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JOHANA ALEJANDRA BRITO

GOYENECHE
AUXILIAR EN ENFERMERIA

PACIENTE FARMACO DEPENDIENTE ENFOCADO EN


SALUD MENTAL
TABLA DE CONTENIDO

OBJETIVOS……………………………………………………………………………..2

INTRODUCCIÓN……………………………………………………………………….3

FARMACODEPENDENCIA……………………………………………………………4

CONCEPTUALIZACIÓN………………………………………………………..……10

CLASIFICACIÓN………………………………………………………………………16

TRATAMIENTO………………………………………………………………………..26

REHABILITACIÓN……………………………………………………………………39

CONSECUENCIAS…………………………………………………………………….42

CASO CLINICO………………………………………………………………………..49

CONCLUSIÓN………………………………………………………………………….58

GLOSARIO………………………………………………………………………………59

REFERENCIAS…………………………………………………………………………61

pág. 1
OBJETIVOS

OBJETIVO GENERAL

Definir en que consiste la farmacodependencia y sus riesgos.

OBJETIVOS ESPECIFICOS:

1. Describir la clasificación de las sustancias que producen

farmacodependencia

2. Analizar si el consumo de drogas genera trastornos mentales O son los

trastornos mentales los que llevan a consumir drogas.

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INTRODUCCION

La Farmacodependencia en la actualidad es un problema social que puede

afectar cualquier persona no importando sexo, edad, educación o clase

social, ya que existen múltiples factores individuales, familiares y sociales

que al unirse pueden causar farmacodependencia. los más afectados hoy en

día son los adolescentes y jóvenes, ya que esta etapa se caracteriza por los

cambios tanto positivos como negativos, en los cuales encontramos que hay

más vulnerabilidad en todos los sentidos ya que se manifiesta una crisis muy

fuerte lo que es la iniciación de la vida adulta, con ello nuevos cambios y

responsabilidades al por mayor, no por ser una etapa de constante cambio,

se deja fuera la población adulta ya que de lo contrario hay también un gran

índice de uso y abuso de sustancias adictivas como alcohol y/o drogas en

esta etapa. Tomando en cuenta la problemática actual que representa la

falta de información en los adolescentes con respecto al uso/abuso de

sustancias, sus consecuencias y riesgos, se presenta el consumo a más

temprana edad y con sustancias más adictivas, otro factor es la

magnitud y trascendencia que tienen los factores de riesgo hacia el

individuo como lo son el entorno, la situación familiar o deserción escolar

entre otros.

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1. FARMACODEPENDENCIA

La farmacodependencia o dependencia

de drogas, de acuerdo con la OMS, es

definida como "Estado psíquico, y a

veces físico, causado por la interacción

entre un organismo vivo y el fármaco,

caracterizado por modificaciones del

comportamiento y por otras reacciones que comprenden siempre un impulso

incontrolable por tomar el fármaco, en forma continua o periódica, a fin de

experimentar sus efectos psíquicos y a su vez para evitar el malestar

producido por su supresión.

Es un fenómeno bio-psico-social que se presenta en varios sectores de la

población, especialmente en los jóvenes, causando serios estragos, por lo

que se le considera un grave problema de salud pública.

El uso y abuso de drogas provocan severos trastornos de la personalidad

que pueden culminar en el desarrollo de enfermedades mentales transitorias

o permanentes, así como también provocan trastornos somáticos que

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pueden llevar incluso a la muerte. Estar en contacto con las Drogas equivale

a jugar con la Vida.

Algunos signos que pueden servir como señal de alarma para detectar a un

farmacodependiente son:

 Ruptura de la comunicación del joven con su familia, grupo social y

medio escolar

 Frecuente ausentismo escolar

 Continuos fracasos escolares

 Deserción escolar

 Desinterés por todo lo que lo rodea (apatía)

 Disminución afectiva (depresión)

 Tendencia a la introversión

 Tendencia al aislamiento

 Rechazo a la vida social

Algunas características del farmacodependiente son:

 Existencia de una personalidad vulnerable

 Gran impulsividad

 Baja tolerancia a la frustración

 Incapacidad para la demora

 Fuerte tendencia a evadir la realidad

 Desintegración familiar

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EL consumo de drogas es mayor en los hombres que en las mujeres entre

los 18 y 34 años. En México, las personas entre 12 y 65 años han consumido

una droga ilegal alguna vez en su vida.

Las sustancias más consumidas son: marihuana, cocaína, inhalantes y los

fármacos sintéticos.

En general, las personas consumen

drogas por varias razones:

Para sentirse bien. Las drogas

pueden producir sensaciones

intensas de placer. A esta euforia

inicial le siguen otros efectos que

varían según la droga que se

consuma. Por ejemplo, con

estimulantes como la cocaína,

después de la euforia siguen

sensaciones de poder, autoconfianza

y más energía. En contraste, a la

euforia que causan los opioides como la heroína le siguen sensaciones de

relajación y satisfacción.

Para sentirse mejor. Algunas personas que sufren de ansiedad social,

estrés o depresión comienzan a consumir drogas para intentar sentirse

menos ansiosas. El estrés puede ser un factor importante para comenzar y

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continuar el consumo, y también influye en las recaídas (es decir, la vuelta

al consumo de drogas) de los pacientes que se están recuperando de la

adicción.

Para desempeñarse mejor. Algunas personas sienten presión para mejorar

su concentración en la escuela o el trabajo, o para mejorar sus habilidades

deportivas. Esto puede ser un factor para quien decide probar drogas o

continuar consumiéndolas, particularmente en el caso de los estimulantes

recetados o la cocaína.

Por curiosidad y presión social. En este sentido, los adolescentes en

particular corren mayor riesgo, porque la presión de los compañeros puede

ser muy fuerte. La adolescencia es un período de desarrollo durante el cual

la presencia de factores de riesgo—como los amigos que consumen drogas—

puede llevar al consumo de estas sustancias.

Desde la perspectiva médica, el consumo de drogas sirve para aliviar el

dolor y como tratamiento de enfermedades, siempre bajo estricta vigilancia.

El primer acercamiento a sustancias ilegales se propicia a través del

consumo de las legales:

ALCOHOL

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TABACO

SUSTANCIAS
COMERCIALES

La adolescencia es una etapa crítica para prevenir la adicción a las drogas: el

consumo temprano de drogas aumenta las posibilidades de que una persona

se convierta en adicta. Cabe recordar que las drogas modifican el cerebro, lo

que puede causar adicción y otros problemas graves. Por lo tanto, prevenir

el consumo temprano de drogas o de alcohol puede servir de mucho para

reducir estos riesgos.

El riesgo de consumir drogas aumenta sustancialmente durante las etapas

de transición. En el caso de los adultos, un divorcio o la pérdida del trabajo

pueden aumentar el riesgo de consumo de drogas. Para un adolescente, las

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épocas de riesgo incluyen las mudanzas, el divorcio de sus padres o el

cambio de escuela.35

Cuando los niños pasan de la escuela

primaria a la escuela media, deben

hacer frente a nuevas situaciones

sociales, familiares y académicas que

les resultan difíciles. A menudo,

durante este período se ven

expuestos por primera vez a

sustancias como los cigarrillos o el

alcohol. Al ingresar en la escuela

secundaria, pueden encontrarse allí

con una mayor disponibilidad de

drogas, adolescentes más grandes ya

dados al consumo y actividades sociales en las que se consumen drogas.

Cuando dejan la escuela secundaria y comienzan una vida adulta más

independiente, sea en la universidad o en un ámbito laboral, también

pueden verse expuestos al consumo de drogas, alejados ya de la estructura

protectora que proveen la familia y la escuela.

Un componente normal del desarrollo adolescente es cierto nivel de toma de

riesgo. El deseo de probar cosas nuevas y ser más independiente es sano,

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pero también puede aumentar la tendencia de los adolescentes a probar las

drogas. Las partes del cerebro que controlan el juicio y la toma de decisiones

no terminan de desarrollarse hasta pasados los 20-25 años. Esto limita la

capacidad de un adolescente para evaluar correctamente los riesgos de

probar drogas y hace que las personas jóvenes sean más vulnerables a la

presión de sus compañeros. Dado que el cerebro todavía está en desarrollo,

es más probable que el consumo de drogas a esta edad perturbe la función

cerebral en zonas que son críticas para la motivación, la memoria, el

aprendizaje, el juicio y el control del comportamiento.12

1. 1 PARA TENER EN CUENTA LOS SIGUIENTES CONCEPTOS:

 1. DEPENDENCIA PSICOLÓGICA

Estado provocado por un fármaco que se

experimenta como placentero, asociado a un

impulso que lleva al individuo a tomarlo, periódica

o continuamente, para experimentar el placer o

evitar el malestar.

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2. DEPENDENCIA FÍSICA

Estado de adaptación que se manifiesta por la aparición, en diversos grados,

de trastornos físicos cuando se interrumpe el consumo de la droga.

 3. SÍNDROME DE ABSTINENCIA

Conjunto de síntomas y signos de naturaleza psíquica y física que emerge

después de la interrupción del consumo y que son característicos para cada

tipo de droga.

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 4. TOLERANCIA METABÓLICA

Determinada por la capacidad del hígado para eliminar

una droga. En relación con el alcohol, está calculada en

una onza por hora: esta tolerancia se incrementa

gradualmente pudiendo el individuo consumir cantidades

que superan la dosis letal para sujetos no consumidores.

5. TOLERANCIA FARMACODINÁMICA

Se desarrolla a nivel cerebral y se manifiesta a través de una necesidad

creciente de consumir mayores dosis para obtener los mismos efectos.

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 6. TOLERANCIA CRUZADA

Cuando la tolerancia a una

droga produce también

tolerancia a otra del mismo

tipo, a veces de otra conexa;

por ejemplo, la heroína produce

tolerancia cruzada a la morfina

y viceversa; el consumo intenso de bebidas alcohólicas produce tolerancia

cruzada a los fármacos del tipo barbitúrico.

7. NEUROADAPTACIÓN

Complejo proceso de

adaptación neuronal a la

presencia de una droga, es

decir, sensibilización producida

a nivel de las sinapsis en donde

se comprometen los mecanismos de neurotransmisión. La sensibilización

parece ser un proceso irreversible. Estos aspectos son intensamente

investigados en la actualidad. Se intenta utilizar el concepto de

neuroadaptación y sus correlatos clínicos en reemplazo de los

tradicionales conceptos de dependencia psicológica y física. Se produce la

supersensibilidad de la membrana postsináptica.

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BASES NEUROQUÍMICAS

Las investigaciones de la neuroquímica cerebral han realizado aportes

notables a la comprensión de la dependencia a drogas. Revisaremos

brevemente los mecanismos implicados.

Se considera que el cerebro humano contiene entre diez y doce mil millones

de neuronas y que cada una de ellas tiene la posibilidad de establecer unas

300,000 conexiones. La

información excitatoria e

inhibitoria llega a través del axón

hasta el botón sináptico mediante

la despolarización de la

membrana; a este nivel se

producen los neurotransmisores,

pasan al espacio intersináptico favorecidos por el ion Ca. a nivel de la

membrana presináptica para luego, una parte de ellos, dirigirse a los

receptores para abrir los canales de Na (excitatorio) y el Cl y K (inhibitorios)

y así consumar el proceso. Cuando los receptores están ocupados por sus

correspondientes neurotransmisores se produce una retroalimentación

ordenando que las vesiculas se inhiban de producir más neurotransmisores;

en el caso contrario, la retroalimentación ordena, más bien, mayor

producción de estos. Finalmente, éstos se diluyen en el espacio

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intersináptico, son recaptados por las vesículas productoras o destruidos por

enzimas específicas. Estos mecanismos que facilitan la neurotransmisión son

alterados por las drogas.

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Así, por ejemplo, la cocaína incrementa notablemente

la presencia de dopamina; actuando sobre el ion Ca

bloquea la recaptación de la misma, lo cual,

clínicamente se manifiesta a través de la "subida", es

decir, ligereza mental, euforia, sentimiento de poder, pero, luego, la

dopamina que permanece en el espacio intersináptico es destruida por

enzimas específicas

produciéndose clínicamente

el "bajón", es decir el

pasaje hacia la disforia,

angustia, malestar general

e irritabilidad; todo lo cual

induce al individuo a repetir el consumo buscando retornar al estado

agradable del primer efecto. El consumo crónico de cocaína lleva a la de

pauperización dopaminérgica, que clínicamente se manifiesta como un

estado de anhedonia, caracterizado por la ausencia de resonancia de los

centros de placer (de recompensa o reforzamiento) ubicados en el sistema

límbico, especialmente en el núcleo accumbens. Esta incapacidad para

experimentar placer con estímulos naturales provoca muchas veces las

recaídas, por el deseo del individuo de volver a experimentar la sensación

placentera. Consecuentemente, el proceso de rehabilitación debe dirigirse

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también a propiciar la modificación o eliminación de la anhedonia y el

regreso de respuestas agradables frente a estímulos naturales

1.2 LA CLASIFICACIÓN DE LAS SUSTANCIAS QUE PRODUCEN

FARMACODEPENDENCIA

Se dividen en cuatro grupos.

1. Estimulantes del SNC: anfetaminas, cocaína, P.B.C.

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2. Depresores del SNC: alcohol, opiáceos, benzodiacepínicos o sedantes

menores y barbitúricos.

3. Drogas psicodélicas:

cannabis sativa, LSD, mescalina, etc.

4. Inhalantes.

El DSM IV (y en la primera columna

el modo como la CIE-10 los

consigna) clasifica estos trastornos de la siguiente manera:

Trastornos por consumo de alcohol

 Dependencia del alcohol

 Abuso de alcoho

 Trastornos por consumo de alucinógenos

 Dependencia de alucinógenos

 Abuso de alucinógenos

Trastornos por consumo de anfetamina

 Dependencia de anfetamina

 Abuso de anfetamina.

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 Trastornos inducidos por cafeína

 Intoxicación por cafeína

Trastornos por consumo de Cannabis

 Dependencia de Cannabis

 Abuso de Cannabis

 Trastornos por consumo de cocaína

 Dependencia de cocaína

 Abuso de cocaína

 Trastornos por consumo de fenciclidina

 Dependencia de fenciclidina

 Abuso de fenciclidina

 Trastornos por consumo de inhalantes

 Dependencia de inhalantes

 Abuso de inhalantes

 Trastornos por consumo de nicotina

 Dependencia de nicotina

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 Trastornos por consumo de opiáceos

 Dependencia de opiáceos

 Abuso de opiáceos

 Trastornos por consumo de ansiolíticos

 Dependencia de sedantes, hipnóticos o ansiolíticos

 Abuso de sedantes, hipnóticos o ansiolíticos

 Trastorno por consumo de otras sustancias (o desconocidas)

 Dependencia de otras sustancias (o desconocidas)

 Abuso de otras sustancias (o desconocidas)

ESTIMULANTES DEL SNC

 1. ANFETAMINAS

Son sustancias psicoestimulantes, actúan sobre la dopamina y norepinefrina

aumentando su liberación y bloqueando la recaptación.

Efectos: Inquietud con excitabilidad, disminución del sueño, anorexia,

sentimientos de grandiosidad y de poder, elación, por lo que los individuos

se tornan expansivos, aumento notable de la tolerancia a la fatiga, ilusiones

y alucinaciones. Dosis mayores pueden producir un cuadro psicótico, de tipo

paranoide, con conducta suspicaz, irritabilidad, delusiones de daño y

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persecución y agresividad manifiesta. Dosis altas continuadas producen un

síndrome de agotamiento, con depresión e ideas suicidas. La tolerancia es

de 20 veces la dosis inicial.

Su uso se ha extendido como anorexígeno y es muy frecuente encontrar en

pacientes mujeres, al comienzo de la historia adictiva, un intento por bajar

de peso. En los Estados Unidos, se usa con mucha frecuencia, mezclada con

cocaína. El tratamiento de la intoxicación aguda es a base de clorpromazina

y haloperidol.

 2. COCAÍNA

Es un potente estimulante del SNC. Veinticuatro millones de personas la

consumen en los Estados Unidos, de

las cuales cinco millones son

consumidores compulsivos. La

prevalencia de vida del consumo de

clorhidrato de cocaína es de 2% en el

Perú, 11% en los Estados Unidos, 1,3% en Bolivia, 1% en Ecuador.

La prevalencia de vida del consumo de pasta básica de cocaína en el Perú es

de 5,6%, y en forma alarmante se detectó un 14% en el Valle del Huallaga.

Se usa en diversas formas: por la mucosa nasal, como clorhidrato, que

puede también ser mezclado con heroína e inyectado (speed ball). La base

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libre, y el crack, que es la cocaína pura hidrolizada, son tratados con

bicarbonato para darles consistencia, calentándolos en pipetas de vidrio y

fumados. El 80% del alcaloide llega al cerebro, siendo suficiente dos

segundos para que la droga esté presente a nivel neuronal. En nuestro

medio el uso de la pasta básica de cocaína (PBC), que es un sulfato de

cocaína (del 40 al 80%), mezclado con diversas impurezas (ácido sulfúrico,

ácido benzoico, metanol, jabones, kerosene), se hace fumándola mezclada

con tabaco ("tabacazo") o con marihuana ("mixto").

3. SÍNDROME DE LA PBC

Fase Prodrómica. Todos los investigadores coinciden en señalar como

desencadenante del síndrome de la PBC una fase en la que emerge la

apetencia y que, con

propiedad, se asocia al

síndrome de abstinencia. De

esta manera se inicia una

curva negativa disfórica,

displacentera, con angustia y

manifestaciones vegetativas como temblor, sudores e incremento de los

movimientos peristálticos (gusanera) que desaparecen completamente con

el consumo del primer tabacazo.

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Fase Crítica. Se caracteriza por la presencia de experiencias placenteras y

euforia de muy baja duración; casi siempre es referido sólo hasta el séptimo

tabacazo. La primera aspirada del primer tabacazo produce una expansión

placentera intensa pero muy breve que dura apenas de tres a cuatro

minutos, acompañada de cierta claridad mental, ligereza física, euforia, y, a

veces, excitación sexual. Un tabacazo dura más o menos tres minutos;

después de terminarse el primero, el displacer es mayor, lo cual obliga al

individuo a preparar uno nuevo y así sucesivamente. Luego de setenta

"tabacazos" el consumo estará acompañado de intensa angustia, irritabilidad

e inquietud, y se asociará a otras manifestaciones psicopatológicas que

describiremos a continuación:

Estimulación vegetativa: Aumento de la frecuencia respiratoria, así como

de la presión arterial, taquicardia, hiperreflexia osteotendinosa,

hiperhidrosis, muchas veces hipertermia, parestesias, deseo de miccionar o

defecar, temblor de extremidades, adormecimiento de labios y boca,

sialorrea, náuseas y vómitos en algunos casos.

Hipersensibilidad sensorial: hipersensibilidad olfatoria que acompaña a

cada tabacazo, mientras el fumar los primeros todavía resulte agradable.

Antes de la caída a cero en la curva de euforia y la acentuación de la disforia

se inicia la hipersensibilidad auditiva que se incrementa gradualmente, por lo

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que el consumidor solicita silencio y puede tornarse agresivo si no es

obedecido.

Alteraciones psicomotrices: Se inicia con un aumento de la actividad

motora: puede asociarse a locuacidad, pero muy pronto se invierte

produciendose una lentificación motora asociada a rigidez muscular (dura) y

mutismo (muda).

Sindrome paranoide: Comienza en forma gradual después del primer

tabacazo y se intensifica después del cuarto o quinto. Se presenta

prácticamente en el 100% de consumidores, que se tornan suspicaces y

desconfiados, creen ser

espiados o que están en

riesgo de ser apresados por

la policía; la suspicacia es

máxima durante el consu mo

y recién desaparece, en la

mayoria de ellos, después de

haber terminado de consumir.

Pseudopercepciones: Principalmente ilusiones visuales que se asocian al

síndrome paranoide; por ejemplo, el individuo puede observar un tronco

como si fuera un policía; y auditivas, que tienen una correlación directa con

el síndrome paranoide.

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Además de las mencionadas manifestaciones puede haber otras como:

pensamiento prolijo, amnesia de fijación y lacunar, agresividad verbal o

física, estados delirantes, estado crepuscular, embriaguez y embotamiento,

así como despersonalización, desrealización y, en muy poco s casos, sopor y

coma.

Fase Post-crítica: Comienza cuando el individuo deja de consumir y, luego

de dormir, amanece fatigado, irritable, sudoroso, con disminución del

impulso sexual, sentimientos de culpa y autopromesa de no volver a

consumir.

Síndrome de abstinencia: Es

importante recordar que, hacia

1980, el modelo de dependencia

física utilizado por el Manual de

Diagnóstico y Estadística de

Trastornos Mentales de la

Asociación Psiquiátrica Americana

(DSM-III; APA, 1980), consideraba a la cocaína incapaz de causar real

dependencia, pues en los cuadros de abuso no aparecían ni los dramáticos

síntomas físicos de tal síndrome ni el fenómeno de tolerancia tan

característicos de la dependencia a opiáceos. Este error, sin embargo, ha

sido corregido, y desde el DSM-III-R se diagnostica dependencia a la cocaína

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sin requerir los síntomas físicos de la tolerancia y abstinencia asociados al

uso de opiáceos.

La cocaína consumida por vía nasal, inyectada o fumada presenta un claro

síndrome de abstinencia caracterizado por depresión, apetencia intensa por

la droga, aislamiento social, tremor, dolores musculares, sueño prolongado,

cambios en el ritmo del sueño.

El metabolismo de la cocaína se lleva a cabo por la acción de la

colinoesterasa. Así, las personas que toleran más los efectos de la cocaína

presentan niveles elevados de colinoesterasa; así mismo, se ha comprobado

que, a medida que se utiliza la droga, se va incrementando la actividad de la

colinoesterasa.

En los últimos cinco años, los investigadores coinciden en señalar que ya no

es importante la dilucidación de si la dependencia es física o psicológica, sino

la afirmación de que la PBC, en particular, y

la cocaína en sus variadas formas, en

general, son adictivas. Lo demuestra el hecho

de provocar una compulsión intensa por el

consumo, produciendo una pérdida del au to-

control tendiendo el consumo a hacerse

crónico a pesar de las consecuencias

catastróficas para la salud, la familia y la sociedad; finalmente, porque se

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constituye en un comportamiento que de no ser detenido lleva

inexorablemente a la destrucción.

Es así como el concepto de neuroadaptación explica, como un continuum, y

no como procesos diferentes, lo que tradicionalmente se conoce como

dependencia psicológica y dependencia física.

Fase Crónica. En el consumidor crónico de PBC se produce una extinción

gradual de los comportamientos más diferenciados como son los valores,

tornándose el paciente en un sujeto cínico, mentiroso, deshonesto e

incorporando un claro síndrome de psicopatización secundaria; luego se

extinguen los comportamientos intermedios como son los hábitos de trabajo

y estudio; el individuo modifica su bioritmo, consumiendo la droga en la

noche y durmiendo en el día; finalmente, se deterioran los comportamientos

primarios como son los hábitos de alimentación, cuidado e higiene personal,

manifestándose un serio deterioro con desnutrición, presencia de numerosos

problemas infecciosos y de otra índole, favorecidos por el poder

inmunodepresor de la droga.

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1.3 TRATAMIENTO

El tratamiento de la intoxicación aguda por cocaína está dirigido al

mantenimiento de las funciones vitales. De preferencia, no deben utilizarse

drogas tipo fenotiazinas o butirofenonas porque aumentan la depleción

dopaminérgica. Su empleo sólo está justificado cuando el comportamiento o

riesgo agresivo son muy elevados, la "apetencia" es muy intensa o existe

evidencia clínica de psicosis. Estudios recientes permiten afirmar la utilidad

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de la bromocriptina; en dosis de 0.650 mg. tres veces al día, disminuye la

"apetencia" significativamente. Asimismo, es útil el uso de la desipramina,

especialmente cuando los cuadros se acompañan de depresión. En

personalidades ciclotímicas o cuando la dependencia se asocia a cuadros

afectivos bipolares, el carbonato de litio es de gran utilidad. Igualmente se

está utilizando el bupropion.

 DEPRESORES DEL SNC

1. ALCOHOL

2. OPIÁCEOS

Los opiáceos se utilizan como potentes analgésicos. En nuestro medio se usa

la codeína como componente de jarabes para la tos. La heroína, otro

derivado opiáceo, se consume en gran cantidad en los países desarrollados.

América Central y del Sur comenzaron a ser afectados por su uso, pero la

cocaína la ha reemplazado totalmente, al extremo que, en la actualidad, la

adicción a la heroína es rara.

La tolerancia parece estar directamente relacionada con la utilización de 15

mg. de morfina o su equivalente en heroína o metadona de uso habitual. En

nuestro medio se observan casos de abuso de jarabes para la tos que

contienen codeína. Algunos consumidores ingieren hasta 20 frascos diario;

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sin embargo, no hemos observado síndrome de abstinencia catastrófico

como el provocado por la heroína.

Intoxicación y sobredosis. La dosis óptima de morfina, heroína o

metadona parece depender de factores tales como: experiencia previa con

drogas, personalidad, presencia o ausencia de dolor, expectativa de los

efectos mismos y el entorno en el cual se utiliza la droga. El individuo

experimenta un estado de bienestar o de euforia y cierta somnolencia,

aproximadamente 20 minutos después de la inyección, lográndose la

máxima intensidad de la experiencia, que luego disminuye en intensidad en

el curso de cuatro a seis horas. Se conocen las dosis mínimas letales con

exactitud, pero puede haber una sobredosificación a partir de los 60 mg de

morfina o su equivalente en heroína, produciéndose parestesias, miosis,

disminución de la frecuencia respiratoria, de la temperatura corporal y,

además, espasmo de los esfínteres de musculatura lisa.

La sobredosis produce midriasis, arreflexia, bradicardia o hipotermia,

debilidad e irregularidad del pulso y coma. En estos casos, además de los

tratamientos médicos de conservación de los procesos vitales y oxigenación

rápida, es necesario el uso de un antagonista específico como la nalorfina,

0,3 a 0,5 mg. ó 0,01 mg por kilo de peso, administradas cada 3-5 minutos,

hasta un total de tres dosis.

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La intoxicación crónica suele desarrollarse paulatinamente, asociándose a un

menoscabo corporal con claros síntomas de deterioro del SNC y

enfermedades varias como hepatitis, infecciones, edema pulmonar, etc.

Síndrome de abstinencia. 

Se caracteriza por la presencia de bostezos, lagrimeo, rinorrea, midriasis,

sudores, piloerección, tremor, anorexia e inquietud psicomotora, que

comienza aproximadamente 12 horas después de la última dosis y alcanza

su acmé a las 40 horas. Luego se agregan calambres o cólicos abdominales,

náuseas, vómitos, diarreas, dolores musculares, hipertensión, hiperpnea,

fiebre, insomnio, sudores profusos y pérdida de peso. El diagnóstico se hace

a partir de la sintomatología descrita y por la presencia de las marcas

dejadas por la utilización de agujas hipodérmicas, o cicatrices de flebitis a la

altura del codo o en otras áreas corporales. También se utiliza como medio

diagnóstico la inyección subcutanea de nalorfina; si el individuo está

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intoxicado le provoca, despues de 20 minutos, midriasis, taquipnea, sudores,

bostezos, lagrimeo y secreción nasal.

2.1. Tratamiento. La suspensión de la droga se logra mediante el

tratamiento del síndrome de abstinencia o a través de una suspensión

gradual. La detoxificación selectiva es posible mediante la sustitución de la

heroína por metadona; son suficientes 5 a 10 mg de metadona cada ocho

horas, dosis que posteriormente se reduce, gradualmente, a razón de 5 mg

por día.

3. BENZODIACEPINAS

En 1960 aparece en la farmacopea el clodiazepóxido y su uso se difunde

rápidamente. Se metaboliza en el hígado y sus metabolitos pueden ser

hallados en la orina; su vida media de permanencia en la sangre es de 24

horas. La dosis letal en sujetos humanos no está establecida. Si se usa

durante 60 a 180 días, el individuo comienza a mostrar manifestaciones de

dependencia pudiendo llegar a ingerir 600 mg diarios.

Hacia 1983, en los Estados Unidos se había realizado 45 millones de

prescripciones de diazepam en un año, cincuenta y cuatro mil episodios de

abuso de drogas y el 51% de intentos de suicidio en mujeres tenía relación

con esta droga.

pág. 32
El diazepam tiene una vida media de 7 a 12 horas. Si se usa por más de 42

días se presenta un síndrome de abstinencia. Los dependientes a esta droga

pueden tomar hasta 120 mg diarios.

Las benzodiacepinas producen inhibición, a través de los canales de Cl, de

los receptores de la membrana postsináptica; además se ha postulado la

existencia de receptores específicos para ellas. Las benzodiacepinas cambian

la actividad normal del GABA; producen una dependencia marcada y

concomitante síndrome de abstinencia. La tolerancia parece nos ser tan

intensa como aquella a los barbitúricos. Su suspensión abrupta puede

producir convulsiones de tipo gran mal. Las benzodiacepinas disminuyen la

ansiedad porque ocupan el receptor, funcionando como agonistas y

disminuyendo la necesidad de aquél por la endorfina, así como

disminuyendo la producción de esta última.

Efectos adversos a dosis terapéuticas: Incremento de la hostilidad e

irritabilidad, trastornos del sueño, adormecimiento, fatiga y ataxia; menos

frecuentemente se observa confusión mental con desorientación, depresión,

diplopia, disartria, cefalea, hipotensión, constipación, incontinencia y

retención urinaria, ictericia, cambios en la libido, náuseas, tremor, vértigos,

visión borrosa.

Síndrome de abstinencia: Caracterizado por calambres abdominales,

vómitos, insomnio, sudores, convulsiones y tremor.

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3.1. Tratamiento. Estará dirigido a una reducción gradual de las

benzodiazepinas, en un período prolongado, que sea casi similar al tiempo

que duró la adicción.

4. BARBITÚRICOS

Son sustancias químicas depresoras del SNC. Esta adicción depende de la

dosis, de la vía de administración, del grado de absorción, del metabolismo y

de la excreción. Por via oral, la vida media es de 5 a 10 minutos para el

pentobarbital y de 79 a 100 minutos para el fenobarbital.

Intoxicación aguda: Miosis, disminución de los reflejos superficiales,

ataxia con caída, lenguaje farfullante, confusión con desorientación,

pensamiento lento, déficit en la atención y la memoria, fallas del juicio

crítico, labilidad emocional, depresión respiratoria y muerte. También

provoca efectos adversos como la supresión del sueño REM, excitación

paradójica caracterizada por sueño intranquilo, excitación y delirio; en

personas hipersensibles puede producirse daño hepático. Las dosis elevadas

inhiben la contractibilidad del miocardio.

Síndrome de abstinencia: Los síntomas son:

Día 1: Insomnio, temblor, debilidad.

Día 2: Aumento del temblor, así como de la debilidad, hiperreflexia.

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Día 2-3: Convulsiones en el 75% de los casos, estatus epiléptico.

Día 3-5: Insomnio, delirio, confusión, alucinaciones visuales y auditivas,

hiperpirexia, deshidratación y muerte.

En las intoxicaciones crónicas se produce un estado de sopor casi

permanente, alterándose todas las funciones intelectuales así como las

capacidades laborales, familiares y sociales del individuo. Su uso a largo

plazo lleva, inexorablemente, a un síndrome orgánico cerebral crónico.

4.1 Tratamiento. Pueden utilizarse diversos fenotiazínicos como la

clorpromazina y la levomepromazina por sus cualidades sedantes; sin

embargo, el tratamiento fundamental está dado por el uso de barbitúricos

como el pentobarbital (200 mg dosis inicial) o fenobarbital (60 mg) con

supervisión de los procesos vitales durante las 24 horas y repetición de las

dosis de barbitúricos cada 6 a 8 horas. Pasadas las 48 horas se inicia la

reducción de la dosis a un ritmo de 30 mg. diarios. También se pueden

utilizar antidepresivos tricíclicos, que serán reducidos en 3 ó 4 días.

pág. 35
 DROGAS PSICODÉLICAS

1. MARIHUANA

La variedad cannabis sativa es la más consumida en nuestro medio. Se

utiliza la combinación de flores, hojas y tallos, para obtener la resina. La

planta tiene más de 400 componentes químicos, 60 de los cuales son

cannabinoides; dentro de ellos, el 9 delta tetrahidrocannabinol (THC) es uno

de los más importantes. La concentración depende del cultivo, del

crecimiento y de las partes de la planta.

El hashish es el exudado de resina de las flores de la planta hembra: puede

alcanzar concentraciones hasta de 70% de THC. Las hojas secas, que se

pág. 36
consumen habitualmente fumándolas, tienen una concentración de 75% de

THC.

Efectos: A dosis baja y moderada actúa como sedativo hipnótico, parecido

al alcohol y a la benzodiazepina. A dosis alta provoca euforia, alucinaciones,

sensación de volar, similar al LSD. En 1977, el 60% de jóvenes en Estados

Unidos la usaban; actualmente, uno de cada cuatro la usa. La prevalencia de

vida del consumo de marihuana en el Perú es de 7,8%, siendo más

prevalente el uso en sujetos de sexo masculino. Cada cigarrillo contiene más

o menos 30 mg. de THC. A los 20 minutos se alcanza el mayor efecto;

cuando se come la planta el mayor efecto se alcanza a las dos horas. La

presencia de sus metabolitos en la orina es detectada hasta una semana

después del consumo; en la sangre se les puede encontrar hasta las cuatro

semanas. Estando en el torrente sanguíneo tiende a depositarse en los

tejidos grasos, hígado, riñones, bazo, pulmones y testículos. Es

metabolizada por el hígado y eliminada por la orina y las heces.

A dosis moderada aumenta el apetito, produce mareos, náuseas, relajación

muscular y disminución de la ansiedad. Asimismo, incrementa la agudeza

visual y auditiva, aumenta el pulso, produce debilidad muscular e

incoordinación, hipersensibilidad sensorial, bulimia, risa incontrolable,

estados de ensoñación, sensación de estar flotando, distorsión del tiempo,

espacio y color, sentimiento intenso de gozo, exaltación, excitación,

pág. 37
intensificación de los sonidos y ocasionales reacciones de pánico. A mayor

dosis más pronunicada la actitud paranoide, confusión con desorientación,

despersonalización, fantasías, ilusiones y alteraciones de la imagen corporal.

Su acción a nivel neuronal parece dirigirse a la membrana celular más que a

un receptor específico. El consumo crónico disminuye la libido, produce

oligoespermia, afecta la fertilidad al actuar sobre las hormonas que influyen

en la liberación del óvulo y desarrollo del espermatozoide, disminuye los

niveles de testosterona, afecta el desarrollo intrauterino del feto; igualmente

se ha comunicado casos de muerte fetal, así como disminución significativa

del peso al nacer, pudiendo producirse retardo mental. En la mujer produce

un incremento del número de ciclos menstruales, disminución de los niveles

de prolactina y de progesterona y alteración de las prostaglandinas, que

regulan la contractibilidad del útero. Son también frecuentes los efectos en

el aprendizaje, como la desintegración temporal, provocada por el daño a

nivel de la memoria, pensamiento y de la capacidad de resolución de

problemas; alteraciones en la memoria de fijación, en la toma de decisiones,

dificultad ideativa o de pensamientos orientados a una meta y alteraciones

en la atención. El poder cancerígeno de la marihuana es siete veces más

potente que el del tabaco.

1.1. Tratamiento. En los casos de intoxicación aguda se requiere

hidratación inmediata. Puede, además, usarse neurolépticos cuando se

pág. 38
aprecia irritabilidad y agresividad de características psicóticas o sedantes del

tipo diazepam. Este último debe usarse por un período no mayor de 30 días.

En nuestro medio, la marihuana es una droga de iniciación que conduce al

consumo de drogas de mayor riesgo tales como la PBC o al consumo mixto

de ambas. Su aparente falta de peligrosidad ha provocado presiones en

muchos países para su legalización, pero la investigacion actual ha

demostrado su real peligrosidad por lo que su uso está prohibido en la

mayoría de los países.

 2. DIETILAMIDA DEL ÁCIDO LISÉRGICO (LSD)

El LSD es un producto sintetizado del alcaloide del cornezuelo del centeno.

Produce pseudopercepciones, alteraciones en el esquema corporal,

dismegalopsia, ensimismamiento y perplejidad, que se asemejan a la

regresión autista en los esquizofrénicos. Su uso crónico puede provocar

francas reacciones paranoides y evidentes trastornos de la personalidad.

El abuso de esta droga comenzó en la decada del 60, pero ha disminuido

gradualmente. Puede desencadenar psicosis esquizofrénica en individuos

predispuestos y, a ciertas dosis, provocar la llamada psicosis modelo

caracterizada por la presencia de alucinaciones visuales, auditivas,

cenestésicas y actos compulsivos que pueden conducir al suicidio, homicidio

u otras formas de conducta destructiva.

pág. 39
2.1. Tratamiento. En la terapéutica de la intoxicación por LSD o cualquier

otro alucinógeno es importante el control de la angustia. Puede utilizarse

dosis bajas de fenotiazínicos como la clorpromazina.

 3. Inhalantes

El uso de inhalantes como el tinner, u otras sustancias utilizadas en

pegamentos (Terocal), como el éter, acetona o la gasolina, se han

constituido en un serio problema en las últimas décadas en México y en los

países andinos, especialmente entre niños y adolescentes.

Su uso se observa, generalmente, en menores de 8 a 15 años, de condición

socioeconómica baja, y, por lo común, residentes de las áreas marginales de

las grandes ciudades. Los efectos clínicos incluyen alucinaciones y un estado

de desinhibición y euforia. Los niños consumen los solventes utilizando

bolsas de plástico. Muchas de las muertes comunicadas en jóvenes de esta

edad se han debido a asfixia accidental por mantener la cabeza dentro de la

bolsa.

La adicción crónica produce un síndrome orgánico cerebral difuso así como

alteraciones en los nervios periféricos con parestesias y paraplejia. También

se observan cataratas, habiéndose informado casos de anemia aplásica.

pág. 40
3.1. Tratamiento. En la intoxicación aguda se debe conservar y mantener

los procesos vitales, siguiendo una estrategia de sostén. Se usará

medicación complementaria de acuerdo con los síntomas ejes.

4 REHABILITACIÓN

El tratamiento de las manifestaciones de

la intoxicación aguda o del síndrome de

abstinencia no garantiza, en absoluto,

que el paciente se abstenga de volver a

consumir la droga, por lo que el

tratamiento a largo plazo debe instalarse

con los siguientes objetivos:

1. Contar con la plena aceptación del

paciente, quien debe estar motivado para su rehabilitación.

2. Lograr la abstinencia total a todo tipo de droga para lo cual será necesario

un significativo cambio en su estilo y filosofía de vida. Consecuentemente,

las técnicas deberán dirigirse a modificar el sistema de creencias y de

interpretaciones que el paciente hace de su realidad en general, y de sus

relaciones interpersonales en particular.

3. Si el paciente es traído a la consulta contra su voluntad deberá evaluarse

las contigencias familiares que mantienen la falta de motivación para el

pág. 41
tratamiento. Los roles que cada uno de los miembros de la familia

aprendieron para mantener la homeostasis patológica de la misma, deberán

ser modificados para favorecer la motivación del paciente.

4. Las técnicas grupales son de importancia fundamental para que reciban la

retroalimentación de su comportamiento por medio de personas que tienen

el mismo problema. Además, a través del grupo y bajo adiestramiento

constante, el sujeto reincorpora los comportamientos extinguidos por el

trastorno.

5. Finalmente, la experiencia que hemos acumulado en el tratamiento de

muchos pacientes en el país, demuestra que un programa de rehabilitación

que utiliza instrumentos adecuados como historia clínica dirigida al

problema, instrumentos de evaluación de objetivos terapéuticos, control de

la droga en orina y seguimiento sistemático, permite desarrollar un método

que logra niveles de abstinencia cercanos al 50% (considerando la muestra

total y original) luego de un seguimiento que va desde seis meses hasta seis

años.

Este programa ha incorporado, además, un sistema de autogestión que

permite al paciente mantenerse activo, resultando el costo-cama-

hospitalaria para el Estado más económico que cualquier otra cama en el

área de la salud mental, lo cual se adecúa a nuestra realidad

socioeconómica. El problema de la farmacodependencia es un problema

pág. 42
actual que tiene repercusiones profundas y que requiere de un enfoque

sostenido y de decisiones políticas a todo nivel para su adecuado manejo.

Las personas adictas a menudo tienen uno o más problemas de salud

relacionados con las drogas, que pueden incluir enfermedades pulmonares o

cardíacas, embolia, cáncer o problemas de salud mental. Las escenografías,

las radiografías de tórax y los análisis de sangre pueden comprobar los

efectos perjudiciales del consumo de drogas a largo plazo en todo el

organismo.

El humo del tabaco puede producir varios tipos de cáncer, la metanfetamina

puede causar problemas mentales graves (conocidos como boca de

metanfetamina) y los opioides pueden originar una sobredosis y causar la

muerte. Además, algunas drogas, como los inhalantes, pueden dañar o

destruir las células nerviosas del cerebro o del sistema nervioso periférico (el

sistema nervioso fuera del cerebro y la médula espinal).

El consumo de drogas también puede aumentar el riesgo de contraer

infecciones. Al compartir elementos que se usan para la inyección de drogas

o tener conductas sexuales no seguras (como actividad sexual sin condón),

es posible contraer el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y el de la

hepatitis C (una enfermedad hepática grave). También es posible contraer

infecciones del corazón y sus válvulas (endocarditis) y de la piel (celulitis)

pág. 43
debido a la exposición a bacterias que puede ocurrir con el consumo de

drogas inyectables.

1.5 CONSECUENCIAS:

Las personas adictas a menudo tienen uno o más problemas de salud

relacionados con las drogas, que pueden incluir enfermedades pulmonares o

cardíacas, embolia, cáncer o problemas de salud mental. Las escanografías,

las radiografías de tórax y los análisis de sangre pueden comprobar los

efectos perjudiciales del consumo de drogas a largo plazo en todo el

organismo.

el humo del tabaco puede producir varios tipos de cáncer, la metanfetamina

puede causar problemas dentales graves (conocidos como boca de

metanfetamina) y los opioides pueden originar una sobredosis y causar la

muerte. Además, algunas drogas, como los inhalantes, pueden dañar o

destruir las células nerviosas del cerebro o del sistema nervioso periférico (el

sistema nervioso fuera del cerebro y la médula espinal).

pág. 44
El consumo de drogas también puede aumentar el riesgo de contraer

infecciones. Al compartir elementos que se usan para la inyección de drogas

o tener conductas sexuales no seguras (como actividad sexual sin condón),

es posible contraer el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y el de la

hepatitis C (una enfermedad hepática grave).40,41 También es posible

contraer infecciones del corazón y sus válvulas (endocarditis) y de la piel

(celulitis) debido a la exposición a bacterias que puede ocurrir con el

consumo de drogas inyectables

El consumo de drogas, ¿genera otros trastornos mentales? ¿O son

los trastornos mentales los que llevan a consumir drogas?

En algunos casos, trastornos mentales como la ansiedad, la depresión o la

esquizofrenia pueden estar presentes antes de la adicción. En otros, el

consumo de drogas puede desencadenar o empeorar esos trastornos de

salud mental, particularmente en las personas que tienen ciertas

vulnerabilidades específicas.

Algunas personas con trastornos como ansiedad o depresión pueden

consumir drogas para intentar aliviar los síntomas psiquiátricos. Esto puede

exacerbar el trastorno mental en el largo plazo y aumentar el riesgo de

adicción. El tratamiento de todos los problemas coexistentes debe ser

simultáneo

pág. 45
¿Se puede curar la adicción?

Al igual que sucede con otras enfermedades crónicas, como el asma o

algunas enfermedades cardíacas, el tratamiento de la drogadicción por lo

general no constituye una cura. Pero es posible manejar la adicción en forma

satisfactoria. El tratamiento permite que las personas contrarresten los

efectos perjudiciales de las drogas en el cerebro y el comportamiento, y

recuperen el control de su vida.

¿Cómo actúan las drogas en el cerebro?

Las drogas interfieren en la forma en que

las neuronas envían, reciben y procesan las

señales que transmiten los

pág. 46
neurotransmisores. Algunas drogas, como la marihuana y la heroína, tienen

la capacidad de activar neuronas porque su estructura química es similar a la

de un neurotransmisor natural del organismo; ello permite que se adhieran a

las neuronas y las activen. Si bien estas drogas imitan las sustancias

químicas propias del cerebro, no activan las neuronas de la misma manera

que un neurotransmisor natural y provocan el envío de mensajes anormales

a través de la red.

Otras drogas, como la anfetamina o la cocaína, pueden hacer que las

neuronas liberen cantidades anormalmente altas de neurotransmisores

naturales o que, al interferir con los transportadores, eviten el reciclamiento

normal de estas sustancias químicas del cerebro. Ello también amplifica o

altera la comunicación normal entre las neuronas.

¿Qué partes del cerebro afecta el consumo de drogas?

pág. 47
Las drogas pueden alterar zonas importantes del cerebro que son necesarias

para funciones vitales y pueden impulsar el consumo compulsivo propio de la

drogadicción. Las zonas del cerebro afectadas por las drogas incluyen

 Los ganglios basales, que cumplen una función importante en las

formas positivas de motivación—incluidos los efectos placenteros de

actividades saludables como comer, interactuar socialmente o tener

actividad sexual—y también participan en la formación de hábitos y

rutinas. Estas zonas constituyen un nodo clave en lo que a veces se

denomina el circuito de recompensa del cerebro. Las drogas generan

hiperactividad en este circuito, lo que produce la euforia que se siente

al consumirlas. Pero cuando la presencia de la droga se repite, el

pág. 48
circuito se adapta y disminuye su sensibilidad, lo que hace que a la

persona le resulte difícil sentir placer con algo que no sea la droga.

 La amígdala extendida cumple una función en las sensaciones

estresantes como la ansiedad, la irritabilidad y la inquietud, las cuales

son características de la abstinencia una vez que la droga desaparece

del sistema y motivan a la persona a volver a consumirla. A medida

que aumenta el consumo de la droga, este circuito se vuelve cada vez

más sensible. Y con el tiempo, una persona con trastorno por consumo

de drogas no las consume ya para lograr un estado de euforia, sino

para aliviar temporalmente ese malestar.

 La corteza prefrontal dirige la capacidad de pensar, planificar, resolver

problemas, tomar decisiones y controlar los propios impulsos. Esta es

también la última parte del cerebro en alcanzar la madurez, lo que

hace que los adolescentes sean los más vulnerables. Los cambios en el

equilibrio entre este circuito y los circuitos de los ganglios basales y la

amígdala extendida hacen que una persona que sufre de un trastorno

por consumo de drogas busque la droga en forma compulsiva y tenga

menos control de sus impulsos.

Algunas drogas, como los opioides, también alteran otras partes del cerebro,

tal como el tronco del encéfalo, que controla funciones indispensables para

la vida—entre ellas la frecuencia cardíaca, la respiración y el sueño—. Esta

pág. 49
interferencia explica por qué las sobredosis pueden debilitar la respiración y

causar la muerte.

¿De qué manera producen placer las drogas?

El placer o euforia—el high que se siente al drogarse—no está muy bien

comprendido todavía, pero probablemente incluya oleadas de compuestos

químicos que envían señales, entre ellos los opioides naturales del

organismo (endorfinas) y otros neurotransmisores en zonas de los ganglios

basales (circuito de recompensa). Al consumirlas, ciertas drogas pueden

generar oleadas de estos neurotransmisores mucho más grandes que las

ráfagas más pequeñas que se producen naturalmente en conexión con

recompensas sanas, como las de comer, escuchar o tocar música,

emprender actividades creativas o interactuar socialmente.

En un momento se pensó que las oleadas del neurotransmisor dopamina que

producen las drogas era la causa directa de la euforia, pero los científicos

ahora consideran que la dopamina tiene más que ver con hacernos repetir

las actividades placenteras (reforzar la conducta) que con la producción

directa del placer.

Según la OMS el 60% de las personas que consumen drogas tienen

trastornos duales o sea que consumen drogas y a la vez sufren de alguna

enfermedad mental. Esta afirmación se apoya en la experiencia de los

pág. 50
expertos del IAFA que en su mayoría, atienden pacientes que presentan este

tipo de trastorno

Otros lo hacen porque al padecer algún trastorno mental, pretenden

encontrar en el consumo una forma de opacar los efectos de su enfermedad.

Según la Licda. Marilyn Salguero, psicóloga del IAFA, “existe una estrecha

relación entre las personas que padecen trastornos mentales y los que

consumen drogas, porque por su situación pueden ser más susceptibles a

engancharse al consumo o se auto medican con las drogas. Esto no es

funcional, porque no resuelve su problema, más bien se agrava al volverse

adicto a una sustancia que altera su organismo y la enfermedad mental o el

problema continúa ahí”. Los jóvenes, en el plano emocional, también podrían

reflejar problemas de salud mental, ya que según La Encuesta Nacional de

Consumo de drogas en Colegiales 2012, uno de cada 10 jóvenes podría

verse afectados en conductas como: sentirse solo siempre o casi siempre;

sentirse desesperado durante dos semanas consecutivas; o en si ha pensado

suicidarse

pág. 51
CASO CLINICO

 Motivo de ingreso

Imposibilidad, pese a los múltiples intentos efectuados en asistencia pública

y privada, de desintoxicación ambulatoria en trastorno por uso de cannabis

como diagnóstico principal.

pág. 52
 Datos sociodemográficos

Varón de 33 años. Camarero. Hace 6 años que no trabaja, sin percibir

subsidio alguno. Vive con el hermano y los padres, propietarios de la

vivienda.

 Antecedentes familiares

Padre de 62 años, con artrosis. Madre de 57 años, con ansiedad. Hermano

de 30 años, con dependencia de cannabis y de alcohol.

 Antecedentes personales

Historia clínica abierta en el Centro de Atención a Drogodependencias (CAD)

de la zona en 1996. En 1997 ingresó en un hospital general para

desintoxicación de heroína. Recibe metadona desde 1999 en el CAD; desde

hace dos años toma 170 mg/día. En 1998 estuvo apenas un par de meses

en una comunidad Terapéutica; abandonó el programa. Tanto el médico

derivador del CAD como el psiquiatra privado que también preconiza la

hospitalización sugieren la posible existencia de trastorno de la personalidad,

de tipo límite o esquizoide.

 Antecedentes médico-quirúrgicos

Hiperplasia prostática benigna.

pág. 53
 Enfermedad actual

Dependencia grave de cannabis, diagnóstico principal del caso. Fuma 20

porros al día desde los 17 años. Su vida cotidiana transcurre en casa, sin

hacer nada; pisa la calle sólo para conseguir el dinero que necesita.

Dependencia grave de nicotina desde los 17 años, con 20 cigarrillos al día.

Dependencia moderada de benzodiacepinas desde hace tres años.

Actualmente ha reducido la dosis de alprazolam a 3 comprimidos/día de 2

mg.

Dependencia de opiáceos (heroína) en mantenimiento terapéutico con la

agonista metadona. Desde hace nueve años no se inyecta heroína.

Remisión total sostenida de cocaína esnifada e inyectada hace años.

 Sintomatología

Insomnio, ansiedad, depresión y apatía (“síndrome amotivacional”)

inducidos por cannabis. Episodios abstinenciales subjetivamente graves, con

intensa ansia (craving) por consumir y fuerte malestar físico, todo ello

descrito como insoportable. Compara el síndrome de abstinencia de cannabis

con el síndrome de abstinencia de metadona.

 Personalidad previa

pág. 54
Sin diagnóstico en Eje II

Se confirma al alta, con funcionamiento normalizado en abstinencia estable

de cannabis.

 Factores sociofamiliares

Sin significación aparente: pareja parental estable, de clase media

acomodada. Sobreprotección.

 Exploración física

Inapetencia y bajo peso: 64 kg (talla 181 cm)

 Exploración psicopatológica

Colaborador, orientado, ansioso, deprimido (“no tengo ganas de vivir”),

ambivalente ante el cambio a la abstinencia estable.

Sin alteraciones sensoperceptivas ni ideación autolítica. En la admisión los

padres se lamentaron de ver al paciente casi siempre en cama fumando

porros.

 Evolución física

pág. 55
Desintoxicación mediante pauta descendente de clometiazol a partir de 16

compra/día. El descenso tuvo que lentificarse para el caso, por lo que la

desintoxicación alcanzó veinte días de duración, cuando normalmente son

once días o menos. Temblores, sudoración, taquicardia y náusea

intercurrentes por ansiedad abstinencial durante la primera mitad de la

estancia hospitalaria. Analítica de sangre y orina con serología y función

tiroidea: anemia leve atribuible a bajo peso. Electrocardiograma con

trastorno difuso de la polarización, sin indicación de tratamiento.

 Evolución conductual

Ansiedad, labilidad afectiva y ambivalencia durante las dos primeras

semanas de hospitalización. Exposición a las entrevistas individuales

(psiquiatra, psicólogo, trabajador social, enfermero) y al programa de

rehabilitación psicosocial específica de patología dual (terapia de grupo,

psicoeducación sobre prevención de recaídas y medicación, relajación, otras

actividades).

 Epicrisis

Asimilación preliminar de conocimientos y habilidades pro-abstinencia

estable de cannabis y benzodiacepinas no prescritas.

Aseguró en principio que quería ser derivado a Comunidad Terapéutica (CT),

pero se desdijo poco antes del alta.

pág. 56
 Coordinación

De forma presencial y telefónica el equipo asistencial se coordinó con los

padres y con los profesionales de la CT contactados durante el ingreso.

 Continuidad asistencial

Desintoxicado y con mejoría clínica, al alta recibió visita programada de

seguimiento en el CAD derivador.

 Tratamiento

Metadona: igual dosis (170 mg/día); paroxetina 20 mg: 1 compr./día;

oxcarbazepina 600 mg: 2 compr./día; levoclorpromacina 25 mg si insomnio.

 Discusión

El caso presenta comorbilidad adictiva, es decir, que lo primario es el

trastorno mental adictivo: dependencia grave de cannabis (diagnóstico

principal), dependencia grave de nicotina, tratamiento sustitutivo con

metadona, anteriores usos de heroína parenteral y de cocaína. Fumar 15 o

más cigarrillos de tabaco al día puede diagnosticarse como trastorno de

dependencia de nicotina grave. Fumar 7-14 cig./día puede diagnosticarse

como moderado, y leve si se fuma 6 cig./día o menos. Cuando lo que se

fuma son porros, puede haber dependencia grave a partir de 4 al día. En

pág. 57
este caso destaca el bajo peso por inapetencia, atribuible a la misma

enfermedad adictiva.

Aunque pueda aducirse el efecto hiporéxico del tabaco, es un mito que

fumar porros siempre dé ganas de comer y de que por tanto sea saludable.

Este caso no presenta comorbilidad con trastorno mental no adictivo: con la

abstinencia estable desaparece la ansiedad, depresión y apatía inducidas. No

así el insomnio, como es frecuente, que en este caso disminuye, pero no

desaparece. Los “rasgos de trastorno de personalidad” y el “síndrome

amotivacional” también dejan de ser aparentes con la abstinencia estable de

la droga diana; es lo frecuente. Se siguen sobre diagnosticando “trastornos

de la personalidad” y “rasgos de carácter”. Lo prudente es describir, y sólo

etiquetar –que también es estigmatizar- si la relación diagnóstica/estigma es

favorable al paciente: si le es útil para que se entienda más su caso y

encuentre así mejor tratamiento. Hablar en términos de trastorno mental no

adictivo, es más preciso que hablar de trastorno psiquiátrico primario,

porque

muchas veces lo primario es el trastorno mental adictivo, que incluye abuso,

dependencia y trastornos inducidos por una o más sustancias. También es

frecuente que en una misma realidad clínica podamos distinguir dos o más

componentes inducidos, de personalidad (Eje II), de trastorno (Eje I), por

estresores-, cosa que también hay que explicitar en todo informe

pág. 58
clínico. Síndrome amotivacional quiere decir, literalmente, conjunto de

síntomas por falta de motivación, lo cual se da no sólo en trastornos por uso

de cannabis, sino también en trastorno por uso de alcohol y demás

sustancias psicoactivas. Es sinónimo de apatía, anergia, abulia y

terminología afín.

Hasta hace poco se ha sostenido que “el síndrome de abstinencia por

cannabis no es físico o lo es escasamente”. Este caso ilustra lo contrario: la

sensación de desesperación por deprivación de cannabis iguala a la de

metadona. La desintoxicación de cannabis puede prolongarse tanto o más

que la de alcohol (síndrome de abstinencia protraído). En casos de

dependencia grave, la farmacocinética lenta de los depresores centrales

tetrahidrocannabinol y metadona contribuyen a explicar que el respectivo

malestar de abstinencia pueda ser experimentado con parecida intensidad.

El manejo realizado en un caso grave de dependencia de cannabis tiene que

ser obviamente el mismo que en un caso de alcohol, heroína,

benzodiacepinas y cocaína. O sea que tiene que incluir, si el médico lo cree

indicado, hospitalización, enfermería, trabajo social, psicología clínica,

psiquiatría, desintoxicación-deshabituación prolongada, farmacoterapia,

monitorización médica, analítica, ECG, radiografía de tórax, programa

rehabilitador (terapia de grupo, psicoeducación, entrevistas individuales;

perspectiva a largo plazo), y se debe ser cuidadoso tanto en la coordinación

pág. 59
presencial y telefónica con familiares y profesionales concernidos, cuanto

con la continuidad asistencial (altas, derivaciones a comunidad terapéutica,

traslados en ambulancia, concertar citas terapéuticas de seguimiento

ambulatorio). Al año del alta continúa el seguimiento ambulatorio en el CAD,

por ahora sin recaída y con algún desliz. Es un buen resultado que los

terapeutas vemos un poco contra pronóstico, pues este caso, como tantos

otros, se desdijo de pasar a CT poco antes del alta. Se trata de una realidad

que confirma dos cosas: que la derivación y el cumplimiento en CT nos

parecen importantes a todos, y que al mismo tiempo todavía no hay

evidencias científicas de que influya significativamente en el resultado de la

abstinencia estable.

pág. 60
CONCLUSIÓN

El uso de fármacos en el ámbito particular de la salud mental es una de las

herramientas, junto a la psicoterapia, de las que se dispone para hacer

frente a los trastornos emocionales que todos son susceptibles de padecer a

lo largo de la vida. La farmacodependencia es aquella situación en la que la

administración de algún medicamento ha derivado en la articulación de una

conducta de búsqueda y consumo que no se ajusta a las dosis terapéuticas,

y que acaba generando un perjuicio grave en la vida de la persona y de su

entorno. Se trata en general, de una situación especial, puesto que lo más

común es que el inicio del problema tuviera su raíz en un uso terapéutico del

compuesto (que acabó derivando en uno patológico).

Se conoce como farmacodependencia al conjunto de fenómenos

conductuales, cognitivos y fisiológicos que pueden aparecer después del

consumo repetido de medicamentos de prescripción médica. Estos

fenómenos típicamente incluyen deseo intenso de consumir dichos

medicamentos, dificultad para controlar el consumo, persistencia del

consumo a pesar de las consecuencias perjudiciales, mayor prioridad al

pág. 61
consumo frente a otras actividades y obligaciones, aumento de la tolerancia

a los efectos y síndrome de abstinencia.

GLOSARIO

Excitatorio: despolarizan la membrana y aumentan la posibilidad de

que se genere un potencial de acción. Producen un potencial

excitatorio postsináptico (EPSP).

Inhibitorios: mantienen la membrana polarizada y disminuyen la

posibilidad de que se genere un potencial de acción. Producen un

potencial inhibidor postsináptico (IPSP).

Espacio intersináptico: es el pequeño espacio que existe entre el

final de una neurona y el inicio de otra. Se trata de un espacio

extracelular de entre 20 a 40 nanómetros y relleno de líquido sináptico

que forma parte de la sinapsis neuronal, junto con las neuronas pre y

postsinápticas

Ion Ca: Calcio

Benzodiacepínicos: medicamento que se usa para aliviar la ansiedad

y el insomnio (dificultad para dormir).

SÍNDROME DE LA PBC: Es una droga estimulante del sistema

nervioso central, cuyo componente activo es el alcaloide cocaína,

proveniente de una planta natural americana, la coca (Erythroxylum

pág. 62
coca), a la que "estiran" o adulteran con otros componentes como

cafeína, manitol y bicarbonato de sodio, entre otros.

Bupropion: se usa para ayudar a las personas a dejar de fumar. El

bupropion pertenece a una clase de medicamentos llamados

antidepresivos. Funciona al aumentar cierto tipo de actividad en el

cerebro

Nalorfina: es un medicamento con el poder de salvar vidas que puede

revertir una sobredosis de opioides, incluidos heroína, fentanilo y

medicamentos opioides recetados. La naloxona es segura y fácil de

usar, y con frecuencia se administra con un atomizador nasal.

pág. 63
REFERENCIAS

https://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtual/libros/psicologia/manual_psiquiatr

%C3%ADa/cap-22.htm

https://nida.nih.gov/es/publicaciones/las-drogas-el-cerebro-y-la-conducta-

la-ciencia-de-la-adiccion/tratamiento-y-recuperacion

Informaciones psiquiátricas: monográfico sobre cannabis, 2009 (en preparación) www.hospitalarias.org

https://www.uam.mx/lineauam/lineauam_uni10.htm

https://nida.nih.gov/es/publicaciones/las-drogas-el-cerebro-y-la-conducta-la-ciencia-de-la-adiccion/

introduccion

http://tesis.uson.mx/digital/tesis/docs/4527/Introducci%C3%B3n.pdf

https://psicologiaymente.com/drogas/farmacodependencia

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