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Este articulo es de mi propia autoría y fue publicado en la Revista Virtual de la Asociación Mexicana de
Psicoterapia Gestalt del 2015.
A lo largo de los más de veinte años transcurridos desde mi encuentro con la Gestalt, inevitablemente ha
ido cambiando mi concepción de este enfoque, de la terapia y de mi mismo. Aficionado como soy al
trabajo de sueños, mi adicción a las metáforas como medio privilegiado de comunicación me lleva a
construir diez de ellas a manera de cuestionamientos y conclusiones provisionales sobre lo que me toca
hacer en lo que pueda vivir de este siglo XXI. La época me ofrece demasiadas novedades, y todavía no se
si son asimilables o no. En sintonía con la teoría del ajuste creativo, esto me lleva irremediablemente a
aprender nuevas maneras de hacer terapia y de enseñarla, dentro del perímetro de lo que los fundadores
fijaron como los límites (bastante laxos y difusos por cierto) de este maravilloso enfoque ya que, en caso
contrario, estaría en los automatismos neuróticos, aplicando fórmulas perlsianas o goodmanianas que
tienen poco que ver, a mi juicio, con el verdadero espíritu del discurso gestáltico.
1) La Gestalt es un continente.
En él conviven países de diferentes culturas, miradas, costumbres, estéticas, idiomas. Todos se llaman a
sí mismos “gestáltistas” y todos entienden la Gestalt desde sus peculiares acentos, inclusiones y
exclusiones. Un continente conformado por una especie que en sí misma es diversa y en el que podemos
encontrar, por fortuna, representadas todas las posibilidades humanas. Un continente que no tiene más
remedio que ser plural y que su gran reto es mantener la unidad en la diversidad, es hacer un macro
ajuste creativo que nos lleve a la coexistencia respetuosa. Es un registro biográfico aquí y ahora,
actualizándose desde la compleja red del campo que nos forma y al que conformamos. Un enfoque que le
apuesta al potencial creativo sin prejuicios. Una opción que espera algun día desarrollarse al punto en
que, sin transgredir el misterios de la vida misma, apelando a fórmulas intrapsíquicas, relacionales,
eclécticas, esotéricas, se vuelva lo suficientemente clara en su abordaje, lo suficientemente profunda en
su reflexión y lo suficientemente eficaz en lo que pretende lograr: restituir la unidad ser-mundo, objeto-
sujeto, intra-inter, experiencia-conducta, consciente-inconsciente, sano-patológico, femenino-masculino.
Mi reto es cómo conciliar una mirada cargada de juicios (y prejuicios) pero también de descripciones
escrupulosas sobre formas de experiencia tan alejadas a veces de la nuestra que difícilmente podemos
distinguir si la novedad que ofrecen es asimilable o no y de qué manera. No quiero formar terapeutas
como esta Caperucita Roja. Percatarme de mis límites como terapeuta e infundir esta cautela en mis
alumnos me parece, es la solución…pero no es sencilla.
9) Gestalt: Diálogo, relación y vínculo…los tesoros del arca perdida jamás buscada.
No puedo pensar que los que hacemos psicoterapia no partamos de alguna teoría, hipótesis o conjunto de
suposiciones explícitas o implícitas acerca de lo que vamos a entender por diálogo, encuentro, vínculo y
relación. Si por naturaleza la psicoterapia es una situación social para “resolver” las dificultades de
convivencia, inserción social, capacidad de disfrute, es fundamental que nos preguntemos por estos
términos que yo creo los usamos a veces indistintamente, si es que los usamos. El arca rescató a las
parejas de conceptos más importantes con fines de procreación teórica pero nadie la busca…ni nota su
ausencia. Acúsome de ello.