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TRABALENGUA

EL ESPIRITU DEL PIRATA

Narran los pescadores con más


experiencia del varadero artesanal de
llo, que Puerto Inglés, playa ubicada al
sur de la ciudad, fue como una especie
de fuerte y desembarcadero pirata.

Los piratas desembarcaban aquellos


tesoros que sustraían de los navíos de
la corona española en una fortaleza
penosa construida por la propia
naturaleza, la cual hallamos en el cerro
de peñas que se encuentra ubicado
frente a la playa.

Como era costumbre, después de


haber atacado un navío real, la tripulación pirata quedaba maravillada de tanta riqueza, todos los
objetos eran de oro y decorados con rubíes.

Al día siguiente de cada robo, el capitán de la embarcación declaraba los tesoros y a la vez los

demás daban fe de protegerlo de cualquier amenaza inclusive sacrificando sus vidas. Una noche
Gulibert uno de los piratas, presionado por la codicia de la mujer que amaba, sustrajo un cofre.

Al ser descubierto por sus compañeros, huyó despavoridamente rumbo al cerro de peñas con la
finalidad de esconderlo, y así lo hizo.

 No había pasado mucho tiempo y Gulibert fue detenido por el capitán, quien ordenó castigarlo por
la traición, lo cual era castigado con la muerte, y así lo hicieron. Degollaron a Gulibert y condenaron
su espíritu a la protección infinita de los tesoros.

Transcurridos los años, nadie se atrevía a buscar el baúl. Gulibert recorre las inmediaciones del
cerro de peñas, decapitado, debido al castigo que le dieron.

Se dice que su espíritu seguirá penando hasta reunir la cantidad de vidas que tenía la tripulación
pirata a la que pertenecía. También dicen que aquel que encuentre o trate de encontrar el baúl del
tesoro será maldecido como Gulibert.
EL MISTERIOSO MUSEO DEL ALGARROBALL

Los que viven cerca del ahora museo del


Algarrobal, cuentan que hace mucho
tiempo, en la provincia de llo en el distrito
del Algarrobal se construyó una vivienda
que tenía como finalidad convertirse en
museo.

Al término de esa edificación, empezaron


a implementar el interior de la vivienda
con algunos restos que dejaron los
hombres antiguos que vivían en ese lugar.

A pesar del tiempo transcurrido, se dice


que, al promediar la media noche, se oían voces y sonidos como si estuvieran trabajando en una
chacra, cuidando el ganado, y lo más misterioso es que se escuchaba el ladrido de un perro. Es
por esa razón, que ninguno de los que cuidaban el lugar se atrevía a entrar a la casa.

Cierto día uno de los vigilantes junto a un arqueólogo, se atrevieron a entrar al lugar. Esperaron
hasta media noche y al toque del reloj que marcaba las doce empezó nuevamente el bullicio.

Entonces vieron que de pronto se le apareció un perro que ladraba, mientras ellos caminaban por
el museo. Pasados unos minutos, desaparecieron las voces y aquel ladrido. Los hombres se
tropezaron y con mucho miedo se levantaron. Lo único que ellos deseaban en ese instante era salir
de aquel lugar.

Al día siguiente, los hombres se pusieron a cavar, y encontraron que dentro de aquella excavación
los restos óseos de una persona con sus bienes, acompañado del esqueleto de un perro.

Consultando a los pobladores del lugar, los hombres se enteraron que en ese lugar hace muchos
años vivieron hombres llenos de bienes y que tenían como guardián un perro. Esos hombres son
conocidos como los Chiribaya.

Desde entonces, es común para aquellos pobladores escuchar los ladridos del perro y aquellas
voces misteriosas. Muchos dicen que el perro sale del museo y va a tomar agua del río los días
martes y viernes al promediar la media noche.
LOS DOS AMIGOS Y LA SIRENA (ILO)

Se cuenta que hace mucho tiempo, en el puerto de

Ilo, vivía un pescador llamado Alberto, un día salió de

faena al mar con su lancha, junto a su mejor amigo de

nombre Pío, estando en alta mar, Alberto se sintió

cansado por las largas horas que navegaba, al llegar

la noche y preocupado porque no habían pescado

nada, decidieron regresar al muelle Fiscal y desviando

la proa, en rumbaron a sus casas. Pasada media

hora, ambos amigos escucharon una melódica

canción en medio de la noche y el brillo del mar que

provenía de un conjunto de rocas.

Ellos pensaron que era el viento con el vaivén de las olas y no le dieron importancia al sonido;

remando más despacio, decidió ver que el animal que provocaba tan bello sonido, divisaron a una

hermosa sirena con cabellos cristalinos, ojos brillantes y con una silueta de mujer inigualable, ella

llevaba entre sus manos una varita que daba buena suerte.

Pío se puso a pensar en ese momento en los rumores que hablaban otros pescadores de la suerte

y la fortuna que traía la varita de la sirena. Entonces decidió quitarle la varita a la sirena. Antes de

hacerlo, la sirena se zambulló al mar, Pío dio un salto, tomó la varita y de otro brinco volvió a la

lancha y remando como nunca antes lo había hecho, se alejó de ese lugar.

Alberto le preguntó el porqué de aquella acción tan peligrosa a su amigo y este le respondió que

solo estaba ejercitando los músculos y así en medio de la conversación se dirigieron hacia

el muelle.

Estando en el muelle Fiscal se bajaron los dos apresurados para tomar un café en la casa de Pío.
Cerca de las dos de la

mañana, Pío no podía dormir tranquilo

por la acción que había realizado

en el mar y mientras

pensaba, nuevamente escuchó

la melodía, se levantó asustado y

miró por la ventana, era la sirena que

lo llamaba entre las olas del mar y el

oscuro ocaso.

Pío salió a pasear para borrar el miedo que llevaba dentro, se encontró con Alberto y decidió

contarle lo que venía ocurriendo todas las noches.

Alberto, le dijo que la última vez que fueron al mar, saltó de la lancha y vio que había cogido algo

brillante ¿Qué era? -preguntó- no era nada “dijo Pío".

Sin haberle creído Alberto le respondió: "Esa es la varita de una sirena y mientras tú la tengas te

traerá mala suerte; es mejor que la devuelvas antes que pase más tiempo, porque cuando la

llegues a tocar, en el Mar te va a pasar algo muy malo".

Después de la conversación, Pío regresó corriendo a su casa, cogió la varita y se fue a tirarla

al mar en un lugar muy alejado para que nadie lo viera. Pero en su mala suerte pisó un pozo de

agua, de inmediato, Pío se convirtió en una inmensa peña.

El poder de la varita hizo que, desde ese día, ese lugar se convirtiera en una piscina natural

de aguas quietas y cristalinas conocida actualmente como Puerto Inglés.

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