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Guia 2 Procesal Civil 3
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ESCUELA DE DERECHO
NÚCLEO BARINAS
En ese sentido, la doctrina pacífica y reiterada de nuestro Máximo Tribunal ha sido tradicionalmente
exigente en lo que respecta a la observancia de los trámites esenciales del procedimiento; El principio de
legalidad de las formas procesales, salvo las situaciones de excepción previstas en la ley, caracterizan el
ordenamiento procesal civil y, en consecuencia, no es convencional; por el contrario, su estructura,
secuencia y desarrollo está preestablecida en la ley, y no es disponible por las partes o por el juez.
Así pues, estando el derecho de defensa indisolublemente ligado a las condiciones de modo, tiempo y
espacio fijados en la ley para su ejercicio, las formas procesales no son caprichosas, ni persiguen
entorpecer el procedimiento en detrimento de las partes, por el contrario, una de sus finalidades es
garantizar el ejercicio eficaz del derecho de defensa; es decir, no es potestativo de los tribunales subvertir
las reglas legales con que el legislador ha revestido la tramitación de los juicios, pues su estricta
observancia es materia íntimamente ligada al orden público.
TEMA Nº 1
LA SENTENCIA: La sentencia se define como el mandato jurídico individual y concreto, creado por el
juez mediante el proceso, en el cual se acoge o rechaza la pretensión que se hace valer en la demanda.
Para Couture. Sentencia es el "Acto procesal emanado de los órganos jurisdiccionales que deciden la
causa o punto sometidos a su conocimiento".
Por su parte, Ramírez Gronda, considera que la sentencia es la Decisión judicial que en la instancia pone
fin al pleito civil o causa criminal, resolviendo respectivamente los derechos de cada litigante y la condena
o absolución del procesado. Finalmente, Cabanellas, señala que sentencia es la "Resolución judicial en
una causa y fallo en la cuestión principal de un proceso".
Puede concluirse, diciendo que la sentencia es un acto procesal del Juez, a través del cual pone fin al
proceso o a una etapa del mismo.
Partes de la Sentencia
De la disposición contenida en el artículo 243 del Código de Procedimiento Civil venezolano vigente, se
observa que la sentencia está estructurada de tres (3) partes, a saber: narrativa, motiva y dispositiva.
Narrativa: Una síntesis clara, precisa y lacónica de los términos en que ha quedado planteada la
controversia, sin transcribir en ella los actos del proceso que constan de autos. (Art. 243 Ord. 3º). Motiva:
Los motivos de hecho y de derecho de la decisión. (Art. 243 Ord. 4º). Dispositiva: Decisión expresa,
positiva y precisa con arreglo a la pretensión deducida y a las excepciones o defensas opuestas, sin que en
ningún caso pueda absolverse de la instancia. (Art. 243 Ord. 5º).
En tal sentido, las tres partes de la sentencia, narrativa, motiva y dispositiva, en la primera el Juez se
comporta como un Historiador, en la segunda es un catedrático y en la tercera es un agente del Estado que
dicta una orden.
En la última fase del proceso la sentencia adquiere las siguientes características:
SENTENCIA DEFINITIVA FIRME: Es aquella calidad o condición que adquiere la sentencia judicial
cuando contra ella no proceden recursos legales que autoricen su revisión.
SENTENCIA EJECUTORIADA: Mediante la cual el tribunal ordena a solicitud del Beneficiario la
ejecución de la Sentencia
SENTENCIA EJECUTADA o FALLO EJECUTADO: Es aquella que se ha cumplido por organismo
jurisdiccional competente. Es aquel que ha sido cumplido por virtud de la ejecución judicial efectuada en
acatamiento a lo ordenado por el dispositivo del fallo y con apego al procedimiento legal.
EXPERTICIA COMPLEMENTARIA DEL FALLO: En la sentencia que se condene a pagar frutos,
intereses o daños se determinará la cantidad de ellos, y si el juez no pudiere estimarla según las pruebas,
dispondrá que esta estimación lo hagan los peritos, con arreglo a lo establecido para el justiprecio de
bienes ( ART 249 CPC)
TUTELA JUDICIAL EFECTIVA: Es la protección que da el Estado a través del órgano jurisdiccional
para que se aplique el debido proceso, se respeten los lapsos y las fechas sean ejecutables; la posibilidad
cierta de que las partes vean concretado los derechos que les han sido reconocidos por los órganos
jurisdiccionales. (ART 26 CRBV)
EJECUCIÓN DE LA SENTENCIA. COMPETENCIA (Art. 523 CPC)
La ejecución, es la última fase o etapa del procedimiento, hace que el mandato general contenido en la
sentencia se cumpla, se materialice en el mundo de lo físico, ya que de otra manera se frustraría la
finalidad del derecho procesal, que no es otra que la de hacer efectivo el derecho, quedando reducida la
sentencia a un estudio con valor exclusivamente lógico o pedagógico, y sin eficacia práctica
JUEZ COMPETENTE PARA LA EJECUCIÓN DE LA SENTENCIA.
La ejecución de un fallo judicial se presenta una primera etapa en la cual se le da oportunidad al
condenado para que en forma voluntaria cumpla con su obligación y, solo en el supuesto de
incumplimiento, se procede a la fase de la ejecución forzada, en donde el Juez ejecuta las medidas
necesarias para garantizar la satisfacción de aquel que ha sido beneficiado por un fallo judicial siempre en
los límites de lo sentenciado. Esto es que, una vez iniciada la fase de ejecución y practicada la Medida de
Embargo ejecutivo, por ningún concepto el ejecutante debe ser negligente o desidioso en llevar adelante e
impulsar los subsiguientes actos de ejecución. En definitiva, el artículo 547CPC indica que debe haber
actividad en el expediente llevando adelante la ejecución de la sentencia, una vez que se haya practicado
el embargo ejecutivo, esas actividades como todos las conocemos están referidas al avalúo o justiprecio de
los bienes embargados, el nombramiento de los respectivos expertos, publicación de carteles de remate,
subasta de los bienes y el remate de los mimos. Todos estos actos procesales de la ejecución los
encontramos desde el artículo 523 del Código de Procedimiento Civil consecutivamente al 584 eiusdem
La jurisdicción en sentido procesal, desde la instauración del juicio hasta su conclusión por la sentencia
definitiva, entendida como actividad del Estado dirigida a resolver conflictos intersubjetivos, aparece
limitada a través de la competencia, que se determina por razón del territorio, la materia y la cuantía.
Conforme a tales elementos, el conocimiento del juicio corresponderá a determinados tribunales, a los
cuales se atribuye la competencia, cuyo desconocimiento o impugnación deberá formularse en la etapa de
cognición, ya no podrá impugnarse la misma por vicios de incompetencia del tribunal que haya conocido.
Llegada la fase de ejecución de la sentencia, ya no podrá discutirse la competencia territorial, por la
materia o la cuantía, para determinar a cuál tribunal corresponde la ejecución, pues permitirlo sería
retrotraer el proceso a la etapa cognoscitiva y a la discusión que debió plantearse en tal fase del proceso
jurisdiccional, Es preciso el artículo 523 del Código de Procedimiento Civil al señalar cuál resulta ser el
tribunal competente para la ejecución de la sentencia, estableciendo al efecto:
1. Que la ejecución de la sentencia o de cualquier otro acto que tenga fuerza de tal, corresponderá al
tribunal que haya conocido la causa en primera instancia…
PRESUPUESTOS DE LA EJECUCIÓN.
La Ejecución para su realización requiere la presencia de determinados presupuestos:
El derecho a la ejecución, es preciso señalar que ningún sentido tendrá el proceso como institución si, una
vez lograda una sentencia favorable sobre el fondo, no se estableciesen los instrumentos necesarios para
que ésta tuviese plena efectividad práctica; de otra manera la jurisdicción carecería totalmente de razón de
ser. Además, este derecho exige por parte de los órganos judiciales el mejor uso posible de los
mecanismos que la ley establece, ya que de nada sirven unas buenas herramientas si no son usadas
correctamente.
El derecho a que se respeten y ejecuten las resoluciones judiciales firmes en sus propios términos no
ínsitas a ellas. Este derecho sin la tutela judicial se vería reducido a producir decisiones puramente
declarativas que no ampararían los intereses de quienes la impetrasen. Y ciertamente, la ejecución ha de
hacerse en los propios términos de la parte dispositiva de la resolución a ejercitar, pues lo contrario
supondría igual fraude al derecho a la tutela judicial efectiva, causando indefensión a la parte que se viera
perjudicada por semejante modificación.
Entonces, conviene formularse la siguiente interrogante: ¿cuáles son los Presupuestos de la ejecución?
La Doctrina patria distingue lo siguiente:
1.- La existencia de un título ejecutivo o Presencia de una sentencia que apareje ejecución.
Constituido por una sentencia definitiva y firme, contra la cual se haya agotado o no se hayan interpuesto
oportunamente los recursos que contra ella concede la ley, lo que permite a la misma, adquirir el carácter
de cosa juzgada y por ello no sometido a cambios o modificaciones. Es decir, Este primer presupuesto lo
resume el aforismo latino conforme al cual "nulla executio sine título" no hay ejecución sin título, lo cual
encuentra correspondencia en los artículos 524 del Código de Procedimiento Civil y 1.930 del Código
Civil. La ejecución, supone en cuanto al título, una declaración previa e incontestable de la existencia de
un derecho a favor del ejecutante, reconocido por autoridad competente. Esa declaración afirmativa de la
existencia de un derecho se halla contenida normalmente en la sentencia, la cual según nuestro
ordenamiento procesal, constituye el título ejecutivo por excelencia.
En este orden de ideas, el ganador del proceso, tiene la facultad de hacer efectivo el cumplimiento de la
condena contenida en la sentencia, sobre el patrimonio del deudor; pero si no hay la instancia de la
ejecución, no podrá procederse a la misma. Esa instancia de parte supone tanto el requerimiento para el
cumplimiento voluntario, como para la ejecución forzosa cuando aquel no se ha producido.
3.- Un patrimonio ejecutable o sea Existencia de bienes sobre los cuales debe recaer la ejecución.
Un tercer presupuesto de la ejecución, es la existencia de bienes sobre los cuales deba recaer la ejecución
y que, además, dichos bienes pertenezcan al ejecutado, tal como lo preceptúan los artículos 527 y 587
CPC. (arts: 501 y 571 Proyecto de Reforma del CPC).
La ejecución, actualmente reviste carácter patrimonial, al contrario de lo que ocurría en épocas remotas,
en las que el deudor debía responder con su persona de las obligaciones por él contraídas como sucedía en
Roma y Grecia. En Venezuela el Código arandino de 1.836, establecía la prisión por deudas, lo cual fue
eliminado en el Código Civil de 1.863. El fundamento legal de la necesidad de bienes sobre los cuales
recaiga la ejecución, lo encontramos en los artículos 1863 y 1864 del Código Civil, que sancionan la
"patrimonialidad" de la responsabilidad del ejecutado. En efecto, conforme al artículo 1863, "el obligado
personalmente está sujeto a cumplir su obligación con todos sus bienes habidos y por haber". Según el
artículo 1864 "los bienes del deudor son la prenda común de sus acreedores, quienes tienen en ellos un
derecho igual, si no hay causas legítimas de preferencia".
Asimismo el artículo 1929 establece: "Las sentencias que hayan de ejecutarse por los Tribunales de la
República se llevarán a efecto sobre los bienes muebles o inmuebles del deudor y sobre los derechos y
acciones que puedan enajenarse o cederse..." Esta última disposición constituye, sobre todo, la
consagración de un límite al ejercicio de la actio judicati, la cual no puede extenderse más allá de los
bienes que integran el patrimonio de la parte ejecutada.
Por vía de excepción y por razones meramente de humanidad, en conformidad con el artículo 1929 del
Código Civil, están exentos de ejecución los siguientes bienes del deudor:
1. El lecho del deudor, de su cónyuge y de sus hijos.
2. La ropa de uso de las mismas personas y los muebles y enseres que estrictamente necesiten el deudor y
su familia.
3. Los libros, útiles e instrumentos necesarios para el ejercicio de la profesión, arte u oficio del deudor.
Esta disposición hay que entenderla en sentido restrictivo; una biblioteca que constituye simplemente un
mueble, un adorno, no puede considerarse como indispensable para el ejercicio de la profesión de un
abogado, hay que estudiar y analizar cada caso particular, para determinar si se aplica o no la excepción.
4. El SALARIO es inembargable en su totalidad, de conformidad con el mandato contenido en el artículo
91 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
5. También está excluido de la ejecución, el hogar legalmente constituido.
6. Los terrenos o panteones y sus accesorios en los cementerios; esto como respeto a la memoria de los
difuntos; y todos los bienes públicos.
Sin patrimonio ejecutable no hay posibilidad de ejecución de la sentencia. El ejecutado no podrá cumplir
ni voluntaria ni forzosamente la sentencia si carece de patrimonio que sea factible de ejecutar,
distinguiendo que existen también otras categorías de sentencia, como las declarativas y las constitutivas
de estado, que agotan la ejecución con el solo pronunciamiento.
“...Igualmente considera este Tribunal que la transacción celebrada entre las partes en
fecha 05/03/98, no puede en modo alguno ser objeto de ejecución, en virtud de que los
únicos que podrían pedir la ejecución de ella son los Arbitros designados al efecto, si
consideramos que si han cumplido con las obligaciones contenidas en dicha transacción,
por lo que mal podría el Tribunal a-quo declarar la ejecución de una transacción cuyo
deber y conocimiento le es dado únicamente a los Arbitros designados, y, ASI SE
DECIDE...”.
La norma transcrita asigna el derecho a solicitar la ejecución de una sentencia u otro acto con fuerza
de cosa juzgada a “la parte interesada”. Tal regulación refleja el uniforme criterio doctrinario,
acogido por nuestro sistema procesal civil, conforme al cual, el derecho a solicitar la ejecución de un
acto con fuerza de cosa juzgada es extensión del derecho a accionar y, en este sentido, está sujeto al
mismo principio de legitimación que gobierna la proposición de la acción.
Por otra parte, en relación con el alcance del concepto de legitimación para actuar es la opinión del
profesor Piero Calamandrei, la siguiente:
El maestro Eduardo Couture, a su vez, explica el derecho de petición en los siguientes términos:
“...La acción, como forma típica del derecho de petición, asume formas variadas dentro del proceso.
Unas veces se apoya en el derecho para obtener una sentencia de condena; otras en la sentencia para
obtener la ejecución. Pero la unidad de contenido es evidente; sólo difieren las formas. La jurisdicción
abarca tanto el conocimiento como la ejecución...”. (Eduardo Couture, Fundamentos del Derecho
Procesal Civil, pág. 443 yss.).
Es claro que la posibilidad de ejecución va unida junto con el derecho a accionar y por tanto la
legitimación para accionar implica la potestad para proceder con la ejecución, y por ello los sujetos
legitimados para ello serán los mismos que tienen concedido el derecho de petición, y así, siendo que son
las partes las titulares del derecho de accionar, la ejecución les corresponde a ellas y no a otros
sujetos…”
“… se corresponde esta hipótesis de ejecución con lo dispuesto en los artículos 1266 y 1268 del Código
Civil, que regulan los efectos de las obligaciones de dar, hacer o no hacer. En tales casos, no debe
olvidarse que al deudor ya se la ha fijado un plazo para el cumplimiento de la obligación una vez que la
sentencia haya quedado definitivamente firme, conforme al artículo 524 y la ejecución forzosa de la
sentencia deriva precisamente del cumplimiento dentro de tal plazo, para lo cual el acreedor ejecutante
deberá solicitar al juez y éste acordar autorización para hacer ejecutar el mismo la obligación que no fue
cumplida por aquel o para destruir lo que el deudor haya hecho en contravención a la obligación de no
hacer. …puede sin embargo el acreedor optar por una forma distinta de ejecución de la sentencia cuando
el cumplimiento de la obligación o la destrucción de lo hecho, en contravención de la obligación no sea
conveniente para el, o porque la naturaleza de la obligación no permita la ejecución en especie o la
misma se hiciere demasiado oneroso. En tales casos deberá entonces abstenerse de solicitar la
autorización de que trata el encabezamiento de artículo 529 y pedir en su lugar que se proceda a la
determinación del crédito en una cantidad de dinero para luego proceder a la ejecución como si se
tratara de la ejecución prevista en el artículo 527. Para la determinación del crédito se procederá
entonces en la forma prevista en el artículo 527, que a su vez remite al artículo 249, como ya se indicó al
comentar tal artículo…”
a) por la diversidad de presupuestos objetivos y subjetivos como son: el estado de insolvencia del
ejecutado y la calidad de comerciante del ejecutante y del ejecutado;
b) por la pluralidad de sujetos que la promueven, como son los acreedores del ejecutado;
d) por los bienes sobre los cuales recae, ya que mientras la ejecución colectiva será sobre la totalidad o
universalidad de los bienes del deudor ejecutado.
De acuerdo a las modalidades de ejecución previstas en el Código de Procedimiento Civil que
regulan la ejecución forzosa se derivan una clasificación atendiendo al tipo de condena que haya
recaído.
1. Ejecución por el pago de una cantidad de dinero: está prevista en el artículo 527 del Código de
Procedimiento Civil, con esta forma de ejecución, el ejecutante obtiene la satisfacción del crédito
determinado y liquidado en la sentencia mediante la expropiación de bienes del ejecutado que realiza el
juez ejecutor quien en nombre del estado se subroga por aquel en el ejercicio del derecho de propiedad,
para disponer del mismo y ceder mediante el procedimiento de remate y venta al mejor postor en venta
pública. El ejecutante obtiene así la satisfacción pecuniaria.
Dos situaciones pueden presentarse cuando la condenatoria se refiere a cantidades de dinero; la primera
cuando se trate de cantidades líquidas, la segunda cuando las cantidades no estén liquidadas.
a) si la sentencia hubiere condenado al pago de una cantidad líquida de dinero, la ejecución se hará
efectiva en forma inmediata mediante el libramiento del mandamiento de ejecución para embargar bienes
que sean propiedad del deudor que no excedan del doble de la cantidad y costas por los cuales se siga la
ejecución”.
b) Si la cantidad no estuviere líquida, deberá entonces el juez disponer que se practique lo conveniente
para que sea haga la liquidación, conforme a lo dispuesto en el artículo 249 del Código de Procedimiento
Civil, esto es, que su estimación y determinación lo hagan peritos con arreglo a lo establecido para el
justiprecio de bienes de que trata los artículos 556 y siguientes del mismo Código de Procedimiento Civil
y una vez verificada la liquidación se procederá entonces al embargo de bienes del deudor.
Al respecto con la idea de darle mayor inteligencia a este material, me refiero a Sentencias y autos que
aparejan ejecución:
El artículos 523 del Código de Procedimiento Civil comienza señalando que “la ejecución de la sentencia
o de cualquier otro acto que tenga fuerza de tal…”, con lo cual está precisando que no solo las sentencia
definitivas que toquen al fondo del asunto controvertido en el proceso serán susceptibles de ejecución,
pues existen otros autos y determinaciones judiciales, que sin constituir sentencia de fondo, pueden
también ser objeto de ejecución.
Dentro de esta categoría y asimilándose a las sentencia definitivas se incluyen los MODOS
ANORMALES DE TERMINACIÓN DEL PROCESO; como son la transacción, el convenimiento, el
desistimiento la conciliación y demás actos que ponen fin al juicio y determinan su cumplimiento,
sin que se haya dado cumplimiento a las mismas, podrá el acreedor acudir a la vía ejecutiva e iniciar los
trámites de la ejecución como si se tratara de la ejecución de una sentencia…”. (ABDON SANCHEZ
.NOGUERA. MANUAL DE PROCEDIMIENTOS ESPECIALES CONTENCIOSOS. EDICIONES
PAREDES. De lo precedentemente expuesto se concluye lo siguiente:
1) El proceso de cognición se inicia con la demanda y concluye con la sentencia o mediante un acto de
autocomposición –transacción, convenimiento, conciliación, desistimiento-.
3) El artículos 523 del Código de Procedimiento Civil precisa que no sólo las sentencia definitivas que
toquen al fondo del asunto controvertido en el proceso serán susceptibles de ejecución, pues existen otros
autos y determinaciones judiciales, que sin constituir sentencia de fondo, pueden también ser objeto de
ejecución, como lo son los modos anormales de terminación del proceso; la transacción, el convenimiento,
el desistimiento la conciliación y demás actos que ponen fin al juicio y determinan su cumplimiento.
Aunque, la doctrina actual mayormente aceptada, las únicas sentencias susceptibles de ejecución son las
denominadas “de condena”; mientras que las llamadas sentencias mero-declarativas y constitutivas no
aparejan ejecución. En este mismo sentido, se ha dicho que el mandato contenido en la Ley civil
sustantiva, por ejemplo, consistente en la inserción de los fallos definitivamente firmes recaídos en los
juicios sobre estado civil y capacidad de las personas, en los Libros correspondientes del estado civil, por
los funcionarios encargados de tales registros, no puede considerarse ni siquiera como una ejecución
impropia. Ergo, conforme al criterio doctrinario imperante, en el presente procedimiento, en el cual ha
recaído sentencia definitivamente firme, declarativa de la disolución del vínculo matrimonial, no hay
ejecución que decretar por el Órgano Jurisdiccional, con la salvedad de que la Inserción de la aludida
resolución Judicial de fecha 20 de Junio de 2008, en los Libros respectivos llevados por el funcionario que
presenció el matrimonio aquí disuelto y por el Registrador Principal competente, fue ya ordenada por el
Tribunal en el mismo texto de la sentencia, con fundamento en lo dispuesto en los artículos 506 y 507 del
Código Civil.
Ahora bien, con firme intención que ustedes se documenten de situaciones jurídicas relacionadas
con el tema trascribo parcialmente decisión de la SALA CONSTITUCIONAL del Tribunal Supremo de
Justicia, dictada en el Exp. n° 02-3065, de fecha 06 días del mes de octubre dos mil tres, Magistrado-
Ponente: JOSÉ MANUEL DELGADO OCANDO
“…Conoce esta Sala como tribunal de alzada, de la tutela constitucional invocada por la
apoderada judicial de la sociedad Editorial Diario de Los Andes C.A. contra el Juzgado Segundo de
Primera Instancia del Trabajo y Agrario de la Circunscripción Judicial del Estado Táchira, por la
presunta violación de los derechos al debido proceso, a la defensa y a la igualdad de las partes.
El juez a quo declaró parcialmente con lugar el amparo propuesto, tras determinar que mediante
el mismo se impugnó la sentencia dictada por el tribunal accionado el 6 de agosto de 2002 y las
actuaciones procesales posteriores, y constatar la violación del debido proceso, al omitirse la fijación de
un lapso para el cumplimiento voluntario de dicha decisión.
Ahora bien, contrariamente a lo indicado por el sentenciador en el fallo consultado, esta Sala observa
que el objeto del amparo incoado no se limita a la decisión del 6 de agosto de 2002 y las actuaciones
ulteriores, sino que comprende todos los actos procesales practicados después de emitirse, el 30 de mayo
de ese año, el auto de homologación del convenimiento en la demanda, razón por la cual, la presunta
agraviada solicitó se ordenara reponer la causa a ese estado, para permitir la ejecución del
convenimiento.
En este orden de ideas, se aprecia que la apoderada judicial de la accionante consideró que, una
vez homologado el antedicho medio de autocomposición procesal, el juez debió notificarla del auto de
homologación, para luego fijar la oportunidad para la ejecución voluntaria del mismo, a instancia de
parte; sin embargo, el tribunal omitió tal actuación, así como oficiar “lo conducente” a la parte
demandada, de acuerdo con lo señalado en el auto de homologación.
Al respecto, se observa que al haber convenimiento en la demanda por parte de sujeto pasivo de
la pretensión, la controversia jurídica queda resuelta, de ahí el carácter autocompositivo del acto
unilateral in commento; en consecuencia, una vez que el juez lo homologa “se procederá como en
sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada”, tal y como lo establece el artículo 263 del Código de
Procedimiento Civil.
Ciertamente, “equivalen a las sentencias definitivamente firmes y aparejan, por tanto, ejecución
como ellas, las transacciones judiciales y desde luego los actos de conciliación, el convenio en la
demanda y el desistimiento” (Arminio Borjas. Comentarios al Código de Procedimiento Civil
Venezolano, Tomo IV, cuarta edición. Librería Caracas, Piñango, 1973, p. 247). Sin embargo, es
necesario determinar la forma en que debe ejecutarse la sentencia en casos como el de autos.
(Negrillas mía)
Con respecto a lo anterior, la doctrina patria sostiene que el artículo 524 del Código de
Procedimiento Civil “no extiende a la autocomposición, a los modos anormales de terminación del
proceso, el trámite de poner en estado de ejecución y conceder un plazo de cumplimiento; lo cual
significa que en el caso de la transacción, la conciliación y el convenimiento se puede propender a la
ejecución inmediatamente, tan pronto sea exigible el crédito reconocido o constituido en el acuerdo o
convenio” (Henríquez La Roche, Ricardo. Código de Procedimiento Civil, Tomo IV. Caracas, Centro de
Estudios Jurídicos del Zulia, 1997, p. 77). No obstante y sin negar la posibilidad de ejecutar
inmediatamente el convenimiento en la demanda, una vez que sea homologado por el juez, esta Sala ha
sostenido en reiteradas oportunidades (sentencias núms. 980/2003 del 30 de abril y 2609/2002 del 23 de
octubre, entre otras) la necesidad de instar, en un primer momento, a la ejecución voluntaria, y, si ello
no es posible, decretar el cumplimiento forzoso.…” (Resaltado y subrayado mío)
Por otra parte sostiene el maestro Carnelutti que cuando se alcanza una sentencia definitivamente firme
contra la cual no procede recurso, debe procederse a la ejecución voluntaria de esa sentencia, y en caso de
renuencia por parte del obligado, la ley dispone de una serie de medidas tendientes al cumplimiento
forzoso del contenido de la obligación previamente declarada. Es aquí donde entra a funcionar la noción
de medidas definitivas o ejecutivas, las cuales pueden concebirse como los medios procesales del que
puede disponer el Juez en orden a la ejecución forzada de una sentencia definitivamente firme.
Consideramos que para hacer efectiva la sentencia ejecutoriada dependiendo de su contenido, deben
activarse cualquiera de los tipos de medidas definitivas o ejecutivas contempladas en los artículos
527,528, 529,530 y 531 del Código de Procedimiento Civil, y el alcance de ellas se encuentra en orden y
función concreta y inmediata tanto de la sentencia definitiva, como de la ejecución definitiva y forzosa del
fallo, medidas estas que no pueden conceptuarse como cautelares o preventivas.
Vamos a revisar a manera ilustrativa, a ese respecto, transcribo parcialmente, lo expuesto por la SALA
CONSTITUCIONAL DEL TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA, en la sentencia dictada el 19 de
octubre de 2000 (Caso: Ramón Toro León), en la cual expresó lo siguiente:
“... El Código de Procedimiento Civil, según la naturaleza del fallo, distingue varias formas de ejecución
de la sentencia:
1) La inserción del fallo en su totalidad o sectores de él, en un registro público u otra institución
semejante (artículo 531).
5) Mediante la desposesión forzosa de un bien mueble o inmueble del ejecutado, que se lleva a efecto
haciendo uso de la fuerza pública si fuese necesario, si la sentencia hubiera ordenado la entrega de
alguna cosa determinada (artículos 528 y 530 del Código de Procedimiento Civil).
Esta entrega forzosa requiere que la sentencia ordene al ejecutado dar la cosa al ejecutante, la cual tiene
que estar plenamente identificada en el fallo; y dicha figura es distinta al embargo ejecutivo, ya que no
persigue el remate del bien. Igualmente, difiere de la entrega material prevenida en el artículo 929 del
Código de Procedimiento Civil, la cual es una actuación de jurisdicción voluntaria, en beneficio del
comprador de unos bienes.
La entrega de los artículos 528 y 520 eiusdem sólo funciona con bienes que se encuentran en posesión del
ejecutado, y su naturaleza es semejante a la entrega contemplada en el artículo 572 del Código de
Procedimiento Civil, la cual faculta al adjudicatario del remate a entrar en posesión de la cosa que se le
adjudicó en el remate, pudiendo el Tribunal hacer uso de la fuerza pública para lograr tal cometido.
Quien adquiere en remate, o es puesto por la vía de la entrega en posesión de la cosa determinada, que
fue ordenada entregarla en el fallo, adquiere los derechos que tenía sobre la cosa el propietario o
poseedor del bien, fueren dichos derechos principales, accesorios o derivados (artículo 572 ya citado).
Estas entregas, que desposeen de bienes al ejecutado, cierta práctica forense, si se trata de inmuebles, las
decreta libre de cosas y personas, lo cual funciona contra el ejecutado, salvo el beneficio de competencia
(artículo 1950 del Código Civil), ya que ella se decreta contra el que se dictó la sentencia, pero no puede
pretenderse que afecte a quienes no han sido partes, así sean poseedores precarios del bien.
La desposesión jurídica de bienes del ejecutado, en materia de ejecución de sentencia, se puede lograr
por dos vías: a) mediante el embargo ejecutivo, el cual no contrae que el ejecutado desocupe el
inmueble, a menos que no pague la cantidad que fije el Tribunal mientras él se encuentre allí, caso en que
ordenaría la desocupación, utilizando la fuerza pública si fuese necesario (artículo 537 eiusdem); b)
mediante la entrega del bien que la sentencia mandó al ejecutado a entregar, la cual no tiene pautado
un proceso concreto en el Código de Procedimiento Civil, por lo que las normas de embargo y remate, en
lo concerniente a la desposesión del ejecutado, deben ser aplicadas por analogía. En este último supuesto
no hay embargo, sino desposesión directa, ya que al entregar forzosamente el bien al ejecutante, se
cumple el fallo, sin que ni siquiera pueda solicitarse su estadía en el inmueble o la retención del mueble.
Observa la Sala, que contra estas medidas ejecutivas, no existe la previsión legal de la oposición por
parte del ejecutado, por lo que éste, quien debe cumplir con la sentencia, está en cierta forma a merced
de la ejecución.
Establecido lo anterior, la Sala observa, que al contrario de lo previsto para el ejecutado, el Código de
Procedimiento Civil protege a los terceros que pueden ser víctimas de la ejecución en un proceso donde
ellos no fueron partes. No se trata de detentadores de los bienes en nombre del ejecutado, como lo serían
los mandatarios, empleados u otras personas sin ningún derecho sobre el bien, sino de aquellos que
debido al embargo, o a la entrega forzosa, verían menoscabados sus derechos de gozar, o usar el bien, o
de ejercer sobre él algún derecho de retención.
Por ello, el Código de Procedimiento Civil permite al propietario del bien embargado, preventiva o
ejecutivamente (artículos 370, ordinal 2 y 546), oponerse al embargo; e igualmente tal oposición se la
consagra el artículo 546, al poseedor precario a nombre del ejecutado, o a aquél que sólo tiene un
derecho exigible sobre la cosa embargada, y así se ratifique el embargo, expresa la norma que se
respetará el derecho del tercero. Este derecho –conforme al citado artículo 546- debe serle respetado aun
en caso de remate, lo que significa que ni el embargo ejecutivo, ni la entrega del bien en los casos de los
artículos 528, 530 y 572 del Código de Procedimiento Civil, conlleva a la desocupación del inmueble por
parte del tercero que interponga una oposición.
La oposición del tercero prevista en el Código de Procedimiento Civil (artículo 546), es al embargo, pero
siendo tal figura una manifestación del derecho de defensa, ella tiene que ser aplicable a la entrega
forzosa, distinta al embargo. De allí, que a esta Sala asombra, la ilegal práctica forense denominada por
ella entrega material libre de cosas y personas, ya que además de no existir tal figura en la ley, ella –de
aplicarse- no podría perjudicar los derechos de los terceros, tenidos en cuenta, no solo para fundar la
oposición a las medidas, sino para desvirtuar en la fase ejecutiva los acuerdos entre partes que les
puedan ser perjudiciales, como son los derechos prevenidos en los artículos 554 y 562 eiusdem.
El respeto a los derechos del tercero, mientras no se diluciden, evita sean desocupados de los inmuebles
al ejecutarse estas medidas, y obliga al ejecutante o al adjudicatario en remate, según los casos, como
causahabiente de los derechos de propiedad y posesión sobre el bien, así como de los derechos
principales, accesorios, derivados que sobre la cosa tenía el ejecutado, al hacerlos valer contra el
ocupante del inmueble en juicio aparte, donde éste haga valer sus derechos para la desocupación.
Luego, la sentencia en contra del tercer opositor con motivo de la oposición del artículo 546 del Código
de Procedimiento Civil, lo que permite es que se siga la ejecución sobre el bien al cual se le ratificó el
embargo, pero sus efectos no van mas allá, ya que la oposición al embargo solo versa sobre si se
mantiene o no la medida sobre el bien, y hasta allí llega la declaración judicial, más no sobre los
derechos de los terceros, que deberán ser dilucidados aparte, bien porque éstos acudan a la vía de la
tercería (artículos 370, ordinal 1º y 546 eiusdem), o bien por el ejecutante o al adjudicatario del bien en
remate, hagan valer los derechos del propietario o poseedor, en juicio aparte, contra el tercero ocupante.
Siendo éste el marco legal de la ejecución, la “entrega material” no podrá desconocer los derechos del
arrendatario (tercero con relación al juicio entre Texeira y Rodríguez), a continuar gozando del bien
arrendado, hasta que el contrato de arrendamiento terminara por causas legales, y por tanto, la medida
contra el ejecutado no podrá perjudicar a quien no era deudor condenado, como lo pretendió la decisión
impugnada.
El que las medidas ejecutivas no contraen la desocupación de terceros, como los arrendatarios, se deduce
del propio Código de Procedimiento Civil, cuando en el artículo 542 otorga derecho al depositario a
percibir los frutos de la cosa, en ese caso la embargada, sin diferenciar si el arrendamiento era anterior o
no a la fecha del embargo.
Constata la Sala, que el juicio de ejecución de Es más, los casos de entrega forzosa del bien que
contempla el Código de Procedimiento Civil, son básicamente tres, y ninguno tenía lugar en el caso de
autos. Los casos son:
1) Que en la sentencia el juez mande a entregar alguna cosa mueble o inmueble (artículo 528 del Código
de Procedimiento Civil).
2) Que en la sentencia se condene en forma alternativa la entrega de una de varias cosas por parte del
deudor, y este no diere cumplimiento a la orden en el lapso fijado por el juez para el cumplimiento.
3) Que el adjudicatario haya pagado el precio del remate y solicite se le ponga en posesión de la cosa que
se le adjudicó (artículo 572 eiusdem).
hipoteca que dio lugar al fallo impugnado mediante el amparo, terminó por un acto de autocomposición
procesal, por lo cual el Tribunal nunca ordenó en su sentencia la entrega del bien arrendado, lo que
además no podía hacerlo dentro de tal proceso; y, además, la fase ejecutiva nunca llegó a remate, por lo
que tampoco era aplicable el artículo 572 citado. En consecuencia, ninguno de los supuestos que
permitía la “entrega forzosa” había tenido lugar.
Por tratarse de una interpretación vinculante sobre el alcance del derecho de defensa y el debido
proceso, en relación con los terceros afectados por la fase de ejecución de sentencia, no quiere la Sala
dejar de advertir, que los terceros con algún derecho sobre el inmueble, que puedan hacer valer, son
aquellos que lo han adquirido antes del embargo ejecutivo o del registro prevenido en el artículo 549
del Código de Procedimiento Civil, o en los otros casos, de la sentencia que ordena la entrega del bien.
Quienes detenten por cualquier causa el bien ejecutado después de esas fechas, no lo hacen
legítimamente con relación al ejecutante o al adjudicatario, ya que el ejecutado no puede –por ser
fraudulento- en detrimento del acreedor (ejecutante) o del adjudicatario, desmejorar los derechos de
éstos, creando nuevos detentadores del bien, que entorpezcan la posesión legítima que merece obtener el
ejecutante o el adjudicatario en remate...”.(Resaltado mío)
Criterio este que fue reiterado en decisiones dictada por la Sala Constitucional, sentencia No. 222,
de fecha 09/03/2005, con ponencia del Magistrado JESUS EDUARDO CABRERA ROMERO;
expediente No. 03/2688; y sentencia No.1202, de la Sala Constitucional de fecha 16/06/2006, con
ponencia de la Magistrada CARMEN ZULETA DE MERCHAN, expediente No. 05/1339.
Al respecto, Establece el artículo 87 del Decreto con fuerza de Ley Orgánica de la Procuraduría General
de la República (publicada en Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela Nº 5.892,
extraordinaria del 31/07/2.008) lo siguiente:
Esta norma procesal establece prerrogativas y privilegios que gozan la República, los Estados y los
Municipios, y todos los Institutos Públicos, según el artículo 98 de la Ley Orgánica de la Administración
Pública (publicada en Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela Nº 5.890, extraordinaria
del 31/07/2.008) que dispone que los Institutos Públicos gozaran de los privilegios y prerrogativas que la
ley le otorgue a la Republica, los Estados, los Distritos Metropolitanos o los Municipios. Esta misma ley
anteriormente citada en el artículo 96, define quienes son los Institutos Públicos, al expresar que son
personas jurídicas de derecho público de naturaleza fundacional, creadas por Ley Nacional, Estadal u
Ordenanza Municipal, dotada de patrimonio propio con las competencias determinadas en éstas.
Las partes involucradas en este proceso de ejecución de sentencia son la Gobernación del Estado
Portuguesa, ente político territorial y el Instituto de Vialidad y Transporte del Estado Portuguesa,
organismos públicos creados con personalidad jurídica y patrimonio propio mediante decreto que goza
también de los privilegios procesales y prerrogativas que la ley otorga a la Nación, a los Estados y a los
Municipios. La ejecución de sentencia contra la Nación, los Estados, los Municipios, los Distritos
Metropolitanos y los Institutos Públicos gozan de privilegios procesales, en el sentido que no pueden ser
ejecutados como cualquier particular o persona jurídica colectiva, ya que la ley le otorga prerrogativas y
privilegios procesales, que no es una imposibilidad para su ejecución, sino como el sometimiento a un
procedimiento especial para ejecutar lo juzgado, en este sentido, la vigente Ley Orgánica de la
Procuraduría General de la República establece el procedimiento, la forma y manera que se llevará a cabo
la ejecución de la sentencia cuando haya sido condenada la República.
La Ley Orgánica del Poder Público Municipal, establece el procedimiento para la ejecución de sentencia
que haya recaído en contra de la entidad pública territorial del Municipio, a tales efectos, consagra el
Artículo 160 de la citada ley, lo siguiente:
…“Cuando el Municipio o una entidad municipal resultaren condenados por sentencia definitivamente
firme, el Tribunal, a petición de parte interesada, ordenará su ejecución. A estos fines, notificará al alcalde
o alcaldesa o a la autoridad ejecutiva de la entidad municipal, que debe dar cumplimiento voluntario a la
sentencia dentro de los diez días siguientes a la notificación. Dentro de ese lapso, el Municipio o la
entidad municipal, según el caso, podrá proponer al ejecutante una forma de cumplir con la sentencia. Si
esa forma fuere rechazada, las partes podrán suspender el lapso establecido para la ejecución voluntaria
por el tiempo que se convenga o realizar actos de composición voluntaria. Transcurrido el lapso para la
ejecución voluntaria sin que la sentencia se haya cumplido, se procederá a la ejecución forzosa.”…
En este sentido, La Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia en sentencia de fecha 28/11/2002
(Caso Instituto Autónomo de Salud del Estado Apure, INSALUD APURE) señaló
“…De manera que las prerrogativas no constituyen un impedimento para el ejercicio del Derecho de
acceso a la justicia y a la tutela judicial efectiva, que se vería materializado, en este caso, con la
ejecución de la sentencia, sino que más bien, tales normas son reguladoras de un procedimiento especial
de ejecución, que garantiza la continuidad de los servicios públicos y la protección del interés general,
por lo que el juez, para hacer efectivo el cumplimiento de lo fallado, debe recurrir al sistema con el
mismo orden de prelación –dispuesto en el texto normativo- que la ley pone a su disposición para hacer
ejecutar la cosa juzgada por parte de La Republica, y de no resultar efectivos tales mecanismos, en
última instancia , y en aras de garantizar el efectivo ejercicio del derecho de acceso a la justicia, puede
acudir a la ejecución forzosa del fallo a través del procedimiento ordinario…”
“…En este sentido debe señalarse que si bien es cierto que la Ley Orgánica de administración Pública
consagró la aplicación de los privilegios procesales a entes distintos a la Republica, como es el caso de
los Institutos Autónomos (artículo 97), tal normativa no hizo extensivo dicho privilegio a las denominadas
Empresas del Estado, ya que es menester aclarar que para tal privilegio sea aplicable a determinado ente
público es necesario que exista expresa previsión legal al respecto…”
Conviene igualmente recordar que el privilegio procesal, no es otra cosa que una concesión legal que
asiste a un determinado sujeto de derecho, mediante el cual se le exime de determinadas obligaciones que
son inherentes al común de las personas, como por ejemplo, el artículo 16 de la Ley Orgánica de Hacienda
Pública Nacional que prohíbe la aplicación de medidas ejecutivas preventivas o ejecutivas sobre los
derechos, bienes, rentas, derechos o acciones pertenecientes a la Nación, erigiéndose esta en un
privilegio que es la excepción a la norma, ya que al resto de las personas naturales o jurídicas le son
aplicables estas medidas, otro ejemplo seria la prerrogativa procesal que establece la suspensión de la
causa por efectos de la notificación del Procurador General de la República.
En este sentido, se enfatiza que, dado el carácter público del fin que persiguen estos entes, debe aplicarse
un régimen especial de ejecución del fallo, con el objeto de preservar el principio de legalidad
presupuestaria y la prestación del servicio y, al mismo tiempo, respetar el derecho legítimo de aquel que
resultó favorecido por una decisión judicial luego de transitar un proceso.
De allí que, el Decreto con Fuerza de Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República, prevé, en
los artículos antes transcritos, un procedimiento especial para la ejecución de los fallos que tengan carácter
de cosa juzgada, procedimiento en el cual, de no haber acuerdo entre las partes, los montos a ser
cancelados por el Estado, deben ser cargados a los próximos dos ejercicios presupuestarios
Ahora bien, buscando la forma de dejar más claro el tema, traemos a colación la Sentencia de la
Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, dictada en el expediente N° 02-0154 de fecha
06 días del mes de julio de dos mil cuatro, mediante la cual plasmó el siguiente criterio:
No obstante, la Sala considera que si bien puede aplicarse el procedimiento de ejecución forzosa de las
sentencias condenatorias de carácter patrimonial contra los entes Municipales, y el tribunal establecer
los mecanismos necesarios para el pleno cumplimiento de sus fallos, no resultan procedentes, por
mandato expreso del artículo 16 de la Ley Orgánica de la Hacienda Pública Nacional, en concordancia
con el artículo 102 de la Ley Orgánica de Régimen Municipal, las medidas de embargo preventivo o
ejecutivo contra los bienes, acciones y derechos de los Municipios…”
TEMA N°2
PREVENTIVO EJECUTIVO
Se puede hacer en cualquier etapa del proceso. Solo procede en estado de ejecución de
sentencia
Sólo procede sobre bienes muebles propiedad del Procede tanto bienes muebles como
demandado. Inmuebles
Puede ser solicitado por cualesquiera de las partes Sólo podrá ser solicitado por el vencedor
que lo estime necesario del pleito
Con el embargo ejecutivo se elimina algunos privilegios e inmunidades que afectan al embargo
preventivo, tal es el caso de la inembargabilidad por vía preventiva del sueldo de los miembros del cuerpo
castrense: oficiales, militares y personales de tropa.
Si se embargan sumas de dinero no hay que designar depositario judicial. El tribunal suplirá tales
funciones hasta entregar el dinero en ejecutante.
EFECTOS:
1. Quedan suspendidos los beneficios de disponer y disfrutar que son propios a la propiedad sobre la
cual recae la medida
2. La cosa embargada podrá ser perseguida en manos de quien se encuentre,
DISPOSICIONES RELATIVAS AL EMBARGO DE BIENES (Arts. 534 al 538 CPC) (Arts: 517 al
545 Proyecto de Reforma del CPC).
Según el Código de Procedimiento Civil, en su artículo 534 que señala: “El embargo se practicará sobre
los bienes del ejecutado que indique el ejecutante. En cualquier momento en que el ejecutado ponga a
disposición del Tribunal bienes suficientes para llevar a cabo la ejecución, el Tribunal decretará el
levantamiento del embargo que se haya practicado sobre el inmueble que le sirve de morada.
Un mismo bien podrá ser objeto de varios embargos. Los derechos de los que los hayan hecho practicar
se graduarán por su orden de antigüedad. Rematado el bien, el derecho de los embargantes se trasladará
sobre el precio en el mismo orden y cuantía en que hayan sido practicados los embargos. Quedan a salvo
las preferencias y privilegios legales”.
¿CÓMO SE PRACTICA UN EMBARGO? (Art. 536 CPC): se debe saber cómo describir los bienes
objeto del embargo, porque quien señala los bienes objeto del embargo es la parte ejecutante, a través de
su abogado. Entonces, este es el momento del levantamiento del acta del embargo, tiene que hacer una
identificación plena del bien objeto del embargo; para diferenciarlo de otros bienes del mismo género y de
la misma especie.
Se recomienda embargar los bienes que tengan mayor valor, que sean fáciles de poderse expropiar,
para obtener de una forma rápida y expedita un dinero, con el cual satisfacer al ejecutante.
PROCEDIMIENTO:
Cuando se embargan cantidades de dinero en el embargo ejecutivo, éstas van al ejecutante; a diferencia
del embargo preventivo, el dinero se queda en el deposito de un banco.
La potestad del Juez para ordenar la apertura de puertas, depósitos o recipientes, utilizando los
servicios, hasta donde sea posible, de un cerrajero profesional, o de técnico en la apertura del recipiente de
que se trate
La forma en que han de realizarse los embargos de créditos, que se efectuará mediante notificación al
deudor del crédito embargado, en la morada, en la oficina o establecimiento de este; y en defecto de la
presencia de este, mediante notificación al representante legal o judicial de la persona jurídica, si este
fuere el caso, por cualquiera de los directores o gerentes o por e receptor de correspondencia de la
empresa, debiendo constar, en todo caso, el nombre, apellido y cédula de identidad de la persona
notificada.
No participan de esta escala los embargos que por razón de cautelas en los juicios de divorcios, exceso en
la administración conyugal y otros comprendido dentro del concepto del patrimonio conyugal.
El señalamiento de los bienes a embargar los realizará preferentemente el propio embargado, siempre
que no haya perjuicio para el embargante, conforme con el Art. 597 del CPC.
Practicado el embargo ejecutivo, una de las características del procedimiento de ejecución, es que como
ha nacido un título ejecutivo, que es la sentencia definitivamente firme, que se origina y nace por un
proceso previo de cognición, las defensas que puede dar el ejecutado en la fase de ejecución de sentencias
son limitadas y taxativas; en el sentido, que el ejecutado no puede tener las mismas defensas que tenía en
la fase de cognición.
Las defensas son taxativas porque las partes de común acuerdo deciden suspender la ejecución.
La ejecución, no solo puede suspenderse por la voluntad de las partes, sino también por la muerte del juez,
del ejecutante o del ejecutado; en estos casos se debe notificar a los herederos, en estos casos también se
suspende la ejecución.
Si en el proceso se practicare EMBARGO EJECUTIVO sobre bienes que no son propiedad del ejecutado,
sino de un tercero, ese tercero tiene 2 vías para atacar la practica de ese embargo: la OPOSICIÓN AL
EMBARGO, y la TERCERÍA, que son la adhesiva, la excluyente o la de dominio. Tercería, que en este
caso es tercería de dominio, porque se invoca la propiedad de la cosa embargada. La ejecución no puede
perjudicar ni dañar a los terceros; y si los daña, la ley contempla la forma de que el tercero pueda hacer
valer sus derechos, que es la OPOSICIÓN AL EMBARGO, conforme a las previsiones del artículo 546
del Código de Procedimiento Civil; En ese sentido la referida norma adjetiva establece que si se
presentare algún tercero alegando ser el tenedor legítimo de la cosa, el juez aunque actúe por comisión en
el mismo acto suspenderá el embargo o la entrega del bien;
previamente evaluar los dos (2) requisitos concurrentes que prevé la norma cuales son, que exhiba el
opositor una prueba fehaciente de la propiedad de la cosa por un acto jurídico válido y constatar
que la cosa se haya efectivamente en su poder.
si en el momento de la ejecución del embargo se presentara algún tercero alegando ser el tenedor legítimo
de la cosa, el Juez aunque actúe por comisión, en el mismo acto, suspenderá el embargo, siempre y cuando
el opositor reúna los requisitos exigidos por la norma de marras las siguientes CONDICION: demuestre
posesión y titularidad
PRUEBA FEHACIENTE. Es aquella que genere en el Juzgador la convicción de que ciertamente le asiste
la razón al tercero, por ello creemos que la prueba fehaciente debe reunir las siguientes características: 1°.-
Debe ser un medio documental, pues es la mínima formalidad de la que se puede desprender la
fehaciencia de la prueba. 2°.- Debe ser preconstituido, es decir, anterior al decreto o a la ejecución de la
medida. 3°.- Debe ser representativo de un acto jurídico válido, es decir, que el instrumento demuestre la
existencia del derecho reclamado por el tercero, como derivación de un negocio celebrado conforme a la
Ley. 4°.- Debe demostrar que el tercero es el titular del derecho reclamado, y 5°.- El instrumento debe
generar al Juzgador, la convicción de que al tercero, le asiste el derecho invocado.
“…Conforme al artículo transcrito, para que prospere la oposición del tercero al embargo, este tiene que
comprobar ante el juez de la causa de manera sumaria que es propietario legítimo y poseedor de la cosa
embargada, pues el legislador exige que el opositor demuestre en forma concurrente que la cosa se
encuentre verdaderamente en su poder y que es su propietario legítimo, a través de una prueba fehaciente
capaz de constituir un acto jurídico valido…”
Por su parte, el Doctor IVAN DARIO TORRES, en su obra titulada “Medidas Preventivas y ejecutivas en
la Ley Orgánica Procesal del Trabajo (página 179), establece tres (03) requisitos para hacer procedente la
intervención del tercero en el embargo practicado con ocasión del procedimiento en ejecución de
sentencia: 1) Que el tercero sea el tenedor legítimo de la cosa embargada; lo cual deberá demostrar
fehacientemente por un acto jurídicamente válido; 2) Que la cosa embargada este realmente en su poder; y
3) Que la oposición se formule en tiempo oportuno.
En este orden de ideas, Respecto a la posibilidad de que los terceros se opongan a CUALQUIER
MEDIDA PREVENTIVA por la vía incidental prevista en el artículo 546 del Código de Procedimiento
Civil, se ha pronunciado la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, en los siguientes
términos:
“...la Sala juzga que contra el decreto y ejecución de las medidas cautelares, la empresa accionante podía
haber formulado la oposición prevista en el artículo 546 del Código de Procedimiento Civil, el cual
constituye un medio ordinario, eficaz y especialísimo, para impugnar la eficacia del decreto, sin que pueda
alegarse que contra la medida de secuestro no era posible su interposición, pues el artículo 604 eiusdem,
describe la posibilidad del tercero para ejercer oposición en contra de las medidas cautelares.
Ahora bien, aunque la doctrina ha discutido la posibilidad para el tercero de realizar oposición a la medida
preventiva de secuestro, cuando apoye su pretensión en el artículo 546 del Código de Procedimiento Civil,
esta Sala, acorde con su doctrina y en resguardo de la garantía constitucional a la tutela judicial efectiva,
plasmada en el artículo 26 del Texto Constitucional, ha dejado sentado lo siguiente:
‘Por otra parte, contra el decreto y ejecución de las medidas cautelares, las empresas accionantes podían
haber formulado la oposición prevista en el artículo 546 del Código de Procedimiento Civil, el cual
constituye un medio ordinario, eficaz y especialísimo, para impugnar la eficacia del decreto, sin que pueda
alegarse que contra la medida de secuestro no era posible su interposición, todo conforme lo dispuesto por
el artículo 604 del Código de Procedimiento Civil, de cuyo texto emerge la posibilidad del tercero para
ejercer oposición en contra de las medidas cautelares.
En este sentido, la doctrina ha discutido la posibilidad para el tercero de realizar oposición a la medida
preventiva de secuestro, cuando apoye su pretensión en el artículo 546 del Código de Procedimiento Civil.
(...)
Esta Sala, acorde con su doctrina y en resguardo de la garantía constitucional a la tutela judicial efectiva
plasmada en el artículo 26 del Texto Constitucional dejó sentado lo siguiente:
‘Ello revela, a juicio de esta Sala que, una vez dictada la medida de secuestro, la empresa accionante
contaba con la posibilidad de ejercer una tercería, de conformidad con lo dispuesto en el ordinal 1° del
artículo 370 del Código de Procedimiento Civil; sin embargo, esta vía judicial prevista de manera especial
y precisa en el Código adjetivo para la defensa de los derechos e intereses de aquellas personas que sin ser
partes en la causa, requiere de un trámite que no es breve ni sumario, y por lo tanto, no puede ser
considerado como un medio judicial idóneo para la protección inmediata de los derechos de un tercero
ajeno a la demanda. Conforme a los artículo 373 y siguientes del indicado Código de Procedimiento Civil,
quien intenta la tercería se inserta en un procedimiento largo, que no permite el restablecimiento
inmediato de la situación jurídica infringida por la violación de derechos y garantías constitucionales…’
(Confróntese. Sentencia n° 1130 del 5 de octubre de 2000, con Ponencia del Magistrado doctor Jesús
Eduardo Cabrera Romero).
En efecto, considera esta Sala, que los artículos 26, 49 y 257 de la Constitución de la Republica
Bolivariana de Venezuela hacen posible la oposición al embargo, consagrada en el artículo 546 del Código
de Procedimiento Civil, en la medida en que la tutela judicial efectiva exige cualquier medio idóneo eficaz
para garantizar la propiedad del tercero que presentare prueba fehaciente de su derecho a la cosa por acto
jurídico válido.
Bajo la nueva perspectiva constitucional, por tanto, la tutela judicial efectiva frente a la violación a
derechos o garantías constitucionales no puede menos que avalar el uso de los medios judiciales
ordinarios creados por el legislador para sostener la defensa de los derechos e intereses del justiciable (Ver
sentencia de la Sala del 9 de noviembre 2001 exp. nº 00-2202).’Los artículos 26, 49 y 257 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela hacen posible la oposición a cualquier medida
preventiva, mediante el medio contemplado en el artículo 546 del Código de Procedimiento Civil; además,
no existe argumento legal, que pueda hacer nugatorio el derecho de un tercero que evidentemente no
forma parte de la situación o relación procesal, para que a través de los medios ordinarios, establecidos
por el legislador, obtenga la tutela jurisdiccional del derecho sustancial reclamado.
Según la Sala de Casación Civil del TSJ, en sentencia N° 64 de fecha 05/04/2001, Exp. Nº 99-836,
los Requisitos de procedencia de la oposición al embargo:
“…En el Código procesal vigente, la oposición a la medida de embargo sufrió modificaciones sustanciales
a como se encontraba prevista en el Código de Procedimiento Civil, de 1916. En efecto, el artículo 469 del
precitado Código derogado, exigía la demostración de la posesión, por un acto jurídico que la ley no
considerara inexistente. En cambio en el vigente, solamente es procedente la comprobación de la
propiedad de la cosa por un acto jurídico válido.-
“...Según la doctrina, la oposición al embargo ‘es la intervención voluntaria del tercero, en la cual éste
impugna por la vía incidental el embargo practicado sobre bienes de su propiedad, o alega que los posee a
nombre del ejecutado, o que tiene un derecho exigible sobre la cosa embargada’. (A. Rengel Romberg.
Tratado de Derecho Procesal Civil Venezolano. Tomo III. Pág. 154).
La oposición al embargo tiene como característica: a) Es una de las formas de intervención de terceros en
la causa, que no excluye la pretensión del actor, ni concurre con él en el derecho reclamado, sino en
protección de su derecho sobre la cosa que ha sido embargada. b) Que procede la oposición cuando el
tercero alega ser tenedor legítimo de la cosa y presenta título fehaciente de su derecho de propiedad por un
acto jurídico válido.
El criterio expuesto en el artículo 546 del Código de Procedimiento Civil, exige que la cosa se encuentre
verdaderamente en poder del tenedor y que presente prueba fehaciente de su propiedad por un acto
jurídico válido. Por eso, la oposición al embargo la tiene que hacer el propietario de la cosa embargada
que tiene la posesión legítima de ella. Para que prospere la oposición al embargo, el tercero tiene que
comprobar sumariamente que es propietario de la cosa embargada.
Ahora bien, cuando se trata de bienes embargados sobre los cuales la ley exige la solemnidad del Registro
Público, como el caso de embargo de bienes inmuebles, la doctrina y la jurisprudencia de este alto tribunal
han venido sosteniendo que... ‘La oponibilidad se extiende igualmente a los actos de adquisición de
derechos cuyo título debe registrase, de suerte que si el comprador de un inmueble, un vehículo, una nave
o cuotas de participación de una sociedad de responsabilidad limitada, no exige el título registrado, su
oposición petitoria no puede prosperar, a tenor del artículo 1.924 del Código Civil’. (Ricardo Henríquez
La Roche. Medidas Cautelares. Pág. 253)....”
En este mismo sentido se pronunció en sentencias de 10-10-90 y 16-6-93, citadas en el mismo fallo.
En el caso de autos, la opositora hizo oposición al embargo del bien inmueble, involucrado en el presente
asunto, con la copia certificada de una sentencia que no ha sido registrada, ignorando el juzgador que las
decisiones judiciales tienen efectos “RES INTER ALIOS IUDICATA” es decir que solamente tiene
efectos entre las partes, y no daña ni aprovecha a terceros.-
EL artículo 1.924 del Código Civil, es muy claro al respecto cuando expresa:
“Los documentos, actos y sentencias que la Ley sujeta a las formalidades del registro y que no hayan sido
anteriormente registrados, no tienen ningún efecto contra terceros, que por cualquier título, hayan
adquirido y conservado legalmente derechos sobre el inmueble.
Cuando la Ley exige un título registrado para hacer valer un derecho, no puede suplirse aquél con otra
clase de prueba, salvo disposiciones especiales.”
Por tanto, no es válida jurídicamente la sentencia que acuerde el derecho de propiedad sobre un inmueble,
si ésta no ha sido autorizada con la solemnidad del registro para que pueda ser oponible a terceros.-
En consecuencia, estima la Sala, en la recurrida se infringe el artículo 1.924 del Código Civil, en su
interpretación y alcance, al declarar con lugar la oposición al embargo de un bien inmueble con la
presentación únicamente de la sentencia que acuerda el derecho, sin que previamente se hubiere
protocolizado en la oficina de Registro Público correspondiente.
En relación con la denuncia del artículo 546 del Código de Procedimiento Civil, por errónea
interpretación, la Sala la considera procedente por cuanto, al declarar el juez de la recurrida con lugar la
oposición al embargo del bien inmueble dándole valor “erga omnes” a la copia de la sentencia sin
protocolizar, desconoció, que dicho título no puede ser oponible a terceros y solamente tiene valor entre
las partes.-….”
Conforme a las precisiones de las normas contenidas en los artículos 551, 552 y 553 del Código de
Procedimiento Civil, y muy especialmente se colige que el “El cómputo de los días que deben mediar
entre las diferentes publicaciones, se hará como se establece en el artículo 197.”, esto por aplicación del
ya indicado precepto del artículo 553 del Código Adjetivo; es decir, se aclara que si no se cumple con lo
preceptuado en dichas normas; sobre viene la reposición del proceso ejecutorio, por la falta de
observancia de la referida precisión legal, encontrando nuevamente en este estadio procesal el Órgano
Jurisdiccional, que la parte actora incurre en supresión de las formas legales, al haber realizado las
publicaciones en lapsos que difieren totalmente con el alcance normativo reseñado, produciendo el
desorden cronológico, viciando en forma reiterativa la fase publicitaria a la que se contraen las normas
precedentemente referidas, lo cual debe atraer al Sustanciador la obligación de verter un pronunciamiento
repositorio, en guarda y defensa de los derechos e intereses de los terceros que por anuncio del acto de
remate quieran intervenir en la causa como postores y posibles adquirientes del bien anunciado.
En el último cartel, o en el único cartel si hubiere habido supresión por convenio de las partes, se indicará
además el justiprecio de la cosa, o de cada una de ellas si fueren varias; los gravámenes que éste tenga, y
el lugar, día y hora en que se efectuará el remate.
Para conocer los gravámenes oficiará el Juez con debida anticipación al Registrador del lugar donde esté
situado el inmueble pidiéndole noticia de ellos. Estas diligencias se harán por cuenta del ejecutante.
CERTIFICACIÓN DE GRAVÁMENES (Art. 555 CPC) (Parte Final)
Para conocer los gravámenes oficiará el Juez con debida anticipación al Registrador del lugar donde esté
situado el inmueble pidiéndole noticia de ellos. Estas diligencias se harán por cuenta del ejecutante.
Por ejemplo, Que el primer cartel de remate fue publicado en fecha 07 de diciembre de 2011 y los
segundos fueron publicados en fecha 23 de enero de 2012; para esa fecha en que los segundos carteles
fueron publicados transcurrieron más de los diez días siguientes al de la primera publicación.
Violando lo dispuesto en el Artículo 552 del Código de Procedimiento Civil: “El remate de los bienes
inmuebles se anunciará, en tres (3) distintas ocasiones, de diez en diez días mediante carteles que se
publicarán en la misma forma indicada en el artículo anterior”. Lo que implica que en el presente caso no
se ha hecho la publicación del segundo cartel de diez en diez días como el citado artículo.
La Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, en sentencia de fecha 16 de Abril de dos mil
siete (2007) con ponencia del Magistrado PEDRO RAFAEL RONDÓN HAAZ, Exp. 03-2515, sostuvo:
“… esta Sala reconoce que para el momento cuando correspondía la publicación del tercer cartel-
diciembre de 2002- hubo una situación conflictiva a nivel nacional que pudo efectivamente hacer
imposible la publicación tempestiva de dicho cartel. No obstante, en este caso hay que tomar en
consideración si, precisamente en derivación de la antedicha situación, se afectaron o no el goce de los
derechos y garantías constitucionales en el proceso.
La subversión del orden de publicación de los carteles de remate no pudo subsanarse de forma
voluntaria y libre por una de las partes, como acaeció en este caso. La apelante arguyó que la
publicación y posterior consignación del tercer cartel fue realizada cuando se había levantado el paro
nacional y que, por ende, había sido diligente en el cumplimiento de sus deberes procesales.
Dicha actitud de la demandante en el proceso originario, aún si se considera diligente, dejó en estado de
indefensión a la demandada, pues no le fue posible la obtención de certeza acerca de la oportunidad de
realización del acto de remate. Así, el agravio constitucional que sufrió es atribuible al juzgado de la
causa pues el juez, como director del proceso, debió ordenar la corrección de la subversión
procedimental, para así garantizar el cabal ejercicio de las garantías constitucionales del proceso.
El artículo 14 del Código de Procedimiento Civil, establece: “El juez es el director del proceso y debe
impulsarlo de oficio hasta su conclusión a menos que la causa esté en suspenso por algún motivo legal.
Cuando esté paralizada el juez debe fijar un término para su reanudación que no podrá ser menor de diez
días después de notificación de las partes o sus apoderados.”
Esta norma preceptúa el principio general de que el juez es el conductor del proceso y sobre él pesa la
obligación consecuente de impulsarlo hasta su conclusión. Si bien la regla general es que las partes están
a derecho, el juez debe cumplir un papel tutor en la causa a favor de que esta mantenga la marcha
correspondiente, con el debido acatamiento a los derechos constitucionales que informan la actividad
jurisdiccional.
En el caso sub examine, las partes estaban a derecho; sin embargo, el juez debió tomar correctivos a la
subversión del orden de publicación de los carteles y no debió permitir su publicación bajo el libre
arbitrio del demandante, a través, por ejemplo, de la fijación de una fecha para la publicación del cartel
restante. Dicha omisión del juzgado de la causa violó el derecho a la defensa del demandado quien no
pudo asistir al acto de remate debido a la incertidumbre que se generó a raíz de la publicación
extemporánea del último cartel. Así se declara...” (Negrillas adicionadas)
De igual forma dispone la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, en sentencia de fecha 03
de septiembre de 2003 con ponencia del Magistrado: Iván Rincón Urdaneta, Exp. 02-2552 lo siguiente:
“… el legislador procesal ha dispuesto que el remate de los bienes inmuebles se publicará en tres
ocasiones distintas (primer, segundo y tercer cartel), de diez en diez días, como lo ordena el artículo 552
del Código de Procedimiento Civil, norma que vale decir, es de estricto orden público. Con lo cual el
presunto agravio al derecho constitucional de la solicitante, que se consumaría con el remate, no resulta
inminente en la realidad, sino que por el contrario deberá aguardar al cumplimiento de las formalidades
y lapsos previstos por el legislador para su verificación; en este caso, la publicación y consignación del
segundo y tercer cartel de remate, en las oportunidades respectivas… “
De las sentencias supra transcritas emerge la necesidad de respetar el orden de publicación de los
carteles de remate a objeto de salvaguardar los derechos constitucionales de las partes, lo contrario
significaría una subversión del procedimiento, debido a ello, el Juez como director del proceso debe
reponer la causa al estado de publicar nuevamente el primer cartel de remate, y una vez publicado
debe ser consignado ante este tribunal con prontitud, a los efectos de que el tribunal disponga de
cierto tiempo para librar el segundo cartel de remate a objeto de que la publicación tenga lugar al
décimo día y así sucesivamente hasta completar los tres carteles de remate.
JUSTIPRECIO COMISION
Cuando los bienes que vayan a ser objeto del justiprecio estén situados fuera de la jurisdicción del
Tribunal, éste comisionará a uno competente del lugar donde se encuentren los bienes, para que efectúe
las diligencias del justiprecio.
OBSERVACIONES DE LAS PARTES. FALTA DE ACUERDO DE LOS PERITOS PARA LA
FIJACIÓN DEL JUSTIPRECIO (Art. 558 CPC)
Designados los peritos y pasada la oportunidad de su recusación, las partes presentarán al Tribunal a los
que hayan nombrado para que el Juez tome juramento de cumplir su encargo con honradez y conciencia.
Si hubiere peritos designados por el Tribunal serán notificados mediante boleta, a menos que éstos se
presenten voluntariamente.
Una vez juramentados los peritos, el Juez, de acuerdo con ellos, fijará oportunidad para que concurran al
Tribunal, y reunidos en la oportunidad señalada, oirán las observaciones que deseen hacerles las partes
que puedan contribuir a la fijación del valor racional de las cosas.
ACTA DE JUSTIPRECIO. OTRAS FORMAS DE PRESENTAR EL PERITAJE.
JUSTIPRECIO ACTA (Art. 559 CPC)
De la reunión y decisión de los peritos se levantará un acta que contendrá las razones y argumentos que
sirvieron de fundamento para la fijación del justiprecio y el valor asignado al bien o bienes objeto de él.
También podrán los peritos consignar el justiprecio mediante escrito que entregarán al Tribunal el día
fijado para la reunión. Normalmente, los peritos hacen un informe escrito dirigido al Juez, expresando las
razones de su decisión, contentivo de tres partes: a.- Narrativa. – b.- Motiva y c.- Dispositiva.
JUSTIPRECIO VINCULANTE (Art. 560 CPC)
El justiprecio fijado por los peritos de acuerdo con las disposiciones anteriores será vinculante para el
Juez.
Ahora bien, con la finalidad de dar más inteligencia a este material de apoyo, es necesario traer a colación
la sentencia Nro. 1176 de fecha 09 de junio de 2005 dictada por la Sala Constitucional del Tribunal
Supremo de Justicia, en la cual se estableció lo siguiente:
“…la Sala observa que el Código de Procedimiento Civil establece:
Artículo 558:“...Una vez juramentados los peritos, el Juez, de acuerdo con ellos, fijará oportunidad para
que concurran al Tribunal, y reunidos en la oportunidad señalada, oirán las observaciones que deseen
hacerles las partes que puedan contribuir a la fijación del valor racional de las cosas...”. (Subrayado de
la Sala).
Artículo 559: “De la reunión y decisión de los peritos se levantará un acta que contendrá las razones y
argumentos que sirvieron de fundamento para la fijación del justiprecio y el valor asignado al bien o
bienes objeto de él. También podrán los peritos consignar el justiprecio mediante escrito que entregarán
al Tribunal el día fijado para la reunión”. (Subrayado de la Sala).
Artículo 561: “El mismo día de la reunión de los peritos en el Tribunal para la fijación del justiprecio,
podrán las partes impugnar el resultado por error sobre la identidad o calidad de la cosa justipreciada
(omissis)”.
Ahora bien, de las actas que conforman el presente expediente se observa que el 11 de marzo de 2004, el
Juzgado Sexto de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial
del Área Metropolitana de Caracas, fijó para el tercer día de despacho siguiente la celebración de una
audiencia para recibir el informe pericial sobre el avalúo del bien a rematar y para oír a las partes, con
el fin de establecer el justiprecio del referido bien.
Asimismo, corre inserto al folio 137 del presente expediente, el cómputo realizado por la Secretaría del
mencionado Tribunal, el 11 de mayo de 2004, donde expresamente señaló:
“El Suscrito RICARDO SPERANDIO ZAMORA, Secretario, Titular del JUZGADO SEXTO DE
PRIMERA INSTANCIA EN LO CIVIL, MERCANTIL Y DEL TRÁNSITO DE LA CIRCUNSCRIPCIÓN
JUDICIAL DEL ÁREA METROPOLITANA DE CARACAS.- CERTIFICA: Que desde el 11/03/2004
exclusive hasta el 16/03/2004, inclusive, han transcurrido un total de TRES (03) DÍAS DE DESPACHO,
los cuales se especifican a continuación: 12, 15, 16 de marzo de 2004”.
De la trascripción anterior se colige que el acto para fijar el justiprecio debió realizarse el 16 de marzo
de 2004 y no un día antes (15 de marzo de 2004) como ocurrió en el presente caso, cuando los peritos
consignaron el informe respectivo. Asimismo, en esa oportunidad debió oírse a las partes, lo cual nunca
tuvo lugar, pues tampoco consta acta alguna que deje constancia de la realización de la audiencia que
debió celebrarse el 16 de marzo de 2004.
Así las cosas, resulta evidente que se impidió a la parte accionante exponer sus alegatos respecto de la
determinación del justiprecio y se incumplieron las formas y lapsos procesales establecidos en la ley, todo
lo cual configura una violación al ejercicio de su derecho a la defensa, conculcándose de igual forma, su
derecho al debido proceso. En efecto, esta Sala al delimitar el alcance de estos derechos en decisión N° 5
del 24 de enero de 2001, estableció que:
"El derecho a la defensa y al debido proceso constituyen garantías inherentes a la persona humana y en
consecuencia, aplicables a cualquier clase de procedimientos. El derecho al debido proceso ha sido
entendido como el trámite que permite oír a las partes, de la manera prevista en la Ley, y que ajustado a
derecho otorga a las partes el tiempo y los medios adecuados para imponer sus defensas. En cuanto al
derecho a la defensa, la Jurisprudencia ha establecido que el mismo debe entenderse como la
oportunidad para el encausado o presunto agraviado de que se oigan y analicen oportunamente sus
alegatos y pruebas. En consecuencia, existe violación del derecho a la defensa cuando el interesado no
conoce el procedimiento que pueda afectarlo, se le impide su participación o el ejercicio de sus derechos,
o se le prohíbe realizar actividades probatorias”.
En concordancia con los criterios anteriores, vista la imposibilidad material de la accionante de exponer
sus alegatos sobre el justiprecio y el hecho inminente de que con el valor preestablecido por los peritos se
libró el tercer y último cartel de remate del bien inmueble, resulta evidente que en el presente caso se
violaron los derechos constitucionales a la defensa y al debido proceso de la accionante, por lo que la
decisión objeto de apelación que declaró con lugar la acción de amparo y ordenó la reposición de la
causa al estado de que se cumpla con el procedimiento previsto en la Ley Adjetiva para la fijación de
justiprecio, se encuentra ajustada a derecho y debe ser confirmada. Así se declara (…)”
De la anterior trascripción se infiere palmariamente que las Normas que conforman el procedimiento de
Ejecución de Sentencia son de orden Público, por lo tanto, en las normas transcritas supra el legislador
estableció la obligatoriedad que tiene el juez de la causa, una vez juramentados los peritos, de fijar de
mutuo acuerdo con éstos oportunidad para que concurran al tribunal, a fin de que las partes puedan
formular las observaciones que estimen necesarias para la fijación del valor racional de las cosas, reunión
de la cual debe levantarse un acta. Igualmente, que los peritos podrán también consignar el justiprecio
mediante escrito que entregarán al tribunal el día fijado para la reunión, pudiendo las partes impugnar el
resultado del mismo, conforme a lo previsto en el referido artículo 561 ejusdem; es decir, aplicar a
cabalidad la disposiciones contenidas en los artículos 558, 559, 560 y 561 del Código de Procedimiento
Civil, con la finalidad de salvaguardar a las partes el derecho a la defensa y el debido proceso y evitar
reposiciones de la causa en ejecución de sentencia.
Igualmente, a manera corolario y que mis cuasi colegas ejerciten la herramienta de la lectura de la doctrina
jurisprudencial, cito la Sent Nº 1850 de fecha 05/10/2001, dictada en el Exp Nº 00-2215 con ponencia
del magistrado JESÚS EDUARDO CABRERA ROMERO
En el presente caso, consta en autos que la accionante no hizo uso de las vías ordinarias
existentes, es decir no utilizó la vía del recurso de apelación contra la decisión impugnada, sino que
interpuso una acción de amparo constitucional supliendo así las vías ordinarias existentes. Al respecto,
esta Sala dejó sentado su criterio en sentencia dictada el 24 de agosto de 1999 (caso: Luis Alberto
Baca). Dicha sentencia señaló lo siguiente:
“… 1.- Estas precisiones llevan a la Sala a afirmar que en cuanto a las partes, los fallos cuya
apelación se oye en ambos efectos, no generan –en principio- acción de amparo alguno, si ellos
contienen transgresiones constitucionales que hagan necesario acudir a dicha acción, ya que al
oírse la apelación en ambos efectos, dichas sentencias no se ejecutan y los efectos de la lesión no
se concretan; no pudiéndose considerar ni siquiera que hay amenaza de infracción, ya que el juez
de la alzada o la casación si la infracción constitucional la contiene el fallo de la última instancia
recurrible en casación, pueden impedir la concreción de los efectos lesivos a la situación jurídica.
2.- La situación varía con los fallos cuya apelación se oye en un solo efecto, o a los que se negó la
apelación o el recurso de hecho, ya que lo acordado en esas sentencias sí se ejecuta; pero sólo
cuando esa ejecución va a causar agravio constitucional a la situación jurídica de una parte, es
que ella podrá acudir a la vía del amparo para proteger su situación jurídica, ya que concretado
el agravio, las cosas no podrán volver a la situación anterior ni a una semejante. Como en todo
caso de agravio constitucional, el mismo y sus consecuencias queda a la calificación del juez.
Con respecto a los fallos cuya apelación se oye en un solo efecto, si contienen violaciones
constitucionales en perjuicio de una de las partes, la lesionada puede optar entre acudir a la vía
de la apelación, caso en que la parte considera que por este camino restablecerá su situación, o
acudir a la acción de amparo.
Si antes de que precluya el plazo para apelar, opta por la acción de amparo, en lo concerniente a
la infracción constitucional el juez del amparo será el que conozca la acción autónoma; y si el
perjudicado utilizare el recurso de apelación contra el fallo lesivo, dentro de tal recurso no podrá
decidirse lo atinente a la transgresión constitucional, ya que ante dos jueces (el de amparo y el de
la apelación) cuyo deber es mantener la supremacía de la Constitución (el amparo) en que debe
decidirla, surgiendo con respeto al de la alzada una litispendencia en ese sentido, donde impera
la pendencia acusada por la acción de amparo.
Por ello, si el agraviado opta por la vía del amparo, se le cierra la de la apelación sobre la
materia que versa el amparo. Viceversa, si el agraviado hace uso de la apelación, es porque
considera que este recurso es el óptimo para lograr el restablecimiento de la situación jurídica
infringida, y ante tal escogencia, el amparo que se incoare sería inadmisible a tenor de lo
dispuesto en el numeral 5 del artículo 6 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y
Garantías Constitucionales.
Sin embargo, si la apelación no fuere resuelta en el tiempo pautado por la ley, por causas
atribuibles al tribunal, el apelante podrá incoar amparo autónomo, para que el juez competente
conozca de la infracción que generó la dilación indebida, y además, resuelva la apelación no
decidida.
En general, el amparo y la apelación pueden coexistir, cuando el recurso de apelación tiene por
objeto la decisión de infracciones distintas a las constitucionales, por lo tanto el objeto de cada
proceso es diferente.
Por todas estas razones, el amparo constitucional no es –como se ha pretendido- un correctivo
ilimitado a cualquier situación procesal que afecte a las partes, y el juez que conoce el amparo
debe ponderar lo aquí señalado para darle o no curso (sic).
…10.- Explicado lo anterior, debe puntualizar esta Sala cuál es el verdadero alcance de la causal
de inadmisibilidad del numeral 5 del artículo 6 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y
Garantías Constitucionales, que reza: “Cuando el agraviado haya optado por recurrir a las vías
judiciales ordinarias o haya hecho uso de los medios judiciales preexistentes”, ya que puede
pensarse que tal causal colide con lo antes expuesto.
Entiende este supuesto la Sala, en el sentido de que sobre el mismo tema del amparo exista un
juicio en curso diverso al del amparo, ya que ello significa que el accionante no consideraba de
carácter inmediato la lesión de su situación jurídica; o que haya usado otros medios judiciales
para reparar su situación, como pedir al juez de la causa la aplicación del control difuso de la
constitucionalidad. Cuando esto ocurra, el lesionado no tiene derecho al amparo ya que él ha
considerado que la vía utilizada es de igual entidad que la del amparo para obtener la reparación
de su situación jurídica…”. (Subrayado de la Sala para esta ocasión).
En relación con el criterio anterior, en el caso a que se refiere la presente decisión, la accionante
tenía abierta la posibilidad de interponer el recurso de apelación o ejercer la acción de amparo
alternativamente, debido a que el fallo objeto de la presente acción, de haber sido apelado, debía oírse la
apelación en un solo efecto. En ese sentido, antes de que precluyera el plazo para apelar de la decisión
judicial, la accionante optó por interponer la acción de amparo constitucional, la cual, tal como se
señaló con anterioridad, puede ser incoada independientemente de que la parte accionante haya hecho o
no uso de los medios judiciales preexistentes, es decir, la parte lesionada puede optar por acudir a la vía
del amparo constitucional para solicitar el restablecimiento del derecho constitucional violado, siempre y
cuando el fallo contenga violaciones constitucionales en perjuicio del accionante, y condicionado a
aquellos casos en que la apelación a que hubiere lugar en la vía ordinaria deba oírse en un solo efecto.
De conformidad con el criterio antes expuesto, en virtud de que en el presente caso la accionante
interpuso la acción de amparo contra un fallo que contenía supuestas violaciones constitucionales en su
contra, y en vista de que dicha acción se interpuso antes de que precluyera la oportunidad para
interponer el recurso de apelación, esta Sala disiente, en este aspecto, al criterio del a quo el cual, en la
sentencia objeto de apelación, declaró inadmisible la presente acción de amparo, y así se declara.
En tal sentido, esta Sala, en primer término, rechaza los argumentos de la accionante en cuanto a
que la sentencia de amparo debe declarar quien posee y quien no la representación judicial de la
sociedad mercantil VIGILANTES DEL SUR C.A. con el fin de desechar la solicitud de nulidad realizada
por la supuesta representante judicial de la sociedad antes identificada. Asimismo, la Sala observa que
es improcedente fundamentar la solicitud de amparo constitucional en el hecho de que el pedimento de
nulidad del auto del 2 de marzo de 2000 haya sido desistido o no. En tal sentido, lo que sí considera
necesario esta Sala revisar es el correcto ejercicio del Juez, a través de la decisión impugnada, sobre si
los hechos narrados por el accionante son o no violatorios de la Constitución vigente en los artículos
denunciados. Al respecto, no implica violación constitucional alguna por parte del Juzgado, cuya
sentencia se impugna mediante la acción de amparo, el que incluso de oficio hubiese considerado que
existía una infracción constitucional al debido proceso o a la defensa por el hecho de que el auto del 2 de
marzo de 2000 no fijó la hora para que el perito presentara su informe.
Por lo anterior, esta Sala considera que no implica violación constitucional alguna el que el tribunal de
la causa haya hecho caso omiso al supuesto desistimiento de la solicitud de revocatoria o nulidad, o que
dicha solicitud hubiese sido hecha por una persona sin representación, ya que es una potestad del
tribunal, decidir sobre la revocatoria de una actuación que considere inconstitucional, como fue el caso
del auto del 2 de marzo de 2000.
Tomando en cuenta lo expuesto, esta Sala se encuentra obligada a analizar los fundamentos de
fondo de la decisión impugnada a manera de determinar la existencia o no de una violación
constitucional en la decisión judicial impugnada.
Tal como se señaló anteriormente, el auto del 2 de marzo de 2000, fijó el quinto (5°) día de
despacho para que el perito único designado conforme al artículo 87 de la Ley Orgánica del Trabajo,
presentara su informe. Fue entonces el 26 de abril de 2000, cuando efectivamente el perito consignó el
informe respectivo, y es en esa misma fecha cuando la supuesta representación judicial de la empresa
VIGILANCIAS DEL SUR C.A., consigna una diligencia mediante la cual impugna el auto antes indicado,
pero, igualmente, y a todo evento, se opone al informe presentado. En tal sentido, el artículo 558 del
Código de Procedimiento Civil, en el cual se fundamenta la decisión judicial impugnada, establece lo
siguiente:
“Designados los peritos y pasada la oportunidad de su recusación, las partes presentarán al Tribunal a los
que hayan nombrado para que el Juez tome juramento de cumplir su encargo con honradez y conciencia. Si
hubiere peritos designados por el Tribunal serán notificados mediante boleta, a menos que éstos se presenten
voluntariamente. Una vez juramentados los peritos, el Juez, de acuerdo con ellos, fijará oportunidad para que
concurran al Tribunal, y reunidos en la oportunidad señalada, oirán las observaciones que deseen hacerles
las partes que puedan contribuir a la fijación del valor racional de las cosas. Si las partes no concurrieren, o
una vez oídas éstas en el caso de que lo hagan, conferenciarán en privado en la misma sede del Tribunal y
procederán a efectuar la fijación del justiprecio, el cual será fijado por mayoría de votos. Si no pudiere haber
acuerdo entre los peritos para la fijación del justiprecio el Juez oirá las razones de cada uno, y en el mismo
acto establecerá el justiprecio”.
Es de notar, que el fin de la norma transcrita, aplicable al proceso laboral, es que las partes
interesadas hagan sus observaciones a manera de contribuir con la fijación de valor del bien por
el perito, y según la ley para que ese fin se cumpla se requiere que las partes tengan la
oportunidad de reunirse con él o los peritos en una oportunidad específica a manera de hacerle a
este o a éstos las observaciones que contribuyan a la fijación del valor de la cosa objeto de
remate. En tal sentido, la decisión judicial impugnada repuso la causa al momento de la nueva
fijación del día y la hora para que el perito consignara el informe respectivo, previo cumplimiento
del procedimiento descrito. El tribunal fundamentó su fallo en que, cuando el auto del 2 de marzo
de 2000 no fijó la hora específica para que el perito consignara el informe, se le violó el derecho
a las partes para hacer las observaciones que desearan o contribuyeran con la fijación del
justiprecio. Específicamente, la decisión impugnada señala:
“De la norma parcialmente transcrita [artículo 558 del Código de Procedimiento Civil] se evidencia que el
Juez debió señalar el día y la hora en que debía concurrir el perito al Tribunal para la fijación del
justiprecio; ello a los fines de que las partes puedan hacer valer las observaciones que deseen y que puedan
contribuir a la fijación del valor del bien embargado; derecho que le otorga la ley a las partes y el cual no se
dio oportunidad a los mismos (sic) para ser ejercido; por lo que a criterio de este Juzgado procede la
revocatoria de dicho auto y la reposición de la causa al estado de que sea fijada la oportunidad para la
fijación del justiprecio...” (Lo subrayado y lo incluido entre corchetes es de la Sala).
Tal como lo expresa la propia decisión impugnada, el fin de la ley es que las partes puedan hacer
observaciones para la fijación del precio, “reunidos en la oportunidad señalada”. Es evidente entonces
que, habiendo el juez fijado una oportunidad incierta, al no especificar la hora, para que las partes se
reunieran con el perito y presentaren las observaciones que consideraran, se actuó contrario al
procedimiento establecido en el artículo 558 del Código de Procedimiento Civil. Ciertamente, la parte
demandada, sociedad mercantil VIGILANTES DEL SUR C.A., en su diligencia consignada el mismo día
en que el perito presentó su informe, se opuso al mismo. Sin embargo, la empresa demandada no tuvo la
oportunidad de hacer observaciones sobre el precio del bien en presencia del perito, tal como lo establece
el Código de Procedimiento Civil, y es por ello que esta Sala está de acuerdo con la decisión del Juzgado
Décimo de Primera Instancia del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de
Caracas de reponer la causa al estado que fuera determinada de nuevo la oportunidad para la fijación del
justiprecio, manteniendo así el derecho que a las partes les otorga el artículo 87 de la Ley Orgánica del
Trabajo y el 588 del Código de Procedimiento Civil…”
FACULTAD DE LAS PARTES PARA CELEBRAR ELLAS EL PERITAJE (Art. 562 CPC)
Las partes pueden, de mutuo acuerdo celebrado durante la ejecución, efectuar ellas el justiprecio, siempre
que no perjudiquen a terceros; pues, si lo impugna algún tercero, ese justiprecio se deja sin efecto.
TEMA N° 3.- DE LA SUBASTA PÚBLICA DE LOS BIENES EMBARGADOS. (arts: 563 al 584
CPC) (arts 546 al 567 Proyecto de Reforma del CPC).
Antes de entrar a delimitar la materia de este tema, debemos analizar la subasta y remate de bienes
anticipada prevista en el artículo 564 CPC. En el Proyecto de Reforma del CPC, se refiere a la venta de
bienes corruptibles o deteriorables (art 547)
1.- Que se trate de bienes muebles expuestos a corrupción o deterioro, es decir que se trate de bienes
perecederos tales como alimentos o cualquier tipo de productos que sean susceptibles de deteriorarse o
perderse por el solo transcurso del tiempo y de bienes sujetos a descomposición (oxidación) o desperfecto
de los mismos por ser inanimados.
2.- Que los bienes estén expuestos a sufrir en su valor por la demora, esto es, cuando por el solo transcurso
del tiempo los bienes embargados puedan ver disminuido su valor de mercado.
3.- cuando el depósito de dichos bienes pueda ocasionar gastos que no guarden relación con su valor.
La venta concebida así por nuestro legislador, se considera anticipada porque solo es procedente cuando,
llevado a cabo el embargo de los bienes, pueda ocurrir que entre éstos, se encuentren algunos susceptibles
de corrupción, por lo que puede el Juez, previa la realización de una audiencia de las partes, y avalúo de
los mismos por un único perito, autorizar su venta mediante la publicación de un solo cartel de remate (art.
538 CPC).
En cambio el artículo 564, ejusdem, prevé la subasta y venta de los bienes (remate), aún cuando no se
haya llevado a cabo el procedimiento establecido para el Justiprecio de los mismos, pero ya en la fase de
remate de los bienes embargados, tal y como se lee en el orden del Código in comento cuando expresa:
“(…) CAPÍTULO IX, De la subasta y venta de los bienes (…)”, Así en este capítulo, el artículo 563 del
mismo, es la norma rectora del acto de remate, y la disposición siguiente (564), constituye la excepción a
dicho acto, puesto que la misma está dada cuando el remate verse sobre “…bienes muebles que estén
expuestos a corrupción o deterioro…” .
Ahora bien, en cuanto a los conceptos de “Corrupción” y “deterioro” a que se refieren las normas objeto
de examen, en comentarios al artículo 564 del Código de Procedimiento Civil, ha expresado el destacado
procesalista Ricardo Henríquez La Roche, en su obra Código de Procedimiento Civil, Tomo IV, página
209, lo siguiente:
“Existe una sobre-reglamentación de la venta de cosas corruptibles, lo cual es criticable: la prevista en el
artículo 538 y la que regula esta disposición. Como el primero de los artículos se refiere a bienes sujetos a
corrupción –palabra esta cuya semántica es más restringida que la palabra deterioro- habráse de concluir
que aquella disposición será aplicada por el juez antes que ésta, si la cosa es susceptible de corrupción y
no de deterioro. La diferencia en ambas dicciones radica en que la corrupción se refiere a la
descomposición de los elementos que conforman una cosa viva, como los animales y las plantas, o el
producto de éstas, como los frutos, la leche, etc. El deterioro concierne a la descomposición (oxidación) o
desperfecto de bienes inanimados.
La aplicación de una y otra norma tiene significación para el juez. La venta efectuada de acuerdo a las
reglas de este artículo 564, acarrea una responsabilidad suya si se prueba que no había necesidad de hacer
el remate de los bienes, lo cual tiene el riesgo de que la valoración errónea del juez pueda acarrearle
responsabilidad administrativa y civil. En el caso del artículo 538, la responsabilidad civil del juez
ejecutor no es aplicable, habida cuenta de que la norma no lo prevé y el juez actúa previa audiencia de las
partes y con sujeción a un justiprecio imparcial que constituye la base de las ofertas.”
Por lo tanto, en primer lugar la realización de una audiencia con las partes, el avalúo de la cosa sujeta a
remate y por último, el anuncio de su venta mediante un solo cartel, y fijará la oportunidad y lugar que
crea conveniente para efectuarlo, pero haciendo saber al público el día y la hora de la venta. La
adjudicación se hará al mayor postor, y sólo se aceptarán propuestas de contado y pago inmediato. El Juez
será responsable de los perjuicios que cause a las partes por efectuarse un remate conforme a lo previsto
en este artículo si se prueba que no había necesidad de hacerlo. Puesto que en el caso que nos ocupa,
deberá probarse si se trata de bienes sujetos a descomposición física por ser de carácter perecedero debido
a su naturaleza, en virtud de que se refiere a un bien mueble, en virtud de garantizar el debido proceso y el
derecho a la defensa de las partes, todo de conformidad con lo preceptuado en los artículos 564 del
Código de Procedimiento Civil y 37 de la Ley de Depósito Judicial.
DE LA SUBASTA PÚBLICA DE LOS BIENES EMBARGADOS (Art. 563 CPC)
Llegados el día y la hora indicados en el último o único cartel de remate para la realización de éste, se
procederá a efectuarlo con sujeción a las disposiciones siguientes.
CAUCIÓN QUE DEBEN PRESTAR LOS POSTORES. (Art. 565 CPC) (INICIO DEL REMATE)
Una vez llegado el momento del remate el Juez se constituirá con el Secretario, y procederá a fijar la
caución que deban prestar los postores para que les sean admitidas sus propuestas. Una vez ofrecidas las
cauciones el Juez las examinará, y si las encuentra convenientes y aceptables las declarará constituidas en
el mismo acto. Al ejecutante se le aceptará como caución su crédito.
OBJETO DE LA CAUCIÓN
Tiene por objeto cubrir los gastos que ocasione un nuevo remate en caso del incumplimiento del pago del
precio por el adjudicatario en el lapso establecido, y los de la prolongación del depósito hasta el nuevo
pago del precio.
FIJACIÓN DEL LAPSO PARA OÍR PROPOSICIONES DE COMPRA
Seguidamente el Secretario dará lectura a las certificaciones relativas a la libertad o gravámenes que
puedan afectar los inmuebles, y a cualquier otra información que el Juez considere conveniente. Acto
continuo fijará un lapso para oír las proposiciones de compra, de las cuales se dejará constancia si así lo
exigiere el postor. Concluido el tiempo el Juez examinará las que se hayan hecho y adjudicará la buena
pro al mayor postor si su propuesta fuere de pago en efectivo, e inmediato, o al mejor postor en caso de
que la mayor propuesta no sea en efectivo y con pago inmediato.
LAPSO PARA ENTREGAR EL PRECIO
Cuando el remate no se haya hecho a plazo, el adjudicatario deberá entregar el precio dentro de los tres
días siguientes a aquél en que se le haya hecho la adjudicación.
REMATE DE BIENES MUEBLES E INMUEBLES CUANDO SEAN VARIOS QUE
CONSTITUYAN UNIDADES SEPARABLES (Art. 574 CPC)
Cuando los bienes a rematar, muebles o inmuebles, sean varios que constituyan unidades separables se
sacarán a remate uno por uno, siguiéndose el orden que indique el ejecutado, o, en su defecto, el Tribunal.
Si el producto del remate de uno o varios bienes fuere suficiente para satisfacer el monto de la ejecución
se suspenderá el remate por lo que respecta a los restantes y se declararán libres de embargo.
AVENIMIENTO
Entendimiento o arreglo entre rivales sobre una nueva base de remate (Tercer Acto de Remate)
Consignación del precio. (Art. 578 CPC)
Si en el segundo remate no hubiere postura que cubra la base o sea aceptada por las partes, éstas
concurrirán, a fin de procurar un avenimiento sobre una nueva base de remate, administración o
arrendamiento, o sobre algún otro medio de allanar la dificultad.
Si no se consiguiere nada a este efecto, el Juez señalará el quinto día para proceder, en un tercer remate,
al arrendamiento de la cosa bajo las condiciones que estipulen las partes, o que establezca el Juez en
defecto de ellas.
COPIA CERTIFICADA DEL ACTO DE REMATE (Art. 573 CPC)
Verificado el remate, el Secretario del Tribunal estará en el deber de dar, dentro del tercer día, al rematador
que lo pidiere y hubiere cumplido con las obligaciones impuestas en el remate, copia certificada del acta
de ésta para que le sirva de título de propiedad.
CONSIGNACIÓN DEL PRECIO DEL REMATE (Art. 567 CPC)
Cuando el remate no se haya hecho a plazo, el adjudicatario deberá entregar el precio dentro de los tres
días siguientes a aquél en que se le haya hecho la adjudicación.
ADJUDICACIÓN (Art. 572 CPC)
La adjudicación en el remate transmite al adjudicatario una vez pagado el precio del remate los mismos e
iguales derechos que sobre ella tenía la persona a quien se le remató, y, con la sola excepción establecida
en el único aparte del artículo 1.911 del Código Civil, transmite no sólo la propiedad y posesión que tenía
el ejecutado, sino también todos los derechos que tenía, fueren principales, accesorios y derivados sobre la
cosa.
Después de pagado el precio, el adjudicatario tiene derecho a ser puesto en posesión de la cosa que se le
adjudicó, por el Tribunal, el cual hará uso de la fuerza pública, si fuere necesario, para efectuar tal acto. La
posesión que adquiere el adjudicatario en razón de la adjudicación es una posesión legítima. En los casos
en que la adjudicación se haya efectuado mediante la proposición del pago del precio a plazos la cosa
adjudicada queda afectada para garantizar el pago del precio con hipoteca legal si la cosa fuere inmueble,
y con prenda sin desprendimiento de la tenencia si fuere mueble.
Cónsono con lo anterior, cabe mencionar sentencia proferida por la Sala Constitucional del Tribunal
Supremo de Justicia, de fecha 06 de diciembre del año 2005, con Ponencia del Magistrado Jesús Eduardo
Cabrera (caso Jorge Ramón Velásquez Simons y Mauricio Valbuena Plata), cito:
“……Afirmó dicho juzgador, que “(…) de las actas consignadas por el presunto agraviado de las cuales
se evidencia que, antes de la celebración del acto de remate celebrada el 18 de agosto de 2003, se
hicieron presentes, el 14 de agosto de 2003, los apoderados de la Sociedad Mercantil BANCO
SOFITASA, C.A., consignado escrito mediante el cual solicitan se efectúe la purga de la hipoteca,
fundamentándose entre otros alegatos, en el criterio sostenido por el Dr. Oswaldo Parillo (sic) Araujo, en
su obra de la Ejecución de la Hipoteca Transcribiendo: ‘…y en consecuencia, el acreedor ejecutante
tomará dichas obligaciones hipotecarias en caso de adjudicación’, en el acta de remate expresamente
quedó establecido tal consecuencia, pues al adjudicatario al adquirir los derechos y acciones ‘lo hace a
sabiendas que sobre el presente inmueble pesa acreencia gravámenes y medidas opuestas en otro juicios
o procedimientos a todo evento el Tribunal salva los derechos de terceros’, es decir, que el adjudicatario
adquiere el bien dado en remate, a sabiendas que sobre el pesa hipoteca convencional especial y de
primer grado a favor de la hoy quejosa, y que sobre el mismo fueron decretadas medidas de prohibición
de enajenar y gravar y de embargo en otros juicios, por tanto, es él el que debe responder por haber
adquirido la propiedad. Por lo tanto, lo pedido a través de esta vía de amparo en cuanto a que se anule el
Acta de Remate, tal y como fue expuesto por la Juez del tribunal presunto agraviante, en nada beneficia
ni perjudica al accionante, porque las cosas volverían a la deudora y el único perjudicado sería el
demandante del juicio principal quien fue el vencedor y quien como antes se dijo, está consciente de la
hipoteca y de las medidas recaídas sobre el inmueble, sin que los presuntos agraviados modificaran para
nada la situación en que se encuentran (…)
Siendo así, una vez que se haya consumado el remate de los bienes embargados, no se podrá declarar la
nulidad del remate, ni de los actos procesales anteriores a su realización, salvo por motivos
excepcionales provenientes de la inconstitucionalidad del acto.
Esto, obedece a que cuando se adquiere un bien por remate judicial, ésta viene a ser una de las formas
previstas en nuestro ordenamiento jurídico, para adquirir la propiedad con presunción de buena fe con
respecto al adjudicado, que en el presente caso fue el ciudadano REY ARÉVALO CRUZ IVÁN, quien
adquirió los derechos y acciones que correspondían al identificado inmueble.
De esta forma, considera esta Sala pertinente señalar, que si el accionante en amparo, lo que pretendía
con los planteamientos realizados, era impugnar no sólo el acto de remate efectuado, sino la
adjudicación realizada, ésta no era la vía idónea para ello. Además, el remate y la adjudicación, en nada
perjudican al acreedor hipotecario, ya que mientras no se cancele la hipoteca, ésta sigue vigente sobre el
bien (artículo 1.877 del Código Civil)…….”
Por otra parte, la Sala de Casación Civil del TSJ, en sentencia de fecha 15/11/2000, Expediente N° 00-
070, Magistrado ponente Dr. FRANKLIN ARRIECHE G, señala el criterio reiterado y diuturno
que sirven de efectos de la adjudicacion:
“…Con el remate entre el Tribunal y las partes surge una relación jurídico procesal, donde el
adjudicatario tiene derecho a ofrecer una caución y a defenderla si es que alguien la impugna; donde él
se ve obligado a pagar los gastos del nuevo remate, si no consignare el precio (artículo 570 Código de
Procedimiento Civil); donde queda sujeto al pago de costas (artículo 571 eiusdem), y también queda
sujeto a que contra él se haga efectiva la responsabilidad que nace por los perjuicios que causare sino
paga el precio (artículo 571 ibidem); teniendo –además- dentro del proceso el derecho de que se le
ponga en posesión de la cosa adquirida.
El legislador sostiene en el artículo 572 del Código de Procedimiento Civil, que la adjudicación
en el remate trasmite al adjudicatario una vez pagado el precio del remate, los mismos e iguales derechos
que sobre ella tenía la persona a quién se le remató, con lo cual se trasmite no solo la propiedad y
posesión que tenía el ejecutado, sino también todos los derechos que tenía, fueren principales, accesorios
y derivados sobre la cosa rematada; además está en el derecho de ser puesto en posesión - por el
Tribunal- de la cosa que se le adjudicó, haciendo uso de la fuerza pública si fuere necesario.
Por lo tanto, debe entenderse que con la adjudicación del bien se consuma el acto de remate, se
satisface la pretensión del actor, cesa la intervención de las partes y la sentencia que le sirve de
fundamento debe considerarse ya ejecutada, por lo que la entrega material viene a constituir la garantía
brindada por el tribunal que garantiza el derecho del adquirente en la posesión legítima del objeto
rematado.
La SALA CONSTITUCIONAL del TSJ, en sentencia de fecha 23/10/2001, Exp. Nº: 00-316, con
ponencia del MAGISTRADO: JESÚS EDUARDO CABRERA ROMERO, estableció el siguiente criterio:
“…Pasa ahora a examinar los alegatos expuestos y recaudos existentes, y al respecto observa:
Artículo 584:
El remate no puede atacarse por vía de nulidad por defectos de forma o de fondo, y
la única acción que puede proponerse contra sus efectos jurídicos es la
reivindicatoria” .
Conforme a dicha norma transcrita dentro del proceso civil donde tiene lugar, el remate es intocable, lo
que garantiza la seguridad jurídica del acto a favor de los adjudicatarios; y contra los efectos jurídicos
del remate, y ya fuera del proceso donde tuvo lugar, no es viable una acción autónoma de nulidad, siendo
la única vía posible para recuperar el bien cuya propiedad ha adquirido el mejor postor del remate, la
acción reivindicatoria.
La norma es clara, pero ella no excluye, ni puede interpretarse en esa forma, que el remate
adelantado con infracción de derechos y garantías constitucionales que lesiona a alguien (parte o
tercero), pueda mantenerse incólume a pesar de las violaciones constitucionales.
Cuando surge una situación como la señalada, la acción de amparo es procedente, ya que mal puede
surtir efectos e infringir la situación jurídica de alguien, situaciones violatorias de los derechos
constitucionales de ese alguien.
De allí que en el caso de autos, no es posible por parte del juez constitucional dejar de analizar la
posibilidad de infracciones constitucionales ocurridas en relación con el remate, aduciendo la
prohibición del artículo 584 del Código de Procedimiento Civil, que no previene las consecuencias de
las transgresiones constitucionales.
En consecuencia el amparo no era inadmisible por las razones esgrimidas por el a quo, y así se declara.
Ahora bien, el presente amparo resulta improcedente porque la violación alegada, proveniente del
incumplimiento de una norma legal (del Código de Procedimiento Civil), con motivo de la publicación de
los carteles, no constituye per se una violación constitucional, ni un atentado al debido proceso.
El que se haya obviado un cartel en la localidad donde estaba ubicado el inmueble y el cual es un
llamado dirigido a los terceros para que concurrieran a hacer posturas, a juicio de esta Sala, no lesiona
la situación jurídica del ejecutado, quien muy bien, por esa causa, podía solicitar antes del remate la
nulidad de las actuaciones y oponerse al mismo, lo que no hizo, y por ello a juicio de esta Sala el amparo
es improcedente y así se declara…”
Asimismo, en sentencia del 31 de octubre de 2002 (caso: Joksi Nairobi Badillo Rodríguez), esta
Sala estableció:
“…Concluye así la Sala que la existencia de la acción reivindicatoria prevista en el artículo 584 del
Código de Procedimiento Civil, no excluye la posibilidad que se interponga y se admita la acción de
amparo cuando el acto de remate se considere violatorio de derechos y garantías constitucionales”.
Tal como lo asentó la Sala en los fallos que fueron parcialmente transcritos, el remate es un acto que, por
su naturaleza, no es susceptible de nulidad conforme lo disponen los artículos 206 al 214 del Código de
Procedimiento Civil, por lo que la única vía posible para la recuperación del bien objeto de remate es la
acción reivindicatoria; no obstante, pueden existir supuestos en los que dicho acto se efectúe en franca
violación de derechos constitucionales, situaciones en las que el amparo constitucional resulta la vía
idónea para la restitución de la situación jurídica infringida. (Cfr. s.S.C n° 1253/20.05.03)”.
Más recientemente, en sentencia del 29 de enero de 2004 (caso: Pedro González Solares), esta Sala, dejó
asentado:
“…El 24 de ese mismo mes y año se llevó a cabo el remate que el aquí quejoso denunció como lesivo de
sus derechos y garantías constitucionales, por cuanto se le impidió su participación como postor, no
obstante que tenía derecho a ello en su carácter de parte actora ejecutante, en razón de la cesión de
derechos litigiosos que se mencionó supra.
El Juzgado a quo declaró con lugar la demanda de amparo, por cuanto consideró que al querellante se le
vulneraron sus derechos constitucionales a la defensa y al debido proceso cuando se le impidió su
intervención en el acto de remate, no obstante que tenía derecho a ello.
(…)La norma es clara, pero ella no excluye, ni puede interpretarse en esa forma, que el remate
adelantado con infracción de derechos y garantías constitucionales que lesiona a alguien (parte o
tercero), pueda mantenerse incólume a pesar de las violaciones constitucionales.
Cuando surge una situación como la señalada, la acción de amparo es procedente, ya que mal puede
surtir efectos e infringir la situación jurídica de alguien, situaciones violatorias de los derechos
constitucionales de ese alguien.
En el caso que se examina, se comprueba que, en el acta que se levantó en la oportunidad cuando se
efectuó el remate, el Juzgado agraviante obvió por completo las advertencias que hizo el aquí quejoso en
cuanto a que tenía derecho a la intervención en el acto en su carácter de cesionario y, por ende, sustituto
procesal de la parte actora ejecutante, lo que aparejó que le impidiera su participación en el mismo,
conducta ésta que se deduce del propio texto del acta en la que se lee:
“Se anunció dicho acto por el Alguacil del Tribunal en la forma de Ley y la parte actora no compareció,
se presentó el Dr. ALEJANDRO UGARTE SPERANDIO (...) en su carácter de apoderado judicial del
ciudadano PEDRO GONZÁLEZ SOLARES, quien expone:
(omissis)
(...) Igualmente, quiero dejar expresa constancia en nombre de mi representado, que no tan solo se me
impide participar en el presente acto de remate con los mismos derechos procesales que el cedente;
BANCO VENEZOLANO DE CRÉDITO, sino que también se me impide actuar como Postor común al no
permitirme consignar cheque de mi cuenta personal como caución para participar en el citado acto, con
lo cual se deja en el más absoluto estado de indefensión a la parte que represento.
(omissis)
En este estado y vistos los alegatos presentados por el exponente este Tribunal ordena la continuación del
presente acto de remate (...).
(omissis)
(...) vencido por tanto el lapso señalado por el Tribunal para oír posturas en el presente remate, sin que
se hubiese hecho otra distinta o mayor de la ofrecida por el ciudadano FRANCESCO CARROCIO
VENDITTO, el Tribunal la acepta y en consecuencia, LE CONCEDE LA BUENA PRO al ciudadano
FRANCESCO CARROCCIO VENDITTO...”. (subrayado añadido)
De la trascripción que antecede se colige que el remate se llevó a cabo en clara infracción de los
derechos a la defensa y al debido proceso del quejoso por cuanto se le impidió su intervención en el acto
no obstante que tenía derecho a ello, con lo cual se le privó de la posibilidad de que ofreciera su crédito
como caución y de que se le adjudicara el bien objeto de la subasta; ello, producto de la falsa
apreciación jurídica del Juzgado agraviante, el cual no lo consideró parte, cuando, en realidad, lo era
por efecto de la sustitución procesal que se produjo con la cesión de los derechos litigiosos que le hiciera
Venezolano de Crédito S.A. Banco Universal, la cual no requería la notificación del demandado, por
haberse hecho en fase de ejecución y porque éste se encontraba a derecho. (Cfr. HENRIQUEZ LA
ROCHE, Ricardo, Código de Procedimiento Civil, Tomo I, p. 436).
Concluye entonces esta Sala que el Juzgado agraviante actuó fuera de su competencia cuando efectuó el
remate en menoscabo de los derechos constitucionales del quejoso, lo cual hace nulo el acto, con
fundamento en el artículo 25 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Así se
decide…”
“…En abundancia, previo estudio de las actas procesales que integran el expediente, advierte la
Sala que el acto de remate se llevó a cabo en clara infracción de los derechos al debido proceso, a la
defensa y a la tutela judicial efectiva de los accionantes por cuanto se les impidió su intervención en el
acto no obstante que les asistía derecho para ello, y más aun, con relación a la vía ordinaria contemplada
en el artículo 584 del Código adjetivo antes referido, que no puede ser activada por los quejosos por
cuanto no tienen el carácter de propietarios, requisito sine qua non para el ejercicio de la acción
reivindicatoria.
EN ESTA SENTENCIA LES RECOMIENDO BUSCAR Y LEER EL VOTO SALVADO DEL DR.
JESÚS EDUARDO CABRERA ROMERO, LES SERVIRÁ PARA OBTENER DESTREZAS AL
MOMENTO DE FIJAR CRITERIO CONTRADICTORIO Y ALEGAR EN UN ASUNTO.
La SALA DE CASACIÓN CIVIL del TSJ, en sentencia de fecha 28/03/2007, Exp. 2006-000853, con
ponencia del Magistrado: LUÍS ANTONIO ORTÍZ HERNÁNDEZ, ratifica el criterio siguiente:
“…Ahora bien, el acto de remate representa la culminación de un proceso y éste sólo puede ser
cuestionado a través de la acción reivindicatoria según lo preceptuado en el artículo 548 del Código de
Procedimiento Civil, cuyo texto expresa:
“El remate no puede atacarse por vía de nulidad por defectos de forma o de fondo, y la única acción que puede
proponerse contra sus efectos jurídicos es la reivindicatoria.” (Resaltado de la Sala).
No puede esta Máxima Jurisdicción dejar pasar la errónea actuación de los jueces de primera y
segunda instancia en el sentido de haber dado trámite a la oposición formulada por el tercero, cuando lo
procedente era no admitir la misma fundamentándose en la previsión contenida en el artículo 584 del
Código de Procedimiento Civil citado. Así se declara…”
TEMA 4. EL ARBITRAMENTO
Algunos autores sostienen que arbitraje es el derecho de nombrar árbitros particulares para
decidir determinado litigio, emana del derecho natural que corresponde a las partes de poder
obtener justicia por parte de personas que le merezcan confianza. El Procesalista FEO
sostiene: El arbitramento o juicio de árbitros no es otra cosa que, la discusión del negocio
controvertido entre las partes, ante personas privadas a cuya decisión lo someten por mutuo
consentimiento o acuerdo. COUTURE: Arbitraje voluntario es aquel que no siendo impuesto por
la ley es adoptado por las partes para dirimir sus controversias, prescindiendo de la jurisdicción
ordinaria: En sentido amplia la Doctrina sostiene que es la facultad de las partes de nombrar
jueces legítimos en sus asuntos, pero esa facultad no los autoriza para nombrarlos ejecutores
de los fallos que dicten porque esto iría en contra del orden social. Los árbitros dictan la
sentencia, pero es a los jueces ordinarios a los que les corresponde ejecutarlas, conforme al
poder que ejercen por Ministerio de la Ley. El profesor Antonio Rivera (Curso Práctico sobre
Arbitraje Internacional Comercial) sostiene que: “ Todo arbitraje tiene su origen en la voluntad
de las partes, que mediante la conclusión de un negocio jurídico denominado convenio arbitral
confían la solución del litigio a un tercero imparcial, elegido directa o indirectamente por ellas
mismas. Este negocio jurídico tiene por objeto pues, el establecimiento de un medio de arreglo
de diferencias jurídicas. Consecuencia del mismo serán la sumisión de la controversia a un
órgano no judicial, la conclusión de una relación contractual con éste y la aceptación por las
partes de la decisión obligatoria a través del cual se pone fin a la controversia”. El arbitraje
Internacional es un proceso en construcción por existir gran diferncia entre el sistema del
common law y el ius Civile Desde el comienzo de la humanidad el arbitraje fue utilizado para
administrar justicia, este procedimiento se encuentra presente en casi todos los códigos, sin
embargo estaba en desuso, pero actualmente se ha revivido por los siguientes fenómenos 1.- la
conformación de bloques económicos regionales como el caso del MERCOSUR y la comunidad
económica Europea, 2.- El desarrollo tecnológico que trajo fenómenos como la globalización.- 3
La creación de la Organización Mundial del Comercio, ente mundial rector del comercio. Es
indiscutible que este sistema resolverá en los próximos años gran cantidad de conflictos y
problemas de la administración de justicia tradicional, en forma rápida, eficaz y confidencial En
Venezuela esta vigente la Ley de Arbitraje Comercial, publicada en el año 1988, esta rige lo que
se denomina el arbitraje comercial y existe además lo que se denomina arbitraje no comercial
que se rige por el Código de Procedimiento Civil ( art 608 a 629).- Esta materia fue objeto de
reformas sustanciales en la última reforma del Código de Procedimiento Civil, tal como se
expone en la exposición de motivos donde se señala: “ En nuestro país la institución del
arbitraje no ha encontrado una franca recepción por la inocuidad de la cláusula compromisoria,
la cual no tiene sanción alguna para el caso de su incumplimiento..., se decidió realizar una
reforma a fondo en esta materia, sustituyendo aquel principio de inocuidad hasta ahora vigente,
por otro que garantice el cumplimiento y la eficacia de la cláusula... Esta nueva regulación se
complementa en el proyecto con una serie de normas accesorias que se dirigen a garantizar la
constitución del Tribunal de Arbitros , y a resolver cualquier duda que pueda surgir, determinada
por la contumacia del citado”
El arbitraje es uno de los medios alternativos de solución de conflictos, ciertamente el
artículo 258 de la Constitución Bolivariana establece:”La ley promoverá el arbitraje, la
conciliación, la mediación Y cualquier otro medios alternativos de solución de conflictos”
CONCEPTO
Francisco Hung Valiant ( Reflexiones sobre el arbitraje en el sistema Venezolano) nos enseña: “
La Doctrina coincide en conceptualizar el arbitraje como aquella institución conforme a la cual
dos o mas personas, en el ejercicio de su autonomía de la voluntad, acuerdan someter a uno o
varios árbitros, la solución de un conflicto jurídico determinado sobre materia sobre la cual
tengan libre disposición, conflicto que, de acuerdo con lo que dispongan las partes, puede ser
resuelto conforme a derecho o conforme a la equidad, obligándose las partes a cumplir con la
solución del conflicto acordada por los árbitros, la cual tendrá fuerza ejecutiva una vez
cumplidos los trámites que al efecto dispone la ley.- Adicionalmente como lo hace notar el autor
Alvarado Belloso, la solución arbitral de conflictos intersubjetivos solo es posible cuando existe,
al menos un principio de voluntad auto composición en los propios interesados en el conflicto”.-
Es un proceso en el cual se trata de resolver extrajudicialmente las diferencias que surjan en las
relaciones entre dos o más partes, quienes acuerden la intervención de un tercero (arbitro o
tribunal arbitral) para que los resuelva, el arbitraje es el que mayor aproximación tiene con el
modelo adversarial del litigio común.
NATURALEZA JURÍDICA
La naturaleza jurídica tiene su origen en el principio de autonomía de la voluntad de las partes
fundamentada en la disposición de las ellas para elegir la vía donde pueden resolver sus
disputas y conflictos El proceso arbitral no tiene forma de poder efectuar ejecuciones y por tal
razón debe ser auxiliado por la jurisdicción tradicional. Los árbitros no son auxiliares de justicia
ni funcionarios públicos El origen del arbitraje podemos afirmar es a priori una cláusula
compromisoria a posteriori un compromiso arbitral. En materia de arbitraje comercial es claro
que las transacciones internacionales han sufrido un gran cambio tecnológico y se han suscrito
una serie de tratados internacionales tales como el TLC o NAFTA, el tratado de Maaestrich y el
MERCOSUR Y HA SURGIDO TAMBIÉN LA organización Internacional de Comercio, OMP la
Organización Mundial de la Propiedad Industrial OMPI y por tanto existe la necesidad entre los
que participan de este cambio internacional de lograr vías que no solo aseguren y garanticen
seguridad jurídica, confidencialidad y menos costos que la utilización de la justicia ordinaria.
Dentro de las soluciones de controversias que se toman en consideración en estos tratados
internacionales se desplaza la jurisdicción ordinaria de los tribunales de justicia de los países
que otorgaron los mismos a los métodos alternos de solución de controversias como son los
buenos oficios la mediación la conciliación y el arbitraje
JUEZ COMPETENTE
Para conocer del arbitramento es competente el Juez en de Primera Instancia que lo fuere para
conocer del asunto controvertido
ARBITROS. CLASES
1.- Árbitros de derecho o árbitros iuris. Estos deben observar el procedimiento legal incluso en
la sentencia y además deben ser abogados.-
2.- Árbitros arbitradores, componedores o amigables. Estos actúan con plena libertad, deben
atenerse a la equidad y en interés de las partes.- De conformidad con el artículo 618 del C.P.C y
el artículo 8 de la Ley de Arbitraje Comercial, sino se señaló el carácter del árbitro se entenderá
que es de derecho. En los negocios mercantiles pueden ser árbitros los comerciantes.
EL COMPROMISO
El compromiso es de naturaleza contractual y puede surgir en juicio o haberse establecido
antes en un contrato, en este último caso recibe el nombre de “cláusula compromisoria”. En el
primer caso las partes que se encuentran en un litigio pueden convenir que el juicio se resuelva
mediante árbitros. En el otro caso las partes celebran un contrato y establecen en una de sus
cláusulas que convienen en que cualquier discrepancias que surjan entre ellos con motivo del
referido contrato, puede ser resuelta mediante árbitros.-
LAUDO ARBITRAL
El laudo arbitral es la decisión dictada por el Tribunal Arbitral. Los árbitros deben sentenciar
dentro del término que le señale el compromiso, pero sino allí no se señaló término deberán
hacerlo dentro de los treinta (30) días siguientes al vencimiento del lapso probatorio. De
conformidad con lo establecido en la Ley de Arbitraje Comercial ( art 30 y 32 ), los laudos en
esta materia pueden ser inmotivados, sin fundamentación alguna, siempre que las partes estén
de acuerdo. Los laudos arbitrales dictados por los árbitros arbitradores es decir, los laudos de
equidad son inapelables y los dictados por árbitros de derecho también son inapelables salvo
que haya habido pacto en contrario en el compromiso, para ante el Tribunal Superior natural o
para ante el Tribunal de Arbitramento que hayan constituido las partes para ese fin.
1.- Si se hubiere pronunciado sobre la materia de un compromiso nulo o que haya caducado, o
fuera de los límites del compromiso.-
2.- Si la sentencia no se hubiese pronunciado sobre todos los objetos del compromiso, o si
estuviere concebida en términos de tal manera contradictorios que no pueda ejecutarse.-
3.- Si en el procedimiento no se hubieren observado las formalidades sustanciales, siempre que
la nulidad no se haya subsanado con el consentimiento de las partes.-
Los gastos del arbitraje son sufragados por la parte que solicitó el arbitramento y en cuento a
los honorarios de los árbitros ellos deben ser fijados por el Juez competente. En el caso del
arbitraje comercial la Ley de Arbitraje Comercial ( art 33) los honorarios de los árbitros son
fijados por estos según providencia previa en el momento de la instalación del Tribunal.-
REFLEXIÓN: El abogado es el actor obligado y privilegiado dentro del mundo jurídico, por ello, como
facilitador con mis muchos o pocos conocimientos en la materia busco como resultado final la formación
del futuro abogado de la USM Núcleo Barinas, sea un profesional creativo, capaz de auto prepararse,
independiente, crítico y persuasivo ante su entorno; pero, para ello Recuerde: Que “El Derecho se aprende
Estudiando; pero se ejerce Pensando” (Maestro Eduardo J. Couture).
LECTURA OBLIGATORIA
SALA CONSTITUCIONAL
Expediente Nº 11-0381
El 18 de marzo de 2011, se dio cuenta en Sala del presente expediente y se designó como ponente a
la Magistrada Luisa Estella Morales Lamuño, quien con tal carácter suscribe el presente fallo.
Mediante diligencias del 9 y 20 de junio, así como del 13 de julio de 2011, la representación
judicial de la solicitante requirió pronunciamiento de esta Sala en el presente caso.
Realizado el estudio individual de las actas que conforman el presente expediente, esta Sala
Constitucional pasa a decidir previas las siguientes consideraciones.
I
DEL ESCRITO DE REVISIÓN
Que “para el 22 de abril de 2008, fecha en que la arrendadora Bienes y Raíces Austral
C.A., efectúe la Solicitud de Arbitraje que originó el Laudo Arbitral recurrido en nulidad, estaba vigente
el reiterado criterio doctrinal esbozado por la Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo de
Justicia, conforme al cual no era posible en un contrato de arrendamiento la inclusión de una cláusula de
arbitraje por medio de la cual las partes se obligan a someter sus controversias a un árbitro, ya sea de
derecho o de equidad, pues al estar involucrado el orden público, y por ende no ser válida la referida
cláusula arbitral, el Poder Judicial tenía en forma exclusiva la jurisdicción para conocer de las
demandas relacionadas con arrendamientos. El 2 de julio de 2008 (…), sin que ello constituyera o
pudiera interpretarse como una tácita aceptación y sometimiento a la Instancia Arbitral, la demandada
VAN RAALTE DE VENEZUELA, C.A., de conformidad con lo establecido en el ordinal 1 del artículo 346
del Código de Procedimiento Civil, opuso a la solicitud de arbitraje solicitada por la arrendadora
BIENES Y RAÍCES AUSTRAL, C.A., la defensa previa de la falta de jurisdicción del Juez Arbitral para
conocer, sustanciar y decidir sobre el asunto, pues la materia que pretendía someterse al arbitraje es
arrendaticia (se accionó el cumplimiento de un contrato de arrendamiento), la cual, por mandato del
artículo 7 de la Ley de Arrendamientos Inmobiliarios es de orden público. Al efecto, señaló que la materia
de arrendamiento no puede ser objeto de arbitraje comercial, por su estricto carácter de orden público,
que puede relajarse en estos procesos, contrario a la naturaleza de la materia y al contenido del referido
artículo 7 de la Ley de Arrendamientos Inmobiliarios que establece imperativamente el carácter indicado.
Esa norma atribuye carácter de orden público a los derechos consagrados en la mencionada ley y por
tanto, los mismos, no pueden ser relajados por la voluntad de las partes”.
Que “VAN RAALTE DE VENEZUELA, C.A. señaló que en la causa se pretende, indebidamente, a
través del arbitramento, el cumplimiento de un contrato de arrendamiento, que es una acción de derecho
común prevista en el artículo 1.167 del Código Civil, cuyo conocimiento y decisión corresponde
exclusivamente a los órganos jurisdiccionales, conforme a lo dispuesto en el artículo 33 de la Ley de
Arrendamientos Inmobiliarios. Además, agregó que de conformidad con lo establecido en la primera
parte del literal a) del artículo 3° de la Ley de Arbitraje Comercial, las controversias que sean contrarias
al orden público, no pueden ser sometidas a arbitraje”.
Que “la demandada VAN RAALTE DE VENEZUELA, C.A. señaló que esta posición ha sido la
predominante en la Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia. De manera reiterada,
dicha Sala se ha pronunciado respecto al punto de que la materia de arrendamiento no puede ser objeto
de arbitraje comercial, por su estricto carácter de orden público”.
Que “no obstante haber sido interpuesta por VAN RAALTE DE VENEZUELA, C.A., la defensa
previa de la falta de jurisdicción del Juez Arbitral, este decidió conocer y decidir acerca de su propia
competencia para intervenir en el asunto controvertido, el cual culminó con el írrito LAUDO ARBITRAL
dictado el 8 de julio de 2009 y cuya aclaratoria se produjo el 29 de julio de 2009 por el árbitro único
Gustavo Mata Borja del Centro de Arbitraje de la Cámara de Comercio de Caracas. El árbitro fundó su
decisión en una retroactiva e indebida aplicación que hizo de la sentencia dictada el 17 de octubre de
2008 por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, expediente 08- 763 (…), que resolvió el
recurso de interpretación de la norma contenida en el único aparte del artículo 258 de la Constitución de
la República Bolivariana de Venezuela y cambió el criterio relacionado con la jurisdicción ampliando la
misma hasta el arbitraje, que hasta esa fecha estaba limitado al poder judicial conforme a la pacífica y
reiterada Doctrina de la Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia. En su decisión, el
árbitro obvió el hecho de que en el texto de esta Sentencia la Sala Constitucional, al fijar nuevo criterio
vinculante, ordenó la publicación íntegra del fallo en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de
Venezuela, por lo que el nuevo criterio solo era aplicable a partir de la publicación del fallo”.
Que “de conformidad con el artículo 43 de la Ley de Arbitraje Comercial, contra dicho Laudo
Arbitral únicamente procede el Recurso de Nulidad ante el Tribunal Superior competente del lugar donde
se hubiere dictado. La demandada VAN RAALTE DE VENEZUELA, C.A. recurrió en nulidad contra el
referido Laudo Arbitral. Efectuada la Distribución de Ley, correspondió conocer del referido Recurso de
Nulidad al Tribunal Superior Noveno en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial
del Área Metropolitana de Caracas, quien lo recibió el 28 de septiembre de 2009 y formó el expediente N°
8314. En el libelo de dicho recurso de manera expresa, se solicitó fijar el monto de la garantía que
debería constituir la recurrente VAN RAALTE DE VENEZUELA, C.A., a los únicos fines de garantizar la
ejecución del fallo y los perjuicios eventuales en el caso que el recurso fuese declarado sin lugar.
Mediante escrito de fecha 30 de septiembre de 2009, la representación judicial de la arrendadora Bienes
y Raíces Austral C.A. consignó poder y presentó escrito de oposición a la admisión de recurso de nulidad
en el cual adujo y peticionó la aplicación de la sentencia dictada el 17 de octubre de 2008 por la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, expediente 08- 763, N° 1.541, que resolvió el recurso de
interpretación de la norma contenida en el único aparte del artículo 258 de la Constitución (…) y cambió
el criterio relacionado con la jurisdicción ampliando la misma hasta el arbitraje, que hasta esa fecha
estaba limitado al poder judicial conforme a la pacífica y reiterada Doctrina de la Sala Político
Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia”.
Mediante diligencia del “19 de febrero de 2010, la representación judicial de la recurrente VAN
RAALTE DE VENEZUELA, C.A. nuevamente pidió al Juzgado Superior Noveno fijar el monto de la
garantía que deberá constituir la recurrente VAN RAALTE DE VENEZUELA, C.A., a los únicos fines de
garantizar la ejecución del fallo y los perjuicios eventuales en el caso que el recurso fuese declarado sin
lugar. No obstante, dicho Juzgado Superior Noveno, mediante una insólita y extensa decisión de diez
folios útiles firmada por LA JUEZ SUPLENTE María Auxiliadora Villalba, con fecha lunes 22 de febrero
de 2010, sin siquiera llegar a pronunciarse sobre la solicitud que el viernes 19 de febrero de 2010 le hizo
la recurrente VAN RAALTE DE VENEZUELA, C.A., respecto a la fijación del monto de la garantía a
constituir en el proceso, procedió a negar la admisión del recurso de nulidad interpuesto contra el laudo
arbitral”.
Que “el Juzgado Superior Noveno fundó su decisión en una retroactiva e indebida aplicación que
hizo de la sentencia dictada el 17 de octubre de 2008 por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia, expediente 08-0763, N° 1.541, que resolvió el recurso de interpretación de la norma contenida
en el único aparte del artículo 258 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y cambió
el criterio relacionado con la jurisdicción ampliando la misma hasta el arbitraje, que hasta esa fecha
estaba limitado al poder judicial conforme a la pacífica y reiterada Doctrina de la Sala Político
Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia. En el caso de autos, ese nuevo criterio fijado por la
Sala Constitucional, no es ni era aplicable. En el propio texto de esta Sentencia, la Sala Constitucional al
fijar nuevo criterio vinculante, ordenó la publicación íntegra del fallo en la Gaceta Oficial de la
República Bolivariana de Venezuela, por lo que este nuevo criterio solo era aplicable a las situaciones de
hecho existentes para el momento de presentación de demandas hechas con posterioridad a la
publicación de dicho fallo”.
De allí pues resulta evidente que, “en su decisión, la Juez Suplente del Tribunal Superior Noveno
en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas
incurrió en una flagrante violación al derecho a la defensa y al debido proceso, así como de los
principios de expectativa plausible y confianza legítima, pues de manera equívoca y falsa, sustentó su
negativa de admitir el recurso de nulidad en base al nuevo criterio doctrinal señalado en la sentencia
dictada el 17 de octubre de 2008 por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, expediente
08-0763. N° 1.541. COMETIENDO EL VICIO DE ARGUMENTACIÓN CONOCIDO COMO FALACIA
DE AUTORIDAD, pues basó su decisión en un criterio de autoridad falsamente aplicado a una situación
de hecho no prevista en el, criterio doctrinal éste que a tenor de lo establecido en la aludida Sentencia y a
lo previsto en el artículo 3 del Código de Procedimiento Civil no era ni es aplicable al caso”.
Que “solicito muy respetuosamente se dicte medida cautelar innominada, que suspenda la
ejecución de los efectos de la referida sentencia dictada en fecha 22 de febrero de 2010, del Tribunal
Superior Noveno en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área
Metropolitana de Caracas, en el expediente N° 8314, para que así no se ordene la ejecución de lo
decidido en el laudo arbitral, y precaver o evitar que se cause un gravamen irreparable a mi
representada”.
II
El arbitraje constituye una excepción a la competencia constitucional que tienen los tribunales
ordinarios del país de resolver por imperio de la ley, todas las querellas que les sean sometidas por
los ciudadanos a su conocimiento, en uso del derecho constitucional a una tutela judicial efectiva y
la garantía de acceso a la justicia, previstos en el artículo 26 del Texto Constitucional.
En el presente caso, la demanda que fundamenta el recurso de nulidad de laudo arbitral, está
referida al cumplimiento del contrato de arrendamiento celebrado entre la sociedad mercantil
BIENES Y RAICES AUSTRAL C.A. y las empresas VAN RAALTE DE VENEZUELA C.A. y DAISY
DE VENEZUELA C.A. -con el respectivo carácter de arrendadora y fiadora- sobre el inmueble
constituido por un galpón industrial distribuido en dos (2) niveles: Planta Alta y Planta baja,
ubicado en la parcela 9, calle F, sector industrial Guaicay, Municipio Baruta del Estado Miranda.
Del texto del citado contrato, cursante en el expediente, se evidencia que las partes en su cláusula
NOVENA, estipularon dirimir las controversias surgidas de ese contrato, mediante arbitraje. Así, la
citada cláusula textualmente expresa:
De la cláusula transcrita, se observa que sin ninguna duda, la voluntad de las partes fue la de
someterse a la vía del arbitraje comercial, la cual se encuentra regulada por la Ley de Arbitraje
Comercial, cuyo artículo 5 a la letra, dispone:
‘Art. 5°. El ‘acuerdo de arbitraje’ es un acuerdo por el cual las partes deciden someter a arbitraje
todas o algunas de las controversias que hayan surgido o puedan surgir entre ellas respecto de una
relación jurídica contractual o no contractual. El acuerdo de arbitraje puede consistir en una
cláusula incluida en un contrato, o en un acuerdo independiente.
En virtud del acuerdo de arbitraje las partes se obligan a someter sus controversias a la decisión de
árbitros y renuncian a hacer valer sus pretensiones ante los jueces. El acuerdo de arbitraje es
exclusivo y excluyente de la jurisdicción ordinaria.’
La norma anterior dispone el carácter vinculante que adquiere para las partes un contrato suscrito
con un acuerdo arbitral en una de sus cláusulas, entendiéndose que renuncian a acudir a la vía
jurisdiccional ordinaria para someter o tramitar los conflictos que se originen entre ellas,
derivados del mismo contrato. Igualmente la norma sustantiva que rige la materia, dispone que la
manifestación de voluntad de las partes con respecto al sometimiento a la vía arbitral deberá
cumplir con las respectivas formalidades y en tal sentido el artículo 6 de la Ley de Arbitraje
Comercial, establece:
(…)
De la lectura del documento que contiene el contrato de arrendamiento celebrado entre las partes,
el cual está autenticado ante la Notaría Pública Cuarta del Municipio Chacao del Estado Miranda,
de fecha 26-02-2002, anotado bajo el N° 36, Tomo 21, se evidencia que contiene escrita la cláusula
que estipula el acuerdo arbitral, de manera que consta en forma expresa y escrita la voluntad de las
partes de incluir en el referido contrato una cláusula de arbitraje, con el fin de que, tal y como así
lo establecieron, de existir diferencias o conflictos con respecto a dicho contrato, acudirían a la
figura del arbitraje, excluyendo de los órganos jurisdiccionales el conocimiento de cualquier
controversia suscitada en relación a ese contrato.
Al respecto, la Sala Constitucional del nuestro máximo Tribunal de Justicia, en sentencia del 17-10-
2008, N° 1541, ha señalado que:
(…)
Por ello, cuando la Sala afirmó que ‘(…) los medios alternativos de justicia atañen al derecho a la
tutela jurisdiccional eficaz, por lo que, si en un caso concreto, el mecanismo más eficaz para la
tutela de una situación jurídica es el arbitraje, a él tendrá derecho el titular de esa situación,
siempre, claro está, que se cumpla, además, con las condiciones de procedencia de esos medios
alternos (…)’ y que ‘(…) el imperativo constitucional de que la Ley promoverá el arbitraje (artículo
258) y la existencia de un derecho fundamental al arbitraje que está inserto en el derecho a la tutela
jurisdiccional eficaz, lo que lleva a la Sala a la interpretación de la norma legal conforme al
principio pro actione que, si se traduce al ámbito de los medios alternativos de resolución de
conflictos, se concreta en el principio pro arbitraje (…)’ -Vid. Sentencia de esta Sala Nº 198/08-, no
puede interpretarse como una jerarquización por vía jurisprudencial a favor del arbitraje y en
detrimento de los otros medios alternos de resolución de conflictos, sino que en el caso de proceder
el arbitraje u otro medio, debe favorecerse la implementación del mismo para la resolución del
conflicto.
Ahora bien, dado que el arbitraje es el fundamento para la procedencia del presente recurso de
interpretación, esta Sala hará referencia a este medio alterno de resolución de conflictos, que por lo
demás es en la práctica nacional e internacional de particular importancia y utilidad como se
señalará infra.
Desde una perspectiva histórico estructural del ordenamiento jurídico, la constitucionalización del
arbitraje como medio alternativo de solución de conflictos, es el resultado de la tendencia en el foro
venezolano de reconocer al arbitraje como un medio idóneo y eficaz para la resolución de
conflictos, lo cual se recogió en diversos textos legislativos (aún antes de la entrada en vigor de la
vigente Constitución), tales como el Código de Procedimiento Civil (1986) que prevé tanto la
conciliación como el arbitraje; la Ley Orgánica del Trabajo (1990), que regula el arbitraje como
mecanismo para solucionar conflictos colectivos; la Ley Sobre el Derecho de Autor (1993), se
refiere al arbitraje institucional ante la Dirección Nacional de Derecho de Autor; la Ley de
Empresas de Seguros y Reaseguros (1994), que prevé el arbitraje como mecanismo de solución de
controversias entre particulares y empresas de seguros; la Ley de Protección al Consumidor y al
Usuario (1995), que establecía el arbitraje como mecanismo voluntario para la resolución de
controversias que se susciten entre consumidores, usuarios y proveedores de servicios y la Ley de
Arbitraje Comercial (1998), que inspirada en la Ley Modelo de la Comisión de las Naciones
Unidas para el Derecho Mercantil Internacional (CNUDMI), traspuso en nuestro foro, los
principios universales que apuntalan la operatividad del arbitraje en el ámbito comercial.
(…)
‘En Venezuela, esta Sala advierte que la inclusión del arbitraje dentro del sistema de justicia, puso
fin a la aparente contradicción que desde el punto de vista doctrinal y jurisprudencial se generó
entre arbitraje, orden público, normas imperativas y el principio tuitivo o protector de la legislación
especial en áreas ‘sensibles’ como laboral, arrendamiento, consumo, operaciones inmobiliarias,
entre otras .
Cuando el legislador determina que conforme al principio tuitivo, una materia debe estar regida
por el orden público, no deben excluirse per se a los medios alternativos para la resolución de
conflictos y, entre ellos, al arbitraje, ya que la declaratoria de orden público por parte del
legislador de una determinada materia lo que comporta es la imposibilidad de que las partes
puedan relajar o mitigar las debidas cautelas o protecciones en cabeza del débil jurídico, las cuales
son de naturaleza sustantiva; siendo, por el contrario que la libre y consensuada estipulación de
optar por un medio alternativo -vgr. Arbitraje, mediación, conciliación, entre otras-, en directa e
inmediata ejecución de la autonomía de la voluntad de las partes es de exclusiva naturaleza
adjetiva’
Por ello, ya que el orden público afecta o incide en la esencia sustantiva de las relaciones jurídicas,
conlleva a que sea la ley especial y no otra la norma de fondo la que deban aplicar los árbitros, en
tanto los medios alternativos de resolución de conflictos al constituirse en parte del sistema de
justicia no pueden desconocer disposiciones sustantivas especiales de orden público, al igual que
no podrían quebrantarse por parte del Poder Judicial. La estipulación en un contrato de cualquier
medio alternativo para la resolución de controversias, no supone entonces renuncia alguna a las
protecciones, derechos o garantías establecidas en la legislación especial, porque tales medios
deben aplicarla preferentemente, lo cual en forma alguna permite afirmar la anulación del ejercicio
de competencias administrativas en materia de policía administrativa, conforme al estatuto
atributivo de específicas potestades en determinada materia -vgr. En materia de bancos, seguros,
valores y competencia a las respectivas Superintendencias o en materia de arrendamiento a las
Direcciones de Inquilinato-, sino por el contrario, es admitir que en el ordenamiento jurídico
vigente el hecho que se haya pactado un arbitraje no altera el régimen protector o de derecho
público aplicable a cada área, en tanto la misma se constituye en la elección de un medio distinto a
la vía judicial, al momento de una pretensión pecuniaria entre las partes.
De ello resulta pues, que las competencias de las autoridades o agencias estatales persisten
independientemente de la cláusula arbitral, ante un problema vinculado a un contrato entre las
partes, toda vez que la actuación de la autoridad estaría orientada a hacer cesar, iniciar o
modificar una práctica o actividad del presunto infractor de la normativa especial y no orientada a
dirimir un conflicto entre las partes sobre la cual versa la cláusula arbitral; asimismo, si bien la
actuación y decisión de la autoridad administrativa no podría formular un pronunciamiento de
naturaleza pecuniaria respecto a las partes, que pretenda anticipar o prejuzgar sobre lo que sería
decidido por los árbitros al momento de conocer una pretensión de esa naturaleza, ello no obsta
para que en ejercicio de sus competencias pueda imponer sanciones ante el incumplimiento del
régimen estatutario de derecho público; por lo que en cualquier caso, la actuación deberá
desarrollarse en el estricto marco de sus competencias, siendo imposible someter el control
constitucional y legal del ejercicio de tales potestades a mecanismos alternativos de resolución de
conflictos.
Inclusive, todo lo anterior (que luce abstracto y general) resultará fácilmente comprobable con el
examen o test que se haga -en cada caso- de la medida o extensión del propio juez ordinario; en
otras palabras, para conocer si algún tópico de cierta relación jurídica es susceptible de arbitraje o
no, bastará con discernir si allí puede llegar también el conocimiento de un juez, pues si es así, no
habrá duda de que también es arbitrable por mandato de la voluntad de las partes. Esto, en
contraposición al ámbito exclusivamente reservado al conocimiento de una autoridad
administrativa, en donde no pueden llegar los árbitros, como tampoco el juez. (Vgr. En materia
arrendaticia ni los jueces ni los árbitros pueden fijar los cánones máximos a cobrar en los
inmuebles sujetos a regulación de alquileres; pero los primeros sí pueden conocer (tanto el juez
como los árbitros) de cualquiera de las pretensiones a que se refiere el artículo 33 de
Arrendamientos Inmobiliarios; también en materia de consumo, ni los jueces ni los árbitros pueden
imponer multas por ‘remarcaje’ de precios, pero sí pueden conocer de pretensiones de contenido
pecuniario entre un comprador, consumidor o usuario contra un fabricante, expendedor o
prestador; también en el ámbito laboral, ni los jueces ni los árbitros pueden negar o inscribir a un
Sindicato, pero sí pueden resolver las pretensiones que se intenten sobre la interpretación o
cumplimiento de una convención colectiva)…’
El arbitraje constituye entonces, una excepción a la jurisdicción que tienen los Tribunales de la
República para resolver por imperio de la ley, todos los litigios que sean sometidos a su
conocimiento, en ejercicio del derecho constitucional a la tutela judicial efectiva previsto en el
artículo 26 de la constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
En tal sentido se observa que la recurrente basa la nulidad del laudo arbitral, en la causal
contenida en el literal f) del artículo 44 de la Ley de Arbitraje Comercial, cuyo texto es del tenor
siguiente:
‘Artículo 44.- La nulidad del laudo dictado por el Tribunal arbitral se podrá declarar:
(…)
f) Cuando el tribunal ante el cual se plantea la nulidad del laudo compruebe que según la Ley, el
objeto de la controversia no es susceptible de arbitraje o que la materia sobre la cual versa es
contraria al orden público.’
Como ya quedó establecido en párrafos precedentes, nuestro máximo tribunal, apegado a la letra
de nuestra Constitución Nacional, ratificó como medio alterno para la resolución de conflictos a la
figura del arbitraje, inclusive para los asuntos referentes a la materia arrendaticia, tal como se
desprende de la jurisprudencia transcrita ut supra.
Ahora bien, consta de autos que el pacto compromisorio que obligó tanto a la recurrente como a
BIENES Y RAICES AUSTRAL C.A. está contenida en la cláusula novena del contrato de
arrendamiento suscrito entre las partes, la cual quedó anteriormente transcrita en el presente fallo.
Mediante dicho pacto arbitral quedó establecido de manera absolutamente clara, que ‘cualquier
controversia’ relativa al contrato suscrito por las partes contratantes, sería resuelto, dirimido o
solucionado por el procedimiento de Arbitraje Comercial, a través de la Cámara de Comercio de
Caracas, Distrito Capital, en idioma castellano.
Por consiguiente, en el caso sub judice, la materia sometida al arbitraje y conocida por el tribunal
arbitral fue justamente una controversia devenida de ese mismo contrato tal y como el acuerdo
arbitral estipuló.
A juicio de quien decide, la argumentación planteada por el recurrente en modo alguno se subsume
dentro del supuesto de hecho contenido en el literal f) del artículo 44 de la Ley de Arbitraje
Comercial, por cuanto como se ha dejado establecido, la solución de conflictos entre las partes
derivados de contratos que versen sobre la materia arrendaticia no está de ninguna forma excluida
de la posibilidad de ser decidida mediante ese medio alterno de solución de conflictos constituido
por el arbitraje.
(…)
Por las motivaciones antes expuestas, este JUZGADO SUPERIOR NOVENO EN LO CIVIL,
MERCANTIL Y DEL TRÁNSITO DE LA CIRCUNSCRIPCIÓ N JUDICIAL DEL ÁREA
METROPOLITANA DE CARACAS, ADMINISTRANDO JUSTICIA EN NOMBRE DE LA
REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA Y POR AUTORIDAD DE LA LEY, declara:
UNICO: SE NIEGA LA ADMISION del Recurso de Nulidad de Laudo Arbitral, incoado por la
Sociedad Mercantil VAN RAALTE DE VENEZUELA C.A., contra la decisión dictada por el
Tribunal Arbitral el día 08-07-2009, por el Árbitro único, Gustavo Mata Borjas del CENTRO DE
ARBITRAJE DE LA CAMARA DE COMERCIO DE CARACAS, llevado en el expediente Nº CA01-
A-2008-000003”.
III
En el caso de autos, se solicitó la revisión de la sentencia del Juzgado Superior Noveno en lo Civil,
Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas del 22 de
febrero de 2010, por medio de la cual se “NIEGA LA ADMISION del Recurso de Nulidad de Laudo
Arbitral, incoado por la Sociedad Mercantil VAN RAALTE DE VENEZUELA C.A., contra la decisión
dictada por el Tribunal Arbitral el día 08-07-2009, por el Árbitro único, Gustavo Mata Borjas del
CENTRO DE ARBITRAJE DE LA CAMARA DE COMERCIO DE CARACAS, llevado en el expediente Nº
CA01-A-2008-000003”.
Ahora bien, de las actas del expediente se evidencia que la solicitante interpuso recurso de casación
contra la sentencia objeto de revisión y, que si bien se consigna copia certificada de diligencia mediante la
cual se desiste de referido recurso de casación (Cfr. folio 79, anexo 2), no consta decisión de la Sala de
Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, homologando dicho desistimiento, con lo cual el referido
proceso no ha concluido, por lo que no es posible afirmar el carácter definitivamente firme de la sentencia
del Juzgado Superior Noveno en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área
Metropolitana de Caracas del 22 de febrero de 2010.
Cabe reiterar en ese sentido, que constituye una carga de la solicitante presentar los elementos de
convicción necesarios para que la Sala admita y analice las denuncias formuladas en su escrito de revisión
-copias certificadas de la totalidad del expediente o de las actuaciones posteriores a la sentencia- (Cfr.
Sentencia N° 2.406/06) y dado que en el presente caso no se derivan circunstancias de orden público o
interés general que compelan a la Sala a ejercer sus amplios poderes inquisitivos, con la finalidad de
extraer elementos de convicción necesarios, para dictar una decisión de eminente interés particular -Vid.
Sentencias de esta Sala Nros. 3.507/2005 y 1.214/2006-.
De ello resulta pues, que la presente solicitud de revisión deviene en inadmisible, toda vez que la
decisión objeto de revisión no es un fallo definitivamente firme de conformidad con los artículos 25,
cardinal 10 y 133.2 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, en concordancia con la sentencia
de esta Sala Nº 93 del 6 de febrero de 2001 (caso: “Corpoturismo”), por lo que resulta inoficioso
pronunciarse en relación con la medida cautelar innominada solicitada, por su carácter instrumental y
accesorio respecto de la acción principal. Así se decide.
Ahora bien, no escapa a la Sala que tal como ocurrió en el presente caso, muchas de las decisiones
que se producen como consecuencia de la interposición de recursos de nulidad contra laudos son objeto de
recursos de casación, lo cual a juicio de esta Sala, contraría los principios contenidos en sentencias
vinculantes, relativas al arbitraje como medio alternativo para la resolución de conflictos, por lo que
procede a formular las siguientes consideraciones:
Esta Sala en el ejercicio de su propia actividad, advierte que la Ley de Arbitraje Comercial prevé la
posibilidad de impugnar mediante un recurso de nulidad los laudos arbitrales y con ello se garantiza el
derecho de los particulares a una tutela judicial efectiva, particularmente en el artículo 44 de la Ley de
Arbitraje Comercial, el cual señala los supuestos en los cuales debe decretarse la nulidad de un laudo, a
saber:
“Artículo 44. La nulidad del laudo dictado por el tribunal arbitral se podrá declarar:
a) Cuando la parte contra la cual se invoca demuestre que una de las partes estaba afectada por
alguna incapacidad al momento de celebrarse el acuerdo de arbitraje;
b) Cuando la parte contra la cual se invoca el laudo no hubiere sido debidamente notificada de la
designación de un árbitro o de las actuaciones arbitrales que así lo ameriten, o no ha podido por
cualquier razón hacer valer sus derechos;
e) Cuando la parte contra la cual se invoca el laudo demuestre que el mismo no es aún vinculante
para las partes o ha sido anulado o suspendido con anterioridad, de acuerdo a lo convenido por las
partes para el proceso arbitral;
f) Cuando el tribunal ante el cual se plantea la nulidad del laudo compruebe que según la Ley, el
objeto de la controversia no es susceptible de arbitraje o que la materia sobre la cual versa es
contraria al orden público”.
Un simple análisis sistémico de la normativa aplicable, evidencia que las causales respecto a la
nulidad del laudo tales como las que se refieren a los vicios del consentimiento (artículo 44.b) o a la
arbitrabilidad objetiva de la controversia (artículos 3 y 44.f), no pueden “constituirse -bajo una
interpretación que niegue la entidad y estatus constitucional del arbitraje-, en mecanismos que vacíen de
contenido ese medio alternativo de resolución de conflictos, al someter a una revisión judicial previa -en
fase de admisión de una demanda o ante un conflicto de jurisdicción- supuestos propios de un
contradictorio pleno (recurso de nulidad) para su determinación en un juicio especial para tal efecto”
(Cfr. Sentencia de esta Sala N° 1067/10).
En tal sentido, esta Sala en la sentencia Nº 462 del 20 de mayo de 2010, destacó que “toda la
doctrina comparada y nacional, la cual señala como principios generales que la elección de un foro
específico para el desarrollo de un procedimiento arbitral y, para que tenga lugar la emisión del laudo
definitivo, genera dos consecuencias inmediatas, a saber: (i) expreso consentimiento de las partes en
cuanto que podrán ser demandadas en dicho foro, a través de la formalización de un arbitraje
(institucional o independiente) y (ii) la exclusión o privación de conocimiento para aquellos tribunales
que, en condiciones normales, podrían tener jurisdicción sobre las partes o sobre la controversia misma
(Vid. ANDREAS F. LOWENFELD, Internacional Litigation and Arbitration. p. 281. American Casebook
Series. New York University. 1993)”.
Aunado a que en ese marco conceptual, “la pretensión de nulidad de un laudo arbitral se trata de
una acción excepcional que sólo puede proceder en los supuestos contenidos en el artículo 44 de la Ley
de Arbitraje Comercial, orientada a enervar la validez del mismo, ya que su procedencia sólo es posible
por motivos taxativos, lo que comporta la imposibilidad de afirmar que tal recurso se constituya en una
‘apelación’ sobre el mérito del fondo”. Así, cualquier pretensión que propenda la nulidad de forma directa
o indirecta debe interponerse conforme a la ley de procedimiento aplicable para ese arbitraje en específico
(de acuerdo a lo que haya sido adoptado por las partes en su cláusula compromisoria o acuerdo arbitral), y
conforme a las normas de conflicto que resultasen aplicables al Estado que haya sido seleccionado como
lugar tanto para el desarrollo del procedimiento arbitral -Cfr. SIXTO SÁNCHEZ LORENZO. Derecho
Aplicable al Fondo de la Controversia en el Arbitraje Comercial Internacional. Revista Española de
Derecho Internacional. Vol. LXI-2009, Núm. 1, Enero-Junio, Madrid, 2009-, como para la posterior
emisión del laudo final, por lo que esta misma Sala señaló en la referida sentencia Nº 462 del 20 de mayo
de 2010, que:
Asimismo, desde una perspectiva adjetiva el recurso previsto en los artículos 43 al 47 de la Ley de
Arbitraje Comercial, garantiza los derechos de los interesados frente a la posible ejecución del
laudo arbitral, en la medida que prevé expresamente que a solicitud del recurrente, el Tribunal
pueda suspender la ejecución del mismo, previa constitución de una caución que garantice la
ejecución del laudo y los perjuicios eventuales en el caso que el recurso fuere rechazado -Cfr.
Artículo 43 eiusdem y sentencia de esta Sala Nº 1.121/07- (…)” -Cfr. Sentencia Nº 462 del 20 de
mayo de 2010-.
De ello resulta pues, que sobre la base de las consideraciones expuestas respecto al principio de
competencia-competencia y a las relaciones de coordinación y subsidiariedad de los órganos del Poder
Judicial frente al sistema de arbitraje -asentado reiteradamente con carácter vinculante por esta Sala-,
compele a esta Sala plantearse ante el silencio normativo en la Ley de Arbitraje Comercial, cuáles son los
posibles controles que puede ser objeto la sentencia que conozca un recurso de nulidad de un laudo
arbitral.
“Artículo 43. Contra el laudo arbitral únicamente procede el recurso de nulidad. Este deberá
interponerse por escrito ante el Tribunal Superior competente del lugar donde se hubiere dictado,
dentro de los cinco (5) días hábiles siguientes a la notificación del laudo o de la providencia que lo
corrija, aclare o complemente. El expediente sustanciado por el tribunal arbitral deberá
acompañar al recurso interpuesto.
De una simple lectura del artículo parcialmente transcrito, se evidencian dos elementos
fundamentales a considerar en lo relativo a la recurribilidad de los laudos, en primer lugar, que contra
ellos solo procede el recurso de nulidad y, en segundo término, que se limita el conocimiento de éstas
acciones a una única instancia, en la medida que el legislador optó por otorgarle la competencia a un
Juzgado Superior y no a un tribunal de inferior jerarquía.
Esa determinación del legislador, tiene origen en la Ley Modelo de la Comisión de las Naciones
Unidas para el Derecho Mercantil Internacional sobre Arbitraje Comercial Internacional, que sirvió de
fundamento para la elaboración de la vigente Ley de Arbitraje Comercial. En tal sentido, la referida Ley
Modelo también establece el carácter excepcional de los recursos contra el laudo arbitral, al consagrar la
única instancia del recurso de nulidad, en su artículo 34, que señala que “La petición de nulidad como
único recurso contra un laudo arbitral. 1) Contra un laudo arbitral sólo podrá recurrirse ante un tribunal
mediante una petición de nulidad conforme a los párrafos 2) y 3) del presente artículo”.
La Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional sobre Arbitraje
Comercial Internacional, señala explícitamente -al comentar la mencionada Ley Modelo- respecto de la
delimitación de la asistencia y supervisión de los órganos jurisdiccionales sobre el arbitraje, lo siguiente:
“l4. Como lo prueban recientes modificaciones de las leyes de arbitraje, existe una tendencia a
limitar la intervención judicial en el arbitraje comercial internacional. Al parecer, esta tendencia
se justifica porque las partes en un acuerdo de arbitraje adoptan deliberadamente la decisión de
excluir la competencia judicial y, en particular en los casos comerciales, prefieren la
conveniencia práctica y la irrevocabilidad a prolongadas batallas judiciales.
l5. Con este espíritu, la Ley Modelo prevé la intervención de los tribunales en los siguientes casos.
Un primer grupo comprende el nombramiento, la recusación y terminación del mandato de los
árbitros (artículos ll, l3 y l4), la competencia del tribunal arbitral (artículo l6) y la nulidad del
laudo arbitral (artículo 34). Estos casos se enumeran en el artículo 6 como funciones que deben
encomendarse, con el fin de lograr la centralización, especialización y aceleración, a un tribunal
judicial especialmente designado o, en lo que respecta a los artículos ll, l3 y l4, posiblemente a otra
autoridad (por ejemplo, institución arbitral, cámara de comercio). Un segundo grupo comprende la
asistencia de los tribunales para la práctica de pruebas (artículo 27), el reconocimiento del
acuerdo de arbitraje, incluida su compatibilidad con las medidas cautelares provisionales
ordenadas por un tribunal judicial (artículos 8 y 9) y el reconocimiento y ejecución de los laudos
arbitrales (artículos 35 y 36).
l6. Fuera de los casos previstos en esos dos grupos ‘en los asuntos que se rijan por la presente Ley,
no intervendrá ningún tribunal’. Ello se declara en el innovador artículo 5, que no se pronuncia
sobre cuál es la función adecuada de los tribunales judiciales, pero asegura al lector y al usuario
que encontrará en esta Ley todos los casos de posible intervención del tribunal, excepto en los
asuntos que no se rijan por ella (por ejemplo, acumulación de las actuaciones arbitrales, relación
contractual entre árbitros y partes o instituciones arbitrales, o fijación de costas y honorarios,
incluidos depósitos). Sobre todo los lectores y usuarios extranjeros, que constituyen la mayoría de
los posibles usuarios y que pueden considerarse como los destinatarios fundamentales de cualquier
ley especial sobre arbitraje comercial internacional, valorarán el hecho de no tener que indagar
fuera de esta Ley” (Cfr. pagina web
http://www.cnudci.org/uncitral/es/uncitral_texts/arbitration/1985Model_arbitration.html, consultada
el 4/11/11). (Destacado de la Sala).
“(…) Artículo 253. (…) El sistema de justicia está constituido por el Tribunal Supremo de Justicia,
los demás tribunales que determine la ley, el Ministerio Público, la Defensoría Pública, los órganos
de investigación penal, los o las auxiliares y funcionarios o funcionarias de justicia, el sistema
penitenciario, los medios alternativos de justicia, los ciudadanos o ciudadanas que participan en la
administración de justicia conforme a la ley y los abogados autorizados o abogadas autorizadas
para el ejercicio.
(…)
Al respecto, esta Sala ha señalado que “(…) la Constitución amplió el sistema de justicia para la
inclusión de modos alternos al de la justicia ordinaria que ejerce el poder judicial, entre los que se
encuentra el arbitraje. Esa ampliación implica, a no dudarlo, un desahogo de esa justicia ordinaria que
está sobrecargada de asuntos pendientes de decisión, y propende al logro de una tutela jurisdiccional
verdaderamente eficaz, célere y ajena a formalidades innecesarias (…). Así, a través de mecanismos
alternos al del proceso judicial, se logra el fin del Derecho, como lo es la paz social, en perfecta
conjunción con el Poder Judicial, que es el que mantiene el monopolio de la tutela coactiva de los
derechos y, por ende, de la ejecución forzosa de la sentencia (…). A esa óptica objetiva de los medios
alternativos de solución de conflictos, ha de añadírsele su óptica subjetiva, en el sentido de que dichos
medios con inclusión del arbitraje, en tanto integran el sistema de justicia, se vinculan con el derecho a la
tutela jurisdiccional eficaz que recoge el artículo 26 de la Constitución. En otras palabras, puede decirse
que el derecho fundamental a la tutela jurisdiccional eficaz entraña un derecho fundamental a la
posibilidad de empleo de los medios alternativos de resolución de conflictos, entre ellos, evidentemente, el
arbitraje (…)” (Vid. Sentencia de esta Sala Nº 192/08).
Así, se ha reconocido el carácter constitucional del arbitraje y que “el imperativo constitucional de
que la Ley promoverá el arbitraje (artículo 258) y la existencia de un derecho fundamental al arbitraje
que está inserto en el derecho a la tutela jurisdiccional eficaz, lo que lleva a la Sala a la interpretación de
la norma legal conforme al principio pro actione que, si se traduce al ámbito de los medios alternativos
de resolución de conflictos, se concreta en el principio pro arbitraje” -Vid. Sentencia de esta Sala Nº
192/08-.; pero dejando a salvo que lo anterior, no significa la promoción de un sistema de sustitución de
los remedios naturales de control sobre el arbitraje, por los mecanismos propios de la jurisdicción
constitucional (por ejemplo la errónea sustitución del recurso de nulidad de un laudo arbitral, por un
amparo constitucional que a todas luces resultaría inadmisible a tenor de lo previsto en el artículo 6.5 de la
Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales).
También con la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, han entrado en vigencia un
conjunto de normas que evidencian la aceptación y tendencia del ordenamiento jurídico patrio por incluir
y desarrollar al arbitraje como un medio eficaz para la resolución de conflictos. Incluso, ha sido tan
generosa la labor legislativa para el desarrollo del desideratum constitucional (ex artículo 258), que se le
ha incluido en materias que, tradicionalmente, ni el propio legislador había aceptado la posibilidad de
implementar cualquier mecanismo alternativo para la resolución de conflictos.
A juicio de esta Sala, “al ampliar la Constitución el sistema de justicia con la inclusión de el
arbitraje al de la función jurisdiccional ordinaria que ejerce el Poder Judicial, se replanteó el arquetipo
del sistema de justicia, lo cual si bien implica un desahogo de la justicia ordinaria, comporta que el
arbitraje no pueda ser considerado como una institución ajena al logro de una tutela jurisdiccional
verdaderamente eficaz y, por lo tanto, excluye la posibilidad que el arbitraje y demás medios alternativos
de resolución de conflictos sean calificados como instituciones excepcionales a la jurisdicción ejercida
por el Poder Judicial. Con ello, en términos generales debe afirmarse que el derecho a someter a
arbitraje la controversia, implica que la misma puede y debe ser objeto de arbitraje en los precisos
términos y ámbitos que establece el ordenamiento jurídico vigente” -Vid. Sentencia vinculante de esta
Sala Nº 1.541/08, publicada en la Gaceta Oficial Nº 39.055 del 10 de noviembre de 2008-.
Así, el arbitraje no se limita o se realiza con el imperativo constitucional de que la Ley promoverá
el arbitraje (artículo 258), sino se materializa en “la existencia de un derecho fundamental al arbitraje
que está inserto en el derecho a la tutela jurisdiccional eficaz” -Vid. Sentencia de esta Sala Nº 192/08-, lo
cual se traduce en que la procedencia y validez del arbitraje, se verifica en la medida en que éste responda
a los principios y límites que formal y materialmente el ordenamiento jurídico ha establecido al respecto
-vgr. Procedencia del arbitraje, validez del laudo arbitral, entre otras-, por lo que “el arbitraje trasciende
el simple derecho individual de los particulares a someterse al mismo y se erige como una garantía de
éstos a someterse a un proceso (arbitral) accesible, imparcial, idóneo, transparente, autónomo,
independiente, responsable, equitativo y sin dilaciones indebidas” -Cfr. Sentencia vinculante de esta Sala
N° 1067/10, publicada en la Gaceta Oficial Nº 39.561 del 26 de noviembre de 2010-.
Además, la sentencia del Tribunal Superior que se pretende someter a casación al no constituirse
en el fallo de una alzada -pues no es una apelación del laudo-, no puede dársele el mismo tratamiento que
tiene una sentencia de segunda instancia, ya que debe responder al marco institucional que informa al
arbitraje de conformidad con la sentencia vinculante de esta Sala (Nº 1.541/08), y no al de las sentencias
que se producen con ocasión de la resolución de conflictos que conocen los órganos del Poder Judicial en
general.
Ello en forma alguna contraría, el contenido del artículo 312 del Código de Procedimiento Civil, el
cual no resulta aplicable a los casos de arbitrajes regidos por la Ley de Arbitraje Comercial, ya que
dispone lo siguiente:
Respecto del artículo parcialmente transcrito, en el supuesto contenido en el ordinal 4°, es claro que
conforme al mencionado artículo 43 de la Ley de Arbitraje Comercial, no es posible que un laudo
arbitral sea conocido en segunda instancia o apelación por los Tribunales Superiores, ya que contra
los laudos solo procede la nulidad de los mismos, que es conocida en única instancia por tales
juzgados, por lo que la aplicación del supuesto de la referida norma, se refiere al arbitramento
regulado en el propio Código de Procedimiento Civil (artículos 608 al 629) -el cual fue parcialmente
derogado por la Ley de Arbitraje Comercial, como ley especial en la materia-, que establece
particularmente en el artículo 624, lo siguiente: “Si los árbitros son arbitradores, sus fallos serán
inapelables. Si fueren de derecho, serán igualmente inapelables, salvo pacto en contrario que conste
en el compromiso, para ante el Tribunal Superior natural o para ante otro Tribunal Superior
natural o para ante otro Tribunal de arbitramento que hayan constituido las partes con ese fin”.
Pretender establecer con carácter general la solución planteada en el Código de Procedimiento Civil,
desconocería tal como se afirmó con anterioridad la esencia del arbitraje como un medio alternativo (al
Poder Judicial) de resolución de conflictos, ya que la práctica demostró que los esfuerzos como la reforma
del Código de Procedimiento Civil en la materia, resultaron infructuosos, en tanto que bajo la normativa
del Código de Procedimiento Civil, no ha solucionado mediante arbitraje casi ninguna controversia.
En ese sentido, es que se ha reconocido el carácter constitucional del arbitraje y que “(…) el
imperativo constitucional de que la Ley promoverá el arbitraje (artículo 258) y la existencia de un
derecho fundamental al arbitraje que está inserto en el derecho a la tutela jurisdiccional eficaz, lo que
lleva a la Sala a la interpretación de la norma legal conforme al principio pro actione que, si se traduce
al ámbito de los medios alternativos de resolución de conflictos, se concreta en el principio pro
arbitraje (…)” -Vid. Sentencia de esta Sala N° 192/08-.; pero dejando a salvo que lo anterior no significa
la promoción de un sistema de sustitución de los remedios naturales de control sobre el arbitraje, por los
mecanismos propios de la jurisdicción.
En ese contexto, cabe reiterar las siguientes consideraciones respecto del principio de la doble
instancia, el cual posee su fundamento en la Convención Americana sobre Derechos Humanos, suscrita y
ratificada por Venezuela (G.O. No. 31.256 del 14 de junio de 1977), en su artículo 8, numeral 2, literal h),
cuyo contenido tiene aplicabilidad de manera absoluta en los procedimientos penales y no en otros
procesos como los civiles, mercantiles, laborales o tributarios, ya que “el derecho a los recursos y al
sistema legal impugnatorio, salvo en el proceso penal, no tiene vinculación constitucional. Por tanto, el
legislador es libre de determinar su configuración, los supuestos en que procede y los requisitos que han
de cumplirse en su formalización” -Vid. Sentencia de esta Sala Nº 2.667/02-.
Ciertamente, esta Sala ha reiterado que el derecho a recurrir supone, necesariamente, la anterior
previsión legal de un recurso o medio procesal destinado a la impugnación del acto, ya que no toda
decisión judicial dentro del proceso puede ser recurrida, al señalar que:
Por otra parte, el literal ‘H’ del numeral 2 del artículo 8 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos o Pacto de San José de Costa Rica, de aplicación prevalente en el orden interno
por indicarlo así el artículo 23 de la Constitución, establece, como garantía judicial, el derecho a
recurrir del fallo ante un juez o tribunal superior y considera que dicha norma no acepta limitación
alguna y se aplica con preferencia a la parte final del numeral 1 del artículo 49 de la Constitución,
según el cual ‘toda persona declarada culpable tiene derecho a recurrir del fallo, con las
excepciones establecidas en esta Constitución y la ley’. Asimismo el artículo 14.5 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, consagra la garantía de revisión de la sentencia o el
derecho a la doble instancia, en particular para el proceso penal.
Esta Sala, en aplicación del principio de interpretar a favor del goce y del ejercicio de los derechos
fundamentales, ha extendido, en muchos casos, al proceso civil y al contencioso administrativo tal
garantía -del doble grado de la jurisdicción-, lo cual es posible siempre que con ello no se esté
lesionando otro derecho fundamental u otro principio preponderante, como lo es el de la aplicación
por el juez del ordenamiento procesal predeterminado por la ley, que deberá ser aplicado -salvo
inconstitucionalidad declarada o manifiesta- en aras de la seguridad jurídica. Ha señalado la Sala
como excepción al ejercicio del derecho a la doble instancia, los procesos para los que la ley
adjetiva circunscribe la competencia de su conocimiento al Tribunal Supremo de Justicia.
Asimismo, constituyen otras excepciones no excluyentes, aquellas decisiones dictadas, de acuerdo
con la ley procesal aplicable, por tribunales colegiados, ello en atención a que, partiendo del
supuesto que con la doble instancia se pretende reforzar la idoneidad y justeza de la decisión
dictada, ello también puede lograrse, en principio, cuando es un tribunal colegiado quien la dicta.
(Vid. Entre otras sentencias la Nº 2661/25.10.2002 y 5031/15.12.05).
Por otra parte, el derecho a recurrir supone, necesariamente, la anterior previsión legal de un
recurso o medio procesal destinado a la impugnación del acto, ya que no toda decisión judicial
dentro del proceso puede ser recurrida. Ello atentaría, también, contra la garantía de celeridad
procesal y contra la seguridad jurídica y las posibilidades de defensa que implica el conocimiento
previo por los litigantes de las reglas procesales. El derecho a la doble instancia requiere entonces
del preestablecimiento legal de la segunda instancia, así como del cumplimiento por quien pretende
el acceso a ella, de los requisitos y presupuestos procesales previstos en la ley aplicable” -Vid.
Sentencia de esta Sala Nº 1.929/08-.
En ese sentido, al no existir en el marco del proceso de arbitraje ni del Código de Procedimiento
Civil, una previsión expresa en torno a la recurribilidad en casación de las sentencias de nulidad de laudos
arbitrales, resulta plenamente aplicable el contenido del criterio reiterado de esta Sala en sentencia N°
613/03, que precisó que “el derecho a recurrir supone, necesariamente la previa previsión legal de un
recurso o medio procesal destinado a la impugnación del acto. No toda decisión judicial dentro del
proceso puede ser recurrida. Ello atentaría, también, contra la garantía de celeridad procesal y contra la
seguridad jurídica y las posibilidades de defensa que implica el conocimiento previo de los litigantes de
las reglas procesales. El derecho a la doble instancia requiere entonces del preestablecimiento legal de la
segunda instancia, así como del cumplimiento por quien pretende el acceso a ella, de los requisitos y
presupuestos procesales previstos en la ley aplicables”.
Por lo tanto, sobre la base de la jurisprudencia parcialmente transcrita, es claro que no procede el
recurso de casación, contra la sentencia que resuelve la pretensión de nulidad de un laudo arbitral, bien sea
resolviendo el fondo o inadmitiéndolo, lo cual no obsta para la procedencia de otros medios de control
jurisdiccional, que en virtud de la Constitución u otras leyes especiales, sometan cualquier decisión
jurisdiccional al control de los órganos competentes que integran el Poder Judicial, tal como ocurre en
caso del amparo constitucional o la solicitud de revisión constitucional.
Finalmente, se fija con carácter vinculante el contenido del presente fallo a partir de su publicación
íntegra en la Gaceta Judicial y la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela, por lo que los
recursos o juicios que se interpongan o se encuentren en trámite antes de la referida publicación, deberán
seguir su curso.
IV
DECISIÓN
Por las razones que anteceden, esta Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia,
administrando justicia en nombre de la República Bolivariana de Venezuela por autoridad de la ley,
declara:
1.- INADMISIBLE la solicitud de revisión interpuesta por el abogado Armando Jesús Planchar
Márquez, actuando como apoderado judicial de de la compañía VAN RAALTE DE VENEZUELA C.A.,
ya identificados, del “fallo proferido el lunes 22 de febrero de 2010 por (…) el Tribunal Superior Noveno
en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, en
el expediente N° 8314, y mediante la cual negó la admisión del recurso de nulidad que tempestivamente
interpuso mi mandante contra el LAUDO ARBITRAL DEFINITIVO que el 8 de julio de 2009 DICTÓ EL
ARBITRO ÚNICO GUSTAVO MATA BORJAS DEL CENTRO DE ARBITRAJE DE LA CÁMARA DE
COMERCIO DE CARACAS, en el expediente llevado por dicho organismo bajo la nomenclatura CA01-
A- 2008-000003 y cuya aclaratoria fue dictada el 29 de julio de 2009, fecha a partir de la cual, conforme
a lo previsto en el artículo 43 de la Ley de Arbitraje Comercial, se interpuso el correspondiente recurso
de nulidad ante el Tribunal Superior competente, contra el aludido laudo definitivo que se dictó en el
proceso arbitral que se inició el 22 de abril de 2008, con la solicitud que presentó ante EL CENTRO DE
ARBITRAJE DE LA CÁMARA DE COMERCIO DE CARACAS, la arrendadora BIENES Y RAÍCES
AUSTRAL C.A., sociedad de comercio domiciliada en la ciudad de Caracas e inscrita en el Registro
Mercantil Segundo de la Circunscripción Judicial del Distrito Capital y Estado Miranda el 25 de abril de
1991, bajo el N° 13, Tomo 18-A, quien demandó, por vía arbitral, una acción de cumplimiento del
contrato de arrendamiento que con mis mandantes suscribió el 26 de febrero de 2002, ante la Notaría
Pública Cuarta del Municipio Chacao del Estado Miranda, y quedó anotado bajo el N° 36 del Tomo 21
de los libros de autenticaciones llevado por dicha Notaría, por un galpón situado en la parcela N° 9,
Calle F, Sector Guaicay, Estado Miranda; y del addendum que ante dicha Notaría suscribieron el 18 de
enero de 2007, y quedó anotado bajo el N° 31 del Tomo 4 de los libros de autenticaciones llevado por esa
Notaría”.
2.- Se FIJA CON CARÁCTER VINCULANTE, el contenido del presente fallo a partir de su
publicación íntegra en la Gaceta Judicial y la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela,
por lo que los recursos o juicios que se interpongan o se encuentren en trámite antes de la referida
publicación, deberán seguir su curso.
3.- Se ORDENA la publicación íntegra del presente fallo en la Gaceta Judicial y la Gaceta Oficial
de la República Bolivariana de Venezuela, en cuyo sumario deberá indicarse lo siguiente:
Dada, firmada y sellada en el Salón de Despacho de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo
de Justicia, en Caracas, a los 30 días del mes de Noviembre de dos mil once (2011). Años: 201° de la
Independencia y 152° de la Federación.
La Presidenta de la Sala,
LUISA ESTELLA MORALES LAMUÑO
Ponente
El Vicepresidente,
Los Magistrados,
El Secretario,
Exp. Nº AA50-T-2011-0381
LEML/