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t

Las perturbaciones
de la personalidadz
unaperspe.r"r.*_::T:Í:r:
socied¡d d€ cultú \bllelnctán

DiEt@s d€ ¡¡ cole.ctón.
c,mú vázqud Bmdin
Múí¡ Cf,uz Cdía de Eoteñia

Es1€ libm ha §do mducido de I¿ 3' edición .tel oriSr.rr .Mdi6* Ls tloubks de l4
?dn"allré, pe¡súctiE ges¡^lf¡lnc, d. Gi¡les D€lisL, Edirions du Rend, por c¿mef
vízquez Bmdiú del Grrm d€ f@pi¡ y Pstcolo!¡a. NovidbÉ, 1997.

Impee6 de G.li.i2, s. L oleims

LS.D,N.: 349523936,9

2" edición. OctubÉ 2002


8

GRI]PO B
Las personalldades df,amát¡cas, emoclonales
eüáticas

1. IA PERTIJ'RBACIÓN DE I-{ PER§ONA DAD


NARCISISTA

visión de coniunto y prevalencla de la


perturbaclón en el medlo cünlco

Le perturbación de la personalidad narcisista es una de las


categorías clídcas más inte¡esante, más estudiada y mas contro-
'i,ertide. Ap¿rcce por primera vez en el DSM m como rcconocimiento
a ru]a docrr¡mentacióÍ psicoanalítica er.lremadamente rica sobrc este
tipo de perturüacióo. Efectivamcntc, Kohut, Kemberg y Miller, por
nombrar sólo a estos, la han estudrado y hm hecho presentaciones
teóricas que han hecho y continúan creando cscuelíL
Sin embarfio es dificil, cuando se comparan dos autorcs dfe-
rentes, concretar lo que verdaderamente hace la personalidad naa-
cisista. Esto, sin dudá, es debido en parte al hecho de que el nar-
cisista es considerado por muchos autores, especialmente por
Kernberg, como uÍa perturbación de Ia personalidad concreta,
mientras quc pafa otfos autores, como Kohut, representa un pro
ccso dcl desaffollo. Er h perspectiÉ kohutiana, cualquier ser huma-
no en su dcsarrollo nomal se enfrenta con Ia dinámica narcisista.
tanto y de tal manera que todos scíamos más o menos narcisistas.
Añadamos a esto el hccho dc que se hable a veces de necesidades

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narcisista§ sanas, ganancia§ narcisistas y se da uno cuerita inme-
diatamente de que esta palabm impregna tma buena parte de la cul'
tur¡ psicológica de los que y l¿s que se interesan PoÍ el desarrollo
de la persona.
En el sentido que les da el DSM trI, la perturbación de la per_
sonalidad narcisista y Ia perturbación de la personalidad borderli'
ne constituyen las personalidádes patológicas de nuestro ticmpo.
ta perturbació¡ de la personalidad narcisista en concreto podía
muy bien ser el reflejo, a rm nivel psicoló8ico irdividual, de los efec-
tos negativos de ura cultur¿ ambiental individualista que ignora má§
o menos la distinción entre los de§eos y los derechos, cultivando
la idea según la cual el éxito, el dinero y la belleza sori los índices
de medida del valor de las personas.
P¿rece que los pacientes que tienen una personálidad de e§ti-
lo narcisista o una pertrübaciót del mismo tipo son muy numerc
sos por lo que se refierc a coffulta§ en l¿ práctica pd da. Se puede
pfesuponer t¿mbién que, paf¿ algu¡ro§ de nosotros, la Psicoter¿pia
se ha coñ,ertido eri un obieto de consumo que responde bien a su
necesidad de distinguirse y de alca[zar slrs má5 alta§ cimas.
Baio rma luz menos gloriosa se encueritr¿n también clientes
narcisistas a qüenes la existencia ha infligido alguna§ heridas, y que
empiezan una tempia con la esper¿nza de rcstablecer su equilibno,
t¿l como ellos lo petcibeÍ-
Se critica a veces el hecho de que el DSM II describe el nar'
cisismo de tipo g:randioso, pero deia en la sombr¿ las presentacio_
nes más sutiles y más matizadas de esta perturbación de la persG
nalidad.
Estos otros narcisistas tendían sentimientos de i¡feriori_
dad, hiperserisibllidad, envidia iritensa, incapacidad par¡ compro-
meterse con profundidad, dificr¡ltad par¿ mantenerse en relaciores
amorcsa§ íf¡ümas y, muy a menudo, fantr§íxs jiSerirmente pertcrsas.
Se encuentm¡ eÍ su vid¿ a menudo petsor1es en quienes los ¡ar-
cisistas deben delegxr sü omnipotencia. El na¡cisista se prcsenta

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entonces como r¡fv¡ pefsona ba§tante dependient€, atada a ufia pef-
sona percibida como podetosa y que se conüerte en el principal
apoyo del nafcisista.
Estas considemciones están infuidas sin duda por la docu_
mentación clínica dedicada al narcisista, en taJrto que organización
intr¿psíquica. De nuevo es necesa¡io recordár la pefspectiÍa adoP
tada por el DSM [tt, la de criterios descriptivos y no inferenciale§
circunsditos a las Ítxrúfestaciones de una p€rtulbacióo. Por lo tanto,
la presentación que mmos a hacer de la person¿lid¿d narcisista tiene
por objeto Ia perturbación concreta de la personalidad, tal y como
se describe en el DSM III y cu}? gr¿ndiosidad manifiesta es la clrf,c_
teística domioant€.

su clclo de expedencias

I-¿ slinbollzación
En general, el narcjsista no esá peor que los demás en lo que
respecta a dárse cue¡na de las sensaciones. No obstante, puede terier
tendeÍcia a interpretar süs sensaciones de manera selectiva.
Efectivamente, en su proceso de atribución de signiñcados, aque_
llos que se refieren a los que le haían corrcr el riesgo de deslucir
su imagen ide¿l podrían suftir una distoffión tal, que se podría deci¡
con iusticra que se hafl transfoimado en beneficio del maflteni-
miento dc esa imagen,
Así, antes de dirigir la palabra a un amplio auditorio y sin-
tiendo las sensaciones fisicas ¡rormalmerite asociadas a los nervios,
incllrso ansiedad, esta persona simbolizará la sensación como si
exprcsar¿ el ,/ac de los grandes "actorcs'. Durante su a.locución, al
obseryar en el auditorio señales que otro inter?retaria como mani-
fc§taciones de aburrimiento y de cansaücio, podrá decirse que su
exposición pone ansioso a sü público o tañbién que sus interlo
cutores no son lo suficientemente agudos como para entefder su

133
propósito... Al hablar de sus difid tades y de sus límites. podí¿ afr'
mar que cs muy generoso, muy §en§ible, mu,v perspica¿. Dicho con
otn§ pelabms, lo que pam otro scú¡ri defectos, ipar¡ él son cuali-
dades super¿bundantes!

La moYllización de su en€rgía
La persofla n¿¡cisista está por lo g€ncml bastante energeti-
zaü. Incluso se pucde decir que es expansiiq, sin por eso Ílruifestar
la teatratidad del histrióflico.

La acclón
La acción del naÍcisist¿ cs pe¡cibida a veces como a¡rogan-
te y pretenciosa, y sus inteíocutorcs sienten un vago sentimicnto
de frustr¿ción con su contacto.

El contacto
La rcciprocided que existe norm¿lmente en las relaciones
entre los individuos parece tener aqui un fJlo. Se es rápidamente
conqui§tado por el encanto y la entregr del narcisiste, pero como
falla el eco i¡ltcrpersoflal, se llega a considcrar qrre firlta substancia.
Teniendo crr cüenta lo anterio¡ no es sorprerdente que Ia
capacidad dcl contecto del narcisista sea débil y que actúa de algu-
na manera como ufla especie de mensaie publicitario. Ciertamente
se puede ver el producto y oírle hablar, pero no sc le puede
degustxr

la retirada
Con respecto a Ia rctirada, sc tr¿ta a menudo de una posición
ansiógena por dos r¿zones. En primer lugar, priva de gmtilicacioflcs
narcisisti¡-s. En el aislamiento, el espe¡) que sofl los otros desaparccc.
Además, lx retir¿da hace resurgir la cxpcriencia de Ia rida interbr,
la cual no pucdc scr sentida salvo cuando los "focos de la pasare-
la" están apag¡dos.

1t4
ocuffe a veccs que la retir¿dn c§, por el contr¿ri(). uÍa posi
ción privilegiada, y¿ que 'realmente hay muy poca gente irtere$nte,
más v¿le la compañía dc Beethoren o d€ Bxuclelaire, ¿no es ciefto?".
En estos casos, el aislamiento puede scr vivido como protccto¡ de
las heriú:¡s narcisistas qüc el contacto con l¿ realidad interpc$onxl
no le impcdiria sentir

Sus modos de reslstencia y su adaptación al


co¡rtacto

l-a confluencia
tsl narcisistn cs poco rtlner¡ble a la conflu€ncia. I-a per-
cepción que mantiene de sí mismo hacc improbable que pueda sen-
tirse semeiante a púsonas que síro hxn podido ser percibidas como
dcmsiado imperfcct:¡s y demasiado limitada§ como par¿ que el rvr_
cisista pueü "confluir" cor ellas, Con segu¡idad se va a observar
€n é1la apariencia dc procesos de conJluencia con r€spccto a per-
sonas ideelizadas, Sin emb¿rgo, esto no forme parte gencr¡lmente
de la cxperiencia del narcisista. De hecho, el narcisista se mclve
ansioso cn donde urLl fbrm¡ sena de conflucncia seía posible. inclu-

La introyección
Ademís, y alúque Ia introyccción haya podido jugar un papel
determinante eri su desarrollor3, el rürcisista cuando llege a la edad
adulta no es un intro)'ector,

Lr proyecclón
lln cuanf) a la pro,vección, está selectivamentc impregnada
dc f riasías de podct de belleza y de éxitos sin límite. El rurcisis-

rB Johnson
_Noseasqueieres sé qu en n€c€s ro que seas v le qfté .n tsúmnrz¡ng the

B5
ta que ignor¿ su propia enüdia es rápido en pcrcibir a los demá§
como cclosos. En su expericncia, los que le quiercn y le admlán
son los que fio son celosos.

La retrofleión
h reffoflexión en el narcisista contribuye al mantenimicnto
dcl desequilibrio rclxcional. La misma imagen de Narciso r€flcján-
dosc (retroflectándose podriamos decir), ilustr¿ bien Ia importan'
cia, par¿ é1, de esta form;r dc ldaptación al contacto. Se hace a sí
mismo lo que desearía que los otros le hicieran a é1, es decir, admi-
mde, y lo que debería hacer con el otrc pam equilibr¡rse, es decir,
investir afectivamente a los otros en terto que objetos dc irmor

I-a deflextón
La deflexión tambiá1 es selectiva. Afecta tanto a la críticir
como al reconocimiento de fomas de afbctos y de interés que no
estén colorc¿das por la admiración.

sus slstemas de apoyo

Bl slstema de apoyo lnte4rersonal


Et papel de la r.d de apo)o interpersonal del narcisista, sup(}
niendo que tenga uno, a lo que más se parccc es a un "fáo club".
Al tolcr¡r m'¿l la crítica. es él qrier realmente establece las relaciones
en el ifltcrior de las cuales no se arÍiesga a sentirsc cnfrentado con
sus límites. SLrs relaciones serár, por lo taoto, bastante superficia_
les y, según la cultur¡ del indi!1drio, más o menos rcstrirlgidas al
terreno de l¡§ apariencias.
Ocuffe a veces que los individuos narcisistas no tienen una
verdadera red de apo)o interpersonal y viven bastaote rePlcgxdos
en sí mismos. Como fi'tclrcntemente se sicnten decepcionado§ por
los ot¡os, en Ios que ven pa¡tes inaceptables de ellos mismos, pre-

r36
fieren, dicen ellos, la cualidad a la caÍtidad E¡ sus relaciones ínti
mas. están a menudo Ügados a una persona dependiente, dispues'
ta a renunciar a §u sentido cútico con tal de ¡rantener la relación
y vivir su $andiosidad "por poderes".

El slstema de apoyo cognitivo


En l¡ mayor partede los narcisistas, el sisterM de apoyo co8-
nitivo pone su eficacia (que a merudo es destacable) al servicio de
la reducción de cualqüer tensión susceptible de reabnr la herid¡
flrcisista. Son personas que han debido apre¡der uria fo¡ma un
poco pervertida de autccur¿cióIr psicológica, basada en la reduc_
ción de la tensión a travé§ de la racionalización y de la intelectua'
lización. En ellos, la tensión y la au§encia de cohereÍcia flo duran
taÍto tiempo como pam potenciar Ia descristalización, fase inicial
de cuálquier cambio personal.

El slstema de apoyo blológico


La relación del fiarcisista con su cuetpo exige que éste cum_
pla con Ia futción clásic¡: halagarle y no criticarle. En peíodos de
crisis, como el narcisista tiende a negar la tensióo psicológica, el
cuerpo se conüefte en el soporte de la proyeccióÍ de esta tensión,
que debe encontmr un exutorio, Pucden aparecer episodios hipo-
condríacos, y el ter¡peuta puede tener er esto una informació¡ pre'
ciosa sobre Ia intensid¿d de la deflexión de la teosión psicológica.
Se observa entooces, en la experiencia de la persona, un centr¿-
miento (eo el cuerpo) en donde el miedo a la vulner¿bilidad, a lx
fmgilidad, a la impedección, incluso tambiér a ser defectuoso, §e
encuenttan pro)-ectados en el cuerpo.

137
Su posición en las polaridades básicas

Lo que car¿cteriz¡ la personalidxd del narcisista con rcspecto


x las polaíüdes básicas de Millon cs una configur¡ción de cen
tramiento pasivo cn sí mismo.

Yo y los otros
El certÍ) de interés del narcisisra es indudablemente él
mismo pero, contr¿damente ir l¡ personalidad antisocial. por ejem-
plo, con quien compa¡te estir característica, trata de sacar gr¡tfi-
c¡cione. p,'r rl .imple hecho ri( .u pre\en( i..

La pasividad y la activldad
No cs necesa¡io crecr que el nxrcisista es indolente. Su
pasividad no tiene n¿da dc apatía. Le da simplemenre el aspedo de
que parezca po¡ completo natur¿l ser cl centro de li} escena.

Sus transacciones fenomenológicas

El modo cognltivo
Cuando el narcisista está en modo cognitivo, dcstaca en él lo
imagina¡io un t¡nto indisciplinado, lleno de fantnsías. de ideales.
Cognitivamente expansivo. pu€de dedicarse x cualquier tarea intc-
lectual con tanta confianza como ingenuidad !. superficialidad. En
su5 (on{nk ('i ne\ menr¡1e.. l¡ rerfid¡d obierilr¡ no \Ltpone m¿s qu(.
una contr¿riedad mínimx y podría llegar h¡sta a mentir si esto lle-
ga¡J ¡ posibilitarle el mantener sus ilusiones y conseguirlas.

El modo emocional
Al narcisistx lc gusta mostr¿rse despreocupedo r impertur
b¿ble, pero, cuando su cooflanzir ¡xrcisista se quebmnt¡, Ia r¿bie,
lx vergüenza y el \?cío salen a la supc¡licie. Además, cuando se está

138
en relación con é1, su falta de empatia es siempre evidente.
Cuando. €n la eotrevista ter¡péutica, se ponc en estado de "afren-
t¿" como ocuffe en sri vida cotidianl, es golpeirdo por su incapa_
cidad de darse cueota de la experiencia del otro, que se crcuentra
reducido a une prolongación de la§ necesidades del client€ oarci_
§i§tx.

sus fufciones de contacto

I-a palabra
En general, cl narcisista §e expresa con facilidad y no tiene
miedo de decir ")'o" . . . Habla mucho y su mane.¿ de utilizar el len-
guaje denot¿ su inclinación hacia cl lado soleado de su cxistencia.

La apariencla
EI cliente narcisista presta atención a su plesencia y x su apa-
ricncia y pucde a menlrdo llamar la atención, pero sin ser cálido.
S€ sienten gatas de mirirlo, pero hay algo que nos impidc terer
ganxs de tocarle.

La escucha
En un diálogo, escucha de maneri Lrn poco selectiva, atentx,
que es la demarcación entre el elogio y l¡ cítica.

Diagnósticos concomitantes y diferenclales en


el eie II

Los individuos q c padecen una perturbnción de ln Perso_


oali¿1d na¡risista presentan x menudo msgos de la pcrsonalidad bor
derlire y de la pcrsonalidad hist¡iónica.

lt9
Se distingue a veces mal It personxlidad narcisista de le per,
sonalid¡d histrióflicr. Par¿ diferenciar]as, por lo menos teóricamentc,
se pueden utilizaf las polaridades básicas de Millon en dondr se
constxta que mientlits que el narcisistir e§ pasivo y está centfado en
él mismo, el histriónico es activo y está centr¿do en el otro.
Ademís. se encuentr¿n más hombres entre los narcisistxs y más
mujeres en los histriórlicos.
lri cuanto a la disrinción entrc la pe$onalidad bordcrline ,v
lx personalidad na¡cisista) aunque los dos cornparten un a§pec¡o
bipolar, Lmx propensión a "queñar a aquellos que le ador¿n',, el 1111.
cisista aliñx su decepción con la prisa por scpa¡arse de quien le
J(cepcionir. mienrr.r\ qrl( en ef h,,rderline es (.umo \i unr (\per¿tu¡l
iofaotil se acabar¿ de romper

Diagnóstlcos concomitantes y diferenciales con


el eie I

En el eie I, los clientes narcisistas parecen \,.ulnerables a las


difcrentes formas de pernrrbaciorles del humor

Dinámica de lia terapia con un cliente narcisista

Su comporlamiento inicial en rerapia


(bmo Ia mnyor parie de las otr¡s pe{urbaciones del ejc II,
no es fácil que e§tas personirs ¡cudan a terapia par¿ cuestionar su
personxlidad. l.os clientes narcisistas vicnen a ter¿pia más bien debi
do a una perturbación dcl eje I. en gcner¿l una depresión o rrmbién
um pern[baci(in de la adaptación por su humor depftsivo.
La mayoría de l¡s veces, una de sus fttentes de gr¿tificación
cstá en peligro o le ha deiado (pérdida de cmpleo, rlrptura, etc.),
y su equilibfio narcisista se encucntra alter¿do,

140
Otro motivo de cor§ulta bastante frecueÍte en estos indivi
duos es la insistencia de las personas cercaflás, )a s€a p€rsorus que
formaÍ par1e de su entomo prcfesional, }la sea su familia inmediáta,
OcuÍe, por eiemplo, que su parcia o(plota y amenaza con romper
como no cambie algo en su comportamiento
No es sorlrrendente que, en cuanto las cos!¡s empiezan a cal-
mafse, estas persofliis quier¿n dejar el tf¿tamiento. En consecuen-
cia, es dese¿ble tr¿tar de b$car un obietilo del ei€ I con mucha r¿pi
dez, y quizás empezar una psicotempia de transfofmación como
continuación del éxito conseguido en el eie I. Sin embargo, es necc_
sario aceptar que úla mayoría de estos pacientes no van a per§c-
vemr dur¡ote mucho tiempo en psicoter¿pi¿, ya que Par¿ ellos es
r]l1a empresa muy diñcil de realizar. Dicho esto, es evidente que los
clientes narcisistas que cmpiezan ufi proceso er beneñcio de su
"cnecimiento". 1?n a ver en él más una fuente de valentía ql¡e de
verSüenza,

Indlcaclones y contralndlcacio¡e§ terapéutlca§


genefale§

R,l aü) aÍere s s-cofrlzcto


^cefrto
El tr¿baio en el ciclo de e-xperiencias del narci§ista debe e11'
denciar su incapacidad para senür y más todavía para seritir empa_
tí¿. El tempeuta explomr con el cliente su teodencia a
a poder
simbolizar sus sensaciones a interpretar los acontecimientos de
y
una manem que sea acorde con la ifi¿8en gr¿ndiosa que tiene de
sí mismo,
Cualqüer inter¡enciúl que tr¿te de desanud¿r el'mpa§se de
la rctrofle-dón y a reinvest¡r la en€rgia xsi recuper¿da €n un meior
contacto con los demás, va a §€r terapéuticamente útil. F¿r¿ hacer
esto, es necesario que el teÉpeuta sea capaz de ser este "otro"y pr(}
vocar esta tr¿nsformación,

r4l
El acento furtrapsíqulco
La docr¡mentación clínica, especialmenre la de los neopsi
coanalíticos, está llena de indiceciones ter¿péuticas, y el ter¿peu-
ta ge§táltico que quiera eruiquecer su práctica con estas reflexio-
nes necesita con§Lrltar especialmente los trabaios de Alice Miller y
de Heinz Kohut. Más recientemente, Johnson (1987) ha fesumido
muy bien los eies nrayores de un tr¿bajo intr¿psíquico sob¡e los nar-
cisistas,
Según Johnson, el trabaio con ult cliente rurcisjsta debe cen-
tr¡rse en la interpelacióÍ constante de tres niveles del sí mismo: el
falso yo, el yo sintomático y el yo verdadero. En pocas palabr¿s, la
telación eritre estas tres instancias es ésta: el falso yo es el que des-
criben los criterios del DSM III; el yo mismo verdadero es aquel a
quien el tr¡bajo intr¿psíqüco debe rclver a dar la palabr:r, y qr¡e con-
tiene los sentimienros de vacío y de pánico, la rabia y las defensas
primiti\,ils frente a las carencias de empatía que ha suftido de niño;
en cuanto aI yo §i[tomático, es el que desarrolla uno o dos sín-
d$mes clínicos, y que sustitulc la incapacidad del yo vetdadero par¡
ateÍder a las exigencias del falso.
El terap€uta gestáltico está prepar¿do lro solamente para a.ru-
drr a actualizar el verdadero yo, sino tmbién y sobre todo, par¿
provocar y mantener r¡n diálogo entre éste y sus dos contr¡partidas!
el falso y el si¡tomático.

El acento'cogdtlyo
A pesar de las apariencias, el cliente na¡cisista queda secre-
tamente perplejo ante la incapacidad d€ su falso yo para propor-
cionade felicidad. Tiene a bien seguir diligentemente todas sus qui
meras, en primera linea, consiguiendo siempre lo mismo: Écío y
dolor
El terapeuta gestatico debe resistir las ganas de dar un sen-
tido demasiado rápidamerite a este sufrimiento. Se debe recordar
que el cliente flarci§ista debe mantenerse desestabilizado durute

t42
alsam tiempo, pxr] que el tr¿b¡jo ter¿Éutico puede empezar a disol
\'rr los años de ilusiories. Por lo tanto el tr¿bajo cognitivo debe cor_
t€úa$e con in§istir en el hecho de que el sufrimieÍto tieoe un sen_
tido (lohnsoo, 19¡17). Coffesponde al tenrpeuta mantener al cliente
atento para que toqlre, a través de este dolol nada más que un¡
parte de él que no tcnía voz y que desde hace mucho tiempo tm-
taba de hrcerse oír

Su orgaolzaclón trariferenctal inicial


No es fácil entenderse con person¿s que sufren de esta per-
turbación- ta relación coll Lrn narcisista es siempre caótica, y su É¿lta
de consider¡ción por el otro, asi como su xrrogancia, utilizan las r€la_
ciones y tienden a minar también el crúso de su ter¿pia. Son
decepcionados cori facilidad, fácilmeote heridos, y se les debe de
tratar con "gu¿ntes blancos" dur¿nte la fase de inducciál a la psi
coter¡pia, ).a que de lo contr¡rio ésta seía muy efimera (k¿nces,
1986).

Iás reacclones contratransferenclales


Con las personxlidades n¡rcisistas, podemos pasar por unx
gr¿n g na de emocioÍe§. Estos cliertes nos inteq)elan en nuestm
sen§rción de competmcia y en nueitrrs ganas de s€rlo. Algun6 ter¿_
peutas v¡o a ser sen§ibles a la tendencia que tienen los narcisistas
a decepcionarse rípidame¡te y, desean evitar esta heridl a su pro-
pio narcisismo tratando de hrcer algo par.l complacerle.
Otros van a estar hcridos en su p$pia gr¿ndio§idxd y van a
poder haccr con un clie¡te una alianza de cü¡¿ narcisistx. En esta
configuración, el terapeuta va a conflrmar la grandiosidad del
cliente -v
eÍ sus
Ie va a absolver d€ toda responsabilidad verdadem
conflictos, cofl la condición de que prometa admiración ¿ h per-
sona del te¡apeuta (Johnson. 1987).
A algunos no les va a resultxr fácil hacer frente a Ia tmnsfe_
rc[cia positiva del cliente e, incepaces de sostcnerle, no \?n a per-

l.1l
mitif que íanscuffa esta fa§e transitorix. El cüente no v¡ a podet
verdader¿mentc investif a la pe$ona del ter¿peuta; con esto, la ter¿,
pia (orre el riesgo de fracasar rápidrmente
Finalmente, algunos ter¿peutas van a ceder a su mbia cuan-
do el cliente se dedique a cdticarles, o vao a tener envidia aÍrte las
gananci¡s nafcisistas que el clientc puede obtener de su vida.
El tr¿tarniento de la perturbación narcisista de la personal!
dad slrpone una tr¿nsformación que neces¡riamente lleva mucho
tiempo. Estas personas tienen un período de inducción terapéuti-
ca muy diñcil. No aceptafl con facilidad la terapia, incluso aunqüe
qüemn hacerla, ya que su tendencia a sentirse decepcionados ante
la más mínima contra¡iedad hace f¡ágil la relación ter¡péutica. El
terapeuta debe sentif§e sólido en su autoestima para no ser arms-
trado por h necesidad del cliente de tener un int€rlocuto¡ perfec-
toi eo el quc pued¿ encontmr el refleio de su propio ideal.

2. TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD
BORDERLINE

Visión de coniunto y prevaleflcla de Ia


perturbaclón en el medio clfuico

l¿ peisonalidad límite (bordedine) es con mucho la rnás esnr


diadá, y esto se d¿be a muchas r¿zones- por una parte, enüe las per-
sonas que padeceri una perturbación de la personalidad, el süfri-
miento de las personalidades límite es quizás más evidente que el
de las demás, Su misma maner¿ de establecer y de mantener rela-
ifti
ciones es de trl natlÚaleza que les hace sufri¡ y haae suf¡ir a sus
mos. Su dolor es sin duda rnás desgaffado¡ y más espectacular que
el dc las personalidades compulsivas o de las dependie¡tes, por
ejemplo.

t14
Además, la pcrsonalidad límite es una de las pe.turbaciones
de la persoÍalidad más frecuentemente diaglosticada en las gran-
des ciudades, y seg¡in algurus estirüaciones, el40% de la población
clínica de las iegiones de Ne§¡ York y de I¡)s Angeles la §ufrkían
(Milon, 1988).
Uno de los errorcs de diagnóstico má5 frecuente es el de con-
sider¿r como personalidades limite a los clientc§ que vivetr eri una
situación de estrés intenso o que están bajo la irlllrencia de una
drcga, o inchlso c{ientes que responderían a los criterios de una pef_
rurbación afecti (Fr¿nces, 1990). No hay que olvidar que se tr¿ta
de una perturbación de la personalidad que se maÍifresta pronto'
y que evoluciona hacia la cronicidad. Este diagnó§tico, como
todos los del eje II, sólo debe ser utilizado cuando las car¿cterísti
cas a largo plazo de la pelsonalid¿d sean las que explican el sufri-
miento actual del clieÍte, de marer¿ que no se confufida la per_
turbacióo de la personalidad con los síndromes clínicos.
Es una pena que el nombre de "personalidad limite" per?e_
tile la connotación de difereociación enúe dos campos, el neuró_
tico y el psicótico, cuando estos términos han desaparecido actual-
mente de la nomenclatrn:t del DSM. Esta denominación viene de la§
constataciones de los psicoanalistas que habían ob§ervado en algu-
nos de sus clientes una disposición a una psicosis de tansfercncia,
mientr¡s que su orllanización intrapsíquica aparente er¿ esencial
mente dc orden neurafico. Desgmciadamente, la elección de la ter-
minología del DSM oscurece el hecho de que, er relación a la tipo-
logia de las perturbaciooes de la personalidad, está efi el mismo
orden conceptlral que las otlÍrs Pcrturbacione§. Por otra parte, una
proposición que intenta rcemplazar el término por el de cicloide
cstá irctuahnente en estudio para el DSM IV (Millon, 1988).
Mastersor (1989) es probablemente quien ha ampliado mas
el concepto de personalidad límite. Englobaúa las personalidades
histeroide, evitante, dependiente, pasivo_¿gresi y compulsi!?.

t.i5
Sxlvo que se utilice e1e¡foque de Mestcrson, resr r¡rin difi-
cultoso, por lo que rcspech al rr¡tamiento (sin hablaf de los estig-
mas implícitos), consider¿r, por ejemplo, unn personalidird depen
diente como una pcrsonalided linrite.
L¡s cafactcísticas pri¡cipales de k personelidxd límite se
reficren a la incstabilidad. Lr inestabtlidxd del bordcrline roc¿
todas las climensiones significativas dr su experieÍcia. Su senti-
micnto de identidad personnl, asi cono su control pL sio¡al y afec-
tivo, esaán mi¡rcados por el sello de la inestabiüdxd. Sus obietivos
pcrsonales, xsí como sus relaciones interpersonales, §on los prin-
c4)ales desclcadenantes d€ sus reacciones inadaptadas que son el
origen dc su sufiimiento (Othmef & Othmer. 19U9).
Empezamos x disponer dc ildices que nos pemiten crcer
que lo qlre consider¿mos ho) en día cono una perturbeción dis.
tintiva dc I1 personaliúld podria evcntualmente c{)nside¡arse en sut}
lftrpos más precisos. En pdmer lugar, los clicntcs borde¡line no res.
pondcn todos de la misma maner¿ a las difereotes formas de
tratamienao cuyos cfectos se han estudixdo_ Además, cxdn vez se
reconocen más dos tipos distintos de presrntaciones iniciales en
clicntes borderlilc. como vercmos más adclante Granccs. t986).

Su cido de experiencias

Las sensaciones
tsl clicnte bordcrline organizn mal sus sensnciones. C)scil¡
ent¡e el hccho de scntir¡as como una manifestxción de sus ncce-
sidades ) de su identidad pe$onal o como Lrna rcacción a u11a ¡nte-
ni/.r ,' un erffrenlJmi(nto. rc¿l(.\ u ¡m¿gtnirir,\

Ia simboltzación
I¿ expericncia intetnn del clientc borderline est,r hecha de
i(ertidumbrc, de inmadurcz y de confr¡siór. En consecl¡cnci¡, t¡ene

É6
razón en no tener co¡lianza en sus sensaciones I por ellcima de
todo, oo pucdc aceptar tener sensaciones compafiidas cntrc é1 y
los demás. Cuando se permite sentir algul1as de sus sensaciones, lx
figur¿ desvanecc cl fondo, y pierde dc üsta el contexto con todo
lo que le sirve de contr¿peso en Ia intensidad de una experiencia.
sc eÍcuentra sumerÉlid() en sLr necesidad mís apremiante y pierde
el scntido de su continuidad.

Iá movilizaclón de su energa
Lr personalidad bord€rline es una personalidxd bipolar.
Consecuentemente, el cliente cstá, según las circlrnste[cias, o
bien muy movilizado o por completo apático.

I-a acclón
Las acciones precipitadas y
repertinas del cliente borderline
xtestiguan su débil capacidad de control pulsional y emocional. El
paso al acto es frccucnte y portadol según las circunstancias y las
disposiciones de la pcrsonx, de violencia, o dc conductas autoPu-
tivas.

El contacto
El cliente borderline p €dc est¿r "afer¿do" al cofixcto y sen_
tirse mxl si suelta. En la relación ter¿péutica, puede formular exi_
gencia§ rf.rntiles, o resisti$e con cmpecinamiento a curúquier forma
de contacb real. Greenberg (198U) utiliza la palab¡a clinger"y "dit
tancer" p¿rra dcsl8¡rar estas dos predisposiciofles a considerar el con-
tacto tal como se encueotra en el borderlinere.

rs E rrabaF d€ Eleáñor ofeenlrerq sobrc os bordefLlñes es muy nt€resante y pr.pone vias


de nlé Én. ón fam lares a os geslátcos No obslante debe uño preountars¿ s a del'
n c ón qu€ü lza se rel€re por comp eto a a d€ DSM o s sise r€f er€ más a eñfoque ile
.
Masleisón AOUnos de loseleñposquÉ úl' 2a€n e caso deLboder'.e nq¿r'proba
b emenle serañ daqnósl.ad.s d a perspe.l'vade las pe urbécones
de a perso¡a dad de DSM I éspec ahente.omo depend€nr

14,-
la tefirad^
En mzón de su co¡notación de abatdono, la retirada puede
ser muy an§iógena par¡ el borderrine. Poi otr¿ pa¡te, el climte puede
vivh a veces peíodos intensos de aislamiento regresio. En la ter-
minologíl analítica, se puede decir de él que la fusión luce las veces
de cont¿cto, y la separ¿ción supofie aislamiento.

Sus modos de reslstencta y de adaptactóf¡ al


co¡¡tacto

Iá coolluencla
Iá identidad personal precaria del bo¡derline da luga-r a
episodios de coniluencia ft¡sional seguidos de episodios dc autc
flomía tan transitorios como reacti.ros.

La lntroyecclón
Aquí también, el carácter bipolaf de la perturbación favore-
ce la introyección al mismo tiempo que Ia perjudtca. Iá organiza-
ción intnpsíqüca rudimentaara del borderline no le pemite la esta.
bilidad necesaria para introyectar En algu¡os momentos, el cliente
va a parcc€r que intmyecta ávidamente aI tempeuta y a los demá§,
y después se a recuper¿f par¿ expulsa¡ la introyección.
El ter¿peuta debe estar especiaknente aterito y no dejar pasar
desapercibidos,los momentos de i¡troyección. Incluso aunque el
cliente par€zca ali!üdo por poder introyectar así a.lgo bueno, el ter¿-
peuta debe mostfarse circunspecto, a la espera del inevitable gifo
de la situación en que ser.á ü\,ánente rcchazádo. Así es como puede
llegar a estabilizar lo más posible lá relación ter¿péutica, con el fin
de p€rmitide sobreüvir a los ca$bios a menudo tofmentosos y tán
comunes efi la üda interpersonal del cliente.

11A
Iá proyección
El cliente borderline tiene tcridencia a proyectar el episodio
comfl(m(nrxrio a 5u experi(n('in. más que §u experi(n.iá misma.
Si,por eiemplo, se siente mal cuando le ayudan, rio va a pro)-ectar
que los otros sc sienten mal a)'udándole sino que quieren hacerle
daño al aludaíe. I¡ proyección parece servir de mecanismo home_
ostático cuya funciór seúa estabilizar bs objetos interiorizados. Si
la experiencia internl "se explica" con un desencadeflante exóge-
no es menos peÍurbadom.

Ia retroflexlón
En el pl-ano interpersonrl, el cliente borderli¡e ticne ü1a débil
tolerancia a la rctroflexión, De hecho, esto podría ser un elcmen-
to import¡nte de la ter¿pia del bordedine, el tr¿bajar el desarrollo
de la habilidad para reúoflectar adeclradamente, lo que a la lntga
podría aludar n desmlar un mejor sistcfiü de desüezá con sus pul-
siones y sus afectos.
Además, la persona borderline está muy dotada pam la
retroflexión patológica en forma de compofamientos autodes
tructores. Tomando algrma§ precxuciones, se le p«lría enseñar a uti_
lizar de una maoera más creatira y mejor adaptada esta habilidad
que ya tiene, pero que está mal utilizada. Por ejemplo, ell lugxr de
automutilarse cortándose las ¡mrñecas, se le podría llemr a expe-
rimentar una bajada de tensión semejxnte metiendo su mano cn
agua helad¿ h¿sta que el dolor sea intolerable. Este tipo de manio'
b¡a w a tene{ como resultado producirle dolor y que Ie baje la ten_
sión, sin mutilación (Frances, 1986).

Iá deflexlón
En peúodos de estrés intenso, los acontecimientos y las per-
sona§ apenas son feconocido§. El cliente borderline hace cntoÍces
gala de unx falte total de cohesión entrc sLLs emociones y lo que ocu-
rre rcalmerite, en el aquí y ahor¿. Estr faltx de adecuación entrc 1()

r49
que pasa a su alrededor y la experiericia que tiene es mantenida
debido a una deflexióq masiva de las inJomaciones que no con-
cuerdan con su humor

Sus sisteÍras d€ apoyo

El sistelr¡a de apoyo interlrersonal


Debido a su carácter tan inestable y a la naturaleza paradó
jica de sus sentimientos, el cliente borderline tierc dilicultad para
mantefler una fed social adecuad¿ y que le soporte. t᧠petsonas
qlre comparten su intimidad acaban por ser hefidas por é1, sin lle-
8ar a entender lo que ha ocurrido. En genefal, la red social íntima
del borderline no es del tipo que apoye su salud mental La mayoi
pafte de la gente saná no tiene ganas de sentifs€ atr¡pada en la tela
de ar¡ña de su inestabilidad afecüva.
Bardenstein y Mcclashan (1988) mantienen la hipótesis de
que la red interpersonal de la muier borde he está formada espe,
cialmente por relaciones hetercsexuales hestables e intensas. lá del
hombre borderline estaúa, por su parte, constituida más bien por
relaciones instituciomles (tr¿bajo, g¡upos religiosos, etc...), resrf-
tando obvio que ti€ne una menor tendencia a buscar gfatificación
y estrl¡ctur¿ciófl p€rso¡al en sus relaciones intetpersonales íntimas,

El sisteqia de apoyo cognltlvo


La expe¡iencia cognitim del bo¡derline es tan capfichosa y
ta$ inestable que dificilnlente puede utilizarla como sistema de
apoyo, No obstante, dumnte la tempia se puede dar r¡na cieÍa rees'
tructur¿ción cogoiti1? si el ter¿peuta persiguc este ob¡etivo sin fla,
quear. Pem pam eso tiene que ¡esi§tir§e a la tentación de tr¿bajar
los sentimiertos fuertes del cliente, con la esperanza de atrxvesar
el hueco deteminante,,.

150
Su posición en las polartdades básicas (Mtllon)

El placer y el dolor
Las sensaciooes de placer y de dolor son reconocidas pero
de r¡na manem muy polarizada, EI dolor es siempre intolerable y el
placer no tiene lin..-

Yo y los otfos
El cliente borderline vive importantes giros co11 respecto a
l^ atención que se dedica y la que dedica a los demás. Incluso no
suelc sxber que trata de agrndar o que trata de hacer daño.


pasivtdad y la acttüdad
El cliente bordedine es pasivo o activo de manem cíclicl.
También puede estar tanto hipemctivo como alicaído y apático.

Sus aransacciones fenomenológicas

El modo cogntdvo
Lo que Ilama la atención cuaodo se intemctira con el bor_
derline es lo su,eto que está a cambios rápidos, fluctuantes y anti_
téticos. Un dí¿ la ter¿pia es bucna pan¿ é1, al día si€ir¡iente no la nece'
sita. Un día eres una persona dc bien y después deias de serlo.

El modo emocional
La pcrsona borderline es inestable emocionalmente. Su§
emociones y su humor están a menudo en di5onancia con la realidad
externa. Pasa de un estado normal a la depresión o a la excitación
o también vive períodos de apatía interrumpidos por breves
momentos de rabia, ansiedad o de euforia,

l5l
Sus funciones d€ contacto

la pal^b¡
En pcriodos de estrés, el cüente
borderliÍe debe a mcnudo
coffegir lo que acaba de deck debido a la r¿pidez con la quc ,tt
cogniciones y su§ percepciones cambiafl. puede ador¿rte y odl¡i
te casi cn una misma fr¿se.

El movl¡niento y el tocar
Se tr¿ta de una de las car¿cte¡ísücas nxís iÍegulares del cllcF
te borderline. Puede ser muy solícito a nivel del movimieriro y dcl
tocar o no serlo en absoluto. Despierta en el terapeuta al mismo
tiempo el deseo de tocar y la reticencia a hacerlo.

Dlagnóstlcos concomit¿ntes y dlferenclales en


el eie

La personalidad borderline prescnta pu¡tos comuoes y


puede ser diagnostic&la simultáneamenk con lrs personalidades hl}
triónica, naÍcisista, esquizotípica y útisocial. En el DSM III-R,
par¿ circunscribir mejor este trastorno, se ha fttirado de los crite.
rios de Ia personalidad histrióflica tod¡ referencia al comportamiento
sücida. I)e ahor¿ en adelante, el clínico ya no tiene que e\,?hürr cl
carácter más o menos frívolo de las alusiones suicidas y ahor¡ €§ el
trastomo de la personalidad bo¡defline el único de entrc ellos dondc

152
f

l)lagnósticos concomitalrtes y dlferenclales e1l


cl eie I

Ill clientc qüe ticne Lüla pertürbación de la personalidad bor_


ri( ¡ll( v,r ¡ ser cspecialmente l'ulnerable a la deprcsión mayor y a
h lx fl rrrblción di§tímica. El clírúco debe por tento a-segur¿rse, desde
li lrrinrcr¡ cita, de que la§ cer¿cteísticas en las que se basa slr eva-
lú,¡. i(irr rcsponden bien al criterio básico de 1lna perturbación de
l¡ Ixrv)nalid¡d, tal como se han prcse[tado al principio de esta s€c_

Además, parece que est¿ peffurbación de Ia personalidad


rl( |l(una cierta predisposición a Ia perturbación obsesivccom'
puede uno ima_
I'lllsivx del eje I (Greenberg y Bernstein, 1988 ). Se
lhxr cntonces quc los ntuales pueden resultar de un intento
rrxrntscicrite pam estabilizar el humor dcl.liente.

Dinámica de la t€rapia coÍr un cüeÍrte


bordedine

Su comportan¡lento lnicial
La gmn inestabilidad emotiva y h falta de constancia a nivel
,rl¡ctiÍ) hacen la relación tempéutica a menudo dificil y tensa El
t(rilpeuta va a ser percibido poco a poco como muy bueno o muy
orilk). Dur¿nte Ias cntrevistas prelimiMres, el cliente bordedine se
pueden parecer absolu_
lnrcde presentar de dos maneras Alsunos
rirncnte "normales" y únicamente cuxrido €mpiezan a contiu: lo que
(x urrc en su vida y lo que se hacefl a sí mismos y a los demás es
.r:lndo se empieza a presuponer una perturbación gmve de la per_
srrxlidxd. Pero entonces a memrdo empiezá a ro encajar lo que nos
(rr(ntr con la imagen qüe proyecta la persona que tenemos arte

r53
Otros nos llegan en un estado muy reg:resivo, comportándose
dc unn mener¿ infantil, impulsiva y manipuladora y actúan sobre el
cirmpo de la misma manera que en su vida cotidiana,

Su organización transferencial
La ter¡pia gestáltica puedc ser mlry intensa, y el cliente
borderline nos llcga yx con une predisposición marcada a la inten-
sidad, Seremos alternativamcntc árlael y demonio. Puede aferr¿rse
rápidamente a nosotros o mantener por completo la distancia. Pero
cuando se implica, tiene tendencia a hacerlo de mrner¿ exirger¡dx.
Puede esperar toda clase de favorcs y de exccpcioncs ¿ l¿s reglils
de la ter¡pia (sí, existeo reglas, incluso pam los ter¿peutas gcstál-
ticos).

Indicaciones y contraindlcaclones tempéudcas gene-


rales
En la f¡se de inducción, el elemento más importante es esta-
bleccr un¿ rel¿ción ter¿péutica sóliü que cont¡apese la marcada
inestabilidad del pxcicnte bordedine. Es de la mayor impoftancia
que el tempeuta cstablezcx limites muy claros y que él sea espe-
cialmente estable y esté bien certr¿do.
La tempia gcstáltica contieÍe x la vez lo mejor y lo peor de
Io que un cliente borderline puede encontr¡r AIgüIas técnicas muy
espectaculafes, muy regresivas y muy aptas para provocaf senti-
mieritos pueden ser potencialmente peligrosas para ó1. Estc clieÍ-
te es ya de por sí muy regresivo y maniliesta una débil destr€za.on
rcspecto a sus afectos y a sus pulsiones, segummente no cs el
momento pilr¿ el diálogo con una madre muerta, por lo menos
mientras el ter¿peuta no esté seguro de la habilidad de su cliente
par¡ salir de ufla maner¿ más o menos voluntada de sus estado§
regre§ivos quc está.n suñcientemente consolidados.
Además, el ter¿peut¿ gestáltico que sabe permanecer en los
línxtes dc rul tr¿bajo dc reestructuraciófl contr¿rreg¡esiva puede uti
lizar óptimamente su h¡bilidád pam tr¿baiar er la frontera_contac'
to, tmtando el rquí y ahofl como uÍa maner¿ de favorecer la esta-
bilidad del cliente. El proceso ter¿péutico §e basa entonces en la
consolidación del vínculo entre uno mismo y sus afectos, Este e¡fc
que ¡lecesita, por pafte del ter¿peuta, que pueda fesistir a los vigo-
roso§ asaltos afectivos, a la vez positivos y negativos' de su pxcien-
re. confrontándole con la rcxlidad de los hecho§ y de las exigencias
de la situación terapéutica.
tIfi encuádre así debe sostener y centr¿rse en la realidad y
estar dirigido a la rcduccióo de los extr€mos en el plano del com_
portamierto emocional. La función de lx relación ter¡péutica es
crtonces la de servir de apo-vo y le de estabilizar Las explomcioncs
intrapsíquicas aquí se reducen ¿l mínimo. En los peíodos dc
estrés agudo, es necesario ser a la vez capü de contener los sen-
timientos jntoler¿bles del cliente, recordarle qüe sus dificultades son
temporales, que el tiempo está de su lado y que va a poder ver las
cosas desde unx perspectiv¿ diferentc si puede atr¡resar la crisis sin
i¡fligirse daños irrepar¿bles (Irances, 1986).
Grcenberg (1988) aporta indicxciones detallada§ sobre el tr¡-
tamicnto del cliente borde ine, en una perspectiva gestáltica-
Aunque parezca que su fichx sea Ia más larga del DSM, se tr¿ta del
único texto co¡ocido que hace una presentación detallad¿ de
posibilidades de intervención con el cliente borderline en una pers
pectiva gestáltica pura. La autor¿ propone Lrn enfoque iflterperso_
nal en diez puntos, cuyo resultado debe s€r la satisfacción de cua-
tro necesid¿des básic-;r§ del borderlioe:

l U¡ra relación interperson;rl inte¡sa quc le pemita ser rec(}


nocido y aprecixdo en tanto que pi3rsoru única y dig:na de

2. El pcrmiso de seper¿rse e irdividualizarse, con el fin de


reactiv¿r su proceso de crecimiento

155
3. Iá posibilidad de ensalBr fiuevos compoÍarnientos, v esto
efl entomo que le soporte v le de seguridad,
Lrn
4. El deseffedo de Ia madeja compleja de sus det¿nsas pri,
mitivas, y la restaur¿ción de su capacidad de contacto en
el presente.

l-a tefapia de grupo


AlÉlunos clílicos creen que es la mejor forma de tr¿tamien,
to. Permite atenuar la tr¿nsferencia, ¡l mismo tiempo quc neutr¿,
lizar su teridencia a buscar relacio¡cs individuales intensas. para el
cliente, reduce Ios fiesgos de regresión exagerada y, para el tera-
peuta, los de contraíi¡nsferencia.
No obstante, sc debe tener en cuenta que el gn¡po de tem-
pia sea de tipo inter¿ctivo, de tal maner¿ quc no se rchrerce la teft
dencia del bordedi¡e a irfientilizarse. Además r? a ser invftado a ser
uo pa¡ticipante activo y responsable, y §e va a portar me¡or

Ia tefapia familiaf
[n terapia É¡miliar presenta la ventaja de pcrmitif al tempeuta
obseñ,ar y rabxjar la transferencia hacia los otros miembros de la
famili¡. Le ayuda a separ¿ase $Iicientemente par¿ poder cometu¿r
las reecciones de transfe¡encia de los miembros de la familia y las
consecuencia§ que se observan (k¡nces, 1986). Dando por hecho
que la persona bordedine y su familia esrán más preocupados por
lo que ocurre entre ellos que por lo que ocurre con el ter¿peuta,
esta forma dc terapiir permite ¿ cste último ser escuchado con una
distorsión menor y tene¡ más credibilidad que si intentara el
mismo tr¡bajo en el conte\:to de una terapia i¡dividual.

El acefrto arrar.er¡ess-contacto
E¡ el marco de referencia de l¿ gestalt, ur acento a¡rar?ress-
contacto llewría al terapeuta a tf¿bajar el aqui y ahor¡, las tfans.
ferencias negativas, las pulsiones de mbia, la idealización primiti.!"r

r56
y la omnipotencia. Un tr¿b¡jo así debe llcvffse de maner¡ siste_
mática y col1 precaución. Exige muchas sesiones por semana
durante \"¡nos años. El ter¿perte debe lle r el tr¿bajo de rma mane-
r¿ que evite la tr¿nsferencia negativa. Utiliza la coflfrontación y l¿
(,lrrillc¿cion d(l r'on¡a(to en el rqui y ahora.

Iás reacclones contf atraÍsferenciales

El cliente borde ine tiene tendencix a implicarse de mane'


iar exager¿da con su ter¿peuta f recíprocamente, ocurre que este
se implica también demasirdo. Cuando 5e da este ca§o, el ter¿peut t
puede senlr r¿bia frente a las demanda§ hf¡ntiles del cliente y tener
ganas de rechazarlo,
ñliunos ter¿peutas tienefl una necesided personal de hacer
mllagros y lro pueden resistir el deseo aparente del cliente bor_
derline de trabajar en profundidad sus sufrimientos y sus senti
mientos. Coremos el riesgo de sentirnos perdidos en una inextri-
cable tela de arxña tejida con sertimientos transfereflciales y
contr¿tr¿nsferenciales. Con el cliente borderline, es preferible
mantefier una di§tancia propia Pam conseñaf una perq)ectiva sana
cuando el cielo nos c¿iga sobre la cabeza, lo que siempre acaba por

En esa ocasión, el ter¡peuta pierde su capacidád de ser un


"participante observador". Es el resultado del sentimiento fuerte
e inestable del borderlite. Si se t¡abaia coÍ los borderline, no se
debe dudar en consultar a los compañeros y asegur¡rse un apoyo
¡decuado. Son personas dificile§ y traba,ar con cll¿s representa un
desafío.

t77
3. PERTURBACIÓN DE IA PERSONAIIDAD
ANTISOCL{L

Vlsión de coniunto y prevalencla de Ia


perturbaclón en el medio clínlco

Esta perturbación de la personalidad es la más fiable desde


el pr¡nto de vista del diagnóstico. Sus cfiterios son tan expfcitos
como concretos. Además, según las pruebas de ñdelidád interiui-
cio que precedie¡on a la publicación del DSM m, h pertutbación
de la personalidad antisocial es la que obtiene las meiores pun-
tuaciones.
No obsta¡te, uno se plrede preguntar sobre su utilidad rcal
ya que parece de§cribi¡ una per§onalidad criminal, ¡puesto que sus
criterios adquieren el aspecto de un interogatorio policial! Entre
los enunciados que basari los criterios, se encuentran por lo meoos
l8 que contmvienen una u otr¿ de las disposiciones del código cri-
nlinal o de la ley de protección de l¿ juventud. De este modo, el 80%
de la población de uria cáfcel respondeía verdaderamente al diag-
nóstico (¡r¿íces, 1986).
Por otro lado, la posición de los autoies del DSM a favor de
cfiterios no infefencides, es aquí de lo más costo§¡, )"¿ que nos pri\,a
de dos car¿cterísticas fi¡ndame¡tales de lo que la documentación
psicoanalítica habia llamado el carácter psicopático: la ausericia de
remordimientos y la incapacidad par¿ üvir ur sentimiento de leal,
tad. Se ha prescirdido de buscar estas dos carencias del desaffollo.
en favor de lo descriptivo.
Por otro lado, es posible que estos criterios descripüvos silen-
cien una realidad contempo¡ánea que quizás no tiene mucho que
ver con la psicología. Nada nos asegur¿, efectir'i}meote! que estos
comportamientos seaÍ la manifestxción de una pertubación psi-
cológica, sino que más bien pueden ser el refleio, a r¡n dvcl indi-
vidual, de condiciones socio€coriómicas.criminógenas,.

154
Se tr¿ta no obsfmte de criteÑ)s sin riesgo de crro( pero que
dibujan el retr¿to de un individuo con una conducta criminal, A
menos qu€ se trabaje en ull medio carcelario o con jóvenes delin_
cuentes, es poco probable que uno dcbx intervenir cofl pe¡sonas
que padecefl esta peÍurbación de la per§onalidad; es impensable
que un cliente asi pida alarda, cuando se sabc su falta de cualquier
ftsponsabilidad, así como dc sufrimiento.
Ilay que decir que únicamente Ios ter¿pelrtas formados con_
cfctemente pal:l tr¿beiar con ellos, y esto dentro dc programas y dc
entomos conffolados, pr.leden conñxr eÍ estar algo segu¡os. si hay
un plúto de vista efl el que los difcrentes auforc§ consultados parc_
cen e§t¿r de acuerdo es en éste. La pefsona qr¡e ticnc una peÍur-
bación de le personalid¿d antisocial presenta deficiencias muy
marcadas, compensadas con una $an habilidad para maoipula¡ a
los otros, y el te¡apeuta no especializado flecesitalá neutr¡lizar ¡ápi_
damente y super¿r serias ftitcciones contr¿transferenciales-
Aun J\r, \¡¡mo\ ¿ hac(r rú¡ descrip(iun \r¡m¿ria y r¡rm,,\ x
desaffollar más delante el tema crucial de la contr¿tr¿nsfercncia.

Su ciclo de experienclas

Iá simbolfuactón
El antisocial se ve como Llna persona autónoma, libre de prc
illicios sociales y de conveniencias. En conseclrcncia, simboliza sus
sensaciones con bastante libertad y sin culpabilizarse. Si §iente el
filtlo ni niogune retrollexión cn cl
deseo de algo, flo existe ningún
proceso de simbolización. Si quiere algo, a por ello.

I-a movlüzación de su energía


El cliente anti$cixl esá movilizxdo y enéryico, siempre al ace-
cho de lo que, en una situación dada, puede volverse I su favor.

r5.)
La acción
Sus acciones son impetuosas c irrefrenables. Efl cu:lnto sien-
te una necesidad, debe pasar a la acción.

El cont4cto
El paso al acto, sin tener en cuenta las consecuencias, es la
antitesis dcl contacto.

Sus mecanisños de resistencla o de adaptaclón


al contacto

La confluencia
EI cliefne antisocial no puede ser coofluente más que con urrt
minoría de mxrginales que comparten su visión inhabitual de la vidá
y de la sociedad.

Ia intfoyección
El antisocial es incnpaz de introyectar y es una de lxs cosas
que impiden el tr¿tamicnto. [a idea que tiene de sí mismo impide
que alguien tan autónomo y tan liber¿do de los preiuicios sociales
pueda introyectar, sea lo que sea.

I-a proyección
No tieile en cuenta suficientemente ¿ los otros como p¿r¡
poder hacer proyecciones serias. Los otros son afiujeros. Se da por
sentado, en una perspectiva de relación de objetos, que se podría
aventur¿r que el hecho de no dar importxrcia a los otros es c¡ rea-
lidad um fonna sutil dc idcntificación proycctiva...

I¡ retroflexión
Ia i[capacidad de retroflect¡r del cliente ¿ntisocial es sin
dud¿ una de las deficicncias más importantes a las quc se eofren

160
ta. Además, la mayoría de los programas dc tr¿t¿miento qlre
demuest¡an ser eñcaces con ellos se apoyan en cl desarrdlo masi
vo de su capacidad de retroflectar,
Ibr ejemplo, algunos han sido ani¡rados, en un rira¡co de ec(}
romía de fichas':r), a escribir uri diario personal en el que deben anl}
tar ¡bsolutamente todo lo que han pensado durante el día, Se tr¡ta
dc un¿ forma edxptativa de retroflexiónr observarse más que
actuar

I-a deflexlón
El t€mpeuta gestáltico pucd€ coÍsider¿r le eusefcix de sen-
timiento de culpabilidad, (importa poco su ctiok)gía), como el ftsul-
tado de deflexiones repetiti?s de las consecuencias en el entorno
del compo¡tamiento antisocial, Además, tratar de llegar a este
proceso permitiría el reconocimiento de las consecuencia§ nefFtiiBs
y u¡ mejor sentido de les interacciones y de la reciprocidad en las
rclacio¡cs con los demás.
A modo de ejemplo, se encuenÍa actr¡almente en los Estados
Unidos una formx cofltrovertid,r de tr¿tamieflto par¿ los delin-
cuentes sexrürlc§, culpable§ dc violxcióÍL Se tr¿t¿ de eflfrentff ¿ los
agresores con sus víctimas, bajo la supervisi(i[ de tcr¿pcuta§ for-
mados con este fin, quc neutr¿lizaí¿n todos sus intentos de defle-
xjdn mientras l¿. rictjm¡\ \e Jirig(n ¡ rll,!§.

sus sistemas de apoyo

El slstema de apoyo interpersonal


Si cxistc una red, es delictiva y epoya los aspectos patológi
cos dc h persornlid¡d. Además, el antisocial es uÍ solitario y si se
encuentra en una rcd e§ par¿ scr Lú Predxdor

20 Un s sl¿m¿ d€ modlcac ón de conducla en dond€ la obtencó¡ d€ grat I cac ones (. ga


fi os salidas, )esrá suped Éda a resperaf aquna6 consignas refapéulicas
v silas, elc

161
El slstef¡ra de apoyo cognltivo
Este sistema apoya la ma,vor pafe del tiempo los aspectos psi-
copatológicos y en beneficio de las coanadas y las justificacic
¡es de los compoftamientos desviados.

El sistema de apoyo biológico


El antisocial tieft üla p6tur¡ erglúdx y rígida y tiene rüra te¡-
dencia a estar muy "pagdo dc si mismo"- "Inflado", espir¿ relati
vemente poco. Tiene tendeflcia a no escuchar las §eñales de peli
gro que le m¡nda su cuerpo f teniendo necesidad de sentir que
domina la situación, ignor¿ su cucrpo o lo reduce al silencio
(Smith, 1985).

Su poslclón en las polartdades básicas (Millon)

Yo y los otros
El antisocial sólo se preocupa de él mismo y desconñr de los
dema§. A decfu verdad, la comlmidad sólo es par¡ él ru]a especic de
marco deshumrnizado, en el que se dcdica a buscar noínas para
explot¿da meior er su beneffcio, Probando constantemeote los lími-
tes de las reglas y de le tder¡ncia de los demás, extr¿e las inlbr-
mrcioncs qlre alimentan su egocentrismo y la co¡Jección de sus

I¡ pasivtdad y la actiYidád
Se trata de una persona muy activa, coflstantemente al xce-
cho de ocasiones par¿ gratifica$e a expensas de los demás.

162
Sus trdrsacciones fenomenológicas

El modo cognidvo
El cliente antisocial organiza los acontecimientos y las rela-
ciones de manem que se acoplen a su visión poco ortodoxa de la
vida en sociedad (Miüon, 1988).

El modo emocional
F,l antisocial es irl.s€nsible. Al frltarle empatie y no sentir em(}
cioncs, !-¿ ir ñngir compasión o remordhientos si pucde scrle de
utilidad, pcro no los vx x sentir reirlmente.

Sus funclolies df contacto


I-a apariencia
El cliente rÍanifiesta a menudo r¡nír er(centricidad provocadom
o muest¡a señales de peÍenencia a un lfupo distintivo y marginal.

la pal^br^
El ",vo" parecc hipertrofixdo, el aotisoci¿l se expresa de uÍil
maner¿ qlre tr¿sluce su desco¡fianzr de los dernás.

La escucha
No escucha de una nranem atenta. De hecho, escucha pa¡:r
poder oponerse mejor o apostillar a su i¡rterlocutor Si se le con-
ftrnde, nos quita la palabra o se aísla en un silencio e¡furruñado y
r¿bioso.

i63
Diagnósticos concomitántes y diferenciales del
eie II
El antisoci¿l pres€nta flsgos de pcrson¡lidad borderli¡e y mr-
cisistr. Cuando tiene car¿ctcrísticas bo¡derli¡c. csto acentira su
impulsividad y su disposición a pasar a la acción y a la liolencia.
Cu¡ndo tiete car¿cteristicas narcisistas, quc son los mcno§. el
cliente antisocial se maneja meior, es más arrogante y más mani-
pulador

Diag¡ósticos concomitántes y diferenciales en


el eie I
lás perturbaciones del hlúnor, el ebuso de sustancies y la toxi-
comaflia pxreccn scr slrs princ4)ales ricsgos dc detcrioro.

Dhárüca de la terapla con un cllente andsoclal

Como,q mencioné en la rntroducción, es muy desaconse,able


empezar un tr¿tamiento prñ?do con un cliente antisocial, y úni-
camente qüenes hayan recibido una formación concreta y que tra-
bajen en el marco de prog¡¿mas estructurados pueden permitirse
tr¿bajar con ellos. Par¿ urra presentación detallada de la perturba-
ción. trcftlso par¿ resultados clínicos recientes y protocolos de tr¿
tamiento, invito al lector a consultxr la obr¿ de Reid y col., citado

Su comportamlento lnlcial
El xntisocial no acude a ter.rph salvo cuindo se le fuerza o
bajo amenaza de consecuencias. Va a tr¡tar de manipular al ter¿peufl
yva a estar al acecho de índices que le permitan conseguir lo quc

164
quiere d€ la mejor manera posible. Si se d¿ cuenta de que el ter¿-
peuta desea que tenga remofd[nientos, los va a terier, a menos que
esto pueda ser iflt€fpretado como un feconocimiento de su cul-
pabllidad.

Su organización trarrsferenclál
En Ia mayor parte de los casos, el antisocial ve al terapeuta
como fomando parte de un sistema que qüere, de una man€r¿ o
de otra, reeducarle o castigarle. Desprecia este sisteou. El tef¿peuta
es por lo tanto inici¿lmente despreciable.

Iás f eacclones contratrarsferenclales


Existen dos contratÍ¡úsfefencias principales en el tmbajo con
el antisocial. Lá primem es la credulidad. Al8unos ter¿peutas tienen
la flecesidad pe$onal de salÉx a los "ángeles caídos" y piensan que
cl amor puede hacer milag¡os, Esta teoría puede ser Senerosa
pero ¡o está apo)¡ada pü los r€sultados de investrgaciofles sob¡e los
aotisociales...
Iá segunda relación es la desconlianza €xcesiva. A mefludo,
los terapeutas que feaccionan así son los que fueron crédulos )a
antes y han sido decepcionados. Se acercan por lo tanto al cliente
como si fueran el fiscal gener¿l, es decir, flo creyendo una palabra
de lo que dicen.
Finalrnente, el miedo a la ¡'lolencia verbal o a ser a$edidos
ñsicamente fleutr¿liza a nús de uno, y lo riLnico qr¡e hacen es pare-
cer que tr¿baian con el cliente, o bien s€ poren de acuerdo, a veces
incoriscientemeflte, para que la tempia acabe con gr¿n alivio para
los dos.
4. LA PERTUBBACTóN DE rá. pERsoNArrDAD
HISTRIÓMCA

vislón de coniunto y prevalencia de la


perturbación en el medio clinico

Algunos clínicos se muestran escépticos con respecto a los


ñmdammtos de esta categoía clínica. A los oios de ñuchos de ellos,
§e tratx de la simple escerbación de r¡sgo§ fem(l1ino§ culftralfiente
deffnidos. No es imposible que existan hombres histriónicos cuyo
comportamiento maniffesto seria úr¿ eragsr¡ción de los rasgos ma.e
crfinos (Ir¿nces, 1986). l¡s tef"¿peutas gestálticos debeían tener
er cuenta este detalle, ar¡nque los criterios diagnósticos del DSM
III-R no lo hagan.
Se puede poner en duda que la co}¡arianza entre el género y
una categoía diagnóstica sea un índice de sexismo por parte de los
clínicos. Otr¡s pertur$aciones de Ia pe$onalidad (especialmente el
antisocial y el narcisista) son más É€cuentemente diagnosticadas en
Ios hombres.
l,os clientes histriónicos sofl los que más recurren a la psi
coter¿ph en la clírlca primda y llegan a o4)resa¡ rma neta dife¡encia
entre un terapeuta ma§culino o femenino, según lo que perciben
de su problemática.

su clclo de expedeflclas

La simbollzación
El cliente histriónico se percibe como una persona sociable
y animadá. Esta percepcidn colorea sus sensacione§ ) sus procesos
de simboüzación. Por ejemplo, un interés moderado por lo que un
intedocutor está contáfldol€ se tlansfoÍna con faciüdad en una sim-

r66
bolización del tipo: "Debería, como persona sociable y animada,
manifestar más fescineció¡ ente lo que esta persona me cuenta,., ",

Iá movilización de su energía
El cli.Trte histriónico está muy movilizado. Su tendencia a exa-
gerar sus §ensacioncs y sus cmociones exige de él una gfan canti
dad dc c¡ergír org¡nismicx.

La acclón
El histriónico tiene tendencia a actuar de mrmcr¡ teatr¿I, afec-
rada o impulsiva. El histrió[ico experimcnta est¿ xfectación como
la manfestación de su alegía de vil,ir, y es r¿ro quc pued¿ efltrc-
vef que, en esta "alegría de vi\,'ir", hay una maniobr¡ que tr¿ta de
5xti$acer 5u inmenla nece5lddd de arención

El contacto
El histriódco es una persona de precontacto. Se siente rela-
tiv¿mefte a gusto en todo lo que es del tipo de uo preludio al con-
tacto, pero mal al sostener contacto pleno. Par¿dójicamente, está
lleno dc un i¡mcrt§r deseo de cofltxcto, en fofma de atención, pero
nunca puede sacar fauto de los esftrefzos que hace pxr¿ llamar la
xtenci(in. t:rs hipótesis psicoanalíticas coflocidas con respecto a
quienes impiden cl disfnüc del co¡txcto pleto subr¿_v¿n el hecho
de que este último está cargado de connotaciones dc triunfo edí'
pico y debe. por lo r¿nlo. manleners( J distJn(iil

la relirad^
Al conocer Ia percepción que el histriónico tiene de sí
mismo (sociable y ameno), es cieño que Ia retimda tiende a ser
imsiógena, ya que coffe el riesgo de poner esta percepción favor¿ble
cn peligfo.

167
Sus modos de reslsteflcia y de adaptaclón aI
contacto

La introyecciólr
Ya que el histriónico se ve coño liregario, sociable y encan-
tador en su reki(io interpersoÍal. puede dar la aparicncia de intro-
yección. Bn gencr¿I, no es el tipo de persona verdeder¡mente cd,
lca en el pftcontacto, a menos quc crea que tal actitud le \,ts a hacer
at¡activo a los oios de alglden. Sin embargo, la mayor parte del tiem-
po la aprobación entusilsta del hisrriódco no es, hablando pro-
piamente. una manifestxci(in de introyección, sino más bien de
deflexión.

Ilr proyecclóo
La proyeccia)n del hist¡iónico contiene por debaio toda lo
inconfesable de la seducción. Con é1, Ia rclación está en primer lugar
erotizada, pe¡o la responsabilidad se aüibuye al otro. Los histrió
nicos, hombres o mureres, están la mayoría de lils veces ocupados
en pfoyecciones estereotip¿das con rclación x que los miembros del
otfo sexo están excesiv¿mente preocupados por la sexualidad y la
seducción.

La retroflexlón
EI hist¡iónico es demasiado hipcr¿ctivo y está demirsiado pre-
ocupado en scducir par¿ estar verdiLdemmente dedicado a la retrc
flexión. De hecho. a menudo el histriónico siente y habla de esta
débil capacidad para retroflectar como una manifesti¡ción de su per,

I-a deflexión
Elhistriónico ticnc tendencia a deflcxionar la intimidad y el
contacto a tr¿vés dc la hipe¡actividad y l¿ exage¡ación. Decir que
"sc está absoh¡tamente F¿scinado"pof xlguien, cuando en realidad

168
se esá moder¿damente inter€sado, es netamente rÍra foffna de defle'
xión.

Sus sistemas de ¿poyo

El ststema de apoyo interpersonal


Eo gener¡I, el histriónico se consüuye r¡n buen sistema de
apoyo iflterpefsonal cr¡antitatiamente hablando. Se conduce de
mafrer¿ gfegaria, sociable y animada de anteÍrafio.. - No obstafite,
su círulo de amigos y de conocidos es a m€nudo pobre en el plano
cualitativo; por 1o menos, lo utiliza nul. l¿ teodericia que tierie el
histiónico a rtrántener el contacto en un nivel superficia.l hace difr-
cultoso el desarrollo de relaciones significativas basadas en la posi-
bilidad de un apoyo interpersonal recíptoco.

Bl slstema de apoyo cognitivo


La mayoría de los histriónicos tienefl tendeflcia a des lori-
zar los proceso§ co8¡litivos exigentes; a sus ojos son pérdidas de
tiempo o, si conocen la lengua a¡alítica, son "r¿cionalizaciones" f
si conocen el argot gestáltico..., son i'mind-fucking"! Algunos de
estos clientes no aprecian el proceso terapéutico más que en la
medida en que están cargados emociooalmerite y se resistm, a veces
de una mÁnera creatim, a cua.lquief esfuer¿o por parte del ter¿pel¡ta
p¿r¡ hacerles reflexioflar sobre su experienc¡a.

El sistema de apoyo blológlco


Históricamente, la documentación psicoanalítica ha asocia-
do la histerla-hlstriónica a lo que conocemos hoy en día por el no¡r}
bre de perturbación de somatización. Uno puede cIeff por lo tanto
que el sistema de apoyo biológico del histriónico le fall¿ a menu-
do, Cuando no está tr¡nsfofmado en simple instrumento de s€duc-

169
ción, no hace más que revelar l¡s deflexiones masivas a las que el
histriónico consagm su energí¡.

Su posición en las polaridades básicas (Millon)

Yo y los otros
El histrió¡ico está mucho más cent¡ado en los demás que en
si mismo. Con seguridad, es también egocéntrico, pero el motor de
su acción es cl deseo de dención, por lo tanto e¡ deseo de que los
demás estén centrados er é1. p¿r¿ conseguf este objetivo está al ace,
cho de lo que Ios otros csperan de él )'hace lo que puede par¡ res-
pooder de la manera en la que rcsulta más atr¿ctivo.

Iá pastvidad y la a.üvidad
Se tfata de una persona activa. CoÍtr¡riameÍte al narcisista.
el histriónico buscir activamentc la atenci(in. No espcra conseglrirla
por el mero hecho de su prese¡cia,

Sus tfansacciones fenomenológicas

El modl) cognitivo
El histriónico es cognitivamcnte superffcial y tiene tenden-
cia a evita¡ la intrcspección. Le cu.§ta centr¿r su atenciófl cn lo que
ocurre en su irterior y se distr¿e colr acofltccimientos cxternos. a
mcnudo bastante comunes,

El modo emoclonal
Él modo emocional del histriónico cstá lleno de emocio¡es
tan dr¡máticas y superficiales como efime.as. Un,r nimiedad es suli-
ciente pxm entusiasmarle. . . y una nimiedad es suficierte para
aburrirlc o par¿ ifiitaale, aunque esto t1o sea con la intensidad prl}

170
pia del borderüne. Es inpetuoso, ) sus emociones so un poco
como bs fuegos artificixlesl deslumbrantes, ptro caen í¡pida_
mente.

sus funciones de contacto

lá apadencia
El histriónico dedica mucha atención x cuidar su apadencia
o a prcocuparse por ell¿. Su gr¡n nccesidad dc ¿tención, coÍIjuga
da con la negaci(in de esta neccsidad, hacen qlle una persona "se
ponga y se quite" lo que sea en una cultur¿ oficial o en un¿L con
tr¿cultur¡I.

lá palabra
en lrnlo que in\lrumento p¡.r. llnx vez mi\.
I lili/,r \u \o/
llam¿r la atención, comunicando su gusto por Ia socinbilidad y la
cntrega, Su voz es enérgict y modulada- h elecció¡ dt sus palabr¡s
l'n más allá de sü expedencia y es un \,itt oso de exager¿ciones del
tipor "siempre-nuflci}", del "todo nada" y del 'todo el mundo_
nadie".
"siempre hago todo lo qu. puedo par.r ser amable con todo
el mundo y nunca nadic me ha r€coflocido mis esfuerzos' .

I-a escucha
En el plilno de la escucha. el listriónico está siempre die
puesto a comprender Ios ilspectos supeffrciales y mÜrdanos de l¡s
comurlicacioncs verbales. Tiene tendencix a deflexionxr las tona_
lidades íntima-§. en su habitrxú csfuev-o par¿ t1o implicañr er el con'
lacto pleno.

171
El movimiento y el tocar
Con el histriónico, el movimiento y el tocar están en primer
lugar erotizados. Con las ftlnciories de contxcto experimenta su sen
§ualidad, y las utiliza de manera rutinarix para volverse deseable a
los ojos de los demás, )l más concretamente, a los ojos del tcr¿peutx.

Diagnósticos concomitantes y diferetrciales en


el eie II

I"a pertubació¡ de la pcrsonalidad hisriónica puede ser diaÍi-


nosticada simultáneamente con la perturbaci(in de la personalidad
borderli¡e y la perturbación de la personalidad narcisista (dcbido
a las coͧideracioÍes puestas en el diagnóstico diferencial con e§tas
otras perturbaciones de la personalidad, ver la sección ¡eseñnda),

Diagnóstlcos concomitantes y diferenciales con


el eie I

Los histaiónicos son especialmente rulnerables ¡ la pertur-


bacir)n del humor ) ¿ IJs enJermedad(\ rnsio\r\.

Dinámica d€ lia terapia con un diente


histrlónico

Su comportamiento iniclal
Hemos visto que el cliente histriónico está espe!-ialfiente prc
ocupado por llamar la atención y ser visto como nlguien sociable
y una compañia agr¿d¡ble, Dstos msgos son escncialmcnte ego-
sintónicos, y cl cüente histriónico que consigue la atención que
busca liuardando una distancix confoftable no cs susceptible de

112
empezar úla ter¿pia. El histriónico acude I terapia cuando no pucdc
recibir o pierde la atención y la solicitud en los que basa su estima
o también cu¡ndo es incapaz de conseguir ifltimidád dentro de rura
¡elación. Tales acontecÍnientos son susceptibles de precipitar una
u otr¿ peÍurbación del humor o de Ia ansiedad.
f,l cliente hisffiónico büsca sobrc todo una ciert¡ ¿lianza con
el te¡apeuta contr¿ los que percibe en su entorno como frustran_
do sus necesidades. su talento para la emoción eñmera y su débil
capacidxd de inüospección cognitiva Ie impidfl reconocer su pane
de respoflsabilidad en süs torme¡tos. Ademas, siendo obüa su pr(}
pensión a erotiza¡ sus rclaciories con Ios miembros dcl sexo opues
to, e§ capaz de neutralizar el impacto de la terapia mimando ir §Ll
tempeLrt¡-
su flr¿n necesiüd de emociones fuertes, su tendencia a novc-
lar y a crotiz¿r las relaciones. así como su falta de interés relativo
por la introspección cognitiva deben ser tratados desde el princl-
pio de la terapia-

su organlzación transferenclal

En presencia de lm ter¿peuta del sexo opues'to, el cliente his-


triónico reproducká su maner¡ habitual de tr¿nsigir con los aman-
tes potenciales, o bien tmtaí¡ dc iNalidarlo. Con un tel?peuta del
mismo sexo, los fenómenos de competición o de desagr¿do son su$
c(prihl.s de manifest¿r.e en l¿ frse de inducción.
Clrxndo, como ocurre a menudo, el terapeuta del scxo
opuesto sf e¡frerita a los intentos de $breimplicación por parte del
cliente hisffiórico, es importante quc tr¿te estos episodios no como
obstáculos tcr¿péuticos sino como parte inte[f¿nte de Ia proble-
mática y de la experiencia del cliente. sin cmb¿rlao, algunos tera-
peutas abordan estos problemas de una manera tan parcial que el
cliente sale humill¿do y avanza poco. Parece que existen tres

171
componentes csenciales en la maner¡ de tr¿tirf esta p¡oblemática.
Pueden resumirse en trcs palabns: gracias, no, poque Crances,
198r.
Gracias
Es importante que el ter.lpeuta acoia los intentos de sedlrc,
ción del clicnte histriónico como la expresión de üú legítima ncce-
sidad de acercamieÍto, Es lamcntable que tantos tcr¡peutas fc¡c-
cionen ir esta cancteristica básica del cliente histriónico d. una
maner¿ que Ie hace pensar que hay algo de deshonestiüd o de mal
sano en el hecho de desear un contxcto más íntimo y rccíproco
entre ellos.
Si actuamos de esta maner¿, puede que el cliente histrióni
co sienaa la rclación como insostenible, f¡in e inauténrica, o quc
interpÍete ¡Lrestras desafortunadas tentatives par¡ explicar las vici-
situdes de la tr¡nsferencia como cspantaüs, y pongx fin de manc-
m prematur¿ a su ter¿pia. El terapeuaa debería entender el inte¡é§
que el cliente Ie prodiga como la manifestación de senrimientos posi
tivos hacia é1, y encont.ar una manera de expresarle su gr¿titud por
la exp¡esión de estc sentimieirto.

No
El ter¿peuta debe cxplicar dc manem clara y simple las
¡¿zones por las que unx relación asi no es posible, Una vez que el
clicnte ha sido comprendido en su necesiüd de acercfinieoto ani,
],
mado en el riesgo que corre al dcsplegar sus sentimientos, se h¿ce
más fácil par¿ el ter¿peuta ser entcndldo a su vez y reconocido €¡
su recha¿o ¿r r(ner r(l¿.iones e\trx(erapel icJs
lln gener¿I, los terapeurü§ liestfticos aprecia¡ la honestidad
como un¿ de las car¿cteriaticas fundamcntales del contacto, No obs
ta¡rte, mc p¿uece qlie con el hccho de fevelar a un cliente histfió
nico, desde los primeros estadios de ln terapiil, que no se siente
impfesionado por é1, lo que intenta es proteger l¡ oecesidad naf
cisista del terapeuta de ser pcrfectamente honesto. La coÍsccue¡-

1,71
cia en la mayor parte de los clientes ¿ quienes ocurre esto es una
intoler¿ble herida a su cstima del yo. Más tarde en la relación, una
vez que la aliAnza tempéñica se ha consolidado y que el clicntc e§tá
seguro del ralor qr¡e tiene a los oios del tempeuta, una infornación
así puede ser xsimiladá y a serrir par¿ aument¿r la toler¿ncia del
cliente a la intimidad y a la autenticidad.

Porque...
Ahora es el momento de explorat con el cliente lo que cree
posible en una relación extr¿terapéudca que no podría, en su opi
niól1, ocürir en la situación preserte. P¿ra explor¡r este tema e§
importante seguir la cadena de acontecifiientos fantaseados hasta
el momeÍto en el que el cliente imagifla que conseguiía <le su ter¿-
peuta un reconocimiento importante o una confumación erl cuan
to al hecho de que está saÍo, o es digno de ser amado o aprecia-
do.
El hist¡iónico ha aprendrdo a utilizar la seducción para mati_
zar la inscguridad que sientc con rcspecto a su lalor como ser hü¡r_
ro.Por lo tanto, es importante que Ia relaciófl con el ter¿peuta le
pemita hacer algunas "fantasías ifiofensi!'a5" §obre su necesidad de
ser reconocido y que pueda entrever el pasillo estrecho en el que
sus ojos de seducción han secuestr¿do su necesidad ñmdamental.
Dando por sefltada la tendencix del cliente histrióflico a ero_
ti?ar la relación, incluso la ter¿péutica, es müy probable que un tem_
peuta del mismo sexo que él sea más efrcaz. Cuando es así, el tera_
peuta debe saber que va a tener quc lracer frente a uÍa fase de
inducciófl diñcil y que va a tener quc aftontar sentimientos de
decepción, de desprecio y de competencia por parte del cliente.
Indlcaciones y contrafurdicaclones terapéuticas
gelrerales

El ace¡lo anaar.erre s s -conlaata


Algunos terapeutas gesaálticos querúan poner el acento en
la polaridad "actividad,pasividad". como medio de p$mover una
mejor ¡naner¿ de equilibr¡r la gestión de su rclación con los otros.
El histriónico es dem&siado activo y debe desarrollar su capacidad
para adaptarse a los acontecimientos §in tratar siempre de tmns-
formarlos.
Además, estos clientes están tan ccntrados en los otros que
les resulti dficil mantener su consciencia de sí mismos f¡ente a Ia
más minima estimulación dcl entomo_ Desde llrego es importante
examiÍar el ciclo de experiencias del cliente y prestar atención a
su tendcncia a perderse de yista pxr¡ compl¿cer al entorno, l¿s
acciores que le permiten disminlrir su centramiento en el otro (y
en el terapeuta), en cot¡creto en las primer¿s fases del ciclo, con-
centa:¿odose e¡ las sensaciones y cómo Lrs simboüza, pueden ser
espccialmeÍte potentes.
En la fase acción-contacto del ciclo de erperieocias, se
puede insistir en la capacidad de ide¡tificar y tol€rar las conse-
cucncias intr¿ e interpersonales de sus acciones_ por ejemplo, §i el
cliente menciona al[iunas inter¡cciones que ha encontr¿do dificiles
o hirientcs, se puede, utitizando una técnica de diálogo o simple
mente pidiéndole que cuenrc el episodio, q.udarle a distinguir sus
pensamientos y sus emociones asi como también sus pre§uposi
ciones en cuanto a la experiencia de l¡ otr¿ persona. Además, es í¡til
llevar al clie¡tc a nombr¡r los indices en los que basa sus prcsll,
posiciones con rcspecto a su propia experiencia y a la de la otr¿ per-

t16
El acento conductista
El ce¡tr¿mieÍto del ter¿peuta gestáltico y su capacidad par¿
e§tar ple¡amente en contecto aportan al cliente histriónico un espa-
cio que le apoya y le da segundad, dentro del cual puede poÍer a
prueba su comportruniento intetpersonal y reforzar su§ capacid¿-
des adaptativas. las exp€riencias durante las sesiones, o en le vida
cotidiana del cliente, que tienen como objetivo desarroll¡r sus habi
lidades sociales, pueden a)'r¡darle a ampliar su inventario de com-
portamieÍtos interpersonales y a renunciar progresivameote a sus
conductas "socio"eróticas'.
Para los que esán menos dispuestos a la observación psi-
cológica, y co¡ los que sería muy ambicioso tratar de desarrollar la
capacidad y el gusto por la intro§pecció¡, esta§ experiericias apor'
tan por lo menos la ocrsión de acentüar su capacidad de adaptación
creador¡ y les alarda a sentir rú meior enraizamiento y una mayor
tntegfidád en \us contaclo\ jnt(rper\on¿le\.

El acento cognltlvo
La creencia básica del histdónico parece ser: "Soy sensible.
fá vida me pone oervioso. Por lo tanto, necesito considemción y
una ateÍción especial"2t.
El ter¿peuta gestáltico puede trabaiar confrontando esta
preiufos¡cion br§ica de mükiple\ maneras.
En primer lug:ar, el clieflte flo es tan sensible, en cualquier
c¡§o no tfi sensible a esto-.. Además, la vida no obliga a nadie a
ser lo que §ea; e§ nuestr¡ maner¡ de tratar los acontecimientos en
la fronter¡<ontacto lo que explica ruestros estxdos emociorxrles...
(un gmn clásico de la ter¡pia gestáltica, diía esto...). Después, es

2r Mutray(l$a)op o1 Mumy ut aspaabras'Tengoileiechoa " Yo pre,'ero ul 2ar


'zá
fengone.ésdá¿'yaquée snlm€¡lodet€¡erderechom€ paHemásunaeracterist.a
de nar.ssla unapersonalldad pasva,quedelrrsrr'óñco,unapersonaldádactva

r17
a fuerza de mend4ír una atención especial lo que le hace sentir,
se infantilizado e impotente_

El acento lntrapsiqulco
Si es necesafio buscar un coniunto de causas pam el desa-
rrollo de la personalidad hist¡iónica, es sin duda con rcspecto a la
problcmática edípica doÍde es necesario mirax En el tmba¡o con
sueños o con situaciones inconclusas del pasado, sc encuentr¿ a
menudo el ,rrp¿7ss¿ edipico, en donde se meTalan el des€o. el micdo
y la rabia. Tanto puede ser la relación con la madre lo que se va a
actualiza( como la relación con el padft.
[a di¡rámicx del desarÍflo de la mujer histriónica es meior
conocid:l que la dcl hombre. Va a fr¿casar en sepaÍarse de su madre
ya que el padre Ío ha sabido mir¿rla sin codicia, lo que podfa haber_
la permitido existir como pcrsona para el otro sexo, para esta niña
pequeñaj es una gran tr¿nsformación el ir hacia el otro sexo.
encamado pof §u padre. No puede conseguirlo más qlre en ciertiÉ
condiciones. Er primer lugar, el pxdrc debe estar presentc fisica y
afectilamente. Además, dcbe reconocer la pn:sencia de su hija y di¡i-
gi. sobre ella la mirada ausente d€ codicit de la que hemos habla-
do antes. Con respecto a la madre, debe aceptar h presencix del
padre y "señalade" e su hija parJ que I'aya hacia é1, sin miedo x per-
dcr a la madre al gxnar al padrcrr. Se tr¿ta de una oper¿ción psi-
cológic¿ fundamental parx las ares persoms implicadas, y que
necesita una bu¿na dosis de madurez, de seguridnd personal de
).
armonín conyugal por panc de los pndres.
La muref histriónica ha aprendido, por lo tanto, a la vez a
desuar y a tener miedo del contacto con un hombfe, y es a través
de la seducción como puede percibir en ella la sensaci(in de estar
controlando y de dominar el acercamiento. No obstante, cuando se
hace posible la intimidad, los vicios miedos fiente a Io descorioci-

* acppa leeo o!éras de ¿búsó s¿r!a/ v si,¡on¿s h/s¡én..s


" I":fl""k"li'**"
do asoÍran a la supedcie, y Ia fuga se impooe como única solución,
aünque esté maquillda bajo mil pretextos-
Un tr¿bajo de explor¡cióÍ así sólo debe empreflderse con u¡
cliente histriónico que tenga un nivel de funcionamiento r¿zon¿-
blemente biefi adxptado. Er el caso de clientes histriónicos que pre-
sfnten caf¿cteísticas dc la personalidad borderline, se debería pr(}
ccdcr con una extrcma prudencia.

Las reacciones contmtmnsferenciales

La palanca de la contr¿transferencia en el tr¿ba,o con un


cliente histriónico es lx ftacción a las maniobms de seducción del
clierrte. Algunos caen tontamente en la tr¿mpa, mientr¡s que otros
se va¡ a sentif taÍ amenaz¿dos que v¿n x dedicar lo esencial de §u
eflergíá a [cutr¿lizr los ptucesos de acerc¡mieno dcl cliente. Estos
dos c-rtremos niegan al paciente. Éste debe encontmr un terapeu-
t¡, hombre o muier, capaz de .econocer la necesidad al mismo tiem-
po que su miedo al acercamiento y aludarles a desentr¡ñar su miedo
y su mbia.
El ter¿peuta seguro de la atracción que puede ejercer corre
el riesgo de desestabiüzarse menos por el cliente histriónico que el
que duda de sí mismo o que tiene miedo a la seducción. Si sabe acer-
cafse con compa§ión al suffimiefrto del histfió¡ico b¿jo el disfr¿z
de sus ¡regos interpersonal€s, va ¡ poder constnúr con él el mejor
entorno tefapéLrtico que se pueda deseaf

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