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Esta Corporación en lo que atañe con la responsabilidad del Estado por los daños
ocasionados por cosas o actividades peligrosas (granadas, armas de fuego,
conducción de vehículos automotores, redes de energía eléctrica) ha aplicado
diversos tipos de responsabilidad. Desde la presunción de responsabilidad, la
presunción de falta y el riesgo, régimen este último de responsabilidad objetiva,
descartando la mención de la mal llamada “presunción de responsabilidad” por
cuanto sugiere que todos los elementos de responsabilidad (hecho, daño y relación
causal) se presumen. El régimen objetivo de responsabilidad “por riesgo” - sin
irregularidad de conducta - se deriva entre otros del ejercicio de actividades
peligrosas tales como la manipulación de las armas de dotación (granadas); en tal
régimen el factor de imputación son el riesgo que excede los inconvenientes
inherentes a la prestación del servicio y las cargas normales que deben soportar los
administrados. Es por tanto que cuando se prueba que el Estado genera ese tipo
de actividad él tiene soportar patrimonialmente las consecuencias del hecho lesivo
siempre y cuando se demuestren además los elementos de daño y relación causal
salvo que demuestre causa extraña (hecho exclusivo del tercero o de la víctima y/o
fuerza mayor) y rompa el nexo de causalidad entre el daño y la conducta de riesgo.
En cuanto a la prueba de esos elementos de responsabilidad, debe tenerse en
cuenta: -Respecto al hecho dañador: Al demandante le basta demostrar la
ocurrencia del hecho vinculado al ejercicio de la actividad peligrosa y por esto no
tiene que probar la calificación de la conducta subjetiva del demandado, como si
ocurre en el régimen de responsabilidad por falla probada; por aquello mismo, el
demandado no se exculpa demostrando diligencia y su cuidado. -En cuanto al
daño: El actor tiene que demostrar la existencia de un daño (s) con las siguientes
cualidades: cierto, particular, anormal y que recaiga o sobre una situación de acto
o de hecho que esté protegida jurídicamente o sobre la cual el Estado haya
generado confianza legítima. -En cuanto al nexo de causalidad: El accionante
también tiene que demostrar en juicio la causalidad adecuada entre el daño
padecido y la conducta de riesgo imputada al Estado mediante prueba directa o
indirecta, porque la ley no ha señalado en materia de relación causal ni
presunciones legales respecto de las cuales, probado un hecho (s) el legislador
infiera su causalidad adecuada, ni tampoco los conocimientos del juez sobre la
realidad social lo autorizan para deducir con certeza el nexo de causalidad eficiente
y determinante. La prueba del nexo puede ser: a) directa, mediante los medios
probatorios que lo representan por si mismo y/o b) indirecta, mediante indicios; este
medio de convicción lógico indirecto, requiere de la demostración de unos hechos
indicadores que apunten con fuerza el hecho indicado.
Particularmente se probó que el hecho dañoso estuvo ligado por causa y razón del
servicio con el ejercicio de una actividad peligrosa; -que la lesión por mutilación de
la víctima directa se presentó con un elemento de dotación oficial “granada de
fragmentación”, -que estaba bajo la guarda del Estado, en el armerillo de la
estación de policía; -que la explosión y consecuencial mutilación se presentó
durante el servicio y en ejercicio de su función de verificación del armamento de
dotación que le correspondía como Comandante de Guardia. Como se pudo
establecer el riesgo creado por el Estado para la manipulación de instrumentos
peligrosos (en su estructura y actividad) es distinto al riesgo de la actividad asumida
por el militar profesional, porque el daño producido por aquellos instrumentos
cuando la causa no resulta extraña, son imputables al Estado, como ya se explicará
más adelante. En relación con los daños antijurídicos afirmados por los actores, se
estableció lo siguiente: Los extremos fácticos debidamente probados representan
para el Consejo de Estado el daño moral sufrido para todas las víctimas (directa e
indirecta). En lo que atañe con el último elemento de configuración de la
responsabilidad, nexo de causalidad, es necesario estudiar el hecho de culpa de la
víctima con el cual la Nación pretende enervar la responsabilidad suya, que afirmó
en la contestación de la demanda; igualmente en los alegatos de conclusión reiteró
esa posición; explicó que la lesión se produjo por la falta de cuidado en el manejo
del material de guerra debido al enganchamiento de las granadas. Partiendo del
material probatorio es claro que no se configura la exonerante del hecho culposo
exclusivo de la víctima porque, en primer término, no se probó una conducta
negligente de la víctima; por el contrario se estableció que el hecho ocurrió por la
estructura peligrosa de los instrumentos que tenía a su cargo el Agente - granadas
de fragmentación -, circunstancia que no es constitutiva de causa extraña, sino de
caso fortuito. Se concluye que el hecho demandado ocurrió fortuitamente porque la
causa del estallido del artefacto peligroso, en manos de la persona que las
manipulaba, fue imprevisible de una parte y, de otra, no fue exterior a la víctima;
permaneció oculta o desconocida (no se exteriorizó), pues se probó que la granada
no presentaba vicios y, desde otro punto de vista, no se estableció que tal estallido
se produjo por la actuación irregular del agente. Por lo tanto la imputación de culpa
exclusiva de la víctima no pasó de ser un mera afirmación definida, pues el Estado
no probó ninguna conducta culposa de la víctima con las características de eficiente
y determinante de su propio daño. Tampoco pueden contenerse dentro de la
exonerante por “fuerza mayor” porque no se trató de un hecho externo con cierta
entidad ajeno a la actividad del demandado e insuperable (criterio cualitativo y
cuantitativo), ni de imposibilidad absoluta (criterio de imposibilidad) ni era
irresistible como hecho desligado de su causa (criterio de características). Sobre la
prueba de la fuerza mayor se pronunció la Sala en sentencia de 15 de junio de
2000, Exp. 12423, Actor: Ligia Felizzola Ahumada y otros.
La fijación de la indemnización del perjuicio moral, como es obvio será mayor para
la víctima directa que para los demás actores; para determinarla se tendrá en cuen-
ta la nueva jurisprudencia, contenida en la sentencias del día 6 de septiembre de
2001, Exp. 13232 y 15646. Dentro del arbitrio judicial razonado, teniendo en cuenta
la naturaleza de la lesión causada por la explosión de la granada (pérdida de la
mano izquierda) a la víctima directa se le fija como indemnización 30 salarios míni-
mos legales de 2002 que equivalen a $9’270.000,oo; y a las víctimas indirectas
(cónyuge e hija) 10 salarios mínimos legales, para cada uno, es decir
$3’.090.000,oo. La indemnización por el perjuicio causado a la vida de relación (an-
tes denominado como fisiológico). En pronunciamiento de 13 de julio de 2000, esta
Sala rememorando sentencia anterior, en relación con la cuantificación del perjuicio
a la vida de relación dijo: “Para cuantificarlo la Sala tomará en cuenta lo expuesto
en sentencia de 13 de 1997, expediente 12.499...en lo pertinente se expuso: ‘Para
la cuantificación del daño debe tenerse en cuenta que los perjuicios fisiológicos
pueden ser genéricos, es decir, aquellos que se producen en todas las personas
que padecen la lesión y que no necesitan otras pruebas para su reconocimiento,
vgr: pérdida de sentidos como la vista, la audición, el habla, de órganos como los
de la reproducción; o, pueden ser específicos que se presentan por la incidencia de
la lesión, en las actividades placenteras o el goce espiritual que disfrutaba la víctima
antes de producirse el evento dañoso y que deben acreditarse en el expediente,
tales como la pérdida de una extremidad superior de un pianista, o, un tenista, de
una extremidad inferior de un ciclista, etc. Es cierto que en estos casos de entrada
hay lugar al reconocimiento de esta índole de perjuicios, si se demuestra que la
víctima ejercía la actividad o pasatiempo y su relación directa con el goce de
vivir...”. Particularmente, estando probado el hecho de pérdida de la mano izquierda
de la víctima directa, se fijará como indemnización por ese concepto 30 salarios mí-
nimos legales de 2002 que equivalen a $9’270.000,oo.
CONSEJO DE ESTADO
SECCIÓN TERCERA
Consejera ponente: MARIA ELENA GIRALDO GÓMEZ
a. Pretensiones.
b. Hechos:
11) La entidad demandada a pesar del perjuicio sufrido, le negó al joven Ronis
Zambrano, el derecho a gozar de una pensión de jubilación, prefiriendo, por
economía, mantenerlo dentro del personal administrativo de esa institución.
12) La mutilación sufrida por el joven Ronis Zambrano, lo ha dejado con una
fuerte depresión que lo mantiene con una amargura e inseguridad difícil de
superar, lo cual se ha hecho extensiva a su esposa Isabel Cecilia Navarro
Verbel, y a su menor hija Jhoana Zambrano Navarro, quien crecerá viendo a
su padre incompleto ( fols. 3 a 5 c. ppal).
2. Actuación procesal:
a. Admisión
b. Contestación
3. Sentencia apelada:
4. Recurso de apelación
Indicó que la prueba pericial de la granada para establecer la causa del estallido
era imposible de practicar tratándose de un elemento totalmente desintegrado.
Expuso que la exoneración de responsabilidad del agente dentro del proceso
disciplinario llevado por la Policía indica la inexistencia de culpabilidad del agente
y que la demandada no envió prueba que acreditara que las granadas
defectuosas del puesto de Policía de San Onofre fueron destruidas o dadas de
baja “lo que demuestra que esas granadas en mal estado todavía permanecían al
servicio de ese puesto de Policía y una de ellas fue la que estalló a Ronis”.
Reiteró que los agentes reconocieron el mal estado de las granadas sólo que el
agente Zambrano al igual que sus compañeros creían que no iban a estallar sin la
voluntad de ellos y que es imperdonable que el material se encuentre en tal
estado en una Nación que vive en constante guerra.
Aseveró que la duda sobre si la granada que estalló en manos del agente hacía
parte de las que estaban en mal estado no puede recaer en contra del
administrado sino de la demandada “por cuanto la clase de servicio público que
presta, no permite bajo ninguna circunstancia, que ni siquiera una munición esté
en regular estado, mucho menos tratándose de una granada de fragmentación
donde no sólo se pone en peligro la vida de los funcionarios policiales que las
tienen bajo su cuidado, sino, la de indefensas personas que por una y otra razón
se encuentren cerca de esas autoridades” (fols. 262 a 269 c. ppal).
III. CONSIDERACIONES
Una parte del material probatorio fue practicado dentro de este juicio y el
restante proviene de las actuaciones adelantadas por la Policía Nacional
dentro de la investigación de los hechos al interior de ésta y de la
investigación policial disciplinaria. Se tendrán en cuenta toda vez que la
parte demandada al contestar la demanda se allanó a la solicitud de
pruebas de la parte demandante de remisión de las piezas procesales
contenidas en dichos procesos (arts. 185, 229 y 289 C. P. C.).
En relación con la prueba documental pública, la cual fue trasladada a este proceso
en legal forma, se apreciará porque no fue tachada de falsa en la correspondiente
oportunidad procesal y porque se presume auténtica de conformidad con lo que es-
tablece la ley (arts. 289, 252 y 264 C. de P. C.).
B. Antecedentes probados:
. el agente Agustín Moreno Martínez, recordó que para el día de los hechos
prestó el segundo y cuarto turno en el cargo de centinela en compañía del agente
Zambrano y que no presenció los momentos antes al accidente ni la labor que
desempeñaba el lesionado porque se encontraba en otro lugar. Al ser interrogado
sobre la existencia de material de guerra en mal estado, respondió: “Hasta donde
es de mi conocimiento con anterioridad a los hechos el señor Comandante de la
Estación iba a cambiar unas granadas por presentar fallas en las mismas pero no
sé si hay algo escrito sobre eso” (fols. 84 y vto c. ppal).
. el agente Javier Enrique Monroy Pedraza manifestó que el día de los
hechos estuvo a cargo del tercer turno y lo entregó al agente Zambrano. Frente a
las condiciones del material de guerra, informó: “Se tenía conocimiento sobre dos
granadas que se encuentran en mal estado, el cual era de conocimiento del señor
Subcomandante del Departamento, toda vez que al pasar revista del armamento
mi Teniente le informó esta novedad” (fols. 86 y 87 c.ppal).
10. El día 27 de abril de 1994, dentro del informativo disciplinario que se llevó
a cabo por la Policía, al agente Zambrano se le formularon cargos. En dicho
pliego se lee lo siguiente:
13. El día 1º de junio de 1994, nació Sharon Jhoana Zambrano Navarro, hija
de Ronis Jhon Zambrano Hernández e Isabel Cecilia Navarro Verbel (documentos
públicos, fols. 20 y 21 c. ppal).
C. Responsabilidad patrimonial.
1
Exp. 11.187. Actor: María Magdalena Rodríguez de Rodríguez y otros.
prestacionales; de los considerandos y decisión del proceso disciplinario
(antecedentes probados 2, 4, 10 a 11, 14 y 15).
De otra parte, el testigo Eduar Andrés Pulido, sólo recordó que las granadas
eran bastante viejas y se veían deterioradas, pero no hizo referencia a qué
entendía por deterioro o vetustez ni si se referían a todas las granadas de las
cuales no recordó exactamente cuántas habían en el armerillo (antecedente
probado 19).
Y el agente Germán Arnulfo del Castillo, declaró: primero que las granadas que
se encontraban en el armerillo estaban en mal estado, luego dijo que en
reiteradas ocasiones se solicitó “la baja de dos granadas que se encontraban en
pésimo estado” y finalizó con “aproximadamente existían 6 a 8 granadas y la
mayoría forradas con cintas adhesivas por seguridad” (antecedente probado 18)
Son esos medios de convicción los que permiten a la Sala afirmar que en este
caso la falla imputada a la Policía no existió por cuanto si bien reposan pruebas
testimoniales que pretendieron dar cuenta sobre el mal estado de las granadas
se evidencia que tal condición no era generalizada, no se predicaba de todas y
cada una de las granadas, se reitera que las expresiones utilizadas por los
testimoniantes fueron dos, unas o algunas, quienes alcanzaron a dejar entrever
que se referían a todas luego se contradijeron o fueron vagos en la razón del
dicho.
Esta Corporación en lo que atañe con la responsabilidad del Estado por los
daños ocasionados por cosas o actividades peligrosas (granadas, armas de
fuego, conducción de vehículos automotores, redes de energía eléctrica) ha
aplicado diversos tipos de responsabilidad. Desde la presunción de
responsabilidad3, la presunción de falta y el riesgo4, régimen este último de
responsabilidad objetiva, descartando la mención de la mal llamada “presunción
de responsabilidad” por cuanto sugiere que todos los elementos de
responsabilidad (hecho, daño y relación causal) se presumen5.
· En cuanto al daño:
El actor tiene que demostrar la existencia de un daño (s) con las siguientes
cualidades: cierto, particular, anormal y que recaiga o sobre una situación de
acto o de hecho que esté protegida jurídicamente o sobre la cual el Estado
haya generado confianza legítima.
c. Caso particular:
c.1 En relación con el hecho dañoso es indispensable precisar la siguiente
circunstancia: Aunque el Agente Estatal que resultó víctima es de aquellos que
tiene un régimen prestacional predeterminado en la legislación laboral por las
lesiones que padezca como consecuencia de la actividad riesgosa que ejerce
(indemnización a forfait), tal situación en este caso no es limitante para estudiar
la responsabilidad extracontractual porque en ésta se analiza no el riesgo de la
actividad militar por el enfrentamiento de la defensa del Estado, sino el riesgo
proveniente de los instrumentos peligrosos (en su estructura y actividad) con
ocasión de su actividad.
Ahora, particularmente se probó que el hecho dañoso estuvo ligado por causa
y razón del servicio con el ejercicio de una actividad peligrosa; *) que la lesión
por mutilación de la víctima directa se presentó con un elemento de dotación
oficial “granada de fragmentación”, *) que estaba bajo la guarda del Estado, en
el armerillo de la estación de policía; *) que la explosión y consecuencial
mutilación se presentó durante el servicio y en ejercicio de su función de
verificación del armamento de dotación que le correspondía como Comandante
de Guardia, como se evidenció de los informes que el Comandante de la
Estación de San Onofre envió al Comandante de Policía de Sucre y el que éste
envió al Comandante de Policías Urbanas y Rural y de las minutas de guardia
(antecedentes probados 2 a 4).
c.2.En relación con los daños antijurídicos afirmados por los actores, se
estableció lo siguiente:
. En relación con el daño padecido por las víctimas indirectas se tiene por
demostrado toda vez que se probaron varios extremos de hecho de los cuales
la jurisprudencia infiere el dolor moral. Se probaron: el parentesco y las
lesiones graves que sufrió la víctima directa (pérdida de una mano); ello se
corrobora en el capítulo de hechos probados: en el No. 13 que el día 1° de
junio de 1994, nació Sharon Jhoana Zambrano Navarro, hija de Ronis Jhon
Zambrano Hernández e Isabel Cecilia Navarro Verbel; en el hecho probado No
16 que, el día 9 de agosto de 1994, estos dos últimos contrajeron matrimonio y
en los hechos probados No. 2, 3, 4, 7, 10, 11, 15 y 19, se verifica que Ronis
Jhon Zambrano se mutiló la mano izquierda con el estallido de una granada de
fragmentación tipo I.M.2 (lesión grave).
c. 4. Caso fortuito:
6
Así lo ha considerado la Sala en varias providencias: Sentencia 7449 proferida el 26 de
febrero de 1993. actor: Antonio Diego Vallejo Jaramillo; 7872 proferida el 16 de junio de 1993,
actor: Carmen Julio López Leal; 7622 proferida el 12 de julio de 1993, actor: José Orlando
Isaza Cifuentes y sentencia proferida el 30 de octubre de 1996, actor: Julieta Díez.
7
VALENCIA ZEA. Arturo. Derecho Civil. De las Obligaciones. Tomo III. 8ª ed. Temis. Bogotá.
1990. Pág. 252.
En esta Jurisdicción de lo Contencioso Administrativo, a diferencia de lo
anterior, la aplicación y el tratamiento de ambas figuras no ha sido monista sino
dual, esto es bajo la consideración dividida e independiente de cada una de
esas figuras jurídicas hasta el punto de considerar que de éstas sólo estructura
causa extraña a la fuerza mayor.
8
PEIRANO FACIO. Jorge. Responsabilidad Extracontractual. 3ª ed. Temis. Bogotá. 1981. Págs.
455 a 461.
9
La notion de la force majeure. Théorie de la responsabilité dans le contrat de transport. Citado por
Peirano Facio ib.(8).
Dentro de ese criterio, Josserand consideró que no necesariamente el
hecho es exterior por provenir materialmente de un sitio por fuera del
dominio del ofensor sino que realmente lo es si está dotado de fuerza
destructora absoluta sin determinación del ofensor (fuerza mayor) pero
si el hecho se desencadenaba directa o indirectamente por iniciativa
humana era caso fortuito.
10
Curso Elemental de derecho Civil. Madrid. Citado por Peirano Facio. Ib (8).
automotores; el caso fortuito como lo ha reiterado la jurisprudencia de
esta Corporación, no exime de responsabilidad”.
D. Perjuicios y cuantificación:
177 y 178.
12
Sección Tercera. Exp. 12.423. Actor: Ligia Felizzola Ahumada y otros.
Quedaron probados los daños antijurídicos por daños: moral (a todos los
demandantes) y a la vida de relación únicamente para la víctima directa.
E. Costas:
Como para el momento en que se dicta este fallo la ley 446 de 1998 indica, en el
artículo 55, que sólo hay lugar a la imposición de costas cuando alguna de las
partes haya actuado temerariamente, y ninguna de aquellas actuó de esa forma,
se revocará la condena impuesta por el Tribunal. Dicha ley es norma procesal y
por tanto de aplicación inmediata.
14
Fue fijado en $309.000,oo mensuales en el decreto 2.910 de 2002.
15
Expediente 11.946. Actor: William Antonio Duque Pérez y otros.
En mérito de lo expuesto, el Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso
Administrativa, Sección Tercera, administrando justicia en nombre de la
República y por autoridad de la ley,
FALLA: