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CIENCIAS SOCIALES Y SU DIDÁCTICA II

LA HEGEMONÍA
Adaptación de Nestor Kohan

En sus orígenes, el concepto de Hegemonía aludía al predominio de un Estado-Nación poderoso sobre


otro más débil. Lenin (1870-1924) incorporó el término en 1905 para pensar el intento fallido de Revolución
Rusa de ese año contra el Zar, pero le otorgó otro sentido ya que lo aplicó a la relación interna de las
clases sociales pertenecientes a un mismo Estado-Nación.

Para Lenin, “Hegemonía” significa un proceso de dirección política de un sector social sobre otro. Si bien
se ejerce en el plano político, para el filósofo italiano Antonio Gramsci (1891-1937) la hegemonía también
se ejerce en el plano cultural e ideológico.

En sus Cuadernos, Gramsci advirtió que la hegemonía burguesa no es sólo política, sino que también se
construye y se recrea en la vida cotidiana y que a través de ella se interiorizan los valores de la cultura
dominante y se construye un sujeto domesticado.

Si bien el capitalismo no resuelve los problemas materiales de la mayoría de la población pero es


ideológicamente hegemónico. Es decir que convence a la gente que no hay otra forma de vivir más de la
que ofrece el sistema.

Así como hoy la principal vía de construcción hegemónica son los medios de comunicación masiva, en
tiempos de Gramsci ese lugar lo ocupa la escuela. Es por ello que Gramsci le dedicó gran atención al
problema de la hegemonía entendida como relación política y pedagógica. Es allí el punto de partida de
Paulo Freire (1921-1997), uno de los pedagogos que se inspiró en Gramsci

Al reflexionar sobre la hegemonía en su dimensión pedagógica, Gramsci insiste que entre docentes y
estudiantes debe haber una relación dinámica y no como la pedagogía verticalista de la Ilustración. Para
Gramsci un estudiante es un sujeto activo y que cada docente también debe ser (re) educado dentro de
esa relación.

Aunque hoy en día el consenso es fundamental para reproducir el sistema capitalista, la hegemonía de
este último no se caracteriza sólo culturalmente ni pedagógicamente. Nunca existe el puro consenso ni la
pura violencia. La creación de la fuerza y el convencimiento de la ideología siempre se complementan.

Todo proceso de ejercicio de la hegemonía lleva implícito el intento de generalizar los valores particulares
de un sector social para el conjunto de la población. La escala de valores de toda la sociedad siempre está
en disputa. Termina predominando la de aquel sector que ejerce hegemonía, pero ésta siempre se
enfrenta a un intento contrahegemónico por parte de los segmentos subordinados. Todo intento
hegemónico persigue neutralizar la contrahegemonía y al mismo tiempo alinear a otros sectores tras las
propuestas propias.

La sociedad civil
Al estudiar la sociedad, Gramsci no sólo identifica las instituciones económicas (el mercado, las fábricas,
las empresas, Etc) o las instituciones estatales (la policía, el ejército, las cárceles y los tribunales). Existe
también un tercer tipo de instituciones intermedias: la escuela, los periódicos, los partidos políticos, los
sindicatos, las sociedades de fomento, las iglesias, etc., cuya finalidad consiste en generar el consenso.

Entre la economía (o “estructura”, según una famosa metáfora edilicia utilizada por Marx) y el Estado (o
“superestructura”, según la misma metáfora) se ubica este tercer tipo de instituciones que en su conjunto
Gramsci denominó “sociedad civil”.

Para Gramsci la dominación del capitalismo sobre la clase trabajadora se reproduce cotidianamente
combinando la violencia (o la amenaza) que ejercen las instituciones del Estado y el consenso que
fabrican las instituciones de la sociedad civil.

Cuanto más débil es la dominación capitalista y mayor crisis tiene la sociedad, mayor violencia necesita la
clase dirigente para seguir viviendo del trabajo ajeno En cambio, cuanto más sólida y fuerte es esa
dominación, más “democrático” y “pacífico” es el capitalismo.

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