Está en la página 1de 4

CULTURA POPULAR E INDUSTRIA CULTURAL

“El mercado lingüístico”, texto de Pierre Bourdieu.

Lo que quisiera hacer es explicitar un modelo muy sencillo de podría formularse de la siguiente
manera.

Habitus lingüístico + mercado lingüístico = expresión lingüística, discurso

De esta fórmula muy general voy a ir explicando cada uno de los términos utilizados,
empezando por habitus.

- El habitus lingüístico, definido a grandes rasgos se distingue de una competencia en el


sentido chomskiano porque es producto de las condiciones sociales y porque no es simple
producción de discurso sino producción de un discurso que se ajusta a una “situación”, o más
bien a un mercado o campo. La noción de situación nos recuerda que existe una lógica
específica de la ejecución, que lo que ocurre en el nivel de la ejecución no se puede deducir del
simple conocimiento de la competencia.

- En uno de mis artículos traté de mostrar la noción de aceptabilidad que volvieron a introducir
los chomskianos, sigue siendo insuficiente, porque reduce la aceptabilidad a la gramaticalidad.
De hecho, la aceptabilidad definida sociológicamente no solo consiste en hablar una lengua
con corrección. Esto supone la conformidad de las palabras, no sólo a las reglas inmanentes a
la lengua, sino también a las reglas, que se dominan intuitivamente, inmanentes a una
“situación” o determinado Mercado Lingüístico. En términos amplios, existe un Mercado
Lingüístico cada vez que alguien reproduce un discurso dirigido a receptores capaces de
evaluarlo, apreciarlo y darle un precio. El sólo conocer la competencia lingüística no nos
permite prever cuál será el valor de una actuación lingüística en el mercado. El precio que
reciban los productos de una competencia determinada en un mercado determinado depende
de las leyes de formación de precios propias de ese mercado. El Mercado Lingüístico es algo
muy concreto y a la vez muy abstracto. Concretamente, es una situación social determinada,
más o menos oficial y ritualizada, un conjunto de interlocutores, que se sitúan en un nivel más
o menos elevado de la jerarquía social; todas estas son propiedades que se perciben y se
juzgan de manera infraconsciente y que orientan inconscientemente la producción lingüística.
Si se define en términos abstractos, es un tipo determinado de leyes, variables, de formación
de precios de las producciones lingüísticas. Recordar que existen leyes para la formación de los
precios, equivale a recordar que el valor de una competencia determinada depende del
mercado determinado en el cuál se ejerce, o, para ser más exactos, del estado en el que se
encuentran las relaciones en las cuales se define el valor atribuido al producto lingüístico de
diferentes productores.

- Esto conduce a sustituir la noción de competencia por la de capital lingüístico. Hablar de


capital lingüístico significa que hay ganancias lingüísticas. El capital lingüístico es el poder sobre
los mecanismos de formación de los precios lingüísticos, el poder para hacer que funcionen en
su propio provecho leyes de formación de los precios y así recoger la plusvalía específica.
Cualquier acto de interacción, cualquier comunicación lingüística, todas las interacciones
lingüísticas son tipos de micromercados que están siempre dominados por las estructuras
globales. Como lo muestran muy claramente las luchas nacionales donde la lengua es algo
importante en juego, existe una relación de dependencia muy clara entre los mecanismos de
dominación política y los mecanismos de formación de los precios lingüísticos característicos
de una situación social determinada. Así, volver a introducir la noción de mercado es recordar
el simple hecho de que una competencia solo tendrá valor mientras tenga un mercado. De
esta manera, un capital solo se define, funciona como tal y proporciona ganancias, en un

1
CULTURA POPULAR E INDUSTRIA CULTURAL

mercado determinado. Ahora es necesario precisar un poco esta noción de mercado y tratar
de describir las relaciones objetivas que le confieren su estructura ¿Qué es el mercado? Existen
productores individuales que ofrecen su producto y luego se ejerce el juicio de unos y otros y
de allí sale un precio de mercado. Esta teoría liberal del mercado es tal falsa para el mercado
lingüístico como para el mercado de bienes económicos. Al igual que en el mercado
económico, donde hay monopolios, relaciones de fuerza objetivas que provocan que los
productores y sus productos no sean todos iguales desde un principio, también en el mercado
lingüístico hay relaciones de fuerza. Así, el mercado lingüístico tiene leyes de determinación de
los precios que hacen que todos los productores de productos lingüísticos, de hablas, no sean
iguales. Las relaciones de fuerza, que dominan el mercado y provocan que ciertos productores
y productos tengan un privilegio de entrada, suponen que el mercado lingüístico está
relativamente unificado. Para que se ejerzan los efectos de capital y de dominación lingüística
es necesario que el mercado esté relativamente unificado, es decir, que la mayoría de los
locutores estén sometidos a la misma ley de determinación de los precios de las producciones
lingüísticas. He aquí lo que significa la unificación del mercado o las relaciones de dominación
lingüística: en el mercado lingüístico se ejercen formas de dominación que poseen una lógica
específica y, al igual que en cualquier mercado de bienes simbólicos, existen formas de
dominación específica que no se pueden reducir de ninguna manera a la dominación
estrictamente económica, ni en la manera en que se ejercen, ni en las ganancias que procuran.
Una de las consecuencias de este análisis se refiere a la propia situación de encuesta, la cual,
como interacción, es uno de los lugares donde se actualizan las relaciones de fuerzas
lingüísticas y culturales, la dominación cultural. No es posible pensar en una situación de
encuesta “limpia” de cualquier efecto de dominación, lo único que se puede hacer es incluir en
el análisis de los “datos” el análisis de las determinaciones sociales de la situación en la cual se
han producido, el análisis del mercado lingüístico en el cual se establecieron los hechos que se
analizan. Lo que registra la encuesta cultural o lingüística no es una manifestación directa de la
competencia, sino un producto complejo de la relación entre una competencia y un mercado,
un producto que no existe fuera de esta relación; es una competencia en situación, una
competencia para un mercado particular. La única manera de controlar la situación es hacerla
variar haciendo variar las situaciones de mercado, en lugar de dar preponderancia a una
situación de mercado entre otras y ver la verdad de la lengua, la lengua popular auténtica, en
el discurso que se produjo en esas condiciones. Los efectos de dominación, las relaciones de
fuerzas objetivas del mercado lingüístico se ejercen en todas las situaciones lingüísticas. Esta
forma de hablar, con espontaneidad es habla popular en situación popular, cuando quedan
entre paréntesis las leyes del mercado. Sin embargo, sería un error decir: el verdadero
lenguaje popular es hablar con espontaneidad. Esto no es más verdadero que el otro: la verdad
de la competencia popular es también el hecho de que cuando se enfrenta a un mercado
oficial está trastornada mientras que cuando se encuentra en su propio terreno, en una
relación familiar, con los suyos, es un lenguaje espontáneo. Es importante saber que el
lenguaje espontáneo existe, pero como un islote arrebatado a las leyes del mercado, es un
islote que se obtiene otorgándose una franquicia. Los efectos del mercado se ejercen siempre,
incluso sobre las clases populares, y sobre ellas puede caer en cualquier momento el paso de
las leyes de mercado. Esto es lo que llamo legitimidad: hablar de legitimidad lingüística es
señalar que nadie puede ignorar la ley lingüística. Las leyes del mercado ejercen un efecto
importante de censura en aquellos que solo pueden hablar en situación de lenguaje
espontáneo y que están condenados al silencio en las situaciones oficiales, donde están en
juego elementos políticos, sociales o culturales importantes. El efecto de mercado que censura
el lenguaje espontáneo es un caso particular de un efecto de censura más general, que llega a

2
CULTURA POPULAR E INDUSTRIA CULTURAL

la eufemización: cada campo especializado tiene sus propias leyes y tiende a censurar las
palabras que no van de acuerdo con esas leyes.

- ¿Qué relación establece ud entre el ethos y el habitus, y otros conceptos como el de hexis,
que ud también emplea?

He empleado la palabra ethos para designar un conjunto objetivamente sistemático de


disposiciones con dimensión ética, de principios prácticos. Esta distinción resulta útil, sobre
todo para controlar errores prácticos. La noción de hábitus engloba la del ethos, y por ello
cada vez empleo menos esta noción. Los principios prácticos de clasificación que son
constitutivos del habitus son indisociablemente lógicos y axiológicos, teóricos y prácticos. Al
estar dirigida hacia la práctica, la lógica práctica implica valores, es algo inevitable. Por ello he
dejado de lado la distinción a la cual tuve que recurrir un par de veces entre eidos, como
sistema de esquemas lógicos y ethos como sistema de esquemas prácticos, axiológicos.
Además, todos los principios de elección están incorporados, se han convertido en posturas,
disposiciones del cuerpo: los valores son gestsos, formas depararse, de caminar, de hablar. La
fuerza del ethos está en que es una moral hecha hexis, gesto, postura. La noción de habitus
permite enunciar algo muy cercano a la noción de hábito, al tiempo que se distingue de ella en
un punto esencial. El habitus es algo que se ha adquirido, pero que se ha encarnado de manera
durable en el cuerpo, en forma de disposiciones permanentes. La noción recuerda entonces,
de manera constante que se refiere a algo histórico, ligado a la historia individual y que se
inscribe en un modo de pensamiento genético, por oposición a los modos de pensamiento
esencialistas. Por otro lado, la escolástica llamaba habitus a algo así como una propiedad o
capital. Y, en realidad, el habitus es un capital que, al estar incorporado, tiene el aspecto
exterior de algo innato. El hábito se considera en forma espontánea como algo repetitivo,
mecánico, automático, más reproductivo que productivo y yo quería hacer hincapié que el
habitus es algo poderosamente productivo. El habitus es un producto de los
condicionamientos que tiende a reproducir la lógica objetiva de dichos condicionamientos,
pero sometiéndola a una transformación; es una especie de máquina transformadora que hace
que “reproduzcamos” las condiciones sociales de nuestra propia producción, pero de manera
relativamente imprevisible, de manera tal, que no se puede pasar sencilla y mecánicamente
del conocimiento de las condiciones de producción al conocimiento de los productos. Aunque
esta capacidad de engendrar prácticas, discursos u obras no sea de ninguna manera innata,
aunque esté históricamente constituida, no se puede reducir por completo a sus condiciones
de producción, para empezar porque funciona de manera sistemática. El habitus es un
principio de invención que, aunque es producido por la historia, está relativamente
desprendido de ella. Está constituido por un conjunto sistemático de principios simples y
parcialmente sustituibles, a partir de los cuales se puede inventar una infinidad de soluciones
que no se deducen directamente de sus condiciones de producción. Aunque es un principio de
una autonomía real en relación con las determinaciones inmediatas dadas por la “situación”, el
habitus no es una especie de esencia ahistórica cuya existencia no sería más que desarrollo, es
decir, un destino definido de una vez por todas. Los ajustes que impone sin cesar la necesidad
de adaptarse a situaciones nuevas e imprevistas pueden determinar transformaciones
durables del habitus, aunque éstas no rebasan ciertos límites porque el habitus define la
percepción de la situación que lo determina. Por reacción en contra del mecanicismo
instantaneista, uno tiene tendencia a insistir en las capacidades “asimiladoras” del habitus:
pero éste es también adaptación, se ajusta sin cesar al mundo, aunque este ajuste sólo en
ocasiones excepcionales toma la forma de una conversión radical.

3
CULTURA POPULAR E INDUSTRIA CULTURAL

- ¿Qué diferencia establece ud entre un campo y un aparato?

En un campo están en lucha agentes e instituciones, con fuerzas diferentes, y según las reglas
constitutivas de este espacio de juego, para apropiarse de las ganancias específicas que están
en este juego. Los que dominan el campo tienen los medios para hacerlo funcionar en
provecho suyo, pero tienen que contar con la resistencia de los dominados. Un campo se
convierte en aparato cuando los dominantes tienen los medios para anular la resistencia y las
reacciones de los dominados. Esto es cuando todos los movimientos van de arriba hacia abajo
y son tales los efectos de dominación que cesan la lucha y la dialéctica que son constitutivas
del campo. La diferencia entre los campos y los aparatos se ve claramente en las revoluciones.
Se actúa como si bastara con apoderarse del “aparato del Estado” y cambiar el programa de
esa gran máquina para conseguir un orden social radicalmente nuevo. Solo se puede estar
seguro de que una acción política producirá los efectos deseados cuando tiene que verse con
aparatos, es decir, organizaciones donde los dominados se ven reducidos al comportamiento
de un cadáver.

También podría gustarte