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EDICIONES CRISTIANDAD
LA TRADICION HISTORICA
EN EL CUARTO EVANGELIO
BIBLIOTECA BIBLICA
CRISTIANDAD
La dirige
A. DE LA FUENTE ADANEZ
Titulos publicadas:
LA TRADICION HISTORICA
EN EL
CUARTO EV ANGELIO
EDICIONES CRISTIANDAD
Huesca, 30-32
MADRID
Publicado por la Cambridge University Pres
Londres 1963, 3 1965
Con el dtulo
T raducci6n de
'J. Lms ZUBIZARRETA
Printed in Spain
PRIMERA PARTE
LOS RELATOS
I. El relato de la pasi6n . . . . . . . . . . . . . . . 33
1. Observaciones preliminares . . . . . . 35
2. Testimonios . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45
3. La despedida . . . . . . .. . ... 63
4. EI prendimiento 77
5. EI juicio . . . . . . . . . . . . . . . 93
6. La ejecuci6n . . . . . . . . . . . . 130
7. EI reencuentro ... ... ... ... ... ... ... ... 145
LOS DICHOS
C. H. D.
INTRODUCCION
bien curioso que Policarpo, conocedor de casi todos los demas libros
del Nuevo Testamento, no tuviera un claro recuerdo del cuarto Evan-
gelio 18 • Es posible que esto no demuestre que ignoraba su existencia
(lo cual serfa difkil de creer, ya que cita la primera carta de Juan,
que es, con toda probabilidad, posterior al cuarto Evangelio ), pero
si la conoda y sabfa que el evangelio era obra de su antiguo maestro,
~por que no lo cit6? Estas consideraciones. quiza no invalidan nece-
sariamente el testimonio de Ireneo, pero lo dejan -y con el a todo
el testimoniö externo- un tanto debilitado.
Si volvemos al testimonio interno, tenemos la argumentaci6n cla-
sica de Westcott en favor de la paternidad tradicional 19 ; el autor avan-
za en drculos concentricos partiendo de la periferia hasta llegar al
centro: el evangelista era a) un judfo, b) un judfo de Palestina, c) un
testigo presencial, d) un ap6stol y, finalmente, e) el ap6stol Juan. Mu-
chos de sus puntos siguen teniendo. importancia y merecen seria con-
sideraci6n en cualquier discusi6n del problema joaneo (aunque no po-
damos sacar de ellos precisamente las conclusiones que el saca), pero
su acumulaci6n de pruebas puede ser rebajada, especialmente en los
cruciales drculos internos. Si se j:>uede demostrar que el evangelista
estaba bien informado en diversas materias, puede deducirse o que
tenfa un conocimiento personal de tales materias o que hizo un uso
juicioso de buenas fuentes de informaci6n. Algunos detalles, como
los nombres de las personas y la especificaci6n de los numeros, que
para Westcott eran prueba de un conocimiento personal 1ntimo, son
de tal naturaleza que, como es posible demostrar en otros escritos,
pueden no pasar de ser adiciones legendarias a una historia tradicio-
nal. Aunque los crfricos de las formas se equivoquen -como perso-
nalmente creo que es el caso- al considerar invariablemente estos
detalles como signo de desarrollo legendario, serfa una ingenuidad
que los aceptaramos por ello en su significado literal. Los vividos
rasgos dramaticos que son distintivos del relato y dialogo joaneos,
la caracterizaci6n, la penetrad6n en el contenido emocional de una
situaci6n, que para Westcott constitufan una prueba decisiva de que
el evangelista. estuvo presente a los hechos, pueden deberse mas bien .
a su talento literario. De todos modos, en dos episodios donde la ca-
racterizaci6n dramatica es maxima, la conversaci6n con la samaritana
junto al pozo de Jacob y el interrogatorio de Jesus in camera. por Pi-
lato; se dice expresamente que tuvieron lugar sin la presencia de nin-
guno del grupo de Jesus. De entre los pasajes que Westcott cita como
apelaci6n directa a un testigo ocular 20 solo uno es pertinente: 19,35.
No creo que en este caso pueda considerarse la clara afirmaci6n: 6
. 21 . No. esta descar~ado que el verskulo sea una adici6n de un redactor pos-
terior, el cual crey6, de buena fo, que la afümaci6n del texto procedfa de _.un
testig_o presencial; en tal creencia pudo acettai: o equivocarse (1:f. infra,. 141~142).
22 . Cf. Interpretaci6n del cuarto Evangelio, 86-97, 321, 337.. ..
INTRODUCCION 27
LOS RELATOS
I
EL RELATO DE LA PASION
3
1. ÜBSERVACIONES PRELIMINARES
Todos los incidentes indicados en esta lista han sido narrados por
todos los evangelios en el mismo orden, excepto por Marcos que omi-
te la escena final del acta V. Pero incluso en este ultimo Evangelio
se predice dos veces una aparici6n de Jesus resucitado (Mc 14,28;
16,7). En contra de la opini6n actualmente en boga, continuo cre-
yendo, en vista de estas predicciones, que o bien Marcos intent6 re-
latnr 1a 11nunci11d11 11purici611, pero no lo hizo por alguna raz6n, o bien
cscribi6 de hecho el relato, que se perdi6 luego por una mutilaci6n
del arquetipo. Pero este problema tan discutido no es itnportante para
lo que ahora estamos tratando de deddir. Nns basta sahet que Mar-
ms fllnrle rhrf!mente fl s11 intenci6n de completar e1 relato con una
aparki6n de Jesus resudtado; este hecho implica ya 4ue la ua<lici6n
seguida por Marcos conoda esas apariciones. En este punto, Marcos
esta de acuerdo no solo con los otros evangelistas, sino tambien con
practicamente todas las formas del kerygma apost6lico primitivo que
aparecen en el Nuevo Testamento. Corno lo que nos ocupa por el
momento es encontrar formas de la tradici6n subyacente en los evan-
gelios, nos basta constatar que Marcos atestigna 1a tradici6n, inde-
pendientemente de que supongamos que la elimin6 deliberadamente
de su escrito o que no lleg6 a realizar su intendun de incluirla o
que lo que escribi6 se perdi6 por pura mala suerte.
Ademas de estos incidentes narrados en el mismo orden, los cua-
tro evangelios relatan otros acontecimientos con solo pequefias va-
riantes en su posici6n dentro de la secuencia general del relato:
a) Predicciones de la traici6n de Judas, de la negaci6n de Pe-
dro y de la deserci6n de los disdpulos, insertas durante la cena o
entre la cena y la traici6n.
44 EL RELATO DE LA PASION
a) Marcos
1 Sobre todo esto, cf. mi libro According to the Scriptures (Nisbet 1952),
en el que he tratado de demostrar algunas opiniones que aqui se dan por
supuestas.
2 Aqui, como en otros lugares del libro, las citas se refieren a los LXX
(ed. Swete, Cambridge); tengase, pues, en cuenta que la numeraci6n difiere a
veces de la del TM.
46 EL RELATO DE LA PASION
Marcos tiene diecisiete referencias, ciertas o probables, a testimonia del AT. Dos:
de ellas, nn. 2 y 8, son generales o no identificadas. De entre las demas, solo
la n. 6 lleva fcittnula de cita (yEypumm).
b) Mateo
c) Lucas
De los diecisiete testimonia de Marcos, Lucas tiene cuatro: nn. 3, 5,· 7 y 9. Tie-
ne seis no marcanos: nn. 1, 2, 4, 6, 8 y 10. De los diez, solo uno, el n. 2, lleva
f6rmula de cita.
d) Juan
De los diecisiete testimonia de Marcos, Juan tiene cuatro: nn. 1, 4, 5, 6b; tie-
ne cinco no marcanos: nn. 2, 3, 6a, 7 y 8. Ninguno de sus testimonios no
marcanos coincide con los testimonios no marcanos de Mateo o Lucas. De las
ocho (nueve) referencias, seis llevan f6rmula de cita: nn. 1 (cf. Marcos), 3, 5
(cf. Marcos), 6b, 7 y 8.
48 EL RELATO·DE LA PASION
e) Sinopsis
Salmos ·
21,2 Mateo Matcos
21,8a Lucas
21,8b .Mateo Marcos
21,9 Mateo
21,19 Mateo Matcos Lucas Juan
26,12 Marcos
30,6 Lucas
33,21 Juan
34,11 Marcos
34,19 Juan
37,12 Mateo Marcos Lucas
40,10 Marcos Juan
41,6 (= 12 = 42,5) Mateci Marcos
41,7 Juan
68,5 Juan
68,22a Mateo
68,22b Mateo Marcos Lucas Juan
87,9 Lucas
109,1 Mateo Marcos Lucas
lsaias
50,6 Mateo Marcos Juan
53,11.12 (? iro'A.A.ol) Mateo Marcos
53,12 Lucas
Jeremitt~
38,31 Lucas
38,34 (?) Mateo
Daniel
7,13 Mateo Marcos
11,41 (?) Mateo Marcos
12,2 (?) Mateo
Oseas
10,8 Lucas
Zacarfrrs
9,11 Mateo Marcos
11,12-13 Mateo
12,10 Juan
13,7 Mateo Marcos
Malaquias
2,8 (?) Marcos
TESTIMONIOS 49
(1) 13,18: 6 -rpwy0v µou 'tov ö:pwv ~1tfjpt::v t:rr' E.µf: -r~v
rri:€.pvcxv cxv-roO.
Este testimonio no representa una version de los LXX de Sal 40
(41),10, donde el TM lee .::lj?.~ ~~V ?~i~0 ~~J;i~ ?~1~ . Mc 14,18
alude al mismo pasaje citando solo las palabras 6 E08(wv µET'
Eµou. Marcos entrelaza estas palabras en el tejido de su relato sin
f6rmula explkita de cita, pero lo mas probable es que conociera el
pasaie en .una version semejante o identica a la de los LXX: o
EoS(wv ä:p-rouc; µou EµEy6::A.uvEv ETI' EµE mc.pvtoµ6v. Juan, en
cambio, introduce la cita con la formulu tvcx ~ ypcxcp~ TIAY] pw8fi;
3 En el texto de 1a Bible Society (1958), 53 pasajes estan impresos como
citas en las 64 paginas de Marcos (sin contar 16,9-20) y 58 en las 111 pagi-
nas de Lucas (sin contar los capftulos 1-2, que son practicamente un oent6n
de material veterotestamentario ).
4 En el texto de la Bible Society (1958), 20 pasajes estan impresos como
citas, en fuerte contraste con los otros evangelios. Es, por tanto, mas sorpren-
dente que en el relato de 1a pasion haya cuatro ( o cinco) citas que no se en-
cuentran en ninguno de los otros evangelios.
· TESTIMONIOS 51
41,12; 42,5). Si Juan esta siguiendo aquf a Marcos, <'.Pot que re-
chaz6 la cita de Marcos, tomada de Sal 41,6, para sustituirla por
una cita del versfcu1o inmediatamente siguiente sin mayor diferencia
de sentido? Serfa un modo extrafio de componer un texto. Pero si
desde muy temprano se habfa entendido Sal 41 como un texto que
describfa los sufrimientös de Cristo y su confianza en el Padre 8, no
serfa de ningiln modo sorprendente que una rama de la tradici6n ci-
tase un versfculo y otra otro, como indicadores de la totalidad del
texto.
s El lector encontrara mas referencias; a este salmo infra, pp. 55, 65s, 81-83,
9·Cf. Rom 3,10-18 y mi libro The Bible and the Gteeks, 35-36.
10 Cf. tambien According to the Scriptures, 57-59.
u Sobre este salmo, cf. infra, p. 88.
TESTIMONIOS 53
23 Interpretaci6n, 235-242.
24 Cf. infra, p. 140, n. 17.
58 EL RELATO DE LA PASION
palabras: , Aµ1lv 0::µ1lv A.S.y(,) uµ'lv Ö'n El<; E.E, uµwv TiapaÖQoEL
µc; Prescindiendo de la repetiei6n del 0::µ1lv, que es un manierisino,
1a forma de la predicci6n es identica a la de Marcos. Este prosigue:
6 E.o0(cuv µci:' E.µoO, aludiendo a1 misnio verskulo de Sal 40 · que
Juan ha citado mas arriba, pero cori una traducci6n diferente 3• La for-
ma de Lucas es muy diversa y no contiene ninguna alusi6n al Anti-
guo Testamento: löou ~ XELp 1:00 Tiapo:ÖL06v1:0c; µc µci:' E.µoO
ETil Tijc; i:po:m~l;T)c;. Hasta aquf Juan podrfa mtiy bien estar siguiendo a
Marcos, aunque hay que decir que, mientras la forma lucana es oracu-
lar y semipoetica, la de Marcos y Juan representa el modo mas simple
y natural de comunicar la. advertencia y podrfa :figurar en cualquier
forma del relato. Juan relata luego las ansiosas preguntas de los dis-
dpulos: EßAE'ITOV EL<; O::A.A.~A.ouc; ol. µo:0Tj't0:L aTiopouµcvOL 'TCEpl
i:(voc; A.S.yEL. De modo semejante (aunque con menos dramatismo),
Lucas dioe: ~pE,avw ouvl;;T]'tELV Tipoc; E.auwuc; i:o i:(c; öpcx ELTJ E.E,
o:öi:&v 6 1:001:0 µS.A.A.cuv Tip6:ooav. EI sentido es el mismo, la for-
mulaci6n completamente diversa. En Marcos la pregunta es difetente:
~pE,cxvi:o A.uTIE'la0m Ko:l A.S.yav cxöi:t;) c'lc; Kai:O: c'lc;, µ~i:L E.yw.
En Marcos lo primero que cada disdpulo piensa es si sera el mismo
el trnidor. Tin Luccrn y en Juan los ap6stolcs prcguntan simplcmcnte
quien sera el traidor. En Marcos la respuesta es: El<; 'tWV ÖWÖEKCX 6
~µßo:'rt-r6µi:;voc; µc.-r' E.µoü EL<; -ro -rp6!3AlOV. Pero no queda daro .si
la intenci6n es seiialar a un individuo o si 6 e.µßcmi:6µEvoc; µci:' E.µoO
es tan gen6rico como 6 !!oEHwv µt:1." E.µoO u rnmu d lucano µe.i:'
E.µoO E'Ttl •fic; i:pcx'.!tS.l;;ryc;. En Juan el asu:nto no qucda en duda.,.La
pregunta, ne.pl 't(voc; AEYEL (cf. el i:(c; ä:po: ELT] de Lucas ), es trans-
mlLiJa !J01' Pedl'O a1 disdpulo aniado, ün:c -r(c,; EO't"LV m:pl oo A.S.ytL,
y Jesus responde: ~KE"lvoc; fonv 4> Eyw j~U.lJJw 'LO lJJu:iµ(ov KO:l
5wow aöi:c;J y luego, al dar el tjJcuµ(ov a Judas, le idenLi:fica como
a1 traidor. Pero no es del todo dato· si esta identi:ficaci6n vale para
todo el grupo o si es un signo dado en privado a:l disdpulo amado que
participa del secreto. Se podrfa sostener que Juan, teniendo ante sus
ojos el E.µßcx'IT't6µEvoc; de Marcos, le ha dado mayor viveza. Pero la
reminiscencia verbal que de hecho existe es muy tenue. La consecuen-
cia inmediata es la posesi6n del traidor por el poder del mal, que esta
expresada en terminos practicamente identicos a la frase que aparece
en 1a forma lucana del exordio: ElcrfiA.0Ev Elc; EKE'lvov 6 crai:cxvcxc; 4 •
Marcos concluye la escena con el solemne «ay» pronunciado sobre
el traidor: oöal i:ß O::v0pc.0Ticu EKdvcu fü' oi3 6 ul.oc; 1:00. O::v-
epwrcou 1tapaöl.öo1:m KO:AOV cxöi:Q Et OUK E.ycw~eT] 6 ä:v0p@-
L
ocultarfa tras el joaneo aapE,. Podemos, por tanto, clecir con gran
probabilidad que Jn 6,51 se deriva, no de una reminisct>nrifl cfol rela-
to sin6ptico de la pasi6n, sino de una tradici6n liturgica que se remon-
ra independientemente a:l arameo de la Iglesia 1mi8 primiLiva .
.. No se puede responder facilmente a la pregunta de si Juan conoci6
las «palabras de la instituci6n» solo por fuentes liturgicas 0 si forma-
ban tambien parte de su tradici6n del relato de la pasi6n. Por una
parte, 1 Cor 11,23-26 prueba suficientemente que el relato de la ins-
tituci6n de la eucaristfa pudo ser, y de hecho fue, recitado como uni-
dad separada (el modo como esta introducido en el texto demuestra
que' no se trata de un fragmento tomado de un relato mas largo ). Por
oti4 parte, dado que Pablo nos dice que la celebraci6n de 1a eucaristfa
(ed cuanto avaµVT]OL<; de Cristo) iba invariablemente (6o0:Ktc; äv
K:t5\.:) acompafiada de una recitaci6n de. la pasi6n (Ka:-ra:yyE.A.A.ETE
1;0V 9avcnöV -roy KUp(ou), es una conjetura probable (aunque. no
6
82 EL RELATO DE LA PASION
Mc 14,47 Jn 18,10
e.tc; 'tWV 'ltO:pEO'tT] KO't(..)V ::E lµ(.,)v CTE'tpoc;
O'!tO:OaµEVO<; 'tTJV µaxmpav EXQV µaxmpav e.i'.A.Kuoe.v aü'tT}v
Enmoe.v 'tOV f>oGA.ov Kal Enmoe.v 'tov 'tou
'tOV äpXLEPEQ<; äpXLEpEQ<; f>oGA.ov
Kal ä<j>ElAEV aü1:0G Kal ä'ltEKOljJEV aÜ'tOU
'tO C:naptov (o lease: C:nlov) 'to C:naptov (o lease: cii't[ov) 32
Mt 26,52 Jn 18,11
a'lt6CITpEljJov 't~V µ6:xmp6:v crou . ßa\E TI]v µCx)(mpexv
de; 'tOV 't6'1tOV o:Ö'rfj c; etc; TI]v 01']1HJV
Resumiendo:
1) EI segundo acto del drama de la pasi6n comienza en Juan con
una nota topografica, que no tendria sentido si fuera una correcci6ri
de Marcos y que indica, con un notable grado de certeza, que Juan
estaba usando una forma tradicional distinta.
2) Aunque no se nos da en este contexto un relato de la oraci6n
de Jesus, una comparaci6n de Jn 12,27-29 con algunos pasajes perti-
nentes de otros escritos del Nuevo Testamento demuestra, con suma
probabilidad, que Juan tenia su propia forma de tradici6n sobre la
oraci6n, y prueba, con razonable acierto, que formaba parte de
la tradici6n de la pasi6n que lleg6 hasta el. Su desplazamiento puede
entenderse perfectamente teniendo presente la conocida practica de
este evangelista.
3) La introducci6n de tropas romanas en la escena de la detenci6n
no se debe a claros motivos teol6gicos o apologeticos y puede o no
proceder de una forma especial de la tradici6n.
'1) EI relato del ataque al esclavo del sumo sacerdote se aseme-
ja tanto a Marcos que podriamos pensar que procede de este, pero el
contexto inmediato contiene rasgos que se asemejan a veces a Mateo
y a veces a Lucas, asi como a otros pasajes Je Matcos. Estos fen6me-
nos parecen apuntar hacia el tipo de variaciones que surgen dentro de
la tradici6n oral, mas bien que hacia una combinaci6n de fuentes do-
cumentales.
5. EL JUICIO
Diferencia con
respecto a Mateo Marcos Lucas Juan
II. Modo de la 1 2.a persona 2.a persona 3.a persona 2." persona
acusaci6n 2 3.a persona 3.a persona 2.a persona 2.a persona
3 2.a persona 2.a persona 3.a persona 2.a persona
III. Contenido 1 «con Jesus» «con Jesus» «con el» «uno de sus
de la acusaci6n ( µE-ra) ( µna) (ouv) disdpulos»
2 «con Jesus» «uno de «Ul10 de <<Uno de sus
( µE-ra) ellos» ellos» disdpulos»
3 «Uno de ellos» «uno de «COll eh> «COll el»
ellos» (µEca) (µEca)
(i'] A.a:A.tO: föjA.ovl (un galileo) (un galileo)
TIOlEL)
V. Forma de la 1 «No se» (-r[ «No se» (-r[ «No conozco» «No soy yo»
respuesta A.E.yEtc;) A.EyEtc;) (aö-r6v)
2 «No conozco» «No soy yo» «No soy yo»
(-rov
äve pwnov)
3 «No COllOZCO» «No conozco»I «No se» ( ö
(1:0V (-rov A.EyEtc;)
äv9pwnov) äv9pwnov)
En I, los cuatro coinciden en (1); Juan difiere de los demas en (2) y (3);
en el contenido su (2) = Mateo y Marcos (3) frente a Lucas.
En II, Juan coincide con Mateo y Marcos frente a Lucas en (1), con Lucas
frente a Mateo y Marcos en (2), con Mateo y Marcos frente a Lucas en (3).
En III, Juan difiere de todos en (1), coincide parcialmente con Marcos y
Lucas frente a Mateo en (2), y coinclde con Lucas frente a Mateo y Marcos
en (3).
En IV, Juan difiere de todos en (1), coincide con Mateo frente a Marcos y
Lucas en (2) y difiere de todos en (3).
En V, Juan difiere de todos en (l), coincide con Lucas frente a Mateo y
Marcos en (2) y difiere de todos en (3).
De los quince puntos catalogados, hay siete en que Juan difiere d~ todos los
demas Evangelios.
EL JUICIO 97
CQS ~es un poco rnas claro. Dice que, cuando condujeron a Jesus «a la
casa del sumo sacerdote» (Trpoc;; 'lO\V apxu:.pE.a), Pedro le sigui6 a
un;a; cierta distancia hasta el interior de patio (O:n:o µaKp66Ev ytKO-
A.oueriaEV cx6i:<{'> [sigui6 a Jesus, no a la muchedumbre] EU><; E.aw
Etc; i:Tjv auA.Tjv i:oü apxlEpÜ0c;;). AlH «estaba sentadö (~v O'UVKa-
e~ [-lEvoc;;) con los siervos calentandose al fuego», mientras ocurrfan
los, incidentes que narra a continuaci6n. Juan procede con mas deta-
lle. Cuando condujeron a Jesus a la casa de Anas, Pedro «sigui6 a
Jesus» (ytKoA.o66EL 'l riaoO; la elecci6n \cle los terminos es sin duda
intencionada: Pedro era todavfa un seguidor de Jesus). Pero no pas6
dd port6n del patio. Estaba, sin embargo, con el otro µaerii:~c;;, que
per:teneda al drculo del sumo sacerdote. Pedro .se qued6 fuera, .en la
pueJ;ta, y el otro, «entr6 con Jesus» ( auvELa~A.6Ev i:Q 'l riaoO atc;
i:iJv :,auA.Tjv i:oü O:pXLEpE.wc;;). Luego sali6 de nuevo y, tras hablar
con .la portera, hi.zo entrar consigo a Pedro en el patio 6• La portera
mfX;iio reconoci6 a Pedro y le pregunt6: «~Eres tu otro de sus disd-
puio,~?» 7 • Y asi llegamos a la primera negaci6n de Pedro. Se nos dice
luryg<>- que los siervos y los guardias habfan encendido un brasero por-
que ,era una noche frfa y que Pedro «estaba de pie con ellos (~v µE'i"'
m,'.J;r('0v E.ai:wc;;} calentandose», mientras dentro del palaeio sucedfan
101:1 jncidentes que se relatan a continuaci6n.
Esta vivida narraci6n, cada uno de ·cuyos pasos es cla'ro y .cortvin-
cente, 0 bien es el producto de un notable sentido dramatico' 0 se apo-
ya en una mejor informaci6n. La elecci6n de una de estas alter11ativas
de:r»endera de ·lo ·que se piense ·. del discfpulo que era · yvwai:oc;; tfl>
O:pxtEpE°l (18,15) o un yvwai:oc;; toO ö:pXLEpE.wc;; (18,16) 8.. ~Se
ti:ai:~ ,sencillamente de una dramatis persona creada para c;lar un mot;ivo
plat1sible de que Pedro estuviera dentto? Se suele iadmitir hoy dfa que
yvc.:icri:6c;; es algo. . :rµas que, . un mero conocido 9 : Significa que fa persona
r . . . ··--- . . '· . .. - .··
sö~~, 1 .que_ han ,sido roe11;cionadas en :Ultimo. JJgä~:. ~PXlEpetc; KdL aTpai!Jyöl
"t:OU 1, ·lEpau .Km rrpEaßuTepol; Ja referencia . de gun:Jv, por tanto, es lgllal-
mentb in<;lefinida. Marcqs menciona UTCT]pET'CXL (14;54); lq mismo .hace .Mateq,.
per~(sin menckina:r; el fuego. Juari habla. de ))o0A.()L y. ÖTCT]pfaal. ; . .
.>q ,(), posiblemente, hab16 a la, ,portera, Ia cual jntrodujo luego a . Pedro,
... 1 : Kal au irnglica · quiza que la sirvienta. sabia qµe el amigo de Pedro ·~rii
uri' µcx9T)Tf]c; de Jesus · y supuso 'que Pedro era otro de ellos. De modo seme-
jante, Juan ha dado una raz6n para. 4 terrera:- pregunta a Pedro (18;26}: el
qui'!: pregunta le habia vi_si:o en el huerto. En los .sin6pticos el. <iue· pregu[\t,a
et\ ~ercer lugar reconoce que. Pedro. es galileo (por su acento, segiin Mateo) .. ,,,
- ,8', Es posible que Ia construcci,6n sustantiv~ c:On genitivo. haga de ywo:i:6c;
urui descripci6n un .tanto ma's forinal que la construcci6.n adjetival con dati,vo,
lo mis,mo que amicus Caesari tiene _un matiz. semantico ligeramente diferente de
am.icuf Caesaris, que sugiere pertenencia a la 'cahors amicorum. .· · , ,.
, ': .[vi:.:>OT6c; se aplica raramente a personas. Es una forma secundaria de
yvc.:icrr6~, que se empleaba desde Homero en .el sen,tido ·de «pariente». En. Neh
5,lQJeerµos ol cH'>,eA.qio[ µou 1w:l ol yvc.:>OTo[ µ<lV, donde yvc.:>OTo[ ·es una
mala':'traducci6n de '!~~ (o representa un textö diferente). · .Sin embargo„ el
tradudor crey6 probablemente que O:&A.qiol ·y yvc.:iOTo[ ihan natur-almente
juntos. En Lc 2,44 auyyeve'i:c; Kal yvc.:iaTO[ forman un grupo y en Lc 23,49
ol yvc.:>OTo[ no son .ciertamente meros conocidos. Este· pasaje refleja· el len-
7
98 EL RELATO DE LA PASION
Lc 22,67-68 Jn 10,24-25
EL au Ei: 6 XPLCIT6<;, El au El 6 XPLO'rO<;,
ElTrov i']µ'lv ELTIOV i'] µ'lv mxppT]alc;x.
ELTIEV BE aui:o'l<; cXTrEKp(ST] au-roL<; 6 '1 T]OOÜ<;
eav öµ'lv E'i'.Trw EL1TOV ÖµLV
OU µYj 1tlCITEUaT]'rE KCxL 00 1tlCITEUE'rE
Mt Jn
Kcrra BE. Eop"tTJ'I elC:,0eL 6 Tjyeµc':>v EO"tlV BE auvi]0eLcx öµiv
cbtoA.UeLv evcx '<t> 6x~ BEaµLOv i'.vcx EVCX crrcoMacu öµi:v EV 'il>
m:Xaxcx
Mc Jn
ot mpanwi:m ... ol ai:panwi:m
TIAE~avrEc;34 aKcXv9LVOV ai:tqiavov35 TIAE~avi:Ec; ai:tqiavov E~ aKav9wv
(pero luego: aK6:v9LVOV ITTECjl<XVOV)
tvf>LBuaKoumv aöi:ov itopqiupav ... lµO:nov TiopqiupoGv itEptE.ßaA.ov
aöi:6v ...
xai:pE (3aOLAEU i:wv 'l ouf>a[wv. X<XlpE 0 ßaatAEUc; 1:WV ' [ OUf>a[WV.
Por otra parte, donde Marcos dice E1:UTI1:ov a:thoO 1:~V KEcpa:A.~v
Juan dice E.5looaa:v al.m'{) paTitaµaca, y, en lugar del vulgar fati-
nismo marcano cppayeA.A.oOv, emplea el termino mas correcto µaa-
nyoOv. Estos cambios podrfan no tener ninguna importancia si no
fuera porque introducen en el pasaje el vocabulario de Is 50,6, donde
entre los tormentos del .Siervo del Sefior se cuentan µaan Yt<; y
pcmtaµaca. Esto sugiere que Juan esta utilizando aqu1 una · f<l>rma
de tradici6n influida por el lenguaje de testimonia del Antiguo Tes-
tamento.
. . Si .esto es as1, quedarfa aun por responder la pregunta de si„ al
redactar esta tradici6n, el evangelista estaba. tambien influenciado por
Marcos. En favor de esta opini6n tenemos la gran semejanza en.. el
lenguaje de frases claves y la cöincidencia en el orden. Sin emba~go,
no es en modo alguilo imposible que los detalles del manto y la c~ro
ii.a estuviesen preservados en mas de una forma de tradici6n cor'i' casi
el mismö lenguaje (aunque no del todo identlco ).. La unica pafabra
que ·ofrece alguna duda es TIAEE,avc8<;, un termino natural, aunque' no
inevitable, en el contexto. Pero esta palabra falta en algunas ·de nues-
tras autoridades. Dado que la asimilaci6n es un factor tan constante
en Ja .transmision de manuscritos, se podda .dudar que .el participio
fuese.' de ·hechö ,fin elemento :original del. texto marcano. En Mateo
dicha palabra tiene solida' consistencia,.J~ mistno que la 'expresion
01:Ecp'CXVO\I 'Ef, cXKi:xVßWV ,· :que' etl ,
lös frianusctitös marcp.rtos alte~ria
con.d:K6:v8rVov 01:E.cpavov, (Estapa; pries; Jµan siguiendo,' aqiil ~-Mac
teo y no a Marcos?. Y, sin embargo,. Mateo sigue: su propio canuno.
En vez · del manto de purpura, Mateo habla de una capa · es&rla:ta
(XAö:p.Uc; KOKKLVY]), que no es"lo mismö, ya que no ·sugiere tan 'v,iva~.
men.te 1:(1·. realeza inheren.te ·.)11 lµO:nov Tiopcpup6yv). El probfowkiliö,,
es tan daro como pai;eda. Si Jui,m dependiera de los siMptko:s~ iteß-
driamos gue postular una combinaci6n de Marcos y Mateo. ·"
.
' . ~ ": .,
:··
,,, :.
'
Esta · palabra: falta en D; ·cart ui:i · dertö apoyt> en algi:irtos mss. veterolätic ·
34 ·
nos. En el para:1elo mal:eano (27,29)' la tienen tödas las autoridades. Dadö' qüe
la asimilacion· de Marcos. a. Mateo. es muy coimin, hay motivos para söspechar
que 'JtA.f.~avtc:<; no formaba· parte del texte marcano autentito. ' , · ··'
35 ey' algunos mimisculos leen mf.qiavov: E~ 6:Kav9ßv, con todos. lös
mss., en el paralelo mateano, probablemente debido a asimilaci6n.
EL JUICIO 113
otros los que pusisteis en ella, a intervalos, pilares grabados con carac-
teres griegos y latinos en los que se prohibfa cruzarla? Y ~no os <limos
nosotros permiso para ejecutar (uµ'Lv c:Xvcx(pav ETIE.'tpE.ljJo:µ:::v) a los
que la pasaran, incluyendo aun a los romanos?» Pero no hay que in-
terpretar un texto ret6rico como si se tratase de un decreto del parla-
mento. Es posible que tambien en este caso la ejecuci6n dependiese
de una autorizaci6n formal del gobernador. Y lo mismo cabrfa decir
(por lo que sabemos) de los pocos casos citados de ejecuciones judfas
que tuvieron lugar probablemente en el perfodo que va desde la de-
posici6n de Arquelao hasta la destrucci6n de Jerusalen 40 , fuera de
aquellos que tenfan caracter de meras acciones tumultosas, como fue
ciertamente la muerte de Santiago y quiza tambien la de Esteban. Sin
embargo, en una baraita de Sanh. l.18a.27 se afirma que e1 Sanedrin
se le quit6 la jurisdicci6n criminal cuarenta afios antes de la destfuc-
ci6n del templo 41 , es decir, en (o hacia) e1 afio 30 d.C. (ya que no
debemos ser meticulosos con lo que, probablemente, es un numero
aproximado). Esto parece implicar que hacia ese tiempo ( que no era en
todo caso lejano de la fecha de la muerte de Jesus) tuvo lugar una res-
tricci6n drastica de los derechos de que anteriormente gozaba el go-
bierno municipal judfo. La interpretacion <le esta afirmaci6n es muy
discutida, pero la situaci6n era poco mas o menos la siguiente: dos
documentos completamente independientes, uno judfo y otro cristia-
no, afirman que en o hacia el afio 30 d.C. el Sanedrin no tenfa la po-
testad de imponer la pena de muerte. Estas afirmaciones aparecen en
contextos completamente diferentes. Sean cuales sean los problemas
planteados por estos dos pasajes, su coincidencia fortuita debe tener
algun peso. La opini6n de quc Juan cstaba bien informado al decir
que los sacerdotes llevaron e1 caso ante el gobernador porque querfan
imponer la pena capital y sus poderes no llegaban a tanto, es mas
probable que su contraria. Sin duda, no se sigue necesariamente que
Pilato querfa quc cl Sanedrian decidiese el caso. Pero en todos los
relatos evangelicos esta implkita su repugnancia a cargar con la res-
ponsabilidad de la sentencia. Mateo y Juan subrayan particularmente
esta repugnancia y su coincidencia en este punto, sin ninguna posibi-
lidad de que uno dependa del otro (ya que su diferencia en presentar
el tema es notable), pone de manifiesto la tendencia de la tradici6n
comun.
Pero el relato de Mateo sobre el lavatorio de manos por parte de
Pilato pone de relieve la solemne aceptaci6n de la responsabilidad por
40 Cf. Strack-Billerbeck ad Mt 27,2.
41 El pasaje est:i dtado en S.-B., loc. cit. Los autores aceptan la afirma-
ci6n como verdadera, aunque creen que la fecha est:i equivocada, ya que el
poder de vida y muerte se quit6 en el afio 6 d.C., y sugieren una raz6n de
por que se asign6 al afio 30 (Barrett, The Gospel according to St. John, ad loc.,
siguiendo a Juster, sugiere otra raz6n). Pero (no cabe la posibilidad de que
hacia el afio 30 d.C., hubiera tenido lugar una restricci6n ulterior? El estudio
que S.-B. hacen de las pruebas me parece bastante acertado y acepto su con-
dusi6n en terminos generales.
EL JUICIO 117
parte del pueblo judfo: -eo o:tµo: o:u-coO E.cp' ~µä:c; Ko:l ETil -ca "CEKVO:
~µ&'>v. Juan no dice nada de esto. Pero coritiene un pasaje en el qrie
asigna la responsabilidad mayor (aunque no toda) a las autoridades
judfas (no al A.o:6c;). En 19,11, una vez que Pilato ha dejado constati-
cia de su autoridad para pronunciar sentencia de vida o muerte, Jesus
admite que el gobernador posee tal autoridad por disposicion divina 42 ,
'pero afiade: 6 'ITO:po:öo6c; µ!§. O"OL µi:.(C:ovo: aµo:p-c(o:v EXEL. Se discu-
te a quien se refiere 6 Tio:po:öo6c;, a Judas o a Caifas~ A mi juiciö, debe
referirse al representante del tribunal judfo, es decir, al apxli:.pi:.6c;,
que llev6 a cabo el acto formal. de Tio:p6:öoO"Lc; que puso a Jesus en la
jurisdiccion del gobernador. EI acto de Judas lo puso en poder del
Sanedrl'.n, pero Pilato pudo haber ignorado oficialmente ese acto. En
cualquier reconstruccion de los hechos, serfa difkil poner en duda la
conclusion -sobria y moderada- de que, entre Pilato y Caifas, la
responsabilidad mayor recae sobre el segundo, si bien fue el goberna-
dor quien pronunci6 de hecho la sentencia (lo cual era necesario se-
glin la ley). La afirmacion frecuente de que el relato joaneo esta in-
flttenciado por el motivo de incriminar a los judfos es insostenible si
comparamos dicho relato con los otros evangelios.
Hemos considerado hasta aqui algunos pasajes en que el relato del
cuarto Evangelio tiene algun contacto con los otros evangelios, aun-
que en los dos ultimos pasajes examinados el contacto es demasiado
remoto para proporcionar un fundamento, por debil que sea, a la teo-
rfa de que el cuarto Evangelio depende ·de los sinopticos. Volvamos
ahora a los rasgos que son peculiares al cuarto Evangelio y, en parte,
diferentes de los sinopticos.
ridades judfas se habfan formado de Jesus. Por segunda vez, nos ve-
mos, pues, obligados a reconocer tras el relato joaneo de la pasi6n una
tradici6n que estaba en contacto con el relato judio de los mismos
sucesos.
Tambien la «practica cuartodecimana» de la lglesia de Asia estaba
aparentemente relacionada con la creencia de que Jesus muri6 el 14
de Nisau 50, la fecha dada por Juan. Pero es de notar que los defen-
sores de la practica asiatica no apelan a la autoridad del cuarto Evan-
gelio, sino a la ininterrumpida tradici6n procedente de los padres de
su Iglesia. La practica era, por tanto, en su opini6n una practica pri-
mitiva de la Iglesia de Asia. Y sus razones para creerlo as1 parecen
s6lidas. La primera discusi6n sobre el tema (por cuanto sabemos) entre
Roma y Efeso tuvo lugar en o hacia el afio 155. El protagonista por
parte asiatica fue Policarpo. Defendi6 ante Aniceto que la tradici6n
que segufan el y otros asiaticos se remontaba a «Juan, el disdpulo del
Sefior» 51 • Aunque no es del todo cierta la identidad de este Juan, s1
es cierto que era uno de los padres de la Iglesia de Asia. Policarpo
mantuvo contactos personales con el, segun nos dice Ireneo, que le
habfa o1do hablar de ellos a Policarpo 52 • Aniceto admiti6 en aquel mo-
mento que Policarpo tenfa tanto derecho a mantener la tradici6n de los
padres de su lglesia como el mismo a mantener 1a tradici6n de sus
predecesores en la catedra de Roma. Unos cuarenta afios mas tarde,
cuando se volvi6 a plantear la cuesti6n, Polkrates apel6 de nuevo a
la inmemorial tradici6n ('to TiaA.m Tip6n:pov au;rol<; Tiapaoo8E.v),
que se remontaba a Felipe y Juan. Declara que la observancia del 14
de Nisau es Ka'ta 'tO EÖayyE.A.tov y pretende «haber examinado
todas las Escrituras» (mxoav ay(av ypacp~v OLEAY]AU8'c.0c;); sin em-
bargo, lo que ofrece no son pruebas de la Escritura, sino el testimonio
de una tradici6n inmemorial 53 • A mi juicio, tal testimonio es convin-
cente. Existfa, por tanto, desde tiempos muy antiguos la practica de
celebrar la pasi6n y resurrecci6n de Cristo la vigilia de Pascua y esta
so Apolinar de Hierapolis, un defensor de la «practica cuarto decimana»,
se queja de la ignorancia de los que dicen ön TTI Lö' TO itp6ßaTov [lETCx Tr'.0v
µa8TJT&v Eq>ayEv 6 KupLO<;, TTI öE µeyat.:r. T]µE.pc;x Tc7iv 0:1,;uµcuv o:uToc,
Eit<XHEV„ .T] LO' (aiiade) TO O:/...T]9LVOV TOU KUp(ou itaoxa. Ti euo(a Ti µey6:/...T]
(Liber de Paschate, fragmentos en Routh, Reliquiae Sacrae, vol. 1).
51 Eusebio, H.E. V 24,16
52 Eusebio, H.E. V 5-6. Me parece imposible que cualquiera que tenga ex-
periencia de recordar en edad avanzada a los profesores de sus afios de cole-
gio o universidad pueda poner en duda que Ireneo esta recordando a Florino
memorias autenticas del gran maestro cuyas clases habfan escuchado juntos. En
ningun lugar da a entender Policarpo que conoce el cuarto Evangelio; se apoya
en la tradici6n viva transmitida por «Juan, el disdpulo del Senon>. EI mismo
Ireneo dice: «Quid autem si neque apostoli quidem scripturas reliquissent no-
bis, nonne oportebat ordinem sequi traditionis quam tradiderunt iis quibus com-
mittebant ecclesias?» (III 4,1). Asf pues, la creencia de la lglesia de Asia de
que Jesus padeci6 el 14 de Nisan no se derivaba de la afirmaci6n del cuarto
Evangelio, sino de una tradici6n probablemente mas antigua que dicho evan-
gelio.
53 Eusebio, H.E. V 24,1-7.
EL JUICIO 121
aquf el problema hist6rico que esto plantea; quiero solo recordar que
en Hch 4,25-26, el mismo autor cita un pasaje de Sal 2, un texto
que es una de las fuentes mas importantes de testimonia 66 • EI salmo
habla de un ataque contra el Mesfas por parte de E8W], A.o:o(, ßo:m-
A.c.'i:c; y ä:pxonc.c;. EI autor indica el cumplimiento de esta profeda
en los siguientes terminos: ouv~xerioo:v ... ETrl -rov ä:yLOv TCO:L06: oou
, 1riooOv öv EXPLOO:<; 'Hpc0oric; 1:E KO:L n6vnoc; naA.iX-roc; ouv
Eevwtv KO:L A.o:o'i:c; '1 opo:~A.. Aqu1, por tanto, el asesinato judicial
no es ( tan simplemente como en Marcos) un complot judfo que utili-
za a Pilato como instrumento, sino, mas bien, una conspiraci6n del
tetrarca y del gobernador, con judfos (no especificados) y romanos como
c6mplices. Esta concepci6n de los hechos parece encontrarse tambien
en algunos de los rasgos peculiares del relato lucano del juicio, que
podrfa, por tanto, remontarse, tal vez, a un tipo de tradici6n for-
mada, en gran parte, bajo la influencia del testimonium de Sal 2, pero
que de ninglin modo debe ser ignorada al tratar de reconstruir la situa-
ci6n real; esta fuente ha sido combinada con un relato del juicio deT
tipo marcano.
Ahora podemos valorar el relato joaneo del juicio como un todo,.
teniendo en cuenta las dos partes del proceso. Aqui el interrogatorio
ante el sumo sacerdote ha perdido importancia. Es estrictamente pre-
liminar, se podrfa casi decir que es una indagaci6n de los hechos. Los
representantes de los judfos se presentan ante Pilato en el inconfun--
dible papel de fiscales, ya que la primera pregunta del gobernador es
«~Cual es el cargo?>> (-r(vo: K<X'rf!YOPLO:V cpE.pnc.). La respuesta es
vaga: el prisionero tiene un caracter inquieto (KO:KOV TCOLQV). Pilato
sin entrar en las implicaciones del cargo, les ofrece jurisdicci6n sobre el
caso 67 • Ellos la rechazan, alegando que el Sanedrin no tiene potestad
para imponer la pena de muerte. Esto implica que los acusadores quie-
ren que se imponga esa sentencia. Pilato procede entonces a juzgar per-
sonalmente el caso. Aqu1 hay una laguna, pues no se nos dice que mo-
tetrarca es parecida a la que Marcos nos dice que mostr6 hacia Juan Bautista,
en cuya conversaci6n se complada y a quien, sin embargo, mand6 ejecutar-
(Mc 6,20).
66 Cf. According to the Scriptures, 104-105.
67 La implicaci6n 16gica parece ser que Pilato deseaba _que el caso fuera
tratado como un asunto de poca importancia y que fuera conscientemente lle-
vado por las autoridades municipales dentro de sus limitados poderes. Sin em-
bargo, si aceptamos esto como hist6rico, resulta dificil aceptar la presencia de
un gran contingente ( one'lpa) de tropas romanas en el momento de la deten-
ci6n. No sabemos hasta que punto estaban capacitadas las autoridades judfas
para requerir la ayuda de la guarnici6n en el caso de que la polida del tem,
plo tuviera que enfrentarse con disturbios que ella no pudiera controlar. Se·
'podrfa conjeturar que la guarnici6n habfa sido ya alertada como resultado de
la 01:6:mc; en que habfa sido arrestado el «lider de la resistencia» (71.'[l<Yr~c;)
Barrabas, y que el tribuno pudo suponer que se le requerfa para enfrentarse
con una ulterior revuelta. Todo esto es conjetura. Se podrfa suponer que el
evangelista, consciente de que el caso debfa ser conducido por las autoridades
romanas, dio por sentado que tropas romanas participaron en la detenci6n. Pera-
nuestra informaci6n es demasiado escasa para sacar conclusiones definitivas.
128 EL ·RELATO DE LA PASION
tar' a los sacerdotes. por ·1~ afrerita implfcita contra: su honor nacional 2 ,
y Pilato replica con uha ne~ativa enfatica a cambia:r el tifülo. EI efec~
to de todo esto es que la atenci6n del lector se concentra en forno a
la realeza de Cristo, fo cual comporta un enfasis que, corno' · hemos
visto, es' caracteristico ·del relato joaneo del juicio. Es evidente }:J.üe ello
sirve a' 1a tendencia teol6gica de Juan. Este presenta la crudfixi6n
corno la ÜljJWOLc; o entronizaci6n de Cristo Rey -entendiendö «tey»
en· un sentido que el evangelista ha aclarado previamente- y hace
cornparecer a Pilato como testigo del hecho. Pero este tratamiento
presupone una forma de· tradici6n en la que la pretensi6n de realeza
era un elemento destacado, como no ocurre en los sin6pticos. He tra-
tado ya de probar que. la condena de Jesus por un cargo evidentemente
politico es un elemento inherente a la tradici6n, que los sin6pticos,
por razones comprensibles, han tratado de minimizar. Seria arriesgado
conjeturar cuanto del material peculiarmente joaneo cöntenido en
19,19-21 puede atribuirse razonablemente a una fuente tradicional: el
dialogo entre Pilato y los sacerdotes podria muy bien ser otro ~jemplo
del recurso literario que aparece en los dos interrogatorios in camera
(18;33-38; 19,9-11), empleado de nuevo aqui para poner de manifies-
to las verdaderas implicaciones .de toda la situaci6n. En los tres dia-
logos reconocemos el sentido dramatico del autor; nada podtia ser
rnas eficaz que el «tel6n» final de Pilato: ö yE.ypacpa yE.ypacpa. Pero,
a:un cuando observamos, corno sin duda debemos hacerlo; un cierto
grado de elaboraci6n drarnatica: tanto aqui como en otros 'pasajes, sigue
siendo probable que la tradici6n en que se basaba esta elaboraci6n te-
nfa un caracter y perspectiva diferentes de los de Marcos y, en algunos
respcctos, podria 'rnuy bien estar mucho mejor informa:da. ·
, En segundo lugar, el. incidente de la divisi6n de las vestiduras
(Jn 19,23-24)' esta descrito una vez mas con mayor riqueia de deta-
lles que eri Marcos ( 15 ,26 ). Juan lo relaciona con un testimonium. to-
lIJ,ido de Sal 2i)9. El pasaje no esta expresamente citado en Matcos,
pero el Jeriguaje del salmo reaparece en el relato marcano. Corno. he
ttatado dedemostrat es improbable que Juan partkse de la tacita alu-
si6n, de Marcos. para llegar luego a los LXX; es mucho mas 17robable
que Juan tomara el testimonium de otra forma de tradici6n. Juan no
desctibe el pfoceder de los soldados, corno lo hace Marcos, con pala-
bras tomadas del Antigua Testamento. Por el contrario, las fra~es pa-
ralelas del salmo han sido malen tendidas como si se. refir.iesen .a . accio-
nes distintas: ÖLc.µc.p{oc;xV'rO TeX tµ6:na: dividieren las ~estiduras en
2 N6tese la sutil diferencia entre la actitud de los sacerdotes en Juan · y
Marcos. En este ultimo; ellos mismos aplican al crucificado el titulo 6 ßdaL-
A.tuc; '1 dpa~A, con · sarcastica ironfa. En Juan, su sentimiento de respeto ha-
cia la naci6n les hace rechaiar cualquier aplicaci6n del titulo a un criminal
crucificado. A mi juicio, la difetencia no tiene nada que ver con las preferen-
ci'as de nuestrci ·autor, sino que refleja las tendendas de diferentes canales de
tradici6n. Per6 los dos ·estan de acuerdo en poner claramente de relieve la> reat-
ci6n ambival~nte del judafaniö ' oficial . anterior a. la ca!da de Jerusalen arite
pretensi6hes mesianicas j:Jopulares, lo cual es autenticamente historicci.
132 EL RELATO DE LA PASION
Jesus, con su cruz a cuestas, constituye u!l ejemplo para sus seguido-
res, Hamados a hacer lo mismo. As! pues, del mismo modo como el
lenguaje de Marcos remite al lector atento a un dicho frecuen.temente
citado de Jesus en la forma en que e1 mismo evangelista lo ha repro-
ducido, asf tambien el lenguaje de Juan refleja otra forma del mismö
dicho, que nos es conocida por Lucas. La expresion ~ao'ta~wv E.o:u'ti{)
't'OV O'taup6v puede, por tanto, explicarse sin suponer que Juan co-
noda ~ querfa corregir- la afirmacion de Marcos. EI· corto parrafo
de Mc 15,21 tiene dos peculiaridades:. contiene tres nombres que,
por lo. demas, son desconocidos a la tradicion evangelica, e identifica,
cosa que no hace ningun otro, a Simon como «el padre de Alejandro
y Rufo». Esta informacion podrfa solo interesar a una comunidad en
la que estas dos personas fueran figuras conocidas, es decir, la comu-
nidad l<x:al concreta -Roma, como se supone .generalmente~ a la
que se dirigfa en primera instancia el Evangelio seglin Marcos 6 • Mateo
y Lucas, que escribian para un publico sin ningun interes en Alejandro
y Rufo, han omitido los nombres. Parece probable que fue Marcos mis-
mo el que introdujo este incidente en su version de la tradicion comun
y de el 'paso a los otros sinopticos; Juan no lo conoda, porque estaba
siguiendo una rama de la tradicion en la que no habia sido introducido 7 •
En segundo lugar, Juan y los sinopticos coinciden al decir que al-
gunas mujeres fueron testigos de la crucifixion, pero difieren en los
detalles.
La lista de los nombres es diferente. Mc 15,40 menciona a Maria
Magdalena, Maria la madre de Santiago el Menor y Jose y Salome (a
quien Mateo sustituye por «la madre de los hijos de Zebedeo» ). Lucas
(23,49) no da aquf ningun nombre y hahla solo de las «mujeres que
le habian seguido desde Galilea», pero mas adelante las identifica
con Maria Magdalena, Juana y Maria «la Je Santiago» (que deberfa
6 Se ha de notar que la introduccion de los nombres no es un ejemplo
de identificacion de personajes anonimcs, que con frecilencia (aunque no siem-
pre) es una sefial de desarrollo legendario. Alejandro y Rufo no desempefian
ninglin papel en la historia; pueden ser introducidos solo como testigos, y en
cuanto tales los nombres no tendrian sentido a no ser que fueran personas co-
nocidas a los lectores. Efectivamente, Marcos esta diciendo: «La cruz fue lle-
vada por Simon y, si no me creeis, preguntad a sus hijos, a quienes conoceis».
Si se pudiera hablar de «correccion» por una parte o por otra, pareceria que
Marcos esta «corrigiendo» una tradicion mas antigua que no mencionaba a Si-
mon de Cirene, y que confirma su version apelando a testigos min vivos.
7 La hipotesis sobre la que han sido armonizadas las afirmaciones de Juan
y Marcos, a saber que Jesus cayo bajo el peso de la cruz y que fue entonces
sustitufdo por Simon, merece quiza mas respeto que algunas otras hipotesis
armonizadoras. Prescindiendo de la afirmacion de Jn 19,17, podriamos funda-
damente suponer que Jesus, como cualquier otro prisionero condenado a la cru:
cifixi6n, abandono el tribunal llevando su propia cruz. Esta era la practica nor-
mal y, a falta de informaci6n en sentido contrario, podriamos suponer razona-
blemente que tal practica fue seguida en este caso. De hecho, Marcos no la
contradice. EI reclutamiento de Simon es evidentemente una operad6n de ur-
gencia y · no forma parte de! procedimierito normal o planeado de antemano.
Que Jesus N',fiA.9Ev (es decir, del Litostroto) llevando su propia cruz, pero que
luego tuvo que ser reemplazado, es una interptetaci6n petfectamente razoniible.
LA EJECUCION 135
las tres de nuevo) son las protagonistas. Lucas ha aligerado todo ello
y ha evitado. las repeticiones; pero no es menos claro que las mujeres
han sido introducidas en 23,49 a causa del papel que van a desempeiiar
en el · hallazgo de la tumba vada. Una vez terminado el relato del
hallazgo, aparecen, por fin, los nombres de las mujeres que hasta: aho-
ra habfan permanecido anonimas. Es decir, en la version de los sinop-
ticos las mujeres pertenecen, no al relato de la cruci:fixion, sino a lo
que sigue. Juan, en cambio, las .introduce al principio, inmediatamente
despues de la division de las vestiduras. En este contexto, la afirma-
cion de que las mujeres estaban junto a la cruz sirve de introducci6n
al incidente de la maclre y -del disdpulo amado, que es exclusivo de
este Evangelio. Nos encontramos, pues, ante la siguiente alternativa:
la introduccion de las mujeres en este momento es una caracterfstica
de la especial tradicion que transmitio la lista joanea de nombres o es
un elemento de la labor redaccional del evangelista mismo. Encontra-
mos, quiza, un indicio de composicion litera:ria en la forma clasica de
la frase: ol µE.v oov o-rpan&rrm -raü-ra E'!totrioav· E.lo-r~KEtoav
f>E. ... K.-r.A.., una forma de transicion muy frecuente en los narrado-
res griegos. · ·
Pero no podemos ·abandonar este pasaje sin considerar antes la
pequeiia perkopa introducida por el, en ·la que Jesus encomienda su
madre al cuidado del disdpulo amado. Es evidente que, si se querfa
relatar este episödio, habfa que aclarar primero que la madre y el dis-
dpulo estaban lo suficientemente cerca de la cruz como para que sc
desarrollase esta conversacion. Hay que hacer notar que este episodio
tiene dos rasgos que lo separan del contexto: rompe la unidad de tiem-
po y lugar (ya que nos vemos obligados a abandonar por un mom~nto
la escel1a del G6lgota la tarde del Viemes Santo y situarnos en la casa
del disdpulO amado en un tiempo posterior a los hechos) y mue.stra
interes por cl futuro de personujes subordinados. Pero este interes y
esta ruptura de unidad son rasgos que, fuera de este pasaje, se en-
cuentran solo en los suplementos mateanos del relato: el destino de
Judas, interpolado entre la reniision del caso al tribunal romano y el
juicio mismo (27,3-10), y el relato de la aearicion en Jerusalen de los
santos difuntos µE-rO: -r~v EYEPOLV aö-rou, interpolado entre la rup-
tura del velo y la confesi6n del centurion (27,52-53). Fuera de estos
casos, el relato de la pasion en todas sus formas debe mucho de su fuer-
za a la exclusiva concentracion en un tema profundamente dramatico,
sin mostrar ningtin interes secundario que pudiera debilitar la tension,
y a la impresioh que comunica de una marcha ininterrumpida e ine-
luctable hacia la catastrofe y '!tt:.pmETEta predeterminadas. Razones..de
analogfa sugerirfan, por tanto, que la perkopa que estamos tratando
no formaba parte de la forma del relato de la pasi6n que Uego hasta
nuestro evangelista a traves de la tradici6n oral. Por otra parte, no
esta al servicio de ningtin interes teol6gico obvio y los intentos de
LA EJECUCION 137
Hay, pues, muy poco del relato marcano que vuelva a aparecer,
en una u otra forma, en Juan. Las omisiones (si esta es la palabra exac-
ta) son numerosas y algunas de ellas notables. Ademas de la de Simon
de Cirene, debemos hacer notar las siguientes:
a) El ofrecimiento y e1 rechazo del vino drogado (Mc 15,23 ).
Esta omision no tiene por que tener un significado especial. El evan-
gelista pudo muy bien pensar que este detalle no tenfa importancia
para el desarrollo del tema principal.
b) Las burlas e insultos del crucificado (Mc 15,29-32). Se ha
sugerido que esta omision se debe al motivo reverencial de no querer
describir el vergonzoso trato dispensado a Cristo. Sin embargo, este
motivo no impidio al cuarto evangelista describir las burlas de los
soldados romanos c incluso subrayarlas telatando como Pilato mostro
al Rey de los Judios coronado y vestido con una caricatura de realeza.
Efectivamente, los sarcasmos de los sacerdotes en Marcos a expensas
del «Mesfas, el Rey de Israel», estan tan en consonancia con el estilo
del cuarto evangelista, que serfa sorprendente que hubiera omitido
este rasgo de cualquier fuente que estuviera ante sus ojos. Ni podfa
tener tampoco escrupulos teologicos, ya que es una idea esencial de
<l Asi, por ejemplo, la teorfa de que Ja Madre representa a Ja lglesia, en-
comendada al cuidado del disdpulo amado (el ap6stol efesino) mas bien que
a Pedro (el romano); o que representa a la «iglesia» judfa, el antiguo Israel,
la «madre» del Mesfas y de la lglesia .cristiana, con la implicaci6n de que los
ctistianos judios deben ser acogidos y honrados. Todo esto es muy rebuscado
y no tiene ninguna relaci6n demostrable con e1 pensamiento joaneo. Es, sin
embatgo, posible que una cierta rivalidad entre Roma y Efeso llevara a subra-
yar en la tradici6n efesina la especial muestra de confianza otorgada a su
ap6stol patrono.
!O Si el evangelista tenfa a) una forma de tradici6n de la pasi6n que, como
las de Marcos y Lucas, inclufa una nota sobre Ja presencia de mujeres y sus
nombres, pero no estaba asociada, como las de aquellos, con los testimonia de
Sal 37,12; 87,9, y b) una ttadici6n separada sobre la madre y el disdpulo, el
modo l6gico de combinarlas hubiera sido precisamente el que encontramos
aqui: la madre afiadida al grupo tradicional y el grupo colocado junto a la
c:ruz. Pero estas especulaciones sirven de poco.
138 EL RELATO DE LA PASION
que ha dado expresi6n a las ideas, no juzg6 necesario insertar aqui sus simbo-
los, lo mismo que (quiza) omiti6 Getsemani porque tenfa un equiv.alente en
12,27-30, y omiti6 asimismo las palabras y acciones sacramentales de la Ultima
cena porque tenfa un equivalente en 6,50-51. Pero este argumento no esta bien
fnnclaclo en 1a pr1ktirn real de nuestro autor. Su costumbre es ofrecer tanto la
expresi6n teol6gica clirecta de un tema como su incorporaci6n en un simbolo.
E1 hetho de haber expuesto un tema no parece ser raz6n suficiente para omi-
'tir el simbolismo correspondiente, sino mas bien motivo para proporcionarlo.
Asi «Yo soy la luz del mundo», con el desarrollo de la idea .en 8,12, es re-
cogido en el relato de la curaci6n del ciego en 9,3-7. La declaraci6n, ~P)<E'tCXL
Öpa: KO:L VÜV Eo'tlV Ö'tE o[ VEKpol aKOUOOUOlV -rfic; cpcuvfic; 'tOÜ ULOU 'tOÜ
9EoÜ Ka:l ol aKo6aa:V'tEc; l:T]aoumv (5,25), es recogida en el relato de la
'resurrecci6n de Lazaro. La existencia de pasajes que son equivalentes teol6gi-
cos de los «signos» de las tinieblas y de la ruptura del velo no es, por tanto,
una raz6n v:ilida para explicar la ausencia de los «signos» mismos. Es prueba
de que no habfa ninguna raz6n teol6gica para omitirlos.
13 Cf. supra, pp. 56-58.
114 Hay una interpretaci6n rabinica de Sal 34,21 (TM = 33,21, LXX)
que, _al parecer, entiende la frase l'l'lfrf~ Ni, l'l~!i~ l"llJ~ en el sentido de «Uno
de ellos no sera quebrantado» (lo cual es posible gramaticalmente); hay un'
hueso en el cuerpo (el coc cix) que resistira el proceso de corrupci6n y de
este hueso sera reconstruido el cuerpo resucitado (cf. Polii Synopsis Scriptu-
rae Sacrae Interpretum [Frandort 1712] ad loc„ y citas en Buxtorf, Lexicon
Chaldaicum Talmudicum et Rabbinicum, sub vocibus tl? , ir1i:i ). Evidente-
mente, nuestro texto no presupone esta interpretaci6n, pero puede muy bien
tomarse como prueba de que, al menos en algunos drculos, se interpretaba el
salmo en el sentido de que Dias preserva el cuerpo de los justos no de la
muerte, sino, a traves de la muerte, para el dfa de la resurrecci6n.
140 EL RELATO DE LA PASION
15 Segiln Sanh. 43, el castigo adecuado para los crimenes de que fue
acusado Jesus.
16 Cf. According to the Scriptures, 64-67.
17 En Ap 1,7, se cita a Zac 12,10 segtin la misma versi6n que la usada
por Jn 19,37, aunque no con identicas palabras. Pero el autor apocaHptico· te-
nfa ante sf un pasaje mas amplio; la lamentaci6n de las tribus de Zac 12,10~
14 (que no esta reproducida en Jn 19,37) queda resumida en la frase Kolj.lovrm
E7t' aÖTOV naaa:t al <j>UACXL -rfic; yfjc;, donde las palabras naaext al <J>UACXL
Tfjc; yfjc; reflejan el conocido testimonio de Gn 12,3. Esta profeda de Zaca-
rfas esta ingeniosamente combinada con Dn ·7 ,13 y referida asi a la venida .final
LA EJECUCION 141
relata aqui en virtud del testimoniö dci ·dicho testigo; quienquiera que
fuera. En cualquier caso, sea que el testigo es el evangelista u otro, rtö
veo un modo razonable de evitar la conclus·i6n de que el evangelis-
ta quiere garantizar a sus lectores que su relato esta basado; directa
o indirecfamente, en el testimonio de un testigo ocular. No solo eso,
sino que afirma formalmente que .el testimonio es verdadero (aA.riSLvi])
y que se ha de creer que el testigo es veraz (ön 0:/..118fi A.E.ya) 19 •. No
pudo haberse expresado mas enfatica e inequfvocamente.
su casa ärc~ EKE[VY)c; -rfjc; c..'>po:c;, de lo que parece seguirse que desde aqueJ
momento ya no estaba en el G6lgota.
19 ·o Eü>po:Kciic; µEµap-r6pT]KEV: esta es la afirmaci6n basica. , AA.T]en11)
aö-roü ECITlv fJ µap-rup[a: este es el comentario que hace el evangelista, y
sighifica ptobablemente que Juan lo acepta, no co!Iio una conjetuta o una opi-
ni6n .sino· como testimonio genuino o autentico. 'EKE'lvoc; oi[f>i;v ön cXAT]6f\
A.f.yEL: se.. ha discutido. mucho a quien alude EKE'lvoc;. Las alternativas pare-
cen ser a,) que EKE°Lvoc; es. Cristo (o Dios) y que la frase es una aseveracipn
solemrie: «El Sefior sabe que esto es verdad>>, y '7) que EKE'lvoc; es ·el testigo.
El problema ha de ser disc:Utidci sobre la base del e!Iipleo joaneo. En prim:er
lugar, EKELVo<; esta usado dos veces absolutamente, es decir, sin ninguna co-
nexi6n, gramatical estricta que defina . la identidad de la persona en . cuesti6n
(si bien tal identidad puede ser inferida del. contexto: 19,21, ~KE"ivoc; Etrcev,
Bao'Lli.Euc; Elµ:L -rßv 'Ioufxx(ü>v): EKELVO<; es Jesus, pero Ja palabra en boca
de los sacerdotes. tiene .un tono despectivo: .«Ese individuo preteridi6 ser rey de
los judfos»; 7,11, lös judfos que estari en la fiesta preguntan noo eerr'LV EKElVO<:;;
EKElVO<;' es de nuevo Jesus; no hay nada en -1!1 p.regunta que sea es):rictamen-
te des.pectivo, pero podrfamos decir que el tono es un poco descortes. (La mis-
ma eipresi6n aparece en 9,12 y se refiere directamente. a .0 äv9pü>rcoc; 6 AE-
y6µEvöc; · '1 ~aoGc;). En segundo lugar, se usa en dialogo para indicar ·un •cim-
bio en la persona que habla: 9,9.11.25.36; 13,25; 18,17.25; 20,15.16. En tercer
luga.r, :se e!Ilplea pleonasticamente, en aposici6n. al . verdadero sujeto de Ja. ora-
ci6n: t,18, µovoyEyTjc; uloc; ö &v Elc;_ -rov. _K6Xrcoy·,wo rcai:poc; tl<EL\l()c;
eE,Tjyl'jp-a-ro; 1,33" ö rCE(.t.tjJd:c; µE ßam[~ELY EV öoo·n EKEl.V6c; µo'l El'TCEtl .. :,
asf tambien en 5,11.37; 10,1; 12,48; 14,21.26; 16;1J. En cuarto lugar, recoge
uno de J0s; terminos de la frase. precedente, p,or ejemplo,; 5;J3-35; cX'TCECITaAKc;n:E
rcpöc; '](>.l~v ... EKE~Voc; ~V 6. Mxvoc; 6 KaL6[JJEVOc;; 8,44, uµE~c; ;EK wü.
rca-rpoc; -roG füa:ß6A.oU ECIT€ ... EKELVOc; .äv9pü>i:ro·KT6vcx; ~V . arc' apxfic;, y
asi~ de diversas formas; en 4;25; 5,19.35.38.46; 8,42.44; 9,12.37; 11,29; 13,30;
i?~26;>16;8J.4: ~n quinto· l~gar, indica. a la persona;identifi~ad~.-~n una ora-
c1on ,de.par~1c1p10" de relat1vq.: 9,37, :o•A.aA.wv µna aou,EKELvoc; ECITLV.. (es
decir, . .6 L!to<; TOÜ av9pwrcqu); 13,26, EKELV6c; ECITLV qi ey~ 'ßaqiw . "l"O
l!Jfi!µlciv Kal f>ci>ac.:i. aöi:fi>. Es clarö que nuestro .caso. s6lo puede ser inclüiqö,
gramaticahnente, en e1 primer grupo ö · en e1 cilat'to·. Si EKE°Lvoc; · esta usado
aquf absolutamente; puede referirse a Cristo (o a .Dios), pero este empleo con-
trastarfa fuertemente CoO los dos unicos ejemplos de USO absoluto que hemOS
observado. Sin duda, EKELvoc; puede referirse a Dios Padre (como en 6,29;
8,42)' o a: Cristo (como en 1;18; 5,11) o al Espfriili Santö (C:omo en 14~26;
15,26;'i6,8); pero en cada uno de estos ta8os e1 prohonibre esta en· aP9sici6n
o recoge uno de los terminos de 1a' frase precedente. Aqüf;" .en cambio, el iJni.
CO t€fuiino 'de 1a frase precedente a. que podrfa refefirse es 6 EwpaKcbc; .. Asf
si
pues, . esi:e pasaje esta . dentro . de los Hmites del empleö joaneo que hemos
observado, eKE'lvoc; <lebe ser el testigo. El evangelista no s6loi se c6mpromete
en la veracidad 0 autenticidad del testiinoriio; sirio que afirma ademas. que el
testigo habl6 con pleho conocimiento„ de .los hechos y era consciertte de que
estabä d'.iciendo la verdad; Su ideritidad debi6, pues, ser conocida al evangelista,
quieti' · tenfa plena: confianza. · en la ·competencia del . testigo (conocedor directo
LA EJECUCION 143
Los primeros capitulos del evangelio (2-12), que tratan del mm1s-
terio de Jesucristo en Jerusah~n, Galilea y otros lugares, no siguen,
como lo hacen los Ultimos capitulos que acabamos de tratar, una Hnea
continua de relato. El argumento es, sin duda, continuo, y el autor
lo considera como un todo al que contribuye cada estadio sucesivo.
Es, pues, tanto mas significativo que el relato se presente por lo gene-
ral en forma de incidentes separados, entrelazados con frecuencia de
manera tan semejante a la de los sin6pticos que invita a una compara-
ci6n. En esta parte del libro estudiare algunas de las perkopas narra-
tivas para ver si se pueden discernir, tambien aqui, huellas de la tradi-
ci6n que, segun hemos podido fundadamente inferir, se encuentra de-
tras del relato de la pasi6n.
Comenzamos con tres perkopas narrativas que tienen relaciones
mas o menos estrechas con el relato de la pasi6n, bien en raz6n de su
contenido, bien por el lugar que les ha sido asignado en el esquema
de los evangelios. Estas perkopas son: la entrada triunfal, la purifi-
caci6n del templo y la unci6n en Betania.
Esta serfa sin duda una extrafia apertura para una unidad de relato
convencional. Es probable que este en fotima conexi6n con los pasajes
precedentes, donde se narra que Jesus estaba «en camino, subiendo a
Jerusalem> (10,32); luego, que lleg6 a Jeric6 (10,46) y, finalmente, que,
«cuando marchaba de Jeric6», euro a un ciego, que «le sigui6 por el
camino» (10,52). Todo esto se presupone en la frase inicial de 11,1,
que en esta conexi6n se hace plenamente inteligible. EI relato se cie-
rra con las aclamaciones de la multitud, y luego se nos hace retroceder
al tema del camino, que termina ahora: «Lleg6 a Jerusalen y entr6
en el templo». Parece, pues, que la intenci6n de Marcos es presentar la
entrada como un episodio -el Ultimo episodio- de un largo viaje que
el ha trazado en diversos estadios, sea .que el relato de tal viaje le
llegara en esta forma 0 que el mismo le diera ese caracter de contic
nuidad 2 •
Juan relata el incidente de la entrada en cuatro (cinco) versi'.culos
(12,12-15.[16]), que incluyen dos pasajes del Antiguo Testamento ci-
tados in extenso. A primera vista, el pasaje se parece mas a una peri-
copa convencional que el de Marcos, ya que esta provisto de introduc-
ci6n y conclusi6n propias y de un comentario, como muchas de las uni-
dades narrativas de los sin6pticos. Pero los comentarios y suplementos
que aparecen en los vv. 16-19 son casi con seguridad fruto de la labor
redaccional del evangelista, cuya intenci6n aparece claramente en ellos 3 •
EI relato no tiene u.na verdadera conclusi6n. La frase inicial no P\irece
tampoco ser un verdadero coinienzo. En su forma actual, une el reläto
con lo que ha acontecido inmediatamente. antes por medio de la iiidi-
caci6n temporal Tft E'Jtaupwv, es decir, al dfa siguiente de la ceqa de
Betania. Pero esto es una f6rmula de Lransici6n usada por el evarigclis-
ta en otros cuatro lugares, en todos los cuales parece tener un carac-
ter un tanto artificial 4 • La frase que sigue, «Al dfa siguiente, la multi-
tud que habfa acudido a la fiesta, al ofr que Jesus estaba llegando a
Jcrusalcn ... », scrfa sin duda suficientemente inteligible sin ulterior
2 He tratado de probar en otro lugar que los «fragmentos de un itinera-
ri0>>. que aparecen de vez en cuando en Marcos pudieron de hecho formar :par-
te de un esquema que servfa de introducci6n al relato de la pasi6n (cf. New
, Testament Studies, 1-11 y tambien infra, pp. 238-239.
3 Cf. Interpretaci6n, 370-371.
4 Tres de ellos son 1,29.35.43 y su fin parece ser articular los estadios de
la exposici6n del tema mas bien que ofrecer una cronologfa continua. El es-
quema es el siguiente: dfa primero: Juan Bautista indica «al que viene» sin
nomhrarle; dfa segundo: Juan identifica «al que viene»; dfa tercero: su testi-
monio tiene por resultado la adhesi6n de los disdpulos a Jesus; dfa cuarto:
la actividad de Juan llega a su fin y Jesus .y sus disdpulos ocupan la escena
(cf. tambien infra, 304-305). Tambien en 6,22 el «dfa siguiente» puede ser un
recurso para mantener separados el relato (6,1-21) y el dialogo subsiguiente
(6,22-59) indicando a la vez su relaci6n mutua. Tfi· EiraupLOv aparece solo un:a
vez en Marcos (11,12), donde algunos criticos han sospechado que se trata .de
un rasgo de la cuidadosa labor redaccional marcana (aunque quiza sin razon
suficiente), y una vez en Mateq (27,62), donde plantea un problema cron;ol6gi-
co. No aparece · en Lucas, pero es frecuente en Hechos, donde siempre parece
tener un sentido realista. ·
PRELUDIO DE LA PASION 163
explicaci6n para unos lectores que conodan las costumbres judfas, peto
parece que su intenci6n es aludir a 11,55, donde se nos dice: «Se acer-
caba 1a Pascua de los judfos y mucha gente del campo subfa .a Jeru-
safün». No es, por tanto, claro .que 1a perkopa de la entrada. llegase
hasta Juan (ni hasta Marcos). como una unidad cornpleta. En ambos
ev;angelios, la perkopa ha sido introducida en un relato mas. largo,
que sin embargo, dista mucho de ser el mismo. En Juan, como en Mar-
cos, Jesus cabalga de Betania a Jerusalen, pero las circunstancias son
diferentes. En Marcos, a juzgar por el texto en sf, el viaje. ha sido
continuo desde un punto situado mas alla de Jeric6, y no se menciona
ninguna parada durante la noche 5 • Al parecer, el grupo se detiene en
Betania solo lo necesario para procurarse una cabalgadura, y iparcha
directamente a Jerusalen, llegando al. recinto del templo entrada ya la
tarde. En Juan, Jesus llega a. Betania el dfa anterior y, tras cenar y
dormir allf, prosigue de nuevo hacia Jerusalen. Serfa diffcil decir cuan-
to hay aquf de labor redaccional. Sin duda la conexi6n (12,9"11), repe-
tida Juego en la otra conexi6n que sigue a la perkopa de la entrada
(12;17-19), esta al servicio de una obvia intenci6n del evangelista. Pero,
al menos, podemos decir lo siguiente: la comparaci6n con Marcos no
nos ayuda lo mas mfnimo a explicar el contexto joaneo del incidente,
y hasta el momento no hay nada que indique que Juan depende de
Maicos. · ·
.En los dos evangelios, el nucleo irreductible de la perkopa misma
es la aclamaci6n wcravva· EUAOYTJl„LEVO<;; ö EpxoµEvoc;; EV 6v6µcrn
Kup(ou, .que los dos evangelistas reproducen en identicos terminos
tomados de los LXX, del Sal 117 ,25 si bien los dos cambian el
cr&)crov ß~ de los LXX, los dos ofrecen la transliteraci6n del hebreo
waqwa 6 • Marcos afiade una aclamaci6n al «teino que viene de nues-
tro padre David», ademas de 1a expresi6n apenas inteligiPle wcrawa
EV ·ro'lc;; uqi(cr-rmc;;. Juan afiaqe a lafrase de Sal 117 una expresi6n que
identifica, «al que viene» con el «tey de Israel». Tambien Lucas tiene
aquf ·ßacr1.AEU<;;, interpolado en la frase del salmo, y se puede. quiza
decir que Mateo ha quedado a medio camino al sustituir «el reino de
nuestro padre David» por «el hijo de David»; pero no hay nada que
indiqrie una dependencia literaria de nuestro Evangelio con. respecto
,· . . -r .!
a los ottos. BaoLAEUc; wO '1 opaf]A. es un tftulo que solo Juan pone
en boca de los seguidores de Jesus (aqui y en 1,49); Mateo y Marcos
lo empleah solo como burla en labios de sus adversarios. Sin embargo,
nö se 'sigue que haya sido insertado aquf por iniciativa del evangelis-
ta, ya: que el tfrulo ßamA.Euc; esta ya presente en el testimonium de
Zaca:r'fas (al que volveremos enseguida), y ßamA.Euc; 'TOU '1 opaf]A.
suena a un mesianismo mas judfo que cristiano. Es probable que el
cuarto ·evangelista, que se muestra mas sensible que los otros a la
idea de la realeza mesiaruca, haya preservado un titulo primitivo. ·
Ademas de la aclamacion de Sal 117, Juan citä un testimoniitm to-
mado' 'de Zac 9,9, que aparece tambien en Mateo, aunque en un:a tfa-
duccion diferente y en un momento distinto del relato. Marcos (se-
guido aqui por Lucas) no cita a Zacarfas, lo cual no quiere dedt que
la tradicion seguida por el no conodera el testimonio. En cierto senti-
do, su Ienguaje refleja la version de los LXX de Zac 9,9 mas fielniente
que el de Mateo o Juan: estos (siguiendo el hebreo) describen el animal
como un asno (övoc;, Mateo; 6v6:pLov, Juan). Marcos difiere; su 'Tt'C0A.oc;
E<p' öv oöf>Elc; oüm.u av0pc.0'Tt'cuV KEK6:0LKEV es un equivalente bas-
tante exacto del «pollino (rr&A.oc;) nuevo» de los LXX 7 •
Fuera de las. dtas del Antiguo Testamento, hay muy poca seme-
janza entre Juan y los sinopticos. De hecho, difieren en todos los pun-
tos en que es posible diferir al relatar el mismo inddente. En Marcos,
Jesus es aclamado por «los que iban delante y detras», en Juan por
la muhitud que «salio a redbirle»: Marcos describe una escolta, Juan
un gnipo que da la bienvenida. En Marcds la gente echa por tierra
mantos y onßa5ac; 8 cortadas en el campo, en Mateo vestidos y
KA.6:-0ouc; cX'Tt'o "t&v &Evßpcuv, en Juan coge 'Ta ßata 'TWV <!>OLVLKü>V 9,
y, al parcc.cr, no los extiende por el camino, sino qm~ los tiene en la
mano. No s6lo esto, siuu que toda la construccion del relato es· dife-
rente. Marcos (seguido por los ·otros sinopticos) comienza con una re-
laci6n elaborada de como Jes1'is mancM a sus dlsdpulos a traer el 'Tt&A.oc;
y como estos lo trajeron y lo enjaezaron, y como luego la multitud,
animada al parecer por el ejemplo de los disdpulos, echo mantos y
7. Es muy improbable que Marcos entendiese TI&'>A.oc; como algo distilito
de un pollino. Los judfos apenas usaban caballos como cabalgaduras, a no. ser
en el ejercito. Cristo cabalga sobre un caballo solo en cuanto Mesfas guerrero
del apocalipsis, seguido de la caballeda celestial (Ap 19;11-21). . .· ·
8 ~ nßac; parece significar normalmente un fardo de paja u juncos usa-
dos como jergon; aqu1 debemos pensar quiza en haces de estas mismas plan-
tas recogidos en los campos vecinos. .
9 Muchos cdticos han encontrado dificultades en la afirmacion joanea de.
que se utilizaron palmas, basados en que no crecen palmeras. junto a Jerusa-
len. Qui,za sea as1, por cuanto yo se; pero, al parecer, podfan obtenerse faci1·
mente. No solo eran accesibles para las procesiones macabeas, sino que en la
Fiesta de los Tabernacu1os todos estaban obligados a procurarse palmas ( ne~
tl'i'tT;I ,.- K6:A.A.uv0pa <j)OLVLKCUV, Lv 23,40). Se ha de notar que Juan no sugie-
re que se cogieran casualmente ßcxtcx -r&>v q>oLVtKc.:i:V junto al camino, como lo ·
hacen Marcos y. Mateo con c;rLßa&cc; y KA.6:oot -r&>v BEvf>pc.:w, respectivamen•.
te. Las llevaban los peregrinos que habl'.an planeado una ovacion de antemano.
PRELUDIO DE LA PASION 165
(2) ~A.eEv yuvi'j i!:xouoa Tj Ma:ptaµ A.aßoGoa: yuvi'j finc; ~v f.v -rft 'ltOAEL
c:XA.6:(3acrcpov µupou v6:p.- A.l-rpav µupou vapf>ou <XµapTQAoc; ... K<Xl KoµC-
ßou 'ltlCTClKfjc; 1 'ltOAUTE- 'ltlOTlKfjc; 'ltOAUTlµou oaoa d:A.aßaa-rpov
A.oGc; 2 µupou ...
( 3) ouv-rplllJ<Xoa TTJV fiA.EtljlEV -rouc; 'lt6f>ac; KA.cxlouoa -ro'lc; f>aKpuotv
d:A.aßacrcpov K<X'l:EXEEV -roG '1 riooG Kal EE,E. JipE;a-ro ßPEXELV -rouc;
aü-roü -rfi c; KEq>aA.fi<; µat;EV T<XL<; 9ptE;lv '1t6f>ac; auwG Kal T<XL<;
au-rfic; TOU<; 'lt6f>a<; 9ptE;lv -rfic; KEq>aA.fic; o:u-
aÜTOÜ -rfic; f.E;f.µaooEv K<XL K<XTE-
<j>LAEl -rouc; '1t6f>ac; aü-roG
K<XL fiAEl<j>EV Tc'i'> µ6p<t>
(4) a) Los espectadores a) Judas murmuraba: a) EI anfitrion murmuraba
murmuraban: füa -rl (aparte): «Si fuera un pro-
etc; i;( fJ am.i>AEl<X aÜTI] -roü-ro -ro µupov oÖK ' feta, sabrfa que clase de
wO [.u'.1poll yf.yovi;;v; E'ltpa9ri Tpla:Koo[QV mujer es»
fJMva-ro yap -roGw -ro Brivap[QV Kal Ef>69TJ b) Jesus replico con una
µupov npa9fivm c'ltavc.J 'ltTQxo"Lc;; parabofa, qrn~ mndujo a un
Briva:plc..w -rpLaKoo[ü>v dialogo con el anfitrion.
Ka:l f>o9fivm ·ro\:c; 'lt'l:(o)- c) Jesus se dirigio a la
xo"Lc; mujer: d:q>E&'>v-ral oou at
b) Jesus replic6: b) Jesus replicaba: <lµo:pTlCXl
a) äq>ETE o:O-rl'Jv. a) äq>E<; O:UTl'JV d) Los espectadores se pre-
c!POt que la molestais? Es- guntaban: «~Quien es este
ta rouy bien lo que ha he- que perdona pecados?»
c;ho corunigo. e) Jesus dijo a la mujer:
TJ 'ltlOTl<; OOU OEa(o)KEV
01:.' 'ltOpEUW Etc; ElpfJVTJV
ß) 'lt6:v-rOTE yap -rouc;
'T['[(o)xouc; i!:XETE K:r .A.
EµE. BE. oo 'ltav-ro-rE
ifXETE
y) a i!:axev E.'ltolriaEv, (3) i'.va: Elc; -riJv Tjµf.pav
'ltpof.A.a:ßEv µup(om To TOU E.v-raq>LaoµoG µou
o&µ6: µou Etc; -rov TTJPfiotl a:ÖT6
E.v-ra:q>La:oµ6v
PRELUDIO DE LA PASION 173
TOV cpaKOV TOU E.A.a(ou Kal ETIEXE.EV ETIL T~V Kc:cpaA.~v au-roG, y
de modo parecido 2 Re 9,6 (de Jehu), Ex 29,7 (de Aar6n) 32 • Si
hay en el contexto una insinuaci6n de este tipo, serfa inherente a esta
forma de tradici6n, ya que Marcos no parece ser consciente de ella ni
es probable que la hubiera introducido. En Juan no hay ninglin indi-
cio de tal insinuaci6n, lo cual contradice, en cierto sentido, la teorfa
de que Juan conoda la forma marcana del relato, ya que la idea de
una unci6n, real o sacerdotal, que es a la vez un embalsamamiento de
un difunto, estarfa en consonancia con su concepci6n del rey mesiani-
co cuyo trono es una cruz.
32 El termino propio para expresar esta unci6n es xpkLV, no d:A.Et<J>EtV,
y Marcos es, por tanto, coherente al evitar este segundo termino y emplear
KCCl"CX)(ELV, que es una variante del ETrLXELV asociado con XPlEtV en los tres
pasajes citados.
2. RELATOS DE CURACIONES
1 Estaba ensefiando en la Entr6 en Nafn, acompa- Habfa una fiesta en Jeru~ Fue a la sinagoga Fue a cenar con un fa-
sinagoga un sabado fiado por discipulos y .salen y Jesus fue a ella. riseo un sabado
otros [Topograffa de Bezata:
concurrencia de invali- (Lo observaban)
dos en la piscina]
2 Kcxl lOou yuv~ TIVEOµa Kcxl loou EE,EKoµU:~E1:0 i'jv OE -rLc; O:vSpwnoc; Ko:t J'\V EKEL O:vSpwnoc; Kcxl toou O:v8pwn6c; nc;
EXOUOCX acrSEVEicxc; 'tESVY'\ KWc; (hijo unico EKEL A,Yj' E'tl'j EXWV EV EE,YjpcxµµEVYjV EXWV i'jv uopwmK6c;
( 18 afios enferma y de una viuda) -rft aaSEVEL<;X O:U'tOU 't~V XELpcx
encorvada.) (asistfa una multitud)
(Observaban para ver si
curarfa en sabado)
3 towv 5,s_ cxu-r11v 6 'I 11- rnwv cxu-r11v 6 KupLoc; -roO-rov lowv 6 'I 11aoOc;
ooOc; Tip00Ecpwv110Ev EonA.cxyxvioS11 KCX'tCXKELµEVOV (y ente-
rados de que estaba asi
desde hada mucho tiem-
Dijo: M~ KACXLE . po) dijo: 80„rn; öyn'Jc; Jesus dijo: "EyELpE Elc;
-ro µfoov
(y detuvo el entierro to- yEvfoSm
cando el ataud) (EI enfermo responde
evasivamente) (Jesus· dijo: "EE,rnnv (Jesus dijo: "EE,rnnv -rc;;i
'tOl<; aaßß·o;OLV aycx. acxßß6:-rcp 8Epo:TIEU-
Sov noLftom K.-r.A..; OCXL; Los que critica-
Los que cri ticaban se ban se callaron)
callaron)
Jesus dijo: 'AnoMA.uam Jesus dijo: Necxv(oKe, Jesus dijo: "EyELpE, Jesus dijo: "EK'tELVOV 1
-rftc; acrSEvElcxc; aou aol A.Eyw, EyEp8'Yj'tl dpov 't~V Kp6:ß~a:t6V 't~V XElPCX
KCXL ETIE811 KEV cxu-rft aou KCXl TIEplTICX'tEL EmAo:ß6µEvoc; tcxocx-ro
-rac; XELpcxc; CXU'tOV KCXL cX'rtEAUOEV
4 ncxpcxxpftµcx avwpSwS11 KCXL cXVEK6:8LOE\I 6 VE- Kcxl EÖ8Ewc; EYEVE'to KCXL EE,{'tELVEV KCXL cXTIE-
Kcxl E56E,cxaEv -rov Kpoc; Kcxl JipE,a-ro uyL~c; 6 avSpwnoc; ... KCX'tEO'tcXSYj i') XElp
8EOV ACXAELV K.'t.A. Era sabado CXU'tOU
(El apxLouv6:ywyoc; cri· (La gente alab6 a Dios y (Los judios cri ticaron a
tic6; Jesus replic6; la se divulg6 Ja noticia) Jesus; sigui6 una con- (Se prepar6 un plan con- (Jesus afiadi6 un argu-
gen te se alegr6) troversia) tra Ja vida de Jesus) mento concluyente)
184 EL MINISTERIO PUBLICO
prepara el camino con una pregunta dirigida a los criticos, cuyo silen-
cio representa una respuesta implfcita. En el caso del hijo de la viuda
de Nafn, Jesus se dirige primero a la madre con unas palabras que
tienen por finalidad, no solo consolar, sino tambien despertar la fe y
la esperanza, µ~ KA.a"LE, y luego toca el feretro, haciendo asi que se
detengan sus portadores y despertando, de nuevo, la esperanza antes
de que se pronuncie la palabra vivificadora. De modo parecido, en el
caso de 1a mano seca la orden, EYELPE EL<; TO µE.crov, tiene por fina-
lidad, no solo llamar la atencion de los criticos, sino tambien desper-
tar 1a esperanza en el enfermo. En nuestra pedcopa de Bezata, 1a alo-
cucion a1 enfermo es mas exigente: 0E.A.Et<; üyt~<; yevE.cr0at; «~Tie
nes de verdad deseos de alcanzar la salud?». La respuesta del hombre
es una debil excusa 2 , que muestra que su deseo de curacion no es
fuerte. En vista de esto, fa orden siguiente, «Levantate, coge tu cami-
lla y anda», tiene el matiz de una invitacion ulterior a la debil volun-
tad del paciente y de una peticion de cooperacion en la curacion. Esto
aclara, a su vez, el relato de la mano seca, donde la orden, EKTElVOV
T~V XEi:pa, puede entenderse como una peticion analoga para que
el paciente coopere y como un examen de su voluntad de curadon.
Asi tambien en el relato marcano del paralitico, donde la palabra de
curacion es una orden semejante en sus terminos a la de la per!copa
joanea: EYEtpE apov TOV Kp6:ß~a-r6v crou Kd:l ö-n:ayE 3 EL<; TOV
OlKOV crou (Mc 2,11 ).
Se supone con frecuencia que esto es una prueba de que Juan de-
pende de Marcos, lo cual no parece, sin embargo, una conclusion ne-
ci.:saria 4 • Eu las fuuuas mas u 111t!UUS t!Sll!1'l!UÜ1Jadas l!U 4uc l!SLOS re-
latos llegaron hasta los evangelistas, cada caso tenfa su formula apro-
t>iada de curacion. Asi, en el caso de un sordomudo la palabra es
ecpcpo;66; 5, en e1 <le un leprosn ima nr<len <le presentarse a los sacer-
ootes, con o sin la paJabra Ka9ap(00r]TL 6 . F.n los casos fle posesinn,
2 liay m1a nota simultanea de qucja y de autocxculpaci611,", cuyo tono es
un tanto semejante a la petici6n del leproso en Pap. Egerton 2.
3 Mateo (9,5) y Lucas (5,23) emplean la primera vez TCEpLTCCrrEl, como en
Juan, y algunos mss. han introducido esta forma en el lugar correspondiente
de Marcos por asimilaci6n; todos los sin6pticos usan ün:a:yE la segunda vez.
Si Juan tom6 dpov -rov Kpaßcrrr6v aou de Marcos, ,:tom6, en cambio, TCE-
pLn:CcrEl de Mateo o Lucas? No es probable que cambiara ÜTC6:yElv, si tal pa-
labra estaba ante €!, ya que usa este verbo mas frecuentemente que ningiln otro
evangelista.
4 El que los dos hayan usado el termino Kp6:ßCXTicx; significa solamente
que el vocabulario de los primeros cristianos de lengua griega era el de la
koine hablada. No conocfa la norma de Phrynichus: aKfµn:ou<; A.EyE &AA.a
µT] Kp6:ßCXTio<;. Mateo y Lucas, que tenfan modestas aspiraciones literarias,
tienden a sustituir el termino por KAlVT] o KALvff>Lov (aunque Lucas ha dejado
pasar Kp6:ßcrrrcx; en Hch 5,15; 9,33). En otras palabras, lo que hay que ex-
plicar no es por que Marcos y Juan coinciden en el enipleo del termino natu-
ral Kp6:(3a:Tio<;, sino por que Mateo y Lucas lo evitan.
5 Mc 7,34.
6 Mc 1,41.44; Lc 17,14; Pap. Egerton 2.
RELATOS DE CURACIONES 185
1 Salieron de la sinagoga y entra- (March6 del terrltorio de Tiro... (Llegaron a Betsaida) (March6 del templo, 8,59)
ron en casa de Simon y An- y atraves6 la Dedpolis)
dres, con Santiago y Juan
2 La suegra de Simon KO:TEKELTO CJlEpOUOL1: au-r4) KC0•:J>OV KO:L CJlEpOUOLV a:u-r4) wcpMv napaycuv ELOa. O:vSpcunov
TIUpEOOOUOO: µoyLA.O:A.ov wcpMv EK ytvri-rfic;
3 Le informan de ello Le piderr que le imponga las Le piden que le toque Los disdpulos preguntan: Ttc;
manos tjµapTEV;
[La respuesta: JUTE oo-roc;
oÜTE ol yo\'EL\., conduce a
un breve discmso que termina
con: cpwc; ·Et[.i. rnü K6oµou]
4 Jesus a) npooEASQv llYELpEv Jesus a) toc6 sus oidos y len- Jesus a) escup10 en sus ojos y Jesus a) escupi6 en el suelo,
O:UTT'jV KpO:T~OO:O Tfj<; xapoc; gua, rrlltO al cielo y suspito le impuso las manos hizo barro, se Io aplic6 a los
ojos
b) dijo: "Ecpq>o:Sa b) dijo: Er Tl ßAETIEL<;; b) dijo: "Yno:yc v[:j>CXL K.T.A..
(Al no estar completamente cu-
rado, Jesus volvi6 a imponer-
le las manos)
5 Le abandon6 la fiebre Recuper6 el oido y el habla ÖlEßAEljJEV KO:l Ü:TIEKCXTEOTcX81'] O:nfjA.SEv KO:l Evllj!O:TO KO:l
Kal v,aA.Et öpSGic; Kal EvEßA.rnEv -r11 A.auywc; i'jA.SEv ßA.E'ITGW
änav-ra
6 5Ll'JK6vEt o:u·mi:<; Le env~6 a casa
OLEOTElA.o:rn au-roi:c; i'.va µl']- diciendo: M'TJOE Etc; -ri'jv Kwµ11v
f>Evl A.~ycuC1Lv EloO.Snc;
(pero se divulg6 la noticia y fue (Los comentarios de vecinos y
recibideo favorablemente) espectadores provocaron obje-
ciones contra curar en saba-
do, que cond<eron, a su vez,
a otros temas;.
190 EL MINISTERIO PUBLICO
1."0Ü LEpoO AEYEl au'tc{) EL<; 1."WV µa9YJ1."WV ..• ). Tendrfamos, pues,
un paralelo con el comienzo de la curacion de la suegra de Simon: Kal
Eu9uc; EK 't~c; ouvaywy~c; Ef,EA.96v'tE<;„.
En ambos casos, el encuentro es casual, como en los relatos de
nuestro primer grupo. Al igual que en Bezata y en Nain, Jesus «Vio»
a1 paciente. Pero en esta ocasi6n, el «ver» no conduce inmediatamente
a una intervencion activa, sino que se espera 1a iniciativa de un ter-
cero: los disdpulos llaman la atencion de su Maestro sobre el ciego.
Hasta aquf, este relato esta dentro del esquema de los otros que he
incluido en el grupo II (con el cual tiene tambien otros contactos),
si bien la intervencion de los disdpulos en este pasaje tiene una inten-
cion diferente de la de los vecinos del ciego de Betsaida y del sordo-
mudo de Decapolis en Marcos o de aquellos que informaron a Jesus
sobre la enfermedad de 1a suegra de Simon. Es curioso que en otros
lugares donde intervienen los disdpulos su actitud es negativa: segiln
Mateo (15,23), urgfan a su Maestro a que despachase a la madre «ca-
nanea» que les segufa gritando por las calles, y segiln Marcos ( 10, 13)
regafiaban a los padres (au'to'lc;) que pretendfan acercar sus hijos a
Jesus. En el presente relato, la actitud de los disdpulos es natural.
Aprovechan el ejemplo del ciego para formular una pregunta de teo-
logfa especulativa, y esto da pie a un breve dialogo, al que volvere
en seguida. En otros relatos de este grupo no hay un dialogo de este
tipo, si bien, como hemos visto, es un rasgo bastante comun de los
relatos de curaciones.
Despues de las palabras que concluyen el dialogo (9,5), la curaci6n
continua. Corno en el caso del ciego de Betsaida y del sordomudo de
Decapolis, se emplea saliva en 1a cura, si bien no exactamente del
mismu modo. Pero cn cste momento los relatos de Marcos y de Juan
difieren sensiblemente. En Mc 8,23-25, despues de la aplicacion de 1a
saliva, se pregunta a1 ciego si puede ver, y su vista se va recuperando
gradualmente. En el caso del sordomudo (Mc 7,32-35), la operaci6n
con fa saliva va acompafiada de una palabra curativa, Ecpcpaea, pro-
nunciada despues de una pausa durante la cual Jesus levanta la vista
a1 cielo y suspira (con lo cual podemos comparar J n 11,41, donde
Jesus, junto a la tumba de Lazaro, levanta sus ojos al cielo y ora).
Acto seguido, el paciente recobra el habla y el ofdo 21 • En nuestro
pasaje, en cambio, despues de la operacion con la saliva, Jesus ordena
a1 paciente: «Vete y lavate en la piscina de Siloe». El enfermo marcha,
cumple las instrucciones y sale con la vista recuperada. Esto confiere
es decir, sali6 del templo y se escondi6. El argumento tiene su fuerza, pero no
parece concluyente. Visto en conjunto, estoy dispuesto a aceptar con Bultmann
que el verdadero comienzo es Kal 'ltapaycuv d&v.
21 Se ha sugerido a veces que el crre.va:yµ6<; de Mc 7,34 es una expulsi6n
de aliertto a traves de la boca y la nariz con el fin de indicar al enfermo que
imite esta acci6n y ayudarle as! a aclarar las d:Koa[ y «soltar el nudo de su
lengua». Pero todo esto es ajeno al caracter de estos relatos tradicionales. Ha-
brfa que pensar mas bien en la emoci6n que acompafia la curaci6n del lepro,
so en Mc 1,43 y la resurrecci6n de Lazaro en Jn 11,33-38.
RELATOS DE CURACIONES 191
analogia sugeriria que comenz6 con el nombre de Siloe como dato real
y dio un habil giro a su etimologfa popular para que sirviese a su
finalidad. Si esto es asi, no hay raz6n para pensar que el lavarse (que
esta intrinsecamente asociado con la piscina de Siloe) no fuera parte
integrante del relato que lleg6 al evangelista en la tradici6n. As! como
la forma apropiada de cooperaci6n en el caso del paraHtico es coger
su camilla, y en el del leproso presentarse al sacerdote, asi la acci6n
apropiada en el caso de un ciego es lavarse el barro que Jesus ha co-
locado en sus ojos. No me arriesgarfa a decir que la opini6n alterna-
tiva este excluida, pero creo que la balanza de las probabilidades se
inclina sensiblemente hacia el lado que he indicado.
Si esto es asi, todo el relato (excluyendo por el momento el breve
dialogo insertado en el: vv. 2-5) esta vaciado en un molde tradicional.
No imita directamente ninguna perkopa particular de los evangelios
sin6pticos. Pero combina de un modo pecuHar motivos que aparecen
en diversas perkopas, si bien los combina dentro de un marco que,
e;:n todos los aspectos, sigue modelos tradicionales comunes a los rela-
tos de curaciones. V ale la pena hacer notar que en el curso del largo
dialogo que sigue, el evangelista ha enriquecido la historia con detalles
adicionales: que el enfermo era relativamente joven (era mayor de
edad, pero sus padres vivfan todavfa, 9,18-21), que solfa sentarse pata
mendigar (probablemente, en vista de 8,59b, a la entrada del templo,
como el invalido de Hch · 3 ,2) y que era, por tanto, una persona muy
conocida entre la gente (9,8); pero Juan no se ha tomado la libertad de
introducir estos detalles en la forma tradicional del relato, donde es-
tarfan fuera de contcxto. La discusi6n que sigue es en si misma total-
mente extrafia itl relato y esta conectada con el de un modo que, a
pesar de toda su sutileza y verosimilitud, es evidentemente un artificiu
literario. Hasta el v. 14 no se nos dice que el incidente tuvo lugar en
sabado. No parece que esto fuera un rasgo del relato que constituy6
el punto de partida para el evangelista, como es posible que lo fuera
la- afirmaci6n analoga en el relato de Bezata (5,9) 24 •
Pero nos queda aun por considerar el breve dialogo que forma
parte del relato mismo (9,2-5). Corno hemos visto, la incorporaci6n
de un dialogo en un relato de curaci6n no es en si misma rara, pero
en este ca:so encontramos algunos rasgos peculiares. El aforismo con
que concluye, ö-rcxv E.v -r<t> K6oµcp & cpCZ>c; TOÜ c.lµl K6oµou es una
expresi6n tipicamente joanea de una idea asimismo tipicamente joanea
(cf. 8,12). Al menos esto tiene que ser una contribuci6n del evangelis-
ta. Pero hay tambien otros detalles del lenguaje y pensamiento joa-
neos: las expresiones, i'.vcx cpcxvc.pwen TeX Epycx TOÜ ec.oü, f)µac;
öi::t E.py6:t:e:oem "CcX Epycx ·roü TitµljJcxv-r6c; µi::, son totalmente
joarieas 25 y la antitesis, f)µEpcx-vU~, es connatural a nuestro autor,
24 Cf, supra, p. 186.
25 <l>cxvEpoüv nueve veces en Juan, una en Marcos (y dos en e1 psc;!Udo-
Marcos y nunca en otros lugares de los evangelios. vEpyov vein~nuev":.. v:ec~
en Juan, seis en Mateo, dos en Marcos y dos en Lucas; IE.pycx -rou 0Eou (-rou
RELA TOS DE CURACIONES 193
13
194 EL. MINISTERIO PUBLICO
los que son mas caracteristicos del cuarto Evangelio) 29 , con una pre-
gunta dirigida a Jesus. La pregunta que se formula aqui es una pre-
gunta de teodicea: el problema del pecado y del dolor en un caso es-
pecialmente difkil: «~Quien pec6 para que este naciera ciego, el 0
sus padres?». En otros relatos de curaciones se tratan problemas como
la legitimidad de curar en sabado 30 , la conveniencia de extender los
beneficios de la obra de Cristo a los gentiles 31 , la naturaleza y el poder
de la f e 32 y el perd6n de los pecados 33 • Pero en ninguna otra perkopa
de curaci6n, ni en los sin6pticos ni en el cuarto Evangelio, se plantea
un problema de teologfa especulativa. Efectivamente, en ningun otro
lugar da muestras el cuarto evangelista de interes por problemas de
teodicea, un hecho que contradice, por tanto, la opini6n de que este
breve dialogo es su composici6n original. Sin embargo, en los sin6p-
ticos, si consideramos tambien dialogos de estructura semejante fuera
de contextos de curaciones, encontramos al menos uno que trata. un
problema de teodicea: la discusi6n del tragico destino de los galileos
cuya sangre mezcl6 Pilato con sus sacrificios, y de las dieciocho per-
sonas que murieron aplastadas por la torre de Siloe (Lc 13,1-5). Alli
el problema no lo plantean los disdpulos, sino unas personas an6-
nimas (nw~c;) que informan sob:t;e la matanza de los galileos 34 , Jesus
aduce en respuesta el caso paralelo. Alli, como aqui, el problema gira
en torno a la justicia divina que reparte el sufrimiento entre los hom-
bres. En ambos casos, los interlocutores adoptan tacitamente el prin-
cipio ·de que el sufrimiento, bajo la dispensaci6n de una Providencia
justa, debe ser retribuci6n del pecado. La respuesta de Jesus rechaza
en ambos casos el uso de este principio como base de juicios morales:
oux(, A.Eyw 1\t'lv (Lucas), OÜTE oÜToc; ~papTEV OlJTE OL yovc"lc;
auToÜ (Juan). En Lucas, Jesus viene a decir: «el problema de la es-
pecial pecaminosidad de las vfctimas no es de vuestra incumbencia; su
destino os deberfa ensefiar a tomar en serio vuestra propia responsabi-
lidad moral»; en Juan: <~el problema de la pecaminosidad del ciego
no es de vuestra incumbencia; su necesidad invita a vuestra fe en el
poder de Dios a responder a vuestra necesidad, y a vuestra dispo-
nibilidad a hacer uso de las limitadas oportunidades de realizar la
obra de Dios». Podrfamos comparar tambien la discusi6n inserta en
el relato marcano del paralitico (2,1-12). Considerando las creencias del
tiempo, debemos entender que la contemplaci6n de un hombre atri-
bulado sugerfa inmediatamente a los observadores que era un pecador
que se encontraba bajo el juicio de Dios. Jesus corrige esta creencia
afirmando su EE,ouo(a de pcrdonar pecados y confirmandola con un
29 Cf. infra, pp. 318-321.
30 Mc 3,1-6 y, eri especial, Lc 13,10-17; 14,1-6.
31 Mc 7,27-29; Mt 15,24-28.
32 Mc 5,35-36; 9,22-24; Mt 8,5-10; 9,28-29; Jn 4,46-54.
33 Mc 2,5-11.
34 Es verdad que los interlocutores no formulan explkitamente la pregun-
ta, pero debemos, evidenteniente, entender que su noticia la plantea de forma
implkita. Jesus lo interpreta ciertamente en ese sentido.
RELATOS DE CURACIONES 195
3. El ruego: «Mi hijo esta en casa mi.:y EI ruego: i']pC.::n:o: [vo: Ko:To:ßfi El ruego: i']pw-co: O:UTOV
grave» Ko:l tö:ol']Tat o:u-coü -cov ut6v LVO: TO omµ6VLOV EKßO::A.n
(pues estaba para morir)
La respuesta: «1re y lo curare» Jesüs objeta: «Corno no veais signos y pro- Jesus objeta: «No esta bien dar el pan de
digios no creeis» los hijos a los perros».
El suplicante objeta: «No soy digno; di EJ suplicante insiste: «Baja antes de que La suplicante insiste: «Los perros pueden
una palabra: se lo que es la autoridad» muera mi hijo» coger las migas»
Alabanza de la fe del suplicante (elabo- Alabanza -impHcita de la actitud de la su-
rada) que termina con la plicante, füa -cov A.6yov -ccü·wv, que
culmina en
palabra curativa: "YTio:ye· Qc; ETILOTELl- Ui palabra curativa: nopeuou· 6 ul6c; la palabra curativa: "YTio:ye· E.t;eA..f]A.u9ev
ao:c; yev!']Si]-ccu oot aou ~n 'LO Omµ6vLOV
4. EI nifio qued6 curado E.v -cfi wp<;_X EKELVD (Ekborarlo) El nifio san6; EKELVll -cfi wpc;x La mujer march6 y encontr6 a su hija en
(Efecto: Ko:l ETILOTEUOEV o:u-coc; KO:L Ti la cama; el demonio la habia abandonado
OLKLO: O:UTOÜ ÖA!'])
198 EL MINISTERIO PUBLICO
vöy a dejar por el momento la, consideracion de este detalle para exa-
minar el dialogo entre Jesus y el padre suplicante segiln Juan .
. En cuanto a la forma, es muy semejante al dialogo correspondiente
de la perkopa marcana de la mujer siro-fenicia: el padre pide la ayuda
de Jesus en favor de su hijo enfermo; Jesus hace un reproche; el pa-
dre insiste y Jesus dice: «Vete; tu hijo esta curandose». Pero el
contenido es diferente. En Marcos, el dialogo gira en torno a la conve-
niencia de extender los beneficios de la obra de Cristo a los gentiles.
En Juan, gira en totno a la fe, como el dialogo de la perfcopa del cen-
turion. A la peticion del padre, Jesus replica: EÖ:v µT] 011µe.l:a Kal
TEpata 'LßT]TE ou µT] 1tlO'TEUO'T]TE. Hay que hacer notar a) que el
verbo esta en segunda persona del plural y que, por tanto, el dicho
no es, a1 inenos primariamente, un juicio sobre este hombre concreto,
como se suele suponer; b) que la combinacion 011µe.'i:a Kal TEpma
( ='C~.Jj~10~ l11J'11N ), una expresion tomada del Antigua Testamen-
to, si hien es frecuente en los Hechos y no es rata en las Epfstolas,
aparece en los sinopticos solo en un contexto (en el discurso apö-
caliptico, aplicada a falsos milagros), y en el cuarto Evangelio solo en
este lugar, donde el termino «signo» (O'T]µe.'i:ov) esta pör si mismo
cargado de sentido; c) que en otros lugares de este evangelio se su-
pö:b.e que la fe es la consecuencia normal de «ver signos», sin ningu-
na indicacion de que no deberfa ser asi (cf. 2,23; 3,2; 9,16), aun
cuando esa fe es con frecuencia imperfecta y necesita, para su perfec-
ciori, una comprension mas profunda del significado del 011µe.'i:ov 42 •
Se reprende a los que «ven signos» y, a pesar de todo, no creen (12,37).
Todo esto sugiere que hay un eleniento originariamente no joa-
nco cn cl dialogo. La afirmacion, «Vosotros (es decir, cl publico pa·
lestino) 43 no creeis si no veis signos y p'rodigios», tiene su lugar pro-
pio en el drculo de ideas representadas por la tradicion sinoptica 44,
aunque esta reprocha tambien al publico judfo (como en Juan) el
hecho de no arrepentirse a pesar de haber sido testigos de ouv6:µac; 45 •
Se ha de notar que en la perkopa del centurion, segiln Mateos y Lucas,
Jesus se queja de no haber encontrado en Israel la fe que el desea,
lo cual, aunque no equivale exactamente al reproche de Jn 4,48,
refleja la misma situacion.
Al ofr las palabras de Jesus: «Vete, tu hijo vive», el padre -nos
dice el evangelista- ETILO'TEUO'EV TC[> f...6yU?. En el relato del cen·
turiOn de Mateo y Lucas y en el de la mujer cananea de Mateo (pero
no en el relato paralelo de Marcos, a no ser por implicacion), se ala-
ba la fe del padre o de la madre y se la considera como condicion para
la curacion; pero en cada uno de estos casos la fe precede a la pala-
42 Cf. Interpretaci6n, 302-303, 335-336.
, 43 Nö hay ningiln indicio de que el ßaatA.tK6<; fuera un gentil, de modo
que· el «vosotros», en plural, puede equivaler virtualmente a «Israel» en Mt
8;10:
• 44 Cf. Mt 16,4: yevea 'ltovripa Kal µotxaA.lc; oriµe"i'.ov eml:;ri-rei:; .Mc
9,19: <:'> yevea &mo-roc; ecuc; 'lto-re ... &ve~oµm öµcic;.
45 Mt 11,20-24.
200 EL MINISTERIO PUBLICO
joanea del hijo del funcionario real se parece mas a la de la mujer siro-fenicia
marcana que a la del hijo del centuri6n de Mateo o de Lucas. En todos estos
casos, nos encontramos ante dos posibilidades: un unico incidente (o quiza dia-
logo) ha desarrollado formas diferentes en diferentes ramas de la tradici6n, o
incidentes originalmente distintos se han asimilado entre si ·por trasposici6n
de detalles en el curso de la transmisi6n (d. supra, 177-181). En el presente
pasaje no me atreverfa a elegir dogmaticamente entre estas dos posibilidades.
49 Es significativo que los evangelios sin6pticos, aun cuando fueron escri-
tos en un perfodo en que la misi6n a los gentiles estaba ya muy avanzada,
nunca introducen en el ministerio de Jesus esta idea de conversi6n colectiva
de una familia; y esto vale tanto para Lucas como para los otros, si bien en
Hch el mismo autor alude a estas conversiones como un fen6meno muy cono-
cido. Los sin6pticos, en este punto y en otros, conservan el punto de vista de
la tradici6n primitiva sobre el ministerio, mientras que Juan, al menos aqui,
parece delatar un estadio posterior de su desarrollo. Pero este es el unico caso
en que aparece este rasgo particular.
3. MULTIPLICACION DE LOS PANES Y RELATOS CONTIGUOS
Jesus:
B6i:E cxöi:o'lc; öµE'lc;
<J>ayEtV
Disdpulos: Felipe: Disdpulos:
TI69Ev i:oui:ouc; Bu- BlO:KOOLUlV BY]vcx- 1 O:yopaoUlµEv Brivcx-
vf] oEw: l nc; G'JBE p[UlV Ö:p1:0L ouK p(UlV BlaKOOL(i.)V
xopi:O:oext apKOUOLV dpwuc; K.i:.A..
Jesus: Jesus:
TI6oouc; EXE1:E cxp- TI6oouc; EXE'l:E cxp-
-rouc;; i:ou<;;
Disdpulos: Andres: un nifio tiene Disdpulos:
ema [Mateo + 'ITEV1:E dpi:ouc; Kcxl 'ITEV1:E Kcxl Mo
Kal öA.lya txeu- Mo öljlO::ptcx i.x9um; [Lucas +
Blcx] habfa 5.000 lXvBpEc;]
Jesus: Jesus: Jesus
TICXpayyEAAEL O:vcx-1 'ITOLTJOITTE i:ouc; d:v- E'ITE1:CXf,EV cxowi:c;
'ITEOElV 9pC::mouc; d:vO:TIE- cXVCXKAL9fjVCXl K.1: .A.
oEtV
Se reclinaron unos
5.000 ävBpE<;
Acciones A.cxßhlv i:ouc; ema EA.cxßEv oöv i:ouc; A.cxßwv i:ouc; TIEV1:E
sacramen- ä:pi:ouc; [Mateo + äpi:ouc; dpi:ouc; Ka:l i:ouc;
tales. KCXL WUc; LX9Ucxc;] Mo i.x9ucxc;
EllXO:pLai:Tjocxc; i!KA.a:- EOA.6yY]OEV KCXl K<X-
0-EV 1:E KA.cxoEv i:ouc;
· äpwuc; ·
Kcxl EBlBou i:o'lc; µex~ BtEBUlKEV Kcxl EBlBou wi:c;
Srii:cx'lc; cxüi:oG. µcxerii:O:tc;
MULTIPLICACION DE LOS PANES 207
Mc 8,1-8 . Jn 6,1-14 Mc 6,31-44
Dijeron:
oi5T6<; . EoT~V 6:AT]-
9CJc; O 'TCpO<f>TJTTj<; 0
Epx6µevoc;
pero 1a forma seguida por Juan habfa cristalizado justo en este estadio
y nuestro evangelista la ha conservado como lleg6 hasta el.
Mt 12,38 Jn 6,30
cmEKp(6Tjaav ... Myovm; ' ELTCOV oüv cxü-rc;>
' .ll.LBaaKO:AE, T[ oi5v TCOLEL<; au O•T]'µELoV
6EA.oµEV cmo OOÜ OT)µELoV lf>ELV tvo: 'löcuµEv KO:l TCLITTEUOCUµE.v OOL;
224 EL MINISTERIO PUBLICO
parte del cuarto Evangelio~ Pero fuera de esto, no pare.ce haber nada
peciiliar a la teologfa joanea en toda la perkopa, aun cuando la nota
redaccional aiiadida ( 6,71) haya de atribuirse sin duda a1 evangelista.
EI resto constituye un tipo muy normal de unidad dial6gica. La oca-
si6n esta indicada en una frase introductoria (v. 66): Jesus hace una
pregunta; Pedro responde; Jesus afiade un comentario. La forma es
semejante a la de la perkopa de la confesi6n de Cesarea en Marcos.
EI contenido es semejante en el siguiente sentido; una confesi6n de
fe en Cristo va seguida de una predicci6n de la pasi6n ö; mas exac-
tamente, en Juan de una predicci6n de la traid6n que conducira a
la pasi6n. Pero no hay ninguna reminiscencia del lenguaje marcario
excepto en el nombre de Pedro y, aun aqu1, Juan dice «Simon Pedro».
Examinemos, pues, la perkopa mas detalladamente. Las palabras
iniciales, EK "TOU"tou, no difieren niayormente de otros comienzos
convencionales como µe."ta "TaÜ"ta, ev EKELV<p •c;'l KaLpc;'l, y otros
semejantes, que sirven para conectar vagamente una perkopa con lo
que ha precedido. Segun esta actualmente el texto, esas palabras pa-
recen indicar que el discurso que acaba de terminar era el terminus
a quo y, posiblemente, la raz6n de un extenso movimiento de defecci6n
entre los que hasta entonces habfan seguido a Jesus. Este discurso
( sean cuales sean los elementos tradicionales que hayan sido incorpo-
rados en el) es, como he hecho notar, una composici6n del evangelis-
ta. Pero si la perkopa que estamos estudiando procede de una tradi-
ci6n que no conterua el discurso, las palabras iniciales, EK "TOU"tou, se
referfan quiza originalmente a todo el episodio descrito en los ver-
skulos anteriores del mismo capfrulo, especialmente en el v. 15, po-
siblemente con la petici6n de un signo que pudo haber seguido. Sea
como sea, el hecho es que Juan afirma que, a partir de un cierto mo-
mento en el ministerio de Jesus, un gran numero de seguidores le
abandonaron. La expresi6n 0:TC~A8ov Etc; "tCx ÖTCLOU>, tiene un sabor
semfrico y parece representar una frase aramea como ~11M~~ ~;!~ ,
que denotarfa algo as1 como una retirada_ o un apartamiento. Fue en
esta ocasi6n, segun Juan, cuando Jesus hizo su llamada a los Doce:
µT] Kal 6µe."Lc; HE.A.ne. 6TC6:ynv 35 • Y la confesi6n de Pedro es una
afirmaci6n de su inamovible fidelidad en un momento en que otros
no eran capaces de terminar la carrera. As1 pues, los Doce, si bien
Juan, rio menos que los otros evangelistas, los considera como delibe-
no volvieron mas con €1. Jesus pregunt6 a los Doce: ~Tambien vosotros que-
reis marcharos? Simon Pedro le contest6: Sefior, y ~a quien vamos a acuclir?
Nosotros sabemos que tu eres el Santo de Dios». La situaci6n implfcita es la
que aparece en la pregunta de Juan Bautista: Lu El 6 epxoµEvoc; il ä"AA.ov
npoaöoKwµEv; Pedro tiene la respuesta a esta pregunta: €1 y sus compafieros
no necesitan esperar a otro a quien trasladar su adhesi6n; sahen que su Maes-
tro es 6 epxoµEvoc;.
35 Juan ofrece asf un motivo plausible para la pregunta de Jesus que ob-
tiene la confesi6n de Pedro. Mc 8,27 no ofrece tal mötivo. La perkopa co-
mienza abruptamente y no hay explicaci6n a la pregunta directa: T[va µE
A.E.youaLv ol c'Xv0pc.:>"TCOL EtvaL.
15
226 EL MINISTERIO PUBLICO
VOL<; XPOVOL<; EV i:fi 'ITOAEL 'ITl'JYi']V auwµchcuc; EK i:fic; yfic; ol'.vou pEi:v
EUWÖL<:cX 5mq>Epovwc;.
B Pausanias, VI. XXVI. 1-2.
9 Plutarco, Lisandro XXVIII, 4, OlVW'ITOV E'ITLOTLA~El TO xp&Jµa Kal
füa:uyf.c; Kal mE'lv fl5Loi:ov.
10 Ovidio, Metamorfosis, XII, 650ss.
11 Cf. Vürtheiro, The Miracle of the Wine at Dionysos' Advent: «Classical
Quarterly» 14 ( 1920) 92-96, a quien debo las referencias a los pasajes citados
arriba. Bauer, ad loc., aduce tarobien Eurfpides, Bacantes, 706-711, y el him-
no a Baco de Horacio, Od., II, 19, que demuestra que este era un ingrediente
constante del roito dionisiaco. Este ultimo· autor remite tambien a Fil6strato,
Vita Apollonii VI, 20; pero se ha de notar que Apolonio no dice que Apolo
hizo que Castalia roanase vino, sino que pudo haberlo hecho si hubiera que-
rido. No era este el oficio de Apolo. Las leyendas locales citadas arriba son
mas pertinentes a nuestro tema.
12 Por ejemplo, Justina, Apol., I, 21,54; II, 11,69, etc.
13 Cf. J. Jeremias, Die Gleichnisse Jesu (1952) 131 y las referencias da-
das ahL
14 La roas antigua que conozco es el relato de Herodoto sobre el Sello de
Polkrates (III, 40-43 ); la mas reciente apareci6 en e1 «Evening Standard» del
25 de rnayo de 1961: «Toulis Kyriacou, un aldeano chipriota de Xylophagou,
al sur de Chipre, perdi6 su anillo nupcial de oro mientras pescaba. Cinco dfas
mas tarde compr6 pescado en el roercado. Dentro de uno de ellos encontr6 el
anillo» (el mismo relato, sin el moralismo de Herodoto, incluso en el detalle
de m~µ mn l\ EKTn i'] µEpn ! ). EI rootivo ha sido utilizado por Hans Christian
Andersen en «EI Soldadito de Plom0>>.
LA CONVERSION DEL AGUA EN VINO 231
Nos queda por examinar un elemento ulterior del relato del minis-
terio publico: las conexiones entre una secci6n completa de narraci6n
y la siguiente. Se ha observado desde hace tiempo en los evangelios
sin6pticos que, a lo largo de toda la parte que precede al relato de la
pasi6n, las pericopas separadas estan insertas en un «marcm> cons-
truido mediante pasajes transicionales, los cuales dan al relato una
cierta medida de continuidad y constituyen un fondo general de refe-
rencia. En Mateo y en Lucas, este fondo lla quedado muy oscurecido
por el esfuerzo realizado por los evangelistas para conseguir que el
relato fluya sin interrupciones y que no se noten excesivamente las su-
turas del tejido. En Marcos, donde este esfuerzo ha sido menor, se ha
podido demostrar que el material transicional consta de los siguien-
tes elementos: a) «sumarios generales» (Sammelberichte), que no re-
latan un incidente particular, sino que describen los rasgos generales
de todo un perfodo, largo o breve, en el curso del ministerio. Los
«sumarios generales» son facilmente identificables, a diferencia de las
pericopas que describen incidentes particulares, por el hecho de que
los verbos estan predominantemente en los tiempos de acci6n conti-
nuada o iterativa (presente o imperfecto) en vez del aoristo de acci6n
momentanea. b) Datos topograficos, que indican el campo del minis-
terio en un periodo determinado. No siempre se puede distinguir
facilmente estos datos de la indicaci6n de lugar que ocasionalmente
abre una pericopa, pero ciertamente no pertenecen al relato de un
incidente particular. Han sido llamados «fragmentos de itinerario»
(Bruchstücke eines Itinerars) 1. En otro lugar he tratado de demostrar
que en Marcos los sumarios generales y los fragmentos de itinerario
representan, no menos que las pericopas que enmarcan, material tra-
dicional 2 • EI problema que ahora planteo es si los pasajes transicio-
Este pasaje no tiene relaci6n con ning11n otro tipo de .datos topogra-
ficos y no contribuye nada al desarrollo del relato o del pensamiento
del Evangelio. Cafarnaun no vuelve a ser mencionada hasta 4,46 y en
ese momento no es la residencia de Jesus (que esta en Cana) sino del
f3aOLALK6c; que busca ayuda para su hijo. La pr6xima referencia a
esa ciudad aparece en 6,17, donde es el punto de destino del viaje a
traves del lago. No se dice que Jesus esta realmente en Cafarna)in
hasta 6,24. As! pues, el dato de itinerario: KaTE13rl c.lc; Kacpapvaouµ,
no es evidentemente el producto de un interes particular del evan-
gelista. .
Observamos ahora que en Mt 4,13 hay una afumaci6n similar:
Kai:aA.mci>v T~V Nai:;;apO: EA9ci>v KaT~KTJOEV c.lc; Kacpapvaouµ,
que no procede de Marcos. De modo parecido, Lc 4,31 dice: Kai:f\A.Sc.v
c.lc; Kacpapvaouµ TCOALV T~c; raA.LA.a(ac;. Al parecer, Lucas comien-
za aqui a seguir a Marcos, pero su Ka1:~A.9c.v c.lc; Kacpapvaouµ no
3 Cf. Interpretaci6n, 370-371. Observese el modo como esta compuesto este
pequefio parrafo. El v. 17 es, sustancialmente, un resumen del relato de la re-
surrecci6n de Lazaro: esta ha sido convertida, more Johanneo, en tema de
µapi:up[a: era un OT)µetov en el sentido joaneo (v. 18) y, en cuanto tal, el
verdadero motivo de la aclamaci6n del ßaotA.euc; i:ou '1 opai')A.. El comenta-
rio de los fariseos (v. 19) revela la ironfa caractedstica de Juan. El conjunto
delata la iinpronta de nuestro evangelfäta. ·
4 "Eµetvav es un aoristo, pero el verbo es «lineal» y nci «puntual» por
su misma naturaleza (cf. 11,54 e infra, p. 24/, nota 19).
PASAJES DE TRANSICION 241
Este pasaje revela rasgos muy marcados que lo asocian con los pasajes
transicionales de Marcos. Casi todos los verbos estan en imperfecto:
ÖLETPLßc.v, Eß6:11nl:c.v, ~v ßcxm(l:wv, rrcxpc.yl.vovw, Eßo::rr-rl.l:ovw.
Hay indicaciones topograficas: ~ 'louöa[o:: yfl, Alvciiv Eyyuc; ToO
2:cxA.c.[µ, las cuales, como los «fragmentos d~ itinerario» de Marcos,
no se refieren a incidentes particulares, sino a todo el periodo del
ministerio. No hay fraseologfa peculiarmente joanea. A mi juicio, hay
buenas razones para pensar que Juan esta siguiendo aqui la tradici6n.
c) 4,1-3. El nucleo de estos verskulos es un dato de «itinerario»:
acpft KE.V "[~V , I ouöo::l.o::v KCXL chrftA.8c.v 116:1'.LV c. lc; T~V r O::AlACXLCXV.
Se aiiade a esto el motivo de la marcha 5 : los fariseos habfan oido que
Jesus estaba haciendo y bautizando mas disdpulos que Juan. Sin em-
bargo, esta afirmaci6n es corregida inmediatamente: Jesus no bauti-
zaba personalmente, sino que lo hadan sus disdpulos. Se trata aqui,
al parecer, de un pasaje en el que debemos postular mas de una mano;
un autor no hubiera escrito una afirmaci6n tan confusa por propia ini-
ciativa. Dado que el evangelista ha consignado en. otro lugar, sin nin-
guna reserva aparente, la tradici6n (si tal es) de que Jesus bautizaba
(3,22), debemos suponer que algun otro ha estropeado su frase. Pres-
cindiendo del torpe parentesis, hay otros signos de manipulaci6n re-
daccional. La frase de 4,1-3, incluso quitando el parentesis, es into-
5 Es extrafio encontrar un motivo de este tipo entre el material de «iti-
nerario» que integra el «marc0>> marcano. Asf en Mc 1,14, donde se consigna
un viaje semejante (o ~quiza el mismo?) a Galilea, no encontramos nada mas
que la simple afirmaci6n: «Despues de la detenci6n de Juan, Jesus fue a Ga-
lilea». Pero Mateo la ha cambiado por «cuando Jesus oy6 que Juan habfa sido
arrestado, se retir6 a Galilea» (4,12) que es semejante en la forma a nuestro
presente pasaje: «Cuando Jesus se enter6 de que„. abandon6 Judea y fue a Ga-
Iilea», si bien el motivo es diferente.
16
242 EL MINISTERIO PUBLICO
Pedro. Sin embargo, no se nos dice nada sobre el «hacer disdpulos» en Ga-
lilea ni que algunos galileos «creyeran» (a excepci6n de la famifia del ßaoL-
AtK6c; de Cafarnaun), aunque maTEUElV se aplica constantemente a gente de
Judea, Samarfa y Transjordania. En 7,1 Galilea es un refugio ante la hosti-
lidad de Judea, asf como, en cierto sentido, en 4,1-3.
10 Cf. supra, pp. 214-215.
244 EL MINISTERIO PUBLICO
11 Mt 13,57, segun el mejor texto (BD9 etc.), lee sencillamente E.v -rfi
Tia-rpffü; otros nzss. leen E.v -rfi Löli;x Tia<pLOl o E.v -rfi TiaTpLOt cx.U-roO. Mateo
usa raramente 'i'.Oto<; en el sentido del pronombre posesivo; Juan lo hace ha-
bitualmente; el posesivo E.au-roO no aparece en el cuarto Evangelio.
12 Es dudoso que Marcos tuviera alguna informaci6n sobre este incidente.
Todo el relato pudo ser creado a partir de un dicho. El dato es que Jesus goz6
de honor en su Tia-rp[<;; Marco lo ha complementado afiadiendo xal E.v -rot<;
ouyyEvEOatv aö-roO xal E.v -rfi OLKL<;X aö-roO. Lleva a Jesus; a su Tiacp[<;
sin intentar identificar el lugar, e introducir a los auyyEVEl<; por medio de
una lista de los aOEA<jlOL -roO KUp[ou (un grupo muy conocido en la Iglesia
primitiva) y algunas hermanas an6nimas. Algunos criticos dan mucha importan-
cia a «escenas ideales» creadas supuestamente por el evangelista como marco
de dichos trdicionales. No creo que existan muchas, pero esta podrfa ser una.
Por otra parte, parece que el relato lucano del incidente ocurrido en la sina-
goga de Nazaret, que no pudo ser creado de ninglin modo a partir de un di-
cho, es completamente independiente de Marcos y, si es asf, tenemos pruebas
adicionales a nuestro favor. Lo que poC:emos tener por cierto es que se sabfa
que Jesus habfa pronunciado este dicho proverbial; de lo cual debemos dedu-
dr necesariamente que refleja su propia experiencia. Sigue siendo oscuro que
PASAJES DE TRANSICION 245
situa Juan 1a Trcx-rp(c; de Jesus. Segun Juan, Jesus fue a Galilea porque
(y6:p) sabfa que en su Ticx-rp(c; un profeta no recibe honor. Si su
Ticx-rp(c; es Galilea, fue alli para huir del tipo de honor que no desea-
ba (por ejemplo, <'.Podrfamos decir, el que le tributaron los galileos
en 6,15?). Pero si es asf, sus esperanzas qu~daron frustradas, ya que
E&E.E,cxv-ro CXUTOV ol ro:A.LACXLOL: al menos fue 0EKT6c; en Galilea.
<'.Es, pues, su Trcx-rp(c; Judea? Si asf es, esto serfa una prueba ulterior
de que el episodio de la Samaritana es una intrusi6n, ya que, en el
estado actual del texto, la referencia mas cercana a Judea se encuen-
tra en 4,3 y el contraste implfcito en 4,44 parecerfa ser entre Samarfa
(donde el profeta habfa recibido honor) y Galilea, lo cual muy pro-
bablemente no es original. Pero como existen otras razones para sos-
pechar que 4,44 continua quiza el itinerario de 4,3, el contraste origi-
nal pudo estar entre Judea y Galilea. Sin embargo, aun asf, no todo
es sencillo, ya que si Judea es 1a Ticx-rp(c; 13 , resulta que el profeta ha-
brfa recibido alH una desconcertante cantidad de honor o, al menos,
de aceptaci6n (4,1). Es verdaderamente diffcil sacar de este pasaje
una impresi6n clara y coherente del sentido que Juan atribuy6 al di-
cho, que -segun estamos casi obligados a suponer- recibi6 de la
tradici6n, en conexi6n con un viaje de Judea a Galilea, y que insert6
aquf sin integrarlo plenamente en su relato. La conclusi6n que yo su-
gerirfa muy provisionalmente es que en 4,1-3.43-45 nos encontramos
ante un fragmento de material de transici6n, que ha quedado muy
oscurecido en el proceso de composici6n de esta parte del Evangelio.
N6tese que contiene el unico reconocimiento claro en este Evangelio
de un ministerio fructuoso en Galilea (excepto en cuanto tal recono-
cimiento este implfcito en la referencia a las multitudes en la intro-
ducci6n al relato de la multiplicaci6n de los panes en 6,2).
e) 7,1-2:
Kal µE-ra -raü-ra TIEpLrna-rEL 6 , 1riooüc; Ev -rft raA.LA.a[i;x. ou yap i'JSEA.Ev
EV -rft '1 oo5o:[i;x TIEpmo:-rEi:v ön Esfiwuv o:u-rov ot '1 ou5o:foL aTCoKTE°Lvm.
incidente concreto (si lo hubo) provoc6 el comentario, a que estadio del minis-
terio correspondfa y cual era el lugar que el llamaba su no::rp[c;.
13 Juan pudo ser consciente de la traduccion sobre el nacimiento de Jesus
en Belen (pero cf. Interpretaci6n, 101-102) o pudo considerar Judea, y en par-
ticular la ciudad santa de Jerusalen, como la verdadera Tio:Tp[c; del Mesfas.
246 EL MINISTERIO PUBLICO
texto: que Jesus estaba en Galilea y que se acercaba la fiesta ·de los
tabernaculos 14 •
f) 10,40-42:
Kal ciTifjA8EV TicXAlV m~pav TOÜ '1 op56:vou Elc; TOV TOTIOV ÖTIOU tjv 'i wav-
VTJ~ 'ro TIPWTOV ßamlt;;wv, Kal eµEVEV EKEL. Kal TIOAAOL tjA.Sov 'Tipoc;
aö-rov Kal EAEyov ön 'Iw6:vvric; µE.v oT]µEtov ETIOLT]<JEV oöfü~v. TI6:vi:a 5€
öoa ELTIEV '1 w6:vvric; TIEpl -roui:ou aA.ri·Sfi tjv. Kal TioA.A.ol ETI[oi:EUoav Etc;
aö-rov E.KE'l.
g) 11,54:
ö of.iv' 'Iriooüc; oÖKfat mxppriolc;x TIEptrnO:i:Et E.v w1c; 'Iou5al0tc; aA.A.a
<hfjMEV EKElSEV Elc; TI]v xwpo:v E.yyuc; "rfjc; E.pf]µou, El<; 'E<jlpo:lµ AEyo-
µf.VT]V TI6A.tv, KaKE'l eµEtvev µE-ra i:wv µ0:811-rwv.
que los tres sin6pticos usan el termino solo cuatro veces en total,
si exceptuamos la expresi6n ~aoLA.i:.uc; 'L&v 'I ouöa(C0V. Podrl'.an
ser una nota editorial afiadida en el curso de la composici6n. Pero lo
que sigue tiene las caracterl'.sticas del material de «marco». Describe
todo un periodo y no un incidente particular 19 y el interes topogra-
fico. La ciudad de Efrafn no aparece en ninglin otro lugar del Nuevo
Testamente. La incertidumbre sobre su localizaci6n exacta no contra-
dice de ningun modo la opini6n de que J uan esta reproduciendo aqu1
material tradicional. Mas bien la confirma, ya que un autor que escri-
biera en Efeso a finales del siglo primero difkilmente podrfa ser cons-
ciente o estar interesado en una oscura ciudad de Palestina, y cual-
quier sentido misterioso o simb6lico del nombre esta excluido. A par-
tir del v. 55 el autor esta preparando la escena para los trascenden-
tales incidentes de la inminente Pascua y compone, al parecer, libre-
mente. Pero en el v. 54 hay una probabilidad razonable de que haya
preservado material tradicional.
para satisfacer un interes por estas materias que nuestro autor compar-
tia con otros escritores griegos de su tiempo, por muy impropio de
un evangelista cristiano que tal interes pueda parecer a algunos autores
modernos.
Los nombres de lugar que han sido introducidos merecen alguna
consideracion. A todos los evangelios es comun una cierta gama de
nombres, que, como podemos suponer, pertenecen a la tradicion basi-
ca: el mar de Galilea, el rfo Jordan, el monte de los Olivos, Judea,
Galilea, T ransjordania ( TIEpa:v TOÜ ' 1op56:vou), Cafarnaun, Betsaida,
Jerusalen, Betania y Golgota. Ademas de estos Juan tiene Cana de
Galilea, Tiberiades (y mar de Tiberiades), Samaria (con Lucas), Sicar,
Enon, Salin, Betania de Transjordania, Efrain, Bezata, Siloe ( con Lu-
cas ), Cedron, el Portico de Salomon y Gabbata (Litostroto); tambien,
solo a modo de alusion, Belen. De estos, Tiberiades (mar de Tiberiades)
no es, probablemente, tradicional 20 • Fuera de este, Cana es el unico
lugar de Palestina septentrional conocido por Juan pero no por los
sinopticos. La gran gama de nombres septentrionales que aparecen en
los sinopticos falta, en su gran mayoria, de Juan, incluyendo Genesaret,
Corozain, Decapolis, Cesarea de Filipo, Magadan (Magdala), la region
de los gerasenos (gadarenos, gergesenos), el territorio de Tiro y Sidon,
asi como, en Lucas, Nain, Traconitida, Abilene e Iturea (si bien los
tres ultimos apenas tienen importancia para nuestro objeto ). Por otra
parte, aunque Juan no tiene los nombres judfos de Betfage, Getse-
mani y Emaus (solo en Lucas), menciona los nombres de nueve loca-
lidades de Judea, Samaria y el valle del Jordan que no son conocidas
por los sinopticos. La preponderancia es notable. ~Sera tambien ac-
cidental? Es verdad que la rigurosa seleccion de incidentes realizada
por el evangelista pudo resultar en la exclusion del material «galilem>
conocido por el, pero esto es conjetural. En cualquier caso, su tradi-
cion, por cuanto sabemos, era pobre en material septentrional, mien-
tras que conservaba recuerdos de lugares y sucesos ocurridos en el
sur que no eran conocidos por la tradicion seguida por los sinopticos.
Seria natural concluir que el ambiente en que fue transmitida la
tradicion subyacente en el cuarto Evangelio se encontraba en Jerusa-
len y en el sur, mas bien que en Galilea y en el norte. ~Hay ademas
otros fenomenos en este Evangelio que harian encajar su tradicion
en un ambiente meridional?
-se encuentran en Judea. En 4,1, se nos dice que Jesus hizo disdpulos
en Judea: Jose de Arimatea (que para Marcos no es un µa:9rp:~<;) y
d disdpulo que era yvcuo-ro<; -r<t'> apXLEpE'l, ya que no se insinua
ni remotamente que esta persona fuera uno de los Doce 21 • La raz6n
por la que Jesus es instado, sinceramente o con sarcasmo, a abandonar
la oscuridad de provincias es para dar a estos y a Ottos discfpulos ju-
dfos la oportunidad de ver sus «obras». Es totalmente crefule que
·este grupo incluyera, como lo sugiere el cuarto Evangelio, anteriores
.seguidores de Juan Bautista, cuyo campo de trabajo se situaba en el sur.
No encontramos ninguna menci6n de tal grupo en los sin6pticos.
Pero hoy dfa pocos criticos estarfan dispuestos a negar que Jesus visi-
tara la capital o que hiciera disdpulos en Judea antes de la Ultima se-
mana de su vida, por la sola raz6n de que el esquema marcano no
da cabida a esa visita. Juan ofrece material que, como hemos visto, es
probablemente tradicional y que parece estar asociado, en punto de
vista y perspectiva, con Jerusalen y el sur; y, al mismo tiempo, nos
presenta un grupo de personas capaz de ser portadores de tal tradi-
d6n. Creo que podemos concluir fundadamente que fue a traves de
una canal de este tipo como el cuarto evangelista recibi6, directa o
indirectamente, la tradici6n que hemos descubierto en el relato de la
pasi6n, en algunas perkopas de la primera parte del Evangelio y en
algunos pasajes transicionales.
21 Cf. tambien supra, pp 97-99.
III
JUAN BAUTISTA
y
LOS PRIMEROS DISCIPULOS
1. DATOS PRELIMINARES
1 Con una sorprendente excepci6n, 3,25; sobre este pasaje cf. infra, 284-285.
2 Mc 1,4-6.
3 Mt 3,7-10; Lc 3,7-9; Mt 3,12; Lc 3,17.
4 Lc 3,10-14; cf. tambien Mc 6,18-20.
5 Lc 1,5-24.57-80; Mc 6,17-29; Mt 14,3-12.
256 JUAN BAUTISTA
a) no hizo ningun OY] [J.E 'lov ( que hubiera dado testimonio de una mi-
si6n divina), sino que b) dijo la verdad sobre Jesus, con el resultado
de que c) «muchos creyeron en el».
Parece, pues, daro que la presentaci6n de la misi6n del Bautista
esta dominada por un cierto esquematismo. En este punto se parece
a otras secciones de este Evangelio, en las que, sin embargo, hemos
encontrado razones para pensar que gran parte del material asi esque-
matizado habfa sido tomado por el evangelista de una tradici6n pre-
existente. A veces, hemos encontrado una tradici6n representada tam-
bien en los evangelios sin6pticos, aunque apenas habfa motivos para
creer que hubiera sido tomada directamente de ellos. Otras veces, nos
ha parecido que el cuarto Evangelio esta en contacto con una tradi-
ci6n completamente no sin6ptica que se encontraba ante el evangelista,
en forma oral o escrita. Debemos, pues, preguntarnos si, dentro del
esquema dogmatico segun el cual se presenta la misi6n del Bautista,
podemos distinguir huellas de material tradicional.
Seda conveniente comenzar con una consideraci6n de los datos to-
pograficos. He tratado de probar que las noticias topograficas que apa-
recen en diversas partes del cuarto Evangelio no pueden ser explica-
das razonablemente si no es como fragmentos de informaci6n hist6rica
que el evangelista ha incorp_orado a su obra. El intento de tratarlas
como criptogramas simb6licos fracasa y no hay raz6n para suponer que
estuvieran al servicio de una finalidad secundaria del evangelista o
del lector.
Entre estas noticias topograficas hay tres que se refieren al trabajo
de Juan Bautista:
a) 1,28: -rofrra: EV Bri8a:v(r,x Eyf.vno Trf.pa:v ToO 'I opö6:vou
ÖTCou ~v 6 'I C0Ü:WY]<; ßa:TI'TL{,;C0V. Esta afirmaci6n esta recogida en
b) 10,40: O:it~A.8:::.v 'ITÜ:ALV 'ITEpa:v ToO 'I opö6:vou Elc; TÜV 'TO'ITOV
Ö'ITOU ~V 6 'I C0Ü:VVY]<; 'TO 'ITPQ'TOV ßa:'IT'TL{,;C0V; c) 3,23: ~V ÖE KO:L
'I cuavvric; ßa:m(~C0V EV Alvwv Eyyuc; 'TOU :La:A.dµ, Ö'TL ÖÖO:'TO:
'ITOAAÜ:: ~v EKEL. Si consideramos 10,40 como una mera referencia
retrospectiva a 1,28, tenemos dos afirmaciones distintas relativas a
la escena de la actividad del Bautista en dos periodos diferentes de su
vida. La interpretaci6n mas probable es la que acepta lo que dicen
estas afirmaciones como restos no digeridos de informaci6n concreta.
No se sigue necesariamente que tambien los relatos proceden de la
misma fuente o que merecen la misma credibilidad en cuanto hechos
hist6ricos. Este punto debera ser considerado mas en detalle. Pero
parece que podemos concluir fundadamente que el evangelista tuvo a
su disposici6n alguna fuente de informaci6n sobre Juan Bautista que
no nos es conocida de otro modo. Por tanto, el problema que ahora
se nos plantea es si las afirmaciones que hace del Bautista y su tra-
bajo proceden tambien de esta misma fuente ( o de otra semejante) y
<leben ser aceptadas como dotadas de valor hist6rico. Para respon-
der a esta pregunta deberemos analizar tres pasajes que tratan del
Bautista: 1,19-42; 3,22-30 y 10,40-42.
2. EL TESTIMONIO DE }UAN (1,19-37)
es obra del evangelista». Por otra parte, las formas tradicionales que
nos son conocidas principalmente por los sin6pticos no estan sino de-
bilmente representadas en este pasaje: En cierto sentido, este pasaje
es sui generis. Pero el esfuerzo por analizar su contenido puede ser
provechoso.
La cita coincide con el texto de los LXX, solo que estos leen -roü
8::.oD ~µ&'>v (en paralelismo con Kuptou) en vez de au-roO. La ver-
si6n joanea es mas breve:
q>wvY] [3owv1:0c; Ev Tfi Epf)µ<{'>,
Eö96vaTE TYJV 650v Kuplou.
Seda l6gico pensar que Juan tom6 la cita de los sin6pticos y la abre-
vi6; pero hemos encontrado pruebas abundantes de que, en sus citas
de testimonia del Antigua Testamento, no dependia de los otros
evangelios ni en cuanto a la elecci6n ni en cuanto a la formulaci6n
de los pasajes aducidos 2 ; y nada nos obliga a pensar que tomara esta
ci ta concreta de ellos 3 .
Los demas evangelistas introducen el testimonium como si fuera
su propio comentario sobre los hechos, usando f6rmulas de cita lige-
ramente diferentes. El cuarto evangelista, en cambio, hace que el mis-
mo Bautista cite a Isaias. A la pregunta: ~u -rtc; EL replica: 'Eyw
cpwv~ ßo&'>v-roc; K.'t.A. Dado que nuestro evangelista esta interesado
(como hemos visto) en presentar a1 Bautista como el «testigo» pot ex-
celencia, es posible que pusiera esta cita en labios de Juan con inten-
ci6n deliberada 4 • Sin embargo, en vista de un pasaje del Manual de
2Cf. supra, pp. 45-59.
3Sobre el modo como esta profeda ha sido tratada en el Nuevo Testa-
mento cf. According to the Scriptures, 39-40, donde he propuesto que el len-
guaje de Jn 11,40 y quiza el de 1,14 puede estar influido por reminiscencias
del contexto isaiano.
4 De igual modo, el descenso de la paloma esta incluido en el «Testimo-
nio de Juan», 1,32-34. Cf. infra, pp. 265-266.
EL TESTIMONIO DE JUAN 259
Disciplina del Mar Muerto, no es de ninglin modo improbable que el
mismo Bautista se hubiera propuesto deliberadamente desempefiar la
funci6n de la «voz»:
«Cuando ocurran estas cosas en la comunidad de Israel, por estas regulacio-
nes se separara de en medio de los h...ombres del error para marcharse al de-
sierto y preparar allf el camino del Sefior, como esta escrito: 'En el desierto
preparad el camino del Sefior, allanad en la estepa una calzada para nuestro
Dios'. Esto se refiere al estudio de la Ley, como lo orden6 por medio de
Moises»s.
EHas o del Profeta, le vuelven a insistir Tlc; i:.1: responde: 'Eyw cpwvi]
ßoG:ivto<; K.t.A. La predicci6n de «el que viene», cuyas sandalias el
Bautista no merece desatar, aparece tambien como respuesta a una
!Jtegunta: <«:Por quc bautizas si no eres ni el Mesfas ni Elfas ni eJ
Profeta?». De este modo, los fragmentos de material tradicional, que
ya hemos considerado, tienen como transfondo en el cuarto Evangelio
la pregunta sobre la condici6n de Juan Bautista y, especialmente, sobre
su posible reivindicaci6n de la dignidad mesianica.
En Mateo y en Marcos no hay huella alguna de este transfondo,
que, sin embargo, aparece en <los pasajes de los escritos lucanos. En
Lc 3,15s, se nos dice que la gente especulaba sobre Juan µYj1WtE
cxu-roc; :::'(ri 6 XPLOtO<;, y que fu.e esto lo que le llev6 a anunciar la
venida del «mas fuerte». Asimismo en Hch 13,24-25, el esquema his-
t6rico que forma parte de la versi6n del kerygma apost6lico atribuida
a Pablo conduce a la afirmaci6n de que Juan anunci6 la venida del
Salvador con un bautismo de arrepentimiento, y luego continua: c0c;
öE. E11A.r']pou '1 wO:vvric; tOV öp6µov EAi:.yi:.v, T( E.µE. uTiovoi:.hi:.
ElVCXL, OUK i:.(µl E.yw· aA.A.' löou EPXEtCXL µn' E.µE. K.t.A. El primer
problema que debemos considerar es si es probable que estas afirma-
ciones esten basadas en una tradici6n anterior o si reflejan, mas bien,
las preocupaciones teol6gicas y apologeticas del autor.
EL TESTIMONIO DE JUAN 263
Lc 3,15-16: ßlaA.oyt~oµEvcuv 116:vrcuv ... 'ITEpl -roO '1 cuO:vvou µ1')11ow o:ö-
-roc; ELY] 6 xpw-roc; cX'ITEKp[vmo AEycuv 116:otv 6 , 1CUcXVVY]c;, 'Ey0J µE.v ÜOITTl
ßo:'ITTll;;cu uµO:c;, EPXETCXl 5,e_ 6 toxup6TEpoc; K.T.A.
Hch 13,25: wc; OE E'ITAi')pou 'lcuO:wYjc; TOV opoµov EAEYEV, T[ eµE. U'ITO-
VOEL'CE Elvm oöK Etµl eyw· O:A.A.' toou ilpxnm K.-r.t...
Jn 1,20ss: «Preguntaron} ~u -r[c; EL; KO:L wµoA.6yYjCJEV KO:L OUK i']pvi')oo:-
'[0, 'Ey0J OUK Elµl 6 xpw-r6c;. (Le preguntaron de nuevo y} cX'ITEKp[8Yj o:u-
'[QLc; 6 '1 cuO:vvY]c; A.f.ycuv, 'EyQ ßam[(cu ev üomt i<:.-r.A..
Seria sin duda posible componer el relato mucho mas largo del
cuarto evangelista entresacando algunos de los datos de Lucas-Hechos.
Pero no parece ser este el metodo con que trabajaba Juan. Si, por
otra parte, postularamos una especie de recuerdo generalizado de los
dos documentos, tendrfamos todavia que dar cuenta de algunas difi.-
cultades cronol6gicas, ya que parece que el conjunto Lucas-Hechos
no pudo terminarse mucho antes -si es que se termin6 antes- de
la fecha probable del cuarto Evangelio. La hip6tesis mas simple y, sin
duda, mas probable para explicar los hechos es que el cuarto evange-
lista estaba siguiendo una tradici6n que tenia puntos de contacto con
la tradici6n que hemos debido suponer detras de Lucas y Hechos. No
forma parte de la tradici6n sin6ptica comun.
Contra esta hip6tesis se podrfa objetar que el tema: «No el Me-
sias, sino testigo del Mesias», esta tan integrado en el esquema dogma-
tico fi.jo en que se apoya el relato joaneo del Bautista que hay raz6n
para sospechar que nos encontramos aqui ante un teologumeno mas
bien que ante un fragmento de tradici6n hist6rica. Esto plantea pro-
blemas que consideraremos en detalle mas adelante, pero podemos
hacer notar ya desde ahora dos cosas: a) hasta aqui, la posici6n del
cuarto Evangelio no ha ido mas lejos que la de Lucas-Hechos, y
b) fuera cual fuera la situaci6n en Efeso cuando se escribi6 el Evan-
gelio, las reivindicaciones «mesianicas» que pudieron hacerse en aquel
tiempo y lugar en favor de Juan Bautista hubieran sido hechas mas
enfaticamente y rebatidas mas violentamente cuando el cristianismo
era advenedizo en un terreno ya ocupado por el Bautista y sus disd-
pulos. No es, por tanto, diffcil encontrar un Sitz im Leben primitivo
para una tradici6n como la que he inferido. Es al menos tan probable
que el evangelista confi.riera una formulaci6n dogmatica a un elemento
tradicional de la apologetica cristiana como que todo el relato fuera
el producto de su fecunda imaginaci6n. Mas adelante tendremos que
hablar todavfa del problema de la credibilidad hist6rica de nuestra
hipotetica tradici6n.
d) Descenso de la paloma y aclamaci6n de Jesus como
Hijo de Dias (1,32-34)
Este pasaje corresponde en los sin6pticos a la perkopa que hace
seguir al bautismo de Jesus el relato del descenso del Espfritu y de
una voz del cielo que le declara Hijo de Dios. Sin embargo, las coin-
cidencias verbales son mfnimas: 'tO 'Tt:VEÜ[lO: KO:'ta:ßa:i:vov ~c; 'Tt:EpLo-
'tEpav en Juan, seguido de E[lELVEV E'Tt:' a:Ü't6V, son los terminos
que <leben ser comparados con las expresiones ligeramente diferentes
de los otros evangelios:
Mc 1,10: -ro nvEGµa: eil<; nEpLo-rEpav Ka:-ra:ßa:'i:vov Ei<; a:ö-r6v.
Mt 3,16: 'ITVEܵa: 9Eo0. Ka:-ra:ßa:'i:vov eiloEl TIEpL01:Ep6:v, Epxoµe.vov E'lt'
a:ö-r6v.
Lc 3,22: Ka-ra:ßfjvm -ro nvEuµa: -ro äyLo.v ocuµa:nKcl} Ell'>EL eil<; TIEpLO-
-rEpav En' a:ö-r6v.
nK<t> Ei'.5a); en Mateo y Marcos se nos dice que la paloma fue «vista»
por Jesus y, al parecer, solo por el. En el cuarto Evangelio, Juan
Bautista lo relata como algo que el mismo «Contemplo» (TE8Ea:µm
"[0 TCVEOµa KO:'taßatvov) y, segun parece, solo el, ya que afiade en-
faticamente: Kayw E.c0pa:Ka.
Mas aun, el descenso de la paloma va acompafiado en los sinopti-
cos de una voz del cielo ( bath qol) que declara que Jesus es el Hijo
de Dios. En Marcos y en Lucas, la voz se dirige directamente a Jesus
(au El 6 ut6c; µou ). En Mateo, la tercera persona gramatical sustituye
a la segunda ( o(h6c; EO't Lv 6 u l.6c; µou) y las palabras se han de
entender como si estuvieran dirigidas al Bautista, a los espectadores o
a ambos. En el cuarto Evangelio no hay bath qol: es Juan Bautista
mismo quien aclama a Jesus como Hijo de Dios: Kayw €:c0pa:Ka Kal
µEµapTÖpY]KO: ön o0T6c; Eonv 6 utoc; ToO 8Eo0 13 , expresion que
recuerda la forma mateana del bath qol en el bautismo, asf como el
otro bath qol de la transfiguracion segun los tres sinopticos.
EI resultado de todo esto es que en vez del relato de la instaura-
cion de Jesus como Mesfas ofrecido por los sinopticos, el cuarto Evan-
gelio ofrece un relato de una experiencia profetica de Juan Bautista,
experiencia que le califica para el papel especial que desempefia en
este Evangelio: el de «testigo» de Cristo. Existen, pues, razones para
sospechar que. la presentacion esta influenciada por los presupuestos
dogmaticos del evangelista. Es posible que comenzase con un relato
como el sin6ptico (en clepencfoncia directa de uno o mas sinopticos o
de una tradicion paralela) y lo transformase de acuerdo con su opi-
ni6n sobre 1a fuuduu <lel DauLisLa. Pm otra parte, si fucra probable
por otras razones que poseyera una ttadici6n distinta sobre el BauLisLa
inrlepenclif~nt~ de los sin6pticos, tendrfamos que dejar abierta la posi-
bilidad de que tal tradicion presentara quiza al Bautista, el Ultimo en
la sucesicSh ptofetica, reivindkandu uua exveriencia ai1aloga a las de
los profetas del Antigua Testamento: la audicion de la palabra divina
y la vision que la confirma. Sin embargo, si no se puede probat la
probabilidad dt; la hipotesis de tal tradicion con otras razones, no se
podra utilizar este pasaje para confirmarla.
ci6n, en los dos casos enviados · por «los judfos» (con lo que e1 evan-
gelista alude, como tantas veces, a las autoridades judias), y no actuan
por propia iniciativa. Mas aun, al parecer, existe una diferencia entre
las preguntas hechas por los sacerdotes y levitas y las formuladas por
fos fariseos. La delegaci6n oficial, en cuanto tal, se limita a obtener
del Bautista una negativa de pretensiones peligrosas; sus miembros
fariseos (0 la delegaci6n farisea) quieren examinar mas profundamente
la base te6rica de su bautismo 21 . Nada de estö es incongruente con
lo que conocemos sobre la situaci6n de aquel tiempo. En este pasaje
el evangelista parece estar siguiendo una tradici6n bien informada.
mas antiguo del tfrulo. Podriamos hacer notar que, si la clave del ti-
tulo esta en que contiene una referencia a Is 5 3, 7, debi6 de surgir en
un ambiente helenistico (judeo-helenistico ), donde el Antigua Testamen-
to se lefa en griego, ya que «cordero» (O:µv6c;) no es una traducci6n
exacta del hebreo r,Mi, «oveja». Cualquiera de la:s otras cuatro inter-
pretaciones que he mencionado serfa posible en un ambiente judio no
helenizado y, desde luego, en un dicho autentico de Juan Bautista.
En cualquier caso, parece claro que nos encontramos aqui ante ma-
terial prejoaneo.
La oraci6n adicional, 6 cx't'.pc.:>v 't~V aµap'tLCXV 'tOU K6oµou, pue-
de ser una glosa doctrinal aiiadida por el evangelista al titulo tradi-
cional 6 O:µvoc; 'tOU erno. Sin embargo, no se deriva fadlmente
de la teologia general del cuarto Evangelio, que no ofrece ningun pa-
ralelo. La expresi6n cx'(pav aµcxp't(cxc; aparece en 1 Jn 3,5, pero no
es seguro que se deba aceptar la epistola como testimonio de la teo-
logfa clel evangelista 29 • En si misma, la expresi6n tiene un caracter
bfulico. Si d:µv6c; querfa sugerir el cordero del sacrificio, por el pecado
(o al Siervo doliente en cuanto sacrificio personal por el pecado ),
cx't'.pc.:>v aµcxp'tLCXV significarfa «el que perdona la culpa» (cf. 1 Sm
15,25: cxpov ö~ 'to aµ6:pn1µ6: µou, 1 Sm 25,28: cxpov ö~ 'to
O:v6µ11µcx 'tf]c; öoOA.l]c; oou), una idea que en otros lugares se ex-
presa por medio de la lA.cxoµ6c; de 1 Jn 2,2; 4,10. Si (como he tra-
tado de demostrar en otro lugar) O:µv6c; alude al cordero astado como
sl'.mbolo mesianico, cx'(pc.:>v aµcxp'tLCXV significarfa «el que anula el
pecado» (como cxl'.pE.tV 'l6: v6µtµo:, 1 Mc 3,29 o;'lpe.tv öv2Löoc;,
Sal 151,7), una funci6n del Mesfas en la apocaliptica judfa 30 •
Ninguna de oestas dos ideas es ~n ahsoluto caracteristica del cuar-
to Evangelio; la idea de expiaci6n esta notablemente ausente y
la obta de Ctisto esta presenta<la prde1e11temente cn terminos m1fo
positivos que la anulaci6n de pecados (la donaci6n de luz y vida, etc.).
No parece, pues, existir ninguna raz6n verdadera contra el empleo
de toda la expresi6n 6 aµvoc; wO 8rn0 6 cx'(pc.:>v 't~V aµcxp'tLCXV
'toO K6oµou por parte de Juan Bautista o de un relato tradicional de
su predicaci6n.
que Juan abandon6 en algun momento Betania al otro lado del Jordan
y comenz6 a trabajar en En6n junto a Salin.
3 ,24: es una nota redaccional que indica que el periodo aludido
fue anterior a 1a detenci6n del Bautista por Antipas, segun nos la
relatan Mc 6,17-18 y (quiza independientemente) Lc 3,19-20, as1 como
Josefo, Antiq., XVIII 119. Es claro que el Bautista estaba en liber-
tad durante el periodo indicado, pero el evangelista tiene evidente-
mente presentes en su mente a posibles lectores que podrfan encon-
trar dificultades en esta versi6n, ya que conodan un relato del minis-
terio de Jesus que comenzaba despues del encarcelamiento del Bautis-
ta. Tal es el relato que encontramos en Mc 1,14. Es, pues, posible
que el evangelista este «corrigiendo» a Marcos. Pero no era solo Mar-
cos el que presenta el ministerio de Jesus µaO: TO ßO::-n:naµo: ö
EKf]puE,cv 'Iw6::wr1c; que comenzaba en Galilea (Hch 10,37). Es po-
sible que nuestro autor este corrigiendo una opini6n muy extendida
de acuerdo con una informaci6n que el consideraba mejor. En cual-
quier caso, la nota fue probablemente insertada para justificar la cone-
xi6n de las dos afitmaciones: que Jesus estaba trabajando cn Judca
y que Juan estaba trabajando igualmente en En6n junto a Salin, como
si ambas cosas fueran contemporaneas.
3 ,25: este verskulo es una afirmaci6n totalmente separada del con-
texto sobre una controversia entre «algunos discipulos de Juan» 4 y
unos «judios» o «un judio» 5 • El tema de la discusi6n es la «purifica-
cion». Para los fines teol6gicos del autor, es probable que esta refe-
renda a la Ko:8o:pL<J'µ6<; (cf. 2,6) sirviera de indicaci6n de que el
bautismo de Juan era de naturaleza comparable con los preceptos
rituales de los judfos, en contraste con el bautismo regenf'.taonr oe Ja
Iglesia. Pero es muy improbable que la inventara deliberadamente
con esta intenci6n. Lo curioso es que no conduce a na<la. Pur analogfa
con otros pasajes de los evangelios, deberiamos esperar que esta refe-
rencia a una discusi6n condujera a un dialogo sobre el tema expuesto
en ella. Pero en este caso el dialogo que sigue trata de un tcma total-
4 La construcci6n gramatical no es muy clara. Seda posible construir EYE-
VETO EK TC2iv µa9T]T<'2>v '1 wavvou con EK en el sentido de su origen: «una
disputa fue suscitada por los disdpulos de Juan»; pero en vista del empleo que
nuestro autor hace del EK partitivo en otros lugares, serfa mejor entenderlo co-
mo equivalente a l;~TT]OLc; µa9T]T<'2>V T[vwv = <mna disputa de algunos disd-
pulos de Juan con unos judios (o un judio)».
s El texto es dudoso. El plural 'I ouoalwv leido por ~ ,e, fam. 13, ver-
siones latinas y el sirfaco curetoniano, ha sido confirmado recientemente por el
papiro Bodmet ( p 66 ), que, datado por expertos en paleograffa en ca. 200 p.C.
o al comienzo del siglo III, es nuestro ms. mas antiguo de una secci6n sustan-
cial del cuarto Evangelio. El singular '1 ouoa[ou aparece en ABW y otros un-
ciales, asi como en un corredor de ~. Las autoridades parecen apoyar el plu-
ral. Pero el singular serfa tan raro y «judios», sin ninguna determinaci6n ulte-
rior, aparecen tan frecuentemente mencionados como interlocutores, que su «Co-
rrecci6n» por los escribas se podrfa explicar fäcilmente. Decir que se deberfa
esperar TLv6c; con el singular y quiza el articulo con el plural es una objeci6n
de doble filo. La correcci6n propuesta T<'2>v 'I rioou en vez de 'I ouoa[ou, si
bien ingeniosa, es arbitraria e innecesaria.
JUAN EN ENON 285
Hemos visto que este pasaje se propone (en los vv. 35-37) expli-
car que fue el «testimonio» de Juan lo que condujo a los hombres a
creer en Jesus. Sin embargo, el tratamiento directo de este. tema esta
ya agotado a1 final del v. 37, donde las palabras f)KoA.ouerioav i:(f>
'I T]OOÜ constituyen 1a conclusi6n apropiada de una perkopa de este
tipo, si bien los efectos del testimonio persisten en una especie de
reacci6n en cadena: Andres es llevado a Cristo por Juan, Felipe por
Andres (? ), y Natanael por Felipe. Pero, de hecho, el interes se ha
desplazado ya a otro tema. La finalidad principal del pnsnje, 11 pnrtir
dcl v. 40, es desplegar una serie de «testimonios» suplementarios
a los de Juan, dispuestos de tal modo que diversns personas,
citadas como testigos, atribuyen a Jesus, una tras otra, varios titulos
honorificos: Andres le llama Mesias, Felipe le describe como aquel en
quien se cumplen la Ley y los Profetas, Natanael le aclatna. r.omo
Hijo de Dios y Rey de Israel. EI pasaje va desarrollandose hasta al-
canzar su culinihaci6h cuahdo Jesus mismo recoge el tema y, eri ter-
minos misteriosos, habla de angeles que suben y bajan para servir al
Hijo del Hombre, completando as1 la serie de dtulos mesianicos con
la adici6n del unico que en todos los evangelios es empleado solo por
Jesus. Esta declaraci6n, como he demostrado en otro lugar 1, esta re-
lacionada, a un nivel profundo, con toda la teologfa joan~a. Consti-
tuye, pues; una prueba de 1a intervenci6n del evangelistfl ~n la r.ompo-
sici6n de este pasaje.
Sin embargo, es dudoso que todo el material sea homogeneo. EI
tema del «testimonio» esta entremezclado con otro: el de la adhesi6n
de determinadas pcrsonas a Jesus en cnlidnd de disdpulos. Desde este
punto de vista, el pasaje es, en cierto sentido, el equivalente de las
perkopas de los sin6pticos que consignan la «llamada» de los disdpu-
lm;, si bien con una difotflnda. En lm evangelios sin6ptkos, Jc>sus
elige espontaneamente a sus disdpulos y les asigna tareas espedficas.
Los pescadores son llamados de sus redes para que le sigan y se con-
viertan en pescadores de hombres; el publicano es invitado a abando-
nar su banco de impuestos 2 • La iniciativa parte completamente de Je-
1 Interpretaci6n, 248-253.
2 Mc 1,16-20, 2,4: con paralelos en Mateo y Lucas. En Mc 10,21-22, la llamada
Ö:KoA.o69EL µot no encuentra respuesta; en Lc 9,59, la respuesta es dudosa.
En Mt 8,19 y Lc 9,57, encontramos el unico caso en los sin6pticos (a no ser
que incluyamos al endemoniado de Gerasa, Mc 5,18) de un hombre que se
LOS PRIMEROS DISCIPULOS 305
gelios. No cabe duda que este era el nombre por el que los cnstianos
de lengua aramea conocfan al apostol en los primeros dias, como de-
muestra el testimonio de las epfstolas paulinas. No se ha de suponer
que Juan tomara el dicho de Mateo y que, despues de traducir su
nt-rpoc; por KY]cpO:c;, lo volviera a traducir para sus lectores griegos.
Solo una tradicion alternativa, del genero que fuera, puede explicar
razonablemente la version joanea. Y debio tratarse de una tradicion
en arameo o muy estrechamente relacionada con la tradicion aramea de
los primeros dfas de la Iglesia.
Podemos sacar la conclusion, con el mas alto grado de probabi-
lidad posible en este terreno, de que Mateo y Juan representan tradi-
ciones divergentes e independientes en lo que respecta al nombre de
Pedro. Que estas das tradiciones estaban estrechamente relacionadas
Se desprende de la sorprendente semejanza de forma ( OU EL, el USO
de patronfmico, e1 nombre o apelativo KY]cpO:c; = nt-rpoc;) que se ocul-
ta tras las diferencias. La pregunta sobre cual de los dos, Mateo o Juan,
se acerca mas a la forma primitiva puede recibir solo una respuesta
conjetural, pero serfa dificil sostener que Mateo es claramente mas
primitivo que Juan.
Surge ahora la pregunta de si, no solo el dicho de Jesus, sino tam-
bien las demas afirmaciones que aquf se hacen tienen algun funda-
mento en la tradicion, a saber, que Pedro fue presentado a Jesus por
Sl.l h~rmano Andres y que este,, y no Pedro, fue e1 primer disdpulo
que confeso a Jesus como Mesfas. Ambas afirmaciones reivindican para
Andres el primer vueslu e11L1e los Docc, pucsto quc normalmente 5e
asigna a Pedro, no solo eh los sin6ptkos, siuu La111Lien en e1 cuarto
Evangelio. En Juan, no menos que en los otros, Pedro actua como
portavoz de los demas, especialmente en e1 pasaje que corresponde
a la pericopa de Cesarea de Filipo de los sinopticos. Si en algunos
pasajes el primado de Pedro parece disminuir al quedar compartido
por una segunda persona, no es Andres, sino el disdpulo amado quien
comparte el honor 15 • No hay, por tanto, ningun motivo obvio que
pudiera mover al evangelista a transferir el merito de la primera con-
fesi6n mesianica de Pedro a su hermano, sin que algo en sus fuentes
le autorizase a hacerlo. Hemos visto que existfa una tendencia en la
Iglesia de Asia a hacer avanzar a Andres. Mas aun, Papfas habla de
su interes por aprender de la tradicion oral «lo que habfa .dicho An-
dres». Papfas pudo ser, como äice Eusebio, 116:vu oµLKpo<; -rfi OLa-
vo(c;,x, y nosotros mismos podemos ver que su griego es descuidado
y oscuro, pero no hay razon para impugnar su honradez. Corria, pues,
en Asia durante el siglo II una tradicion oral que, al menos, pretendfa
remontarse a Andres. Es muy posible que nos encontremos aquf
ante la influencia de una tradicion de este tipo, la consideremos o no
crefble.
15 Cf. 0. Cullmann, op. cit., 27-30.
2) La llamada de Felipe ( 1,43-44)
Esta pequefia perkopa es semejante, en la forma, a los relatos
sobre la ~ocaci6n de los disdpulos en los evarigelios sin6pticos (cf. es-
pecialmente Mc 2,14 ). Muy posiblemente fue modelada en esos rela-
tos o vaciada independientemente en el mismo molde. La unica carac-
teristica que habla en favor de la hip6tesis de una tradici6n indepen-
diente es la nota adicional: fjv ÖE ö <l>(A.LTiitoc; Ö:ito Brieamöa EK
Tfl<; 1tOAEWc; 'Avöpfou Kal nf:rpou (de nuevo «Andres y Pedro»,
hacemos notar, y no «Pedro y Andres», como hubieran dicho los si-
n6pticos). Es diHcil dar un motivo que hubiera podido inducir al evan-
gelista a inventar esta afumaci6n o incluso un motivo para que la hu-
biera incluido en absoluto, si no es el interes por. lo que crefa ser un
hecho hist6rico 16 • La afirmaci6n no pudo tampoco derivarse de los
sin6pticos, que han hecho pensar a casi todos los lectores que la ciu-
dad natal de Pedro y Andres era Cafarnaun. En cualquier caso, vivfan
en una casa de esta ciudad, con la suegra de Pedro, mientras Jesus
trabajaba alli, segt]n Mc 1,29-31. Y, aunque los sin6pticos mencionan
repetidamente Betsaida, especialmente como escena de varios öuv6:-
µac; (Mt 11,21; Mc 8,22; Lc 9,10), no hay ningun indicio de que al-
guno de los disdpulos fuera natural de ese lugar. Una vez mas, como
en el caso de otros datos topograficos que aparecen en este Evangelio,
parece razonable tomar la afirmaci6n en su sentido inmediato, a saber,
como una informaci6n que habfa llegado hasta el evangelista, proce-
<leule <le Ulla fuente quc cl consideruba digna de credito 17 . Sera qniza
oportuno recordar una vez mas que Felipe ocupaba un puesto especial
en · la estima de la lglesia de Asia y que Papias ofrece pruebas Je
16 La afirmaci6n de que Felipe era compaisano de Andres y Pedro parece
qµerer explicar por que aparece en la escena inmediatamente despues. Esto se-
ria mas natural si tomamos como sujetos de los verbos i']6f.AT]CJEV y eup(aKEl
no it Jesus, sino a Andres, lo cual tenderfa a confirmar la lectura Trpßi:ov en
l,4L Lo primero que l:üzo Andres fue hmc.ar a su hermano; luego, antes de
partir para Galilea, su regi6n natal, encontr6 a su compaisano Felipe. Debemos
entender, pues, que, despues de encontrarle, este le llev6 a Jesus,. como habfa
hecho con Pedro. Hay, pues, suficientes motivos para las palabras ~K i:fic; TrO-
A.tc.:ic; 'A. KCXl n., pero no una raz6n especial para introducir el nombre de
Bet8aida, a no ser que el evangelista creyera que esta era de hecho la Tr6A.tc:;
en cuesti6n; como probablemente tenfa razones para creer.
J 7. En 12,21 se aduce otra vez el hecho de que Felipe procedfa de Betsai-
da; en ese pasaje se afirma claramente, como esta quiza impHcito en 1,44, que
Betsaida perteneda a Galilea. La Betsaida que construy6 el tetrarca Filipo y
a la que puso por nombre Julias estaba en Gaulinitida, al este del Jordan y
del Mar de Galilea (Josefo, Antiq„ XVIII, 28; B.J., II, 168). Pero esta regi6n
pudo' ser, administrativamente, parte de Galilea; en cualquier caso, parece que
eXisda una cierta imprecisi6n de terminologfa en estas partes: Judas de Gama-
la . (Antiq„ XVIII, 4) recibfa indiferentemente el nombre de fcxuA.av[i:J]c;
(ibid.) y de fcxA.tA.a:i:oc; (ibid. 23). No hay pruebas suficientes de una ciudad
con ese nombre en la ribera occidental. Es comprensible que persistiera el
pombre antiguo · entre los habitantes del lugar despues de la refundaci6n. Pero
un escritor posterior, sin lazos que lo ligasen a la tradici6n, escribirfa proba-
blemente '1 ouA.t6:c:;, como casi siempre hace Josefo.
312 JUAN BAUTISTA
que una tradici6n oral que pretendia derivar de Felipe corria por
aquella provincia en el siglo II. Es, pues, posible que nos encontremos
de nuevo en la Hnea de transmisi6n que :finalmente lleg6 hasta Pa-
pias. Sin embargo, si bien la llnea de transmisi6n era asiatica, la tra~
dici6n dificilmente se form6 alli, ya que demuestra interes por 1a to-
pografia palestina.
LOS DICHOS
I
DISCURSO Y DIALOGO
EN EL CUARTO EVANGELIO
Juan Lucas
Se acercan ElTIOV Tipoc; aÖTOV ol Ö:OEAcpol rcpoa~A.96:v TlVE<; TQV cpa-
a Jesus aÖTOU pLaa(cuv MyoVTE<; auTCi)
Le brindan µETaß~SL EVTEU9Ev Km u11a- El;EA.9E Kal TIOpE6ou EVTEu9Ev
un consejo yE Etc; Ti]v '1 ouoalav
Aducen una ouoElc; yap n lv Kpum0 ön 'Hpworic; eE./\a aE ä:rcoK-
razon 110LE'l. . . TElVaL
Jesus rechaza A.E.yEL o:uTo'lc; 6 '111aouc; lyw Kai. EITIEv auTO'lc;, toou
el consejo OUK ä:vaßalvcu de; Ti]V EKß6:A.A.cu omµ6v~a K.'r.A.
EopTi]v TaUT.T]V ...
Aduce una öTL o tµoc; Kmpoc; oö11cu ÖTL oÖK lvoE.xETm Tipocpi]TT]V
razon TIETIAijpcuTm ä:110A.fo8m El;cu '1 Epouaa-
A.i'] µ
estaba entre los que eran citados por la forma mas antigua del kerygma
como testigos de la resurrecci6n (1 Cor 15,7 y cf. Gal 1,19). Segun
Mt 28,10 y Jn 20,17 21 , a los O:öi:.A.cpo( de Jesus se les envicS un men-
saje anunciando la resurreccicSn, y este hecho podria estar relacionado
con la aparicicSn a Santiago, ya que no veo ninguna razcSn para que los
O:öi:.A.cpo( de esos pasajes no sean las mismas personas a las que se
aplica normalmente el termino. En una palabra, los O:öi:.A.cpo[ de Jesus
son figuras bien establecidas en la tradicicSn primitiva, si bien el relato
evangelico no define claramente su posicicSn. Es probable que esta pe-
rkopa de Juan, con tantos puntos de contacto con otros elementos
de la tradicicSn que podemos razonablemente considerar primitivos,
procediera del depcSsito comun, aunque el evangelista la ha redactado
en su propio estilo para convertirla en introduccicSn de una de sus
mas elaboradas composiciones: la secuencia de dialogos polemicos
contenida en los capitulos 7-8 22 •
Solo las palabras iniciales de este dialogo revelan una derta seme-
janza con el comienzo del dialogo sobre el pago del tributo eu Mc 12,14
y un paralelismo aun mas estrecho con la versi6n del mismo dialogo
en el Papiro Egerton 2.
Juan Pap. Eg. 2 Marcos
paß IM füM:aKaAE 'IT)aOÜ fü56:aKaAE
oU'>c:xµev ön cXiro oi'.f>aµev Öi:L O:ito 9eoü ol'.f>aµev ön O:A.TJiJc; er
9eoü
EAT)A.u9ac; BLBO:crKaA.oc; EA.f]A.u6ac; Kal oÖ µEAEl aot
itepl oöf>ev6c;
oöf>elc; yO::p Mvcrrm ä yap au 1tOlELV O:AA.' Eit' d:AiT)6E[a:c; TTJV
i:aÜi:a: i:a OTJµEla 6Mv i:oü 9eoü
EaV µTj D O 9Eoc; µapi:upe'i: füt>aaKE lC:
1t0LELV ä au 1tOLELC: uitep i:ouc; itpo~f]i:a:c;
flE1:' aÖi:oÜ it6:vi:a<;
1) Jn 13,16:
ÜÖK fonv ßoOA.oc; µEl~wv Tou Kup[ou aÖTou
oußE: cX'TCOOTOAOc; µcl~wv TOU m:µtjJmnoc; aUTOV.
2) Jn 12,25:
·o <j>LAWV 'Il'jV ljJUXllV o:ÖTou
Ö:TIOAAUEL CXV'I~V,
Krxl ö t11nmv 'l11v 1J1uxr1v 'CXÖ'lou
ev "0 K6oµcp 'tOl.'.l't<p
El<; i:;cuT]v a:lc0vtov
<j>UAa~EL a:(n~v.
Mc 9,37 Lc 9,48
"Oe; O:v €v -rwv TimOlcuv -rou-rcuv "Oe; ECxV oE.t;rp:m TOUTOV TO
OEC,YJTCXl TICXLOtOV
ETIL -rC{'l 6v6µ:cx-r[ µou ETIL -rC{'l 6v6µmi µou
Eµe oE.xnm, Eµe oE.xE-rm,
Kal Be; O:v Eµe OEXYJTm KO:L öc; av EµE OEXYJTCXl
OUK EµE oE.xnm
aA.A.a -rov aTioa-rEiA.aVTO: µE.
4) Jn 20,23:
"Av TLVCilV Ö::<JlfiTE -rac; aµap-r[cxc;,
Ö::<JlECilVTCXL cxö-rotc;·
äv TLVCilV Tipa-rfiTE,
KEKp&l"T]VTCXl.
Casi las mismas palabras, con el cambio del plutal en singular, apart:-
cen en el rlkho rlirigklo a Pedro en Mt 16,19. Se ha solido a:firmar
con frecuencia que Juan ha adaptado el texto mateano a lectores gen-
tiles para quienes la expresi6n «atar» y «desatar» resultarfa oscura.
Parece que la forma joanea es una buena versi6n de ·1a mateana, al
menos en su aspecto. Los terminos öi:.l:v, AUE.LV representan induda-
blemente a los arameos il;l~ y ~1t(i, y a los hebreos iC~ y i~r:i0
(como en Josefo, B.]. I 111 estos mismos terminos estan representados
por /....uelV Kai öi:.crµi:.l:v) 17 • En la literatura rabfnica estos terminos
parecen cubrir dos formas distintas del ejercicio de la autoridad en
la sinagoga. Su significado mas corriente es «prohibir» y «permitir»
respectivamente; pero pueden emplearse tambien en referencia a la
imposici6n y supresi6n de la excomuni6n, en cuyo caso significan
«excomulgar» y «teadmitir a la comunion» respectivamente. El dicho
joaneo parece contemplar el caso de una persona que, por encontrarse
en estado de pecado, esta en ese momento fuera de la comuni6n de
la Iglesia 18 • «Perdonar» su pecado equivale a admitirlo a la comu-
11 Cf. S.-B. ad Mt 16,19.
18 Puede quedar abierta la pregunta de si se concibe a tal persona como a
un pagano que se convierte y. solicita la admisi6n en la Iglesia o como a un
348 LOS DICHOS
mon, idea que puede expresarse por medio de A.6av, N4~, i~J;ii'.f,
«Retener» su pecado es prolongar su exclusi6n y, aunque esto no es
exactamente lo mismo que ÖELV, iC~, iC~, no esta tampoco muy
lejos de este sentido. Parece, pues, posible que se pudo emplear aµa:p-
na:c:; ö:cpu~.va:L, Kp<rrELV como parafrasis de expresiones arameas que
resultarfan totalmente ininteligibles a oidos griegos y no mucho mas
inteligibles al ser traducidas por AUELV y ÖELV. Sin embargo, si atribui-
mos esta parafrasis. al cuarto evangelista ( que se supone que tenfa a
Mateo ante sus ojos y que lo estaba «reelaborando» libremente),
chocamos con la dificultad de que las expresiones Ö:cpu~VCXL aµa:p-r(a:c:;
y itp<rrELV no se encuentran nunca en. el cuarto Evangelio fuera de
este pasaje. Se podrfa sugerir la posibilidad de que, dado que las «re-
gulaciones eclesiales» de Mt 18,15-20 comienzan con preceptos rela-
tivos a la excomuni6n (EO'tW OOL WOTIEP 6 E8VLKO<::; Kai 6 'tEAWV11<::;)
y readmisi6n (EKEpörioa:c; 'tOV Ö:5EA.cp6v) de un miembro pecador
de la EKKAT]O(a: y conducen a la pregunta sobre la ä:cpEmc:; aµa:pn&v
( 18,21), un lcctor atcnto pudo concluir que «atan> y «desatar» JeLfan
ser interpretados en terminos de perd6n y pudo tomar el termino
Ö:cpLEVO:l aµa:p't(a:c:; del contexto. Pero esto parece un tanto rebusca-
do y, por lo demas, no explica el empleo de KpO:'tELV, que (como
demuestra Strack-Billerbeck) no corresponderfa exactamente a ÖELV
sino probablemente a expresiones como it;i~ l'11.l1P, (Sal 130, 3;
LXX ita:pO:'tT]pE'lv ö:voµ(a:c:;). En una palabra, el intento de derivar
Jn 20,23 de Mt 18,18 fracasa. Es improbable que sea una invenci6n
librc dcl eva11gelista, ya que conlie11e Jus JJalaLtas yue eu el serfau
&rro:E, A.ty6µtvo:. Parece, pues, que estatnos obligados a postular una
forma alternativa de tradici6n, relativa a 1a autoridad confiada por eI
Sefior a los ap6stoles, que serfa semejante, aunque no identica, a la
tradici6n seguida por Mateo y que habrfa sido utilizada independiente-
mente por el cuarto evangelista.
Asi, pues, para estos cuatro casos que merecen ser clasificados como
«casos privilegiados» se puede sacar la conclusi6n, con el maximo grado
de probabilidad alcanzable en estas materias, de que Juan no depende
de los sin6pticos, sino que transmite independientemente una forma
especial de tradici6n oral comun. Examinaremos ahora algunos dichos
ulteriores en los que, de nuevo, la forma y el contenido son tan se-
mejantes en Juan y en los sin6pticos que apuntan hacia una deriva-
ci6n de una tradici6n comtin, aunque las pruebas en favor de una uti-
pide (B a, b). Parece que aqui hemos pasado del terreno tradicional
del que parte el evangelista a su contribuci6n teol6gica personal.
Es claro que tras estos pasajes del cuarto Evangelio se oculta una
tradici6n que es tambien comun a los sin6pticos. Parece que los fe-
n6menos se podrfan explicar mediante la hip6tesis de que Juan tenfa
a Mateo ante sus ojos, pero la evidencia no impone esta conclusi6n.
La libre variaci6n entre los verbos ~hö6vm y A.aµßav::.tv y el modo
como el lenguaje y las ideas presentes en dos pasajes diferentes de
Mateo se unen en Juan inclinan la balanza en favor de una utiliza-
ci6n independiente del material tradicional.
sentido pretendido por los sin6pticos parece ser: «Si alguien desea
acompafiarme en mis viajes (~en mi ultimo viaje a Jerusalen?) debe
seguirme». En Juan es: «Si alguien desea servirme el unico modo de
hacerlo es seguirme». El verbo 5LaKOVELV no aparece en el cuarto
Evangelio fuera de este verskulo, excepto en un sentido literal de
servir a la mesa (12,2; cf. 2,5, donde los 5L6:KOVOL son los sirvien-
tes) 23 • No es, por tanto, muy probable que Juan haya introducido por
propia iniciativa este verbo al reelaborar un dicho tomado de los
sin6pticos. Es mas probable que este dicho tan fundamental fuera
transmitido por mas de un canal. En las dos formas se dirige sin duda
a la Iglesia, que esta llamada a sufrir por Cristo en el mundo, pero
en ambas se remonta al ministerio hist6rico de Jesus. Si es posible de-
tectar alguna diferencia, esta es que f:>LCXKOVELV es mas facilmente
aplicable a la situaci6n de los cristianos en el mundo que ÖTILO(i) µou
E.A.0ELV, y, si es asi, la forma de tradici6n que se oculta tras el cuarto
Evangelio delata quiza un Sitz im Leben algo mas alejado de la situa-
ci6n hist6rica original en la vida de Jesus.
7) a) Jn 13,17:
Et -rcxfrra o'ff>a-rE, µaK6:pwl EITTE E.av
TIOlfjTE aÖ-ra.
Cf. Lc 11,28:
MaK6:ptot ol d:Kouov-rEc; -rov A.6yov
TOÜ 9EOÜ Kal <J>UA.6:oaov-rEc;.
b) Jn 20,29:
MaKO:ptoL ol µTj LOÜVTE<; Kal mo·m.JoavrEc;.
Tenem6s aqi.i1 tm rn::wMisrno relativo· a·los cjue ven; Juan parece decir:
,,No, bcnditos los que no ven, pern tienen fe». Por tanto, e1 Sitz im
Leben del dicho joaneo es la situaci6n de la Iglesia despues de la re-
surrecci6n (cf. 1 Pe 1,8: üv uuK l56V'tE~ O:yo:rra'LE), mientras que fa
forma sin6ptica tiene solo sentido en el contexto del ministerio hist6-
rico de Jesus.
Podrfamos muy bien pensar que el evangelista tenfa ante si el
dicho reproducido en Mateo y Lucas, fuera que lo encontrase en esos
escritos o en otro lugar. Pero quiza hay algo mas que decir. EI ma,
carismo de Juan va precedido casi inmediatamente de otro dicho:
Jn 20,27: MT] y[vou cXTILOTO<; aA.A.a m01:6c;.
8) Jn 12,47:
OUK rp.„9ov i'.va KplVCil TOV K6oµov
(1),),' i'.va owow TOV K6oµov.
Lc 19,10: TjA:HEv 6 uloc; -roO O:v9pcimou (r11:fiom Kal o&'Jom -ro O:noA.cuMc; 21
Lc 12,49: rrOp TjA.9ov ßqA.E'lv E.rrl TTJV yfjv.
Mt 10,35: TjA.9ov f>Lxaom äv9pcurrov Ka-ra -rou rra-rpoc; aihoO.
Jn 10,10: E.y6 TjA.9ov tva Z:c.ui']v E'xcuotv 2s
Jn 12,46: cp&'ic; EL<; -rov K6oµov E.A.T]A.uea 'lva rrcxc; 6 mo-rEucuv de; E.µE. E.v -rfi
OKO'lLQ µTj µELV[l.
Ev. Ebion.: Tj/\9ov Kma/\Oom -rac; 9uo[ac;.
Ev. Aegypt.: Tj/\9ov KaTaAUOCXL Ta f'pya -rfjc; HriA.Elac;.
Mt 5,17: µT] voµtori-rE Ö'lt TjA.9ov KmaA.Oom -rov v6µov fl -rouc; rrpocp~-rac;.
Mt 10,34a: µT] voµ[orp:E ön i'j A.9ov ßaA.E'i:v dpi']vriv E.rrl -ri']v yfjv 29
Pap. Eg. 2: µT] OOKElTE ön i'jA.9ov Km,riyopfjoCXL uµ&'Jv rrpoc; TOV rrmf.pa
µou 30.
Mc 2,17: ouK i'jA.9ov KaA.fom OtKofouc; O:A.A.a O:µap-rcuA.ouc; (y paralelos).
Mc 10,45: 6 utoc; -rau c:Xv9pc0rrou ouK TjA:9Ev 5taKovri9fivm &.A.A.O:
OtaKovfjom (y paralelos).
Mt 10,34b: ouK i'jA.9ov ßaA.E'lv ELpi']vriv &.A.A.O: µO:xmpav.
Jn 12,47: ou y<'xp TjA.9ov 'lva Kp[vcu TOV K6oµov aAACT i'.va owocu TOV
Koaµov.
Lc 9,56: 6 yap uioc; -rou &.vepwrrou ouK i'jAHEv t!Juxac; &.vepwrrcuv
&.rro"-Eom &.A.A.O: cr&'Jom.
Los cinco ultimos pasajes, cuatro tomados de los sin6pticos y uno del
cuarto Evangelio, coinciden en la forma OUK ~A.eov ... aA.A.&., que es-
taba evidentemente bien establecida en varias ramas de la tradici6n.
Juan parece haber redactado aqui un dicho tradicional en sus propios
terminos: Kp(vELv y K6op.oc; son dos de sus palabras favoritas. EI
dicho reelaborado mas a fondo en 3 ,17: ou yO:p cXTIEo'lELAEV o 0e6<:
'lov utov slc; i:ov KOO[.lOV 1'.vo: Kplvn Tov K6aµov, &.'AA.' tvo: oC08fi
o K6oµoc; öt' au'loÜ. En cste contexto el dicho aparece como patt~
i,
ü Este dicho ttene un contenido set:rteja1ue a Lc 9,)6, peru uifiete uota-
blemente en la forma. No hay la mas minima raz6n para suponer que 9,56 se
deriva de 19,10.
28 Juan prefiere la construcci6n con tva, pero le gusta reforzarla con la
adici6n de de; -rou-ro o algo semejante: 18,37: ·de; -rou-ro E.A.T]A.u9a de; -rov
K6oµov i'.vo: µap-rupijoc.u -rft aA.riHE[Q; 9,39: EL<; Kp[µa E.y6 EL<; TOV KOO-
µov -roO-rov i'jA.9ov i'.vo: ot µT] ßA.E.rroV'lE<; ßA.E.rrcuotv K.T.A.. De modo seme-
jante, hablando de Juan Bautista: 1,7: TjA.9Ev de; µapwp[o:v i'.va µapwpi]on
TIEpl -rou cpcu-r6c;. ·La construcci6n EPXEo9m con infinitivo la usa solo una
vez: 4,7: EPXETCXL yuvi'] EK -rfjc; :Laµcxpixxc; av'LAfjoat Ü5U)p. En esta pre-
ferencia por la construccioh con Yvu: a expe11sas ud iuflnitivo, asf como cn al"
gunos otros rasgos del lenguaje, Juan preanuncia el desarrollo hacia el griego
moderno mas que ningun otro autor del NT (cf. Geldart, The Modern Greek
Language, apendice I sobre el griego los Evangelios de Juan y Lucas, paginas
179,188).
29 En el paralelo Lucas dice: 50KEhE ön Elpi']vriv rrapEyEv6µriv oouvm
E.v -rfi yfi; (12,51).
30 · Esto parece ser una modificaci6n de Jn 5,45: µTi 5oKEhE ÖTL E.y6 Ka-
-rriyopijocu uµwv Tipoc:; TOV 'TraTf.pa. La forma ap6crifa es ciertamente secun-
daria, ya que i'jA.Hov implicarfa «he venido a este mundo», pero nadie pensa-
da que la acusaci6n de los judios increyentes ante el trono de Dias tenfa lu-
gar «en este mundo». N6tese, con todo, cuan fäcilmente pasa el autor a la
forma habitual E'pxrnem con infinitivo.
356 LOS DICHOS
9) Jn 3,18:
·o TILO'lEUWV de; aU'lOV ou Kp[vELaL
6 µi'] TILO'lEUWV T]B11 KEKpl'laL.
10) Jn 3,3:
, Aµi']v, qµi']v Myw OOL, M:v µ~ TLc; YEWYJ9fi. avwHEV ou OUVaLCXl
lös"lv ·rt'1v f;kxr:n/..E(o:v wfl flpnfl .
.3,5:
'Aµi']v, O:µfiv A.f.yw 00.L E.av µi'] TLc; YEVVYJ8fl Ef, ööa-roc; KCXl
'ltVEuµm:oc; ou Mvm:CXL EloEA9E"lv de; TTJV f:>txoLA.Etcxv wü 9rnü,
Cf. Mt 18,3:
'AµTjv. Myw uµ"lv, ECXV µi'] OTpCXCj>fjTE KCXl YEVY]09E wc; TeX TICXLOlcx
ou µi'] dof.A.9Y]TE de; TTJV ßcxmf...E[cxv T&'iv oöpcxv&'iv.
(d:µT]v) A.E.yw OOL (uµ'lv). Mas aun, este es el tinico pasaje en que
Juan usa la expresi6n ~ ßam'"A.E(a 'tOÜ 0c.o0, que es tan frecuente en
los sin6pticos. La explicaci6n 16gica serfa que Juan ha tomado el afo-
rismo de Mateo y lo ha adaptado a sus propias finalidades; y esta
podrfa ser una verdadera explicaci6n en este caso concreto. Sin embar-
go, hay algunos rasgos que nos podrfan hacer pensar. En primer lugat,
Mt 18,3 usa la expresi6n ~ ß.am'"A.c.(a 't&v oöpav&v, que aparece
a1 menos 33 veces en el pri:mer Evangelio, mientras que ~ ßam'"A.c.(a
TOÜ 0c.o0 no esta documentado mas de cuatro 38 • En Marcos y Lucas
esta segunda expresi6n es la normal. Sin embargo, si Juan sigui6 a
uno de los sin6pticos, este debi6 ser Mateo, ya que los paralelos par-
ciales de este dicho en Marcos y Lucas 39 difieren notablemente tanto
de Juan como de Mateo. Mas aun, mientras la expresi6n c.lac.'"A.0c.'lv
c.lc; -ri]v ßaaL'"A.c.(av aparece seis veces en Mateo, este evangelista no
emplea nunca la expresi6n löc.'lv 'tTJV ßaaL'"A.c.(av 40 , que aparece en
Juan como alternativa. Resulta, pues, una vez mas, como en algunos
otros casos, que, si Juan dependfa de alguno en absoluto, tuvo que
tener dos o mas evangelios arlle sus ojos. Dauo que hemos encontrado
razones s6lidas para pensar que tenfa acceso a un cuerpo alternativo
de tradici6n, tambien este dicho pudo llegar hasta el en una forma
muy semejante, pero no identica, a la que lleg6 hasta Mateo. Pero en
este caso los datos no avalan una conclusi6n segura. De todos modos,
Juan esta construyendo sobre tradici6n anterior, sea que llegara hasta
el oralmente o a traves de otros evangelios. Es con todo improbable
que su doctrina de la regeneraci6n se desarrollara directamente a par-
tir de este dicho 41 •
11) Jn 10,15:
ywciiaKEL µe 6 n:a-rt'Jp Kd:yw yLvciiaKw -rov n:a-rEpa.
En los dos evangelios los mss. ofrecen lecturas variantes, con una: cierta
medida de asimilaci6n entre las dos. Mas ailn, escritores primitivos
citan frecuentemente el dicho en terminos que no coinciden exacta-
mente con el texto de ninguno de los manuscritos 43 • No es este el
lugar de tratar los complicados problemas textuales que se plantean.
Pero todo hace pensar que las variantes no se deben siempre a simple
corrupci6n de los mss., sino que son prueba de que el aforismo, ·al
igual que otros dichos importantes y fundamentales, fue transmitido
a traves de canales diferentes de la tradici6n y de que las variantes
verbales surgieron en el curso de la transmisi6n oral, sin llegar a des-
truir la forma ni a alterar el sentido general. Si es asi'., no es necesario
dar una explicaci6n de las semejanzas y diferencias entre Juan y los
sin6pticos a base de una teorfa de dependencia literaria. Ciertamente,
Juan ha puesto el aforismo en un contexto que le cönfi.ere un espe-
cial sabor teol6gico. Pero incluso en la versi6n sin6ptica ha sido con-
siderado como curiosamente «joaneo» -ha sido llamado «un meteo-
rito del cielo joaneo»-, muy patecido a cotno en Jn 3,3 la expresi6n,
singular en Juan, «el Reino de Dios» nos ha pareddo casi un elemen-
to d~ miit~riiil «sinnptkm> ~n d rnarto Evangelio. Los dos juntos
pueden aclarar aptamente el tema que ha ido surgiendo cada vez con
mayor claridad en esta investigadon: que detr:is de Juan y de Im:
sin6pticos se oculta un cuerpo s6lido de tradici6n comun, utilizado
diversamente por los diversos evangelistas. En cualquier caso, el dicho
que estamos considerando ahora pertenece a la forma mas primitiva
de tradici6n en que podamos . esperar entrar, ya que nos es posible
seguir su pista hasta el perfodo anterior a la formacion de la fuente
tratamiento clasico en Norden, Agnostos Theos. Quisiera hacer notar de paso
que la idea del «conocimkntm> en la literatura de Qumran, supuesto anteceden-
te directo de la doctrina joanea, pertenece a una mentalidad notablemente di-
ferente (cf. W. D. Davies, Knowledge in the Dead Sea Scrolls and Matthew
11,25-30: «Harvard Theological Review» 46 [1953], publicado de nuevo en
Christian Origins and Judaism [Darton, 1962]).
43 Las diferencias mas llamativas son el empleo de eyvc.> en vez de ( E.m) y L-
vci>crKEL y la trasposici6n de las oraciones. La mayor parte de los comentaristas
han tratado el problema textual (un resumen util en McNeile ad Mt 11,27 y
valioso material en la discusi6n de Merx ad loc.; · cf. tambien Norden, op. cit.,
277-308), generalmente con la intenci6n de fijar el texto original de los evan-
gelios can6nicos. Para lo que ahora nos interesa las variantes textuales son im-
portantes mas bien en cuanto pruebas de variaciones en la tradici6n.
360 LOS DICHOS
comun (oral o escrita) a Mateo y Lucas (Q); y el examen de. los textos
sugiere que, antes de que fuera puesto por escrito, habfa desarrollado
ya formas variantes, tres de las cuales aparecen independientemente
en Mateo, Lucas y Juo.n, mientror. qm~ otrn::. sc cnrncntr;m cn vcrsio-
nes antiguas y en citas patrfsticas. Corno en el caso de otros dichos
que hemos estudiado, Juan lia enLtelejiJu a4ui habilmeuLe material
tradicional en el tejido de su discurso, pero sin llegar a transformarlo
hasta hacerlo irreconocible 44 •
Afiado ahora dos dichos en los que la forma aforistica esta ausente
u oculta en uno de los evangelios, pero que revelan una semejanza tan
sorprendente que parece probable inferir una tradici6n comun.
12) Jn 17,2:
"EowKa<; aö-rc;'i (es decir, -rc;'J ulc;'J) EE.ouo(av 'ITcXOYJ<; oapK6<;.
gelio 48 ni de los escritos heleni'.sticos con los que Juan tiene. una cierta
afinidad. Es de hecho exclusivamente biblica 49 y la expresi6n rraoa:
o6:pE, es muy frecuente en los LXX como traducci6n de 1~~-,f .
De los ocho casos del Nuevo Testamento cinco son citas del Antiguo
Por tanto, la locuci6h es rara en todos los autores del Nuevo Testamen-
to que resulta sorprendente 50, especialmente en un autor conio Juan.
La expresi6n EE,ouo(a: rr6:011c; oa:pK6c; no se encuentra en el Antiguo
Testamento. La mas parecida aparece en la parte del libro de Daniel
cuyo original hebreo ha desaparecido: Bel y el Drag6n, 5 (segiln LXX
y Teodocion): TOV ( lµ>vca:) 8EOV TOV KTLOGXVTCX: TOV oupa:vov KCX:l
.-r~v yflv Kal Exov-ra: rr6:011c; aa:pKoc; KUpE(av. EI termino KupE(a:
( tambien KUpLELCX: y Kup(a:) es sin6nimo de EE,ouo(a: ( «potestad» ).
En Dn 11,3.4(5) traduce 'rdOO; fuera del libro de Daniel el termi-
no i1,rd00 recibe frecuent~~e~te la traducci6n de EE,ouo(a: 51 • Por
tanto; ia' ~ferencia entre «potestad» (EE,ouo(a:) y «soberanfa» (Ku-
pEla:) no es sustancial. La frase entera «le ha sido dada potestad»
(Eö68TJ EE,ouo(a) se encuentra en la versi6n de los LXX de Dn 7,14,
donde se describe la investidura del Hijo de Hombre: EM8TJ a:u-r:Ct>
EE,ouo(a: q~?f) Kal nµ~ ßa:atALK~, Kal rr6:v-ra -r:O: Eev11 -r~c;
y~c; Ka-rO: YEVTJ KCX:L m:Xoa o6E,a a:ö-r:Ct> A.a:-r:pEuouaa:· KCX:L ri
EE,ouo(a au-roO EE,ouo(a a:lc.0vLOc;. La versi6n de Tcodocion dice:
CX:UT0 Ef>68TJ YJ apx~ Kal 11 nµ~ KCX:L 11 ßa:OLAELO:, Kal rr6:VTE<; ot
A.a:ol cpuA.a:l Kal yA.&oom .oouA.Euooumv a:u-r:ct>· 11 Ef,ouo(a: a:u-roO
EE,ouo(a: a:lc.0vwc;. Sc acepta genera:lmente que detras de esta escena
de la entronizaci6n del Hijo de hombre sobre los anitnal.es se ocultan
muchos elementos tomados del simbolismo de la creaci6n y que la
soberanfa entregada a1 Hombre es el · cumplimiento Je la concesi6n
de soberanfa sobre los seres creados que en Gn 1,28 (cf. Sal 8,7-8)
forma parte del relato de la creaci6n y que se repite luego en la alianza
con Noe despues del Diluvio (Gn 9,1-17) (un pasaje en el que la ex-
presi6n rrcxoa o6:pE,, en .su sentido mas amplio, se repite como un
estribillo ). Estos pasajes de Gn son una de las fuentes del mito del
"Av8pcurroc; celeste que .aparece en Poimandres 52 •
Desde esta perspectiva, acerquemonos ahora de nuevo a Jri 17,2-
Podemos decir que la frase EOCUKac; a:ö-r:c$ EE,ouo(av rr6:0YJ<; oa:pK6c;
es un compendio, en un lenguaje totalmente biblico, de la visi6n de
48 Cuando Juan quiere decir «humanidad» usa K6aµoc; (3,16; 4,42; 8,26,
etc.), aunque en otros pasajes el mismo termino tiene un sentido peyorativo.
49 Es decir, se encuentra solo en traducciones de documentos hebreos (o
arameos) o en escritos influenciados por estos.
so Solo en Mc 13,20 (Mt 24,22) y 1. Cor 1,29, aparte de. nuestro presence
pasaje, esta usado pol: autores del NT inqependientemente del AT, y ambos pa-
sajes son imitaciones bastante claras del lenguaje veterotestamentario.
51 Fuera de Daniel y 2 Mac 8,35, el.Unico caso de i<upe(cx en los LXX es
Is 40,10, gonde 1; n?~b 1))i! es parafraseado por ö ßpCX)(CCilv µe-rO: ·Kup(a<;.
52 Sobre la .relacion enre el Gn y Poimandres cf. mi libro, The· Bible and
the Creeks, 145-169. '
362 LOS DICHOS
13) Jn 5,30:
ou l;;rrrß i:o 901.11µ0: i:o tµ6v,
aA.A.0: i:o 9EA.l]µcx i:oO 1IEµlj>cxvr6c; µE.
6,38:
( Kcxi:cxßEßl] Kcx crno -roQ ou pcxvoQ)
uux i'.va: TCOLW i:o 9E.A.:qµa: i:o tµ6v,
aA.A.0: i:o 9EA.l] µex i:oO 1IEµlJlcxvi:6c; µE.
Cf. Lc 22,42:
µTj i:o 9EA.l]µ6: µou <XA.A.O: i:o oov ytvfo9w.
14) Jn 3,8:
-ro TCVEܵa ÖTCOU 0eAEl TCVEl,
Kal 'TTJV cpr..:ivi'jv aÖ-roÜ d:KOUEL<;,
dA.A.' oÖK off>ac;
rc60Ev EPXE-rm Kal rcoü 6rcayEL.
Cf. Mc 4,27:
6 orc6poc; ßA.aa-r~ Kal µT]KUVE-rat
Qc; OUK olßEV au-r6c;
m'.i-roµa-tn f] yfi KaprcocpopEi.
FORMAS PARABOLICAS
Los sin6pticos no tienen una forma regular para aplicar las parabolas,
pero el metodo seguido aqu1 no carece de paralelos: la repetici6n de
la idea central de la parabola (posiblemente, como aqu1, con las mis-
mas palabras o con terminos semejantes), trasladada de los personajes
del relato a los oyentes (a veces, como aqu1, con el empleo del pro-
nombre enfatico). Aqu1 tenemos:
ATJ'ITT]V EXEl, contestado por AU'ITT]V EXE1:E
füO: -ri']v xap6:v, contestado por XOPTJCTE1:m uµWV TJ Kapfüo:.
Cf. Mc 13,34-35:
EVETE[Aa-ro 1'.va yp11yopft/yp11yopti:-re oov .
.Mt 24,43-44:
El ft BEl 0 OLKOBEO'Tt6TY]<;, EYPTJY6PT]'CTEV av/füO: 1:00-ro Kal üµEi:c;„.
Lc 14,31-33:
-r[c; ßamA.e6c;„.ouxt Ka0laac; Tip&'i-rov ~ouA.e6ae-rm Et Buva-r6c; fo-rlV;
oö-rwc; oov 'TtCX<; Ef, uµ&'iv.„oö Mva-rm ELVa[ µou µae11-rf],c;.
Lc 17,9-10:
µi'] EXEl xaplV -r4'> BoGA.cp; / o(hcuc; Kal uµEi:c; AEYE1:E CSu qoüA.ol
axpcfo[ eaµev.
anda de noche no tiene E.v au-r<{) 20 puede quiza entenderse mas facil-
mente como referencia a la «luz interiot» que al cpwc,; -roD K6crµou
-rourou, que figura en la parabola. Sin embargo, Juan no dice en
otras partes que alguien tenga la luz divina «en» si mismo. En 12,35,
-ro cpwc,; E.v öµ'lv E.cr-r(v, la preposici6n E.v significa «entre» y toda
la frase · alude a la Palabra encarnada que se mueve en la escena hu-
mana, como en 1,14 EOK~VWOEV E.v T]µ'lv. Por otra parte, Mateo
( 6j2.3) y Lucas ( 11,.35) emplean la expresi6n -ro cpwc,; -ro E.v croL
Estos Ultimos pasajes han comparado el cuerpo con una habitaci6n
iluminada por una Iampara. Si la Iampara es clara, toda la habitaci6n
queda invadida de luz. Si la lampara. no arde bien, la luz que hay en
la habitaci6n apenas si es mas clara que las tinieblas. Lo mismo oci.I-
rre con el cuerpo y el ojo, que es la Iampara. La expresi6n -ro cpwc,;
-ro E.v cro( pudo surgir de la misma comparaci6n. Pero para una psico-
logfa ingenua, la comparaci6n podrfa quiza ser mas que una meta
analogfa; se concibe el cuerpo como iluminado por el ojo y, por tanto,
hay luz «en» el ojo en un sentido literal. No hay raz6n para no. en;
tenderla expresi6n TO cpwc,; OUK EOTLV E.v au-r<{) de riuestro prese)lte
pasaje en un sentido semejante: literalmente.
Las expresiones 1tEpma-rE'lv, E.v -rfi T]µtp~, E.v -rfi VUK-r( pare~en
reflejar 8,12; 12,.35: 1tEpma-rE'lv E.v -rfi crKo-r(~. La expresi6n corres-
pondiente: 1tEpmaTELV E.v. -r<{) cpw-r(, no aparece en e1 cuarto Evan-
gdio, pero es empleada en 1 Jn 1,7 en antitesis con 1tEpma-r;E'lv E.v :r(i)
cr~6n:L. En estos pasajes caracteristicamente joaneos, cpwc,; y OKOT()~
(crKo-r(a) son inconfundiblemente simb6licos y 1tEpma-rE'lv, tier;ie ~l
sentido secundario de «comportarse» (representando el h!'!bteo · 1ii~
como en Pablo passim y solo una vez en los evangelios sin6pticos
(Mc 7,5). En nuestro presente pasaje puede muy bien tener su senti-
do riatural de «andat», como en los demas sitios en que aparete en
el · cua,fto Evangelio (excepto en 8,12 y 12,.35) y en los sin6ptiCo~.
Mas aun, mientras «andar en la luz» compörta una insinuaci6n fo;rrt~~
<fiata: _d~ un sentido «espiritual», en virtud del empleo constant,e d,e
<PC><; cötno simbolo religioso, «andar de dfa» es umi expresi6n pet-;
foctaß\ente natural; que no alude necesaridmente a nada ajeriö a ·la
experi~ncia comun. ' ''
Finalm~nte, el verbo 1tpocrK61tTELV («tropezar») rio se enCl)entra'
en el cuarto Evangelio fuera del presente contexto; en carµbio„ apa~·
rece en Mt 7,27, asi como, en una cita Hel ·Antiguo Testamento; en
Mt 4,6 '(Lc 4,11).
Patece, pues, que e1 matiz joaneo no es muy profurido. y no haj,
apenas riiz6n para considerar este dicho como composid6n 'del mismö
evangelista. Tanto' la pregunta introductorfa como la breve parabola
tieneh 1a forma normal y son, en 1o sustancial; autenticamente pafa-
b6licas (y. no
'
aleg6ricas). Queda por considerar .
e1 contexto de la peri~OJ?a:
; ·,
110 hay tinieblas «el1» el y, finalmente, que esta «en» la luz: pero el
lenguaje de la epfstola es generalmente mas impreciso que el del Evan-
gelio. No es imposible, en terminos del empleo joaneo, aplicar la pa-
rabola en el sentido que el contexto parece imponer, a saber, que
Jesus es el que camina de dfa y no tropieza. Entonces, se habra de
tomar TipooKOTITELV ( «tropezat») no en el sentido de falta moral (ya
que este autor dificilmente insinuarfa una idea de este genero, ni si-
quiera para negarla), sino en el sentido fisico, como en el relato de
la tentaci6n (Mt 4,6; Lc 4,11). Pero resulta difkil creer que la pa-
rabola fuera acufiada originalmente con este sentido. La conexi6n
puede ser artificial y el dicho pudo existir independientemente de este
contexto.
Es probable que el evangelista, al incorporar esta pequefia perko-
pa en su relato de los estadios finales dd ministerio de Jesus, qui-
siera darle tambien una aplicaci6n mas amplia para los cristianos que,
como su Maestro, pudieran encontrarse en peligro de persecucion. Esto
resulta mas probable si comparamos este pasaje con 9,4: c'iµO:c; ÖEL
2py6:sw8m Ta !:'.pya TOÜ TIE.µyiav-r6c; µc cwc; Y]µE.pa Eo'llV. A
primera vista, es Jesus quien <lebe «manifestar las obras de Dios» cu-
rando al ciego, pero la significativa primera persona del plural da a
entender que el evangelista esta pensando tambien en el deber de los
cristianos en el mundo de «realizar las obras de Dios». Asf, tambien
aquf, son los seguidores de Cristo los que reciben la garantfo de que,
mientras «caminen de dfa» o «caminen en la luz» -o, en el lenguaje
Je 15,6-10, mientras «permanezcan en» Cristo y «guarden sus manda-
mientos»-, no moriran hasta que su obra este completa. Solo si le
son infieles, si «caminan cn las tinieblas» o «caminan de noche» su
dfa de trabajo se acabara; tropezaran inutilmente el resto de su vida
Lerrena ( <<Nunca contehtos, seguros de s1 cada mafiana» ). .En este
contexto, el verbo TipooKOTITELV podrfa tener una fuerza especial.
Segun 1 Pe 2,8, los infieles ( = los que andan en tinieblas o de noche,
en terminos joaneos» 7rpooK6TITOUOLV -r<{) 'A6yCf:>. Dado que el texto
se basa en el testimonium de Is 8,14 (cf. Rom 9,32-33), podemos su-
poner razonablemente que es patrimonio comun y no peculiar de «Pe-
dro». En Rom 14,21 se aplica TipooKOTITELV a la falta moral de un
cristiano. Mas aun, en los LXX TIPOOKOTITELV es sin6nimo de OKav-
öa'A(sEo8m y Tip6oKoµµa de oKO:v.öa'Aov 23 • Asi, el presente pasaje,
si se aplica a los cristianos en temor de persecuciones, estarfa en con-
sonancia con las advertencias contra «escandalizarse» cuando surge la
aflicci6n o persecuci6n Ölc'x -rov 'A6yov (Mc 4,17, cf. Mt 24,9-10;
Mc 14,27; Mt 26,31; Jn 16,1). EI ejemplo mas destacado de un
seguidor de Cristo que se «escandaliz6» (en este sentido) es, para este
evangelista, Judas Iscariote; y este, se nos dice, sali6 a la noche ( 13,30'7•
Asl'., pues, si entendemos el dicho como una referencia a los cris-
tianos en el mundo, es posible hacer justicia, sin violencia, a todos
los terminos de la parabola en un sentido traslaticio: dar a los ter-
minos TIEpma-ri::i:v y TipocrK6TI-rav sentido cuasi-tecnico de «com-
portarse» y «pecar», tratar «dl'.a» y <<noche» como sl'.mbolos de «luz»
y «tinieblas» espirituales e interpretar las «doce horas» como el dia
de la oportunidad para servir a Cristo en este mundo. Asi entendido,
el dicho podria tener su Sitz im Leben en la situaci6n de la misi6n
cristiana realizada entre persecuciones. Fue sin duda en relaci6n con
esta situaci6n donde el dicho de Mt 10,23 encontr6 su puesto en la
tradici6n: ö-rav C'>Lc.0KWOLV uµa:c; EV -rft TIOAEL -ra:u-rn cpi::uyi::-re ::olc;
-rl'jv E.-rEpav· ä:µTjv yO:p AEYW uµi:v, oö µTj 'tEAEaT]'tE -rO:c; TIOAEL<;
-roO ' I crpa:TJA. Ewe; E:A.en 6 uloc; -roO ä:ve pc.0Tiou. Fuera cual fuera
la intenci6n original de este dicho, el misionero cristiano primitivo lo
debi6 entender en el sentido siguiente: «Toma la persecuci6n como
un signo de que debes marchar a otro sitio; despues Je todo, no
hay demasiado tiempo para cubrir todo el campo» 24 • Por otra parte,
Jn 11,9 podfa interpretarse, como alusi6n a la misma situaci6n, en el
sentido de que «Hay suficiente tiempo; lo unico que te debe preocupar
es la infidelidad a Cristo (andar de noche, como Judas); haz frente a
la persecucion».
Se podrfa dudar, sin embargo, de qn~ esta fuera la intenci6n ori-
ginal de la parabola, ya que, tomada en si misma, no insinua para
nada la idea de persecudon; tal idea se <leLe solo al contcxto joaneo.
Es probable que la aplicad6n al misionero cristiano que se encuentra
perseguido sea secundaria. Lo mejor que podemos hacer es aceptar
la parabola como si fuera, al igual que muchas parabolas sin6pticas,
una llamada a la experienda y sentido comun, que pretendl'.a hacer
que los oyentes cayeran en la cuenta de su propia situad6n. Corno ocu-
rre frecuentemente con las parabolas, el aguij6n esta en la cola. Los
oyentes deben reconocer que la difkil situaci6n del que ande de noche
es su propia situaci6n o, al menos, la situaci6n difkil que les ame-
naza. Siendo las horas del dia suficientemente largas para las necesi-
dades del hombre i que esrupido es vagabundear por la noche y correr
el riesgo de tropezar! La gama de imagenes es semejante a la de las
parabolas del ojo como lampara y del ciego que gufa al ciego. No
existe ninglin pasaje sin6ptico que pudiera servir de fuente, pero no
hay raz6n para afirmar que la parabola no pudo ser tomada del dep6-
sito comun de la tradici6n; y es mas probable que este fuera su ori-
24 Pablo trabajaba ciertamente seglin este principio, al mcnos hasta su
ministerio efesino. Seglin el relato de Hechos, se solia retirar ante la persecu-
ci6n y comenzaba de nuevo en otro centro, y parece que interpret6. este mar-
char de un lugar a otro comö un requisito de la necesidad de cubrir todo el
terreno posible {por ejemplo, Rom 15,22-24; 2 Cor 10,16), ya que 6 KO:tpoc;
ouvEOTOIAµEvoc; Emlv.
378 LOS DICHOS
25 Sobre este dialogo cf. supra, pp. 331-333 y mi articulo Li: l'arriere-plan d 0un
dialogue johannique: «Revue d'Histoire et de Philosophie Religieuses» 1 (1957)
5-17.
26 näc; 6 TIOLWV -rTjv O:µapT[av öoOA.oc; fonv: lease as1, probablemente,
con Db, siro-sina1tico, Clem. Alex. Cf. Epicteto II, 1,23: ouÖElc; O:µapT6:vcuv
:EA.E68Ep6c; fonv. La adici6n de las palabras T~<; O:µcxpT[ac:; puede debers~ a
una reminiscencia de Rom 6,17.20.
27 Cf. supra, p. 331, nota 37.
FORMAS PARABOLICAS 379
un giro bastante torpe hace que esto continue la idea del v. 35. Si
:se .ha de tomar la oraci6n 6 utoc; µE.vEL Elc; 'rOV o:l&vo: como una afu-
maci6n cristol6gica, que es lo que el evangelista probablemente pre-
tendfa (cf. 12,34), no constituye una antftesis muy vigorosa de la
afumaci6n 6 öoOA.oc; oö µE.vEL E.v 'rfi olJ<(ct Elc; 'rOV o:l&vo: ni tam-
poco una premisa plausible del argumento que sigue: E.Cxv oov 6 utoc;
uµäc; EAEU8Epwon ÖV'rCU<; EAEU0Ep0l fow8E. Podemos, por tan-
to, plantearnos la pregunta de si el «pareado» no serfa originalmente
independiente de su contexto actual.
Esta en perfecta consonancia con las parabolas sin6pticas intro-
.ducir las figuras tipicas de la vida ordinaria como 6 ooOA.oc;, 6 ut6c;.
Tenemos, as1, 6 OLKOOEOTIO'rT]<; (Lc 12,39; Mt 24,43; Lc 13,25), 6
toxup6c; (Mc 3,27), O OTIE(pcuv (Mc 4,3 ); cf. 1:0 TIVEܵcx 1:0 cXKa-
Haprnv (Mt 12,43; Lc 11,24), 6 A.uxvoc; (Mc 4,21), ~ ouKfj
{Mc 13,28). En estos casos un escritor de habla castellana emplearfa
mas naturalmente el artkulo indefinido. As!, nuestro pasaje deberfa
traducirse: «Un esclavo no es un miembro permanehte de la familia;
un hijo lo es» 28 • Muchas parabolas aluden al contraste entre dos figu-
ras tipicas de este genero: dos constructores (Mt 7,24-27; Lc 6,47-49),
dos hijos (Mt 21,28-31), dos deudores (Lc 7,41-42), dos esclavos
(Mt 18,23-34), fariseo y publicano (Lc 18,9-14), rico y mendigo
{Lc 16,19-31), esclavo instruido e ignorante (Lc 12,47-48), etc. Se
pu~de elaborar el contraste mas o menos extensamente; en ni:nguna
parabola sin6ptica es tan breve como aqui; pero la sustancia de la
parabola esta claramente contenida en esas dos bteves frases. Corno
snrlf: nmrrir, las dos figuras estan contrapuestas en cuanto a una
unica caracteristica: aqul'., el hijo es por nf:ff:\.ho de nadmiento un
miembro permanente de la OLKL<X, mientras que el esclavo niantiene
su · ·posidon ptovisionaltnente, a volunta<l <le ·su a1no. La exptesi6n
Elc;' ·'rOV o:t&Yvo: es muy · frecuente en este evangelista, aunque' n6 le
·es peculiar; se presta a la interpretaci6n teol6gica (aleg6rica) de la
parabola, pero en Sl misma no tiene pot que significar mas que «per-
petuamente», «permanentemente» 29 • Tenemos, pues, una verdadera pa-
rabola que llama la atenci6n sobre un rasgo familia:r de la vida social 30 •
Si nos preguntamos c6mo quiso el evangelista que se aplicase, dos
pasajes de los evangelios nos daran una orientaci6n. En Lc 15,31 el
padre de la parabola di!;:e al hijo que no ha marchado de casa: TE.Kvov,
· i8 Cuando una parabola tiene la forma de un relato desarrollado m~s o
menos elaboradamente, .encontramos generalmente expresiones como av6pc.:m:6c;
'Tt<;, pero en la. forma mas concisa, el Gleichnis, que se acerca en mayor o
menor grado a1 Bildwort, el articulo definido generico es .habitual.
. (29 Moulton y Milligan citan algunos ejemplos: Ön:Cilc; 'rtA.oui:i'Jonc; Eie;
cxl~vcx (papiro del siglo u), EUEPYE'TTJV yEyov6i:cx 1:00 Bi']µou n:poc; 'TOV
cxl&lvcx (inscripci6n del. siglo r a.C.). Con una particula negativa signific;a sim-
plemente «nunca», por ejemplo, 1 Cor 8,13: oö µT] qi6:yCil i<pEcx .Elc;,..i:ov
cxl&lvcx; Mc ll,14: [Jl)'.]KE'Tt Elc; i:ov cxl&lvcx EK aoü µ'TjÖElc; Kcxpn:ov cp6:yoL.
30 - De modo pareci<;lo Bultmann ad loc.: «EI v .. .35 parece haber sido ori-
ginalmente un Bildwort». ·
380 LOS DICHOS
mente entre el pastor que tiene derecho a entrar y el ladr6n que entra
sin derecho a hacerlo. Todo el acento recae sobre el hecho de que
el 8upc.vp6c; admite al que entra legitimamente (1:06T~ O:vo(yEL) 41 .
En las dos parabolas, como en las de los sin6pticos, las dramatis
personae actuan segiln su caracter. No hay ningiln rasgo poco natural
que sugiera en ningiln momento que la alegorfa haya influido en eI
cuadro. Hay s6lidas razones para creer que el material fue tomado del
mismo dep6sito de tradici6n que las parabolas sin6pticas. En lo que
sigue, 10,7-18, el evangelista lo ha explotado al servicio de sus pro--
pios :fines.
6) Jn 3,29. EI novio y el amigo del novio.
'O exwv -ri']v v6µcp:riv vuµcploc; Em[v· 6 M cp[A.oc; -roü vuµcp[ou 6 EOTrJKWc;
Kai CXKOÖU>V aÖTOÜ xap~ xa[pEL Ota TTJV cpc.:>vTJV TOÜi VUµcp[ou.
( como he sugerido mas arriba) que J uan tomara los dichos separados
de los sinopticos, es tambien improbable que toda la secuencia fuera
tomada de ellos; y sin embargo, tiene una evidente afinidad con
Mc 8,34-9,1. La conclusion mas probable es que Juan esta siguiendo
(y «redactando») una secuencia tradicional.
2) Jn 13,1-20. Este pasaje comienza con un relato que ha sido
elaborado evidentemente en interes de la teologfa joanea, pero que,
como he tratado de demostrar, tiene profundas rakes en la tradicion 5 •
Conduce (cf. Mc 9,33-37) a un dialogo con los disdpulos que culmina
en un dicho (v. 15). Siguen tres aforismos, el tercero de ellos en la
forma de un macarismo (cf. Lc 11,28) (vv. 16-17). Los dos verskulos
restantes tienen rasgos que delatan la intervencion del evahgelista,
pero su nucleo es un testimonium de Sal 40,10, que debe ser tradicio-
nal 6 . La secuencia se cierra con un dicho: 6 A.cxµßavwv äv nvcx
nE.µtpw K.-r.A.. (v. 20). Una vez mas es clara la analogfa con las se-
cuencias de los sin6pticos. Una vez mas, tambien, dos de los dichos _
tienen paralelos en los sin6pticos y han sido tomados ( como he trata-
do de demostrar) de la tradicion 7 • ~Era tradicional tambien la se-
cuencia?
En este caso no hay posibilidad alguna de que hubiera sido toma-
da directamente de los otros evangelios; no existe ninguna secuen-
cia en los sin6pticos tan 1ntimamente relacionada con esta como
Mc 8,34-9,1 esta con Jn 12,24-26. El dicho ouK fonv &oüA.oc; µE(C,:wv
K.T.A. tiene un paralelo en una de las secuencias que Mateo ha afia-
dido al discurso de la misi6n de los Doce ( que es, a su vez, una com-
pilaci6n) (Mt 10,2~), y el dicho 6 A.CX[.tß&w.w ö:v TIVa TIE[lljJQ K.T.A.
tiene un paralelo en lo que parece haber sido (originalmente) una
pequefia secuencia totalmente independiente, afiadida al final de ese
mismo discurso (10,40). Tambien el paralelo lucano: 6 A.cxµßO:vwv
K.T.A. aparece en un apendice del discurso de la misi6n, pero en
compafiia de dichos muy diferentes; y el paralelo lucano de OUK
EOTLV &oüA.oc; µE[C,:wv K.-r.A.. aparece en el Gran Sermon (6,40). Es
sin duda posible adoptar la opini6n de que nuestro evangelista, que
conoda los evangelios sin6pticos, imit6 deliberadamente la organiza-
ci6n de los dichos 8 que encontro en ellos y seleccion6 uno de aqui y
otro de alla para insertarlos en una secuencia propia, con toda la li-
bertad y flexibilidad de conexi6n que hemos observado en los otros
evangelios. Pero (no es mas probable que los dichos llegaran hasta el
ya agrupados y que el evangelista reprodujera el agrupamiento con la
misma medida de labor redaccional que observamos en casos seme-
jantes de los sin6pticos?
Lucas Juan
ö µE.v Sepioµoc; 'l'CoA.6<; 0e6:ocxoee -rc'x:c; xwpcxc; Ö'tl A.ELlKO:l FlnLV
oi. BE. Epycrrm oA.[ycn TCpo<; 0epLoµ6v
rnoL> d:rroo-rfäA.eu öµfö; ~yciJ Ö:'TCEcrTELAO: uµCic; 0epU::eLV.
Mateo · Juan
oljJ[ac; YEVOµEVY]c;
AEYE'LE oux uµE'lc; A.E.yE'LE
Eöofo:, "E'LL 'LE'Lpaµ11v6c; Eo'LLV
rruppa~a yap 6 oöpo:v6c; Ko:l o BEpwµoc; EPXE'LCXL;
To µE.v n:p6oC0Tiov 'LOU oöpavou En:apmE 'Louc; 6cp6af..µouc; uµCilv
yLvwoKE'LE ÖlaKplvav KaL 6EcX00:06E 'LcXc; xwpo:c;
Ta of. 011µEl:o: -r&v Kmp&v ön AEUKo:f EioLv n:poc; 6Epwµ6v.
oö o6vo:o6E.
PREDICCIONES
A. Mt 10,17-20 B. Mc 13,9-11
(Los cristianos seran llevados a juicio) (Los cristianos seran llevados a juicio)
s::l<; µapTUplOV CXUTOL<; KCXL TOL<; e8- d<; µapT6pLOv cxöw'l<; ... Kat ÖTcxv
VEOLV. ÖTav f>f. 1Tapa5WCJlV Oµä<; äycucnv OµCX<; TCCXpcxfü!)QvrE<; µT]
µT] µepLµvf]o:rii:e TCW<; 11 Tl A.cxA.ft- rrpoµeptµvföe T{ A.a/...fto.11TE, d:A.A.' o
CH]TE' oö yO:p üµe'l<; EaTE oi. A.cx- EO:v ooSfi üµ'lv EV EKELV!] 'TI &pq.
A.oüvrE<; a/...A.0: '[Q 1TVEܵcx TOU wfüo A.aA.e'LTe· oö yap EOTE üµe'l<;
TCmpo<; üµ&v To A.cxA.oüv EV üµ'lv. oi. A.cxA.oüvrE<; &A.A.a To TCVeüµa To
äyLOV.
C. Lc 12,11-12 D. Lc 21,13-15
(Sin menci6n de µcxpT6pLOV) ÖTcxv cX"TtoßftoEText üµ'lv d<; µapT6pLOV.
f>E. doq>EpcuoLv oµä<; E'Ttl Ta<; ou- BETE oöv EV TCXL<; KC:Xpf>lm<; oµ&v
vaycuya<; KCXL TeX<; apxa<; KCXL TeX<; µTj TCpoµEAETCXV ÜTCOAOYTJ8fivm·
E~ouolcx<; µTj µEpLµvf]m']TE TCW<; 11 Eycii yap f>Wocu oµ'lv OT6µcx K<Xl
Tl cX'TtOAOYTtOTJ08E 11 TL El'TtTJTE' '[Q OO<jl(CXV fj OU f>UVl'jOOVTO:t cXVTlOTfj-
yap äyLOV TCVEܵcx. füM:~EL oµä<; Vat 11 Ü.VTEl'TtELV lX'TtavrE<; oi. &vrt
EV aÖTTI 'TI &pQ. ä: f>E'l dTCELV. KELµEVOl oµtv.
408 LOS DICHOS
7 En Jn ll,52 la reuni6n de los hijos de Dios (!va Kal i:a 1:EKVa. 1:00
8EOÜ i:a förnKopmoµtva ouvayayn Eie; Ev) esta directamente conectada
con la muerte de Jesus. Se podrfa inferir una conexi6n semejante en 10,15-17,
aunque no es muy explkita.
412 LOS DICHOS
Kp&v Kal U'>ou 'Ttpo6::yEL 6µ6:c; Elc; T~V raA.LA.a(a.v· EKEL a.ÖTOV
ÖljJE09E, repetido luego como si lo hubiera pronunciado el mismo Je-
sus (v. 10): i'.va. cX'TtEA9C.UOLV EL<:; T~V raA.LA.a.(av KcXKEL µE ÖljJOVTa.L,
conduce a una escena en la que Jesus es investido de toda autoridad
en el cielo y en la tierra (vv .16-18). Se trata, de hecho, de una escena
de parusia, pero descrita en terminos de resurrecci6n, sin ninglin ras-
go apocall'.ptico: catastrofes c6smicas, luz sobrenatural (ö6E;a.), nubes,
angeles' etc.
Los pasajes arriba citados proceden de los evangelios y de otros
escritos primitivos; los dos grupos muestran igualmente que la mente
de la Iglesia oscilaba entre -o empleaba indiferentemente- dos
modos de concebir o, a1 menos, de presentar la verdad de la victoria
de Cristo sobre la muerte. Por una parte, se la concebfa como una res-
tauraci6n de la comuni6n entre Cristo y sus seguidores en un plano
teneno, por otra, en terminos de la OUVTEAELa TOÜ al&voc;. Estas
dos mentalidades estan reflejadas en formas variantes de predicci6n de
los evangelios sin6pticos. Es una hip6tesis razonable pensar que las
diferencias de la transmisi6n, que las hizo mas explkitas y precisas,
y que las declaraciones originales de Jesus, que fueron el punto de
partida de la tradicion, eran relativamente imprecisas e indiferenciadas.
Al volver ahora al cuarto Evangelio, lo primero que observamos
es que no resuena en el el lenguaje de las predicciones sin6pticas. Fal-
tan las palabras claves de los pasajes de resurrecci6n: 'Tta9E'lv, Ö:TI:OK-
TELVELV, (crTaupoOv), ä:va.crT~vm, E.yEp9Tjvm. Lo mismo ocurre con
la palabra TI:a.poucr(a y, aunque se usa libremente el termino EPXE0-
9m, esta disociado del simbolismo apocall'.ptico que lo acompaiia en
los sin6pticos: no se mencionan para nada las nubes, los angeles o un
trono; y la ö6E;a. que ya no representa un esplendor visible, cuasi-
ffsico, sino una idea profundamente teol6gica 8, no es objeto de pre-
dicci6n: Cristo esta ya glorificado. Hay incluso una cierta polemica
contra la idea de la parusia en cuanto acontecimiento c6smico: Cristo
no se manifestara a1 mundo, sino a los suyos ( 14,22); una vez que haya
abandonado el mundo para ir al Padre, el mundo ya no le vera (14,9),
en contraste con Mc 13,26: TOTE ÖljJOVTa.L Tov ui.ov TOÜ ä:v9pc.0'Ttou
E.pxoµEvov 9 • EI evangelista parece haber querido ofrecer una radical
s Cf. Interpretaci6n, 213-215.
9En el lamento por Jerusalen, Mt 23,37-39; Lc 13,34-35, Jesus declara:
oö µT] t&rrrE. µe d:rc' lipn Ecuc; dv ELTIJT]1:E" EöA.oy11µE.voc; ö Epx6µevoc; EV
6v6µcrn KUp[ou. En sv contexto lucano se podrfa interpretar como un anun-
cio de las aclamaciones con ocasi6n de la entrada triunfal en Jerusalen, pero
en el contexto mateano la entrada ha tenido ya lugar y parece imponerse una
interpretaci6n del dicho (en la intenci6n del evangelista) como predicci6n apo-
caHptica de una segunda venida a Jerusalen. En tal caso, ofrecerfa un parale-
lo parcial de Jn 14,19: ~n µLKpov Kai ö K6oµoc; µE oOKEn 0ecupei:, y po-
drfa quiza tener un transfondo tradicional comun. Pero, mientras el pasaje ma-
teano predice (si este es el sentido del dicho) una desaparici6n temporal de
Cristo con respecto a los no creyentes, que ira seguida (como se implica en la
oraci6n Ecuc; äv ... ) de su reaparici6n, Juan parece negar que los no creyentes
le volveran a ver; pues en contraste con la declaraci6n de los disdpulos: µLKpov
PREDICCIONES 413
1 Cf. supra, pp. 90, 94-96, 101-103, 215, 260-264, 265, 343-347, etc.
27
418 RESUMEN Y CONCLUSION
2 Cf. supra, p. 381. 3 Cf. supra, pp. 71-72. 4 Cf. supra, p. 130.
s Cf. supra, pp. 348, 350. 6 Cf. supra, p. 271.
7 Aunque es posible que la pericopa sobre la profeda de Caifas no forme
parte. del cuerpo general de la tradici6n, delata el ambiente en que Juan re-
cab6 su informaci6n (cf. supra, p. 38).
s Cf. supra, p. 312. 9 Cf. supra, p. 119-120.
10 Cf. supra, p. 105. 11 Cf. supra, p. 116. 12 Cf. supra, pp. · 305-306.
420 RESUMEN Y CONCLUSION
y' de que este material era primariamente narrativo (se interesaba por
los oriµEl:a presenciados por los disdpulos: 20,30). Asi, pues, cual-
quier intento de descripci6n del contenido de la tradici6n prejoanea
debe entenderse en el sentido de «al menos esto» y no «esto y nada
mas».
Con esta condici6n, propongo ahora un resumen de lo que tra-
dici6n que estamos buscando contenfa probablemente; mencionare solo
los puntos de mayor relieve.
a) Contenfa un relato mas completo del ministerio de Juan Bau-
tista que los que encontramos en los otros evangelios; inclufa su labor
como reformador dentro del judaismo, si bien este punto ha dejado
s6lo huellas debiles, aunque valiosas, en nuestro Evangelio. La rela-
ci6n entre el ministerio de Juan y las creencias judfas del siglo prime-
ro esta indicada convincentemente (dentro de los llmites del interes
del autor) y se nos da a entender, mas claramente que lo que podrfa-
mos deducir de los sin6pticos solos, por que fue tan importante el
ministerio de Juan en la preparaci6n del camino para el de Jesus.
b) La tradici6n contenfa tambien testimonios explkitos por par-
te del Bautista de la dignidad mesianica de Jesus, pero tales testi-
monios pudieron desarrollarse, como he indicado, en un ambiente algo
posterior, si bien todavfa anterior a la fecha de composici6n del Evan-
gelio.
c) Transmitfa un relato crdble de un ministerio anterior de Je-
sus en Palestina meridional, un ministerio paralelo al <le Juan, yue
inclufa, como el de este, la administraci6n del rito bautismal. Ofreda
tambien un relato de las relaciones entre Jesus y el Bautista durante
este perfodo del ministerio y una relaci6n de las circunstancias en
que termin6, pero esto ha quedado algo oscurecido en la composici6n
del Evangelio. Sin embargo, su afirmaci6n de que los disdpulos del
Bautista se pasaron a Jesus tiene un cierto grado de probabilidad.
d) Conte.nfa, como la tradici6n sin6ptica, un relato de la labor
curativa de Jesus, pero nuestro autor ha utilizado muy poco de este
elemento al componer su Evangelio; lo suficiente, sin embargo, para
hacernos entender que esta labor no se limitaba ni a Galilea ni al sur .
. e) Conservaba bastante informaci6n topografica, que indicaba al
menos algunos pasos en el itinerario de Jesus y algunas escenas de su
trabajo, especialmente en Palestina meridional y Transjordania, zonas
que. habfan sido practicamente ignoradas por los sin6pticos.
f) Deda probablemente mas sobre el ministerio galileo de lo
que nuestro autor nos ha dado a entender, si bien estaba casi cierta-
mente menos interesado por Galilea que los sin6pticos. En cualquier
caso, conservaba un relato completo y llamativo de los incidentes con
que, al parecer, termin6 el ministerio galileo, incluyendo un intento
de levantamiento mesianico, que provoc6 una peligrosa situaci6n, se-
guido de una extensa deserci6n de seguidores y de una declaraci6n
424 RESUMEN Y CONCLUSION
de lealtad por parte de los Doce, los cuales aparecen asf en calidad de
«testo fiel».
g) La tradici6n prejoanea tenfa un relato completo y detallado
de la pasi6n y de los incidentes que la precedieron inmediatamente.
EI relato propiamente tal de la pasi6n esta construido sobre el pri-
mitivo esquema comun a todos los evangelios y representa un tercer
desarrollo del mismo junto con las formas subyacentes en Marcos (y
Mateo) y en Lucas. En muchos puntos completa a los sin6pticos o se
desvfa de ellos de modo importante. Subraya especialmente (en contra
de las otras versiones de la tradici6n) el aspecto polfrico del conflicto
en que Jesus encontr6 su muerte.
h) En cuanto a los dichos de Jesus, el contenido de la tradi-
ci6n es mas diHcilmente definible, dado que gran parte de la ensefian-
za contenida en el cuarto Evangelio ha sido entrelazada en formas li-
terarias que son creaci6n original del evangelista. Pero es claro que
este tenfa a su disposici6n un cuerpo de dichos tradicionales, parabo-
las y dialogos, transmitidos por separado o en secuencias formales,
que habfan sido tomados del mismo dep6sito general que los de los
sin6pticos que tratan de temas parecidos o identicos. Al menos en lo
que se refiere a un grupo de dichos, las predicciones de 1a vuelta de
Cristo, la tradici6n seguida por nuestro evangelista parece remontarse
a un estadio claramente mas primitivo que el representado por los
otros evangelios. Si nos preguntamos ademas cuanto de la ensefianza
de Jesus contenida en el cuarto Evangelio -en los casos en que no
puede ser controlada por medio de una comparaci6n con los sin6pti~
cos- pudo tener una fuente o base tradicional, no podremos respon-
der facilmente a la pregunta. Pero hay algunos puntos que tienen
relaci6n con ella:
Genesis Jueces
1,28: 361 9,54: 143
7,15-16: 360
8,17: 360 1 Samuel
9,1-17: 361
12,3: 140 10,1: 180
15,2: 234 15,25: 275
28,12: 313, 404 25,28: 275
29,30: 342
29,30-33: 342
29,31: 342 2 Samuel
37,3: 342 2,13: 130
37,4: 342
37,11: 177
40,13: 392 1 Reyes
48,20: 278
4,28: 381
Exodo 22,17-23: 267
Josue Salmos
1,11: 392 2: 126, 127
8,22: 130 8,7-8: 361
22,13: 104 10,5: 342
428 INDEX LOCORVM
18,32-33: 53 23,30: 47
19,1-10: 294 23,34: 47
19,10: 296, 355 23,34-35: 47
19,11: 413 23,35: 52, 88, 266
19,12-15: 413 23,36: 47
19,21: 390 23,46: 47
19,26: 287 23,49: 47, 97, 134, 136
20,36: 380 24,lO: 135
21,8: 278 24,13-22: 156
21,12: 405, 407 24,13-35: 151
21,13-15: 407 24,18: 149
21,16: 406 24,22-24: 149, 150
21,37: 79 24,23: 148
21,37c38: 38 24,24: 149, 156
22,1: 39 24,36: 152
22,2-6: 39 24,36-43: 152, 156
22,7-13: 65 24,36-49: 152
22,13: 65 24,37ss: 153
22,14: 64 24,40: 152
22,15: 286 24,44-49: 152
22,15-20: 63 24,47: 409
22,17: 210
22,19: 71 Juan
22,20: 47, 76
22,24: 63 1,4: 67, 375
22,25-27: 63 1,6-8: 255, 281, 282
22,26: 73 1,7: 355
22,26-27: 73 1,12: 344
22,27: 72 1,14: 25, 195, 258, 374
22,28: 226, 39.5 1,15: 261, 275-279
22,28-30: 65, 411 1,16: 25, 195
22,31: 64, 78, 395 1,18: 142
22,31-33: 95 1,19: 257, 269
22,31-34: 64 1,19ss: 268
22,33: 68, 91 1,19-27: 255, 257, 262, 280, 301
22,34: 64, 68 1,19-37: 257
22,35-38: 64 1,19-42: 256
22,37: 47 1,20: 242, 262, 276, 301
22,38: 91 1,20ss: 264
22,39: 79 1,21: 270, 271, 280, 292, 296
22,40-46: 77 1,21-23: 267
22,42: 81, 362 1,23: 59, 70, 258, 276, 277
22,48; 79 1,25: 269
22,52-53: 79 1,26: 257, 271, 272, 273
22,53: 370 1,26-27: 259, 260, 272
22,66: 166 1,27: 278, 300
22,67-68: 102 1,28: 246, 256, 280
22,69: 47 1,29: 57, 162, 274, 275, 280, 281, 378
22,70: 123 1,29-34: 255, 257, 280, 287, 296, 297,
23,2: 126, 222 300
23,2-5: 108 1,30: 261, 275-278, 295
23,4: 110, 126 1,31: 271, 273, 293
23,5: 126, 222, 242 1,31-32: 378
23,8: 126 1,31-34: 279
23,14: 110, 126 1,32: 242, 257, 267
23,14-15: 126 1,32-34: 258, 265
23,18-23: 109 1,33: 142, 259, 260
23,22: 110 1,34: 123, 257
438 INDEX LOCORVM
Galatas 5,7-8: 82
10,5: 370
1,19: 155, 325 10,5-9: 88, 362
3,1: 124 10,25: 411
4,11: 395 10,27: 414
5,13: 74 10,37: 163, 392
12,13: 392
Efesios 12,14: 392
4,32-5,2: 74 Santiago
5,21: 74
5,2lss: 74 1,18: 357
5,25: 74 5,17: 286
Filipenses 1 Pedro
2: 74 1,3: 357
2,1~11: 74 1,8: 286, 353
2,6-11: 73 1,23: 357
2,16: 395 2,2: 358
3,13: 277 2,3: 57
4,5: 57 2,8: 70, 376
2,22-24: 114
Colosenses 3,10-12: 57
5,5: 74
3,12-13: 74
2 Pedro
1 Tesalonicenses
1,1: 308
2,15: 124 2,1: 301
3,9: 286 3,4: 397
3,13: 168
5,1-8: 193
1 Juan
2 T esalonicenses 1,4: 25, 286
1,5-7: 375
2,l: 411 1,7: 328, 374
2,8: 62
2,2: 275
2,22-23: 95, 301
1 Timoteo 3,5: 275
4,1: 370
1,15: 370
3,1: 394 4,10: 275
5,8: 301 5,14s: 350
5,15: 278
6,12: 301 2 ]uan
7: 370
2 Timoteo 12: 286
2,12-13: 301
3 ]uan
Hebreos 15: 382
2,7: 288
2,9: 288 Judas
4,14: 301
5,7: 83 4,2: 301
INDEX LOCORVM 445
Apocalipsis 10,1: 265
14,10: 80
1,7: 58, 140, 413 16,19: 80
2,13: 301 18,10: 370
3,8: 301 19,11-21: 164
3,10: 370 20,1: 265
3,20: 411 22,16: 61
5,5: 61
V. IN LIBRIS ETHNICIS
Epitecto Herodoto
Dissertationes II,1,23: 378 III,40-43: 230
Esquilo Homero
Suplicantes 996-997: 370 I!iada V,45-46: 143
Odisea XVII,309-310: 196
Eurfpides
Bacantes 706-711: 230 Horacio
Odas II,19: 230
Fil6strato
Vita Apollonii VI,20: 230 Luciano
Alexander, 10: 92
Hermetica Piscator, 2: 111
Corpus Hermeticum
I,32: 360 Orientis Graeci Inscriptiones
IV,6: 322, 342
VII,2: 342 5,677: 101
INDEX LOCORVM 447
Ovidio Plinio
Historia Naturalis
Metamorfosis XII,650ss: 230
II,231: 229
Pausanias XXXI,16: 229
Eliezer ben Azarfas (Rabbi): 26 Nineham, D. E.: 149, 151, 205, 239,
Eliezer ben Hircano (Rabbi): 26 356
Norden, E.: 359
Felipe de Sido: 24
Field, F.: 166 Papfas: 18, 24, 307
Filon: 118, 191, 370 Platon: 28, 235, 278, 320s
Plutarco: 135, 232, 320s
Gamaliel II: 26 Polibio: 135
Gardner-Smith, P.: 20 Policarpo: 23s 120, 307
Gayo de Roma: 24
Geldart, E. M.: 355 Reicke, B.: 38
Gingrich, F. W.: 123 Roberts, C. H.: 397
Goodwin, W. W.: 101, 279 Robinson, J. A. T.: 259, 381, 403
Grant, F. C.: 27
Sanday, W.: 177
Harrison, P. N.: 24 Schlatter, A.: 288
Higgins, A. J. B.: 193 Schmidt, K. L.: 238
450 INDEX NOMINVM