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Las perturbaciones
de la personalidadz
unaperspe.r"r.*_::T:Í:r:
socied¡d d€ cultú \bllelnctán
DiEt@s d€ ¡¡ cole.ctón.
c,mú vázqud Bmdin
Múí¡ Cf,uz Cdía de Eoteñia
Es1€ libm ha §do mducido de I¿ 3' edición .tel oriSr.rr .Mdi6* Ls tloubks de l4
?dn"allré, pe¡súctiE ges¡^lf¡lnc, d. Gi¡les D€lisL, Edirions du Rend, por c¿mef
vízquez Bmdiú del Grrm d€ f@pi¡ y Pstcolo!¡a. NovidbÉ, 1997.
LS.D,N.: 349523936,9
GRI]PO B
Las personalldades df,amát¡cas, emoclonales
eüáticas
r31
narcisista§ sanas, ganancia§ narcisistas y se da uno cuerita inme-
diatamente de que esta palabm impregna tma buena parte de la cul'
tur¡ psicológica de los que y l¿s que se interesan PoÍ el desarrollo
de la persona.
En el sentido que les da el DSM trI, la perturbación de la per_
sonalidad narcisista y Ia perturbación de la personalidad borderli'
ne constituyen las personalidádes patológicas de nuestro ticmpo.
ta perturbació¡ de la personalidad narcisista en concreto podía
muy bien ser el reflejo, a rm nivel psicoló8ico irdividual, de los efec-
tos negativos de ura cultur¿ ambiental individualista que ignora má§
o menos la distinción entre los de§eos y los derechos, cultivando
la idea según la cual el éxito, el dinero y la belleza sori los índices
de medida del valor de las personas.
P¿rece que los pacientes que tienen una personálidad de e§ti-
lo narcisista o una pertrübaciót del mismo tipo son muy numerc
sos por lo que se refierc a coffulta§ en l¿ práctica pd da. Se puede
pfesuponer t¿mbién que, paf¿ algu¡ro§ de nosotros, la Psicoter¿pia
se ha coñ,ertido eri un obieto de consumo que responde bien a su
necesidad de distinguirse y de alca[zar slrs má5 alta§ cimas.
Baio rma luz menos gloriosa se encueritr¿n también clientes
narcisistas a qüenes la existencia ha infligido alguna§ heridas, y que
empiezan una tempia con la esper¿nza de rcstablecer su equilibno,
t¿l como ellos lo petcibeÍ-
Se critica a veces el hecho de que el DSM II describe el nar'
cisismo de tipo g:randioso, pero deia en la sombr¿ las presentacio_
nes más sutiles y más matizadas de esta perturbación de la persG
nalidad.
Estos otros narcisistas tendían sentimientos de i¡feriori_
dad, hiperserisibllidad, envidia iritensa, incapacidad par¡ compro-
meterse con profundidad, dificr¡ltad par¿ mantenerse en relaciores
amorcsa§ íf¡ümas y, muy a menudo, fantr§íxs jiSerirmente pertcrsas.
Se encuentm¡ eÍ su vid¿ a menudo petsor1es en quienes los ¡ar-
cisistas deben delegxr sü omnipotencia. El na¡cisista se prcsenta
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entonces como r¡fv¡ pefsona ba§tante dependient€, atada a ufia pef-
sona percibida como podetosa y que se conüerte en el principal
apoyo del nafcisista.
Estas considemciones están infuidas sin duda por la docu_
mentación clínica dedicada al narcisista, en taJrto que organización
intr¿psíquica. De nuevo es necesa¡io recordár la pefspectiÍa adoP
tada por el DSM [tt, la de criterios descriptivos y no inferenciale§
circunsditos a las Ítxrúfestaciones de una p€rtulbacióo. Por lo tanto,
la presentación que mmos a hacer de la person¿lid¿d narcisista tiene
por objeto Ia perturbación concreta de la personalidad, tal y como
se describe en el DSM III y cu}? gr¿ndiosidad manifiesta es la clrf,c_
teística domioant€.
su clclo de expedencias
I-¿ slinbollzación
En general, el narcjsista no esá peor que los demás en lo que
respecta a dárse cue¡na de las sensaciones. No obstante, puede terier
tendeÍcia a interpretar süs sensaciones de manera selectiva.
Efectivamente, en su proceso de atribución de signiñcados, aque_
llos que se refieren a los que le haían corrcr el riesgo de deslucir
su imagen ide¿l podrían suftir una distoffión tal, que se podría deci¡
con iusticra que se hafl transfoimado en beneficio del maflteni-
miento dc esa imagen,
Así, antes de dirigir la palabra a un amplio auditorio y sin-
tiendo las sensaciones fisicas ¡rormalmerite asociadas a los nervios,
incllrso ansiedad, esta persona simbolizará la sensación como si
exprcsar¿ el ,/ac de los grandes "actorcs'. Durante su a.locución, al
obseryar en el auditorio señales que otro inter?retaria como mani-
fc§taciones de aburrimiento y de cansaücio, podrá decirse que su
exposición pone ansioso a sü público o tañbién que sus interlo
cutores no son lo suficientemente agudos como para entefder su
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propósito... Al hablar de sus difid tades y de sus límites. podí¿ afr'
mar que cs muy generoso, muy §en§ible, mu,v perspica¿. Dicho con
otn§ pelabms, lo que pam otro scú¡ri defectos, ipar¡ él son cuali-
dades super¿bundantes!
La moYllización de su en€rgía
La persofla n¿¡cisista está por lo g€ncml bastante energeti-
zaü. Incluso se pucde decir que es expansiiq, sin por eso Ílruifestar
la teatratidad del histrióflico.
La acclón
La acción del naÍcisist¿ cs pe¡cibida a veces como a¡rogan-
te y pretenciosa, y sus inteíocutorcs sienten un vago sentimicnto
de frustr¿ción con su contacto.
El contacto
La rcciprocided que existe norm¿lmente en las relaciones
entre los individuos parece tener aqui un fJlo. Se es rápidamente
conqui§tado por el encanto y la entregr del narcisiste, pero como
falla el eco i¡ltcrpersoflal, se llega a considcrar qrre firlta substancia.
Teniendo crr cüenta lo anterio¡ no es sorprerdente que Ia
capacidad dcl contecto del narcisista sea débil y que actúa de algu-
na manera como ufla especie de mensaie publicitario. Ciertamente
se puede ver el producto y oírle hablar, pero no sc le puede
degustxr
la retirada
Con respecto a Ia rctirada, sc tr¿ta a menudo de una posición
ansiógena por dos r¿zones. En primer lugar, priva de gmtilicacioflcs
narcisisti¡-s. En el aislamiento, el espe¡) que sofl los otros desaparccc.
Además, lx retir¿da hace resurgir la cxpcriencia de Ia rida interbr,
la cual no pucdc scr sentida salvo cuando los "focos de la pasare-
la" están apag¡dos.
1t4
ocuffe a veccs que la retir¿dn c§, por el contr¿ri(). uÍa posi
ción privilegiada, y¿ que 'realmente hay muy poca gente irtere$nte,
más v¿le la compañía dc Beethoren o d€ Bxuclelaire, ¿no es ciefto?".
En estos casos, el aislamiento puede scr vivido como protccto¡ de
las heriú:¡s narcisistas qüc el contacto con l¿ realidad interpc$onxl
no le impcdiria sentir
l-a confluencia
tsl narcisistn cs poco rtlner¡ble a la conflu€ncia. I-a per-
cepción que mantiene de sí mismo hacc improbable que pueda sen-
tirse semeiante a púsonas que síro hxn podido ser percibidas como
dcmsiado imperfcct:¡s y demasiado limitada§ como par¿ que el rvr_
cisista pueü "confluir" cor ellas, Con segu¡idad se va a observar
€n é1la apariencia dc procesos de conJluencia con r€spccto a per-
sonas ideelizadas, Sin emb¿rgo, esto no forme parte gencr¡lmente
de la cxperiencia del narcisista. De hecho, el narcisista se mclve
ansioso cn donde urLl fbrm¡ sena de conflucncia seía posible. inclu-
La introyección
Ademís, y alúque Ia introyccción haya podido jugar un papel
determinante eri su desarrollor3, el rürcisista cuando llege a la edad
adulta no es un intro)'ector,
Lr proyecclón
lln cuanf) a la pro,vección, está selectivamentc impregnada
dc f riasías de podct de belleza y de éxitos sin límite. El rurcisis-
rB Johnson
_Noseasqueieres sé qu en n€c€s ro que seas v le qfté .n tsúmnrz¡ng the
B5
ta que ignor¿ su propia enüdia es rápido en pcrcibir a los demá§
como cclosos. En su expericncia, los que le quiercn y le admlán
son los que fio son celosos.
La retrofleión
h reffoflexión en el narcisista contribuye al mantenimicnto
dcl desequilibrio rclxcional. La misma imagen de Narciso r€flcján-
dosc (retroflectándose podriamos decir), ilustr¿ bien Ia importan'
cia, par¿ é1, de esta form;r dc ldaptación al contacto. Se hace a sí
mismo lo que desearía que los otros le hicieran a é1, es decir, admi-
mde, y lo que debería hacer con el otrc pam equilibr¡rse, es decir,
investir afectivamente a los otros en terto que objetos dc irmor
I-a deflextón
La deflexión tambiá1 es selectiva. Afecta tanto a la críticir
como al reconocimiento de fomas de afbctos y de interés que no
estén colorc¿das por la admiración.
r36
fieren, dicen ellos, la cualidad a la caÍtidad E¡ sus relaciones ínti
mas. están a menudo Ügados a una persona dependiente, dispues'
ta a renunciar a §u sentido cútico con tal de ¡rantener la relación
y vivir su $andiosidad "por poderes".
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Su posición en las polaridades básicas
Yo y los otros
El certÍ) de interés del narcisisra es indudablemente él
mismo pero, contr¿damente ir l¡ personalidad antisocial. por ejem-
plo, con quien compa¡te estir característica, trata de sacar gr¡tfi-
c¡cione. p,'r rl .imple hecho ri( .u pre\en( i..
La pasividad y la activldad
No cs necesa¡io crecr que el nxrcisista es indolente. Su
pasividad no tiene n¿da dc apatía. Le da simplemenre el aspedo de
que parezca po¡ completo natur¿l ser cl centro de li} escena.
El modo cognltivo
Cuando el narcisista está en modo cognitivo, dcstaca en él lo
imagina¡io un t¡nto indisciplinado, lleno de fantnsías. de ideales.
Cognitivamente expansivo. pu€de dedicarse x cualquier tarea intc-
lectual con tanta confianza como ingenuidad !. superficialidad. En
su5 (on{nk ('i ne\ menr¡1e.. l¡ rerfid¡d obierilr¡ no \Ltpone m¿s qu(.
una contr¿riedad mínimx y podría llegar h¡sta a mentir si esto lle-
ga¡J ¡ posibilitarle el mantener sus ilusiones y conseguirlas.
El modo emocional
Al narcisistx lc gusta mostr¿rse despreocupedo r impertur
b¿ble, pero, cuando su cooflanzir ¡xrcisista se quebmnt¡, Ia r¿bie,
lx vergüenza y el \?cío salen a la supc¡licie. Además, cuando se está
138
en relación con é1, su falta de empatia es siempre evidente.
Cuando. €n la eotrevista ter¡péutica, se ponc en estado de "afren-
t¿" como ocuffe en sri vida cotidianl, es golpeirdo por su incapa_
cidad de darse cueota de la experiencia del otro, que se crcuentra
reducido a une prolongación de la§ necesidades del client€ oarci_
§i§tx.
I-a palabra
En general, cl narcisista §e expresa con facilidad y no tiene
miedo de decir ")'o" . . . Habla mucho y su mane.¿ de utilizar el len-
guaje denot¿ su inclinación hacia cl lado soleado de su cxistencia.
La apariencla
EI cliente narcisista presta atención a su plesencia y x su apa-
ricncia y pucde a menlrdo llamar la atención, pero sin ser cálido.
S€ sienten gatas de mirirlo, pero hay algo que nos impidc terer
ganxs de tocarle.
La escucha
En un diálogo, escucha de maneri Lrn poco selectiva, atentx,
que es la demarcación entre el elogio y l¡ cítica.
lt9
Se distingue a veces mal It personxlidad narcisista de le per,
sonalid¡d histrióflicr. Par¿ diferenciar]as, por lo menos teóricamentc,
se pueden utilizaf las polaridades básicas de Millon en dondr se
constxta que mientlits que el narcisistir e§ pasivo y está centfado en
él mismo, el histriónico es activo y está centr¿do en el otro.
Ademís. se encuentr¿n más hombres entre los narcisistxs y más
mujeres en los histriórlicos.
lri cuanto a la disrinción entrc la pe$onalidad bordcrline ,v
lx personalidad na¡cisista) aunque los dos cornparten un a§pec¡o
bipolar, Lmx propensión a "queñar a aquellos que le ador¿n',, el 1111.
cisista aliñx su decepción con la prisa por scpa¡arse de quien le
J(cepcionir. mienrr.r\ qrl( en ef h,,rderline es (.umo \i unr (\per¿tu¡l
iofaotil se acabar¿ de romper
140
Otro motivo de cor§ulta bastante frecueÍte en estos indivi
duos es la insistencia de las personas cercaflás, )a s€a p€rsorus que
formaÍ par1e de su entomo prcfesional, }la sea su familia inmediáta,
OcuÍe, por eiemplo, que su parcia o(plota y amenaza con romper
como no cambie algo en su comportamiento
No es sorlrrendente que, en cuanto las cos!¡s empiezan a cal-
mafse, estas persofliis quier¿n dejar el tf¿tamiento. En consecuen-
cia, es dese¿ble tr¿tar de b$car un obietilo del ei€ I con mucha r¿pi
dez, y quizás empezar una psicotempia de transfofmación como
continuación del éxito conseguido en el eie I. Sin embargo, es necc_
sario aceptar que úla mayoría de estos pacientes no van a per§c-
vemr dur¡ote mucho tiempo en psicoter¿pi¿, ya que Par¿ ellos es
r]l1a empresa muy diñcil de realizar. Dicho esto, es evidente que los
clientes narcisistas que cmpiezan ufi proceso er beneñcio de su
"cnecimiento". 1?n a ver en él más una fuente de valentía ql¡e de
verSüenza,
r4l
El acento furtrapsíqulco
La docr¡mentación clínica, especialmenre la de los neopsi
coanalíticos, está llena de indiceciones ter¿péuticas, y el ter¿peu-
ta ge§táltico que quiera eruiquecer su práctica con estas reflexio-
nes necesita con§Lrltar especialmente los trabaios de Alice Miller y
de Heinz Kohut. Más recientemente, Johnson (1987) ha fesumido
muy bien los eies nrayores de un tr¿bajo intr¿psíquico sob¡e los nar-
cisistas,
Según Johnson, el trabaio con ult cliente rurcisjsta debe cen-
tr¡rse en la interpelacióÍ constante de tres niveles del sí mismo: el
falso yo, el yo sintomático y el yo verdadero. En pocas palabr¿s, la
telación eritre estas tres instancias es ésta: el falso yo es el que des-
criben los criterios del DSM III; el yo mismo verdadero es aquel a
quien el tr¡bajo intr¿psíqüco debe rclver a dar la palabr:r, y qr¡e con-
tiene los sentimienros de vacío y de pánico, la rabia y las defensas
primiti\,ils frente a las carencias de empatía que ha suftido de niño;
en cuanto aI yo §i[tomático, es el que desarrolla uno o dos sín-
d$mes clínicos, y que sustitulc la incapacidad del yo vetdadero par¡
ateÍder a las exigencias del falso.
El terap€uta gestáltico está prepar¿do lro solamente para a.ru-
drr a actualizar el verdadero yo, sino tmbién y sobre todo, par¿
provocar y mantener r¡n diálogo entre éste y sus dos contr¡partidas!
el falso y el si¡tomático.
El acento'cogdtlyo
A pesar de las apariencias, el cliente na¡cisista queda secre-
tamente perplejo ante la incapacidad d€ su falso yo para propor-
cionade felicidad. Tiene a bien seguir diligentemente todas sus qui
meras, en primera linea, consiguiendo siempre lo mismo: Écío y
dolor
El terapeuta gestatico debe resistir las ganas de dar un sen-
tido demasiado rápidamerite a este sufrimiento. Se debe recordar
que el cliente flarci§ista debe mantenerse desestabilizado durute
t42
alsam tiempo, pxr] que el tr¿b¡jo ter¿Éutico puede empezar a disol
\'rr los años de ilusiories. Por lo tanto el tr¿bajo cognitivo debe cor_
t€úa$e con in§istir en el hecho de que el sufrimieÍto tieoe un sen_
tido (lohnsoo, 19¡17). Coffesponde al tenrpeuta mantener al cliente
atento para que toqlre, a través de este dolol nada más que un¡
parte de él que no tcnía voz y que desde hace mucho tiempo tm-
taba de hrcerse oír
l.1l
mitif que íanscuffa esta fa§e transitorix. El cüente no v¡ a podet
verdader¿mentc investif a la pe$ona del ter¿peuta; con esto, la ter¿,
pia (orre el riesgo de fracasar rápidrmente
Finalmente, algunos ter¿peutas van a ceder a su mbia cuan-
do el cliente se dedique a cdticarles, o vao a tener envidia aÍrte las
gananci¡s nafcisistas que el clientc puede obtener de su vida.
El tr¿tarniento de la perturbación narcisista de la personal!
dad slrpone una tr¿nsformación que neces¡riamente lleva mucho
tiempo. Estas personas tienen un período de inducción terapéuti-
ca muy diñcil. No aceptafl con facilidad la terapia, incluso aunqüe
qüemn hacerla, ya que su tendencia a sentirse decepcionados ante
la más mínima contra¡iedad hace f¡ágil la relación ter¡péutica. El
terapeuta debe sentif§e sólido en su autoestima para no ser arms-
trado por h necesidad del cliente de tener un int€rlocuto¡ perfec-
toi eo el quc pued¿ encontmr el refleio de su propio ideal.
2. TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD
BORDERLINE
t14
Además, la pcrsonalidad límite es una de las pe.turbaciones
de la persoÍalidad más frecuentemente diaglosticada en las gran-
des ciudades, y seg¡in algurus estirüaciones, el40% de la población
clínica de las iegiones de Ne§¡ York y de I¡)s Angeles la §ufrkían
(Milon, 1988).
Uno de los errorcs de diagnóstico má5 frecuente es el de con-
sider¿r como personalidades limite a los clientc§ que vivetr eri una
situación de estrés intenso o que están bajo la irlllrencia de una
drcga, o inchlso c{ientes que responderían a los criterios de una pef_
rurbación afecti (Fr¿nces, 1990). No hay que olvidar que se tr¿ta
de una perturbación de la personalidad que se maÍifresta pronto'
y que evoluciona hacia la cronicidad. Este diagnó§tico, como
todos los del eje II, sólo debe ser utilizado cuando las car¿cterísti
cas a largo plazo de la pelsonalid¿d sean las que explican el sufri-
miento actual del clieÍte, de marer¿ que no se confufida la per_
turbacióo de la personalidad con los síndromes clínicos.
Es una pena que el nombre de "personalidad limite" per?e_
tile la connotación de difereociación enúe dos campos, el neuró_
tico y el psicótico, cuando estos términos han desaparecido actual-
mente de la nomenclatrn:t del DSM. Esta denominación viene de la§
constataciones de los psicoanalistas que habían ob§ervado en algu-
nos de sus clientes una disposición a una psicosis de tansfercncia,
mientr¡s que su orllanización intrapsíquica aparente er¿ esencial
mente dc orden neurafico. Desgmciadamente, la elección de la ter-
minología del DSM oscurece el hecho de que, er relación a la tipo-
logia de las perturbaciooes de la personalidad, está efi el mismo
orden conceptlral que las otlÍrs Pcrturbacione§. Por otra parte, una
proposición que intenta rcemplazar el término por el de cicloide
cstá irctuahnente en estudio para el DSM IV (Millon, 1988).
Mastersor (1989) es probablemente quien ha ampliado mas
el concepto de personalidad límite. Englobaúa las personalidades
histeroide, evitante, dependiente, pasivo_¿gresi y compulsi!?.
t.i5
Sxlvo que se utilice e1e¡foque de Mestcrson, resr r¡rin difi-
cultoso, por lo que rcspech al rr¡tamiento (sin hablaf de los estig-
mas implícitos), consider¿r, por ejemplo, unn personalidird depen
diente como una pcrsonalided linrite.
L¡s cafactcísticas pri¡cipales de k personelidxd límite se
reficren a la incstabilidad. Lr inestabtlidxd del bordcrline roc¿
todas las climensiones significativas dr su experieÍcia. Su senti-
micnto de identidad personnl, asi cono su control pL sio¡al y afec-
tivo, esaán mi¡rcados por el sello de la inestabiüdxd. Sus obietivos
pcrsonales, xsí como sus relaciones interpersonales, §on los prin-
c4)ales desclcadenantes d€ sus reacciones inadaptadas que son el
origen dc su sufiimiento (Othmef & Othmer. 19U9).
Empezamos x disponer dc ildices que nos pemiten crcer
que lo qlre consider¿mos ho) en día cono una perturbeción dis.
tintiva dc I1 personaliúld podria evcntualmente c{)nside¡arse en sut}
lftrpos más precisos. En pdmer lugar, los clicntcs borde¡line no res.
pondcn todos de la misma maner¿ a las difereotes formas de
tratamienao cuyos cfectos se han estudixdo_ Además, cxdn vez se
reconocen más dos tipos distintos de presrntaciones iniciales en
clicntes borderlilc. como vercmos más adclante Granccs. t986).
Su cido de experiencias
Las sensaciones
tsl clicnte bordcrline organizn mal sus sensnciones. C)scil¡
ent¡e el hccho de scntir¡as como una manifestxción de sus ncce-
sidades ) de su identidad pe$onal o como Lrna rcacción a u11a ¡nte-
ni/.r ,' un erffrenlJmi(nto. rc¿l(.\ u ¡m¿gtnirir,\
Ia simboltzación
I¿ expericncia intetnn del clientc borderline est,r hecha de
i(ertidumbrc, de inmadurcz y de confr¡siór. En consecl¡cnci¡, t¡ene
É6
razón en no tener co¡lianza en sus sensaciones I por ellcima de
todo, oo pucdc aceptar tener sensaciones compafiidas cntrc é1 y
los demás. Cuando se permite sentir algul1as de sus sensaciones, lx
figur¿ desvanecc cl fondo, y pierde dc üsta el contexto con todo
lo que le sirve de contr¿peso en Ia intensidad de una experiencia.
sc eÍcuentra sumerÉlid() en sLr necesidad mís apremiante y pierde
el scntido de su continuidad.
Iá movilizaclón de su energa
Lr personalidad bord€rline es una personalidxd bipolar.
Consecuentemente, el cliente cstá, según las circlrnste[cias, o
bien muy movilizado o por completo apático.
I-a acclón
Las acciones precipitadas y
repertinas del cliente borderline
xtestiguan su débil capacidad de control pulsional y emocional. El
paso al acto es frccucnte y portadol según las circunstancias y las
disposiciones de la pcrsonx, de violencia, o dc conductas autoPu-
tivas.
El contacto
El cliente borderline p €dc est¿r "afer¿do" al cofixcto y sen_
tirse mxl si suelta. En la relación ter¿péutica, puede formular exi_
gencia§ rf.rntiles, o resisti$e con cmpecinamiento a curúquier forma
de contacb real. Greenberg (198U) utiliza la palab¡a clinger"y "dit
tancer" p¿rra dcsl8¡rar estas dos predisposiciofles a considerar el con-
tacto tal como se encueotra en el borderlinere.
14,-
la tefirad^
En mzón de su co¡notación de abatdono, la retirada puede
ser muy an§iógena par¡ el borderrine. Poi otr¿ pa¡te, el climte puede
vivh a veces peíodos intensos de aislamiento regresio. En la ter-
minologíl analítica, se puede decir de él que la fusión luce las veces
de cont¿cto, y la separ¿ción supofie aislamiento.
Iá coolluencla
Iá identidad personal precaria del bo¡derline da luga-r a
episodios de coniluencia ft¡sional seguidos de episodios dc autc
flomía tan transitorios como reacti.ros.
La lntroyecclón
Aquí también, el carácter bipolaf de la perturbación favore-
ce la introyección al mismo tiempo que Ia perjudtca. Iá organiza-
ción intnpsíqüca rudimentaara del borderline no le pemite la esta.
bilidad necesaria para introyectar En algu¡os momentos, el cliente
va a parcc€r que intmyecta ávidamente aI tempeuta y a los demá§,
y después se a recuper¿f par¿ expulsa¡ la introyección.
El ter¿peuta debe estar especiaknente aterito y no dejar pasar
desapercibidos,los momentos de i¡troyección. Incluso aunque el
cliente par€zca ali!üdo por poder introyectar así a.lgo bueno, el ter¿-
peuta debe mostfarse circunspecto, a la espera del inevitable gifo
de la situación en que ser.á ü\,ánente rcchazádo. Así es como puede
llegar a estabilizar lo más posible lá relación ter¿péutica, con el fin
de p€rmitide sobreüvir a los ca$bios a menudo tofmentosos y tán
comunes efi la üda interpersonal del cliente.
11A
Iá proyección
El cliente borderline tiene tcridencia a proyectar el episodio
comfl(m(nrxrio a 5u experi(n('in. más que §u experi(n.iá misma.
Si,por eiemplo, se siente mal cuando le ayudan, rio va a pro)-ectar
que los otros sc sienten mal a)'udándole sino que quieren hacerle
daño al aludaíe. I¡ proyección parece servir de mecanismo home_
ostático cuya funciór seúa estabilizar bs objetos interiorizados. Si
la experiencia internl "se explica" con un desencadeflante exóge-
no es menos peÍurbadom.
Ia retroflexlón
En el pl-ano interpersonrl, el cliente borderli¡e ticne ü1a débil
tolerancia a la rctroflexión, De hecho, esto podría ser un elcmen-
to import¡nte de la ter¿pia del bordedine, el tr¿bajar el desarrollo
de la habilidad para reúoflectar adeclradamente, lo que a la lntga
podría aludar n desmlar un mejor sistcfiü de desüezá con sus pul-
siones y sus afectos.
Además, la persona borderline está muy dotada pam la
retroflexión patológica en forma de compofamientos autodes
tructores. Tomando algrma§ precxuciones, se le p«lría enseñar a uti_
lizar de una maoera más creatira y mejor adaptada esta habilidad
que ya tiene, pero que está mal utilizada. Por ejemplo, ell lugxr de
automutilarse cortándose las ¡mrñecas, se le podría llemr a expe-
rimentar una bajada de tensión semejxnte metiendo su mano cn
agua helad¿ h¿sta que el dolor sea intolerable. Este tipo de manio'
b¡a w a tene{ como resultado producirle dolor y que Ie baje la ten_
sión, sin mutilación (Frances, 1986).
Iá deflexlón
En peúodos de estrés intenso, los acontecimientos y las per-
sona§ apenas son feconocido§. El cliente borderline hace cntoÍces
gala de unx falte total de cohesión entrc sLLs emociones y lo que ocu-
rre rcalmerite, en el aquí y ahor¿. Estr faltx de adecuación entrc 1()
r49
que pasa a su alrededor y la experiericia que tiene es mantenida
debido a una deflexióq masiva de las inJomaciones que no con-
cuerdan con su humor
150
Su posición en las polartdades básicas (Mtllon)
El placer y el dolor
Las sensaciooes de placer y de dolor son reconocidas pero
de r¡na manem muy polarizada, EI dolor es siempre intolerable y el
placer no tiene lin..-
Yo y los otfos
El cliente borderline vive importantes giros co11 respecto a
l^ atención que se dedica y la que dedica a los demás. Incluso no
suelc sxber que trata de agrndar o que trata de hacer daño.
I¡
pasivtdad y la acttüdad
El cliente bordedine es pasivo o activo de manem cíclicl.
También puede estar tanto hipemctivo como alicaído y apático.
El modo cogntdvo
Lo que Ilama la atención cuaodo se intemctira con el bor_
derline es lo su,eto que está a cambios rápidos, fluctuantes y anti_
téticos. Un dí¿ la ter¿pia es bucna pan¿ é1, al día si€ir¡iente no la nece'
sita. Un día eres una persona dc bien y después deias de serlo.
El modo emocional
La pcrsona borderline es inestable emocionalmente. Su§
emociones y su humor están a menudo en di5onancia con la realidad
externa. Pasa de un estado normal a la depresión o a la excitación
o también vive períodos de apatía interrumpidos por breves
momentos de rabia, ansiedad o de euforia,
l5l
Sus funciones d€ contacto
la pal^b¡
En pcriodos de estrés, el cüente
borderliÍe debe a mcnudo
coffegir lo que acaba de deck debido a la r¿pidez con la quc ,tt
cogniciones y su§ percepciones cambiafl. puede ador¿rte y odl¡i
te casi cn una misma fr¿se.
El movl¡niento y el tocar
Se tr¿ta de una de las car¿cte¡ísücas nxís iÍegulares del cllcF
te borderline. Puede ser muy solícito a nivel del movimieriro y dcl
tocar o no serlo en absoluto. Despierta en el terapeuta al mismo
tiempo el deseo de tocar y la reticencia a hacerlo.
152
f
Su comportan¡lento lnicial
La gmn inestabilidad emotiva y h falta de constancia a nivel
,rl¡ctiÍ) hacen la relación tempéutica a menudo dificil y tensa El
t(rilpeuta va a ser percibido poco a poco como muy bueno o muy
orilk). Dur¿nte Ias cntrevistas prelimiMres, el cliente bordedine se
pueden parecer absolu_
lnrcde presentar de dos maneras Alsunos
rirncnte "normales" y únicamente cuxrido €mpiezan a contiu: lo que
(x urrc en su vida y lo que se hacefl a sí mismos y a los demás es
.r:lndo se empieza a presuponer una perturbación gmve de la per_
srrxlidxd. Pero entonces a memrdo empiezá a ro encajar lo que nos
(rr(ntr con la imagen qüe proyecta la persona que tenemos arte
r53
Otros nos llegan en un estado muy reg:resivo, comportándose
dc unn mener¿ infantil, impulsiva y manipuladora y actúan sobre el
cirmpo de la misma manera que en su vida cotidiana,
Su organización transferencial
La ter¡pia gestáltica puedc ser mlry intensa, y el cliente
borderline nos llcga yx con une predisposición marcada a la inten-
sidad, Seremos alternativamcntc árlael y demonio. Puede aferr¿rse
rápidamente a nosotros o mantener por completo la distancia. Pero
cuando se implica, tiene tendencia a hacerlo de mrner¿ exirger¡dx.
Puede esperar toda clase de favorcs y de exccpcioncs ¿ l¿s reglils
de la ter¡pia (sí, existeo reglas, incluso pam los ter¿peutas gcstál-
ticos).
155
3. Iá posibilidad de ensalBr fiuevos compoÍarnientos, v esto
efl entomo que le soporte v le de seguridad,
Lrn
4. El deseffedo de Ia madeja compleja de sus det¿nsas pri,
mitivas, y la restaur¿ción de su capacidad de contacto en
el presente.
Ia tefapia familiaf
[n terapia É¡miliar presenta la ventaja de pcrmitif al tempeuta
obseñ,ar y rabxjar la transferencia hacia los otros miembros de la
famili¡. Le ayuda a separ¿ase $Iicientemente par¿ poder cometu¿r
las reecciones de transfe¡encia de los miembros de la familia y las
consecuencia§ que se observan (k¡nces, 1986). Dando por hecho
que la persona bordedine y su familia esrán más preocupados por
lo que ocurre entre ellos que por lo que ocurre con el ter¿peuta,
esta forma dc terapiir permite ¿ cste último ser escuchado con una
distorsión menor y tene¡ más credibilidad que si intentara el
mismo tr¡bajo en el conte\:to de una terapia i¡dividual.
El acefrto arrar.er¡ess-contacto
E¡ el marco de referencia de l¿ gestalt, ur acento a¡rar?ress-
contacto llewría al terapeuta a tf¿bajar el aqui y ahor¡, las tfans.
ferencias negativas, las pulsiones de mbia, la idealización primiti.!"r
r56
y la omnipotencia. Un tr¿b¡jo así debe llcvffse de maner¡ siste_
mática y col1 precaución. Exige muchas sesiones por semana
durante \"¡nos años. El ter¿perte debe lle r el tr¿bajo de rma mane-
r¿ que evite la tr¿nsferencia negativa. Utiliza la coflfrontación y l¿
(,lrrillc¿cion d(l r'on¡a(to en el rqui y ahora.
t77
3. PERTURBACIÓN DE IA PERSONAIIDAD
ANTISOCL{L
154
Se tr¿ta no obsfmte de criteÑ)s sin riesgo de crro( pero que
dibujan el retr¿to de un individuo con una conducta criminal, A
menos qu€ se trabaje en ull medio carcelario o con jóvenes delin_
cuentes, es poco probable que uno dcbx intervenir cofl pe¡sonas
que padecefl esta peÍurbación de la per§onalidad; es impensable
que un cliente asi pida alarda, cuando se sabc su falta de cualquier
ftsponsabilidad, así como dc sufrimiento.
Ilay que decir que únicamente Ios ter¿pelrtas formados con_
cfctemente pal:l tr¿beiar con ellos, y esto dentro dc programas y dc
entomos conffolados, pr.leden conñxr eÍ estar algo segu¡os. si hay
un plúto de vista efl el que los difcrentes auforc§ consultados parc_
cen e§t¿r de acuerdo es en éste. La pefsona qr¡e ticnc una peÍur-
bación de le personalid¿d antisocial presenta deficiencias muy
marcadas, compensadas con una $an habilidad para maoipula¡ a
los otros, y el te¡apeuta no especializado flecesitalá neutr¡lizar ¡ápi_
damente y super¿r serias ftitcciones contr¿transferenciales-
Aun J\r, \¡¡mo\ ¿ hac(r rú¡ descrip(iun \r¡m¿ria y r¡rm,,\ x
desaffollar más delante el tema crucial de la contr¿tr¿nsfercncia.
Su ciclo de experienclas
Iá simbolfuactón
El antisocial se ve como Llna persona autónoma, libre de prc
illicios sociales y de conveniencias. En conseclrcncia, simboliza sus
sensaciones con bastante libertad y sin culpabilizarse. Si §iente el
filtlo ni niogune retrollexión cn cl
deseo de algo, flo existe ningún
proceso de simbolización. Si quiere algo, a por ello.
r5.)
La acción
Sus acciones son impetuosas c irrefrenables. Efl cu:lnto sien-
te una necesidad, debe pasar a la acción.
El cont4cto
El paso al acto, sin tener en cuenta las consecuencias, es la
antitesis dcl contacto.
La confluencia
EI cliefne antisocial no puede ser coofluente más que con urrt
minoría de mxrginales que comparten su visión inhabitual de la vidá
y de la sociedad.
Ia intfoyección
El antisocial es incnpaz de introyectar y es una de lxs cosas
que impiden el tr¿tamicnto. [a idea que tiene de sí mismo impide
que alguien tan autónomo y tan liber¿do de los preiuicios sociales
pueda introyectar, sea lo que sea.
I-a proyección
No tieile en cuenta suficientemente ¿ los otros como p¿r¡
poder hacer proyecciones serias. Los otros son afiujeros. Se da por
sentado, en una perspectiva de relación de objetos, que se podría
aventur¿r que el hecho de no dar importxrcia a los otros es c¡ rea-
lidad um fonna sutil dc idcntificación proycctiva...
I¡ retroflexión
Ia i[capacidad de retroflect¡r del cliente ¿ntisocial es sin
dud¿ una de las deficicncias más importantes a las quc se eofren
160
ta. Además, la mayoría de los programas dc tr¿t¿miento qlre
demuest¡an ser eñcaces con ellos se apoyan en cl desarrdlo masi
vo de su capacidad de retroflectar,
Ibr ejemplo, algunos han sido ani¡rados, en un rira¡co de ec(}
romía de fichas':r), a escribir uri diario personal en el que deben anl}
tar ¡bsolutamente todo lo que han pensado durante el día, Se tr¡ta
dc un¿ forma edxptativa de retroflexiónr observarse más que
actuar
I-a deflexlón
El t€mpeuta gestáltico pucd€ coÍsider¿r le eusefcix de sen-
timiento de culpabilidad, (importa poco su ctiok)gía), como el ftsul-
tado de deflexiones repetiti?s de las consecuencias en el entorno
del compo¡tamiento antisocial, Además, tratar de llegar a este
proceso permitiría el reconocimiento de las consecuencia§ nefFtiiBs
y u¡ mejor sentido de les interacciones y de la reciprocidad en las
rclacio¡cs con los demás.
A modo de ejemplo, se encuenÍa actr¡almente en los Estados
Unidos una formx cofltrovertid,r de tr¿tamieflto par¿ los delin-
cuentes sexrürlc§, culpable§ dc violxcióÍL Se tr¿t¿ de eflfrentff ¿ los
agresores con sus víctimas, bajo la supervisi(i[ de tcr¿pcuta§ for-
mados con este fin, quc neutr¿lizaí¿n todos sus intentos de defle-
xjdn mientras l¿. rictjm¡\ \e Jirig(n ¡ rll,!§.
161
El slstef¡ra de apoyo cognltivo
Este sistema apoya la ma,vor pafe del tiempo los aspectos psi-
copatológicos y en beneficio de las coanadas y las justificacic
¡es de los compoftamientos desviados.
Yo y los otros
El antisocial sólo se preocupa de él mismo y desconñr de los
dema§. A decfu verdad, la comlmidad sólo es par¡ él ru]a especic de
marco deshumrnizado, en el que se dcdica a buscar noínas para
explot¿da meior er su beneffcio, Probando constantemeote los lími-
tes de las reglas y de le tder¡ncia de los demás, extr¿e las inlbr-
mrcioncs qlre alimentan su egocentrismo y la co¡Jección de sus
I¡ pasivtdad y la actiYidád
Se trata de una persona muy activa, coflstantemente al xce-
cho de ocasiones par¿ gratifica$e a expensas de los demás.
162
Sus trdrsacciones fenomenológicas
El modo cognidvo
El cliente antisocial organiza los acontecimientos y las rela-
ciones de manem que se acoplen a su visión poco ortodoxa de la
vida en sociedad (Miüon, 1988).
El modo emocional
F,l antisocial es irl.s€nsible. Al frltarle empatie y no sentir em(}
cioncs, !-¿ ir ñngir compasión o remordhientos si pucde scrle de
utilidad, pcro no los vx x sentir reirlmente.
la pal^br^
El ",vo" parecc hipertrofixdo, el aotisoci¿l se expresa de uÍil
maner¿ qlre tr¿sluce su desco¡fianzr de los dernás.
La escucha
No escucha de una nranem atenta. De hecho, escucha pa¡:r
poder oponerse mejor o apostillar a su i¡rterlocutor Si se le con-
ftrnde, nos quita la palabra o se aísla en un silencio e¡furruñado y
r¿bioso.
i63
Diagnósticos concomitántes y diferenciales del
eie II
El antisoci¿l pres€nta flsgos de pcrson¡lidad borderli¡e y mr-
cisistr. Cuando tiene car¿ctcrísticas bo¡derli¡c. csto acentira su
impulsividad y su disposición a pasar a la acción y a la liolencia.
Cu¡ndo tiete car¿cteristicas narcisistas, quc son los mcno§. el
cliente antisocial se maneja meior, es más arrogante y más mani-
pulador
Su comportamlento lnlcial
El xntisocial no acude a ter.rph salvo cuindo se le fuerza o
bajo amenaza de consecuencias. Va a tr¡tar de manipular al ter¿peufl
yva a estar al acecho de índices que le permitan conseguir lo quc
164
quiere d€ la mejor manera posible. Si se d¿ cuenta de que el ter¿-
peuta desea que tenga remofd[nientos, los va a terier, a menos que
esto pueda ser iflt€fpretado como un feconocimiento de su cul-
pabllidad.
Su organización trarrsferenclál
En Ia mayor parte de los casos, el antisocial ve al terapeuta
como fomando parte de un sistema que qüere, de una man€r¿ o
de otra, reeducarle o castigarle. Desprecia este sisteou. El tef¿peuta
es por lo tanto inici¿lmente despreciable.
su clclo de expedeflclas
La simbollzación
El cliente histriónico se percibe como una persona sociable
y animadá. Esta percepcidn colorea sus sensacione§ ) sus procesos
de simboüzación. Por ejemplo, un interés moderado por lo que un
intedocutor está contáfldol€ se tlansfoÍna con faciüdad en una sim-
r66
bolización del tipo: "Debería, como persona sociable y animada,
manifestar más fescineció¡ ente lo que esta persona me cuenta,., ",
Iá movilización de su energía
El cli.Trte histriónico está muy movilizado. Su tendencia a exa-
gerar sus §ensacioncs y sus cmociones exige de él una gfan canti
dad dc c¡ergír org¡nismicx.
La acclón
El histriónico tiene tendencia a actuar de mrmcr¡ teatr¿I, afec-
rada o impulsiva. El histrió[ico experimcnta est¿ xfectación como
la manfestación de su alegía de vil,ir, y es r¿ro quc pued¿ efltrc-
vef que, en esta "alegría de vi\,'ir", hay una maniobr¡ que tr¿ta de
5xti$acer 5u inmenla nece5lddd de arención
El contacto
El histriódco es una persona de precontacto. Se siente rela-
tiv¿mefte a gusto en todo lo que es del tipo de uo preludio al con-
tacto, pero mal al sostener contacto pleno. Par¿dójicamente, está
lleno dc un i¡mcrt§r deseo de cofltxcto, en fofma de atención, pero
nunca puede sacar fauto de los esftrefzos que hace pxr¿ llamar la
xtenci(in. t:rs hipótesis psicoanalíticas coflocidas con respecto a
quienes impiden cl disfnüc del co¡txcto pleto subr¿_v¿n el hecho
de que este último está cargado de connotaciones dc triunfo edí'
pico y debe. por lo r¿nlo. manleners( J distJn(iil
la relirad^
Al conocer Ia percepción que el histriónico tiene de sí
mismo (sociable y ameno), es cieño que Ia retimda tiende a ser
imsiógena, ya que coffe el riesgo de poner esta percepción favor¿ble
cn peligfo.
167
Sus modos de reslsteflcia y de adaptaclón aI
contacto
La introyecciólr
Ya que el histriónico se ve coño liregario, sociable y encan-
tador en su reki(io interpersoÍal. puede dar la aparicncia de intro-
yección. Bn gencr¿I, no es el tipo de persona verdeder¡mente cd,
lca en el pftcontacto, a menos quc crea que tal actitud le \,ts a hacer
at¡activo a los oios de alglden. Sin embargo, la mayor parte del tiem-
po la aprobación entusilsta del hisrriódco no es, hablando pro-
piamente. una manifestxci(in de introyección, sino más bien de
deflexión.
Ilr proyecclóo
La proyeccia)n del hist¡iónico contiene por debaio toda lo
inconfesable de la seducción. Con é1, Ia rclación está en primer lugar
erotizada, pe¡o la responsabilidad se aüibuye al otro. Los histrió
nicos, hombres o mureres, están la mayoría de lils veces ocupados
en pfoyecciones estereotip¿das con rclación x que los miembros del
otfo sexo están excesiv¿mente preocupados por la sexualidad y la
seducción.
La retroflexlón
EI hist¡iónico es demasiado hipcr¿ctivo y está demirsiado pre-
ocupado en scducir par¿ estar verdiLdemmente dedicado a la retrc
flexión. De hecho. a menudo el histriónico siente y habla de esta
débil capacidad para retroflectar como una manifesti¡ción de su per,
I-a deflexión
Elhistriónico ticnc tendencia a deflcxionar la intimidad y el
contacto a tr¿vés dc la hipe¡actividad y l¿ exage¡ación. Decir que
"sc está absoh¡tamente F¿scinado"pof xlguien, cuando en realidad
168
se esá moder¿damente inter€sado, es netamente rÍra foffna de defle'
xión.
169
ción, no hace más que revelar l¡s deflexiones masivas a las que el
histriónico consagm su energí¡.
Yo y los otros
El histrió¡ico está mucho más cent¡ado en los demás que en
si mismo. Con seguridad, es también egocéntrico, pero el motor de
su acción es cl deseo de dención, por lo tanto e¡ deseo de que los
demás estén centrados er é1. p¿r¿ conseguf este objetivo está al ace,
cho de lo que Ios otros csperan de él )'hace lo que puede par¡ res-
pooder de la manera en la que rcsulta más atr¿ctivo.
Iá pastvidad y la a.üvidad
Se tfata de una persona activa. CoÍtr¡riameÍte al narcisista.
el histriónico buscir activamentc la atenci(in. No espcra conseglrirla
por el mero hecho de su prese¡cia,
El modl) cognitivo
El histriónico es cognitivamcnte superffcial y tiene tenden-
cia a evita¡ la intrcspección. Le cu.§ta centr¿r su atenciófl cn lo que
ocurre en su irterior y se distr¿e colr acofltccimientos cxternos. a
mcnudo bastante comunes,
El modo emoclonal
Él modo emocional del histriónico cstá lleno de emocio¡es
tan dr¡máticas y superficiales como efime.as. Un,r nimiedad es suli-
ciente pxm entusiasmarle. . . y una nimiedad es suficierte para
aburrirlc o par¿ ifiitaale, aunque esto t1o sea con la intensidad prl}
170
pia del borderüne. Es inpetuoso, ) sus emociones so un poco
como bs fuegos artificixlesl deslumbrantes, ptro caen í¡pida_
mente.
lá apadencia
El histriónico dedica mucha atención x cuidar su apadencia
o a prcocuparse por ell¿. Su gr¡n nccesidad dc ¿tención, coÍIjuga
da con la negaci(in de esta neccsidad, hacen qlle una persona "se
ponga y se quite" lo que sea en una cultur¿ oficial o en un¿L con
tr¿cultur¡I.
lá palabra
en lrnlo que in\lrumento p¡.r. llnx vez mi\.
I lili/,r \u \o/
llam¿r la atención, comunicando su gusto por Ia socinbilidad y la
cntrega, Su voz es enérgict y modulada- h elecció¡ dt sus palabr¡s
l'n más allá de sü expedencia y es un \,itt oso de exager¿ciones del
tipor "siempre-nuflci}", del "todo nada" y del 'todo el mundo_
nadie".
"siempre hago todo lo qu. puedo par.r ser amable con todo
el mundo y nunca nadic me ha r€coflocido mis esfuerzos' .
I-a escucha
En el plilno de la escucha. el listriónico está siempre die
puesto a comprender Ios ilspectos supeffrciales y mÜrdanos de l¡s
comurlicacioncs verbales. Tiene tendencix a deflexionxr las tona_
lidades íntima-§. en su habitrxú csfuev-o par¿ t1o implicañr er el con'
lacto pleno.
171
El movimiento y el tocar
Con el histriónico, el movimiento y el tocar están en primer
lugar erotizados. Con las ftlnciories de contxcto experimenta su sen
§ualidad, y las utiliza de manera rutinarix para volverse deseable a
los ojos de los demás, )l más concretamente, a los ojos del tcr¿peutx.
Su comportamiento iniclal
Hemos visto que el cliente histriónico está espe!-ialfiente prc
ocupado por llamar la atención y ser visto como nlguien sociable
y una compañia agr¿d¡ble, Dstos msgos son escncialmcnte ego-
sintónicos, y cl cüente histriónico que consigue la atención que
busca liuardando una distancix confoftable no cs susceptible de
112
empezar úla ter¿pia. El histriónico acude I terapia cuando no pucdc
recibir o pierde la atención y la solicitud en los que basa su estima
o también cu¡ndo es incapaz de conseguir ifltimidád dentro de rura
¡elación. Tales acontecÍnientos son susceptibles de precipitar una
u otr¿ peÍurbación del humor o de Ia ansiedad.
f,l cliente hisffiónico büsca sobrc todo una ciert¡ ¿lianza con
el te¡apeuta contr¿ los que percibe en su entorno como frustran_
do sus necesidades. su talento para la emoción eñmera y su débil
capacidxd de inüospección cognitiva Ie impidfl reconocer su pane
de respoflsabilidad en süs torme¡tos. Ademas, siendo obüa su pr(}
pensión a erotiza¡ sus rclaciories con Ios miembros dcl sexo opues
to, e§ capaz de neutralizar el impacto de la terapia mimando ir §Ll
tempeLrt¡-
su flr¿n necesiüd de emociones fuertes, su tendencia a novc-
lar y a crotiz¿r las relaciones. así como su falta de interés relativo
por la introspección cognitiva deben ser tratados desde el princl-
pio de la terapia-
su organlzación transferenclal
171
componentes csenciales en la maner¡ de tr¿tirf esta p¡oblemática.
Pueden resumirse en trcs palabns: gracias, no, poque Crances,
198r.
Gracias
Es importante que el ter.lpeuta acoia los intentos de sedlrc,
ción del clicnte histriónico como la expresión de üú legítima ncce-
sidad de acercamieÍto, Es lamcntable que tantos tcr¡peutas fc¡c-
cionen ir esta cancteristica básica del cliente histriónico d. una
maner¿ que Ie hace pensar que hay algo de deshonestiüd o de mal
sano en el hecho de desear un contxcto más íntimo y rccíproco
entre ellos.
Si actuamos de esta maner¿, puede que el cliente histrióni
co sienaa la rclación como insostenible, f¡in e inauténrica, o quc
interpÍete ¡Lrestras desafortunadas tentatives par¡ explicar las vici-
situdes de la tr¡nsferencia como cspantaüs, y pongx fin de manc-
m prematur¿ a su ter¿pia. El terapeuaa debería entender el inte¡é§
que el cliente Ie prodiga como la manifestación de senrimientos posi
tivos hacia é1, y encont.ar una manera de expresarle su gr¿titud por
la exp¡esión de estc sentimieirto.
No
El ter¿peuta debe cxplicar dc manem clara y simple las
¡¿zones por las que unx relación asi no es posible, Una vez que el
clicnte ha sido comprendido en su necesiüd de acercfinieoto ani,
],
mado en el riesgo que corre al dcsplegar sus sentimientos, se h¿ce
más fácil par¿ el ter¿peuta ser entcndldo a su vez y reconocido €¡
su recha¿o ¿r r(ner r(l¿.iones e\trx(erapel icJs
lln gener¿I, los terapeurü§ liestfticos aprecia¡ la honestidad
como un¿ de las car¿cteriaticas fundamcntales del contacto, No obs
ta¡rte, mc p¿uece qlie con el hccho de fevelar a un cliente histfió
nico, desde los primeros estadios de ln terapiil, que no se siente
impfesionado por é1, lo que intenta es proteger l¡ oecesidad naf
cisista del terapeuta de ser pcrfectamente honesto. La coÍsccue¡-
1,71
cia en la mayor parte de los clientes ¿ quienes ocurre esto es una
intoler¿ble herida a su cstima del yo. Más tarde en la relación, una
vez que la aliAnza tempéñica se ha consolidado y que el clicntc e§tá
seguro del ralor qr¡e tiene a los oios del tempeuta, una infornación
así puede ser xsimiladá y a serrir par¿ aument¿r la toler¿ncia del
cliente a la intimidad y a la autenticidad.
Porque...
Ahora es el momento de explorat con el cliente lo que cree
posible en una relación extr¿terapéudca que no podría, en su opi
niól1, ocürir en la situación preserte. P¿ra explor¡r este tema e§
importante seguir la cadena de acontecifiientos fantaseados hasta
el momeÍto en el que el cliente imagifla que conseguiía <le su ter¿-
peuta un reconocimiento importante o una confumación erl cuan
to al hecho de que está saÍo, o es digno de ser amado o aprecia-
do.
El hist¡iónico ha aprendrdo a utilizar la seducción para mati_
zar la inscguridad que sientc con rcspecto a su lalor como ser hü¡r_
ro.Por lo tanto, es importante que Ia relaciófl con el ter¿peuta le
pemita hacer algunas "fantasías ifiofensi!'a5" §obre su necesidad de
ser reconocido y que pueda entrever el pasillo estrecho en el que
sus ojos de seducción han secuestr¿do su necesidad ñmdamental.
Dando por sefltada la tendencix del cliente histrióflico a ero_
ti?ar la relación, incluso la ter¿péutica, es müy probable que un tem_
peuta del mismo sexo que él sea más efrcaz. Cuando es así, el tera_
peuta debe saber que va a tener quc lracer frente a uÍa fase de
inducciófl diñcil y que va a tener quc aftontar sentimientos de
decepción, de desprecio y de competencia por parte del cliente.
Indlcaciones y contrafurdicaclones terapéuticas
gelrerales
t16
El acento conductista
El ce¡tr¿mieÍto del ter¿peuta gestáltico y su capacidad par¿
e§tar ple¡amente en contecto aportan al cliente histriónico un espa-
cio que le apoya y le da segundad, dentro del cual puede poÍer a
prueba su comportruniento intetpersonal y reforzar su§ capacid¿-
des adaptativas. las exp€riencias durante las sesiones, o en le vida
cotidiana del cliente, que tienen como objetivo desarroll¡r sus habi
lidades sociales, pueden a)'r¡darle a ampliar su inventario de com-
portamieÍtos interpersonales y a renunciar progresivameote a sus
conductas "socio"eróticas'.
Para los que esán menos dispuestos a la observación psi-
cológica, y co¡ los que sería muy ambicioso tratar de desarrollar la
capacidad y el gusto por la intro§pecció¡, esta§ experiericias apor'
tan por lo menos la ocrsión de acentüar su capacidad de adaptación
creador¡ y les alarda a sentir rú meior enraizamiento y una mayor
tntegfidád en \us contaclo\ jnt(rper\on¿le\.
El acento cognltlvo
La creencia básica del histdónico parece ser: "Soy sensible.
fá vida me pone oervioso. Por lo tanto, necesito considemción y
una ateÍción especial"2t.
El ter¿peuta gestáltico puede trabaiar confrontando esta
preiufos¡cion br§ica de mükiple\ maneras.
En primer lug:ar, el clieflte flo es tan sensible, en cualquier
c¡§o no tfi sensible a esto-.. Además, la vida no obliga a nadie a
ser lo que §ea; e§ nuestr¡ maner¡ de tratar los acontecimientos en
la fronter¡<ontacto lo que explica ruestros estxdos emociorxrles...
(un gmn clásico de la ter¡pia gestáltica, diía esto...). Después, es
r17
a fuerza de mend4ír una atención especial lo que le hace sentir,
se infantilizado e impotente_
El acento lntrapsiqulco
Si es necesafio buscar un coniunto de causas pam el desa-
rrollo de la personalidad hist¡iónica, es sin duda con rcspecto a la
problcmática edípica doÍde es necesario mirax En el tmba¡o con
sueños o con situaciones inconclusas del pasado, sc encuentr¿ a
menudo el ,rrp¿7ss¿ edipico, en donde se meTalan el des€o. el micdo
y la rabia. Tanto puede ser la relación con la madre lo que se va a
actualiza( como la relación con el padft.
[a di¡rámicx del desarÍflo de la mujer histriónica es meior
conocid:l que la dcl hombre. Va a fr¿casar en sepaÍarse de su madre
ya que el padre Ío ha sabido mir¿rla sin codicia, lo que podfa haber_
la permitido existir como pcrsona para el otro sexo, para esta niña
pequeñaj es una gran tr¿nsformación el ir hacia el otro sexo.
encamado pof §u padre. No puede conseguirlo más qlre en ciertiÉ
condiciones. Er primer lugar, el pxdrc debe estar presentc fisica y
afectilamente. Además, dcbe reconocer la pn:sencia de su hija y di¡i-
gi. sobre ella la mirada ausente d€ codicit de la que hemos habla-
do antes. Con respecto a la madre, debe aceptar h presencix del
padre y "señalade" e su hija parJ que I'aya hacia é1, sin miedo x per-
dcr a la madre al gxnar al padrcrr. Se tr¿ta de una oper¿ción psi-
cológic¿ fundamental parx las ares persoms implicadas, y que
necesita una bu¿na dosis de madurez, de seguridnd personal de
).
armonín conyugal por panc de los pndres.
La muref histriónica ha aprendido, por lo tanto, a la vez a
desuar y a tener miedo del contacto con un hombfe, y es a través
de la seducción como puede percibir en ella la sensaci(in de estar
controlando y de dominar el acercamiento. No obstante, cuando se
hace posible la intimidad, los vicios miedos fiente a Io descorioci-
r79