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Un Extraño Pueblo Musical

Bernardo y Pichìn habían viajado por varios días: "Hay un pueblo después de aquella curva -dijo
Bernardo- pasaremos la noche ahí para descansar y en la mañana, seguiremos nuestro viaje".

Las casitas del pueblo eran muy lindas y limpias con flores coloreando los balcones y ventanas.

Pero se dieron cuenta que algo no estaba bien; todos parecían estar cansados y con mucho sueño.

Mientras cruzaban las calles, se percataron que había mucha gente discutiendo y peleando.
"¡Qué pueblo tan extraño!" comentó Bernardo, "Tienes razón" respondió Pichín.

Finalmente encontraron una posada donde pidieron una habitación.


"Por la habitación no hay problema -respondió el posadero con un gran bostezo- pero no puedo
asegurarles un buen descanso". Se sintieron confundidos los amigos, pero el cansancio era tanto
que sólo querían dormir.

Apenas cerraban los ojos, cuando un gran ruido los sorprendió. "¿Qué sucede?", dijo Pichín.
"Parecen notas musicales..." respondió Bernardo.
"Es terrible, así no se puede dormir", decía Bernardo mientras miraba el bullicio que había en el
pueblo. Los habitantes gritaban y se insultaban.
"¡Están todos locos!", dijo Pichín.

Los gritos se volvían más fuerte y la música más ruidosa. De las palabras pasaron a los hechos y
comenzaron a volar un sin fin de objetos 
"¿Alguien sabe porqué se comportan así?, preguntaba Bernardo. Una mujer, que miraba el
panorama, les explicó lo que sucedía: "El rey busca un músico para el palacio y los habitantes que
saben tocar, desean ese puesto y sólo ensayan por la noche..."
Así el alboroto continuó hasta mañana, cuando regreso la paz. Bernardo, todavía con sueño
decidió solucionarlo todo.

En las calles, fueron apareciendo una convocatorias que invitaban a los músicos a asistir a la
posada al atardecer.
Leyendo esto los músicos, se presentaron sin falta.

Ya en el atardecer, fueron llegando los músicos a la puerta de la posada, al verlos el posadero


empezó a echarlos. "¡Detente! -grito Bernardo- están aquí porque los cité para solucionar este
alboroto".
Todos estaban callados esperando que hablara Bernardo, "No sirve pelear porque todos pueden
ser músicos del rey..." al escuchar estas palabras se quedaron atónitos, "Formaremos una
orquesta -decía Bernardo- y todos tocarán el instrumento que quieran".

La idea fue grandiosa y nombraron a Bernardo director de la Orquesta. Los resultados fueron
sorprendentes, los músicos tocaban sin pelear más. Su primer concierto fue un éxito y el Rey
complacido, les dio título de Músicos Reales.

La paz regresó al pueblo; finalmente en las noches se podía dormir. Ahora la Orquesta organiza,
todos los domingos, conciertos a los que acude mucha gente. Pero la fiesta es más grande cuando
Bernardo y Pichín visitan a sus amigos.

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