Está en la página 1de 4

Giovanni Reale, Dario Antiseri

Historia del Pensamiento Filosófico y Científico, Tomo III


Editorial Herder, Barcelona, 1995
Capítulo XXXVIII

LA EPISTEMOLOGÍA POSTPOPPERIANA
1.Thomas s. Kuhn y la estructura de las revoluciones científicas

1.1Paradigmas, ciencia normal y anomalías

Junto con Imre Lakatos, Paul K. Feyerabend y Larry Laudan, Thomas S. Kuhn forma parte de aquel
grupo de conocidos epistemólogos postpopperianos que han desarrollado sus teorías
epistemológicas en un contacto cada vez más estrecho con la historia de la ciencia. En 1963 Kuhn
publicó el libro La Estructura de las revoluciones científicas, donde afirma que la “comunidad
científica” se construye a través de la aceptación de teorías que Kuhn denomina “paradigmas”.
Escribe: “Con este término quiero indicar conquistas científicas universalmente aceptadas, que
durante un tiempo determinado brindan un modelo de problemas y soluciones aceptables a
aquellos que trabajan en un campo de investigaciones”. Kuhn, en realidad utiliza el término
“paradigma” en más de un sentido. Sin embargo, él mismo se encarga de especificar que la función
del paradigma - que hoy asumen los manuales científicos, por medio de los cuales se inicia al joven
estudiante en la comunidad científica- en el pasado era asumida por los clásicos de la ciencia, por
ejemplo, la Física de Aristóteles, el Almagesto de Ptolomeo, los Principia y la Óptica de Newton, la
Electricidad de Francklim, la Química de Lavoisier o la Geología de Lyell. Por eso, la astronomía
ptolemaica (o la copernicana), la dinámica aristotélica (o la newtoniana) constituyen paradigmas, al
igual que el fijismo de Linneo, la teoría de la evolución de Darwin o la teoría de la relatividad de
Einstein.

Una comunidad religiosa se reconoce a través de los dogmas específicos en los que cree, y un
partido político reúne a sus miembros en torno a finalidades y valores específicos. Del mismo
modo, una teoría paradigmática es la que instituye una determinada comunidad científica, que en
virtud de los supuestos paradigmáticos –y en su interior- llevará a cabo lo que kunh denomina
“ciencia normal”. Esta representa ·un laboriosos y dedicado intento de obligar a que la naturaleza
entre dentro de las casillas conceptuales suministradas por la educación profesional”. La ciencia
normal significa “una investigación fundamentada de manera estable sobre uno o más resultados
alcanzados por la ciencia del pasado, a los cuales, durante determinado período de tiempo, una
comunidad científica en particular reconoce la capacidad de constituir el fundamento de su praxis
ulterior”. Esta praxis ulterior –la ciencia normal- consiste en tratar de llevar a cabo las promesas del
paradigma, determinando cuáles son los hechos relevantes (para el paradigma) confrontando por
ejemplo, a través de mediciones, cada vez más exactas, los hechos con la teoría, articulando los
conceptos de èstas y extendiendo sus campos de aplicación. Hacer ciencia normal quiere decir
resolver rompecabezas (puzles), es decir problemas definidos por el paradigma, que surgen y
regresan a él. Por eso el fracaso en la solución de un rompecabezas no se considera como un
fracaso del paradigma, sino más bien como un fracaso del investigador, que no ha sabido resolver
una cuestión para la cual el paradigma afirma (y promete) que hay una solución análoga a la del
jugador de ajedrez: cuando éste no sabe resolver un problema y pierde la partida, la causa es que
no ha jugado bien y no que las reglas del ajedrez no funcionen.

Por tanto, la ciencia normal es acumulativa (se construyen instrumentos más potentes, se
efectúan mediciones más exactas, se amplía la teoría a otros terrenos, etc.) y el científico normal no
busca la novedad. Sin embargo, la novedad tendrá que aparecer necesariamente. El motivo es que
la articulación teórica y empírica del paradigma aumenta el contenido informativo de la teoría y,
por lo tanto, le expone al riesgo de verse desmentida (cuanto más se diga, más riesgo hay de
equivocarse: quien no dice nada, nunca se equivoca, si se dice poco, hay poco riesgo de cometer
errores). Todo esto explica aquellas anomalías que, en un momento determinado, debe afrontar la
comunidad científica y que, resistiéndose a los asaltos reiterados de las suposiciones
paradigmáticas, provocan la crisis del paradigma. Junto con ésta da comienzo un período de ciencia
extraordinaria: el paradigma queda sometido a un proceso de desenfoque, se ponen en tela de
juicio los dogmas, y por consiguiente, pierden rigor las reglas que gobiernan la investigación
normal. En resumen, ante las anomalías, los científicos pierden la confianza en aquella teoría que
antes habían abrazado. La pérdida de un sólido punto de partida se pone de manifiesto en el
recurso a la discusión filosófica sobre los fundamentos y sobre metodología. Estos son los síntomas
de la crisis, que deja de existir cuando el crisol representado por aquel período desenfrenado de
búsqueda que es la ciencia extraordinaria logra surgir un nuevo paradigmas sobre el cual volverá a
articularse la ciencia normal, la cual a su vez y después de un período de tiempo que quizás resulte
bastante largo, llevará a nuevas anomalías, y así sucesivamente.

1.2. Las Revoluciones científicas

Kuhn describe el pasaje a un nuevo paradigma (desde la astronomía ptolemaica a la copernicana,


por ejemplo) como una reorientación “gestáltica”: al abrazar un nuevo paradigma, la comunidad
científica maneja la misma cantidad de datos que antes, pero los coloca en una relación diferente a
la anterior. Además, según Kuhn, el pasaje de uno a otro paradigma es lo que caracteriza a una
revolución científica. Sin embargo, uno de los problemas más acuciantes planteados por Kuhn es el
siguiente: ¿cómo sucede el pasaje de un paradigma a otro? ¿Se produce por motivos racionales, o
no?

Kuhn sostiene que “paradigmas sucesivos nos dicen cosas diferentes sobre los objetos que
pueblan el universo y sobre el comportamiento de tales objetos. “Justamente porque se trata de un
pasaje entre factores inconmesurables, el pasaje de un paradigma a otro opuesto no puede
efectuarse paso a paso ni ser impuesto por la lógica o por una experiencia neutral. Al igual que la
reorientación “gestáltica”, debe realizarse de una sola vez (aunque no en un instante) o no se
realizará en absoluto. “Quizás tenga razón Max Planck, que en su Autobiografía observó con
tristeza que “una nueva verdad científica no triunfa convenciendo a sus opositores y haciéndoles
ver la luz, sino más bien porque sus opositores acaban por morir, y crece una nueva generación
habituada a aquélla”. En realidad Kuhn afirma que “el traspaso de una confianza de un paradigma a
otro es una experiencia de conversión que no puede ser impuesta por la fuerza”. Pero entonces,
¿por qué tiene lugar esta experiencia de conversión y sobre qué fundamentos? “los científicos
individuales aceptan un nuevo paradigma por toda clase de razones y con frecuencia por muchas
razones al mismo tiempo. Algunas de estas razones –por ejemplo, el culto al Sol que contribuyó a
convertir a Kepler al copernicanismo- se hallan fuera por completo de la esfera de la ciencia. Otras
razones pueden depender de idiosincrasias autobiográficas y personales. Incluso la nacionalidad o
la reputación previa del innovador y de sus maestros puede a veces desempeñar una importante
función (….) Probablemente la pretensión más importante que formulan los defensores de un
nuevo paradigma es la de que puede resolver aquellos problemas que han puesto en crsis el viejo
paradigma. Tal pretensión, cuando puede formularse de modo legítimo, a menudo constituye el
más eficaz de los argumentos a su favor”. Además, hay que tener en cuenta que a veces la
aceptación de un nuevo paradigma no se debe al hecho de que resuelva los problemas que el viejo
paradigma no logra solucionar, sino a promesas que se realizan en otros campos. Puede haber
incluso razones estéticas que induzcan a que un científico o un grupo de científicos acepte un
paradigma. Sin embargo, afirma Kuhn, “en los debates sobre los paradigmas no se discuten en
realidad las capacidades relativas para solucionar los problemas, aunque hayan buenas razones
para emplear por lo general términos que se refieren a ellas. En cambio, el punto que se discute
consiste den decidir cuál es el paradigma que debe guiar la investigación en el futuro, acerca de
problemas muchos de los cuales ninguno de los dos competidores pueden aspirar a solucionar por
completo. Es preciso decidirse entre formas alternativas de llevar a cabo la actividad científica y, en
tales circunstancias, una decisión de este tipo debe basarse más en las promesas de futuro que en
las conquistas pasadas. Quien abraza un nuevo paradigma desde el comienzo, a menudo lo hace
dejando a un lado las pruebas proporcionadas por la solución de problemas. Debe confiar en que el
nuevo paradigma logrará resolver en el futuro los muchos y vastos problemas que le planteen,
sabiendo únicamente que el viejo paradigma no ha logrado solucionar algunos. Una decisión de
este género sólo puede tomarse con base en la fe”. Por eso, para que un paradigma pueda triunfar,
debe conquistar primero (a veces gracias a consideraciones personales o a consideraciones
estéticas tácticas) “algunos defensores que lo desarrollen hasta que llegue a un punto en el que
lleguen a producirse y a multiplicarse numerosas y sólidas argumentaciones. Pero incluso éstas,
cuando existen, no son individualmente decisivas. Puesto que los científicos son hombres
razonables, una u otra argumentación acabará por persuadir a muchos. Pero no existe
argumentación alguna que, por su cuenta, pueda o deba persuadirlos a todos. Lo que ocurre no es
una única conversión en grupo, sino un desplazamiento progresivo en la distribución de la
confianza de los especialistas”.

1.3. El desarrollo ateleológico de la ciencia

Ahora bien ¿el pasaje de un paradigma a otro implica un progreso? El problema es complejo. De
todas maneras “es únicamente durante los períodos de ciencia “normal” cuando el progreso parece
evidente y seguro”. En cambio “durante los períodos de revolución, cuando las doctrinas
fundamentales de un ámbito se hallan todavía en discusión con frecuencia se exponen dudas sobre
la posibilidad de que continúe el progreso si se adopta uno u otro de los paradigmas que se
enfrentan. Sin duda, una vez que se haya afirmado un paradigma, sus defensores lo considerarán
como un progreso. Kunh empero, se pregunta: ¿progreso hacia qué?, Segùn él el proceso que tiene
lugar al evolucionar la ciencia es un proceso de evolución a partir de estadios primitivos, pero esto
no significa que dicho proceso lleve la búsqueda cada vez más cerca de la verdad, o al menos hacia
algún sitio. “¿Es necesario –se pregunta Kuhn- que exista tal objetivo? ¿No será posible acaso dar
cuenta de la existencia de la ciencia y de su éxito en términos de evolución a partir de un estado de
los conocimientos poseídos por la comunidad en cada período determinado de tiempo? ¿Sirve
realmente de ayuda el imaginar que existe una completa, objetiva y verdadera explicación de la
naturaleza, y que la medida adecuada de la conquista científica es la medida en que ésta se
aproxima a aquel objetivo final? Si aprendemos a substituir la evolución hacia aquello que
queremos conocer por la evolución a partir de lo que ya conocemos, en el transcurso de dicho
proceso pueden desaparecer gran número de problemas inquietantes”. Al igual que en la evolución
biológica, en la evolución de la ciencia nos hallamos ante un proceso que se desarrolla de manera
constante a partir de estadios primitivos, pero no tiende hacia ningún objetivo. (pags. 908 a 911).

También podría gustarte