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LA ESPIRAL DEL SILENCIO (ELISABETH NOELLE-NEUMANN)

¿Qué es la opinión pública?


Varias generaciones de filosos, juristas, historiadores, politólogos e investigadores
del periodismo se han tirado de los pelos intentando formular una definición clara
de la opinión pública.
Nadie ha podido reemplazar el concepto de opinión pública por términos más
precisos.

La espiral del silencio como proceso de creación y propagación de la opinión


pública
La espiral del silencio podría ser una de las formas de aparición de la opinión
pública. Podría ser un proceso por el que creciera una opinión pública nueva. Si
fuera así seguiría siendo necesario encontrar una definición de opinión pública
para evitar tener que afirmar que la espiral del silencio es el proceso por el que se
propaga algo indefinible.
Sócrates pensó que la opinión es más oscura que el conocimiento pero más clara
que la ignorancia. La opinión se encuentra en una situación intermedia. Para
Platón no carecía completamente de valor, pero otros muchos autores la
distinguían solo negativamente del conocimiento.
Kant caracterizó a la opinión pública como un juicio insuficiente, tanto subjetiva
como objetivamente. Los anglosajones y los franceses la interpretaban como el
acuerdo unificado de una población o de un determinado segmento de la
población.

Tres significados de público


Como afirmaba Habermas, el uso de “público” y de “lo público” muestra una
multiplicidad de sentidos distintos.
Un primer uso es la acepción legal de “público”, que subraya el aspecto
etimológico de apertura, lo abierto a todo el mundo.
El segundo uso está relacionado con los intereses públicos, como los derechos
públicos y el poder público.
El tercer sentido de “público” podría caracterizarse como psico-sociológico, ya que
el individuo debe estar atento a su entorno constantemente por la necesidad de
concensuar opiniones con ellos por temor a la mala fama, a la impopularidad y al
aislamiento social.

Opiniones que pueden expresarse en público sin aislarse


Los elementos relacionados con la opinión pública son:
-La capacidad humana de percibir el crecimiento o debilitamiento de las opiniones
públicas,
-Las relaciones ante esa percepción, que impulsan a hablar más confiadamente o
a callarse;
-El temor al aislamiento, que hace que la mayor parte de la gente tienda a
someterse a la opinión ajena.
Con estos tres elementos podemos decir operativamente que opinión pública trata
sobre temas controvertidos que pueden expresarse en público sin aislarse.
Cuando las opiniones y las formas de comportamiento se han impuesto como
costumbre o tradición, no podemos seguir reconociendo en ellas elementos de
controversia. Sin controversia no hay aislamiento, el cual solo se activa cuando se
ha violado una opinión pública, tradición o una moral establecida.
La moral y las normas consolidadas son opiniones y comportamientos que hay
que expresar o adoptar si uno no quiere aislarse. El orden vigente es mantenido
tanto por el miedo individual al aislamiento y la necesidad de aceptación, como por
la exigencia pública, que tiene el peso de la sentencia de un tribunal.

La opinión pública como aprobación y desaprobación


La opinión pública no está restringida a ningún tema en particular. La opinión
pública es una especie de juzgado social del que todos somos parte, que aprueba
o desaprueba comportamientos observables públicamente.
La espiral del silencio es una reacción ante la aprobación y desaprobación patente
y visible en el marco de constelaciones cambiantes de valores.

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Un viaje por el pasado: Maquiavelo, Shakespeare, Montaigne
El término “opinión pública” apareció por primera vez en Francia en el siglo XVIII
en la novela “Las amistades peligrosas” (1782), y allí la opinión pública actúa
como un tribunal de justicia en esferas muy alejadas de la política (una mujer
aconseja a su amiga que se deje la compañía de un hombre de mala reputación).
Retrocediendo aún más en el tiempo, Shakespeare describe una conversación
entre el rey Enrique IV reprende a su hijo, el futuro Enrique V porque lo ven muy
seguido con malas compañías, y lo aconseja diciéndole que debe tener más
cuidado con la opinión ya que es muy importante, es la que lo ha llevado al trono.
La idea de que un gobernante o futuro rey debiera prestarle atención a la opinión
de su público no era nada nuevo para Shakespeare, ya que su siglo estaba
sumamente familiarizado con “El príncipe” (1514), de Maquiavelo, con secciones
importantes que aconsejaban a los gobernantes el mejor modo de tratar al público.
Maquiavelo dijo que todo depende de lo que parezca a los ojos de quien lo ve,
entonces, no es necesario que el príncipe tenga todas las cualidades deseables
pero sí que parezca tenerlas.
Sesenta años después de “El príncipe”, de Maquiavelo, Montaigne utilizó en dos
ocasiones el término “opinión pública”.
-El primero dice que la opinión pública hace que el sujeto se presente de
determinada manera, con adornos prestados, es decir, de una manera que no es
realmente, sino como lo moldeó la opinión pública;
-El segundo fue para explicar los cambios de costumbres e ideas morales.
Montaigne fue leído posteriormente por John Locke, David Hume, James Madison,
Alexis de Tocqueville y Jean-Jacques Rousseau.

La ley de la opinión: John Locke


Hay que distinguir tres tipos de leyes:
-La ley divina, que se rige por deberes y pecados;
-La ley civil, que se rige por lo legal y lo ilegal;
-La ley de la moda, que establece que cuando los hombres se unen en sociedades
políticas, aunque entreguen a lo público (el Estado) la disposición sobre toda su
fuerza, conservan sin embargo el poder de pensar bien o mal, de aprobar o
censurar las acciones de los que viven y tienen trato con ellos.
La opinión pública obliga a los hombres a amoldarse por miedo al aislamiento. Los
hombres suelen basar su asentimiento y apoyar su e principalmente en la opinión
ajena. Nuestra opinión es un simple relejo de las opiniones de los demás.
Locke caracteriza insistentemente a la opinión pública como moda, y aclara que
no se la puede considerar como sabiduría.

El gobierno se basa en la opinión: David Hume y James Madison


Recogen las ideas de Locke y las convierten en una teoría del Estado.
Aunque la gente pueda haber renunciado al uso de la fuerza a partir de la
fundación del Estado, no ha entregado su capacidad de aprobar y desaprobar.
Pero como las personas tienden a amoldarse a las opiniones del medio, el poder
concentrado de opiniones semejantes mantenidas por personas particulares,
produce un consenso que constituye la base real de cualquier gobierno. Y el
gobierno solo se basa en la opinión.
Es sorprendente la facilidad con que unos pocos gobiernan a muchos con la
opinión como único sustento, y esto se aplica tanto a los gobiernos más
despóticos y militares como a los más libres y populares.
La virtud, la belleza, la riqueza y el poder son condiciones objetivamente
ventajosas que hacen sentir orgullo a los hombres, pero influyen poco cuando
nuestra reputación, nuestra fama, nuestro nombre (razones de enorme peso e
importancia), no son correspondidas por las opiniones y los sentimientos de los
demás.
Hasta a los hombres de mayor discreción e inteligencia las resulta muy difícil
seguir su propia razón o inclinación si se opone a la de sus amigos y sus
compañeros cotidianos.
La razón humana como el propio hombre: Tímida y precavida cuando se la deja
sola, y adquiere fortaleza y confianza en relación al número de personas con las
que está asociada.

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Glanvill creó el concepto “clima de opinión”, que denota la distribución de
opiniones y la fuerza relativa de una de ellas como predominante. El clima rodea
totalmente al individuo desde el exterior, no lo deja escapar, y trae a la mente la
imagen del espacio y del tiempo.
Descartes estableció que en los períodos revolucionarios, lo público se presenta
como una amenaza, mientras que en los períodos de orden se experimenta como
un ámbito en el que uno puede enaltecerse. La espiral del silencio es un proceso
que alimenta a la opinión pública en desarrollo.

El lanzamiento del término “opinión pública”: Jean-Jacques Rousseau


La opinión pública se considera como un tribunal de cuya desaprobación hay que
protegerse. La naturaleza solitaria de Rousseau le permitió adquirir una
experiencia excepcional en el campo de la publicidad y de lo público.
Relaciona a la opinión pública con la reputación, y establece que la opinión pública
parece una bendición porque fomenta la cohesión, pero como hace adaptar a los
individuos a la moral y a la tradición, es una fuerza conservadora, y protege a la
moral de la decadencia. Su valor radica en sus funciones morales, no
intelectuales.
Rousseau creía que la vida social había estado mejor regulada en el pasado
remoto, cuando los salvajes vivían juntos en un Estado natural. Por eso sostenía
que las formas más estables de la opinión pública (las costumbres y la tradición)
son fundamentales para proteger una sociedad, ya que son las cualidades
esenciales del pueblo.
Según Rousseau, el Estado se constituye sobre tres clases de leyes: El derecho
público, el derecho penal y el derecho civil. Pero hay una cuarta ley, que es
fundamental ya que vivifica o reemplaza a las otras leyes cundo envejecen o
desaparecen. Esta cuarta ley es la de los modales, la moral, las costumbres y la
opinión pública.
La opinión pública es una clase de ley administrada por la censura, que conserva
los modales y la moral, y sobre los cuales se constituye la base de una sociedad.
Ese consenso moral colectivamente estable es lo público, también conocido como
cuerpo político o Estado.
La sociedad tiene un único fundamento colectivo, que solo puede verse
amenazado por el egoísmo de los individuos particulares. Esta es la diferencia
fundamental entre lo privado como lo opuesto a lo público.
El peso del respeto público es un claro actor de influencia sobre el pueblo. Exige
que el gobierno también esté sometido a la censura, que expresa la aprobación o
desaprobación pública. La opinión pública es una autoridad moral.
El término religión civil designa una serie de principios que no pueden
contradecirse en público sin quedar aislados, es decir, un producto de la opinión
pública.
La compulsión al consumo es un efecto de la opinión pública, que junto con el afán
de las riquezas, suscitan en todos los hombres la oscura inclinación a dañarse
mutuamente.
El hombre como ser social, siempre está orientado hacia el exterior, y logra la
primera sensación básica de la vida a través de la percepción que los demás
tienen de él. El hombre está dividido en dos seres. Uno contiene su naturaleza real
con sus verdaderas necesidades, inclinaciones e intereses, y el otro se configura
bajo el yugo de la opinión.
Distinguir entre personas honradas y personas malvadas es un asunto de interés
público. Rousseau admiraba el arte con que los esperantos manejaban esta
distinción, ya que cundo un hombre de mala fama moral proponía algo acertado
en la asamblea de Esparta, los éforos, sin hacerle caso, hacían que un ciudadano
virtuoso realizara la misma propuesta.
El aspecto esencial de la opinión pública representa una transacción entre el
consenso social y las convicciones individuales. El individuo se ve obligado a
buscar una solución intermedia, que hace depender del juicio ajeno y resistirse a
la separación y al aislamiento.
Rousseau a veces dice que la opinión pública es un prejuicio vacío, y en otras
ocasiones le asigna la responsabilidad de mantener las costumbres, la tradición y
la moralidad.

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El problema fundamental es encontrar una forma de asociación que defienda y
proteja la persona y la propiedad de cada miembro, y en la que cada uno, aunque
unido a los demás, solo obedezca a sí mismo y permanezca tan libre como antes.

La opinión pública como tiranía: Alexis de Tocqueville


Hay buenas razones históricas para adoptar un concepto de la opinión pública
basado en el miedo al aislamiento, y en su consecuencia, la espiral del silencio.
No todas las sociedades temen igualmente al aislamiento, pero la presión que este
ejerce, induce a todas las sociedades a la conformidad.
Tocqueville fue el primer observador consciente del funcionamiento del espiral del
silencio. Tomó como ejemplo la decadencia de la iglesia francesa antes de la
revolución, y mencionó el significado de hablar y callar en relación con la opinión
pública. Vio el miedo al aislamiento y la tendencia al silencio.
Se impresionó por la igualdad posicional generalizada de los Estados Unidos
hasta que comprendió que así se ejerce el funcionamiento de la sociedad, da una
dirección determinada a la opinión pública y una determinada impronta a las leyes.
Cuando los rangos sociales son desiguales, hay algunos individuos que disponen
del poder de una mayor inteligencia, saber e ilustración, mientras que la
muchedumbre está hundida en la ignorancia y en el prejuicio. En las épocas de
igualdad sucede lo contrario. Cuanto más se acercan los ciudadanos al nivel
común de una posición igualitaria, menos dispuesto está cada uno a tener fe en un
hombre o clase determinada. En períodos de igualdad, los hombres no tienen fe
en los otros debido a su semejanza, pero esa semejanza les da una confianza casi
ilimitada en el juicio común del pueblo, ya que como todos cuentan con los
mismos elementos de juicio, la mayor verdad debería ser la de la mayoría.
Tocqueville interpreta a la opinión pública como la opinión de la mayoría numérica.
Cuando el hombre de un país democrático se compara individualmente con todos
los que lo rodean, siente con orgullo que es el igual que todos ellos. Pero cuando
se compara con ese mismo conjunto tan grande se siente inmediatamente
abrumado por la sensación de su propia insignificancia. La misma igualdad que lo
independiza, lo expone solo e indefenso a la influencia de la mayoría.
Siempre que las circunstancias sociales son igualitarias, la opinión pública
presiona las mentes de los individuos co una fuerza enorme. Cuanto más se
parecen los hombres, nada lo prepondera por encima del resto y pierde la
confianza en si mismo cuando lo atacan.
La presión de la opinión pública no solo afecta a los individuos sino también al
gobierno. El comportamiento del presidente de Estados Unidos durante una
campaña electoral gobierna en pos de su reelección.
La igualdad social puede tener también un efecto beneficioso. Como la autoridad
ha sido destronada, la igualdad puede abrir las mentes de los hombres a nuevas
ideas, pero el individuo también puede dejar de pensar completa y definitivamente.

Control social y opinión pública


La opinión pública incluye todas las opiniones sobre asuntos de interés nacional
expresadas libre y públicamente por personas que no pertenecen al gobierno.
El control social se ejerce en las sociedades humanas de muchas maneras. Puede
ser completamente visible y estar institucionalizado, como en la ley o en la religión;
o puede hacerse invisible bajo la forma de opinión pública, que aunque no esté
institucionalizada posee ciertas sanciones, y su ventaja es que es flexible y barata
en comparación con la ley.
La influencia sobre el individuo se llama ahora control social, mientras que la
influencia sobre el gobierno se llama opinión pública.

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