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TEMA Nº 1
EJECUCIÓN DE LA SENTENCIA.- NOCIONES GENERALES
FALLO: Es la resolución o pronunciamiento definitivo en una causa, que dicta un juez
o tribunal.
SENTENCIA DEFINITIVA: La sentencia Interlocutoria se diferencia de la
sentencia DEFINITIVA, en virtud que al declarar con lugar la demanda y condenar al
pago de una suma de dinero, estamos en presencia de una definitiva de CONDENA, y
para robustecer este criterio conviene asentar de inmediato criterios doctrinales y
jurisprudenciales que pueden ayudar a comprender mejor el asunto: Veamos primero la
doctrina autoral extranjera al definir la sentencia, y en especial la Interlocutoria:
GIUSEPPE CHIOVENDA (Instituciones de Derecho Procesal Civil, Tomo III,
asienta… Omissis conceptualmente, SENTENCIA es el pronunciamiento sobre la
demanda de fondo, o más precisamente la resolución del Juez que afirma existente o
inexistente la voluntad concreta de la ley deducida en juicio. Una sentencia
interlocutoria puede resolver un punto que no vaya al fondo. La doctrina autoral patria.
ARISTIDES RENGEL ROMBERG (Tratado de Derecho Civil Venezolano), la
sentencia interlocutoria, es la que se dicta en el curso del proceso, para resolver
cuestiones incidentales.-
Además de los criterios de la doctrina autoral expresada por los autores antes,
señalados, entre otros, y la jurisprudencial también supra indicada, está Alzada a mayor
abundamiento considera explanar, la definición del diccionario Jurídico Usual Tomo
VII de CABANELLAS, define a la SENTENCIA DEFINITIVA: Del verbo definirse,
terminar, es aquella según Caravantes, por la cual el juez resuelve terminar el proceso,
la que con vista de todo lo alegado y probado por los litigante sobre el negocio
principal, pone fin a la controversia suscitada ante el Juzgador.-
El mismo Diccionario define la SENTENCIA INTERLOCUTORIA, ASÍ. Del latin
inter y locutio, mientras se habla o discute, o decisión intermedia.
Según Caravantes, la que pronuncia el Juez en el transcurso del pleito, entre su principio
y fin, sobre algún incidente o artículo de previo pronunciamiento, para preparar la
sentencia definitiva.-
Es la decisión que hace un Juez por litigio pendiente. La Nulidad no es declarable de
oficio, debe ser alegada por las partes mediante la apelación. A los efectos de apelación
el lapso para intentar el recurso comienza a contarse desde el siguiente día de su
publicación.
SENTENCIA DEFINITIVA FIRME: Es aquella calidad o condición que adquiere la
sentencia judicial cuando contra ella no proceden recursos legales que autoricen su
revisión.
SENTENCIA EJECUTORIADA: Mediante la cual el tribunal ordena a solicitud del
Beneficiario la ejecución de la Sentencia
SENTENCIA EJECUTADA o FALLO EJECUTADO: Es aquella que se ha
cumplido por organismo jurisdiccional competente. Es aquel que ha sido cumplido por
virtud de la ejecución judicial efectuada en acatamiento a lo ordenado por el dispositivo
del fallo y con apego al procedimiento legal.
EXPERTICIA COMPLEMENTARIA DEL FALLO: En la sentencia que se
condene a pagar frutos, intereses o daños se determinará la cantidad de ellos, y si el juez
no pudiere estimarla según las pruebas, dispondrá que esta estimación lo hagan los
peritos, con arreglo a lo establecido para el justiprecio de bienes ( ART 249 CPC)
TUTELA JUDICIAL EFECTIVA: Es la protección que da el Estado a través del
órgano jurisdiccional para que se aplique el debido proceso, se respeten los lapsos y las
fechas sean ejecutables; la posibilidad cierta de que las partes vean concretado los
derechos que les han sido reconocidos por los órganos jurisdiccionales. (ART 26
CRBV)
EJECUCIÓN DE LA SENTENCIA. COMPETENCIA (Art. 523 CPC)
JUEZ COMPETENTE PARA LA EJECUCIÓN DE LA SENTENCIA.
La ejecución de un fallo judicial se presenta una primera etapa en la cual se le da
oportunidad al condenado para que en forma voluntaria cumpla con su obligación y,
solo en el supuesto de incumplimiento, se procede a la fase de la ejecución forzada, en
donde el Juez ejecuta las medidas necesarias para garantizar la satisfacción de aquel que
ha sido beneficiado por un fallo judicial siempre en los límites de lo sentenciado. Esto
es que, una vez iniciada la fase de ejecución y practicada la Medida de Embargo
ejecutivo, por ningún concepto el ejecutante debe ser negligente o desidioso en llevar
adelante e impulsar los subsiguientes actos de ejecución. En definitiva, el artículo 547
indica que debe haber actividad en el expediente llevando adelante la ejecución de la
sentencia, una vez que se haya practicado el embargo ejecutivo, esas actividades como
todos las conocemos están referidas al avalúo o justiprecio de los bienes embargados, el
nombramiento de los respectivos expertos, publicación de carteles de remate, subasta de
los bienes y el remate de los mimos. Todos estos actos procesales de la ejecución los
encontramos desde el artículo 523 del Código de Procedimiento Civil consecutivamente
al 584 eiusdem
La jurisdicción en sentido procesal, desde la instauración del juicio hasta su conclusión
por la sentencia definitiva, entendida como actividad del Estado dirigida a resolver
conflictos intersubjetivos, aparece limitada a través de la competencia, que se determina
por razón del territorio, la materia y la cuantía. Conforme a tales elementos, el
conocimiento del juicio corresponderá a determinados tribunales, a los cuales se
atribuye la competencia, cuyo desconocimiento o impugnación deberá formularse en la
etapa de cognición, ya no podrá impugnarse la misma por vicios de incompetencia del
tribunal que haya conocido.
Llegada la fase de ejecución de la sentencia, ya no podrá discutirse la competencia
territorial, por la materia o la cuantía, para determinar a cuál tribunal corresponde la
ejecución, pues permitirlo sería retrotraer el proceso a la etapa cognoscitiva y a la
discusión que debió plantearse en tal fase del proceso jurisdiccional, Es preciso el
artículo 523 del Código de Procedimiento Civil al señalar cuál resulta ser el tribunal
competente para la ejecución de la sentencia, estableciendo al efecto:
1. Que la ejecución de la sentencia o de cualquier otro acto que tenga fuerza de tal,
corresponderá al tribunal que haya conocido la causa en primera instancia…
QUIEN DEBE SOLICITAR LA EJECUCIÓN DE LA SENTENCIA.
Según el criterio plasmado y mantenido en forma inveterada, diuturna y pacifica en la
Jurisprudencia patria, tal como lo enseña Sentencia Nº 30 de SALA DE CASACIÓN
CIVIL del Tribunal Supremo de Justicia, dictada en el Expediente Nº 00-967,
en fecha 24/01/2002:
“…Se denuncia la falta de aplicación del artículo 524 del Código de
Procedimiento Civil, en vista de que el fallo adjudica el derecho a solicitar la
ejecución de la transacción que puso fin al presente juicio a los árbitros, en lugar de
declarar que ése derecho corresponde a las partes de conformidad con lo previsto en la
norma cuya infracción se delata.
La recurrida en su parte pertinente expresa:
“...Igualmente considera este Tribunal que la transacción celebrada entre las partes en
fecha 05/03/98, no puede en modo alguno ser objeto de ejecución, en virtud de que los
únicos que podrían pedir la ejecución de ella son los Arbitros designados al efecto, si
consideramos que si han cumplido con las obligaciones contenidas en dicha
transacción, por lo que mal podría el Tribunal a-quo declarar la ejecución de una
transacción cuyo deber y conocimiento le es dado únicamente a los Arbitros
designados, y, ASI SE DECIDE...”.
El artículo 524 ejusdem acusado de infracción, dispone:
“...Cuando la sentencia haya quedado definitivamente firme, el Tribunal, a petición de
la parte interesada, pondrá un decreto ordenando su ejecución...”.
La norma transcrita asigna el derecho a solicitar la ejecución de una sentencia u
otro acto con fuerza de cosa juzgada a “la parte interesada”. Tal regulación refleja el
uniforme criterio doctrinario, acogido por nuestro sistema procesal civil, conforme
al cual, el derecho a solicitar la ejecución de un acto con fuerza de cosa juzgada es
extensión del derecho a accionar y, en este sentido, está sujeto al mismo principio de
legitimación que gobierna la proposición de la acción.
Así, en la exposición de motivos de nuestro Código de Procedimiento Civil, indica:
“...Mediante el sistema que se mantiene, la ejecución no es objeto de una nueva
acción (actio iudicati), como en otros derechos, ni da origen a una nueva relación
jurídica procesal, sino que constituye el desenvolvimiento final de la única relación
jurídica procesal que se constituye entre las partes desde el momento mismo en que la
demanda judicial es notificada al demandado...".
Por otra parte, en relación con el alcance del concepto de legitimación para actuar
es la opinión del profesor Piero Calamandrei, la siguiente:
“...Se ha dicho, en general, que los órganos jurisdiccionales no proveen si no son
estimulados por un sujeto agente (nemo iudex sine actore: véase anteriormente, P. 31);
pero aquí, al hablar de los requisitos de la acción entendida como derecho a obtener
una providencia jurisdiccional favorable, se dice algo más: esto es que a fin de que el
juez provea en sentido favorable al solicitante, no basta que la demanda le sea
propuesta por una persona cualquiera, sino que es necesario que le sea presentada
precisamente por aquella persona que la ley considera como particularmente idónea
para estimular en aquel caso concreto la función jurisdiccional...”. (Piero Calamadrei.
Instituciones de Derecho Procesal Civil. Tomo I. Pág. 262.).
El maestro Eduardo Couture, a su vez, explica el derecho de petición en los siguientes
términos:
“...La acción, como forma típica del derecho de petición, asume formas variadas
dentro del proceso. Unas veces se apoya en el derecho para obtener una sentencia de
condena; otras en la sentencia para obtener la ejecución. Pero la unidad de contenido
es evidente; sólo difieren las formas. La jurisdicción abarca tanto el conocimiento
como la ejecución...”. (Eduardo Couture, Fundamentos del Derecho Procesal Civil,
pág. 443 yss.).
Es claro que la posibilidad de ejecución va unida junto con el derecho a accionar y por
tanto la legitimación para accionar implica la potestad para proceder con la ejecución,
y por ello los sujetos legitimados para ello serán los mismos que tienen concedido el
derecho de petición, y así, siendo que son las partes las titulares del derecho de
accionar, la ejecución les corresponde a ellas y no a otros sujetos…”
CLASIFICACION O MODALIDADES DE EJECUCION DE SENTENCIAS.
Doctrinariamente se ha formulado una clasificación de la ejecución forzada atendiendo
al momento de la ejecución, el título en que se funda y la singularidad o pluralidad de
los acreedores que podrán solicitarla, entre otros criterios, atendiendo al número de los
sujetos activos o pasivos de la ejecución se habla de dos tipos de ejecución:
b) por la pluralidad de sujetos que la promueven, como son los acreedores del
ejecutado;
d) por los bienes sobre los cuales recae, ya que mientras la ejecución colectiva será
sobre la totalidad o universalidad de los bienes del deudor ejecutado.
De acuerdo a las modalidades de ejecución previstas en el Código de
Procedimiento Civil que regulan la ejecución forzosa se derivan una clasificación
atendiendo al tipo de condena que haya recaído.
1. Ejecución por el pago de una cantidad de dinero: está prevista en el artículo 527
del Código de Procedimiento Civil, con esta forma de ejecución, el ejecutante obtiene la
satisfacción del crédito determinado y liquidado en la sentencia mediante la
expropiación de bienes del ejecutado que realiza el juez ejecutor quien en nombre del
estado se subroga por aquel en el ejercicio del derecho de propiedad, para disponer del
mismo y ceder mediante el procedimiento de remate y venta al mejor postor en venta
pública. El ejecutante obtiene así la satisfacción pecuniaria.
Dos situaciones pueden presentarse cuando la condenatoria se refiere a cantidades de
dinero; la primera cuando se trate de cantidades líquidas, la segunda cuando las
cantidades no estén liquidadas.
a) si la sentencia hubiere condenado al pago de una cantidad líquida de dinero, la
ejecución se hará efectiva en forma inmediata mediante el libramiento del mandamiento
de ejecución para embargar bienes que sean propiedad del deudor que no excedan del
doble de la cantidad y costas por los cuales se siga la ejecución”.
3.- Un patrimonio ejecutable o sea Existencia de bienes sobre los cuales debe
recaer la ejecución.
Sin patrimonio ejecutable no hay posibilidad de ejecución de la sentencia. El ejecutado
no podrá cumplir ni voluntaria ni forzosamente la sentencia si carece de patrimonio que
sea factible de ejecutar, distinguiendo que existen también otras categorías de sentencia,
como las declarativas y las constitutivas de estado, que agotan la ejecución con el solo
pronunciamiento.
4.- Inejecución voluntaria del fallo por parte del deudor
Por otra parte sostiene el maestro Carnelutti que cuando se alcanza una sentencia
definitivamente firme contra la cual no procede recurso, debe procederse a la
ejecución voluntaria de esa sentencia, y en caso de renuencia por parte del obligado, la
ley dispone de una serie de medidas tendientes al cumplimiento forzoso del contenido
de la obligación previamente declarada. Es aquí donde entra a funcionar la noción de
medidas definitivas o ejecutivas, las cuales pueden concebirse como los medios
procesales del que puede disponer el Juez en orden a la ejecución forzada de una
sentencia definitivamente firme.
“…En este sentido debe señalarse que si bien es cierto que la Ley Orgánica de
administración Pública consagró la aplicación de los privilegios procesales a entes
distintos a la Republica, como es el caso de los Institutos Autónomos (artículo 97), tal
normativa no hizo extensivo dicho privilegio a las denominadas Empresas del Estado,
ya que es menester aclarar que para tal privilegio sea aplicable a determinado ente
público es necesario que exista expresa previsión legal al respecto…”
Conviene igualmente recordar que el privilegio procesal, no es otra cosa que una
concesión legal que asiste a un determinado sujeto de derecho, mediante el cual se le
exime de determinadas obligaciones que son inherentes al común de las personas, como
por ejemplo, el artículo 16 de la Ley Orgánica de Hacienda Pública Nacional
que prohíbe la aplicación de medidas ejecutivas preventivas o ejecutivas sobre los
derechos, bienes, rentas, derechos o acciones pertenecientes a la Nación,
erigiéndose esta en un privilegio que es la excepción a la norma, ya que al resto de
las personas naturales o jurídicas le son aplicables estas medidas, otro ejemplo seria la
prerrogativa procesal que establece la suspensión de la causa por efectos de la
notificación del Procurador General de la República.
En este sentido, se enfatiza que, dado el carácter público del fin que persiguen estos
entes, debe aplicarse un régimen especial de ejecución del fallo, con el objeto de
preservar el principio de legalidad presupuestaria y la prestación del servicio y, al
mismo tiempo, respetar el derecho legítimo de aquel que resultó favorecido por una
decisión judicial luego de transitar un proceso.
De allí que, el Decreto con Fuerza de Ley Orgánica de la Procuraduría General de la
República, prevé, en los artículos antes transcritos, un procedimiento especial para la
ejecución de los fallos que tengan carácter de cosa juzgada, procedimiento en el cual, de
no haber acuerdo entre las partes, los montos a ser cancelados por el Estado, deben ser
cargados a los próximos dos ejercicios presupuestarios
Ahora bien, buscando la forma de dejar más claro el tema, traemos a colación la
Sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, dictada en el
expediente N° 02-0154 de fecha 06 días del mes de julio de dos mil cuatro,
mediante la cual plasmó el siguiente criterio:
“…Observa la Sala que el régimen de ejecución de sentencias condenatorias se
rige por el procedimiento establecido en el Código de Procedimiento Civil, salvo los
casos excepcionales establecidos en la ley, entre los cuales se encuentra la ejecución de
fallos contra la República, en virtud de una serie de prerrogativas por la función y el
servicio que presta el Estado a la colectividad. Esta serie de prerrogativas ha sido
consagrada en la Ley Orgánica de la Hacienda Pública Nacional y en la Ley Orgánica
de la Procuraduría General de la República, entre las cuales se encuentra un privilegio
de inejecución, que consiste en la prohibición expresa de decretar medidas de ejecución
preventiva o definitiva contra los bienes, rentas, derechos o acciones pertenecientes a
la Nación.
En este sentido, el artículo 102 de la Ley Orgánica de Régimen Municipal
extiende esas prerrogativas a los entes municipales al disponer que los Municipios
gozaran de los mismos privilegios y prerrogativas que la legislación nacional otorga al
Fisco Nacional y que regirán para ellos las disposiciones contenidas en la Ley
Orgánica de la Hacienda Pública Nacional en cuanto les sean aplicables.
Ahora bien, el artículo 253 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela establece que corresponde a los órganos del Poder Judicial conocer de las
causas y asuntos de su competencia mediante los procedimientos que determinen las
leyes, y ejecutar o hacer ejecutar sus sentencias.
En este sentido la Sala estima que si bien la existencia de prerrogativas para
los entes municipales excluye la posibilidad de que sus bienes sean objeto de medidas
de ejecución preventiva o definitiva contra los bienes, rentas y derechos, tal situación
no puede ser entendida como un obstáculo para que el particular que resulte favorecido
con la decisión logre el restablecimiento de sus derechos y las compensaciones por los
daños sufridos, lo cual lo legitima para exigir el cumplimiento efectivo de lo ordenado
por el Juez y obliga a éste a su vez a dar cumplimiento a sus decisiones, conforme lo
dispuesto en el artículo 253 Constitucional.
Al respecto, esta Sala Constitucional, en sentencia del 3 de agosto de 2001,
(Caso: Municipio García del Estado Nueva Esparta), señaló:
“los órganos jurisdiccionales pueden, al realizar el control de la
Administración, bien sea nacional, estadal o municipal, dictar sentencias que
contengan una carga económica para éstas, quienes deberán cumplirla -forzosamente
de ser necesario-, sin alegar como pretexto la falta de previsión presupuestaria. Es así,
que para el cumplimiento de lo antes descrito, en los presupuestos públicos se
determinan partidas para el cumplimiento de las sentencias, ello sin menoscabo de que
se puedan hacer rectificaciones presupuestarias para dar fiel cumplimiento a lo
ordenado por los órganos administradores de justicia".
Siendo ello así, el artículo 104 de la Ley Orgánica de Régimen Municipal, ha
establecido un mecanismo para la ejecución de los fallos condenatorios contra los
entes municipales que, en caso de no ser cumplido, permite al Juez ejecutar la
sentencia conforme al procedimiento ordinario pautado en el Código de Procedimiento
Civil, que contempla el procedimiento de ejecución forzosa de las sentencias
condenatorias de carácter patrimonial.
No obstante, la Sala considera que si bien puede aplicarse el procedimiento de
ejecución forzosa de las sentencias condenatorias de carácter patrimonial contra los
entes Municipales, y el tribunal establecer los mecanismos necesarios para el pleno
cumplimiento de sus fallos, no resultan procedentes, por mandato expreso del artículo
16 de la Ley Orgánica de la Hacienda Pública Nacional, en concordancia con el
artículo 102 de la Ley Orgánica de Régimen Municipal, las medidas de embargo
preventivo o ejecutivo contra los bienes, acciones y derechos de los Municipios…”
TEMA N°2
LA EJECUCIÓN DE LA SENTENCIA DEL EMBARGO DE BIENES.
DIFERENCIAS ENTRE EL EMBARGO EJECUTIVO Y EL EMBARGO
PREVENTIVO. EFECTOS.
PREVENTIVO EJECUTIVO
Se puede hacer en cualquier etapa del proceso. Solo procede en estado de ejecución de
sentencia
Sólo procede sobre bienes muebles propiedad Procede tanto bienes muebles como
del demandado. Inmuebles
Puede ser solicitado por cualesquiera de las Sólo podrá ser solicitado por el
partes que lo estime necesario vencedor del pleito
“...la Sala juzga que contra el decreto y ejecución de las medidas cautelares, la
empresa accionante podía haber formulado la oposición prevista en el artículo 546 del
Código de Procedimiento Civil, el cual constituye un medio ordinario, eficaz y
especialísimo, para impugnar la eficacia del decreto, sin que pueda alegarse que contra
la medida de secuestro no era posible su interposición, pues el artículo 604 eiusdem,
describe la posibilidad del tercero para ejercer oposición en contra de las medidas
cautelares.
Ahora bien, aunque la doctrina ha discutido la posibilidad para el tercero de realizar
oposición a la medida preventiva de secuestro, cuando apoye su pretensión en el
artículo 546 del Código de Procedimiento Civil, esta Sala, acorde con su doctrina y en
resguardo de la garantía constitucional a la tutela judicial efectiva, plasmada en el
artículo 26 del Texto Constitucional, ha dejado sentado lo siguiente:
‘Por otra parte, contra el decreto y ejecución de las medidas cautelares, las empresas
accionantes podían haber formulado la oposición prevista en el artículo 546 del Código
de Procedimiento Civil, el cual constituye un medio ordinario, eficaz y especialísimo,
para impugnar la eficacia del decreto, sin que pueda alegarse que contra la medida de
secuestro no era posible su interposición, todo conforme lo dispuesto por el artículo
604 del Código de Procedimiento Civil, de cuyo texto emerge la posibilidad del tercero
para ejercer oposición en contra de las medidas cautelares.
En este sentido, la doctrina ha discutido la posibilidad para el tercero de realizar
oposición a la medida preventiva de secuestro, cuando apoye su pretensión en el
artículo 546 del Código de Procedimiento Civil.
(...)
Esta Sala, acorde con su doctrina y en resguardo de la garantía constitucional a la
tutela judicial efectiva plasmada en el artículo 26 del Texto Constitucional dejó sentado
lo siguiente:
‘Ello revela, a juicio de esta Sala que, una vez dictada la medida de secuestro, la
empresa accionante contaba con la posibilidad de ejercer una tercería, de conformidad
con lo dispuesto en el ordinal 1° del artículo 370 del Código de Procedimiento Civil; sin
embargo, esta vía judicial prevista de manera especial y precisa en el Código adjetivo
para la defensa de los derechos e intereses de aquellas personas que sin ser partes en
la causa, requiere de un trámite que no es breve ni sumario, y por lo tanto, no puede
ser considerado como un medio judicial idóneo para la protección inmediata de los
derechos de un tercero ajeno a la demanda. Conforme a los artículo 373 y siguientes
del indicado Código de Procedimiento Civil, quien intenta la tercería se inserta en un
procedimiento largo, que no permite el restablecimiento inmediato de la situación
jurídica infringida por la violación de derechos y garantías constitucionales…’
(Confróntese. Sentencia n° 1130 del 5 de octubre de 2000, con Ponencia del
Magistrado doctor Jesús Eduardo Cabrera Romero).
En efecto, considera esta Sala, que los artículos 26, 49 y 257 de la Constitución de la
Republica Bolivariana de Venezuela hacen posible la oposición al embargo, consagrada
en el artículo 546 del Código de Procedimiento Civil, en la medida en que la tutela
judicial efectiva exige cualquier medio idóneo eficaz para garantizar la propiedad del
tercero que presentare prueba fehaciente de su derecho a la cosa por acto jurídico
válido.
Bajo la nueva perspectiva constitucional, por tanto, la tutela judicial efectiva frente a la
violación a derechos o garantías constitucionales no puede menos que avalar el uso de
los medios judiciales ordinarios creados por el legislador para sostener la defensa de
los derechos e intereses del justiciable (Ver sentencia de la Sala del 9 de noviembre
2001 exp. nº 00-2202).’Los artículos 26, 49 y 257 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela hacen posible la oposición a cualquier medida preventiva,
mediante el medio contemplado en el artículo 546 del Código de Procedimiento Civil;
además, no existe argumento legal, que pueda hacer nugatorio el derecho de un
tercero que evidentemente no forma parte de la situación o relación procesal, para
que a través de los medios ordinarios, establecidos por el legislador, obtenga la tutela
jurisdiccional del derecho sustancial reclamado.
APELACIÓN. CASACIÓN. COSA JUZGADA
En este último caso la cosa podrá ser objeto de remate, pero aquél a quien se le
adjudique estará obligado a respetar el derecho del tercero, y para la fijación del
justiprecio de la cosa embargada se tomará en cuenta esta circunstancia. De la decisión
se oirá apelación en un solo efecto, y en los casos en que conforme al artículo 312 CPC
sea admisible, el recurso de casación. Si se agotaran todos los recursos la sentencia
producirá cosa juzgada, pero la parte perdidosa en vez de apelar de la sentencia de
primera instancia podrá proponer el correspondiente juicio de tercería, si hubiere lugar a
él.
Conforme a las precisiones de las normas contenidas en los artículos 551, 552 y 553
del Código de Procedimiento Civil, y muy especialmente se colige que el “El cómputo
de los días que deben mediar entre las diferentes publicaciones, se hará como se
establece en el artículo 197.”, esto por aplicación del ya indicado precepto del artículo
553 del Código Adjetivo; es decir, se aclara que si no se cumple con lo preceptuado en
dichas normas; sobre viene la reposición del proceso ejecutorio, por la falta de
observancia de la referida precisión legal, encontrando nuevamente en este estadio
procesal el Órgano Jurisdiccional, que la parte actora incurre en supresión de las
formas legales, al haber realizado las publicaciones en lapsos que difieren totalmente
con el alcance normativo reseñado, produciendo el desorden cronológico, viciando en
forma reiterativa la fase publicitaria a la que se contraen las normas precedentemente
referidas, lo cual debe atraer al Sustanciador la obligación de verter
un pronunciamiento repositorio, en guarda y defensa de los derechos e intereses de
los terceros que por anuncio del acto de remate quieran intervenir en la causa como
postores y posibles adquirientes del bien anunciado.
Violando lo dispuesto en el Artículo 552 del Código de Procedimiento Civil: “El remate
de los bienes inmuebles se anunciará, en tres (3) distintas ocasiones, de diez en diez
días mediante carteles que se publicarán en la misma forma indicada en el artículo
anterior”. Lo que implica que en el presente caso no se ha hecho la publicación del
segundo cartel de diez en diez días como el citado artículo.
“… esta Sala reconoce que para el momento cuando correspondía la publicación del
tercer cartel- diciembre de 2002- hubo una situación conflictiva a nivel nacional que
pudo efectivamente hacer imposible la publicación tempestiva de dicho cartel. No
obstante, en este caso hay que tomar en consideración si, precisamente en derivación
de la antedicha situación, se afectaron o no el goce de los derechos y garantías
constitucionales en el proceso.
El artículo 14 del Código de Procedimiento Civil, establece: “El juez es el director del
proceso y debe impulsarlo de oficio hasta su conclusión a menos que la causa esté en
suspenso por algún motivo legal. Cuando esté paralizada el juez debe fijar un término
para su reanudación que no podrá ser menor de diez días después de notificación de las
partes o sus apoderados.”
Esta norma preceptúa el principio general de que el juez es el conductor del proceso y
sobre él pesa la obligación consecuente de impulsarlo hasta su conclusión. Si bien la
regla general es que las partes están a derecho, el juez debe cumplir un papel tutor en
la causa a favor de que esta mantenga la marcha correspondiente, con el debido
acatamiento a los derechos constitucionales que informan la actividad jurisdiccional.
En el caso sub examine, las partes estaban a derecho; sin embargo, el juez debió tomar
correctivos a la subversión del orden de publicación de los carteles y no debió permitir
su publicación bajo el libre arbitrio del demandante, a través, por ejemplo, de la
fijación de una fecha para la publicación del cartel restante. Dicha omisión del juzgado
de la causa violó el derecho a la defensa del demandado quien no pudo asistir al acto
de remate debido a la incertidumbre que se generó a raíz de la publicación
extemporánea del último cartel. Así se declara...” (Negrillas adicionadas)
JUSTIPRECIO COMISION
Cuando los bienes que vayan a ser objeto del justiprecio estén situados fuera de la
jurisdicción del Tribunal, éste comisionará a uno competente del lugar donde se
encuentren los bienes, para que efectúe las diligencias del justiprecio.
1.- Que se trate de bienes muebles expuestos a corrupción o deterioro, es decir que se
trate de bienes perecederos tales como alimentos o cualquier tipo de productos que sean
susceptibles de deteriorarse o perderse por el solo transcurso del tiempo y de bienes
sujetos a descomposición (oxidación) o desperfecto de los mismos por ser inanimados.
2.- Que los bienes estén expuestos a sufrir en su valor por la demora, esto es, cuando
por el solo transcurso del
tiempo los bienes embargados puedan ver disminuido su valor de mercado.
3.- cuando el depósito de dichos bienes pueda ocasionar gastos que no guarden relación
con su valor.
La venta concebida así por nuestro legislador, se considera anticipada porque solo es
procedente cuando, llevado a cabo el embargo de los bienes, pueda ocurrir que entre
éstos, se encuentren algunos susceptibles de corrupción, por lo que puede el Juez, previa
la realización de una audiencia de las partes, y avalúo de los mismos por un único
perito, autorizar su venta mediante la publicación de un solo cartel de remate.
En cambio el artículo 564, ejusdem, prevé la venta de los bienes, aún cuando no se haya
llevado a cabo el procedimiento establecido para el Justiprecio de los mismos, pero ya
en la fase de remate de los bienes embargados, tal y como se lee en el orden del Código
in comento cuando expresa: “(…) CAPÍTULO IX, De la subasta y venta de los bienes
(…)”, Así en este capitulo, el artículo 563 del mismo, es la norma rectora del acto de
remate, y la disposición siguiente (564), constituye la excepción a dicho acto, puesto
que la misma está dada cuando el remate verse sobre “…bienes muebles que estén
expuestos a corrupción o deterioro…” .
Ahora bien, en cuanto a los conceptos de “Corrupción” y “deterioro” a que se refieren
las normas objeto de examen, en comentarios al artículo 564 del Código de
Procedimiento Civil, ha expresado el destacado procesalista Ricardo Henríquez La
Roche, en su obra Código de Procedimiento Civil, Tomo IV, página 209, lo siguiente:
“Existe una sobre-reglamentación de la venta de cosas corruptibles, lo cual es
criticable: la prevista en el artículo 538 y la que regula esta disposición. Como el
primero de los artículos se refiere a bienes sujetos a corrupción –palabra esta cuya
semántica es más restringida que la palabra deterioro- habráse de concluir que aquella
disposición será aplicada por el juez antes que ésta, si la cosa es susceptible de
corrupción y no de deterioro. La diferencia en ambas dicciones radica en que la
corrupción se refiere a la descomposición de los elementos que conforman una cosa
viva, como los animales y las plantas, o el producto de éstas, como los frutos, la leche,
etc. El deterioro concierne a la descomposición (oxidación) o desperfecto de bienes
inanimados.
La aplicación de una y otra norma tiene significación para el juez. La venta efectuada
de acuerdo a las reglas de este artículo 564, acarrea una responsabilidad suya si se
prueba que no había necesidad de hacer el remate de los bienes, lo cual tiene el riesgo
de que la valoración errónea del juez pueda acarrearle responsabilidad administrativa
y civil. En el caso del artículo 538, la responsabilidad civil del juez ejecutor no es
aplicable, habida cuenta de que la norma no lo prevé y el juez actúa previa audiencia
de las partes y con sujeción a un justiprecio imparcial que constituye la base de las
ofertas.”
Por lo tanto, en primer lugar la realización de una audiencia con las partes, el avalúo de
la cosa sujeta a remate y por último, el anuncio de su venta mediante un solo cartel, y
fijará la oportunidad y lugar que crea conveniente para efectuarlo, pero haciendo saber
al público el día y la hora de la venta. La adjudicación se hará al mayor postor, y sólo se
aceptarán propuestas de contado y pago inmediato. El Juez será responsable de los
perjuicios que cause a las partes por efectuarse un remate conforme a lo previsto en este
artículo si se prueba que no había necesidad de hacerlo. Puesto que en el caso que nos
ocupa, deberá probarse si se trata de bienes sujetos a descomposición física por ser de
carácter perecedero debido a su naturaleza, en virtud de que se refiere a un bien
mueble, en virtud de garantizar el debido proceso y el derecho a la defensa de las
partes, todo de conformidad con lo preceptuado en los artículos 538 del Código de
Procedimiento Civil y 37 de la Ley de Depósito Judicial.
DE LA SUBASTA PÚBLICA DE LOS BIENES EMBARGADOS (Art. 563 CPC)
Llegados el día y la hora indicados en el último o único cartel de remate para la
realización de éste, se procederá a efectuarlo con sujeción a las disposiciones siguientes.
CONTINUIDAD DEL ACTO DE REMATE (Art. 566 CPC)
Una vez comenzado el acto de remate éste continuará hasta su consumación, para lo
cual se tendrá por habilitado el tiempo necesario sin petición de las partes.
QUIENES PUEDEN SER POSTORES (Art. 575 CPC)
Para hacer proposiciones de adquisición en un remate se requiere la capacidad de
ejercicio y no estar sujeto a ninguna de las prohibiciones establecidas en los artículos
1.481 y 1.482 del Código Civil. El apoderado requiere de facultad expresa para poder
hacer proposiciones por su poderdante.
INCAPACIDADES PARA SER POSTORES (Arts. 1.481 y 1.482 CCV)
1. Entre marido y mujer no puede haber venta de bienes.
2. No pueden comprar, ni aun en subasta pública, ni directamente, ni por
intermedio de otras personas:
El padre y la madre los bienes de sus hijos sometidos a su potestad.
Los tutores, protutores y curadores, los bienes de las personas sometidas a su
tutela, protutela o curatela.
Los mandatarios, administradores o gerentes, los bienes que estén encargados de
vender o hacer vender.
Los empleados públicos, los bienes de la Nación, de los Estados o sus
Secciones, o de los establecimientos públicos de cuya administración estuvieren
encargados, ni los bienes que se venden bajo su autoridad o por su ministerio.
Los Magistrados, Jueces, Fiscales, Secretarios de Tribunales y Juzgados y
Oficiales de Justicia, los derechos o acciones litigiosos de la competencia del
Tribunal de que forman parte.
CAUCIÓN QUE DEBEN PRESTAR LOS POSTORES. (Art. 565 CPC) (INICIO
DEL REMATE)
Una vez llegado el momento del remate el Juez se constituirá con el Secretario, y
procederá a fijar la caución que deban prestar los postores para que les sean admitidas
sus propuestas. Una vez ofrecidas las cauciones el Juez las examinará, y si las encuentra
convenientes y aceptables las declarará constituidas en el mismo acto. Al ejecutante se
le aceptará como caución su crédito.
OBJETO DE LA CAUCIÓN
Tiene por objeto cubrir los gastos que ocasione un nuevo remate en caso del
incumplimiento del pago del precio por el adjudicatario en el lapso establecido, y los de
la prolongación del depósito hasta el nuevo pago del precio.
FIJACIÓN DEL LAPSO PARA OÍR PROPOSICIONES DE COMPRA
Seguidamente el Secretario dará lectura a las certificaciones relativas a la libertad o
gravámenes que puedan afectar los inmuebles, y a cualquier otra información que el
Juez considere conveniente. Acto continuo fijará un lapso para oír las proposiciones de
compra, de las cuales se dejará constancia si así lo exigiere el postor. Concluido el
tiempo el Juez examinará las que se hayan hecho y adjudicará la buena pro al mayor
postor si su propuesta fuere de pago en efectivo, e inmediato, o al mejor postor en caso
de que la mayor propuesta no sea en efectivo y con pago inmediato.
LAPSO PARA ENTREGAR EL PRECIO
Cuando el remate no se haya hecho a plazo, el adjudicatario deberá entregar el precio
dentro de los tres días siguientes a aquél en que se le haya hecho la adjudicación.
REMATE DE BIENES MUEBLES E INMUEBLES CUANDO SEAN VARIOS
QUE CONSTITUYAN UNIDADES SEPARABLES (Art. 574 CPC)
Cuando los bienes a rematar, muebles o inmuebles, sean varios que constituyan
unidades separables se sacarán a remate uno por uno, siguiéndose el orden que indique
el ejecutado, o, en su defecto, el Tribunal.
Si el producto del remate de uno o varios bienes fuere suficiente para satisfacer el
monto de la ejecución se suspenderá el remate por lo que respecta a los restantes y se
declararán libres de embargo.
AVENIMIENTO
Entendimiento o arreglo entre rivales sobre una nueva base de remate (Tercer Acto de
Remate) Consignación del precio. (Art. 578 CPC)
Si en el segundo remate no hubiere postura que cubra la base o sea aceptada por las
partes, éstas concurrirán, a fin de procurar un avenimiento sobre una nueva base de
remate, administración o arrendamiento, o sobre algún otro medio de allanar la
dificultad.
Si no se consiguiere nada a este efecto, el Juez señalará el quinto día para proceder, en
un tercer remate, al arrendamiento de la cosa bajo las condiciones que estipulen las
partes, o que establezca el Juez en defecto de ellas.
COPIA CERTIFICADA DEL ACTO DE REMATE (Art. 573 CPC)
Verificado el remate, el Secretario del Tribunal estará en el deber de dar, dentro del
tercer día, al rematador que lo pidiere y hubiere cumplido con las obligaciones
impuestas en el remate, copia certificada del acta de ésta para que le sirva de título de
propiedad.
CONSIGNACIÓN DEL PRECIO DEL REMATE (Art. 567 CPC)
Cuando el remate no se haya hecho a plazo, el adjudicatario deberá entregar el precio
dentro de los tres días siguientes a aquél en que se le haya hecho la adjudicación.
ADJUDICACIÓN (Art. 572 CPC)
La adjudicación en el remate transmite al adjudicatario una vez pagado el precio del
remate los mismos e iguales derechos que sobre ella tenía la persona a quien se le
remató, y, con la sola excepción establecida en el único aparte del artículo 1.911 del
Código Civil, transmite no sólo la propiedad y posesión que tenía el ejecutado, sino
también todos los derechos que tenía, fueren principales, accesorios y derivados sobre la
cosa.
Después de pagado el precio, el adjudicatario tiene derecho a ser puesto en posesión de
la cosa que se le adjudicó, por el Tribunal, el cual hará uso de la fuerza pública, si fuere
necesario, para efectuar tal acto. La posesión que adquiere el adjudicatario en razón de
la adjudicación es una posesión legítima. En los casos en que la adjudicación se haya
efectuado mediante la proposición del pago del precio a plazos la cosa adjudicada queda
afectada para garantizar el pago del precio con hipoteca legal si la cosa fuere inmueble,
y con prenda sin desprendimiento de la tenencia si fuere mueble.
Cónsono con lo anterior, cabe mencionar sentencia proferida por la Sala Constitucional
del Tribunal Supremo de Justicia, de fecha 06 de diciembre del año 2005, con Ponencia
del Magistrado Jesús Eduardo Cabrera (caso Jorge Ramón Velásquez Simons y
Mauricio Valbuena Plata), cito:
“……Afirmó dicho juzgador, que “(…) de las actas consignadas por el presunto
agraviado de las cuales se evidencia que, antes de la celebración del acto de remate
celebrada el 18 de agosto de 2003, se hicieron presentes, el 14 de agosto de 2003, los
apoderados de la Sociedad Mercantil BANCO SOFITASA, C.A., consignado escrito
mediante el cual solicitan se efectúe la purga de la hipoteca, fundamentándose entre
otros alegatos, en el criterio sostenido por el Dr. Oswaldo Parillo (sic) Araujo, en su
obra de la Ejecución de la Hipoteca Transcribiendo: ‘…y en consecuencia, el acreedor
ejecutante tomará dichas obligaciones hipotecarias en caso de adjudicación’, en el
acta de remate expresamente quedó establecido tal consecuencia, pues al adjudicatario
al adquirir los derechos y acciones ‘lo hace a sabiendas que sobre el presente inmueble
pesa acreencia gravámenes y medidas opuestas en otro juicios o procedimientos a todo
evento el Tribunal salva los derechos de terceros’, es decir, que el adjudicatario
adquiere el bien dado en remate, a sabiendas que sobre el pesa hipoteca convencional
especial y de primer grado a favor de la hoy quejosa, y que sobre el mismo fueron
decretadas medidas de prohibición de enajenar y gravar y de embargo en otros juicios,
por tanto, es él el que debe responder por haber adquirido la propiedad. Por lo tanto,
lo pedido a través de esta vía de amparo en cuanto a que se anule el Acta de Remate,
tal y como fue expuesto por la Juez del tribunal presunto agraviante, en nada beneficia
ni perjudica al accionante, porque las cosas volverían a la deudora y el único
perjudicado sería el demandante del juicio principal quien fue el vencedor y quien
como antes se dijo, está consciente de la hipoteca y de las medidas recaídas sobre el
inmueble, sin que los presuntos agraviados modificaran para nada la situación en que
se encuentran (…)
Siendo así, una vez que se haya consumado el remate de los bienes embargados, no se
podrá declarar la nulidad del remate, ni de los actos procesales anteriores a su
realización, salvo por motivos excepcionales provenientes de la inconstitucionalidad
del acto.
Esto, obedece a que cuando se adquiere un bien por remate judicial, ésta viene a ser
una de las formas previstas en nuestro ordenamiento jurídico, para adquirir la
propiedad con presunción de buena fe con respecto al adjudicado, que en el presente
caso fue el ciudadano REY ARÉVALO CRUZ IVÁN, quien adquirió los derechos y
acciones que correspondían al identificado inmueble.
De esta forma, considera esta Sala pertinente señalar, que si el accionante en amparo,
lo que pretendía con los planteamientos realizados, era impugnar no sólo el acto de
remate efectuado, sino la adjudicación realizada, ésta no era la vía idónea para ello.
Además, el remate y la adjudicación, en nada perjudican al acreedor hipotecario, ya
que mientras no se cancele la hipoteca, ésta sigue vigente sobre el bien (artículo 1.877
del Código Civil)…….”
Por otra parte, la Sala de Casación Civil del TSJ, en sentencia de fecha
15/11/2000, Expediente N° 00-070, Magistrado ponente Dr. FRANKLIN
ARRIECHE G, señala el criterio reiterado y diuturno que sirven de efectos de la
adjudicacion:
“…Con el remate entre el Tribunal y las partes surge una relación jurídico
procesal, donde el adjudicatario tiene derecho a ofrecer una caución y a defenderla si
es que alguien la impugna; donde él se ve obligado a pagar los gastos del nuevo
remate, si no consignare el precio (artículo 570 Código de Procedimiento Civil); donde
queda sujeto al pago de costas (artículo 571 eiusdem), y también queda sujeto a que
contra él se haga efectiva la responsabilidad que nace por los perjuicios que
causare sino paga el precio (artículo 571 ibidem); teniendo –además- dentro del
proceso el derecho de que se le ponga en posesión de la cosa adquirida.
El legislador sostiene en el artículo 572 del Código de Procedimiento Civil, que
la adjudicación en el remate trasmite al adjudicatario una vez pagado el precio del
remate, los mismos e iguales derechos que sobre ella tenía la persona a quién se le
remató, con lo cual se trasmite no solo la propiedad y posesión que tenía el ejecutado,
sino también todos los derechos que tenía, fueren principales, accesorios y derivados
sobre la cosa rematada; además está en el derecho de ser puesto en posesión - por el
Tribunal- de la cosa que se le adjudicó, haciendo uso de la fuerza pública si fuere
necesario.
Por lo tanto, debe entenderse que con la adjudicación del bien se consuma el
acto de remate, se satisface la pretensión del actor, cesa la intervención de las partes y
la sentencia que le sirve de fundamento debe considerarse ya ejecutada, por lo que la
entrega material viene a constituir la garantía brindada por el tribunal que garantiza el
derecho del adquirente en la posesión legítima del objeto rematado.
En consecuencia, con la adjudicación del inmueble en el acto de remate,
culminó la fase de ejecución de la sentencia por lo que ni siquiera podía el tercero
amparar su intervención con base en lo dispuesto en el artículo 376 del Código de
Procedimiento Civil, y al no haber agotado el camino de la acción de tercería
previamente, carece de legitimación como parte en el proceso y por ende, para
recurrir en casación, al no cumplirse uno de los requisitos necesarios para la admisión
del recurso extraordinario, como es el interés legítimo del recurrente…”
Artículo 584:
El remate no puede atacarse por vía de nulidad por defectos de forma o de fondo, y
la única acción que puede proponerse contra sus efectos jurídicos es la reivindicatoria”
.
Conforme a dicha norma transcrita dentro del proceso civil donde tiene lugar, el
remate es intocable, lo que garantiza la seguridad jurídica del acto a favor de los
adjudicatarios; y contra los efectos jurídicos del remate, y ya fuera del proceso donde
tuvo lugar, no es viable una acción autónoma de nulidad, siendo la única vía posible
para recuperar el bien cuya propiedad ha adquirido el mejor postor del remate, la
acción reivindicatoria.
La norma es clara, pero ella no excluye, ni puede interpretarse en esa forma, que el
remate adelantado con infracción de derechos y garantías constitucionales que lesiona
a alguien (parte o tercero), pueda mantenerse incólume a pesar de las violaciones
constitucionales.
Cuando surge una situación como la señalada, la acción de amparo es procedente, ya
que mal puede surtir efectos e infringir la situación jurídica de alguien, situaciones
violatorias de los derechos constitucionales de ese alguien.
De allí que en el caso de autos, no es posible por parte del juez constitucional dejar de
analizar la posibilidad de infracciones constitucionales ocurridas en relación con el
remate, aduciendo la prohibición del artículo 584 del Código de Procedimiento Civil,
que no previene las consecuencias de las transgresiones constitucionales.
En consecuencia el amparo no era inadmisible por las razones esgrimidas por el a quo,
y así se declara.