiza una comunidad esencialmente
aristocrática, donde cl rey debe ser un filósofo, conocedor del alma humana y la verdad; éste deberá
contar con un ejército bravo y aguerrido y el pueblo debe entregarse al trabajo productivo. En la
comunidad preconizada por Platón, los esclavos y los forasteros están al margen de la ciudad y del
gobierno. El Filósofo ateniense pretende la construcción de una República ideal, donde las necesidades,
especialmente espirituales, sean satisfechas por el rey sabio. Aristóteles, aboga por una sociedad
esclavista y aristocrática, pero, al mismo tiempo reclama por una constitución democrática, que en
términos atenienses significaba la participación directa de los ciudadanos en la actividad política. El
hombre griego, en los hechos, vivía para el Estado y se hallaba sostenido a él.
Roma, donde, también se especuló sobre la teoría política como ciencia, recibió influencia directa de los
griegos; sin embargo, cl rasgo característico de Roma, fue la práctica política. Los tres momentos
históricos del poder romano, Monarquía, República e Imperio, son un ejemplo de pragmatismo político.
En la monarquía, encontramos un ejemplo histórico, de ejercicio del poder electivo y no sucesorio. En la
República, el senado es la nota más importante, al extremo que Mommsen dirá de él "que era la
institución más noble de la nacionalidad romana. Poseía las más altas virtudes: lógica, prudencia y
política, unidad de objetivos, amor a la patria, plenitud de poder y dominio de sí mismo; fue
verdaderamente la asamblea, más ilustre de todos los tiempos y naciones". En el imperio, que
constituyó el fortalecimiento del poder omnímodo de los gobernantes, surgieron los conceptos de
"potestas", de "imperium" y de "autoritas”, para significar la suprema autoridad del que ejercía el mando
político. Si bien los romanos no nos legaron profusos tratados de Política, en cambio, el monumento
jurídico dejado a la posteridad, es de enorme importancia en muchos para el análisis de la política activa.
Es en Roma que apareció el concepto de jus gentium, como antecedente inmediato del derecho
internacional o el jus civitatis, que conllevaba la participación de los ciudadanos en el quehacer político,
y que suponía no solamente el jus sufragii sino las magistraturas y su ejercicio.
En el Medioevo, dice H. Heller, es "patente el hecho que durante medio milenio no-existió el Estado, en el
sentido de una unidad de dominación, independiente en lo interior y exterior, que actuara de modo
continuo con medios de poder propio y claramente delimitados; por así decirlo, sólo intermitente e,
incluso durante siglos, sólo excepcionalmente. El Estado de entonces no podía mantener su
ordenamiento de modo ininterrumpido, sino sólo temporalmente, interviniendo de vez en cuando para
eliminar perturbaciones del orden estatal que se deseaba mantener. Su poder estaba limitado en lo
interno por numerosos depositarios de poderes, feudales, corporativos y municipales, y en lo exterior
por la Iglesia y el Emperador".
La teoría política medioeval se hallaba fuertemente influida tanto por la praxis romana, como de
Aristóteles; de aquélla tomó la idea de universalidad, y de éste el concepto de la sociedad, como implícita
a la naturaleza humana, Tomás de Aquino, se constituyó en el pensador más brillante de la época, le
debemos, entre otras cosas, los conceptos del bien común y resistencia a la opresión que han de tener
trascendencia en la Ciencia Política.
Nótese que, hasta aquí, las comunidades políticas no sólo no admitían un nombre omnicomprensivo,
como en la actualidad, sino que en ellas no exista unidad entre los elementos territorio, población y
poder; y más aún, todas esas comunidades carecían de soberanía.
Como ya señalamos, la comunidad política diferenciada, y el término que la denomina, son producto del
Renacimiento. Muchos fueron los factores que permitieron su desarrollo, tal cual hoy lo conocemos; no
surgió de la noche a la mañana, sino que constituyó un verdadero proceso de unificación, que se inició
con el advenimiento de la monarquía absoluta. A decir de Jellinek, en ese período comenzó la unidad
del Estado en Occidente, mediante un territorio unificado, un solo ejército, una única burocracia, un
centro único de poder, encargado de legislar y aplicar la ley, substituyendo la jerarquización de los
vasallos, por una sociedad jurídicamente nivelada de súbditos y ciudadanos, que tienen, en principio,
igual capacidad jurídica. Coincidente es el criterio de Heller al respecto, cuando afirma que la nueva
palabra, Estado, designa una cosa totalmente nueva porque, "a partir del Renacimiento, en el continente
europeo, las "poliarquías", que hasta entonces tenían un carácter impreciso en lo territorial y cuya
coherencia era floja e intermitente, se convierten en unidades de poder continuas y reciamente
organizadas, con un solo ejército que era además permanente una única y competente jerarquía de
funcionarios, un orden jurídico unitario e imponiendo a los súbditos cl deber de obediencia con carácter
general. A consecuencia de la concentración de los instrumentos de mando, militares, burocráticos y
económicos, en una unidad de acción política fenómeno que se produce primeramente en el norte de
Italia, debido al más temprano desarrollo que alcanza allí la economía monetaria surge aquel monismo
de poder, relativamente estático, que diferencia de manera característica el Estado de la Edad
Moderna, del territorio Medieval.
Es preciso establecer que el Estado Moderno, resultado de la lucha contra el absolutismo monárquico,
no es estático, sino transformable de acuerdo a las mutaciones, cambios y revoluciones histórico-
económicas y sociales. De ahí que, a cada Edad histórica, corresponda cierto Estado determinado.
En la Edad contemporánea, la organización Política tiene sus propias características particulares,
emergentes de los trascendentales cambios operados en este periodo; el surgimiento de nuevas
tecnologías, y su aplicación a los diferentes aspectos de la vida, configuran una situación jamás soñada
ni por la ciencia ficción; de ahí que el Estado contemporáneo, tiene sus especificidades diferenciadoras
con el Estado de la Edad Moderna. La Segunda Guerra Mundial dio origen a un reordenamiento global,
cuyo resultado fue la guerra fría, entre capitalismo y comunismo, y la estrepitosa caída del imperio
soviético, con el derrumbe del muro de la vergüenza en 1989, señala el advenimiento de un nuevo
Estado, que algunos denominan mega estado, en el cual el Estado-Nación ha dejado de existir para dar
paso al concepto de transnacional y cuyas evidencias encontramos en los recientes acontecimientos
universales. Al respecto Peter Drucker, en su obra la "Sociedad Postcapitalista", apunta: "El final de los
ochenta y los principios de los noventa señalaron también el final de otra era, de otro tipo de historia. Si
la caída del Muro de Berlín fue acontecimiento culminante y simbolizó la caída del marxismo y el
comunismo, la coalición transnacional contra la invasión de Kuwait por Irak en febrero de 1991 fue el
hecho culminante que señaló el final de cuatrocientos años de historia durante los cuales el Estado-
nación soberano era el principal y a menudo único actor en el escenario político. Los, historiadores
futuros seguramente clasificarán el mes de febrero de 1991 entre las grandes fechas; no hay
precedentes de acciones transnacionales de esta clase. Nunca antes las naciones, sin disensiones de
importancia (es más, casi sin ninguna disensión), habían puesto el interés conjunto de la comunidad
mundial en la represión del terrorismo por encima de intereses nacionales y, en muchos casos, por
encima inclusive de sus intereses nacionales".
El mismo autor, más adelante, se encarga de manifestar que el Estado-Nación, no va a "marchitarse y
morir”; puede seguir siendo el órgano político poderoso durante mucho tiempo, pero no será
indispensable; cada Vez más irá compartiendo el poder con otros órganos, otras instituciones, otros
artífices políticos; el tiempo irá despejando las múltiples incógnitas que se presentan a esta realidad,
como, por ejemplo: ¿Qué quedará del Estado-Nación? ¿Qué será transnacional y qué supracional? Las
preguntas, encontrarán sus respuestas, con el mismo dinamismo de la sociedad actual.
TERRITORIO
Conceptos Generales.
El territorio es definido como el espacio o porción geográfica donde se asienta la población del Estado.
Sobre los dos elementos espacial y personal, el poder ejerce su dominio soberano.
La base física, "escenario para la gran aventura humana" (Burdeau), tiene innegable importancia y
trascendencia, puesto que, siguiendo el magisterio de Lucas Verdú, "supone un avance extraordinario en
la civilización, porque implica el sedentarismo, o mejor, la vinculación permanente de un pueblo a un
espacio geofísico, hecho capital para el surgimiento del Estado. Cambia la población, pero el territorio
permanece. La base territorial sirve de nexo entre las generaciones, las configura". Tiene además,
continúa el profesor español, un alcance político indudable, en la medida en que el territorio es el
“escenario donde se desarrolla la vida estatal"; todo hecho que afecte al territorio estatal,
acrecentamiento o disminución, afecta directamente al Estado, pudiendo producirse su desaparición por
conquista, anexión bélica (debellatio). Finalmente, arguye el tratadista; todo lo dicho "explica el amor a la
tierra, las ansias de expansión territorial de los pueblos, de mantener a todo trance sus propios límites, y
las graves penas que los ordenamientos jurídicos nacionales contienen contra el separatismo”.
Sin llegar a posiciones exageradas, exaltando en demasía la importancia del territorio, y considerando
que éste no es el único elemento indispensable para la existencia estatal, podemos señalar, de manera
puntual, que la base física se caracteriza por lo siguiente:
La acción del Estado se plasma, necesariamente, en el espacio geográfico, puesto que las funciones y
las actividades políticas recaen en las personas asentadas dentro del territorio;
La norma jurídica tiene validez dentro de un espacio territorial determinado y jamás fuera de él;
La superficie terrestre y sus características, como su extensión, la distribución de las aguas, la altitud, la
relación con el mar, la flora, la fauna, las riquezas naturales en general, influyen en la economía, en la
división del trabajo, en la organización social y en la misma estructura político administrativa del Estado;
Las características del territorio, y su interrelación con los factores culturales, configuran las comunidades
nacionales; la extensión territorial condiciona, en cierta medida, la capacidad de defensa, la
centralización y descentralización de los instrumentos de poder, los métodos de gobierno y la forma de
Estado.
Frente a tan amplio panorama, corresponde estudiar el territorio, por ser de interés de la materia, desde
una doble perspectiva: Socio-Política y Jurídica.
Dentro del primer aspecto, caben las siguientes interrogantes:
La Geografía ¿influye en el comportamiento de los individuos? La respuesta la hallamos en la disciplina
llamada Socio-geografía.
Los actos políticos ¿se hallan influidos por elementos geográficos? Para obtener la respuesta a esta
pregunta, debemos acudir a la Geopolítica.
El Factor Sociogeográfico.
La sociogeografía se propone estudiar las influencias de los factores físicos en el comportamiento social.
El problema de los "influjos" ha sido preocupación de los pensadores de todos los tiempos. En la
antigüedad, Aristóteles y Herodoto insistieron en la influencia directa del clima en el comportamiento de
los hombres. El autor de "La Política" manifestaba al respecto: "los pueblos que habitan en climas fríos
son en general muy valientes, pero son en verdad inferiores en inteligencia y en industria, y si bien
conservan su libertad, son sin embargo políticamente indisciplinados y jamás han podido conquistar a
sus vecinos. En Asia, por el contrario, los pueblos tienen más inteligencia y aptitud para las artes, pero
les falta corazón y permanecen sujetos al yugo de la esclavitud perpetua. La raza griega, que
topográficamente ocupa un lugar intermedio, reúne las cualidades de ambos. Posee a la par inteligencia
y valor; sabe al mismo tiempo guardar su independencia y constituir buenos gobiernos y sería capaz de
formar un solo Estado, de conquistar el universo".
Más tarde, Bodin y luego Montesquieu se preocuparon del tema; el autor del "Espíritu de las Leyes",
dedicó cuatro de sus libros al desarrollo de su teoría. El enciclopedista sostiene que en los climas fríos se
tiene más valor, menos rencor, más firmeza y mayor franqueza. Los pueblos de los países cálidos son
temerosos como los viejos. En los países fríos existe poca sensibilidad para los placeres; ésta será
mayor en los países templados, y extremada en los países tórridos y “así como los climas se
diferencian por los grados de latitud, igualmente podrían distinguirse por los grados de sensibilidad".
Montesquieu prosigue manifestando que el clima es causante tanto de la servidumbre civil como de la
doméstica:
"No hay que asombrarse que la laxitud de los climas cálidos los haga siempre esclavos, mientras que la
animosidad de los climas fríos sea la causa del mantenimiento de la libertad” ... "La servidumbre se halla
ligada al clima de idéntica manera, los hombres no realizan un deber penoso sólo por el temor al castigo,
en ellos, por tanto, la esclavitud choca menos que la razón”.
Michelet, por su parte, liga íntimamente los procesos revolucionarios al "clima enervante y, como
ejemplo, cita la Revolución Francesa (mayo-julio 1789); sin embargo, históricamente se pueden citar
ejemplos contrarios, como la revolución Rusa, cuya importancia y trascendencia es indudable dentro la
Historia de la Humanidad y no se produjo en una estación calurosa, ni mucho menos.
Ratzel, geógrafo alemán, autor de "Geografía Política", es sin duda, el mayor exponente del criterio de la
dependencia del hombre a su medio físico, puesto que reduce toda la acción social a la mera proyección
del medio geográfico. Ratzel parte de un postulado individualista: "los miembros del grupo social son
unidades autónomas, por lo tanto, el lazo de unión sólo puede proceder de la tierra, que es fundamento
de la sociedad y el Estado" (Cuvillier). Las ideas de Ratzel caen dentro del fatalismo geográfico, al
considerar al hombre y a la sociedad como un mero reflejo de la realidad físico-geográfica. Las siguientes
afirmaciones son elocuentes: "en esta poderosa acción de la tierra existe algo misterioso que no deja de
angustiar al espíritu, y la aparente libertad del hombre parece como ahogada. En efecto, vemos en la
tierra la fuente de toda servidumbre. Siempre la misma y siempre ubicada en el mismo purito del espacio,
sirve de fundamento básico a los humores, a las cambiantes aspiraciones de los hombres, y cuando
éstos llegan a olvidarse del substrato, les hace sentir su imperio y les recuerda, por medio de serias
advertencias, que toda la vida del Estado tiene sus raíces en la tierra. Ella regula la vida de los pueblos
con una terrible brutalidad. "La obra de Ratzel fue muy bien acogida por los intereses de dominación
alemana; fue el justificativo y argumento que requería el expansionismo de una Alemania que pugnaba
por abrirse pasó en un mundo a cuyo reparto había llegado con atraso”.
Podemos afirmar, por lo dicho, que las tendencias a un determinismo geográfico son inaceptables por su
carácter poco científico; si bien es cierto que tales factores están ligados. íntimamente a otros en forma
interdependiente, éstos criterios- los económicos, tienen mayor preponderancia e importancia, sociales,
culturales, como enseña el profesor Aurelio García cuando establece que: "permanentes relaciones entre
el organismo político y su expresión geográfica dan por resultado y serie de acciones y reacciones, que
suponen, de un modo necesario, todo un sistema de adaptaciones recíprocas entre sus elementos. El
medio geográfico actúa en el hombre transformándolo, a la vez que el hombre transforma el medio y lo
adapta a sus necesidades y actividades de carácter teológico. Y esto sucede en grado preponderante.
Así es como se logra crear el medio social y político con su individualidad determinada y sus
modalidades específicas. Entonces, el Estado surge con su sello peculiar y diferenciado. La variedad
climatológica, el modelado terrestre, la altura, la ondulación, la planicie, el litoral, la interioridad, la
insularidad, la vegetación, la fertilidad del suelo, la riqueza mayor o menor del subsuelo, etc., son
factores que, como indica Montesquieu, concurren en grado diverso a la creación y transformación de los
Estados, en formas y modos distintos”.
Factor Geopolítico.
"La geografía ha servido de pretexto para la elaboración de teorías fantásticas destinadas a justificar
reindivicaciones”. Entre esos mitos y teorías está la teoría del lebensraum o del Espacio Vital, que fue el
argumento nazi para su política de expansión imperialista. Esta teoría está basada en el principio del
espacio (raum). Ratzet manifestaba que "la población de los Estados de territorios extensos, debido a la
grandeza de su hábitat, tiene espíritu de expansión y conquista, de optimismo y juventud. Al contrario, las
comunidades políticas que habitan en territorios pequeños, son pesimistas, cerradas en su espíritu;
tienen una psicología acentuada; particularmente son estacionarias y poseen poca virilidad”.
Los libros “Ideales Democráticos", y "El Pivot Geográfico de la Historia", del inglés Haldford Mackinder,
defienden la tesis denominada del heartland o del corazón del Mundo, corazón que estaría ubicado en la
parte Norte e interior de Eurasia, que se extiende desde las costas árticas a los desiertos centrales.
Mackinder sostenía que "quien posee la Europa y quien domine la "Isla del Mundo", domina el mundo.
"Esta teoría -opina Duverger- cuyo valor poético es indudable, sigue siendo, en el plano positivo, mera
fantasía".
En Gran Bretaña, A.T. Mahan elabora la tesis del "Poder Naval" (Sea Power Theow), en la que sostiene
que "El Estado que controla las vías marítimas, controla la política mundial". Spikman, por su parte,
retoma la teoría de Mackinder y establece que los Estados Unidos de Norte América pueden intervenir,
y deben hacerlo, en el ciclo señalado por el geógrafo inglés.
Las tesis planteadas por Ratzel, Kjellen y Mackinder, fueron hechas propias por el militar y geógrafo
alemán, general Kart Haushofer quien, en 1933, creó la denominada "Escuela de Munich", cuya
tendencia indisimulada fue la de proporcionar el bagaje teórico que justificará los afanes de expansión
territorial del entonces ya poderoso nacional-socialismo alemán; en ese entendido, creó la disciplina
llamada Geopolítica. Haushofer la define de la siguiente manera: "La Geopolítica es la ciencia de las
relaciones de ámbito mundial de los procesos políticos. Está basada en los amplios cimientos de la
geografía, especialmente de la Geografía Política, la cual es la ciencia de los organismos políticos en el
espacio de la estructura de los mismos. Además, la Geopolítica se propone proporcionar los útiles para la
acción política y las directrices para la vida política en su conjunto. De este la Geopolítica se convierte
en un arte, es decir, el arte de guiar la Política practica”.
Cualquier comentario acerca de la Geopolítica, en relación a la definición dada por su apóstol y creador,
debe tomar en cuenta, en primer lugar, la conceptualización que de ella se hace: como ciencia y como
arte. Su contenido entra en duda toda vez que pretende aplicar leyes y métodos de la realidad física,
como la geografía, al comportamiento político, cuya esencia radica en las ciencias políticas-sociales. Por
otra parte, es indudable el corte organicista, al asimilar los comportamientos políticos del Estado y de la
sociedad, al comportamiento biológico de los seres vivos. De ahí que no sea absolutamente extraño que
Henning, autor del libro "Geopolítica", haya subtitulado su obra: "Teoría del Estado Como Organismo
Vivo".
La Geopolítica establece relaciones inmutables de causalidad entre el Estado y el territorio, mediante
leyes naturales a las que subordina la actividad estatal, y somete la política a la geografía, considerando
a la tierra como el factor determinante de la Política, dice Fayt. En los hechos, y así lo reconocen aun los
geopolíticos contemporáneos, ella es un una táctica de acción política. El general argentino Briano, en
cita de Llerena, manifiesta: "Aceptar como disciplina autónoma la Geopolítica, representa un
aprovechable instrumento de trabajo para desentrañar el auténtico influjo del factor geográfico en Las
relaciones internacionales”.
No existe duda alguna de que la acción política se realiza necesariamente dentro de una realidad
espacial, y que los factores geográficos, muchas veces, influyen en el curso de los acontecimientos,
pero, la acción humana y otros factores son la verdadera fuerza capaz de realizar las transformaciones
sociales y políticas; hechos éstos que no toma en cuenta la Geopolítica, por lo menos en los términos
que formulan sus creadores, quienes, verdaderamente, postulan una especie de "Metafísica-Geográfica".
Como conclusión final, es necesario establecer factores geográficos en relación a la existencia del
Estado, de la comunidad política; al respecto, el criterio de Dabin es valioso e ilustrativo: "Poco importa
desde el punto de vista de la existencia del Estado, que el territorio sea grande o pequeño, protegido por
fronteras naturales, dotado de acceso marítimo o puramente continental, rico o pobre de recursos
naturales, son para los Estados cualidades generadoras de potencia; a veces, inclusive en determinadas
circunstancias políticas y económicas, condiciones más o menos necesarias de viabilidad, pero no son
esenciales a la noción de Estado, puesto que de hecho existen y han existido Estados de pequeña
dimensión, Estados privados de fronteras naturales, Estados de suelos pobres incapaces de proveer la
existencia de sus habitantes. A pesar de ciertas concepciones “Geopolíticas", el “Estado -ante todo-
formación política y no expresión geográfica”.
Enfoque Jurídico del Territorio.
Las relaciones entre Derecho y territorio radican en dos aspectos fundamentales: en su exteriorización y
en sus propiedades.
El territorio se exterioriza negativamente en cuanto se constituye en un derecho excluyente para otros
Estados (Jus excludendi alios), es decir que, conforme a esta facultad, los Estados están obligados a
abstenerse de cualquier acción sobre territorio ajeno. Ningún Estado puede establecerse o penetrar en
territorio de otro Estado, ni siquiera con móviles pacíficos, a no ser que el Estado titular así lo consienta.
Este derecho se exterioriza positivamente, en la medida en que todo Estado puede usar y disponer de
sus territorios; se extiende a todas y cada una de las partes de su realidad geográfica; no es
"incompatiblel” con los derechos de propiedad que sus ciudadanos tengan sobre partes del mismo, de
acuerdo con los ordenamientos jurídicos.
Las propiedades del territorio son: como Sujeto, en tanto elemento esencial del Estado y parte integrante
de él; y como Objeto, en tanto es dominado por él.
En cuanto a la naturaleza jurídica del territorio, existen diferentes criterios de clasificación, entre los
cuales hemos relacionado los siguientes:
Territorio objeto.- Es decir que la base física es parte del patrimonio del ente político. De la misma
manera que las personas físicas tienen sobre cosas de su propiedad, el territorio lo es del Estado. La
teoría patrimonial asi expuesta ha sido duramente criticada, puesto que el Estado no tiene propiedad sino
imperium o potestas sobre el territorio; además, el del Estado sobre el territorio se confunde con la
jurisdicción política que tiene sobre él. Propiedad y Jurisdicción no son términos sinónimos.
Territorio sujeto. - El espacio geográfico no es parte del haber del Estado, sino su esencia su ser; esta
postura es criticada por Delbez porque, a su juicio, es incapaz de responder la elemental pregunta: ¿”En
caso de cambios o transformaciones territoriales, se cambia y se transforma la esencia del Estado”?
Territorio límite. - Kelsen y sus seguidores expresan que el límite geográfico de validez del orden jurídico;
tal posición no se acepa, porque se considera que el Estado, y en consecuencia sus elementos, sólo
tienen contextura jurídica, sin tomar en cuenta que la naturaleza del Estado no es exclusivamente
jurídica.
El Territorio Estatal.
El estatal está delimitado por las fronteras, entendiéndose por ellas, en términos generales, las líneas
imaginarias de superficie terrestre que separan a un Estado de otro. Las fronteras pueden ser naturales,
cuando situaciones geográficas concretas constituyen el límite estatal, como montañas, desiertos,
bosques, ríos, etc. En cambio, las fronteras artificiales son demarcaciones establecidas por la voluntad
de los Estados, sin tomar en cuenta aspectos tales como la hidrografía o la orografía, y pueden estar
expresadas en puestos de guardia, barreras, boyas. Las fronteras, sean naturales o artificiales, son
motivo de tratamiento de Derecho Interno o de Derecho Internacional, según el caso, En cuanto al tema
de las fronteras; en el transcurso de la historia, es interesante el criterio de Burdeau, quien manifiesta:
"en la antigua Grecia las fronteras no eran fijas, no existían líneas aduaneras ni fronteras militares (el
ejército ocupaba apenas puntos estratégicos). No existían límites fiera de la propiedad privada. Las
violaciones fronterizas eran violaciones a la propiedad privada, robo de rebaños y de cosechas. En
Roma, los límites del Imperio no constituían fronteras propiamente dichas. En cuanto a la división de las
tierras en la época feudal, ellas no se asentaban sobre límites de las propiedades privadas, y las
fronteras no eran otra cosa que una cadena de guarniciones. Sólo en el siglo XVI, los trabajos
cartográficos hacen que surja el concepto de frontera. Lo evidente es que la substitución, de la frontera-
línea, por la “frontera-espacio”, no es un simple proceso científico. La frontera, es, en realidad, una
noción de política, es el resultado de la modificación de las concepciones políticas.
Por todo lo dicho podemos llegar a la conclusión, como Io hace Borja, que:
-El territorio estatal es un concepto eminentemente jurídico, en cuya integración el suelo o base
geográfica es sólo uno de sus elementos.
-El territorio y Estado son conceptos que se implican mutuamente, de modo que no hay territorio sin
Estado ni Estado sin territorio.
-Así corno territorio es un concepto esencialmente jurídico, lo es también el de frontera, que designa el
límite entre el dominio territorial de dos Estados y que circunscribe el ámbito de validez de sus
respectivos ordenamientos jurídicos.
El territorio estatal comprende el suelo, el subsuelo, el espacio aéreo, la plataforma submarina y el mar
territorial. En consecuencia, el poder estatal alcanza a todas sus partes territoriales. En consecuencia, el
poder estatal alcanza a todas sus partes territoriales. Si bien en cuanto al suelo no existe prácticamente
ningún cuestionamiento relevante, sí existe en relación a otros componentes territoriales; por ejemplo:
¿hasta dónde alcanza el poder estatal, en relación al subsuelo, y hasta dónde hacia amiba, es decir,
hacia el espacio aéreo? Las respuestas son diversas y están en relación directa al avance tecnológico, al
económico o a la necesidad política de los Estados. Así, la extensión territorial marítima no ha sido
precisada hasta la fecha; la riqueza existente (como ser, entre otras, la pesca, el petróleo, las
posibilidades de predominio, etc.) determina un permanente cuestionamiento al respecto; como casos
disímiles, podríamos señalar el caso del Perú, que establece que su soberanía alcanza a 200 millas
marítimas, mientras que otros Estados aceptan y fijan en 6 millas marítimas su mar territorial.
Existen también problemas relacionados a la fijación del espacio aéreo, puesto que la tecnología
moderna plantea diariamente avances que no permiten fijar un límite que establezca categóricamente
hasta dónde alcanza la soberanía estatal en dicho espacio.
Por otra parte, fuera del territorio propiamente dicho, existe la llamada "Extraterritorialidad", cuando la
potestad estatal, en casos excepcionales, abarca límites jurisdiccionales más allá de su territorio; ese es
el caso de las embajadas, las naves aéreas o marítimas, que son consideradas partes territoriales del
Estado más allá de sus fronteras, y es en ellas que tiene efecto y aplicación la ley y la potestad del
Estado, por más que se halle en territorio ajeno.
POBLACION
Aspectos Generales.
Se da el nombre de población al elemento humano asentado en el territorio y sujeto al poder del Estado,
es decir, a la totalidad de personas que se hallan en el espacio físico del Estado, sin tomar en cuenta
distinciones de edad, sexo, ciudadanía u otros aspectos. El término población tiene, ea consecuencia,
una significación numérica y estadística.
El elemento poblacional es de trascendental importancia en la vida del Estado; sin ésta sería imposible la
existencia de la sociedad y de los aparatos jurídicos y políticos. Los hombres son el motor de la historia,
participan directamente en el desarrollo, modifican las estructuras de la sociedad y la naturaleza. En el
Derecho Político citando las palabras de Legón existe "predominancia del factor humano", y su estudio
merece atención particular desde puntos de vista del interés de la materia.
Factores Demográficos.
El problema del número de habitantes, y su influencia en la actividad de las instituciones políticas, es de
vieja data y permite establecer por lo menos tres planteamientos básicos:
¿Qué cantidad de personas se requiere para formar un Estado?
¿Cuál debe ser la densidad poblacional de un Estado?
¿Qué debe ser la relación existente entre población y territorio?
A la primera interrogante, debemos responder indicando que el Estado no surge únicamente en razón del
número poblacional, sino que existen múltiples y variados factores que, interligados entre sí, permiten su
surgimiento; el factor poblacional está inmerso en el encadenamiento de los otros.
En cuanto al segundo planteamiento, referido al aspecto numérico de la población de un Estado ya
constituido, existen diversas respuestas que surgen de diferentes períodos históricos; así, pensadores
del siglo X II creían que el Estado debía tener una población numerosa, puesto que una mayor densidad
poblacional "es la causa básica y primordial que impulsa el desarrollo de la sociedad”. Otros autores
consideraban que el mayor número de habitantes permita la constitución de ejércitos numerosos que
posibilitarían las conquistas territoriales. Es obvio que tales proposiciones emergen de las condiciones
histórico-políticas del tiempo en que fueron planteadas y dentro de situaciones de escaso desarrollo
tecnológico; son planteamientos imperialistas y de dominación.
Otra posición es el antipoblacionismo, cuyo principal exponente es Tomás Roberto Malthus que en su
libro “Ensayos sobre el Principio de la Población", manifiesta con especial énfasis: "La población tiende
naturalmente a aumentar en progresión geométrica, mientras que los alimentos lo hacen en progresión
aritmética". Tal afirmación, que no puede ser verificada dentro de los cánones planteados, dejó, sin
embargo una profunda huella, al extremo que surgen, en la actualidad, posturas Neo-Malthusianas. La
tesis malthusiana ha merecido críticas desde diferentes puntos de vista; así Marx critica acremente el
determinismo naturalista de Malthus, arguyendo que dicha posición no deja de ser tremendista y parcial
puesto que, el autor en su análisis, no toma en cuenta los factores reales para el crecimiento
desmesurado de la población, factores concretos que responden al modo de producción histórico
determinado.
El crecimiento demográfico, en el mundo actual, adquiere importancia extraordinaria ya que, en el siglo
XX, la población mundial se incrementó de 1.600.000.000 a 6.000.000.000 y se estima que por el año
2022 tal cifra alcance a 8.000.000.000 de habitantes; el 90% de tal crecimiento se registra en los países
del mundo, con su secuela de enfermedades, desempleo, hambre. La ONU considera que dicho ascenso
es un obstáculo para el desarrollo económico y que por tal motivo urge establecer sistemas de control de
natalidad, debiendo este organismo prestar asistencia debida a los países miembros, para implantar y
difundirlo.
El de la superpoblación ha motivado posiciones el orden político, como las llevadas a cabo en China,
donde la planificación familiar absoluta está a cargo del Estado; en otro orden, Estados Unidos de Norte
América propugna una acción de control de natalidad en relación a los países del tercer mundo, con el
criterio de mantener un reservorio futuro que sirva a sus intereses; en tales actos no está exenta la
inutilización sexual de grupos humanos. Por otra parte, a la tesis de control de natalidad, también ha
tenido connotaciones ideológicas y políticas, como la expuesta con cínica claridad por Robert Mc
Namara, quien afirmaba que era “más conveniente matar a los futuros guerrilleros en el vientre de su
madre”.
En cuanto a la tercera interrogante, acerca de la relación que debe existir entre población y territorio,
tampoco existe una respuesta única, siendo deseable un equilibrio entre extensión territorial y cantidad
poblacional; tomando en cuenta otros factores que operan en el desarrollo de pueblos.
Factor Demológico.
Dentro del campo cualitativo, el aspecto demológico está referido a las características de homogeneidad
o heterogeneidad de la población del Estado; sin embargo, habrá que precisar si se trata de igualdades o
desigualdades de raza o estirpe, de tradiciones culturales o de otras índoles. La respuesta posible, en
cuanto a la necesidad de homogeneidad racial, radica en que la historia ha confirmado que no existe una
comunidad política que surja en razón de una única raza, puesto que la pretendida pureza racial no
existe. En cuanto a la unidad cultural, López señala que es "deseable cierta homogeneidad cultural para
la subsistencia y desarrollo de las sociedades humanas, pero asimismo es necesaria cierta
heterogeneidad para evitar la fosilización y permitir el progreso, puesto que el pluralismo social, permite
una renovación permanente de valores". Por su parte, Faustino Vggón manifiesta: "lo que importa es que
la variedad no quede dislocada. Algo de tono psicológico y de trascendencia espiritual, algunas cosas
coparticipadas y nucleares es indispensable que mantengan la noción profunda de lo común".
Racismo.
Sin duda alguna la raza, más que ningún otro aspecto referido a la población, ha tenido connotaciones
políticas; tal aspecto que biológicamente es de interés científico y como tal no tiene ninguna significación
política a nivel sociológico, por las representaciones que origina, dio lugar al racismo, como exacerbación
o antivalores de raza para justificar el uso o manejo del poder como instrumento de dominación.
Las posiciones racistas como representaciones colectivas dicen Duverggr son engendradas por
situaciones sociológicas y psicológicas; surgen, bien de la estrategia política de la simulación, bien de los
mecanismos psíquicos de la transposición y así el señalado autor, como ejemplo de simulación, se
refiere al caso judío en los siguientes términos: "Para disimular el despojo de la arcas judías, los
soberanos cristianos de la Edad Media fomentaron las maldiciones de la raza responsable de la muerte
de Jesucristo. Ante el rápido desarrollo del socialismo en el siglo XIX , la burguesía utilizó el mismo
procedimiento. Mediante la denuncia de los banqueros, de los industriales y de los comerciantes judíos,
los banqueros, los industriales y los comerciantes cristianos pensaron hacer olvidar la explotación
capitalista que practicaban con el mismo título"
A nivel psicologico, como medio o manera de transposición o compensación social, se refiere al tema
manifestando que en "las colonias del Sur de los Estados Unidos, el racismo antinegro es más profundo
y agresivo entre los "blancos inferiores", es decir entre los blancos pobres y miserables, que entre los
blancos ricos y bien acomodados. La explicación no tiene vuelta de hoja: el hecho de que existan los
negros por debajo de ellos: confiere a estos desgraciados la impresión de una superioridad. Gracias a los
negros, poseen un poco de importancia y prestigio y no se encuentran situados en lo más bajo de la
escala social. Si la inferioridad racial desapareciese, ellos pasaran a ser lo que son (y en el fondo ellos
saben lo que son): “unos pobres hombres fracasados".
El racismo como arma política ha sido esgrimido en todos los tiempos; por su falta de racionalidad sólo
ha sido una demostración de insania y de dominación que permite la instauración de regímenes funestos
e inhumanos.
Raza y Estado.
En cuanto a la raza y población del Estado, surge la interrogante si el Estado debe estar constituido por
una raza determinada o no. La respuesta, que tiene íntima relación con lo dicho hasta aquí, es
categóricamente negativa, puesto que, como bien manifiesta Heller:
En primer lugar, no se puede establecer un camino que científicamente conduzca, desde la raza al
Estado: los factores motivantes no están precisamente en el factor racial, al contrario, en situaciones más
complejas y variadas, como la integración o la liberación de unidades económicas o políticas. Las
guerras y los conflictos, cualquiera sea su causa, juegan, a veces, un papel predominante. Así los
Estados latinoamericanos, no deben su vida estatal independiente, a su unidad racial, al contrario, los
grupos étnicos no fueron tomados en cuenta para la formación de las unidades políticas, de ahí que, para
citar un ejemplo ente muchos, los grupos, quechuas pertenecen a diferentes organizaciones estatales.
No existe, en la historia, un ejemplo de Estado formado exclusivamente en razón de estirpe, aunque
podremos encontrar Estados surgidos en base a unidades culturales.
Heller sostiene, en segundo lugar, que la pureza de raza invariable en el transcurso del tiempo es una
mera ideología al servicio de determinadas exigencias políticas. Y esto con toda seguridad, puesto que
considerar que una raza se pudo mantener al margen del proceso evolutivo vital y social, que implica la
multiplicación, renovación, conjunción y asociación, es negar la sociabilidad humana, negar la ciencia,
asumir el mito y, por tanto, la irracionalidad; "el mito puede tener éxito por breve tiempo, inclusive puede
alcanzar varios triunfos, pero esos triunfos son efímeros, pues al fin y al cabo, existe una lógica del
mundo social, lo mismo que existe una lógica del mundo físico. Hay ciertas leyes que no se pueden violar
impunemente”.
Finalmente, Heller sostiene que la teoría racista es completamente insuficiente, incluso como ideología
de legitimación, ya que viene a dividir el Estado y, a causa de la diversa valoración que hace de los
habitantes, no legitima la unidad política del pueblo. Si se pretende gobernar a un pueblo altamente
categorizado, la consecuencia es la justificación de la explotación de una parte de la población en
beneficio y privilegio económico social de la restante; por tanto, no existe un solo pueblo y lógicamente el
ejercicio del poder no está legitimado por la comunidad total.
Situación Jurídica de la Población.
La relación entre población y Poder del Estado no es arbitraria, sino reglada por el Derecho. En las
comunidades políticas antiguas, el hombre era un mero engranaje del aparato político situación que se
reitera en los sistemas totalitarios modernos posteriormente, el triunfo del Constitucionalismo y el "Estado
de Derecho" hace que se reconozcan derechos y se establezcan sistemas de garantías para asegurar
tales derechos. Por otra parte, es el Estado que fija y establece obligaciones de la población para con él;
es por ello que a la población se le asigna una doble función, como objeto es decir que el elemento
personal del Estado se halla sometido al imperium del Estado, o mejor al imperium del poder estatal, y
como sujeto -en la medida que goza de derechos y garantías. Tal criterio, sostenido por Jellinek, se
complementa con lo que el mismo autor denomina Status Jurídico de la Personalidad, que consiste en la
situación de preeminencia que tienen las personas frente al poder del Estado; esta primacía determina
reconocimientos básicos y fundamentales, que pueden ser planteados de la siguiente manera:
-Reconocimiento de un ámbito de libertad individual, que constituye un limite para el poder del Estado, es
decir la limitación del poder del frente a los derechos personales de la población. Este ámbito personal
se constituye en una esfera privativa del individuo que no admite la ingerencia del Estado. Tal ámbito se
halla precisado por el Derecho.
-Reconocimiento de que el individuo puede hacer valer exigencias de carácter público, exigiendo al poder
estatal la dotación y prestación de servicios públicos, la pronta y correcta administración de justicia, la
seguridad suficiente para el normal desarrollo de sus actividades, etc.
-Reconocimiento de que el individuo puede hacer valer exigencias para obrar en nombre del Estado, es
decir participar activamente, como elector o como elegido, en la conformación de los poderes públicos, y
realizar actos propios de los ciudadanos.
Como teníamos expresado, los reconocimientos de derechos a las personas no son un producto
espontáneo de fa autoridad política, sino el resultado de siglos de luchas, no para obtener una concesión,
sino la admisión pública de sus derechos. Los derechos fundamentales fueron incorporados en tos
documentos constitucionales a partir de fines del siglo XVIII, siendo los principales ejemplos la
Constitución Americana del 12 de jimio de 1776 ("Declaración del Buen Pueblo de Virginia"). y las
francesas del 26 de agosto de 1789 ("Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano" de 24 de
junio de 1793).
Población, Pueblo, Nación.
Los términos Población, Pueblo y Nación, son muchas veces usados con indiscriminada sinonimia) de
ahí que pretendamos hacer una distinción que nos permita utilizar con precisión cada uno de ellos.
En cuanto a la Población, ya tenemos manifestado que, fundamentalmente, se trata de una palabra con
acepción numérica y estadística; que se refiere al conjunto de personas residentes en un territorio
determinado, ya sean éstos nacionales o extranjeros.
En cuanto al término pueblo, resulta más difícil su precisión, puesto que la libertad que se ha dado a su
uso, ha confundido su significado. Los romanos utilizaban la palabra pueblo, para referirse a quienes
poseían derechos políticos y civiles y que obviamente pertenecían a la comunidad romana, es decir, era
un concepto distintivo de las personas que gozaban de los Status Libertatis, Civitatis y Familiae. San
Agustín definía al pueblo como un "agregado humano, una multitud razonable, pero unidas por pacífica y
común posesión de los que ama". Las diferentes tendencias revolucionarias consideraron al pueblo como
el sector adscrito a las reivindicaciones, otras pensaban que el pueblo estaba formado por los
desposeídos y el no pueblo por los poseedores. Al margen de tal multiplicidad de significados, donde no
está exento un sentido vulgar, para referirse, como popular, a lo no refinado y cultivado, creemos que
pueblo tiene una connotación política innegable, que se halla próximo al concepto de ciudadanía, es
decir, a la potestad que tiene un conglomerado social, dentro del Estado, a conformar los poderes
públicos, como elector o como elegido; en palabras del profesor brasileño Marcello Caetano; "con el
termino pueblo se designa colectividad humana, que con el fin de realizar ideal propio dé justicia,
seguridad y bienestar, reivindica la institución de un político privativo que le garantiza el derecho
adecuado a sus necesidades y aspiraciones. El pueblo se halla constituido solamente por los nacionales
y son éstos que pueden intervenir en el ejercicio del poder constituyente (originario), gozan de derechos
políticos y se convierten en ciudadanos activos.
La palabra Nación tiene también una acepción propia, no obstante, ha sido utilizada indistinta y
confusamente en relación al Estado y al Pueblo y, muchas veces, especialmente por la dictadura
totalitaria nazi, como expresión equivalente a raza. Depurando tales usos arbitrarios, precisaremos que
tal término tiene indudable connotación sociológica y está referido a los factores que permiten una
cohesión social, para el logro de objetivos comunes. Algunos autores, como Renán, exaltan los principios
espirituales y psicológicos como motivantes de la Nación; así ésta sería "un alma, un principio espiritual
resultante de profundas complicaciones de la historia… es poseer glorias comunes en el pasado, una
voluntad común en el presente, haber hecho grandes cosas juntos y querer hacerlas todavía”. Stalin
afirma que la nación. "es una comunidad estable, históricamente formada y surgida sobre la base de la
comunidad de cuatro rasgos principales, a saber: la comunidad de idioma, de territorio, de vida
económica y de psicología, manifestada ésta comunidad de peculiaridades específicas de la cultura
nacional”.
El concepto de Nación tuvo su expresión política en el llamado "Principio de las Nacionalidades", que
establecía que cada nación debía ser un Estado y cada Estado una nación; si bien tal principio tuvo y
tiene importancia, el Estado moderno se muestra como una unidad plurinacional con fuertes lazos de
unidad de objetivos, que crean entre sus miembros un alto grado de cohesión. Reiterando, podemos
afirmar que Nación y Estado no son sinónimos, de ahí que la conocida definición de Estado como nación
políticamente organizada sea inadmisible.
Una nación puede constituirse en Estado, pero una nación, para ser tal, no precisa ser Estado. Es decir,
no se niega las particularidades de los grupos nacionales que hacen parte del Estado, más bien, la
tendencia, en la actualidad, se aceptan las particularidades de los diferentes grupos nacionales que
integran el Estado, reconociendo su participación activa e igualitaria en el respeto de las especificidades
al bien común.
Sin embargo, el término Estado-Nación, ha sido incorporado y mantenido por los tratadistas, para
referirse al Estado moderno.
Clases Sociales.
El concepto de clase social entra en la categoría de aquellos términos de difícil precisión, sin embargo, y
por el uso corriente que se le ha dado está relacionado directamente con las desigualdades sociales
cualquiera sea su origen, a condición de que tengan cierta permanencia histórica.
El concepto de clases sociales fue utilizado por muchos pensadores antes de Marx, quien en la Cana a
Wiedeymeyer (5/III/1852), afirmaba: “por lo que a mí respecta, no me toca el mérito de haber descubierto
la existencia de las clases sociales en la sociedad moderna ni la lucha entre ellas". Su originalidad radica
en haber hecho de este concepto un factor fundamental de su doctrina. El "Manifiesto Comunista"
comienza precisamente afirmando: "La historia de todas las sociedades hasta hoy conocidas, es la
historia de la lucha de clases". Lenin da la más célebre de las definiciones, diciendo que: "Las clases son
grandes grupos de personas que se diferencian unas de otras por el lugar que ocupan en el sistema de
producción social históricamente determinado, por las relaciones en que se hallan con respecto a los
medios de producción por su papel en la organización social del trabajo y, en consecuencia, por el modo
y la proporción en que obtienen la parte de riqueza social de que disponen; las clases son grupos
humanos, uno de los cuales puede apropiarse del trabajo del otro en virtud de los diferentes lugares que
uno y otro ocupan en un determinado régimen de la economía social”. Si desglosamos la definición, el
concepto de clases sociales puede ser considerado de la siguiente manera:
El lugar que la clase ocupa en el sistema de la producción social; en este caso nos enfrentamos a una
clase que realiza funciones directivas para organizar los medios de producción y a otra que maneja los
instrumentos para transformar las materias naturales.
Las relaciones en que la clase se encuentra respecto de los medios de producción; relaciones que, en
parte, son establecidas por las leyes, en este caso la sociedad estará dividida por poseedores y
desposeídos.
El papel que la clase desempeña en la organización social del trabajo; en este caso los hombres se
dividen en unos que hacen el intelectual y otros el trabajo manual.
Por el modo y la proporción que obtienen de la riqueza social; un grupo minoritario se aprovechará de las
utilidades y ganancias y otros percibirán sólo un salario.
Para el marxismo, esta situación se ha reiterado a lo largo de la historia de la humanidad: en el período
esclavista, los amos y los esclavos; en el periodo feudal, los señores y los siervos; en el la burguesía
y el proletariado. Finalmente, se llegará a una sociedad sin clases, el comunismo, previo un paso
intermedio, denominado Dictadura del Proletariado o Socialismo.
La existencia de dos clases sociales de la historia, produce la llamada lucha de clases, la cual es
irreconciliable y sólo concluirá con la instauración del sistema comunista. Esta posición ha sido
clasificada de muy restringida, porque supone establecer que en la sociedad la pugna se opera sólo en
dos grupos claramente diferenciados, sin tomar en cuenta clases intermedias; por otra parte, se
considera que el análisis marxista sobrestima el papel de la lucha de clases en la formación de los
antagonismos políticos.
Sorokin afirma que existen cuatro clases sociales: clase proletaria, conformada por obreros industriales;
clase agraria campesina; clase en descenso de grandes terratenientes; clase capitalista o gerencial.
Estos cuatro grupos principales, a su vez, se subdividen en subclases, las mismas que admiten también
estratos. Las posiciones señaladas toman en cuenta exclusivamente la propiedad de los medios e
instrumentos de producción. Otros autores han creído conveniente añadir más elementos en la
clasificación de las clases sociales, como hace Max Weber, quien introduce los aspectos económicos, los
fenómenos relacionados al poder y al "prestigio"; otros más toman en cuenta los "roles" que juegan los
individuos en la sociedad global.
Sea cual sea la posición clasificatoria que se adopte, lo cierto y evidente es que la actividad humana no
se desarrolla entre iguales, sino entre personas y grupos diferentes, que se distinguen entre si por
multiplicidad de factores; en consecuencia, las relaciones de mando y obediencia son relaciones de
subordinación de unos a otros y esta dominación se da por la existencia de preponderancias que
permiten que “mande el que mande y obedezca el que obedece”.
Alessandro Cavalli establece que no basta una mera clasificación de los hombres y su adscripción a
una determinada clase, sino que es necesario además ver si, en base a estas características, los
individuos manifiestan un sentimiento de comunidad y solidaridad, comparten un destino común y una
común concepción de la sociedad, se reconocen a sí mismos como iguales y a los que no pertenecen a
la clase como distintos.
PODER
Aspectos Generales.
El tercer elemento del es el Poder que, en términos generales, podríamos definir como la fuerza coactiva
que dispone el Estado, para hacer cumplir sus determinaciones y que ejerce sobre la población
asentada en el territorio.
La importancia del Poder estatal es tal, que muchos autores no vacilan en establecer que el "Estado es el
Poder organizado, superiormente organizado, institucionalizado" (Fraga). "El Poder es elemento clave del
Estado" (Hauriou). Seider va más allá cuando dice "El Poder Político no es un elemento, es decir una
parte, un componente de la estructura de un Estado, sino el Estado mismo en su función de voluntad
dominante.
El Poder, para su mejor comprensión y acorde con la finalidad distada de esta obra, será analizado
desde los puntos de vista sociológico de político, estatal y jurídico.
Enfoque Sociológico del Poder.
El Poder es un fenómeno social por excelencia, puesto que está referido a la relación entre hombres o
entre grupos de hombres, unos que mandan y otros que obedecen; de ahí surge el concepto general de
Poder, como relación de mando y obediencia. Como sostiene Jouvenal, toda la problemática del poder
reposa sobre la obediencia y conocer sus causas es conocer la naturaleza del poder.
En todo grupo social, por más elemental que sea, existe un determinado orden y para lograrlo se precisa
una dirección; es decir, una autoridad, un sujeto o un grupo de individuos que establezcan los
lineamientos básicos de comportamiento y acción del conglomerado que está obligado y sujeto a las
determinaciones de los que mandan.
Fiedrich no se equivoca al definir el poder social como “una relación humana, en la cual el líder y los
secuaces están unidos para el logro de objetivos comunes, tanto por el consentimiento, como por la
coacción", y complementamos lo dicho con la opinión de Julien Freudi:” EI Poder es la autoridad
estructurada socialmente, dividida en funciones jerárquicas y sustentada por una o más esferas
sociales, variables de acuerdo a los regímenes. En este sentido, el poder es una realidad esencialmente
sociológica, que supone, antes de todo, la existencia de autoridad”.
La visión más general que podemos hacer en el medio nos mostrará que la sociedad no es otra cosa
que múltiples grupos sociales y, pertenecer a ellos, implica un sometimiento a un poder determinado. El
ser humano o se adhiere a su poder (corporación profesional, partido político), o pertenece de hecho, por
situación (Estado, clase social, nación). Burdeau decía que la sociedad es una constelación de poderes
sociales, económicos, religiosos, culturales, etc., y en ellos siempre se encontrará una categoría de
hombres que manden y otros que obedezcan.
El concepto de poder social debe puntualizarse como una acción universal que se expresa en todo
agregado humano y en toda relación que se dé en grandes o pequeños grupos y no debe confundirse
con el Poder Político.
Kaplan sostiene que el poder se presenta de diversas formas en la sociedad, a través de procesos y
combinaciones complejas de entre los individuos, y dentro de sus niveles específicos. Así, por ejemplo,
dentro de estos niveles, el poder está presente en la familia, la escuela, el Estado y otras instituciones
sociales.
La Antropología Política y la Sociología nos permiten establecer que el origen del poder está en la
sociabilidad humana. El problema esencial radica en establecer cuáles son las motivaciones por las
cuales un grupo de personas someten su voluntad al que manda; así como determinar porque el que
manda se hace obedecer; Duverger denomina esa problemática, fenómenos sociales del poder; ya que,
por costumbre, por temor, por condicionamiento cultural, por necesidades de coerción, o por interés, los
hombres se someten al mando.
El citado autor señala también que el acatamiento al mando o la capacidad de ejercerlo se explican
recurriendo al orden biológico, podemos destacar así la fuera física, en algunos casos y, en otros, la
edad, como en los grupos liderizados por el más anciano o por un consejo de ancianos. El nombre de
Senado, por ejemplo, viene de la palabra latina Senex, que quiere decir viejos. No está exento tampoco
el sexo, puesto que la función de mandar, en ciertos casos, está reservada a individuos que descienden
de una determinada línea, matrilineal o
patrilineal.
La capacidad de mandar se traduce obviamente en la obtención de la obediencia y esta aceptación a ser
mandado responde a diversas motivaciones, desde el uso de la fuerza, al control de elementos formales
o simbólicos como los premios, los reconocimientos, etc., hasta factores de orden ideológico.
El segundo fenómeno referido al Poder es el de la coerción, es decir la constricción que se ejercita para
lograr el acatamiento. La coerción entraña, en sí, fuerza para imponer un determinado comportamiento;
su intensidad y la forma de aplicación varían, ya que pueden pasar desde la incentivación a un tipo de
conducta, a la amenaza de privaciones o a la aplicación efectiva de la fuerza física.
El autor citado, finalmente, se refiere al Poder como fenómeno de especial naturaleza psíquica; es decir,
el poder crea un verdadero sistema de ideas y pretende ser reverenciado y acatado, tal es el caso de la
legitimidad y la legalidad. En el primer caso, nos estamos refiriendo a la cualidad del Poder, que se halla
conforme a la imagen colectiva que se tiene de él, y que la comunidad considera válida y aceptada; en
los hechos, es la imagen dada por la clase dominante que, con su hegemonía, sacraliza y legitima el
sistema, las formas y las manifestaciones del Poder.
En cuanto a la legalidad, nos enfrentamos a un poder sujeto a cierto tipo de normas preestablecidas.
Bobbio explicita aún más estos conceptos; pará cl profesor italiano, la legitimidad es un atributo del
Poder, que consiste, en la existencia, en parte, de un grupo social considerable, de un grupo de
consenso que asegure sumisión y la obediencia. Todo Poder trata de ganarse el consenso, para que se
lo reconozca como legítimo, transformando la obediencia en adhesión.
En cambio, la legalidad es un atributo y requisito del Poder, por lo cual se dice que un Poder es legal o
actúa legalmente o tiene carácter de legalidad, cuando se ejerce en el ámbito de, o de acuerdo con las
leyes establecidas, o de algún modo aceptadas. La legalidad se puede ampliar a los propósitos del
ejercicio del poder y la legitimidad a los propósitos de la titularidad.
La obtención, conservación o modificación de los sitiales de mando y obediencia emergen de la
confrontación entre múltiples actores: unas veces, entre individuos concretos el más de los casos, líderes
que representan intereses de distinta índole, políticos, ideológicos, culturales, económicos, sociales,
otras entre partidos políticos o grupos de presión principales protagonistas del mundo actual como,
antes lo fueron las corporaciones, las cofradías y los burgos.
La contienda por el poder denominada lucha por el poder, por las connotaciones que implica tiene las
siguientes características:
-Es un fenómeno empírico; un hecho que se presenta en toda la sociedad.
-Es un fenómeno histórico, porque el desarrollo histórico de las diversas culturas y civilizaciones, siempre
estuvo marcado por la lucha por el poder.
-En la mayoría de los casos reviste formas de organización institucional, aún si puede también tener
formas relativamente desorganizadas.
-Está presente, al interior de las instituciones, porque no solamente hay luchas por el poder en sistemas
macropolíticos, sino en sistemas micropoliticos.
-Se organiza de acuerdo a ciertas reglas y normas que establecen sus límites.
-Habrá lucha por el poder, mientras exista asimetría en las relaciones sociales.
-Es un fenómeno universal.
El Poder Político.
Las áreas de influencia de los diversos poderes que existen en la sociedad, y a los cuales nos referimos
anteriormente, pretenden establecer principios de mando y obediencia en los sectores específicos donde
se desarrolla (un club deportivo, una institución comercial,etc.), y de ninguna manera a la totalidad de la
sociedad, puesto que se trata de un poder social, no un poder político
Anotemos que el poder político es también poder social, porque se da única y exclusivamente en la
sociedad, y, no al margen de ella. La pretensión del poder político es crear conciencias colectivas en
diferentes ámbitos, con el fin de establecer predominios colectivos; esa es la labor que realiza, por
ejemplo, un partido político.
El poder político tiene íntima relación con los intereses de los grupos a los cuales pretende homogeneizar
para dominarlos, no obstante las diversas motivaciones y fundamentos que tiene cada grupo en la
sociedad.
Los autores marxistas consideran que el poder político está en directa relación con las clases sociales,
y por tanto con la economía. Consideran que la estructura de la sociedad tiene un sustento económico
(infraestructura) sobre el cual se yergue la superestructura, constituida por niveles ideológicos y políticos.
Entre infraestructura y superestructura existe una correlación e influencia decisiva, de tal manera que
los hechos políticos están afectados por la economía y viceversa. Anota Stalin que la superestructura,
engendrada por la base, no se muestra indiferente a la suerte de las clases que existen y luchan en el
seno de la sociedad. Una vez surgida, la superestructura "Se convierte en una fuerza activa inmensa,
coadyuva activamente a que su base tome cuerpo y se afiance y adopta todas las medidas necesarias,
para ayudar al nuevo régimen a rematar y destruir la vieja base y las viejas clases.
Este criterio de dependencia entre lo económico y lo político fue atemperado por los neo-marxistas como
Niko Poutlanzas, quien afirma: "Las relaciones de poder no constituyen una totalidad expresiva simple,
sino relaciones complejas y diferenciadas, determinadas, en última instancia, por el poder económico.
Los poderes políticos e ideológicos no son la simple expresión del poder económico, puesto que una
clase puede ser económicamente dominante, sin ser dominante, sin serlo económicamente o
políticamente". A ello, añade Gramsci que, "los intereses del grupo dominante prevalecen sólo hasta
cierto punto, es decir, no se reducen al grosero interés económico corporativo", más adelante afirma
que: "la dominación de clase no se explica simplemente por factores económicos, ni por la fuerza de la
coerción física, sino que existe una "dimensión cultural" que hace posible la dominación legítima de
clase: "esto significa que a cada revolución le precedió un intenso trabajo crítico, que primero se penetró
cultural e ideológicamente a los inconformes, tal es el caso de la Revolución Francesa.
Gaetano Mosca y Wilfredo Pareto, desde una perspectiva no marxista, plantean que el poder y la acción
política se hallan influenciados por las élites políticas, no por las masas. "En todas las sociedades dice
Mosca aparecen dos clases; una que dirige y otra que es dirigida. La primera, es siempre la menos
numerosa, ejerce todas las funciones políticas, monopoliza el poder y gozan de las ventajas que éste
procura, mientras que la segunda, la clase más numerosa, es dirigida y controlada por la primera, ya sea
de manera más o menos legal, ya sea de manera arbitraria y violenta. A la clase dirigente, un temple
moral superior la colocará por encima de la gran mayoría y de la fuerza bruta; y, esa minoría organizada,
que actúa de forma concentrada, triunfará siempre sobre una mayoría desorganizada de gentes
desprovistas de voluntad y de ímpetus comunes.
Max Weber, al hacer un análisis circunstanciado de las diversas formas del poder, legal, tradicional y
carismático , considera que cada uno de éstas conlleva un tipo de poder específico. La dominación de
carácter legal es racional, se halla sujeta a la normatividad impersonal y objetiva, y se aplica tanto a la
administración burocrática, como a los gobernados. En cambio, el poder tradicional, como su nombre
sugiere, está fundado en principios heredados, sostenidos y practicados por un grupo, que otorga
autoridad a unos y somete a otros. El poder carismático surge del guía o caudillo, del jefe reconocido
como tal; ese reconocimiento emerge por una diversidad de causas, entre las cuales señalamos las
religiosas, las mágicas o el impacto personal.
Actualmente, Alvin Toffler, en sus obras "El Shock del Futuro", "La Tercera Ola" y, específicamente, en la
que completa la trilogía de su pensamiento, el "Cambio del Poder", sostiene que existen fuentes del
poder: la violencia, el dinero y el conocimiento (músculos, dinero y mente). Toffler deshecha las dos
primeras formas, por considerar que el “Conocimiento es la más democrática fuente del poder".
Este autor afirma que, al menos durante los últimos 300 años, la lucha política por antonomasia, dentro
de todas las naciones industrializadas ha sido a cuenta de la distribución de la riqueza, de lo que le
corresponde a cada uno. Términos como "izquierdas y "derechas" o "capitalistas" y "socialistas" giraban
en tomo a esta cuestión fundamental. Así y todo, a pesar de su mala distribución, en un mundo
penosamente dividido entre ricos y pobres, resulta que la riqueza, comparada con las otras dos fuentes
de poder ha sido, y es, la menos mal distribuida. Sea cual fuere el abismo que separa a los ricos de los
pobres, una cima todavía mayor a los que tienen las armas de los que poseen, y a los ignorantes de los
instruidos. Hoy en día, en las naciones ricas, que tan de prisa están cambiando, y a pesar de las
desigualdades en ingresos y riqueza, la futura lucha por el poder está evolucionando, cada vez más,
hacia una lucha por la distribución del conocimiento y el acceso al mismo. El conocimiento, en la
actualidad, es el instrumento más preciado para obtener el poder, de ahí, que se pretenda controlar la
cantidad calidad y distribución del conocimiento y aquellos que comprenden la importancia de la "calidad"
tendrán una ventaja estratégica apreciable en las "feroces luchas por el poder que pronto se van ha
desencadenar en todos los ámbitos".
El señalado autor establece que la calidad demográfica del poder, dada por el conocimiento, se afirma en
las posibilidades de su adquisición, contrapuestas a la finitud de la fuerza y de la riqueza. En efecto, "hay
un límite a la cantidad de fuerza que podemos utilizar antes que destruyamos aquello que deseamos
capturar o defender". También la riqueza es finita, ya que el dinero no puede comprarlo todo y, “en algún
punto, incluso la cartera más repleta, llega a vaciarse". Ambas formas de poder corresponden sólo a los
fuertes y a los ricos; en cambio, “la verdadera característica revolucionaria del conocimiento es que
también el débil y el pobre pueden adquirirlo".
Peter F. Drucker también, sostiene que el saber, en el mundo actual, es la fuente de todo poder. En el
mundo moderno, la sociedad en que vivimos no es anticapitalista, dice este autor ni tampoco
acapitalista, sino es poscapitalista, "el recurso económico básico, el medio de producción, para el término
de los economistas, ya no es el capital ni los recursos naturales (el "suelo" de los economistas) ni la
“mano de obra". Es y será el saber. Las actividades principales, en la creación de riqueza, no serán ni la
asignación de capital para usos productivos, ni la "mano de obran”, los dos polos de la teoría económica
en los siglos XIX y XX, fuera ésta clásica, marxista, keynesiana o neoclásica; ahora el valor se crea
mediante la "productividad" y la "innovación", ambas aplicaciones del saber al trabajo. Los grupos
sociales dirigentes de la sociedad del saber serán los “trabajadores del saber", ejecutivos que saben
cómo aplicar el saber a un uso productivo; profesionales del saber, empleados del saber. Prácticamente,
toda esta gente del saber estará empleada en organizaciones; no obstante, y a diferencia de los
empleados bajó el capitalismo, ellos son dueños tanto de los "medios de producción" como de los "útiles
de producción"; de los primeros, a través de sus fondos de pensiones, que se van afirmando rápidamente
en todos los países desarrollados como únicos propietarios reales; de los segundos, porque los
trabajadores del saber poseen su saber y pueden llevárselo con ellos adondequiera que vayan. Por lo
tanto, el desafío económico de la sociedad poscapitalista será la productividad del trabajo del saber y del
trabajador del saber. No obstante, el reto social, en la sociedad capitalista, será la dignidad de la
segunda clase de esa sociedad: los trabajadores de los servicios. Estos, por regla general, carecen de la
educación necesaria para ser trabajadores del saber y en cualquier país, inclusive el más avanzado,
constituirán una mayoría.
Para este autor, en la sociedad poscapitalista, desaparecerán todas aquéllas fuentes de poder que en el
pasado se consideraban básicas. La riqueza no tiene patria, es transnacional, "ya no puede ser
controlada por los estados, ni siquiera cuando actúan, ellos, en forma conjunta". Lo mismo sucede con
otras formas de control de poder político, hasta con la comunicación y la propaganda, que también se ha
convertido en un instrumento que crea la cultura transnacional; con el dinero y la información convertidos
en transnacionales, inclusive unidades muy pequeñas son ahora económicamente viables. “Grande o
pequeño, todo el mundo tiene igual acceso al dinero y a la información y en los mismos términos. En
realidad, los verdaderos éxitos sin precedentes de los últimos 30 años han sido de países muy
pequeños".
Para concluir su que, en el saber y la gestión del saber, se anida la fuerza política, y a través de ella se
accede al poder político.
Hasta aquí, hemos señalado diversos puntos de vista acerca del poder político, se han visto diferentes
postulaciones, en todos ellos los criterios varían substancialmente. En cuanto a determinación de la
naturaleza de este poder, se puede establecer que tiene diversos depositarios y múltiples razones
insertas en instituciones políticas, culturales, religiosas, sociales, interconectadas cutre sí, pretendiendo
influir y establecer hegemonías, para que cl Estado, con la fuerza coactiva globalizadora que posee,
establezca, en última instancia, un determinado orden.
Resumiendo, podemos entonces afirmar que:
-El poder político emerge de las acciones de los grupos sociales organizados, cuyas fundamentaciones
se dan en razón de múltiples intereses.
-EI poder político es diferente al poder social: el primero pretende influir sobre el poder del Estado, en
cambio, el segundo posee un área de influencia en cada campo específico.
-El poder político no es necesariamente poder estatal, porque los grupos interestatales (partidos
políticos, grupos de interés), otros grupos de carácter no estatal (organismos internacionales) y otros
más francamente no políticos (Iglesia), realizan actividades tendientes a ejercer influencia política.
-El poder político, absolutamente puro, al margen del Estado, no existe; puesto que, para que las
decisiones tengan validez, legalidad y legitimidad deben ser asumidas por el poder estatal. Parafraseano
a Heller, podemos afirmar que no todo poder que actúe políticamente es un poder estatal, aunque todo
poder político aspire a serlo.
El Poder del Estado.
El aparato jurídico-político, para hacer cumplir sus decisiones, requiere de un dominio institucional, es
decir, de fuerza coactiva, de poder estatal. Este poder alcanza supremacía en relación a otros poderes,
por esto, el poder del Estado es cualificado como poder soberano. Está también investido de legalidad
por el derecho, lo que determina que ese poder está juridizado. Por tanto, juridicidad y fuerza coactiva
caracterizan de sobremanera al poder estatal; de ahí que. Heller afirme que el Poder del Estado es un
poder político jurídicamente organizado.
El poder del Estado, además, se diferencia de los otros poderes que existen en la sociedad por los
siguientes aspectos:
El poder estatal es irresistible y dominante. Cuando nos referimos a la irresistibilidad del poder del
Estado, estamos destacando la imposibilidad de oposición hacia él; en cambio la dominación supone la
capacidad de someter la voluntad de los súbditos. Estas características señaladas irresistible y
dominante las asume el Estado monopólicamente, como monopólica es su coacción.
Tales características se expresan en el ámbito personal del Estado, puesto que la coacción se aplica a
toda persona asentada en el territorio sin consideración de sexo, edad u otras motivaciones específicas,
que no sea el estatus diplomático.
La coacción jurídica, irresistible y dominante, del poder del Estado se extiende a todo su ámbito dado
que, territorialmente hablando, no existe la posibilidad de establecer, -dentro del Estado-, "tierra de
nadie", o porción que no esté sujeta a su Poder, es en este sentido que se habla de jurisdicción territorial,
o dominación del Estado.
Los gobernados tienen el convencimiento de la obediencia, en razón a que se tiene por legítimo y legal el
Poder constituido, de acuerdo con ciertos principios o creencias variables históricas y socialmente.
El Estado, para cumplir con sus fines y objetivos, cuenta con aparatos de dominación que comprenden:
la administración propiamente dicha y los instrumentos mismos que aseguren dicha administración,
como la policía, el ejército, los tribunales y las sanciones en toda su gama: son los aparatos represivos
del Estado, o medios directos de ejercicio de Poder; conjuntamente a esos instrumentos directos, están
los llamados aparatos ideológicos del Estado, de los que éste se vale para establecer su propia
hegemonía: la religión, la educación, la familia, los partidos políticos, las comunicaciones y,
fundamentalmente, el derecho.
El poder del Estado, tiene propósitos diferentes a los otros poderes de la sociedad; los propósitos del
Poder estatal, de manera general, son la construcción, consolidación y conservación de la comunidad,
para lograr como fin último un sistema que se considere justo, ideal o deseado. Existen, también,
propósitos inmediatos que abarcan amplios campos de acción y que se formularán at ver los fines del
Estado.
La situación Jurídica del Poder.
El Poder del Estado no es una fuerza coactiva libre de normatividad, al contrario, el Poder se
institucionaliza en la medida que se sujeta a reglas y principios jurídicos; sin embargo, en puridad, lo que
se institucionaliza es el ejercicio del Poder, porque éste, ya sea considerado como fuerza, energía,
coacción, según el punto de vista que se tenga de él, no puede estar sujeto a reglas normativas, puesto
que el derecho regula conductas humanas, y el Poder, sin ejercicio por parte de sus titulares, no puede
ser regulado.
Burdeau denomina a la institucionalización del Poder Jurídico, Statuto Jurídico del Poder y expresa que
tal concepto debe ser entendido como: "Idea de derecho" y, en tal sentido, subordinado a un orden
normativo; la existencia del estatuto, en consecuencia, tiene, por razón de ser, lo de identificar la "idea
del derecho" que el Estado ha de realizar y, de este modo, indicarle rumbos en su papel de creador del
derecho. Bien dice Norberto Bobbio que "el Derecho y el poder son dos caras de la misma moneda: sólo
el poder puede crear Derecho y sólo el Derecho puede limitar el poder. El Estado despótico es el tipo
ideal de Estado de quien observa desde el punto de vista del poder; en el extremo opuesto está el
Estado democrático, que es el tipo ideal de Estado de quien observa desde cl punto de vista del
Derecho”.
La Constitución Política del Estado es, en el amplio sentido del término, ese estatuto; en consecuencia,
es la ley orgánica del Estado, que establece la forma de la comunidad política, de su gobierno; regula,
distribuye y limita las facultades de las autoridades y establece principios de afta jerarquía que no pueden
ser vulnerados por normas inferiores; de ahí que se hable de la primacía de la Constitución y de
superlegalidad. En las Constituciones Contemporáneas, se recogen, se establecen y se garantizan los
derechos humanos, dotando de instrumentos adecuados para su cumplimiento; es el caso, entre
nosotros, del Hábeas Corpus, del Recurso de Amparo, etc.
Hechas tales distinciones, corresponde diferenciar, en el ámbito Jurídico, dos conceptos fundamentales:
el Poder Constituyente y el Poder Constituido.
El Poder de dominación del Estado, en su sentido Jurídico, deriva del Poder Constituyente, es, decir, de
la potestad originaria, extraordinaria, suprema y directa que tiene el pueblo para conformar su comunidad
política en palabras de Sánchez s originaria, porque es la manifestación básica y esencial que da origen
al orden político y normativo; extraordinaria, porque a diferencia de los poderes de gobierno, que son
ordinarios y permanentes, el Poder Constituyente sólo actúa cuando es necesario dictar has Constitución
o reformarla, y cesa guando ha llenado su contenido; suprema, porque es superior a cualquier otra
manifestación de autoridad; ya que la crea o lo su naturaleza, organiza sus funciones y fija sus límites;
directa, porque según la doctrina que inspiró su creación, su ejercicio requiere la intervención directa del
pueblo. Él Poder Constituyente, en otras palabras, es la voluntad originaria del pueblo que decide
organizar la comunidad política o reformarla.
Una vez constituido el Estado, su fuerza radica en lo que se denomina. Poder constituido, o sea, es el
Poder institucionalizado del Estado, sujeto a reglas precisas que establecen las formas y maneras del
Poder y las facultades, derechos y deberes, de las personas que ejercen el Poder.
En oposición al Poder normativo, al que nos hemos referido, se halla el Poder fáctico o, de hecho; es
decir, el Poder no sujeto a ninguna regla jurídica preexistente. Es equiparado a una fuerza primitiva,
típica de las sociedades preestatales; sin embargo, tal criterio no debe tomarse en sentido general,
puesto que aun en sociedades donde imperan corrientes absolutistas y totalitarias, no es raro enfrentarse
a poderes fácticos, tales como las monarquías absolutistas, donde el gobernante es el Estado y la ley.

SOBERANÍA
Aspectos Generales.
Se denomina soberanía a la suprema potestad del poder del Estado que tiene la capacidad de someter y
sobreponerse a cualquier otro poder de las asociaciones humanas; en ese sentido, la soberanía se
constituye en un elemento del modo de ser del poder estatal, conjuntamente con el derecho.
La Soberanía es la racionalización jurídica del poder legítimo, convierte al poder de hecho, en poder de
derecho; este concepto de soberanía es válido para referirse al poder del Estado, dentro de un ámbito
específico e interno; pero también se usa el término de soberanía para referirse ya no al poder del
Estado, sino a un Estado determinado, en relación a otros Estados, en este caso, la soberanía es
externa y no es otra cosa que la reafirmación de la "individualidad, autodeterminación e independencia"
de los Estados, en sus relaciones entre sí. En resumen, podríamos afirmar que el concepto de soberanía
admite dos acepciones: la primera, como cualidad de poder, que en la esfera interna establece la
supremacía del poder estatal, esto implica que, en el seno del Estado, hayan en los hechos entes
colectivos, con capacidad de obligar y constreñir, todos obligados y sujetos al Estado, sin que ninguno
de ellos pueda obligar y constreñir a la soberanía.
La segunda acepción está referida a un Estado en relación a sus iguales, sin consideración del poderío
de que disponga para asegurar su ejercicio, sino del simple hecho de su existencia, como persona de
Derecho Internacional. En ese sentido se habla de relación de sociabilidad soberana de los Estados
entre sí. El reconocimiento de la soberanía de cada unidad estatal, en el mundo actual, está reafirmado
por de tipo internacional con validez interestatal, regional o mundial, como en el del Pacto Andino, de la
Organización de los Estados Americanos, o de la Organización de Naciones Unidas, para citar un
ejemplos.
El concepto de soberanía es, sin duda alguna, el principio del Estado moderno; ambos nacen
conjuntamente, para reafirmar la centralización y la superioridad del poder del Estado; es por ello que los
cientistas políticos, los historiadores de las doctrinas políticas, los juristas y los internacionalistas,
muestran su preocupación al respecto, que se traduce en corrientes de pensamiento que lo defienden o
que niegan, a veces duramente, dada la importancia de esta polémica en la Ciencia Política,
consideramos necesario su análisis circunstanciado.
El Concepto de Soberanía.
En la antigüedad, no existía el término, al menos con la que se le da actualmente. Aristóteles hablaba de
Autarquía, para establecer la superioridad de la Ciudad Estado frente a la comunidad familiar; en Roma y
en el Medioevo, se usaron términos variados, como Summa Potestas (Poder Supremo), Summum
Imperium (Imperio Supremo), Maiestas (Autoridad), o Pleniludo Potestatis (Poder Pleno), que
significaban expresiones de poder o autoridad en algún campo, ya sea político, militar o civil; "la razón de
que en la antigüedad no se haya llegado a un conocimiento de la soberanía tiene un fundamento
histórico de importancia; al mundo antiguo le faltaba lo que se requería para traer a la conciencia el
concepto de soberanía: la oposición, al poder del Estado, de otros poderes", (Jellineck).
En el Medioevo, la palabra soberano se usó para establecer la preeminencia del poder del rey, sobre
otros poderes: "El barón es soberano de su baronía, el conde de su condado, pero el rey lo es sobre
todos ellos", (Baumanoir); ello en razón de que en la Edad Media existía una dispersión de poderes o, en
palabras de Hegel, una verdadera "poliarquía", con centros de poder diseminados, donde el rey era
considerado "cuando más, un tribunal de apelación y generalmente un señor feudal entre los otros. En
teoría, el rey lo poseía todo, en la práctica, había entregado la mayor parte de la tierra a los barones y
señores, a cambio de determinados servicios. La estabilidad de la sociedad feudal dependía del poder de
los señores, para mantener el orden a través del territorio, combatiendo al propio tiempo los avances
del poder real; el rey no podía aumentar su poder, sino apoyándose en los siervos, contra sus señores
inmediatos
Edgar Bodellheimer, en su "Teoría del Derecho" expresa que el problema de la Soberanía no tenía
significación alguna en ese período, dado que el Estado no era la organización predominante dentro de
la comunidad. "Su predominio era disputado por varias autoridades poderosas; en primer lugar, la iglesia,
que luchó por hacer del Estado su servidor; en segundo, el Sacro Imperio Romano, que pretendía
universalidad y no reconocía la existencia de Estados territoriales independientes, y finalmente, los
grandes señores feudales, municipalidades autónomas y los gremios, todos los cuales se consideraban
poderes independientes y de igual rango que el Estado, El control sobre los individuos, dentro de una
región determinada, lo compartían generalmente varias autoridades; estas autoridades competían a
menudo entre sí, disputándose la fidelidad de aquéllos, No había un sistema unificado. Había varios
poderes independientes, que pretendían tener autoridad jurídica decisiva. La falta de un órgano supremo,
coordinador de los diversos sistemas jurídicos, producía con frecuencia una confusión intolerable. El
barón feudal, el rey, la Iglesia, el municipio trataban todos ellos de hacerse independientes del derecho
de los demás y superiores a él”.
En 1576, en la obra "Los Seis Libros de la República", Jean Bodin manifiesta: “es necesario formular la
definición de soberanía, porque ningún jurisconsulto o filósofo político lo ha hecho... Soberanía es el
poder absoluto y perpetuo de una República, palabra que se usa, tanto en relación a los particulares,
cuanto en relación a todos los asuntos de una República". Para este autor, la esencia de la soberanía es
el poder de "hacer y abolir leyes"; asimismo le otorga características precisas, como ser un "poder
supremo sobre Los ciudadanos y los súbditos, no sometidos a ley alguna", pero, además de ser
supremo poder, es perpetuo, inalienable e imprescriptible, siendo el titular de tales atributos y de la
soberanía misma, el monarca o rey, cuyo poder originario y no derivado, de ahí que se considere a o In
como defensor del absolutismo pleno y propugnador de la doctrina Teocrática de la Soberanía.
La supremacía que adquiere el rey sólo admite limitaciones de naturaleza religiosa, puesto que no tiene
la potestad de alterar los preceptos divinos, en tales casos, los súbditos están facultados a la
desobediencia. Otra limitación que se impone al rey es la referida a la prohibición de violar las " Leges
Imperii", es decir, aquéllas que hacían la substancia de la organización política; finalmente, una tercera
limitación resulta de la obligación del monarca de respetar la propiedad de los súbditos.
La obra de Bodin constituye el fundamento del poder omnímodo de los reyes y se elabora en contra de
los poderes del papado, los estamentos y los señoríos feudales; de esta manera, el absolutismo
monárquico encuentra el fundamento teórico para titularizar al rey como soberano y entronizarlo encima
de la voluntad popular, no cosa quiere decir absoluto, (ab-soluto), desligado.
Hobbes y Rousseau; con variantes fundamentarán los principios de la soberanía. El primero de ellos,
esgrimiendo que “Homo Homini Lupus “establece que el hombre requiere una dirección y una potestad
suprema que regule la conducta humana y sea protectora de la sociedad; esa potestad soberana implica
el monopolio de dictar leyes y de ejercer la coacción. En el Leviatán leemos: "Este poder soberano, ya
radiqué en un hombre como en la monarquía, o en una asamblea de hombres como en los gobiernos
populares y aristocráticos, es tan grande como los hombres son capaces de hacerlo. Y aunque respecto
a tan ilimitado poder, los hombres pueden imaginar muchas desfavorables consecuencias, las
consecuencias de la falta de él que es la guerra perpetua de cada hombre contra su vecino- son mucho
peores". Señala Figgis que, si bien Hobbes goza del prestigio de haber sido el primer inglés, en el siglo
XVII, que formuló la Teoría de la Soberanía, no la analizó como un objeto meramente científico, sino que:
"De acuerdo con las preocupaciones de sus contemporáneos, quiso proclamar la obligación absoluta de
la obediencia y de no resistencia al soberano de todo Estado. Lo que de análisis dé soberanía tiene, es
incidental al proceso práctico de inculcar la idea de la no resistencia; y lo mismo acontece con los
campeones del Derecho Divino.
Desde otro ángulo, el autor del “Contrato Social" manifiesta que, como producto del pacto social, se crea
un cuerpo político por encima de los individuos, con poder absoluto sobre ellos; ese cuerpo, producto de
la voluntad general, es llamado Civitas cuando es pasivo, Soberano, cuando es activo y Poder, cuando
se compara con sus semejantes; de esa manera, Rousseau sienta las bases de una soberanía popular,
diferente a la soberanía monarcal, y son estos principios los que servirán de fundamento doctrinal para
sustentar las acciones de los anti-absolutistas, cuyo punto culminante será la Revolución Francesa que,
en la Declaración de Derechos de 1789, establece la soberanía de la Nación, negando, en
consecuencia, que la titularidad de la soberanía resida en una persona. En la Constitución de 1791 tal
titularidad se traspasa al pueblo.
Soberanía de la Nación y Soberanía del Pueblo.
Los conceptos de soberanía de la nación, de indudable raigambre francesa, y soberanía del pueblo, de
tradición norteamericana, en los hechos, crean una confusión total, puesto que no son sinónimos, sino
que tienen significación propia. Nación, como unidad de lenguaje, tradición, costumbres, historia, etc., se
halla dentro de la esfera sociológica y, en tal sentido, no es a un Estado determinado que le corresponde
necesariamente un grupo nacional en los hechos, los Estados, generalmente son plurinacionales, en
consecuencia, podría plantearse la interrogante: ¿a cuál de las naciones, que son parte del le
corresponde la soberanía? A tal pregunta, no hay respuesta posible.
Por su parte, el término pueblo adquiere significaciones diversas; en un sentido jurídico-constitucional, se
suele establecer que existe una relación directa entre ciudadano (titular para la formación de los poderes
públicos) y pueblo; en este caso, los que no son ciudadanos, ya sea por edad, sexo, nacionalidad, pero
que están sujetos al poder del Estado, dejarían de formar parte del pueblo. La ambivalencia de los
términos motiva gran confusión y mucha controversia; de todas maneras, ya es común que la mayoría de
las Constituciones Políticas sienten el principio de que la "soberanía reside en el pueblo", para significar
básicamente que no existe un poder físico e individual que pueda obrar en nombre del Estado.
Respecto a la titularidad de la Soberanía de la Nación o Soberanía del Pueblo Dabin considera que
ambos son equívocos, puesto que: “se opone de ordinario la concepción orgánica de la soberanía
nacional, a la concepción inorgánica de la soberanía popular, más una y otra deben rechazarse: la
soberanía nacional como irreal, la soberanía popular como anárquica, Hay una fórmula que es a la vez
realista y orgánica: es la de la institución, en la que los individuos, investidos de los cargos, sea cual
fuere el régimen (democrático, aristocrático o monárquico) no tienen derecho de ejercerlos más que en el
cuadro de la institución que funda ese mismo derechos”.
Otros autores han considerado que, dada la confusión que existe entre Soberanía de la Nación y
Soberanía del Pueblo, Io correcto sería hablar de Soberanía del Estado, es decir, de la suprema potestad
de que goza organización política jurídica como ente encumbrado en la máxima jerarquía de los grupos
sociales, y de Soberanía en el Estado, que es Ia cualidad del órgano con jerarquía superior a todos los
demás, por ejemplo, el parlamenté. Sin embargo, tales distinciones también han sido cuestionadas
seriamente, por las peligrosas interpretaciones a las que pueden dar lugar; puesto que, si se admite que
existe Soberanía del Estado, se estaría confiriendo potestad absoluta, al margen de la normatividad, al
ente político y al hablar de Soberanía en el Estado, se estaría otorgando categoría suprema a uno de [os
órganos en desmedro de los demás.
Caracteres de la Soberanía.
Los tratadistas están de acuerdo en conceder a la soberanía ciertas características que la hacen peculiar
y, en consecuencia, supremo poder; estos tributos y características de la soberanía fueron insertados en
la Constitución Francesa del 3 de septiembre de 1791, en cuyo artículo 1ro se manifiesta que la
Soberanía es: única, indivisible, inalienable e imprescriptible.
Única, en el sentido que, dentro de un Estado, no puede existir más que una soberanía; si acaso
ocurriese una situación de coexistencia con otras soberanías, simplemente dejaría de ser soberanía,
puesto que vendría a contrastar con la idea de poder supremo que no admite, ni junto; ni sobre si, otro
poder superior o similar.
El concepto de indivisibilidad supone la negación del fraccionamiento.
La soberanía es un todo que no admite partes. Erróneamente, a veces, se hablas de que la soberanía se
halla fragmentada o distribuida entre Ejecutivo, Legislativo y Judicial; sin embargo, y como ya
anotaremos en su oportunidad, el poder es uno solo, aun cuando las funciones del poder y los órganos
sean los tres señalados.
La soberanía es inalienable, porque no admite transferencia, ni posibilidad de enajenación a otro poder o
a otro titular, si tal cao ocurriere, desaparecería el Estado como tal, por la supresión de su potestad
suprema.
La característica de imprescriptilidad está relacionada con la imposibilidad de conclusión o caducidad. La
soberanía no se establea a plazo fijo de duración, por el contrario, es indefinida, continua y permanente.
Algunos autores añaden la inviolabilidad, como otra de las características, es decir que no se la puede
quebrantar ni infringir de modo alguno.
Soberanía Interna y Soberanía Externa.
Como ya tenemos dicho, los tratadistas modernos distinguen dos aspectos de la Soberanía: la Soberanía
como cualidad del poder, y la soberanía como atributo del Estado en el primer caso, también se habla de
soberanía interna, cuyo significado está en relación al poder de dominación incondicionado que ejerce
sobre la población; es la predominancia del poder estatal sobre el poderío de cualquier otro grupo de
individuos, dentro de su territorio, por lo que se puede hablar de una dimensión positiva, en cuanto es un
poder incondicionado, y de una dimensión negativa, ya que no se subordina a otro poder.
La Soberanía externa, dice Carré de Malbert: “se manifiesta en relaciones internacionales de los
Estados. Ello implica para el Estado Soberano la exclusión de toda subordinación de toda dependencia
en relación a un Estado extranjero. Gracias a la soberanía externa, el Estado tiene un poder supremo, en
el sentido de que su poder está exento de toda subordinación o limitación hacia un poder exterior. La
expresión soberanía externa, supone la capacidad de ser reconocido como un Estado determinado,
dentro de la comunidad internacional, con un nombre propio, territorio, población y poder propios;
emblemas privados; que no pueden ser reclamados por otros. Supone, también, la capacidad de decidir
por sí mismo, dictar su propio régimen normativo y político y no depender de ningún otro Estado.
Posiciones Negatorias de la Soberanía.
La soberanía ha sido criticada y negada desde diferentes perspectivas. Maritain sostiene que, entre
soberanía y absolutismo, existe un común denominador, puesto que ambos justifican el poder omnímodo
del rey. "Se forjaron en el mismo crisol y hay que pulverizarlos conjuntamente", afirma el pensador
cristiano; por su parte, Benjamin Constant, alineado dentro corriente constitucionalista, que establece la
supremacía de la ley, niega la concentración de los poderes y propugna, como fin, el respeto de los
derechos humanos; afirma que el concepto de soberanía es expresión de poder absoluto y por lo tanto
arbitrario, contrario a cualquier principio constitucionalista. Matteucci, en comentario al respecto, dice que
nadie, ni el rey, ni la Asamblea, puede arrogarse, la titularidad de la soberanía ni siquiera la universalidad
de los ciudadanos puede disponer soberanamente de la existencia de ellos. "Soberanía y
constitucionalismo siempre han sido entendidos como términos antitéticos, y la victoria dcl segundo se
logró con las constituciones escritas, cuyas normas son jerárquicamente superiores a las leyes ordinarias
y hechas eficaces por cortes judiciales adecuadas. De tal manera fue posible garantizar los derechos de
los ciudadanos, por los viejos y por los nuevos soberanos, pero esta supremacía legal sigue siendo una
supremacía desarmada". Duguit, por su parte, manifiesta que la soberanía y el derecho son antinomias:
“o el Estado está sujeto al derecho, y entonces no es soberano, o no está sujeto al derecho, y así es
soberano”.
Desde otro punto de vista, la Teoría Pluralista se convierte en acérrima negadora de la Soberanía; dicha
tendencia sostiene que, en el conglomerado social, existen múltiples grupos que influyen, establecen o
modifican el poder político y, por tanto, ese poder no se halla en manos de una sola autoridad,
omnicompetente y omnicomprensiva, en consecuencia, el poder es el resultado de diversas mediaciones.
Desde el punto de vista sociológica, el pluralismo se afirma después del advenimiento de la sociedad
industrial, que multiplica, en la sociedad, los roles, las clases y las asociaciones, lo cual implica la
negación de una autoridad suprema.
Desde el punto de vista político, el ejercicio de la actividad política no está reservada con exclusividad al
Estado, sino que en el Estado, y aun al margen del poder estatal, existen grupos de presión, partidos
políticos, que limitan el ejercicio omnímodo del poder; jurídicamente, la fuente del derecho no se
encuentra única y exclusivamente en la potestad legislativa del Estado, sino que el actuar de los grupos
humanos, la tradición y las costumbres, dan origen a la normatividad; por supuesto que el origen de la ley
se ha de encontrar en el actuar social, sin embargo, el contenido general, obligatorio y sancionable que
tiene la norma, sólo puede darse por la autoridad estatal.
Frente a los diversos planteamientos que niegan la soberanía, surge un nuevo criterio y es el de su crisis,
especialmente en referencia a su contexto Internacional, dada la gran interdependencia existente entre
Estados, en el mundo actual, donde los actos de un Estado afectan a otros, en cualquier plano, ya sea
éste político, económico o ideológico, y fundamentalmente tecnológico.
El profesor italiano ya citado, Nicola Matteucci, explica esta crisis en los ámbitos internacional, militar, del
mercado mundial, y de la comunicación.
En el primer caso, considera que el camino a una colaboración internacional cada vez más estrecha ha
comenzado a corroer los tradicionales poderes de los Estados soberanos. Influyen mayormente las
llamadas comunidades supranacionales, que intentan limitar fuertemente la soberanía interior y exterior
de los Estados miembros; y las autoridades "supranacionales" que tienen la posibilidad de asegurar y
afirmar, por medio de Cortes de Justicia adecuadas, la manera en que su derecho "supranacional",
debe ser aplicado por los Estados a casos concretos: desaparece el poder de imponer impuestos y
comienza a ser limitado el de acuñar moneda.
Desde la óptica militar, sostiene que existen nuevas formas de alianzas que sustraen, a los Estados
individuales, la disponibilidad de una parte de sus fuerzas armadas, o bien determinan una "soberanía
limitada", de las Potencias menores, frente a la hegemónica.

Pero se abren hay también nuevos espacios, ya no controlados por el Estado soberano: el mercado
mundial, por ejempló; ha permitido la formación de empresas multinacionales que tienen poder de
decisión, no sujeto a nadie y libre de cualquier control. Aunque no sean soberanas dado que no tienen
una población y un territorio sobre el cual ejercer, modo exclusivo, los tradicionales poderes soberanos,
estas empresas pueden ser consideradas como tales, en el sentido que, dentro de cierto límites, no
tienen un "superior”.
Los nuevos medios de comunicación de masas, por su parte, han posibilitado la formación de una
opinión pública mundial que ejerce, a veces con éxito, su propia presión, para que un Estado acepte, por
ejemplo negociar la paz, o ejerza el poder de conceder la gracia, que en tiempos pasados era absoluto
e inaveriguable.
El tratadista, con criterio visionario, añade: "La plenitud del poder estatal está en decadencia; fenómeno
que es necesario apuntar. Con esto, sin embargo, no desaparece el poder; desaparece solamente una
determinada forma de organización del poder que tuvo su punto de fuerza en el concepto político-jurídico
de soberanía.
Desde un ángulo ideológico, no exento de realismo, surgió en los países en vías de desarrollo, el
concepto de dependencia que no se reduce al campo económico, sino que asume una dimensión global,
de ahí que los aspectos culturales, cibeméticos, informativos, científicos, de consumo; desbordan las
fronteras y, desde los países desarrollados, influyen poderosamente en la actuar de la sociedad y de los
Estados periféricos. La brecha tecnológica que separa a los Estados hegemónicos de los dependientes
es inmensa: frente a todo ello, entonces, subsiste la interrogante acerca de la existencia real de la
soberanía.
Autonomía y Autarquía.
Ya hemos manifestado, con reiteración, que la soberanía implica la calificación suprema del poder del
Estado, y dicho término debe ser diferenciado de otros, como los de Autonomía y Autarquía, que suelen
ser usados como sinónimos de Soberanía, sin serlo de manera alguna.
La Autonomía es la cualidad, concedida por el Estado, a ciertas corporaciones, para darse su propio
estatuto de gobierno y administración, dentro de parámetros permitidos por la Constitución Política. En
consecuencia, la Autonomía no es un poder propio sino derivado. Los entes autónomos existen en la
medida de la voluntad soberana del Estado, Marienhoff dice que la autonomía implica un poder e
autolegislación, en la medida en que se halla permitido por el ente soberano. Pero también implica la
capacidad de un auto-gobierno, emergente de elecciones por parte de la comunidad, y potestad de
auto-administración que les permita cumplir con sus cometidos específicos.
En nuestro caso, dos son las corporaciones autónomas más características: el Municipio y las
Universidades, ambas poseen facultades, conferidas por la Constitución Política del Estado, y normas
específicas para cada una de ellas.
Por autarquía, debe entenderse en opinión de Ferraris, “a las personas jurídicas públicas que, dentro los
límites del derecho objetivo, tienen capacidad para administrarse, y son consideradas, respecto al
Estado, como uno de sus órganos o parte de ellos, porque el fin de la autarquía es la realización de sus
propios intereses, que son también los intereses directos del Estado”.
La diferencia entre autonomía y autarquía radica en que, mientras la primera tiene potestad de auto-
normarse y administrarse, en la segunda sólo existe la posibilidad de la administración propia; es decir,
en las autarquías, éstas actúan por su propia cuenta, disponen de inversiones supeditadas al control de
un ente superior, el Estado.
FUNCIONES DEL PODER
Conceptos Generales.
El poder del Estado se expresa necesariamente en actividades, éstas son realizadas por una autoridad
de un órgano específico, señalado por la normatividad vigente. Las actividades o manifestaciones del
poder del Estado son lo que denominamos, en términos genéricos, funciones.
Hablar de funciones supone referirse a una determinada mecánica de actuación, a una labor y
realización humanas, ya que el poder es una problemática exclusiva del orden humano. La realización de
funciones supone la voluntad de alguien que tenga potestad para un determinado ejercicio; de ahí
emerge el concepto de autoridad.
Autoridad es, en consecuencia, el titular de la acción; el sujeto, también, el conjunto de personas, que
mediante actos ejercita el poder. Este ejercicio debe estar investido de derecho y legalidad, ello es lo que
le permite obtener el acatamiento de los sometidos; por tanto, se trata de la autoridad de la función y no
de la mera autoridad personal.
El pleno ejercicio del poder se denomina gobierno; con ese término, nos estamos refiriendo a que hace
parte del gobierno el conjunto de órganos de funciones y de agentes que materializan la voluntad estatal.
Es incorrecto su uso para referirse única y exclusivamente al conjunta de personas que ejercen la acción
gubernativa, como también es incorrecta la utilización del término gobierno para referirse sólo al órgano
del Estado que ejercita la acción administrativa, puesto que gobernar es materializar el mando reservado
a un órgano con competencia legítima, a través de una autoridad que establezca la dirección, la acción y
el ejercicio del poder.
En el transcurso de la historia, la acción materializada del poder, generalmente, fue monopolizada por
una persona o por un reducido grupo de personas, en todas sus fases. En las teocracias orientales de la
Antigüedad, se constata que el gobernante (faraón, sátrapa, etc.) asumía la totalidad del mando; igual
situación ocurría en la Roma monárquica e imperial. Es destacable, sin embargo, establecer que, en el
periodo republicano de Roma, la división de funciones alcanzó su apogeo, puesto que, frente a los
cónsules, que verdaderamente ejercitaban la administración, se encontraba el senado, con amplias
potestades de fiscalización y legislación, mientras que la justicia estaba reservada a los pretores.
En la Edad Media, los numerosos depositarios del poder feudal, corporativo, municipal, eclesiástico y del
emperador, hacían casi imposible que se pudiera pensar en funciones separadas.
EI establecimiento de una monarquía. capaz de centralizar los poderes diseminados en la Edad Media,
surgió en el siglo XVIL, en Europa trayendo Como consecuencia el surgimiento del Estado moderno,
Perú, ni no tiempo, la absolutización en el ejercicio del poder, sin trabas limitaciones.
Así como el absolutismo tenía sus propios teóricos defensores, otra pléyade de pensadores sostenía la
división de los poderes, es decir, la necesidad de separar funciones y establecer titulares diferentes. Es
necesario puntualizar que la expresión "separación de los poderes" es errónea, puesto que el poder del
Estado es uno solo y no se divide; para hablar con propiedad, de lo que se trata es de separación de los
órganos y de las funciones; no obstante, esto se ha difundido y se ha mantenido el término.
En relación a las funciones del Estado, existen diversas clasificaciones según los enfoques y los autores;
la más conocida es la que se expresa en la Teoría de la "división de poderes", a la que nos referiremos
más adelante. Sin embargo, es oportuno tener presente la reflexión de Jellinek al respecto, cuando
sostiene que: "ninguna división puede ofrecer una perfección lógica, porque se trata de comprender la
vida y no una materia muerta, y todo lo vivo, aun cuando se dirija a la práctica, está a menudo privado de
lógica".
División de Poderes.
A partir del siglo XII, surgieron corrientes de pensamiento que proclamaban la separación de los órganos
del Estado y de sus funciones. Estas teorías tienen sus antecedentes en Aristóteles; más luego, en el
año 1324, apareció el libro "Defensor Pacis", de Marsilio de Padua, donde ya se halla una separación de
poderes en legislativo y ejecutivo.
En el siglo XVI, Maquiavelo, en su obra "Discurso sobre la Primera Década de Tito Livio", consideró que,
para la mayor seguridad y libertad del rey, debía existir separación de funciones; acerca de la del
administración de la justicia, decía que ésta debía ser integrada por funciones acerca de la hombres
pobres, probos y justos, cuya función era la de proteger a los débiles, víctimas de la prepotencia y
ambición de los poderosos; el florentino, también sostenía que, de esa manera, el rey se liberaba de
intervenir en disputas particulares y desagradables.
Locke, por su parte, señalaba cuatro funciones del Estado: la función colectiva, como patrimonio del
parlamento, la unción ejecutiva, ejercida por el rey; la función federativa, relativa a los problemas de la
guerra ay de la paz, también ejercida por el rey; finalmente, la potestad de "prerrogativa", que facultaba al
rey a "hacer el bien público, sin subordinarse a reglas".
Montesquieu, para muchos autores, es el padre de la doctrina de la separación de los poderes; en el
"Espíritu de las leyes" (1748) considera que "Todo estaría perdido si un mismo hombre o un mismo
cuerpo de principales, de nobles, o del pueblo, ejerciese todos los poderes del Estado". Para este autor,
tres son los poderes del Estado: Ejecutivo, Legislativo, Judicial; la función ejecutiva consiste en la
realización de actos de acuerdo a la ley; la legislativa, en establecer principios generales de vida; la
judicial, en "castigar los crímenes y juzgar las disputas de los individuos".
El pensamiento de Montesquieu se hizo rápidamente común y se planteó como una aspiración popular a
tal extremo que, "la mayoría de los Estados de hoy, con excepción de los que se han extraviado en los
atajos del totalitarismo, los consagran en sus códigos constitucionales", como expresa en una feliz frase,
Rodrigo Borja.
La Declaración de los Derechos de Virginia (1776) la admite, en el punto V: Que los poderes legislativo,
ejecutivo y judicial deben ser separados y distintos, y que a sus miembros se les puede impedir la
opresión, haciéndoles sentir las cargas del pueblo y participar de ellas; y que acaben, en periodos fijos,
ser reducidos a la condición privada volviendo al cuerpo de donde originariamente han salido;
proveyéndose vacantes por elecciones frecuentes, ciertas y regulares, en las cuales Todos o parte de los
anteriores miembros sean reelegibles o no, según lo que las leyes ordenen". "Los poderes ejecutivo y
legislativo deberán ser separados, distintos del judicial".
La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789) manifiesta, en su artículo XVI, "toda
sociedad en la cual la garantía de los derechos no está asegurada, ni la separación de los poderes
determinada, no tiene constitución".
Madison, en el "Federalista", sostiene que "La acumulación de todos los poderes, legislativo, ejecutivo y
judicial, en las mismas manos, sean éstas de uno, de pocos o de muchos, hereditarias, autonominadas o
colectivas, puede decirse con exactitud que constituye la propia definición de tiranía".
El concepto de separación de los poderes supone, por lo expuesto, el criterio básico para limitar el poder
de quién o de quiénes lo ejercen, tratando de delimitar, más que el poder, las funciones de los órganos
de poder, pero sin legar a la afirmación de que cada uno de los órganos se convierta en departamentos
estancos, desligados entre sí; al contrario, y como expresa nuestra Constitución, art. 2, existe
independencia de "poderes" y, al mismo tiempo, existe coordinación entre ellos, debido a la complejidad
del quehacer gubernamental.
El sistema de separación de los poderes dio origen a una construcción doctrinaria denominada en inglés
Checks and Balances, pesos y contrapesos, que se enuncia de la siguiente manera: el Estado realiza
actos generales y dicta leyes abstractas, a través del órgano legislativo, por tanto, esta actuación
generalizada impide a los particulares cometer abusos. El ejecutivo, que realiza actos especiales,
tampoco puede actuar indiscriminadamente, porque su actividad está reglada por las determinaciones
del legislativo, y sobre ambos se establece la acción del otro órgano, es decir del judicial, para el
pronunciamiento de los fallos en la controversia de los derechos.
El pensamiento de Montesquieu tuvo detractores, porque lo acusaron de ser un principio casi mecánico
"doctrinalmente mal sundado", al confundir poderes, órganos, funciones; también fue criticado por no
fundado", al responder a exigencias de libertad, sino a la división del trabaio. Otros autores, por ej.
Loewenstein, han propugnado una nueva división: a la decisión policial (policy determinatión); b) la
ejecución de decisiones (policy execution) y, c) el control político (policy control).
A pesar de las críticas, los principios Sustentados por el autor del Espíritu de las Leyes" quedaron
plasmados como dogmas y como dice Friedrich, "no hay nada en la propuesta contenida en la doctrina
que sea especialmente impracticable, no tiene sentido fulminar anatemas contra ella, basándose en que
una separación completa no es posible, ni practicable, las dificultades resultantes de la división de
poderes son grandes, pero las consecuencias de la concentración del poder son desastrosas".
En el mundo actual, el concepto de separación de poderes se asume fundamentalmente como técnica
para el funcionamiento del sistema, en tal sentido, no se encuentra entre los fines últimos y entre los
principios básicos del Estado de Derecho, pero constituye una técnica instrumental para su
funcionamiento. Así lo sostiene Linares Quintana, cuando manifiesta que "la división del poder resulta un
medio técnico indispensable para asegurar la libertad individual, como lógica consecuencia de la
desconcentración del poder, corolario de su fragmentación o atomización y, por ende, del recíproco freno
y control que se opera entre los diversos órganos estatales que lo ejercen en los ámbitos funcional y
territorial. Funciona así un sistema de frenos y Contrapesos -Checks and balances, según la clásica
expresión de los constitucionalistas norteamericanos- cuya consecuencia práctica es mantener la
actividad funcional de cada órgano circunscrita dentro de la respectiva órbita constitucional. Es así que a
la vez que la concentración división del poder marcan respectivamente la diferencia entre los regímenes
gubernativos autoritarios y constitucionales, puede afirmarse que existe una relación directa entre el
grado de desconcentración del Poder y la medida del goce efectivo de la libertad individual. Es que no
hay duda alguna de que, en la técnica de la limitación del gobierno como medio de salvaguardar la
libertad humana, el instrumento más eficiente es la división del poder"
La Función Legislativa.
El órgano legislativo tiene como función básica la legislativa, que consiste en la creación de un Sistema
Normativo, como fundamento para obtener un determinado comportamiento de la población y un límite
para el actuar estatal.
El Sistema Normativo se halla integrado por la ley o norma jurídica, general, obligatoria, cuyo
cumplimiento se exige coactivamente.
La ley, para ser tal, debe ser dictada por el órgano preciso del Estado y debe necesariamente hallarse en
concordancia con la Constitución Política del Estado, ya que, como dijimos, ésta es la Suprema Ley del
ordenamiento jurídico de un Estado.
El órgano legislativo puede ser integrado por dos cámaras o una sola-sistema bicamaral o sistema
unicamaral.
En el caso boliviano, el órgano legislativo reside en el Congreso Nacional, que admite una doble cámara:
de los Diputados y de los Senadores, que deberán funcionar con la mayoría absoluta de sus miembros, a
un mismo tiempo, en el mismo lugar, y no podrá comenzar o terminar la una sus funciones en un día
distinto de la otra (arts. 46-48 C.P.E.).
El órgano legislativo posee la atribución especifica de dictar leyes, lo cual implica también la potestad de
abrogarlas, derogarlas, modificarlas e interpretarlas. Las cámaras poseen además facultades de
fiscalización sobre los actos de la administración, mediante labores contempladas en el ordenamiento
jurídico constitucional, que le permiten hacer un seguimiento de la actividad gubernativa, como una forma
de encausar en hacer una la normalidad jurídica sus procedimientos y limitar los abusos del ejecutivo.
También le son conferidas funciones inspectivas e investigativas sobre los entes administrativos y las
autoridades ejecutivas.
En casos específicos, el órgano legislativo cumple funciones jurisdiccionales, para el enjuiciamiento de
los ministros de la Corte Suprema, de los magistrados del Tribunal Constitucional, de los Consejeros de
la Judicatura y del Fiscal General de la República mediante un proceso específico de responsabilidades.
Asimismo, el legislativo autoriza el enjuiciamiento del Presidente y del Vice-Presidente de la República,
de los Ministros de Estado y de los Prefectos de Departamentos, para que la Corte Suprema de Justicia
los procese, de acuerdo a una legislación especial.
Por tanto, se puede afirmar que la función legislativa del órgano es primaria y fundamental, y que
además realiza actividades administrativas y jurisdiccionales, cumpliéndose el enunciado. de que la
división tripartita de funciones no es absoluta, ni desde el punto de vista material, ni desde el punto de
vista orgánico; como manifiesta Sánchez Viamonte: "ninguno de los poderes se limita estrictamente a su
función específica. Cada uno desempeña a la vez las otras dos funciones, sin perder por ello su
particularidad distinta. Así, el poder legislativo tiene, como función específica, dictar la ley, pero eso no
impide que se les atribuyan funciones Judiciales respecto a sus propios miembros o a los de los otros
poderes de gobierno, o ejecutivas, es decir, administrativas, financieras, etc., cuando alguna de sus
cámaras presta acuerdo para el nombramiento de Funcionarios o cuando ambas ramas sancionan el
presupuesto de gastos y cálculo de recursos".
Función Administrativa.
La función administrativa, llamada también ejecutiva y erróneamente, en muchos casos, gubernamental,
está referida a la acción con inmediata, continua y práctica de la instancia gubernamental, que lleva a
cabo todo los negocios del Estado, con la finalidad de satisfacer los intereses de la comunidad y los fines
del Estado, en una amplia gama que va desde el potenciamiento nacional, la garantía de la libertad y del
derecho, hasta el sostenimiento y la conservación de la cultura y la prestación de los servicios públicos.
Este último aspecto viene puesto de relieve por ilustres tratadistas, como Berthélemyy Hauriou.
Santi Romano posee un criterio diferente, en cuanto a las funciones ejecutiva y administrativa; el profesor
de Milán sostiene al respecto: "la función ejecutiva no se identifica con la función administrativa, la cual
no es más que una parte de aquélla. A la administración concierne el mantenimiento de la seguridad
pública y la atención de las necesidades físicas, económicas, morales e intelectuales de la población y
tiene siempre por objeto un interés particularmente circunscrito y determinado. Además de la
administración, la función ejecutiva, comprende la actividad política, esto es aquella actividad de orden
superior, la cual se refiere no a intereses singulares y específicos, sino a la dirección suprema y general
del Estado, en su complejidad y su unidad".
La función administrativa no está exenta de una potestad reglamentaria de la normatividad jurídica, para
cumplir sus cometidos específicos, a través de normas secundarias, como los decretos y las
resoluciones. Estas reglamentaciones suelen ser de ejecución, cuando se trata de implementar las
disposiciones establecidas por ley; autónomas cuando el órgano ejecutivo las dicta en virtud de una
competencia establecida por la Constitución; delegadas, cuando existe transferencia de competencias,
expresamente realizadas en su favor por el órgano legislativo; reglamentos de necesidad y urgencia,
cuando aprueban políticas de acción inmediata, en casos graves y perentorios.
Función Jurisdiccional.
Consiste en la aplicación del derecho, por los tribunales de justicia, a los casos de las controversias
concretas que se dan en el orden particular.
La normatividad jurídica es abstracta y general; sus enunciados no individualizan ni valoran las
actividades específicas de los ciudadanos de ahí que la materialización del derecho se realiza a través
de tribunales especializados, que valoran situaciones y evidencian la violación o el sometimiento a la
norma: esa valoración acarrea una función absolutamente jurisdiccional.
La función jurisdiccional se cumple, a decir de Alcina, organizando la administración de la justicia,
determinando la competencia de los tribunales que la integran, y estableciendo las reglas de
procedimiento a que deben sujetarse los jueces y litigantes en la substanciación del proceso. Se la ejerce
mediante órganos creados para ese efecto, que, por medio de la sentencia, previo el conocimiento de los
hechos, aplican el derecho al caso concreto.
La sentencia es el acto por el cual el Estado. resuelve, con carácter definitivo, una controversia entre
partes. Para ello, está investida, entre otros caracteres, de autoridad de cosa juzgada y de fuerza
ejecutiva, es decir que no pueden ser discutidas y tienen que ser cumplidas aun coactivamente.
La función jurisdiccional. comprende también la protección y a exigencia de cumplimiento de las
garantías individuales, proclamadas en la Constitución Política del Estado, para que éstas no se queden
en meta declaraciones líricas, sometidas a la voluntad de la autoridad.
La función jurisdiccional supone además el control de la Constitucionalidad: el velar por el cumplimiento
de la Constitución Política del Estado, el exigir su aplicación preferente, así como Sometimiento pleno, a
ella, de los gobernantes y gobernados.

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