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Había una vez una hermosa y oprimida chica con una madrastra malvada.

Su hada madrina le concedió el deseo de ir a un baile, donde perdió un zapato de


cristal justo a la medianoche. Pero un príncipe lo tomó y cuando al fin la encontró
se enamoraron y vivieron felices para siempre. Ya conocen la historia…

Al hablar de los cuentos de hadas, debemos pensar que la humanidad lleva


poco tiempo interactuando con tecnologías como radio, televisores, celulares, entre
otros, si tomamos en cuenta que los cuentos han sido de orígenes muy remotos y
según Rudolf Steiner, Úrsula Grahl, Cvon Heydebrand, Friedel Lenz (1998), Nadie
sabe quién fue el primero en relatar, pero sí se realizaron en noches invernales, al
lado del fuego. Los cuentos de hadas nos transmiten tanto sabiduría como
conocimiento. Entonces, nos hacemos la siguiente pregunta: ¿Es realmente
importante relatar cuentos a los niños? Los cuentos son parte de lo que somos, se
transmiten de manera oral y de generación en generación. Sin embargo, nuestro
imaginario de un cuento es un libro escrito e ilustrado, sacado de una biblioteca o
película en televisión transmitida por Disney.

En el presente informe, daremos a conocer el contenido que hemos recibido


respecto a los cuentos de hadas y también lo que nos han aportado las lecturas y
experiencias personales en cuanto a aquello.

El niño encierra en sí mismo el misterio de la humanidad y las diferentes


etapas por las que deviene el alma humana. Al principio, e incluso desde antes de
nacer, está unido a las fuerzas espirituales que lo envuelven y de cierta manera lo
conducen, está en el paraíso. Luego al pasar los años, alrededor de los nueve años,
el niño se comienza a percibir separado de sus figuras significativas y por así decirlo,
se origina la pérdida de este paraíso en el que se encontraba. Luego, en la
adolescencia, definitivamente ocurre esta separación y el individuo ya se percibe a
sí mismo con la capacidad de tomar decisiones. Así mismo ocurre con la evolución
de la humanidad.

Los cuentos de hadas se remontan a miles de años atrás en el medioevo. En


ese tiempo el materialismo aún no se había apoderado del ser humano, todavía
existía esa unión con el cosmos, con las estrellas, con la divinidad. Los hermanos
Grimm, fueron recopiladores de la tradición cuentística oral popular europea, entre
1812 y 1822 publicaron los Cuentos Infantiles y del Hogar. Su característica principal
fue que procuraron conservar la trama, el tono y las expresiones de aquellas
personas que contaban las historias, entre los que estaban sus amigos y personas
cercanas en su propia niñez.

Los cuentos nos hablan de lo más profundo que vive en el alma del ser
humano y la humanidad, en ellos se encuentran situaciones que conscientemente
es muy difícil alcanzar, mostrando en imágenes una realidad del alma. Están
presentes los arquetipos espirituales, formas sustanciales de las cosas que existen
eternamente en el pensamiento divino, fuerzas de la vida del alma que se
representan mediante un personaje. Por lo tanto, la princesa, el rey, el enano, la
paja, el lobo, la madrastra, la bruja, etc. son diferentes entidades que escenifican
nuestras pugnas interiores. Por ejemplo, en el cuento de Rumpelstinkin, el collar
puede simbolizar la capacidad de pensar, el hijo, puede ser el yo superior, el hilo
dorado, tiene relación con las fuerzas crísticas o el camino interior. Los cuentos son
para todos, porque la humanidad entera ha pasado por estos caminos, sin embargo,
para cada cual tendrá un significado diferente, puesto que, si bien estamos inmersos
dentro de los grandes hitos, cada uno tiene experiencias diferentes.

El modo en que están elaborados los cuentos de hadas contienen el mismo


lenguaje interior de los niños y niñas del Primer Septenio, apareciendo como un
acercamiento o comprensión de la vida y del mundo, puesto que, ellos experimentan
el mundo en imágenes porque fueron creados en el momento en que no había
distinción entre lo humano y lo divino. Estas imágenes son dinámicas, son el
arquetipo del cual surgen manifestaciones, por lo que, al escuchar un cuento el niño
no tiene una delimitación, la imagen provoca en su interior un movimiento que le
permitirá un crecimiento constante que hará que nazcan diversas expresiones
dependiendo de las experiencias que ha tenido en la Tierra. Estas imágenes se
alojarán, incluso en sus órganos, viviendo y creciendo en él durante toda su vida,
modificándose con las vivencias a través de los años porque se relacionan con lo
más profundo de su vida interior. Es por esto que Steiner menciona que “…Los
cuentos son para lo anímico como el alimento es para el paladar”1 refiriéndose a
que el cuento para los niños es lo que necesita su alma para crecer y establecer
una base firme. Al principio, tal como el alimento, no sabemos en lo que se
transformará, pero pasados los años se demuestra que nos ha servido para
desarrollar nuestro cuerpo físico. Así mismo, puede que el niño no comprenda a
cabalidad lo que se está relatando, sin embargo y tal como lo mencionamos, esto
se alojará en sus órganos y cuando haya crecido, podrá comprender y decantar su
significado. Por esto, la importancia de contar cuentos a los niños, ya que
“…Ofrecen al niño un apoyo de inapreciable valor para su vida, incluso cuando
hayan olvidado temporalmente ese manantial del espíritu”. 2

Los cuentos le señalan el camino a través del cual tendrán que pasar en su
vida, con momentos difíciles, dolorosos, de incertidumbre, pero que, sin embargo,
siempre hay una salida, siempre existe y existirá una solución a los problemas. “Los
cuentos nos hablan de la pérdida del mundo de la luz, la entrada en las tinieblas y
finalmente la salvación”3. Por esto, deben tener un final luminoso. En este caso,
como dijimos al principio, también podemos verlo desde la perspectiva del paralelo
con lo que nos toca vivir, desde pequeños, al principio estamos cobijados por
nuestros padres, luego perdemos eso y finalmente cuando ya somos seres
autónomos podemos tomar nuestras propias decisiones. El hombre al principio
estaba con Dios, en el paraíso, luego lo pierde al comer del fruto y finalmente nos
señala el camino para encontrar la salvación, que es a través de Cristo.

1
La Sabiduría de los cuentos de hadas, Rudolf Steiner.
2
El niño y los cuentos, Udo de Haes.
3
El niño y los cuentos, Udo de Haes.
Es importante también mencionar que generalmente el cuento se narra a los
niños antes de dormir, puesto que, durante el sueño, el cuerpo queda suspendido y
se da paso al mundo onírico, en el cual se manifiesta el mundo del espíritu más
ampliamente. “Hay otros muchos estados anímicos que se desarrollan cada vez que
el alma se libera del cuerpo y vive una existencia puramente espiritual, es decir, en
este caso, desde el momento en que se duerme hasta que se despierta.” 4

Cabe destacar que es responsabilidad del maestro Waldorf cuidar el


momento sagrado del cuento, lo que se debe reflejar en la elección del cuento, el
que debe tener relación con el grupo de niños con el que trabaje; en la preparación
del cuento, es necesario que el maestro lo lea y estudie con anterioridad, de
preferencia aprenderlo de memoria para luego narrarlo con propiedad. Se debe
evitar escoger un cuento que provoque emociones perturbadoras, puesto que el
niño lo percibirá, por el contrario, debe ser una historia que resuene en el adulto de
un modo armónico, porque es esa la emoción que se transmitirá. El relato debe ser
respetuoso, entregando las imágenes con un tono de voz adecuada, es decir con
una voz plana haciendo énfasis en los movimientos del cuerpo más que en la voz,
ya que, de esta manera se permite que cada individuo viva el relato de forma única
y particular, de tal forma que la imagen formada en el interior de cada niño o niña
dependerá de la situación anímica de cada uno, del momento que estén viviendo,
del punto de evolución en que se encuentran, del acercamiento que tienen con el
contenido del cuento. Es menester indicar que el cuento ha de resonar en nosotros
y no necesariamente tenemos que llegar a comprender su trasfondo, pues, como
hemos leído, el lenguaje de este ha de ser profundo y muchas veces incomprensible
para nuestra mente que ha sido apagada para entender lo que proviene del espíritu,
sin embargo, habremos de hacer el trabajo de estudiarlo y de observar en nosotros
lo que nos va provocando para así, poder entregarlo lo más puro posible, sin
nuestros propios sesgos ni juicios.

4
La sabiduría de los cuentos de hadas, Rudolf Steiner.
A modo de conclusión, podemos decir que los cuentos de hadas son un
momento fundamental, dentro del ritmo diario de los niños, especialmente porque a
través de ellos se puede entregar una enseñanza específica al grupo de niños con
el que cada cual trabaje, sin ser algo que proviene de nosotros, sino que sólo
seremos el instrumento mediante el cual el mensaje transitará para llegar a la
individualidad de cada pequeño que escucha, ve y siente.

Es muy importante también escoger el cuento indicado para cada edad,


puesto que, no todos son para los más pequeños, para ellos deben ser más cortos,
con repeticiones y para los niños más grandes han de ser más largos y complejos.
también es importante integrar a los niños y niñas, que sean los protagonistas de lo
que está ocurriendo, entregando distintas funciones en la dinámica, cómo cuidar los
instrumentos, la seda, la vela, etc. para que se involucren. Además, existen diversas
situaciones que pueden dificultar la atención de los niños, sin embargo, hay que
tener presente que en el periodo en el que viven requieren constante movimiento
por lo que un juego de dedos, antes de empezar el cuento, permite captar la
atención a través de la imitación.

Para finalizar compartimos algunas reflexiones personales de como los


cuentos de hadas han estado en el transcurso de nuestras vidas. De acuerdo a esto,
Belén señala: “No tengo recuerdos de mi infancia con respecto a que me contaran
en el kínder cuentos. En mi terapia biográfica me di cuenta que los recuerdos de mi
primera infancia son muy pocos. Probablemente fui intelectualizada desde muy
pequeña, Ahora leo los cuentos y me cuesta ver lo que nos quiere decir.
Probablemente he de trabajar mucho sobre esto para poder hacer el viaje y captar
cómo lo hacen los niños al enfrentarse al cuento. Siento que ha sido sanador
conocer este aspecto de mí para poder hacerlo consciente y desde ahí ponerme al
servicio de lo que el cuento me quiera mostrar. Probablemente para mí sea un
aprendizaje, tal como lo será para los niños. Es muy bello ver la sinergia que se
puede producir en esto, como todos podemos aprender si estamos dispuestos a la
experiencia”.
Asimismo, Scarlett menciona “Este ha sido un tema emocionante para mí,
por una parte, mis propios cuestionamientos de comprender mis dudas y
desconfianza que se han formado de los cuentos tradicionales ya sea por
discriminación, crueldad y violencia. Sin embargo, de cierta manera los cuentos de
hadas contienen un indudable alimento anímico para los niños pequeños, ahora
bien, cuando era niña viví la experiencia en pantallas de Disney y de forma oral
todas las noches antes de dormir mi mamá me contaba un cuento. Sin duda fue un
alimento anímico, es decir mis emociones cautivadas por las historias que pasaban
por distintas emociones, alta y bajas finalmente me ocurría que ese dolor de barriga
por el miedo de que el lobo se comiera a caperucita luego sanara con un final feliz.

He encontrado una explicación satisfactoria en la interpretación de Rudolf


Steiner y otros autores, que consideran que los cuentos de hadas expresan
realidades arquetípicas del ser humano. Desde esta perspectiva no se tienen que
interpretar de forma literal al contenido de un cuento. El príncipe y la princesa, por
ejemplo, no corresponden a seres individuales, sino que son imágenes metafóricas
de aspectos trascendentes del alma humana, presentes tanto en un hombre como
en una mujer.

Los cuentos de hadas son de suma importancia ya que ayudan a los niños a
tener diferentes perspectivas a formas de resolver los problemas o las dificultades
a las que se enfrentan. Por ejemplo, mediante la paciencia. a conocer que todo tiene
su otro lado, la luz, no puede existir sin oscuridad. Y, por cierto, potenciar al máximo
su imaginación. Los cuentos de hadas son un medio que los puede ayudar a superar
sus miedos y afrontarlos.

De la misma forma, los contenidos, que, es cierto, pueden ser violentos si se


toman en sentido literal, son imágenes que representan procesos anímicos o
evolutivos del ser humano. El niño pequeño, por supuesto, no comprende estos
significados, que nunca deben ser explicados por el adulto. Pero, de alguna manera,
capta en el cuento aquello que es verdadero y que le atañe.
Para nuestra interpretación explica la fascinación por los cuentos que se han
percibido, tantas veces, en los niños que escuchan estas narraciones”.

Por último, Lorena hace referencia a “Con este informe pude comprender el
real sentido de los cuentos de hadas y la importancia de éstos en el desarrollo de
cada individuo. Como los cuentos de hadas, al narrar diversas situaciones del alma,
permiten que un niño o niña pueda enfrentar su vida en el futuro gracias a que tuvo
la oportunidad de su escucha. Pude comprender que los cuentos relatan historias
de manera no literal, sino más bien hay que interpretar lo que nos muestra la
imagen, pues estas hablan de lo más profundo que vive en el ser humano, lo que
me permitió dejar de ver la crueldad en cuentos como por ejemplo Hansel y Gretel.
Me cuestiono si hubiese tenido la oportunidad de escuchar estos relatos cuando
niña, ¿Cómo sería mi adultez ahora?, ¿Cómo hubiese resuelto mis problemas ahora
de adulta?. Lo anterior me motiva a seguir preparándome, estudiando pero sobre
todo concientizando lo aprendido, para poder entregar estas experiencias a los
niños y niñas que tengo a cargo en la educación tradicional donde cumplo mi labor
docente, pues son ellos el futuro de la humanidad”.

Es así como nuestras experiencias personales han sido diferentes en


relación con los cuentos de hadas, hemos reconocido tener una visión de la
importancia del mágico momento que debe tener la experiencia de escuchar y al
mismo tiempo la necesidad anímica que cada una tiene al enfrentarse a aquel
momento.

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