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Universidad de Montemorelos

Proyecto integrador etapa 2


Por

Gerson Eliezer Alfaro Arenívar

Matrícula: 1210015
Introducción.

«Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para

corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto,

enteramente preparado para toda buena obra» (2 Timoteo 3:16-17).

Para la comunidad cristiana este texto es fundamental. Cuando abrimos nuestras

Biblias para nuestras lecturas devocionales privadas; cuando seguimos los textos

que el predicador nos señala para mostrarnos una lección; cuando leemos libros

escritos para acrecentar nuestra comprensión de las Sagradas Escrituras;

implícitamente aceptamos que el libro base de toda nuestra vida religiosa tiene

que estar inspirado por Dios. De otra manera no se entendería cómo hemos

construido todo un andamiaje tan cuidadosamente elaborado, cuyo fundamento es

un libro tan antiguo.

El hecho es que no estamos frente a un libro cualquiera. Según las propias

afirmaciones de sus escritores, ellos transmitieron sus mensajes guiados por Dios,

por su Espíritu. Ninguno pretendió ser el originador de sus mensajes, «porque

nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de

Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo» (2 Pedro 1:21). Por lo tanto
estamos ante un terreno sagrado, y haremos bien en acercarnos con reverencia,

pues nos acercamos al lugar donde la divinidad condesciende a encontrarse con

la humanidad para alcanzarnos y restablecer la comunicación perdida con la

entrada del pecado en el Edén.

El Problema de Dios.

Uno de los grandes desafíos de Dios es cómo acercarse a nosotros que somos

pecadores. Luego de la caída todo el entorno natural cambió. Pero el principal

problema que enfrentamos los seres humanos fue la pérdida de la comunicación

directa con el Creador.

Sin embargo, Dios todavía puede ser conocido mediante lo que llamamos

«Revelación General» que incluye a la naturaleza, los seres humanos y la historia

(Vyhmester, Bemmelen y Davidson 2005). Pero Bemmelen señala que «los

fenómenos de la naturaleza, sin embargo, nos dan un cuadro ambivalente del bien

y del mal»1, por lo que el Señor tomó la iniciativa al revelarse a sí mismo mediante

los profetas. Y a esta forma de acercase a la humanidad la llamamos «Revelación

Especial».

¿Cómo actúa Dios en los profetas?

1
Nancy Webber de Vyhmester, Peter M. van Bemmelen, y Richard M. Davidson. Teología: Fundamentos
bíblicos de nuestra fe Tomo 1, (México D.F.: APIA-Gema Editores, 2005), 96.
Esta pregunta plantea la necesidad de comprender dos términos teológicos

asociados al tema de la «Revelación Especial». Me refiero a los términos

Revelación e Inspiración.

Revelación.

Aunque resulte un poco cacofónica hasta aquí la repetición de una palabra, es

necesario para conocer un poco más su sentido. La revelación se refiere al

contenido, la sustancia, el propósito que Dios tiene (Coon 1997). Este contenido

puede ser sintetizado en la declaración de Apocalipsis 1:1 donde se nos dice que

vamos a conocer «la revelación de Jesucristo». En otras palabras, Jesús es el

centro mismo de la revelación divina. Pero el texto de Apocalipsis continúa

diciendo que dicha revelación «la declaró enviándola por medio de su ángel a su

siervo Juan». Es decir, mediante instrumentos escogidos por Él, a quienes les

entrega su mensaje para que luego lo comuniquen a otras personas. Estas

personas que reciben ese mensaje especial son las que llamamos «profetas».

Inspiración.

Es en este punto que entra en acción el segundo término: la Inspiración. Esta

puede entenderse como el proceso mediante el cual Dios capacita a sus profetas

para que comuniquen sus mensajes de la mejor manera (Coon 1997). Pero no
debemos confundir la inspiración de los profetas con las nociones artísticas de la

palabra. El mismo Coon nos dice que «la inspiración del profeta es diferente en

género, más que diferente en grado, de cualquier otra forma de inspiración»2.

Entonces, ¿qué sucede en el proceso de la inspiración? Los textos que usamos

en la introducción nos dan una respuesta. Dios le «infunde aliento» al profeta y lo

mueve o impulsa bajo la tutela del Espíritu Santo (Vyhmester, Bemmelen y

Davidson 2005). Es aquí donde se da esta fascinante fusión de lo divino y lo

humano. Pero aquí es importante aclarar que los profetas «no estaban poseídos

por Dios, sino inspirados por él»3. Conservaron siempre su personalidad, su propio

estilo, al presentar los mensajes divinos.

El contexto social, cultural y lingüístico.

¿Podríamos lograr que 40 personas que no se conozcan escriban una obra

magna sin contradicciones, con un solo hilo argumental, con un personaje central

consistente? Esta pregunta me hace pensar en el papel de los editores a la hora

de trabajar en obras que congregan a varias personas que están analizando un

tema particular. Sin duda ellos (los editores) deben ser muy cuidadosos para

lograr lo que hemos planteado en la pregunta. Pero, ¿cómo se hace si estos 40

2
Roger Coon. La Dinámica de la Revelación e Inspiración en la Biblia y en los escritos de Elena G. de White.
(Entre Ríos: Centro de Investigación White, 1997), 8. Énfasis en el original.
3
Alberto R. Timm, y Dwain N. Esmond. El don de profecía en las Escrituras y en la historia. (Florida: IADPA-
Gema Editores, 2016), 3.
autores viven en épocas separadas no ya por años, ni lustros, sino por siglos?

¿Cómo se logra la unidad básica si los contextos socioeconómicos, políticos,

territoriales, eran diversos para cada autor?

Antes de responder a estas preguntas debemos aceptar que en alguna medida el

contexto social, cultural y lingüístico influyó en el profeta. Después de todo somos

hijos de nuestro tiempo (frase que no sabría a quién atribuir, pero que me parece

bastante acertada). Esto, sin embargo, no significa que el mensaje está

circunscrito a un contexto determinado. Lo que significa es que el mensaje fue

entregado para gente que vivía bajo de determinadas circunstancias. Y estas

personas debían comprender el mensaje recibido.

Dicho lo anterior, la respuesta a dos preguntas planteadas antes es que el Espíritu

Santo trabajó como el gran editor de las Sagradas Escrituras. Él hizo posible que

en un espacio de más o menos 1500 años se produjera una obra congruente,

comprensible y dotada de autoridad, cuyo objetivo es poner a Jesucristo como el

foco de las Escrituras (Asociación Ministerial de la Asociación General de los

Adventistas del Séptimo Día 2018).

Cómo opera la inspiración.


Entonces, ¿cómo la Biblia puede ser relevante para nosotros que vivimos en

culturas diferentes a la judía y hablamos idiomas distintos al hebreo, arameo y

griego antiguo? Esta pregunta trae consigo la necesidad de hablar sobre cómo

opera la inspiración. Si bien ya dijimos más arriba que la inspiración es el proceso

que Dios utiliza para capacitar al profeta, no todo el mundo está de acuerdo con

cómo se da este proceso. Y lo que creamos en este punto afectará directamente

nuestra percepción del texto sagrado.

Frank Hasel y Michael Hasel4 elaboran una lista de las posturas que hay sobre

este tema y cómo afectan nuestra relación con la Biblia. A continuación hago una

adaptación de la lista de los hermanos Hasel:

a. Sin inspiración sobrenatural. Quienes adoptan esta postura ven en la

Biblia nada más que el reflejo de «las circunstancias históricas y culturales

que la produjeron».

b. Inspiración verbal. Esta postura nos presenta la noción de que Dios dictó

las palabras, mientras que los profetas solo transcribieron lo que Dios les

dijo. En este caso los profetas habrían estado poseídos y lo inspirado

serían las palabras, no los profetas.

4
Frank Hasel, y Michael Hasel. Cómo interpretar las Escrituras. (Florida: IADPA, 2019), 20-26.
c. Inspiración del pensamiento. Esta es una reacción a la postura de la

inspiración verbal. Pero hace del texto sagrado algo falible porque debe

pasar por los procesos mentales de profeta de manera que Dios no

interviene en ese aspecto.

d. Inspiración plenaria. Esta postura evita los desequilibrios de las últimas

mencionadas. Es más, nos ayuda a ver que Dios está obrando por medio

de su instrumento humano, pero este no pierde su individualidad, sino que

la somete al servicio del Señor. Esta es la postura de Elena de White: « No

son las palabras de la Biblia las inspiradas, sino los hombres son los que

fueron inspirados. La inspiración no obra en las palabras del hombre ni en

sus expresiones, sino en el hombre mismo, que está imbuido con

pensamientos bajo la influencia del Espíritu Santo». 5

e. Inspiración de la comunidad. Pero en la misma Biblia esto no es

sostenible. Dios habló a individuos que incluso desafiaron a la comunidad.

De hecho, eso fue la mayoría de las ocasiones.

Con lo dicho hasta aquí, es claro que Dios usó a algunas personas para transmitir

su Palabra. Pero también cuidó el proceso para conservar su Palabra. Eso se ve

en su tema central: Nos presenta a Jesús como nuestro Salvador. Por eso el

5
Elena G. de White, Mensajes Selectos Tomo 1. (Pacific Press Publishing Association, 1966), 24
apóstol puede decirle a Timoteo: «y que desde la niñez has sabido las Sagradas

Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en

Cristo Jesús» (2 Timoteo 3:15).


Bibliografía
Asociación Ministerial de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día.
Creencias de los Adventistas del Séptimo Día. Florida: IADPA, 2018.

Berzosa, Alfonso Ropero. Gran diccionario enciclopédico de la Biblia. Barcelona: CLIE,


2013.

Coon, Roger. La Dinámica de la Revelación e Inspiración en la Biblia y en los escritos de


Elena G. de White. Entre Ríos: Centro de Investigación White, 1997.

Hasel, Frank, y Michael Hasel. Cómo interpretar las Escrituras. Florida: IADPA, 2019.

Timm, Alberto R., y Dwain N. Esmond. El don de profecía en las Escrituras y en la


historia. Florida: IADPA-Gema Editores, 2016.

Vyhmester, Nancy Webber de, Peter M. van Bemmelen, y Richard M. Davidson. Teología:
Fundamentos bílbicos de nuestra fe Tomo 1. México D.F.: APIA-Gema Editores,
2005.

White, Elena G. de. Mensajes Selectos Tomo 1. Pacific Press Publishing Association,
1966.

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