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Lecturas 2

Charles Baudelaire

SELECCIÓN DE POEMAS

A una transeúnte Al verte marchar cadenciosa,


bella en tu abandono,
La calle aturdidora en torno de mí aullaba. se diría una sierpe que danza
alta, fina, de luto dolor majestuoso, en el extremo de un bastón.
una mujer pasó que con gesto fastuoso
recogía las blondas que su andar balanceaba. Bajo el fardo de tu pereza
tu cabeza de niño
Ágil y noble, con sus piernas de escultura. se balancea con la molicie
Por mi parte bebí, como un loco crispado de un joven elefante.
en su pupila, cielo de huracán preñado,
placer mortal y a un tiempo fascinante dulzura. Y tu cuerpo se inclina y se estira
cual un fino navío
¡Un relámpago…y noche! Fugitiva beldad que rola bordeando y sumerge
cuya mirada me ha vuelto de golpe renacer. sus vergas en el agua.
¿No he de volver a verte sino en la eternidad?

Como un oleaje engrosado por la fusión


¡Lejos de aquí! ¡O muy tarde! ¡O jamás ha de ser!
Pues donde voy no sabes, yo ignoro adónde huiste. de los glaciares rugientes,
¡Tú, a quien yo hubiese amado, tú, que lo comprendiste! cuando el agua de tu boca sube
al borde de tus dientes,

La serpiente que danza yo creo beber un vino de Bohemia


amargo y vencedor,
¡Cómo me agrada ver, querida indolente,
¡Un cielo líquido que esparce
de tu cuerpo tan bello,
estrellas en mi corazón!
como una estofa vacilante,
reverberar la piel!

Sobre tu cabellera profunda,


de acres perfumes,
mar oloroso y vagabundo
de olas azules y sombrías,

cual un navío que se despierta


al viento matutino,
mi alma soñadora apareja
para un horizonte lejano.

Tus ojos, en los que no se revela


nada dulce ni amargo,
son dos joyas frías en las que se mezcla
el oro con el hierro.

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