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Antecedentes
Contenido
Texto original
Referencias
Bibliografía
Antecedentes
En 1887 el Centre Català vivió una aguda crisis producto de la ruptura entre las dos corrientes que lo
integraban, una más izquierdista y federalista encabezada por Valentí Almirall, y otra más catalanista y
conservadora aglutinada en torno al diario La Renaixensa.2 Esta última corriente había producido una obra
importante publicada en 1878 con el título Los Fueros de Cataluña cuyos autores eran Josep Coroleu y
Josep Pella i Forgas. Tras una declaración en la que se dice que «de la espléndida variedad con que a la
Providencia le plugo dotar a Cataluña ha brotado el genio característico de sus hijos» —«su fiera libertad,
su sentido práctico»—, se explican las antiguas leyes que rigieron en el Principado de Cataluña organizadas
en artículos, como si se tratara de una Constitución, acompañados de largas digresiones. En el artículo
primero se dice: «La nación catalana es la reunión de los pueblos que hablan el idioma catalán. Su territorio
comprende: Cataluña, con los condados de Rosellón y Cerdaña; el Reino de Valencia; el Reino de
Mallorca». El carácter conservador de la obra se pone en evidencia, por ejemplo, en el artículo 51 que
establece que «solo tienen derecho de nombrar y ser nombrados los ciudadanos cabezas de familia» para el
brazo popular, ya que las Cortes tendrán carácter estamental, o en el artículo 39 que dice: «Siendo la
religión de los catalanes la católica, apostólica y romana, no le es lícito a ningún laico discutir pública ni
privadamente acerca de sus dogmas». Además se reclama que el servicio militar se realice en Cataluña y
que «solo los catalanes nacidos en el Principado y no los naturalizados por privilegio que se hallen en el
pleno goce de la ciudadanía podrán obtener beneficios y oficios eclesiásticos en Cataluña y ejercer
jurisdicción, oficio público, empleo o mando militar en Cataluña y reino de Mallorca». Tras negar la
legitimidad a los procesos constituyentes españoles iniciados en las Cortes de Cádiz, Coroleu y Pella
concluyen que España debe reparar «los derechos imprescriptibles de sus pueblos» oprimidos por «el
despotismo de las dinastías estrangeras [sic]» y el «jacobinismo de infames políticos».3
Los integrantes de la corriente conservadora abandonaron el Centre Catalá en noviembre de 1887 para
fundar la Lliga de Catalunya, a la que se unió el Centre Escolar Catalanista, una asociación de estudiantes
universitarios de la que formaban parte los futuros dirigentes del nacionalismo catalán: Enric Prat de la
Riba, Francesc Cambó y Josep Puig i Cadafalch. A partir de ese momento la hegemonía catalanista pasó
del Centre Català a la Lliga que en el transcurso de los Jocs Florals de 1888 presentaron un segundo
memorial de agravios a la reina regente en el que entre otras cosas le pedían «que vuelva a poseer la nación
catalana sus Cortes generales libres e independientes», el servicio militar voluntario, «la lengua catalana
oficial en Cataluña», enseñanza en catalán, tribunal supremo catalán y que el rey jurara «en Cataluña sus
constituciones fundamentales».4
La presidencia la ocupó Lluís Domènech i Montaner y Enric Prat de la Riba actuó como secretario. La
comisión encargada de redactar las Bases estuvo presidida por el sacerdote Josep Torras i Bages.5
Contenido
La Base 1.ª se ocupaba del Poder central y el resto (Bases 2.ª a la 17.ª) del Poder regional. Según los
historiadores Jaume Claret y Manuel Santirso, las Bases se alejaban tanto del proyecto federalista como del
posibilismo del Memorial de agravios de 1885 para propugnar la vuelta a la Cataluña anterior a 1714,
como se puede apreciar especialmente en la Base 2.ª que preserva la antigua legislación catalana; la Base
3.ª que establece que la llengua catalana será la única que, ab [con] carácter oficial, podrá usarse á
Catalunya y en las relacions d'aquesta regió ab [con] lo Poder central; la Base 4.ª que reserva a los
naturales de Cataluña los cargos públicos; o la Base 7.ª que establece unas Cortes anuales elegidas por
sufragio corporativo de todos los cabezas de familia agrupats en classes fundadas en lo treball manual, en
la capacitat ó en las carreras professionals y en la propietat, industria y comers.6
Del poder regional, formado por unas Cortes que se reunirían una vez al año en puntos diferentes del
territorio, saldría un ejecutivo formado por cinco o siete altos cargos que se encargarían de la administración
del país. El poder judicial permanecería en la antigua Audiencia de Cataluña, que sería restablecida. La
oficialidad única de la lengua catalana, así como la condición del idioma catalán como cláusula obligatoria
para ejercer la función pública, también estaban consideradas. También establecen la creación de un cuerpo
de voluntarios para la formación de un ejército. La organización territorial se dividía en comarcas y
municipios, elementos que contradecían claramente un estado español en aquel momento centralista y
uniformizador.
Según los historiadores José Luis de la Granja, Justo Beramendi y Pere Anguera, «las Bases son un
proyecto autonomista, en absoluto independentista, de talante tradicional y corporativista. Estructuradas en
diecisiete artículos propugnan la posibilidad de modernizar el Derecho civil, la oficialidad exclusiva del
catalán, la reserva para los naturales de los cargos públicos incluidos los militares, la comarca como entidad
administrativa básica, la soberanía interior exclusiva, unas cortes de elección corporativa, un tribunal
superior en última instancia, la ampliación de los poderes municipales, el servicio militar voluntario, un
cuerpo de orden público y moneda propios y una enseñanza sensible a la especificidad catalana».7
Texto original
Poder central.
f) La formación del presupuesto anual de gastos que, en lo que no alcancen las rentas
de Aduana, deberá distribuirse entre las regiones en proporción de su riqueza.
Poder regional.
Base 3.ª. La lengua catalana será la única que podrá usarse con carácter oficial en
Cataluña y en las relaciones de esta región con el poder central.
Base 4.ª. Sólo los catalanes, tanto los de nacimiento como los que lo sean por
naturalización, podrán desempeñar cargos públicos en Cataluña, incluidos los
gubernativos y administrativos que dependan del poder central. También deberán ser
desempeñados por catalanes los cargos militares que comporten jurisdicción.
Base 5.ª. La división territorial en la que se desarrolla la graduación jerárquica de los
poderes gubernativo, administrativo y judicial, tendrán como base la comarca natural
y el Municipio.
Base 6.ª. Cataluña será la única soberana de su gobierno interior, por tanto dictará
libremente sus leyes orgánicas; cuidará de su legislación civil, penal, mercantil,
administrativa y procesal; establecimiento y percepción de impuestos; acuñación de
moneda y tendrá todas las demás atribuciones inherentes a la soberanía y que no
correspondan al poder central según la Base 1.ª.
Base 7.ª. El poder legislativo regional radicará en las Cortes catalanas que deberán
reunirse cada año en época determinada y en lugar distinto. Las Cortes se formarán
por sufragio de todos los cabezas de familia, agrupados por clases fundadas en el
trabajo manual, en la capacidad o en las carreras profesionales y en la propiedad,
industria y comercio a través de la correspondiente organización gremial donde sea
posible.
Base 9.ª. Ejercerán el poder ejecutivo cinco o siete altos funcionarios nombrados por
las Cortes, los cuales estarán al frente de las diversas ramas de la administración
regional.
Base 11.ª. Se concederá al municipio todas las atribuciones que necesita para el
cuidado de sus propios y exclusivos intereses. Para la elección de los cargos
municipales se seguirá el mismo sistema de representación por clases adoptado para
la formación de Cortes.
Base 15.ª. La enseñanza pública en sus diferentes grados y ramas deberá organizarse
de una forma adecuada a las necesidades y carácter de la civilización de Cataluña.
Deberá informar los planes de enseñanza, el principio de dividir y especializar las
carreras evitando las enseñanzas enciclopédicas.
Base 16.ª. La Constitución catalana y los derechos de los catalanes estarán bajo la
salvaguardia del poder ejecutivo catalán y cualquier ciudadano podrá demandar ante
los tribunales a los funcionarios que los infrinjan.
Referencias
1. De la Granja, Beramendi y Anguera, 2001, p. 71.
2. De la Granja, Beramendi y Anguera, 2001, p. 70.
3. Claret y Santirso, 2014, p. 83-85.
4. De la Granja, Beramendi y Anguera, 2001, p. 70-71.
5. Claret y Santirso, 2014, p. 95.
6. Claret y Santirso, 2014, p. 95-96.
7. De la Granja, Beramendi y Anguera, 2001, p. 71-72.
8. «Copia archivada» (https://web.archive.org/web/20140222012943/http://www.historiacontem
poranea.com/pages/bloque5/el-sistema-canovista-y-los-borbones-18751902/documentos_h
istoricos/las-bases-de-manresa-1892). Archivado desde el original (http://www.historiaconte
mporanea.com/pages/bloque5/el-sistema-canovista-y-los-borbones-18751902/documentos
_historicos/las-bases-de-manresa-1892) el 22 de febrero de 2014. Consultado el 16 de
febrero de 2014.
Bibliografía
Claret, Jaume; Santirso, Manuel (2014). La construcción del catalanismo. Historia de un
afán político. Madrid: Los Libros de la Catarata. ISBN 978-84-8319-898-8.
De la Granja, José Luis; Beramendi, Justo; Anguera, Pere (2001). La España de los
nacionalismos y las autonomías. Madrid: Síntesis. ISBN 84-7738-918-7.
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