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RICA LATINA TOMO T_ tna asronin EN LA HISTORIA CONTEMPORANEA CONTEMPORANEA Colombia cane 1808/1830 Crisis imperial e independencia cnonitinado por Adolfo Meisel Roca Crisis imperial e independencia > z To 1830/1880 [eI Tre le otc lel Mer Lief) Ne La construccién nacional cvordinado por Beatriz Castro 1880/1930 La apertura al mundo ‘oontinado por Eduardo Posada Carbs MO 4_ 1930/1960 Mirando hacia dentro ‘coontinado por Malcolm Deas _ 1960/2000 La busqueda de la democracia ‘oordinado por Jorge Orlando Melo FUNDACIONMAPFRE T AMERICA LATINA EN LA HISTORIA CONTEMPORANEA Colombia TOMO 1_ 1808/1830 Crisis imperial e independencia taurus FUNDACIONMAPFRE v © Delos textos: sus astores © Deestaedckin: 2010, FUNDACION MAPFRE y Santillana Ediciones Generales S.1L., encnedicion Sentillana Ediciones Generales 8.1. ‘Torrelaguna, 60,2804 Madd ‘Teléfono 91 7490.60 Telefax 91744 92 24 svnweitorialtanms.com FUNDACION MAPFRE Paseo de Recolens, 23. 2800%Madtid ‘Teléfono 91 5811131 ‘Teelax 915811795 \worvefundacionmapfrecom Disedio de eubierta: Pep Carié Enteriores, Proyecto grfion: Pep Carré / Antonio Fernéndez Imagen de eubierta: Pla ddeSan Vietorino en Bagot (detalle), Frangois Désiré Roulin, 1694 ISBN: 978-81-306-0788-4 (obra completa) 978-84-906-0797-6 ‘9 78-$4-9844-245-8 FUNDACION MAPFRE) Impresa en Pecé- Printed in Pema mpreso en el mes de noviembre de 2010 por World Color Peet S.A. Av. Los Frutales 344, Ate, ina. 3, Pert Queda prohibida, sav exoepeién revista en Ialey; cualquier forma de reproduecibn, distrbuetéin, ‘comunicacin pibieay mansformcin de esta obra sin contar enn autorizaeién de os tiulares de propiedad intelectual [La infoeién de los derechos mencionados pede ser eonsttutiva de delto contra la poopiedad intelectual (arts. 270 y sats. CAdigo Penal). AMERICA LATINA, EN LA HISTORIA, CONTEMPORANEA dea original y direccién Pablo Jiménez Burillo Comité editorial Manuel Chust Calero, Pablo Jiménez Burillo, Carlos Malamud Rikles, Carlos Martinez-Shaw, Pedro Pérez Herrero Consejo asesor Jordi Canal Morell, Carlos Contreras Carranza, Antonio Costa Pinto, Joaquin Fermandois Huerta, Jorge Gelman, Nuno Gongalo Monteiro, Alicia Herndndez, Chavez, Eduardo Posada Carbé, Inés Quintero Montiel, Lilia Moritz Sehwarez, Coordinaador Javier J. Bravo Garcia Director de la historia contemportinea de Colombia Eduardo Posada Carbé Coordinator de este volumen Adolfo Meisel Roca Autores David Bushnell Marixa Lasso Armando Martinez Garnica Adolfo Mei Patricia Pinzon de Lewin Victor M. Uribe-Uran el Roca INDICE n Ww 37 38 a 6 96 109 190 138 196 150 163 m Introduccion Doscientos afios de historia de Colombia Eduard Posada Carb Cronolo Las claves del periodo Adolfo Meisel Roca La vida politica Armando Martinez Garniea La eclosién juntera de 1810 La guerra civil Restablecimiento y fin del virreinato La Repilbice de Colombia | Estado de la Nueva Granada Colombia en el mundo David Bushnell Relaciones de la Primera Patria Aporte a la liberacién y la soliderided hispancamericanas La busqueda del reconocimiento internacional La gran asambles anfictisnica Apertura econémica y cultural al mundo exterior Facetas internacionales del acaso de Colornbia le grande EI proceso econémico Adolfa Meisel Roca La situacién econémica hacia 1808 Crisis y querta Costes y eeneficias de la Independencia 180 192 199 200 240 266 149. 2a 268 gat 297 299 Una recuneracién inclerta (1822-1830) La ruptura aconémiea de la Independencia Poblacién y sociedad Marixa Lasso Demografia Grupos sociales Las mujeres y la inclependencia Conclusiones La cuttura ‘Victor M. Usibe-trdn La vida y la cultura material Lo ceremonial y lo ladico Le esfera publica y algo mas Conelusiones Bibliografia recomendada Indice onomastico La época en imagenes. Patricia Pinzin de Lewin Los autores Introduccién Doscientos afios de historia de Colombia Eduardo Posada Carbé Al abrirse el afio de 1808, la vida del virreinato de la Nueva Granada pareefa transcurrir sin mayores sobresaltos. «Sus progresos en todos los ramos eran lentos», escribié José Ma- nuel Restrepo, «aunque efectivamente los habfa.en la civili- zacibn general, en las ciencias y en la literatura». En agosto, sin embargo, el capitan de fragata Juan José Sanllorente desembareaba en Cartagena de Indias con noticias «de la madre patria» que conmocionaron la historia de América: Napoledn Bonaparte, el emperador francés, haba usurpado la corona espaifiola, pero sus designios se enfrentaban a la insurreecién general en la Peninsula. Se desataron asi los atropellados sucesos revolucionarios que desembocaton en las declaraciones de Ia independencia hispanoamericana, celebrada de manera oficial en Colombia con los episodios en Santa Fe de Bogota del 20 de julio de 1810. Han pasado desde entonces doscientos afios. La publieacion de esta historia de Colombia, promovida por FUNDACION MAPERE con la colaboraci6n editorial del Grupo Santillana, marca la importancia de este Bicen- tenario, Se trata de un proyecto ambicioso, como parte de una coleccién més amplia sobre América Latina que aspira acubrir la historia contempordnea de todo el continente en su contexto mundial. Para la mayoria de los paises, cada serie est dividida en cinco voliimenes, de acuerdo con los siguientes periodos: 1808-1830; 1830-1880; 1880-1930; 1930-1960 y 1960-2000, Cada volumen examina las respectivas historias nacionales a través de cinco grandes temas: politica, relaciones inter- nacionales, economia, cultura y sociedad. Adicionalmente, la coleceién se ver complementada por varios voltimenes sobre las historias nacionales a través de La fotografia. Deesta manera, se ha concebido una obra en la que el lec~ tor puede explorar las distintas historias nacionales bajo pris- mas comunes, ya por los periodos 0 ya por los aspectos estu- diados, que le permitiran establecer lazos y contrastes entre las trayectorias historicas de los diferentes paises. «Lo que nos cumple hacer, con imparcialidad y critica, es el arqueo de nuestra vida independiente», eseribié Guiller- mo Camacho en su introduceién al espléndido libro editado por Emilio Isaza y Lorenzo Marroquin Primer centenario de Ia independencia de Colombia, 1810-1910 (Bogota, 1910). Las conmemoraciones de los cien aijos de la emancipacién fueron asf ocasiones para reflexionar sobre los destinos na- cionales —con reconocimientos de los errores del pasado, y el propésito de motivar esperanzas en el porvenir—. Co- mo parte de las festividades, se convocaron diversos coneur- sos en las artes, las letrasy las ciencias, promovidos por las distintas academias. En historia, el premio fue concedido ala obra de Jestis Maria Henao y Gerardo Arrubla Historia de Colombia para la Enseftansa Secundaria, identificndo en décadas siguientes como el texto «oficial» de la historia colombiana, En 1929 se habian publicado ya cinco edicio- 2 Indrdueci, Donen fiw de hitori de Colombia nes y, en 1938, se edité y tradujo al inglés por el profesor de la Universidad de Chicago, J. Fred Rippy. Los antecedentes inmediatos de la modernizacién de los estudios de la historia colombiana, sin embargo, se en- euentran en las décadas de 1940 y 1950, eon la publicaci6n de Economia y Cultura en ta Historia de Colombia de Luis Eduardo Nieto Arteta en 1941, asi como de los otros traba- {jos significativos de Juan Friede, Guillermo Hemandez Ro- driguez, Indalecio Liévano Aguirre o Luis Ospina Vasquez. «E] interés entonees por la historia era marginal», ha obser- vado Jorge Orlando Melo, «los 1.000 ejemplares de la prime raedici6n del libro de Nieto Arteta tardaron casi veinte afios envendersen. El desarrollo de la historia como disciplina profesional recibié renovados impulsos en la década de 1960. Segiin Melo, la aparieién del Arwario Colombiano de Historia Social dela Cultura puede considerarse como «el momento fun- dador» de una nueva orientacién histérica. Al frente de esta revista estuvo Jaime Jaramillo Uribe, quien también orient6 Ja creacién de la carrera de Historia en la Universidad Na~ cional, en 1964. Dos décadas més tarde, en 1984, en una entrevista con Frank Safford en la revista Hispanic America Historical Revie, el mismo Jaramillo observaba que lo que habfa ocurrido en la historiograffa colombiana desde la dé- cada de 1940 deberia considerarse como «un gran logro in- telectuab». Jaramillo Uribe reconocia los importantes tra- bajos que, desde su fundacién en 1902, habia emprendido Ja. Academia Colombiana de Historia a-través de varias pu~ blicaciones, incluido el Boletin de Historia y Antigiteclades. Pe~ ro desdela década de 1940 habfan ocurrido cambios cualita- tivos de bastante significado, tras lasinnovaciones disciplinarias Eduardo Posada Carb 8 alas que también contribuyeron las ensefianzas de un selec to grupo de profesores extranjeros. Esta breve reseiia sobre los origenes dela modernizacién de la historia en Colombia es, por supuesio, incompleta El lector encontrar inventarios més comprehensivos y justos en los repasos periédicos que sobre la evolucién historiogré- fica colombiana ha venido haciendo Jorge Orlando Melo desde 1969. En uno de sus mas recientes, publicado en el Boletin Bibliogrdfico y Cultural, en 1999, Melo seftalala varie~ dad de condiciones adicionales que han hecho posible el de- sarrollo vigoroso y activo de la disciplina histérica en las t- timas décadas, entre ellas: la proliferacién de programas universitarios; fa aparicién de nuevas revistas académicas; las reuniones de congresos de historiadores; los esfuerzos del mundo editorial que «sigue tomando en serio a la histo- ria»; la construccién del Archivo General de la Nacién; los premios nacionales de historia de Coleultura y el Ministerio de Cultura; o las tareas de financiacién de entidades pébli- cas como Colciencias o la Fundacién para la Promocién de Ja Investigacién y Tecnologia del Banco de la Repiiblica. Los resultados de estos desarrollos, ilustrados con ampli- tud en Tos valiosos ensayos historiogréficos de Melo, son impresionantes —tanto por su volumen, como por la enor- me variedad de temas, tradicionales y novedosos—. A Tas categorias clésicas de la historia politica, econémica y soci se han sumado trabajos de historia urbanay rural, dela fancia, de la ciencia, de la cultura, de la vida cotidiana, de la religién, muchos de ellos bajo las perspectivas de las distin tas regiones del pats. Elesfuerzo colectivo de esta serie de volimenes esté li- mitado por las cinco éreas seleccionadas —politica, relacio- a Inve, Dosientes ide historia de Calorie nes internacionales, economia, sociedad y cultura—, aun- ‘que se espera que ellas sirvan para proyectar Ia importancia de los avances historiograficos. fiste no es, claro est4, el primer esfuerzo colectivo en pro- ducir una historia de América Latina ni de Colombia. En, Jas tiltimas décadas, The Cambridge History of Latin Ameri- ca, editada por Leslie Bethell, y la Historia General de Amé- rica Latina, promovida por Unesco y presidida por German Carrera Damas, han sido contribuciones notables al eonoci- miento sobre la region. En Colombia, tras la publicacién de la Historia Eatensa de la Academia Colombiana en 1965, los progresos de la dis- ciplina han recibido también proyeccién en varias obras co- lectivas de importancia, entre las que se destacan el Manual de Historia de Colcultura (3 vols., 1979), ditigido por Jaime Jaramillo Uribe: la Nueca Historia que dirigié Alvaro Tira- do Mejfa (8 vols,, 1989), 0 la Gran Enciclopedia, editada por Camilo Calderén Schrader (11 vols, 1991). Esta historia contempordnea de Colombia se inscribe pues en la que es ya una establecida tradicién que permi- te oftecer al pablico los distintos adelantos en los estudios sobre el pasado nacional, Pero aspira también a ser un apor- te novedoso, tanto por su concepcién integrada a una histo- ria latinoamericana més amplia, como por la oportunidad de reflejar los desarrollos més recientes en las dreas enbier- tas de la disciplina. Para tal proposito, el director deesta serie de Colombia ha contado con la valiosa colaboracién de Beatriz Castro, Malcolm Deas, Adolf Meisel Roca y Jorge Orlando Melo como coordi- nadores editoriales de los diferentes voltimenes, Con ellos se seleecionaron los autores eneargados de redactar, respecti- Buardo Posada Cubs w vamente, los 25 capftulos de la obra. Es un grupo calificado y diverso, en su formacién y perspectivas, que acepté el re~ to comin de produeir un trabajo profesionalmente riguroso y asequible. Cada volumen est ademis acompafiado de una estupenda muestra de imagenes de las distintas épo- cas para cuya selecci6n se ha contado con la colaboracién de Patricia Pinzén de Lewin. Este esfuerzo colectivo ha reci- ido el espléndido apoyo del Director del Instituto de Culta- rade FUNDACION MAPFRE, Pablo Jiménez Burillo, y del equipo editorial que en la Fundacién coordina Javier Bra- vo Garefa. A todos ellos, mis profundos agradecimientos. Mientras revisébamos las pruebas finales de este libro, se produjo dl triste fallecimiento del profesor David Bushnell, pionero en tantos aspectos de la historiografia moderna de Colombia. Su capftulo aqui es muestra ejemplar de la excelen- cia de su obra extraordinaria y de su generoso espiritu de co- Jaboracién. Queremos dedicar este volumen a su memoria. «La historia», ha ensefiado Bernard Bailyn, «no es un tema esotérico, el reducto de mandarines académicos. Es, o debe ser, de conocimiento piblico,y mientras mas amplia, més popular, sea Ja audiencia para la historia, pues mejor». Confiamos en que esta historia de Colombia sirva para se- guir abriendo esos eaminos. 6 Intreduecén. Descent of de historia ce Colombia Cronologia 1808 1810 in 1813 1815 1816 "Napolesn invade Espatia y nombra rey asu hermano José. 22 de mayo. En Cartagena el cabildo depone al gobernador Francisco Morales lo deportaa La Habana. 20 de julio, Se aprucba el Acta de Independencia en reunién del cabildo abierto-en Santa Fe de Bogot 30 de marzo. Se refine el Congreso de las Provincins Unidas y se praca la Constituel6n Raderal presentada por Camilo Torres, 11 de noviembre. El cabldo de Cartagena declara la indepen- dencia absohita de Espatta 15 de mio, ‘Tras la ocupacién de Tryjillo (Venezuela), Bolivar declara la guerra a muerte a cespafiles y canaries» que se joponen a la causa patriots 17 de febrero, Desde el puerto de Cadiz parte la flota que leva al cjército del general Morillo.Su objetivo es la reconquista de ls antiguas colonias espafiolas en Ameria, 28 de abril. Se restablece el virreinato de Nueva Granada y se rnombra virey a Francisco de Montalvo. 16 de julio. Las tropas patriotas que se organizan en el Casanare ‘quedan bajo el mando del general Francisco de Paula Santander. 1818 1819 1825 1828 1830 8 12 de junio, Boltva, procedente de Venezuela, se retne en Tame con Santander. Juntos deciden eruzar los Andes para atacar la parte central de la Nueva Granada. 7 de agosto. El ejército patriota derrota a las tropas espatiolas bajo el mando del general Barreiro en la batalla de Boyaed. 10 de agosto. Bolivar entra vietorioso en Santa Fe de Bogoté. 17 de diciembre. Se proclama la Repiiblica de Colombia (Gran Colombia), que incluye a Venezuela, Nueva Granada y Quito, 2 de enero. Inglaterra reconoce la independencia de Colombia. 24 de junio. Bolivar asume la dictadura. 13 de enero. José Antonio Piez emite una proclama en a cual se anuncia Ia separacién de Venemuela de la Gran Colombia. 10 de agosto. Se separa Ecuador 17 de diciembre, Muere Simon Bolivar en Santa Marta (Colombia). Las claves del periodo Adolf Meisel Roca En 1809 el abogado Camilo Torres Tenorio, miembro de una familia criolla de Popayén, eseribi6 por solicitud del cabildo de Santa Fe un documento dirigido ala Junta de Sevilla, En el mismo expresaba las frustraciones que sen- tian muchos de los habitantes del virreinato dela Nueva Granada. Buena parte de su alegato giré alrededor de la injusticia que advertia en Ia forma con que se habfa tra- tado el tema de la representacién americana en las Cortes de Cidiz, en las que se le otorgaba una participaci6n redu- cida frente a su peso poblacional real, por cuanto se excluia alosde origen africano. Torres también se refirié en sues crito al agravio comparativo que suponia el tratamiento privilegiado que disfrutaban en la Administracién Publica en América los espafioles peninsulares. Asimismo, se quejé por la falta de interés de tales administradores coloniales en el bienestar de la poblacién americana y expresaba con sin gular claridad la frastracién de los sectores més educados de la sociedad neogranadina con el estado en quese eneon- traba entonces el virreinato en términos politicos, sociales yecondbmicos: Los gobernantes de la América, prineipalmente los que ocupan sus altos puestos, han venido todos, o los més de la metr6poli, pero con ideas de volverse a ela y a establecer su fortuna y a se- guirla carrera desus empleos. Los males de la Amérien no son para ellos, que no los sienten; disfrutan sélo sus ventajas y sus comodidades (7..1] no sabe las extorsiones que sufte el in dio, condenado a una eterna esclavitud y a un ignominioso tributo que le impuso la injusticia y la simraz6n C.J. El, en fin, ignora los bienes y los males del pueblo que rige, y en don- de s6lo se apresura a atesorar riquezas para trasplantarlas al suelo que lo vio nacer, “Todas las circunstancias de las que Camilo Torres se que- jaba habrian de cambiar como resultado del ritmo vertigi- noso en que se precipitaron los acontecimientos politicos en las colonias americanas de Espaiia a raiz de la invasion de Napoledn en 1808. ¥ es esta fecha precisa mente la que marca el inicio del periodo que va a analizar este libro, que se cen tra especificamente en lo acontecido en el virreinato de la Nueva Granada entre 1808 y 1830, en el cual estaba com- prendido el territorio de la actual Reptiblica de Colombia. Hasta comienzos del siglo xvar, aquel territorio habia sido una unidad administrativa adserita al virreinato del Peri. Dentro de las reformas borb6nicas, que buscaron mo- demizar la Administracién americana, se estableci6, en 1717, el virreinato de la Nueva Granada, pero este primer intento sélo duré hasta 1724. Su creacién definitiva tuvo lugar en 1739, y se mantuvo hasta 1821, pero con la inte- rrupcién de la Primera Repdblica (1810-1816). Geopolitica- mente, las principales provincias del virreinato fueron las de Cartagena, Santa Marta, Riohacha, Popayén, Antioquia, 20 as cece del poriod Choc6, Santa Fe, Tunja, Pamplona, Socorro, Mariquita, Nei- vay Casanare. Panamé, aunque formé parte del virreinato, no se incluye de manera especifica én ninguno de los capfti- Jos de este volumen porque vamos a tratar sobre el territorio que coincide con los limites de la actual Colombia. Para ma- yor claridad y precisién narrativa, nos referiremos al vitrei- nato de Nueva Granada durante el primer periodo (anterior 21809). Después de 1810, y hasta 1816, usaremos: ‘el término: Republica de Nueva Granada. A partir de 1819, se utilizar el nombre de Gran Colombia —que también inclufa a Vene- zucla, Eouador y Panamé—, nombre adoptado posterior- mente por la historiografia, pues en la época se le llamaba simplemente Colombia. Por la magnitud de los cambios que ocurrieron, por la vertiginosidad de los acontecimientos y por sus consecuen- cias a largo plazo sobre todos los mbitos de la sociedad —Ia politica, la cultura y la economfa—, el tinieo periodo en la historia de Hispanoamérica que se asemeja a los aiios que se cubren en este volumen es el de la Conquista, Cuan- do se inicié el aio de 1808, y tal como se sefiala en el eapitulo «La vida politica», todas las regiones de la Nueva Granada se encontraban en un estado de calma tan grande que pare c/a que nada podria perturbarla, Sin embargo, la invasién de Ja Peninsula por las tropas de Napoleén en marzo de 1808, yel posterior arresto del rey Fernando VII, catalizaron un con= junto de tensiones existentes en el interior de la sociedad co- Jonial neogranadina y dieron lugar a los sucesos que desem- bocaron en su independencia absoluta de Espafia.. Luego de la enorme incertidumbre que vivieron los neo- granadinos en 1808-1809, siguieron los afios que propiamen- te podemos denorninar de la independencia, que abarean Aidofo Meisel Roca a el periodo comprendido entre 1810 y 1819, cuando se decla~ 76 formalmente la reptiblica; aunque todavia en 1821 las ‘iltimas tropas espafiolas se embareaban en Cartagena de Indias para abandonar definitivamente el territorio neogra- nadino. Se establecia asf la primera Colombia —o Gran Co- lombia—, que duraria hasta 1880. El rapido, y a menudo inesperado, desarrollo de los he- chos politicos que afectaron a la vida de los habitantes del virreinato de la Nueva Granada en las dos décadas que transcurrieron entre 1810 y 1830, con todos sus altibajos, ‘tropiezos, triunfos, sinsabores, amores y desamores, peli- 10s, traiciones, crueldad, solidaridad y odio se puede ilus- trar muy bien en la vida de un joven de provincias que te- nia tan sélo dieciocho afios al inicio de estos eventos Francisco de Paula Santander. Ef] fue, sin duda, el militar neogranadino més importante durante la guerra de inde- pendencia, principal organizador de la joven repitblica y el nico précer con suficiente liderazgo para hacerle contra~ pesoa Simén Bolivar. Santander era hijo de Juan Agustin Santander y Colme- nares, un hacendado que cultivaba tabaco, café y cafia de azicar en sus posesiones esclavistas del valle de Cacuta y tenfa una hacienda ganadera, Los Colmenares eran des- cendientes directos de la unién del eonquistador espaiiol Diego de Colmenares con una hija del cacique de Suba. Bs decir, que este criollo pertenecia a lo que algunos peninsulares se referian, con Animo despectivo, como «blaneos de Ia tie~ ta», quienes gozaban de prosperidad econémica y prestigio social en una regi6n de segundo orden dentro del virreina- to. Tal vez, de no haber sido por los eventos que precipita~ ron la independencia, Francisco de Paula habria sido un 22 Lasclaces det pera hacendado ilustrado con oeasionales cargos burocraticos de prestigio local, como su padre, que en 1809 fue nombrado porel virrey gobemnador de la provincia de San Faustino de los Rios. Como muchos otros hijos de los terratenientes aco- modados de provincias, Francisco de Paula fue a estudiar interno al colegio de San Bartolomé a los trece afios de edad, en 1805, Estaba a punto de terminar de cursar sus es- tudios en esa instituci6n cuando sucedieron los hechos del 20 de julio de 1810 en Santa Fe, culminados en el cabildo extraordinario que aprobé el Acta de Independencia. Tras su ingreso como voluntario en el ejército patriota en octubre de 1810, el ascenso de Santander fue meteérico: teniente, y pronto capitan en 1812, mayor en 1813, coronel en 1814. En 1818, alos 26 afios, fue ascendido a general. Al aiio si- gguiente ocupaba el dificil cargo de primer vicepresidente de lanaciente Gran Colombia, y posteriormente lleg6 a ser pre- sidente de la Repiiblica. Esto resultaba impensable a co- mienzos de 1810, cuando se preparaba para graduarse como abogado. De hecho, desde la creacién del virreinato de la ‘Nueva Granada, a comienzos del siglo xviii, ningén criollo hab{a ocupado el cargo més alto del territorio, el de virrey. Para abordar los cinco capitulos que se presentan en este volumen es muy iitil tener en cuenta un aspecto clave: el pe- tiodo de 1808-1830 es una etapa de grandes rupturas. Fueron, en su mayoria, rupturas de larga duracién, si bien otras, tal vez las menos, fueron més bien coyunturales. También hubo continuidades y aspectos de la sociedad que se mantuvie- ron casi intactos, como el lecho rocoso del mar cuando un fuerte huracén pasa con impetu porla superficie agitada del agua. La tensi6n entre ruptura y continuidad es pues un hilo conductor entre los capitulos siguientes. Adolfo Meisel Roca as Quizé la mayor ruptura que se presenté en el periodo que se analiza fue la del origen de la legitimidad de las autorida~ des. En 1808, Espafia gobernaba sus colonias americanas sobre una base de tipo tradicional: la autoridad del rey. Exis- tia tal grado de aceptaci6n que el orden local se mantenia con un niimero muy pequefio de tropas, pues el grueso de los militares estaban en la costa para defender el territorio de los ataques de las potencias que competian con Espafia, principalmente Francia y, sobre todo, Inglaterra. La pérdida de esa fuente de autoridad se dio cuando Napoleén encarce- 16a Fernando VII, dejando ala Espafia peninsular, los virrei- natos y las capitanias americanas acéfalas, Ser precisamen- te la construccién de una nueva autoridad legitima el principal reto que se planteé la Primera Reptibliea (1810- 1816). Sin embargo, slo durante la guerra de independencia surgieron los dirigentes con el carisma y el prestigio suficien- te para poder construir esa nueva legitimidad sobre la base de un orden constitucional y representativo. El vaivén entre la autoridad basada en un orden legal-racional y la autoridad. carismatica de los caudillos fue una de las fuentes mayores de inestabilidad politica después de la expulsi6n de los espa- fioles del territorio de la Nueva Granada. El antagonismo entre Bolivar y Santander fue un reflejo de esa circunstancia. Otro aspecto clave de este periodo fue que el virreinato dela Nueva Granada ocupé por primera vez un lugar central en la historia del continente, Aqui surgié Bolivar como gran dirigente del nuevo mundo cuando redacté el Manifiesto de Cartagena en 1812, su primer texto politico de importancia, Desde Colombia salieron las tropas que liberaron las que hoy son las repiblicas de Venezuela, Ecuador, Pert y Bolivia. Aqui se instal6, en definitiva, la capital de la Gran Colombia. ey slaves del periodo Un tercer aspecto importante a tener en cuenta es que, durante estos afios, se empezé a manifestar una caracteris~ tiea que marcaria la sociedad neogranadina desde sus ini- cios como repiiblica. Nos referimos al papel preponderante de los civiles sobre los militares en ¢l manejo del Estado, si- tuacién de la que Venezuela, por ejemplo, tuvo una expe- rieneia diferente. En la guerra misma, los principales oficia~ les eran venezolanos, a pesar de que esa capitanfa tenfa menos poblacién que el virreinato dela Nueva Granada. No es por lo tanto casual que el més exitoso de los militares neo- granadinos, Francisco de Paula Santander, se distinguiera mis bien por su apego a las leyes. A menudo se cita su frase: «Colombianos, las armas os han dado la independencia, las leyes os darn Ia libertad», que refleja muy bien su talante esencialmente civilista. Tanto con esto, dos hechos muy asociados con esta tradi- cién republicana, manifiestos durante el period tratado en este volumen, y que son esenciales para la historia democré- tica del pafs, son Ia instauracién de las eleceiones y la apari- ci6n de la prensa independiente. Desde 1809, cuando se escogieron representantes para la Junta Central de Sevilla, las elecciones ocuparon un papel central en las decisiones politicas del moribundo virreinato. En los aos de la Primera Reptiblica hubo a menudo eleccio- nes: para escoger los representantes a las asambleas que re- dactaron las constitueiones provinciales, para elegir gober- nantes 0 para escoger delegados para alguna convencién. Sin duda, otro cambio de enorme significado frente ala colonia. Durante el periodo colonial no existia libertad de impren- +a, y los pocos periédicos que se publicaron estuvieron so- metidos a una censura rigurosa por parte de las autoridades Adolfo Meisel Rose 2 yirreinales. En contraste, durante la independencia hubo una verdadera explosién de prensa escrita. Las diferentes Constituciones provinciales, como las de Cundinamarca, Antioquia y Cicuta, incluyeron la libertad de prensa como un derecho fundamental. Las diserepancias politicas entre regiones y grupos con diferentes ideologias se ventilaron por la prensa, Esa tradicién de la prensa libre, que influyé mu- cho en los debates del momento, ha sido sefialada por histo- riadores como Jorge Orlando Melo como una de las fortale- zas institucionales del pats. Los cinco capitulos que aqui se incluyen se refieren ala politica, las relaciones internacionales, la economia, la socie- dad y la cultura. Como es natural, varios de los temas se men- cionan en més de un cep{tulo, pues no existen, afortunada- ‘mente, mutos infranqueables entre los temas eseogidos. La politica, como muestra Armando Martinez, Garnica enel capitulo «La vida politica», fue una de las dreas en las que ocurrieron més cambios en la época de la independencia, ytambién después de ella. Por primera vez los habitantes de la Nueva Granada empezaron a participar en las grandes decisiones colectivas, antes impuestas por las autoridades co- loniales. Es més, desde esa época las elecciones se convirtie- ron en un rasgo fundamental de la vida politica colombiana. Muy asociada A la importancia de las elecciones esté la influencia de los abogados en los asuntos ptiblicos. Martinez sefiala que hacia 1808 habia unos dos centenares de ellos en el virreinato y mas o menos la mitad estaban actives en las provincias. Tanto las elecciones como el gran peso de los abogados en los asuntos pablicos estuvieron relacionados con la limitada influencia militar en el virreinato y en la repablica. Porsupuesto, el fundamento de todo lo anterior fue resultado 6 “Las clove del period del reconocimiento de la igualdad juridica de todos los ciuda~ danos, un cambio profimdo con respecto a las relaciones 1i- gidamente jerarquizadas de la colonia: de la soberanta real hereditaria se pas6 a una soberanfa popular expresada a tra- vés delas eleeciones. A pesar de que en el terreno politico hubo muchas ruptu- ras, también se presentaron continuidades historicas muy profundas, Entre las principales sobresalieron las fronte- ras politicas entre las nuevas repiiblicas, asf como las divi- siones internas de las repiblicas en provincias y gobernacio- nes, En términos generales, los limites dela Nueva Granada fueron los limites politicos del virreinato, aunque hay que excluir a Panamé, que se independizé con una abierta inter- vencién militar estadounidense en 1903. Los limites inicis— Jes de las provincias fueron los que tomé la nueva repéiblica, aunque a lo largo de los siglos esas antiguas provincias se fueron subdividiendo. El intento de Simén Bolivar de unir en una sola reptiblica —a la que se denominé la Gran Co- lombia— atres entes territoriales que habian estado separa dos administrativamente en la colonia —un virteinato, una capitanfa y una audiencia, respectivamente— resulté in- firictuoso. E118 deenero de 1830 Venezuela se independiz6, yllas provincias del sur, lo que hoy es Ecuador, lo hicieron el 18 de mayo de ese mismo aifo. Enel tema delas relaciones internacionales, en el eapttulo «Colombia en el mundo» David Bushnell destaca que el vi- rreinato de la Nueva Granada habfa sido uno de los entes territoriales espafioles de segundo orden en América. Como se observa en ese capitulo, esta situacién cambié en materia de relaciones internacionales durante el periodo aqui es- tudiado, cuando la Gran Colombia pasé a ser un pais lider Adblta Meise] Roca a en Hispanoamériea por su papel central en la lucha por la emaneipacién continental. En opinién de Bushnell dos factores importantes influyeron en esa situacién singular de la historia de Colombia: la ubicacion geogréfica estratégi- cay el papel protagénico de Simén Bolivar. Sin embargo, una vez disuelta la Gran Colombia, el pais regres6 a. una condicién de medianfa en el contexto de América Latina, que segtin el historiador Jaime Jaramillo Uribe ha sido una constante histérica, EI pafs no tuyo durante la colonia relaciones diplomé- tivas eon otras naciones y la apertura también era limitada en el comercio exterior, Después de la independencia, éste se reorienté y de los puertos de Espafia pasé principalmen- te a Inglaterra, en buena parte por intermedio de Jamaica. Bushnell deseribe en su capftulo cémo desde los inicios de la Primera Replica hubo una activa diplomacia neogra- nadina. Por ejemplo, tanto las Provincias Unidas, como los estados de Cundinamarca y Cartagena porsu cuenta, envia- ron misiones oficiales a Estados Unidos y los prineipales paises europeos. En general los resultados fiteron muy li- itadlos, pues esos paises habian asumido una posicién ofi- cial de neutralidad en el conflicto con Espafia. En 1819, una. vez desalojadas las tropas espafiolas de Venezela y Nue- va Granada, las relaciones con los territorios del sur del continente adquirieron mayor importancia. La liberacin de estas zonas implicé tanto complejos aspectos diplomaticos como una costosa campafia militar financiada por la Gran Colombia, que inicialmente s6lo inclufa a Venezuela y Nue- va Granada, La independencia permiti6 por lo tanto una ruptura del aislamiento que se vivia en la colonia; los co- Jombianos empezaron a viajar al exterior paulatinamente: 28 Las claves del perio Europa del norte, las islas del Caribe y Estados Unidos. Fs- tos viajes se hacfan por negocios, para estudiar, recreacién e incluso por razones médicas. En el capitulo que sigue, analizamos los principales as~ pectos de la economia colombiana durante esta etapa hist6- rica. El estudio es sobre todo de tipo cualitativo, va que se trata de uno de los periodos de la historia econémiea del pais del que hay menos informacién estadistica de las prin- cipales variables del sector productivo. La razén es que debi- doa la guerra, los archivos, o se destruyeron, o las cireuns- tancias no permitieron tener una Administracién Pablica bien orgenizada y estable que pudiera dejar una contabili- dad organizada. En parte, esto se debe a que el titimo ej cito espafiol que se retiré de Nueva Granada se llevé para La Habana —adonde lleg6 inicialmente— buena parte de Jos archivos administrativos del virreinato en las dos pri- meras décadas del siglo xtx. El euidado que recibieron esos archivos, correspondientes a una colonia que parecia. perdi- da para siempre, no debié ser el mejor, a juzgar por el la- mentable estado en que se encuentran los eseasos legajos sobrevivientes del periplo cubano y que hoy reposan en el “Archivo General de Indias en Sevilla. Entze las principales conclusiones de este eapftulo, hay que resaltar el efecto devastador que produjo Ta guerra de independencia sobre la economia neogranadina, tema que ha sido ignorado por la historiografia econémica, a pesar de ‘quela evidencia es muy clara en este sentido. También sefia- lel caos monetario que surgié durante la independencia y los primeros afios de la replica, debido a la introdueci6n de la acufiacién de monedas de baja calidad, as{ como por la proliferacién de monedas falsas. Con respecto al régimen Ado Mele Ros 9 fiscal, uno de los aspectos més criticados por los ilustrados criollos en las filtimas décadas del periodo colonial, nuestro argumento es que éste se fre cambiando gradualmente des- de los inicios de la repiblica. En el capitulo «Poblacién y sociedad», Marixa Lasso cenfatiza que la repiblica introdujo la igualdad juridica para todos los ciudadanos e inieié un proceso gradual de extin- ci6n de la esclavitud. Esto represents una ruptura definiti- va con respecto a la sociedad colonial, donde el sistema de castas limitaba el goce de la ignaldad para la mayoria de la poblacién, que era indigena o esclava, ademas de la clasifica- da bajo la categorta «libres de todos los colores» formada por mestizos, mulatos, zambos y negros, En total estos grupos representaban el 75 por ciento de la poblacién del virreina- to. Se suponia que sélo fos blancos, el restante 25 por ciento, no sufrian las consecuencias de un sistema juridicamen- te exeluyente, Sin embargo, habfa una fractura social, que fue creciendo en las tiltimas décadas del dominio espafiol, entre los blaneos nacidos en Amériea y los espaiioles pe- ninsulares. Los primeros se sentian excluidos de los mas al- tos cargos buroeraticos, ¢ incluso de muchos privilegios econdmiicos por parte dela Corona, Pero quizé mas que los privilegios econémicos, uno de los aspectos que mayor eseo- zor causaba entre los criollos era la discriminacién a la hora de prover los principales cargos del virreinato. Como se sefiala en este capftulo, los debates en las Cor- tes de Cidiz fueron publicados y lefdos en Nueva Granada. El hecho de que en esas Cortes se le hubiera negado la igualdad a la poblacién de origen afticano sirvié para unifi- car a los diferentes grapos de la sociedad colonial, que vieron asf perjudicadas las posibilidades de una mayor 80 Las laces del periedo participacién politica de los territorios americanos en las Cortes espaiiolas. El grupo de los esclavos se beneficié claramente con Ia independencia. Muchos obtuvieron su libertad durante este periodo, bien porque los rechutaron para participar en uno de los ejércitos, bien porque, aprovechando el caos, pudie~ ron escapar. Ademas, desde un principio las autoridades establecieron la prohibicién de traficar con esclavos. Por es- tas razones, la poblacién esclava descendié significativa- mente durante el contlicto. Por itimo, en el capitulo «La cultura» se resalta que mu- chos aspectos dela cultura material se mantuvieron bastan- teestables durante el periodo tratado en este volumen. Algo similar ocurrié en el émbito de la cultura ceremonial y ladica, ‘Sin embargo, en areas como la intelectual, Victor M. Uribe- Uniin sefiala que se produjo una gran efervescencia duran- te estos afios a través de instituciones como la prensa, dela que hubo una verdadera eclosién, asi como en espacios de socializaci6n tales como tertulias, cafés y asociaciones. Tam- bién se vivid un gran impulso en la actividad historiogréfica, literariay cientifica. Durante la década de 1810 hubo una proliferacién de periédicos politicos, no s6lo en Santa Fe, sino en muchas otras ciudades de la Nueva Granada. Esta prensa ayudé al desarrollo de una «esfera piiblica de la so- ciedad civil». En Jo que parece una tradicién del pais inicia- da desde esa época, un desempefio exitoso como eseritor 0 periodista, en lugar deen el campo militar, fue una de las bases fundamentales de las carreras polfticas hacia la pre- sidencia en la Repiblica, Sélo en la primera mitad dela década de 1810, Uribe-Uréin enumera més de quince perié- dicos patriotas. Préceres como Franciseo José de Caldas, Adolfo Meisd Roa. a José Fernéindez Madrid, Manuel Rodriguez’ Toriees 0 Anto- nio Narifio, entre otros, estuvieron vinculados con este es- fuerzo politico e intelectual de desarrollar la prensa patriota. Un aspecto dela vida material que cambié répidamente en este momento fue la apariencia fisicay el vestido. Se aban- donaron las pelueas y los peinados femeninos de gran altura y muchos adornos. También se dejaron de usar sombreros trieornios y hebillas llamativas. En general, la moda se vol- vid més austera, aunque ello no implicara que unos pocos sefioritos usaran chaquetas rayadas y pantalones muy an- chos combinadlos con botas de tacones altos, como bien re- Tata Uribe-Uran. Qué se gané y qué se perdié con la independencia? Sin Tugar a dudas el principal avance de la sociedad neograna- dina fue haber logrado la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, con la excepeién de los esclavos —cuya presencia era limitada y cuyo mimero se redujo durante la indepen- dencia—. Aunque la esclavitud no se abolié de inmediato, st se prohibié la trata desde un principio, inicidndose asimis- mo el proceso gradual de liberacién de los esclavos, que concluyé a mediados del siglo x:x. Los eriollos mis préspe- ros y educados habfan tenido en la colonia una posicién so- cial y econémica privilegiada, pero se encontraban en una situaci6n de impotencia politica, Con la independencia, se les abrieron las anchas avenidas de la vida piiblica y la po- sibilidad de conducir el nuevo Estado. Es decir, que en lo politico la independencia fue beneficiosa para préctieamen- te todos los sectores de la sociedad colonial: los mestizos, mulatos, negros libres e indigenas obtuvieron igualdad an- te la ley; los esclavos emprendieron un recorrido juridico hacia la libertad; muchos eriollos, pero también, aunque en 2 Las chace del prio menor medida, negros, indfgenas, mestizos y nuulatos, tu- vvieron acceso al poder. ‘También se gané la posibilidad de desmontar las insti- tuciones econémicas del régimen colonial, tales como el sistema de comercio exterior y el tributario, que eran consi- deracios uno de los principales obstéculos para la expansién econémica del virreinato, Otras instituciones también se reformaron, como aquellas que impedian la movilidad dela mano de obra —venta de resguardos indigenas y abolicién dela esclavitud— y dela tierra —eliminacién de mayoraz- 05, desamortizacién de los lamados bienes de manos muertas—. La existencia de estos tiltimos hacia que mu- chos terrenos y construeciones no se pudieran vender, es- tando la mayorfa de esas propiedades bajo el dominio dela Iglesia catélica. Pero, por otro lado, cabria preguntarse: équé se perdié? Principalmente el orden colonial, basado en la autoridad del rey y sustentado en gran parte en la influencia ideolgica de a Iglesia catélica. La construecién de una nueva fuen- te de legitimidad no fue un proceso facil ni répido. 2Qué se gané? En lo econémico fire muy importante el acceso alos mercados internacionales sin necesidad de tener que recurrit alos puertos espafioles como costosos interme- diarios. Pambién se pudo lograr un régimen fiseal que traba- ra menos la produceién. Sobre todo se dejaron de enviar a Espafia remesas de dinero para suplir sus necesidades fis- ales y se redujeron mucho los gastos militares en que el vi- rreinato tenfa que incurrir en sus diltimos tiempos debido la competencia del imperio espafiol con Francia e Inglate- ra. A pesar de ello, pasaron décadas antes de que se viera un crecimiento en el ingreso per efpita de la nueva reptiblica. Adolfo Mize Roca 99 Asi como hubo cambios profundos en la vida politica, econémica, cultural y en las relaciones internacionales, las estructuras profundas de la sociedad neogranadina mantuvieron un alto grado de continuidad que permitié que el legado colonial fuera una parte esencial del esquele- to actual de la sociedad colombiana. Nos referimos, por ejemplo, a la persistencia durante un largo periodo de la in- fluencia ideolégica, politica y econémica de la Iglesia ea- télica, de la tradicién centralista en la Administracién Pét- blica y, sobre todo, de las enormes desigualdades en la distribucién de la riqueza, como la tierra, ast como del ea- pital humano y de las oportunidades. Latinoamérica es ac- ‘tualmente la regién més desigual del mundo en cuanto ala distribucién del ingreso. La persistencia de esa situacién, que.es de origen colonial, forma parte de los actuales proble- mas que enfrenta la sociedad colombiana a comienzos del siglo x01. Por esta raz6n, entre otras, consideramos que la Jectura de los trabajos presentados en este primer volumen sobre el proceso de independencia y los primeros afios de la repiibliea ofiecen un excelente punto de partida para enten- der mejor la Colombia actual. La lectura actual de los acontecimientos histéricos, orde- nados en forma muy hilvanada por los autores, para mayor comprensién del lector, podria llevarlo a pensar que los re- sultados estaban casi predeterminados. Pero todo habria. podido ser muy diferente. Para los contempordneos hubo siempre mucha incertidumbre sobre la direecién en que se desenvolyerian los acontecimientos. Pero les tocé actuar, ann sin tener muy claro Jo que estaba sucediendo, sin estar muy seguros de e6mo podrian termiinar las cosas. La inva- si6n napoleénica dela Peninsula desaté una marcha atrope- * Las close del poriado llada e incontenible de sucesos politicos. Algunos neogra~ nadinos actuaron desde un principio con la conviecién profunda de que habfa que buscar Ia independencia, otros reaccionaron para defenderse de las pretensiones francesas, muchos trataron de buscar la corriente prinepal del rio de ahistoria para fluir con ella, otros ms, se opusieron de ma- nera decidida a la busca de la independencia. También hubo personas que desde el principio estuvieron en contra dela Independencia; algunos luego se pasaron a las filas patrio~ tas, En 1816 un joven cartagenero, ya casi préximo a ser fa- silado en su ciudad natal por las tropas de Morillo, deseribié Jamareha atropellada de los acontecimientos que lo levaron su temprana muerte como «delitios de las circunstancias». Adolfo Meise! Roca 35 La vida politica Armando Martinez Garnica A mediados de 1808 todas las provincias del virreinato dela ‘Nueva Granada «gozaban de una paz. tan completa que pa- recfa no poder alterarse jamis», segtin registré en sus Me- morias el abogado payanés Santiago Arroyo. Pero las noti- cias que legaron tras Ja invasién napole6nica de la peninsula Ibérica agitaron «el espiritu apitico de los colonos, haciendo ya caleular a los menos advertidos grandes mudanzas en la monarquia». Aunque en ese momento nadie podia pronos- ticar el trastorno que iba a suceder en estas provincias, tam- bién es cierto que ya existian en ellas condiciones que lo harian posible: casi dos centenares de abogados titulados recibidos por la Real Audieneia, de os cuales la mitad actua- ba en las provineias; una docena de médicos titulados, dos colegios mayores en la capital y dos reales colegios en pro- vincias, cuatro devenas de hombres vineulados ala Real Ex- pedicién Botanica, dos traducciones de las Declaractones de los derechos del hombre y del chudadlano puestas a circular por Antonio Nariiio y Pedro Fermin de Vargas, y una tradicién de revueltas indigenas y populares contra las autoridades virreinales euyo caso més sonado habia sido la insurreceién de los comunes de la provincia del Socorro en el afio 1781. 37 Como consecuencia de la oleada de levantamientos po- pulares en la Peninsula, a principios de junio de 1808 am- plias zonas de Ja metropoli se encontraban en estado de abierta rebelién contra el dominio francés establecido porla invasién napolednica el afio anterior. Buena parte de las, cindades habfan formado administraciones de emergencia: juntas integradas por miembros de los antiguos ayunta- mientos, el clero, las aristocracias locales y el ejéreito. La eclosién juntera, iniciada con los levantamientos de Madrid, pronto completé dieciocho juntas provineiales. Negando el Antiguo Régimen, estas juntas reclamaron y ejercieron la soberanfa cuando declararon la guerra a Francia, dispusie~ ron de los caudales del Estado, impusieron tributos y eer cieron las funciones de los tribunales superiores. Fue creada as{ la Junta Suprema de Sevilla, que en nombre de Fernan- do VII se present6 como «el fel depésito de la real autoridad yel centro dela unién», convocando a las provincias ame- ricanas a unirse a la causa de la defensa del «rey deseado» ya realizar las tres tareas basicas de la agenda juntera: la defensa de la religién, del rey y de la patria. La eclosion juntera de 1810 Instalada en el Real Aledzar de Sevilla, la Junta Central Gu- bernativa de Espafia y las Indias abrié sus filas a los repre~ sentantes de los reinos americanos. E122 de enero de 1809 cconsider6 que «los vastos y preciosos dominios que la Espa fia posee en las Indias no son propiamente colonias 0 fac torias como los de otras naciones, sino una parte esencial integrante de la Monarquia espatiola». En consecuencia, a8 Lovie politica declaré que los reinos indianos deberfan tener representa- cién en ella. Los cuatro virreinatos y las cuatro capitanias generales americanas tendrian derecho por lo tanto a elegir sus respectivos diputados, Fue una decisién revolucionaria, pues el reconocimiento de la igualdad de las provineias pe- ninsulares y americanas le concedié al Nuevo Mundo unos derechos que hasta entonees no habia podido ejercer, salvo provisionalmente en las Juntas de Bayona, convoeadas por el régimen napoleénico. La representacién concedida era ain may desigual, ya que asigné a cada una de estas grandes entidades virteinales solamente un diputado, mientras que cada provincia peninsular tenfa derecho a dos. Esta de- sigualdad, criticada en su momento por Camilo Torres Teno- rio, asesor del cabildo de Santa Fe, era injusta si se considera a dimensién poblacional y la complejidad de los virreinatos americanos, aunque la disparidad quizé se debié a la igno- rtaneia dela Junta Central al respecto. En el Nuevo Reino de Granada, los comicios para la se- leceién de su diputado comenzaron en el seno de los eabil- dos durante los meses de mayo y junio de 1809. Todos los ‘nombres escogidos fueron enviados al Real Acuerdo de San- ta Fe, donde sus fncionarios los redujeron a una tema inte- grada por el abogado Luis Eduardo de Azvola, Juan Matheu —conde de Pufionrostro— y el mariscal de campo Antonio de Narvéez. Este tiltimo —prestante figura de Cartagena de Indias— resulté favorecido al azar en el sorteo final del 16 de septiembre de 1809, aunque nunca lleg6 a embatcarse ha- cia la Peninsula porque la disolucién de la Jumta Central frus- x6 stu comisién. No obstante, las elecciones realizadas en es- tas provineias promovieron entre sus hombres ilustrados la exposicién de sus proyectos de recomposicién del orden Amand Martner Garni. 89 mondrquico en las Indias mediante el empleo de un nuevo Tenguaje politico. Ademis de las elecciones, la Junta Central habia ordena- do que se redactaran «instrucciones» para los diputados que viajarian a la Peninsula. Se conocen hasta ahora ocho «. Slo el mariseal An- tonio José de Suere, casado con la marquesa de Solanda y de gran prestigio personal entre los quitefios, habria podido impedir esta separaci6n, segiin la comisi6n que le habia en- cargado el vicepresidente Domingo Caicedo. Peroen Ja mon- tafia de Berruecos, cuando marchaba apresuradamente ha- cia Quito, Sucre fue asesinado, el 4 de junio de 1880. Una vez abatida la Administracién de Caicedo (con la presidencia de Joaquin Mosquera) por la rebeli6n exitosa del Batallén Callao, el general Rafael Urdaneta se convirtid en el hombre del momento. El 4 de septiembre de 1830 co- menz6 su actuacion como encargado provisional del poder ejecutivo, Siguiendo lo expresado por el Consejo de Minis- ‘ros, el general Urdaneta firmé el 11 de diciembre siguiente un paquete de decretos que incluia, ademas de la convoca- toria ala convencién de los departamentos del resto de Colombia (Cundinamarca, Boyaca, Cauca, Antioquia, Mag- dalena e Istmo), el restablecimiento de las garantfas indi- vviduales que habian sido suspendidas el 19 de octubre del aijo anterior, la reunién de las asambleas electorales para la cleccién de los diputados a la convencién y la organizacion del Consejo de Estado. También envié sendas comunicacio- nes a los generales Péezy Flores, recordando el llamamiento _Armendo Martinez Gemiea 8 de Ja tiltima proclama del Libertador a favor de Ja unién de Colombia y convocando a la realizacién de una asamblea de los «estados generales de la nacién colombiana» para de~ batir su existencia social y politica. Pero la crisis politica de 1830-1831 agoté las cajas nacionales. El] Consejo de Estado, consciente de que no podria ni existir el gobierno ni mar- char la Administracién sin rentas, ordené disponer de los fondos destinados para el pago de los intereses del erédito public en la atencién de los gastos ordinarios de la Admi- nistracién, Aconsejado por el Consejo de Ministros, el general Urda~ neta dio respuesta ala grave crisis politica que produjo el fallecimiento del Libertador, la organizacién dela Reptiblica del Eeuador y las simpatias de varias provincias del Cauca. que se pronunciaron por la agregacién a.este nuevo Estado (Buenaventura, Pasto y Popayn), convocando una conven- cién de diputados de los departamentos de Cundinamarca, Boyacé, Cauca, Antioquia, Magdalena e Istmo. Esta conven cién se reuniria en la Villa de Leiva el 15 de junio de 1831 para. «

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