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En las obras de Ciencia Ficción no es raro que la problemática del tiempo se trate
indirectamente, por lo menos cuando el autor, por las exigencias de su intriga, debe
transportar a sus héroes algunos milenios hacia atrás o hacia delante. Además de las
máquinas de viajar en el tiempo, que conocen regularmente muchos estropicios, una
figura de estilo utilizada comúnmente por los novelistas consiste en postular la
existencia superpuesta de diferentes líneas de tiempo, En un mismo lugar funcionarán
de forma simultánea diferentes temporalidades que no tendrán ninguna interpenetración
mutua, lo que permitirá al héroe pasar de una línea de tiempo a otra y así poder
modificar el curso de la historia sirviéndose de una temporalidad dotada de
conocimientos adquiridos en otra. El paso de una línea de tiempo a otra es un problema
crucial: generalmente se opera por medio de las "puertas del tiempo", de las que algunas
están diseminadas por la superficie del planeta y cuya búsqueda es el pretexto de
muchas intrigas novelescas. Estas puertas permiten también a los invasores llegados de
otras épocas introducirse en la del relato, lo mismo que permiten a nuestros héroes
asumir todos los riesgos saltando a lo desconocido de esos tiempos que no son los
suyos.
Así, al lado de una concepción lineal del tiempo que prevalece en nuestras maneras de
pensar habituales, aparece otra concepción, aunque inventada por el imaginario de los
hombres, que postula una sincronía de diferentes temporalidades en un mismo espacio.
Estas temporalidades no se comunican entre ellas si no es en circunstancias
excepcionales.
Cuando, hace quince años, yo deseaba dar a conocer mejor a los terapeutas gestálticos
franceses la vida y la obra de Paul Goodman en relación con la Terapia Gestalt, estuve
siguiendo sus pasos y me entrevisté con un cierto número de personas que le habían
tratado, con el fin de recoger su testimonio (Robine, 1992). Entre ellos, Erving Polster
atrajo mi atención sobre la concepción goodmaniana del tiempo y, por lo mismo,
modificó profundamente mi forma de pensar, abriéndome a otras perspectivas diferentes
de la que era implícitamente la mía y actuaba en mí en el nivel de la evidencia. Cito a
Polster: "Hay varias cosas esenciales que me han quedado [de Paul Goodman], que él
presentaba de una manera peculiar, y una de ellas tenía que ver con el lugar de la
infancia en la vida de una persona. Como él tenía el hábito de decir, ser adulto no es
reemplazar la infancia, es un plus añadido a la infancia".
Utilizar el término regresión está lejos de ser algo neutro en la organización del
pensamiento del psicoterapeuta. ¿Qué pensar de esta proposición de Perls y Goodman?
¿Se la debe considerar una invitación a la regresión?: "Los sentimientos de la infancia
son importantes no porque constituyen un pasado que sea necesario deshacer, sino
porque constituyen algunos de los más maravillosos poderes de la vida adulta que
deberíamos recuperar: la espontaneidad, la imaginación, el carácter directo de la
consciencia y de la manipulación. Lo que es necesario, como ha dicho Schachtel, es
recuperar la manera que tiene el niño de experimentar el mundo" (Capítulo 5, pp. 92-
93; cursiva de los autores)
Una de las mayores dificultades que encuentra el terapeuta está ligada a su uso
inconsiderado de conceptos provenientes de la clínica. ¿Paradoja? El dominio de la
clínica se constituye a partir de la observación de pacientes. La descripción y el análisis
de los datos recogidos se inscribe, en su mayor parte, en la psicología-de-una-persona,
es decir, con una perspectiva individualista. Todo sucede como si los datos unidos de
esta manera fueran objetivables, independientes del "clínico" que los recopila. Pero con
una perspectiva de campo, es el encuentro terapéutico el instrumento de elaboración de
una eventual patología de la experiencia y, por supuesto, el psicoterapeuta no podría
negar el impacto de su presencia en la constitución de los datos. Y además la
intencionalidad de cada uno de los protagonistas no es la misma en una situación
terapéutica que, digamos, en un examen de tipo psiquiátrico.
Facilitar la abreacción es, por otra parte, uno de los componentes de la situación de
grupo terapéutico (por su teatralización del afecto, por el apoyo mutuo que permite
correr riesgos, por la deconstrucción -no siempre pertinente- de las prótesis, por la
multiplicación de los juegos transferenciales…), componente que merecería una
profundización particular en su incitación indirecta a la regresión.
Jean-Marie Robine
BIBLIOGRAFÍA