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Fue nuestro José Martí quien retomó nuevamente un poco más tarde esos
ideales al lanzar la idea de Nuestra América y enriqueció el viejo ideal de unidad
hispanoamericana cuando este estaba a punto de fenecer ante la fuerza del
panamericanismo promovido por el secretario de Estado, J. Blaine. Martí lanzó
una estrategia de integración latinoamericana fundamentada en la identidad
histórica de nuestros pueblos, pero su llamado fue desoído y no fue hasta la
contienda hispanocubana-norteamericana que muchos pensadores se dieron
cuenta que hacía falta oponer al desaforado expansionismo norteamericano las
ideas de unión de América Latina. Antes de seguir adelante con este recuento
histórico, es preciso detenerse para hacer referencia a un factor que ha tenido una
influencia determinante en el proceso de integración latinoamericana y que fue
avizorado por Bolívar y denunciado por Martí como ya antes quedó planteado y
está vinculado al papel que han desempeñado los Estados Unidos en el mismo,
porque de una manera u otra este país ha tratado de impedir la “verdadera”
integración de la región, entendiéndose por esta, aquella que responda realmente
a nuestros intereses y necesidades.
Hacia finales de los años 50, América Latina sustentaba su desarrollo económico
en el llamado modelo desarrollista, impulsado por las entonces oligarquías
nacionales, donde se pretendía alcanzar, y de hecho se logró en gran medida,
cierto desarrollo de las industrias nacionales, basándose en la sustitución de
importaciones. El auge de estas políticas generó la necesidad de mercados
ampliados, esta es la etapa en que se incorpora el elemento de la integración
como una necesidad práctica. Sin duda alguna el período de 1969 a 1979 fue el
de mayor dinamismo de la política exterior y proyección de los intereses
nacionales latinoamericanos y caribeños dirigidos a potenciar el desarrollo hacia
adentro. Es en esta etapa cuando tiene lugar el proceso de formación de los
llamados acuerdos de primera generación, que enarbolan nuevas tendencias
latinoamericanas, y persisten en alcanzar el ideal de unidad e independencia,
expresado sobre la base de una posible convergencia de diversos intentos de
regionalización y subregionalización. Podemos mencionar entre algunos de ellos:
La Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC), El Mercado Común
Centroamericano (MCCA), El Pacto Andino y La Comunidad del Caribe
(CARICOM).
Entre los años ochenta y noventa e impulsados hasta cierto punto por el papel que
desempeña la Unión Europea surge una nueva fase en el proceso de unidad
latinoamericana con los acuerdos de segunda generación, de los que son
exponentes el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), la Asociación de Estados
del Caribe (AEC), la Comunidad Andina de Naciones (CAN), el Sistema de
Integración Centroamericana (SICA), el Mercado Común Caribeño (MCC) y el
Grupo de los Tres (México, Venezuela y Colombia). Este nuevo auge en los
procesos de integración de América Latina y el Caribe, ponen mayor énfasis en los
asuntos relacionados con el mercado y la libertad de comercio, mientras que los
aspectos políticos, sociales y culturales, que también son esenciales en el logro de
una verdadera integración no resultan ser los de mayor atención.
Hoy en el siglo XXI ya no puede seguirse manteniendo una actitud servil ante la
potencia hegemónica mundial pero esto no puede darse de forma espontánea, se
necesita establecer de forma coherente y gradual un modelo capaz de fortalecer la
colaboración entre estos países hermanos desde el Río Bravo hasta la Patagonia,
resolver problemas comunes, arreglar por medios pacíficos los conflictos que
puedan surgir, rechazar en forma mancomunada las amenazas y pretensiones de
las potencias, en particular del neopanamericanismo imperialista, promover su
desarrollo económico social y una activa participación en el escenario
internacional, para lograr aumentar su capacidad en relación con Estados Unidos
y el resto de los grandes bloques mundiales.
· El Reglamento: tiene carácter general por legislar de manera abstracta dentro del
sistema y será obligatorio en todos sus elementos y además se aplicará
directamente en todos los Estados miembros del Sistema, por producir por él
mismo y automáticamente, sin ninguna interposición de las autoridades
nacionales, efectos jurídicos en el ordenamiento interno de los Estados miembros
y debe ser objeto de aplicación en su territorio.
· Resoluciones: Son obligatorias para todos los Estados miembros del SICA, como
por ejemplo, las resoluciones mediante las cuales el Consejo de Ministros toma
decisiones sobre cuestiones internas del SICA; o las emitidas por la CCJ, en sus
sentencias. Pero cabe advertir, que no toda resolución es vinculante, porque las
realizadas por el PARLACEN son de opinión, análisis y recomendación.
· Declaración: Se define como aquel mecanismo por medio del cual la Reunión de
Presidentes formula su voluntad política sobre aspectos de la integración o
cooperación internacional, la cual no es vinculante, por tratar únicamente aspectos
generales que son ocupados posteriormente para la creación de tratados
comunitarios o de cooperación internacional.
Una reflexión final acerca de los instrumentos jurídicos que regulan la integración
en la región nos conduce a la consideración de que aunque desde el prisma
formal reúnen los requisitos que condicionan su validez y efectividad, otra cosa es
lo relacionado con su aplicación práctica, afectada por la falta de cumplimiento de
los compromisos pactados en algunos casos debido a la multiciplidad de acuerdos
firmados por los mismos sujetos, por ejemplo el acuerdo entre México y Costa
Rica que hizo caso omiso de los compromisos establecidos en el sistema
arancelario establecido en el Mercado Común Centro Americano. La ALADI tuvo
que reinterpretar su marco jurídico al ingresar México al TLCAN al tener que
aceptar que sus miembros no siguieran obligados a extender mutuamente las
concesiones otorgadas a terceros. La viabilidad de los acuerdos establecidos en
los esquemas subregionales depende, por tanto, del carácter vinculante,
profundidad y alcance de los compromisos que se establezcan en las
negociaciones, porque de lo contrario puede suceder que sus marcos jurídicos
tengan que ser modificados ante cualquier circunstancia y esto afecta la
estabilidad del esquema.
En el periodo comprendido entre los años de 1809 y 1857, los Estados Unidos
hicieron varios intentos de comprarle Cuba a España recibiendo la negativa de
este país. Esto marcó el inicio de una política subversiva que incluyó el espionaje
y el establecimiento de contactos con sectores representativos de corrientes de
pensamiento contrarios a la independencia del país – como fue el anexionismo- y
que tenía como objetivo crear un fuerte sentimiento anticubano. En 1823 salió a la
luz la política conocida como la “Fruta Madura” planteada por J. Quincy Adams, el
cual aseguró que “…Cuba cual una fruta madura separada de su árbol por la
fuerza del viento caería en manos de la potencia mas cercana a ella”, que por
supuesto no era otra que los Estados Unidos. En ese propio año se proclama la
Doctrina Monroe con la cual los Estados Unidos realizan una advertencia a las
potencias europeas de que no permitirían ninguna intervención por parte de las
mismas en los territorios de América, de manera simplificada la esencia de esta
doctrina se ha traducido en “América para los americanos” que en realidad es para
los americanos norteamericanos no para los latinoamericanos.
La idea de unión entre los pueblos de América estuvo implícita en todos los
trabajos de Martí, él veía a lo que hoy llamamos América Latina no como un
continente formado por la sumatoria de varias naciones sino como un todo único e
indivisible. Puede decirse que sus apreciaciones sobre la unidad latinoamericana
hoy tienen plena vigencia. Como sus escritos y artículos eran tan difundidos en
casi todos los países de América logró despertar en amplios sectores de las
sociedades americanas profundos sentimientos de identidad y pertenencia. Al
igual que Bolívar tuvo la visión del peligro que representaba Estados Unidos para
la región y muy especialmente para Cuba “…jamás hubo para América de la
independencia a acá, asunto que requiera más sensatez y obligue a más, ni pida
examen más claro y minucioso que el convite que Estados Unidos, repleto de
productos invendibles, determinado a extender su dominación en América hace a
las naciones americanas de menos poder” La integración de América ocupó un
significativo espacio en el pensamiento martiano, él consideraba que para que
esta fuera útil y fecunda debía estar condicionada por el cumplimiento del deber, la
lucha por la dignidad y el respeto a la soberanía, a partir de estas concepciones
Martí desarrolló el patriotismo y el americanismo, concepciones hoy presentes en
nuestro ideario político.
La entrada al CAME fue el final de una etapa de casi 12 años de adaptación a las
relaciones técnico-productivas socialistas e incluso de identificación de las formas
de negociar vigentes en lo que fue el campo socialista. Para Cuba la reorientación
de sus relaciones económicas significó la asimilación de una cultura productiva y
tecnológica diferente a la occidental, lo cual implicó la gradual sustitución de una
parte significativa del parque industrial y de servicios existentes en el país. Cuba
fue beneficiada con la implementación de cinco programas vitales para el
desarrollo socioeconómico: azúcar, níquel, cítricos ciencia y tecnología y geología,
firmó acuerdos de precios preferenciales a sus principales rubros de exportación lo
que de forma gradual permitiría lograr un mayor acercamiento a los niveles
económicos del resto de los estados integrantes del esquema.
El Caribe es una subregión especialmente importante para Cuba por los vínculos
geográficos e históricos que nos unen. Cuando en 1959 tiene lugar el triunfo de la
Revolución Cubana, se producen los acontecimientos en República Dominicana y
comienza en 1962 el proceso de descolonización de las posesiones británicas,
esta parte del hemisferio atrajo las miradas de la Comunidad Internacional. La
Revolución Cubana desde el primer momento fue un hecho que generó una gran
conflictividad en las relaciones internacionales en el Caribe, ya que modificó la
dinámica geopolítica de la región al constituirse en un desafío a la tradicional
hegemonía norteamericana. Desde entonces ha tenido que enfrentar la constante
agresividad de los Estados Unidos, que han utilizado todos los medios de agresión
posible con el objetivo de destruirla, y ante la imposibilidad de lograrlo se han
propuesto minimizar su influencia en América Latina y el Caribe. Uno de los
primeros resultados de la actitud asumida por los Estados Unidos hacia nuestro
país fue la expulsión de Cuba de la OEA, lo que provocó la ruptura masiva de
relaciones diplomáticas y comerciales con la isla; solo dos países hicieron caso
omiso de dicho mandato: México y Jamaica.
CARICOM creada en 1973 por países de habla inglesa, tiene como objetivos
esenciales crear una zona de libre comercio, la armonización de las normas que
rigen la actividad económica, establecer políticas comunes en materias de
agricultura, cambio financiero, desarrollo de la industrialización y desarrollo del
turismo. Cuba manifestó su interés en establecer un nexo estable y duradero
desde su surgimiento pero en los primeros años no fue posible a pesar de que el
tratado constitutivo daba esta posibilidad. CARICOM nunca ha sido utilizada como
tribuna para denostar contra Cuba. En los últimos años este esquema subregional
ha reconsiderado su actitud hacia Cuba y son notables los vínculos que se están
estableciendo entre ambas partes y desde el punto de vista bilateral. Cuba ha
participado como invitada en las Cumbres de Jefes de Gobierno, en las reuniones
del Consejo para el Comercio y el Desarrollo Económico (COTED), y en el
Consejo para las Relaciones Externas y Comunitarias (COFCOR). Cuba ya tiene
firmado un Acuerdo Comercial y de Cooperación Económica con CARICOM al
cual pertenecen 14 naciones caribeñas. Es el de mayor alcance suscrito por Cuba,
entre aquellos instrumentos de naturaleza similar de que formamos parte. Este
acuerdo no solo prescribe el otorgamiento de preferencias arancelarias, sino
también prevé la negociación de un régimen para el comercio de servicios; la
incorporación de un Protocolo Adicional que contiene acuerdos sobre promoción y
protección de inversiones y sobre propiedad intelectual.
A pesar del avance que ha tenido el proceso de integración de Cuba con el Caribe
a partir de sus posibilidades reales de lograrlo hay elementos que no pueden dejar
de tenerse en cuenta para mejorarlo:
Cuba, como país socialista ha considerado prioritaria la integración con las demás
naciones de América Latina como alternativa al neopanamericanismo imperial y
por ello la actual Constitución plantea la vocación integracionista de Cuba que se
remonta a los postulados latinoamericanistas del Héroe Nacional, José Martí. En
su artículo 12 inciso c) la Carta Magna plantea: <<La República de Cuba reafirma
su voluntad de integración y colaboración con los países de América Latina y el
Caribe, cuya identidad común y necesidad histórica de avanzar juntos hacia la
integración económica y política para lograr la verdadera independencia, nos
permitiría alcanzar el lugar que nos corresponde en el mundo>> Nuestro
Comandante en Jefe en la Primera Cumbre Iberoamericana en Guadalajara, 1991
afirmó: “A esa América Latina integrada y unida, Cuba está dispuesta a
pertenecer, a discutir con ella cualquier tema e incluso a derramar su sangre
defendiendo lo que es hoy la primera trinchera de la independencia y soberanía de
nuestros pueblos.” Y advirtió: “frente a los grandes grupos que hoy dominan la
economía mundial, ¿ hay acaso lugar en el futuro para nuestros pueblos sin una
América Latina integrada y unida?. Esta posición de la Revolución Cubana
respecto a la integración de América Latina y el Caribe constituye una de las
dimensiones de su política internacional, por lo que no es posible comprender
aquella sin conocer y entender esta. Cuba no ha dudado en proclamar su
disposición de eliminar cuanto obstáculo pueda impedir la integración consecuente
del país.
Nuestro país, es desde 1999 miembro de la ALADI, organización que tiene como
fin el establecimiento de un mercado común regional para lo cual enunció
importantes principios. Su naturaleza jurídica responde a una organización
intergubernamental de corte clásico tanto por su estructura
institucional conformada por órganos políticos y técnicos como por los
mecanismos de actuación que asume. Menos rígida y más abierta que su
antecesora el Tratado de Montevideo permite a sus miembros suscribir acuerdos
comerciales parciales que no tienen por qué afectar a todos los estados miembros.
Una valoración crítica sobre la ALADI permite afirmar que no ha podido cumplir
aún el cometido que le fue atribuido ya que hasta el momento solo ha podido
consolidar un Área de Preferencias Económicas, las razones que fundamentan
este planteamiento son fundamentalmente dos: insuficiencia de la estructura
institucional ante la ausencia de órganos supranacionales encargados de
establecer las directrices de la organización y a los cuales los estados miembros le
conferirían determinadas competencias, por lo que en realidad aunque no se han
abandonado los objetivos de integración lo que predomina en la organización es la
cooperación basada en el más estricto respeto a la soberanía de cada uno de los
estados miembros; y la ausencia de una política conjunta de enfrentamiento frente
a actores extrarregionales como los Estados Unidos, la Unión Europea o Japón.
Los estados miembros de la ALADI han tomado medidas para fortalecer el papel
de la organización como Principal Marco Institucional del proceso de Integración
Regional por lo que se ha encomendado al Comité de Representantes la
presentación de un informe que contenga, entre otros aspectos las bases de un
Programa para la conformación progresiva de un Espacio de Libre Comercio al
interior de la ALADI. Al amparo de la ALADI, Cuba tiene firmados acuerdos
bilaterales con Guatemala y CARICOM, asimismo ha manifestado su interés de
participar activamente en la creación del Espacio de Libre Comercio al interior de
la región Para Cuba resulta de vital importancia considerar las variantes y
alternativas que incentiven el intercambio y cooperación en América Latina por lo
que es manifiesto nuestro interés de profundizar las relaciones comerciales con la
CAN y el MERCOSUR, ya sea mediante la suscripción en el marco de la ALADI de
acuerdos con cada uno de los bloques (del tipo 5+1 con la Comunidad Andina y
4+1 con el MERCOSUR), o mediante la adhesión al ya suscrito ACE Nº 59 CAN-
MERCOSUR: (este acuerdo concreta el proyecto económico-comercial más
ambicioso de América Latina al establecer la creación de una zona de libre
comercio entre los dos bloques de integración de América del Sur y permitirá
proveer las bases para el desarrollo del comercio, la integración industrial y la
inversión entre los países sudamericanos). Es de destacar que Cuba, en el
momento que se decidiese, podría integrarse a cualquiera de estos dos
esquemas, lo que supondría una profundización de las disciplinas ya negociadas
en los acuerdos que tenemos suscritos de manera bilateral con los países en el
marco de la ALADI y una amplia apertura de mercado.