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Ir haciendo caminos sobre un yermo de abrojos El camino era largo; las flores,
mordidos sobre el áspid de la desilusión, se inclinaban, la luna dormía,
con la sed en los labios, la fatiga en los ojos despertaban mis locos amores
y una espina dorada dentro del corazón. de una vieja y letal atonía.
Y por calmar el peso de esta existencia extraña, ¡Oh, qué larga, qué triste avenida!
buscar en el olvido consolación final, y ninguno pensaba en el viaje,
aturdirse, embriagarse con inaudita saña, yo llevaba tu mano cogida
bajo el claro lunar del paisaje.
con ardor invencible, con ceguera fatal,
bebiendo las piedades del dorado champaña Entonaba un dulcísimo anhelo
y aspirando el veneno de las flores del mal. en mi ser su florida cantata
Humberto Fierro Medardo Angel Silva
Golpeó con ruido isócrono el acero ¡Madre Locura! Dame la sardónica gracia
de una prora en la riba inconocida, de las peroraciones y las palabras rotas.
y escuchó la legión estremecida Tus hijos pertenecen a la alta aristocracia
el trágico ladrar de Cancerbero. de la risa que llora, danzando alegres jotas.
Con atributos de Censor supremo, Sólo amargura traje del país de Cíteres…
desde la cima de un abrupto monte, Sé que la vida es dura, y sé que los placeres
dictaminó el castigo Triptolemo; son libélulas vanas, son bostezos, son tedio…
mientras sobre el fangal del Aqueronte, Y por esto, Locura, yo anhelo tu remedio,
en un esfume gris, al son del remo, que disipa tristezas, borra melancolías,
se alejaba la barca de Caronte. y puebla los espíritus de olvido y alegrías…
Humberto Fierro Medardo Angel Silva
Visión lejana
Never more A Ernesto Noboa
Mírame bien: "Soy lo que pudo ser",
también me llaman: "nunca más", ¿Qué habrá sido de aquella morenita,
Demasiado tarde". Adiós. trigo tostado al sol –que una mañana–
me sorprendió mirando a su ventana?
Pudo ser... ¡y no fue! Tú la elegida Tal vez murió, pero en mí resucita.
fuiste para ser sol de mi camino,
¡pero un oculto, despiadado sino, Tiene en mi alma un recuerdo de hermana
sólo un instante te acercó a mi vida! muerta. Su luz es de paz infinita.
Yo la llamo tenaz en mi maldita
Pudo ser y no fue. La presentida cárcel de eterna desventura arcana.
por mi eterna inquietud de peregrino
de amor, fuiste en la noche del Destino Y es su reflejo indeciso en mi vida
como una vaga irradiación perdida... una lustral ablución de jazmines
que abre una dulce y suavísima herida.
En medio de la sombra y la distancia,
reconoció tu espiritual fragancia ¡Cómo volverla a ver! ¿En qué jardines
mi corazón, pero tembló cobarde... emergerá su pálida figura?
¡Oh, amor eterno el que un instante dura!
Y sólo un punto —como dos espadas—
se cruzaron no más nuestras miradas
para decirse: “Demasiado tarde”.
Medardo Angel Silva
Humberto Fierro
Sin razón
Dime —¿qué filtro da tu boca
Pantomima en su divino beso cruento,
Los pobres tontos y Colombina que hace vibrar mi carne loca
Que le afligieron el corazón, como a la débil hoja el viento?
Le ven trinando su mandolina
En el Trianón. ¿Con qué fórmula cabalística
mi pena rindes dulcemente,
Pierrot, que tuvo la distinción cual la celeste Rosa Mística
De que le arruine la poesía hace inclinar a la’ serpiente?
Y que una tarde quedó a la luna,
Es hoy el príncipe de la Ilusión Di —¿dónde ocultas el secreto
Y va en el cano de la Fortuna de ésta maga fascinación?
Con sus lacayos y su blasón. ¿algún venusino amuleto
me ha ligado a tu corazón?
Y así le miran los denigrantes
De su preciosa filosofía, En vano quiero descifrar
Con las camelias y los diamantes la causa de mi rendimiento;
De la Princesa Melancolía. como la luna sobre el mar
luz móvil es mi pensamiento...
No importa que los otros me huyan. El aislamiento Serás una dogaresa veneciana. Por la noche
es propicio a que nazca la flor del sentimiento: te cantará barcarolas algún pobre trovador,
el nardo del ensueño brota en la soledad. y se unirá a la del bardo que te dice su reproche
la canción del ruiseñor.
No importa que me nieguen los aplausos humanos (...)
si me embriaga la música de los astros lejanos ...y repasando tus sueños por ignoradas, riberas, .
y el batir de mis alas sobre la realidad. en la tarde, bajo el fuego del crepúsculo estival,
recordarás a un bohemio que un día quiso que oyeras
una canción de cristal.
Humberto Fierro Medardo Angel Silva